Historia cruzada del discurso sobre el arte

Transcripción

Historia cruzada del discurso sobre el arte
Historia cruzada del discurso sobre el arte. Investigación sobre la génesis
franco-alemana de una disciplina.
Élisabeth Décultot
Traducción de Juan Cruz Pedroni para uso de la cátedra de Historiografía del Arte I. Facultad de
Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata1.
Tanto en Francia como en Alemania, la historia del arte y de la estética ya ha dado lugar a
múltiples presentaciones históricas; pensamos por ejemplo en la Genèse de l´esthétique francaise
moderne (1680-1814) de Annie Becq o, una vez más, en la obra de Udo Kultermman, Geschichte
der Kunstgeschichte. Der Weg einer Wissenchaft2. Sin embargo, tanto en un caso como en otro, la
“historia” que esas obras se proponen presentarnos es entendida en un sentido particular, sin que
sus restricciones sean explícitamente anunciadas. Se trata de una historia de los conceptos
producidos dentro del perímetro de una nación, del origen de los mismos dentro de un
determinado país - Francia, Alemania, Inglaterra, Italia- pero nunca de la historia de su cofundación recíproca, de su interacción más allá de las fronteras. Es como si, tanto en sus
contenidos intelectuales como en su existencia institucional, cada campo nacional hubiera
producido una “historia del arte” totalmente autónoma en relación con los otros campos
nacionales. El desafío del presente volumen es aportar algunos materiales a una forma diferente
de historia, una historia de las imbricaciones y de las interacciones culturales, que ubica a la
historiografía del arte en la confluencia de múltiples áreas nacionales.
Desde esta perspectiva, hemos escogido dentro de nuestros intereses un eje preciso,
particularmente fecundo para una aproximación transversal: el eje franco-alemán. Desde el siglo
XVIII, Winckelmann, figura fundacional de la historia del arte en Alemania, encuentra un vasto
éxito en Francia. Su Geschichte der Kunst des Altertums (Historia del Arte en la Antigüedad, 1764),
traducida tres veces entre 1766 y 1794, suscita la emergencia de una nueva perspectiva histórica
en el discurso sobre el arte, y no solamente por el de la Antigüedad sino también por el de la Edad
Media. Es a imitación suya que Jean-Baptiste Séroux d´Angicourt elabora la primera historia
francesa del arte medieval. En el dominio estético, las imbricaciones franco-alemanes no son
menos importantes. Los grandes teóricos del arte del siglo XVII y del siglo XVIII, Félibien, Roger de
Piles, Du Bos, Batteux, han conocido una importante difusión más allá del Rhin hasta los inicios del
siglo XXI. Inversamente, una nueva disciplina, designada por Baumgarten con el nombre de
1
Traducción de Décultot, É. (2012, octubre). “Présentation. Histoire croisée du discour sur l´art: enquête sur
la genèse franco-allemande d’une discpline”, en Revue germanique internationale 13(2000), CNRS.
Disponible en línea en: <http://rgi.revues.org/765>
2
Hay taducción al español. Kultermann, U. (1996). Historia de la historia del arte. El camino de una ciencia.
Madrid: Ediciones Akal, 1996. (N. del T.).
aesthetica y rápidamente traducida por el neologismo alemán Asthetik, hace progresivamente su
entrada en Francia a fines del siglo XVIII. El objeto de la presente obra será por lo tanto analizar
estos múltiples enredos, y su larga duración en el tiempo, desde los fines del siglo XVIII hasta los
comienzos del siglo XX. Pero antes de dejar al lector descubrir, al hilo de diversas contribuciones,
los trazos de estas transferencias, debemos subrayar las discrepancias institucionales y
epistemológicas que, lejos de acercar a las dos zonas, parecen por el contrario alejar sus
respectivos dominios.
La historia del arte en Francia y Alemania.
Breve panorama sobre la evolución de una disciplina.
Las tradiciones científicas francesa y alemana se constituyen progresivamente en disciplinas
científicas y universitarias en permanente interacción. Sin embargo, la historia del arte y de la
estética surgen en ambos países por caminos institucionales muy diferentes. En Alemania, la
primera cátedra universitaria de Historia del Arte es creada en Bonn en 1860 por Anton Springer
(1825-1891). La de Berlin es fundada en 1873 por Hermann Grimm (1828-1901), al mismo tiempo
que las de Leipzig y la de Estrasburgo. Pero la presencia del arte en las universidades alemanas se
remonta al siglo XVIII, donde la enseñanza artística está directamente ligada a la cultura
aristocrática del grand tour. Destinada a enriquecer los conocimientos de jóvenes aristócratas con
vistas a sus viajes por Francia e Italia, la enseñanza de las Bellas Artes poseía entonces un carácter
secundario e híbrido. De este modo, hacia la mitad del siglo XVIII, el curso de Johann Friedrich
Christ (1700-1756) sigue entonces muy marcado por la tradición barroca de la curiosidad. Johann
Domenico Fiorillo (1748-1821) quien realiza desde 1781 el curso de teoría y de historia de las
bellas artes en Göttingen, se inscribe fuertemente en esta tradición. Un siglo después, el paisaje
institucional alemán presenta un aspecto totalmente distinto. Después de un período de
fundaciones, entre los años 1860 y 1880, la historia del arte conoce una fuerte expansión. En el X°
Congreso internacional de historia del arte, en Roma en 1912, Wilhelm Waetzoldt (1880-1945)
destaca con satisfacción frente a sus colegas extranjeros –especialmente franceses- el
impresionante balance de su disciplina en Alemania: quince cátedras en el Imperio, seminarios
dinámicos, una rica infraestructura de bibliotecas y fototecas. Entre fines del siglo XIX e inicios del
siglo XX, la historia del arte se impone como la punta de lanza de la universidad alemana.
Asentados sus cimientos en Alemania sobre una larga tradición universitaria, la enseñanza del
arte ocupa un lugar radicalmente diverso en el seno de la institución universitaria francesa. La
primera cátedra de arqueología y de historia del arte es creada por Goerges Perrot en 1876 en la
Sorbona. Hay que esperar hasta la década de 1890 para ver aparecer las primeras cátedras
autónomas de historia del arte (en 1890 en Lille, en 1896 en París, en 1898 en Lyon). La
especialización, por su parte, no tendrá lugar hasta más tarde. En 1906, una cátedra de historia del
arte religioso en creada en Paris por Ernest Lavisse y en 1913, una cátedra de historia del arte
medieval. En realidad la universidad ocupa en el desarrollo de la historia del arte un lugar por
mucho tiempo marginal: a diferencia de lo que sucede en Alemania, este saber es objeto de
disputa de múltiples instituciones rivales. Desde su fundación hasta mediados del siglo XIX, la
Academia de Bellas Artes goza de un monopolio absoluto sobre la enseñanza de las Bellas Artes.
Cuando un decreto imperial abolió tal monopolio en 1863, no fue a la universidad a la que confió
el dictado de los cursos de historia del arte, de estética y de arqueología, sino a la Escuela de Bellas
Artes3. En 1778 y 1881, respectivamente, el Colegio de Francia4 y la Escuela del Louvre5 vienen a
completar este panorama. En seguida, esta fragmentación del paisaje institucional suscita
diferentes orientaciones intelectuales. La Escuela del Louvre es concebida ante todo como una
escuela de administración de museos, decididamente separada de la Universidad. Su enseñanza
está orientada en principio a la conservación del patrimonio, la experticia, el inventario de
riquezas nacionales. Si la rivalidad entre los museos y la universidad es igual de intensa en
Alemania –pensemos por ejemplo en la invectiva en la década de 1890 de Wilhelm Bode (18451829), conservador del museo de Berlin, contra le enseñanza universitaria de la historia del arte
acusada de complacerse en la celebración hímnica de los grandes artistas- la relación de fuerzas es
completamente diferente en Francia. La resistencia a la institucionalización universitaria de la
historia del arte se encuentra durante largo tiempo ligada a un rechazo de la institucionalización,
(el sucesor de Taine en la Escuela de Bellas Artes, Léonce de Fourcault, es musicológo en un
origen) o a una gran diversidad de formación. La mayor parte de historiadores institucionales del
arte deben su formación intelectual a instituciones diversas a la Universidad: la Escuela Normal
Superior, la Escuela de Chartes, la Escuela de Atenas o la de Roma6.
Historia del arte y Estética: rivalidades y ambigüedades
En Alemania tanto como en Francia, la historia del arte y la estética mantienen a lo largo del
tiempo relaciones ambiguas de íntima proximidad y de aguda rivalidad. Esta ambigüedad nace de
hecho de la posición tradicionalmente dominante de la estética como una disciplina histórica
todavía balbuceante en el dominio de las Bellas Artes. La Kunstlehere ocupa largamente el campo
universitario alemán a partir del siglo XVIII. Por su objeto, la teoría de lo bello, comparte un tanto
los prestigios de la filosofía, contrariamente a su colega, la historia del arte, confinada al estudio
factual de la materialidad de las obras. En 1829, en sus lecciones consagradas a la estética, Hegel
define significativamente la historia del arte como la revelación visible del espíritu: lo que
verdaderamente importa a la filosofía lo recoge de la estética. En 1840, August Wilhelm Schlegel
(1767-1845), quien no había dejado a lo largo de toda su carrera académica de dictar los cursos de
“Teoría del arte”, a partir de sus primeras “Lecciones sobre la teoría filosófica del arte” en la
3
Se refiere a L’École des Beaux Arts de París, nombre dado por Napoléon a la antigua Académie des beauxarts en 1863. (N. del T.)
4
El Collège de France, célebre institución francesa creada en 1530 por Francisco I. (N. del T.)
5
La École du Louvre, establecimiento de enseñanza superior fundado en 1882. (N. del T.)
6
La École normale superiéure, establecimiento parisino de formación superior. La École Nationale des
Chartes, escuela destinada a la formación de bibliotecarios e historiadores fundada en 1821. La École
française d’Athènes, instituto de arqueología creado en 1846. La École française de Rome, instituto de
arqueología, ciencias sociales e historias creado en 1875. (N. del T.)
Universidad de Jena en 1798-1799, pasando por las conferencias sobre la Teoría del arte en Berlín
en 1801-1802, hasta su curso sobre la teoría y la historia general de las bellas artes en Bonn en
1819, se opone vigorosamente a la designación de un profesor especializado en historia del arte
en la Universidad de Bonn. La enseñanza de la teoría del arte estaba asegurada de ordinario por
los filósofos o los filólogos y la práctica artística por los maestros competentes; no había
necesidad, a sus ojos, de una enseñanza histórica del arte, con riesgo de asustar a todos sus
oyentes. Desde la óptica del historiador, el arte no se puede agotar en la enumeración fastidiosa
de detalles técnicos. El combate de la historia del arte y de la estética se prolonga largamente.
Cuando la Universidad de Tübingen se decide en 1894 a crear una cátedra de historia del arte, la
facultad exige que su titular posea una formación filosófica y sobre todo estética, en una palabra,
que no sea un puro historiador del arte. La historia del arte levanta la sospecha conjunta de
filósofos, historiadores y filólogos. Por su parte, los historiadores del arte buscarán cada vez más
emanciparse de la tutela de la estética. Hermann Grimm en Berlin y sobretodo Moritz Thausing
(1835-1884), que ocupa desde 1873 la cátedra de historia del arte de Viena, reivindica una total
independencia con respecto a la disciplina estética. “Yo puedo concebir”, arroja Thausing en 1873,
“una excelente historia del arte donde la palabra ´belleza´ no encuentre su lugar”.
La rivalidad de la estética y la historia del arte ha existido igualmente en Francia. Pero la tutela de
la primera sobre la segunda ha durado por mucho más tiempo. Institucionalmente, la historia del
arte está habitualmente en una situación ancilar en relación la estética. En el curso que dicta en la
Escuela de Bellas Artes entre 1864 y 1867, Taine, no obstante ser titular de una cátedra de
estética y de historia del arte, privilegia netamente la estética, como lo prueba su Philosophie de
l´art (1867), síntesis de su enseñanza. Esta constelación se reitera en 1878, cuando una cátedra
vinculando las dos disciplinas se crea por primera vez en el Colegio de Francia por Charles Blanc.
Cuando no está asociada a la estética, la historia del arte se asocia a la arqueología, que, por el
recurso a la excavación, permite sin duda escapar al estudio general de los juicios de gusto, pero al
precio de confinar el discurso histórico a un período remoto, la Prehistoria o la Antigüedad.
Nacidos en el siglo XVIII, devenidos particularmente patentes en el siglo XIX, la división entre una
historia del arte “a la alemana” y una historia del arte “a la francesa”, es aún muy sensible en el
siglo XX. Sin embargo, a pesar de estas grandes diferencias estructurales, estas dos disciplinas se
han entremezclado constantemente, ligadas por una solidaridad subterránea, de la cual los
siguientes artículos, ofrecen algunas perspectivas entre los años 1750 y 1920.
CNRS
UMR 8547, “Nación alemana: historia, cultura, filosofía”
École normale supérieure
45, rue d’Ulm
750005 Paris

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