Homenaje a André Green ya Jean Laplanche. Lo pulsional y

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Homenaje a André Green ya Jean Laplanche. Lo pulsional y
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Homenaje a André Green y a Jean Laplanche.
Lo pulsional y la relación con el objeto.
Confrontación –convergencias y divergencias–
entre desarrollos psicoanalíticos actuales.
Eva Bianco; María Díaz de Pinto; María Ester Hodari; Herminia López de Parada; Cristina
Pascuzzo de García Lema; Marizul Martínez; Pola Roitman de Woscoboinik; Olga Rudi.1
introducción
El año 2012 deparó la pérdida de dos pensadores psicoanalíticos de envergadura:
André Green y Jean Laplanche.
Nuestro grupo de autogestión –desprendido de los seminarios de posgrado del
Dr. Marucco– quiere rendirles un agradecido homenaje. Sus trabajos abrieron un panorama pleno de ideas creadoras y de interrogantes para seguir pensando la complejidad del “alma” humana. Nos nutrimos de sus reflexiones, proponiéndonos como
primer objetivo profundizar la relación pulsión-objeto con especial referencia a las
patologías actuales. El trabajo que exponemos fue realizado entre los años 2005/7 y,
aunque los lineamientos generales están conservados, lo hemos ido enriqueciendo a
través de diferentes lecturas y temas derivados de ese “embrión”.
Nuestro cálido recuerdo a Eva Bianco, compañera del grupo original, prematuramente desaparecida.
El reconocimiento al Dr. Marucco que promovió la inquietud para seguir trabajando
su propuesta “Corrientes actuales en el pensamiento psicoanalítico”; al Dr. Carlos Mario
Aslan que nos enriqueció con su presencia en varias de nuestras reuniones semanales
y a la Dra. Lucía M. de Paschero que no sólo nos acompañó en algunos de nuestros
encuentros, sino también por brindarnos un meduloso comentario al trabajo sobre
Gradiva, con aportes realmente creativos.
Asimismo, al Dr. René Roussillon con quien mantuvimos una fecunda correspondencia y que tuvo la generosidad de mandarnos las pruebas de galera de uno de sus
últimos libros: Le transitionnel, le sexuel et la reflexivité (2000), ya editado en Francia
pero no traducido aún al español.
1. [email protected] / Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina; [email protected]
/ Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina; [email protected] / Miembro de la
Asociación Psicoanalítica Argentina; [email protected] / Miembro de la Asociación Psicoanalítica
Argentina; [email protected] / Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina; [email protected] /Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina; [email protected] / Miembro de
la Asociación Psicoanalítica Argentina
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Desarrollo del trabajo
Dentro de la temática propuesta nos interesó profundizar y poner en tension las
siguientes cuestiones:
I-La pulsión: su fuente y el estatuto del objeto;
II-Sentido y alcance del segundo dualismo pulsional con especial referencia a la compulsión a la repetición y a la llamada pulsión de muerte;
III-Implementación técnica de las distintas perspectivas teóricas;
IV-Temas privilegiados e Interrogantes que fueron surgiendo en el grupo de autogestión.
rastreo conceptual
Nuestros parámetros de referencia fueron los planteos pioneros de Freud con sus sucesivas reformulaciones. A partir de los mismos nos detuvimos en teorizaciones de André
Green, Jean Laplanche y de otros pensadores del panorama psicoanalítico actual, tanto
argentinos como europeos. Haremos, entonces, un breve recorrido por la obra de Freud.
Desde sus primeros trabajos, Freud fija los lineamientos esenciales del funcionamiento pulsional en el hombre. Frente a la inermidad inicial del pequeño infans, la
necesidad imperiosa, instintiva de la autoconservación debe contar con la presencia
de un “semejante”. Es decir, de un objeto –sujeto sexuado– que pueda proveer a la
satisfacción de esas necesidades que, a la vez, imprime su propia sexualidad –no puede
no hacerlo– en esas funciones primordiales, marca de origen de la condición humana.
Se delinean así dos grupos de pulsiones: uno, el de las pulsiones de autoconservación; el otro, el de las pulsiones sexuales.
Recién en 1905 el concepto de Trieb entra formalmente en su teorización. Al hablar
de “mociones pulsionales” destaca la idea de empuje, de fuerza. El término instinto
figurará menos en los trabajos sucesivos, lo que no implica un destierro absoluto.
En relación a la fuente de las pulsiones, siempre señaló su anclaje en el cuerpo, que
reafirmará a lo largo de toda su obra. Entre esos dos tipos de mociones aparece una
noción clave: la de Anlehnung, traducido como apuntalamiento, apoyo. Da cuenta
de la emergencia de la sexualidad apoyada en las funciones de autoconservación. Esta
articulación fundamenta la constitución de las zonas erógenas y su “teoría de la seducción”. Las pulsiones sexuales se harán independientes sólo secundariamente.
Primero, aplica esta noción a la analidad; pero más tarde lo oral pasará a ser referencia
privilegiada. En Tres ensayos (1905) puntualiza:
Es claro que la acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer, ya vivenciado y ahora recordado… . Al comienzo está la satisfacción de
la zona erógena que se asoció con la satisfacción de la necesidad de alimentarse.
El quehacer sexual se apuntala primero en una de las funciones que sirven a
la conservación de la vida y sólo más tarde se independiza de ella (p.66).
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En cuanto al objeto (objekt) interpretamos que para Freud está implícito al referirse
al “complejo del semejante”. Es cierto que no tiene desarrollos específicos respecto al
mismo, pero cierto también es que no vacila en subrayar su importancia en muchos
trabajos. (“Introducción del Narcisismo”, Freud, 1914; “Duelo y melancolía”, 1915/17
y muchos otros).
En 1910 enuncia formalmente el primer dualismo pulsional, aunque muy pronto,
las funciones de autoconservación pasarán a ser designadas pulsiones del yo.2
La noción de Anlehnung va tomando un segundo matiz: en “Un recuerdo infantil
de Leonardo de Vinci” (1910), Freud señala dos tipos posibles de elección de objeto:
por apuntalamiento (tipo anaclítico) y el de base narcisista.
La problemática de la pulsionalidad sigue enriqueciéndose. Introducción del narcisismo (1914) marca un punto de inflexión importante. No son pocos los pensadores
psicoanalíticos que ven en estos desarrollos una “segunda postulación pulsional”: por
una parte, libido objetal; por otra, libido narcisista. “Verdadero descubrimiento” en
palabras de Laplanche: la sexualidad invistiendo, o bien al objeto, o bien al yo. Lo novedoso es “el yo como objeto de amor” (1984, p.27)3. Junto a esto, la idea que los objetos
exteriores están en relación con este investimiento del yo en la medida que amamos
a nuestra imagen y semejanza.
Asimismo, consideraciones inferidas desde la clínica y el estudio de las Memorias
de Schreber (1911) le permiten a Freud una nueva mirada en la comprensión de cuadros
narcisistas. La libido volcada totalmente al yo anticipa la presencia de aspectos destructivos de la sexualidad que serán profundizados más adelante.
En 1915, y formando parte de su Metapsicología, Freud dedica uno de los trabajos
a Pulsiones y destinos de pulsión. Analiza en detalle los elementos que la constituyen:
empuje o fuerza (Drang); fuente (Quelle;) meta (Ziel) y objeto (Objekt). Mientras los
tres primeros se caracterizan por cierta fijeza, el objeto es siempre contingente. De
los posibles destinos de la pulsión, destacamos el de “la vuelta hacia la propia persona”
que abre a la comprensión de la pulsionalidad en las patologías límites.
Los años 1917 al 1919 encuentran a un Freud que, con el trasfondo movilizante y
destructivo de la Primera Guerra Mundial y en función de los traumas sociales e individuales que acarrea, comienza a dar cuenta de ciertas particularidades del psiquismo
que aún no había señalado. Esto lo conduce a reformulaciones esenciales. Deja inconcluso el proyecto de su Metasicología, encarado a partir de 1914-19154 y pasa a
enfatizar, por una parte, la compulsión a la repetición –propia de toda pulsión, pero
subrayando ahora su carácter demoníaco y mortífero– y por otra, situaciones en las
2. En “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa” (1912) escribe: “Las pulsiones sexuales encuentran sus primeros objetos apuntalándose sobre los valores reconocidos por las pulsiones
del yo, de igual modo que las primeras satisfacciones sexuales se experimentan apuntaladas en las funciones corporales necesarias para la conservación de la vida (p. 174).
3. Intervención en el Primer Simposio de la Federación Europea de Psicoanálisis realizado en Marsella
en 1984.
4. Véase la Introducción de Strachey a Trabajos sobre metapsicología. (pp. 101-104).
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que el principio de placer desfallece y la pulsión se encamina hacia un “más allá”, en
busca de la destructividad y la muerte. Además, se ve conminada a repetir situaciones
de sufrimiento que, de modo paradojal, producen placer, argumentaciones que llevarán
a una nueva formulación del masoquismo, considerado ahora como primario.
Devienen así reformulaciones fundamentales en cuanto a lo pulsional: un segundo dualismo en el que se enfrentan Amor y Destructividad. Los llamará Eros y
Thánatos en función del cumplimiento –o no– del objetivo central de las pulsiones:
función de ligadura. “Acerca de las pulsiones he desarrollado recientemente una intuición, una visión que aquí retendré y supondré como base de las observaciones
que siguen”... expresa en El yo y el Ello (1923, p. 41). El punto clave gira ahora en
torno a esa posibilidad de ligadura de la energía libidinal y a una compulsión repetitiva, que puede tener diferente signo. Mientras Eros propende a la complejidad y
enriquecimiento de la vida, otro tipo de fuerza –destructividad y muerte, a cuya
energía no le encuentra nominación– intentará, una y otra vez, reconducir al estado
de Nirvana.
Son nociones esenciales del nuevo posicionamiento: el de ligadura-desligadura
respecto de los objetos, y el de intrincación pulsional que favorece la neutralización
de las mociones destructivas.
Otro cambio de resonancias: mientras en la primera tópica la pulsión es una fuerza
que opera desde el límite somato-psíquico, en la segunda, la pulsionalidad ya psíquica,
está dentro del aparato: en el Ello, “caos, caldera llena de excitaciones borboteantes,
(que) imaginamos con un extremo abierto hacia lo somático”, (1932, p. 68) que sólo
será conocida a través de sus efectos. A partir de aquí, las teorizaciones metapsicológicas ubicarán el centro de su reflexiones, no ya en la representación sino en la dinámica de lo pulsional y sus manifestaciones en la clínica. Como señalará Green, después
de 1920, el recorrido de la especulación teórica cambia: va desde el empuje las pulsiones, desde el deseo, hacia la búsqueda de su sentido, de su representación. Es ya
un segundo tiempo. Recién entonces, la representación y sus modalidades –distintas
formas de lo representable y lo irrepresentable– “se presentan”.
Finalmente, en uno de sus últimos trabajos, Esquema de Psicoanálisis, (1938) reafirma una carencia en su planteo conceptual: mientras en Eros la fuerza que la anima
se la traduce como libido, “carecemos de un término análogo para la energía de la pulsión de destrucción” (p. 47).
Vayamos ahora a nuestros planteos:
i- La fuente de la pulsión y el estatuto del objeto
Green reconoce en la pulsión el elemento matriz a partir de la cual, “surgirá” la
psique y su paulatina estructuración. Señala claramente su fuente al conceptualizarla
como delegación de un impulso que se origina en lo corporal, desde un comienzo,
cuerpo pulsional y no soma. Lo fundamental de su aporte asienta en la dinámica que
se establece entre pulsión y objeto. La pulsión está… pero se manifiesta sólo en pre-
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sencia del objeto que es su auténtico y natural revelador. El objeto no crea pulsión,
pero es condición indispensable para su manifestación, a la manera de la paradoja
winnicotteana del “objeto creado/encontrado”. Alude así por una parte, a lo intrapsíquico y por otra, a lo intersubjetivo, subrayando el estatuto fundamental del objeto:
la necesariedad de su presencia, tanto para dar ligadura a la pulsión como para coproducir con la pulsión misma, la inscripción de la experiencia por la que se transcurre. En uno de sus últimos trabajos expresa: la pulsión…. “unida al cuerpo (la pulsión) está forzada a desplegarse, alejándose de su fuente somática, como una bestia
que, en busca de la presa sale de la guarida, se ve obligada pues, no a abandonar su
fuente somática, sino a salir a la búsqueda de lo que pueda aliviar su tensión” (2002,
pp. 49,50). Años atrás había afirmado:
Decir que no hay sujeto sino como sujeto de la pulsión es afirmar que la subjetividad se manifiesta a raíz de una meta pulsional que se ha de cumplir, de un objeto
que se ha de conquistar. La subjetividad se ve arrastrada aquí, por un empuje que
surge de las fuentes del cuerpo y pone al ser en movimiento, haciéndolo salirse de sí
mismo e invitándolo a consumirse en esa búsqueda (1995, pp. 24,25).
No es el punto de vista de Jean Laplanche. En su lectura crítica del posicionamiento
freudiano respecto a la fuente de las pulsiones, considera que hay un verdadero “desvío
biologizante”. Para Laplanche es “un otro” (con minúscula), la madre o sustituto, quien
implanta la fuente de la pulsión en el interior del infans y con esto, la constitución de
su inconsciente. Es un planteo con consecuencias metapsicológicas y técnicas muy
importantes. Más aún: sin desconocer la existencia de lo instintual
–del orden de lo autoconservativo– sostiene que se produce una disminución en
la fuerza de los engramas instintuales y su moldeamiento desde lo pulsional.
Ejemplifica con lo que ocurre en la pubertad: cuando el instinto sexual hace su nueva
irrupción… “encuentra el sillón ocupado” por la pulsión que lo cualifica y le da su
tónica: de allí que hable de “la odisea” y “la perversión” del instinto5.
En relación a la noción freudiana de Anlehnung, aplicada a la emergencia de las
pulsiones sexuales “apoyadas” en lo autoconservativo opone, como dijimos, la de implantación a partir de los mensajes del otro. Para fundamentar su argumentación recupera y amplía la teoría de la seducción de Freud –la de los primeros cuidados maternales con la constitución de las zonas erógenas– otorgándole un estatuto
fundacional: su teoría de la seducción generalizada.
Reafirmará: en la construcción del psiquismo la prioridad es del otro, del objeto,
portador de un inconsciente pulsional sexuado y escindido. Esto hace a una característica copernicana en el origen del sujeto psíquico. Los mensajes emitidos por “ese/os
otro/s” son enigmáticos –por desconocidos– y están cargados de sexualidad con ele5. Todas expresiones vertidas en muchos de sus textos, fundamentalmente en El extravío biologizante de
Freud, 1993.
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mentos conscientes e inconscientes. Enigmáticos no sólo para el receptor sino para el
emisor mismo. El infans los recibe y tratará de decodificarlos, de traducirlos. Son mensajes expresados no sólo a través del lenguaje sino de gestos, susurros, formas de asir
y sostener al bebé, etc. La “traducción” siempre será incompleta y los elementos no traducidos sufren el peso de la represión primaria –reverso de la traducción– yendo a
constituir el inconsciente. Laplanche señala recién aquí el “momento ptolomeico” de
la formación del psiquismo: es entonces cuando el interior del infans se abrirá a la pulsionalidad. Los elementos que han podido ser significados irán a formar parte del yo.
Consideramos que estas afirmaciones apuntan a una estructuración psíquica que
no es tópica sino organizada de acuerdo al destino de la traducción de los mensajes.
Su posicionamiento trae, como dijimos, cambios de envergadura en conceptos básicos
de la metapsicología freudiana: naturaleza del inconsciente y su “realismo”
–totalmente de origen exógeno; características de la represión primaria; formación,
también exógena, de las Urphantasien, etc.
Laplanche fundamenta la condición de restos significantes-designificados de los
mensajes del objeto como contenidos del inconsciente en las características de la “lógica” de ese inconsciente: principios de no contradicción, falta de negación, de temporalidad, etc. Han perdido toda referencia al no poder ser traducidos y “caen” formando el inconsciente reprimido.
Su “modelo traductivo” remite a la llamada “carta 52” donde Freud describe un
tipo de traducción que es intrasistémica. Pero, “¿cómo la pura percepción -Wz- puede
transformarse en signos de percepción?” Esta pregunta lo conduce al terreno de lo
intersubjetivo: el infans encuentra un mundo ya significado por el otro humano.
Aunque junto a ello surge la necesidad imprescindible de una función hermenéutica
por parte del niño. Afirma: “El hermeneuta originario es el pequeño ser humano”.
(1999, p.232). Cita y acuerda con Gadamer cuando sostiene que no hay hermenéutica
que parta de la nada y que no tenga a su disposición ciertas preconcepciones, junto
a expectativas de sentido, prejuicios, claves.
Creemos percibir acá, una especie de contradicción interna en su propio desarrollo
teórico, un tema que tratamos de desentrañar.
El germen de estas ideas había sido ya sostenida por Laplanche junto a Leclaire en
la intervención en el Congreso de Bonneval (1964).
Compartimos con Marucco su punto de vista respecto al privilegio del Drang en
la pulsión, del continuo fluir de la energía que la convierte en una fuerza transformadora “en y de” la vida. Reafirma junto a Green la relación dialéctica entre pulsión y
objeto, básicamente, solidarias:
En la actualidad no podría pensarse la estructura del psiquismo sólo a partir del desarrollo e la pulsión. Así como tampoco sólo creado por el otro, como lo formula Laplanche.
Lo que interesa es que una vez que el psiquismo está constituido, hay una continua dialéctica entre el poder transformador de la pulsión y el poder facilitador – o no – del objeto”... “En esa dialéctica, en definitiva, y con el tiempo, el sujeto tiene que hacerse dueño,
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sujeto de la pulsión y de su poder transformador. El objeto debe estar siempre presente,
facilitando o bloqueando su despliegue6.
ii- sentido y alcance del segundo dualismo pulsional. Compulsión a la repetición
y la “así llamada” pulsión de muerte
Hemos referido la postulación freudiana del segundo dualismo: Eros y Tánatos,
Vida y Muerte en la dinámica de la vida anímica. La fundamentación de base: su capacidad de ligadura o desligadura.
El concepto de pulsión de muerte tomará un matiz polémico entre los pensadores
posfreudianos, al igual que la existencia de dos o un solo tipo de energía (enfrentamiento
Freud-Jung). Green reafirma su postura acerca de la necesidad de una formulación
dualista de las pulsiones, indispensable para la hipótesis del conflicto psíquico7. Da un
matiz particular a la capacidad de ligadura/desligadura, enunciándola como funciones
objetalizantes-desobjetalizantes de la pulsión. En Eros encontramos el ejercicio continuo
de la capacidad de objetalización e incluso, al ponerse al servicio de la vida, se intrica
con la pulsión destructiva para neutralizarla y evitar una completa desobjetivación. La
heterodestrucción representaría una tentativa de aliviar la tensión interna. En cuanto
a Thánatos, la pulsión de muerte habita en lo más profundo del ello.
Para este pensador, el planteo de lo pulsional es del orden de los conceptos: las mociones pulsionales son conocidas sólo a través de sus efectos. Al no acceder a un recorrido más o menos “normal” y esperable, hacen síntomas. Es con lo que nos encontramos en la experiencia clínica, en especial en la patología actual.
En síntesis: el objetivo de la libido –energía de las pulsiones de vida– es asegurar la
función objetalizante. A partir de aquí, se trata no sólo de libidinizar al objeto y su relación
con él, sino de transformar cualquier estructura, incluyendo al yo y hasta el investimiento
mismo, en objetos. Esta función objetalizante es siempre motor de transformaciones enriquecedoras. Por el contrario, Thánatos actúa con un movimiento de desinvestidura que
ataca no sólo la relación con el objeto y sus posibles sustituciones sino al yo mismo. Se
opone al auténtico proceso de elaboración de un duelo. Aquí, la desinvestidura del objeto
perdido tiene otra calidad: permitirá paulatinamente el investimiento de nuevos objetos.
Encontramos manifestaciones de la pulsión de muerte en diferentes cuadros: la melancolía,
el autismo infantil, las anorexias, expresiones somáticas del lactante, etc.
Green se pregunta cómo cercar las manifestaciones primarias de la pulsión de
muerte y su lazo con el objeto primario, cerco indispensable para salir del impasse de
la idealización-persecusión y conservar, la función objetalizante, Interrogante que se
abre a muchas reflexiones.
6. Comunicaciones en el Seminario de Pos-grado: “Corrientes actuales en la teoría psicoanalítica”
(2001-2004)
7. “La tesis del conflicto pulsional fundamental responde en Freud a una exigencia: dar razón de que el
conflicto es repetible, desplazable, trasponible y que su permanencia resiste todas las transformaciones
del aparato psíquico…”. En La pulsión de muerte, 1984, p..68.
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Respecto al segundo dualismo pulsional, Laplanche lo sostiene desde “lo formal”,
pero con reparos y aclaraciones8 constituyendo a nuestro parecer, una suerte de concesión metapsicológica. Cierto, la integra a su teoría pero con salvedades importantes:
tanto la pulsión de vida como la de muerte nacen en el seno de la sexualidad, la auténtica y única Trieb. Por esto, la denominación de “sexual” para ambas pulsiones:
pulsión sexual de vida y pulsión sexual de muerte9. En el fondo, acuerda con Jung
acerca de un solo tipo de energía que luego se irá cualificando con ambos sentidos.
La verdadera oposición reside en las formas ligadas y no-ligadas de la libido. De allí
que proponga: “donde está la pulsión de muerte, Eros debe advenir”. (1984, p. 26).
Junto a estos dos modos de funcionamiento, señala también las diferencias en la meta:
por una parte, síntesis/enlaces en conformidad con el yo; por otra, descarga pulsional
con aniquilación del objeto/hostilidad al yo.
Como aporte de interés: su reflexión acerca de las relaciones entre las pulsiones
de vida y de muerte con los principios que rigen el funcionamiento del psiquismo:
los de “de placer”, “de Nirvana”, y “de constancia”. Desde un comienzo, el “principio
de placer” se encuentra como “desgarrado” entre dos tendencias contradictorias: “principio de inercia o del cero” (futuro Nirvana) y el de “constancia” que propone la homeostasis y la síntesis. Mantiene su mirada crítica a planteos de Freud del 20: la afirmación que la tendencia del “principio de placer” a un cero nirvánico pase a ser pulsión
de muerte. No siempre el cero del Nirvana se inclina hacia el lado de lo mortífero.
Hace una observación interesante: no es lo mismo el cero nirvánico de un convento
de lamas tibetanos en meditación que el cero de una Hiroshima desvastada,
Pero además, Laplanche necesita remarcar las diferencias entre pulsión e instinto,
Subraya la “naturaleza segunda” de Trieb y su recubrimiento de lo instintual, que es
primero. Considera que las funciones de autoconservación son vivenciadas, no solo
para sobrevivir sino por amor al otro.
iii- implementación técnica de las distintas perspectivas teóricas
Nuestro grupo de autogestión hizo especial énfasis en este tema desde una consideración básica: toda especulación metapsicológica debe partir de la clínica y volver
a ella para enriquecerla y hacerla más operativa.
En el propósito de armar un “modelo contemporáneo”, acorde a las patologías de
límites, Green plantea modificaciones dentro de la práctica tradicional, aplicada a las
8. “Ocurre que muchos lectores, después de haber tomado conocimiento de “Vida y muerte en psicoanálisis”, me dicen que yo no admito la pulsión de muerte y, en efecto, en cierto modo debo reconocer
que formulo la teoría de las pulsiones de una manera nueva y en términos que podría prescindir del de
muerte” . Y agrega: “Me expuse voluntariamente hace un momento al confesar lo que se podría llamar
un punto débil, a saber que yo no conservo en tanto ta, el término de pulsión de muerte. Si lo conservo
es para estar cerca de Freud y mostrar que mi posición es cercana a la de él…” (La pulsión de muerte.
1984, p 114)
9. No en vano titula: “La así llamada pulsión de muerte: una pulsión sexual”, uno de los capítulos del
libro: Entre la seducción y la inspiración: el hombre (1999).
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neurosis de transferencia. En la fundamentación de un nuevo modelo, refuerza su
postura en el sentido que la pulsión sin objeto se agota en el vacío y es, precisamente,
lo que se reactiva en la situación analítica.
Su concepción de la pulsión de vida, formando una suerte de cadena erótica –sostén
y creadora a la vez de funciones y estructuras psíquicas– lo lleva a proponer que la
tarea terapéutica debe orientarse hacia el “eslabón” en el que se ha producido una ruptura. El objetivo: intentar el restablecimiento de la cadena interrumpida en los avatares
de la relación pulsión-objeto. En su experiencia clínica, frente a estos cuadros, ni la
técnica de la atención flotante, ni el uso del silencio –regla de oro en el encuadre clásico– son recursos útiles. La mayoría de los pacientes que hoy nos consultan toleran
mal el silencio, o se instalan en la posición de un falso self analítico. El silencio del
analista se hace sintónico con los estados de vacío creando inquietud tanto en el paciente como en el analista y deja de ser condición favorable para el surgimiento de los
malestares como sucede en las neurosis de transferencia.
Green apela entonces a concepciones de Bion sobre la capacidad de ensoñación
de la madre –inferida de experiencias con pacientes con severos trastornos de pensamiento– y a Winnicott sobre la creación de un espacio transicional.
Con Bion hace la siguiente analogía: Ensoñación de la madre-imaginación y pensamiento del analista10. Implica una postura más activa a través de lo que llama contratransferencia imaginativa. Idea fuerte y comprometida: el inconsciente de estos
analizandos debe ser “ensoñado” por el aparato psíquico del analista. Supone crear
fantasías frente a la concretud del material manifiesto por el paciente. Va más allá de
una contratransferencia totalizadora. Como la patología de estos analizandos asienta
en fallas y distorsiones en las primeras relaciones pulsión-objeto, necesitan de un analista-objeto que intente “re-crear” la pulsión, restituir la función objetalizante de Eros.
Incluso, ayudarlo a acceder a una regresión formal del pensamiento para dar figurabilidad a lo no-representado.
De ahí su acuerdo con el planteo freudiano del uso de las construcciones. Por supuesto que con los cuidados necesarios en su instrumentalización. Siempre respetando
el tiempo y las asociaciones que las mismas evocan en el paciente. Este proceso se da
en un área especial: la de los procesos terciarios, donde se juega la articulación entre
proceso primario y proceso secundario en relaciones de conjunción y disyunción.
Respecto a la interpretación nos advierte que si el análisis es el campo en el que
puede jugarse la alternativa de repetir lo que constituyó un falso enlace o una falta de
ligadura, “pudiera ser que la transferencia sea el único medio capaz de desanudar los
hilos, sólidamente entrelazados de la compulsión a la repetición” (2000, p.125). Es
decir, mantiene naturalmente, el recurso de la interpretación en su valor de uso. Pero
no a ultranza: debe considerarse cuidadosamente cuándo y cómo interpretar.
10. Véase La capacidad de ensoñación y el mito etiológico” en La nueva clínica psicoanalítica y la teoría
de Freud .
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Como síntesis de su pensamiento: “El analista tiene la tarea de ser el archivista de
la historia del análisis y buscar en los registros de su memoria preconsciente para lo
cual convocará sus asociaciones en todo momento”. (1990, p. 170)
En base a sus teorizaciones, el planteo de la técnica psicoanalítica por parte de
Laplanche toma derroteros específicos. Concibe el proceso analítico como una reconstrucción por parte del paciente de aspectos de su vida que han constituido núcleos
de patología. Reconstrucción que debe tener como base su propia capacidad hermenéutica, su propio afán autoteorizante. El analista “debe limitarse a analizar sin proponer ninguna clase de ‘psicosíntesis’ al paciente” (1999, p. 204). Debe instrumentar
una antihermeneútica opuesta a la aplicación de reconstrucciones taxativas y de
síntesis. Rescata el valor que les confirió Freud: ser “parciales y provisorias” con la recomendación de utilizarlas sólo en algunas etapas del proceso terapéutico. Las interpretaciones en cambio, “proceden de elemento a elemento para reponer el faltante en
la cadena asociativa-disociativa”. (1999, p. 204). Las rescata como recurso técnico
privilegiado pero sin olvidar que el simbolismo hace callar las asociaciones. Los mitos
y los complejos, revelados en todo su valor por el psicoanálisis y utilizados para comprender los enigmas que se nos presentan, no pocas veces ocultan el inconsciente, absolutamente individual.
Por esto, la recomendación del uso cuidadoso de las interpretaciones y construcciones, tratando de no trasmitir conocimientos estereotipados de la teoría y mitos
de las propias “teorías infantiles” y de la novela familiar. Así como el niño instrumentaliza su propia hermenéutica en el desciframiento de los mensajes que recibe
del otro, el paciente es quien deberá desplegar su propia hermenéutica en el
análisis/desligazón de los restos patológicamente ligados. Por esto, concibe al análisis
como un proceso de deconstrucción-reconstrucción. En cuanto a la contratransferencia, Laplanche retoma el sentido freudiano de obstáculo: puede incluir “un mensaje
enigmático” por parte del analista que termina obturando la tarea analítica del paciente. Su recomendación es evitar toda interferencia en la capacidad de comprensión
de lo enigmático propio y un seguimiento a ultranza de la regla de oro del encuadre:
el silencio del analista. Enfatiza un triple rehusamiento (abstinencia): al saber; a satisfacer las demandas autoconservativas y a satisfacer las demandas pulsionales. Se
trata de consideraciones muy válidas para el tratamiento de las neurosis de transferencia. Pero en ciertos estados patológicos que van más allá de las mismas, la postura
de muchos pensadores psicoanalíticos es de una cierta flexibilidad sin apartamiento
del sentido profundo de un psicoanálisis.
Profundizando en las ideas de estos dos autores, Marucco presenta sus propias hipótesis en cuanto a la técnica. Propone una “apuesta pulsional” por parte del analista
ya que desde su lugar de objeto, puede acceder a la posibilidad de “proveer tejido psíquico”, de “crear” pulsión en sentido metafórico, de facilitar ligaduras vía transferencia,
de brindar el investimiento significativo faltante para restablecer el funcionamiento
erótico en el paciente. Se daría así, un “entrecruzamiento de dos cadenas eróticas”
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(Green) con el desarrollo de mutuas transferencias. Lo que conlleva un uso particular
de la regla de abstinencia11.
En muchos de sus trabajos Marucco ha señalado la presencia de “huellas mnémicas
ingobernables” con ausencia de sentido que, al no poder ligarse, no encuentran representación. Desde estas reflexiones, su planteo de un psicoanálisis no sólo para lo
que entró en el campo representacional sino para lo no-representado.
En cuanto a la transferencia, propone la noción de momentos transferenciales, circunstancias puntuales que pueden revelar aspectos básicos del complejo patógeno y
que promueven en el analista un “acto analítico”. La dinámica entre ambos lleva a la
apertura de un proceso donde la repetición pueda transformarse en creación.
iv-temas privilegiados e interrogantes que fueron surgiendo en el grupo de
autogestión
1- En la profundización de la temática planteada se nos hicieron presentes, a manera
de premisas esenciales, dos conocidas reflexiones. La primera, de Freud: “El yo, es en
principio y ante todo, un yo corporal”. La segunda, de Winnicott: “El bebé solo no
existe”. Constituyeron el núcleo que vertebró nuestras consideraciones:
el infans, básicamente con su cuerpo y lo que “pulsa” dentro del mismo, es a la vez portador de un psiquismo potencial que necesita de la presencia de un otro para abrirse a
la subjetividad y a la vida. Acordamos: otro, con minúscula. Otro concreto, real, encarnado, con su propio inconsciente, también clivado y con su propia pulsionalidad. Y una
ampliación ineludible y necesaria: el infans, el otro y el otro/s del otro: la terceridad.
2- Ubicándonos en la formulación freudiana del segundo dualismo, privilegiamos la
noción de intrincación/desintrincación entre Eros y Thánatos. Es que concebimos la intrincación pulsional como lo más vital en su función neutralizadora de la pulsión de
muerte. Se trata de que la pulsión de vida, con su drang y en complementariedad con el
objeto, pueda realizar y expandirse cada vez más en sus metas vitales. Haciendo nuestras
las palabras de Joan Manuel Serrat, fuerza que lleve al sujeto a ser “partidario de vivir”.
3- En cuanto a la desintrincación nos preguntamos: ¿Qué mecanismos operan en su
dinámica? ¿Qué impulsa a una desobjetalización que retira al niño de sus objetos
imprescindibles, ocasionando una angustia tal de desamparo y de devastación que
compromete desde el vamos su salud mental? ¿Dónde encontrar el germen de esta
situación mortífera?
4- Estos planteos nos llevaron a pensar en las patologías del “entre” de los vínculos
tempranos. ¿Hay un niño desprovisto del empuje necesario para imponer su presencia?
¿Y/o un objeto-madre (o sustituto) debilitada o deprimida en el momento del alumbramiento,“madre muerta”? Recurrimos al planteo de las series complementarias y a
11. “La pulsión –expresa Marucco- se enlaza con algo de la singularidad real del analista y se constituye
una nueva trama donde se ligan una nueva hebra con una hebra antigua y comienza un nuevo tejido
psíquico en la relación con este nuevo objeto para anudar el cambio en lugar de la repetición”. Seminarios
de posgrado.
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vicisitudes traumáticas primarias. Conjeturamos el operar de mecanismos defensivos
del orden de lo negativo. Y aplicando estos conceptos a las patologías de frontera,
planteamos que se trataría más que de una represión – como sucede en las neurosis
de transferencia – de una desmentida, mecanismo que sacrifica (escinde) partes del
yo y del vínculo con el objeto para evitar dolor y sufrimiento.
No pocas veces, la situación clínica nos pone frente a personas que nos llevan a experienciar este tipo de vivencias: contraidentificación con el paciente, con la re“presentación” de sensaciones propias de desamparo en algunas circunstancias de
nuestras vidas. Roussillon habla de una transferencia inversa. El reconocimiento
de estas situaciones invita a re-pensar la técnica: en primer lugar, la reafirmación
del uso de aspectos contratransferenciales, apartándonos de aquélla considerada
como obstáculo sino como facilitadota, y la utilización de construcciones.
Construcciones que respeten el material que el paciente ha ido desplegando y un
autoanálisis del analista cuidadoso de ese estado de ensoñación y de una posible
“transferencia inversa”. Un momento particularmente favorable para la intervención
es cuando asistimos a lo que Roussillon llama “retorno de lo escindido”. Irrupción
brusca “en vivo y en directo”, de vivencias y contenidos que, en un pasado, movilizaron la desmentida con el costo de una escisión mutilante.
5- Respecto al uso de la interpretación y en función de situaciones clínicas, hemos
advertido que este tipo de pacientes y más en las primeras etapas del tratamiento, no
están en condiciones de comprender el sentido metafórico de la interpretación en y
de transferencia. Es un proceso deseable que se irá instalando de manera paulatina
en el trabajo analítico. Debe mediar el reconocimiento que son pacientes con trastornos
en el área del pensamiento.
6- También reflexionamos acerca de otro aspecto: poder diferenciar en la pulsión de
muerte, la destructividad de la agresividad, especialmente la primaria. La agresión
también acompaña a Eros en el cumplimiento de sus objetivos.
7- Y lo fundamental: evitar el conocimiento racional de la teoría e intentar conducirlos
a una comprensión emocional de sus conflictivas.
Como ya mencionamos, los textos consultados, tanto de Laplanche como de Green
y de otros pensadores posfreudianos, motivaron en nosotros numerosos interrogantes.
Los seguimos trabajando en una arborización temática que nos ha ido enriqueciendo.
Entre los mismos:
1- ¿Es lícito poner en tensión – comparando sentido y alcance – las nociones de pura
desligadura y de energía libre? La primera –desobjetalización para Green– propia de
la pulsión de muerte; la segunda, detentando una suerte de virtualidad a la ligazón
que puede llevarla a apartarse de ese cero y desplegarse a la posibilidad, o no, de un
investimiento objetal.
2- ¿Cómo seguir pensando el estatuto del cuerpo en psicoanálisis? ¿Cómo entender
la intrincación soma-cuerpo erógeno, especialmente en patologías en que la pulsión
se descarga en el circuito corto del cuerpo, como en las enfermedades psicosomá-
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ticas y en algunas adicciones? ¿Comprometen tanto lo corporal somático como lo
corporal erógeno?
3- Green expresa que “las características que marcan los modos de acción de las pulsiones (ligazón-desligazón) pueden ser reencontradas en el nivel del yo, sea que éste
lleve en sí la marca de origen de aquéllas, sea que él mime el funcionamiento pulsional
revelado por el objeto. (1984, p. 78) ¿se podría plantear desde la perspectiva del yo
una identificación de éste con las pulsiones? ¿Puede esto constituir una vía de acceso
para una mejor comprensión del “narcisismo de vida”?
4-¿Cuál es la relación del segundo dualismo con la propuesta freudiana de la pulsión
epistemofílica? Freud la considera como una derivación de la pulsión de dominio que
se emparentaría con la pulsión de muerte. Creemos que no es así, sino que la pensamos
como ejemplo paradigmático de la intrincación entre pulsión de vida y pulsión de
muerte. Asociada a la angustia de pérdida, expresaría la necesidad de posesión del
objeto. En esta línea de pensamiento, la pulsión de conocer ¿sería entones resultado
de un proceso sublimatorio desplegándose en curiosidad-conocimiento del objeto y,
por ende, en reconocimiento del mismo como un otro sujeto?
5- La polémica entre Freud y Jung acerca de dos o un solo tipo de energía pulsional
con formas distintas de funcionamiento –polémica que de alguna manera continúan
Green y Laplanche12–¿tiene consecuencias sobre el manejo técnico?
Consideramos que si bien la diferencia puede ser sutil, estas posturas influyen en el
posicionamiento del analista y en sus intervenciones frente al paciente.
Conclusión
Una de las propuestas esenciales del proceso de la cura es rescatar el motor del
deseo para posibilitar a la pulsión de vida transitar por un camino de complejización
y transformación crecientes. Supone acceder a un espacio potencial –transicional–
para el surgimiento de lo nuevo, tanto para el paciente como para el analista.
Es en el vínculo terapéutico donde se arma ese “entre dos” con la posibilidad de
una alianza para emprender la aventura que representa un psicoanálisis. Para el analizando: comprensión de conflictos y dilemas internos, que le alivie de su sufrimiento
y a la vez, le permita ensanchar las potencialidades de su psiquismo.
Para el analista: ubicarse en un quehacer que hace a su identidad misma y que le
permite ampliar sus propios horizontes.
“En el ser vivo la tarea de la libido es volver inocua la pulsión de muerte” planteaba
Freud en “El problema económico del masoquismo” (1924). Consideramos que nos
está trasmitiendo, desde el punto de vista pulsional, el objetivo que debe perseguir
todo proceso terapéutico.
12. Intervenciones en el Simposio de Marsella ya citado
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algunas consideraciones sobre la forma de trabajo
Nos interesa agregar algunas notas respecto a nuestra forma de trabajo.
Constituimos un “Grupo de autogestión” con una organización horizontal. Es decir,
no hay un coordinador fijo y responsable. Esta función va rotando natural y espontáneamente, de acuerdo a diferentes factores: modalidades de sus integrantes, intereses
variados por los temas que se abordan, etc. etc. Es abierto en el sentido que hay miembros que se han podido incorporar pero siempre coincidiendo con el planteo de un
nuevo aspecto de la temática. Naturalmente, hay integrantes que se retiraron del grupo.
La horizontalidad comporta ventajas y desventajas. Entre las primeras destacamos:
probar una forma de trabajo que intente manejar de una manera fructífera los conflictos
que acarrean los pequeños (y grandes) narcisismos de cada uno. Entre las desventajas:
el hecho que la horizontalidad puede llevar a un achatamiento de la tarea. Una forma
de manejo de este aspecto lo ha constituido el incentivo de plasmar en un trabajo para
un simposio o congreso las ideas que fueron surgiendo en el intercambio.
Además hemos instituido una reunión semanal, lo que no sólo nos da continuidad
sino que nos cohesiona como grupo. A la vez nos permite avanzar en profundidad
en los temas planteados.
En la bibliografía haremos mención a algunos de los trabajos elaborados dentro
del grupo.
resumen
Este trabajo propone la profundización de la temática pulsión-objeto con especial referencia
a las patologías actuales a través del siguiente lineamiento:
I-La pulsión: su fuente y el estatuto del objeto;
II-Sentido y alcance del segundo dualismo pulsional con especial referencia a la compulsión
a la repetición y a la llamada pulsión de muerte.
III-Implementación técnica de las distintas perspectivas teóricas;
IV-Temas privilegiados e Interrogantes que fueron surgiendo en el grupo de autogestión.
Como las fuentes fundamentales en estos temas fueron textos de André Green y Jean
Laplanche, dos psicoanalistas que fallecieron en 2012, esta presentación es un homenaje de
nuestro grupo de trabajo. Consideramos que sus desarrollos metapsicológicos que tanto han
contribuido al enriquecimiento del psicoanálisis, así lo ameritan.
DEsCriptorEs: PULSION / RELACION DE OBJETO / PULSION DE MUERTE / DESMEzCLA DE LAS PULSIONES /
SEDUCCION GENERALIzADA / TRANSFERENCIA / INTERPRETACION / CONSTRUCCION / CUERPO
aUtor-tEMa: GREEN ANDRE, LAPLANCHE JEAN
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Taller de investigación
summary
tribute to andré Green and Jean Laplanche. what drives and the
relationship with the object
This work proposes the deepening of the Pulsion-Object theme with special reference to
the current pathologies. Through the following guideline :I-pulsion: its source and the status
of the object; II-meaning and scope of the second pulsional dualism derived with special
reference to the compulsion to repeat and the so called the pulsion of death; III-technical
implementation of the various theoretical perspectives; IV-privileged themes and questions
that were emerging in the self-management group.
The fundamental sources on these topics were texts of Andre Green and Jean Laplanche,
two psychoanalysts who passed away in 2012. This presentation is a tribute of our working
group. We believe that their meta-psychological developments, which have contributed so
much to the enrichment of psychoanalysis, so deserve this recognition on our behalf.
KEyworDs: DRIVE / OBJECT RELATION / DEATH DRIVE / DEFUSION OF DRIVES /
GENERALIzED SEDUCTION / TRANSFERENCE / INTERPRETATION / CONSTRUCTION / BODY
aUtor-tEMa: GREEN ANDRE, LAPLANCHE JEAN
resumo
homenagem a andré Green e Jean Laplanche. o que leva ea relação com
o objeto
Este trabalho propõe o aprofundamento da temática pulsão-objeto com especial referência
às patologias atuais, através do seguinte alinhamento:
I-A pulsão: sua fonte e o estatuto do objeto; II-Sentido e alcance do segundo dualismo pulsional com especial referência à compulsão, à
repetição e à chamada pulsão de morte.
III-Implementação técnica das diferentes perspectivas teóricas;
IV-Temas privilegiados e Interrogantes que foram surgindo no grupo de autogestão
As fontes fundamentais nestes temas foram textos de André Green e Jean Laplanche, dois
psicanalistas que faleceram no ano de 2012; esta apresentação é uma homenagem de nosso
grupo de trabalho. Consideramos que seus desenvolvimentos meta psicológicos que tanto
têm contribuído ao enriquecimento da psicanálise, assim o merecem.
paLavras-ChavEs: : PULSãO / RELAçãO DE OBJETO / PULSãO DE MORTE / DESMISTURA DAS PULSõES
/ SEDUçãO GENERALIzADA / TRANSFERêNCIA / INTERPRETAçãO / CONSTRUçãO / CORPO
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