La Niña de los Labios Rojos Carolina, así se llama. Una adolecente

Transcripción

La Niña de los Labios Rojos Carolina, así se llama. Una adolecente
La Niña de los Labios Rojos
Carolina, así se llama. Una adolecente caprichosa, que nunca ha apreciado el
trabajo, ni el cariño de sus padres. Solo anda pendiente de las salidas con sus
amigos, que ni siquiera son apropiadas para su edad, y los chicos. Carolina
siempre trata de verse mayor, usando ropa inapropiada para su edad y por
supuesto su labial rojo para toda ocasión que la hace resaltar. Su madre piensa y
espera que solo esté pasando por una etapa de la adolescencia y que pronto
pasará, mientras tanto solo podrá aconsejarla y castigarla cuando sea necesario.
La abuelita de Carolina lleva semanas enferma, acostada en la cama, sin nadie
que la cuide. La mama de Carolina obliga a su hija a llevarle algo de comer y té
caliente para que se sienta mejor. Carolina accede, pero con mala gana, agarra la
canasta y parte temprano con dirección hacia la casa de la abuela.
Como siempre distraída, caminando por la calle, con los auriculares puestos a
todo volumen. Muchos hombres se le quedan mirando, ella se siente alagada y no
le ve importancia, así que continúa. Un hombre se le acerca y le dice: - Hola
preciosura ¿Qué haces caminando sola? Ella le responde:- Por aquí, llevándole
una comida a mi abuela que se siente mal. Vive en la otra esquina, la casa blanca
con ventanas azules. – ah bueno. Deberías coger otro camino, puede que sea
más largo, pero evitarás los mendigos que están siempre en esa zona. – Dale,
muchas gracias.
Aprovechando el hombre a que la niña cogiera el otro camino, él se dirige a la
casa de la abuela a esperarla. Llega deprisa a la casa y busca una forma de entrar
sin que la abuela se dé cuenta. – Esta viejucha si es tonta, dejo la ventana abierta,
bueno, así será más fácil y más rápido amarrarla-. Dice el hombre.
Entra y la agarra por sorpresa, le amarra las manos y los pies para que no pueda
moverse y la lleva al sótano oscuro. – Tranquila abuelita, usted no me interesa, es
su sobrinita la que quiero. Cierre las piernas abuelita que lo único que me puede
interesar de usted es la comida que prepare. – ¡Insolente! ¡¿Cómo se atreve?!
¡Desgraci…!-. El hombre le tapa la boca para que calle.
*Ding dong* Suena el timbre.
El hombre sale corriendo a ponerse una piyama de la abuela, se pone un gorro y
se maquilla lo más que puede para que pueda disimular su hombría.
-
¡Ay abuela que lenta eres! ¡no te espero más, voy a entrar!
Se dirige al cuarto de la abuela para entregarle la comida para poder irse lo más
pronto posible.
Valentina Landazabal Daguer 10B
-
Huy abue que fea estás, ¿Nunca te arreglas? ¿Y esa barba? Parece
que no te depilaras en años. Deberías ir a un salón de belleza, a ver si
te arreglan un poquito. Oye abue me recuerdas a un tipo que me
encontré en la calle. Espera, ¡ah!!!!
Enseguida el hombre logra sostenerla y la amordaza lo más rápido que puede.
Deja a la pobre jovencita indefensa… pocos minutos después carolina pierde su
virginidad. Después que el hombre termina con ella, la lleva al sótano con su
abuela para matarlas después y que no quede ningún rastro de lo sucedido.
Carolina y la abuela lloran descontroladamente, ya no encuentran ninguna salida.
Lo único que les queda son sus recuerdos, mirarse mutuamente, transmitiendo el
cariño que se tienen. El hombre llega y les dispara, arroja los cuerpos a un rio y
más nadie se entera de ellas.
Al final Carolina aprendió la lección, pero fue una clase que nunca quiso ser
tomada. Le toco pasar una tragedia para poder comprender todo lo equivocada
que estaba, y su madre sufriendo por el vacío que dejan su hija y su madre.
Valentina Landazabal Daguer 10B

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