notas sobre los grupos militares conspiradores - mi
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Tópicos de Cultura. América Latina y El Caribe II y III (2008-2009) NOTAS SOBRE LOS GRUPOS MILITARES CONSPIRADORES VENEZOLANOS, octubre 1945-febrero 1992 Domingo Irwin Ingrid Micett Universidad Pedagógica Experimental Libertador RESUMEN. Se indaga el espinoso tema de las logias conspirativas castrenses, desde octubre de 1945 hasta febrero de 1992 en Venezuela. Un extenso corpus conformado por documentos escritos y testimonios de protagonistas da cuenta de: a) logias militares organizadas para derrocar gobiernos (Unión Patriótica Militar, UPM; Organización Militar Anticomunista, OMA; Unión Nacional Bolivariana, UNB; Frente Militar de Carrera del PCV); b) fallidos golpes de estado desde 1958 hasta 1962 (v.g. Barcelonazo, Carupanazo y Porteñazo; c) acciones de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, FALN, y distintos frentes guerrilleros en los años sesenta (v.g. José Leonardo Chirinos, Simón Bolívar, Ezequiel Zamora); d) logias en los setenta y ochenta (Revolución-83, R-83; Alianza Revolucionaria de Militares Activos, ARMA; Ejército de Liberación del Pueblo de Venezuela, ELPV; Comité de Militares Bolivarianos, Patrióticos y Revolucionarios, CMBPR; Ejército Bolivariano Revolucionario, EBR; Movimiento Bolivariano Revolucionario-200, MBR-200; Movimiento Revolucionario 200, MR-200; Comandos de Áreas Revolucionarias, CAR. Se concluye que el 4 de febrero de 1992 y el 27 de noviembre fueron consecuencia de ese pensamiento militar disidente. PALABRAS CLAVE: logias militares conspirativas, golpes de estado, Venezuela, siglo XX . NOTES ABOUT THE VENEZUELAN MILITARY CONSPIRATOR GROUPS, octubre 1945-february 1992 ABSTRACT. It is inquired the problematic topic of the plotter military lodges in Venezuela since October 1945 until February 1992. A vast corpus formed by written documents and the testimonies of the social actors reveals a) military lodges organized to overthrow governments (Unión Patriótica Militar, UPM; Organización Militar Anticomunista, OMA; Unión Nacional Bolivariana, UNB; Frente Militar de Carrera del PCV); b) unsuccessful coup d’état since 1958 to1962 (v.g. Barcelonazo, Carupanazo y Porteñazo); c) actions from the Fuerzas Armadas Nacionales de Liberación, FALN, and diverse guerrilla fronts in the sixties (v.g. José Leonardo Chirinos, Simón Bolívar, Ezequiel Zamora); d) seventies and eighties lodges (Revolución-83, R-83; Alianza Revolucionaria de Militares Activos, ARMA; Ejército de Liberación del Pueblo de Venezuela, ELPV; Comité de Militares Bolivarianos, Patrióticos y Revolucionarios, CMBPR; Ejército Bolivariano Revolucionario, EBR; Movimiento Bolivariano Revolucionario-200, MBR-200; Movimiento Revolucionario 200, MR-200; Comandos de Áreas Revolucionarias, CAR) It is concluded that February the 4th and November 27th of 1992 were a consequence of that military dissident thought. KEYWORDS: conspirational military lodges, coup d’état, Venezuela, 20th century. Recepción: 16-09.2009 Aprobación: 24.12.2009 Preámbulo Los grupos conspiradores venezolanos de las dos últimas décadas del siglo pasado han sido reportados en una abundante literatura que abarca todo un abanico temático. Si se consultan las informaciones sobre “logias militares conspiradoras en Venezuela” en internet, empleando un buscador como google, se encuentra la impresionante cantidad de 77.660 registros (dos de noviembre de 2009). Claro está, como dice el refranero popular, no todo lo que brilla es oro y continuando con las expresiones coloquiales criollas, en esos escritos sobre los grupos militares subversivos (tenemos que advertir que empleamos en este texto como sinónimos esta expresión con la de logias, sectores y conjuntos de tal tenor), encontramos de todo como en botica; pero aún así, los numerosos registros evidencian el interés por el problema en cuestión, amén de la muy abundante información y desinformación que existe sobre el tema. Para el estudio de la cuestión señalada en el párrafo anterior, se cuenta con numerosos artículos de prensa internacional, nacional y regional; libros sobre la evolución política reciente criolla; autobiografías de algunos de los oficiales militares, también de varios civiles que enfrentaron o participaron en los efectivos o potenciales golpes de estado. Particularmente valiosos, desde el punto de vista histórico, son los libros que recogen evidencia testimonial y documental de los principales protagonistas de estos hechos. Destacan en este calidoscopio historiográfico las obras de editores como José Agustín Catalá, las compilaciones testimoniales impresas del consagrado historiador Agustín Blanco Muñoz y las crónicas testimoniales que en papel y tinta dejó para las generaciones de hoy y del futuro el analista, tempranamente fallecido, Alberto Garrido. Un estudio riguroso de las obras arriba sugeridas está aún por escribirse y no pretendemos desarrollarlas en estas páginas. Procuramos algo mucho más modesto, apoyándonos en la evidencia recolectada por lo que entendemos como las más completas versiones impresas, sobre la evolución de los grupos conspiradores castrenses desde 1945 a 1992. Evitamos referir a los intentos de jóvenes militares de carrera, en conjunción con individualidades civiles, contra los gobiernos gomecistas (1919, 1922 y 1928) para no alargar innecesariamente el discurso escrito. Pretendemos sí, un modesto, pero veraz, listado de las llamadas logias militares conspiradoras venezolanas; avance de investigación de una pesquisa que estamos desarrollando desde hace ya cierto tiempo. Para concluir este discurso escrito, presentamos algunas muy breves referencias teóricas al problema del intervencionismo militar en el acontecer político venezolano contemporáneo. UPM, OMA y UNB: 1945-1962 Al morir en cama el tirano pretoriano Juan Vicente Gómez (diciembre de 1935), se inicia una situación de reacomodos socio-políticos en la realidad venezolana, que se logrará solo aparentemente estabilizar en 1962. Grupos conspiradores militares y partidos políticos son los actores principales en el escenario del drama nacional, con históricas escenas tragicómicas. Son 27 años con una visible, otras no tanto: “influencia política abusiva ejercida por un grupo militar”; tal como define el DRA al término pretorianismo. Para adentrarnos en el tema de los golpes de estado, rebeliones e insurrecciones castrenses (empleamos en este discurso escrito estos términos como sinónimos, sin establecer sus diferencias jurídicas y legales) en la contemporaneidad criolla, necesitamos trazar algunas pinceladas relacionadas sobre el origen cierto del ejército venezolano del siglo XX. El efectivo ejército nacional, ese que emerge de las guerras civiles de 1898-1903, inicia un lento proceso de institucionalización, acompañado de una constantemente sinuosa modernización castrense, con serias limitaciones en su proceder cierto de profesionalidad; proceso que en el tiempo abarca las primeras tres décadas del siglo XX. Al desaparecer el dictador militar, surge el problema político de la sucesión presidencial, la solución inmediata fue que el ministro de guerra y marina (como se llamaba en ese entonces el ahora ministerio del poder popular para la defensa) asumiera el poder, permitiera una nueva Constitución en 1936 e iniciara una serie de mejoras sociales de modesto carácter reformista, pero que marcaban unas muy importantes diferencias con el período anterior. Tal fue el proceder del general Eleazar López Contreras. Quien sucede a López Contreras es su ministro de guerra y marina, el general Isaías Medina Angarita. El primer egresado de la entonces llamada Escuela Militar de Venezuela (graduado en 1914, ocupando en el orden de méritos el número 17 de un total de 23) en ser presidente constitucional de la república. Así, el despacho de guerra y marina se convierte en la antesala de la presidencia. Situación esta, que influirá poderosamente en las diferentes promociones militares hasta 1958. El reformismo político de López es continuado y acelerado por Medina. Surgen partidos políticos que se dicen modernos y doctrinales, como el de gobierno PDV (Partido Democrático Venezolano) y el de oposición Acción Democrática (AD), con una orientación social-democráta; el Partido Comunista de Venezuela (PCV), deja de ser una organización clandestina y anticonstitucional. El nivel de competitividad política se eleva como nunca hasta ese entonces en el siglo pasado: libre asociación política, libertades ciudadanas, de prensa, etc. Pese a su carácter democrático, el régimen medinista, regido por la Constitución arriba señalada, era excluyente; solo tenían derechos ciudadanos plenos, aquellos venezolanos que supieran leer y escribir. Es decir, más de la mitad de la población adulta del país quedaba excluida de los derechos políticos básicos para poder elegir a las autoridades de la nación. Desde 1936 el sistema electoral a varios grados para los adultos varones (en una reforma se incluyeron las mujeres) alfabetos permitía al presidente asegurarse que fuera su elegido candidato quien lograra la presidencia de la república. El paso radical que da el reformador general Medina, es elegir a un civil no a su ministro de guerra y marina para sucederle. Con esta medida le estaba cerrando la puerta del poder político nacional, a la generación de militares mejor preparada técnicamente que se había formado hasta ese entonces en el siglo XX criollo. La reacción de un grupo de oficiales fue el organizar una logia castrense conspiradora para derrocar a Medina La llamada Unión Patriótica Militar (otros prefiere calificarla como Unión Militar Patriótica) es el primer grupo conspirador castrense moderno que registra la historiografía venezolana. Estaba conformada por oficialidad joven, donde el grupo de más elevada jerarquía eran ocho mayores; los capitanes sumaban unos 28; los tenientes 56 y subtenientes algo así como 33; en la armada ocho tenientes de fragata y 14 alféreces de navío (José Agustín Catalá Editor, 1992, pp., vii-ix y 3-8). Las figuras más resaltantes eran los mayores Marcos Evangelista Pérez Jiménez, Luís Felipe Llovera Páez, Julio César Vargas y su hermano el capitán Mario Ricardo. A este grupo dirigente se agregó, prácticamente en los últimos momentos del golpe de estado, el mayor Carlos Delgado Chalbaud. El epicentro de la insurrección militar se localizaba en el estado mayor general y en instancias educativas castrenses, donde laboraban como profesores Pérez Jiménez, Vargas y Delgado. Debe señalarse que los líderes conspiradores habían sido los alumnos más destacados en sus respectivas promociones de la Escuela Militar: Julio César Vargas fue el primer alumno en el orden de merito de 1926, igual lugar en sus respectivas promociones tienen en 1932 Llovera Páez y en 1933 Pérez Jiménez. Delgado había sido educado en Francia y fue inicialmente asimilado con el grado de capitán, ascendido a mayor en julio de 1945. Los líderes de la UPM, en octubre de 1945, luego de contactar a dirigentes de AD donde resaltaban Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios, procurando apoyo civil y político para su proceder, derrocan al general Medina en un cruento golpe de estado que tiene como escenario principal la ciudad capital. Una Junta autoproclamada como Revolucionaria se hace del poder. Dos miembros de la UPM pertenecen a dicha Junta, el mayor Carlos Delgado Chalbaud y el capitán Mario Ricardo Vargas. Una despiadada purga de oficiales deja la estructura castrense en manos de unos recién ascendidos teniente coroneles; los números no dejan de ser impresionantes, solo mediante los Decretos Ejecutivos 118 y 267 de la Junta Revolucionaria de Gobierno, pasan a disponibilidad unos 49 coroneles, 54 tenientes coroneles, 27 mayores, 32 capitanes, siete tenientes y cuatro subtenientes (Irwin y Micett, 2008, p. 197). El número de oficiales pasados a retiro fueron según algunas fuentes 280 oficiales (Garrido, 1999, p.177). La ascendencia de la oficialidad de la UPM, así como pugnas entre sus miembros dentro de la organización militar, se evidencia en su capacidad para dominar seis acciones de fuerza (información sobre éstas puede obtenerse en el libro del general Iván Darío Jiménez, 1996) que pretendían acabar con el novel gobierno, entre 1945-1948. Según señalan el mayor Manuel Asuaje Ortega, capitán Américo Serritiello y los tenientes de fragata Antonio Piccardo [Sic] y Pausídes Gonzáez (2006, pp. 118-125) en su libro originalmente clandestino, desde mediados de 1947 se organiza una logia militar denominada Organización Militar Anticomunista (OMA). Mencionan que inicialmente sus intereses eran más gremialistas que políticos, pero ante el proceder sectario desplegado por AD en el gobierno, los rumores de la oposición sobre supuestas posturas comunistas en ese partido y su pretendida intención de acabar con las Fuerzas Armadas Nacionales; los oficiales de OMA contribuyen decididamente al derrocamiento de don Rómulo Gallegos en un incruento golpe de estado, el 24 de noviembre de 1948. No deja de interesar al historiador de oficio cómo los autores mencionados en el párrafo anterior enfatizan las acciones de OMA y no mencionan el papel destacado de miembros de la UPM en el derrocamiento del presidente constitucional. La Junta Militar que asume el poder la integran tres miembros de la UPM: tenientes coroneles Delgado Chalbaud, Pérez Jiménez y Llovera Páez. Se reafirma la situación vivida después de la muerte de Gómez, así, la presidencia correspondía al anterior ministro de la defensa; quien desempeñaba ese despacho desde 1945, era el teniente coronel Delgado. Lo interesante de esta situación de 1945-1948 es como los grupos sediciosos militares recurren a importantes figuras de la dirigencia de las fuerzas opositoras civiles de los gobiernos que pretenden derrocar. Tal fue el caso del gobierno de Medina y el partido AD, después quienes derrocan a Gallegos, permiten la supervivencia del partido socialcristiano COPEI y el dirigido por el carismático líder Jóvito Villalba, Unión Republicana Democrática (URD), pero sin permitirles un poder político significativo. Es decir, frente al fraccionamiento y enfrentamiento político civil extremo, los hombres de uniforme procuran demostrar ante la sociedad en general, una capacidad superior de cohesión política. En 1950 es asesinado el teniente coronel Delgado Chalbaud, en una situación que responde a intereses personales y políticos. En su lugar es nombrado, con el visto bueno castrense, un civil; el Dr. Germán Suárez Flamerich fue el nuevo jefe de una Junta de Gobierno que dejó de ser, al menos nominalmente, exclusivamente militar. Los hechos demostraran, como el poder estaba en manos del ministro de la defensa teniente coronel Pérez Jiménez. Situación que se evidencia con la burla electoral a la constituyente de 1952 y las presidencias primero provisional (dos de diciembre de 1952) y luego “constitucional” (así entre comillas, desde el 19 de abril de 1953) del ya ascendido coronel Pérez Jiménez. Así, los miembros más destacados de la UPM dominan, luego de burlarse ciertamente de COPEI y URD, la política venezolana hasta el 23 de enero de 1958. Volviendo al interesado e interesante libro de Asuaje Ortega-Serrvitielo-Piccardo [Sic]González (2006), mencionado arriba, en éste se refiere cómo los miembros de OMA se fraccionan en varios segmentos. Inicialmente en dos grupos, en los primero años de la década de 1950. Unos los califica de oficiales nacionalistas que reaccionan contra el gobierno militar, destacando la figura del capitán Wilfrido Omaña, mientras otros, la mayoría, se apoltronan durante los gobiernos de quien logra los dos soles de general de división en el ejercicio del poder político nacional: Pérez Jiménez. Pero los fraccionamientos continúan dentro de este segmento de la oficialidad criolla como se comentara en próximas páginas. Se tiene pues, alguna evidencia de que los grupos conspiradores militares, como fueron UPM u OMA, se fraccionan una vez logrado el objetivo político de derrocar al gobierno. También, como coexisten varios grupos militares conspiradores en un mismo tiempo. En realidad, la oficialidad militar motivada políticamente no esta tan cohesionada como algunos pretenden. El caso de las insurrecciones militares contra el gobierno de las fuerzas armadas, que se inicia el 24 de noviembre de 1948, está en buena parte vinculada con la resistencia clandestina de AD primero y el PCV después; se produjeron en número no menor de tres, todas fracasadas, entre 1951-1952. Así, en octubre de 1951 con el Teniente de la Guardia Nacional Genarino Peña a la cabeza; en 1952, en Maracay, con ramificaciones civiles en estados cercanos, liderado visiblemente el movimiento en cuestión por el Capitán Wilfrido Omaña (quien parece ser miembro de OMA inicialmente) y luego, en octubre de ese año, la modesta insurrección de militares en el oriente venezolano, bajo la jefatura del Capitán Juan Bautista Rojas. El poder logrado por el grupo pretoriano que derrocó a Medina Angarita y Rómulo Gallegos, se evidencia como uno efectivamente preponderante en la estructura militar criolla de aquellos años. Los miembros más conspicuos de la UPM logran controlar la realidad militar venezolana por 13 años consecutivos, siendo de éstos, 10 con dominio político nacional total. El primero de enero de 1958 se subleva la fuerza aérea en Maracay, en tanto que en Caracas unidades blindadas bajo la jefatura del teniente coronel Hugo Trejo, comprometidas con los aviadores, abandonan la ciudad en dirección de Los Teques. La falta de una eficiente coordinación entre las unidades insurrectas, le permite al gobierno dominar la situación en solo un día; pero las constantes agitaciones callejeras civiles, una decretada huelga general y la acción desarrollada por la armada y la mayoría de las guarniciones que desconocen la autoridad del gobierno, llevan en la madrugada del 23 de enero de 1958 a Pérez Jiménez y Llovera Páez al exilio; ese fue el destino político final de la dirigencia más destacada de la Unión Patriótica Militar. Continuando con la evidencia publicada sobre OMA, en el libro De Militares Para Militares (2006) se comenta como hay un resurgir de esa logia militar, en 1958, después del colapso del gobierno del general Pérez Jiménez; afirman que llegó a contar con el apoyo de unos 100 oficiales. Dan a entender que en la realidad de los hechos ciertos la logia en cuestión se disuelve cuando “muchos de sus miembros son hoy [circa 1964] notables jerarcas militares apoyadores [Sic] de un gobierno adeco que antes catalogaban de comunista” (p. 118). Otro grupo conspirativo militar emerge, supuestamente desde 1957; según testimonio de Fernán Altuve Febres, pulcramente recogido por el analista Alberto Garrido (Zeta, No. 1.618, Caracas, julio 13 de 2007, p. 37): la Unión Nacional Bolivariana (UNB). Según la misma fuente esta logia conspiradora presenta como cabeza visible al general José María Castro León. Éste, como bien se sabe, siendo ministro de la defensa, en julio de 1958, intenta un fallido golpe de estado contra la Junta Cívico-Militar de gobierno presidida por el C/A Wolfgang Larrazabal Ugeto. Situación que marcó, para la segunda mitad del siglo XX venezolano, el fin de ese despacho como antesala a la presidencia de la republica. Castro León intenta otra acción militar, esta vez contra el gobierno constitucional presidido en 1959 por Rómulo Betancourt. Cruza la frontera del Táchira desde Colombia, donde se encontraba exilado, y llega a dominar momentáneamente San Cristóbal. Las tropas y oficialidad institucional, leales al gobierno, lo vencen y toman prisionero. Surge, pues, la obvia interrogante si esta logia militar conspiradora UNB, estaría vinculada con OMA, o sería una derivación de ésta. La muy limitada evidencia testimonial hasta ahora conocida sobre estas dos organizaciones conspiradoras de militares activos y retirados, impide esbozar una respuesta seria a la pregunta planteada. La situación militar, desde 1958 hasta 1962, es cierta y públicamente tensa en el sector militar criollo. Por segunda vez en el siglo XX, como había sido el caso en 1945-1948, la realidad castrense está en un proceso de reacomodo frente a los civiles organizados en partidos políticos opositores de los gobiernos militares hasta 1958. Un rosario de golpes de estado fracasan desde 1958 hasta 1962. En el libro del general Iván Darío Jiménez (1996) se puede obtener una crónica básica sobre éstos. La estabilización democrática se logra después de ser dominados por el gobierno tres insurrecciones militares finales, dentro de este agitado período, conocidas en la historiografía nacional como Barcelonazo (junio de 1961), Carupanazo (mayo 4) y Porteñazo (junio 2), ambos en 1962. Sobre la participación de logias militares conspiradoras en los tres eventos insurreccionales mencionados en el párrafo anterior, la evidencia testimonial es particularmente confusa. Esto, aunque resulta más que evidente para cualquier estudioso, que se esfuerce en ser objetivo y racional en sus análisis, que tal debió ser el caso; por lo que bien se podría argumentar que no sería aventurado suponer la participación de miembros de la UNB en acciones posteriores a las dos insurrecciones dirigidas por Castro León en 1958 y 1959. Varias fuentes se revelan particularmente útiles para cubrir las escabrosas situaciones arriba mencionadas. Las compilaciones testimoniales de actores civiles y militares de estos sucesos, con oficio de historiador recogidas y publicadas por Agustín Blanco Muñoz (19811982), son particularmente valiosas para comprender las limitaciones ciertas y el optimismo exagerado que presentaban los golpistas de aquellos tiempos. Lamentablemente sobre OMA o la UPM, no hay noticias específicas y precisas en estos libros; aunque se deduce que los militares comprometidos en las insurrecciones de esos años presentaban dos tendencias básicas, una tenía una matriz básicamente militarista, otra era de orientación marxista. Otro texto relevante para obtener información de valía sobre estos sucesos insurreccionales de los inicios de la década de 1960 es el de Guillermo García Ponce (1977). Con un estilo periodístico, apoyándose en las noticias presentadas por la prensa entre los años de 1960-1962; procura presentar una crónica de las acciones, civiles primero y luego militares, contra el gobierno que habían decidido los venezolanos en pulcras elecciones en diciembre de 1958. Al igual que las fuentes mencionadas en el párrafo anterior, no se presenta información sobre las logias conspiradoras militares. Éstas parecen como “diluirse” en el relato, aunque algo sobre el tema se infiere, con los nombres de los oficiales conspiradores vinculados con las frustradas rebeliones civiles y castrenses. El Barcelonazo fue dominado con relativa facilidad por las tropas y civiles institucionales que defendían la constitucionalidad democrática. El oficial de mayor jerarquía comprometido con el movimiento de Barcelona fue el mayor Luis Alberto Vivas Ramírez. Éste contó con el apoyo de los capitanes Rubén Massó Perdomo (según García Ponce, 1977, p. 44, tiene el grado de mayor) José Gabriel Marín y Tesalio Murillo Fierro, entre otros. Se dice en las crónicas sobre este movimiento que pueden localizarse en internet (google, palabra clave: “Barcelonazo”), que en éste estaban comprometidos el aviador militar Martín Parada y el teniente coronel retirado Oscar Tamayo Suárez; pero que ambos, no procedieron según estaba acordado y esto contribuyó al fracaso del movimiento insurreccional más allá de Barcelona. Según García Ponce (1977, pp. 43-48) en concordancia con esta acción en Barcelona, fracasa el intento de insurreccionar el destacamento de la guardia nacional en La Guaira. El Carupanazo presentó como su oficial de mayor jerarquía al capitán de corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas y el centro del movimiento fue el cuartel de la infantería de marina en esa ciudad. El Porteñazo tuvo como líder visible al capitán de navío Manuel Ponte Rodríguez, en las instalaciones navales de Puerto Cabello. Ambos movimientos cuentan con el apoyo del PCV e individualidades radicales de otras organizaciones políticas, como el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR, partido político conformado por disidentes radicales de AD) e individualidades de URD. Los orígenes conspirativos de estos dos movimientos están directamente relacionados con la estrategia del PCV de lograr el poder por medios violentos; circunstancia que se evidencia claramente en la crónica ya referida de García Ponce (1977, pp. 113-116). Si el Barcelonazo fue de “derecha”, estos dos fracasos insurreccionales militares se dicen de “izquierda”. Insistimos en varios planteamientos que son necesarios para tratar el tema con criterio historiográfico serio. En el texto De militares para militares (pp.118-125), antes mencionado, al referir a la logia OMA, los autores señalan como los miembros de ésta se fraccionan en varios segmentos que ya hemos referido. Analizando el contenido de este libro, podría agregarse otra derivación insurgente de OMA, una que se dice heredera del conjunto de oficiales liderado por el asesinado capitán Omaña, en los inicios de la década de 1950. Grupo donde parecen incluirse los autores de esta publicación inicialmente clandestina; procuran caracterizarse como nacionalistas y propugnadores de una “alianza entre militares patrióticos y civiles honestos” (p.120) y con actitudes decididamente antiestadounidenses. Refiere el texto de Altuve Febres, insistimos, citado por Garrido (Zeta, 2007), como se crea un grupo conspirador militar en 1957 que se autoproclama como UNB. En otro escrito Garrido (http://www.vcrisis.com/index/php?content=esp/20032071007, consultado en enero 20 de 2007) menciona como desde 1957 el PCV destaca activistas que procuran penetrar e influir en la oficialidad militar venezolana. Resalta entre los contactos militares el entonces coronel Rafael Arráez Morles y entre los civiles a Douglas Bravo, Eloy Torres y Teodoro Petkoff. Se constituye desde 1957 el calificado por Garrido como Frente Militar de Carrera del PCV. El número de oficiales comprometidos llegó a sumar, supuestamente, cerca de 170. Son éstos, quienes en buena parte, desarrollan las acciones del Carupanazo y Porteñazo. A los nombres ya mencionados (Ponte Rodríguez y Molina Villegas) se pueden agregar, a manera de ejemplo, varios otros oficiales como el capitán de fragata Pedro Manuel Silva, el capitán de corbeta Víctor Hugo Morales (llamado por sus colegas como “Moralitos”, según García Ponce, 1977, p. 188), los tenientes de fragata Paucídes González y Antonio Picardo, así como el hermano de éste, alférez de navío Otoniel Picardo. Surge la obvia interrogante si la UNB mencionada por Altuve Febres, se refiere a los grupos conspirativos militares que se insurreccionan en 1961-1962. De ser así, existirían dos tendencias claramente distintas, hasta contradictorias, entre los miembros de esta agrupación de oficiales sediciosos; una de orientación anticomunista y otra con visos socialistas y hasta comunistas. Otra posibilidad es que fueran algunos remanentes de la mencionada OMA, que al fraccionarse ésta, después de enero de 1958, coinciden coyunturalmente en su intento por derrocar al naciente sistema democrático de partidos políticos. Varios aspectos llaman la atención al consultar las ideas expuestas por Fernán Altuve Febres y los autores del libro De militares para militares. Uno que salta a la vista, es como poco o nada se dice de oficiales destacados en las acciones que conllevan al colapso del perezjimenismo, por ejemplo, no se menciona al entonces teniente coronel Hugo Trejo ni al aviador, mayor Martín Parada. Hay dos posibilidades, buscan “olvidar” o “ignorar”; en el segundo caso, por alguna circunstancia (personal, grupal o estratégica subversiva de alguna índole) procuran no mencionarlos intencionalmente; en el primero, se trata de un lapsus, sencillamente se les pasó por alto decirlo. En todo caso, queda sin saberse, por ahora, si Trejo y Parada pertenecían a OMA o UPM. Otra alternativa es que solo tuvieran contactos con miembros de estos grupos subversivos militares. También, queda pendiente lograr establecer las relaciones, si las hubiera, entre los miembros del calificado Frente Institucional Militar del PCV, con individualidades o grupos de las otras dos agrupaciones subversivas castrenses mencionadas en este párrafo. El carácter gregario de quienes participaron en el Porteñazo lo expresó el oficial Víctor Hugo Morales en una entrevista que sostuvo con Carlos Croes, en el televisivo programa “Regiones” del canal caraqueño Televen, el cual fue publicado en el semanario Quinto Día (Caracas, junio 8 al 15 de 2007, p. 8). Según Morales los comprometidos en el Porteñazo y el Carupanazo han mantenido, por 45 años, una postura doctrinal acorde con la que los llevó a levantarse en armas contra el gobierno en 1962; las calificadas como “deserciones” han sido muy pocas. Se presenta como un admirador del modelo político cubano fidelista, aunque rechaza su aplicación en Venezuela, destacando que “tenemos que adoptar un modelo propio de lo que es la revolución bolivariana de acuerdo a nuestras propias peculiaridades”. Se desprende de las declaraciones de Morales el apoyo de los derrotados de 1962 al gobierno criollo desde 1999, como también, la participación activa, pese a su edad, de muchos de ellos en sectores vinculados con este gobierno. Esquematizando lo antes dicho sobre los grupos conspirativos militares: Unión Patriótica Militar, OPM (1945) golpe de estado exitoso, derroca al gobierno del general Medina Angarita Fraccionamiento: sectores mayoritarios que apoyan y otros actúan contra el gobierno de la Junta Revolucionaria de Gobierno 1948 golpe de estado exitoso derroca al presiente constitucional Rómulo Gallegos sus más destacados dirigentes gobiernan desde 1948 hasta enero 1958. Organización Militar Anticomunista, OMA (1948) contribuyen con el golpe de estado de 1948 Fraccionamiento: unos apoyan a los gobiernos 1948-1958 Otros se oponen, 1951-1952, algunos relacionados con el partido político AD en la clandestinidad y son vencidos En 1962-1964, varios militares se dicen herederos que este proceder, pero actuando contra los gobiernos de AD y COPEI OMA parece diluirse en la década de 1960, cuando algunos de sus miembros ocupan altos cargos en la organización castrense durante el gobierno constitucional de Rómulo Betancourt. Frente Militar de Carrera del PCV (1957) Oficiales activos contactados por el Partido Comunista de Venezuela Participan en las acciones contra el gobierno del general Pérez Jiménez en 1958 Fraccionamiento: unos cooperan con los gobiernos de turno, pero otros, en 1962, relacionados con las fracasadas insurrecciones militares denominadas Carupanazo y Porteñazo. Unión Nacional Bolivariana, UNB (1958-1959) fracasa en sus intentos por derrocar a los gobiernos democráticos Unos cooperan con golpes de estados fallidos posteriores, posiblemente el Barcelonazo, 1961 Otros permanecen subterráneamente, como tendencia crítica, en la organización militar hasta su retiro. FALN y frentes guerrilleros: década de 1960 Las derrotas del Carupanazo y el Porteñazo llevan a los oficiales comprometidos a contribuir con la organización de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). En ellas, se sugiere en el libro De Militares Para Militares ( p. 225), llegaron a participar una veintena de oficiales militares; aún multiplicando por tres ese número, esta cifra se aprecia como muy interesante si se compara con los supuestos 170 comprometidos con el Frente Militar de Carrera del PCV, según Garrido (2007-C) para 1957-1958. En parte el FLN recogió lo que quedaba de los oficiales golpistas de los distintos grupos conspiradores en prisión; quienes, en no pocas ocasiones, luego de ingeniosas fugas, se incorporaron a los frentes guerrilleros y a la actividad subversiva activa. En las ciudades las guerrillas urbanas actuaban como las UTC, es decir, las Unidades Tácticas de Combate. Uno de los autores del libro originalmente clandestino tantas veces referido anteriormente, el mayor de artillería Manuel Asuaje Ortega, y el teniente coronel Juan de Dios Moncada Vidal (quien fracasa en su intento de sublevación militar contra el gobierno provisional el siete de septiembre de 1958) participan en la FALN, junto con los vencidos del Carupanazo y Porteñazo. Entre los civiles que pertenecieron a los frentes guerrilleros se pueden mencionar, a manera de ejemplo: Douglas Bravo, Lubén Petkoff, Argimiro Gabaldón, Alfredo Maneiro, Américo Martín y Fabricio Ojeda. Dirigentes jóvenes del PCV, MIR y URD. La historia de la FALN-FLN está aún por escribirse; existen valiosas evidencias testimoniales, unos cuantos libros sobre las guerrillas en Venezuela, pero es mucho lo que queda por analizar con criterio histórico profesional. No se pretende tal estudio en estas páginas. Nos limitamos a señalar algo que está bien reportado en la historiografía venezolana y extranjera: el efecto inmediato y mediato de los frentes guerrilleros rurales y las urbanas UTC, fue precisamente lo contrario a lo que pretendían sus propulsores. El sector militar venezolano encuentra, al igual que los partidos políticos gobernantes AD y COPEI, un enemigo común que procuraba destruirlos por vías violentas: las subversivas FALN. Esto favoreció dos aspectos; primero, fortaleció la cohesión interna dentro del cuerpo de oficiales, llevó a la institución militar a reestructurarse rápida y eficazmente, para enfrentar una guerra de baja intensidad, de guerrillas rurales y urbanas; segundo, cementa un acuerdo tácito entre la alta dirigencia militar y la de los partidos políticos gobernante. Esta última explica el record en el siglo XX criollo de 30 años, 19621992, sin públicamente visibles golpes de estado. Parecía que luego de las experiencias previas de tensiones y enfrentamientos entre el sector militar y los partidos políticos, situación que se arrastraba desde los gobiernos de los generales López Contreras y Medina Angarita, se había llegado, después de 1958-1962, a una situación de mutuos compromisos. El fundamento era la Constitución de 1961, los dirigentes civiles son los gerentes políticos de la sociedad, mientras los militares defienden al sistema democrático representativo de partidos políticos, la soberanía nacional y retienen una sutil pero muy efectiva influencia política de carácter corporativo. La más notoria contribución de las entonces FF.AA.NN con el desarrollo nacional se expresa en la brillante labor gerencial desarrollada por el general Rafael Alfonzo Ravard, nombrado desde el gobierno de Betancourt como Director de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), el proyecto más importante y complejo vinculado con el progreso material de la nación por más de una década. Para la sociedad en general, el sector castrense pasa de actor, durante la calificada de década militar (1948-1958), al de asesor experto en temas de seguridad y defensa desde 1962. Las elecciones para la sucesión presidencial de Betancourt, donde triunfa Raúl Leoni, con mínimos porcentajes de abstención, representaban la derrota política de la FALN. Colapso que luego se confirma militarmente años después. Una visión castrense de las acciones militares venezolanas contra el FALN y su brazo político, el calificado de Frente de Liberación Nacional (FLN), puede leerse en el libro mimeografiado, editado en Caracas por la Dirección de Educación del Ejército para finales de 1980, con el largo título de: Los Cinco de Línea (Apología a los cinco teatros de operaciones que durante 17 años formaron una sólida línea defensiva frente a la subversión, que trató de imponer al pueblo venezolano una dictadura marxista leninista). El texto arriba referido, consta de 209 páginas, autorizado para ser un manual con fines educativos en las escuelas del ejército; esto explica el carácter restringido de la circulación del libro en cuestión. Sus autores son militares activos para el momento que lo escriben: coronel Juan Biaggini Gutiérrez, mayores Nelsón Noriega y Roberto Moreán Umanez, capitán Eduardo Lobo Parra y teniente Marcos Arleo Espinoza. Entre los planteamientos de interés que presenta este libro está su esfuerzo por establecer una periodización para la actividad subversiva de 17 años. Según la fuente arriba mencionada, la evolución de las guerrillas venezolanas de la segunda mitad del siglo XX, es la siguiente: 1º “El de las Condiciones Previas”; desde 1958 hasta el Porteñazo, en 1962; 2º “El Auge Guerrillero”; desde febrero de 1962, cuando se inician las primera guerrillas en las serranías de Falcón, hasta 1964 y la división del partido comunista. 3º “El Gran Fraccionamiento de los Partidos de Izquierda”; éste se caracteriza por la decisión tomada por el PCV de abandonar la lucha armada como vía para llegar al poder político nacional. 4º “El Foquismo”; donde desde, aproximadamente, 1964 hasta 1968, operan de manera independiente varios frentes y columnas guerrilleras, bastante debilitadas y sin mayores posibilidades de éxito militar o político. 5º “La pacificación” y 6º “El socialismo”; serían, según este criterio, los últimos períodos, desde 1968-1971, prácticamente hasta finales de la década de 1970; se corresponde con el fin de la actividad guerrillera de alguna significación, el decreto de pacificación del presidente Caldera y el nacimiento del partido político Movimiento al Socialismo (MAS, otro fraccionamiento del PCV) y el inicio de su estrategia de llegar al poder por medios electorales y democráticos. Detalles sobre los apoyos logísticos, materiales y humanos del gobierno cubano de Fidel Castro, al movimiento guerrillero venezolano, es otro de los aspectos interesantes que surge de los datos históricos que ofrece este libro. Evidencia ésta nunca desmentida. Más aún, confirmada en lo fundamental por otro libro escrito por Antonio Sánchez García y Héctor Pérez Marcano, con un prefacio de Germán Carrera Damas (2007). La actividad bélica se prolongará más allá de 1964 debido a este apoyo foráneo. Continuando con la evidencia presentada en el libro Los Cinco de Línea…, para finales de 1963 es descubierto por el Ejército criollo, el que luego se logró identificar como el tercer cargamento de armas enviadas desde Cuba, en las playas del estado Falcón. Otras ayudas en dinero, armamento y hombres siguieron a ésta. Una prueba de la participación activa de nacionales cubanos en las actividades guerrilleras en Venezuela, lo tenemos en un enfrentamiento sostenido por tropas del Batallón de Cazadores Cruz Carrillo, 1968, en Chupulún, estado Yaracuy. En esa acción pierden la vida 15 guerrilleros, entre ellos 5 cubanos que habían ingresado en territorio venezolano por las cercanías de Tucacas, en 1966, junto con Lubén Petkoff. Sin desconocer lo arriba señalado, es necesario enfatizar que el conflicto guerrilleroantiguerrillero en Venezuela, fue decididamente un enfrentamiento armado entre venezolanos. La participación extranjera si bien existió, fue siempre minoritaria; importante sí, a nivel de asesoría y apoyo logístico. Esto, tanto en el sector guerrillero, con auxilios cubanos, como el sector que defendía a los gobiernos democráticos con apoyo estadounidense. Según los datos presentados por la fuente mencionada en los párrafos anteriores, se puede presentar una muy breve, ciertamente incompleta pero suficientemente seria para los fines de nuestro estudio, información sobre los llamados frentes guerrilleros. Insistimos en la idea ya destacada anteriormente, en el sentido de que nuestro comentario analítico se centra es en el tema de las los grupos militares conspiradores, razón por la cual que los datos sobre los aludidos frentes viene a ser secundario. Reportaremos los que ofrece la versión oficiosa del ejército venezolano, en la fuente ya destacada varias veces. El frente guerrillero José Leonardo Chirinos, en la Sierra de San Luis, estado Falcón; éste fue prácticamente desarticulado por una ofensiva coordinada de las Fuerzas Armadas Nacionales en 1964, aunque se reporta actividad subversiva de poco monto hasta 1966. El frente Simón Bolívar, que abarcaba los occidentales estados de Trujillo, Portuguesa, Lara, Guárico, Barinas y el oriental de Anzoátegui; fue creado en los inicios de 1962; las acciones del comando antiguerrillero de Urica, primero y luego del Teatro de Operaciones No. 3 (TO. 3), prácticamente llevan a la desaparición de este frente guerrillero para finales de 1968. El frente Ezequiel Zamora, con su epicentro en el cerro El Bachiller, y bajo responsabilidad del MIR; derrotado por el Ejército para 1964-1966. El frente José Antonio Páez, contó con dirigentes provenientes del sector radicalizado de URD; abarcaba territorios de los estados Portuguesa, Barinas, Mérida y Trujillo; inicia sus actividades en febrero-marzo de 1962; como apéndice de éste fundan, en los llanos otro que degeneró en actividades de bandolerismo y abigeato. El frente Manuel Ponte Rodríguez del oriente del país; abarcaba los estados de Anzoátegui, Monagas y Sucre, aunque su epicentro estaba en las zonas montañosas de los estados Anzoátegui y Monagas; es el frente guerrillero que más sobrevivió en el tiempo, aunque su importancia política y militar fue por años bastante modesta. Una vez superada la amenaza que significaba para las FF.AA.NN la actividad guerrillera, paradójicamente, como tanto en la evolución histórica venezolana, se comienza a desarrollar un renacer de los subterráneos grupos conspiradores militares. Una explicación a esta situación, quizás, se encuentra en lo que señala el texto Pensamiento Militar Venezolano/2005 (localizable en internet empleando un buscador on line como google y empleando como palabras claves el título antes señalado). El grupo editorial responsable del escrito fueron: el general de división (EJ) Alberto Müller Rojas y general de brigada (GN) José Nicolás Albornoz Tineo; los relatores fueron el general de brigada (GN) Gerardo Alfonso Mendoza, general de brigada (EJ) Eduardo Centeno Mena y contralmirante Luis Alberto Morales Márquez. En el capítulo IV de la obra mencionada en el párrafo anterior se afirma que los grupos conspiradores militares de la década de 1960, si bien fracasan en sus intentos por lograr el poder, presentan un sector de oficiales que comulga con las ideas de aquellos pero que no participaron directamente en lo que entienden como la “rebelión civil” [Sic] de aquellos tiempos. Este segmento de oficiales activos, a los cuales no identifica con nombres y apellidos, “persistieron en su acción, sentando las bases para una respuesta a largo plazo que recuperara la tradición histórica militar venezolana” (capítulo IV, p.18 de 19). Con esta afirmación parece confirmarse lo señalado por Fernán Altuve Febres sobre algunos miembros de la UPB, ya comentada anteriormente. El texto, Pensamiento Militar Venezolano/2005, continua indicando que “la respuesta llegó impulsada por la rebelión popular de 1989.” Refiriéndose al Caracazo, esa violenta protesta popular de los sectores menos favorecidos en lo económico y social de la capital venezolana, motivada en parte por grupos políticos radicales contra las políticas de estabilización económica impulsadas por el gobierno nacional de ese entonces. Así, el calificado por los autores del mencionado opúsculo como: “El golpe militar del 4 de febrero de 1992 y del 27 de noviembre del mismo año, fueron expresión de esa corriente de pensamiento disidente dentro de la estructura del aparato militar venezolano.” (Capítulo IV, p. 18 de 19, el énfasis agregado es nuestro: DI e IM). Con lo referido recién, se confirman las declaraciones dadas por el capitán de corbeta Morales ya mencionadas finalizando el aparte anterior. Es decir, existe seria evidencia documental que vincula los movimientos insurreccionales militares de la década de 1960, con el desarrollo de grupos conspiradores castrenses en el decenio siguiente. La propensión al ejercicio del poder político, por parte de un segmento de la oficialidad militar de carrera venezolana desde 1945, parece no presentar soluciones de continuidad temporales significativas en el siglo XX criollo; una demostración más de la existencia del pretorianismo como un fenómeno histórico recurrente desde la formación (¿Será mejor decir deformación?) del estado moderno venezolano. Sintetizando: 1961. Operan insipientes grupúsculos guerrilleros en el interior del país y en las ciudades las UTC Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (1962-1963), mayoritariamente civiles del PCV, MIR e individualidades de URD, sumados a varios de los militares derrotados en las insurrecciones contra los gobiernos post-1958 (El brazo político es el Frente de Liberación Nacional) frentes guerrilleros rurales y guerrillas urbanas Derrotados políticamente en 1964, división del PCV Persisten focos guerrilleros y las UTC en las actividades subversivas, gracias al apoyo logístico cubano Reflejan en el sector militar una tendencia subterránea y permanente de naturaleza pretoriana 1968-1971 derrotados en lo militar y político, pero sobrevive la tendencia contestataria no visible públicamente entre algunos oficiales activos. R-83 y ARMA, ¿1972?-1986 Afortunadamente para la historia, uno de los principales líderes de las logias conspirativas militares de la década de 1970-1980, William Izarra, dejó en papel y tinta, con sus respuestas frente a sesudas entrevistas o en una autobiografía, una crónica que resulta de particular auxilio para avanzar en el estudio del renacer de los grupos militares conspirativos en Venezuela; esto, luego del fracaso del FALN y FLN. Ejemplo de las entrevistas lo tenemos en el libro de Alberto Garrido, (1999, pp. 43-69), su autobiografía (2001) complementa la evidencia testimonial. Curiosamente, el renacer de los grupos conspiradores será en la Fuerza Aérea Venezolana (FAV), sector que había ofrecido constantemente apoyo a los gobiernos post-1958Según la versión de Izarra, oficial de la FAV, quien, por cierto, fue el primero de su promoción en el orden de méritos, los orígenes de lo que luego llegaría a ser R-83 (Revolución 1983) surge de su interés por lo que califica de “preocupaciones políticas y sociales” (Garrido 1999, p.49). Su hermano Richard era un activista de la izquierda radical criolla, quien fue puesto en prisión durante tres meses, por un artículo publicado en la revista Reventón. En las visitas a su hermano, William conoce otros detenidos en el cuartelprisión caraqueño de San Carlos, como Teodoro Petkoff, su hermano Lubén y Francisco Prada, entre otros. Luego establecerá contacto con el célebre ex-guerrillero Douglas Bravo, dirigente del pequeño partido político socialista radical: Partido Revolucionario Venezolano (PRV), en una fecha que no precisa; también realiza estudios de educación en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Desde 1973-1974, dice Izarra (Efrían Visconti Osorio en entrevista con Fernando Ochoa Antich, 2007, p. 45, señala que fue en 1972), inicia conversaciones sobre la situación política nacional, con tenientes y algún capitán recién ascendido de la FAV; ese parece ser el punto de partida para lo que luego de entrenarse como piloto de combate en aviones CF5 y de efectuar estudios en los Estados Unidos, avanzará en la conformación de un proyecto político tecnocrático militar de inspiración socialista (Las Verdades de Miguel, 2009, pp. 11-12) que se materializaría en 1979 con la creación de R-83. Ésta la integran un grupo de oficiales militares activos de la FAV y del ejército que pretendían tomar violentamente el poder para 1983. Señala Izarra (Garrido, 1999) que en la fase organizativa de R-83 resultó favorable el auxilio de Douglas Bravo, quien le informaba de oficiales que podía contactar para avanzar en la estructuración del grupo conspirativo militar. Esta relación entre políticos radicales marxistas-leninistas y oficiales activos presenta como antecedente, la calificada por Garrido (2007-C) como, el Frente Institucional Militar en 1957, cuando surgen contactos entre dirigentes del PCV y militares activos, tal como se comentó en páginas anteriores. Se edita así, en la década de 1970, una nueva edición del libro conspirativo militar criollo. El sector directivo de R-83 en el ejército estaba conformado por los entonces tenientes coroneles Ramón Guillermo Santelíz Ruíz, Emilio Arévalo Braasch, Sánchez Paz y un cuarto que no menciona el creador de R-83. Fernando Ochoa Antich (2007, p. 46), recurriendo a una entrevista con Visconti Osorio, señala que el otro oficial del ejército era el entonces teniente coronel Carlos Santiago Ramírez. Para esos años Izarra ya era mayor de la FAV y tiene buen cuidado en señalar dos cosas interesantes en sus declaraciones a Garrido (1999, p.57): la primera, que Santelíz y Arévalo no estaban vinculados con Douglas Bravo “ya que tenían sus propios conceptos políticos e ideológicos” y la segunda, R-83 no “fue un plan, ni una estructura del PRV”. Debe mencionarse que Sánchez Paz está detenido en los Estados Unidos, vinculado con un caso de narcotráfico. El elemento simbólico no estaba descuidado en R-83, según Izarra. Los oficiales se juramentaban frente al Panteón Nacional en Caracas y recibían una moneda como símbolo del compromiso adquirido. Por razones que no se llegan ciertamente a entender, fuera de que no se logró el objetivo de que en 1983 se pudiera avanzar hacia un golpe de estado exitoso, aunado al ascenso a general de varios de los comprometidos, en ese año R-83 muta, en el sentido efectivo del término, creándose ARMA, es decir: Alianza Revolucionaria de Militares Activos. El epicentro de ésta era la oficialidad de la FAV; Izarra la coordina, otros pilotos de combate activos como Luis Reyes Reyes y Efraín Viscontí Osorio actúan como sus manos izquierda y derecha. Resulta interesante recoger una información de interés presente en un libro de Garrido (2002-B, pp.73-76). En un documento que carece de título y que el compilador recoge como “Crisis En Las Fuerzas Armadas”, se critica al alto mando militar por problemas varios que adolecía la institución castrense de ese entonces. Los responsables del documento dicen ser la: Junta de Oficiales Pro-rescate de los Valores de las Fuerzas Armadas. Las reivindicaciones socio-económicas para la oficialidad encabezan la lista de reclamos, del escrito arriba aludido, junto con peticiones de mejoras en infraestructura y equipamiento. Sugiere negociados y corrupción entre el generalato. Alerta por las medidas disciplinarias contra aquellos oficiales como el coronel Aquiles López, que expresó públicamente sus criterios personales sobre el tema fronterizo venezolano, sin autorización del alto mando militar. Le siguen varias observaciones críticas sobre el sistema de cursos de estado mayor, por el de ascensos y la resistencia que presentaba el alto mando para que oficiales prosiguieran estudios universitarios. Alerta sobre la actitud vigilante del general jefe de la DIM (dirección de inteligencia militar), Arnoldo Castro Hurtado y presenta una lista de oficiales, que menciona, se reúnen con dirigentes del partido AD. La fecha del documento arriba aludido no deja de ser interesante, septiembre de 1976. Según los testimonios de Izarra para esa fecha ya se encuentra operativa R-83, aunque las referencias en el documento parecen concentrarse en el ejército. No existe evidencia que permita relacionar esta manifestación de protesta con los supuestos oficiales críticos, con vocación política, que mencionamos en el aparte anterior tomando la información del documento en internet Pensamiento Militar Venezolnao/2005. Lo cierto es que la Junta de Oficiales Pro-rescate de los Valores de las Fuerzas Armadas, no parecen volver a manifestarse, como grupo, si en realidad éste como tal existió. En todo caso, según Izarra, ya existía el grupo conspirador R-83 para la fecha en que se publica este escrito. Ochoa Antich ((2007, pp. 45-46) citando la entrevista con Visconti, ya referida varias veces, no menciona al R-83, señala: “ ‘El pequeño grupo conspirativo que en 1983 creó la Asociación [Sic] Revolucionaria de Militares Activos surgió en 1972. Su crecimiento fue muy lento. Yo fui invitado a formar parte de esa logia desde su fundación’ ”. Sigue mencionando que la manera que encontraron de aumentar el número de comprometidos, fue procurando relacionarse con varios oficiales del ejército. Éstos serían el grupo conformado por los tenientes coroneles ya destacados en párrafos anteriores. Destaca que la responsabilidad de los contactos con oficiales fuera de la FAV recaía en los hombros de Izarra. En su organización la logia contaba con un grupo directivo y varias células de comprometidos, según el testimonio de Visconti Osorio (Ochoa Antich, 2007, p. 46): “ ‘Uno sólo conocía a los diez oficiales de su grupo y a los diez de la célula que había hecho contacto con su grupo.’ ” Según menciona Ochoa Antich (2007, p. 47), pero sin identificar la fuente más allá de mencionar “algunas entrevistas” con ex-miembros de ARMA, “aparecen vinculados a la conspiración oficiales de alta graduación: el general [FAV] Maximiliano Hernández Vásquez y el vicealmirante Haroldo Rodríguez.” Estos dos oficiales llegaron a ser los comandantes de la aviación y la armada respectivamente. Refiere también que los entonces coroneles José Luis Prieto y Jacobo Yépez Daza, era notorios críticos de lo que calificaban “democracia de partidos políticos”. La información sobre ARMA que presenta Izarra, bien se complementa con la de Visconti Osorio y se enriquece en detalles con los datos presentes en el libro de Fernando Ochoa. En el texto de éste último, que glosamos, se refiere a un intento de golpe, abortado, ya que el entonces coronel Santiago Ramírez vacila en insurreccionar al batallón blindado Pedro León Torres, durante el desfile militar del cinco de julio de 1982. En el potencial movimiento estaba vinculado, también, el coronel Santelíz Ruíz. No podemos dejar de especular que este frustrado golpe de estado parece estar relacionado con el fin de R-83 y el inicio de ARMA. El texto de Garrido (2002-B, pp. 79-82) con documentos sobre las conspiraciones militares criollas de las últimas décadas del siglo pasado, presenta uno firmado por ARMA, en junio 24 de 1982, que se denomina “A los militares venezolanos: Carta para reflexionar y tomar una decisión histórica.” En este texto se critica a la dirigencia política de los partidos gobernantes, calificándola de inmoral, corrupta y carente de ideales, en síntesis, traidora de los postulados ciertamente democráticos. Por el contrario argumentan que los militares son “la reserva moral del país y la vanguardia política para reeducar y reconducir la nación” (p.80), por lo que los invitaba a organizarse para desplazar del poder a los añejos y corruptos dirigentes políticos carentes de auténticos ideales patrióticos. Se presentan como un movimiento de la joven oficialidad que reacciona ante el servilismo y la corrupción del generalato y los almirantes; proyectan la idea según la cual, los jóvenes militares revolucionarios sí tenían visión de futuro y eran capaces de solucionar los graves problemas sociales criollos. Procurando ser breves en el comentario analítico sobre el documento arriba parafraseado, evidencia, más allá de cualquier duda razonable, la vocación política de poder del grupo sedicioso militar. Es una muestra de pretorianismo de la más rancia naturaleza castrense criolla. Llama la atención la neutralidad doctrinal del documento, es decir, no se aprecian visos socialistas ni desarrollistas en el discurso escrito en cuestión, solo unas nacionalistas críticas a los imperialismos, así en plural. De la evidencia hasta ahora conocida parece ya concluyente, que las siglas R-83 son creación de Izarra y su proyecto personal conspirativo. También, los grupos subversivos castrenses van surgiendo producto de las motivaciones políticas por parte de algunos muy pocos oficiales, casi siempre de una misma promoción o de promociones cercanas. Se conforma algo así como una generación de oficiales proclives al golpe de estado. En casos como R-83 y ARMA, esta generación conspiradora parece motivada o vinculada con oficiales de mayor graduación. Otro aspecto de interés, es como unos avanzan notoriamente en la organización del grupo conspirativo, mientras otros permanecen en las sombras, cooperando discreta pero efectivamente desde posiciones burocráticas de la organización militar. Para la conformación de una logia militar conspiradora, los pasos iníciales son el desarrollo de conversaciones sobre la situación política y socio-económica del país, de naturaleza crítica primero, golpista después. Esto, entre oficiales que se conocen desde los tiempos de cadetes, o bien de un oficial de mayor jerarquía y sus subalternos. Luego viene un período de captación de voluntades, casi siempre entre otros subalternos u oficiales de la misma promoción. La elaboración de un proyecto socio-político y socio-económico es indispensable; para las jefaturas de los movimiento se respetan los niveles jerárquicos castrenses, resultando indispensable contar con oficiales al comando de unidades operativas de combate; en el caso de R-83 y ARMA, tardaron sus parciales una década (1972-1983) en avanzar desde las conversaciones subversivas hasta vertebrar una capacidad potencial de la planificación y ejecución para un golpe de estado. Un aspecto, que resulta particularmente interesante en la conformación de las logias militares conspiradoras, es el de los contactos con civiles partidarios de una solución de fuerza para iniciar la solución de los problemas del país. La iniciativa no parece provenir únicamente de los civiles sino lo contrario, aunque la evidencia documental sobre este aspecto no es todavía definitiva. Lo que sí es concluyente, es como en los casos comentados arriba, no resultaban ser indispensables en los estadios operativos del movimiento conspirativo militar, los publicitados, por cierta literatura interesada, contactos con organizaciones políticas civiles radicales. Lo antes dicho no quiere decir que no existiera en el pasado una iniciativa de políticos civiles y militares potencialmente conspiradores. Ejemplos de ello encontramos desde mediados de la década de 1940 y finales de la de 1950; procurando ganar voluntades dentro de la oficialidad para derrocar al gobierno por una acción de fuerza militar-civil. Es decir, los casos reportados por la historiografía venezolana sobre AD durante el gobierno del general Medina y el PCV con su Frente Militar de Carrera, enfrentando a la dictadura del general Pérez Jiménez respectivamente. Lo que procuramos resaltar es que en obras tan serias y bien documentadas como las editadas por Garrido, por ejemplo (2002-B, pp.11-70), el calificado como programa de captación e “infiltración” de oficiales partidarios de una solución política de carácter socialista, tiene un peso específico bastante menor del que se le asigna comúnmente. Mejor dicho, es solo parte de la moneda golpista criolla y no la más importante. Sin desconocer, claro está, como el sector castrense entiende la necesidad de apoyo civil para un golpe de estado exitoso; sin soporte civil no es posible un cambio de gobierno, así de sencillo. ARMA presenta, según el testimonio de Izarra, dos posiciones doctrinales distintas. Una, donde él se incluía, favorecía un programa socialista y concordaba en lo esencial con las posturas del PRV de Douglas Bravo, pero sin llegar a ser el brazo militar de esa organización política. La otra carecía de esa orientación de supuesta base marxistasocialista y aunque no lo señala expresamente, parecía como de tendencia capitalista y desarrollista. Las tenciones entre estas dos orientaciones ideológicas, contribuyeron a la disolución de ese conjunto conspirativo; en palabras de Izarra: “El grupo tenía gente que quería un cambio revolucionario, pero que no tuviera nada que ver con el marxismo ni el socialismo […] Entonces el grupo se dividió” (Garrido, 1999, p. 61). A lo antes dicho se debería agregar, que los organismos de inteligencia del estado logran identificar a varios comprometidos con el movimiento subversivo y el propio Izarra se ve forzado a pedir la baja en 1986. Como resultado de lo anterior, ARMA prácticamente se atomiza; se ve reducido a unos grupúsculos; mantienen su carácter básicamente FAV y persisten en la labor proselitista conspirativa, no solo Reyes Reyes y Visconti Osorio, sino también otro aviador Wilmer Castro Soteldo. Otros grupos conspirativos castrenses habían surgido en el ínterin y continuaran con las acciones preparatorias de un golpe de estado. Sencillamente, el fenómeno del pretorianismo se evidencia como una constante cierta en la realidad castrense venezolana y en términos más amplios, la historia criolla contemporánea. Procurando una síntesis esquemática: Conversaciones críticas sobre la situación nacional y de las FF.AA.NN entre varios oficiales jóvenes de la FAV, 1972-1973 Revolución-83, R-83, como grupo conspirativo coordinado por Izarra Contactos con oficiales del ejército y otras fuerzas Julio de 1982, se frustra un movimiento conspirativo que no llega a materializarse Alianza Revolucionaria de Militares Activos, ARMA (1983), es una versión ampliada y mejorada del grupo conspirador anterior Tensiones internas entre los que favorecían una alternativa socialista, contactos con el pequeño partido radical PRV y los que propugnaban soluciones capitalistas-desarrollistas + ascensos de algunos importantes comprometidos al generalato y su equivalente en la armada + las acciones de los servicios de inteligencia militar 1986 retiro de Izarra de las FF.AA.NN y disolución de ARMA Sobreviven subterráneas individualidades conspirativas en la FAV y el ejército. La maraña golpista en el ejército, 1977-1992 Independientemente del grupo conspirador que procuraba organizar Izarra finalizando la década de 1970, existieron en el ejército otros sectores de oficiales jóvenes que comenzaban a transitar el camino de la inquietud socio-política. Al igual que en el caso del aviador, para Hugo Rafael Chávez Frías el intercambio de ideas con su hermano, en este caso, Adam, vinculado al PRV de Douglas Bravo, lo llevó a proponer constituir un grupo conspirador militar. Situación esta que no deja de ser, para decirlo con elegancia, interesantemente coincidente. El grupo conspirador lo bautiza Chávez Frías con el pomposo nombre de Ejército de Liberación del Pueblo de Venezuela (ELPV). Esto en 1977, según el cronista de los movimientos subversivos militares de las últimas décadas del siglo XX, Alberto Garrido (2007-A, p.19). El historiador Agustín Blanco Muñoz (1998, p. 57) recoge las palabras de Chávez donde menciona la clave empleada para identificar este núcleo conspirador entre los comprometidos: “ecolimapapavictor”. La vida del pretendido ejército liberador fue muy breve, pero no así los grupos clandestinos subversivos dentro del ejército. Según narra el general Ochoa Antich (2007, p.50), integraban este grupúsculo potencialmente conspirativo, además de Chávez, el subteniente Jesús Urdaneta Hernández y pretendían contactar también a los oficiales José Miguel Ortíz Contreras y Felipe Antonio Acosta Carlés. Se inicia así una complicada maraña de esfuerzos por organizar dentro del ejército, por parte de algunos de los egresados de las promociones Simón Bolívar de la Academia Militar, una conspiración militar. Entre los tempranamente comprometidos en Maracay, plaza donde había sido enviado Urdaneta Hernández, están los subtenientes Pedro Alastre López y Carlos Días Reyes. El objetivo obvio, la toma del poder político nacional en un plazo más mediano que largo. Refiere una de las fuentes arriba mencionadas (Garrido, 2007-A, pp. 19-21 y 23) cómo cronológicamente, el siguiente grupo conspirativo conocido, contemporáneo de R-83, fue el Comité de Militares Bolivarianos, Patrióticos y Revolucionarios (CMBPR), en 1980. Éste lo promueve Chávez Frías en común acuerdo con el PRV y su Frente Militar de Carrera. Estaba constituido por oficiales muy jóvenes del ejército, como por ejemplo el teniente David López Rivas; el hermano de éste, el sociólogo y profesor universitario del Núcleo Táchira de la Universidad de los Andes (NUT-ULA), en San Cristóbal, Samuel López Rivas, se vincula a los conspiradores militares y civiles desde tan temprana fecha. De nuevo la relación familiar, como en los casos de Izarra y Chávez, hermano de tendencias socialistas radicales, civil y militar activo con pocos años de graduado. El libro de Garrido (2002-B, pp. 77-88) presenta un escrito de dos páginas del Comité arriba mencionado. En éste se menciona como los militares contribuyeron al establecimiento del sistema democrático en 1958, pero también, como los principios de bienestar habían sido traicionados por el sector político dirigente venezolano. Resalta las numerosas carencias sociales después de 23 años de democracia y la injerencia oprobiosa de los Estados Unidos de Norteamérica en el acontecer nacional. Propone la organización de un grupo militar que ponga fin a tan nefasta situación salvando así a la patria. Otro documento más que evidencia las características básicas del pretorianismo criollo, en su fase potencial o larval. La tendencia anti-estadounidense resulta evidente, aunque no se manifiesta proclive en aplicar soluciones socialistas a los problemas nacionales. La reinstauración de una democracia que presentan como traicionada en sus sanas intenciones de mejoras sociales para la población, parece ser el mensaje básico del texto; algo así como: rescatemos la verdadera democracia. Llama la atención las referencias simbólicas a Bolívar, el ejército patriota, los procederes libertadores; evidentemente un medio para vincular las enseñanzas de la visión heroica de la historia obtenidas por los jóvenes oficiales en sus estudios en la Academia Militar, con la idea de revolución y proceder político activo del ejército. Según Garrido (2007-A), el CMBPR tuvo corta vida ya que se integra al novel Ejército Bolivariano Revolucionario (EBR) en 1981. Éste a su vez mutará como el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (MBR-200), desde 1982, con un carácter civil y militar. Chávez logra un entendimiento con la gente del PRV, su calificado de Frente Militar de Carrera, coordinado por el profesor de educación secundaria Nelson Sánchez, bajo instrucciones de Douglas Bravo. Al año siguiente es que se crea el MBR-200 militar, con el celebérrimo juramento frente al Samán de Güere. Así, existían inicialmente dos MBR-200 y muchos de los miembros de uno de los MBR-200 no conocían la existencia del movimiento homónimo. La labor de captación de nuevos miembros para los grupos conspiradores en gestación se ve favorecido en gran medida, con el traslado de varios de los propulsores de éstos como instructores a la Academia Militar de Venezuela en 1981. Así, escribe Fernando Ochoa Antich (2007), resaltando como en esa institución se laboran por esos años, entre otros, el teniente Francisco Arias Cárdenas, Hugo Chávez Frías, Miguel Ortíz Contreras, Joel Acosta Chirinos, Gustavo Manuel Pérez Issa, Felipe Acosta Carlés, Raúl Isaías Baduel y Wilfredo Ramón Silva. Entre los captados por los oficiales conspiradores, se encontraban varios destacados subtenientes de la promoción de 1981: Carlos Guyón Célis, Edgard Hernández Beherens y el que había sido el primero en el orden al mérito en esa promoción, Ronald Blanco La Cruz. Los grupos conspirativos en el ejército, arriba mencionados, se dan, insistimos en ello, a un tiempo de ARMA, pero algunos no relacionados con ésta. Así, en 1983 existían no solo los dos MBR-200, sino también un grupo conspirativo liderado por el capitán (Ej) Francisco Arias Cárdenas y vinculado a la logia conspiradora ARMA. Garrido (2007-A, p. 23) menciona también núcleos golpistas en la guardia nacional y la armada, pero hasta ahora no se tienen mayores detalles sobre éstos. Podrían ser iniciativas personales de oficiales en estas fuerzas (así se calificaban los que ahora se llaman componentes) donde se relacionaban solo los, hasta ahora, anónimos jefes con otros grupos conspirativos, pero manteniendo los integrantes de su grupo en las sombras. La evidencia sobre los oficiales conspiradores militares se complica aún más con las informaciones presentadas por Fernán Altuve Febres, citadas por Garrido (2007-A, pp. 2425) sobre la existencia de otro segmento conspirativo en el ejército, “paralelo” en el tiempo con los dos MBR-200 y el de Francisco Arias Cárdenas. Según Altuve Febres este grupo conspirador militar se proclamaba como Movimiento Revolucionario 200 (MR-200) y tenía como líder a Felipe Acosta Carles. Este oficial muere durante las acciones desarrolladas por el ejército en las barriadas caraqueñas, durante los sucesos del calificado por la historiografía criolla como el Caracazo, en febrero de 1989. Muy a diferencia de los grupos conspiradores militares anteriores, los de las décadas de 1970-1990, se prolongan en el tiempo sin concretar un efectivo golpe de estado. Esto los obliga a desarrollar una interesante organización interna. Ésta es descrita por propio Chávez, entrevistado por Blanco Muñoz (1998, pp.125-126); así, los llamados Comandos de Áreas Revolucionarias o CAR. Los nombres indígenas, que le dan a estos bien CAR, bien refleja la idiosincrasia castrense criolla: El CAR- Jirajara, comprendía los estados Lara y Falcón. El CARCumanagoto, Margarita. CAR-Caracas abarcaba el entonces el centro del país, destacando el entonces llamado Distrito Federal y el estado Miranda. CAR- Piaroa, los estados Bolívar y Sucre y el CAR-Guajira, el Zulia. Cada CAR mantenía características “gerenciales” atendiendo a la idiosincrasia de las condiciones que presentaban los oficiales comprometidos. Una organización descentralizada pero que debía responder a unas direcciones y estrategias comunes. Lo fascinante desde el punto de vista histórico de esta peculiar organización, es que constituían una especie ejército paralelo al auténtico ejército nacional, pero conformado mayoritariamente por oficiales y cadetes. Como acertadamente comenta Ochoa Antich (2007), una organización, como la de los conspiradores de 1980-1990, obligaba a establecer reuniones periódicas para evaluar resultados y fijar metas y estrategias comunes. Por ello surgen como una necesidad los calificados pomposamente de Congresos del MBR-200. El primero se realizó en las cercanías de Mamo, en el Litoral Central. Según el testimonio de uno de los asistentes citado textualmente por Ochoa Antich (2007, p. 54), entre los asistentes hay varios cadetes como Jesús Rafael Suárez Churio, Yannece Borrome y Eduardo Adarmes; el oficial de más alta graduación era un mayor, Tito Orozco Romero, pero quien domina la reunión es el capitán Chávez Frías; también, entre los asistentes se encontraban los tenientes Ramón Moreno Acosta, Donald Blanco La Cruz y Edgard Hernández Beherens, así como el subteniente Jesús Alberto Aguilarte Gámez. Se discutieron aspectos básicos de la organización, señalaron temarios para estudiar y se proponen nombres para el movimiento. El siguiente Congreso (según la fuente arriba mencionada, pp. 54-55) se realizó en 1985; es decir, un año antes del retiro de Izarra como oficial activo y disolución de ARMA. La sede fue Maracay y contó con la presencia de civiles como el Sr. Adarmes, el sociólogo Samuel López Rivas, la profesora Herma Marksman y una señora de nombre Iris García. Los militares asistentes fueron, siguiendo un orden jerárquico militar, David López Rivas, Hugo Chávez, Felipe Acosta Carlés, varios de oficiales que asistieron acompañados de sus esposas, como Pedro Alastre y Hernández Beherens. Entre los acuerdos a los cuales se llegó fue el de evitar contactos conspirativos con generales. Lo que supone para cualquier observador imparcial, que este tipo de contactos se habían efectuado en el pasado. San Cristóbal será la sede del tercer Congreso, en 1986, según el relato de Ochoa Antich (2007, pp. 55-56). Asisten militares y civiles. Entre los militares están los mayores, David López Rivas, Francisco Arias Cárdenas, el capitán Chávez Frías y otros oficiales de menor jerarquía. Entre los civiles Samuel López Rivas, el Sr. Ostos, Narciso Chávez, el Sr. Adarmes, Ricardo Aro y dirigentes estudiantiles radicales de la ULA. La tensión que se venía acumulando desde Congresos anteriores sobre la orientación ideológica del movimiento llega a su punto de ebullición. Surgen agudas diferencias entre la visión de cómo impulsar las condiciones favorables para el golpe de estado. Resaltan las diferencias de liderazgo del capitán Chávez, frente al mayor Arias. También, se hacen evidentes las orientaciones doctrinales distintas entre la dirigencia fundamental del movimiento. En 1986, según señala Ochoa Antich (2007, p. 56), surge una importante delación que afecta la capacidad organizativa del MBR-200. Según la crónica de los involucrados, la ingenuidad o imprudencia del oficial subalterno Valera Querales, en su esfuerzo por captar nuevos adeptos para el movimiento subversivo, genera una investigación que golpea la capacidad organizativa del movimiento conspirativo. Según la referida fuente esto explica la convocatoria algo modesta de los Congresos siguientes en el Zulia (Paraguaipoa) y en San Fernando de Apure. Pero aún así, los movimientos conspirativos continúan avanzando, pese a los esfuerzos de sectores del alto mando militar por desactivarlos. Las delaciones y tensiones internas por variadas razones son situaciones consustanciadas con las actividades subterráneas conspirativas, tanto como los derrumbes en las minas bajo tierra. Otra situación de tensión se origina en 1988, por un supuesto error del político Pablo Medina, de Causa-R, quien en conversación con un oficial encubierto de la División de Inteligencia Militar (DIM) le revela información sobre el MBR-200. La investigación subsiguiente debilita momentáneamente el movimiento golpista. La versión de Medina sobre sus relaciones con los grupos conspiradores militares, puede consultarse en su obra parcialmente autobiográfica Rebeliones (1999). En el MBR-200, surgen diferencias doctrinales (que bien reporta Ochoa Antich, 2007 pp. 52-53) entre una tendencia que nos atrevemos nosotros a calificar de capitalistadesarrollista y otra de orientación socialista. Chávez favorecía la segunda, pero otros civiles de antecedentes socialcristianos como Eugenio Adarmes, padre de uno de los subtenientes captados por el movimiento insurreccional, Eduardo Adarmes Pérez (en la misma página luego lo llama Pérez Salas, en un evidente lapsus cálami; parece que quien tenía Pérez de segundo apellido era el padre no el hijo), o bien Wenceslao Ostos, criticaban esta actitud. Se realizan un par de reuniones para resolver el impase llegando inicialmente al compromiso de que el MBR-200 civil y militar, tendría una concepción doctrinal nacionalista y democrática. Pero aún así, las tensiones ideológicas entre los grupos conspiradores continúan. Según menciona Ochoa Antich (2007, p. 53), en el MBR-200 militar surgen rumores de la cercanía de Chávez con la izquierda radical, lo cual no era bien visto por varios de los comprometidos. La muerte sorpresivamente trágica del Sr. Eugenio Adarmes en un accidente vehicular, un aparatoso choque, bajó el nivel de crítica sobre las orientaciones izquierdistas radicales de Chávez. Dentro del sector militar, Chávez niega ante los comprometidos que lo inquieren sobre el particular, su condición comunista o sus vínculos políticos con Douglas Bravo. Pero esta situación afecta desfavorablemente al grupo militar conspirador. Según Garrido (2007-A), la incorporación plena de Arias Cárdenas al MBR- 200, contribuyó sustancialmente a disipar las aprensiones ideológicas de varios de sus miembros sobre las intenciones socialistas y marxistas radicales de Chávez. En octubre de 1988 se produce el confuso incidente conocido como la noche de los tanques. Unidades blindadas del grupo de caballería Juan Pablo Ayala, se desplazan desde Fuerte Tiuna, rodeando La Viñeta, residencia presidencial ocupada por el presidente encargado Simón Alberto Consalvi, ya que Jaime Lucinchi se encontraba en una gira presidencial fuera del país, mientras otras unidades blindadas “Dragón” se dirigen hacia el centro de la capital, llegando hasta la sede del ministerio de relaciones interiores. Supuestamente la intención de los militares era proteger a Consalvi de un pretendido ataque. Lo sorprendente es que los blindados se desplazaran desde Fuerte Tiuna hasta el centro de Caracas, sin llamar la atención de las autoridades competentes y los medios de comunicación. La absurda situación fue rápidamente resuelta por los mandos naturales del sector militar, convocadas para tal fin por el presidente encargado Consalvi, con el visto bueno del presidente Lucinchi y el ministro de la defensa, general de división Italo del Valle Aliegro a la cabeza. Los oficiales que participaron en el desplazamiento de los vehículos blindados “Dragón”, fueron reducidos a prisión esa misma noche y se volvió en cosa de muy pocas horas a la normalidad. La investigación desarrollada posteriormente no logró establecer un vínculo entre el peculiar proceder de los vehículos blindados y algún grupo conspirativo en el ejército. En sus entrevistas con Blanco Muñoz (1998, p. 128), Chávez niega la participación del MBR-200 en el sorprendente incidente antes descrito. Poco más de un año después, en noviembre de 1989, se produce lo que califica Ochoa Antich (2007, pp. 94-97), quizás tomando la frase de las entrevistas de Chávez con Blanco Muñoz (1998, p. 183) como: “La noche de los mayores”. El alto mando del ejército, obtiene información sobre un plan de operaciones para desarrollar una insurrección militar. Ésta, involucraba a los segundos comandantes de importantes unidades operativas de combate del ejército. La investigación que se desarrolló fue suspendida por órdenes del presidente Carlos Andrés Pérez. Como en el caso de los blindados del Ayala en 1988, Chávez (Blanco Muñoz, 1998, pp. 183-184) niega la participación del MBR-200 en esta potencial insurrección; aunque los hechos parecen desmentirlo. Resulta difícil de entender, como luego de obtener información tan delicada e importante de los organismos de seguridad castrenses, la presidencia decide no avanzar en la investigación. Lo paradójico de la situación arriba mencionada es que los oficiales comprometidos en la potencial rebelión militar eran miembros del MBR-200. Así, entre los relacionados con la frustrada insurrección, estaban entre otros, los mayores, Gustavo Pérez Issa del batallón O’Leary, Joel Acosta Chirinos del batallón Justo Briceño (sobre la participación de éste en los procesos insurreccionales son particularmente valiosas, las entrevistas que sostiene con Blanco Muñoz y que publicará el historiador en un libro testimonial, 2006), Jesús Ortíz Contreras del batallón Caracas, Hugo Chávez Frías, para ese entonces ayudante del general Arnoldo Rodríguez Ochoa, secretario del Consejo de Seguridad y Defensa (SECONASEDE) y Jesús Urdaneta Hernández de la dirección de inteligencia del ejército. Éste último ofrece extensas declaraciones al historiador Blanco Muñoz (2003) donde se evidencian las diferencias doctrinales mantenidas con Chávez. Sobre las vinculaciones de los grupos conspirativos militares con partidos políticos radicales, como el PRV, Tercer Camino y Causa-R, se tiene abundante información en la historiografía criolla. Buenos ejemplos de esta literatura son los libros que hemos constantemente referido en este aparte, al cual podríamos agregar otro de Garrido (2002-A). Se mencionan en estas fuentes, insistentemente, las relaciones de Izarra y Chávez con estas organizaciones. También, es conocida la vinculación de algunos capitanes como Blanco La Cruz y Antonio Rojas Suárez con el partido Bandera Roja (Garrido, 2007, p. 46). En la documentación testimonial que hemos logrado analizar hasta ahora la evidencia presentada tiende a sugerir, que era más un caso de los militares procurando apoyo civil para su movimiento conspirativo que lo contrario. Existían dos posiciones doctrinales entre los militares conspiradores, una era de origen netamente castrense; por ello la bien documentada resistencia de un grupo mayoritario de militares conspiradores, ante la injerencia de partidos políticos radicales en el movimiento golpista. Otra se relaciona, por conveniencia o convicción, con grupos radicales de la izquierda marxista venezolana. A lo antes dicho sobre los grupos conspiradores activos en el ejército, durante la segunda mitad de la década de 1980 e inicios de la siguiente, se deben agregar algunas otras informaciones. En la maraña golpista castrense, insistimos: los MBR-200, civil y militar y el castrense, donde resaltaba la figura de Hugo Chávez o el que fue liderado por Acosta Carlés (MR-200) hasta su muerte en 1989, se agrega otro, según la misma fuente que informa sobre la existencia de este último (Altuve Febres referido por Garrido, 2007-A, p. 25). Así, en 1990, otro segmento conspirador es el liderado por el teniente coronel Arias Cárdenas; una especie de MBR-200 paralelo a los dos anteriormente mencionados y que estaba constituido exclusivamente por oficiales militares. Cabe preguntarse si esta nueva agrupación insurgente retomaba los miembros del grupo de Acosta Carlés, MR-200. Mientras no surjan nuevas evidencias testimoniales y/o documentales, esa posibilidad no podrá superar el nivel de mera hipótesis de trabajo investigativo. Otra alternativa es que fuera una derivación del MBR-200 pero el de conformación exclusivamente militar y bajo la jefatura de Arias y no de Chávez, ya que jerárquicamente el primero tenía mayor antigüedad que el otro. También, no se puede descartar que fusionara ambos, es decir, los comprometidos con el MR-200 y el MBR-200 castrense, o bien se correspondieran a los comprometidos en el CAR-Zulia. Lo que resulta más allá de cualquier duda razonable, según la evidencia histórica por ahora conocida, es la existencia de varios grupos conspiradores dentro de la estructura militar venezolana en la década de 1980 e inicios de la de 1990. Existían los múltiples MBR-200: los liderados por Chávez, al que se agregarían los cerca de 100 oficiales parciales del MBR-200 que acataban la autoridad de Arias Cárdenas. A éstos debería sumarse un grupo militar dentro de la burocracia castrense, donde resaltan conocidos miembros del ejército que se vincularon con ARMA, como los generales Santelíz Ruíz y Santiago Ramírez; según Altuve Febres y el documento Pensamiento Militar Venezolano/2005, habría que tener presentes, también, la tendencia subterránea de oficiales contestatarios que tienen sus orígenes en la muy poco conocida Unión Nacional Bolivariana de finales de la década de 1950 e inicios de la de 1960. El violentos golpe de estado de febrero de 1992, estaban ya, empleando una expresión coloquial, a la vuelta de la esquina. Intentando esquematizar: Ejército de Liberación del Pueblo Venezolano 1977 Comité de Militares Bolivarianos Patrióticos y Revolucionarios 1980 Ejército Bolivariano Revolucionario (EBR) 1981 1982, Movimiento Bolivariano Revolucionario-200, (MBR-200) cívico-militar, contactos con el PRV primero y luego con, Tercer Camino, Causa R y Bandera Roja 1983, MBR-200, exclusivamente militar, liderado ambos por Chávez Frías. ¿Movimiento Revolucionario-200 (MR-200) exclusivamente militar, dirigido por Acosta Carles hasta su muerte durante el Caracazo ¿Grupo militar dirigido por Arias Cárdenas y vinculado al grupo conspirador ARMA? ¿MBR-200 exclusivamente militar, dirigido por Arias Cárdenas desde 1990? Individualidades conspiradoras dentro de la alta oficialidad de las FF.AA.NN desde las décadas de 1960-1970 La sumatoria de estos grupos ---------------- golpe de estado, febrero 1992. Reflexiones finales Resulta ya definitivo, ante la evidencia documental disponible, el papel político que desempeña la oficialidad castrense venezolana, como una constante, en el siglo XX criollo. La militares políticamente motivados, constituye un segmento que se renueva, generación tras generación en la estructura de las FF.AA.NN (hoy Fuerza Armada Nacional Bolivariana, FANB) del siglo pasado. Constituyen una minoría porcentual, pero su organización dentro de la arquitectura jerárquica militar, la ambición de poder y una visión simplista de la realidad social, arropada por un sentimiento heroico de la vida, los impulsa no sólo a defender la Patria, sino actuar para intentar definir la sociedad en la cual viven. Especialistas en el tema de las relaciones civiles y militares, como Amos Perlmutter (1978), identifican a los oficiales arriba descritos como: pretorianos. La política que éstos desarrollan, bien se puede catalogar de pretorianismo. En esencia son profesionales militares que promueven una influencia política abusiva. Esto, en tanto que su proceder está reñido con el orden constitucional establecido, legítimo y legitimado. Claro está, la gran mayoría de los oficiales militares de carrera no presenta las condiciones pretorianas ya descritas. Bien reflejan éstos, esa profesionalidad siguiendo el planteamiento de Rafael Bañón y José Antonio Olmeda (1985), otros dirían, como nosotros (traduciendo del inglés la categoría analítica military professionalism a lo Samuel P. Huntington, 1957), el profesionalismo castrense, que los limita políticamente. Esto, en tanto que carecen de ambición efectiva de poder político; son y se consideran auténticos militares profesionales. Lo cual, paradójicamente, permite que la institución castrense pueda quedar en manos de los oficiales pretorianos, aún cuando sean numéricamente una minoría. Los oficiales militares criollos motivados políticamente pueden agruparse en tres subtipos bien definidos. Inicialmente están aquellos que favorecen soluciones políticosociales capitalistas, de naturaleza desarrollista; por ejemplo Urdaneta Hernández. Otros, tan radicales como los anteriores, son partidarios de socialismos de diversa laya, los pretorianos de izquierda; verbo y gracia Chávez Frías. Un tercer subconjunto pretoriano, está representado por aquellos oficiales que utilizan su vocación política como medio para ascender a las posiciones de comando dentro de la estructura castrense; la gran diferencia con los pretorianos anteriormente señalados, es que éstos no participan en grupos conspirativos que procuran derrocar al gobierno; los ministros de la defensa, como por ejemplo Fernando Ochoa Antich, constituyen los casos más representativos de este tipo de oficiales criollos. Planteamientos, como el calificado por Alfred Stepan (1973) de “nuevo profesionalismo militar de seguridad interna y papel expansivo castrense” (new professionalism of internal warefare and military role expantion), esconden lo que en realidad son estos militarespolíticos, que aspiran ser políticos-militares. Expresan estos oficiales un bien definido fenómeno socio-político: pretorianismo; es decir, una influencia política abusiva ejercida por algún grupo militar. Pero este criterio analítico del supuesto “nuevo profesionalismo” castrense resulta particularmente útil para entender a los grupos conspiradores criollos referidos en estas páginas. Oficiales militares técnicamente capacitados, políticamente motivados, intentan, recurrentemente desde 1945, llegar al poder transitando el camino del golpe de estado. El argumento constante es la supuesta incapacidad demostrada por los gobernantes, en el caso de los partidos políticos la actitud se vuelve aún más crítica, para dirigir el país por la senda del progreso material y el bienestar social generalizado. Se entienden a sí mismos como una élite tecnocrática, capaz de definir la sociedad. Sacrifican así su naturaleza profesional castrense y pasan a ser políticos, con o sin uniforme. El peligro de procederes como los mencionados en el párrafo anterior resulta obvio. Insistiendo en el campo meramente teórico, se podría avanzar en la dirección de versiones tropicales del nefasto Estado Cuartel o Estado Guarnición, tal como lo advirtió hace décadas Harold Lasswell (1941). Es decir, una auténtica tecnocracia militar; no meramente de nombre, que ya de por sí es peligrosa, sino efectiva, es ciertamente catastrófica en términos sociales e históricos; significa, sencillamente, un gobierno de los militares, por los militares, para una sociedad en realidad dominada en todas sus instancias fundamentales por los hombres de uniforme verde oliva y su equivalente en la armada y aviación militar. El Estado Cuartel o Guarnición es una expresión de la fase superior del pretorianismo, el bien llamado militarismo. Éste emerge cuando toda la sociedad está condicionada y dominada por lo militar. Las experiencias históricas de militarismo, como Alemania finalizando la Primera Guerra Mundial o el Japón imperial, desde la guerra con China hasta las bombas atómicas que acaban con las ciudades de Nagasaki e Hiroshima, son dos evidentes ejemplos del fracaso socio-político de gobiernos como los aludidos en este párrafo y el anterior. Cerrando ya el discurso escrito surge una pregunta que parece obvia: ¿Habrán cesado de existir las subterráneas logias militares conspiradoras, hoy día, en esta Tierra de Gracia? Ante una interrogante como la recién expuesta, según la evidencia documental consultada para redactar estas cuartillas, Clío, la musa de la historia, nos sugiere que la respuesta no es afirmativa. El devenir inexorablemente dirá, como siempre, la última palabra. Referencias ASUAJE ORTEGA, Mayor Manuel y otros (2006). De militares para militares. Caracas, Ministerio de la Cultura, Fundación El Perro y La Rana; primera edición clandestina 1964. BAÑÓN, Rafael y José Antonio Olmeda (1985). La Institución Militar en el Estado Contemporáneo. Madrid, Alianza. 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