Entrevista con... Nicolás De Pedro

Transcripción

Entrevista con... Nicolás De Pedro
Entrevista a Nicolás de Pedro, experto del CIDOB en Asia Central
Nicolás de Pedro es Investigador Principal del CIDOB y
especialista en espacio postsoviético e India.
Actualmente, también ejerce como profesor asociado en
el Institut de Barcelona d´Estudis Internacionals (IBEI),
profesor visitante en la Universidad Nacional de
Kazajstán Al-Farabí y profesor invitado en diversos
másters universitarios del estado español. Gran
conocedor de la realidad de Asia Central, cabe destacar
una estancia académica que realizó durante 24 meses
(2005-2007) en Kazajstán.
También ha formado parte de misiones de observación electoral de la Organización para la
Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en varios países, entre los cuales se encuentran las
repúblicas de Kirguistán y Tayikistán.
Pregunta. Asia Central es una región de gran importancia geoestratégica debido,
fundamentalmente, a la abundancia de recursos naturales y energéticos, así como su
situación, de gran relevancia para la seguridad de dos grandes potencias –Rusia y China- y el
comercio. También es una región de estados jóvenes, todos ellos surgidos con la disolución
de la Unión Soviética, que han conseguido construir una frágil estabilidad política y
económica. ¿Cómo describiría brevemente la situación actual de Asia Central? ¿Qué retos y
oportunidades deberá afrontar en un futuro próximo?
Respuesta. Asia Central es una región aparentemente muy estable, pero tiene elementos
que, a medio y largo plazo, pueden ser fuente de problemas o inestabilidades importantes.
Las dos o tres grandes cuestiones de la región son las siguientes. Por un lado, las sucesiones
presidenciales en Kazajstán y Uzbekistán. Ambas repúblicas tienen presidentes muy longevos,
que gobiernan desde finales de la época soviética, y no está nada claro como se van a producir
los procesos de sucesión en el frente de estos estados. Se puede dar el caso que los gestionen
los propios presidentes en vida, o que se produzcan cuando estos mueran, que no sabemos
cuando será, obviamente, pero tanto la edad de Nazarbáyev -74 años-, como la de Karimov -77
años- plantean la importancia de gestionar el relevo en el poder. Esta es una fuente de
incertidumbre institucional y política muy grande.
Nursultan Nazarbáyev y Islam Karimov durante la visita oficial de este último a Astaná, en noviembre
de 2014. Fuente: Reuters
Por otro lado, hay dos países en situaciones particularmente frágiles: Kirguistán y Tayikistán.
Esta fragilidad es debida a la situación económica interna, pero también al deterioro de la
economía rusa, ya que dependen, en gran medida, de las remesas que envían los inmigrantes
kirguises y tayikos que trabajan en Rusia. Estas remesas, que en el caso de Tayikistán
representan más del 50% del PIB, se están reduciendo debido a la crisis rusa. En el caso de
Kirguistán, también existen problemas relacionados con la fragilidad institucional y la cuestión
interétnica, sobre todo en el sur del país, que está tranquilo desde el estallido de violencia que
se produjo en junio de 2010.
También existe un tema medioambiental que tiene que ver con los recursos, sobre todo con la
disponibilidad de agua, tanto para consumo humano como para producción energética. Esta
cuestión ha generado importantes tensiones entre países aguas abajo: Kazajstán, Uzbekistán y
Turkmenistán, y los que están aguas arriba: Kirguistán y Tayikistán. Los países aguas arriba
reclaman el control de los recursos hídricos para generar electricidad, hecho que las repúblicas
que están aguas abajo perciben como un riesgo a la hora de garantizar el suministro. Esto es
una fuente de mucha tensión, sobre todo entre Uzbekistán y Tayikistán, pero también en el
conjunto de la región.
Para terminar la foto, desde un punto de vista geográficamente más amplio, podemos
destacar la cuestión de la intervención militar de Rusia en Ucrania. Esta intervención ha puesto
en una situación de mucha tensión a los países de Asia Central, sobre todo a Kazajstán, pero
también a Uzbekistán. Se trata de un elemento importante para observar como se configuran
a partir de ahora las relaciones entre Rusia y China. La interacción entre ambos países es, de
momento, amistosa, pero tiene muchas contradicciones. Rusia quiere mantener su rol de
potencia regional, ser el actor que lidera y organiza la región; mientras que China tiene una
presencia cada vez mayor en Asia Central, sobre todo económicamente. Esto tiene un germen
de contradicción de intereses entre Rusia y China que ya veremos como evoluciona.
P. Respecto a lo que ha comentado sobre el relevo generacional en Uzbekistán y Kazajstán.
¿Podemos apreciar algún elemento que nos pueda indicar como se desarrollará la sucesión
del poder en estos dos países?
R. En el caso de Uzbekistán no. De hecho, en las elecciones presidenciales del próximo 29 de
marzo, va a ser reelegido Islam Karimov, no hay ninguna duda al respeto, como tampoco hay
ningún indicio ni ninguna certidumbre de cómo va a ser el proceso de sucesión ni de cuando se
va a producir. El caso de Uzbekistán es más incierto y más preocupante que el de Kazajstán,
porqué los escenarios son mucho más amplios. La incertidumbre es total, puede pasar
cualquier cosa, desde que alguien se haga con las riendas del estado y no se produzca ningún
cambio aparente, hasta que las luchas por el poder puedan abrir un escenario de inestabilidad
de consecuencias muy inciertas. Lo que sí sabemos, a pesar de la opacidad de la vida política
uzbeka, es que en el último año y medio, ha habido evidentes luchas y tensiones en la
trastienda del poder. Hay muy poca información, ya que se trata de un régimen muy cerrado,
pero la caída en desgracia de Gulnara Karimova, la hija del presidente, es un reflejo evidente
de estas tensiones entre diferentes grupos de poder. Realmente, el único que puede saber
como terminará este proceso de sucesión es Karimov, y nadie más.
En el caso de Kazajstán, no se plantean escenarios tan inciertos y preocupantes, sobre todo
debido a la estabilidad interna del país, aunque también existe la incertidumbre sobre si la
sucesión se iniciará en vida de Nazarbáyev y, por lo tanto, será gestionada por él, o no.
También se intuye que habrá luchas y tensiones entre diversos grupos de poder, pero dado
que la situación económica es mejor y es un país políticamente más estable y bastante más
abierto que Uzbekistán, los escenarios más preocupantes son menos probables o están menos
en la agenda. Aún así, en Kazajstán existe ahora un factor muy importante, que es el factor
ruso. Esto lo dejó muy claro Putin este verano, cuando se refirió a qué podía pasar en
Kazajstán si este se planteaba en algún momento abandonar la Unión Eurasiática. Este es un
elemento puede influir durante el proceso de sucesión presidencial y puede generar tensiones,
ya que Rusia querrá mantener un férreo control de las orientaciones estratégicas de Kazajstán,
mientras que el proyecto de Unión Eurasiática es muy poco popular entre la ciudadanía kazaja,
especialmente entre los sectores nacionalistas. El nacionalismo kazajo es, actualmente, una
fuerza política poco organizada que juega un papel modesto, si bien es muy previsible asuma
mayor relevancia en el Kazajstán post-Nazarbáyev. Así que esto genera, digamos, un escenario
más complicado y que también presenta sus dificultades.
P. ¿La minoría étnicamente rusa de Kazajstán juega, o puede jugar algún papel en las
relaciones entre Kazajstán y Rusia?
R. Sí, obviamente. Sobre todo por el tipo de política que ha adoptado Rusia en Ucrania,
utilizando las minorías rusas como instrumento de intervención e ingerencia.
Esta es una cuestión delicada con la que hay que ser prudente. Cabe destacar que los
ciudadanos rusos, o étnicamente rusos de Kazajstán, no han dado ninguna muestra de
veleidad secesionista, salvo movimientos muy marginales. Es decir, no hay que hacer
asociaciones rápidas. En Ucrania hemos visto como el Kremlin ha hecho, interesadamente, que
se confundan tres conceptos que son distintos. Una persona puede ser rusófona, por otro lado
puede ser ruso étnico y por otro lado, pro-ruso. El Kremlin ha presentado estos tres conceptos
como sinónimos: si alguien es rusófono, automáticamente pasa a ser pro-ruso, cuando no es
necesariamente así. En el caso de Ucrania podemos encontrar ucranianos rusófonos que son
totalmente pro-ucranianos, es decir, que no tienen un sentimiento pro-ruso, igual que en el
caso de Kazajstán.
Evidentemente, sigue habiendo un porcentaje alto de población étnicamente rusa,
aproximadamente del 23%, pero no hay que asumir automáticamente que hay un 23% de la
población que es pro-rusa. Esto no es así en absoluto o, por lo menos, no tenemos ningún
indicio para pensar que sea así. Los movimientos que ha habido de carácter secesionista
dentro de la comunidad rusa, solo activos durante los años 90, eran muy minoritarios.
P. En enero de este año 2015, fue creada la Unión Económica Euroasiática (UEE), compuesta
inicialmente por Rusia, Kazajstán y Bielorusia. Pronto se incorporó Armenia y, según parece,
el Kirguistán formalizará su adhesión a lo largo de los próximos meses. ¿Cómo es vista la UEE
por los países de Asia Central?
R. En Kazajstán, la perspectiva es que este era un proyecto que lanzó en su día el presidente
Nazarbáyev en los años 90. Concretamente, en una conferencia universitaria en Moscú, en el
año 1994. Pero la UEE que él planteó se parecía muy poco a la UEE que existe actualmente. En
parte, el presidente Nazárbayev está un poco “atrapado” por haber sido el que lanzó esa idea,
aunque la organización actual se parezca muy poco al proyecto original.
Firma del acuerdo
de la UEE, en mayo
de 2014. Fuente:
Ria Novosti
Nazárbayev aspiraba a que la UEE ayudara a reforzar el papel de Kazajstán como puente entre
Europa y Asia. Sin embargo, la UEE actual se parece mucho a una integración regional con
centro en Moscú, es decir, alrededor de los intereses de Rusia. Se ha desarrollado como
reacción al partenariado oriental de la UE . Aún así, el gobierno de Kazajstán vio la UEE como
una oportunidad o herramienta útil para superar la crisis del 2008, pero los resultados que está
ofreciendo no son, desde luego, demasiado positivos. Uno de los planteamientos que hacia el
gobierno kazajo era: “como nuestra fiscalidad es menor, si creamos este mercado común
atraeremos muchas empresas rusas que se instalarán aquí, aunque sigan operando
fundamentalmente en Rusia”. Esto, de momento, no ha pasado.
Salvo muy contados sectores, el impacto de la pertenencia a la UEE ha sido negativo. Por un
lado, porque han subido mucho los precios en Kazajstán, debido a que Rusia tiene aranceles
más altos con los productos de la Unión Europea y China que los que tenia Kazajstán antes de
su incorporación a la UEE. Este elemento es importante si tenemos en cuenta que los
principales subministradores de Kazajstán son China y la UE. Por otro lado, Kazajstán se ha
visto arrastrado por el impacto de las sanciones interpuestas sobre Rusia debido a su actuación
en el conflicto de Ucrania. Esto ha supuesto la devaluación del tengue, la moneda de Kazajstán,
que se añade a la subida de precios producida por el incremento de los aranceles. En general,
el sentimiento de la población entorno a la UEE es de bastante poco entusiasmo, de momento.
Esa es la razón por la que Nazarbáyev insinuó, este verano, la idea de que si la organización
adquiría una derivación política, podrían replantearse la pertenencia.
En el caso de Kirguistán, la perspectiva es que no hay ninguna alternativa, pero tampoco hay,
desde luego, mucho entusiasmo para incorporarse a la UEE. Uno de los temas clave es el
debate abierto en Rusia entorno a la imposición de visados para trabajadores centroasiáticos.
El interés fundamental de países como Kazajstán, pero sobre todo Kirguistán, es que sus
ciudadanos puedan ir a trabajar a Rusia sin visado, con libertad de movimiento. Pero en Rusia,
el debate que se está produciendo gira, fundamentalmente, entorno a la idea de restringir la
llegada de trabajadores inmigrantes de Kirguistán, Tayikistán y el Cáucaso.
P. ¿Este debate sobre la posible restricción del acceso de los trabajadores centroasiáticos a
Rusia ha sido utilizado como una medida de coacción, con el fin de incentivar la
incorporación de las repúblicas de Asia Central a la UEE?
R. Sí, es coacción, pero tiene que ver, sobre todo, con el alto nivel de xenofobia que existe en
Rusia, con un discurso muy común que culpabiliza a los inmigrantes centroasiáticos y
caucásicos de todos los problemas de Moscú. La xenofobia cotiza a la alza en la vida política
rusa y hasta la oposición. Uno de los temas estrella del opositor liberal Navalny, por poner un
ejemplo, es la restricción de la llegada de trabajadores centroasiáticos y caucásicos a Rusia.
En Uzbekistán, la perspectiva es que se trata de un proyecto que solamente constituye un
instrumento para que Rusia vuelva a tener una presencia dominante en Asia Central. Por lo
tanto, pone en peligro la soberanía de estos países. Uzbekistán, así como el resto de repúblicas
centroasiáticas, es un país muy celoso de su soberanía, como todo país joven. Los países que
tienen pocas décadas normalmente les preocupa mucho más cualquier mínima cesión de
soberanía y de integración, porqué lo perciben como un peligro o una amenaza existencial.
En Tayikistán apreciamos una situación similar a la de Kirguistán. En este caso, no se están
planteando entrar, pero su principal preocupación tiene que ver con la posibilidad de que se
impongan restricciones a la llegada de trabajadores tayikos a Rusia.
P. A lo largo de los últimos meses, la deflación del rublo ha abierto nuevas dificultades y
amenazas en el espacio exsoviético. ¿Este fenómeno nos ayuda a explicar el modesto inicio
de la UEE? ¿En qué medida la caída del rublo tiene, o puede tener, un impacto sobre las
economías de Asia Central?
R. La UEE no está arrancando, por dos razones. Por un lado, debido a las suspicacias políticas.
Es decir, ni Bielorusia ni Kazajstán están entusiasmados con la evolución de este proyecto,
sobre todo debido a la intervención de Rusia en Ucrania. Cabe señalar que, en un primer
momento, tanto en Bielorusia como en Kazajstán y el resto de repúblicas de Asia Central, se
percibió muy negativamente el Euromaidán. Este tipo de fenómenos los irritan porque piensan
que se trata de un golpe de estado gestado en occidente y que, igual que cayó Yanukóvich,
podrían caer los dirigentes de estas repúblicas en algún momento dado. Aún así, la
intervención militar rusa les preocupa todavía más. Están delante de un escenario muy difícil, y
por este motivo están tratando de que la UEE se desarrolle muy lentamente y que, en ningún
caso, adquiera una dimensión política. A eso se añade que, todos los países que forman parte
de la UEE o tienen perspectiva de pasar a formar parte, como Armenia y Kirguistán, se
encuentran en una mala situación económica, y no presentan buenas expectativas de futuro.
Sumando las suspicacias políticas y que ninguna de estas economías está funcionando, el
proyecto no está despegando con demasiada fuerza.
Tropas rusas sin identificación en Crimea. Fuente: Reuters
Por lo que se refiera a la caída del rublo. Está claro que si la economía rusa no funciona, este
hecho tiene un efecto directo en Asia Central, porqué la devaluación es fuerte y, en algunos
casos, como Tayikistán y Kirguistán, la llegada de remesas se ha visto afectada. En el caso de
Kazajstán, dónde el 30% o el 40% de su PIB dependen de la exportación de hidrocarburos, una
bajada del precio del petróleo también puede ser muy negativo para su economía. Debemos
tener en cuenta que el petróleo es su fuente principal de divisas.
P. El surgimiento y expansión del Estado Islámico en Siria e Irak supone otra amenaza
potencial para la estabilidad de los países de Asia Central. Algunos estudios estiman que
entre 2000 y 4000 jóvenes de la región han viajado a Siria para incorporarse al Estado
Islámico (EI). ¿Existe una amenaza real de radicalización religiosa en Asia Central? ¿Qué
elementos podrían generar dicha radicalización?
R. En estos últimos 25 años se ha hablado mucho -es uno de los temas recurrentes- del
islamismo extremista y del terrorismo yihadista en Asia Central. Yo creo que, por primera vez,
los países centroasiáticos están genuinamente preocupados con esta amenaza. Antes, mi
impresión era que se trataba de un espantajo útil, usado cuando, por ejemplo, la UE o quien
fuera hablaba de condicionalidad democrática para los países de Asia Central. La amenaza del
extremismo islamista se planteaba como argumento para no emprender reformas
democráticas. Ahora percibo una preocupación más genuina, pero en este tema también hay
mucha incertidumbre, porqué no hay ninguna certeza de que sean entre 2000 y 4000 los
jóvenes que han marchado a Siria. Es decir, se sabe que hay un número indeterminado de
ciudadanos centroasiáticos que han ido a combatir, pero se han hecho estimaciones para
todos los gustos, desde unas que son muy elevadas, hasta otras que hablan de unas cuantas
docenas.
Realmente, hay un nivel de desconocimiento y de incertidumbre alto. Desde luego, hay dos
fuerzas que en el futuro de Asia Central van a jugar un papel. Una es China, no hay ninguna
duda, y la otra es el Islam político. Sabemos que está creciendo cada vez más, y que un país
donde va a jugar un papel destacado es Uzbekistán. En el Uzbekistán post-Karimov, que no
sabemos si será dentro de unos meses o dentro de varios años, seguro que adoptará una
mayor relevancia.
Fotograma de uno de los vídeos de Estado Islámico, donde aparece un niño kazajo. Fuente: Global
Voices
En el caso de Kazajstán, por ejemplo, la gente está muy sorprendida con los vídeos difundidos
por el EI, donde aparece un niño kazajo asesinando a otras personas. Lo que no sabemos es si
estos vídeos reflejan algo muy sólido y masivo, o son producto de la eficaz maquinaria de
propaganda del EI, que invierte muchos recursos en este ámbito. Kazajstán era un país que se
sentía a salvo de este fenómeno, pero desde hace aproximadamente un año y medio o dos
años, se están produciendo atentados con cierta regularidad dentro de las fronteras del país, y
esto les tiene francamente preocupados. Desde luego, si volvieran cientos de combatientes,
representarían un desafío importante para la región. Es un riesgo que ahora creo que tiene
más visos de realidad que hace unos años. Ahora sí creo que, aunque no sepamos
exactamente la magnitud, tiene una parte de realidad. Esto sucede paralelamente al Islam
político, que no tiene porqué estar conformado por islamistas radicales o yihadistas, pero que
seguro que va a jugar cada vez un papel mayor en Asia Central.
P. ¿Nos podría recomendar algún libro o reportaje que pudiera ayudarnos a comprender la
realidad de Asia Central?
R. En primer lugar, un excelente relato periodístico de lo sucedido en el valle de Ferganá en los
últimos años; Shishkin, P. (2013). Restless Valley Revolution, Murder, and Intrigue in the Heart
of Central Asia. Yale University Press
También recomiendo otro texto muy útil para comprender la evolución geopolítica, en este
caso de una región más amplia que incluye Afganistán e Irán, dos países con un impacto
importante en la evolución de Asia Central: Veiga, F. (2012). El retorno de Eurasia, 1991-2011.
Barcelona: Editorial Península.
Sigue siendo útil el monográfico “Asia central” de la Revista CIDOB d´Afers Internacionals, nº
70-71, Barcelona, coordinado por Nora Sainz (2005): Sainz, N. (Coord.) (2005). Asia Central,
area emergente en las relaciones internacionales. Barcelona: Revista CIDOB d’Afers
Internacionals. Disponible en la Mediateca de Casa Asia.
Hay tres libros traducidos al castellano que también resultan de interés.
Particularmente; Roy, O. (1998). La nueva Asia Central o la fábrica de naciones. Sequitur. Se
trata de un texto generalmente malinterpretado, pero imprescindible.
Djalili, M. & Kellner, T. (2003). La nueva Asia central, realidades y desafíos. Bellaterra:
Bellaterra Edicions
Rashid, A. (2003). Yihad, el auge del islamismo en Asia central. Barcelona: Editorial Península.
Puedes consultar otras obras de Ahmed Rashid disponibles en Casa Asia.
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