Η ανακοίνωση

Transcripción

Η ανακοίνωση
La comunidad karakatchani en Bulgaria. Localización, identidad y costumbres
Diliana Ivanova Kovátcheva
La Península balcánica constituye, desde tiempos inmemoriales, un
microcosmos ubicado al sureste de Europa donde han convivido, se han mezclado y, en
ocasiones, enfrentado los diferentes pueblos que la componen, pueblos con sus
respectivas costumbres, lenguas y religiones. Dentro de este crisol etno-cultural,
Bulgaria ocupa un lugar central y destacado por la gran diversidad de comunidades
étnicas que asimismo la componen. En su territorio conviven una veintena de estas
comunidades de las que la más numerosa es la de los búlgaros (83,9% de la población),
seguida por turcos (9,4%), romaníes (4,7%) y pomacos o búlgaros islamizados (1,6%).
Los porcentajes restantes, muy minoritarios, se reparten entre las comunidades de rusos,
armenios, sefardíes, ashkenazis, valacos, aromunes, gagauzos y la comunidad en la que
se centra nuestro análisis, los karakatchani. Volver la mirada hacia estas minorías
étnicas implica, en cierto modo, descubrir las raíces más profundas de las sociedades
balcánicas actuales, ver su evolución y transformación hasta llegar a su estado actual.
Los karakatchani o sarakatsani (σαρακατσάνοι) son una comunidad étnica
grecoparlante que habita los Balcanes desde, al menos, el principio del I milenio a.C.
Aunque las fuentes históricas no confirman con precisión exacta su origen, la mayor
parte de los investigadores está de acuerdo con esta datación cronológica. Los estudios
lingüísticos, su organización socio-económica, cultura, folclore, creencias
y
características antropológico-físicas la presentan como una de las comunidades más
antiguas de la Península balcánica. La falta de documentos sobre su procedencia e
historia nos priva de una visión más amplia y un análisis más completo, vacío que
puede tener un explicación dado el contexto histórico de los Balcanes y debido a los
propios hábitos de la comunidad. Los karakatchani han vivido lejos de las grandes
ciudades y entregados a su principal ocupación, el pastoreo ovino y la elaboración de
productos lácteos. Su aislamiento, su nomadismo y su predominante cultura oral ayudan
a explicar la falta de documentación sobre ellos. Es posible que en otras épocas se les
haya conocido con otro etnónimo y tenemos constancia de que en ocasiones se les ha
identificado erróneamente con otros pueblos nómadas como los aromunes o los valacos
(en búlgaro власи o, en griego Βλάχοι) que habitaban zonas vecinas a los territorios
habitados por karakatchani y también llevaban un modo de vida parecido. El término
власи о, Βλάχος, que lleva a confusión, se menciona en las fuentes medievales a partir
del siglo X para referirse a pastores nómadas, aunque no están étnicamente definidos,
aludiendo tanto a población romanizada de la Península balcánica como а otras
comunidades de pastores que por su actividad análoga con los karakatchani a veces se
les ha incluido en este grupo.
Las tesis sobre el origen helénico de los karakatchani son las más defendidas
entre los investigadores, entre los que destaca el lingüista y etnógrafo danés Carsten
Hoeg, el historiador y antropólogo inglés John K. Campbell1, los antropólogos griegos
Angeliki Hadzimihali, Georges Kavadias2 o el etnógrafo serbio Branislav Kozhic.
El antropólogo Georges Kavadias resume algunas de las teorías que gozan de
más aceptación sobre la procedencia de los karakatchani en su estudio Pastoresnómadas del Mediterráneo: los sarakatsani de Grecia (1965):
1) Los sarakatsani serían descendientes directos de las tribus dorias que
habitaban, hace 3.000 años, los territorios de la actual Grecia. Esta teoría está avalada
por la mayoría de los historiadores griegos y otros estudiosos europeos filohelenos.
2) Los sarakatchani serían una rama de los nómadas valacos, aromunes y
farserotas, helenizados desde la edad media, y cristianizados durante la segunda mitad
del siglo XVIII bajo la influencia del monje, misionero y mártir Cosme de Aitolia (que
más tarde sería canonizado). En efecto, el habla actual de los sarakatsani conserva
algunos vocablos y ciertos aspectos de organización socio-política similar a los valacos:
la unidad socio-política se denominaba celnicat, y cada una de estas unidades era
dirigida por un líder denominado celnic (en valaco) o tselingas (en griego). Esta teoría
está avalada particularmente por estudiosos de ascendencia valaca como el historiador
Nicolaie Iorga, los lingüistas Tache Papahagi y Theodor Capidan, así como por
historiador checo Konstantin Irechek, o el erudito austro-húngaro Lajos von Thalocy.
3) Los sarakatsani serían parte de los Yörük, población étnica nómada de
origen turco, pero cristianizados. El estilo de vida nómada de los Yörük y su hábitat
llevaron al célebre etnógrafo y lingüista francés Arnold van Gennep a establecer un
nexo de unión entre estos y los sarakatsani.
Aparte de estas tesis, recogidas por G. Kavadias, existe otra, respaldada sobre
todo por los historiadores búlgaros como Hristo Gandev y Dimitar Ánguelov, que
afirman que los karakatchani son descendientes de la población autóctona de los
Balcanes, en concreto de los tracios, ilirios y moesios que fueron helenizados, frente a
valacos y aromunes, que fueron romanizados. Gandev opina que debido a su
nomadismo parte de la población tracia, iliria y moesia se aísla de la masa eslavo-tracia.
Ánguelov sostiene que los tracios helenizados y romanizados se separan en grupos
étnicos independientes, es decir, karakatchani y valacos, y con su retirada a las
montañas durante la invasión de los eslavos quedan al margen de la eslavización.
1
Campbell, John Kennedy, Honor, familia, y patrocinio: Un estudio de instituciones y de valores
morales en una comunidad griega de la montaña, Oxford, 1964.
2
Kavadias, G., Pasteurs-Nomades Mediterranéens: Les Saracatsans de Grèce, Paris: Gauthier-Villars,
1965.
Después de exponer las teorías de los investigadores no podemos ignorar la
opinión e incluso convicción de los propios karakatchani sobre su origen. Su teoría se
basa ante todo en mitos y tradiciones que viven en la memoria colectiva; en la leyenda
que sitúa la protopatria de los karakatchani en el monte Pindo, al norte de Grecia. Ésta
asegura que es de la región montañosa de Ágrafa, en la prefectura de Ioánnina, en un
lugar denominado Sirako, Sirakovo o Sarakatsanovo, de donde proceden los primeros
karakatchani y que además es el lugar que da origen al gentilicio griego sarakatchani.
Durante la ocupación otomana, prosigue la leyenda, a finales del siglo XVIII en
Ioánnina se encontraba la corte del despótico Ali Pashá (Αλή Πασάς Τεπελενλής) quien
era el monarca gobernante del territorio europeo del Imperio otomano. Los
karakatchani incapaces de soportar la política opresora de éste se rebelaron y por ello
fueron salvajemente castigados. A consecuencia de esta masacre los karakatchani
tuvieron que dejar su lugar de procedencia y buscar un nuevo modo de vida que
hallaron en el pastoreo y por tanto en la vida trashumante. Muchas leyendas y canciones
del folklore de los karakatchani rememoran la tristeza de la huida forzada de su tierra
natal. Como señal de este sentimiento, en su vestimenta tradicional predomina el color
negro y por influencia del idioma turco su nombre, karakatchani, procedería del turco
“kara-”, “negro” y “-katchan”, “fugitivo”, cuyo gentilicio en búlgaro es karakatchan, o
sea, los fugitivos vestidos de negro.
Durante el siglo XX los karakatchani han vivido dispersos por toda la Península
Balcánica: Peloponeso, periferia de Tesalia, norte de Grecia, Bulgaria, Macedonia,
Albania, Tracia oriental y Asia Menor. En la actualidad se concentran entre Grecia y
Bulgaria.
La mayor parte de los karakatchani poseen una conciencia nacional griega
aunque existen notables diferencias respecto de aquella en lo cultural. Su lengua actual
es un dialecto del noreste de Grecia basado en el griego moderno, Ελληνικά,
denominado “dialecto karakatchan” o “sarakatsanika” que ha conservado muchos
elementos arcaicos que no han sobrevivido en el griego moderno debido quizás al
aislamiento inicial en que vivían, aunque con posterioridad la vida nómada les hizo
tomar contacto con otros pueblos y a su vocabulario se van incorporando muchos
extranjerismos. Los karakatchani pertenecen a la comunidad cristiana ortodoxa griega y
participan de sus ritos, aunque en ceremoniales como los del casamiento o el entierro
estos ritos cristianos están condimentados con tradiciones y creencias precristianas.
Tradicionalmente las migraciones de los karakatchani se iniciaban en abril, en
víspera del día de San Jorge cuando se dirigían con sus rebaños hacía la montaña del
Ródope, en Bulgaria, donde permanecían durante los meses de verano, hasta su regreso
a Grecia a finales de octubre, coincidiendo con el día de San Demetrio. Pero la
fragmentación del Imperio Otomano cambia de raíz la estructura política de los
Balcanes lo que unido a las transformaciones económicas conlleva a unas restricciones
y modificaciones en las prácticas trashumantes. En el territorio de la Península se crean
estados independientes que vigilan sus fronteras e imponen medidas aduaneras. Durante
algún tiempo los karakatchani podían seguir acudiendo anualmente a sus pastos de
verano en un país y a los de invierno en otro, exentos de pagar derechos arancelarios,
pero esta práctica se ve cada vez más obstaculizada. La introducción a principios del
siglo XX de tasas aduaneras, provoca una notable disminución de las migraciones. En
1919 se corta la comunicación entre los pastizales montañosos de Bulgaria y los
situados en territorio de Grecia, y los karakatchani se ven obligados a reorientar sus
migraciones estacionales y restringir la ubicación de sus pastos en el territorio de uno
sólo de estos dos países, Bulgaria o Grecia. Los que eligieron quedarse en Bulgaria
siguen desplazándose en verano a los pastos montañosos de Rila, el Ródope y Stara
planina y en invierno han encontrado nuevos pastos al sureste del país, cerca del Mar
Negro, en las zonas de Burgas y Sozopol.
El Instituto Nacional de Estadísticas búlgaro nos aporta los siguientes datos3
demográficos sobre la población karakatchan en Bulgaria:
-
en 1905 vivían en Bulgaria 6.128 karakatchani;
-
en 1910, su número asciende a 7.251;
-
en 1920, 6.412;
-
en 1956, 2.085;
-
en 1991, 5.144;
-
en 2006, 4.107 (Comité Nacional de cooperación en cuestiones
étnicas y demográficas, Ministerio de Asuntos Interiores de Bulgaria)
Sin embargo, datos no oficiales de la Asociación Cultural y Educativa de los
Karakachani en Bulgaria, con sede en Sliven, afirman que su comunidad sumaba en el
año 2007 entre 20.000 y 25.000 personas. En la región de Sliven, sonde se encuentra la
mayor concentración demográfica de esta etnia viven alrededor de 6.000 karakatchani.
Es muy difícil establecer un número exacto de esta población debido a su dispersión,
hábitos de trashumancia y que a partir de 1936 muchos de ellos obtienen la nacionalidad
búlgara.
En relación con su localización geográfica en territorio búlgaro existe un alto
grado de concentración de la población karakatchan en la cordillera de los Balcanes,
sobre todo, como hemos mencionado, en la provincia de Sliven, en poblaciones como
Samuilovo, Borov Dol, Kotel y Karnobat. Hay también grupos importantes en las
llanuras y valles del sur de esta cordillera, como en Kazanlak, Maglizh, Karlovo, Sopot,
otros en las montañas de Rila, como Samokov y Dupnitza, y por último, al noreste de
Bulgaria en ciudades como Berkovitza Vurshetz, Montana y Vratsa.
3
Пимпирева, Ж., Каракачаните в България, Междънароден център по проблемите на
малцинствата и културните взаимодействия, София, 1998.
El establecimiento del régimen comunista en Bulgaria en 1944, pone en marcha
una política de abolición de la propiedad privada a favor de la nacionalización y afecta
directamente a la forma de vida de los karakatchani. En 1954 un Decreto del Consejo
de Ministros les obliga a establecer su residencia en un lugar concreto y unos años más
tarde, en 1958, sus rebaños fueron nacionalizados o confiscados por el Estado de forma
que se llevó a cabo una irreparable agresión a la identidad nómada y pastoril de los
karakatchani, arrebatándole la esencia de su vida desde hacía siglos, imponiéndoles la
necesidad de buscar otras formas de sustento.
Este obligado sedentarismo forzó a los karakatchani a vivir en ciudades y
aldeas, a sustituir sus antiguas cabañas hechas de lana y paja, denominadas konáki, por
casas de ladrillo. No obstante, los karakatchani conservaron la especificidad de su etnia
codificada en sus ritos y costumbres, en su vestimenta, sus bailes y sus cantos.
Las comunidades de karakatchani, establecidos en pueblos y ciudades lo hacen
de forma compacta, a modo de barriada, o como les llaman ellos odzáki. La familia
sigue desempeñando un papel primordial en la transmisión de la cultura tradicional.
Entre sus tradiciones destacan las celebraciones cristianas del Día de San Jorge (Άγιος
Γεώργιος), San Demetrio (Άγιος ∆ηµήτριος) y sobre todo la Pascua. Los karakatchani
son profundamente religiosos, aunque también creen en supersticiones como “el mal de
ojo” o en espíritus panhelénicos (como el espíritu de los difuntos). Creen en la magia y
por ello llevan talismanes o para evitar el “mal de ojo” acuden a las curanderas búlgaras,
expertas en realizar conjuros que se practican desde hace siglos, el más común consiste
en fundir un trozo de plomo que una vez líquido se vierte en agua; dependiendo de la
figura que se haya formado se hace la interpretación de dónde radica el mal de ojo y se
aconseja cómo ahuyentarlo.
Una de las tradiciones que preserva mejor el espíritu ancestral de los
karakatchani, por sus formas, detalles y fases es la celebración del casamiento. El
conocido antropólogo y arqueólogo griego Aris Poulyanos, afirma que en las obras de
Homero y de Eurípides se describen elementos rituales que contienen el rito nupcial de
los karakatchani, y que ha descubierto en los cantos de Homero más de quinientas
palabras que se siguen utilizando hoy en el habla karakatchan.
Como hemos dicho más arriba, la familia constituye el núcleo social más
importante que da sentido y orienta la vida de los karakatchani, y el desposorio
tradicional karkatchan uno de los acontecimientos de más relevancia entre sus
tradiciones, uno de cuyos significados es que los novios cambian de estatus social. Estos
ceremoniales constituyen el acontecimiento que más días se prolonga dentro del
calendario ritual-familiar. El día para la celebración del desposorio (shívazma) es
elegido siguiendo creencias tradicionales y de acuerdo con el canon cristiano. La luna
debe ser nueva o creciente para que se cumpla la plenitud en la futura familia. Para esta
celebración se prefieren los meses que tengan 31 días y se evitan el mes de noviembre
(haménos) y los días de ayuno. Los mejores días de la semana se consideran miércoles,
viernes y domingo. El desposorio se inicia en la casa de la muchacha, cuando el padre
de la chica debe encontrarse fuera de la casa con tres o cinco parientes del muchacho sin
que ella los vea. Tanto el grupo que representa al novio como el de la novia llevan cada
uno un pañuelo esponsal de color rojo (shivomándulum) con monedas o un anillo
atados en una punta, que intercambian mientras pronuncian el siguiente conjuro
tocándose la barbilla: “Cuantos pelos en la barba, tantos años de vida.” Asimismo
ambas partes llevan unas pequeñas bolsitas llenas de caramelos y en ocasiones botellas
con rakía que mezclan mientas pronuncian la siguiente frase: “Así se juntan las dos
familias.” Posteriormente se proclama el desposorio con un disparo. Llega la muchacha
y besa la mano primero de su futuro suegro y después de su padre, y a los demás
familiares del muchacho presentes les reparte toallas, hecho que confirma la aceptación
de la boda por parte de la novia. La misma noche se culmina el desposorio en casa del
novio y al final del mismo la madre del muchacho regala toallas a todos los presentes.
Después de este día el chico y la chica quedan declarados oficialmente novios
(shivazhméni). El mismo día del compromiso se concreta la fecha de la boda
propiamente dicha. Antes del casamiento el padre de la chica va a casa de su consuegro
para llevarle una manzana con una moneda introducida en la pulpa, dándole a entender
que los preparativos para la boda están listos. A partir de entonces comienzan a enviarse
las invitaciones (kálezma) a familiares y amigos. Se asignan los padrinos, que suelen ser
los padrinos del bautizo y se invita al abanderado (brátmus) que suele ser primo o amigo
del novio. Con la preparación de los panes rituales (pruzhímnia), comienzan los
festejos, primero, un miércoles, en casa de la novia, y el viernes siguiente, en casa del
novio. Durante la preparación del pan las mujeres entonan cantos específicos. Otro
momento muy importante es la confección, en casa de la novia, de la bandera nupcial
(flámburas), hecha de un paño negro de lana ricamente adornado con hilo de oro en
forma de cruz y decorado con monedas y cascabeles. El abanderado es el encargado de
hacer el palo de la bandera que debe ser de madera de cornejo o de escaramujo para que
la descendencia de la pareja sea sana como los frutos de estos dos arbustos. Cuando la
bandera está lista todos comienzan a bailar joró, guiados por el abanderado. Al día
siguiente se escenifica en la casa de la novia la resistencia por parte de sus familiares a
dejarla marchar, y la victoria por parte de los enviados del novio que finalmente resultan
vencedores. Al poco llega el novio cubierto por un velo, accesorio que desde principios
del siglo XX dejó de utilizarse. Su vestimenta se compone de una especie de falda muy
arrugada llamada fustanela de color blanco que llega hasta las rodillas, faja negra,
camisa blanca de mangas muy anchas y chaleco negro. El novio entra en la casa de la
novia pero no se sienta con ella porque mujeres y hombres se encuentran en lugares
separados. Después de la cena siguen los bailes y canciones, y a medianoche la novia
viste su traje nupcial que normalmente es negro adornado con ricos y coloridos
bordados llamados limodéti. Asimismo lleva un delantal bordado con hilo de oro y un
chal también ricamente bordado. La madre y las hermanas son las encargadas de peinar
y arreglar la novia y cuando ya está peinada y vestida la cubren con un pañuelo rojo de
lana. El suegro es el encargado de quitar este pañuelo y de ponerle otro, traído por él,
adornado con monedas de oro. El cuñado de la novia es quien debe ponerle los zapatos.
En el zapato derecho introduce una moneda y vierte un poco de vino del que beben
ambos, aunque el cuñado rociará desde su boca el vino sobre el rostro de la novia. Los
familiares del novio le dan a la novia sus regalos y la novia besa la mano de todo aquel
que se los ofrece. Mientras, el novio se dirige al lugar donde está el padre de la novia.
Este le regala a su yerno una faja y lo lleva hasta la novia. Cuando se encuentran, el
padre de la novia junta sus manos y el novio aprovecha para la ocasión para cogerla,
subirla a un caballo y llevársela. El casamiento (shtefánoma) tiene lugar en una iglesia,
de camino hacia la casa del novio o en la propia casa de éste, y a la ceremonia no acude
ningún familiar de la novia. Después de los festejos tiene lugar la primera noche de
bodas y es la suegra la encargada de verificar si la novia es virgen (kalá) o no lo es (den
kalá). Si es virgen, el abanderado lo anuncia con un disparo y deshace la bandera. En
cambio, si la novia no es virgen el suegro o la suegra lo dicen en voz alta, porque existe
la creencia de que si lo ocultan sucederá una desgracia en la familia o con el ganado.
La caída del régimen comunista y la democratización de Bulgaria a partir de
1989, permitió la plena restauración de los derechos de las minorías en el país. En
diciembre de 1997 el Gobierno estableció un órgano especial llamado Consejo Nacional
de Cuestiones étnicas y demográficas (actualmente denominado Consejo Nacional para
la Cooperación de Nacionalidades y Cuestiones demográficas, cuyo lema es: “Unidad
en la diversidad”) cuya tarea es coordinar la cooperación entre el gobierno, las
instituciones y los ciudadanos búlgaros que pertenecen a minorías étnicas. Los
principales objetivos de esta cooperación incluyen el fortalecimiento de la tolerancia
étnica en el país, el seguimiento de las políticas de igualdad, velar por el derecho a que
todos los ciudadanos sean respetados, y ayudar a la preservación y desarrollo de la
cultura, identidad, religión, idioma, tradición y patrimonio cultural de las minorías en
Bulgaria. Esta concienciación ha propiciado la creación de organizaciones culturales
armenias, romaníes, turcas, sefardíes, rusas y de la comunidad karakachan. La
Asociación cultural y educativa de los karakatchani en Bulgaria con sede en la ciudad
de Sliven fue fundada el 27 de octubre de 1990, con el propósito de lograr varios
objetivos:
o Establecer contactos entre los karakatchani tanto de Bulgaria como de
fuera de sus fronteras
o Estudiar y promulgar su historia, idioma y folklore
o Fomentar asociaciones regionales en centros de población con presencia
notable de esta etnia (en la actualidad hay veinte)
o Organizar festivales anuales en los que además de entretenimientos se
celebren reuniones científicas y actividades de promoción de la cultura
tradicional karakatchan
Al día de hoy podemos afirmar que en gran parte estos objetivos se están
cumpliendo, y más aún si nos referimos al éxito que está cosechando el Festival anual
que la Asociación búlgara de karakatchani convoca anualmente en colaboración activa
con la Federación griega de Sarakatsani. El hilo conductor de estos festejos es la
presentación de este grupo étnico como puente se cooperación y amistad entre dos
países vecinos, Bulgaria y Grecia. A mediados de septiembre de 2010, se ha celebrado
en el paraje llamado Karandila, cerca de Silistra, el XIX Festival nacional karakatchan
que conmemora el vigésimo aniversario de la fundación de la Asociación cultural y
educativa de los karakatchani en Bulgaria. Con la asistencia de unas 4.000 personas se
ha podido disfrutar de los bailes y cantos de este pueblo, además de la exposición
titulada Los karakatchani: modo de vida y cultura, del pintor de Kazanluk, Nikola
Zarov.
Concluiremos diciendo que los karakachani de Bulgaria, aunque poseen
conciencia nacional griega se sienten integrados en la sociedad búlgara; su carácter
griego no les ha impedido identificar Bulgaria como su país de origen.
Como apunte final añadiré que los recuerdos de mi infancia en la pequeña
ciudad búlgara de Maglizh, ubicada en el llamado “valle de las rosas”, cuya capital es
Kazanlak, me evocan a esta gente enigmática cuyas casas estaban al otro lado de la
calle, frente a la casa de mi abuela, donde yo pasaba los veranos. Recuerdo sus
semblantes de piel curtida por el sol, sus manos grandes y agrietadas, su vestimenta
predominantemente negra y su habla, ininteligible para mí. Los recuerdo también como
personas amables, trabajadoras y generosas, que venían a casa de mi abuela a recoger
las vainas secas de las alubias que daban como un manjar a sus ovejas ofreciendo a
cambio leche o queso. Y entonces me preguntaba ¿por qué han venido a vivir aquí?,
¿por qué son diferentes a nosotros?, ¿qué idioma tan extraño hablan?, ¿por qué sólo
crían ovejas?, ¿por qué los karakachani siempre visten de negro? Muchas preguntas que
me han estimulado en el estudio de la historia, la vida y costumbres de estas personas.
Bibliografía:
Ангелов, Д., Образуване на българската народност, София, 1971.
Георгиева, Г., Каракчани, кн.1, Кулурно/просветно дружество на каракачаните
“21-ви век”, Горно Сахране, 2000.
Пимпирева, Ж., Каракачаните в България, Междънароден център по проблемите
на малцинствата и културните взаимодействия, София, 1998.

Documentos relacionados