EL LIBRERO 66 febrero 2013.indd

Transcripción

EL LIBRERO 66 febrero 2013.indd
v e n e z u e l a
publicación mensual
año 6 ~ número 66
FEBrEro 2013
derechos reservados
distribución gratuita
>> portaDa P18
por QuÉ no cEdE La crisis
Más que a los terroristas o al calentamiento, el
mundo le tema a la recesión global que ya lleva
cuatro años y no termina de despejarse.
>> autorEs/p44
Juan carlos zapata usa la
crónica –y algo de ficción- para
comprender los mecanismos del
poder en venezuela
>>Los Libros /p25
salman rushdie se elogia a sí mismo; los
sirios de alepo dice que ambos bandos de su
guerra son el mismo espanto; y un filósofo
polaco informa que Dios no es feliz
>> LanzamiEntos /p38
banesco y fundación
artesanogroup muestran a
la gente que hace escuela
>>Editor
sergio dahbar
[email protected]
>>consejo asesor
Euzenando azevedo
roberto Eliaschev
carlos Hernández delfino
antonio lópez ortega
caroline de oteyza
graciela pantin
leonardo pizani
Herman sifontes tovar
michael penfold
>>coordinador editorial
rafael osío cabrices
[email protected]
>>redacción
abril mejías
>>colaboradores
umberto Eco
Harrys salswach
rosana Faría
>>diseño gráfico
gonzalo gonzález
jaime pérez mansilla
gg&a comunicación visual
[email protected]
www.ggcomunicacionvisual.com
>>Fotografía
Efrén Hernández
jorge andrés castillo
carlos ramírez
mauricio j. villahermosa s.
Editorial
D
ecíamos en el editorial del número diciembre-enero que el dólar aumentaba y los
pronósticos para 2013 no eran nada
buenos; escribimos ahora estas líneas a
finales de enero, con las librerías a medio
proveer, el sector despertándose todavía del asueto
decembrino, el dólar paralelo igual de caro y la devaluación en camino. La nación y su gobierno ven crecer los
problemas en espera del desenlace sobre la misteriosa
salud del Presidente; los lectores buscan sus libros.
Es muy curioso este país. Vivimos esperando un
apocalipsis que no termina de ocurrir, o que ocurre en
cámara lenta. Las librerías siguen vendiendo. En diciem-
bre, libros de autores venezolanos como Afiuni: la presa
del comandante (La Hoja del Norte) y El grito ignorado
(Planeta) agotaron varios miles de ejemplares. Ambos
son reportajes sobre eventos abominables marcados por
una desaforada violencia. El libro de los récords Guinness de 2012 no pudo salir del puerto antes de Navidad,
otro clásico de ventas. Pese a los problemas, la actividad
no se detiene. Todavía abren librerías. ¿Será que las cosas
no están tan mal?
Los próximos meses dirán qué pasa con la moneda y
con el inventario. Lo único certero, comprobable, es que el
sector editorial venezolano insiste en producir lectura
para su gente. Que siga así.
C O N T E N I D O
O P I N I Ó N >>
>> uMBerTo eco
>> serGIo dahBar
>> harrYs saLsWach
>> raFaeL osÍo caBrIces
>> rosaNa FarÍa
Desde europa /06
relaciones peligrosas /08
Cuaderno de notas /10
La prueba del tiempo /12
Dibujando ideas /36
>>pre-prensa e impresión
grapho-formas
© derechos exclusivos: the new York
review of Books, the new York times
Book review. las colaboraciones son
rigurosamente solicitadas. El editor
no necesariamente comparte los puntos
de vista de los colaboradores.
una publicación
del grupo Editorial cyngular
riF: j-31529309-9
av. libertador esq. los jabillos
Ed. ayacucho, piso 12 apto. 121
la Florida.
E-mail: [email protected]
18 >> P O R T A D A
>>presidente
sergio dahbar
>>gerente de administración
carolina de ituarte
>>asesores legales
ramón josé medina
torres, plaz y araujo
los libros
>>coordinación
rafael osío cabrices
>>traducción
gabriela gamboa
>> derechos exclusivos
the new York times Books review
the new York review of Books
2>Febrero 2013
La crisis económica global que
empezó con la ruptura de la
burbuja inmobiliaria en 2008
se ha prolongado lo suficiente
como para gestar su propia
bibliografía.
La crisis Económica:
un Enigma En procEso
dE rEsolución
suDoKu
Si Alepo cae
la segunda ciudad siria se creía
a salvo de la guerra. Ahora, los
combates la han dejado sin su
riqueza y sin su fe /25
>> IMPrescINdIBLes
>> Novedades
Qué ocurre en
el sector editorial /04
lo más reciente de la
oferta editorial nacional
e importada /14
>> LaNZaMIeNTos
menena cottin cuenta la fantástica
historia de su nuevo libro sobre el
arte de mirar el mundo /22
>> LaNZaMIeNTos
Ediciones B se arriesga con una nueva
colección de policiales venezolanos, pero
todos protagonizados por mujeres /42
los versos egocéntricos
Salman rushdie publicó
una autobiografía en tercera
persona. Pero eso no hace
nada por esconder la visión de
sí mismo como un genio
>> LaNZaMIeNTos
En Gente que hace escuela, hablan los
mejores venezolanos: los que hacen las
hacerlas/38
cosas bien y enseñan a hacerlas
>> auTores
juan carlos zapata inaugura
su editorial con dos
originales crónicas sobre el
misterio del poder /44
la felicidad de Dios
Un legendario filósofo polaco
demuestra que ni en el cielo
hay júbilo
>> Mercado
mariana marczuk explica cómo se está
relanzando planeta en venezuela /24
Febrero 2013>3
[im]prescindibles
>> E l W o o d s t o c k d e l a s l e t r a s
Así llamado por Bill Clinton, el Hay
Festival Cartagena tuvo lugar en la
ciudad amurallada los días 24, 25, 26 y
27 de enero pasado. Allí llegaron con sus
maletas de sueños e imaginaciones Mario
Vargas Llosa y Julian Barnes, quienes
se dieron un banquete al recordar al
tercero que no estaba allí: Gustave
Flaubert. Vargas Llosa hizo una defensa
apasionada de Madame Bovary, y demostró que su vitalidad y fuerza creadora
están intactas. También estuvieron presentes Philip Bloom, John Raulston
Saul, David Grossman, Leonardo Padura, Javier Cercas, Gastón Acurio, Narda
Lepes… Un festín de conversaciones, de diálogos a veces imprudentes y otros
deslumbrantes… Y también una variedad de noches rumberas que dejaron a los
asistentes exhaustos. Quizás la única ausencia de peso fue el periodista David
Remnick, director de The New Yorker, quien no asistió por razones de salud.
>> O l i va r e s e n C a r ta g e n a
El periodista Francisco Olivares, quien escribió el
libro sobre la jueza María de Lourdes Afiuni, La
presa del comandante, se reunió con representantes
de PEN International en la ciudad de Cartagena
de Indias. Estuvieron presentes periodistas
colombianos y mexicanos, todos interesados en
conocer el caso (o la injusticia en contra) de la
jueza María Lourdes Afiuni. Esta obra reveló un
secreto que la jueza había mantenido guardado
en su corazón: el abuso del que fue objeto por una banda de fascinerosos en
el penal del INOF. Una historia increíble, atroz, espeluznante. Escrita con
distancia, sin adjetivos, para que las palabras de la víctima adquieran el peso
real que merecían. Esta denuncia ya era conocida en el exterior. El presidente
del PEN International, John Ralston Saul, se mostró interesado en conocer si
Olivares había sido amenazado después de escribir este libro y cuál había sido
la reacción de los medios oficiales.
>> E m o c i ó n e n l o s o j o s
Menena Cottin y Lucero Márquez presentaron en el
Hay Festival Cartagena Cierra los ojos que vamos a ver
(Dahbar, 2013). Fue el viernes 25 de enero a las 12
y 30 del mediodía. Ocurrió en el Salón del Rey, del
Centro de Cooperación Iberoamericana, frente a la
Plaza Santo Domingo. Fue un diálogo a tres voces.
Sergio Dahbar fue el moderador de un encuentro
que hizo llorar a más de uno de los asistentes. Con
las entradas agotadas, y gente de pie, Menena Cottin
y Lucero Márquez contaron su historia, llena de
emoción y superación de límites.
>> L a j u e z a e n l a p i c o ta
Solicitamos a tres empresas que nos dieran las listas
de los libros más vendidos. Tecniciencia, Nacho y
Templo Interno. Dos cadenas fundamentales y una
librería independiente. Todas tuvieron a Afiuni: la
presa del comandante, de Francisco Olivares, entre
los primeros puestos. Ya van 17 mil ejemplares
vendidos. Y apenas tiene dos meses de editado.
Ya corre por las calles la edición pirata que no
había salido en diciembre por la falta de papel. La
impunidad contra la jueza Afiuni y la impunidad
contra los derechos de autor campea en Venezuela,
ante los ojos de las autoridades.
>> C u á l e s l í m i t e s
Fue un encuentro mágico el de Menena
Cottin y Lucero Márquez, un momento
de rara tranquilidad en medio de un
festival de artes frenético. Lucero contó
su gran momento de vida: cuando decidió
participar en una expedición para atravesar
zonas montañosas de México con su perra
Ava y 10 discapacitados más. Fue uno de
los instantes luminosos de este Hay Festival
que nadie olvidará. Sobre todo cuando Lucero Márquez contó que su perra había
llegado enferma a Cartagena y estaba en una clínica veterinaria internada.
Mostró que a pesar de esa dificultad, ella seguía de pie y con el ánimo en alto.
4>Febrero 2013
>> E s ta g e n t e s í v e n d e
En las listas de las tres empresas consultadas
siempre se repetían los siguientes libros: El
manuscrito encontrado en Accra, El largo camino
hacia la libertad, A ese muchacho lo van a matar, El
grito ignorado, El suicidio del poder, Historia menuda
de un país que ya no existe, Permítanme contarles,
Gente Tóxica, La civilización del espectáculo y Mujeres
malqueridas. Todos autores que venden libros como
salchichas. Novelas, ensayos, periodismo, historia,
autoayuda, humor, tecnología, política… Un paneo
por los intereses de los lectores en Venezuela. EL
Menena Cottin ha hecho posible un milagro:
Contar una historia de superación personal,
que nació como un acto de amor por los libros
Otro libro
de la autora
en Dahbar
Ediciones
Desde Europa
<<Umberto Eco>>
© 2012 derechos reservados the new york times
Baile en torno a la muerte
© 2012 Umberto Eco/L’Espresso
M
agazine Littéraire, una
revista mensual
francesa, consagró su
número de octubre a
un solo tema: cómo
trata la literatura el tópico de la muerte.
La leí con interés pero a fin de cuentas
resulté decepcionado. Algunos de los artículos quizá hayan tocado ideas con las
que todavía no estaba familiarizado, pero
al final simplemente reiteraban un
argumento bien conocido: que, además
de abordar la idea del amor, la literatura
siempre ha manejado el concepto de la
muerte. Los artículos señalaban la
presencia de la muerte tanto en la
narrativa del siglo pasado como en la
literatura gótica prerromántica, pero
también hubieran podido mencionar la
mitología griega -quizá la muerte de
Héctor y el duelo de Andrómaca- o los
sufrimientos de los mártires en muchos
textos medievales. Por no hablar del
hecho de que la historia de la filosofía
empieza con la premisa del más fundamental de los silogismos: “Todos los
hombres son mortales”.
Quizá el problema esté arraigado en
el hecho de que ahora se leen menos
libros que en generaciones pasadas.
Pero, sea cual fuere la causa, hemos
perdido la capacidad de aceptar la
muerte. La religión, la mitología y los
rituales antiguos hacían a la muerte, si
no menos temible, al menos sí más
familiar para nosotros. A través de las
celebraciones fúnebres, los gemidos de
los dolientes y la gran misa de réquiem
nos íbamos acostumbrando a la
muerte. Nos preparaban para ella con
sermones sobre el infierno e incluso de
niño me alentaban a leer porciones del
Compañero de la Juventud, que abordaba
el tema de la muerte.
Ese texto, un manual de oraciones
editado por el sacerdote del siglo XIX Don
Bosco, era un recordatorio de que no
6>Febrero 2013
sabíamos dónde ni cómo iba a venir la
muerte por nosotros: en nuestra cama, en
el trabajo, en la calle, con un aneurisma
roto, una fiebre, un terremoto o algo por
completo diferente. En ese momento
sentiremos que se nos nubla la cabeza, nos
dolerán los ojos, tendremos la lengua
reseca, la mandíbula caída, el pecho
pesado, la sangre congelada, la carne
consumida, el corazón atravesado. De ahí
la necesidad de practicar lo que Don Bosco
llamaba el ejercicio para una muerte feliz:
“Cuando los pies inmóviles me digan que
está por cesar mi carrera en esta vida...
cuando las manos, temblorosas y embotadas ya no puedan aferrarse a ti, oh, mi
buen Crucifijo, y a pesar de mí mismo te
deje caer en el lecho de mi agonía...
cuando tenga la vista turbia y consternada por el horror de la muerte inminente...
cuando las pálidas y cenicientas mejillas
causen compasión y terror a los espectadores, y el pelo, húmedo y erizado con el
sudor de la muerte, anuncie la proximi-
dad de mi fin... cuando la imaginación,
agitada por los horrendos y terribles
fantasmas se hunda en desdichas
mortales... cuando haya perdido el uso de
todos los sentidos... Jesús misericordioso,
apiádate de mí”.
Esto es sadismo puro, podríamos decir.
Pero, ¿qué les enseñamos a nuestros
contemporáneos hoy en día? Que la
muerte ocurre lejos de nosotros en los
hospitales, que los dolientes no tienen
necesariamente que acompañar al ataúd
al cementerio, que ya no vemos a la
muerte. O, más bien, que la vemos
continuamente: personas golpeadas,
baleadas o despedazadas en explosiones;
hundidas en el fondo del río con los pies
envueltos en concreto; tiradas sin vida en
la acera, con la cabeza rodando en la
cuneta. Pero esos no son ni prójimos ni
queridos: son actores. La muerte es un
espectáculo; por supuesto en el cine y la
televisión, pero también en la vida real.
Devoramos las noticias de los medios
sobre la muchacha que fue violada y
asesinada, o sobre las víctimas de un
asesino serial. No vemos los cuerpos
torturados, pues eso nos recordaría a la
muerte en sí. Más bien vemos a los
amigos llorosos que llevan flores a la
escena del crimen u organizan una
vigilia a la luz de las velas. O, mucho
más sádico, vemos a los reporteros que
tocan a la puerta de una madre en duelo
para preguntarle qué sintió al enterarse
del asesinato de su hija. La muerte en sí
se muestra sólo de manera indirecta, a
través del dolor de los amigos y los
padres, lo que nos afecta menos visceralmente. La muerte ha desaparecido en
gran medida de nuestro horizonte de
experiencia inmediato. El resultado es
que habrá más gente aterrada cuando
llegue el momento de enfrentarse al
evento que ha sido nuestro destino
desde el nacimiento. Un destino que
los hombres sabios dedican toda
su vida a aceptar. EL
relaciones peligrosas
<<Sergio Dahbar>>
Cherchez la femme
A
lfred Hitchcock sigue tan
vivo como en sus
mejores días. La encuesta
que realiza la revista
británica de cine Sight &
Sound cada diez años así lo demuestra:
Vértigo fue escogida como la mejor
película de la historia (a pesar de que el
mismo realizador no la consideró
redonda). Ahora dos films lo recuerdan:
Hitchcock (2012), de Sacha Gervasi, y The
Girl (2012), de Julian Jarrold.
El primero recupera la creación
magistral de Psicosis (1960) y el segundo
se centra en su obsesión maniática por
la actriz Tippi Hedren, heroína de dos
obras de este realizador británico, Los
pájaros (1963) y Marnie (1964).
Los dos estrenos del año 2012
revelan ese diamante que fue Alma
Reville, montadora, guionista, actriz y
esposa de Alfred Hitchcock. Era
inevitable que el director buscara su
aprobación después de cada toma.
Ya en la célebre entrevista que le
hiciera el director francés François
Truffaut en 1965, Hitchcock reconoce
que sin su esposa no hubiera podido
financiar su primera película. Ella
siempre fue su salvavidas en el mar de
las dudas y los temores ante los desafíos
de la creación.
Cuando recibió el homenaje del
American Film Institute, a los 79 años,
pidió permiso ante la audiencia para
nombrar a cuatro personas que le
dieron su cariño, reconocimiento,
ánimos y constante colaboración: una
montadora, una guionista, la madre de
su hija Pat y una cocinera. Todas
llamadas Alma Reville.
Una manera de entender de qué
forma Reville fue el alma de uno de los
grandes realizadores del siglo XX es ver
Hitchcock, del inglés Sacha Gervasi. De
8>Febrero 2013
factura impecable, las dos puntas que
tensan la cuerda de esta historia (cómo
se hizo Psicosis, cuando los productores
le quitaron el apoyo a un Hitchcock
que consideraban agotado) son Alma
Reville y la obsesión que tenía el
director por el crimen que le dio vida a
esta obra de terror.
Había estrenado en 1959, y con
notable éxito, North by Northwest, que
fue distribuida en América Latina con
el título Con la muerte en los talones. La
compañía productora esperaba que este
realizador volviera a trabajar en una
pieza divertida, con suspenso y agilidad, y con estrellas como Gary Grant,
que eran garantía de excelente taquilla.
Hitchcock, quien solía repetir que la
lógica es aburrida, desdeñó las expectativas de sus financistas. Y atendió el
llamado inconsciente de una noticia
que vio en la prensa. Un crimen serial
de un campesino que asesinaba
mujeres porque estaba obsesionado con
su madre, ya muerta.
El escritor Robert Bloch escribió una
novela homónima con la historia, que
adaptó el guionista Joseph Stefano.
Hitchcock es la creación de este clásico
que costó 806.947 mil dólares y recaudó
32 millones de dólares.
Gervasi se centra en las dificultades de Alfred Hitchcock para realizar
Psicosis. Los productores le dan la
espalda; decide hipotecar su casa con
un riesgo muy alto de perder todo; su
esposa (harta de su megalomanía y
sus desplantes con actrices rubias
muy bellas) se hace amiga de un
guionista y lo desatiende; y cuando
duerme lo asaltan pesadillas con
crímenes espantosos…
Lo interesante es la forma en que
Hitchcock crea su nueva película, una
obra compleja que por momentos
pareciera conducirlo al abismo,
enfrentado a imágenes de su propia
vida y de quienes lo rodean. La desaparición de su mujer crea en él tanto
pánico que llega a sentir que el asesino
serial de su historia le susurra al oído
ideas espeluznantes.
Siempre el cine dentro del cine será
una aventura apasionante para quien
sienta curiosidad por un oficio lleno de
sorpresas y momentos imprevistos.
Gervasi muestra la hechura de un film
realizado por un genio, con los elementos necesarios para recordar el clásico
como si lo viéramos por dentro.
Nada más la creación del mercadeo
de la película que emprende Hitchcock
cuando se entera que sólo dos cines se
atreven a exhibir su película es una
lección de cómo vender algo en lo que
uno cree a muerte.
Otro momento glorioso en
Hitchcock es cuando regresa Alma de
ese escape sin consecuencias con el
guionista amigo y decide ayudar al
realizador en el montaje de Psicosis, para
corregir los excesos y debilidades.
Hitchcock creía que sólo en la sala de
edición era posible darle sentido a una
historia. Y tenía razón.
Hitchcock es una película para
disfrutar. Se puede ver como la historia
de un clásico del cine y tiene momentos entretenidos que llevan de la mano
al espectador por buen cauce. Pero
también es una operación elaborada
para conocer lo que algunos críticos
han llamado el agujero negro del horror
de este director que tanto miedo supo
inocular desde la pantalla.
Y allí está, recreada en su esencia,
una de las escenas más gloriosas del
cine: el asesinato de la rubia que se
roba 40 mil dólares y paga su culpa
bajo la ducha, cuando se corre la
cortina y la acuchillan a mansalva.
Una proeza filmada en 6 días, 70
posiciones de cámara y 45 segundos
finales de película. Y el cuchillo
nunca toca el cuerpo de la asesinada.
Ese era Hitchcock. EL
Aviso_75_Años_Entrevistas_CU.indd 1
9/4/12 5:44 PM
cuaderno de notas
<<Harrys Salswach>>
A mi padre
peter mayer y la broma
de los 300.000 ejemplares
1 Mi querido padre, hojeando Una
historia de la lectura en la edición ilustrada de Lumen, de Alberto Manguel,
quedó sorprendido por un dato: la
pequeña Colette, con tan solo ocho años,
leía Los miserables de Víctor Hugo con lo
que llamaría luego “pasión razonada”. La
sorpresa denota que la lectura de un
clásico de tal envergadura no es lo
habitual, no es la norma hoy día, pero
quizás lo fue. Tan solo ocho años y las
desdichas de Jean Valjean atraparon a
esta jovencita. Si bien es cierto que
Colette era una niña de sensibilidad
especial y que muchos años después se
convertiría en una escritora de fuelle,
cuya obra sería publicada en la prestigiosa colección La Pléyade, la prematura
inclinación lectora sigue sorprendiendo,
y no solo a mi padre.
2 Peter Mayer ha sido un referente
insoslayable del mundo editorial.
Director de Penguin, el hombre tras el
fenómeno editorial de la colección
bolsillo cuyo diseño colorido y maleable
hizo posible la masificación en términos
contemporáneos (no olvidemos que el
octavo aparece a principios del siglo XVI
en la imprenta del italiano Aldo
Manuzio) de la lectura portátil mucho
tiempo antes de la llegada de los
dispositivos electrónicos, considerado
un visionario, hoy, luego de su retiro de
la editorial del pingüino, está a cargo de
The Overlook Press, la empresa editorial
que junto a su padre nunca abandonó,
ni siquiera cuando sus tareas lo llevaban
de viaje a tres continentes en un mismo
mes. Preclaro ante los cambios tecnológicos que inciden en los hábitos de
consumo, a sus 78 años sigue editando
libros, de esos que vienen en papel. La
sorpresa de mi padre ante aquella niña
10>Febrero 2013
inquieta que leía a Víctor Hugo creo
sentirla ante este casi octogenario
cuando constato que publica libros
físicos y que ha dicho una máxima tan
simple, inventiva y necesaria como un
clip: “Creo que un libro es nuevo si
alguien no lo ha leído”. Un gurú.
3 The Overlook Press es una editorial
personal, pero el criterio no está sujeto al
capricho. Si revisamos el catálogo
notaremos que entre las varias decenas
de categorías, la ficción es por mucho la
que resalta en cantidad de títulos. Y esto
no es un capricho. Es la sólida determinación de quien sabe reconocer las grietas
que la realidad ofrece a quienes tienen el
atrevimiento de divertirse cuando
trabajan. Mayer ha dicho en una entrevista diáfana realizada por Juan Cruz para El
País de España que “mi función como
editor probablemente sea publicar
menos información que antes. Y por
información no entiendo solo la política,
sino todo lo referido a la vida cotidiana,
los viajes, la limpieza, la salud, etcétera...
Toda esta información la tienes en
Internet. Ya no hacen faltan libros para
eso (...) sí es cierto que Guerra y paz tiene
la misma relevancia hoy que hace un
siglo. Y es verdad que la ficción y el teatro
se ven menos afectadas por las nuevas
tecnologías...” Mayer parece haber
previsto que la ficción corresponde a la
necesidad intemporal humana de vivir
vicariamente una historia. Y quizá el
libro no pierda importancia en términos
materiales, sino todo lo contrario.
4 Cuenta Mayer que cuando tomó
las riendas de The Overlook Press
recordó una serie infantil que le
brindó alegrías de niño. Nueve años
tenía cuando Freddy the Pig Books (una
serie de veintiséis libros) ocupaba sus
tardes de entretenimiento. Quiso
hacer la prueba de publicar algún
título de la serie, como una broma, en
reconocimiento por un personaje que
tanto le gustó de niño. Más de 300.000
ejemplares vendidos, ventas de
derechos a otros idiomas (ruso,
alemán, chino) confirman que Mayer
es un visionario. Una historia parecida
experimentó al comprar los derechos
de True grit, novela de vaqueros
adaptada al cine por los hermanos
Coen. Muy sencillo ¿no? “Un libro es
nuevo si alguien no lo ha leído”.
Esa mirada infantil, de ingenio que
señala la obviedad, esa mirada de niño
que recrea un mundo de imaginación,
la mirada de Colette sobre las páginas
de Los miserables, la lúdica decisión de
Mayer de publicar las andanzas de tan
simpático cerdo, señalan una sensibilidad peculiar sobre los libros, la lectura
y la imaginación. Y quizás la sorpresa
de mi padre y la mía sobre ambos
tenga algo que ver con la esperanza de
que siempre habrá alguien que quiera
leer un libro. EL
La prueba del tiempo
<<Rafael
<<rafaelOsío
osíoCabrices>>
Cabrices>>
orwell ilustrado
E
ric Blair, el escritor inglés
conocido entre nosotros por
su pseudónimo George
Orwell, era un hombre
enfermo de cuerpo y espíritu
cuando en 1946 se encerró a escribir en
una cabaña, sin electricidad, en una
remota isla británica, Jura. La tuberculosis
iba a matarlo pronto, en enero de 1950,
última y victoriosa entre varias enfermedades (más una bala franquista en
España) que lo persiguieron en Birmania
y Francia; el alma la tenía bañada en
desencanto sobre el futuro de la especie
humana. Viudo de pronto pero vuelto a
casar con quien sería más una albacea que
una esposa, miraba a lo que había
quedado del mundo tras la peor guerra
que había conocido, y no preveía para él
un buen porvenir.
Orwell había estado entre la primera
generación de hombres de izquierda que se
desilusionó del rumbo tomado por la URSS
en manos de Stalin. Como es sabido, pasó
años explorando la pobreza –metiéndose
deliberadamente en ella desde su ámbito
original de burgués venido a menos– y
alcanzó a dar algunos tiros en las brigadas
12>Febrero 2013
internacionales de la guerra española, pero
el comunismo organizado desconfiaba de
él y las condiciones en que se pudo derrotar
al nazismo dificultaron que, al final de la
Segunda Guerra Mundial, él publicara su
brillante alegoría sobre el stalinismo,
Animal Farm (que finalmente aceptó editar,
en 1945, Jonathan Cape). Así que, políticamente, se quedó bastante solo, como suele
pasarle a los utópicos. Sin embargo, a cargo
del hijo que había adoptado antes de que su
mujer muriera, y aliviado económicamente por el éxito inmediato de Animal Farm,
Orwell persistió en su voluminosa
escritura de artículos y ensayos, y en
terminar, pocos meses antes de sucumbir,
su novela Nineteen Eighty Four, mejor
conocida como 1984.
Luego de años dando vueltas en torno a
esos libros, decidí leerlos completos por
primera vez una tras el otro, en dos
ediciones ilustradas: la de Rebelión en la
granja (editada por El zorro rojo) por el
inglés Ralph Steadman, quien con su
violento trazo satírico sacó mucho
provecho al aire grotesco de la historia; la
de 1984 (de Galaxia Gutenberg) por el
español Antonio Saura, quien falleció poco
antes de que el libro saliera a imprenta, y
que intentó con demasiado abstraccionismo hacer un comentario visual (sin éxito
en mi opinión) de la estructura pesadillesca del imperio de Oceanía.
Animal Farm –la traducción tradicional
la titula Rebelión en la granja– pertenece a
una tradición muy provechosa en la
literatura inglesa, la de la alegoría política,
que dio joyas como Los viajes de Gulliver. El
modo en que los cerdos organizan una
rebelión en una granja para luego
someter a los otros animales, cambiando
en el camino las leyes y la historia, ilustra
con precisión cómo se montó la URSS y
cómo funcionan sus discípulos, como con
amargura lo estamos viendo en Venezuela (salvando algunas distancias, hasta
ahora). 1984 es mucho más larga y menos
entretenida, y es una “novela de ideas”, un
formato mucho más familiar al lector
latinoamericano que se ha enfrentado a
Rómulo Gallegos o Mario Vargas Llosa.
Aquí la crítica se expresa de manera más
detallada y escolar, una decisión del autor
que redujo los méritos estéticos y narrativos de lo que pudo ser una gran pieza de
ciencia ficción.
No será perfecta, 1984, pero al leerla
hoy todavía encuentra uno el motivo por
el que ha sido tan influyente. Su estela ha
servido para bautizar al padre de los reality
shows y para dejarnos todo un vocabulario
con el cual expresar nuestros frecuentes
temores de que regrese el totalitarismo
derrotado –solo en parte– en 1945. Es fácil
imaginarse al propio Blair preguntándose
cómo se le leería en el porvenir, o si se le
leería en absoluto, cuando en la primera
escena su protagonista se inquieta por
cómo describirá lo que vive ante eventuales lectores del mañana: “¿Cómo iba a
comunicarse con el futuro? Era imposible, por su propia naturaleza. O bien el
futuro se parecía al presente, en cuyo caso
no le prestarían atención; o bien sería tan
diferente que sus apuros de hoy no
significarían nada entonces”. No pasó ni
lo uno ni lo otro: se le prestó mucha
atención, tal vez porque el futuro no
resultó tan diferente.
Esas dos novelas de Orwell han
perdurado no por sus logros estéticos
–que los hay, aunque inferiores a los de
muchos otros grandes libros de la
posguerra europea– sino por la potencia
de su visión. Ambas son denuncias de lo
que hizo Stalin con el sueño socialista,
escritas con el talento de su autor y con
la disciplina a la que lo empujaba su
resentimiento de discípulo traicionado,
aunque 1984 lanza un grito de Casandra, una profecía del futuro de la
modernidad completamente pesimista
y aterradora. Pero tienen en común,
además, la descripción de un poder
absoluto que se alimenta, más que en la
fuerza bruta, en la capacidad para
manipular la memoria colectiva y para
crear en quienes domina la sensación de
que puede leer sus pensamientos, de
que ni siquiera en la profundidad de su
conciencia están a salvo de la vigilancia
y la represión.
El régimen de los cerdos que terminan vistiéndose como granjeros y la
dictadura absoluta del Gran Hermano
destruyen el espíritu de quienes
someten. La violencia es eventual; la
aniquilación del pensamiento y del
sentimiento, de toda humanidad,
permanente. Es una buena noticia que,
salvo Corea del Norte, no haya hoy un
régimen que realmente sea como el de
esas novelas. Es una mala noticia que,
medio siglo más tarde, sigamos teniéndolas tan cerca como advertencias de lo
que nos puede pasar. EL
Na r r a t i v a >
<< novEDaDEs >>
A RT E S A N O E D I TO R E S
P U N TO C E RO
BRUGUERA
DIANA
miguel gomes
este nuevo sello se estrena con un nuevo libro de relatos de uno de los más finos y capaces narradores venezolanos, radicado desde
hace años en eeuu. una nueva ocasión para
conocerlo.
Horacio convertini
en Pompeya, barrio del Buenos aires más
profundo, ocurre una de esas pequeñas desgracias que pueden servir para una gran novela: el regreso del hijo pródigo, cali, pobre,
gay, desarraigado, a la casa paterna.
Elizabeth Fuentes
La conocida periodista sigue explorando
un registro que se le da muy bien, el del humor, en estos “cuentos de amor y adulterio” que insiste en que son de ficción.
paul Young
un teólogo que busca responder muchas preguntas sobre la religión en esta
historia llena de dolor y muerte pretende recrear el encuentro de un hombre
con dios.
A L FAG U A R A
A L FAG U A R A
A L FAG U A R A
P L A N E TA
>>Julieta en su castillo
Pe n s a m i e n t o y e n s a y o >
>>El tango de la guardia vieja
>>New Pompey
>>La ciudad y los perros
>>Esto es lo único que me faltaba
>>La cabaña
>>Personas
>>Misión Olvido
arturo pérez-reverte
esta es una novela sobre el amor. Y el amor
casi siempre viene acompañado de otras cosas: intrigas, dolor, incertidumbre y turbulencias, sobre todo en el “convulso” siglo XX.
mario vargas llosa
hace 50 años salió la primera edición de la
primera novela del Nobel Peruano. ahora las
academias de la Lengua española le rinden
homenaje con esta edición de lujo.
carlos Fuentes
en un tono muy íntimo, el autor de La región
más transparente cuenta anécdotas, enseñanzas y situaciones sobre gente que lo marcó y que
además fue relevante en México y el mundo.
maría dueña
Blanca Perea ha decidido huir y volver a
nacer. su historia se sitúa en california y españa, a final del siglo XX. de la misma autora del exitoso El tiempo entre costuras.
LOS
A RT E S A N O E D I TO R E S
B I D & C O . E D I TO R
UCV
maría Elena ramos
un libro que faltaba: el que relata la toma
del aparato cultural por un chavismo que
no acepta disidencias, escrito por una de
las más respetadas figuras de nuestra antigua museística.
Fedosy santaella
este libro juega a salirse de los límites y a volver a entrar. usa formas no típicas para expresar el mundo interior de este escritor de Puerto cabello. con fuertes lazos con Cuentos de
cabecera y Postales Subsole.
L I B RO S D E
E L N AC I O N A L
>>Crisis institucional y gobernabilidad democrática en Venezuela
argenis s. urdaneta g.
este trabajo de investigación y análisis pretende mirar de cerca la realidad política de las
últimas tres décadas, en torno a las muchas
dificultades de la democracia venezolana.
14>Febrero 2013
>>La cultura bajo acoso
>>Instrucciones para leer este libro
>>Radiografía de la industria
de la construcción
alberto lovera
enjundioso aunque breve estudio de este académico, sociólogo pero doctorado luego en arquitectura, sobre ese ámbito de la economía venezolana que disfunciona tan particularmente.
Crónica e historia>
A L FA
P U N TO C E RO
A RT E S A N O E D I TO R E S
E L P A R R I C I DA
rafael arráiz lucca
el intelectual venezolano continúa con sus textos de divulgación histórica que con éxito ha publicado en esta casa, ahora con un breve y preciso estudio de todas nuestras cartas Magnas.
leila macor
crónicas de una periodista venezolana radicada hoy en Los Ángeles sobre unos cuantos
irónicos misterios de la vida contemporánea,
gestados en su blog. Mucho ingenio, mucho
ojo, muy buen estilo.
Elías pino iturrieta y pedro Enrique calzadilla
reedición de esta antología anotada
de crónicas de viajeros extranjeros en
venezuela en el siglo XIX, que produce emociones encontradas pero siempre bien recibidas.
juan carlos zapata
en torno al relato de la relación con venezuela
que ha tenido Mario vargas Llosa por casi medio siglo, transcurre este original experimento
salpicado de ficción sobre cómo la Iv se convirtió en v.
>>Las constituciones de Venezuela
(1811-1999)
>>Nosotros los impostores
>>La mirada del otro
>>El suicidio del poder
Po e s í a >
E L P A R R I C I DA
A L FAG U A R A
EDICIÓN
juan carlos zapata
en 1890, los Barbarito llegaron de
Italia a apure; en pocas décadas
serían los magnates de la pluma de
garza. Zapata revive esta gran historia del llano venezolano.
Harry almela
antología de poemas sobre el amor
y el desamor. Busca ser un espejo de
las emociones propias del enamoramiento y del abandono que causa
luego si no se consuma.
juan martín Echeverría
se le conoce como uno de los más
prestigiosos abogados del país, pero
el doctor echeverría, articulista también en la prensa, escribe poesía desde hace décadas. aquí reúne lo que
considera más relevante.
>>El palacio del llano
cumple 100 años
>>Nunca fue tan claro
el amor
D E A U TO R
>>Antología personal
Febrero 2013>15
Infantil>
Divulgación>
EDICIONES B
P L A N E TA
BOOKET
J AG U A R
Ilustrado por Idana rodríguez, este álbum
permite llevar un registro de los grandes
momentos de nuestra mascota, así como
de sus vacunas, crecimiento, etc. Muy útil.
ana Flor raucci
La autora está harta de que los hombres
todavía en este siglo dominen el mundo,
sobre todo los que aparentan ser muy inteligentes sin serlo. Para ella, las mujeres
deben tomar las riendas de los países y
las empresas.
j. r. r. tolkien
Para quien no lo haya leído o quiera repasarlo a propósito de la nueva adaptación fílmica de Peter Jackson, he aquí de
nuevo la piedra fundacional de la saga
de la Tierra Media.
sam Walshaw
Para niños de más de tres años. un aguacero resulta un inconveniente cuando
todo el jardín de juego se inunda. La buena noticia es la colorida rosa y su capacidad de solucionarlo todo.
P L A N E TA
ARIEL
J AG U A R
J AG U A R
>>El álbum de mi mascota
>>Nada que perder
>>Harta de los hombres brutos
>>Ética de urgencia
>>El Hobbitt
>>Rosa y el arcoíris
>>Zooilógico
>>Caperucita Roja
Edir macedo
autobiografía del fundador de la Iglesia
universal del reino de dios, mejor conocida como oración fuerte al espíritu santo. el libro rompió récord en ventas en
Brasil y argentina.
Fernando savater
siempre son útiles los textos éticos del
profesor de Filosofía más conocido de
nuestro idioma. aquí, desde el contexto
español, responde a algunas buenas preguntas del presente.
daniel montero galán
el autor es un consumado acuarelista y
lo demuestra con los animales que imagina, bastante peculiares, con trajes, pelucas y cualquier cosa que los haga lucir
bien y sobrevivir.
audrey alwett versión del cuento de charles Perrault
con ilustraciones de François amoretti. aquí, la caperucita es devorada por el
lobo, pero muchas cosas pasan dentro
del vientre del animal.
A L FA
A L FA
J AG U A R
J AG U A R
>>Metodología
y nuevas tecnologías
rebeca landeau
Manual de apoyo y consulta para el investigador académico del presente, que
no puede obviar la existencia y la utilidad
de Internet para conseguir datos.
16>Febrero 2013
>>Cerebro: manual de uso
jazmín sambrano
el nuevo título de esta autora en alfa
trae varios ejercicios para incrementar
nuestra potencia intelectual, que vienen
de distintas disciplinas, desde el yoga
hasta la PNL.
>>Los calcetines de Susana
Eva rodríguez
La pequeña susana se viste por primera
vez y le sucede algo común para todos:
una media desaparece. esta historia bilingüe español-inglés ayuda a los pequeños
con los números y los colores.
>>¡Hola!
perrine dorin
unos pajaritos se posan sobre un cable
sin mostrar un gran vocabulario, hasta
que llega una pajarita y todos se esfuerzan por impresionarla. el cuento es de la
colección “Miau”.
Infantil>
KRAKEN
KRAKEN
jim davis
Garfield vuelve en este libro sin muchas
novedades: se cree un rey y trata de someter a los personajes de siempre. una
de las tiras cómicas con mayor difusión
en todo el mundo.
morris & guyloise
el vaquero Lucke es conocido por ser
más rápido que su sombra. está dedicado a enfrentar la injusticia y el crimen. en
esta edición hay varias de sus aventuras
en el oeste.
DIANA
DIANA
Hernando trujillo correal
el autor tuvo la motivación para escribir este libro después de sobrevivir a un
cáncer. es una guía para poder hablar con
dios, con más de 81 oraciones que buscan
ser específicas.
regina Brett
de la misma autora de Dios nunca
parpadea: 50 lecciones para las pequeñas vueltas de la vida. esta vez,
las 50 lecciones son para hacer posible lo imposible.
DIANA
P L A N E TA
mira kirshenbaum
esta autora es de los que piensa que
todo está conectado. su promesa es,
nada menos, ayudar a encontrar el verdadero significado de lo que le ocurre
a uno en la vida.
Walter riso
Tema frecuentado por muchos otros libros pero que sigue siendo necesario revisar. riso ayuda aquí a establecer los
matices de la entrega y superar adicciones afectivas.
Salud y superación>
>>Garfield. A cuerpo de rey
>>La oración que Dios contesta
>>Todo pasa por algo
>>Lucky Lucke. La coartada
>>Tú puedes ser el milagro
>>¿Amar o depender?
Febrero 2013>17
Portada>> Aún quedan cosas por decir sobre estos desastres
La crisis económica:
un enigma en proceso
de resolución
Siguen las protestas, los despidos, los sustos y las malas profecías. Pero también hay
buenas noticias, en algunos lugares y desde determinadas perpectivas. Algunos libros
han logrado seguir el paso a una conmoción que ya lleva demasiado tiempo e intenta
explicar, todavía, su compleja naturaleza
>> Equipo El Librero
18>Febrero 2013
D
esde 2008 palabras como
“crisis”, “recesión” y
“burbujas” empezaron a
hacer presencia en
medios de comunicación
de todo el mundo. En Estados Unidos
había más de 900 mil millones de
dólares en deudas que no iban a ser
pagadas, el precio de las propiedades
bajó, fondos de inversión hasta entonces confiables –como Lehmann
Brothers– quebraron y el gobierno
declaró la recesión.
Poco después, cuando gobiernos de
países europeos se enfrentaron a
situaciones similares, la situación se
volvió global y crítica. En España, al
utilizar fondos públicos para pagar la
deuda de varios bancos, se interrumpió
un periodo de auge económico y una de
cada cuatro personas quedó sin trabajo.
Viejos debates revivieron y surgieron
opiniones sobre el control que deberían
tener, o no, los mercados financieros.
Todos intentaban entender la crisis.
Sin caer de lleno en el lenguaje especializado, algunas editoriales empezaron a
publicar perspectivas más complejas.
Las personas más afectadas, interesadas
por los errores que se habían cometido
y por las medidas que debían tomarse,
eran un nuevo nicho de mercado.
A este lado del Atlántico ha pasado lo
mismo, pues aunque se maneja un
discurso relacionado con el desarrollo y
el auge, llegan a las librerías varios
títulos que señalan la fragilidad del
actual modelo financiero y discuten su
relación con las políticas sociales.
Mientras muchos economistas hacen
predicciones, estos libros prefieren el
argumento al vaticinio.
Perspectivas de autoridad
Paul Krugman y George Soros son
nombres reconocidos por sus posturas
críticas frente a la política económica
de Estados Unidos y la Unión Europea.
Krugman, premio Nobel de Economía
en 2008, publicó a mediados del año
pasado Acabemos ya con la crisis (Crítica),
donde analiza los detalles de la política
de Estados Unidos desde 2007 hasta
ahora. Es necesario destacar la gracia
con la que este libro describe los
problemas: “Suponga que su esposo se
ha negado durante años a hacer el
mantenimiento eléctrico del auto.
Ahora no hay forma de que arranque,
pero él se niega a pensar en cambiar la
batería, en parte porque admitiría
haberse equivocado. Usted tiene un
problema con su marido y no con su
auto, que puede arreglarse con facilidad”. Pero hay más detrás de las metáforas: desde la teoría de Keynes, Krugman
explica la forma en que los especuladores hicieron del mercado una forma de
enriquecimiento privado y cómo,
además de regulaciones, se necesita un
nuevo enfoque para superar la crisis.
Para él las políticas de ahorro durante
las recesiones sólo empeoran la situación: salir de la recesión requiere de
decisión para invertir en proyectos de
La regulación del sector bursátil es uno de los temas prominentes en los libros sobre la recesión global
productividad y empleo.
Joseph E. Stiglitz, Nobel en 2001,
investiga la desigualdad desde que era
estudiante en Cambridge. Ha sostenido
en múltiples ocasiones que estamos
equivocados sobre los mercados: que no
son estables sino inestables, como lo
demostró la crisis financiera mundial.
Tampoco son eficientes porque la
demanda debería igualar a la oferta,
pero en este momento hay enormes
necesidades insatisfechas y grandes
cantidades de recursos infrautilizados,
uno de ellos, el recurso humano. ¿Qué
es el desempleo? Talento desperdiciado.
En su libro más reciente, El precio de la
desigualdad (Taurus, 2012), Stiglitz pone
en su sitio a las fuerzas del mercado y
explica el papel que desempeñan en la
acentuación de la inequidad. Coincide
con Raj Patel –a quien veremos más
adelante– en que al planeta le está
saliendo muy cara la acumulación de la
riqueza. Para él la buena noticia, si es
que hay alguna, es que la crisis desencadenó la conciencia de que el sistema
económico vigente es ineficiente,
inestable e injusto.
George Soros, por otro lado, es
presidente de su propio fondo de
inversión –según Forbes es uno de los 25
hombres más ricos del mundo– e
impulsa varios programas de desarrollo
en países de África, Asia y América
Latina. Al recoger varios artículos que
escribió para Financial Times, The Wall
Street Journal y The New York Review of
Books desde 2008 en su libro La tormenta
financiera (Destino, 2011) traza un
recorrido en tiempo real de la crisis en
Estados Unidos y su propagación hacia
Europa. La posición de Soros está ligada
a una postura ética que los inversionistas deberían tener: no guiarse por la
especulación o el análisis del mercado
sino mantener una relación con la
Febrero 2013>19
Los paralelismos con la
Gran Depresión iniciada
en 1929 no explican del
todo el presente
realidad. “Las burbujas financieras están
compuestas por dos ingredientes, una
tendencia que prevalece en la realidad y
una mala interpretación de dicha
tendencia”.
Profetas y memoriosos
A Raj Patel, como a Soros, también le
interesa el activismo. Cuando no está
escribiendo ni enseñando en Berkeley,
trabaja en el Instituto de Alimentación
y Políticas de Desarrollo en Oakland –
también conocido como Food First– o
asesora al relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación. En 2008 se preguntó cómo podía
ser posible que la peor hambruna de la
historia coincidiera con la mayor
epidemia de obesidad. Así nació su libro
Obesos y famélicos, publicado en España
por Los libros del lince. Dos años
después otra pregunta lo llevó a su
segunda obra. ¿Por qué los diamantes,
tan inútiles, valen muchísimo más que
el agua? Estudiar la forma en que
confundimos el precio de las cosas con
su valor, fue el punto de partida para
Cuando nada vale nada. En 2010 fue
publicado en España por Los libros del
lince y el año pasado la editorial
independiente Ícono lo hizo en Colombia. Según Patel, la sociedad de mercado
es insostenible y aferrarnos a ella es
síntoma de un mal que se puede
comparar con la Ceguera de Antón, una
enfermedad caracterizada por la
incapacidad de darse cuenta de que se
tiene un problema. Detrás del mercado
hay corporaciones que han convertido a
las personas en ciegos que están
convencidos de que pueden ver.
Aunque se enfoca en la situación
española, otro libro sirve para entender
el marco general del sistema financiero
y cómo éste afecta las políticas sociales. Llama la atención la frase con la
que se identifica el sello editorial
español Icaria: “ante el pesimismo
actual, tiempo de aprendizajes y
propuestas”. En Quiénes son los mercados
y cómo nos gobiernan (Icaria, 2011)
varios docentes del departamento de
Economía de la Universidad Complutense de Madrid respondieron 11
preguntas sobre la crisis. Entre otras,
por qué una crisis de los bancos se hizo
crisis nacional e internacional. La tesis
general apunta a que no tiene sentido
El siempre fluctuante precio de la energía ha dejado de ser la variable más angustiosa en la economía moderna
20>Febrero 2013
la extraña crisis venezolana
muchos se preguntan por qué el dinero público debe gastarse para pagar por los
errores de los especuladoresen la economía moderna
que los gobiernos rescaten los fondos
de inversión privados con recursos
públicos. ¿Por qué la sociedad debe
pagar los errores de inversionistas que
especulan en el mercado de valores?
Varios de sus autores hacen parte de
colectivos de economía alternativa,
pero sus posiciones no son radicales.
Ellos reconocen la necesidad del
sistema financiero como una fuente
para generar desarrollo y productividad, pero argumentan que ese sistema
no puede dictar las políticas públicas.
Mirando más lejos, la perspectiva
histórica siempre ayuda. El triunfo del
dinero, del historiador Naill Ferguson
(Debate), es un apasionante relato de
cómo el dinero ha empujado lo mejor
y lo peor de la civilización, que desemboca en una explicación sumamente
satisfactoria de los excesos bursátiles
que condujeron al estallido de las
turbulencias actuales. El fin de la
globalización, de Harold James (Turner),
es un libro mucho menos reciente,
pero que en su examen de los desastres
ocasionados por el crack de 1929
ofrece algunas ideas útiles para evaluar
los daños de la crisis actual. James
alega que las grandes depresiones
lanzan el péndulo hacia el nacionalismo y la autarquía, y que eso atenta
contra las fuerzas expansivas del
proyecto globalizador.
Otro ángulo que puede ser muy útil
es el que ofrece un psicólogo israelí que
ha ganado el Nobel pero en Economía:
es Daniel Kahnemann, quien ha
descifrado el modo en que tomamos
decisiones y en cómo eso influye en la
economía. Su nuevo libro, Pensar rápido,
pensar despacio (Debate), ha sido
celebrado por muchas de las grandes
mentes del mundo, así como por miles
de lectores, por cómo traduce las dos
maneras principales en que compramos
acciones, creamos empresas, cometemos errores o cambiamos nuestra vida
para bien.
Y mirando hacia la que por el
momento sigue siendo la primera
economía del mundo, hay otro nuevo
libro (aún no traducido al castellano)
que ha causado impacto en el mundo
angloparlante por lo que sostiene. Es
de Michael Grunwald, un veterano
periodista sénior de la revista Time, y
se titula The New New Deal: The Hidden
Story of Change in the Obama Era (“El
nuevo New Deal: la historia oculta del
cambio en la era Obama”). Grunwald
alega que el recién reelecto presidente
de Estados Unidos ha hecho con la
economía de su país algo similar a lo
que su admirado Franklin Delano
Roosevelt logró con su gran política
New Deal, con la que se recuperó
buena parte de la prosperidad perdida
con el crack de 1929. Grunwald explica
con números en la mano, para desgracia de los republicanos (y eventual
desconcierto de los ciudadanos
comunes que no ven todavía la
recuperación en sus bolsillos, sobre
todo quienes perdieron sus casas y sus
ahorros), que el costosísimo programa
de rescate financiero ha funcionado, y
que el país se salvó de otra Gran
Depresión. De tener razón Grunwald,
es una excelente noticia para Estados
Unidos –y algo cierto debe haber
porque Obama fue reelecto- pero
también para un planeta muy asustado
porque la potencia no se rehiciera de
los errores de su gobierno anterior y de
su casta financiera. EL
Hay muchas opiniones y emociones
sobre las crisis en América del Norte y
Europea, pero todo el mundo está de
acuerdo en que allá hay una crisis. En
Venezuela, sin embargo, la tan polarizada opinión pública está dividida entre
hacer caso a un Estado confundido con
un gobierno y un partido que no
reconoce nunca un error propio, o a
una oposición de políticos, periodistas
y economistas que difícilmente le
reconoce un logro al régimen chavista.
Resultado: aunque bancos y academias
del resto del mundo vaticinan grandes
catástrofes para el país con la peor
inflación de América Latina y coinciden en un juicio muy negativo sobre el
manejo económico de Chávez y los
suyos, otro montón de gente dentro del
país niega por completo que haya
siquiera una crisis.
En cualquier caso, hay algunos
títulos a revisar para entender las
peculiaridades de la situación aquí,
aunque mucho más abundante es la
literatura política. Habría tal vez que
empezar por El dragón en el trópico (La
Hoja del Norte), de Michael Penfold y
Javier Corrales. Aunque su línea es la
economía política, este elogiado
ensayo publicado inicialmente en
Estados Unidos por estos dos disciplinados académicos –el primero
venezolano, aunque su nombre sugiera
otra cosa; el segundo, cubano-americano- explica como pocos cómo el
chavismo ha manejado la economía y
ha multiplicado el control del Estado
sobre ella, en un país que desde al
menos medio siglo ya había una fuerte
tendencia al estatismo. El dragón en el
trópico brinda una base de comprensión
sobre los componentes ideológicos y
prácticos de las finanzas públicas en
Venezuela, sin lo cual no puede
entenderse nada más. Cumplido ese
paso, el lector curioso puede examinar
lo que dicen autores que se ocupan de
asuntos más específicos, en los que la
presencia estatal es de nuevo la
variable predominante. En el grupo
Alfa han publicado por ejemplo los
reportajes Oro rojo (en el sello Puntocero) de Marianna Párraga, sobre la
PDVSA chavista, y Guayana: el milagro
al revés, (en Alfa), en el que Damián
Pratt describe cómo la renacionalización e hiperpolitización de las
empresas básicas derribó sus indicadores productivos, así como el desarrollo de la región cuya economía protagonizan. El Instituto de Estudios
Superiores en Investigación ha editado
algunos títulos colectivos sobre los
mismos temas que suele tratar en su
revista Debates IESA y en su propia
oferta académica: cómo ser emprendedor en la Venezuela del presente, o
cómo mantener una empresa a flote.
Entre esos libros está Invertir a largo
plazo, editado por Urbi Garay y Javier
Llanos, y Estrategias en tiempos de
turbulencia, editado por Michael
Penfold y Roberto Vainrub.
Febrero 2013>21
L A N Z A M I E N T OS >> Un diálogo sobre cómo percibir el mundo
El milagro de escribir
para quien no puede ver
Probando a no ver, en la presentación mexicana de El libro negro de los colores
La diseñadora, ilustradora y escritora venezolana Menena Cottin acaba de publicar en Dahbar Ediciones Cierra los ojos que vamos a
ver, un libro sobre su relación con una joven mexicana invidente con quien intercambió una serie de interesantísimas postales sobre
el mundo. Aquí, la autora de El libro negro de los colores cuenta cómo surgió su nuevo libro
>> Menena Cottin
22>Febrero 2013
E
l día de la presentación de El
libro negro de los colores, en
México, fue la primera vez en
mi vida que yo hablé con una
persona ciega. Se trata de un
libro todo negro -con ilustraciones negras
(de Rosana Faría) en relieve y texto
traducido en Braille- que habla de cómo
un niño ciego percibe los colores. El
evento se realizó en el auditorio del Fondo
de Cultura Económica, en el DF. Lo
organizó Cristina Urrutia, la directora de
Tecolote, la editorial que publicó El libro
negro de los colores en México.
Era un domingo de agosto, año 2006.
Mucha gente se apareció en el lugar. Los
anfitriones pidieron al público que
formara una fila a la entrada del auditorio.
A medida que iban llegando a la puerta, se
le colocaba a cada quien una banda negra
sobre los ojos y se le entregaba una caja de
anime que contenía los diferentes
elementos a los que alude el libro: plumas,
hojas secas, fresa, mostaza. Cada nueve
personas entraban con un guía ciego a la
Menena Cottin en los Himalayas
sala que estaba totalmente oscura, y allí se
iban sentando en círculos sobre la
alfombra de los pasillos, cada grupo con
su guía. Cuando se llenaron estos espacios, los demás asistentes fueron conducidos hasta las butacas con sus respectivas
cajas de anime. A mí, como era la autora
del texto, me ubicaron en el escenario y
me dieron un micrófono y una linterna
para iluminar el libro. Lamentablemente
Rosana Faría, la ilustradora, no pudo
acompañarnos aquella mañana. Una
música esotérica ambientaba el lugar.
Luego de una breve presentación hecha
por la señora Urrutia, abrí mi libro, aclaré
la garganta y leí la primera frase: ‘Según
Tomás, el amarillo sabe a mostaza, pero es
suave como las plumas de los pollitos’. En
ese momento hice una pausa y todos los
asistentes, en medio de aquella oscuridad,
abrieron sus cajas y comenzaron a
experimentar texturas, olores y sabores
con la ayuda de los guías ciegos.
Fue una experiencia conmovedora.
Allí había muchos invidentes ese día,
además de los guías del evento, que eran
varios. Había un grupo de fotógrafos ciegos acompañados de su profesora.
Estaba también una chica con su perro
guía que dio una charla sobre la ayuda
que representa para las personas
invidentes contar con dispositivos
especiales, e hizo demostraciones con
su teléfono y su computadora. Varios
invidentes habían asistido como
público. Yo estaba muy impresionada
con aquella gente admirable.
Al finalizar el evento, Cristina Urrutia
me presentó a varios de los muchachos
ciegos que participaron como guías. Yo
-debo confesar- estaba bastante cohibida y
nerviosa, era demasiada la emoción que
sentía. Lucero estaba sentada aparte, con
el libro abierto sobre su regazo. Tocaba las
páginas abstraída de lo que sucedía
alrededor. Alguien me dijo que aquella
chica quería que le dedicara el libro. Me
acerqué a ella y me presenté. Me entregó
su libro. Le pregunté cómo se llamaba y
volteando me respondió: “Lucero”. Me
sorprendieron sus enormes ojos verdes.
Recuerdo que le dije: “No sé si tus ojos
tienen luz, pero te dieron el nombre
perfecto porque llevas dos luceros en tu
cara”. Ella sonrió. “Mis ojos sí tienen luz”,
dijo. Tomó de vuelta en sus manos el libro
dedicado, me agradeció que hubiera
pensado en ellos -personas diferentes- y
me dio su dirección de correo por si acaso
Las palabras escritas
nos llevaron a viajar,
a subir montañas,
a conocer pueblos
y culturas.
algún día yo necesitaba algo. Era ella la
que me estaba ofreciendo su ayuda, “por si
acaso yo necesitaba algo…” Eso me tocó.
¿Qué vi en Lucero que tanto me interesó?
Ella me dijo que sus grandes ojos verdes sí
tenían luz, y yo le creí.
Mi interés por el tema de la ceguera
empezó quizás por miedo, miedo a
imaginar una vida sin imágenes, sin
visiones, sin colores. Por curiosidad,
porque nunca había conocido ni hablado
con una persona ciega. Por admiración a
esas personas que les toca vivir sin ver. Por
la esperanza de que algún día sean
tomadas en cuenta por la sociedad para
hacerles la vida más fácil, más humana,
más justa. Siempre he pensado que yo no
hubiera podido resistir ser invidente. Soy
eminentemente visual. Siempre lo fui,
desde niña. Soy diseñadora gráfica e
ilustradora, me comunico con el mundo a
través de imágenes visuales. Quizás de allí
viene mi curiosidad por ese mundo ciego.
Un día decidí experimentarlo personalmente. Me volví niño, Tomás, un niño
ciego. Imaginé que yo tenía un amigo que
sí podía ver. ¿Cómo nos entendíamos?
Escogí plantearme el reto de la forma más
difícil, a través de los colores, que son
estímulos absolutamente visuales. Yo soy
Tomás. Cada vez que mi amigo dice que el
cielo está azul, yo siento que el sol calienta
mi cabeza. Mi amigo dice que la sangre es
roja, es decir que el rojo duele cuando se
asoma por el raspón de mi rodilla. El
verde huele a grama recién cortada… Así
fui buscando paralelismos entre los
colores y otras sensaciones que no fueran
visuales. Fue una experiencia de gran
sensibilidad e intromisión. Yo misma me
sorprendí frente al resultado cuando leí el
texto que había escrito.
Días más tarde del evento de presentación de El libro negro de los colores viajé con
mi esposo a las montañas de Bután,
pequeño país situado al este de los
Himalayas, entre China e India. Yo estaba
sumamente sensibilizada por la experiencia que acaba de vivir en México. Durante
los catorce días que duró mi caminata por
las montañas no dejé de pensar en cómo
le podría describir las maravillas que yo
estaba viendo a alguien invidente. Los
ojos de Lucero estaban muy presentes en
mi memoria. Decidí afrontar el reto de
llevarla de viaje a los Himalayas. Potencié
todos mis sentidos, escuché, olí, degusté,
toqué, percibí las montañas. Regresé a
Caracas y reviví mi viaje con los ojos
cerrados. Pocos días después envié a
Lucero un cuento que escribí para ella
llamado “Esencia de Bhutan”.
Gran sorpresa fue la pronta y emotiva
respuesta de Lucero luego de leer mi cuento, y más aún la curiosidad y el interés que
mostró. “¿Has escrito otros cuentos? Me
gustaría seguir leyéndote”. Claro que
había escrito otros, muchos, de cada viaje,
de cada caminata, pero ningún otro había
sido pensado para un lector invidente. Se
lo advertí, pero ella insistió en que quería
viajar. Y así, comenzó un largo intercambio de correos que duró seis años. Nunca
hablamos, no hizo falta. Las palabras
escritas nos llevaron a viajar, a subir
montañas, a conocer pueblos y culturas.
Yo le prestaba mis ojos y ella me brindaba
sus otros cuatro sentidos. Ambas conocimos mundos diferentes, sensaciones y
emociones que nunca hubiéramos
imaginado posibles. Por ejemplo, que
algún día esta historia que vivimos se
convertiría en un libro. EL
Febrero 2013>23
M e r c a d o >> Relanzamiento en varios ámbitos
pLanEta puBlicará
una docEna dE autorEs LocaLEs En 2013
mariana marczuk es la nueva directora general del
gigante editorial en venezuela. desde esa posición,
dirige el reposicionamiento de todos los sellos del
grupo, luego de más de 20 años de presencia aquí.
>> rafaEl osío CabriCEs
>> FotograFía JorgE Castillo
L
a oficina de Planeta Venezuela
es uno de esos lugares donde
uno se entera de lo desconcertante que puede ser este país.
Sus instalaciones y su personal
de hoy son parte de un espacio que
alquilaron a la representación local de las
grandes publicaciones del grupo, que
compró Britannica hace un par de años;
esa representación vende hoy en este país
más enciclopedias que en la mayoría de las
naciones de la tierra. Aparte de comprar
enciclopedias en la era de Wikipedia, los
lectores de aquí tienen otra particularidad:
su pasión por el libro Guinness de los
récords, un regalo tradicional navideño
que incluso piden muchos niños y
jóvenes… y que este diciembre pasado se
quedó varado en la aduana de La Guaira,
junto a pinos canadienses, cajas de whisky
y quién sabe qué más.
Tantos libros compran los venezolanos
que Planeta nunca ha querido irse de aquí,
pese a las dificultades. Y ahora, el sello
decidió relanzarse y reconquistar un
mercado que en estos lados han ido dejando
Santillana –reducida hoy a poco más que
libros de texto- y Random House Mondadori –que cerró operaciones.
Una nueva directora general, Mariana
Marczuk, tiene varias misiones por delante
para lograr ese propósito. No se trata de una
recién llegada al mundo de los libros.
Graduada en Letras, Marczuk viene de ser
directora de Ediciones Generales en la sede
caraqueña de Santillana, y antes de eso
estuvo en Norma. “Replanteamos nuestra
oferta de catálogo local con autores
24>Febrero 2013
importantes”, dice en primer lugar. “Ya
lanzamos el nuevo libro de Ibéyise Pacheco,
El grito ignorado, que vendió 10.000 ejemplares en menos de un mes, y vienen más.
También reforzaremos nuestra oferta de
libros de fondo, trayendo títulos de autores
latinoamericanos que deben estar en las
librerías venezolanas, como Juan Villoro y
Héctor Abad Faciolince, y libros como El
Hobbitt. Queremos abrir nuevos espacios
con la literatura infantil, tanto con nuestros
títulos en licencias (Dora la Exploradora,
The Backyardigans, etc.) como con ficción
infantil, para colegios y librerías, incluyendo la de autores venezolanos”.
Planeta tiene un vendedor propio para
el interior del país, con el deber de recorrer
permanentemente una provincia que
absorbe el 40% de la venta del grupo, y se
enorgullece de imprimir aquí el 95% de lo
que publica. Marczuk está trabajando en
fortalecer las alianzas institucionales que
la editorial ya tiene, con las bibliotecas
estadales de Miranda, por ejemplo, y en
crear nuevas. Quiere lanzar al mercado
unas cinco o seis novedades al mes, entre
ellas una venezolana, y distribuir particularmente bien las de los buques insignia
del grupo: Dan Brown, Ángeles Mastretta,
Laura Restrepo, Walter Riso, J. J. Benítez y
Paulo Coelho (sus libros más viejos; los
recientes los firmó con Random House
Mondadori). El grupo, que entre su
multitud de sellos tiene ya a Seix Barral,
Diana, Destino, Ariel, Paidós, Emecé,
Espasa y For Dummies, compró los
derechos de distribución de Tusquets, lo
que significa por ejemplo que se encargará
de surtir a los fanáticos venezolanos de
Haruki Murakami.
Con más personal y nueva gerencia, que
incluye a la editora Lourdes Morales, esta
Planeta Venezuela remozada se enfrenta a
la incertidumbre cambiaria, la escasez de insumos en las imprentas y la piratería
(imprimió etiquetas adhesivas que dicen
“edición original” para sus ejemplares de El
grito ignorado). “Lo que queremos es no solo
seguir en Venezuela sino crecer, apoyándonos en autores venezolanos, en buenas
novedades internacionales y en libros de no
ficción”, concluye Mariana Marczuk.
“Publicaremos entre diez y quince libros de
venezolanos en 2013 y traeremos a autores
premiados internacionalmente”. Algo debe
haber aquí para que este gigante se despierte entre nosotros. EL
Alepo: una cabaña en
medio de un bosque
incendiado
Conocedor de la región por décadas,
Charles Glass visitó dos veces durante
2012 la segunda ciudad siria, y comprobó
cómo había cambiado la atmósfera de
una rebelión que la orgullosa y vieja urbe
creía que le pasaría de lado
Charles Glass
Febrero 2013>25
Libros
E
ste año no se producirá
jabón en Alepo. Los zocos
medievales donde los
artesanos moldeaban los
ladrillos del famoso savon
d’Alep, hecho con aceite de oliva y laurel,
sucumbieron durante las batallas al final
de septiembre de 2012. La fábrica de
jabón de la familia Jubayli, detrás de los
muros del Qinnasrin de los mamelucos
del siglo XIII, sobrevivió el infierno, pero
el combate sin tregua la ha dejado
inaccesible para empleados y dueños
por igual. Para finales de noviembre, tras
la cosecha en los campos al oeste de
Alepo, el residuo de las prensas de aceite
de oliva debía estar hirviendo en los
tanques y haber sido vaciado sobre las alfombras de papel encerado que se
estiraban encima de los pisos de piedra.
Cortado en bloques de tres por dos
pulgadas, las barras deben secarse
durante seis meses antes de ser vendidas.
La guerra ha traído la carestía de jabón,
telas, alimentos procesados y productos
farmacéuticos a una zona productora, y
Alepo consume sus reservas de bienes
básicos, así como el efectivo y la esperanza. Todo eso se acaba rápidamente.
“No hace falta que vayas a Alepo”, me
dijo en Beirut un amigo nativo de esa
ciudad siria. “Todo Alepo está aquí”.
Algunos de los exiliados sirios, principalmente los industriales que proveían gran
parte del empleo en la región, estaban
congregados en los cafés de la rue Hamra,
algunos a favor del régimen, otros en
contra, preservando delicadamente sus
amistades a pesar de sus diferencias
políticas. Jugando bridge o backgammon,
esperan el día en que sea seguro regresar, si
es que ese día llega.
Cuando estuve en Alepo en Semana
Santa pasada, los mercaderes exiliados
todavía no habían tenido que irse y sus
empresas todavía marchaban. El jabón de
Alepo era abundante en el laberinto del
zoco de piedra abovedada cerca de la
Ciudadela. La mayor parte de la gente
compartía su alivio –que era casi complacencia- sobre el que su ciudad había
evitado la violencia que asolaba al resto del
país. La naturaleza cosmopolita de Alepo,
parecían sentir, la hacía diferente.
El único pogromo que hubo allí contra
la minoría cristiana tuvo lugar en 1851,
con un número de muertos bajo, y nunca
se repitió. La relativa prosperidad de la
ciudad mantuvo a gran parte de la población satisfecha, a pesar de la represión de la
26>Febrero 2013
opinión política. Alepo era el taller y el
mercado de Siria, y su región generaba
hasta 65 por ciento de la riqueza nacional,
aparte del petróleo. Las fábricas que hacían
textiles con algodón sirio, las farmacéuticas
y las de muebles, dominaban las zonas
industriales fuera de la ciudad y empleaban
a miles de personas. Los regímenes de
Hafez al-Assad, desde 1970, y de su hijo
Bashar desde 2000, dejaron el refinado
centro de la ciudad con poco contra lo cual
rebelarse, aun cuando los habitantes del
campo alrededor de la ciudad eran pobres,
se veían obligados por la sequía, el desempleo y la ambición a irse a los suburbios de
Alepo y tenían quejas legítimas que eran ignoradas en las villas extravagantes a orillas
del río Qowik. Muchos de los habitantes de
Alepo tenían edad suficiente para recordar
la última vez que la ciudad fue escenario de
una rebelión, en 1979. El desenlace de esa
revuelta dejó pocas esperanzas de que
repetirla pudiera ser algo más que un
desastre. Pero cuando comenzó la actual
revuelta en el interior de Siria empezó a
acercársele a Alepo por todos lados, y la
ciudad antigua no tuvo mayores probabilidades de permanecer ajena; era como una
cabaña de madera en medio de un incendio forestal.
Entre dos malos poderes
En tiempos normales, la mejor manera
de cubrir los 320 kilómetros entre Damasco y Alepo es por carretera, parando para
almorzar en los jardines aledaños a los
acueductos romanos de Hama. En mayo de
2011, cuando la rebelión se expandió desde
Deraa hasta el sur de Homs, cortando la
autopista que va de Damasco a Alepo, la
opción más segura era volar. Cuando fui en
abril de 2012 pude tomar un vuelo sin
contratiempos; y también mi viaje en taxi
por la autopista principal hacia la ciudad
donde me registré en el maravilloso Hotel
Barón Otomano fue tranquilo.
Pero cuando regresé seis meses más
tarde, el aeropuerto de Alepo estaba casi
desértico. Los taxis ya no se arriesgaban en
un trayecto a la ciudad sin un pago
garantizado, así que le pedí a unos amigos
que me enviaran un chofer de confianza.
Me arrancó la maleta y corrió a su carro, lo
prendió y se persignó apresuradamente.
Luego empezó a sudar. Como a un cuarto
de milla del aeropuerto hizo una abrupta
vuelta en U, sacándonos de la autopista
hacia una carretera desértica. Los pocos
edificios de la zona habían sido impactados
por artillería de alta velocidad y todos,
excepto un almacén que era usado por las
Lo que comenzó como una
revuelta pacífica degeneró en una
devastadora guerra civil
tropas del gobierno sirio como centro de
comando, rodeado de bolsas de arena y una
bandera triste, estaban destruidos y vacíos.
Como a kilómetro y medio más allá
apareció un arma antiaérea montada en un
camión en un risco sobre la carretera. El
chofer se devolvió hacia la autopista
desolada. De pronto una barricada de
cauchos quemados, ladrillos de cemento y
desechos nos obligó a tomar la vía contraria, donde de haber habido otros carros,
hubieran venido de frente contra nosotros.
Las estaciones de servicio estaban
destruidas, y los camiones de gasolina
quemados a orillas de la carretera. Las filas
de casas de ladrillo de la gente más pobre
mostraban los impactos de artillería.
Un poco más adelante, entrando
propiamente a la ciudad, el chofer se relajó
al ver algunos peatones y carros. Cerca de
una redoma, la gente intercambiaba
tomates rojos y verdes, papas gigantes,
berenjenas, calabacines, manzanas y
granadas en un mercado de calle improvisado. El chofer señaló las carretas, que no
estaban allí en abril, y dijo: “Querían la
libertad. ¡Allí la tienen!”
La ciudad tiene ahora fronteras internas.
En mi primera noche allí, un amigo
caminó conmigo hasta el límite del
vecindario seguro de Sulaimaniya. Donde
alguna vez pudimos haber caminado
fácilmente desde Sulaimaniya hacia el
vecino Jdaideh sin notar la diferencia,
ahora encontrábamos en Jdaideh otro
mundo. Los carros habían sido estacionados de manera de que bloquearan las
entradas a las calles, y ninguna luz estaba
La relativa
prosperidad de la
ciudad mantuvo
a gran parte de
la población
satisfecha,
a pesar de la
represión
encendida. El alumbrado público de
Sulaimaniya alumbraba los cafés modernos llenos de hombres y mujeres tomando
café, dulces o fumando narguiles. Jdaideh, a
solo cuareta y cinco metros había quedado
despoblado desde que los rebeldes entraron
un mes antes. A donde quiera que fueran
los rebeldes, el ejército atacaba y los
residentes huían.
Yo quería visitar los zocos en la mañana,
pero mi amigo me dijo que las luchas
continuas lo hacían imposible. ¿Quién
quemó los zocos algunas semanas antes?
“Eso fue el Ejército de Siria Libre”, me dijo
mi amigo. “Estamos atrapados entre dos
malos poderes. Como sabes, no me gustan
las dictaduras. Pero esta gente se muestra
como lo peor”.
Otro amigo me dijo que los rebeldes que
habían llegado a dominar grandes áreas de
esta ciudad “entraron en Alepo. Alepo no
entró en ellos”. Se trata de un hombre de
negocios, que en la primavera estaba feliz
de que yo lo citara en mi artículo, pero que
ahora insiste en que no publique su
nombre. Miembros de esta familia han sido
secuestrados, y al final de las negociaciones
han pagado grandes sumas para su
liberación. Así como los alepines una vez
temieron a las muchas agencias de
inteligencia o al mukhabarat, el servicio
secreto del régimen de los Assad, ahora se
han vuelto cautelosos sobre las represalias
del Jaish al-Hurr, el Ejército Libre, y sus
milicias asociadas. Otro amigo me dijo: “La
oposición pensó que Alepo les daría la
bienvenida. Pero no lo hizo, sino solo en la
periferia, donde estaba la gente muy pobre
y rural”. Aunque apoyaban la revolución,
algunos de los distritos más pobres
buscaron excluir a los rebeldes de sus
vecindarios de cualquier forma. En Bani
Zayd, uno de los barrios más míseros,
donde mucha gente tiene que hurgar entre
la basura de la ciudad para ganarse la vida,
los presbíteros de la zona le entregaron una
carta al Ejército Libre: “Vitoreamos al
Ejército Libre. Pero lo que está pasando hoy
es un crimen contra los habitantes de
nuestro vecindario. No hay entidades para
la seguridad gubernamental ni el shabihah.
Los grupos que han tomado posición en el
vecindario no pueden defenderlo (…)
Nosotros, los presbíteros del vecindario de
Bani Zayd, somos responsables de este
comunicado y exigimos que los batallones
del Ejército Libre que han entrado en el
vecindario se retiren y se unan a las
batallas en los frentes calientes. Esto
aseguraría el retorno a la calma del
vecindario y le pondría fin a los ataques
aleatorios (de las fuerzas del régimen) a un
vecindario pobre que alberga a miles de
desplazados”.
Los residentes de Bani Zayd eran
simpatizantes naturales de la revolución,
pero ese apoyo no se extendía a unas
tácticas que los exponían a las retaliaciones
del régimen. La incapacidad del Ejército
Libre de defender la mayoría de las áreas
que ocupó ha reversado también el apoyo
de otros simpatizantes potenciales. ¿Cuál
es el motivo, preguntan, de buscar que el
régimen bombardee una zona que no
puede sostenerse? Había un particular
resentimiento en Alepo por la ocupación
rebelde de los zocos a finales de septiembre. Pero antes de eso, el sentir de la ciudad
sobre el destino de ese patrimonio arqui-
tectónico y cultural se podía deducir de la
descripción que de esos sitios hizo un
antiguo embajador australiano en Siria,
Ross Burns, en Monuments of Syria: An
Historical Guide: “Desde el siglo XVI no ha
sufrido grandes cambios (algunos dirán
que desde el siglo XIII). Los zocos conservan maravillosamente la atmósfera de la
tradición mercantil árabe-turca. En el
verano, los techos abovedados ofrecen un
refugio fresco; en el invierno, protección de
la lluvia y el frío. Mientras que muchos de
los productos que venden se han modernizado, todavía hay zonas donde el fabricante
de mecate o de carpas y el vendedor de
golosinas ejercen su comercio como lo han
hecho durante siglos”.
Las filas majestuosas de mercados y
talleres eran el centro comercial de la
ciudad, pero también la encarnación de su
espíritu. A pesar de que los rebeldes acusan
al régimen de comenzar los incendios, la
mayoría, aun los que simpatizan con ellos,
lo atribuyen a los rebeldes.
Cuánto vale Alepo
El 3 de octubre, el Ejército Libre culminó
su asalto a los zocos con dos bombas: una
de mil kilos y otra de 500, colocadas en
carros cerca de un club de oficiales y del
correo principal en la Plaza Saadallah Jabri,
el parque central de la ciudad. Un periodista sirio, testigo de la explosión que mató a
más de cuarenta personas e hirió a más de
125, me dijo: “Hay divisiones dentro del
Ejército Libre. Si tuvieran algunos cientos
de personas, pudieran ocupar el ayuntamiento y proclamar liberada a Alepo”. Que
no lo hicieran no solo era una medida de la
falta de unidad rebelde, sino expresión de
una táctica que consiste en dar golpes aquí
y allá sin lograr capitalizarlos.
La batalla por Alepo es una guerra por
Siria misma. Otro alepín que me pidió que
no usara su nombre me dijo: “Si Alepo cae,
el régimen temblará”. En términos tanto
políticos como militares, la capital
comercial de Siria es vital para ambos
lados. Sin embargo, tanto el régimen
como los opositores armados están
alienando a la gente que supuestamente
están tratando de tener a su favor,
mientras conjuntamente destruyen la
economía de Alepo, los monumentos
históricos que le dan a la ciudad su
carisma e identidad únicos, las vidas y la
seguridad de sus ciudadanos, y la cohesión social que hasta entonces la habían
convertido en un modelo de armonía
Ambos bandos
compiten en
represalias mutuas
mientras acaban
con el país que dicen
querer gobernar
entre las sectas. Otro amigo me confió: “La
revolución murió en Alepo. Pensaban que
podían ganar la batalla sobre esta ciudad.
Pensaron que esta gente los apoyaría”.
Afuera de la ciudad, los rebeldes se
embarcaron en un asalto desatado contra
todas las industrias que mantenían viva a
Alepo, quemando y saqueando las plantas
farmacéuticas, los molinos textiles y otras
fábricas. Esto daña a los industriales,
muchos de los cuales están esperando en el
Febrero 2013>27
Libros
Pelean por Alepo
porque es productiva.
Pero los combates
la hacen incapaz de
producir nada.
Líbano que pase la guerra, pero sobre todo,
a sus empleados. Los desempleados de las
urbes tenían buenas razones para apoyar
una revolución que pudiera mejorar sus
oportunidades en la vida, pero los miles de
empleados al inicio de la revolución ahora
se quedaron sin trabajo, porque el Ejército
Libre ha quemado los lugares donde
laboraban, y tienen razón de estar resentidos. Hay historias de trabajadores que
tomaron las armas para proteger sus
fábricas y arriesgaron sus vidas para salvar
a sus patronos de los secuestradores.
Alepo está sitiada. La gasolina para la
calefacción, la única manera de que la
28>Febrero 2013
gente sobreviva durante el invierno, no
puede ser transportada por el peligro que
implica. Cuando se consigue, el precio del
mazout, un combustible que se usa en gran
parte de las casas de Alepo, es el doble que
en Damasco. Al centro de Alepo, controlado por fortificaciones, alcabalas y patrullas
regulares del ejército sirio, el único rubro
que parece llegar sin contratiempos es la
comida. Hay bastantes productos de las
granjas cercanas en el mercado de calle que
ha reemplazado a los zocos quemados.
La brutal represión de los rebeldes por
parte del gobierno, especialmente los
bombardeos aéreos de zonas urbanas
densamente pobladas, ha empujado a
algunos partidarios del régimen a los
brazos de la oposición. Una joven que en
abril me habría dicho que amaba a Bashar
al-Assad ahora me cuenta como lloró al ver
el bombardeo de Alepo. Un médico, cuya
posición contra el régimen yo conocía
bien, me dijo: “La mayoría de los sirios no
quieren a Bashar al-Assad por todo lo que
ha ocurrido en los últimos diez años.
Queremos cambio, pero no así”. Esta es una
guerra patas arriba, en la cual las lealtades y
las animosidades ya no se pueden predecir.
El conflicto sirio es lo que sus luchadores quieren que sea. Es una guerra de clases,
entre el proletariado suburbano y el
ejército del Estado financiado por la
burguesía. Es una guerra sectaria en la cual
la mayoría árabe suní está luchando por
desplazar a la clase alauí dirigente. Es una
guerra santa de los musulmanes suníes
contra toda manifestación del chiismo,
especialmente de la variedad alauita. Los
acuerdos sociales de los que Alepo se
enorgullecía se desmoronan. Los fundamentalistas musulmanes han atacado
iglesias cristianas y mezquitas chiitas. Los
árabes han peleado con los curdos. Los
chiitas y suníes iraquíes han cruzado la
frontera para pelearse en Siria.
Emigrar, una opción remota en abril, se
ha vuelto común entre aquellos con
dinero, idiomas y educación, que puedan
ganarse la vida afuera. Un ingeniero civil
que ha pasado años preso por criticar al
régimen me dijo: “Los sirios se han
destruido entre sí. La educación, la convivencia, todo lo están destruyendo. Lo
puedes ver en los lugares oficiales de
trabajo. Las actitudes son diferentes. La
gente que no era creyente, y hasta comunista, se ha vuelto religiosa”. Un alzamiento
que comenzó en marzo de 2011 con la
modesta esperanza de reformar al país ha
degenerado en una bellum omnium contra
omnes hobbesiana, una guerra de todos
contra todos.
La selección de bando depende de la
experiencia personal. Aquellos que han
sido torturados por el gobierno esperan de
la fuerzas del Ejército Libre la liberación,
mientras que cualquiera cuyo padre o
hermano ha sido secuestrado por el
Ejército Libre exige protección gubernamental. Durante los seis meses que
pasaron desde mi última visita a Alepo,
las opiniones han variado en formas
inesperadas. En gran parte, los cristianos
estaban a favor del régimen o eran
neutrales, buscando evitar la atención de
cualquier lado. En Semana Santa, cuando
conocí a Gregorios Yohanna Ibrahim,
obispo metropolitano, sirio ortodoxo, de
Alepo, me dijo con una risa alentadora:
“¿Preocupado yo? Sí. ¿Asustado? No”.
En Alepo había silencio, a pesar de que
los conflictos en el resto de Siria eran
precursores claros del terremoto que venía.
En el momento, Gregorios estaba convencido de que el régimen y la oposición
podían resolver sus diferencias: “Si
resolvemos nuestro problema interno y
nos sentamos a hablar, podemos tener un
diálogo constructivo. Podemos reconstruir
nuestra sociedad gradualmente”. Como
obispo de una pequeña comunidad de
20.000 feligreses en Siria, ha aceptado que
el régimen proteja a los cristianos mientras
evita un compromiso de un lado u otro.
Ahora, sin embargo, la preocupación se ha
convertido en temor. Una noche lo vi en los
confines resguardados de su rectorado en el
centro de Alepo, tras una fuerte sacudida
de realidad. “Yo fui optimista las últimas
semanas, pero hoy visité mi escuela. De los
550 estudiantes solo quedan 50”. Además
del hecho de saber que cada día unos veinte
fieles locales recibían visas para países
extranjeros, el colapso del colegio hizo que
este hombre relajado y jocoso que conocí
en octubre se convirtiera en una persona
profundamente sacudida, con pocas
esperanzas en el futuro de su país.
“El asunto ahora”, me explicó, “es cómo convencer al presidente de que deje el poder”. Fue
la primera vez que escuché a un obispo
cristiano hacerle un llamado a Bashar al-Assad
para acabar con la guerra mediante el
abandono de su cargo. ¿Acaso Gregorios no le
teme a la Hermandad Musulmana? “Si hay
democracia, habrá derechos para las minorías”,
dijo. “No creo que los fanáticos y la Hermandad
Musulmana tengan planes de controlar el país.
Tienen planes de ser parte de él”.
Aquella revuelta del 79
Esa noche, regresando a pie al Hotel
Park, en el lindero de los jardines públicos,
escuché en la distancia el sonido continuo
de la artillería y las ametralladoras, algo que
ya nadie puede ignorar en Alepo. A veces se
acerca y luego parece alejarse a las afueras,
pero siempre está allí.
Los alepines muestran una estudiada
despreocupación mientras caen las
bombas en las cercanías. Es de mal gusto
mencionar el hecho de que, en la cena, las
explosiones sacuden la mesa. Sin embargo,
puede que el conflicto los obligue a tomar
lados por primera vez. Un científico de un
ministerio gubernamental me contó que
cinco o seis amigos suyos del trabajo
esperaban que el régimen cayera. Dijeron
que celebrarían en la Plaza Saadallah Jabri.
En este mes que pasó, cambiaron de
parecer. “Uno tiene un PhD en agricultura.
Estaba completamente en contra del
régimen. Dijo que celebraremos en otoño.
Luego se me acercó y me dijo que el
Ejército Libre vino a su área y destruyó su
casa. Secuestraron a cuatro de sus primos.
Me contó toda la historia. Ahora deseamos
que el mukhabarat hubiera tomado su zona
y no el Ejército Libre”.
Ese es el gran cambio. Uno de los pocos
militantes que me dio permiso para citarlo
se llamaba Zaidoun al-Zoabi. Había sido
profesor de la Universidad Árabe Europea
de Damasco hasta que lo despidieron por
razones políticas en febrero pasado. Se
lamentó de que “han destruido a Alepo.
Durante el régimen, era una ciudad. Ya no.
Ahora el régimen está perdiendo, pero
nosotros estamos perdiendo también. El
país ha sido destruido”.
Zoabi lucha por mantener viva la
revolución original y pacifica que
comenzó en marzo de 2011, y que ha
sido desplazada por la rebelión
armada. Un joven empresario sirio,
cuya familia ha estado en desacuerdo
con el régimen, culpa a la oposición armada por tratar de tumbar el régimen
por la fuerza: “No puedes quebrar un
régimen como ese simplemente, está
construido para durar”. El régimen,
que en sus años iniciales se inmunizó
contra los golpes de Estado con el
arresto de sospechosos de disidencia
en el ejército y la vigilancia constante,
en 1979 se blindó contra las rebeliones
con el alzamiento en Alepo.
La revuelta de 1979 permite una
comparación instructiva con la
rebelión actual. Un reporte de mayo
de 1982 de la estadounidense Defense
Intelligence Agency, DIA, titulado
“Siria: la presión de la Hermandad
Musulmana se intensifica”, analizó
esa insurrección y la respuesta de
Assad: “A principios de 1979, animada
por la Revolución Islámica en Irán, la
Hermandad Musulmana de Siria
desarrolló un plan para desatar una revolución similar en Siria para sacar a
Assad”. El primer ataque con bomba
de la Hermandad el 16 de junio de ese
año, tuvo como resultado la muerte de
83 cadetes alauitas de la escuela de
artillería de Alepo. Eso conllevó a
masivos arrestos y a la lucha armada
en las calles de Alepo. Para junio del
Los cristianos. que se sentían
protegidos por el régimen, ahora se
preguntan cuándo caerá para que la
guerra termine.
Febrero 2013>29
Libros
año siguiente, en opinión de la DIA,
“el Presidente Assad le ha roto la
espalda al desafío de la Hermandad
Musulmana”.
Los Hermanos Musulmanes que
escaparon a la represión de entonces
desarrollaron a continuación un plan
insurgente de doble filo y un golpe
contra Assad con sus simpatizantes en el
ejército. El informe de la DIA decía: “A
principios de 1982, sin embargo, la
seguridad siria descubrió el plan del
golpe y comenzó a intensificar sus
operaciones contra los disidentes dentro
del país. A consecuencia, la Hermandad
Musulmana se sintió presionada para
iniciar el alzamiento en Hama, que
comenzó el 2 de febrero de 1982. La
Hermandad esperaba que Alepo, Homs y
otras ciudades grandes imitaran a Hama
y ayudaran a la llegada de la nueva era.
Las otras ciudades no se alzaron, y el
Rifaat, el hermano sanguinario de las
Brigadas de Defensa de Hafez Al-Assad,
aniquiló a los Hermanos en Hama. La
DIA decía que el número probable de
muertos fue de unos 2.000, pero luego
Amnistía Internacional concluyó que
unas 25.000 personas habían muerto.
Sobre la extensión que podía tener la
Revolución Iraní en 1979, se aplicaba lo
30>Febrero 2013
mismo que ocurrió con la llamada
Primavera Árabe de 2010 y 2011. Si Siria
no era Irán, no es tampoco Túnez ni
Egipto. La nueva rebelión enfrenta
suníes contra alauitas y otras minorías,
pero lo más importante es que hierve
con los resentimientos de clase adquiridos por los pobres desplazados de las
zonas rurales al confrontar el lujo
urbano. Las sequías entre 2007 y 2011
exacerbaron las adversidades de la vida
en el campo, obligando a mucha gente a
irse a Alepo.
Esto no era nuevo. En 1987, pasé
tiempo entre unos campesinos del
Éufrates al este de Alepo. Su aldea,
Yusuf Basha, debía ser evacuada debido
a la construcción de la represa hidroeléctrica. Regresé a Alepo desde el
este y vi a los campesinos secando el
trigo en las aceras como lo hacían en
sus aldeas. Escribí en Tribes with Flags:
Adventure and Kidnap in Greater Syria
(1990): “Antes había visto la ciudad de
Alepo crecer hacia las montañas, a
medida que los suburbios se comían el
campo. Ahora, me doy cuenta de que la
aldea ha entrado a la ciudad, sembrándose afuera y creciendo hacia adentro.
Los granjeros pobres traían sus costumbres y sus maneras a la cosmopolita
Alepo, así como a Damasco y Beirut.
Convertían sus residencias de apartamentos en versiones compactas de sus
casas de barro: las familias dormían
todas juntas en una sola habitación,
cocinaban en otra, lavaban en otra
más, y así cada cuarto era como una de
las pequeñas chozas en sus patios. No
era pobreza, era tradición la que ponía
a toda la familia en una habitación.
Esta era la única seguridad que tenían
en una ciudad hostil y desconocida”.
El regreso a Alepo fue un momento
revelador, cuando vi la ciudad como la
ven las personas que llegan desde las
aldeas. Si Alepo los hubiera recibido,
absorbiéndolos lentamente a la vida
económica y cultural de la ciudad,
como había hecho en siglos pasados,
tal vez no le habrían dado la bienvenido a los rebeldes, culturalmente
similares a ellos. Las políticas económicas neoliberales que introdujo Bashar
al-Assad cuando tomó el poder en 2000
exacerbaron lo apremiante de su
situación. Los beneficiarios eran los
dueños de los bancos recién privatizados, los primos de Bashar que obtuvieron las licencias para la venta de
celulares, los intermediarios y corredores de bolsa con educación y costum-
bres urbanas, y no los recién desplazados sin tierra, dinero ni formación para
adaptarse a la vida metropolitana. El
que ellos reaccionaran como lo hacen
ahora es parte de un antiguo patrón
que pude ver durante ese regreso a
Alepo hace 25 años: “Por primera vez
en todos mis años en el Levante, ahora
veo cuán corruptora les parecía la
ciudad a los campesinos y los beduinos. La tradición árabe decía que cada
dos generaciones una ola de reformadores fanáticos religiosos llegaban del
desierto para purificar la ciudad. Había
pasado en Arabia Saudita muchas
veces, y duraba hasta que el lujo de la
ciudad corrompía a los hijos de esa
generación”.
Me preguntaba si eso ocurriría en
Siria. Veinticinco años más tarde, está
pasando. Unos 40.000 sirios han
pagado con sus vidas y otros dos
millones han sido desplazados, de los
cuales 40.000 han huido por las
fronteras como refugiados mientras
pasa la guerra. La oposición, cada vez
mejor armada, recientemente declaró
en Qatar que estaba uniéndose en una
coalición respaldada por Occidente,
una unidad auto declarada que sin
duda será frágil. Al poco tiempo un
grupo de facciones islamistas dijo que
rechazaba la coalición y que quería
establecer un Estado islámico. El 20 de
noviembre el presidente del Partido de
la Unión Democrática Kurda (PYD)
también rechazó la coalición. Mientras
el régimen siga con su terca resistencia
a dejar el poder, todos los bandos
parecen aprestarse para una guerra
larga y destructiva. EL
Charles Glass es un corresponsal especializado en Medio Oriente que ha escrito para
varios medios de Estados Unidos y el Reino
Unido, y ha trabajado también para la televisión, pues fue corresponsal jefe de ABC News
en la región durante buena parte de los años
80, entre otros cargos en la industria. En el libro
mencionado en la nota, Tribes with Flags,
cuenta también su secuestro de más de 60 días
a manos de milicianos chiitas en el Líbano. Tiene otros libros más, todos sobre el Medio Oriente
y sus conflictos salvo uno, American in Paris,
acerca de los estadounidenses que vivían en la
París ocupada por los nazis.
El desagradable
caso Salman Rushdie
Prepárense, seguidores del novelista anglo indio, que esta reseña de su libro de
memorias -Joseph Anton, titulado por el alias que usó en sus años de clandestinidaddeja muy mal parado no solo al texto sino al hombre que lo escribió, un autor cuyo
ego parece incluso mayor que su indudable talento
Zoë Heller
Febrero 2013>31
Libros
C
uando Anis Rushdie leyó
por primera vez Midnight’s
Children, escrita por su hijo,
estaba convencido de que
Ahmed Sinai, el padre
borracho de la novela, era un retrato
satírico de él mismo. Con lo cual comenzó
una pelea familiar.
Rushdie hijo no negó haber basado a
Sinai en su padre. “En mi actitud de joven
fastidioso”, diría luego en una entrevista
en The Paris Review, “respondí que había
dejado fuera todas esas cosas malas”, pero
objetó la reacción herida de su padre, y
consideraba que revelaba lo cruda que era
su comprensión de cómo funcionan las
novelas. “Mi padre había estudiado
literatura en Cambridge, así que esperaba
que tuviera una respuesta sofisticada ante
el libro; en cambio la persona que sí la
tuvo fue mi madre (…) Ella entendió de
entrada que era ficción”.
La posición que Rushdie tomó durante
su riña literaria doméstica prefiguró
sorprendentemente la posición que
tomaría nueve años más tarde, cuando
fuera confrontado por la ira de otro
patriarca, mucho más castigador. El 15 de
febrero de 1989, un día después de que el
Ayatollah Khomeini emitiera una fatwa
(una orden a obedecer por todos los
musulmanes) condenándolo a muerte
por escribir Los versos satánicos, Rushdie
apareció en la televisión británica y
anunció que deseaba que su libro fuera
“más crítico” del Islam. Como reporta en
Joseph Anton –su libro de memorias, que ha
escogido escribir al estilo de De Gaulle, en
tercera persona- su emoción principal en
el momento fue de desconcierto.
Cuando lo acusaron por primera vez de
ser ofensivo se quedó genuinamente
perplejo. Creía haber hecho una concesión
artística con el fenómeno de la revelación;
una concesión desde el punto de vista de
un no creyente, ciertamente, pero apropiada en cualquier caso. ¿Cómo podría
considerarse eso ofensivo? Los sensibles
años de identidades políticas marcadas por
la ira le enseñaron a él, y a todos los demás,
la respuesta a esa pregunta.
Sin querer queriendo
Dada la frecuencia con la cual Rushdie
ha sido acusado de escribir Los versos
satánicos con el propósito expreso de causar
problemas, es comprensible que desearía
subrayar lo inesperado en la naturaleza de
los eventos que siguieron a la publicación
de su novela. Aún así, la visión retrospectiva de sí mismo como un ratón de biblioteca inocente, desconcertado por la intrusión
32>Febrero 2013
grosera del mundo en la esfera literaria,
parecía un poco demasiado fabricada. Para
ese momento de su carrera, Rushdie, que ya
había sido demandado por Indira Gandhi
por declaraciones difamatorias en
Midnight’s Children, y que ya había visto la
prohibición de su tercera novela en
Pakistán, estaba mejor calificado que la
mayoría para apreciar la capacidad de la
literatura de provocar respuestas hostiles
no literarias.
Pero más preocupante aún, sin embargo,
que la pose exagerada de su inocencia, es el
caso que Rushdie parece estar presentando
sobre la inmunidad de la ficción ante la
rabia política o religiosa. Alejándose de la
idea normal, liberal, de que la literatura
debe tener la libertad de ofender, propone
que la literatura, entendida adecuadamente, no puede ofender. Los musulmanes que
se sintieron insultados por Los versos
satánicos eran culpables de un error de
categoría: así como Anis Rushdie, en su
lectura “no sofisticada” de Midnight’s
Children, habían confundido la ficción con
otros tipos de discurso.
En cualquier caso, su Profeta no se
llamaba Mohammed, vive en una ciudad
que no se llama La Meca y creó una
religión que no se llama (o casi no se llama)
Islam. Y aparecía solo en las secuencias de
sueños de un hombre llevado a la locura
por la pérdida de su fe. Estos diferentes
artilugios eran, en opinión de su creador,
indicadores de la naturaleza ficticia de su
proyecto. Rushdie ha declarado que una de
las grandes penas de los años de la fatwa, de
las que más lo agitaban personalmente
-más que el asalto a su libertad de expresión, o incluso a la amenaza contra su
vida- fue el descubrir que una gran
cantidad de gente se negaba a aceptar su
“intención artística seria.”
“Ha sido desconcertante saber,” escribió
en 1990, “que a la gente no le importa el
arte”. Parte de su misión en Joseph Anton es
rescatar la literatura, ese “arte antiguo y
hermoso del cual es un privilegiado
practicante”, de la traducción cínica y el
encubrimiento ignorante. Esto requiere
alejarse significativamente de las opiniones que ha expuesto anteriormente sobre
la participación inextricable de la ficción
con la política y la historia.
En un famoso ensayo suyo, “Outside
the Whale”, Rushdie atacó varios libros y
películas que propagaban mitos imperialistas sobre la naturaleza de las relaciones
entre la India y Gran Bretaña durante el
Raj (sostuvo, por ejemplo, que la trama
sobre la violación, central en Raj Quartet Cuando se anunció la fatwa,
Rushdie, en medio de su
desconcierto, dijo que hubiera
deseado que su libro fuera más
crítico con el Islam
de Paul Scott, respalda la fantasía racista
frente a la amenaza sexual que significaban los “negros cachondos” para las
mujeres coloniales). Las novelas, dijo, no
pueden ser excusadas de ser criticadas
sobre la base de ser “solo” ficción; todo el
arte, en cuanto se atreve a aseverar “lo que
es el caso, lo que es la verdad y la no
verdad”, es inescapablemente político, y
parte de “la tormenta incesante, la riña
continua, la historia dialéctica”.
No es de sorprenderse que Rushdie
debería ser un poco más cauto ante la
tormenta de la historia en estos tiempos,
pero su impulso de dejar a la literatura en
cuarentena ante “la cacofonía de otros
discursos, religiosos, políticos, sociológicos y post coloniales” es, sin embargo,
infeliz. Ciertamente, no todos los oponentes de Los versos satánicos estaban tan
alertas a las técnicas lúdicas de la novela
moderna como pudieran haber estado.
Pero sostener que sus reacciones heridas
fueran inconsistentes con los motivos
artísticos de Rushdie no puede ser la
conclusión del argumento. Si Paul Scott
hubiese podido responder la crítica de
Rushdie a The Raj Quartet, tal vez habría
insistido en que no quería ser racista. Tal
vez hasta hubiese acusado a Rushdie de
engancharse en la política de la identidad
susceptible. Pero estas réplicas no podrían
haber vulnerado la legitimidad de la queja
de Rushdie.
Solo ante los fanáticos
En varios momentos, Rushdie parece
cansarse de defender los derechos
especiales de la ficción y avanza en su
defensa de los derechos súper especiales
de la ficción seria o importante. “Él esperaba, y muchas veces necesitaba, una
defensa más particular, como la calidad de
la defensa hecha en el caso de otros libros
agredidos, Lady Chatterley’s Lover, Ulysses, Lolita….”
Uno se queda anonadado, no solo
porque desestima a otros escritores que
pudieran no merecer la “defensa de
calidad” de sus obras perseguidas, sino
también por la despreocupación con la
cual Rushdie se coloca al lado de Lawrence, Joyce y Nabokov en el rango del
mérito literario. En el transcurso de su
memoria, Rushdie reclama un parentesco con cualquier cantidad de grandes
hombres literarios, hombres que, como
él, sufrieron por su genialidad, pero cuya
fama estaba destinada a durar más que la
de sus opresores.
Los escritores inmortales del pasado
fueron sus guías. Él no era, después de
todo, el primer autor en peligro o secuestrado o anatemizado por su arte. Pensaba
en el poderoso Dostoievski frente al
pelotón de fusilamiento quien, tras el
perdón de última hora de su sentencia,
pasó cuatro años en un campo de prisioneros; y en Genet escribiendo en la cárcel
su obra maestra homo erótica Notre-Damedes-Fleurs…. o en Rabelais, quien también
fue condenado por la autoridad religiosa;
la Iglesia Católica no ha podido digerir
aún su hiperabundancia satírica. Pero el
rey François I lo había defendido, alegando que su genio no podía ser suprimido.
En aquellos tiempos los artistas podían ser
defendidos por los reyes por ser buenos en
su oficio. Eran tiempos mejores.
¿Tiempos mejores? ¿En serio? Es cierto
que durante esos primeros años de la
fatwa, el gobierno británico no fue
totalmente valiente en su defensa de
Rushdie. Margaret Thatcher, a quien había
caracterizado como “Sra. Tortura” en Los
versos satánicos, no era fanática de Rushdie,
y los miembros de su gabinete dejaron
claro en sus pronunciamientos públicos
que lo consideraban una persona desagradable e inconveniente. Sin embargo,
reconocían su deber de proteger la
libertad de expresión de un ciudadano
británico –aunque éste no les gustaracontra las amenazas de muerte de un
clérigo extranjero. Y esto indica algo más
Según hizo creer, a
Rushdie lo que más
le ofendía era que
los musulmanes no
apreciaran las sutilezas
de su arte literario
bien alentador sobre esos tiempos. Ciertamente, presenta una situación más reconfortante que una en la cual la seguridad de un
ciudadano depende del arbitraje de un
monarca sobre su talento literario.
Un hombre que vive durante nueve
años bajo amenaza no debe ser culpabilizado por caracterizar su aprieto en
términos grandilocuentes. Pero uno
pudiera esperar que al revisar en libertad
sus emociones y su seguridad, pudiera
traer algo de separación irónica para
represar su propia grandilocuencia.
Mirar hacia atrás, finalmente, no tiene
ningún efecto aleccionador sobre el amor
propio de Rushdie. Un sentido desvergonzado de lo que se le debe como literario
asediado, inmortal en espera, impregna su
libro. Quiere que simpaticemos con la
irritación que sintió cuando los hombres
de su equipo de protección abreviaron su
gran alias conradiano-chekoviano a “Joe”.
Quiere que apreciemos la ira que siente de
recibir órdenes de oficiales de Scotland
Yard agigantados (“era un aspecto
vergonzoso de su vida el que los policías
sintieran que podían hablarle así”). Quiere
que entendamos la afrenta que sintió
cuando los esfuerzos diplomáticos a su
favor se detuvieron por las negociaciones
para liberar a los rehenes británicos en
Irán: “Los derechos humanos de Terry
Waite tuvieron precedencia sobre los
suyos propios”.
La venganza de Salman
Sobre todo, quiere que nos sintamos
ofendidos también de haber sido un poeta
sin suficiente honor en su propio país.
Rushdie ha dicho que una de sus metas al
escribir Joseph Anton era ser más “duro”
consigo mismo “que con cualquier otra
persona”. Esta es una gran ambición para
cualquier autor de memorias, y posiblemente algo poco realista para un hombre
tan tenaz en sus rencores como Rushdie.
Al enfrentarse con la decisión entre
mostrarse magnánimo y ejercer una
venganza largamente esperada, el autor
de Joseph Anton casi invariablemente
escoge lo segundo.
Algunos de sus momentos menos
caritativos ocurren cuando escribe sobre
sus cuatro matrimonios. Rushdie tiene la
costumbre de excusarse por sus propias
infidelidades y traiciones frecuentes en la
naturaleza imperativa de sus propios
deseos (“sus propias necesidades eran
como órdenes,” recuerda cuando explica
por qué tuvo que dejar a su tercera
esposa, Elizabeth West, y su pequeño
hijo, para irse a callejear a América). Las
diversas fallas de las esposas -avaras y
gruñonas y celosas de su talento- no se
excusan fácilmente.
En una competencia reñida entre
Marianne Wiggins (la número dos) y
Padma Lakshmi (la número cuatro), es la
última la que emerge como la peor del
grupo de esposas. Rushdie la presenta
como la Marion Davies de William
Randolph Hearst: una caza fortunas
seductora y erótica, pero fundamentalmente insulsa, cuyas ambiciones egoístas como
modelo, actriz y presentadora de televisión
no tienen “nada que ver con sus necesidades profundas”. La revelación final de su
superficialidad se evidencia justo después
del 11 de septiembre, cuando Rushdie,
afligido y conmovido, necesitado de
conectar con sus seres amados, la llamó a
Los Ángeles y supo que ella estaba en
medio de “una sesión fotográfica de ropa
interior”.
El clímax estremecedor de Rushdie en
este momento puede parecerle al autor un
poco excesivo, viniendo de un hombre que
pasa gran parte de su memoria recordando
encuentros con estrellas de pop, conejitas
de Playboy y novias “buenas”, en el estilo de
un jadeante joven personaje de Austen
escribiendo sobre su primera visita a las
aguas termales de Bath.
Pero Rushdie quiere que comprendamos que estos recuentos copiosos de sus
salidas nocturnas con celebridades son la
crónica de un hombre valiente en su
supervivencia, en su compromiso con un
deber moral. “Comía en Balthazar, Da
Silvano y Nobu, iba a estrenos de películas
y bautizos de libros, y fue visto disfrutando hasta tarde en lugares como Moomba,
donde conocen bien a Padma (…) Solo
viviendo abiertamente, visiblemente y sin
miedo, y reseñado haciéndolo, podía
reducir el clima de temor que lo rodeaba
ahora, en su opinión, un obstáculo mayor
que cualquier amenaza iraní que todavía
perviviera. De no haber estado de parran-
da con Padma en Moomba los terroristas
habrían ganado, ¿no entiendes?”.
Otras evidencias del fracaso de Rushdie en
cuanto a su propósito de ser tan duro consigo
mismo como lo es con otros, se manifiesta en
sus divertidos recuerdos del comportamiento
de sus editores norteamericanos y británicos
durante la fatwa. El director de Penguin, Peter
Mayer, y Sonny Mehta, en Knopf, habían
decidido publicar en tapa dura Los versos
satánicos, pero dudaron y finalmente se
atrevieron solo con las versiones de bolsillo.
Que ambos tenían responsabilidades por la
seguridad de su gran número de empleados
-hombres y mujeres incluidas en los términos
de la fatwa, pero quienes no tenían el
beneficio de protección policiaca las 24
horas- no le parece a Rushdie justificación
suficiente para sus decisiones, y se divierte a
costillas de lo que considera su comportamiento “débil”.
Robert Gottlieb, antiguo editor en jefe
de Knopf, con quien Rushdie publicó
Midnight’s Children, también es castigado
por haber sugerido alguna vez que Rushdie
no habría escrito su libro de saber que “iba
a matar gente”. Rushdie estaba tan disgustado por este comentario, nos dice, que
nunca le volvió a hablar a Gottlieb.
Los lectores tendrán diferencias de
opinión sobre el valor de sostener la
libertad de expresión a cualquier costo
que representaba la edición de bolsillo de
The Satanic Verses. Pero aun aquellos que
están del lado de Rushdie se verán en
dificultad para equiparar su sorna hacia el
punto de vista contrario. Para cuando el
Asunto Rushdie culminó, más de cincuenta personas habían muerto.
Las preguntas que Mayer, Mehta y
Gottlieb asomaron sobre el sentido
común y la moralidad de seguir publicándolo dadas las circunstancias, parecía
entonces, y sigue pareciendo ahora,
perfectamente razonables y humanitarias.
Sorprendentemente, cuando Rushdie
relata el triste episodio de 1990 en el cual
se reunió con líderes musulmanes y
acordó no solo sacar del mercado la
edición de bolsillo sino proclamar su fe
islámica, regaña a aquellos que no
mostraron “compasión” por su “error”. La
compasión, ciertamente, es lo que se le
debe durante esta era atribulada. Solo es
lamentable que el propio juicio de
antiguos amigos y colegas esté tan vacío
de esta cualidad.
De todas las racionalizaciones y
estrecheces de puntos de vista que se
muestran en Joseph Anton, lo más triste, tal
vez, es su actitud alterada sobre el Islam.
Durante la fatwa, Rushdie resistió
cuidadosamente la tentación de hacer del
propio Islam su enemigo. “Eso que
llamamos islamismo no es lo mismo que
Islam, “le dijo a David Cronenberg en
1995. “Esta cosa política que llamamos
fundamentalismo, a la cual todo el
mundo le teme. No es un movimiento
religioso, es un movimiento fascista
político que casualmente usa un cierto
tipo de lenguaje religioso”.
Pero su tolerancia hacia este tipo de
distinciones ha palidecido. Ahora
considera deshonesto y errado cualquier
esfuerzo por separar las formas reaccionarias del Islam del propio Islam. Dice que
son corolarios embarazosos de los viejos
intentos de los marxistas occidentales de
separar al “verdadero” marxismo de los
horrores del comunismo soviético. El
Islam no persigue una entidad heterogénea sino un monolito repugnante y
asesino, y el “respeto” occidental por la
religión -que debe ser colocado siempre
entre comillas desdeñosas- es solo
“hipocresía al estilo Tartufo”.
¿Como podemos reconciliar estos
sentimientos con la gratitud que Rushdie
expresa en otras partes del libro hacia
escritores musulmanes que lo apoyaron
durante la fatwa? ¿O su creencia en el
papel del artista como promotor de la
tolerancia entre humanos? El papel de la
literatura, nos instruye en sus páginas
finales de su libro de memorias, es
promover “comprensión, simpatía e
identificación con personas que no son
como uno (…) para hacer que el mundo se
sienta más grande, más amplio que
antes”. Algunos lectores encontrarán
hacia el final de Joseph Anton que el
mundo se siente más estrecho y sombrío
que antes. Pero no deberían sentirse
alarmados. El mundo es tan ancho y
grande como siempre ha sido; es solo que
Rushdie ahora es más pequeño. EL
Zoë Heller es una autora y periodista
británica que suele hacer crítica literaria,
a veces con la misma mordacidad que
manifiesta en esta reseña sobre (o contra) Joseph Anton. Una de las novelas de
Heller, Notes on a Scandal, fue finalista del
Booker, uno de los grandes premios literarios de la lengua inglesa, y llevada al
cine, con la gran actriz australiana Cate
Blanchett en el rol principal. Los libros
del muchísimo más conocido Salman
Rushdie son publicados en español por
Random House Mondadori.
Febrero 2013>33
Libros
¿Es dios feliz?
Este ensayo de 2006 del escritor
polaco Leszek Kolakowski arranca
con el príncipe legendario que se
convirtió en el Buda para
continuar con el dios de los
cristianos, en busca de respuestas
a esa pregunta. El lector se hará su
opinión, pero el autor duda que
los dioses o nosotros tengamos
acceso a una felicidad absoluta
Leszek Kolakowski
Traducido del polaco (al inglés) por Agnieszka Kołakowska
34>Febrero 2013
L
a primera biografía de
Siddhartha, el futuro Buda,
revela que durante mucho
tiempo tuvo un desconocimiento total sobre la miseria
de la condición humana. Hijo de la
realeza, pasó su juventud placentera y
lujosamente, rodeado de música y
delicias mundanas. Cuando los dioses
decidieron iluminarlo ya era un hombre
casado. Un día vio a un viejo decrépito;
luego presenció el sufrimiento de un
hombre muy enfermo; más tarde se
encontró con un cadáver. Solo entonces
la existencia de la vejez, el sufrimiento y
la muerte -todos los aspectos de la vida
que había ignorado- se le hicieron
evidentes. Al verlos decidió apartarse del
mundo y convertirse en monje para
buscar el camino del Nirvana.
Podemos suponer, entonces, que fue
feliz mientras las realidades sombrías de la
vida le eran desconocidas; y que al final de
su vida, tras una travesía larga y ardua,
alcanzó la felicidad genuina que se halla
más allá de la condición terrenal.
¿Puede describirse el Nirvana como un
estado de felicidad? Aquellos que, como
este autor, no pueden leer las primeras
escrituras budistas en su versión original,
no podemos estar seguros; la palabra
“felicidad” no es fácil de traducir. También
es difícil estar seguros de que el significado de palabras como “consciencia” o “ser”
corresponde con el que hoy tienen esos
términos en los idiomas modernos. Nos
dicen que el Nirvana conlleva al abandono del ser. Esto puede hacernos sugerir
que, como aseveró el filósofo polaco
Henryk Elzenberg, puede haber felicidad
sin un sujeto: solo felicidad, no relacionada a lo que siente alguien feliz. Lo cual
parece absurdo. Pero nuestro lenguaje
nunca es adecuado para describir las
realidades absolutas.
Algunos teólogos han sostenido que
solo podemos hablar de Dios a través de la
negación: al decir lo que Él no es. Del
mismo modo, tal vez no podemos saber lo
que es el Nirvana y solo podemos decir lo
que no es. Pero es difícil estar satisfechos
con meras negaciones; nos gustaría decir
algo más. Y suponiendo que se nos
permita decir algo sobre lo que es estar en
un estado de Nirvana, la pregunta más
difícil es esta: una persona en ese estado,
¿está consciente del mundo que lo rodea?
Si no es así -si está completamente
separada de la vida sobre la tierra- ¿a qué
clase de realidad pertenece? Y, si está
consciente del mundo que experimentamos, también debe estar al tanto de la
maldad y del sufrimiento. ¿Pero es posible
estar conscientes del mal y el sufrimiento
y todavía ser perfectamente feliz?
Dando la espalda al sufrimiento
La misma pregunta surge respecto a los
residentes felices del paraíso cristiano.
¿Viven totalmente aislados de nuestro
mundo? Si no -si están conscientes de la
miseria de la existencia terrenal, de las
terribles cosas que ocurren en el mundo, de
sus lados diabólicos, de su maldad, del
dolor y el sufrimiento- ¿cómo pueden ser
felices en cualquier sentido reconocible
para el mundo? (debo aclarar que no estoy
usando acá la palabra “feliz” con un
significado más allá de “contento” o
“satisfecho”, como pudiera uno preguntar
“¿Estás contento con tu puesto en el
avión?” o “Estoy muy satisfecho con este
sandwich”. La palabra usada para la
felicidad tiene un amplio rango de sentidos
en inglés; en otros idiomas europeos su
significado está más restringido).
Tanto el budismo como el cristianismo sugieren que la liberación máxima
del alma también es la serenidad perfecta: la paz total del espíritu. Y la serenidad
perfecta es equivalente a la inmutabilidad perfecta. Pero si mi espíritu está en
un estado de inmutabilidad, de modo
que nada pueda influir sobre él, mi
felicidad sería como la felicidad de una
piedra. ¿Realmente queremos decir que
una piedra es la encarnación de la
salvación y del Nirvana?
Como para ser verdaderamente humano
se requiere de la habilidad de sentir compasión, para participar en el dolor y la felicidad
de otros, el joven Siddhartha podría haber
sido feliz, o mejor dicho haber disfrutado de
su ilusión de felicidad, solo como resultado
de su ignorancia. En nuestro mundo ese tipo
de felicidad es posible solo para los niños, y
en cualquier caso, solo para algunos niños:
para un niño menor de cinco años, digamos,
de una familia amorosa, que no haya tenido
la experiencia de un gran dolor o de la
muerte de alguno de sus seres cercanos.
Tal vez un niño así puede ser feliz en
el sentido que estoy considerando acá.
Después de los cinco años tal vez seamos
muy viejos para la felicidad. Podemos, es
cierto, experimentar el placer transitorio, momentos de asombro y gran
embeleso, hasta de sentimientos
eufóricos de unidad con Dios y el
universo; podemos conocer el amor y la
alegría. Pero la felicidad como condición
inmutable no es accesible para nosotros,
exceptuando tal vez los casos raros de
los verdaderos místicos.
Esta es la condición humana. ¿Pero
podemos atribuir la felicidad al ser
divino? ¿Dios es feliz?
Cuán humano es dios
La pregunta no es absurda. Nuestra
visión convencional de la felicidad es la de
un estado mental emocional. ¿Pero está Dios
sujeto a las emociones? Ciertamente, se nos
ha dicho que Dios ama a Sus criaturas, y el
amor, al menos en el mundo humano, es
una emoción. Pero el amor es una fuente de
felicidad cuando hay reciprocidad, y el amor
de Dios solo es recíproco por parte de
algunos de Sus sujetos, ciertamente no por
todos: algunos no creen que Él existe, a otros
no les importa si existe o no, y otros lo odian,
acusándolo de indiferencia de cara al dolor y
la miseria humana. Si Él no es indiferente,
pero está sujeto a las emociones, tal como
nosotros, Él debe vivir en constante estado
de desolación al ser testigo del sufrimiento
humano. Él no lo causó ni lo desea, pero es
impotente frente a tanta miseria, horror y
atrocidades a los cuales la naturaleza somete
a la gente, o que las personas se infringen las
unas a las otras.
Si, por otra parte, Él es perfectamente
inmutable, Él no puede ser perturbado por
nuestra miseria; Él debe ser, entonces,
indiferente. Pero si es indiferente, ¿cómo
puede ser un padre amoroso? Y si no es
inmutable, entonces Él participa de nuestro
sufrimiento, y siente pena. En cualquier
caso, Dios no es feliz en ningún sentido que
podamos entender.
Estamos obligados a admitir que no
podemos entender al ser divino -omnipotente, omnisciente, conocedor de todo en
Sí mismo y a través de sí mismo, no como
algo externo a Él, y no afectado por el
dolor ni la maldad.
Jesucristo, el verdadero Dios de los
cristianos, no era feliz de ninguna forma
reconocible. Estaba encarnado y sufría
dolor, compartía el dolor de los seres
humanos, y murió en la cruz.
En pocas palabras, la palabra “felicidad”
no parece ser aplicable a la vida divina. Pero
tampoco es aplicable a los seres humanos.
Esto no es solo porque sufrimos. También
es porque, aun cuando no estamos
sufriendo en un momento dado, aun si
podemos sentir placer espiritual y físico y
momentos más allá del tiempo, en el
“presente eterno” del amor, nunca podemos olvidar la existencia del mal y de la
miseria de la condición humana. Participamos en el sufrimiento de otros; no podemos eliminar la anticipación de la muerte
o las penas de la vida.
¿Debemos, entonces, aceptar la lúgubre
“Después de los cinco años tal vez seamos
muy viejos para la felicidad”
doctrina de Schopenhauer de que todas las
sensaciones placenteras son puramente
negativas, es decir, son la ausencia del
dolor? No necesariamente. No hay razón
alguna para sostener que las cosas que
experimentamos como buenas -el deleite
estético, el goce erótico, el placer intelectual y físico de todo tipo, las conversaciones
enriquecedoras, y el amor de los amigostodo debe verse como pura negación. Tales
expresiones nos fortalecen; nos hacen
espiritualmente más sanos. Pero no pueden
hacer nada por el malum culpae ni por
el malum poenae –la maldad y sufrimiento.
Por supuesto que hay personas que se
consideran felices porque son exitosas:
saludables y ricas, sin carencia alguna,
respetadas (o temidas) por sus vecinos.
Tales personas pueden creer que sus vidas
son lo que es la felicidad. Pero esto es un
acto de auto-convencimiento; y aun ellos,
al menos de vez en cuando, saben la
verdad. Y la verdad es que son unos
fracasados como el resto de nosotros.
Podemos asomar una objeción acá. Si
hemos absorbido la verdadera sabiduría del
tipo más elevado, pudiéramos creer, como
Alexander Pope, que cualquiera que sea, es
cierto; o, como Leibniz, que se obsesiona
con el mejor de todos los mundos lógicos
posibles. ¿Y si además de aceptar algo como
esto intelectualmente, es decir, simplemen-
te creer que todo debe estar bien en el
mundo porque está bajo la guía continua
de Dios, también sentimos en nuestros
corazones que es así, y vivimos el esplendor, la bondad y la belleza del universo en
nuestras vidas cotidianas, entonces no
podemos decir que somos felices? La
respuesta es no, no podemos.
La felicidad es algo que podemos
imaginar pero no sentir. Si imaginamos
un infierno y un purgatorio que ya no
opera, y que todos los seres humanos,
todos sin excepción, han sido salvados por
Dios y ahora gozan de la dicha celestial,
sin que les falte nada, perfectamente
satisfechos, sin dolor o muerte, entonces
podemos imaginar que su felicidad es real
y que la pena y el sufrimiento del pasado
ha sido olvidados. Tal condición puede
imaginarse, pero nunca se ha visto. Nunca
ha sido visto. EL
Leszek Kolakowski (1927-2010) fue
un filósofo e historiador de las ideas que
empezó en el marxismo y se convirtió luego, por culpa de Stalin, en uno de sus más
rigurosos críticos. En Venezuela, Monteávila Editores llegó a publicar algunos
de sus ensayos, sobre todo los de índole
religiosa, un tema al que se acercó con la
distancia y el escepticismo que se sienten
en este ensayo
Febrero 2013>35
Dibujando ideas
<<Rosana Faría>>
Feliz nueva era
P
ues bien, el planeta continúa
girando alrededor del sol. Y
aparentemente va a seguir
haciéndolo por un buen
tiempo. Pero existe una
sensación general, al menos eso quisiéramos, de que se nos está dando una
oportunidad para dejar atrás las cargas
pesadas y encarar el futuro inmediato, que
está contenido en este instante, con
nuevas energías y mucha ilusión. No será
en este espacio donde vamos a dar datos
de dietas o ejercicios que podrían ayudar a
hacer el famoso “restart” de año nuevo,
pero sí queremos alentar a nuestros
lectores, que si están leyendo esto es
porque les apasionan los temas que aquí
tratamos, y empujarlos a crear, ya sea a través de la palabra escrita o de la imagen,
esa obra para niños que está guardada en
una gaveta de algún escritorio, computadora o rincón del alma.
Son muchas las veces que se me ha
solicitado asesoría o al menos una
opinión sobre ideas para llevar a cabo la
publicación de un libro infantil, y
aprovecho este espacio para hacer
entonces algunas de recomendaciones a
la hora de llevar adelante un proyecto
de esa índole, y lograr cristalizarlo para
que llegue al público deseable, que
puede ser incluso un solo niño, pero
que de seguro es el niño o niña más
importante del mundo.
Primero que nada debemos tener en
cuenta que un libro para niños es una
oportunidad para establecer el primer
contacto de un ser humano con la cultura.
Por lo tanto este debe contener material
de excelente origen, de altísimo nivel, de
elevada calidad, y todos los epítetos que se
les puedan ocurrir. Esto no quiere decir
que es una tarea inalcanzable, posible sólo
para una élite de intelectuales y artistas
consagrados, no. Quiere decir que debe ser
producto de una profunda necesidad de
compartir una vivencia, una anécdota,
36>Febrero 2013
una reflexión quizá, con niños, y que esa
vivencia va a ser plasmada en papel de
una manera amorosamente cuidada, con
las mejores herramientas que poseamos
como creadores, buscando hacer conexión con ese ser que materializa la
urgente necesidad del libro, el lector.
Conozco de cerca ejemplos felices que
quisiera compartir con ustedes. Menena
Cottin, la admirada autora de El Libro
negro de los colores, tiene en su casa una
biblioteca solo para guardar aquellos
títulos de los que sólo se han hecho dos
ejemplares, uno para alguno de sus
nietos y otro para ella. Otra amorosa
abuela que no tuve la dicha de conocer
dejó como legado un libro de refranes en
su inglés natal y la explicación de los
mismos para todos sus nietos. Su viudo
decidió rescatar las ilustraciones y le
ayudamos a convertirlo en un pequeño
libro del que se imprimieron 30 ejemplares, uno para cada miembro de la familia
menor de 12 años.
Nelson Ramos, autor de Un abuelo, sí,
construye libros artesanales que
mantiene como posibles proyectos a
futuro. Rubén Monasterios, el conocido
escritor de literatura erótica, le escribió
a su nieto una veintena de poemas que
se convirtieron en un hermoso disco de
canciones infantiles gracias a la diligencia y talento de Verónica Faría y su Trío
Ninas. Entonces, es pecado no llevar
adelante una idea porque sentimos
miedo de escribir mal o porque no
sabemos dibujar. Entendamos de una
vez que si uno lo invoca, el universo
conspirará a nuestro favor, y que ese
niño, esa niña, es el público más
especial del mundo, y agradecerá con
una amplia sonrisa un libro único,
dedicado a su personita. Estaremos
contribuyendo de dos maneras a hacer
de esta una nueva y espectacular era: un
sueño propio realizado y un nuevo feliz
lector en este planeta. EL
As the saying goes, de la
abuela Maíta, con
ilustraciones hechas en col
lages caseros
ser bailarina,
Isabel Cottin sueña con
por Granma
ado
firm
ta,
nie
su primera
El tradicional juego de dej
ar ver sólo una parte par
a
los morochos en su prim
er cumpleaños
ién lanzado, incluye una
El CD del Trío Ninas, rec
pita de manteca
Are
versión libre de
l a nz a mi e nt o s >> López Ortega, Ochoa, Centeno y Macció hacen equipo
Estos son los constructores
de la nacionalidad
En Gente que hace escuela (Fundación Artesanogroup/Banesco) están los testimonios de vida del recurso humano
más valioso –y escaso- que tiene el país: las personas que se han fajado por hacerlo mejor
>> Rafael Osío Cabrices
N
ina Nikanorova sobrevivió de milagro a la
invasión nazi de la Unión
Soviética y tras una larga
y peligrosísima huída de
los horrores de la Segunda Guerra
Mundial llegó a Puerto Cabello, en un
barco de refugiados, un día de 1947. Al día
siguiente, cuando había sido alojada con
el resto de los pasajeros en un incómodo
campamento de acogida cerca del Lago de
Valencia, alguien se enteró de que era una
bailarina clásica y le organizó de inmediato una función en el Teatro Municipal de
Valencia. De años de espanto, pasó en
unas pocas horas a iniciar una nueva
carrera en un país del que no sabía nada:
Nina se convirtió pronto en la gran
bailarina de la ciudad y en la maestra de
todo el que decidió estudiar ese arte en la
capital de Carabobo.
La historia de Nina Nikanorova es
una de las muchas que llenan las casi
400 páginas de Gente que hace escuela, el
libro editado por la Fundación Artesanogroup y por Banesco en el que el escritor
Antonio López Ortega dirigió a un
equipo de entrevistadores y fotógrafos de
todo el país (entre ellos Vasco Szinetar y
Efrén Hernández, colaboradores
permanentes de esta revista), entre
quienes están autores de gran nivel
como Harry Almela o Igor Barreto. Los
personajes entrevistados son muchos y
están todos los estados representados.
Hay personas muy conocidas como el
padre Luis Ugalde, la escultora Lía
Bermúdez, el antiguo jefe de bomberos
Rodolfo Briceño o el cocinero Nelson
Méndez, pero también el médico que
dice que en sus manos ha nacido media
38>Febrero 2013
Tucupita, o el sacerdote que creó el coro
de niños cantores de Villa de Cura, o el
cultor que rescató del olvido parte del
patrimonio de fiestas tradicionales de
San Fernando de Apure. Las entrevistas
tienen distintos formatos, pero todas dan
la voz a esos venezolanos de excepción,
no todos nacidos aquí, que ante dificultades mayores a las que enfrentamos hoy
se dedicaron a construir cosas, a dejar un
legado indudable, a hacer sociedad,
institucionalidad y cultura con poco o
ningún apoyo estatal o empresarial.
Gente que hace escuela (diseñado de
manera completamente competente
por un grupo de estudiantes de Prodiseño, a cargo de la profesora Aixa Díaz) es
uno de esos libros que cuentan la
historia viva de gente sin espadas y sin
charreteras que solo trabaja para crear,
para levantar, para enseñar conocimiento y belleza. La edición, impecable,
corregida por Alberto Márquez, fue idea
inicial del periodista Eduardo Fuenmayor, y un trabajo que involucró a mucha
gente pero que contó con la selección
de personajes de la artista Nela Ochoa y
la coordinación del escritor Antonio
López Ortega.
Junto con los editores Sudán Macció
y Carmen Julieta Centeno, López
Ortega y Ochoa hicieron una llave que
en adelante generará muchas expectativas sobre Fundación Artesano Group,
un equipo ya responsable de unos
cuantos títulos de calidad. Fundación
Artesanogroup seguirá con los libros
corporativos, en lo que son muy
competentes, pero con el ingreso de
Ochoa y López Ortega aparece una
línea más comercial, Artesano Editores,
con una colección de Historia de
Venezuela, llamada Destierros; una de
ensayo y periodismo, Inquisiciones, y
una tercera de narrativa, Canaima.
Artesano Editores ya lanzó sus
tres primeros libros, uno en cada
colección: La mirada del otro, la
reedición en formato de bolsillo del
original ensayo sobre viajeros del
XIX en Venezuela de Elías Pino
Iturrieta y Pedro Enrique Calzadilla, en Destierros; en Inquisiciones,
La cultura bajo acoso, de María Elena
Ramos, un estudio de las políticas
culturales del chavismo, con
énfasis en la transformación
institucional de los museos; y en
Canaima, Julieta en su castillo, un
nuevo libro de cuentos inéditos de
Miguel Gomes, que incluye los dos
que ganaron el concurso de El
Nacional (en 2012 y 2010). En 2013
esperan publicar unos seis libros,
una novedad cada dos meses. EL
Diciembre 2012 / enero 2013
La dramática historia
de la jueza
María Lourdes Afiuni,
mandada a encarcelar
tras poner en libertad
a un enemigo
del Presidente
de la República
Hugo Chávez
l a nz a mi e nt o s >> La Colección Vértigo interpreta la violencia
Una saga femenina
con balas cruzadas
Mónica Montañez dirige una colección policial en Ediciones B, que con novelas de José Pulido, Inés Muñoz
Aguirre, Eloy Yagüe y María Isoliett Iglesias pretende contar qué vive la mujer venezolana del presente
>> Rafael Osío Cabrices
>> Fotografía Jorge Castillo
María Isoliett Iglesias ya está preparando una segunda novela, protagonizada por la misma comisaria
42>Febrero 2013
“Un crimen es una gran excusa para
meterse en la psicología de los personajes y
revelar el país en que viven”
L
a joven (y audaz) reportera
de sucesos María Isoliett
Iglesias no podía creer lo
que por teléfono le decía la
periodista, dramaturgo y
libretista Mónica Montañez, un día de
octubre de 2011. La autora de El
aplauso va por dentro le estaba diciendo
que ella seguía muy de cerca sus
crónicas en El Universal, sobre todo las
de los domingos, porque prestaba una
atención a la vida de las víctimas que
se veía poco en la fuente policial. “De
una vez me planteó hacer una novela”,
cuenta Iglesias, “e insistía en que yo
podía hacerlo. Le dije que sí, muy
emocionada, y luego le comenté a mi
esposo que estaba loca”.
Montañez se preparó a dar los
consejos necesarios y el esposo de
Iglesias la ayudó a dar con el tema: el
secuestro. “Mónica me explicó que el
camino era estudiar una novela que
nos gustara mucho, me dijo que todos
los novelistas habían hecho eso. Que
buscara esa novela y la desarmara
para entender su estructura. Juan Toro
(el fotógrafo con el que Iglesias
mantiene el blog Voces de la Muerte)
se acababa de leer Rojo express de
Marcos Tarre y encontré ahí mi
ejemplo a seguir. Una vez lo entrevisté, mientras escribía mi novela, y me
asustó que él tardó un año escribiendo. Me habían dado menos tiempo
que eso”.
Iglesias, entrenada para ser rápida y
eficaz, hizo entrevistas y redactó esa
novela en pocos meses. “Fue una
novela reporteada. Entrevisté a una
miss y gente de la Organización Miss
Venezuela, que me contaron cómo
reaccionarían en una situación como
esa, ante el secuestro de una concursante. Antes había entrevistado a un
secuestrador, y para la novela hablé
con dos negociadores y un policía que
había investigado varios secuestros,
sin revelar cosas que no debía. Tiene
una base de realidad bien importante”. El título se lo dio un motorizado
que reclamaba a otro en la calle que le
había tumbado el vehículo, diciéndole
“me tiraste la hembra pa’l piso”.
En Me tiraste la hembra pa’l piso, que se
lee en una tarde, una audaz y joven
comisaria a cargo de la división anti
extorsión y secuestro del CICPC debe
resolver a plomo el plagio de la favorita a
la próxima e inminente corona del Miss
Venezuela. El caso resulta más complejo
de lo que parece, como corresponde a
una novela policial. Iglesias y Montañez
quedaron tan contentas que pronto
viene un libro de crónicas de la reportera, quien le cogió el gusto a la cosa y ya
empezó a armar otra historia para una
segunda novela, protagonizada por la
misma comisaria y una sicaria. “Me
enorgullece ser la culpable de eso”,
comenta Montañez.
Me tiraste la hembra pa’l piso
inauguró la Colección Vértigo, junto
con La segunda sagrada familia, de
Inés Muñoz Aguirre, Amantes letales,
de Eloy Yagüe, uno de los pocos
cultores del género negro en Venezuela, y El requetemuerto, del veterano
José Pulido, otro autor que se ha
adentrado con sapiencia en las
oscuras aguas de la novela policial.
Montañez cuenta que a finales de
2011 Beatriz Rozados, la editora a
cargo de Ediciones B en Venezuela, le
propuso que dirigiera una colección
de novelas sobre la mujer venezolana
contemporánea. “Le dije que me
parecía atractiva la idea si me permitía hacer novelas policiales. Mantuve,
eso sí, como una suerte de regla que
se le propusiera a los autores, que
hubiera en sus novelas un personaje
femenino importante, fuera la
víctima, la victimaria o quien resolviera el crimen. Escribí un proyecto
fundamentando todo, pero la razón,
para ser honesta, es que yo soy
fanática de la novela negra como
género. Un crimen es una gran
excusa para meterse en la psicología
de los personajes y revelar el país en
que viven. Me parecía de paso muy
interesante para este país nuestro
que se precia de ser tan femenino
pero que siendo muy machista”.
“Mónica pasó un instructivo para
todos los autores que incluía temas
muy autóctonos”, recuerda Iglesias.
“Estaba el Miss Venezuela y yo decidí
meterme de lleno en él”. Otros temas
salieron en las demás novelas, que
son unas cuantas. La idea es que salga
una al mes. “Se lo propuse a doce
escritores”, dice Montañez. “Siete de
los primeros libros vienen de periodistas, porque son más rigurosos con
las entregas. Hay gente veterana
como José Pulido y nueva como
María Isoliett. Vienen ahora Guararé
de Wilmer Poleo Zerpa (un experi-
mentado reportero de sucesos); una
de Valentina Saa, la guionista de El
rumor de las piedras; una novela
sorprendente de José Manuel Peláez,
un autor poco conocido de 65 años,
profesor de la Escuela de Letras de la
UCAB, quien también se estrena en el
género; y una de Eduardo Sánchez
Rugeles, el autor de Liubliana y Blue
Label/Etiqueta Azul”. EL
Febrero 2013>43
AU T ORES >> Juan Carlos Zapata
“El editor venezolano
tiene que reinventarse”
Luego de años publicando sus libros
en distintos sellos, uno de los mejores
periodistas de investigación de
Venezuela montó uno propio y lo
inauguró con dos textos originales y
muy bien escritos. Uno reconstruye un
reino perdido en las riberas del Apure;
el otro cuenta cómo se dejó vencer por
el militarismo una Venezuela que se
creía eterna
>> Rafael Osío Cabrices
>> Fotografía Jorge Castillo
44>Febrero 2013
U
nos doce años tenía Juan Carlos
Zapata cuando en una noche de lluvia
interminable en Guasdualito, durante
uno de esos interminables inviernos
del llano, cayó en sus manos una
página de El Nacional, diario que no se leía en su casa,
con la columna La Ciencia Amena, de Arístides
Bastidas. Zapata se impresionó tanto por ese periodismo científico lleno de información y tan bien escrito,
que se dedicó a comprar ese periódico con su propio
dinero, en una librería del pueblo. La hija de la dueña
de la librería, conmocionada por ese niño que
reclamaba si no llegaba El Nacional y que era capaz de
esperar hasta la noche para recoger su ejemplar
reservado, le pasaría luego libros que se robaba de los
anaqueles, como Terra nostra, de Carlos Fuentes. Ese
muchachito obsesionado, que ya estaba leyendo (y
terminando) Guerra y paz en la puerta de la adoles-
cencia, se convertiría con los años en uno de los más
capaces periodistas de Venezuela. “Para mí”, recuerda,
“la escritura era el periodismo”.
Ahora, Zapata es su propio editor. Había empezado
a trabajar en prensa a principios de los 80, mientras
estudiaba en la escuela de Comunicación Social de la
UCV: SIC, Tribuna Popular (militó un tiempo en la
Juventud Comunista), El Universal, Número. Fue uno de
los pioneros del periodismo económico y de negocios
en un país que veía como palangristas a los reporteros
de una fuente que pronto revelaría su importancia.
Fundó Descifrado.com y lo vendió luego. En el camino,
publicó varios libros, como Los ricos bobos, Doña
Bárbara con Kalashnikov, Gabo nació en Caracas, no en
Aracataca y Dr. Tinoco. Eso fue con distintas editoriales;
sus dos nuevos títulos vinieron con un sello suyo,
misteriosamente llamado El Parricida.
Parecen muy distintos, pero salieron a la calle uno
detrás de otro, y tienen en común dos viejas preguntas de Zapata, presentes en todos sus libros: qué es el
poder en Venezuela, y cómo trabajan los grandes
escritores, venezolanos y latinoamericanos. Uno es El
palacio del llano cumple cien años; el otro, El suicidio del
poder. Cada uno de esos títulos tiene una peculiar
estructura y un juego de motivos recurrentes, así
como personajes que sirven de excusa o de punto de
mira sobre el país; Gallegos en el primero, Vargas
Llosa en el segundo.
Para marzo próximo, Zapata promete Café Italia,
ambiente familiar. Y para después, en fecha indeterminada, las reediciones de Los ricos bobos y Dr. Tinoco, y
su esperado libro sobre los boliburgueses (término
del que se atribuye la autoría) que ha ido convirtiéndose, a medida que investiga, en un libro con protagonista: Diosdado Cabello. Por el momento al menos,
la editorial El Parricida es solo para sus libros. “Yo
había visto con Dr. Tinoco”, que publicó en Descifrado, “cómo era editar por mi cuenta, y que tengo una
lectoría y una capacidad de venta. Quería verle el
dinero a los libros. En un mes, noviembre, recuperé
el 75% de la inversión que hice para El suicido del
poder. Ya colocamos 2.000 ejemplares y vamos a la
segunda edición”.
Del bongo a la tanqueta
El palacio del llano cumple cien años es una crónica
dispuesta en capítulos cortos, todos acompañados de
las estupendas viñetas del pintor Ronald Ramírez,
sobre la familia Barbarito, que desde 1890 se instaló
en San Fernando de Apure, inmigrando desde Italia, y
en pocas décadas acumuló una fortuna con el
negocio de las plumas de garza (una de las mayores
exportaciones de la Venezuela pre-petrolera). Los Barbarito materializaron parte de su fortuna en la
construcción de uno de los primeros edificios de lujo
en el país, su casa-tienda en la orilla sur del Apure;
con esa obra como punto de partida, Zapata teje las
leyendas sobre esa familia, sobre el Apure de entonces, esboza el mundo de los inmigrantes prósperos en
los llanos venezolanos durante el gomecismo (que
ampliará en Café Italia, ambiente familiar), cuenta el
destino de una estirpe que se fue acercando al poder
caraqueño con desigual suerte, y de paso aprovecha
para reconstruir el famoso viaje que hizo Rómulo
Gallegos a Apure en la breve investigación que
desembocaría en Doña Bárbara, y en la cual le
acompañó uno de los Barbarito.
“Gallegos es un personaje recurrente”, explica
Zapata, “porque le estoy muy agradecido del mismo
modo en que Mario Vargas Llosa está agradecido con
Venezuela. Cuando ocurrió el incendio que devastó
Guasdualito en 1948, Gallegos tuvo la gallardía de
apartarse del protocolo presidencial y trasladarse allí
para ver qué había ocurrido. Fue un acontecimiento
especial. Mi padre llegó a conocerlo. Mucha gente ha
olvidado su obra, que es muy consistente y hay que
rescatar. Y él era un civilista, algo que me interesa
mucho de él dado el momento que vivimos”. Zapata
cuenta que su mamá quería ser de San Fernando para
pasear por el malecón que tenía el palacio, y que
cuando de adulto quiso encontrarlo no daba con él,
de tan abandonado estaba desde los años 50. Una
restauración posterior recuperó parte de su antiguo
encanto, pero hoy es un centro comercial y ya el río
no pasa por su costado norte. Es un libro escrito con
una notable ambición estética, muy lograda por
cierto. “El lector cuidadoso sabrá distinguir la ficción
de los hechos históricos”.
En cambio, El suicidio del poder describe el tejido
que une los 40 años adeco-copeyanos con la era
chavista; lo cual implica que ésta fue un desarrollo
de lo anterior, no una ruptura surgida de la nada.
Fue el escritor Eduardo Liendo quien le dio a Zapata
el eje y el camino para titular ese libro, al recordarle
un artículo de Mario Vargas Llosa sobre el ascenso
al poder de Hugo Chávez, que el autor de La guerra
del fin del mundo tituló “El suicidio de una nación”.
Al reencontrarlo, Zapata volvió a revisar bien la
obra de otro maestro latinoamericano y su relación
con nosotros –como lo hizo en Gabo nació en
Caracas, no en Aracataca- , y al contar cuánto tuvo
que ver esta nación en su camino ideológico y en su
consagración como escritor y como político, Zapata
tuvo una vía principal por la que lanzar su libro.
“Quería hacer con Vargas Llosa lo que hice con
Gabo, pero es un hombre muy distinto. Vargas Llosa
es parte de la era chavista. Ya venía siendo el único
premiado por el Rómulo Gallegos con una relación
honesta con Venezuela, con el país y no solo con
algunos amigos de aquí. Ha escrito mucho sobre
Venezuela y luego polemizó con Chávez, fue
acosado en el aeropuerto, le mandaron periodistas
para que lo molestaran… Lo que hago es involucrarme en sus códigos políticos, con los cuales coincido.
Cuando releí Conversación en La Catedral, una
“Cuando releí
Conversación en La Catedral,
una novela magnífica
que es también un tratado de
historia política, parecía haber
sido escrita para este
momento”
novela magnífica que es también un tratado de
historia política, parecía haber sido escrita para este
momento y la tomé como otra referencia”.
Vargas Llosa es la vía principal; no la única. Su
historia con Venezuela está intercalada con capítulos
en cursiva que son o monólogos imaginarios de
personajes como Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi
y Rafael Caldera, o testimonios del mismo Zapata,
siempre en torno a la mecánica del poder en Venezuela, y particularmente, del mediocre ocaso de la élite
política que permitió o alentó el retorno de un
caudillo militar. Por la originalidad de su estructura y
la calidad de su estilo, El suicidio del poder destaca en la
frondosa bibliografía del tipo cómo-se-jodió-este-país.
Naturalmente, Juan Carlos Zapata ha aprendido
con esos libros algunas cosas sobre los seres humanos que dedican su vida a mandar sobre los demás,
desde el Estado o desde el capital… o desde ambos
tronos a la vez. “Lo que me intriga del poder es que
los códigos son iguales en todas partes. Políticos y
empresarios actúan en consonancia, se ayudan
“Para mí, la escritura era el periodismo”
Febrero 2013>45
“Estamos atrapados entre
unos medios demasiado
complacientes con la oposición
y unos pocos grandes
anunciantes, y la
propaganda del gobierno”
mutuamente, mediante relaciones implacables.
Creen también que su poder les durará siempre.
Para entender el poder político hay que ser político, y ver cómo ellos saben esperar, cómo tienen un
tiempo calculado que es muy distinto al de la gente
común. Un político puede fracasar mil veces pero
luego saber vivir de una sola victoria. Y un empresario también se equivoca mucho y pierde mucho,
hasta que triunfa”.
Zapata dice que el periodismo venezolano no
está contando ni la mitad de la película. “No sabe
qué pasa en el mundo militar. No está contando
mucho tampoco de la fuente empresarial. ¿Qué
sabemos de lo que están haciendo empresarios
venezolanos en la región, donde algunos están
invirtiendo más que en Venezuela? Vemos muchos
casos policiales pero muy pocas historias. No se
han querido trabajar los asesinatos financieros,
como tampoco las nuevas formas de organización
social que el gobierno está controlando en los
sectores populares. Y los articulistas, por su parte,
repiten demasiado los mismos puntos de vista,
escribiendo una y otra vez desde el mismo lugar.
Nuestro periodismo ha perdido la capacidad de
sorprendernos. La foto de Diosdado dándole la
mano a Raúl Castro daba para una gran crónica.
Estamos atrapados entre unos medios demasiado
complacientes con la oposición y dependientes de
unos pocos grandes anunciantes, y la propaganda
del gobierno. El editor venezolano tiene que
reinventarse. Y el periodista también.”. EL
“Lo que me intriga del poder es que
los códigos son iguales en todas partes”
UN LIBRO SACA OTRO LIBRO
Dahbar
E
d
i
c
i
o
n
e
s
Avenida Libertador, Edificio Ayacucho. Piso 12.
Apartamento 121. La Florida. Teléfono:
7309873
46>Febrero 2013

Documentos relacionados

EL LIBRO COLOMBIA 26 IMPRENTA.indd

EL LIBRO COLOMBIA 26 IMPRENTA.indd ojos cerrados. /42 Febrero 2013>3

Más detalles