Los muchachos no lloran
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Los muchachos no lloran
Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. Los muchachos no lloran El universo femenino y sus personajes en El gaucho Martín Fierro y La vuelta de Martín Fierro Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. El género gauchesco constituye un marco en el que se inscribe una posibilidad de enunciación: “(…) en la voz del gaucho define la palabra ‘gaucho’: voz (del) gaucho” (LUDMER, 1988, p. 34). En El gaucho Martín Fierro y La vuelta de Martín Fierro, el uso diferencial de la voz, el uso cultural, es llevado adelante para poner de manifiesto que la connotación negativa que pesa sobre gaucho (vago, matrero) es consecuencia de un sistema jurídico-político. La oscilación de los calificativos que acompañan a “gaucho” (patriota o vago) desde la militarización del sector rural es, como señala Ludmer, la matriz semántica desde la que se proyecta el género. En La ida y especialmente en La vuelta, la voz del gaucho cantor está al servicio de delimitar tales posibilidades de connotación diferenciando al gaucho bueno del gaucho malo. El uso diferencial de la voz legitima la enmienda del sentido gaucho, fracturado a causa del uso diferencial de la ley. En los poemas de Hernandez se habilita un lugar de enunciación desde el cual se cuestiona una forma de aplicar la ley. No obstante, tal denuncia no se lleva a cabo solamente mediante enunciados donde la referencia es explícita sino que la puesta en primer plano de la voz del gaucho es el gesto mayor de interpelación a la ley escrita. La reconstrucción del universo femenino en El gaucho Martín Fierro y La vuelta de Martín Fierro implica, por el contrario, la articulación de voces silenciosas. Sólo podemos exceptuar de esta afirmación escasos ejemplos de voces femeninas citadas por los cantores mientras que podemos poner de relieve las repetidas referencias al llanto de las mujeres como forma de expresión de esta subjetividad. “(…) Hablar es un acto potente, una afirmación de soberanía que al mismo tiempo supone una relación de igualdad con otros sujetos hablantes” (BUTLER, 1990, Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. p. 249.). En ambos poemas, se construye una voz que funda derechos plenos de habla para el hombre gaucho. Sin embargo, éstos son negados a las mujeres. En los poemas de José Hernandez, las mujeres participan de la historia a través del llanto; su único medio expresivo da cuenta de la imposibilidad de trascender la organización de derechos de habla impuestos por el texto. Para la mujer, “hablar dentro del sistema es estar privado/a de la posibilidad del habla; hablar dentro de ese contexto es una contradicción performativa: la afirmación lingüística de un yo que no puede <<ser>> dentro del lenguaje que lo afirma”. (BUTLER, 1990, p.232.). “Ante la mujer (…) el matrero asume sus valores de libertad y virilidad. Y dirige a sus diferentes la misma degradación y despojo que él mismo ha recibido de los que lo condenan por su diferencia” (LUDMER, 1988, p.171.). La cita se refiere al canto VIII de El gaucho Martín Fierro. Allí Fierro se dirige a la negra a partir de la escansión de su nombre: “Va..ca … yendo gente al baile” (HERNANDEZ, 1872, v1154, p. 153.) Se trata del único momento donde Fierro agrede a una mujer. En La ida y en especial en La vuelta, conocemos la sensibilidad del cantor por el sufrimiento femenino. Los gauchos que maltratan a las mujeres, encarnados en personajes como Cruz y Vizcacha1, son condenados. No obstante, las mujeres permanecen en silencio. A lo largo del presente trabajo, se intentará abordar el problemático uso cultural de la voz para denunciar e intentar reformar una forma de uso del cuerpo por parte del estado. El desarrollo de la sensibilidad por el sufrimiento femenino se profundiza y alcanza un grado de identificación a medida que el cantor Martín Fierro se afirma como gaucho bueno. La voz del gaucho busca “fingir la univocidad” (…) del sentido de gaucho “con el fin de mantenerse en la legalidad del otro” (LUDMER, 1988, p. 184.). El desplazamiento de los personajes femeninos a la voz no articulada trasluce la 1 “Mató a su mujer de un palo/ Porque le dio un mate frío” (HERNANDEZ, 1879, vv. 2287-2288, p. 363.) Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. imposibilidad de la alianza entre los dos códigos y muestra la única alternativa posible: el lamento. El llanto y el canto La voz del gaucho cantor es masculina. Su identidad de género se configura a través de la inscripción de esta práctica en la lógica del desafío y del duelo: “Allí el hombre se define como diferente y superior (…) sobre todo por el valor. Se trata de la definición del hombre macho” (LUDMER, 1988, p. 141). Payada y duelo están semánticamente transcodificados al punto que: “Antes que la sangre pierda/ Lo arrimaron a unas pipas/ Ahí lo dejé con las tripas / Como pa que hiciera cuerdas” (HERNANDEZ, 1872, vv. 2001, p. 189.). La guitarra sirve como arma que vuelve inmune al cantor: “Con la guitarra en la mano /Ni las moscas se me arriman, / Naides me pone el pie encima (HERNANDEZ, 1872, vv.55-57, p. 101.)”, pero, al mismo tiempo, es víctima de la violencia ejercida por el gaucho en el uso metafórico: “Y cuando el pecho se entona, / Hago gemir a la prima / Y llorar a la bordona” (HERNANDEZ, 1872, vv. 58-60, p. 101.). Asimismo, “gemir” y “llorar” remiten al lamento. En la primera sextina, el cantor dice que el enunciado del canto es “(…) (una) pena extraordinaria” que “(…) lo desvela” (HERNÁNDEZ, 1872, vv.3-4, p.99.). Lamento y desafío se remiten especularmente puesto que “(…) su lengua y el tono de su desafío, (es) el que los pone fuera de la ley y da lugar al lamento. Los dos tonos son, entonces, dos caras del mismo fenómeno (…)” (LUDMER, 1988, p. 142.). En El gaucho Martín Fierro y La vuelta de Martín Fierro, el lamento es una forma de voz articulada. De hecho, en la forma de canto, la voz es puesta en primer plano; ella es el tema de reflexión que ocupa el preludio de La ida. Como música, la voz Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. se ofrece como objeto de fascinación más allá del contenido del enunciado. “Males que conocen todos / Pero que naides cantó.” (Hernandez, 1872, vv. 2315-2316, p. 204). Cantar no es un acto de comunicación sino el hecho mismo de ubicar la voz del gaucho en una posición central. Si el cantor se diferencia de los cantores de distracción y declara que su canto tiene el plus de la opinión: “Yo he conocido cantores/ Que era un gusto el escuchar; / Mas no quieren opinar / Y se divierten cantando; Pero yo canto opinando/ Que es mi modo de cantar.” (HERNANDEZ, 1879, vv. 62-66, p. 270.), debemos entender opinión no como mero comentario sino como la conciencia del valor político que implica desplegar la voz gaucha. Única y homogénea, a través de la voz gaucha accedemos una cultura que se presenta indivisa: El canto es el código oral: expresión y a la vez cohesión cultural de la comunidad de los gauchos, su palabra pública: contiene su literatura, su sistema religioso, social, jurídico, económico y sexual. En el canto del preludio (de La ida), Hernández construyó la ficción de una cultura toda una o una cultura de identidad: plena, indivisa, sin estado. Y a la vez su fractura y su división (LUDMER, 1988, p. 138.) El tratamiento de la voz el preludio de La ida hace de ésta un fetiche y como tal, se transforma en “portadora de un sentido más profundo, de algún hondo mensaje, es una ilusión estructural, el núcleo de una fantasía de que la voz que canta podría curar la herida infligida por la cultura, restaurar la pérdida que sufrimos al asumir el orden simbólico (DÓLAR, 2006, p. 44.). El ingreso de la ley estatal en la vida cotidiana de los gauchos representa una amenaza al código oral. El canto es una resistencia a la división entre voz y ley escrita y presenta una voz capaz de exorcizar las desgracias a través del tono del lamento. “Uno debería renunciar a la noción trivial de una realidad primordial, plenamente constituida, donde la vista y el oído se complementaran armoniosamente entre sí: en cuanto ingresamos al orden simbólico, una hiancia insalvable separa para Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. siempre al cuerpo humano de su voz. La voz adquiere una autonomía espectral, nunca termina de pertenecer del todo al cuerpo que vemos (…). Y a las mujeres… ¿quién entiende las entiende? Los personajes femeninos, en cambio, se lamentan en la no voz. El canto es un lugar de enunciación vedado a las mujeres a pesar ser también ellas víctimas de la aplicación desigual de la ley. La cita más significativa de las palabras de una mujer sirve para respaldar la organización de derechos de habla: “<<Jamás puede hablar el hijo/ Con la autoridad del padre>>” (HERNANDEZ, 1879, vv. 1711-1712, p. 338.). Conocemos las historias de los personajes femeninos a través de los cantores pero la valoración que hace cada uno los diferencia. Cruz, decepcionado por el engaño, condena al género: “Las mujeres, dende entonces, / Conocía todas en una- / Ya no he de probar fortuna / Con carta tan conocida: Mujer y perra parida,/ No se me atraca ninguna!” (HERNANDEZ, 1872, vv. 1879-1884, p. 184.). Repitiendo los esquemas que lo condenan como sujeto, Cruz condena animalizando. “Las mismas palabras significan por lo menos dos cosas, una trivial y otra donde está en juego el cuerpo del otro y su uso, ligado con un animal o con el sexo femenino (…) La duplicidad oída aparece como arma contra la diferencia y también la significa” (LUDMER, 1988, p.142.) :en Mujer y perra parida animalización y condena sexista se superponen si tenemos en cuenta el sentido de perra que está en juego. En una situación análoga, la partida de la mujer, Fierro se expresa de forma diferente. En su lamento, la animalización alcanza mayormente a su rival: “Y la pobre mi mujer, / Dios sabe cuánto sufrió! - / Me dicen que se voló / Con no sé qué gavilán- / Sin duda a buscar el pan / Que no podía darle yo.” (HERNANDEZ, 1879, vv. 1051- Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. 1056, p. 148.). A lo largo de los dos poemas, Fierro contextualiza y explica sus pecados para evitar ser condenado como gaucho malo: “Y sepan cuantos escuchan / De mis penas el relato / Que nunca péleo ni mato / Sino por necesidá; / Y que tanta alversidá / Sólo me arrojó el mal trato.” (HERNANDEZ, 1872, vv.103-108, p. 103.). Coherente con este gesto, comprende que detrás de la actitud de su mujer también hay una necesidad. A partir de este momento, Fierro desarrollará una perspectiva de reconocimiento del sufrimiento del género femenino en simpatía con su propio dolor. Su comprensión consiste en poder escuchar el llanto. Así, tolera el sollozo de la negra: “Y empezó la pobre allí / a bramar como una loba- / Yo quise darle una soba / A ver si la hacia callar / Mas, pude reflexionar / Que era malo en aquel punto, / Y por respeto al difunto / No la quise castigar”. (HERNANDEZ, 1872, vv. 1241-1248, p. 158.) y se horroriza frente a los quejidos de las chinas en los sacrificios a las que las someten: “Muchas veces se les oyen / A las pobres los quejidos; / Mas son lamentos perdidos-” (HERNANDEZ, 1879, vv. 756-759, p. 299.). Ningún personaje despierta tanta empatía e identificación en Fierro como la cautiva: “Conocí que era cristiana / Y esto me dio mayor pena” (HERNANDEZ: vv. 1007-1008: 311: 1879). Escucha su llanto: “Quise curiosiar los llantos/ Que llegaban hasta mí” (HERNANDEZ, 1879, vv. 997-998, p. 310.), lo traduce y narra su historia. Así conocemos al personaje femenino de mayor profundidad en los poemas. Fierro sólo en una ocasión entrega la palabra a la cautiva, no sin mencionar que habla desde el llanto: “Sollozando me lo dijo, <<Me amarró luego las manos / Con las tripitas de mi hijo>>” (HERNANDEZ, 1870, vv. 1115-1116, p. 315.). Prevalece el YO del gaucho excepto en dos oportunidades que un verbo de decir recuerda la voz de la cautiva: “Naides, decia, se imagina, /Ni es capaz de presumir / Cuánto tiene que sufrir / Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. La infeliz que está cautiva. (HERNANDEZ, 1879 vv. 1053-1056, p. 313.) y “Es increíble, me decía, / Que tanta fiereza esista” (HERNANDEZ, 1879, vv. 1105-1106, p. 315.). La disputa por el sentido del uso del cuerpo de la cautiva no logra el registro verbal como sí ocurre con el gaucho en los dos poemas. Su voz es mayormente silenciada y en su lugar, nos ofrece subjetivismos que dan cuenta la empatía del gaucho por la historia de esta mujer: “Llora la pobre afligida” (HERNANDEZ, 1879, vv. 11051106, 315.), “Que aquel salvaje tan cruel” (HERNANDEZ, 1879, vv. 1105-1106, 315.) o bien en la calificación de la china que la esclaviza como “perversa” o “malvada”. “Una mujer no puede utilizar la primera persona <<yo>> porque, como mujer, la hablante es <<particular>> (relativa, interesada, de perspectiva), e invocar el <<yo>> implica la capacidad de hablar por y como el ser humano universal (…)” (BUTLER, 1990, p.234.). Ubicado en el centro del poder, el cantor impide que la cautiva asuma el YO que otorgue universalidad a sus palabras y presenta, en su lugar, su relato como de género. El drama que padece este personaje ocurre – y se trata de una construcción única en ambos poemas- en un universo femenino. La cautiva es esclavizada por mujeres y su sufrimiento es a causa de ser mujer: “Aquella china perversa (…) /la mandaba trabajar, / Poniendo cerca de su hijito (…) / Viendo a su hijito llorar, / Y hasta que no terminaba, / La china no la dejaba / Que le diera de mamar.” (HERNANDEZ, 1879, vv. 10033-1050, 313.) La extorsión se realiza a través del llanto, el lenguaje propio de los personajes femeninos y sobre su condición de mujer. Así lo expresa la cautiva en uno de sus limitados espacios de locución indirecta: “Es increíble, me decía / Que tanta fiereza esista- / No habrá madre que resista,” (HERNANDEZ, 1879, vv. 1105-1107, 315.). Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. La distinción particular-universal revela la desigual distribución de los derechos de habla. La voz articulada, en contraposición del llanto, es un espacio habilitado a los varones. La cautiva accede a éste –aunque parcialmente- y es masculinizada: “ Cuando a una débil mujer Le diste en esa ocasión La juerza de un varón Tal vez no pudiera haber- Esa infeliz tan llorosa (…) Y olvidando su aflición, Le pegó al indio un tirón Que me lo sacó de encima. (HERNANDEZ, 1879, vv. 1251-1260, pp. 320-321.). El episodio de la cautiva cierra la descripción y condena de la vida en los toldos. Luego de este relato, la conversión de Martín Fierro es completa. Como Cristo, salva a una mujer, “esa infeliz tan llorosa” que “como una Madalena/ Lloraba con toda gana” (HERNANDEZ, 1879, vv. 1105-1106, 315.). Al despedirla, Fierro profesa las palabras que marcan su regreso al orden impuesto por el estado: “Pues infierno por infierno/ Prefiero el de la frontera” (HERNANDEZ, 1879, vv. 1548-1550, 315.). “En La ida los tonos del desafío y del lamento tocan sus límites, la no voz, y se suceden. (…) En La ida parece haber alianza política sin alianza entre la voz oída y la palabra escrita” (LUDMER, 1988, p. 143). En La vuelta, la conversión implica asumir la voz articulada, perdida hacia el final de La ida en la destrucción de la guitarra y aceptar la convivencia del código oral y escrito. Ahora el desafío también puede ser letrado: “Me has de decir lo que empriende / El que del tiempo depende, / En los meses que train erre.” (HERNANDEZ, 1879, vv. 4376-4378, 453.). El lamento sin voz no ingresa en el nuevo orden: la mujer de Fierro muere antes de que él pueda reencontrarse con ella. Como señala Martínez Estrada, la ausencia Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. cobra un valor positivo. Recuerda que la conversión de los cantores de La vuelta no se lleva a cabo sin implicar una perdida identitaria para los personajes. “Al suprimirse esas figuras han arrancado trozos vivientes de las que quedan, sus desgarrones en el alma no podrán ser cicatrizados jamás” (…) “Habría bastado que aparecieran, que dejaran de ser seres potenciales, ubicuos, para que nos aliviáramos, como con el ingreso a la conciencia de los pensamientos reprimidos”. (MARTINEZ ESTRADA, 1948, p. 102.). Generated by Foxit PDF Creator © Foxit Software http://www.foxitsoftware.com For evaluation only. Bibliografía Butler, Judith, 1990. “Monique Wittig: Desintegración corporal y sexo ficticio” en El género en disputa, Barcelona: Paidós. Dolar, Mladen, 2006. “Lingüística de la voz” en Una voz y nada más, Buenos Aires: Manantial. Hernandez, José, 1872. El gaucho Martín Fierro, edición crítica, Élida Lois y Ángel Núñez, 2001. Nanterre Cedex: Signatarios del acuerdo Archivos. Hernandez, José, 1879. La vuelta de Martín Fierro, edición crítica, Élida Lois y Ángel Núñez, 2001. Nanterre Cedex: Signatarios del acuerdo Archivos. Ludmer, Josefina, 1988. El género gauchesco. Un tratado sobre la patria, Buenos Aires: Perfil, pp. 30-36, 117-145, 164-172. Martínez Estrada, Ezequiel, 1948. “Los personajes secundarios” en Muerte y transfiguración de Martín Fierro: ensayo de interpretación de la vida argentina, Rosario: Beatriz Viterbo.