Silvio Frondizi y Milcíades Peña

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Silvio Frondizi y Milcíades Peña
Universidad Nacional de Tres de Febrero
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Seminario de Historia Social y Política I
Unidad 7 - El peronismo como obstáculo para la revolución proletaria: Silvio
Frondizi y Milcíades Peña
El peronismo como obstáculo para la revolución proletaria:
Silvio Frondizi y Milcíades Peña
1- Silvio Frondizi
Silvio Frondizi fue uno de los teóricos que dio origen a la nueva izquierda de los sesenta.
Aunque ésta surgió como consecuencia de la ruptura de la hegemonía en el campo
comunista al producirse, a partir de 1960, el conflicto chino-soviético, y también como
consecuencia de la aparición de los movimientos de liberación nacional de Afrecha y Asia y,
especialmente, de la Revolución Cubana, las raíces teóricas de la nueva izquierda se hunden
en los debates del marxismo de muchas décadas anteriores.
El papel de Silvio Frondizi, sin embargo, fue más de partero de esa nueva izquierda que
de guía teórico.
Su principal contribución en tal sentido fue la creación del primer grupo de izquierda que
no reconocía sus antecedentes en el Partido Comunista ni en sector alguno del trotskismo,
como lo fue el Movimiento Izquierda Revolucionaria Praxis, a mediados de la década del
cincuenta. En su acción política, particularmente entre la juventud universitaria, el MIR se
benefició de dos hechos en los que no tuvo ninguna influencia, pero para los que tenía una
respuesta más adecuada que otros sectores de la izquierda: el giro de Arturo Frondizi en
1958, que alejó a esa juventud de su gobierno, y la Revolución Cubana en 1959, que esa
misma juventud podía percibir que no se había producido de acuerdo con el modelo
leninista común a comunistas y trotskistas.
Silvio Frondizi llegó al marxismo a través de sus lecturas, no de la militancia partidaria 1 . Su
marxismo estaba desprovisto de los códigos comunes de quienes lo habían adquirido y desarrollado en
la lucha política.
Esta característica le permitía tomar distancia de algunos mitos de la izquierda, especialmente en
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cuanto a su posición frente a la Unión Soviética, pero al mismo tiempo le daba a sus argumentos un
tono ingenuo.
Frondizi no era un político sino un profesor de derecho político: su comercio era con las ideas, no con
las rudezas de la práctica política.
Su entrada en la política se produjo desde la cátedra y a través de sus libros. Justificaba su falta de
contacto directo con la clase revolucionaria en el hecho de estar formando cuadros para la revolución.
Su forma de hacer política, sin embargo, no le impedía usar los instrumentos retóricos tan familiares a
los otros marxistas, particularmente cuando se trataba de descalificar a los rivales. Aunque también en
este campo puede decirse que era un aprendiz cuando se lo compara con Codovilla, Puiggrós,
Ramos, o Astesano.
La principal interpretación de Frondizi anterior a la caída del peronismo se encuentra
en La realidad argentina, libro en dos tomos, escritos en 1953 y 1954 pero que fueron
publicados en 1955 y 1956 2 . Allí se encuentra su interpretación del peronismo y de la
revolución socialista.
La tarea que Frondizi se propone para sí queda definida en la introducción del primer tomo del libro,
que trata del problema de la revolución democrático-burguesa. “Cada estadio del desarrollo de las
sociedades humanas”, dice Frondizi, “presenta problemas concretos que éstas deben resolver para
poder continuar su marcha ascendente; y cada región, país, etc. plantea a su vez dentro del marco
general, problemas específicos”.
En esta primera frase del libro se encuentran ya algunos elementos característicos de la aproximación
de Frondizi:
por un lado, son las sociedades las que deben resolver los problemas concretos para
continuar su marcha ascendente;
por otro, cada región y país plantea problemas específicos dentro del marco general.
De la primera afirmación surge que aunque todas las sociedades pasan por estadios de
desarrollo que pueden suponerse similares, no hay leyes inexorables que marcan el
tránsito de uno a otro estadio sino que éste es resultado de la propia acción de cada
sociedad.
De la segunda, que esa acción, en la medida en que debe resolver problemas específicos,
no tiene por qué ser la misma para todas las sociedades. Los “grandes centros industriales
del mundo” (Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Japón) resolvieron sus problemas
económicos, sociales y políticos dentro del sistema capitalista realizando “lo que se ha
dado en llamar la revolución democrático-burguesa: independencia nacional, reforma
agraria, expansión industrial, democracia burguesa, etc. 4 ” Pero –continúa- junto a esos
centros existe una enorme masa periférica proveedora de materias primas, los países
coloniales y semicoloniales (según el grado de dependencia respecto de los países
centrales), que al quedar relegados en su desarrollo económico no pudieron acceder a los
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beneficios de la revolución democrático burguesa.
Estos países tratan de avanzar, pero lo hacen en condiciones distintas a las que
enfrentaron los países centrales al hacer sus propias revoluciones democrático burguesas:
éstas se produjeron en un período de ascenso del capitalismo, mientras que para
Frondizi, las de los países periféricos se darían en un momento de crisis y declinación del
capitalismo. “El problema consiste entonces en determinar cómo un país dependiente”,
semicolonial en el caso de la Argentina, “puede en la fase actual del mundo no sólo realizar
su revolución democrático burguesa, sino sobre todo continuar su marcha ascendente e
incorporarse al desarrollo general con todas sus consecuencias”.
Ese era el problema que abordaba en el libro: el tránsito a la revolución democrático burguesa y de
ésta a la revolución socialista.
Este planteo del problema sugiere claramente que los países periféricos recorren un camino distinto
hacia la revolución democrático burguesa y hacia la revolución socialista que el de los países centrales.
Esta es una perspectiva netamente nacional que lo acerca de alguna manera a la posición de
Puiggrós y Astesano, ya distanciados de la idea de la revolución mundial.
Frondizi no hubiese estado de acuerdo con esa coincidencia, no sólo por la poca simpatía que ellos le
despertaban, sino porque su posición al respecto era mucho menos tajante y decidida que la que
surge de esa afirmación. A su pesar, quizás, y a eso puede haberse debido que se distanciara de sus
discípulos y abandonara al grupo que había fundado y dejara la política, Frondizi fue uno de los
primeros teóricos, con Ramos, Puiggrós y Astesano, en subrayar (aunque en su caso más bien por
omisión) la perspectiva nacional de la revolución socialista.
¿Por qué los obreros habían seguido a Perón?
¿Era positivo el peronismo para la revolución socialista?
(1) Sobre Silvio Frondizi , véase Tarcus (1996). Allí puede encontrarse información sobre su vida, su acción
política y sus contribuciones teóricas.
(2) Hay una segunda edición del primer tomo de 1957 y otra del segundo de 1960. En la “Advertencia a la
segunda edición” del primer tomo se indica que ella “reproduce textualmente” la primera edición, “sin más
correcciones que las exigidas por errores tipográficos determinados por las precarias condiciones en que debió
cumplirse la edición original. El “Prólogo a la segunda edición” del segundo tomo contiene un trabajo de Frondizi
de 1959, “Interpretación materialista dialéctica de nuestra época”, que es una actualización de algunos
contenidos del libro, lo que permite suponer que el texto de esa segunda edición es el mismo que el de la
primera. Cf. Frondizi (1957) y (1960) y Tarcus (1996), 124-141.
(3) Frondizi (1957), 11.
(4) Ibid
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2 - Milcíades Peña
La experiencia de Milcíades Peña era completamente diferente de la de Frondizi.
Mucho más joven que éste, había llegado al marxismo a través de la militancia, a
fines de la década de 1940. Mientras que Frondizi tenía una cierta influencia de
Trotsky, producto de sus lecturas, Peña la tenía por esa militancia, dentro del
grupo encabezado por Nahuel Moreno. Este grupo, pese a sus muchos cambios
de nombre, mantuvo una línea de acción política y una actitud frente al peronismo.
A diferencia de Ramos (por quien Peña tenía poca simpatía y con quien mantuvo
una polémica en torno del papel de la burguesía nacional a comienzos de los años
sesenta), el grupo de Moreno nunca tuvo una interpretación positiva del
peronismo. De una manera similar a la del Partido Comunista, la presencia obrera
en el peronismo atrajo al grupo de Moreno. Este, sin embargo, a diferencia del PC,
que se mantuvo cerca pero diferenciado del peronismo, practicó el entrismo en el
peronismo, como otros grupos trotskistas, de otros países, lo hicieron en los
partidos socialdemócratas.
Con el correr de los años Peña entró en conflicto con el grupo de Moreno, aunque nunca
terminó de alejarse completamente de él. La raíz del conflicto parece haber estado tanto en
las características personales de Moreno, como en los hallazgos de Peña en la década que
siguió a la caída de Perón.
La lectura corresponde al período anterior a la caída de Perón. Aunque fue publicada a
comienzos de la década de setenta, varios años después de la muerte de Peña, ella es
parte de los estudios históricos llevados a cabo por Peña cuando aún era militante del
grupo de Moreno, en los años anteriores a la caída de Perón. Aunque la posición expresada
en esa lectura es la que corresponde al grupo de Moreno, de todas maneras pueden
encontrarse en ella los elementos que llevarían a Peña a descreer de la necesidad de la
historia y de la misión histórica del proletariado. De particular importancia me parece las
páginas 101 a 112 y 129-130, ya que en ellas se concentra la interpretación del peronismo
(el resto es necesario para ver cómo se desarrolla su argumentación).
¿Cómo se plantea allí la relación entre Perón y la clase obrera?
¿Qué explicación da Peña del hecho de que la clase obrera seguía a Perón?
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Ambos autores, en el período posterior a la caída de Perón, llegan a la
conclusión de que la clase obrera no es necesariamente revolucionaria.
Frondizi , quizás por la influencia del marxismo italiano de Rodolfo Mondolfo, a
quien había conocido en Tucumán, donde enseñaron en la década de 1940;
Peña , aparentemente, a través de la lectura de Georg Lukacs y Henri Lefebvre.
Si la clase obrera no es necesariamente revolucionaria, es decir, si no hay una
ley histórica que la obligue a llevar a cabo la revolución proletaria, el trabajo
político dentro de la clase obrera adquiere un nuevo significado.
¿Puede advertirse en estas lecturas algún indicio de esa posición posterior?
ACTIVIDADES
Lecturas: Frondizi , pp. 271-311; Peña, pp. 59-130; Strasser, 27-52
Objetivo: analizar esos textos para responder a las preguntas planteadas.
Tarea: escribir un informe de trescientas palabras sobre esas lecturas,
contestando las preguntas aquí formuladas.
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