Los últimos canarios que viajaron en el “Montserrat” a Venezuela
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Los últimos canarios que viajaron en el “Montserrat” a Venezuela
EL DÍA, domingo, 14 de diciembre de 2014 p1 EL MISTERIO DEL “Fausto”. Una investigación viene a poner algo de luz sobre la desaparición del barco palmero, en 1968. 6/7 del domingo revista semanal de EL DÍA RECUERDOS DEL PASADO Los últimos canarios que viajaron en el “Montserrat” a Venezuela (1973) Texto: Manuel Marrero Álvarez (exdelegado de Compañía Trasatlántica Española en Canarias. Miembro de la Academia Canaria de Ciencias de la Navegación) E n los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, los submarinos alemanes diezmaron de tal forma la flota mercante británica que obligó a su gobierno a acordar con en el de los Estados Unidos la construcción urgente de 60 buques de carga, para mantener la subsistencia de Inglaterra. Nace aquí el diseño de la clase “Liberty”, buques construidos en tiempo récord y que podían transportar hasta 9.000 toneladas de carga útil, distribuidas en cinco bodegas. Se fabricaron en 18 astilleros diferentes de los Estados Unidos, y desde agosto de 1941, en que se inició su construcción, hasta el final de la guerra en 1945, el número total de buques de este tipo ascendió a 2.710, lo que demuestra la capacidad industrial y tecnológica de Norteamérica durante la contienda, siendo además el mayor conjunto de barcos de un mismo diseño jamás construido. Los más de 500.000 jeeps y camiones, así como los 40.000 tanques que transportaron los ejércitos aliados hasta Alemania arribaron en los buques “Liberty”, que una vez finalizada la guerra fueron vendidos como chatarra o sobrantes de guerra, siendo adquiridos muchos de ellos por empresas navieras, especialmente griegas, que se hicieron con más de 500 barcos. Los “Victory Ships”, algo mayores, con seis nudos más de velocidad y también con mas radio de acción, estaban basados en el diseño de los “Liberty” e hicieron su aparición en 1944, concebidos para reemplazar las pérdidas causadas por los submarinos alemanes a los “barcos de la libertad”, que eran presa fácil para el enemigo por su escasa velocidad, de 11 nudos. Salieron al final un total de 534 buques de esta serie y dado que la guerra casi había concluido cuando comenzaron a prestar servicio, solo fueron hundidos dos buques de bandera inglesa en el océa- Salvamento en pleno Atlántico. El “Begoña” rescata a los pasajeros del “Montserrat”. Archivo cap. González Conde. no Atlántico y tres norteamericanos en el Pacífico por los aviones kamikaze durante la invasión de la isla japonesa de Okinawa. Entre los barcos supervivientes al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se hallaba el “Wooster Victory”, que fue construido por California Shipbuilding Co, “Calship” de los Ángeles, en febrero de 1945, para la Armada de Estados Unidos, como carguero, y que figuraba en el grupo de los 131 buques que finalmente se construyeron en los citados astilleros californianos, que a la conclusión de la guerra, y una vez lanzado el último de los “Victory”, cerraron sus instalaciones en septiembre de 1945. Entre otros muchos servicios, el “Wooster Victory” efectuaría en los años 1948 y 1949 el transporte al nuevo Estado de Israel de miles de judíos refugiados en China durante la guerra, y en 1950 fue comprado por la empresa italiana Sitmar Line, propiedad del emigrado ruso Vlasov, que lo convirtió en buque mixto y posteriormente en solo de pasaje para transporte de emigrantes, con el nombre de “Castel Verde”, luciendo la “V” en azul de su armador en la chimenea con fondo amarillo. Siete años más tarde, en 1957, es adquirido por la Trasatlántica Española, rebautizándolo “Monserrat” y lo somete a una serie de reformas para mejorar sus instalaciones de pasaje. Mantuvo su imagen blanca durante algunos años, hasta que sus armadores decidieron vestirlo con el clásico uniforme tradicional de la compañía, casco y chimenea de color negro, porque, al margen de la tradición, decían que resultaba mucho más económico su mantenimiento. En 1962 es sometido nuevamente a una serie de mejoras, instalándose en todas sus dependencias el aire acondicionado, del que carecía totalmente y posiblemente sería aquí –no lo podemos asegurar– cuando decidieron cambiar de color. Tenía una sola hélice y alcanzaba una velocidad de p2 domingo, 14 de diciembre de 2014, EL DÍA EN PORTADA 17 nudos. Cuando la compañía decidió hacerse cargo del buque en Italia, los miembros de la tripulación permanecieron varios días en Génova, en cuyo puerto se hallaba el barco atracado y eso permitió que en sus horas libres pudieran salir a tierra y realizar algunas compras, amén de otros quehaceres. Esto es lo que hicieron uno de esos días el primer oficial, Francisco Onzain Suárez, y el sobrecargo José Seoane Gao. Fueron de compras y cada uno adquirió un elegante traje italiano en una de las mejores tiendas de la ciudad, acordando ambos gastarle una broma al capitán, si este les insinuaba algo sobre tales prendas de vestir, en las cuales habían invertido una cantidad importante de dinero, dada la excelente calidad de las mismas. Hay que añadir que si había oficiales en Trasatlántica con distinción y gran clase estos eran Onzain y Seoane; dos jóvenes apuestos, galantes, que desprendían elegancia por doquier; pelo rubio, uno con flequillo y otro con bigote tipo Vittorio de Sica. La reacción no se hizo esperar. Tan pronto llegaron a bordo luciendo sus trajes, Antonio Camiruaga Astobiza, que así era el nombre del capitán, les preguntó dónde los habían comprado y cuánto les había costado, a lo que ellos, muy serios, le contestaron que de comprar nada, que era un regalo del provisionista de víveres. A Camiruaga le cambió el color y se lo comían los demonios porque no entendía que lo dejaran a él al margen de tal detalle, siendo además el capitán. A las pocas horas se presentó el mencionado proveedor con las facturas del suministro efectuado al buque para su correspondiente firma y don Antonio, con su clásico tic nervioso y con apenas dominio del idioma italiano, le espetó al pobre hombre: “¡Eh tú! ¿donde mio trayo?; io sono capitano y tu dato trayo a primo oficiale, a comisario e mi no, ¿perché? io quiero trayo también”. Y así estuvo durante unos minutos con semejante retahíla, mientras daba cortos paseos de acá para allá y de allá para acá. Ni que decir tiene que el provisionista, incrédulo, no comprendía nada de lo que le estaba diciendo, mientras Onzain y Seoane, apartados del lugar, se partían de risa viendo el lío que habían montado. Al rato, y dado el cariz que estaba tomando la situación, hicieron acto de presencia y aclararon el asunto con la consiguiente rabieta de Camiruaga. Finalmente, no sabemos si don Antonio salió de Italia con un traje nuevo y si lo hizo desconocemos si fue comprado o regalado. El querido Paco Onzain, con el cual nos unía una entrañable amistad, rememoraba a veces esta simpática anécdota durante sus escalas en este puerto de Santa Cruz de Tenerife y solo aquellos que conocíamos personalmente a los protagonistas podíamos imaginar la reacción de Camiruaga al contemplar a su primer oficial y sobrecargo elegantemente vestidos con trajes italianos y, además, obsequio del provisionista. Onzain, que vivía en Bar- Arriba, el “Castel Verde”, de la compañía italiana Sitmar Line (1952). Postal archivo Manuel Marrero Debajo, el “Montserrat” en su viaje inaugural con Traslántica, en 1957. Archivo Manuel Marrero celona, se nos fue muy pronto, y años más tarde lo hizo Pepito Seoane desde Bilbao. Ambos, que siempre navegaron muy unidos en el trabajo y la amistad, partieron con rumbo eterno hacia ese puerto desconocido en busca de la paz que seguro Dios les tendría asignada. Paco Onzain, que fue capitán de Trasatlántica durante muchos años, era hijo del segundo oficial superviviente del naufragio “Príncipe de Asturias” Rufino Onzain. El “Monserrat” hizo su viaje inaugural con Trasatlántica, de blanco impoluto y la chimenea de color amarillo, efectuando escala en Tenerife el 8 de mayo de 1957, a las seis de la mañana, procedente de Vigo y zarpando a las 3 de la tarde con destino a La Guaira, Venezuela, después de embarcar en este puerto 308 pasajeros canarios, cuyos primeros nombres de la lista, vamos a reflejar: 1- Alfonso Pérez Pinedo, 24 años, contable.- 2- Teodoro Valero Olmedo, 29 años, agricultor.- 3- Francisca I. Clavero de la Iglesia, 28 años, su casa.- 4- David Valero Clavero, 1 año.5- Irene Renata Torres Paz, 18 años, sus labores.- 6- Francisco Rodríguez Luis, 25 años, agricultor.- 7- Agustín Linares Forte, 26 años, empleado.- 8- Heriberto de la Cruz Pérez, 17 años, jornalero.- 9- Teresa Betancor Rivero, 45 años, su casa.- 10- Carlos Castro Betancor, 4 años, y así hasta totalizar el número de 308, despachados por los agentes de la Compañía en Tenerife Sres. La Roche. El buque estuvo 16 años navegando con Trasatlántica y durante ese tiempo realizaba un promedio de ocho viajes por año, ida y vuelta, cubriendo el servicio Southampton, Norte de España, Canarias, Centro América y Antillas Británicas. En su vida de mar tuvo grandes altibajos, pero igual que a los hijos, por muy mal comportamiento que estos tengan, se les sigue queriendo. Siempre pensamos que era el hermano tonto con relación a su gemelo, el “Begoña”, pero sus contratiempos o deficiencias técnicas quedaban eclipsadas con el gran prestigio de sus mandos y tripulaciones. Desde el primer capitán, Antonio Camiruaga Astobiza, hasta el último, Adolfo López Merino, mandaron el “Monserrar” capitanes de la talla de Rafael Jaume Romaguera, Alfredo Cuervas-Mons, Francisco Onzain Suárez, Jesús Gorospe Vértiz, Víctor Pérez Vizcaíno, Carlos Peña Alvear, José González Conde, etc., con perdón por si alguno he dejado de mencionar. En esos 16 años de vida con la centenaria naviera española, algunas de sus travesías se convirtieron en auténticas odiseas, como, por ejemplo, en el viaje extraordinario a Australia, donde a la ida se produjo un motín a bordo protagoni- zado por pasajeros griegos, mientras navegaba por el Índico, y al regreso se vio inmerso en un arriesgado salvamento de 21 tripulantes del buque italiano “Avior”, que se fue a pique asimismo en el Índico, ambos sucesos resueltos favorablemente, gracias a la preparación eficaz de sus mandos y resto de la tripulación. Pero donde realmente se demostró la categoría humana y profesional de las dotaciones de los buques hermanos fue en agosto de 1970, cuando el primero de ellos se dirigía de La Guaira a Tenerife con 900 personas a bordo, entre las cuales venían 180 pasajeros para el puerto tinerfeño y a 1.500 millas de Canarias el barco sufrió una grave avería en la máquina, quedando a la deriva con todos los sistemas del buque inutilizados. La casualidad de que el “Begoña” saliera dos días más tarde cubriendo su misma derrota trajo la gran suerte de que interviniera directamente en el salvamento de los pasajeros, cuya operación en pleno Atlántico fue realizada en tiempo récord y sin el más leve contratiempo, poniéndose de manifiesto, una vez más, la singular pericia de los capitanes y tripulaciones de ambos buques. Mucho se habló en su día, en términos de encendido elogio por parte de los propios pasajeros que vivieron la odisea y también lo hicieron los p3 EL DÍA, domingo, 14 de diciembre de 2014 EN PORTADA medios de comunicación, por el éxito de la operación, sin precedentes en la historia de la navegación moderna. Mucho se habló, decimos, pero al parecer no lo suficiente como para que el pueblo español recuerde con orgullo esta odisea en el inmenso océano en la que se aunaron el valor y la alta profesionalidad de sus dotaciones, así como nobles gestos, comprensión y afecto sin límites En cinco horas trasladaron de un barco a otro, cuya separación era de unos 150 metros, en botes salvavidas, con marejada, a los 630 pasajeros, entre los que había un gran número de mujeres, niños y ancianos, realizando en algunos momentos las tripulaciones acciones verdaderamente heroicas y llenas de emoción y ternura, como, por ejemplo, cunado los fornidos marineros, en su mayoría gallegos, cuidaron al máximo durante el corto pero agitado trayecto en las aguas de aquellos pequeños que habían sentado en el fondo de los botes para mayor seguridad, para luego cogerlos en sus brazos y entregarlos con el máximo cuidado y delicadeza en la escala del “Begoña” a otros marineros con el agua hasta la cintura, que en cadena humana no los soltaban hasta dejarlos seguros en la cubierta del buque. Una vez salvados todos los pasajeros, continuaron con algunos tripulantes, víveres y equipajes de camarote, que ascendían a más de mil maletas, y otros bultos, en cuya operación demoraron algo más de tiempo. Como decimos, se vivieron casos ejemplares de solidaridad humana en el Atlántico protagonizados por algunos viajeros del “Begoña” que ocupaban camarotes de clase superior y decidieron cederlos a los rescatados. Entre ellos, está el caso de la estrella británica de patinaje sobre hielo Christine Jarvis, que cedió su camarote de turista especial para que lo ocuparan pasajeros damnificados, mientras ella se alojaba en otro de clase inferior, quedando constancia del compañerismo entre los viajeros en los momentos difíciles que se estaban viviendo. Porque, a pesar del pánico, la incertidumbre y las incomodidades que soportaban, tanto de uno como de otro barco, no hubo quejas ni reproches ni reclamaciones, nada. Solo comprensión, paciencia, enormes ganas de ayudar al prójimo y colaborar en todo momento con la compañía, pero, sobre todo, palabras de agradecimiento a los miembros de la tripulación. Muchos creyentes comentaban que Dios estaba allí y que todo era un milagro. La recompensa y máxima distinción para estos extraordinarios tripulantes no se tradujo en condecoraciones ni reconocimientos; porque no las hubo, lamentablemente, ni de casa ni de organismo oficial alguno. Solo fue la sonrisa de aquellos niños y el agradecimiento de sus madres, cuando se encontraban a salvo a bordo del “Begoña”. Aún está en nuestra memoria el recuerdo de doña Elvira, una señora que viajaba con sus tres hijos de 10, 8 y 6 años, quien nos dijo, emocionada y entre sollozos, a la llegada del buque salvador a Tene- rife, a las 2 de la madrugada de aquel 19 de agosto de 1970: “Jamás olvidaré el comportamiento de los intrépidos marineros durante el salvamento, especialmente con los niños, a los que cuidaban como ángeles de la guarda durante el trayecto en las lanchas con la mar embravecida. Algunos pequeños lloraban y estos los cogían en sus fornidos brazos y los abrazaban... Tuvimos mucho miedo, señor... mucho miedo, pero ellos nos transmitían tranquilidad y valor. Estos marineros son muy valientes, muy valientes, y tienen mucha humanidad, señor, mucha humanidad”. La señora se apartó llorando, siempre con sus tres retoños, de los cuales no se separaba un solo instante, seguramente dando gracias a Dios por haberla devuelto con los suyos a su querida tierra canaria, después de la dramática aventura vivida en el inmenso océano, bajo un cielo gris y con ausencia total del sol que no les quiso acompañar en momento alguno. Y es que a través de los más de siglo y medio de existencia Trasatlántica ha sido reconocida como una de las más importantes empresas de navegación mundial, pero se debe decir que, por encima de la categoría de sus barcos y de sus dirigentes, estaba el prestigio de sus tripulaciones. Ellas contribuyeron a hacer grande a la compañía y en los últimos tiempos, luchando con barcos en precarias condiciones técnicas, supieron sobrellevar tales contratiempos sin alterar un ápice la buena convivencia a bordo de los viajeros. Y el ejemplo estuvo en el heroico salvamento mencionado, del que estamos seguros que ambas dotaciones, desde el capitán hasta el último marinero, hubieran arriesgado al máximo sus vidas por la de los pasajeros si ello hubiera sido necesario. Mención especial merece la actuación de los dos capitanes, Gerardo Larrañaga Bilbao, del “Begoña”, con residencia en Santurce, y José González Conde, al mando del infortunado “Montserrat”, de Comillas, en Santander, que desde el puente de mando estuvieron todo el tiempo dirigiendo las operaciones, en especial Larrañaga, que por medio de radioteléfono portátil se comunicaba con los oficiales que gobernaban las motoras, para llevar a cabo una de las maniobras de mayor riesgo y más complicadas que pueden hacerse en alta mar, al tiempo que una de las acciones más hermosas que nos puede ofrecer la vida, como es el salvamento en pleno océano Atlántico de 630 personas y el auxilio al buque hermano que se hallaba gravemente herido a merced de las inclemencias de la mar. El capitán Peña Alvear dice que, en su opinión, “los marineros gallegos son los mejores hombres de mar del mundo, conocedores a fondo de su oficio y de la mar, en la que han echado los dientes, disciplinados, capaces de sufrir y soportar sin rechistar los mayores sacrificios y esfuerzos cuando las circunstancias así lo exigen, incansables y fieles hasta el fin a sus capi- tanes y oficiales”. Lo ratificamos, querido capitán, en todos sus términos, y añade también la frase de doña Elvira que viajaba con sus tres hijos: “Marineros intrépidos, valientes y con mucha humanidad”. El “Monserrat” fue llevado a remolque a Curaçao, donde sufrió una exhaustiva reparación que duró cuatro meses, cambiando totalmente su aspecto, con casco de color blanco y chimenea amarilla con la enseña de la compañía. Siguió navegando un par de años más, hasta el 10 de enero de 1973 en que arriba por última vez a este puerto de Tenerife, para cruzar el Atlántico con destino a Trinidad, Kingston y La Guaira. Aquí embarcaron 37 pasajeros, todos para Venezuela, cuyos nombres vamos a reproducir como homenaje, por ser los últimos emigrantes canarios que viajaron en este buque y por ser el preludio del triste final de una brillante historia de más de 150 años de líneas regulares de pasajeros de la Compañía Trasatlántica Española, cuya naviera fue fundada por Antonio López y López en Guantánamo el 2 de marzo de 1850: 1- Américo Álvarez Gómez, 24 años, agricultor.- 2- Ramona García Pacheco, 62 años, su casa.- 3Manuel Pérez Pérez, 64 años, empleado.4- Julio Rodríguez González, 34 años, agricultor.- 5- Ildefonso López Dorta, 23 años, estudiante.- 6- Benigno Dorta Cairós, 29 años, agricultor.- 7- José Dorta Rodríguez, 20 años, estudiante.- 8- José Osorio Hernández, 50 años, agricultor.- 9- Berta García Osorio, 44 años, su casa.- 10- Aurelio Pérez Pérez, 44 años, comerciante.- 11- Manuel Pérez Rodríguez, 39 años, albañil.- 12- Emelina Hernández Dorta, 39 años, su casa.13- José Antonio Pérez Hernández, 9 años, escolar.- 14- Juan Carlos Hernández Hernández, 25 años, jornalero.- 15- Marianela Hernández Hernández, 16 años, su casa.- 16- Jesús Fraga Álvarez, 27 años, mesonero.- 17- Juan González García, 42 años, comerciante.- 18- Alvaro Rodríguez Sánchez, 40 años, contador.19- Norberto González González, 28 años, agricultor.- 20- Angel Armas Rodrí- Otro momento de la operación de salvamento entre los dos barcos gemelos, en pleno océano Atlántico. guez, 34 años, agricultor.- 21- Pedro Ramírez Marrero, 63 años, empleado.22- Rosario Santana Pérez, 56 años, su casa.- 23- Pino Rodríguez Santana, 66 años, su casa.- 24- María Magdalena Díaz Brito, 59 años, su casa.- 25Horace Lionel Cordón Packman, 63 años, empleado.- 26- Josefina Martín Acosta, 20 años, estudiante.- 27- Carlos A. Gutiérrez Martín, 1 año.- 28- María Santa Suárez Meneses, 45 años, su casa.- 29- José Alberto Marín Suárez, 17 años, empleado.- 30- Juan Marín Suárez, 16 años, empleado.- 31- María Luisa Marín Suárez, 26 años, su casa.- 32- Rafael Armas Lima, 26 años, obrero.- 33- María Isabel Morales Acosta, 19 años, su casa.34- Juan Méndez Méndez, 37 años, barman.- 35- Carmen Epifania Martín Torres, 24 años, su casa.- 36- Paulino Hernández Olmo, 30 años, agricultor.- 37Francisco A. Pérez Toledo, 32 años, chófer. El barco zarpó a las 4 de la tarde con menos del 50% de su capacidad de pasaje y unas 3 semanas después, el 3 de febrero, regresa prácticamente vacío de América. Arribó a Tenerife a las 14 horas y a las 9 de la noche soltó amarras, levó ancla y a poca máquina enfiló la bocana del muelle sur hacia mar abierta, dejándonos ver en la popa su nombre y su matrícula por última vez: “Monserrat”, Barcelona. A modo de despedida, lanzó tres pitadas largas, pero nadie correspondió a la cortesía del adiós; los responsables del puerto estaban a lo suyo y la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, que aparecía al fondo muy iluminada, hospitalaria y agradecida en otras ocasiones, esta vez también daba la espalda y tampoco hacía acto de presencia para despedir al amigo, tal vez porque sus habitantes estaban enfrascados ultimando los detalles para los Carnavales de ese año, que estaban a punto de comenzar. El “Monserrat”, que tanto había contribuido a la vida de esta ciudad y de su puerto durante los 16 años de relación y que llevó por los caminos del mar a más de veinte mil tinerfeños que emigraron a tierras de América, y a otros tantos que regresaron de su aventura por el Nuevo Mundo, se nos iba para siempre de estas aguas canarias y nadie estaba allí para despedirlo. La vida, que es un cúmulo de detalles, no dejó ninguno para el desdichado barco viejo. ¡Pobre “Montserrat”, qué ingratos somos! Quienes le conocieron bien dicen que fue un barco que nunca tuvo a la suerte de su lado, pero que no era tan malo. Y esto lo corrobora nuestra flamante Miss Europa 1970, la guapísima tinerfeña Noelia Afonso, que guarda un grato recuerdo del viaje, ida y vuelta, que hizo a América a bordo de este barco, aquel mes de julio de 1971, mandado por el capitán Adolfo López Merino. En este último itinerario, el buque se dirigió a Vigo y Southampton para dejar a los pocos pasajeros que iban a bordo y, más tarde, completar su última singladura, navegando hacia su definitivo destino, como era el camino de su tumba en Castellón, donde sería desguazado. ¡Hasta siempre, querido “Montserrat”! p4 domingo, 14 de diciembre de 2014, EL DÍA EN PORTADA TURISMO Vicepresidenta del Museo ThyssenBornemisza Es una de las coleccionistas de arte más importantes del mundo y una admirada personalidad tanto en España como a escala internacional. Carmen Cervera, baronesa Thyssen-Bornemisza, nació en Barcelona, en el seno de una familia que propició su amor por el arte. Su padre era aficionado a pintar y coleccionaba cuadros de artistas catalanes. Carmen Cervera recibió una educación internacional en centros como el Liceo Francés, el Colegio Lestonnac o el Mary Mount International High School, en Barcelona, así como en los Sagrados Corazones de El Escorial (Madrid). Terminó sus estudios en Inglaterra y Suiza. En 1965, se casó con el actor americano Lex Barker, con quien vivió en California, Italia y Suiza hasta su muerte, en 1973. A finales de los 70, Carmen Cervera conoció al barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, hombre de negocios y coleccionista de arte, con quien se casó en 1985 y de quien fue inseparable compañera hasta su fallecimiento, en abril de 2002. La fundamental labor de la baronesa en la consecución del acuerdo entre la Colección Thyssen-Bornemisza y el Reino de España, para su préstamo y, luego, para su adquisición por el Estado español, supuso un hecho histórico, y es la garantía de que la colección permanecerá unida en el futuro y que será exhibida en las mejores condiciones. Por ello, en 1988 le fue concedida la Gran Cruz de Isabel la Católica y, en marzo de 1999, la Medalla de Oro de las Bellas Artes. Además, es académica de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz (desde 2000), ha recibido el galardón Melvin Jones de la Fundación Lions Club de Gijón (en 2009) y el premio Alfiler de Oro de la Asociación Mujer Siglo XXI de Bilbao (en 2010). En 1999, la baronesa hizo público su deseo de ceder gratuitamente su colección particular, durante once años, para que fuera expuesta en las nuevas salas del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. La firma del acuerdo entre la baronesa y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte puso en marcha el proyecto de ampliación del museo que culminó con su inauguración en la primavera de 2004. En marzo de 2011, se inauguró el Museo Carmen Thyssen Málaga, que alberga la colección de pintura andaluza de la baronesa. Asimismo en San Feliu de Guixols (Gerona), una nueva sede acogerá en el futuro otra magnifica selección de sus obras. José Carlos Gracia Carmen Cervera, baronesa Thyssen-Bornemisza (técnica mixta –fragmento–. 85 cmx53) EL DÍA, domingo, 14 de diciembre de 2014 p5 p6 domingo, 14 de diciembre de 2014, EL DÍA CLAVES DEL CAMINO EL MISTERIO DEL “FAUSTO” Una investigación conduce a puerto al mítico pesquero El 21 de julio de 1968 se iniciaba uno de los episodios más intrigantes de la historia reciente de la navegación en Canarias, la desaparición del motopesquero “Fausto” con sus cuatro tripulantes a bordo. Partió una madrugada desde El Hierro rumbo a La Palma y nunca alcanzó su destino, sembrando de incógnitas la vida de numerosas familias. El histórico dispositivo de búsqueda no logró arrojar ninguna luz sobre el paradero de un barco que, desconcertantemente, apareció y desapareció por tres veces antes de darse por perdido. Ahora un libro reconstruye pormenorizadamente su historia y sus misterios. Texto: José Gregorio González L a historia del “Fausto” es la historia de una tragedia que mantiene sus heridas abiertas, heridas que difícilmente podrán cerrarse del todo debido a la imperecedera incertidumbre que siempre generan las preguntas sin respuesta. Ignoramos los motivos, pero hasta la fecha nadie había acometido la tarea de biografiar al “Fausto”, reconstruyendo sus últimas horas y la impresionante campaña de búsqueda de la que fue objeto durante semanas. La prensa de ambos lados del Atlántico se ocupó con profusión de aquel misterio oceánico, mientras el día a día de los canarios transcurrió durante muchas jornadas con la esperanza de que aquel inquietante periplo terminara con un final feliz. Pero la realidad no se escribió con anhelos, sino con la crudeza que supuso la pérdida de Julio García Pino, Ramón y Heriberto Concepción Hernández, y Miguel Acosta Hernández en aquel barco de apenas 14 metros de largo y con base en Tazacorte. Hace más de una década, el investigador grancanario Luis Javier Velasco Quintana, con formación militar, nociones avanzadas de navegación y una cultura renacentista, se tropezó con el “Fausto”y decidió subirse a bordo para convertirse en el quinto tripulante del motopesquero. Desde entonces el tema se convirtió en una obsesión, indagando de manera infatigable en su historia, tomando contacto con testigos, familiares, periodistas, militares, personal de rescate y cuantas personas tuvieran algo que decir sobre el mismo. El resultado, junto a algunos artículos e intervenciones en radio y televisión que han acompañado en el tiempo su pormenorizada investigación, es el libro “El Fausto, historia y misterio de una tragedia”, que ha visto la luz en estos días con el sello CSB Ediciones. Con su autor, Luis Javier Velasco, intercambiamos impresiones mientras desembalábamos las cajas que portaban este libro-homenaje al mítico barco per- dido. ¿Qué ha representado para Luis Javier Velasco trabaja tanto tiempo para escribir este libro? Pues una superación personal muy grande, la culminación de un trabajo dilatado en el tiempo que comenzó su andadura allá por el verano del año 2000, que es cuando tomé contacto con el suceso del motopesquero “Fausto” por primera vez, y que ha fructificado en forma de una amplia monografía que, además, es la única que existe sobre este incidente. Claro que cuando tuve aquella primera información no pude imaginar ni por un segundo que en el futuro llegaría a sacar a la luz un libro tan documentado. Realmente, me fascinó desde el primer momento y poco a poco, año tras año, fui acumulando datos y testimonios que han devenido en este libro. ¿A qué se debe esa fascinación personal por esta historia? Pues realmente no sé qué decirte, salvo que la historia de los cuatro tripulan- Una de las imágenes que se conservan del “Fausto”. tes desaparecidos en el “Fausto” tiene un halo misterioso especial que, en mi experiencia, parece irresistible en el sentido de que una vez te empiezan a contar la historia no puedes parar hasta que te la han contado toda. Eso me pasó a mí, como a muchos, pero por alguna razón –tal vez sea por obstinación personal– desde el principio quise llegar al fondo de este asunto, porque algo me decía que tenía que haber algo más bajo la superficie de lo que aparentaba ser un absurdo incidente que nunca tenía que haber ocurrido. La dedicación de años y el incombustible deseo por profundizar en este enigma fueron construyendo este trabajo, que finalmente ha visto la luz estas semanas atrás. ¿El no haber nacido en La Palma le da una perspectiva y distancia, digamos que positiva o ventajosa, para escribir este libro? ¡Muy buena pregunta, sí! En todos estos años no sólo me la he formulado a mí mismo, sino que además también lo han hecho otras personas que como yo han profundizado en el “expediente Fausto”, por llamarlo de alguna manera; y todos parecemos haber llegado a una misma conclusión, y es que tal vez tenía que escribirla alguien de fuera de la isla, pero lo suficientemente cercano al sentir palmero como para poder abordarlo con la sensibilidad y el respeto adecuados. La razón es sencilla. Yo no soy natural de La Palma, tampoco soy miembro de ninguna de las familias ni estuve implicado en nada concerniente a la búsqueda e intento de rescate, etc. Por estas razones tal vez se pueda presuponer en mi persona unas cuotas de objetividad aceptables para este fin, ya que, no debemos olvidar que incluso a día de hoy el asunto del “Fausto” no solo es algo vivo en Tazacorte y El Paso, sino que, además, es algo muy doloroso a pesar de los cuarenta y seis años ya transcurridos. No queremos decir necesariamente que deba ser así, pero el tiempo dirá si fue algo acertado o no. Sólo espero que mi trabajo publicado tenga unos niveles de p7 EL DÍA, domingo, 14 de diciembre de 2014 CLAVES DEL CAMINO calidad, profundidad y respeto aceptables, y sobre todo que satisfaga a los familiares de los desaparecidos, porque, finalmente, he escrito esta obra para recuperar la memoria de estos cuatro palmeros que, con valor, afrontaron su cruel destino. El patrón del barco ha sido también un gran olvidado… Sí, así es. En la obra reivindico también como víctima al propio dueño del motopesquero, Rafael Acosta, porque a partir de esta desgracia el infortunio le pasó factura, de la que no pudo recuperarse para el resto de su vida; aunque, como es obvio, no fue el mismo tipo de desgracia que tuvieron que afrontar las cuatro familias de los desaparecidos, claro. Es curioso que salvo unos pocos artículos publicados, de los que algunos son tuyos, el “Fausto” haya vivido un silencio inexplicable. ¿A qué piensas que se ha debido? Es cierto, por asombroso que pueda parecer, el “expediente Fausto” es algo realmente poco conocido, cosa muy extraña porque, como suelo decir, si esto llega a pasar en un país anglosajón, no solo habría casi una docena de monografías al respecto, sino que además existirían documentales y reportajes televisivos sobre este misterio. Actualmente sí que disponemos de información en Internet, procedente de varios autores incluso, pero recuerdo que hace apenas unos pocos años era prácticamente inexistente. Fue a raíz de la publicación de un artículo mío en la revista Enigmas que comenzó a despertarse una creciente curiosidad por el asunto, hasta el punto de que el programa “Cuarto Milenio” se interesó por este intrigante caso, haciéndolo llegar a través de la pequeña pantalla, con un gran éxito por cierto, a millones de espectadores. Esto, a su vez, motivó una mayor presencia en la red, y la información comenzó a circular. En cuanto a esa especie de amnesia que se ha padecido con este caso durante tantos años estimo que puede tener que ver principalmente con la desolación y el dolor aún no resuelto que existe entre los familiares y los amigos de los desaparecidos, porque, como ya comenté antes, por desgracia es un asunto que sigue vivo y sangrante, con muchos interrogantes pendientes de resolver. Tras varios años de trabajo y el libro terminado accediste a la documentación oficial clasificada. ¿En qué enriqueció todo el trabajo ya realizado durante tanto tiempo? Pues en mucho, claro. Desde el gabinete del almirante jefe del Estado Mayor de la Armada en Madrid se me autorizó a consultar el expediente que custodian sobre el “Fausto”y pude comprobar, de primera mano, informaciones precisas que ya nadie recordaba, porque no hemos de olvidar que es una documentación fuera del dominio público, y que es necesaria una autorización especial que tuvieron la gentileza de concederme, cosa que agradezco profundamente. Esta particularidad me llevó prácticamente a reescribir el libro, que ya casi tenía finali- Luis Javier Velasco Quintana y la portada de su libro. zado, introduciendo muchas precisiones y, sobre todo, aumentar muchos datos que resultaban desconocidos o en algunos casos imprecisos. Accedí a los diarios de navegación de tres buques de la Armada implicados en la búsqueda, así como a varios y amplios informes elaborados por parte de las distintas autoridades militares de la Marina. Fue un trabajo muy costoso la reescritura del libro, pero tenía que ser así, no lo concebía de otra manera tras acceder a tanta y tan importante información. Para que puedas hacerte una idea, ese trabajo extra vino a suponerme en horas de edición como la escritura de una novela de cerca de doscientas páginas; no fue sencillo, pero la memoria del “Fausto” lo merecía. ¿Cuáles son las grandes incógnitas de esta historia? Pues lo cierto es que hay bastantes incógnitas aún vigentes, como por ejemplo sus repetidas desapariciones, que resultaron extrañas, sobre todo la segunda de ellas, dado que a partir de la misma entraron en escena de forma simultánea varios aviones del Ejército del Aire y durante una quincena de días no pudiendo localizarlo para el asombro de todos. También la consideración del “Fausto” como un probable “objeto o barco maldito”, porque su historia no ha sido precisamente buena, como reconstruimos en el libro. Para no extenderme demasiado y como guinda del pastel, durante nuestra investigación dimos con algo muy valioso y desconocido para nosotros: la existencia de una libretita manuscrita que, a modo de diario, fue escrita por Julio García Pino, uno de los tripulantes. En esas hojas, sin la menor duda, iba relatando las vivencias, sensaciones y pensamientos que tenía mientras estaba a bordo del pesquero. Pues bien, misteriosamente, alguien arrancó todas las páginas de la libretita de cuadros, dejando únicamente la última página en la que éste se despedía tiernamente de su mujer, a modo de testamento, indicándole unas breves instrucciones para su vida futura sin su presencia, etc. ¿Qué ponía en aquellas páginas arrancadas del cuadernillo?, ¿porqué nos privaron de saber su contenido? En mi opinión, este es sin duda el más seductor de los interrogantes que acuna el “Fausto”, aunque en el libro el lector encontrará varios más. Desde tu punto de vista, ¿cuál pudo ser el destino final del “Fausto”? Si soy sincero y ante la falta de pruebas que puedan inclinar la balanza hacia uno u otro lado, prefiero quedarme con la opción más sencilla, que no es otra que el encadenamiento de una serie de pequeños infortunios, que unos tras otros dieron cuerpo a toda esta increíble desgracia. Es posible que de haber variado alguna causa o condición, incluso sin demasiada importancia, hubiera permitido que el resultado fuera distinto. A veces en la vida se dan este tipo de vicisitudes absurdas que dan como consecuencia grandes catástrofes, como es el famoso accidente de Los Rodeos, en el que precisamente una serie de pequeños infortunios y/o contratiempos, encadenados permitieron este increíble accidente con 583 fallecidos. Volviendo al asunto del “Fausto”, no podemos saber a ciencia cierta si estuvieron muy cerca de poder ser rescatados y, por determinadas circunstancias, terminaron sufriendo el funesto final que tuvieron. ¿Quién sabe si con ese diario extirpado hubiéramos sabido algo más? Esta es mi opinión, claro, aunque nadie ha podido aclarar hasta el momento el destino final del pesquero. Tal vez, y ese es un deseo que expreso en voz alta, con la publicación del libro se remuevan los recuerdos y alguien aporte algo que suponga una nueva pista. Por desgracia el tiempo juega en nuestra contra, pero quién sabe. TERRITORIO DEL MISTERIO Y SANTA CRUZ MISTERIOSA Hace una semana el Ateneo de La Laguna acogió con notable éxito el desarrollo del I Encuentro Canarias Territorio del Misterio, un maratón de charlas que pretendía, y lo logró, acercar al público asistente un sorprendente abanico de temas canarios en los que el misterio y lo insólito ocupan un lugar destacado. No es momento ni lugar para detallar cada una de las charlas, pero sí al menos para aplaudir la iniciativa y poner de manifiesto que existen muchos temas aún por explorar, territorios en los que investigar e historias asombrosas por rescatar. Y todo ello con independencia de que ese patrimonio de creencias, de relatos y tradiciones mágicas tenga o no una base real sobre la que sustentar sus aspectos más asombrosos. Durante el encuentro se conocieron nuevos casos e historias relacionadas con las extrañas luminarias que continúan apareciendo tanto en Mafasca, Fuerteventura, como en la Vega Abajo en La Gomera. Atónitos asistimos al relato de observaciones de un “hombre con el cuerpo lleno de escamas” en una playa de La Palma, o descubrimos que en ciertas regiones de Tenerife existen zonas encantadas que la gente evitaba transitar para no correr el riesgo de esfumarse, de pasar a otro mundo. La segunda edición de este evento, con nuevos temas, se está preparando para el mes de marzo en la isla de Gran Canaria, pues este formato ha nacido con vocación de continuidad y de itinerancia. En todo caso, la iniciativa se complementará con otras actividades puntuales, charlas, rutas y exposiciones que enriquecerán el formato. La actividad más inmediata será una ruta alternativa y mágica por la ciudad de Santa Cruz, en busca de misterios, leyendas y singularidades de la capital tinerfeña, aspectos inéditos o que pasan desapercibidos por falta de atención. Más datos en www.territoriodelmisterio.com p8 domingo, 14 de diciembre de 2014, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 958 E l coaching ejecutivo y político es un método de comunicación muy potente y una práctica corriente en numerosas empresas y áreas de gestión. Ya sobrevivió al efecto de la moda y ha pasado a ser una práctica necesaria para el buen funcionamiento de los ejecutivos y directivos-políticos, al igual que es adecuado para cualquier persona que desea avanzar. El proyecto político no deja de ser un proyecto empresarial, de gestión y dirección, de definición, ejecución y evaluación de objetivos y de selección de equipos que nos apoyen a lograr los objetivos de nuestro programa político. En general, hoy todos hablamos de la política, pero difícilmente podemos hablar de la gestión política; ese ámbito queda estrictamente enmarcado y protegido por cada político, y es en ese lugar donde el coaching político se desarrolla, logrando que nuestro cliente tenga una mayor conciencia de él mismo y de los demás, una mayor claridad de los diferentes factores en juego en las situaciones personales y profesionales y, por consiguiente, una toma de decisión con el distanciamiento adecuado. El término “coach político y ejecutivo” nos acerca a una persona que nos ayuda a lograr unos objetivos, contribuyendoa que nuestro cliente clarifique situaciones, fije objetivos, los alcance por sí mismo y elimine los obstáculos internos que le impiden alcanzar su máximo nivel. En definitiva, a ir más allá del lugar donde normalmente te quedas. El proceso te abre nuevas realidades hasta ahora no analizadas para que tú elijas y decidas. Este método interactivo crea transparencia, motivando el avance hacia los objetivos personales, proporcionando mayor enfoque y conciencia de las posibles soluciones. El coaching toma como punto de partida la situación actual para llegar adonde le gustaría en un futuro. El coach trabaja con el cliente su plan B, es decir, lo que le espera una vez haya terminado este proyecto político o la consecución de determinada meta. Le ayuda a centrarse en el objetivo de su proyecto político, independientemente de su proyecto personal, lo que genera suficiente margen de comodidad en la toma de decisión, focalizando su objetivo de desarrollo. El proceso de coaching tiene una duración determinada y se fundamenta en una demanda explicita del cliente, al que llamamos coachee. El proceso está limitado en el tiempo y éste está vinculado al establecimiento de los objetivos y a su cumplimiento. Tiene, por lo tanto, un enfoque muy ejecutivo mediante un programa de sesiones previamente definido. El gran reto de un coach político es combinar el trabajo de los asesores estratégicos, de campaña, de comunicación, y conectar todo ello con lo que el candidato piensa. En función de la necesidad, se mantienen reuniones periódicas con los miembros del equipo que se designen, “COACHING” POLÍTICO • El “coaching” político es un acompañamiento para que el líder sea el mejor político que puede ser. • De mi proyecto personal al proyecto político, mi plan B Texto: Maite Fernández Valderas (psicóloga. Especialista en Coaching Ejecutivo y Político) [email protected] para facilitar la consecución de los objetivos concretos planteados por el cliente. ¿Para qué el coaching politico? ● Definir el proyecto político y los valores fundamentales que lo orientan. ● Generación de discursos con objetivos claros. ● Favorece el análisis del entorno y sus actores en los diferentes ámbitos sociales y políticos. ● Genera comunicaciones más efectivas, tanto en el ámbito personal como en el ámbito organizacional/institucional. ● Desarrolla la autoestima y el sentimiento y el ejercicio del poder personal. ● Permite identificar los paradigmas organizacionales/institucionales con los cuales la organización gestiona a las personas y concibe la tarea. ● Facilita el desarrollo organizacional/institucional. ● Reduce los conflictos internos y genera resoluciones innovadoras. ● Ayuda a desarrollar las competencias de liderazgo optimizando la gestión. ● Potencia el desarrollo del pensamiento estratégico, minimizando riesgos o escenarios posibles. ● Favorece el respeto de los acuerdos y compromisos. ● Optimiza el funcionamiento de los equipos. ● Rompe la soledad del directivo/político. “Nada es para siempre” Esta corta frase resume lo que muchos psicólogos pensamos todos los días durante el desarrollo de nuestra profesión, en los diversos ámbitos de actuación. Nuestra profesión se quiere dirigir, concretamente, dentro del ámbito de la empresa, a la gestión política y organizacional, hacia un modo de ac- tuación muy ejecutivo: con objetivos y resultados, y mostrando día a día que nuestra intervención en determinadas situaciones es puntual, supone un apoyo concreto, sin análisis o valoración clínica, y entendiendo que los esfuerzos se dirigen en mayor medida al desarrollo futuro y no al análisis de la situación anterior. Apostamos por una visión de la profesión más dinámica, adaptada a las situaciones del cambio actual, y a potenciar dentro de la empresa la psicología como un valor en alza. Si nos preguntaran si cualquier persona, independientemente de su trayectoria, puede ser un coach, formándose adecuadamente, respondería que sí, pero un sí con matices. Evidentemente, el método es universal, pero la trayectoria y formación del coach, de alguna manera, aportará aspectos diferentes dentro del propio proceso de coaching y garantizará su rigor. El psicólogo siempre nos garantiza y aporta el rigor y conocimiento implícito en la base metodológica y en las herramientas de aplicación del coaching y, quizá, nos tendríamos que plantear que un psicólogo, por serlo, ya es propiamente coach en muchas de sus actuaciones.