Selección de artículos de opinión Prensa boliviana

Transcripción

Selección de artículos de opinión Prensa boliviana
Selección de artículos de opinión
Prensa boliviana
Enero, 2016 – Nº 35
CONTENIDO
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Carlos Mesa, personaje 2015 .................................................................................... 2
Seriedad y ‘buena fe’ ................................................................................................ 3
De Barón a Barón, por Gonzalo Molina Osio............................................................. 3
Decodificando la visita de Gaspar, por Walker San Miguel Rodríguez ...................... 4
El mensaje de Chile .................................................................................................. 5
Notas en torno a las Aguas del Silala, por Antonio Araníbar Quiroga ....................... 6
Relaciones “aquí y ahora”, por Carlos D. Mesa Gisbert ............................................ 7
El diplomático don Alberto Ostria Gutiérrez, por Ramiro Prudencio Lizón................ 9
El papel de la cancillería ......................................................................................... 10
Control fronterizo ................................................................................................... 11
El mar y los ataques contra Carlos Mesa ................................................................ 12
A propósito del preacuerdo en torno a las Aguas del Silala, por Antonio Araníbar
Quiroga .................................................................................................................. 13
Temas pendientes entre Bolivia y Chile, por Andrés Guzmán Escobari .................. 15
La izquierda chauvinista en Bolivia, por Fernando Molina ...................................... 16
Armando Loaiza, hombre de bien, por Eduardo Rodríguez V. ................................. 18
La nueva estrategia política de Chile, por Erich Rudolf Kuhn Poppe ...................... 19
Armando Loaiza, las lecciones de honestidad, por Mauricio Quiroz Terán ............. 20
Una década de política exterior, por Sacha Llorenti ................................................ 23
Armando Loaiza, por Ramiro Prudencio Lizón ....................................................... 27
Bolivia y Brasil, nuevos desafíos, por Carlos D. Mesa Gisbert ................................ 28
Una semana sin fronteras, por Luis Ramírez Velarde ............................................. 29
Corredores sin Bolivia ............................................................................................ 30
Paralización del tren Arica-La Paz, por Andrés Guzmán Escobari .......................... 31
“En política exterior no cabe el emocionalismo ni el voluntarismo”, por Henry
Oporto .................................................................................................................... 32
Mi amigo don Armando Loaiza, por José Miguel Concha ....................................... 34
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Selección de artículos de opinión
Prensa boliviana
Enero, 2016 – Nº 35
1.
Carlos Mesa, personaje 2015
La labor del expresidente Carlos Mesa como vocero de la causa marítima boliviana no sólo
ha tenido reconocimientos inmediatos. A pocos meses de que Bolivia haya logrado su
primera victoria parcial en el diferendo que mantiene con Chile ante la Corte Internacional
de Justicia de La Haya, el papel desempeñado por Mesa sigue recibiendo elogios.
Primero, en noviembre, Página Siete publicó una encuesta realizada en las capitales de
departamento y ciudades intermedias, en la que el 44% de los consultados considera que
Carlos Mesa es el responsable del éxito a nivel internacional de la campaña de socialización
de la demanda marítima boliviana.
Posteriormente, en un sondeo realizado también por Página Siete y en el que participaron
líderes de opinión, columnistas, académicos de Comunicación y periodistas, fue elegido
Personaje del Año 2015. Finalmente, hace unos días, el Grupo Fides, después de una
encuesta entre los periodistas de sus radios afiliadas, lo eligió con el 85% de los votos.
En todos los casos, los argumentos de quienes lo apoyan no sólo demuestran la empatía
popular con la centenaria aspiración de conseguir de Chile, por la vía pacífica, una salida
soberana al océano Pacífico (una aspiración muy arraigada en el corazón del pueblo
boliviano), sino la importancia que le da la gente a la participación del vocero y su
capacidad de interlocución internacional ampliamente demostrada.
Por otra parte, después del debate generado en el país sobre los protagonismos en torno al
primer éxito boliviano en La Haya, esta mención confirma que la gente cree en el trabajo de
equipo, no únicamente de las principales autoridades del Ejecutivo. El mismo Mesa ha sido
enfático en señalar la importancia de ese equipo y de la decisión política del presidente
Morales de llevar adelante la demanda. "Sin la decisión política de llevar adelante el juicio
internacional a Chile ningún equipo, por muy bueno que sea, funcionaría”, sostuvo.
Una última reflexión sobre la elección de Mesa como personaje del año que acaba de
concluir es la valoración que le da el público consultado a su independencia política,
aspecto que él dejó en claro -justamente cuando concluyó la primera etapa de su papel
como parte del equipo boliviano por la causa marítima- cuando sostuvo que no es partidario
de las relecciones indefinidas. Mesa pudo mantener la prudencia y guardar mejores
relaciones con el Ejecutivo, pero optó por hacer pública su posición en el tema que más
debates ha generado en los últimos meses: la reforma de la CPE para propiciar una nueva
relección.
Fuente: Página Siete 04.01.2016 Editorial)
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2.
Seriedad y ‘buena fe’
Chile ha comenzado a trabajar en la redacción de la contramemoria, el alegato escrito con
el que responderá a la demanda que Bolivia ha interpuesto ante la Corte Internacional de
Justicia (CIJ). La tarea comenzó con premura porque dentro de siete meses debe entregar el
documento en La Haya, la sede de este alto tribunal.
Bolivia ha pedido que la Corte haga respetar la palabra empeñada por Chile y que ese país
demuestre que hubo “buena fe” en cada una de las propuestas que planteó al país para que
acceda al mar.
El nuevo agente de Chile, José Miguel Insulza, ha reconocido que la tarea será compleja,
porque “debe ser precisa” al momento de responder a cada una de las citas históricas y
legales (que se mantienen en reserva) que expuso Bolivia en la querella. En otras
palabras, Insulza acaba de reconocer la seriedad de la acción legal del país y por lo tanto se
fijó el desafío de dirigir a su equipo legal a partir del 26 de enero, cuando Chile
commenzará a preparar su defensa.
El resto, las palabras de presentación y las habituales explicaciones del canciller chileno,
Heraldo Muñoz, sobre el fallo por el que la CIJ se declaró competente para ver la causa,
parecen parte de la estrategia de propaganda con la que se espera conseguir resultados
únicamente políticos.
Fuente: La Razón 04.01.2016 (Sub editorial)
3.
De Barón a Barón, por Gonzalo Molina Osio
de la historia nos proyecta la imagen del enviado del Emperador de Brasil, don José
María da Silva Paranhos Junior, “Barón de Río Branco”, para negociar los 191.000
kilómetros cuadrados que en la guerra del Acre, cedió finalmente Bolivia a Brasil mediante
el Tratado de Petrópolis, el 17 de noviembre de 1903, durante la presidencia de don José
Manuel Pando Solares.
La imagen que ahora proyecta Chile, enviando en calidad de Agente ante la Corte
Internacional de La Haya, al Sr. José Miguel Insulza Salinas nos deja ver circunstancias
muy parecidas y estamos impresionados con la similitud de personajes y acontecimientos
que estremecen el cuerpo y el alma.
Cristian Garay Vera, del “Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de
Chile” afirma que “Brasil y Chile afrontaron juntos los problemas del Acre y de
Antofagasta que derivarían en las redacciones de los Tratados de Petrópolis [1903 Brasil] y
de Paz y Amistad [1904 Chile]”.
Edgar Oblitas Fernández en su obra “La Historia Secreta de la Guerra del Pacífico”
escribe, “Brasil y Chile en los momentos cruciales de desventura para Bolivia, siempre
mueven juntos sus tentáculos como convocados por un conjuro que los atrae mutuamente
para asfixiarla.”
José Miguel Insulza Salinas es el Agente chileno ante la Corte Internacional de Justicia de
la Haya en reemplazo de Felipe Bulnes.
José Miguel Insulza es abogado con posgrado en la Universidad de Michigan, académico
distinguido con la Orden de Isabel La Católica, diplomático, investigador político,
catedrático de la Universidad Católica, y Central de Chile. Miembro del Partido Socialista.
Ministro Secretario General de la Presidencia, Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro
del Interior. El Gobierno de Lagos, lanzó su candidatura al cargo de Secretario General de
la OEA, cuando Carlos D. Mesa era presidente del país y su Gobierno no le dio el voto
favorable, sin embargo, el chileno fue electo (2005-2015) con el voto decisivo del Gobierno
de Venezuela. Actualmente, mantiene muy buenas relaciones con altos dignatarios del
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mundo. Su proyección política, pudiera estar a la espera del momento ideal para lanzar su
candidatura a la presidencia de Chile.
Prontamente, José Miguel Insulza acomoda su estilo a la responsabilidad que asume,
promoviendo a Chile como un país pacífico y confiable, convocando al diálogo bilateral en
caso de levantar la demanda boliviana.
José María Da Silva Paranhos Junior (1845-1912), “el Barón de Río Branco” fue diputado
y promotor de actividades diplomáticas del Imperio del Brasil, nombrado Patrono de la
Diplomacia y Héroe de la Patria. Fue Cónsul en Liverpool, Embajador en Alemania y
Ministro de Relaciones Exteriores. Su mayor logro fue anexar a su país importantes
territorios mediante victorias diplomáticas sobre la Guyana Francesa, Argentina y Bolivia
cuando estaba en disputa fronteriza el Tratado de Petrópolis mediante el cual Bolivia cedió
una superficie de 191.000 km2 que corresponden en su mayor parte a la región del Acre.
Antes, en 1867, durante la presidencia de don Mariano Melgarejo Valencia, Bolivia había
cedido otros 164.242 km2 que fueron anexados por Brasil al Estado de Amazonas.
Moraleja: No está en controversia el conocimiento y la fortaleza del equipo que nos
representa en la Corte Internacional de Justicia de la Haya, integrado por los ex presidentes,
Eduardo Rodríguez Veltzé y Carlos D. Mesa Gisbert, acompañados por dos eminentes
Embajadores: Gustavo Fernández Saavedra y Javier Murillo de la Rocha, sin embargo, la
impronta histórica de lo acontecido con el “Barón de Río Branco”, bien pudiera
transmutarse al Sr. José Insulza Salinas, asumiendo el título de “El Barón del Mapocho.”
Nos preocupa el adagio que hablando de reinos dice “sólo el humano tropieza dos veces en
la misma piedra.”
Fuente: Los Tiempos 06.01.2016
4.
Decodificando la visita de Gaspar, por Walker San Miguel Rodríguez
Sorpresiva, así fue la visita a nuestro país de Gabriel Gaspar (el embajador que nombró el
Gobierno de Chile para explicar la postura de Santiago en el diferendo con Bolivia). Su
breve estancia en Santa Cruz y La Paz le permitió explicar, a través de los medios de
prensa, que su visita obedecía a una labor de coordinación con el Consulado de su país,
aunque ese tipo de tareas se concreta normalmente convocando al cónsul a las oficinas de
su Cancillería, en Santiago.
¿Cuál era entonces el verdadero propósito de José Miguel Insulza, el nuevo agente chileno
en el litigio que radica en La Haya, para enviar a Gaspar a Bolivia? Conocemos de sobra la
postura oficial de Chile. Desde aquel dislate histórico que afirmaba que Bolivia “nunca
tuvo mar”, pasando por “los tratados son intangibles” (frase colocada ahora en el baúl de
los recuerdos luego del fallo de la Corte Internacional de Justicia a propósito del caso de los
límites marítimos con Perú), al actual “Bolivia tiene acceso al mar” no hacen sino develar
el hondo conflicto de derecho internacional que los dos Estados han mantenido desde hace
más de un siglo.
La posición del país vecino ante la demanda interpuesta por Bolivia ante la CIJ pidiendo
que esta Corte declare que Chile tiene la obligación de negociar con el país un acceso
soberano al mar ha sido reactiva. El propio nombramiento de Gabriel Gaspar en el cargo
que actualmente ocupa es parte de ese intento por contener el ímpetu y fuerza de la causa
boliviana en el contexto mundial. Chile había apostado firme y decididamente a impugnar
la competencia de la CIJ bajo otra de las frases harto conocidas: “Chile no tiene asuntos
pendientes con Bolivia”. La CIJ, por 14 votos contra dos rechazó la objeción preliminar y
se declaró competente para conocer la demanda boliviana y fijó para julio de este año la
presentación de la contramemoria por parte de Chile.
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Tras el fallo relativo a la competencia de la CIJ, el 24 de septiembre se produjeron varios
hechos relevantes en Santiago. Renunció el agente Bulnes (su reemplazante es
precisamente el ex Secretario General de la OEA), se designaron a tres personeros que
refuerzan el equipo de comunicación (entre ellos Gabriel Gaspar), y el canciller Heraldo
Muñoz dejó de ser el vocero de la causa litigiosa. Por eso resulta importante intentar
decodificar la reciente visita de Gaspar, un hombre sensato, de una enorme sensibilidad
respecto a la cuestión marítima boliviana y con experiencia diplomática acreditada por su
paso como embajador de su país en La Habana y Bogotá.
Conocí a Gabriel cuando él ejercía como subsecretario en el Ministerio de Defensa de Chile
(en el anterior Gobierno de la Concertación), pero del plano formal llegué a entablar con él
una verdadera amistad mientras ejercía como Cónsul General de Bolivia en Santiago (20102011). Esos años Gaspar se encontraba en la oposición al gobierno de Sebastián Piñera y
dejó traslucir su postura crítica a la conducción que la Cancillería de entonces dio al manejo
de la relación con el Perú bajo el criterio de las “cuerdas separadas”. Como se recordará, el
23 de marzo de 2011 el presidente Evo Morales anunció que Bolivia llevaría la demanda
marítima boliviana a tribunales internacionales ante la negativa chilena de presentar una
propuesta concreta, útil y factible para resolver este diferendo. Gaspar y muchos otros
intelectuales asumieron entonces una postura de auténtica preocupación por el
desmoronamiento de la construcción de confianzas. Desde la Fundación Chile 21, que
presidía Carlos Ominami, se organizó una visita a La Paz para intentar apoyar el
restablecimiento de canales de diálogo. La visita se produjo en octubre de 2011 y fue
notable que asistiera Marco Enríquez-Ominami, el excandidato presidencial de Chile
proclive a llegar a un entendimiento con Bolivia.
A la iniciativa de Chile 21 se unió la fundación alemana Frederich Ebert y al autor de esta
columna le tocó el rol de coordinar la visita y generar un espacio de diálogo en un céntrico
hotel de esta ciudad. El corolario fue la entrevista de los amigos chilenos con el Presidente
de Bolivia en el mismo Palacio de Gobierno. La prensa cubrió dicho evento y con
seguridad Gabriel Gaspar recuerda nítidamente esa notable ocasión. Hoy gobierna Chile
nuevamente la presidenta Bachelet y Gabriel forma parte de ese gobierno. Acaba de
manifestar que su país ofrece restablecer las relaciones diplomáticas “aquí y ahora”,
parafraseando a don Ricardo Lagos, y quizás esa frase podría convertirse en el umbral de
un proceso de negociación, que más temprano que tarde se instalará entre los dos Estados,
para resolver el centenario enclaustramiento de Bolivia.
Fuente: La Razón 08.01.2016
5.
El mensaje de Chile
El presidente Evo Morales planteó a Chile recuperar el diálogo bilateral más allá del
mar. Es decir, recuperar las conversaciones para atender la agenda bilateral. “Somos países,
hermanos, vecinos y tenemos la obligación de compartir y debatir muchos temas (…),
tenemos que estar unidos para tocar temas como el impacto de la caída de los precios de las
materias primas. No solamente podemos condicionar el diálogo a un tema pendiente como
es el tema del mar”, afirmó el 31 de diciembre.
El gesto del gobernante al parecer no fue comprendido en Chile, que respondió con
enrarecidas declaraciones que no ayudan. Eso sí, vino el embajador Gabriel Gaspar, asesor
en el equipo chileno que atenderá la demanda marítima, pero para señalar que su país no
tiene temas pendientes con Bolivia y que “la demanda contamina” la agenda bilateral con
Bolivia. Para rematar, el canciller chileno, Heraldo Muñoz, aseguró que “nadie obligará a
ceder territorio” a su país.
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El mensaje chileno evidencia el deseo de enfrentar el juicio en la Corte Internacional de
Justicia (CIJ) hasta el fallo final, y mientras eso ocurra, mantener en la congeladora la
agenda bilateral. Entonces, es de esperar que Chile exhiba ahora los compromisos que
asumió con Bolivia para entregarle una salida al mar.
Fuente: La Razón 09.01.2016 (Sub editorial)
6.
Notas en torno a las Aguas del Silala, por Antonio Araníbar Quiroga
A mediados de agosto del 2009, encontrándome residiendo en Quito-Ecuador, los
periódicos bolivianos publicaron el borrador de un preacuerdo del Gobierno de la
República de Chile y el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia sobre el tema de las
aguas del Silala. A pesar del tiempo transcurrido desde entonces hasta el presente, el
documento no fue finalmente acordado y el tema continúa siendo parte de los problemas no
resueltos de la relación bilateral con Chile. Tal constatación y el hecho de que un
documento de la naturaleza del que evocamos se refiera al tema bajo el rótulo de “sistema
hídrico del Silala” y mencione como objetivo su “preservación, sostenibilidad, uso y
aprovechamiento (...) para beneficio mutuo de ambos países”, me llevaron en ese momento
a pergeñar unas notas a propósito del mismo que, dada la parálisis que el tema tuvo y tiene,
mantienen su actualidad y resultan pertinentes de ser entregadas a la opinión pública del
país.
Se trata de un necesario recuento de antecedentes acerca de la manera en que el tema fue
abordado en el pasado de nuestra historia de los complejos vínculos con Chile y las
circunstancias y el modo en que pudimos incidir para cambiarlas en bien del país.
Al hacerlo resulta gratificante constatar que el telón de fondo de aquel borrador de
preacuerdo lo constituya el giro irreversible que se dio al tratamiento de este tema en 1997,
cuando ejercí las funciones de Ministro de Relaciones Exteriores y Culto y que, a estas
alturas, parece importante reseñar con estricto apego a la verdad histórica.
“Río de curso sucesivo”
Hasta ese año (y no se sabe exactamente desde cuándo), en la retórica y el lenguaje
diplomático y jurídico, Chile al referirse al Silala hablaba de un “río internacional de curso
sucesivo” y la propia Cancillería y el Gobierno bolivianos asumían esa tesis toda vez que le
daban, en los hechos, ese tratamiento. Sólo así se puede explicar que ningún gobierno ni
ningún canciller pusiera en duda (salvo dos ocasiones que no prosperaron y pasaron en los
hechos inadvertidas en 1941 y 1956) el continuo y pacífico fluir del líquido elemento del
territorio boliviano hacia Chile para su total y gratuito uso por personas privadas de ese
país.
Más grave aún, en la propia Cancillería boliviana y nada menos que en su “Departamento
de Soberanía y Límites”, se sostenía, por parte de su director, el embajador Teodosio Imaña
Castro, que tales aguas tenían el carácter de “río internacional de curso sucesivo” (dada la
larga carrera diplomática y notorio prestigio, por su condición de historiador y miembro de
la Academia Boliviana de la Historia, que tenía este funcionario, decidí mantenerlo en el
puesto cuando me hice cargo de la Cancillería. Había trabajado durante la gestión de los
dos últimos cancilleres del Gobierno de Jaime Paz Zamora en esa dirección, pero estuvo en
funciones desde el inicio del período democrático en 1982).
En ese contexto, en el periódico paceño El Diario a inicios de mayo de 1996 se publicó una
denuncia, que luego resultó ser totalmente falsa, sobre supuestos compromisos con Chile
que el Gobierno alentaba dentro del proceso de capitalización sobre la ruta que seguiría un
imaginario oleoducto para proveer de hidrocarburos a ese país, lo que constituiría una
especie de traición a la Patria. El artículo mencionaba, incidentalmente, la existencia del
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“río Silala” o Siloli y la inexistencia de un control soberano de parte de Bolivia sobre las
instalaciones y las personas que manipulaban sus aguas.
En respuesta a la falsa denuncia sobre el supuesto “oleoducto” y sobre la inexistencia de un
control fronterizo en aquel punto del territorio patrio, pero asumiendo expresamente que
dichas aguas constituían un “río internacional de curso sucesivo”, –tesis que dentro de la
Cancillería y del Gobierno nadie discutía hasta entonces–, Imaña, luego de explicar el tema
sobre un mapa del Instituto Geográfico Militar que, a su vez, consignaba expresamente la
ubicación del “río” Siloli, redactó, conteniendo aquellas ideas, la nota emitida por la
Cancillería a mi cargo en fecha 7 de mayo de 1996, sin mi firma pero bajo mi
responsabilidad.
En el marco de la campaña mediática desatada por El Diario surgieron y se desarrollaron
fuertes presiones a la Cancillería para que se planteara el tema a Chile y lo añadiera a la
lista de agravios sin solución de nuestra relación vecinal, todas ellas basadas en la errónea
percepción de tratarse de aguas internacionales que configuraban un río y de que, por tanto,
su tratamiento para toda finalidad jurídica o política estaba bajo la jurisdicción del
Ministerio de Relaciones Exteriores. Empero, hubo una excepción pionera protagonizada
por el entonces senador por Tarija, Arturo Liebers.
Cambio de enfoque
El asunto con todas sus aristas fue objeto de tratamiento parlamentario y el Senado
Nacional aprobó una Petición de Informe Oral en torno a dichos temas. En esas actuaciones
desvirtuamos las falsas imputaciones que al proceso de capitalización se le hacían en la
referida publicación de prensa pero, a la vez, escuchamos con amplitud de miras y actitud y
sentido patriótico, atinadas observaciones que en torno al mal llamado “río Silala”
formulara el senador tarijeño Liebers, miembro del MIR Nueva Mayoría.
Este legislador afirmó que era un error considerar a las aguas del Silala como “río
internacional de curso sucesivo”, toda vez que no era ni podía ser un “río”. Dada la seriedad
y consistencia con la que fue presentada esa posición, propuse declarar cuarto intermedio y
organizar el viaje del ministro de Relaciones Exteriores y los senadores que así lo desearan,
a la zona, para constatar in situ dicha tesis. Aceptada la propuesta, se realizó la visita, en la
que se comprobó la pertinencia de las observaciones del senador Liebers, hecho que suscitó
mi decisión irrevocable de encarar con firmeza y determinación la superación de semejante
aberración política y diplomática que afectaba gravemente al interés nacional. Allí surgió la
semilla de lo que luego fue una cuidadosa como silenciosa y eficaz estrategia jurídica y
política de reorientación y posicionamiento del país frente a las aguas del Silala.
Fuente: Los Tiempos 09.01.2016
7.
Relaciones “aquí y ahora”, por Carlos D. Mesa Gisbert
En 1978 Bolivia rompió relaciones con Chile por una sola razón: el incumplimiento por
parte de Santiago de su promesa de otorgarle al país un acceso soberano al mar (el 26 de
noviembre de 1976 Chile bloqueó la negociación al negarse a considerar la contrapropuesta
peruana al documento boliviano-chileno).
Desde 1978 a hoy los dos países hemos mantenido, con sus altos y bajos, una vinculación
consular y un nivel de diálogo razonable sobre muchos temas de interés común. A nadie se
le escapa que nuestros intereses comunes son muy importantes y que buena parte del
comercio exterior de Bolivia pasa por territorio chileno, lo que exige una relación
permanente. En consecuencia, no son cuestiones operativas, ni la rutina del intercambio
binacional, ni la evidencia concluyente de nuestra vecindad, las que definen en este caso
específico la lógica del restablecimiento de relaciones diplomáticas.
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La decisión tomada por el Presidente Banzer en su momento respondía a una causa
nacional y a una afirmación explícita ante la comunidad internacional. No tenemos
relaciones porque hay temas pendientes entre ambos países. Mientras esos temas no sean
abordados con la voluntad de resolverlos no se restablecerán los lazos diplomáticos.
En 2015, el Presidente Morales expresó, en más de una oportunidad, su deseo de iniciar
una negociación bilateral con Chile que busque una solución a nuestro enclaustramiento
forzado e impulsó la idea de que esa negociación podría tener como piedra fundamental la
reanudación de relaciones diplomáticas. Todo esto en el contexto de la vigencia de la
demanda presentada por Bolivia ante la CIJ y el desarrollo del juicio hasta conocer un fallo
definitivo.
En el mismo periodo, el Gobierno de Chile ha insistido, más allá de los matices, en una
posición. El canciller Heraldo Muñoz propuso restablecer relaciones, pero expresó que
hacerlo no implicaba una negociación para darle un acceso soberano al mar a Bolivia. En
los primeros días de 2016, inopinadamente, el embajador especial Gabriel Gaspar llegó a
Bolivia para afirmar que quien rompió el diálogo entre los dos países fue Bolivia, e insistir
en la ya manida frase de ofrecer "relaciones diplomáticas aquí y ahora”, con el añadido de
las palabras "sin condiciones”.
A las pocas horas, tanto el ministro Muñoz como el agente José Miguel Insulza
minimizaron la visita de Gaspar. Curiosa visita sobre asuntos consulares en la que
oficiosamente se ratifica la oferta chilena de reanudación de relaciones diplomáticas. La
citada oferta, qué duda cabe, expresa la posición de La Moneda. ¿Cómo entenderla? Desde
la óptica chilena, que Bolivia no condicione las relaciones a la solución de su
enclaustramiento. Desde la boliviana, que Chile no condicione la reanudación de relaciones
a no negociar nuestra soberanía. El documento presentado por el canciller David
Choquehuanca, el 6 de enero, define con claridad y sin equívocos la posición boliviana que
debería cerrar un ir y venir de propuestas, que no hacen sino distraer y confundir a la
comunidad internacional. Choquehuanca precisa que quien rompió el diálogo fue Chile y
recuerda el último esfuerzo boliviano de activar la mesa de negociación en el acápite seis
(el mar) de la Agenda de los 13 puntos acordada por los presidentes Morales y Bachelet.
Entonces, el pedido boliviano se estrelló con la negativa del gobierno de Sebastián Piñera.
Corría 2010.
Pero lo esencial es que una eventual reanudación de relaciones debe tener como único
objetivo resolver definitivamente las grandes cuestiones pendientes. La idea genérica y
abstracta de un diálogo como objetivo no tiene sentido porque Chile sabe perfectamente
cuál es el nudo gordiano a resolver. El diálogo y la negociación son un medio, no un fin en
sí mismo. Choquehuanca apunta que, además del mar, hay dos cuestiones de singular
importancia: el desvío unilateral e inconsulto de las aguas del río Lauca, que motivó la
ruptura de relaciones en 1962, y el uso arbitrario de las aguas manantiales del Silala durante
varias décadas.
Así, el debate genérico sobre quién tiene o no tiene voluntad de diálogo carece de sentido.
No estamos a la caza de acciones simbólicas para la platea internacional, queremos la
voluntad política y la buena fe indispensables para conseguir el objetivo de resolver esos
problemas pendientes. Entendida de ese modo, la decisión de reanudar relaciones para
dialogar no puede sino incorporar como elementos imprescindibles los tres asuntos citados
y explicados por Choquehuanca.
En 2000 los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países, Javier Murillo y Juan
Gabriel Valdez, respectivamente, habían acordado una agenda sin exclusiones, concepto
mucho más adecuado para iniciar un camino constructivo entre ambos países que el de
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relaciones "sin condiciones”. Ese espíritu seguido en 2006 fue quebrado por Chile de modo
radical a partir de 2010. Si estas premisas para un diálogo bilateral no son comprendidas
por Santiago, parece inevitable esperar el fallo de la Corte Internacional, que será el
producto de la evaluación de los méritos de los dos países litigantes.
Fuente: Página Siete 10.01.2016 [El autor fue presidente de Bolivia]
8.
El diplomático don Alberto Ostria Gutiérrez, por Ramiro Prudencio Lizón
En estos momentos en que vino al país uno de los principales delegados de Chile para la
demanda de Bolivia en La Haya, don Gabriel Gaspar Tapia, con el ánimo de iniciar un
posible acercamiento entre los dos países, es menester recordar que con base en un
acercamiento semejante se llegó a una de las principales negociaciones sobre la cuestión
marítima nacional en 1950. Cabe destacar que todo lo que se efectúe en la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) en el presente año será reservado. En consecuencia, es
importante que nuestro gobierno acceda a buscar, al margen de la CIJ, un entendimiento
directo con Chile, sin incriminaciones y sin exigencias perentorias.
Fue don Alberto Ostria Gutiérrez, cuyo 120 aniversario de su nacimiento se cumplirá el
próximo 6 de febrero, quien con paciencia y buena voluntad se fue aproximando al
gobierno chileno de la época para conversar y luego negociar sobre tan magno problema.
Su labor como embajador en Chile se inició en 1947, y desde un principio hizo conocer al
presidente González Videla que Bolivia estaba llana a estudiar las compensaciones que se
pediría por el puerto de Arica, cuya cesión nuestro país anhelaba desde el inicio de su
historia republicana, por ser su puerto natural. Pero el Presidente chileno le aclaró que su
gobierno rechazaría cualquier petición que incluyese la cesión de Arica, por
consideraciones de carácter histórico y patriótico. No tuvo más remedio el embajador
Ostria que circunscribir las aspiraciones bolivianas a una franja al norte de Arica.
Una vez delimitado latamente el territorio que Chile cedería a Bolivia, la negociación
ingresó a una etapa más complicada: la de las compensaciones. Uno de los cancilleres
chilenos, don Germán Riesco, le exigió que Bolivia especificara claramente cuál sería la
compensación territorial que otorgaría en pago de la franja. Ostria respondió que su
gobierno no podía efectuar cesiones territoriales sino a cambio de Arica. De no ser viable
esta solución, solo estaba en condiciones de ofrecer los beneficios de la gratitud de un país
con grandes riquezas. La entrevista terminó fríamente, con el consejo del canciller Riesco
de que en Bolivia se meditase lo difícil que era para un país acordar entregas territoriales
sin recibir otras a cambio.
Tuvo que sucederse un cambio de cancilleres en Chile para que la negociación marchara
más definidamente. Don Horacio Walker Larraín, decidido partidario de un arreglo con
Bolivia, una vez posesionado como ministro de Relaciones Exteriores, accedió a los
requerimientos de Ostria de oficializar la negociación que se estaba llevando a cabo desde
hacía tres años.
Es así que se cursaron entre el embajador Ostria Gutiérrez y el canciller Walker Larraín las
célebres notas del 1 y el 20 de junio de 1950, mediante las cuales Chile aceptaba “entrar
formalmente en una negociación directa destinada a buscar la fórmula que pueda ser
posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al océano Pacífico, y a Chile obtener
compensaciones que no tengan carácter territorial y que consulten efectivamente sus
intereses”. Es de lamentar que en las mencionadas notas se hubiese determinado que no se
contemplarían compensaciones territoriales. Esto dio margen a que se concibiese la
posibilidad de que se resarciera a Chile con las aguas del altiplano; aguas que no existen, ya
que las principales, las del lago Titicaca, conforman un condominio boliviano-peruano.
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Han pasado más de 65 años de la suscripción de esas notas, y nuestro país se encuentra
todavía muy alejado del mar. Gran culpa de ello se debe a la generalización de la pérdida de
la fe en la posibilidad de obtener una costa propia. Y, evidentemente, si los propios
bolivianos no nos afanamos en tratar de alcanzar el mar, éste no bañará nunca nuestra
patria. Pues como dijo ese gran patriota que fue don Alberto Ostria, “las grandes soluciones
de la historia no son fruto de la inercia, sino de la voluntad de los pueblos orientada hacia
un ideal. Y ese ideal, el ideal portuario, mientras no sea alcanzado, vivirá lo que viva la
nación”.
Fuente: La Razón 13.01.2016
9.
El papel de la cancillería
Hay temas que el Ministerio de Relaciones Exteriores debe analizar con detenimiento
rescatando resoluciones y avances registrados en el pasado. Así habrá nuevos temas que
incluir y otros que excluir
Después de un largo tiempo, el Ministro de Relaciones Exteriores ha aparecido en escena y
lo ha hecho en España donde ofreció una conferencia de prensa en la que, como es obvio,
se preguntó sobre nuestra demanda marítima.
Leyendo con atención la información difundida por la agencia EFE, el Canciller ha
expresado el profundo anhelo nacional de recuperar una salida soberana al mar sin que ello
nos exija ningún tipo de compensación. Se trata de la reivindicación más importante y de
generalizado consenso emergente del convencimiento de que fue por una guerra –es decir,
por la fuerza– que perdimos esa salida con la que nacimos como país independiente.
Agregó, además, y esto es muy importante, que por la permanente actitud de las
autoridades chilenas de postergar en forma unilateral negociaciones dirigidas a dialogar
sobre el tema es que Bolivia decidió apelar ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Sin embargo, su colega chileno, tan adicto a las tergiversaciones, ha declarado que Chile
pide el respeto a los tratados internacionales, reacción que sólo sirve para constatar que las
autoridades chilenas están atentas a registrar cualquier declaración si consideran que puede
ayudar a su posición ante la Corte de La Haya.
En ese contexto, y en función a una evaluación sobre las distintas iniciativas adoptadas en
estos últimos tiempos, un factor importante es mantener la oferta del Presidente del Estado
de entablar negociaciones con Chile sobre nuestra demanda marítima y otros temas que
emergen de nuestra vecindad. No está demás reiterar que si bien la estrategia central está
localizada en la CIJ, esto no invalida abordar otros temas que permitan, de ser posible, no
sólo solucionar problemas concretos que afectan principalmente a ambas poblaciones en su
diario contacto fronterizo, sino que, eficientemente encaminadas, incluso podrían provocar
mejores ánimos para el propio tratamiento del tema medular.
En este sentido, se puede percibir que hay temas que el Ministerio de Relaciones Exteriores
debe analizar con detenimiento rescatando resoluciones y avances registrados en el pasado.
Así, seguramente se deberá incluir nuevos temas en la agenda bilateral emergentes de la
cotidiana relación, como eliminar otros, como el de las aguas del Silala que, de acuerdo a
un pormenorizado recuento hecho por el excanciller Antonio Araníbar publicado en Los
Tiempos, es tema de una negociación económico-financiera y ya no de relación entre
Estados.
De esta manera, podrían impulsarse dos caminos dirigidos a un mismo propósito: dialogar
de buena fe. Uno, el de la CIJ, que tiene en Bolivia un excelente equipo de conducción y
seguimiento; el otro, el de redefinir y concertar una agenda de trabajo para mejorar las
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relaciones entre dos naciones vecinas que tienen varios intereses comunes, que debe estar a
cargo de la Cancillería.
Todo ello, hay que insistir, bajo un rígido marco: el de mantener como tema de primerísima
importancia e ineludible la atención a nuestra demanda marítima; y el de una buena
predisposición para la atención de problemas o potenciales problemas que afectan o podrían
afectar a nuestras poblaciones.
Fuente: Los Tiempos 14.01.2016 (Editorial)
10. Control fronterizo
Aunque diversas posiciones ideológicas han demostrado que las fronteras entre países
dividen a los pueblos, a veces con resultados trágicos, en la realidad éstas son necesarias
para la existencia de los Estados. En ese sentido, es imprescindible que cada Estado tenga
dominio total sobre su territorio y ello pasa por tener una demarcación precisa de sus
límites.
En Bolivia la preocupación no es nueva, de ahí que el Estado haya creado años atrás la
Agencia para el Desarrollo de las Macrorregiones y Zonas Fronterizas (Ademaf), cuya
misión consistió en sentar soberanía en la regiones más alejadas de la Amazonía boliviana y
en asegurar presencia en los muchos puntos fronterizos. Sin embargo, el esfuerzo no ha
sido suficiente, y actualmente la Dirección General de Límites, Fronteras y Aguas
Internacionales Transfronterizas, del Ministerio de Relaciones Exteriores, ha comenzado un
ambicioso “plan integral” de control fronterizo que se extenderá a toda la línea divisoria
que circunda el territorio nacional.
La causa de esta decisión está en las recurrentes denuncias de remoción de hitos en la
frontera con Chile y la evidencia de continuos ilícitos que se producen en los límites con
Perú y Brasil. En diciembre, un operativo en Pando detectó explotación ilegal de madera y
castaña cerca del hito tripartito Bolpebra. Asimismo, en los últimos años fueron numerosas
las denuncias de remoción de hitos fronterizos, particularmente en la frontera con Chile,
aunque la gran mayoría de ellas no fue comprobada y se descartó. En las fronteras con
Argentina, Brasil y Paraguay, al igual que con los otros dos países, existe una problemática
en común que es la trata y tráfico de personas, así como el narcotráfico y otros ilícitos que
deben ser atendidos por el nuevo “plan integral”.
El jefe de la señalada Dirección General explicó a este diario que el plan se ejecutará en
coordinación con los ministerios de Gobierno y Medio Ambiente, gobernaciones, Alto
Mando Militar, Policía Nacional y la Ademaf, con la misión de cumplir metas a corto,
mediano y largo plazo. “A corto plazo, habrá más operativos de control en las fronteras con
Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú; a mediano plazo, se mejorarán las condiciones
de los puestos fronterizos adelantados; y a largo plazo, se crearán más puestos adelantados,
tanto policiales como militares, que cuenten con todas las condiciones logísticas y
operativas para hacer un patrullaje permanente”, explicó la autoridad.
Se trata, pues, de una actividad destinada a asegurar la soberanía nacional hasta el último
rincón de la patria. Tarea no solo necesaria, sino urgente, considerando los elementos antes
expuestos. Será bueno, en ese sentido, que haya mayor presencia militar en esos confines
patrios antes que en áreas urbanas, asegurando, naturalmente, las mejores condiciones
posibles para quienes allí sean destinados.
Fuente: La Razón 14.01.2016
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11. El mar y los ataques contra Carlos Mesa
En un editorial anterior, criticó a la agencia ANF por haber distribuido una nota sobre el
libro que una boliviana pretende publicar y que contradice la versión oficial de la demanda
marítima. En su observación, la ministra de Comunicación, Marianela Paco, también criticó
a Página Siete por haber reproducido esa información. En su argumentación, dijo que los
medios deben estar en consonancia con el "sentimiento del pueblo boliviano” de volver al
mar, por lo que, a su juicio, nadie debería dar espacio a opiniones diferentes de la oficial.
Ello sería, dijo, muestra de "traición a la patria”.
Exactamente 48 horas después de pedir "consonancia” con el tema marítimo, y de anunciar
que cualquiera que se desvíe de esa línea comete "traición a la patria”, el gobierno inició
una campaña de desprestigio nada menos que contra el portavoz oficial de la causa
marítima. Esa campaña ha provenido tanto de altas autoridades, como del Vicepresidente y
dirigentes menores a raíz de un comentario favorable que realizó el expresidente sobre
algunas medidas del primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, campaña que
obviamente afecta a la imagen internacional del vocero de la causa marítima.
Entonces, ¿en qué quedó la necesidad de la "unidad” en torno al tema marítimo? ¿No era
que todos deben estar en sintonía con la demanda? Y si eso es cierto, ¿cómo el gobierno se
lanza nada menos que contra el portavoz, la persona que le ha dado a la demanda una
dimensión internacional y que los bolivianos atribuyen, según las encuestas, como uno de
los gestores del favorable fallo de La Haya?
Demostrando que no es verdad nada de lo que se ha dicho, el Vicepresidente llegó a
amenazar con cárcel a los expresidentes que autorizaron el uso de gastos reservados,
incluidos Carlos Mesa y al agente ante La Haya, Eduardo Rodríguez, otra pieza clave de la
estrategia boliviana.
¿Se imagina el lector la vergüenza internacional que sería el solo hecho de iniciar un
proceso contra Mesa y Rodríguez, a meses del inicio de la fase de alegatos escritos del
juicio?
Esa sí sería una verdadera "traición a la patria”, afectar la credibilidad de quienes
representan internacionalmente al país en un tema tan delicado, transcendente y decisivo
como el marítimo. En Chile deben estar batiendo palmas tras las declaraciones de García
Linera y los dirigentes que le hacen coro.
Obviamente, cualquier persona, esté o no en un puesto gubernamental clave, debe rendir
cuentas de sus actos. Los gastos reservados si generaron mala administración y abuso en su
utilización, deben ser susceptibles de ser investigados. ¿Pero, por qué ahora, en esta
coyuntura? En varias ocasiones este asunto ha salido a relucir, siempre con la intención de
amedrentar e intimidar a los exmandatarios. Para demostrar su uso político, en 2011, el
gobierno también mencionó el hecho, pero en ese momento dijo que estarían exentos Mesa
y Rodríguez.
Habrá que agregar, sobre este punto, que los gastos reservados, con todo lo negativo que
fueron, estaban previstos por ley . Y, en todo caso, se puede comparar la discrecionalidad y
las presuntas irregularidades cometidas por las diferentes gestiones del pasado con las que
rodean a la escandalosa utilización de los recursos del Fondo Indígena en la presente
gestión (según denunció el Conamaq).
La clave de este asunto está, como se ha dicho, en que Mesa es considerado, según las
encuestas, como uno de los autores del favorable fallo de La Haya, lo que ha hecho crecer
la popularidad del exmandatario. Y ello ha generado incomodidad en el gobierno. No se
explican de otra manera los ataques, pese a que Mesa había dejado en claro desde un
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principio que su apoyo a la causa marítima no le impedía ejercer su independencia en su
análisis de la realidad nacional.
Con sus ataques, el gobierno es el primero en resquebrajar la "unidad nacional” en torno a
la demanda marítima y sus gestores.
Fuente: Página Siete 15.01.2016
12. A propósito del preacuerdo en torno a las Aguas del Silala, por Antonio
Araníbar Quiroga
La estrategia jurídica y política de reorientación y posicionamiento del país frente a las
aguas del Silala comenzó a ejecutarse a mediados de 1996 y se extendió hasta el primer
trimestre de 1997, tiempo en el que se completaron los estudios técnicos que confirmaron el
carácter y naturaleza interna y no internacional de las aguas del Silala. Seguí de cerca el
estudio del caso en el plano técnico, lo que me permitió, en las diferentes visitas que realicé
al terreno, constatar y afirmar que el Silala NO es un río y menos un “río internacional de
curso sucesivo” y que las aguas, a manera de vertientes, brotan de distintos “ojos de agua”
que por la acción de trabajos artificiales de canalización son conducidas hacia territorio
chileno.
En ese mismo seguimiento, constatamos que en el plano jurídico-político el uso de dichas
aguas se remontaba a comienzos del siglo XX, cuando la Prefectura del Departamento de
Potosí otorgó, en base a la Ley de Aguas de 1906, la concesión y consiguiente adjudicación
del uso de aguas de las vertientes del Silala que se encuentran en el vice-Cantón-Quetena,
provincia Sud Lípez, por Resolución de fecha 21 de septiembre de 1908, a favor de la
compañía “The Antofagasta (Chili), And Bolivian Railway Company Limited”, mediante
escritura de concesión de aguas N048/1908 de 28 de octubre de 1908, otorgada por Notario
de Hacienda.
Por ello, se requería forzosamente, dada la naturaleza jurídica del problema originado
precisamente en la concesión otorgada el año de 1908, promulgar una Resolución
Prefectural. De ese modo y pese a haber sido la Cancillería a mi cargo la que asumió toda la
responsabilidad del estudio técnico y jurídico así como de la decisión política
correspondiente, fue la Prefectura del Departamento de Potosí, en la gestión de Omar
Manzano Murillo y en uso de las atribuciones conferida por ley, la que emitió la histórica
Resolución Administrativa N° 71/97 de 14 de mayo de 1997, por la que se revoca y anula
dicha concesión.
Luego, como parte de la estrategia adoptada, y visto que venciera --sin que la parte
afectada, la compañía chilena de ferrocarriles hiciera uso de él- un término legal de 30 días
para interponer demandas contrarias a la Resolución Prefectural--, el gabinete presidido por
el Presidente de la República, a proposición y justificación del Canciller, promulgó el
Decreto Supremo N°24660 de 20 de Junio de 1997 que eleva a rango de Decreto Supremo
la citada Resolución Prefectural.
Antes, no fue tarea fácil convencer al prefecto Manzano de emitir esa Resolución -preparada por la Cancillería a mi cargo-- pese a que tuvo una actitud cooperativa, patriótica
y responsable, pues le pedí que la firmara sin solicitar autorización expresa del Presidente
ni de los ministros de Gobierno, Carlos Sánchez Berzaín (del que dependía en lo político) y
de la Presidencia, José Guillermo Justiniano (del que dependía en lo administrativo).
Deber ético y político
Hice ese pedido por razones que a continuación explico. Política y organizativamente los
actos del Canciller y de la Cancillería son dirigidos y consultados por y con el Presidente.
Sin embargo, dada la forma de trabajo de Gonzalo Sánchez de Lozada durante el tiempo
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que estuve cooperando con él, su metodología de meterse en todos los detalles con un
perfeccionismo que a veces resultaba no sólo irritante sino profundamente anti-económico
y anti-político (porque no tomaba en cuenta el aspecto de la oportunidad, que en política a
veces lo es todo) llegué a la convicción de que si le consultaba la estrategia en torno al tema
del Silala era seguro que la Resolución Prefectural no se adoptaría en el corto lapso que
teníamos por delante y la estrategia quedaba trunca y sin posibilidad de ejecución.
Sentí entonces que mi deber ético y político para con la patria era incumplir la obligación
de consultar con el Presidente y procedí a informarle con “los hechos consumados”. Su
primera reacción fue de molestia, pero cuando lo puse al tanto de la verdadera dimensión y
significación del tema no dudó en apoyarme (particularmente frente a la airada protesta de
Carlos Sánchez Berzaín y a la más moderada de José Guillermo Justiniano, que habían sido
sobrepasados por el Canciller en el ámbito de sus respectivas atribuciones y jurisdicciones)
y viabilizar el siguiente paso público de la estrategia que era elevar a rango de Decreto
Supremo la Resolución Prefectural.
Perfeccionar la revocatoria
Una vez publicada esta norma en la Gaceta Oficial (unos días después de la fecha de su
promulgación), correspondía esperar un nuevo término de 30 días hábiles en el que la
empresa concernida podía interponer algún recurso ante la Corte Suprema de Justicia, la
instancia jurisdiccional competente. Si no lo hacía, correspondía que el Gobierno, por
intermedio de los Ministerios de Relaciones Exteriores, de Gobierno y de la Presidencia
(encargados por el propio DS de ejecutarlo), inicie una acción legal ante la Corte Suprema
para perfeccionar jurídicamente la revocatoria y anulación de la concesión y consiguiente
adjudicación de aguas en las vertientes del Silala mediante la cancelación de la inscripción
en la Oficina de Derechos Reales de Potosí. El cumplimiento del plazo antes referido se
daba, coincidentemente, en torno al día 6 de agosto de 1997 en que concluía el período
constitucional del Gobierno del que formé parte.
Por tal motivo, invité a mi despacho al Canciller designado por el nuevo Gobierno, Javier
Murillo de la Rocha, el día 4 de agosto de 1997. En esa reunión que se desarrolló entre las
16:00 y las 18:30 horas, le entregué información detallada, verbal y escrita, con abundante
material técnico y jurídico, de todo lo hecho y por hacer en torno al tema del Silala y a otros
delicados asuntos que estaban en las manos institucionales de la Cancillería.
En esencia, lo que restaba por hacer en torno a las aguas del Silala era que una vez
perfeccionadas la revocatoria y anulación de la concesión de sus aguas a través de la
cancelación de la inscripción en la oficina de Derechos Reales, debían adoptarse las
decisiones políticas relativas a si utilizaríamos tales aguas, en su totalidad o en parte, en el
país (aspecto que debía obedecer a estudios de factibilidad en esa dirección) o decidíamos
venderlas a privados para su uso en Chile, en las mejores condiciones posibles para el
interés nacional (aspecto que también debía obedecer a estudios técnicos, financieros y
jurídicos detallados y completos).
Ambos caminos u otros que pudieran explorarse y definirse, no excluían, por el contrario,
suponían (aunque no necesariamente como “condición previa”), que se reclame y obtenga
una indemnización por parte de la empresa “The Antofagasta (Chili) And Bolivian Railway
Company Limited” que ha utilizado el agua durante tantas décadas de manera ilegítima e
ilegal.
Recuperamos las aguas
Se puede decir entonces que, en relación a la estrategia de reposicionamiento del país en
torno a las aguas del Silala, hice todo lo que tenía que hacerse dentro el tiempo de la
gestión de Gobierno y pasé la posta al siguiente, del modo más ordenado y transparente
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para que se dé continuidad al trabajo. Recuperamos las aguas del Silala para el patrimonio
del país y lo que faltaba era el perfeccionamiento jurídico de dicho paso y su concreción
material en una nueva forma de utilización de dichas aguas dentro de las alternativas
señaladas líneas arriba.
En resumen, tuve la convicción y el valor suficientes para dar un giro al tratamiento
tradicional de este tema por el Estado boliviano consistente, en primer lugar, en constatar y
afirmar que el Silala no es un río y menos un “río internacional de cursos sucesivo”;
segundo, que las aguas que a manera de vertientes brotan de distintos “ojos de agua” son de
total propiedad de Bolivia y en ellos se efectuaron trabajos de canalización para conducir el
agua hacia Chile; en consecuencia, la normativa jurídica es un exclusivo resorte del
Derecho Interno, como además lo acreditaba sin lugar a dudas la concesión de aguas
efectuada en 1908 por la Prefectura de Potosí; tercero y subsecuentemente, la norma
aplicable era la Ley de Aguas de 1906, a la sazón vigente en el país.
La constatación que consigno en los primeros párrafos de estas “notas” condujo al registro
de una acción política sin la que no se estaría discutiendo --en los términos en que Bolivia
ahora puede hacerlo-- el tema de las aguas del Silala que durante más de 90 años fueron
utilizadas unilateralmente por Chile y su voraz oligarquía dominante.
En ese marco, la Cancillería que tuve el honor de dirigir durante cuatro años (del 6 de
agosto de 1993 al 6 de agosto de 1997) cometió el error inicial de asumir esa misma
posición, pero en cuanto el tema estalló --metafóricamente, “de carambola”-- se tuvo el
valor político e histórico de rectificar el error y dotar al país del instrumental jurídico y
político para reivindicar su legítimo derecho a la totalidad de las aguas del Silala. Es sobre
esa base y con ese telón de fondo que se debe situar y entender el borrador de Pre Acuerdo
que es motivo de estos comentarios.
A estas alturas del tiempo, ¿cómo, por qué y con qué consecuencias para el interés nacional
se volvió a incorporar este tema en nuestra agenda bilateral con Chile?, pues al ser el asunto
de exclusiva jurisdicción del derecho interno boliviano su inclusión en la agenda
internacional de carácter bilateral con Chile, debió ser el resultado de un “quid pro quo”
que no aparece por ningún lado, toda vez que sólo Bolivia hace concesiones y, hasta ahora,
Chile no parece dispuesto a hacerlas.
Fuente: Los Tiempos 16.01.2016 [El autor es abogado, sociólogo y ex Canciller de
Bolivia]
13. Temas pendientes entre Bolivia y Chile, por Andrés Guzmán Escobari
Desde el fin de la Guerra del Pacífico, en 1884, e incluso antes, Bolivia y Chile han
mantenido una significativa cantidad de temas pendientes que muy rara vez han alcanzado
un arreglo o una solución pacífica y negociada. El más conocido y complicado de todos
esos temas es sin duda el enclaustramiento geográfico boliviano, al cual se suman otros
asuntos, también álgidos y complejos, que agravan y menoscaban las maltrechas relaciones
entre los dos países. Las cuales, en sus vínculos diplomáticos a nivel de embajadores, se
mantienen rotas desde hace muchos años, precisamente por la imposibilidad de resolver
esos temas pendientes.
Nos referimos a la utilización no autorizada que hace Chile de algunos recursos hídricos
que atraviesan o definen la frontera (Lauca, Silala, Caquena, etc.); a la paralización del
ferrocarril Arica – La Paz en el lado chileno por ya más de una década; a las constantes
interrupciones al libre tránsito de Bolivia en territorio y puertos chilenos; al cobro por
almacenaje en el puerto de Antofagasta que realiza la empresa privada ATI, a pesar del
compromiso adquirido por el Estado chileno de ofrecer gratuidad por ese servicio; a la
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decisión unilateral de Chile de expulsar al agente aduanero boliviano (ASP-B) del puerto de
Arica y reubicarlo en un recinto "extra-portuario”; a la usurpación de funciones que han
cometido las empresas privadas que operan los puertos de Arica y Antofagasta en
detrimento del agente aduanero boliviano, que ha trascendido en la pérdida de jurisdicción
de este último sobre la carga en tránsito a Bolivia, y a otras contravenciones de menor
importancia por parte de Chile a lo acordado bilateralmente.
Por otra parte, también existen temas importantes como el narcotráfico y el contrabando,
que requieren de coordinación y colaboración entre las autoridades de ambos países para
poder adoptar acciones más contundentes y eficaces en los esfuerzos por combatir y
erradicar esos dos males; tal como lo reconoció el embajador de Chile en misión especial,
Gabriel Gaspar, durante su reciente visita a nuestro país.
En efecto, la visita de Gaspar, que de alguna manera replica el viaje realizado a Santiago
por el canciller David Choquehuanca hace algunos meses, viene a confirmar el cambio de
la política exterior chilena en relación a la demanda marítima boliviana que antes, como
bien sabemos los bolivianos, negaba la existencia de temas pendientes entre ambos países y
aducía que el Tratado de 1904 había cerrado toda discusión respecto al acceso soberano de
Bolivia al océano Pacífico.
Sobre este último punto, Gaspar no emitió comentario alguno, ni tampoco dijo que dicho
tratado es "intangible”, como lo habían dicho varios de sus colegas y antecesores; puesto
que, en su fallo sobre la excepción preliminar chilena, la Corte Internacional de Justicia
(CIJ) dictaminó que el Tratado de 1904 no tiene nada que ver con la demanda boliviana,
referida a la obligación de Chile de negociar de buena fe un acceso soberano al mar para
Bolivia. En esa misma línea y aún más sorpresivamente, el embajador chileno reconoció
enfáticamente la existencia de varios asuntos pendientes entre ambos países, los cuales,
según aclaró después, desde Santiago, no tendrían carácter territorial.
Sin embargo, la desviación unilateral del río Caquena o Cosapilla, acometida por Chile en
los años 60 del siglo XX, es indiscutiblemente un tema de límites pendiente entre ambos
países porque el curso de esas aguas define el límite fronterizo según el Tratado de 1904
(artículo 2), es decir que se trata de una corriente internacional de curso contiguo (límite
arcifinio) que ha sido modificada unilateralmente por una de las partes y, por tanto,
representa un tema de carácter territorial. Además, en relación al tema marítimo, el órgano
judicial más importante de las Naciones Unidas estableció que existe una controversia
jurídica pendiente entre los dos países, referida al acceso soberano de Bolivia al océano
Pacífico. Por lo cual, resulta contradictorio y hasta incomprensible que las autoridades
chilenas insistan en afirmar que no existen asuntos pendientes de carácter territorial, cuando
a todas luces sí los hay.
A pesar de esto, y a los ofrecimientos que una vez más se hicieron a través de la prensa, de
reanudar relaciones diplomáticas "aquí y ahora” y "sin condiciones”, debemos valorar y no
desmerecer los importantes avances que ya ha logrado la demanda interpuesta ante la CIJ
por el gobierno de Evo Morales, que claramente ha provocado un cambio positivo en la
política exterior chilena, que ya no aduce que el Tratado de 1904 cerró todas las puertas de
Bolivia al mar y que al menos en el ámbito no territorial, ahora reconoce la existencia de
temas pendientes entre ambos países.
Fuente: Página Siete 17.01.2016 (Suplemento IDEAS)
14. La izquierda chauvinista en Bolivia, por Fernando Molina
En las décadas de los años 20 y 30, cuando la izquierda boliviana finalmente lograba
cristalizar la influencia socialista que había estado llegando al país desde el exterior, en
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particular de Chile, Perú y Europa, en la formación de sindicatos y partidos políticos que,
en la terminología marxista, poseían "independencia de clase”, la "patria” y su defensa eran
un valor y una tarea de derecha. Sólo la burguesía podía querer consolidar el Estado
nacional, que suponía la preponderancia del amor por el país de nacimiento sobre la
identidad de clase.
Por la patria, verbigracia, se convocaba a los obreros, sectores populares y agricultores a
apoyar a un gobierno y un ejército oligárquicos en la Guerra del Chaco. En consecuencia, la
guerra no era un crimen, sino un acto de justicia con la nación. Frente a ello, la izquierda,
siguiendo la enseñanza de bolcheviques como Lenin, Trotsky, de los anarquistas y de los
socialistas pacifistas de la II Internacional, planteó el derrotismo contra Paraguay y llamó a
los trabajadores bolivianos a no matar a sus "enemigos”, ya que unos y otros estaban siendo
fichas del juego de las clases dominantes de sus respectivos países. Fueron encarcelados,
fusilados y exiliados por los republicanos, que no se cansaban de advertir sobre el
comunismo "apátrida”.
Es cierto que, al mismo tiempo, los nacionalistas de izquierda que luego fundarían el MNR,
personalidades como Paz Estenssoro, Céspedes, Siles, sí fueron a la guerra, pero su
propósito principal era acompañar el drama nacional: en ningún momento se tragaron el
discurso patriotero del gobierno de Salamanca y mucho menos a lo que éste conducía: a
prohibir cualquier clase de crítica a la conducción del conflicto y a éste mismo. Los
nacionalistas revolucionarios estuvieron entre los acusadores del chauvinismo de
Salamanca, "metafísico del fracaso”, y fueron los primeros denostadores de esa "guerra
estúpida” que, según René Zavaleta, enfrentó a los "harapientos” bolivianos contra los
"descalzos” paraguayos.
La tradición internacionalista o pacifista de la izquierda se acabó con el estalinismo, que
tuvo que reponer a la Unión Soviética de su gigantesco yerro de confiar en Hitler, cuando
los alemanes ya estaban en su territorio, manipulando los sentimientos primarios de la
población: entonces llamó a la defensa de la "madre patria” rusa y a la "venganza” contra
los alemanes. Esta propaganda facilitó uno de los actos más oprobiosos de la Segunda
Guerra Mundial: el que alrededor de dos millones de mujeres alemanas fueran violadas por
miembros del Ejército Rojo en los meses finales del conflicto. A cosas como ésta conduce
la exacerbación del patriotismo, que tiene mucho de estrategia bélica: formar un grupo para
salvarse de, y atacar a, los demás seres humanos.
Posteriormente, los liberales, conservadores moderados y socialdemócratas europeos
adoptaron el internacionalismo que los comunistas habían proclamado con anterioridad a la
guerra. También el eurocomunismo y la izquierda antiestalinista se sumaron a la
construcción de un mundo en el que el nacionalismo ya no fuera la psicología colectiva
preponderante. Esta tendencia explica la Unión Europea. Su perduración hasta nuestros días
se muestra, por ejemplo, en el hecho de que el español Podemos, que puede considerarse
un grupo nacionalista de izquierda, apoye la autodeterminación nacional catalana.
Al mismo tiempo que la derecha europea se tornaba más tolerante, permitiendo que los
imperios europeos se deshicieran de sus colonias, los luchadores en éstas, así como en
Latinoamérica, comenzaron a actuar en nombre de una nación que consideraban amenazada
por los viejos y los nuevos poderes imperiales. Contra el imperialismo estadounidense,
entonces, la izquierda volvió a la defensa de la "madre patria” y la guerra de "liberación
nacional”. Sin embargo, no perdió por completo su dimensión de clase. La izquierda
nacional veía a los movimientos populares del resto del subcontinente como "hermanos”,
miembros todos de la "Patria Grande”, y a todas las burguesías latinoamericanas como
igualmente unificadas detrás de un propósito internacional, diseñado por Estados Unidos.
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En las décadas de los años 60 y 70, la Revolución cubana enfatizó el aspecto
internacionalista de la prédica latinoamericanista al pretender animar revoluciones en otros
países. En ese contexto, el aspecto puramente nacionalista de la lucha cubana (dado que
para la Isla la opresión estadounidense no tenía el carácter abstracto y elitista con que se
presentaba en otras partes) se soslayó en aras de la formación de un bloque operativo
neocomunista en varios frentes de la guerra fría. El principal representante de esta nueva
izquierda latinoamericana, Ernesto Guevara, fue un argentino que triunfó en Cuba, luchó en
África y murió en Bolivia. Al Che lo acusaron reiteradamente de "apátrida”. Hoy, un
retrato suyo cuelga en el despacho del presidente Evo Morales, quien además introdujo el
grito de combate de los cubanos: "Victoria o muerte: Venceremos”, en el repertorio de
saludos de las Fuerzas Armadas que vencieron y abatieron al Che. Morales dijo alguna vez
que "moriría” por la revolución venezolana. También es reconocido que el chavismo ha
tratado de influir en otros países para sumarlos a una acción en escala internacional contra
las burguesías y los poderes estadounidenses. Morales pidió que los chilenos "de base”
apoyaran a Bolivia en su demanda de recuperación de su cualidad marítima, logrando
algunas respuestas provenientes de, justamente, militantes internacionalistas de izquierda.
Sin embargo, el internacionalismo de la "izquierda bolivariana” desaparece de pronto
cuando, en lugar de fortalecer y dar brillo a su poder, le crea contratiempos. Así, el
Gobierno de Venezuela no ha permitido que sus conductas antidemocráticas fueran
criticadas por izquierdistas y demócratas de otros países, argumentando que tales cuestiones
sólo incumben a los venezolanos. Así, el gobierno de Morales acaba de acusar de
"apátrida” o "vendepatria” a quien ose criticar la forma en que conduce el conflicto con
Chile, sin importarle que este mismo argumento, aplicado a Chile, haría "apátridas” y
"vendepatrias” a los chilenos que hoy, por amistad con Bolivia, critican el monolitismo
ideológico en materia internacional de las élites de Chile. Con curiosa lógica, el gobierno
de Morales, igual que el de Salamanca en los primeros años 30, supone que estando en
riesgo el país, todos deben alinearse con… el Gobierno. De lo que se infiere que lo
importante para éste no es elegir el mejor camino para Bolivia, sino evitar que sea otro
camino al definido por el Gobierno.
Como la misma lógica que el estalinismo, la izquierda latinoamericana usa el
internacionalismo y usa el patriotismo para su propio beneficio. O la democracia, que
respeta mientras le sirve y que restringe cuando ya no le conviene. Esta relativización de los
valores frente los resultados, o pragmatismo, se deriva de su confianza en sí misma, la
política y el poder, como instrumentos adecuados y suficientes para hacer los cambios
sociales con que sueña. No advierte que esta ética termina convirtiéndola en rehén del
poder, que al final transforma su contenido ideológico: por ejemplo, la empuja del
internacionalismo al chauvinismo.
Fuente: Página Siete 17.01.2016 (Suplemento IDEAS)
15. Armando Loaiza, hombre de bien, por Eduardo Rodríguez V.
Conmovido por la noticia del fallecimiento de Armando Loaiza, deseo con estas líneas
celebrar a un hombre de bien, a un servidor público íntegro, a un profesional destacado y a
un entrañable amigo.
Conocí a Armando en los tempranos noventa, en el Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto, un tiempo en el que aprendí de su dedicación por el estudio del Derecho
Internacional y por su fina diplomacia.
Lo acompañé en una delicada gestión, la renegociación del tratado de extradición entre
Bolivia y los Estados Unidos de Norteamérica de 1900. Los cambios de gobierno, en
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ambos países, nos alejaron de la tarea que concluyó con un instrumento en 1995 y cuyo
contenido final se distanció mucho del que habíamos comenzado a forjar.
En junio de 2015, cuando asumí la Presidencia de la República por mandato del Congreso,
pedí a Armando, quien por entonces se desempeñaba como Embajador en Montevideo, me
acompañe como Canciller.
Estuvimos juntos siete meses y días en la compleja gestión del Gobierno, tuve en él a un
colaborador leal y dedicado.
En el marco de una política exterior de buenas relaciones y con todos nuestros vecinos,
concurrimos a los compromisos y cumbres internacionales de ese tiempo.
Fue particularmente importante la gestión que realizó con sus pares de la República de
Chile, aproximando y concretando una agenda de varios puntos que restableció la confianza
mutua bilateral, que siguieron luego los gobiernos de Bachellet y Morales.
Es destacable la gestión diplomática cumplida por Armando para concretar con Chile para
la circulación de ciudadanos sólo con cédula de identidad y la actualización de los
Acuerdos de Complementación Económica (ACE22).
Volvimos a encontrarnos en La Paz y en La Haya con motivo de las reuniones del
Gobierno con excancilleres para dialogar sobre la causa marítima y en ocasión de las
audiencias orales celebradas en la Corte Internacional de Justicia.
Armando tenía una visión muy clara sobre el transcurso de las relaciones bilaterales con
Chile y sus repercusiones en la región y el mundo. Participó crítica pero constructivamente
en diversas reuniones en las que su criterio fue siempre bien valorado.
Un desafortunado incidente periodístico, que no fue bien comprendido, terminó de manera
poco convencional su última misión diplomática ante el Vaticano. Armando lo supo sumir
con su verdad y con la templanza de un hombre íntegro.
Consuelo para su familia y gratitud a Armando por su servicio a la patria y más allá de sus
fronteras, donde sirvió como diplomático con tanta vocación de paz y justicia, como
funcionario ejemplar, profesor de la academia y, sobre todo, hombre de fe, de bien.
Fuente: Página Siete 19.01.2016 [El autor fue presidente de Bolivia]
16. La nueva estrategia política de Chile, por Erich Rudolf Kuhn Poppe
El reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia declarando improcedente el recurso de
excepción preliminar de competencia presentado por Chile trajo como resultado mostrar
que la estrategia jurídica y política desarrollada por ese país fuera un fracaso, que trataron
de camuflar con una versión para la opinión pública de ese país de una supuesta limitación
de la demanda marítima boliviana, lo cual es una total falacia. Analicemos los tres pilares
de la estrategia chilena ante la opinión pública mundial:
Primero, la imposibilidad de tocar el Tratado de 1904, basado en la intangibilidad de los
tratados y el principio "Pacta sunt servanda” fue totalmente rebatido por Bolivia en
sentido de mostrar que todo tratado puede ser modificado por voluntad de partes. El
ejemplo más claro han sido los cuatro cambios, a iniciativa de Chile, que se han dado en el
mismo Tratado de 1904 (Acta Protocolizada de 15 de noviembre de 1904 para aclarar el
contenido del artículo 2, Protocolo de 16 de abril de 1907 designando a la Corte
Permanente de Arbitraje como árbitro, Protocolo de 1 de mayo de 1907, canje territorial de
la línea de frontera entre los trechos del cerro Chipana del volcán Olca y entre el cerro
Patalani y el Alto de Panantalla, Protocolo de 1908 modificando las garantías ferroviarias).
Cabe hacer notar que en la demanda boliviana no se pidió el cambio del mencionado
tratado o su revisión.
19
Segundo, el argumento de que no existían temas pendientes entre los dos países fue
también descartado por ese tribunal internacional, en sentido de considerar que sí existe un
punto de discordia entre los dos Estados.
Tercero, el indicar que de considerar la Corte Internacional la demanda boliviana estaría
poniendo en peligro la paz mundial y el sistema internacional, al crear un precedente
peligroso, también fue descartado por el tribunal internacional al determinar que la misma
se suscribía íntegramente a un aspecto jurídico internacional dentro de los parámetros
establecidos por el derecho internacional.
Frente a este fallo de la CIJ, que demostró la falta de fundamentos en los argumentos
tradicionales de Chile, este país ha desarrollado una nueva estrategia, que sucintamente se
analiza:
A.- Buscar convencer a los países fronterizos con Bolivia que nuestro país intentará, en el
futuro, iniciar acciones legales para la recuperación de territorios perdidos a lo largo de la
historia. Argumento que carece de sustento real, ya que la única pérdida territorial que ha
dado lugar a la demanda ante la CIJ es por su enclaustramiento producto de la Guerra del
Pacífico.
B.- Tratar de demostrar que los actos unilaterales no constituyen un derecho vinculante en
el derecho internacional, lo cual no tiene sustento legal, ya que en la actualidad la misma
Corte Internacional de Justicia, en sus diferentes fallos, ha utilizado precisamente esta
fuente de derecho internacional, sentando jurisprudencia internacional.
C.- Buscar convencer a los diferentes Estados que la argumentación presentada por Bolivia
ante la CIJ no constituye obligaciones por parte de Chile de iniciar una negociación,
desconociendo los actos propios (actas, notas verbales, documentos diplomáticos) que se
han cursado a Bolivia y que constituyen obligaciones de ese país, así como los actos
unilaterales que al cumplir con los requerimientos determinados por el derecho
internacional tienen carácter de obligación internacional.
Por lo expuesto, es importante continuar desarrollando la campaña del expresidente Carlos
Mesa en la difusión de los argumentos bolivianos, con el apoyo de los exresidentes y los
excancilleres bolivianos. Pero no debemos olvidar que es sumamente importante contar con
embajadores y funcionarios diplomáticos capacitados en este tema, para que coadyuven a
los objetivos que se ha propuesto nuestro país. De lo contrario, sólo serán meros
espectadores de la campaña que efectuará Chile en detrimento del tema marítimo.
Finalmente, podemos señalar que los trascendentales apoyos logrados por nuestro
Presidente a la causa marítima, en sus últimos viajes, si bien son importantes,
lamentablemente no han sido plasmados en declaraciones conjuntas de presidentes, como
habitualmente se realizan. Motivo por el cual se debería tomar muy en cuenta esta
observación para futuros encuentros internacionales en bien de los objetivos nacionales.
Fuente: Página Siete 23.01.2016 [El autor es diplomático y catedrático universitario]
17. Armando Loaiza, las lecciones de honestidad, por Mauricio Quiroz Terán
Armando Loaiza despertó muy temprano, al menos dos horas antes de lo habitual. Un
vehículo oficial aguardaba por él para llevarlo hasta el Palacio Quemado. Allí, un grupo de
futuros funcionarios públicos, entre los que estaba el futuro canciller y el mismo presidente
electo, había instalado una de las comisiones para la transición del nuevo gobierno. Entre diciembre de 2005 y la primera quincena de 2006, el entonces canciller Loaiza
preparó, junto con el nuevo gobierno, la lista de los invitados y los detalles protocolares
para el traspaso de la presidencia, de Eduardo Rodríguez Veltzé a Evo Morales, el
20
candidato que había logrado el 54,7% de los votos, un apoyo que prometía estabilidad
política, según reconocía esos días el canciller saliente.
En medio de los preparativos, Loaiza tuvo que enviar una nota de protesta a España por una
broma de muy mal gusto que le jugaron a Morales desde un programa radial de ese país. El
locutor se hizo pasar por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero
(2004-2011), para felicitar “en vivo” al nuevo presidente de Bolivia. En la nota de protesta
—respetuosa, pero firme— el diplomático valoraba el derecho a la libre expresión, pero
lamentaba la forma en la que se pretendía mirar al país a partir de esas expresiones. El
embajador español expresó públicamente sus disculpas y Rodríguez Zapatero, esta vez el
auténtico, habló con Evo Morales para iniciar un diálogo bilateral que fue muy intenso.
“Fue un canciller comprometido con Bolivia, que supo defender los intereses del país en el
mundo y es, por lo tanto, una gran pérdida”, comentó el actual representante de España
en Bolivia, Ángel Vásquez, durante las exequias del diplomático, cuyo corazón dejó de latir
el 18 de enero.
Sin interrupciones, Armado Loaiza fue funcionario diplomático de la Cancillería durante 37
años, hasta ese 23 de enero de 2006, un día después de la primera juramentación de Evo
Morales a la presidencia de Bolivia. Entregó su despacho a David Choquehuanca, quien ya
es el jefe de la diplomacia con más tiempo en el cargo. Pasó los documentos, muchos de
ellos reservados sobre las negociaciones en curso y los gestos de los países sobre el futuro
del país. Dejó instaladas las bases para conversar con Chile sobre el mar, en el marco de
una agenda mínima que cumplió “con responsabilidad”, según recordó Ramiro Prudencio,
historiador y diplomático muy cercano a Loaiza.
“Lo más destacable de tu labor en este ministerio fue tu interés por buscar una mayor
vinculación con Chile. Cuando asumiste el cargo (junio de 2005), lamentablemente la
relación con ese país era fría y casi sin contactos. Parecía que los dos gobiernos anteriores
desearon mantener a los dos Estados de espaldas uno del otro (...). Pues bien, determinaste
(a merced de una negociación) que debían eliminarse esas absurdas trabas (exigencia del
pasaporte) y ahora se puede viajar con el carnet de identidad como se hace en la Unión
Europea. Además, te preocupaste para actualizar el Acuerdo de Complementación
Económica (ACE 22) por el fin de que Bolivia tenga mercado para sus productos en Chile”,
recordó Prudencio en el salón principal de la Cancillería, donde el cuerpo del diplomático
fue homenajeado antes de su inhumación.
Prudencio recordó que en esos siete meses de transición se produjo una reunión de
consultas políticas en Iquique. Estas reuniones, activadas por los vicecancilleres de Bolivia
y Chile, se constituyen en la instancia de mayor jerarquía del diálogo entre Bolivia y Chile
ante la ausencia de relaciones diplomáticas a nivel de embajadores. Recordó que Loaiza
logró empatía con Ignacio Walker, el canciller chileno de esos días y que el vicecanciller de
ese país, Christian Barros, había enviado una señal, una especie de ruta crítica sobre la
forma en la que se debía zanjar la demanda marítima de Bolivia. “Barros expresó en
Iquique (octubre de 2005) que desde hace muchísimos años su país ya tenía una solución:
un corredor al norte de Arica con continuidad territorial desde Bolivia hasta el mar con
plena soberanía; eso sí, agregó que era menester que haya un canje de territorios, porque no
habría ningún chileno que aceptase la reducción del territorio de su país. Con este
entendimiento (Armando) habías abierto la puerta que nos conduciría al mar. Y gracias a
ella el presidente Evo Morales fue recibido con alto entusiasmo en Santiago.
Lamentablemente, unos imponderables que se sucedieron posteriormente, cerraron dicha
puerta y Bolivia se vio obligada a llevar el tema marítimo a la Corte de La Haya”, detalló el
amigo de Loaiza mirando al féretro que estaba casi sumergido en un mar de flores.
21
Evo Morales comenzó a gobernar en medio de los estragos causados por las intensas lluvias
y los indomables ríos de la amazonía que se desbordaron sin piedad. Invocó la ayuda
internacional para la emergencia, incluida la de Chile que envió helicópteros para llevar
asistencia a las poblaciones que quedaron aisladas. En marzo de 2006, ya con la experiencia
de haber recibido a Ricardo Lagos en su departamento ubicado en la avenida Busch, el
Presidente participó de la primera toma de juramento de Michelle Bachelet. El 16 de julio
de ese mismo año, los vicecancilleres de ese tiempo, Mauricio Dorfler (Bolivia) y Alberto
van Klaveren (Chile) firmaron el acta por el que se estableció la Agenda de los 13 puntos,
el temario que por primera vez incluyó “el tema marítimo” en el escenario de las
conversaciones bilaterales. Así se estableció el mecanismo de construcción de la confianza
mutua que llegó hasta el intercambio de jefes militares y el homenaje en Calama del héroe
boliviano Eduardo Abaroa por parte de tropas chilenas. Loaiza cimentó este diálogo que se
diluyó por muchas causas que merecen otro análisis.
“Cuando uno se va, quedan siempre recuerdos, enseñanzas como las de un gran
diplomático y político como Armando Loaiza (…). Agradecer a la familia por su aporte que
será para el bien de toda Bolivia”, afirmó el presidente Morales en ocasión de las honras
fúnebres. Además, admitió que sentirá su ausencia en el equipo del mar formado por
excancilleres y diplomáticos del país.
Loaiza fue canciller del presidente Rodríguez Veltzé entre el 14 de junio de 2005 y el 23 de
enero de 2006. Llegó a ser ministro de Relaciones Exteriores luego de pasar “por todos los
puestos” de esa repartición estatal, según recordó el exministro Gustavo Fernández, quien
además valoró a Loaiza como director de la Academia Diplomática y embajador en varias
legaciones del exterior, entre las que estaba su misión de tres años en el Vaticano.
El embajador Loaiza escribió varios ensayos sobre los derechos de Bolivia en el marco de
la Convención del Mar (Convemar). También era un experto sobre las relaciones entre
Bolivia y el Vaticano, una temática sobre la que trabajó durante muchos años como docente
e investigador en la Academia Diplomática y en la Universidad Católica Boliviana.
Era creyente y así juró de nuevo, en 2015, como representante boliviano ante el Obispo de
Roma, aunque esta vez la misión sería más estratégica, estando de por medio la demanda
marítima instalada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y el gran antecedente del
papa Francisco como facilitador del diálogo entre Cuba y Estados Unidos.
Se tomó el cargo con cautela. Estaba consciente sobre el carácter estático de la política
internacional, pero no por eso se alejó del entusiasmo de volver a Roma. Era un
diplomático que debía dialogar con todos. “Se conversa hasta cuando hay estado de guerra,
hay que hablar con el enemigo, incluso, para definir los términos de la batalla”, afirmaba.
Creía en la libertad de prensa y en el beneficio de enviar los mensajes adecuados para
facilitar el diálogo político, siempre en favor del país.
Con esos valores encima aceptó hablar con el periodista chileno Claudio Fariña de TVN
sobre su misión. Habló sin saber que estaba siendo grabado y así le achacó a Evo Morales
“un trauma anticatólico” que debía superar. El colega dijo haber triunfado aun a costa de
vulnerar la reserva que implica el off the record. Loaiza tuvo que renunciar, porque fue
honesto; le dolió mucho el abuso de confianza en el que incurrió Fariña. Y no, éste no es un
recuento de daños ni de responsabilidades; simplemente es homenaje.
De hecho, ante el féretro de Armando Loaiza, el presidente Morales pidió unidad al país,
aún a pesar de las diferencias ideológicas, y así le agradeció por las lecciones aprendidas.
Fuente: La Razón 25.01.2016 (Suplemento Animal Político)
22
18. Una década de política exterior, por Sacha Llorenti
La política exterior de un Estado es un barómetro, así como la continuación de su situación
interna, de sus aspiraciones y potencialidades. La coherencia, ejecución y proyección de
esta política puede medirse tanto en su capacidad de influir en el desarrollo de los
acontecimientos internacionales como en la consecución de los logros materiales y
simbólicos para beneficio propio.
A lo largo de estas líneas intentaremos hacer una evaluación de la política exterior
boliviana en los 10 años de la presidencia de Evo Morales. Para lograr ese objetivo, resulta
imprescindible ubicar los parámetros de ese examen en los siguientes escenarios: ¿cómo se
recibió el país en términos de sus relaciones internacionales?; ¿cómo se administraron las
crisis internacionales o las nacionales con consecuencias fuera de nuestras fronteras?; ¿qué
propuestas bolivianas se efectivizaron en el escenario internacional?; ¿cuál es el legado de
esta década?; y finalmente, ¿cuáles son los desafíos que deja lo hecho hasta ahora?
Neoliberalismo y soberanía. El periodo marcado por las presidencias de Paz Estenssoro,
Paz Zamora, Banzer, Quiroga y Sánchez de Lozada estuvo caracterizado por la nula acción
soberana, la narcotización de la política exterior, la subordinación a las políticas de
privatización y reformas del Fondo Monetario Internacional (FMI), y el sometimiento a la
doctrina de seguridad de Estados Unidos.
No son una fábula las vergonzosas peregrinaciones de políticos, policías y militares a la
embajada estadounidense para recoger una certificación de buena conducta que les
permitiera ocupar un cargo o ascender de grado. Tampoco son un invento las denuncias de
que soldados extranjeros tenían mando sobre las tropas bolivianas y que los embajadores
estadounidenses eran los “componedores” de las disputas políticas internas.
Durante esos años, la política exterior boliviana se sumaba al coro y entonaba discursos de
acuerdo con lo determinado por Washington. La dependencia y subordinación no impidió
que Bolivia salga de la estigmatización marcada por la inestabilidad política, el narcotráfico
y la pobreza extrema. Sin embargo, durante la etapa de privatizaciones, Bolivia aparecía en
el escaparate de las instituciones de Bretton Woods como un disciplinado alumno de las
políticas neoliberales.
Durante dos décadas, la política exterior boliviana estuvo subordinada a su relación con
Estados Unidos. Luego, no sobra decir que si no se ejerce la soberanía, es imposible la
construcción de una política exterior propia. Por tanto, la presencia boliviana en la
dinámica de los foros internacionales fue casi nula.
Proceso de cambio. Después de 10 años de iniciado el proceso de cambio y a la luz de la
situación de nuestra política exterior en el periodo anterior, es evidente que existe una
transformación dinámica tanto en las tácticas como en las estrategias de nuestra relación
con la comunidad internacional.
En pocas palabras, son dos las claves para entender la nueva dinámica de la política exterior
boliviana. La primera es el diseño de un horizonte alternativo al capitalismo que nace de las
experiencias de nuestra plurinacionalidad: el vivir bien. La segunda clave está representada
por la forma a través de la cual se caminará hacia ese horizonte movilizador: la diplomacia
de los pueblos.
Esos postulados no pasarían de la retórica sin la posibilidad de contar con la base
ideológica y material para mantener una política exterior verdaderamente soberana. En el
caso boliviano, la base ideológica se sustenta en la trilogía muchas veces planteada por el
presidente Evo Morales: anticapitalismo, antiimperialismo y anticolonialismo. Por otro
lado, sin lugar a dudas, la base material que permitió las condiciones para la expansión de
las propuestas de la diplomacia boliviana, es la nacionalización de los recursos estratégicos.
23
La nacionalización permitió en primer lugar romper con los vínculos de dependencia no
solo con Estados Unidos en materia de lucha contra las drogas, sino que también posibilitó
que el país diseñe su propio modelo económico liberado de las exigencias del Fondo
Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM).
La nacionalización, como en la teoría del big bang, es el fenómeno político-económico que
permitió que Bolivia expanda sus capacidades en todas las dimensiones, incluida la
construcción de una política exterior soberana.
De esta forma, los patrones de subordinación con Estados Unidos fueron desmantelados
con diversas medidas: la materialización de la fórmula “un cato por familia” (ya iniciada
durante el gobierno de Carlos Mesa), la exitosa reducción de cultivos de hoja de coca con
control social y en respeto a los derechos humanos, la expulsión de la DEA (Drug
Enforcement Administration), la nacionalización de la lucha contra las drogas y la
expulsión del Embajador de Estados Unidos cuando se demostró su injerencia en un
momento de una severa crisis interna.
Relaciones bilaterales. Las relaciones entre Estados tienen distintas dimensiones. La
bilateral, además del relacionamiento político, incluye el intercambio comercial y
tecnológico, las posibilidades de apertura de mercados y el tránsito de personas.
En este ámbito, Bolivia construyó relaciones de manera soberana, sin permitir que las
presiones externas las condicionaran. Se sabe que hubo insistentes exigencias para que
Bolivia no establezca relaciones con la República Islámica de Irán y Palestina, así como
también no profundizarlas con Cuba y Venezuela. Sin embargo, ninguna presión o
exigencia determinaron las decisiones de nuestra política de relacionamiento bilateral.
Sin duda, las afinidades político-ideológicas pueden hacer de esas relaciones mucho más
fluidas. Sin embargo, esta dimensión de la política exterior requiere claridad de objetivos y
capacidad en la construcción de esas relaciones. Dos ejemplos nos permitirán comprender
cómo Bolivia ha encarado durante la última década su relacionamiento bilateral. La
relación entre Bolivia y Paraguay es particularmente importante debido a que,
independientemente de posiciones ideológicas, se ha construido un fuerte vínculo con
madurez, respeto y beneficio mutuo.
El otro ejemplo está en Europa: la relación Bolivia-Austria. Ésta ha estado marcada por la
compatibilidad personal entre los presidentes Morales y Heinz Fischer, y ha tenido
resultados concretos: en términos políticos y de seguridad, la posibilidad de que el avión
presidencial pueda tener un lugar de aterrizaje durante el bloqueo impuesto por otros países
(2013); en términos de desarrollo, el seguimiento personalizado de los dos presidentes ha
permitido materializar en corto plazo el proyecto del teleférico en la ciudad de La Paz.
También es posible abundar en otros ejemplos con beneficios compartidos, como las
relaciones con Francia, Alemania, Rusia y China.
Organismos. Distintos esfuerzos, iniciados incluso antes de 2006, han impulsado el
desarrollo de un diverso y complejo sistema regional de integración. En distintas
velocidades y con resultados también diversos, América Latina y el Caribe vive una
fecunda etapa de construcción de una identidad e institucionalidad propia. Esa identidad, en
parte, ha sido construida en respuesta a que la Organización de Estados Americanos (OEA),
en distintas situaciones, no representaba los intereses regionales, sino que perpetuaba
ciertas lógicas neocoloniales.
Muchos opositores al proceso de cambio critican la pertenencia a la Alianza Bolivariana
para los Pueblos de Nuestra América (Alba). Sin embargo, es precisamente el escenario de
integración que más representa los principios, medios y objetivos del proceso boliviano,
pues, a través del Alba se han logrado posiciones comunes en foros internacionales,
24
genuinos espacios de complementariedad y de solidaridad. En efecto, gracias al Alba, y
particularmente a la solidaridad cubana y venezolana, mejoramos nuestros índices de salud
y en educación, entre otras aspectos, logramos erradicar el analfabetismo.
La Comunidad de Estados de Latinoamérica y del Caribe (Celac) y la Unión de Naciones
Suramericanas (Unasur) son las iniciativas de integración más audaces. La primera, aunque
a paso lento por su diversidad, es la apuesta regional más osada. La segunda, con un ritmo
más acelerado, ha logrado suplir el rol de árbitro de controversias que la OEA tenía. En el
caso boliviano, fue de utilidad para superar la crisis de 2008 durante el intento de golpe
cívico-prefectural. El rol de Unasur será cada vez más protagónico y también el de Bolivia
al ser sede de su parlamento. En ambos casos, Bolivia pondrá nuevamente a prueba su
liderazgo cuando, a muy corto plazo, le toque ejercer las presidencias pro témpore de
ambas organizaciones.
Multilateralismo.El paradigma del “vivir bien” ha tenido en la ONU el mejor escenario
para su difusión y materialización en términos de normas de ese sistema. Entre los logros
más significativos podemos mencionar los siguientes: la aprobación de la Declaración de
los Derechos de los Pueblos Indígenas, el reconocimiento del Derecho Humano al Agua y
la incorporación de la terminología referida a la Madre Tierra en las discusiones sobre
desarrollo y cambio climático, además del continuo trabajo en el reconocimiento de los
derechos de la Madre Tierra.
Un apartado especial merece lo hecho en torno a la revalorización de la hoja de coca. La
osada propuesta jurídica de incorporar una reserva a la Convención de Viena de 1961 para
la defensa de la práctica del acullicu tuvo un éxito que abre la brecha para alcanzar el
objetivo final de la despenalización de la hoja en su estado natural.
En cuanto a seguridad alimentaria, la iniciativa del presidente Evo Morales para la
declaratoria de 2013 como Año Internacional de la Quinua permitió la promoción del
producto que redituó en una comercialización mayor con efectos positivos sobre todo a
favor de los productores. Probablemente, el escenario de mayor visibilidad internacional de
Bolivia se produjo en 2014, cuando Bolivia presidió el Grupo de los 77 más China, el más
grande e importante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Esta presidencia tuvo como aspectos destacados la realización de la Cumbre de jefas y jefes
de Estado y de Gobierno, en Santa Cruz de la Sierra; la aprobación de la Declaración de
Santa Cruz que marcó la hoja de ruta del Grupo para las discusiones sobre desarrollo y
cambio climático; y las decenas de resoluciones y negociaciones llevadas adelante en
representación del grupo.
La Declaración de Santa Cruz permitió al grupo mantener posiciones firmes en diversos
temas económicos y financieros. Entre ellos, la oposición a los fondos buitre. Esa postura
derivó en la aprobación de tres resoluciones de la ONU y la conformación del Comité
Especial de la Asamblea General para los Procesos de Reestructuración de Deuda
Soberana, presidido por Bolivia en 2015. Ese Comité elaboró un conjunto de principios
para estos procesos que ahora forman parte del derecho internacional.
En esa misma línea, durante 2015 Bolivia promovió una resolución, aprobada por
unanimidad, sobre administración pública que incorporó el reconocimiento a los valores
ancestrales del Ama Sua, Ama Quilla y Ama Llulla. Esta iniciativa será complementada
con un encuentro internacional sobre la materia que se realizará en Bolivia durante 2016.
Asimismo, la claridad y liderazgo de Evo Morales, los aportes intelectuales de Álvaro
García y el trabajo de David Choquehuanca han sido determinantes para consolidar la
presencia boliviana en el mundo.
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En conclusión, distintas condiciones internas y externas determinan la política exterior de
un Estado. Pero, ante todo, es la suma de decisiones basadas en los principios que el Estado
sustenta en el marco de una determinada correlación de fuerzas. En ese sentido, todo
depende del liderazgo y de las condiciones materiales, en nuestro caso expresadas por la
estabilidad política, el desarrollo social y la prosperidad económica.
Después de 10 años, Bolivia tiene una política exterior independiente y soberana. El país
goza de una muy buena imagen, de visibilidad global y de la capacidad demostrada de
influir en el desarrollo de los acontecimientos internacionales. Bolivia ha construido y ha
propuesto al mundo, desde su identidad y circunstancias, modelos exitosos que se enfrentan
a la lógica imperante, tanto en materia de lucha contra el narcotráfico como en la economía,
lucha contra la pobreza y reducción de la desigualdad. Evo Morales ha conducido la década
más exitosa de la historia de la diplomacia boliviana.
Mar a la vista
A lo largo de más de un siglo, distintos hitos permiten ver el trazado de una línea histórica
con un objetivo y clamor nacional prioritario e irrenunciable: el retorno de Bolivia al
Océano Pacífico con soberanía.
La primera década del proceso de cambio ha marcado un antes y un después en la relación
con Chile. Después de que Chile rompiera el diálogo de la agenda de los 13 puntos, la
decisión del presidente Evo Morales de recurrir a la Corte Internacional de Justicia dio un
golpe de timón, solicitando que el más alto tribunal del planeta reconozca la obligación de
Chile de negociar una salida soberana al Pacífico, basada justamente en ofrecimientos
chilenos.
Pilares del nuevo tiempo
Es posible identificar por lo menos tres pilares de este nuevo tiempo. El primero representa
la base esencial de esta decisiva etapa: la estrategia jurídica. Los argumentos de derecho
fueron trabajados durante varios años y han demostrado su solidez cuando se produjo el
histórico fallo de la Corte que reconoce su jurisdicción para resolver la demanda planteada
por Bolivia.
El segundo pilar es la consolidación de una política de Estado en torno a la demanda. Es
decir, además de contar con el trabajo coordinado con ex cancilleres y ex presidentes (que
en muchos casos además expresan la diversidad política del país), se ha construido una
institucionalidad para darle continuidad a este esfuerzo. Así, cabe destacar, junto a la
Cancillería boliviana, el funcionamiento del Consejo de Reivindicación Marítima,
Dirección de Reivindicación Marítima y la Procuraduría General del Estado.
El tercer pilar es la diplomacia de los pueblos. A través de este instrumento se ha
fortalecido el sentido común, en nuestro continente y en todo el mundo, sobre el hecho de
que existe un tema pendiente que resolver entre Chile y Bolivia. Junto a temas también sin
resolver, como las Islas Malvinas y el bloqueo contra Cuba, el retorno de Bolivia al mar
con soberanía es un tema y una causa de interés hemisférico y global.
La serie de respaldos internacionales, de gobiernos, movimientos sociales y personalidades
académicas, en los que cabe desatacar al Papa Francisco, ratifican que nos acompañan la
verdad, la historia, el derecho internacional, la justicia y la solidaridad de los pueblos. No
habríamos llegado tan lejos de no ser por la estabilidad, la continuidad y el liderazgo del
que goza Bolivia.
Fuente: La Razón 25.01.2016 (Suplemento Animal Político)
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19. Armando Loaiza, por Ramiro Prudencio Lizón
En nombre de tus compañeros que trabajaron contigo en la Cancillería boliviana, me
permito despedirte con gran congoja. Tú fuiste uno de los mejores funcionarios
diplomáticos que ha dado el país. En tu larga carrera diplomática, de unos 35 años, siempre
demostraste tu honestidad intelectual, tu experiencia y tu excelente preparación. Por ello, tu
representación en los países donde ejerciste una misión diplomática fue siempre valorada,
porque lo hacías con señorío y dignidad.
Sin embargo, cabe destacar sobre todo tu labor como canciller de la República. Estuviste
solo siete meses en el cargo, pero tu función en él ha trascendido, y por eso has sido
reconocido como uno de los mejores ministros de relaciones exteriores de los últimos años.
Comenzaste tu gestión con un pensamiento fundamental, el de buscar la mejor relación
posible con todos los países, especialmente con los fronterizos. Se podría decir que
seguiste, sin saberlo, el consejo del papa Francisco de construir puentes y no murallas. Pero
lo más destacable de tu labor en ese ministerio fue tu interés en buscar una mayor
vinculación con Chile.
Cuando asumiste el cargo, la relación con ese país era fría y casi sin contactos. Parecía que
los gobiernos anteriores desearon mantener a los dos Estados de espaldas uno del otro. Y
algo incomprensible, querían que el enclaustramiento fuese palpable. De este modo, había
muchas trabas para viajar a Chile; se exigían pasaportes y visas permanentemente. Parecía
que no se comprendía que nuestros tres puertos principales eran chilenos, Arica, Iquique y
Antofagasta. Y había muchísima gente que debía viajar permanentemente a esos puertos
por asuntos económicos y comerciales. Pues bien, pronto determinaste que se debía tramitar
la eliminación de esas absurdas trabas. Y ahora se puede viajar simplemente con el carnet
de identidad, como se hace en la Unión Europea. Además, te preocupaste para que se
actualicen los Acuerdos de Complementación Económica (ACE 22), con el fin de que
Bolivia tuviese un mayor mercado para sus productos en Chile.
Empero, lo más importante, te esmeraste para que los dos países pudiesen conversar sobre
la cuestión marítima. Para ello cultivaste una buena amistad con el canciller chileno de
entonces, don Ignacio Walker. Este ministro era nieto de don Horacio Walker Larraín,
quien había intercambiado con nuestro embajador don Alberto Ostria Gutiérrez las célebres
notas de 1950. Y por este motivo, Ignacio Walker sentía gran aprecio por nuestro país. Es
entonces que le pediste que en la reunión de Consultas Políticas que se llevaría a cabo en
Iquique se incluyese el tema marítimo.
Vale la oportunidad para destacar la posición del subsecretario de relaciones de Chile, don
Cristián Barros. Él expresó en Iquique que desde hacía muchos años su país ya tenía una
solución para ese problema: un corredor al norte de Arica, con continuidad territorial desde
Bolivia hasta el mar, con plena soberanía; eso sí, agregó, era menester que haya un canje de
territorios, porque no habría ningún chileno que aceptara la reducción del territorio de su
país. Con este entendimiento, abriste una puerta que nos podía conducir al mar. Y gracias a
ella, el presidente Evo Morales fue recibido con gran entusiasmo en Santiago.
Lamentablemente, unos imponderables que se sucedieron posteriormente cerraron dicha
puerta, y Bolivia se sintió obligada a llevar el tema marítimo a la Corte Internacional de
Justicia, en La Haya.
No obstante, tu obra no concluyó cuando dejaste la Cancillería, porque continuaste
explicando en los medios de comunicación y en los círculos académicos tu posición
integradora. Por ello, querido Armando, tus compañeros de Cancillería siempre te
recordaremos con gran cariño y admiración. Pero hay otro grupo que te recordará de igual
manera, los de Prometeida, donde también te destacaste por tus excelentes disertaciones
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sobre temas internacionales, en los cuales demostraste tu gran fe en los destinos de Bolivia.
Querido Armando, descansa en paz.
Fuente: La Razón 27.01.2016
20. Bolivia y Brasil, nuevos desafíos, por Carlos D. Mesa Gisbert
El próximo encuentro entre los mandatarios de Bolivia y Brasil debería ser el relanzamiento
de una relación de la mayor importancia para nuestro país. Hagamos un recuento de
algunos de los temas principales de la agenda bilateral.
El gas sigue siendo el cordón umbilical económico entre ambos países. Bolivia ha perdido
relevancia en el contexto regional por una disminución de sus reservas y un cambio de sus
perspectivas de mercado, en virtud del nuevo papel del gas como comoditie, las nuevas
tecnologías no convencionales y el dramático escenario internacional de caída de precios de
los hidrocarburos (hemos perdido casi 3.000 millones de dólares de ingresos por esa razón),
que repercutirán en una eventual nueva negociación de contratos para la exportación a
partir de 2019.
Por su parte, Brasil trabaja en hacer realidad su propio abastecimiento de gas. Además, la
matriz energética global está cambiando y eso tendrá consecuencias. Bolivia debe encarar
una estrategia nueva si no quiere enfrentar un futuro poco alentador.
El narcotráfico y el tema de la coca ya no pueden soslayarse entre los temas comunes. Los
volúmenes de incremento del narcotráfico y la violencia consecuente, uno de cuyos
destinos principales es Brasil, coloca la cuestión en el más alto nivel de importancia.
La irrupción de nuevos jugadores internacionales, especialmente China, generan un
escenario más complejo en la vinculación con Brasil y su natural influencia geográfica y
múltiple en Bolivia. La declinación del protagonismo venezolano marca, a su vez, un
interrogante sobre la estrategia de alianzas del país. La demanda boliviana ante la CIJ debe
ser explicada en detalle por el Presidente, pues Brasil es una de las naciones más
influyentes de la región.
Las condiciones de inversión en Bolivia, aún complejas, se han visto desafiadas
positivamente por la invitación de compartir un emprendimiento petroquímico binacional,
que debería ser concebido como un primer paso de una nueva relación comercial.
Es un camino de ida y vuelta que tiene que enfrentar la lógica maximalista (que vale para la
inversión externa en general) en la que se mueve la Constitución.
El tema de la migración se ha vuelto crucial. Debe desarrollarse una política migratoria,
sobre todo para los bolivianos que van a trabajar a Brasil (hoy un número muy
significativo), en el marco de un proceso de integración que considere las reglas sobre el
tema que contempla el Mercosur. Más que eso, hay que concretar políticas del Gobierno
brasileño que salvaguarden las condiciones de derechos humanos (salud, trabajo, por
ejemplo) de los migrantes, lo que no excluye las complejas relaciones dentro de la propia
comunidad boliviana en Brasil.
Las iniciativas brasileñas para incrementar la generación de energía eléctrica en el río
Madera tendrán un impacto fundamental en el ecosistema de la región y en todo el sistema
fluvial boliviano de la Cuenca del Amazonas. Lo esencial es la definición de una política
medioambiental boliviana sobre el particular, que es hoy por hoy contradictoria entre la
retórica preservacionista y la lógica desarrollista.
El proceso de integración, tanto binacional como el que les toca a ambos países, en virtud
de su presencia en mecanismos regionales, como CELAC, Unasur y Mercosur, debe ser
parte de una definición a futuro que supere la retórica política y las trabas que han frenado
el éxito de acuerdos económicos. Está claro que la idea global de integración está
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pendiente y que hay que evaluar la propuesta de sudamericanización de la integración que
inició Brasil en 2000.
El corredor bioceánico es hoy fundamental para el futuro de Bolivia. Debe considerar dos
realidades: el trabajo en el sur que hacen Chile, Argentina, Paraguay y Brasil para un
corredor por carretera y los acuerdos entre Brasil y Perú para la construcción de un
ferrocarril en el norte. Es imprescindible que Bolivia logre concretar un corredor central,
tanto por tren como por carretera, que parece el más práctico y rentable de los tres proyecto
en ejecución.
En ese contexto, no se debe olvidar la importancia de privilegiar la relación entre los
departamentos y estados fronterizos de Brasil y Bolivia (cuya potencialidad económica es
inmensa) y que encuentre mercados para los productos bolivianos, más allá de la actual
dependencia energética.
Lo que Bolivia y Brasil deben recuperar es un clima de confianza mutua, que diversos
acontecimientos de los últimos años han debilitado.
Fuente: La Razón 27.01.2016 (El autor fue presidente de Bolivia)
21. Una semana sin fronteras, por Luis Ramírez Velarde
¿Qué dirían si durante una semana se borran las fronteras y vivimos como hermanos
olvidando prejuicios e historias que nos han contado? ¿Que los bolivianos convivan y
gocen con el “enemigo” y se abracen y canten entre chilenos y argentinos o bailen riendo
peruanos y chilenos?
Tras la carga histórica que nos agobia, unos 80 jóvenes y no tan jóvenes vivieron una
semana de alegría en pleno Santiago de Chile, convocados todos por el sueño de la
integración, de conocernos y reconocernos olvidando estigmas y estereotipos que nos
hemos fabricado en la mente.
Atravesaron todos por tierra o por aire las diferencias que nos separan, convocados por un
sueño “Amerindio” y llegaron al calor de casas de familias chilenas una docena de cochalas
del colegio de los maristas y del cerro San Miguel más dos orureños, a convivir con sus
pares de Santiago y armar entre jóvenes de los cuatro países vecinos un arco iris de cariño y
comprensión.
El primer día del encuentro un tanto temerosos fueron presentándose y mostrando su país,
sus paisajes y detalles, su riqueza cultural, sus símbolos y artesanía, música y folklore… y
poco a poco se dieron cuenta que cada uno ofrecía riquezas muy propias de su lugar, pero
que también muchas cosas vistas los unían, en la música, en la cueca practicada en los
cuatro países en sus diferentes formas, las tonalidades indígenas de fondo en cada rincón,
algunas artesanías similares o la presencia de aymaras y quechuas en el territorio, legado
común, o de los tobas entre argentinos y bolivianos y mapuches entre chilenos y argentinos.
Este espíritu los fue desnudando de sus diferencias, y todos se encontraron que la wiphala,
símbolo patrio de nuestra Bolivia, unía a los cuatro vecinos donde esta bandera comienza a
flamear también, representando a nuestros pueblos originarios. Allí encontraron esa unidad
en la diversidad con la que soñamos todos.
En forma muy ágil, con danzas y música, con dinámicas integradoras, con espacios de
intercambio y expresión, los jóvenes fueron repasando sus historias personales, sus
visiones, lo que les habían contado y lo que ellos planteaban en una revisión de la historia.
Otro día, se fueron al mar a conocer la casa del poeta universal, nuestro Pablo Neruda, y
gozaron de las anheladas olas entre carcajadas y nuevas amistades que se estrechaban bajo
el candente sol y las suaves arenas, allá donde se sentía fuertemente el abrazo de La
Pachamama y la Mamacocha a las que tanto debemos respetar y cuidar entre todos.
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Resumiendo el encuentro hablaron de fraternidad, solidaridad, paz, justicia, integración, de
borrar fronteras y caminar juntos hacia el sueño de Bolívar, hacia este nuevo sueño de
unidad… Se habló, entonces de reescribir la historia para vernos como hermanos,
avanzando hacia la luz de la Estrella del Sur que nos une, con el símbolo de un mapa de
Sudamérica donde el Sur es nuestro Norte.
Y después de espontáneas fiestas, reuniones y tertulias de la noche el último día con sueño
y entre sueños nuestros jóvenes protagonistas tomaron su bus de regreso decididos a repetir
el encuentro en nuestra propia Llajta el próximo año y recibir a estos jóvenes y a los que se
vayan sumando al sueño de unidad que se va entretejiendo entre los cuatro vecinos:
Bolivia, Perú, Chile y Argentina, un solo corazón sin fronteras… ¡Así, comenzamos bien el
año!
Fuente: La Razón 28.01.2016 [El autor es arquitecto]
22. Corredores sin Bolivia
El embajador de Chile en Brasil, Jaime Gazmuri, informó a principios de enero en Santiago
que solo falta asfaltar unos 500 kilómetros para completar el corredor interoceánico que
cruzará Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, pasando a muy pocos kilómetros al sur de
Bolivia. En una entrevista con El Mercurio, Gazmuri aclaró que este proyecto de corredor
no ha sido concebido para excluir a nadie, pero que la exigencia de Bolivia de que
cualquier proyecto carretero internacional que comprenda territorio boliviano debe aceptar
que las cargas, en ese tramo, solo pueden ser llevadas por camiones bolivianos, es algo
inaceptable.
Esta noticia llega cuando el presidente Evo Morales está haciendo gestiones para conseguir
que el presidente de Perú, Ollanta Humala, se comprometa a incluir a Bolivia en el
proyecto de tren interoceánico Perú-Brasil, con financiamiento de la China Popular. Ese
proyecto también excluye a Bolivia por pocos kilómetros, pues el trazado original muestra
que el ferrocarril pasaría apenas al norte de Cobija y de todo el departamento Pando, como
haciendo un esfuerzo por evitar el territorio boliviano.
Ninguno de los tres países incluidos en el proyecto ha revelado hasta ahora el motivo por el
cual se hizo un diseño en que el territorio boliviano es evitado, incluso a riesgo de pasar por
una de las regiones más difíciles de la cuenca del Amazonas. En cuanto al corredor del sur,
que pasaría apenas por debajo de Yacuiba, Bermejo y toda el área de influencia de Tupiza,
el embajador Gazmuri dijo que para completarlo y hacerlo transitable solo falta un puente
de 400 metros entre Brasil y Paraguay, asfaltar 400 kilómetros en territorio paraguayo y
100 kilómetros en Argentina.
Gazmuri se refirió al proyecto de otro corredor, esta vez que incluía territorio boliviano, del
que habían hablado la presidenta Michelle Bachelet y Evo Morales. Dijo que ese proyecto
no es excluyente del otro, pero que el corredor del sur está casi listo, además de que
cualquier idea de integrar más a los países de la región es positiva. Es bueno que las
autoridades nacionales se preocupen por resolver estos temas, pero que lo hagan con
criterio dinámico. Habría que evitar que los países vecinos tengan proyectos carreteros o
ferroviarios que hayan sido concebidos para aislar a Bolivia.
La Cancillería tiene mucho que hacer en este propósito, pero trabajando con criterios
apropiados. El país no puede ser marginado en la región.
Fuente: El Deber 30.01.2016 (Editorial)
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23. Paralización del tren Arica-La Paz, por Andrés Guzmán Escobari
En noviembre de 2015, la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de Chile
(ANEPE) publicó el libro Gobernabilidad, desarrollo y seguridad en las zonas extremas de
Chile, que, en su parte referida al libre tránsito de Bolivia por territorio y puertos chilenos,
y sobre todo en lo relativo al Ferrocarril Arica – La Paz, contiene afirmaciones imprecisas
e incorrectas que en las próximas líneas intentaré precisar y refutar.
Pero antes de eso, cabe recordar que el ferrocarril Arica – La Paz es una de las principales
compensaciones que recibió Bolivia a cambio de su vasto, rico y único litoral. De hecho, en
cumplimiento al Tratado de 1904, que selló el enclaustramiento boliviano, Chile construyó
la vía férrea entre 1905 y 1913 (ocho años) y en 1928, después de que recuperó toda su
inversión y obtuvo algunas ganancias más, transfirió el tramo que queda en Bolivia
(Charaña – Viacha) al gobierno de La Paz.
Desde entonces el ferrocarril funcionó con bastante normalidad bajo administración estatal
en ambos lados de la frontera hasta que, a mediados de los años noventa, los dos gobiernos
decidieron entregar en concesión la administración de la vía a empresas privadas.
Asimismo, según lo acordado bilateralmente, el ferrocarril debería unir al puerto de Arica
con la ciudad de La Paz (Tratado de 1904) y debería funcionar "a perpetuidad”
(Convención de 1905). No obstante, como es de público conocimiento, el tren permanece
absolutamente paralizado en el lado chileno de la frontera desde hace más de diez años,
debido a que, en 2005, la empresa a la que Chile adjudicó la administración de su tramo del
ferrocarril (Arica – Visviri) se declaró en quiebra.
Si bien las autoras del libro no desconocen esta situación, como tampoco lo hace el
Gobierno chileno que en enero de 2015 reconoció que el ferrocarril había entrado en una
segunda fase de reconstrucción (Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, 2015. Libre
Tránsito de Bolivia, la realidad, p. 23); sí aseguran que no se puede imputar a Chile por
"falta de atención” porque, según ellas, la empresa a la que el Gobierno de Santiago
adjudicó la administración del tramo chileno del ferrocarril "era boliviana”. Aseveración
que contiene una imprecisión y una falsedad: la imprecisión porque la empresa
adjudicataria, denominada Sociedad Administradora del Ferrocarril de Arica a La Paz S.A.
(AFCALP), no era enteramente boliviana, sino que era una sociedad anónima constituida
en Chile con capitales bolivianos y chilenos; y la falsedad porque la nacionalidad de dicha
empresa, cualquiera que esta sea, no puede eximir al Estado chileno de cumplir con sus
obligaciones internacionales, en este caso con la obligación de "asegurar el libre tráfico del
ferrocarril a perpetuidad” (Convención para la Construcción y Explotación de Ferrocarril
Arica - La Paz, 27/05/1905. Artículo 12).
Dicho de otra forma, no importa si la empresa a la que Chile escogió para administrar su
tramo del ferrocarril es boliviana o chilena, lo que importa en este caso es si el tren está
funcionando o no, porque se trata precisamente de uno de los medios que debería atenuar el
enclaustramiento de Bolivia y porque Chile tiene la obligación de asegurar su libre tráfico
"a perpetuidad”.
Pero lo más sorprendente de todo es que entre esas falsas e imprecisas aseveraciones, en
las que también se aclara que Chile invirtió "no cinco millones de dólares en la
recuperación del tren, o 26 como apuntaba el proyecto, sino 32 millones de dólares”;
también se lanza la siguiente pregunta: "¿Habrá que recordarle a Bolivia en qué andaba
entre 2004 y el 2006 en materia de política interna y lo que cuesta reponer una línea férrea
juntamente con el rodado a la no poca cantidad de 4.000 metros de altura en algunos
tramos?”.
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Para responder a esta curiosa interrogante habría que recordarle a las autoras del libro que
lo que haya sucedido en materia de política interna en Bolivia no tiene absolutamente nada
que ver con la paralización del ferrocarril en el lado chileno, que la intromisión en los
asuntos internos de un Estado está prohibida en las relaciones internacionales según varias
convenciones multilaterales de las que Chile es parte, y que resulta paradójico que el
Estado que construyó una vía férrea a principios del siglo XX en ocho años, se tome más de
diez años para rehabilitarlo en pleno siglo XXI.
Para rematarla, las autoras aseguran que "Bolivia no ha recompuesto la vía que une a La
Paz con Arica”. Lo cual tampoco es efectivo, puesto que la encargada de administrar el
tramo boliviano, Empresa Ferroviaria Andina S.A., ha mantenido la operatividad de la vía
mediante trabajos de mantenimiento y reparación a pesar de que no ha llegado ningún tren
desde Arica en muchos años, y ha habilitado un ferrobús o buscarril para el transporte de
pasajeros entre Charaña y Viacha (La Razón, 3/06/2013).
Por tanto, la paralización del ferrocarril Arica – La Paz en el lado chileno por más de diez
años no sólo es una muestra más del poco interés que tiene Chile por mantener buenas
relaciones con nuestro país, sino que es una evidencia inobjetable de que el país del
Mapocho no cumple el Tratado de 1904 y sus acuerdos complementarios, y que, a
diferencia de lo que afirman sus autoridades, Bolivia no tiene acceso al mar.
Fuente: Página Siete 31.01.2016 (Suplemento IDEAS)
24. “En política exterior no cabe el emocionalismo ni el voluntarismo”, por
Henry Oporto
El autor recupera una entrevista realizada al recientemente fallecido excanciller Armando
Loaiza, en la que éste comenta su opinión sobre la demanda de Bolivia ante La Haya.
A mediados de 2013, sostuve una charla con el excanciller Armando Loaiza sobre la
decisión del gobierno de Evo Morales de plantear una demanda contra Chile ante la Corte
de La Haya. Aquí resumo aspectos salientes de ese diálogo, que son una muestra de su
pensamiento patriótico, lúcido y sereno; todo un legado para los bolivianos. Es mi forma de
rendir homenaje a su memoria.
¿Cuál es el aporte de Evo Morales a la política marítima?
El primer contacto de Evo Morales con un Gobierno de Chile se efectuó el día 22 de enero
de 2006, durante su asunción al mando del país. Fue allí que el presidente Ricardo Lagos le
reseñó sus conversaciones con cinco presidentes anteriores, y también los avances en la
búsqueda de una solución a la cuestión marítima. Le dijo que no se había podido llegar a un
acuerdo, pero que le dejaba un conjunto de documentos y de acercamientos propicios.
Evo se encuentra, entonces, con una agenda de más de 30 puntos, conocida como el
"diálogo sin exclusiones”, negociada por varios presidentes que le precedieron; y en que
incluía el tema del mar. Me parece excesivo que Morales se atribuya el mérito de haber
incorporado el tema marítimo en la agenda bilateral.
¿Es certero y oportuno acudir a La Haya?
Al acudir a una instancia jurisdiccional, nuestro gobierno ha decidido utilizar uno de los
medios para la resolución pacífica de controversias, y eso es legítimo. Pero debemos ser
conscientes de que, al dar este paso, Bolivia entrega a un tercero, en este caso la Corte de
La Haya, la definición de una cuestión tan delicada y sensible para los bolivianos, una
tercera instancia sobre la cual no tenemos la capacidad de influir y por lo que tenemos que
limitarnos a esperar su decisión.
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¿Qué viabilidad tiene la demanda en La Haya?
Unas políticas exteriores vecinales sin un norte estratégico provocan distanciamientos y una
inútil crispación. Incoar un proceso en la CIJ es tarea muy delicada y de alta
responsabilidad. Hay casos precedentes que debemos tomar en cuenta. Las autoridades
peruanas y chilenas han sido muy pragmáticas, pues han sabido encarar sus vínculos por
cuerda separada: el conflicto territorial a través del juicio en La Haya, a la vez de
desarrollar una vasta agenda económica y comercial bilateral. De este modo, han abierto
una nueva era de cooperación y amistad, que puede cerrar el capítulo de discrepancia
histórica originado en la Guerra del Pacífico. Para Bolivia, interponer la demanda en La
Haya no debe cerrar el diálogo bilateral y la necesidad de trabajar en una agenda rica y
diversa, para resolver los problemas pendientes y generar un clima de entendimiento y de
confianza, tan necesario para facilitar la negociación sobre la cuestión marítima.
Lo que puede lograrse en La Haya es abrir una negociación con Chile
Yo veo que muchos en el país no lo tienen claro. De ahí que puedan despertarse otras
expectativas. Al ir a La Haya, nuestro Gobierno ha optado por el camino de la negociación,
y aceptando la validez del Tratado de 1904.
Ciertamente un segmento de intelectuales y políticos bolivianos neo-revisionistas pueden
haber quedado desairados. Bolivia busca tener un título legal que legitime su posición ante
la comunidad internacional y tenga más fuerza moral y jurídica para sentarse con Chile en
una negociación conducente a una salida soberana en el Pacífico.
¿Tiene Bolivia una propuesta viable para lograr esa salida soberana?
Las propuestas sobre el tema marítimo están sobre la mesa y todos más o menos conducen
al mismo punto: un corredor al norte de Arica, para lo cual se requiere de un acuerdo
tripartito. El Gobierno tiene que recoger las propuestas precedentes; quizás adecuarlas y
remozarlas, pero sobre todo hallar la forma de que sean aceptadas por los dos vecinos. Me
temo, además, que estamos forzados a aceptar una compensación territorial, de lo contrario
difícilmente será viable un arreglo. Nuestro Gobierno tiene que estar preparado para hacer
una propuesta concreta, que dé paso a una auténtica negociación. No puede ser que se
limite a pedirle a Chile que sea quien haga la propuesta. Lastimosamente entre el 2006 y
2011 no se pudo formular esa propuesta, de modo que no hemos pasado de los deseos.
¿Priorizar la cuestión de la soberanía o buscar cómo gravitar y sentar presencia en el
Pacífico?
Si Chile se aviene a proponer o aceptar una fórmula similar a la que se negoció a
comienzos de este siglo, con un puerto en Patillos y una zona económica exclusiva, donde
Bolivia adquiere amplias facultades de gestión, eso sería una solución gradual, una
estrategia gradualista, que tal vez tenga la ventaja de permitir avanzar con realismo en una
solución progresiva. Pero sin nos ponemos inflexibles y concluimos que no se puede hacer
más que lo que manda la Constitución, entonces volvemos al "todo o nada”, y que hasta
aquí ha sido "nada”. Ciertamente la actual Constitución supone una atadura. Pero también
se puede reformar la Constitución.
¿Qué puede ocurrir si la demanda en La Haya no prospera?
Es lo delicado de llevar este tema a un tribunal internacional. En 1919 Bolivia sufrió un
duro revés en la Liga de las Naciones, a donde acudimos con gran idealismo y de la mano
de personalidades como Franz Tamayo, Demetrio Canelas y Bautista Saavedra. Y, sin
embargo, el pedido boliviano de modificar el Tratado de 104 fue rechazado. Ese contraste
para Bolivia supuso cerca de 30 años en que la cuestión marítima estuvo prácticamente
archivada, y no fue sino hasta 1950 que se pudo volver a colocar el tema marítimo en la
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agenda con Chile. Desde luego estamos en otros tiempos. Hoy la dinámica internacional es
intensa y muchas cosas han cambiado en la esfera internacional.
Pero si esa historia de fracasos se repite, ¿qué podría hacer el gobierno de Evo Morales?
Los gobiernos pasan, aunque duren, son instancias, momentos históricos, lo vemos por
nuestra historia. Bolivia nunca va a renunciar a la reintegración marítima, y por el único
camino en que hoy es posible: un arreglo pacífico negociado con Chile, y también con
Perú. El Gobierno ha llegado a la conclusión de que política y diplomáticamente es inviable
una revisión del Tratado de 1904. Lo que cabe esperar es que sea consecuente con la línea
de la negociación. Sería inconveniente actuar emocionalmente. Y en eso también nos sirve
la lección de la historia. Bolivia nunca debió concurrir a la Guerra del Chaco; ese conflicto
pudo resolverse diplomáticamente, y nos hubiera evitado la hecatombe que fue. En política
internacional hay que evitar las actitudes emocionalistas.
¿Una negociación amigable, podrá tener acogida en Chile?
Mi experiencia diplomática, y mi conocimiento de la sociedad chilena me llevan pensar
que hay un sector de la inteligencia chilena que entiende la necesidad de buscar una
reparación histórica; y que creo yo que está preparado para buscar un arreglo con Bolivia.
Quiero creer que ocurre lo mismo en el Perú. También hay otros protagonistas como
Estados Unidos, que por décadas jugó un rol de mediación y muchas veces en apoyo de la
causa boliviana.
También hay que considerar el papel de la Unión Europea, y desde luego el Brasil, por lo
que significa en el región y en el mundo. Todo depende de lo que hagamos nosotros y de la
sagacidad y consistencia que tengamos para abrir un espacio de negociación bilateral,
secundado por la comunidad internacional.
Fuente: Página Siete 31.01.2016 (Suplemento IDEAS) Entrevista publicada en el libro: La
demanda boliviana ante La Haya, Fundación Pazos Kanki, 2013
25. Mi amigo don Armando Loaiza, por José Miguel Concha
El pasado 6 de enero tuve el privilegio de conversar y caminar por las calles de La Paz,
junto a don Armando Loaiza. Fue un paseo de escasos 20 minutos, al término del cual nos
despedimos con el usual "hasta pronto”, sin jamás imaginar que ese sería nuestro adiós
definitivo. A pesar que han transcurrido los días, aún no puedo asimilar y resignarme a su
partida.
Desde su fallecimiento he leído diversas manifestaciones de homenaje a su persona y al
legado de servicio público que dejó a los bolivianos. Entre los sentidos homenajes, me
parecieron muy pertinentes las palabras del expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé, quien
lo destacó esencialmente como "un hombre de bien” y las expresiones del periodista
Mauricio Quiroz, quien le describió como "el diplomático del diálogo”. Creo que ambas
frases lograron plasmar, en sólo dos conceptos, lo que para muchos de nosotros inspiraba
la figura del gran diplomático.
Sin duda, Armando Loaiza fue un hombre de bien, y en lo que concierne a la relación con
Chile, fue un hombre ponderado que colaboró permanentemente en la construcción de
canales para un diálogo franco y directo entre ambos Estados. Fue él quien sembró la
semilla de lo que posteriormente se conocería como la Agenda de los Trece Puntos, donde
se realizaron esfuerzos sinceros de acercamiento entre dos países hermanos y
complementarios, que como solía decir: "Estamos condenados a entendernos”.
El excanciller Loaiza fue un gran señor, un adelantado para su época, un caballero probo
que nunca se pudo sentir cómodo en ambientes de confrontación y descalificación. Por lo
anterior es que hoy, en las actuales circunstancias, su ausencia se siente aún más, ya que
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siempre nos será imprescindible para bolivianos y chilenos el contar con prohombres de su
talla, abocados a reactivar el necesario e incondicional diálogo bilateral y la tan anhelada
construcción de confianzas mutuas.
En retrospectiva, me gustaría retornar a aquel paseo matutino del pasado 6 de enero para
poder dedicarle esos 20 minutos a manifestarle el profundo aprecio y admiración que hacia
él profesaba.
Para finalizar, confieso que desde hace años considero a Bolivia como a mi segunda patria,
y ese sentimiento se fue consolidando gracias a muchos bolivianos, quienes a través de sus
afectos, conversaciones y consejos, me inculcaron inconscientemente el amor por el país.
Entre dichos maestros, y ocupando el puesto más sobresaliente, siempre estará mi
entrañable amigo don Armando Loaiza Mariaca.
Fuente: Página Siete 31.01.2016 (Suplemento IDEAS) El autor es diplomático e
historiador chileno
Tel: 591 2 2799673
Fax:591 2117326
Calle 21 de Calacoto, Edificio Lydia, Piso 2 Of. 201
La Paz – Bolivia
Página Web: www.institutoprisma.org - Correo electrónico: [email protected]
Edición a cargo de Rodrigo Fernández Ortiz
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