tu vida importa, mama - Christ Fellowship en Español

Transcripción

tu vida importa, mama - Christ Fellowship en Español
TU VIDA IMPORTA, MAMA
D EVOCIONALES DE LA S EMANA
MADRE. Personas que moldean la vida de otros por la eternidad. Cada uno de nosotros tenemos
una. Desde que Eva dio a luz a Caín, hasta el día de hoy, todo ser humano de una forma u otra ha
tenido una madre. Es el deseo de esta guía de estudio, funcionar como devocional durante esta
semana para ayudarnos a honrar y animar a nuestras madres. Aun cuando todos los días
debieran estar llenos de elogios para ese ser a quien con propiedad llamamos “madre”, es bueno
que por lo menos una vez al año se haga un justo y merecido reconocimiento a quien, por el don
del cielo, ha llevado en su vientre un pedacito de vida, que se convierte en el objeto de su amor y
su abnegada dedicación. Es propicia la ocasión para unirnos a los que inspirados por esa singular
ternura, y persuadidos que en ellas se concentra un mundo de amor y un universo de compasión,
la han elogiado a través de la prosa lírica, o han dejado volar su imaginación para plasmar en los
lienzos de sus memorias, escritos que han hecho justicia a su persona y que no se han borrado
con el devenir de los tiempos. Para muchas personas, el Día de las Madres conlleva muchas
emociones. Para algunos existe el recuerdo de un dolor emocional o físico recibido a manos de
una injusta madre. Otros, la angustia de un malparto, la infertilidad, o la espera sin repuesta para
adoptar a una criatura. Y aun para otros, la partida de nuestras madres a la eternidad nos llena de
gran nostalgia. No sé cuál sea el caso particular de tu persona. Pero es nuestro deseo como
iglesia, que a través de estos devocionales puedas encontrar inspiración para tomar la
oportunidad de honrar y animar a una madre esta semana.
D ÍA 1: A HORA T E C OMPRENDO , M AMA
Dr. Charles Stanley, Autor
LAS MADRES NECESITAN ESTÍMULO. UNA MADRE ES DIRECTORA, DOCTORA, CONSEJERA, CHOFER, SIRVIENTA Y TODO LO DEMÁS. Si se queda en casa con sus hijos, atiende todo el día sus necesidades. Si trabaja, hace un trabajo doble. Muchas madres trabajan fuera del hogar para ayudar a sus esposos con los gastos, y ésa es una responsabilidad agotadora, especialmente para una mujer que tenga varios hijos. Estas mujeres llevan a sus hijos al colegio, trabajan todo el día; luego regresan a casa en la noche y con gran esfuerzo dan a sus hijos la influencia cristiana que necesitan, en muchos casos con la oposición de maestros ateos. 1
¿Y qué decir de la madre que tiene que criar a sus hijos sin la ayuda de un esposo? Quizás ha enviudado o está divorciada. O tal vez, su esposo no colabora con ella. Tiene que ocuparse de las necesidades de toda su familia, limpiar la casa, y hacer el papel del papá en la familia. Si sus hijos están pequeños, la madre que trabaja probablemente se los confiará a una guardería. Pero el trauma emocional y el deseo de querer estar con su bebé y no poder hacerlo, le produce sufrimiento, frustración y ansiedad, al mismo tiempo que trata de cumplir con las exigencias de su trabajo. Tú, como madre, puedes sentirte a veces desanimada y con deseos de salir huyendo, pero la Biblia te ofrece esperanza. Aquí tienes diez verdades que tú nunca debes olvidar: 1.
Siempre tendrás un compañero constante. Tu esposo podrá morir o abandonarta por una u otra razón, pero tu nunca estáras sola. Jesús nos dice en Juan 14:16: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. La soledad es un problema que las madres enfrentan. Pero, Dios te ha dado a ti el Espíritu Santo, que permanecerá en ti siempre. 2. El Espíritu de Dios que mora en ti será tu consolador. Quizás piensas: “Señor, ya no puedo más. He hecho lo mejor que he podido, pero mis hijos no me respetan, ni me aprecian.” Pero Dios ha enviado a alguien para que te anime en esos momentos. En Juan 14:26, Jesús dijo: “El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. El Espíritu Santo te recordará el constante amor del Padre celestial. 4.
Dios suplirá todas tus necesidades. Cuando hayan agotado todos tus recursos, Dios te guiará. “Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:12). ¿Y qué es lo que Él te ha concedido? La Biblia nos dice: “Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Si tu eres cristiana, el Espíritu Santo vive en ti. Cuando te sientas desanimada, recuerde que Dios ha prometido darte todo lo que necesites. 5.
El Espíritu Santo te guiará a toda verdad. Las madres a veces no están seguras de sus decisiones, y no saben dónde buscar dirección. Pero, no tienes jamás que tomar una decisión difícil por tí sola. Tienes el derecho de invocar al Espíritu Santo, quien vino a morar en ti el mismo día que le entregaste tu corazón a Cristo. Juan 16:13 nos dice que “el Espíritu de verdad os guiará a toda la verdad”. Él te ayudará a hacer decisiones en cuanto a tus hijos. Y si tienes que trabajar, Él te mostrará dónde conseguir el mejor empleo. Él te pide que vengas al Señor como una sierva y que espere Su dirección. 6.
El Señor te ha equipado con los dones espirituales perfectos (1 Corintios 12). Toda madre deseará tener los dones espirituales que tienen los demás. “Necesito el don de organización”, dice la mujer que tiene una casa desarreglada. La madre que tiene hijos exigentes anhela tener el don de la misericordia. Pero, el Espíritu Santo, es Él que equipa a cada uno de los creyentes, con el don que Él elige. Cuando tu fuiste salva, Él vino a tu vida y la selló como una hija de Dios (Efesios 1:13). En ese momento, te dio el don específico que necesitabas para llegar a ser la madre consagrada que Él quiere que tu seas. El Espíritu de Dios te ayudará a cumplir con todas las responsabilidades que Él te dé. 7.
La oración funciona. Lo más importante que una madre puede hacer por sus hijos, es orar por ellos y deberá pedir: o que Dios les guíe a crecer en Él o que busquen la dirección del Señor en la elección de su carrera profesional o que sirvan a Dios todos los días de sus vidas o que Dios les dirija en la elección de su cónyuge, y o que críen a sus hijos en un hogar piadoso. 2
Toda madre enfrentará momentos en los que, no sabrá cómo orar. Cuando eso suceda, deje que el Espíritu Santo te dirija. Romanos 8:26 nos dice que “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. 8.
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Pareciera ser que el sentimiento de culpa y el papel de madre van de la mano. A veces, podrás sentirte incapaz, como si no estuvieras criando bien a tus hijos. Desearías hacerlo mejor, pero no sabes cómo. Dios envió al Espíritu a tu vida para convencerte de pecado. Él te corregirá cuando hagas algo incorrecto. Pero Él nunca te condenará. Jamás olvides esto. Toda madre desea hacer mejor las cosas, pero condenarte a ti misma no te servirá de ayuda. Esto tampoco ayudará a tus hijos. Ellos necesitan que tú los anime, pero para poder ayudarles tu tienes que recibir el aliento del Espíritu Santo. 9.
Tu no tiene que hacerlo todo, Dios sabe que tú nunca tendrás las fuerzas para enfrentar las batallas diarias sola. Tu día comienza temprano y termina tarde. Tienes que ocuparste de los platos, de los pisos, y de todo lo demás. ¡Por supuesto que eso te va a agotar! Por eso piensa: ¡Si voy a vivir en esta casa los próximos 40 años, tendré que estar limpiándola durante 40 años! Eso es suficiente para desanimar a cualquiera, a menos que comprenda que no se trata sólo de platos y de pañales. Eso no es lo que importa. ¿Sabes que es lo que Dios quiere que tu hagas en tu hogar? Él desea que le exprese amor a tu familia. Él quiere que Su Hijo Jesús viva a través de ti. Si permites que lo haga, Él hará que Su amor fluya en ti para darte el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:22, 23). 10.
Tu cuerpo es templo de Dios. Dios quiere que tu seas la mujer que Él quiere que seas. Debes mantenerte saludable y cuidar tu cuerpo. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:19, 20). Tu belleza está en tu espíritu gentil. Si te concentra en tu interior, y te ocupa de lo exterior, el Todopoderoso te dará un aspecto bello. o
El Señor te dará poder para hacer tu trabajo. Hechos 1:8 dice: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. De acuerdo con este versículo, Jerusalén es donde usted vive. El primer testimonio de una madre debe ser para su esposo y sus hijos. Tu primer Jerusalén está en su hogar con su familia. ¡NINGUNA MUJER PUEDE HACER TODO ESTO POR SÍ SOLA! Dios te ayudará a enfrentar la responsabilidad que Él te da. Pero tú no podrás cumplir con ese llamamiento hasta que tengas al Salvador en tu corazón. El día en que Jesús venga a tu vida, será el día en que el Espíritu Santo venga a ser el ayudador de toda tu vida. Quiero animarte a que dejes de hacerlo todo tu misma, y a que hagas de Cristo el Dueño y Señor de tu vida. 3
D ÍA 2: E L A MOR P ROTECTOR DE UNA M ADRE
Enrique Monterroza, Autor
1 R E Y E S 3:26
“La verdadera madre, angustiada por su hijo, le dijo al rey: —¡Por favor, Su Majestad! ¡Déle usted a ella el niño que
está vivo, pero no lo mate! En cambio, la otra exclamó: —¡Ni para mí ni para ti! ¡Que lo partan!”
Era un episodio tenso que pondría a prueba la sabiduría de Salomón, dos mujeres habían tenido hijo cada una, con tres días de diferencia, una de ellas no tuvo cuidado y durmiendo con el bebe se acostó sobre él y lo mato (v.19), esta rápidamente cambio su hijo muerto por el hijo vivo de la otra mujer. Al despertar en la mañana la mujer de quien era el hijo que estaba vivo se dio cuenta que el niño muerto no era su hijo, cosa que la otra mujer responsable de la muerte no quiso aceptar, por ello fueron llevadas delante de Salomón para que fungiera como juez de esta disputa. Salomón escucho la defensa de la verdadera madre, pero la impostora no daba su brazo a torcer y peleaba por la potestad del niño vivo el cual no era su hijo. Salomón lleno de sabiduría mando a traer una espada (v. 24) y para solucionar dicho problema mando a que partiesen el niño en dos para dar una parte a cada madre (v.25). Es allí, en esos momentos de peligro para un hijo en donde una verdadera madre se deja ver. Es que la verdad es que una madre tiene un amor único para nosotros los hijos, ellas están dispuestas a todo por amor a nosotros, cosa que muchas veces no vemos y si lo vemos no le damos importancia. Cada uno de nosotros tenemos una madre la cual Dios nos ha querido dar, algunos hemos tenido la bendición de tenerla a nuestro lado, quizá otros no han tenido ese privilegio, pero igual, Dios cubre ese vacío con su amor eterno hacia nosotros. El episodio que acá se estaba dando era propicio para ver hasta donde una madre permitiría que su hijo sufriera un percance. Me llama la atención el versículo 26, más que todo la parte que dice: “sus entrañas se le conmovieron por su hijo”. Esa mujer no pudo resistir el hecho de pensar que su hijo podía morir, prefirió dejar que la otra mujer impostora tomara potestad de su hijo, antes de verlo muerto, fue ahí en donde Salomón descubrió a la verdadera madre, el amor por su hijo la delato. Definitivamente una madre no puede ver sufrir a su hijo y quedarse como que si nada, ver a un hijo sufrir es como sufrir por sí misma y es porque Dios ha dotado a las madres con un amor que se asemeja a su amor por nosotros, claro está que el amor de Dios sobrepasa todo entendimiento, pero personalmente pienso que el amor de una madre es el que más se asemeja al amor que Dios tiene por nosotros. Una madre está dispuesta a quitarse el bocado de la boca por dárselo a su hijo, una madre está dispuesta a cubrir a su hijo del frío aun cuando ella se esté muriendo de frío, una madre está dispuesta a correr kilómetros completos para llevar a su hijo a un hospital. 4
Recuerdo cuando yo tenía 7 años, ese día estábamos todos los niños de la cuadra jugando de noche, yo era el más pequeño de entre ellos, habían algunos que me doblaban la edad, mis dos hermanos mayores jugaban también, eras aproximadamente unos 20 niños jugado en la noche, corriendo por toda la cuadra, el famoso juego de mi tiempo de niñez llamado en mi país con el nombre de: “guilio”. Recuerdo que por ser el más pequeño en ese entonces me seguían a mí para atraparme, yo corría rápido, pero en esa ocasión me pare sobre una pequeña piedra, me deslice y caí con mi frente sobre el filo de la acera de una casa. El golpe me dolió, al levantarme note que sentía mojada mi frente, al tocarme con mi mano y luego vérmela ví como había mucha sangre y comencé a llorar a gritos, recuerdo que mi mama salió a ver porque lloraba y cuando me vio sangrando de mi frente me tomo y a como pudo salió corriendo conmigo hacia el hospital que estaba al otro lado de mi ciudad, no teníamos vehículo en ese entonces, solo recuerdo que me tomo en sus brazos y sin importar nada salió corriendo mientras me decía que todo iba a estar bien. Sinceramente me sentí seguro con sus palabras. Ese día me dieron 7 puntadas en mi frente que nunca voy a olvidar y que todavía se me notan. Nunca olvidare ese detalle que mi mama tuvo conmigo que no le importo tomarme en sus brazos, correr y atravesarse toda la ciudad para llevarme al hospital. Así son las mamas, tan especiales, todos tenemos algo que contar de nuestras madres, lastimosamente muchos de nosotros no nos damos cuenta que unos de los mandamientos con promesa es el hecho de honrar a nuestra madre (Efesios 6: 2, 3). Si bien es cierto hay un día específico para celebrar a nuestras madres, pero nosotros como hijos de Dios, obedientes a su Palabra tenemos que honrar a nuestra madre cada día de su existencia, puesto que de esta manera nuestros días se alargaran y estaremos haciendo la voluntad de Dios. Busca maneras en la que puedas obedecer la Palabra al honrar a tu madre esta
semana. ¿De qué manera puedes honrar a tu (o una madre) madre este día?
D ÍA 3: M ADRES E JEMPLARES
Margarita Palacios, Autora
Se acerca el Día de las madres, donde celebramos a nuestra madre, donde resaltamos sus
virtudes, ese día donde ella es la elogiada, un gran día ¿verdad? Pero que dices de aquellos niños
o jóvenes que no tienen a su madre con ellos, y no porque haya muerto, sino por los que por
algún motivo ella los abandonó, la que vive maltratándoles, dudando de ellos, siendo indiferente,
la que vive una vida frustrada y en lugar de demostrar amor para sus hijos, solo les da desprecio,
¿te quedaste sin palabras verdad? Estamos acostumbrados a cubrir la realidad; es cierto, viene el
día de las madres, donde se le festeja a cada una de ellas el privilegio de ser madre, pero, ¿eres tú
una madre ejemplar? ¿tu madre lo es?, vivimos en una sociedad donde en lugar de fomentar los
valores, se fomenta la mercadotecnia, pues más que una celebración parece una competencia de
regalos, que al final pueden hacerte o hacerle sentir peor de cómo se sentía, pues déjame decirte
que para celebrar a tu madre no necesitas un día especial, a ella se le festeja día a día, pues es un
mandato de Dios Éxodo 20:12, “Honra a tu padre y a tu MADRE, para que tus días se alarguen en la
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tierra que Jehová tu Dios te da.” Y si por alguna razón eres tu uno de esos niños o jóvenes que
mencione al inicio, disponte a escuchar lo siguiente pues Dios tiene algo especial para ti.
La Biblia está llena de madres ejemplares, pero en esta ocasión tan solo haremos mención de unas
cuantas, pues no nos alcanzaría el tiempo para hablar de cada una de ellas, ¿qué te parece si
empezamos con Ana? Si, Ana, fue una madre ejemplar ¿lo dudas? Lee 1 Samuel capítulo 1, es una
hermosa historia, aunque un poco incompresible para nuestra mente y las costumbres de nuestra
sociedad, pues ella después de tanto pedirle un hijo a Dios y Dios concediéndoselo, ella va y lo
lleva con el sacerdote Elí y el niño Samuel ya no vive más con su madre, ahora vivirá en el
templo, ¿te parece cruel? Simplemente ella cumplió la promesa que le hizo a Dios, ella visitaba a
su hijo cada año, lo vio crecer y le mostró su amor y Samuel fue un gran hombre. 1 de Samuel
3:19 dice, “Mientras Samuel crecía, el Señor estuvo con él y confirmó todo lo que le había dicho..” ¡Y todo
porque tuvo una madre ejemplar!
Ahora veamos a Jocabed, ¿la conoces, has oído hablar de ella? Ah, pues ella fue una madre
ejemplar, la madre de Moisés. Ella tuvo que adquirir un gran valor para poder dejar a su hijo
sobre el río para así evitarle la muerte. Le preparó una canastilla para que fuera cómodo y seguro.
Imagínate que incertidumbre de no saber exactamente qué sucedería con él, pues ella no sabía el
futuro, lo que si estaba segura es de su gran amor, y principalmente del amor y cuidado de Dios.
Jocabed una madre ejemplar pues ella soporto en dos ocasiones la pérdida de su propio hijo.
Primero cuando ella lo puso en la canastilla y la segunda cuando después de ser ella misma su
nodriza, tener que entregarlo a la hija de Faraón, pues ella fue la que lo encontró en el río.
¿Puedes siquiera imaginarte el dolor que ella pudo sentir? Pero sabes, Moisés fue un gran
hombre y su historia es muy conocida, Moisés el libertador del pueblo de Israel, él también tuvo
una madre ejemplar.
Por último tenemos a María, la madre de Jesús, otro gran ejemplo de maternidad. Ella crió a su
hijo sabiendo que no era de ella, lo educo, lo alimento, lo vio crecer sabeiendo de que él haría la
voluntad de Dios su padre (y esa voluntad no era que se quedara con ella y formara un hogar y le
diera nietos). Ella lo vio sufrir camino del calvario, ¡y no podía hacer nada! Pues ella misma
estaba haciendo la voluntad de Dios, ella era su sierva, el recipiente escogido para el
cumplimiento de la promesa, y aun así, ella todo lo guardo en su corazón. No se interpuso en el
plan divino y hasta el último momento, a pesar de parecer que le abandono, siempre estuvo a su
lado y le mostró su amor. Jesús fue un hombre perfecto, 2 Corintios 5:21 dice, “Al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
¿Pudiste percibir algo similar en las 3 madres ejemplares? ¿No? Te voy a ayudar, las 3 soltaron a
sus hijos, no los retuvieron como si fueran parte de sus pertenencias. Les amaron, pero los
soltaron. La palabra de Dios dice en Salmos 127:3ª, “He aquí, herencia de Jehová son los hijos,…” y
una herencia se cuida, se administra, jamás se retiene pues se devalúa. También otra similitud
entre ellas es su amor y sometimiento a Dios. Las tres fueron mujeres de fe, de oración. Tu puedes
hoy ser una madre ejemplar y celebrar todos los días la dicha, el privilegio de ser madre, tan solo
tienes que ser humilde ante Dios y dejar que él sea el que dirija tu vida. Y si por alguna razón
sientes que ya todo está perdido, déjame decirte que no es así, que desde el momento en que tu
entregas tu vida, tus hijos, tu hogar al Señor, todo empieza a cambiar. Nunca es demasiado tarde
para empezar a demostrar el amor a nuestros hijos y recuperar el tiempo que no aprovechamos.
¿Cómo puedes madurar en tu fe al soltar tus hijos y confiárselos a Dios? Imagínate
como se sintió María al saber que nunca recibiría nietos de parte de su hijo Jesús. María
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se sometió a la voluntad de Dios. ¿En qué área de tu vida te está llamando Dios a
rendirte a su voluntad?
D ÍA 4: P LEGARIA DE UNA M ADRE
Angélica García, Autora
En una apacible noche de primavera, una mujer arrullaba a su pequeño hijo entre sus brazos,
desbordando una ternura como solo una madre sabe hacerlo: “Arrorró mi niño, pedacito de mi
alma, regalo de mi Dios…Señor, consérvamelo sanito, no permitas que se enferme y me angustie
su dolor. Concédeme verlo crecer feliz y que llegue a ser un hombre de bien.” La mujer acostó al
niño en su cuna y se dirigió a otra habitación.
Allí dormía su pequeño de siete años. Se acercó a la cama y lo besó. “Bendito seas Señor por este
niño que me has dado. Guía sus pasos en esta vida, protégelo de los males de este mundo, que
llegue a ser un hombre de bien. Cuídamelo mucho, dale inteligencia y buena memoria, para que
vaya bien en la escuela”.
La mujer fue al cuarto de su hija de 15 años. La madre se acercó y acariciando sus cabellos,
musitó: “Señor, qué bella hija me has dado. Es un botón de rosa a punto de abrir, pero para mí,
siempre será mi niña. Últimamente se ha vuelto un poco rebelde… A veces no sé qué decirle,
parece que habláramos idiomas diferentes. Dame sabiduría Señor, pues cuando le doy consejos,
ella dice que no quiere sermones, no me quiere escuchar. En tus manos la pongo, mi Señor, mi
corazón con ella, confiando en que Tú hablarás al suyo”.
La mujer salió y fue hasta el último cuarto. Allí había una cama vacía. Una lágrima rodó por su
mejilla... “Señor, qué te puedo decir…Tú sabes dónde está él ahora, yo no lo sé y me lleno de
angustia. Se ha portado insolente conmigo. Señor, apenas asoma a la vida. Tú sabes, mi Dios, que
las madres nos preocupamos por nuestros hijos, no importa la edad que tengan. Pero él no lo
entiende. No entiende que el amor y el interés de una madre por sus hijos, solo puede acabar
cuando ella muere. Señor, amo tanto a mi hijo, te pido que lo traigas sano y salvo a casa. Ya es
muy tarde, tengo miedo de que le pase algo. ¡Mi corazón es tan frágil!… En el nombre de tu Hijo
Jesús te lo pido. En esos momentos se escuchó un ruido en la puerta, volvió la cabeza y descubrió
a su hijo, parado allí. Había estado escuchándola todo el rato y sus ojos estaban llenos de
lágrimas. Avanzó hacia ella y la abrazó fuertemente, como hacía tiempo no lo hacía. Entre
sollozos, solo pudo pronunciar dos palabras: ¡”Perdóname mamá”!
El amor de una madre es un amor incondicional. Hasta algunos han dicho que el amor de una
mama es el más parecido al amor de Dios. Por ese amor tan grande, por todos sus desvelos y por
todo lo que es, tú, su hijo(a), dale cariño, dedícale tiempo, no solo en el día de las madres. Ella te
dio la vida y todo su tiempo y juventud al criarte, educarte y cuidarte. Retribuye sus atenciones
cada día de tu vida. Reconoce lo que ha hecho por ti, dale el lugar que merece, no la abandones
cuando sea anciana, sino que cuídala como ella lo hizo contigo, cuando eras un niño y la
necesitabas, ahora ella te necesita a ti. No esperes a que sea demasiado tarde.
P R O V E R B I O S 31:28
“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba.”
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D ÍA 5: A HORA TE C OMPRENDO M AMA
Angélica García, Autora
Un día una mujer supo que iba a tener un bebé. Su corazón latió más fuerte, se sintió envuelta en
un gozo como nunca antes lo había sentido. Salió de la consulta del ginecólogo como en las
nubes, sus pies parecían no pisar el suelo. Miró a su alrededor y todo le pareció hermoso, sintió el
aire más puro, vio los árboles más frondosos, el cielo más azul… La alegría de su corazón era tan
grande, que no podía evitar caminar con una sonrisa en los labios. Era el día más feliz de su vida,
el día en que había sabido que iba a ser mamá por primera.
Llegó a su casa y preparó una cena especial para su esposo, quería adecuar el ambiente para darle
la noticia. Llegó el esposo y ella esperó a que cenara, entonces le dio la gran noticia. Los minutos
que siguieron fueron de inmensa alegría. Lágrimas de felicidad asomaron a los ojos de ambos y
se unieron en un amoroso y estrecho abrazo.
Comenzaron los preparativos para recibir a ese bebé tan ansiado. Adquirieron todo lo necesario a
través de esos meses de espera. Sufrió todas las incomodidades de los primeros tres meses, los
mareos, las náuseas, pero todos esos malestares no tenían la menor importancia para ella, mayor
era su dicha que cualquier molestia física. El cuerpo de la mujer fue cambiando, ella sentía los
movimientos de ese nuevo ser y se sentía rebosante de amor y felicidad. Llevaba un tesoro dentro
de sí, su tesoro más preciado. A medida de que pasaba el tiempo, se le hacía más pesado el andar,
su vientre se ponía enorme, pero eso tampoco le importaba. Otras mujeres le habían dicho
muchas tonterías respecto a lo que iba a sufrir su cuerpo, que quedaría gorda, que no volvería a
tener cintura, que se le iba a caer esto y aquello, pero ella no dejaba que esos malintencionados
avisos influyeran en su vida y mucho menos le quitaran esa ilusión tan grande de ser mamá.
Y llegó el día en que su ansiado hijo quiso salir de su tibio refugio materno. Fue como a las dos de
la mañana cuando empezó a sentir que su cuerpo se preparaba para el gran acontecimiento.
Recordó la cita bíblica donde dice: “Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos
con dolor…”, pero no le temía al dolor, estaba dispuesta a padecer todo lo necesario para que su
hijo naciera. Al paso de las horas, los dolores se hacían más intensos. Acostada en su habitación
de la clínica, esperaba paciente, encogiéndose en cada contracción, pero sin queja alguna. Su
amado esposo, a su lado, tomando su mano, le daba ánimos y le decía palabras de amor. Llegó el
momento en que sintió que ya no podía aguantar más, sentía la necesidad de gritar, se retorcía de
dolor. Nunca se imaginó qué clase de dolor sería ese. Las palabras cariñosas de su esposo no
tenían ningún efecto en ella, todo su ser se centraba en ese dolor insoportable. Trató de no pensar
en el dolor y vino a su mente su madre, cómo debió haber sufrido al momento de tenerla, antes,
ese le parecía un tema intrascendente. Ahora reflexionaba, consideraba a su madre y la admiraba
por su valentía al haber tenido cinco hijos. Ahora no pensaba en su dolor, sino en el de su madre.
Se avergonzaba de las veces que le había faltado el respeto, en las veces que al verla cansada,
limpiando la casa, no le había ofrecido su ayuda. Recordó también las veces que su madre le
pidió que la ayudara en algún quehacer y ella se negó diciendo que tenía mucho que estudiar,
pero se iba a su cuarto a escuchar música. En un par de segundos, como una ráfaga, vinieron a su
mente algunos eventos que ahora le causaban tristeza y vergüenza respecto a su madre. Ahora
comprendía todo lo que sufren las madres para dar la vida a un hijo, y luego cuántos sacrificios
hace por él, sin pedir nada a cambio, sin embargo ese hijo ¿cómo le paga después? En medio de
su dolor, pidió perdón a Dios por no haber sido una buena hija y prometió pedirle perdón a su
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madre y tratar de recompensarla como ella se lo merecía, dándole todo el amor y las atenciones
que por estar ocupada en sí misma no le había dado.
El médico se acercó a la cama, la examinó y le dijo que ya estaba lista para dar a luz. La llevaron a
la sala de partos y unos minutos después tenía a su hijo en brazos. El dolor se había esfumado,
solo sentía una felicidad indescriptible por ese lindo bebé que Dios le había dado y porque sentía
tranquila su conciencia después de esa confesión y su buen propósito, que por supuesto estaba
decidida a cumplir.
La llevaron a su habitación. Allí la esperaban su esposo, su madre y sus hermanos, además de sus
suegros. Después de las felicitaciones y muestras de cariño de todos los presentes, una enfermera
les pidió que salieran para que ella descansara, pero ella solicitó la presencia de su madre. Todos
se quedaron sorprendidos, pero fueron saliendo de la habitación. También le pidió a la enfermera
que saliera por unos momentos. Cuando quedaron solas ella y su madre en la habitación, no
pudo evitar que salieran gruesas lágrimas de arrepentimiento de sus ojos. Su madre no
comprendía la causa de esas lágrimas, entonces su hija le dijo: “Mamá, yo quiero pedirte perdón
porque no he sido una buena hija, porque no te he valorado ni te he respondido como tú te lo
mereces. Ahora sé cuánto cuesta tener un hijo, ahora sé todo lo que tú sufriste para darme la vida,
pero no solo hablo del dolor físico mamá, tú has sufrido por mí también esa otra clase de dolor,
que es peor que los dolores de parto, el dolor de la indiferencia de una hija por la cual lo diste
todo. Me diste tu cuerpo para que me sirviera de refugio mientras me estaba formando, luego ese
mismo cuerpo tuyo me alimentó para que permaneciera viva, después me diste tus horas de
descanso cuando yo lloraba, ¡cuántas noches pasaste en vela para cuidarme mamá cuando yo
enfermaba y nunca escuché que te quejaras!, ¡cuántos días y noches dedicados a mí y a mis
hermanos y nunca lo aprecié! …Pensaba que era tu obligación, pero ahora sé que no lo hacías por
obligación, sino por amor, ese amor tan grande e incondicional que siente una madre por sus
hijos desde antes de darlos a luz”
Ambas se abrazaron como desde hacía tiempo no lo hacían y luego miraron hacia la cuna,
¡realmente ese bebé había traído grandes bendiciones a sus vidas!
P R O V E R B I O S 31:28
“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba.”
D E U T E R O N O M I O 5:16
“Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días,
y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da”.
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