Disclaimer: Saint Seiya y sus personajes pertenecen a Masami

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1 Disclaimer: Saint Seiya y sus personajes pertenecen a Masami Kurumada. Capítulo 4 El León de Nemea -­‐1-­‐ Resultó que la Grecia del mito no era completamente diferente de lo que pensaban en un principio. Fuera de algunos pocos detalles, todo parecía bastante normal. Incluso las pocas personas con las que habían tenido contacto no mostraban características especiales que pudieran hacerlas diferentes a las de la época moderna. Hasta ese momento, las pocas horas que llevaban ahí habían transcurrido con una normalidad impresionante. El camino a Nemea era largo y Apolo comenzaba a esfumarse en el horizonte, bañando con sus últimos rayos naranjas la tierra de las leyendas. Su lugar en el firmamento pronto sería ocupado por la luna, así que los santos tendrían que buscarse un refugio para pasar la primera de sus noches en la Edad del Mito. Por esa razón, abandonaron momentáneamente el camino empedrado y se internaron en los espesos bosques que los flanqueaban. Las altas copas de los árboles apenas permitían que la luz de plata de Artemisa se filtrara hasta ellos. El viento mecía suavemente sus hojas, desencadenando una melancólica melodía que llegaba con claridad a sus oídos en medio del silencio. Los sonidos del bosque también los envolvieron y, a la distancia, escucharon el chapoteo de un estanque cercano. Guiándose del sonido, llegaron al pequeño claro que rodeaba el manantial. Se tomaron unos segundos para inspeccionarlo y llegaron a la conclusión de que aquel sería un buen sitio para pasar la noche. — Maldición. — masculló Cáncer. — ¿Por qué a nadie se le ocurrió traer maldita una caja de fósforos? — bufó, soplándose el flequillo. A pesar de que nadie le respondió, todos lo miraron admitiendo que, por primera vez en mucho tiempo, Máscara de Muerte tenía razón en algo. Sin lugar a dudas, un poco de fuego sería de mucha ayuda para hacer la situación menos difícil. Tristemente, ninguno poseía la habilidad para encender una fogata, mucho menos sin cerillas, así que lo dejarían así, y se pasarían la noche a oscuras. No quedándoles más remedio, se dejaron caer sobre el pasto de aquel solar, acomodándose de la manera que les fuera más cómoda. Boca abajo, de espaldas de lado, mirando a las estrellas, usando a sus compañeros de almohadas; al final, lo único que importaba era que encontraran una forma medianamente decente de conciliar el sueño. Con lo largo que había resultado el día, dormir no fue una tarea titánica. — “¿Aioros? ¿Estás dormido?” — la voz de Shura resonó directamente en la cabeza del santo de Sagitario, haciéndole abrir los ojos. — “En realidad no tengo sueño. ¿Qué sucede?” — replicó, cuidando de no hacer ningún movimiento que perturbara a su hermano menor, quien había acomodado la cabeza sobre su torso. — “Es que… verás…” — dudó. — “¿Qué opinas de Athena?” El arquero dorado nunca lo sabría, pero soltar aquella pregunta había terminado por encender las mejillas del español. Lo que sí, suprimir una risa espontánea, requirió de muchos esfuerzos por parte de Aioros. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 2 Apenas el día anterior, Shura y él habían discutido aquel escabroso tema acerca de la identidad de la Athena del Mito, y en ella, la posición del cabrito dorado al respecto había sido muy clara: no era algo de lo que quisiera hablar. Sin embargo, ahí, tirado en medio de la nada, ¡era precisamente él quien retomaba la conversación que dejasen pendiente! Las vueltas que daba la vida… — “Creí que no te interesaba.” — “¡Y no lo hace!... mucho.” — se apresuró a responder. — “Solamente quería tu opinión.” Pero Aioros se tomó su tiempo para contestar. La verdad era que, hasta ese momento, no se había puesto a reflexionar al respecto. Apenas la había conocido unos minutos antes y, entre todo lo que había visto de ella, no sabía cual de todas sus características le era más impresionante. Sin embargo, al final no tuvo tiempo para responder, puesto que un grito rompió la tranquilidad de la noche, robándoles la calma. Tomó solo un segundo para que los santos se levantaran y tomaran sus posiciones de combate. Lo que sea que significara aquel chillido, no podía ser bueno. Dentro del bosque, perdido en la oscuridad que las copas de los árboles ofrecían, ese algo se acercaba más y más. El movimiento en los árboles se observaba con claridad a pesar de la noche. Sus gruesos troncos caían al paso de aquel monstruo y los gruñidos eran arrastrados con el viento. Al compás de ello, semi ahogados por los rugidos que la bestia soltaba, la voz de auxilio seguía escuchándose. No se necesitó mucho más para que Milo y Aioria respondieran. Los dos jóvenes de inmediato se lanzaron hacia el bosque, decididos a brindar ayuda a quien la solicitaba. Sin embargo, antes de que pudieran abandonar por completo el pequeño claro, Dohko se interpuso en su camino. — Maestro… — Si de verdad desean ayudar, no se muevan un solo centímetro más. Tenemos más posibilidades de vencer aquí, que en la oscuridad. Ambos callaron. Poco a poco, el escándalo se acercaba a ellos. La sensación de peligro se sentía más próxima, y la adrenalina que corría por su cuerpo se disparaba ante esa emoción tan conocida por ellos. No había miedo en sus corazones, solo la urgencia por ver, frente a frente, a su recién hallado enemigo. De pronto, de entre las sombras emergió el cuerpo de una joven. Corría despavorida, mirando sobre su hombro hacia lo que fuera que la persiguiera. En sus ojos azules, el miedo se dibujaba, mientras sus labios se movían nerviosamente por el esfuerzo que hacía para librarse de su perseguidor. Cuando reparó en la presencia de los guerreros, una chispa de esperanza brilló en su mirada, haciéndola girar de inmediato hacia ellos. Sin pensarlo más, se arrojó contra los brazos de Mu, mientras le susurraba una súplica. — Ayúdame, por favor. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 3 — Pero, ¿que…? Antes de que pudiera terminar su pregunta, la respuesta de Mu se mostró ante él. A unos metros, una bestia semejante a un dragón de tamaño descomunal, se dejó ver. Rugió con fiereza, batiendo sus enormes alas y mostrando los dientes a manera de amenaza. Su larga cola, finalizada en un aguijón, resplandeció bajo la luz de plata que emitía el astro de la noche. Por último, pero no menos impresionantes, sus ojos centellaron con aquel tono rojizo que los hacía lucir aún más feroces. En el momento en que su mirada se fijó en ellos, los santos supieron que no podrían huir. — ¡Es un wivern! — exclamó el escorpión. Pero apenas y tuvo de tiempo de saltar, antes de que la cola del animal pasara peligrosamente cerca de él, obligándole a esquivarla. — ¡¿Cómo?! ¡¿Esas cosas existen aquí?! Más el animal no estaba dispuesto a darles descanso. Agitaba su cola y alas con desenfreno, decidido a golpear a quien se le cruzase en el camino. Su rabia parecía incontenible por momentos, y sumada a la sorpresa que hacía víctima de los santos, amenazaba con no darles descanso. De pronto, cesando por un instante sus embates, los ojos de la bestia se fijaron en Mu. Detrás de él, la misteriosa joven se respingó, a sabiendas de que el monstruo la había reconocido una vez más. Arrastrándose por el piso, impulsado únicamente por el par de patas que poseía, el wivern avanzó hacia el santo. Se abalanzó sobre ellos, mientras Mu se afianzaba al piso, con la determinación de llegar hasta la última consecuencia para salvar a la aterrorizada chica que se mantenía pegada a él. — ¡Relámpago de Voltaje! El cielo se iluminó con el aura dorada de un poderoso rayo. El estruendo hizo vibrar hasta a la más pequeña partícula que flotaba en el ambiente cargado de tensión; y entonces, la bestia rugió por última vez. Su cuerpo fulminado cayó pesadamente, mientras sus ojos carmesí se cerraban lentamente y la vida escapaba de él. Para cuando hubieron caído en cuenta de lo que sucedió, todo había terminado. Aioria sonrió, con ese dejo de arrogancia tan característico en él. Sin pensarlo mucho, caminó parsimoniosamente en dirección al wivern para observar su obra. Pero el animal se encargaría de borrarle la sonrisa de los labios. Antes de que el santo consiguiera acercarse demasiado, los feroces ojos del monstruo volvieron a abrirse. La lengua pérfida abandonó su hocico, a la vez que un chillido emanaba de sus labios. Aioria retrocedió un par de pasos, sin creerse lo que sus ojos veían. Apretó los puños y trabo la mandíbula. Su estupidez estuvo a punto de salirle cara. — ¡Maldita sea! ¡¿Por qué no estás muerto?! — gritó. Su cosmos lo envolvió sutilmente, haciendo que sus cabellos castaños flotaron con el poder que despedía. — ¡Plasma relámpago! Un sinfín de luces doradas surcó la oscuridad. El aire se cargó de una tormenta eléctrica que cortó todo a su paso. Esta vez, el aullido de la bestia resultó desgarrador aún para las © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 4 circunstancias en que se hallaban. La muerte lo arropó definitivamente, y el wivern dejó de respirar en el mundo de los vivos. — Vaya… creo que exageraste. — Aioros se rascó la cabeza mientras paseaba la mirada por el piso y árboles agrietados por el ataque de su hermano. — Esa cosa intentó convertirnos en su cena. — el de Leo entrecerró los ojos. Segundos después, toda rabia desapareció su semblante, siento sustituida por una sonrisa cargada de satisfacción e ironía. — Además, tengo un problema con los Wiverns. Digamos que… me quedé con ganas de patearle el trasero al de nuestra época. Milo sonrió, asintiendo suavemente a las palabras de su amigo. Compartía esa inquietud con él, no iba a negarlo. Incluso Mu fue incapaz de guardarse una sonrisa. Sin embargo, la risa del santo de Leo se esfumó en un segundo, cuando sintió cierto par de brazos rodeándole. Burlando por completo cualquier tipo de defensa, la doncella que había protegido se las había ingeniado para colgarse de él con todas sus fuerzas. Irremediablemente, las mejillas del castaño se tiñeron de rojo, provocando carcajadas en sus compañeros. — ¡Muchas gracias! ¡Muchas gracias! — lloriqueó la joven, sin dejarlo ir. — Oye… — balbuceó el león. — Todo está bien… Tranquila. La confusión en él era clara. No se atrevía a moverse demasiado, ni sabía si debía consolarla o no. Al final, terminó palmeando sutilmente sus cabellos, aunque sus intentos de alejarla fueron todos en vano. No fue sino hasta que Kanon se compadeció de él que, de la manera más amable que pudo, la separó del castaño. — Todo un rompecorazones, gato. — comentó, con una risa cínica. — Y a él van a romperle algo si Águila se entera. — Milo le coreó el juego mientras, en el rostro de Aioria, los colores no hacían sino acentuarse. — Cállate, Milo. — siseó. — ¡¿Qué?! Es la verdad. Marin te mataría si te tuviera en frente, gato. Con una amazona no se juega. — ¡Milo! Sin entender nada de lo que pasaba, la mirada de la joven iba de uno a otro, examinando sus expresiones pero siempre en silencio. La discusión se explayó por unos pocos segundos más, haciendo que su curiosidad creciera junto con el ritmo de la misma. — Disculpa. — se atrevió a interrumpir. — ¿Hice algo malo? — ¿Qué? No, no. — Aioria suspiró. Luchó internamente por calmarse, a pesar de las insistentes sonrisas burlescas del escorpión… más tarde se encargaría de ajustar cuentas. — No eres tú quien hizo algo malo. De hecho, me alegra que estés bien. — se aseguró de mirar directamente a los ojos de sus compañeros. El primero que pronunciara una palabra, terminaría siendo electrocutado. Pero en ese momento, devolvió su mirada a ella, encontrándose con un par de ojos azules que le miraban con una mezcla de travesura y escepticismo; y se dio cuenta que, hasta ese instante, no había reparado en el gran parecido de esa chica misteriosa con la amazona de Águila. Los mismos cabellos ensortijados y rojos como el fuego, los ojos grandes y profundos, aunque de un color distinto al de su Marin. Su piel era más pálida y carecía del tenue bronceado que el Sol de la Grecia Moderna infundía en el de su amada amazona, aunque debía © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 5 admitir que las facciones de la doncella desconocida eran mucho más anguladas y definidas que las que se escondían detrás de la máscara de plata de Águila. La sintió incomodarse ante la insistencia en su mirada y fue cuando desistió. Se aclaró la garganta, mientras desviaba los ojos de ella, entregando su atención a alguno de sus compañeros. — Por cierto… — habló, tras un momento de silencio incómodo para todos. — He sido grosero al no presentarme. Soy Aioria, ¿cuál es tu nombre? — Aretha. — la joven respondió con simpleza. — Gusto en conocerte, Aretha. — le besó la mano. Sin embargo, toda tensión que hubiese, se rompió cuando la mano de Milo se estampó contra su nuca, sin ánimo de lastimarle, pero lo suficientemente fuerte como para sacarle de balance. — Hazte un lado, gato. — le empujó, interponiéndose entre ambos. —Disculpa las maneras de mi amigo. Soy Milo de Escorpio. — ¡Milo! — reclamó el león, pero de poco sirvió. La pelirroja sonrió, tímidamente, mientras apartaba la mano de las del peliazul de la forma más cortés que pudo. Esbozó una sonrisa nerviosa y recorrió con la mirada al resto de los hombres que la rodeaban. — Por los dioses. Discúlpalos a ambos, por favor. — terció el santo de Acuario. — Nunca se les dio bien aquello de los modales. — su mirada, siempre altiva, se posó en ellos, arrebatándoles cualquier derecho a réplica. — Uno no entiende que no se acosa a los desconocidos y el otro…el otro debería aprender un par de cosas acerca del compromiso. — los aludidos gruñeron, más el francés no se inmutó. — Soy Camus. Ya conoces a Aioria y Milo, y ellos… — se refirió al resto de los santos. — …son Shaka, Aldebarán, Mu, Shura, Saga, Kanon, Afrodita, Máscara de Muerte, Aioros y Dohko. — indicó el nombre de cada cual mientras le señalaba. Atenta, la chica encontró, de inmediato, un rostro en exceso parecido al de su nuevo amigo, cuya única diferencia eran aquellos ojos que en vez de brillar como esmeraldas, centellaban con el tono azulado de un par de zafiros. — Hermanos, ¿cierto? — preguntó. — Si. Aioria es mi hermano menor. Aretha no dejó de observarlos con fascinación, sin molestarse en ocultar la sonrisa traviesa que se dibujó en sus labios. De pronto, repararon en que el bosque había caído en un agradable silencio, interrumpido solamente por el aullido del viento que se colaba entre los árboles. Sin embargo, unos pocos segundos después, en medio de aquella tranquilidad, el aire se inundó del sonido armónico de decenas de voces femeninas. La melodía resonó en los oídos de los santos, como una que nunca habían escuchado; suave, melancólica…pacífica. Hipnotizada por aquella canción, la pelirroja alzó el rostro. Su rostro adoptó una expresión de gozo y su cuerpo se relajó, sintiéndose libre de nuevo. — Debo irme. — dijo. — Mis hermanas llaman. — ¿Tus… hermanas? — Mu preguntó, confundido. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 6 — Ninfas. Ellas son mis hermanas. — Aretha asintió. — Deben estar preocupadas y me buscan. Espero volver a verles pronto, santos de Athena. No olvidaré jamás este favor, y ellas tampoco lo harán. De ahora en adelante, cuentan con una aliada más. — sonrió. — Pero, ¿cómo sabes lo que somos? — El cosmos de Athena no es ajeno a nadie que pise la tierra. Los dijes que cuelgan de sus cuellos, están protegidos por el cosmos de Palas. — mientras hablaba, la joven no había dejado de caminar de regreso a los bosques. Entonces, volteó hacia ellos por una última vez para obsequiarles una sonrisa. — Que los dioses les acompañen, mis amigos. — y desapareció con el viento. Los santos se quedaron detrás, observando la nada que su ausencia había dejado. La brisa volvió a soplar, despeinando sus cabelleras. — Joder. — Shura musitó. — Wyverns, diosas, ninfas…¿algo más que nos falte por ver? Más de uno suspiró. La noche aún era joven, y restaban unas cuantas horas de sueño para ellos. Sabían que al amanecer, de nuevo, no habría descanso. Así, retornaron en busca del claro que les había servido de refugio. Aunque dormir, muy probablemente, no iba a ser una opción esa noche. -­‐2-­‐ — ¡Maldición! — exclamó, iracunda. Hera tomó la tinaja de aguas cristalinas que le servía de oráculo y la aventó, violentamente, contra el piso. Los trozos de cerámica se esparcieron cuando el traste chocó contra el mármol, con un gran estruendo. No era ingenua como para creer que un wyvern sería suficiente para deshacerse de ellos, pero un par de arañazos o mordidas por parte de la bestia hubieran estado bien. Sin embargo, para su mala fortuna, los santos de Athena habían salido ilesos de su primera aventura en aquellas tierras desconocidas de la Edad del Mito. Estaba por demás decir lo frustrada que se sentía. El brillo rabioso de sus ojos dejaba la situación en claro. Caminó con pasos largos hasta la ventana de su dormitorio, donde exhaló profundamente en busca de un poco de aire fresco. Apoyó las manos en la baranda, mientras sus ojos azules paseaban por sus dominios, incapaces de hallar tranquilidad a pesar del esplendoroso paisaje que la rodeaba. El cuerpo de la diosa estaba ahí, pero su mente vagaba en el mundo de mortales. Algo tenía que hacer, algo que terminara de una vez por todas con las expectativas de su hijastra y sus protegidos. No iba a permitir que su plan fracasara; y si lo hacía, alguien pagaría con su vida. — “Vigílalos. No te atrevas a fallarme.” -­‐3-­‐ © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 7 Lo primeros rayos del sol que tocaron su rostro, le despertaron. Milo se cubrió los ojos con las manos, tratando de minimizar la parcial ceguera que la luz del día le provocó. Perezosamente se estiró, antes de sentarse. Soltó un gran bostezo, mientras se frotaba los ojos adormilados. Pero, de pronto, como si cerebro entumecido por sueño reaccionara, el santo de Escorpio quedó perplejo ante lo que tenía enfrente. Un criatura como pocas, mitad león, mitad águila, de aquellas que solamente existían en los mitos antiguos, permanecía a su lado en completo silencio. A su vez, el hermoso animal lo observaba con marcada curiosidad, escudriñando con sus enormes ojos verdes al santo; como si, al igual que él, Milo fuera el ser más extraño que jamás hubiera visto. Se sostuvieron la mirada por unos pocos segundos, sin que ninguno se moviese en lo más mínimo. Pero Milo, entonces, se las ingenió para que, con un manotazo disimulado, consiguiera sacar de su sueño a Camus, que dormía cerca de él. El acuariano abrió los ojos, aún aturdido por el inesperado golpe. Estuvo a punto de soltar una maldición, pero reparó en el dedo de Milo que apuntaba en dirección de su nuevo amigo. Ladeó la cabeza. Ciertamente, la Era del Mito no terminaba de sorprenderles. — ¿Un grifo? — musitó. Sin embargo, a pesar de la suavidad con que había hablado, el animal se sorprendió; y batiendo las alas, alzó el vuelo hasta perderse en la inmensidad del cielo. — ¡Lo asustaste! — se quejó el santo de Escorpio. — Ya, ya. De cualquier forma, ¿qué pensabas hacer con él? ¿Atraparlo y llevarlo a casa? — ironizó. — A lo mejor, si. Pero por tu culpa se escapó y ahora nunca lo sabremos. La discusión terminó por despertar al resto de los santos. La mañana los había pillado desprevenidos, y de no haber sido por los gritos de Milo, probablemente hubiesen dormido unos pocos minutos más. De cualquier forma, ahora que estaban despiertos no quedaba más que acicalarse un poco y continuar el largo camino hacia Nemea. Llevaban poco más de cuatro horas de caminata bajo el Sol ardiente cuando sus estómagos comenzaron a protestar por alimento. El hambre hacía estragos en ellos, agotando sus energías y haciéndoles sentir desganados. La noche anterior se habían ido a dormir sin probar bocado alguno. Después, sobrevino todo aquel desastre con el wivern y la ninfa: y esa mañana, habían iniciado el camino sin nada en el estómago para desayunar. Por muy diferentes que pudieran ser al resto de los mortales, sus cuerpos seguían necesitando comida de vez en cuando. — Muero de hambre. — Aldebarán fue el primero en expresar su molestia. Aunque sus compañeros le miraron de reojo, el toro dorado sabía perfectamente bien que no era el único en esa situación. De todos, Mu fue el siguiente en admitir el llamado de su estómago. Sacó de su morral el mapa que Athena les entregase y rebuscó por la siguiente aldea. No muy lejos de donde estaban había un pequeño poblado donde sin duda encontrarían algo para engañar a sus estómagos. — ¿Y bien? — el santo de Tauro alzó una ceja solicitando respuesta por parte de su amigo. — Ten paciencia. No falta demasiado. — ambos miraron al resto, quienes a pesar de no parecer muy interesados, seguramente recibieron con gusto la noticia. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 8 Tal como el santo de Aries había dicho, poco menos de media hora después, llegaron a un poblado constituido por una veintena de casas, en donde consiguieron que una amigable anciana les preparase algo de comida a cambio de unas monedas. — Si apresuramos el paso, quizás hoy mismo alcancemos Nemea. — Mu extendió el mapa sobre el piso y mostró a sus compañeros, tanto su posición actual, como la de su destino. — Por la noche, con toda seguridad estaremos por ahí. — No creo que sea buena idea enfrentar a un león devorador de hombres en la penumbra. — Afrodita masticó un trozo de carne y los observó uno a uno. — Si aparece, lo matamos y listo. No tendrás miedo, Afro, ¿o sí? — añadió, burlón, Máscara de Muerte. — Hay una delgada línea entre ser temerario y ser un estúpido, Cáncer. Ten cuidado donde pisas. — a la respuesta del santo de las rosas, el resto de ellos sonrió. — Afrodita está en lo cierto. — Dohko intervino antes de que una maldición escapase de los labios del de Cáncer. — Aún cuando no le enfrentemos directamente, entrar en sus territorios, de noche, podría ser un suicidio. Deberíamos intentar llegar ahí antes de que el Sol se ponga. — ¡Genial! Y mañana, iremos de cacería. — Saga jaló a Aioros, obligándolo a sentarse de nuevo. Tanta emoción por parte del castaño podía resultar contagiosa. Así, con los ánimos renovados, apresuraron el paso toda vez que la comida hubo terminado. Curiosamente, una buena comida podía hacer milagros, y el camino se les hizo corto entre tantas cosas nuevas que ver y de que hablar. De esa forma, cuando los últimos rayos de Apolo comenzaron a desaparecer en el horizonte, y el cielo adquirió aquella tonalidad entre gris y naranja, la ciudad de Nemea se divisó a la distancia. No era una polis tan grande como Atenas, sino más como un poblado de tamaño regular. Las casas de adobe se enfilaban a ambos lados de una ancha calle empedrada, que hacía de avenida principal hacia el ágora. Ahí, los vestigios de un pequeño mercado permanecían en medio de las penumbras, listos para la mañana siguiente. Sin embargo, lo que más resaltaba a la vista, era la falta de vida que se observaba en las callejuelas vacías de Nemea. Aunque el Sol se había puesto, no era lo suficientemente tarde como para que la ciudad entera se encontrase dormida. — ¿Son ustedes los protegidos de Athena? — la ronca y cansada voz, ciertamente inesperada, los hizo voltear a sus espaldas. Se encontraron con un hombre entrado en años. Su rostro, lleno de arrugas, lucía fantasmagórico bajo el brillo de la tea de luz rojiza que sostenía, mientras que con su otra mano, se mantenía apoyado en un rústico bastón. — Así es. Estamos aquí bajo la protección de Athena. Venimos a… — A dar caza al león come hombres. — complementó rápidamente el viejo, interrumpiendo a Shura. Su semblante se había iluminado con una tenue sonrisa al saber que sus plegarias habían sido respondidas. — Hemos esperado demasiado tiempo por los héroes que nos libraran de esa terrible bestia. Mi gente y yo les estaremos por siempre agradecidos, jóvenes amigos. Soy Lander, alcalde de Nemea y su servidor. Por favor, acompáñenme. Todo esta listo para su llegada. — Agradecemos su hospitalidad. — el santo de Capricornio sonrió, para después emprender el camino detrás del anciano. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 9 Su destino era el humilde hogar de Lander: una casa de adobe situada no muy lejos del ágora, donde el recibiendo fue más que exquisito para los santos. Mientras la cena era servida, el viejo relató los pormenores de su nueva misión a los jóvenes guerreros. Les habló de las largas penurias de su pueblo y de la pesadilla que vivía Nemea tan pronto el carruaje de Apolo desaparecía por el horizonte. Era pues, el león, una bestia como pocas. Un felino de tamaño sobrenatural dotado de un temible antepasado como lo era la Quimera. Se decía que su piel era impenetrable y su mordida, letal. Muchos habían intentado enfrentarle, pero ni uno solo de ellos había sobrevivido para cubrirse de gloria como el gran héroe de una ciudad caída en desgracia. Así, Nemea había aprendido a vivir bajo la sombra del terrible animal. Se había convertido en un pueblo rebosante de vida por las mañanas, pero completamente muerto por la noches. No había terminado el anciano de contar su historia, cuando el gran protagonista se dejó escuchar en voz propia. Los potentes rugidos del león retumbaron en el silencio de la noche, recordando su dominio sobre aquellas tierras. Cualquiera que quisiese retarle, debería mirar a la muerte directo a sus ojos. Los pocos segundos que su rugido tembló, resultaron eternos. Miles de pensamientos, ideas y temores secretos inundaron sus mentes. Sin embargo, nadie jamás sabría lo que se ocultaba en sus mentes y que sus semblantes tranquilos ocultaban con perfección. Por fin, la falsa sensación de calma regresó y Lander supo que cualquier cosa que dijera a partir de ese punto estaba de más. Los Trece sabían muy bien a que se enfrentaban; y él solo podía rezar porque la diosa de ojos grises les protegiera de cualquier peligro. — Vayan y descansen, jóvenes amigos. Ha sido un largo camino hasta aquí, y saben los dioses que lo que espera por ustedes mañana, no será nada menos que complicado. — acotó, antes de abandonar el salón. Los santos no tardaron en imitarle. Se acomodaron sin contratiempos en los almohadones de plumas preparados para ellos y pasaron una noche, que a decir verdad, les resultó más cómoda de lo esperado. Pero el tiempo no detuvo su marcha, y las horas corrieron sin misericordia. Pronto, la luz del alba se coló por el horizonte, marcando el inicio de un nuevo día para todos. Shaka abrió los ojos. Lo hizo despacio y con pereza. Su mirada se fijó en el tejado, sintiéndose ligeramente confundido por un instante. Sin embargo, rápidamente la realidad le dio alcance y recordó el motivo de su presencia en ese sitio desconocido. Estaban ahí para luchar, para ponerse a prueba y, por una vez, para salvarse a ellos mismos. A su lado, Máscara de Muerte se incorporó, sentándose para soltar un gran bostezo. La mayoría de sus compañeros ya estaban de pie…a excepción de dos. Leo y Escorpio aún se encontraban profundamente dormidos, lo cual despertó aquel dejo de malicia escondido en el santo de Cáncer. Se levantó velozmente, haciendo el menor ruido posible, y se acercó a ellos. Llenó sus pulmones de aire y, entonces, esbozó una sonrisa retorcida. — ¡Buenos días! — gritó con toda la fuerza que tenía. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 10 Estaba de más decir que el corazón del par de santos más jóvenes estuvo a punto de detenerse por la impresión. Dieron un brinco como pocos mientras las carcajadas de Máscara de Muerte estallaron sin ningún tipo de miramiento. Fue entonces cuando los dos santos más jóvenes reaccionaron, sabiéndose víctimas de una muy mala broma por parte de Cáncer. Realmente no se sorprendían, puesto que, desde que tenían memoria, siendo unos críos, recordaban ser las víctimas favoritas del italiano. Obviamente, las cosas no habían cambiado en absoluto. Se las arreglaron lo mejor que pudieron para recobrar el orgullo, no sin asesinar con la mirada a su compañero, cuya risa parecía no tener final. Asesinarlo, en esos momentos, era una tentación difícil de resistir…pero no podían. Una completa lástima, dadas las circunstancias. El anuncio para invitarles a desayunar no tardó en llegar, por lo que rápidamente se reunieron en un improvisado comedor. Ahí, el viejo Lander esperaba por ellos, bebiendo de a sorbos una humeante taza de té de varias hierbas. Cortésmente, les solicitó que tomaran asiento a su lado, en la mesa. — Buenos días. El gran día llegó. No hubo más que saludos y ninguna mención del último comentario. Todos sabían que lo era. La primera de sus misiones estaba a la vuelta de la esquina. El desayuno se escapó con rapidez y en completa calma. Toda vez que hubieron terminado, los jóvenes se prepararon para enfrentar lo que quedaba del día. El momento había llegado y era hora de comenzar la aventura en Nemea. Salieron de casa de Lander para encontrarse con una aldea completamente opuesta a la que habían visto la noche anterior. El pueblo rebosaba de vida. En el ágora, el pequeño mercado lucía abarrotado. Gente entraba y salía de ahí, llevando consigo toda clase de bienes. Los animales de pastoreo correteaban por las callejuelas de piedra bajo la mirada atenta de sus pastores y deseos de llegar a los grandes pastizales para saciar el hambre de la mañana mientras los niños los perseguían disfrutando de esa cálida mañana griega. — ¿Alguien más tiene la impresión de que toda esta gente no debería estar aquí? — Saga miró con atención todo el movimiento en Nemea. Más de uno de sus compañeros asintió a su pregunta. — ¿A qué te refieres, muchacho? — cuestionó, a su vez, el anciano. — No sabemos que pueda pasar. Sería mejor que estuvieran lejos de la vista y el alcance del león. Será difícil actuar bajo riesgo de herir a inocentes. — Estoy de acuerdo. — Dohko intervino. El anciano pareció reflexionar al respecto. Sin embargo, terminó por concordar. — Si así lo desean, me encargaré. Tras dar la orden a los hombres que les escoltaban, bastaron unos pocos minutos para que la aldea volviera a vaciarse. Con una rapidez extraordinaria, las calles volvieron a lucir vacías y un silencio ensordecer cayó sobre Nemea. Era como la calma que precedía a la tormenta. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 11 Cuando todo estuvo listo, los santos se encaminaron hacia la salida, por un sendero que guiaba hasta la cordillera montañosa que enmarcaba las llanuras. Se decía que ahí, en alguna de las múltiples cuevas, el mítico león tenía su guarida. — Esperen un momento, señores míos. Se detuvieron al escuchar aquella voz femenina que sin duda se refería a ellos. Se voltearon y descubrieron, a sus espaldas, a una joven de cortos cabellos púrpuras y penetrantes ojos azules. La joven se encontraba de pie a unos pocos metros de ellos, mirándoles sin recelo alguno. Ella, al sentir que tenía su atención, caminó en dirección a ellos, sin quitarles los ojos de encima. Sonrió provocativamente cuando por fin quedó a su lado. — ¿Tienen alguna idea de cómo encontrar el escondite del león? — habló. — Miren a su alrededor. Hay cientos de lugares en las montañas donde el animal podría estar escondido. Sin ayuda, podría tomarles muchísimo tiempo hallarlo. — Maldita sea. — Shura masculló. — Yo puedo ayudarles. — la chica misteriosa se apresuró a decir. Los santos se sintieron sorprendidos. Aquella mujer que había surgido de la nada parecía demasiado interesada en ellos y su misión. — ¿Y se puede saber quien demonios eres? — gruñó Máscara de Muerte. A pesar de la grosería del santo, la pelipúrpura no respondió. Se limitó a subir una ceja, mirarle con estoicismo y después se giró, dándoles la espalda para alejarse de ahí. — No tengo porque soportar tus malos modos. — espetó mientras se marchaba. Sin embargo, rápidamente el santo de Tauro la detuvo. — Oye, oye. Espera por favor. — le dijo. — Mi amigo no es exactamente el más sutil de nosotros. — ¿En verdad puedes ayudarnos? — Shaka, aunque receloso, preguntó. Después de todo, en parte, la mujer tenía razón. — Conozco la cordillera como si de la palma de mi mano se tratase. Le he visto entrar y salir de una cueva en especial en múltiples ocasiones. Estoy segura que es ahí donde tiene su guarida. Puedo indicarles el lugar del que hablo, sin inmiscuirme del todo en su misión. No seré un estorbo, si eso es lo que les preocupa. — aseguró. Agachó la mirada por segundo mientras hacía una pausa. — Solo deseo que mi pueblo sea libre de su sombra. Aquella última mención fue suficiente para hacer que más de uno cambiara de opinión. Pensando que los intereses de la chica eran compatibles a los suyos, y que sus razones eran más que válidas, decidieron aceptar el apoyo que les ofrecía. Con un movimiento de cabeza, Dohko le dejó saber su decisión. Y así, el grupo se encaminó hacia la cordillera en busca de su objetivo. — Por cierto…mi nombre es Kalonice, pero todos me llaman Kal. — les dijo la chica. -­‐4-­‐ Llevaban varios minutos siguiendo a Kal en completo silencio. Habían atravesado caminos cubiertos de espesa vegetación, y algunos tan áridos que no parecían pertenecer a la misma estampa; pero el fin del viaje aún no llegaba al final. Por fin, tras lo que pareció una eternidad, la joven se detuvo y apuntó hacia una abertura escondida entre las rocas de la montaña. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 12 — Es ahí. — la ansiedad les invadió al escucharla hablar. — Gracias. Ahora, será mejor que te retires. Esto va a ponerse feo. — le dijo el santo de Escorpio. — Tengan cuidado…santos de Athena. Kalonice regresó sobre sus pasos, dejándolos solos. Ellos esperaron con paciencia hasta verla desaparecer, asegurándose de que nada le sucediera. Después, sus pensamientos fueron absorbidos completamente por la oscuridad que se reinaba en la cueva. Era imposible distinguir nada más que sombras, aunque si afinaban el oído podían escuchar la pesada y tranquila respiración de la bestia dormida. — Quizás muera de hambre si lo encerramos. — agregó, burlonamente, Piscis. Las miradas de su compañeros se posaron sobre él. — ¿Entramos? Justo cuando un determinado Aioria estaba a punto de ingresar al escondrijo, la suave brisa de la llanura revolvió sus cabellos castaños; y una melodía que habían escuchado antes llegó a sus oídos. — “Si entran ahí, morirán.” Los santos se petrificaron mientras, poco a poco, el viento se arremolinaba, dejando al descubierto una forma humana. Un instante después, fueron capaces de distinguir el cuerpo de Aretha frente a ellos. — No deben entrar ahí. — la ninfa dijo. — ¿De qué hablas? Agradecemos que estés preocupada pero tenemos un león que cazar y estamos seguros que está ahí dentro. Así que… — No entiendes, Aioria. — terció la pelirroja. — Ésta no es la única entrada a la cueva. Por detrás, tiene otra salida. Mientras ustedes atacan por este lado, el león les pillará desprevenidos y entonces, morirán. — ¿Qué dices? — Mu arrugó el ceño. — Pero Kal dijo…Maldición, nos engañó. — sentenció Kanon al darse cuenta de la mentira. — Ignoro quien sea ella pero yo no tengo motivos para mentirles. Ustedes salvaron mi vida en un ocasión y ahora yo les devuelvo el favor. Si avanzan a su derecha, sobre el camino que va cerca de la montaña, encontrarán la otra entrada de las que les hablo. Tengan cuidado. El león puede ver en la oscuridad todo lo que ustedes no pueden. SI le permiten atraparles con la guardia baja, entonces va a despedazarles. — Pero… — antes de que el león dorado pudiera decir más, el cuerpo de la joven volvió a desvanecerse con el viento. — Recuerden mis palabras. La vieron desaparecer sin decir nada más. De pronto, se encontraban divididos entre la palabra de dos chicas sin saber a cual creerle. Sin embargo, también parecía que las intenciones de Aretha eran mucho más transparentes que las de la Kal. Tenían que tomar las precauciones debidas. — Genial. Lo que nos hacía falta. — Aioros se cruzó de brazos, torció la boca y se sopló los flequillos. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 13 — De cualquier modo, creo que Aretha es más fiable. — Saga le respondió. — Y tiene sentido, atacar al león es una oscuridad es un suicidio. Deberíamos sacarlo de ahí primero. — ¿Y después? — Después lo congelamos, Afrodita. — y aunque las palabras de Camus bien pudieron tomarse como una broma al principio, de alguna manera también sonaban como un buen plan. — Un momento. — interrumpió Aldebarán, como si leyera las mentes de los demás. — Suponiendo que lo congelemos…necesitamos su piel, ¿no es así? En el mito de Heracles, él llevó la piel del león consigo. — En realidad, la misión es asesinarle. Nunca nadie mencionó nada de las pieles aquí. Camus estaba en lo cierto. Si algo, valía le apena tomar el riesgo de dejar la piel ahí, junto con el animal, encerrado en un ataúd de hielo. Y, en el peor de los casos, si alguien reclamaba, encontrarían la manera de cargar con semejante trozo de hielo hasta Atenas. — Si ese es el plan, creo que sé como hacerlo salir. — Mu sonrió. Los rostros intrigados de sus compañeros no le pasaron desapercibidos. — Aioria, Aioros y yo iremos del otro lado, para evitar que use esa salida. Camus, tú puedes esperarle aquí y usar el Ataúd de Hielo cuando aparezca. — Me quedo con Camus en caso de que sea necesaria mi ayuda. — acotó el gemelo menor. — ¿El resto tendremos alguna función en tu plan? — Saga interrogó al carnero dorado, quien negó sutilmente. — Bien, entonces no estorbemos. Nos mantendremos a una distancia prudente, solo por si acaso. Hicieron tal y como habían quedado. -­‐5-­‐ Resultó que Aretha había dicho la verdad. Justo donde les había indicado, los tres santos encontraron la segunda salida de la cueva. Al igual que en la primera, era imposible distinguir nada más que sombras dentro de ella y el ronquido de la bestia que se ocultaba ahí. — Ustedes atacan y yo defiendo. — Mu miró a los hermanos de fuego. Ambos asintieron y dejaron que sus cosmos se expandieran alrededor de ellos. — ¡Plasma Relámpago! — ¡Trueno Atómico! En un segundo, cientos de voltios surgieron de sus puños, iluminando la cueva del león y golpeando con toda su furia contra las rocas. El rugido de la bestia se dejó escuchar, mil veces más impresionante que como lo escuchasen la noche anterior. El suelo vibró bajo sus pies conforme la bestia se acercaba. Sabían que estaba cerca...que estaba despierto y dispuesto a terminar con aquellos que desataron su rabia. Los tres santos se mantuvieron estáticos, en espera de que la bestia surgiera de entre las sombras. Sus ojos rebuscaban entre la penumbra por el esperado momento mientras sus nervios se incrementaban lentamente. Aioria tragó saliva. Arrugó el entrecejo, sintiéndose inusualmente ansioso. — Más vale que esto funcione, Mu. De otra forma, estamos muertos. — dijo, con un mueca de ironía mezclada con nerviosismo. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 14 Pero bastó una fracción de instante para que, como un relámpago, la figura del mitológico león se dejara ver, por primera vez a la luz del Sol. El animal se abalanzó sobre ellos con toda la velocidad que poseía, pero ninguno de los tres se movió un centímetro. Tenían que admitir que era un hermoso ejemplar. Su melena dorada brillaban bajo los rayos del Sol mientras su piel se cubría de un pelaje de un tono ligeramente mas claro. Fue como si el tiempo transcurriera con lentitud; el león se mantenía suspendido en el aire, dispuesto a alcanzarles y listo para cobrar su venganza. — ¡Muro de Cristal! — justo cuando la distancia entre el león y los jóvenes desaparecía, el santo de Aries convocó su máxima técnica defensiva. El cuerpo del felino impactó contra la pared invisible, deteniéndole, no sin que resonase ante la magnitud del golpe. Aioria y Aioros no pudieron evitar retroceder un paso al ver la pared tambalearse. Como respuesta, el animal fue repelido lejos de ellos, hacia la entrada de la cueva. Se levantó, visiblemente sacudido, pero eso no le impidió intentar atacar de nuevo a los santos. De nuevo, no tuvo éxito. Sin embargo, el animal no iba a rendirse tan fácilmente. A sabiendas de que alcanzarlos por ese lado era imposible, regresó hacia la cueva, dispuesto a usar la segunda salida para pillarles por la espalda. En un abrir y cerrar de ojos, desapareció en la oscuridad de la madriguera; y el trío de santos sabían a donde se dirigía. — “Va hacia ustedes.” — la voz de Aioros se dejó escuchar en la mente de Camus y Kanon. Habiendo sido advertidos, se prepararon para enfrentar al león. Al igual que sucedió con los santos de Aries, Leo y Sagitario, sus corazones latían a toda prisa. La adrenalina corría por sus venas conforme esperaban porque el animal apareciera. De ahí, sería cuestionó de instantes. Tendrían un segundo para reaccionar y nada más. Si no lo conseguían, estarían metidos en un grave aprieto. De pronto, se sintieron envueltos en un profundo silencio. Nada se veía y nada se escuchaba. Era como si la bestia se hubiera esfumado de la faz de la tierra. Sin embargo, los planes del león eran otros. Como un rayo surgió de entre las sombras, pero no para abalanzarse contra Kanon y Camus, sino para atacar de nueva cuenta a Aioria, Aioros y Mu. Ellos en definitiva no esperaban tal reacción por lo que el ataque les tomó por sorpresa y con la defensa baja. — ¡Piedras saltarinas! — la patada de Shura golpeó al animal con furia. No iban a decirlo en voz alta, pero la aparición de Shura les devolvió el aliento. Eso había estado peligrosamente cerca. — ¿Qué harían sin mi? — sonrió al verlos ligeramente pálidos. — Probablemente, ser alimento de león. — Aioros aceptó la mano que el español le tendió para ponerse de pie. A unos metros de ellos, el león tambaleó al levantarse. Poco a poco, los golpes comenzaban a mermar sus fuerzas. Sin embargo, ni una sola herida se había abierto en su cuerpo. Tal como los mitos decían, su piel era realmente impenetrable. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 15 A pesar de todo, se puso de pie para mantenerse quieto por algunos minutos. Sus vibrantes y felinos ojos siguieron cada movimiento de los santos, escudriñando cada detalle en ellos. Lentamente avanzó, rodeándoles de a poco sin despegar su mirada de ellos. Su cola se movía de un lado a otro conforme la emoción de la caza le embargaba. El depredador estaba listo y sus presas estaban delante de él. — “El león está por aquí.” — Camus se respingó al escuchar la voz de Shura. Como si fuera capaz de presentir que los santos se comunicaban entre ellos, el animal saltó hacia el siguiente ataque. Su rugido hizo temblar hasta a las piedras conforme se lanzaba en busca de sus víctimas. — ¡Ataúd de hielo! — el golpe del santo de Acuario había llegado justo a tiempo. En instante, una impenetrable capa de hielo transparente fue cubriendo el cuerpo del león, aún en pleno vuelo; y al cabo de unos pocos segundos, se había convertido en una estatua tan magnífica como aterrorizante. Pero todos esos detalles importaron de poco para el grupo de jóvenes porque habían conseguido sobrevivir a su primera misión. — ¡Bien hecho! — el grito de Aldebarán les alertó de la cercanía de sus demás compañeros y se permitieron compartir una sonrisa cómplice con ellos. Llevados por la euforia del momento, ninguno de los santos notó como, detrás de ellos, el ataúd de hielos eternos comenzó a agrietarse. Entonces, con un escalofriante aullido, el hielo terminó de romperse para dejar en libertad al león. La bestia estaba furiosa. Sus ojos irradiaban más rabia de la que hubiesen visto antes conforme se acercaba a ellos, disfrutando del olor a miedo que emanaba de ellos. — ¿Cómo pudo…? — los ojos azules de Camus se abrieron con incredulidad. Se suponía que su técnica era infalible, y sin embargo, el ataúd se había roto con demasiada facilidad. El felino no espero más para atacar. Sin miramientos lanzó zarpazos y mordidas en su contra, dejándolos con ninguna otro opción más que huir. Y es que el león tenía suficientes víctimas de donde elegir. Sin embargo, terminó por ir detrás de Kanon y Afrodita que se habían rezagado del resto. A pesar de que ambos se esforzaban por huir del cazador, era obvio que la distancia entre ambos se acortaba más y más. Cada paso del león era como tres ellos, por lo que lentamente fueron quedando a merced de él. En un descuido, mientras miraba sobre su hombro para vislumbrar a su perseguidor, el santo de Piscis tropezó. Cayó al piso y rodó, esquivando una zarpazo del animal. Kanon no pudo sino detenerse. Miró con los ojos desorbitados como el animal estaba a punto de dar la estocada final a su compañero, y su instinto le gritó que tenía que hace algo. — ¡Explosión de Galaxias! © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 16 Kanon, que se había interpuesto entre su compañero y el león, no dudó en usar su técnica máxima para ganar todo el tiempo que pudiera necesitar el santo de Piscis. El torbellino de cosmos golpeó brutalmente a la bestia, haciéndola salir despedida hasta estrellarse contra las salientes de las montañas. El animal aulló cuando su cuerpo impactó contra las piedras y cayó pesadamente, aunque ninguna herida visible se marcó en su piel. Extremando precauciones, Milo se acercó al león, que yacía sobre el pasto, inconsciente. Le observó con atención por algunos segundos y notó que no respiraba. Aioria y Camus no tardaron en acercarse también para ayudar al escorpión a rodar el cuerpo en busca de pulso. — Su corazón no late. Está muerto. — confirmó el acuariano mientras un suspiró colectivo escapaba de las gargantas del resto de los jóvenes guerreros. — ¿Todos están bien? ¿Shaka? — Dohko miró al brazo sangrante del santo de la Virgen. Sin embargo, éste negó con un gesto de cabeza. — Solo son rasguños, Maestro. — ¿Aioros? — el arquero se sobresaltó y miró en dirección de Saga, quien le cuestionaba. — Tu pierna. — apuntó a la herida que tenía. — Ah… no es nada grave. — subió los hombros. Después de asegurarse de que todos estaban a salvo, su atención regresó al león. — ¿Vas a llevarnos su piel? Pero, ¿eso no significa…desollarlo? — Milo dijo y todas las miradas fueron de él, hacia el cadáver de la bestia. Definitivamente esa parte de la misión no iba a ser nada agradable. Una cosa era matar a un león y una muy diferente arrancarle la piel. Asco. Eso sentían. — Montón de nenitas quejicas. ¡Háganse a un lado! — Máscara de Muerte se abrió paso entre ellos. — Yo lo haré. — Por supuesto. ¿Había alguien más dispuesto? — Afrodita esbozó una sonrisa cómplice. No había nadie más dispuesto a semejante acción. Máscara de Muerte se arremangó la camisa. Miró hacia el cadáver del león y recordó el final del mito. Rápidamente tomó las garras para destazar a animal. Mientras, en un santiamén los demás santos desaparecieron, dispuestos a no observar el espectáculo. — ¡Linda manera de romperle el cuello a alguien, Kanon! — espetó Cáncer desde la distancia. Y es que así era como había muerto el animal al estrellarse contra las rocas usando la fuerza de la Explosión de Galaxias. — Ya. — Kanon se sopló los flecos. — No es que no me parezca interesante…o asqueroso, pero mejor guárdate los comentarios de la…¿autopsia? — subió una ceja. ¿Eso era? El Sol todavía tenía unas pocas horas más de vida, antes de ocultarse en el horizonte, por lo que no tenían prisa en volver al pueblo. Disponían aún de unos minutos para descansar de una larga y ajetreada mañana. Así que, hasta que Máscara de Muerte dio fin a su cruenta misión, los santos se permitieron retomar el camino de regreso. Pasarían la noche en Nemea y, temprano por la mañana del día siguiente, volverían a Atenas. Una noche bajo techo, después de toda la tensión del día, era algo que no iba a caerles nada mal. — ¡Lo han conseguido! ¡Derrotaron al león! — oyeron la voz de Kal mientras descendían por la cordillera, siguiendo el sendero que llevaba a la aldea. © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 17 — No quedó nada más que su pellejo. — el italiano se acercó a ella y le mostró las pieles de la bestia, amenazadoramente. — Eso sucede cuando te metes con nosotros. — Basta, Máscara de Muerte. Deja en paz a la chica. — de inmediato, Dohko le reprendió. Sin embargo, los gestos del santo de Cáncer no eran los únicos que se habían endurecido. — Tienes algo que explicarnos, Kal. ¿Por qué nos mentiste acerca de la cueva? — le reprochó Milo, demandando una explicación de la joven mujer. -­‐Continuará…-­‐ © http://sunrise-­‐spirit.deviantart.com/ © http://www.fanfiction.net/u/1628249/Sunrise_spirit 

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