Libro Poemas, E Gumucio - Sagrados Corazones
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Libro Poemas, E Gumucio - Sagrados Corazones
65 POCO SÉ DE DIOS, PERO LO RECONOZCO ASÍ DE INCÓGNITO POR LAS CALLES DE NUESTROS CALVARIOS 66 EL ROSTRO DEL HIJO54 El rostro del Hijo nos está mirando misteriosamente; desde cada rostro Dios, en cada hombre nos está mirando. Desde el rostro puro de un niño pequeño; desde el rostro triste de un pobre humillado; desde cada rostro alegre o lloroso, el rostro del Hijo nos está mirando. Y un día tendremos que escuchar trompetas y al Hijo del hombre glorioso en su fiesta, mirarlo a la cara. Oiremos su voz tan cierta y tan clara: «lo que al más pequeño de esos, mis hermanos, hiciste de bueno o hiciste de malo, conmigo lo hiciste»55. El gozo o el llanto te juzgan por siempre, te quedan mirando. Dios en cada rostro ya te está juzgando. 54 55 Publicado en Canto desde el centro p. 15. Ver Mateo 25,31-46 67 CONTEMPLACIÓN DE LA CRUZ De larga historia fuimos hiriéndote, en el comienzo, en el medio y el final, pecado a pecado, clavo a clavo. No fueron sólo los malvados de tu tiempo; yo también iba con ellos. Te llevaban prisionero; yo también iba con ellos; te clavaban en la cruz: yo te clavaba; te insultaban malherido: te insultaba y en la soledad del monte me quedaba indiferente a dejar que muriera escarnecido un inocente, mi mejor amigo, Jesucristo de la gente. Te clavaba mi silencio ante el hombre torturado; en mi hermano con hambre, mi silencio te insultaba. Seguimos hoy día martillando, pecado a pecado; clavo a clavo, al Señor del pueblo adolorido, al Señor de los humildes humillados. Te hemos visto traspasado por los bidonvilles de París, crucificado, por las chabolas, y las favelas y por las «tomas», los campamentos y las «callampas» de Chile, de Brasil, de Colombia; por los «pueblos jóvenes» del Perú56, por las sarnosas ratas que circundan la gran ciudad, por los cartones sucios que cubren el dolor de la miseria, por las noches de frío, por los días de calor. Vi al pueblo de los pobres comprando el agua por litros en las arenas pobladas de Lima, a pocos metros de los jardines y las fuentes de San Isidro; pensé en la caña y en la esponja de vinagre en los labios resecos de mi mejor amigo, Cristo. Y vi a los niños de la ciudad cargando leños y tablas del basural; en sus carritos de malamuerte: te veía a Ti subiendo la cuesta con todas las cruces; con todas las cruces que te levantamos. Pero muchas cruces forman barricada; y el pueblo sufriente encuentra entre sus filas, las manos de Dios, el Victorioso. Él es el Señor; su nombre brilla en la frente sudorosa, 56 Poblaciones callampas, tomas, bidonvilles, pueblos jóvenes, etc.: asentamientos urbanos de extrema pobreza. 68 en la esperanza porfiada de los pobres. No podréis ocultarlo, clavado, ahora, en estas cruces, cada día; no podréis borrar su sangre con mentiras, titulares en vuestros periódicos, en vuestra Televisión, en lo alto del Calvario estáis gritando siempre: «¡Marxista, comunista, blasfemo, terrorista!»; pero, en el templo, el Cristo de los pobres, va rasgando el velo y la cruz levantada rompe muros de mármol y cajas fuertes, sin odio, sin violencia; porque el poder de los pobres y la fuerza del pueblo se llama: «Jesucristo, Nazareno, Rey de los judíos». Ese nombre ha sido escrito en todas las lenguas y sigue clavado como una bandera en las afueras de todas las ciudades. 69 LA HUMILDE QUEJA DE LOS POBRES57 Hermano, estabas tan lejos que no alcanzaste a oír el trueno; no alcanzaste a ver el rayo. Dormías cuando la tempestad vino sobre nosotros y destruyó nuestra vivienda. Después dijiste desde el interior de tu confortable morada: «No ha habido trueno, ni rayo, ni tempestad...» Hermano, estabas tan repleto de éxito, tan ocupado en tu propia seguridad, que no cabía en tu corazón el recuerdo de los ausentes. Tu fiesta terminaba en el muro posterior de tu mansión. Más allá estábamos los pobres y Dios. Tú celebrabas la privatización de las empresas; nosotros teníamos una asamblea para organizar un fondo común para cesantes. Pienso, hermano, que estás equivocado, no por maldad, sino por lejanía. La verdadera fiesta está donde Dios se llama caridadsolidaridad y se comparte el gozo de ser de su parentela. También tú eres de la familia. Abre tus ojos, tus puertas y tus ventanas; y ven a la fiesta del Padre. Te pido que abras tus puertas y ventanas para cerciorarte del sol, porque hasta ahora tú has preferido leer El Mercurio para saber el pronóstico de los tiempos. Abre tus ventanas y asómate. Escucha el clamor de tu pueblo: es un trueno; abre tus ojos, mira, que es un rayo. Si te quedas contigo mismo, encerrado entre los tuyos, instalado en tus pantuflas, a puertas cerradas, a ventanas tapiadas, dejarás a Dios a la intemperie, al otro lado de tu vida. «Donde está tu tesoro, está tu corazón»58. Si tu tesoro se llama propiedad, capital, seguridad, poder para tener más; tu corazón anda en mala compañía. Se vuelve limitado como el terreno cercado de una propiedad. Se vuelve materia, como la espesa consistencia de tu capital adorado. 57 58 Publicado en Canto desde el centro p. 43. Mateo 6,21 70 Se vuelve encogido y temeroso, necesitado de más y más seguridad. Se vuelve frío e injusto como el poder al servicio de la riqueza. Ven, triste hermano, abre tus ojos. Míralo a Él, desnudo en la cruz. Míralo de brazos abiertos, ensanchando el mundo con un amor en que caben todos los hombres de buena voluntad. Escucha el trueno. Míralo en la luz de su resurrección, fulgurante como un rayo. Míralo glorioso a la manera humilde de Dios: viviendo, muriendo y resucitando entre sus pobres. 71 LAS MANOS DE LOS CESANTES59 Esta mano es la de un trabajador chileno: surcos y venas salientes. Fíjate en los dedos duros, encallecidos. La piel está reseca, morena, color de tierra. Son manos de larga geografía: en las pequeñas grietas y en todo el contorno de las uñas hay restos de minerales y sedimento de la historia de todo el país. Manos limpias, pero como son limpias las rocas trabajadas por el mar y por los siglos. Mano recia, piel de lagarto: domadora de motores, caricia de tornillos, negra de aceites, blanca de harina y de cementos, rubia de trillas, roja de vendimias. Y suave, respetuosa de la flor, y justa de milímetros y micrones, precisa, fina de hilos; y segura de palancas y manubrios y bridas y cachos de toro. Tierna mano de abuelo, de padre, de novio enamorado. (Cogió el cintillode la niña y el cabello y el chupete de la guagua en la micro, una tarde de domingo, mientras duermen las manos en las manos). 59 Fechado el 1 de mayo, Día del Trabajador, 1983. Publicado en Canto desde el centro pp. 72-74; y en A. OPAZO y P. FRÍAS (editores) Esteban Gumucio, Testigo de Nuestro Tiempo. Santiago: Congregación SS.CC. 2001. pp. 175-176 (En adelante citaremos como Testigo p.). 72 Pero la mano busca la materia, inquieta pregunta trabajos, humillada de no ser mano siendo mano. Y acusa, abierta o empuñada... La dejaron como sarmiento inútil; la amputaron de Chile, le quitaron la auténtica bandera: esa que hace pan, casa y camino, la que canta martillos y ruedas y poleas de máquina. En las noches, los cesantes esconden la mano: después, en silencio, la levantan hacia el cielo. A tientas, encuentran un madero y otro madero un clavo y otro clavo y las manos carpinteras... Los trabajadores cubrían de cruces el horizonte. Al alba, resucitarán las manos heridas y serán de nuevo manos de alfarero que moldean a Chile solidariamente, digna y democráticamente. Alegres manos libres de trabajadores libres. Pero ahora, en la noche busca mi mano; dame la tuya. Es preciso reconocer la señal, al tacto, sin palabras, las inconfundibles, las insobornables nobles manos: una con otra, en la noche, miles y cientos de miles y millones, todas, todas las manos. 73 NO HAY TRABAJO60 Están allí clavando silencios los maestros carpinteros. «No insista, no hay trabajo». La madera grita a las manos. Las manos duras se miran y se frotan. Puerta de roble, puerta de pino; desesperante silencio de los martillos. Pero, ¿cómo que no hay trabajo? Dicen que van a tomar gente... oiga... pero si a lo mejor... No hay pan, dice la mano derecha. No hay dinero, dice la mano izquierda. Entonces vendes tu formón... ¿Mi formón?... dicen las dos manos. Te darán apenas para pagar el microbús. Vendes también el martillo. Un poco de azúcar para la guagua. Protestan los callos de las manos; pero las manos duras toman al niño. Lo colocan a caballito sobre las rodillas. El carpintero llora. Pero que no lo vean. Es macho recio el carpintero. La mujer dice: «Te acuerdas cuando te caíste del andamio. Anda a ver a esa constructora, a lo mejor...» ¡Y vendo también el serrucho! Ella disimula. No dice nada. Las manos de la mujer dicen: nos arreglaremos de cualquier forma. El carpintero acaricia el madero. Le clavan el alma al Nazareno. 60 Publicado en Testigo p. 71; y en revista Pastoral Popular nº 187 (1988), en contratapa, bajo el título de Los maestros cesantes. 74 SILABARIO 1. PAN61 La distancia entre Dios y nosotros se mide por los kilómetros y miles de kilómetros de la fila de los que mueren de hambre. La distancia entre Dios y nosotros se mide en las horas y días y siglos de llanto de un tercio del planeta. La distancia entre Dios y nosotros se mide en espacios de separación, en abismos de diferencias entre pueblos y pueblos. El pan acorta la distancia y la mano solidaria cruza el tiempo y atraviesa el misterioso espacio. Dios amasó su pan en la mesa de los pueblos, al rescoldo de nuestra ceniza; en nuestros hornos de barro encendió su fuego. Una mujer le entregó su harina y el Espíritu fue la levadura. Desde entonces el trigo y el fuego lloran, murmuran y rugen, entre las multitudes hambrientas, con la voz de Dios, el panadero. Desde entonces, el canto primero de la esperanza tiene fragancia de pan en nuestras ruidosas ciudades repletas de miseria. «Pan» es la palabra que retumba de dolor en los flancos de nuestra Cordillera, o en el saqueado Norte del Brasil y en las oscuras galerías del oro, del cobre, de la plata y del carbón y sube hasta Dios en ofertorio, con la sangre de Romero62. 61 Fechado el 30 de junio de 1981, Arequipa, Perú. Publicado en Canto desde el centro pp. 54-56; y en Testigo pp. 183184. 62 Alude al Arzobispo de San Salvador, Mons. Óscar Romero (1917-1980), asesinado el 24 de marzo de 1980, mientras celebraba la Eucaristía. 75 El hambre de hoy es cuna de la palabra. El niño nace entre puñales, cortando, dividiendo, penetrando. Viene desde los más humildes de la tierra como chispa de fuego, inquieta de pan. El pan de ahora mueve y descoyunta, sale de los templos a las calles. Solidario y confidente, Dios se ha hecho pan para sus pobres; no para sus ángeles, ni para los saciados del mundo financiero. Pan de los pobres, piedra de tropiezo, entonces, ahora y siempre; pan del abandono, pan de la bolsa cargada de dinero a las espaldas de todos los Judas, entonces, ahora y siempre. Y dice Dios, el Panadero, que no quiere cantos de labios, sino piernas fraternas que atraviesen por sus puentes. Y dice Dios, el Panadero, que no quiere templos si no estamos dispuestos a cantar el salmo de sus pobres. Y dice Dios que no quiere cena sin el quemante pan de la pobreza. Cuando pidas pan, levanta la cabeza niño; pero, ¡levanta la cabeza!... El pan tiene buen sabor cuando lo compartes. El pan sin amor no alimenta. El pan del egoísta se pone añejo. 76 INVIERNO (EN CESANTÍA)63 Mi pasaje es yermo de soledad en el interior del invierno. Como borrachos perdidos viajan las últimas hojas; el viento las lleva a no sé qué rincones tiernos. Aullando solo entre las sombras, me sumerjo en el llanto de los perros. Y yo digo «otra mañana... otra mañana», cuando están mis manos en silencio. Y el hambre le va preguntando al frío su nombre detrás de la puerta donde duermo. En la casita azul canta un niño el silabario y le responde el bordón de mi lamento: Carlos Antonio Pérez, cesante, ilustre candidato al cementerio y en mortaja me llevan las banderas de mi patria azul y blanco y rojo; hambre, frío y viento. 63 Publicado en Canto desde el centro p. 71. Tras seis años de lenta recuperación luego de la gran crisis de la economía chilena de mediados de los setenta, sobrevino otra gran recesión en nuestro país. Entre 1982 y 1983 el Producto Interno Bruto (PIB) cayó más de un 16% y la cesantía llegó a un 30 %. (Fuente: H. Beyer y otros. Apertura comercial y desigualdad salarial en Chile. Santiago: Centro de Estudios Públicos CEP, 2000). 77 AÑO NUEVO DE LA ESPERANZA. SALMO64 La vida de muchos aquí, en mi tierra de Chile, es la de un perro hambreado y encadenado: busca la sombra, se esconde en su cajón miserable, asoma apenas la cabeza para mirar desde lejos la libertad. La dictadura nos roe las entrañas: noche tras noche, tejemos esperanzas doce años frustradas. Me levanto y el día se me hace interminable. Mis manos no saben qué hacer en esta solemne profesión de cesante crónico. Mi cerebro da vueltas y vueltas hasta el último eslabón de mi cadena, buscando la fórmula de sobrevivir hasta mañana. Si por lo menos pudiera gritar mi hambre por las calles de mi ciudad; pero me acosan por las esquinas sus carros blindados, me ahuyentan con sus balas asesinas. Me dijeron mis amigos: «Hazte vendedor de cualquier cosa; coge tu guitarra y sube a cantar en los buses... ‹Señores y señoras: no es por molestarles; soy padre de tres niños... sólo vengo a solicitar la ayuda que ustedes puedan darme...›» Derrotado cada tarde, quise vaciar mis horas en el cuadrado luminoso de la televisión. Aprendí a conocer los bancos más seguros, los modelos de vestidos y las cosas más ricas que se pueden devorar con los dientes del deseo. Aprendí a correr en lujosos automóviles por las calles de San Francisco, y a calcular que da lo mismo ser malo o ser bueno, descontados los muertos que dejan los buenos en Hong-Kong, cuando son más que los muertos que dejan los malos en el barrio de Bronx o en los burdeles de Miami. Y después las noticias: todo estaba bien por estos lados. La gente en todas las provincias aplaudía la llegada 64 Fechado el 11 de diciembre de 1985. Publicado en Canto desde el centro pp. 75-77. 78 de las charreteras de todos los Generales. Se inauguraban jardines y se cerraban universidades. Siempre todo bien, en perfecto orden: unas cuantas bombas, como en todas partes, y unos cuantos millones de cesantes, como en todas partes, y el dólar, como en todas partes, y los Derechos Humanos, inventados por los marxistas, como en todas partes. A lo mejor habrá que hacer leyes para el caso de haber elecciones el año 2000... Y escuché también que los curas hacían Ejercicios de San Ignacio en las cómodas cárceles de la nación, pobladas de dirigentes y ratones, conforme a todas las leyes de la normalidad estrictamente constitucional, en vistas a preparar la visita del Papa65. Pero, Señor, yo sé que esta historia la estamos haciendo los hombres. Somos granito de arena y brizna de pasto seco. Debajo de toda la sangre y debajo de nuestra oscura caminata de miedo, Tú siempre vienes caminando en busca de lo perdido. Señor de lo imposible, ¡creo!... ¡ven! Y que reverdezca este pueblo que estaba perdido. 65 El Papa Juan Pablo II (1920- 2005) visitó Chile en abril de 1987. 79 CREER66 Creer que el siervo aplastado triunfa. Creer que mi pueblo humillado está atravesado de Dios. Creer que este cuerpo enfermo brilla y su carne resplandece por el revés de la trama, en la verdadera historia que vamos haciendo, en la oscura presencia de Cristo. Esperar detrás de la nube. Esperar tensamente la mañana. No esperar en el dólar, ni en la punta de la espada. Esperar en la cruda verdad. Esperar con la esperanza de los pobres. Viven y se multiplican y saben que el Señor está de su parte a la vuelta de la esquina, más acá y más allá de la muerte. Esperar en los niños porque son el futuro desde el ahora. Poco sé de Dios; pero no importa. Me importa más que mi vida. Y Dios no es lo que imaginas, ni lo que dicen los libros, ni siquiera lo que dicen los libros de Teología. Dios se asoma por debajo de las líneas escritas y habla a los niños. Ayer lo vi sacudiendo el saco sucio de un recogedor de papeles y jugando fútbol con Manolo, el hijo de la señora tísica de la esquina. A Dios lo tienen suprimido por decreto en las plazas donde deberían juntarse los trabajadores. Pero Él está ayudando a los muchachos que escriben libertades en los muros de la Municipalidad. A Dios no le importan mucho los altares ni le ofende mucho que le quemen templos de madera; lo que le importa a Dios son las mujeres y los hombres y los niños que se juntan en el templo; y Dios estaba humillado esa noche en que azotaron a Pablo en el sótano de la CNI67. 66 Publicado en Testigo p. 137-139. 80 Y estaba llorando de frío y humillación cuando desnudaron a Juan Carlos y le pusieron electricidad. Dios tiene unos templos de arquitectura de carne y de sangre, unos templos pobres quemados cada día por los idólatras del dólar... Los saquean por hambre y cesantía. Dios tiene unos templos tan delicados como un pequeño niño que llora su pan que le han robado los magnates de la Bolsa de Comercio. Poco sé de Dios, pero lo reconozco así de incógnito por las calles de nuestros calvarios y le reconozco su voz en las palabras y en los gestos de su Hijo. Quemaron una iglesia y tres y cuatro... Nunca se sabe quién, cuando no se quiere saber. A Dios no le importa mucho que destruyan el templo de madera o de piedra; a Dios le importa el dolor de los pobres que lo construyeron; a Dios le importa el motivo de las llamas. A Dios no le importan mucho los altares, ni le ofende mucho que se desmoronen los ladrillos y se pongan negros de humo los ángeles de yeso; lo que le importa a Dios son los hombres, las mujeres y los niños que se juntan en el templo a escuchar la Palabra, a comentar la vida, a encender la esperanza, a decir la verdad. Dios tiene unos templos de arquitectura de carne y sangre, unos templos pobres quemados cada día por los idólatras del dólar. Están quemando las naves de la catedral del mundo que son los pobres. 67 Central Nacional de Informaciones (CNI), creada por el gobierno de Augusto Pinochet en agosto de 1977 para suceder en sus funciones -con las mismas atribuciones y agentes- a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), que tuvo a su cargo principalmente la represión violenta de los opositores al régimen que imperó en Chile desde 1973 a 1989 (ver nota 72). La CNI fue disuelta el 22 de febrero de 1990, días antes del traspaso del mando militar al gobierno democrático de la Concertación. 81 Están destruyendo las nervaduras del pueblo, echando al suelo las columnas de su dignidad. El hambre de los hijos es un sacrilegio. Dios tiene unos templos delicados como de cristal. Se construyen en el corazón de la comunidad. Sus muros son de justicia, sus ventanales dejan entrar la paz. Cuando los pobres construyen con Dios estos templos de fraternidad, vienen de noche los que temen al pueblo participante y queman el cascarón de madera, el signo de la comunidad. Poco sabemos de Dios, pero no importa: nos importa más que la vida. Algo conocemos de sus gustos; algo sabemos de sus preferencias. Están los pobres mirando los escombros, las vigas negras, el piso quemado, como en un velorio. Los perros no se atreven, olfatean el silencio, se quedan en la parte de acá de las ruinas. Por los corazones, por el silencio denso, los hombres y las mujeres doloridas piensan que ya no se puede más, que hasta las iglesias las están quemando, que a los pobres no les dejan ni su lugar de oración, ¡ni sus tablas de esperanza! Quemaron una iglesia. Quemaron tres y cuatro iglesias. Pero nunca se sabe quiénes son los incendiarios. Nunca se sabe, cuando no se quiere saber. A Dios no le importa mucho. 82 A MANERA DE SALMO68 ¡Es verdad...! ya por siglos lo dijeron los profetas. Es verdad: «Él levanta del polvo al desvalido» y se rompe la fuerza del violento. Él camina al lado del cesante. Él sostiene la esperanza que flaquea. Él va con la madre a la farmacia y recorre las distancias de su angustia. Él se sube a los buses suplicando que le dejen cantar por dos monedas. Él estaba a la vuelta de la esquina esperando a los hambrientos; compartiendo la sonrisa de paciencia, encendiendo los fuegos interiores. Él se sienta a conversar con los muchachos que dibujan mundos nuevos de justicia. Él construye los pilares de la vida a partir de unos panes de pobreza fraccionados, compartidos en su nombre. El trono de su gloria está escondido. No lo busquen en las nubes, ni en discursos arrogantes. En el corazón de su pueblo está su trono. Búsquenlo, está cercano: los humildes lo descubren. En la fuerza del amor, su señorío; en el gesto unitario, su victoria. Y Él guardará los gemidos de sus pobres; escuchará el clamor de los mundos marginados. Recorrerá una a una las prisiones injustas, visitará nuestras ollas populares, mirará las manos ofendidas, bajará a los sótanos de la tortura, viajará a los extremos del mundo a consolar a sus hijos exiliados; apretará la mano de la viuda del desaparecido, cobijará en su manto a los huérfanos, caminará con su pueblo los senderos de libertad. 68 Publicado en Canto desde el centro pp. 31-32. Este poema hace eco de 1 Samuel 2,3 y Salmo 113.