Entrevista a Jorge Morales Miranda, especialista en interpretación

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Entrevista a Jorge Morales Miranda, especialista en interpretación
Entrevista a Jorge Morales Miranda, especialista en interpretación del patrimonio natural y cultural Lima, 16 de noviembre de 2009 Por: Cinthya Bao ¿Qué se entiende bajo el término “interpre‐
tación” y cuál es la diferencia entre “la in‐
terpretación ambiental” y la “interpretación del patrimonio natural”? ¿Qué comprende el patrimonio natural? Lo que antes llamábamos recursos naturales ahora se tiende a llamar patrimonio natural. La gente que habla de patrimonio a secas lo asocia más con la cultura o la arquitectura, pero está refiriéndose al patrimonio cultural. A todos los elementos que hemos creado los humanos los llamamos patrimonio cultural, y a lo que nos aporta la naturaleza lo llamamos patrimonio natural, incluyendo la luz del sol. La interpretación se llamó hasta mediados de los años 80 “interpretación ambiental”, por‐
que surgió en los espacios naturales protegi‐
dos o parques nacionales. Lo más lógico era entonces que se llamara interpretación am‐
biental porque hablaba de fenómenos natu‐
rales que acontecían en esos parques. Se trataba de parques muy aislados, principal‐
mente en Estados Unidos y Canadá, sin pre‐
sencia humana visible, aunque a lo mejor sí tenían presencia arqueológica, pero lo que estaba visible y lo que la gente iba a ver eran las maravillas naturales y paisajistas, anima‐
les emblemáticos, bosques maravillosos. Luego, por mimetismo y, diría yo, coopera‐
ción, este concepto llegó a las áreas natura‐
les protegidas de América Latina, y lo hizo con el apellido “ambiental”. Pero, como la interpretación es un conjunto de técnicas de comunicación que sirven exactamente igual para explicar una catedral como para explicar un parque, el apellido de ambiental quedó muy corto, porque hay otra gente que aplica la misma metodología de interpretación pero que trabaja en sitios arqueológicos, cascos urbanos o históricos. Por tanto, se buscó un concepto más amplio y se llegó al concepto de heritage –probablemente adoptado por los ingleses‐, que incluía natural heritage y cultural heritage y que se traduce como “pa‐
trimonio”. Entonces tiene más amplitud hablar de “interpretación del patrimonio” que de “interpretación ambiental” aunque en sus orígenes se llamó así y aún hoy se use en algunas partes. Lo que se revela a los visi‐
tantes es fundamentalmente patrimonio natural, pero tiene más sentido integrar el patrimonio cultural con el patrimonio natural y verlo como una sola entidad, aunque a veces haya que estudiarlo por separado. Lógicamente no voy a contratar un biólogo para que me haga una excavación arqueoló‐
gica, contrataré a un arqueólogo, y no voy a contratar a un arqueólogo para que me estu‐
die los murciélagos. Pero cuando al público se le presenta el murciélago hay que hacerlo como entidad zoológica en su relación con la cultura y con las sociedades donde se ha desarrollado y que han convivido con él. El patrimonio cultural no está en el aire, está inmerso en una realidad territorial que tiene una dimensión ambiental, modificada o alte‐
rada, pero todas estas modificaciones forman parte de la cultura. Entonces, la interpreta‐
ción busca lo esencial de los significados de todos estos procesos, por una parte cultura‐
les, por otra parte naturales, o en simbiosis; busca lo más elemental, lo mas sintético, porque a la gente no se le puede contar todo; y además elige los métodos para transmitír‐
selo de la manera más efectiva y amena po‐
sible, para que la gente no se aburra cuando le están explicando. Este es el pecado que cometen muchos museos y guías turísticos, te dan demasiada información y llega un momento en que la gente “desconecta” y dice “me pareció interesante al principio pero estoy de vacaciones, no vine aquí a estudiar”, perdiéndose así la oportunidad de que comprenda el lugar que está visitando. ¿La interpretación siempre está ligada al turismo? No necesariamente. Por supuesto tiene que ver con él, porque es uno de los lenguajes para transmitir los valores del lugar a los turistas, pero la interpretación es para toda la gente. La interpretación también incluye dentro de sus destinatarios a los habitantes de las propias localidades, que están a lo mejor de paseo, relajados, en su tiempo li‐
bre, pero a los que no se les puede conside‐
rar turistas pues, según la definición, turista es el que viene de fuera y pernocta. Depen‐
diendo del tipo de lugar, el turista es el factor principal que justificará la existencia de los programas interpretativos, pero otras veces la justificación es que la gente de una locali‐
dad valore su propia cultura, refuerce su identidad o tenga mejores lazos con su pro‐
pia comunidad. Aunque esto último también es relativo porque la interpretación no pre‐
tende ser la solución absoluta para proble‐
mas sociales o culturales, sino que es un granito de arena que puede contribuir a que la gente reflexione, a que valorice el patri‐
monio donde ha nacido o que está visitando. En este sentido, ¿la interpretación es capaz de lograr un cambio de actitud o toma de conciencia de una persona “común y co‐
rriente” con respecto a su papel en el cuida‐
do del medio ambiente, los recursos natura‐
les, el clima? Sí, porque sino ¡apaga tu grabadora y vámo‐
nos! Si no fuera así, no tendría sentido hacer ese trabajo. Se podría hacer como algo pinto‐
resco, pero la misión de la interpretación es generar en el público una actitud positiva o de respeto. Cualquier programa interpretati‐
vo debe tener una base, un propósito, y mi propósito no es que la gente comprenda los valores sino que, gracias a que los compren‐
de, aprecie, y el aprecio es una actitud. Eso es lo esencial en la interpretación. Ahora la interpretación es más humilde, no es tan ambiciosa como lo era hace 15 años, cuando los programas interpretativos pretendían generar comportamientos positivos en el público. Según los estudios científicos de psicología, no hay garantía de que un deter‐
minado mensaje o información genere cierto comportamiento en el público; no hay rela‐
ción directa entre mensaje y comportamien‐
to, salvo comportamientos muy específicos o concretos como si le explicas a la gente las razones por las cuales no debe salirse del sendero y no lo hace. Pero, pensar en un comportamiento más favorable con respecto al patrimonio natural, patrimonio cultural o a ambos es casi inconcebible, no se puede predecir. ¿Cómo se relaciona la interpretación con la comunicación y la educación ambiental? La interpretación es el nombre que se le da a un conjunto de técnicas de comunicación. La interpretación es, ni más ni menos, una ma‐
nera de comunicar, una manera un poco sui generis, que tiene algunos matices porque depende mucho del contexto, y el contexto está dado por unas personas que están en su tiempo libre visitando un lugar. Ahí, cualquier tipo de soporte de la metodología de la in‐
terpretación, sea un panel, un medio audio‐
visual, un holograma o, en el mejor de los casos, una persona, comunica los significados del lugar. Entonces, la interpretación no tiene una relación con la comunicación sino que ES netamente comunicación, y se define como una comunicación atractiva con un propósito muy concreto. Algunos la llaman comunica‐
ción estratégica y, saliéndonos un poco del tema del patrimonio, es una comunicación que persigue el propósito de transmitir unas ideas para que estas puedan afectar de algu‐
na forma las actitudes de la gente. La relación con la educación ambiental está en que es uno de sus instrumentos, es decir, la interpretación –por mucho que sea del patrimonio cultural‐ es un apoyo a la educa‐
ción ambiental, si esta es concebida como un gran movimiento social con bases filosóficas pero que está apoyado en las distintas mane‐
ras de hacer pedagogía. Entonces, la inter‐
pretación es un tipo de didáctica que se apli‐
ca con unos destinatarios y en unas circuns‐
tancias muy concretas, y es un instrumento que va a servir para la educación ambiental cuando los propósitos tengan que ver con cuestiones ambientales. Es decir, no pode‐
mos quedarnos en que la interpretación y la educación ambiental solo tienen que ver con la naturaleza o lo que entendemos como el medio ambiente, sino que tiene que ver so‐
bre todo con las personas. Si tenemos que prevenir problemas de impacto causadas por las visitas de los turistas o por el desconoci‐
miento de los propios habitantes locales, la interpretación se puede utilizar como herra‐
mienta preventiva, seguramente bajo el pa‐
raguas de la educación ambiental. La gente que trabaja en educación ambiental puede utilizar la metodología de la interpretación como herramienta para su trabajo, pues esta no solo es para trabajar con turistas sino con cualquier tipo de personas, incluso con niños. Entonces, un intérprete no solo es un guía turístico… Un intérprete es una persona que utiliza las técnicas de la interpretación. Trabaja en un museo antropológico o arqueológico o en un parque natural como guardaparque. Es decir, el que lleva el apelativo de guía intérprete o técnico en interpretación puede estar des‐
empeñando distintas ocupaciones. Hay unos que diseñan materiales y trabajan todo el tiempo frente a una computadora; no tienen contacto directo con el público pero elaboran materiales que finalmente serán vistos por el público. En el mundo moderno actual, la mayoría de personas vivimos pendientes del paso acele‐
rado del tiempo y también más alertas de los peligros que existen en la calle. Por eso, sobre todo en las ciudades, estamos per‐
diendo nuestra habilidad para conectarnos con la naturaleza, algo que cada vez se hace más evidente en las nuevas generaciones. ¿Cómo podemos “reencontrarnos” con la naturaleza? ¿Puede la interpretación ser un medio para ello? Hay que hacer esfuerzos muy voluntariosos… La sociedad siempre ha ido cambiando, des‐
de el paleolítico hasta ahora, pasando por el neolítico que fue un gran cambio revolucio‐
nario del dominio del medio, y la tendencia siempre ha sido distanciarse de la naturaleza. Lo único que podemos hacer es paliar estas situaciones. Tampoco hay que rasgarse las vestiduras, es decir, en algún momento el sol se va a agotar, el planeta se va a enfriar, pues las cosas no son eternas, van cambiando, y lo único que podemos hacer es sensibilizar a la gente, concientizarla a través de programas educativos, campañas, métodos, estrategias, para generar acciones que en el fondo no son más que acciones paliativas. Puedo ser pesi‐
mista, pero creo que tengo los pies en la tierra. Lo que podemos hacer es evitar sufri‐
miento, sobre todo evitar insolidaridades, discriminaciones, despilfarros de recursos, pero no solucionar los problemas sino sim‐
plemente intentar evitarlos. La interpretación es un granito de arena más dentro de una múltiple cantidad de acciones empezando por las políticas de alto nivel y las decisiones económicas que dominan el mundo. Y la interpretación no es aséptica: al igual que la educación ambiental, parte de una determi‐
nada ideología, por lo que hay personas a las que les puede molestar un programa inter‐
pretativo porque va en contra de sus inter‐
eses comerciales o de grupo. Pero la interpretación se tiene que basar en el rigor, no en las creencias o la especulación. Intenta ser lo más objetiva que puede dentro de su subjetividad y presenta los hechos al público para que saque sus propias conclu‐
siones. No puedes imponer una determinada manera de pensar pero tampoco puedes hacerte de la vista gorda cuando ya hay cons‐
tancia de las causas de ciertos problemas del patrimonio natural y cultural. 

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