Las películas de António Palolo

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Las películas de António Palolo
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Las películas de António Palolo
Las películas de António Palolo
2012-11-06 19:00:46
Aunque en su pintura se puedan encontrar algunos elementos cinéticos, las películas mudas de António
Palolo ensayan caminos de experimentación perceptiva que su trabajo pictórico no pudo alcanzar y
radicalizan su búsqueda plástica. Hablar de sus películas implica, necesariamente, situar estos trabajos
en la historia del ‘cine experimental’ y repensar este ‘cine’ fuera de sus habituales categorías canónicas.
Paralelamente a su obra pictórica, António Palolo (Évora, 1946 – Lisboa, 2000) realizó, entre finales de
los años sesenta y a lo largo de los setenta, un conjunto de trabajos fulgurantes, hechos inicialmente en 8
mm y después en Súper 8, experiencias cinéticas a partir de las cuales emprende una investigación sobre
la luz, el color y el movimiento. Son películas muy poco conocidas que no fueron inscritas ni en su obra
pictórica ni en la historia del arte portuguesa, de la que podrían ocupar un capítulo importante. En ese
sentido, la reciente muestra comisariada por Miguel Wandschneider que le dedicó Culturgest (Lisboa),
fue una oportunidad de hacer dicha inscripción. Pero hablar de las películas de Palolo implica,
necesariamente, situar sus trabajos en la historia de las prácticas fílmicas, encontrarse con la de la
existencia obvia de un ‘cine experimental’ portugués y, además, repensar de manera crítica el concepto
de este ‘cine’ abriendo caminos fuera de sus habituales categorías canónicas (1).
Hablar de ‘cine experimental’ portugués es seguramente forzar la historia de un género que no existió
como movimiento, al menos como movimiento consciente de sí mismo. Hay elementos dispersos y
heterogéneos, eso sí, existe todo un cine muy poco tratado que nació fuera del ámbito cinematográfico,
vinculado a la poesía experimental, como, por ejemplo, algunos trabajos de Ernesto de Melo e Castro,
Ana Hatherly o Silvestre Pestana, o a las artes plásticas, como las películas de Noronha da Costa,
Ângelo de Sousa o Fernando Calhau, entre otros. Muchas de estas películas fueron proyectadas dentro
del proyecto SlowMotion en la ESTGAD (Escuela Superior de Arte y Diseño de las Caldas da Rainha),
creado también por Miguel Wandschneider en el año 2000. Un proyecto de investigación que duró tres
años y que mostró de manera antológica cine y vídeos hechos por diferentes artistas portugueses desde
las décadas de 1960 y 70 hasta finales de los 90, con intención de crear un espacio de discusión
constante sobre el medio fílmico. Fue en este contexto que se desveló por primera vez el conjunto de
películas de António Palolo. Desde ahí hasta la reciente exposición que le dedicó Culturgest, salvo en
pocas excepciones, sus trabajos fueron apenas proyectados, siguieron siendo en cierto sentido agujeros
negros, un “conjunto de futuros abandonados” (2).
De toda la obra fílmica del artista portugués fueron expuestas 12 películas, quedando aparte algunas de
ellas, como sus instalaciones de video y diaporamas, pues, más que privilegiar la abundancia de obras, la
exposición configuraba de manera ejemplar cada espacio de proyección como una experiencia. Los
primeros trabajos expuestos corresponden a una serie de tres películas mudas de animación en blanco y
negro hechas a partir de los procedimientos de collage y fotomontaje de la primera mitad del siglo XX.
Filmadas aún en 8mm a finales de los sesenta, combinan formas abstractas geométricas (círculos,
triángulos, cuadrados, rectángulos, cubos, rotoreliefs) con imágenes fotográficas de figuras humanas que
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se fragmentan y metamorfosean con un ritmo vertiginoso y humor delirante. Son las primeras películas de
Palolo y presentan semejanzas con los algunos trabajos de animación experimental, como Jamestown
Baloos (1957) de Robert Breer, en su interés por la abstracción geométrica y asociación libre de
imágenes, formas cinéticas capaces de crear colisiones inesperadas. Al verlas nos acordamos también de
las pinturas que Palolo produjo en esos años en las que conviven la figuración y la abstracción.
A partir de los años 70 tanto en su pintura como en sus películas los signos narrativos son
progresivamente eliminados a favor de una mayor abstracción: en la obra pictórica los fragmentos
figurativos fueron sustituidos por zonas muy precisas de color. Aunque en la pintura de esos años se
puedan encontrar algunos elementos cinéticos, como el principio fotográfico de la relación entre el positivo
y el negativo o el trabajo en serie de secuencias cromáticas que remite a la repetición de fotogramas, las
películas de Palolo ensayan caminos de experimentación perceptiva que sus pinturas no pudieron
alcanzar y radicalizan sus búsquedas plásticas. En Drawings/lines (1971) Palolo dibuja y raya
directamente sobre la emulsión de una película revelada, imprimiendo en ella una sucesión de dibujos
automáticos hechos de luz que se superponen a las imágenes representadas. Las rayas y líneas, figuras
recurrentes en su pintura, al proyectarse adquieren una intensidad rítmica desconcertante capaz de
trastocar las diferentes capas que configuran la superficie de la imagen proyectada.
En muchos de sus trabajos fílmicos de los años 70, algunos de los de ellos no expuestos, Palolo
emprende de manera obsesiva una búsqueda en torno la luz, Lights (1972-1976) podría ser el mejor
ejemplo de esta exploración. A partir de la manipulación de la cámara en la captación de la luz y del uso
de filtros, esta película configura un caleidoscopio de luces abstractas de diferentes colores, reflejos, iris
fragmentados, mirillas, formas circulares, destellos de luces en la oscuridad puntuados por imágenes de
cielos casi blancos: no se necesitaría mucho más para percibir lo que es el cine. Pero pese a este trabajo
de abstracción, nos situamos aún ante el carácter mecánico del aparato cinematográfico, el abrir y cerrar
del diafragma, y la naturaleza proyectil de la visión. Siguiendo a Jeff Wall, diríamos que estamos aún en
el terreno “acristalado y relativamente seco” de la óptica, propio de la “visión moderna que se separó del
sentido de inmersión en lo incalculable” y que el fotógrafo asocia con la “inteligencia líquida” (3), inmersión
que hará literalmente Palolo en su última y monumental película en super 8: OM (1977-1978).
Por la radicalidad de su propuesta podríamos situar OM al lado de películas como la Región Central
(1971) de Michael Snow o Alaya (1987) de Nathaniel Dorsky. Se trata de un filme mudo de más de
noventa minutos constituido por secuencias de movimientos de fluidos de diferentes colores, con
imágenes magníficas de turbulencias y remolinos. Tonalidades casi negras, otras casi blancas,
superficies acuosas teñidas unas veces de azul, otras de lila, verde, rojo o amarillo, que en movimiento
continuo configuran topografías inesperadas, oceánicas, cósmicas o geológicas. En otras películas
anteriores Palolo había presentado ya su creciente interés por la cosmogonía: en Ligths, por ejemplo, a
las imágenes abstractas le suceden otras de figuraciones del sol, constelaciones y galaxias. También en
otros dos trabajos hechos entre 1972-1976 (en Súper 8 y ambos sin título), hay representaciones
cosmológicas sobrepuestas por imágenes de fuego. Pero el torrente imparable de imágenes liquidas de OM nos sitúa en medio del pensamiento esotérico de Palolo y tiene consecuencias perceptivas. Si para
el artista sus pinturas son una especie de ‘impresiones digitales del momento’ donde se ve ‘el
pensamiento correr’, en su última película, a partir de mezclas de tintas, prueba dar visibilidad al invisible,
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situándonos ante el origen de las cosas y los misterios de la creación y del cosmos, como nos advierte un
intertítulo en la apertura: “la parte conocida de la palabra sagrada, soplo originario de todo lo que existe”.
La primera imagen de este filme-pintura presenta la retina de un ojo: un ojo situado más allá de los
códigos “secos” de la óptica y sumergido en los pozos de las leyes cósmicas, capaz de percibir los
movimientos más microscópicos de una célula y, al mismo tiempo, las curvaturas más lejanas de una
galaxia.
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(1) Veáse Yann Beavois, From Scratch?. Consultado el 05/11/2012
(2) Smithson, Robert, “Un recorrido por los monumentos de Passaic, Nueva Jersey”, Gustavo Gili,
Barcelona, 2006.
(3) Wall, Jeff, “Fotografía e inteligencia líquida”, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2007, pp. 13-19.
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