Hiber Conteris La escritura sin tregua. Mario Benedetti y el Uruguay

Transcripción

Hiber Conteris La escritura sin tregua. Mario Benedetti y el Uruguay
Hiber Conteris
La escritura sin tregua. Mario Benedetti y el Uruguay de hoy
No ficción
Editorial Fin de Siglo
1ª edición: 2015
ISBN: 978 9974 49 784 9
16 x 22 cm. / 144 pp.
[p. 7-8]
1. Paso de los Toros
En 1954, cuando el autor de este ensayo vivió allí, la población de Paso de los Toros tenía
aproximadamente unos 10.000 habitantes y aspiraba a ser designada «ciudad» en el momento en que
alcanzara oficialmente esa cifra demográfica y los datos catastrales aparejados. El complejo urbano se
iniciaba a partir del puente Centenario, que atraviesa el río Negro y es parte de la ruta 5 que conecta a
Montevideo con la ciudad de Rivera, pasando antes por Durazno y Tacuarembó, y desde allí se prolonga en
línea recta hasta la plaza central (y única) del poblado; allí la ruta efectúa una curva de casi noventa grados
y se convierte en la calle principal de la ciudad, ahora con el nombre 18 de Julio, hasta volver a encontrarse
con el mismo río al cabo de un recorrido de unas veinte cuadras, en el extremo oeste de la urbanización.
En ese itinerario, en aquel año de 1954, se encontraban la plaza Gral. José Gervasio Artigas, frente a ella el
hotel denominado simplemente «Plaza», la iglesia, el club social, la mayoría de los comercios y alguna otra
de las instituciones más representativas de las ciudades del interior. Entre estas, la escuela, el liceo... y
sobre una calle transversal a unos cientos de metros de la avenida, la municipalidad, lo mismo que uno de
los dos cines con que contaba la población. El local del único periódico que se editaba por entonces en
Paso de los Toros se hallaba en el lateral este de la plaza. Quince kilómetros aguas arriba del río Negro
se encuentra hasta hoy la represa de Rincón del Bonete, la construcción más célebre del lugar. Este
inventario resume aproximadamente el conjunto urbano, social y cultural de la ciudad a principios de los
años cincuenta. Mario Benedetti había nacido allí más de 30 años antes, el 14 de setiembre de 1920.
2. Estudio narratológico
La intención de este ensayo, sin embargo, no es de naturaleza biográfica, empresa que ya ha sido
convincentemente lograda por varios investigadores de la obra benedettiana,1 sino que, grosso modo,
podría describirse el enfoque adoptado dentro del marco teórico de lo que a partir de los estudios
estructuralistas y postestructuralistas se entiende como narratología.
Con más de ochenta títulos publicados y una obra que ha frecuentado todos los géneros literarios, Mario
Benedetti es, fuera de toda duda, el escritor más prolífico y versátil de la historia literaria uruguaya, así
como, con toda probabilidad, uno de los autores que más ha contribuido a la difusión de la literatura en
lengua castellana en todo el mundo. Hay constancias suficientemente documentadas de que Benedetti, en
las ocasiones en que debió determinar su actividad como escritor, optó por dar prioridad a la creación
poética, actividad que, en términos cuantitativos, ocupa un lugar preferencial en el conjunto de su
obra. Algo que avala esta elección, es el hecho de que el 31 de mayo de 1999 le fuera otorgado el VIII
Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana por parte del gobierno español.
Sin perjuicio de esto, puede afirmarse con absoluta certeza que la vocación narrativa de Benedetti es una
constante a través de toda su obra, y que esta constituye, tal vez, la forma literaria en que el autor expresó
de manera más elocuente su visión del mundo y las distintas etapas existenciales e ideológicas de su
evolución ética y estética. Es en ese sentido que el estudio de su obra narrativa, compendiada en varias
colecciones que abarcan aproximadamente un centenar de cuentos, más las siete novelas publicadas entre
1953 y 1996, constituye un material privilegiado para el conocimiento de su vida, de su itinerario personal a
través de casi un siglo clave en la historia de América Latina y del mundo, así como también para
comprender su pensamiento, la coherencia entre su obra y su vida, y, desde un punto de vista estrictamente
literario, las influencias y corrientes estéticas que nutrieron su producción artística. Por esta razón, se ha
dado como subtítulo al presente ensayo «Mario Benedetti y el Uruguay de hoy», queriendo señalar, de
esta manera, la intención manifiesta de esa narrativa, en tanto que exposición, análisis y crítica de la
sociedad y la época en que le correspondió vivir a su autor, implacable y lúcido testigo de su tiempo.
1
Referencia a las biografías sobre Mario Benedetti. La más difundida y comprensiva es, sin duda, la de Mario Paoletti, El
aguafiestas. Benedetti. La biografía. Madrid: Alfaguara, 1996. Merece citarse también el magnífico ensayo de Sylvia Lago,
Mario Benedetti: Cincuenta años de creación. Montevideo: Universidad de la República, 1996.
[p. 10]
En otro orden de cosas, Claude Bremond introduce un tercer nivel de análisis al proponer el estudio
semiológico del relato, según el cual este puede ser dividido en dos sectores: por una parte, el análisis de las
técnicas de narración, y por otra parte la investigación de las leyes que rigen el universo narrado. Estas
leyes mismas derivan de dos niveles de organización: reflejan las exigencias lógicas que toda serie de
acontecimientos ordenada en forma de relato debe respetar so pena de ser ininteligible, y agregan a estas
exigencias válidas para todo relato las convenciones de un universo particular, característico de una
cultura, de una época, de un género literario, del estilo del narrador y, en última instancia, del relato
mismo (Logique du récit, 1973).4 Teniendo en cuenta estos diferentes aportes y la reacción posterior de
la crítica postestructuralista de los años 1980 y 1990 contra las pretensiones científicas y taxonómicas de
gran parte de los estudios estructuralistas, la narratología ha vuelto en muchos sentidos a su sentido
etimológico, constituyéndose en un estudio multidisciplinario de la narrativa que negocia e incorpora
los métodos y hallazgos de varios discursos críticos, incluyendo las formas narrativas verbales o literarias de
la representación.
Es en este último sentido generalizado que se analizará la obra narrativa de Mario Benedetti en el presente
ensayo.5
[p. 118]
3. El exilio
Antes de intentar caracterizar más detenidamente el período y tema del desexilio, parece natural remitirse a
su lógico antecedente, el exilio, y todas las necesarias connotaciones de esa peculiar situación.
El propio Benedetti, en una exposición de gran valor autobiográfico y no menor lucidez analítica, describió de
la siguiente manera la complejidad de infortunios, ordalías, circunstancias y crisis personales que afectan el
exilio tanto como la situación del exiliado:
Algún día los especialistas tendrán que abordar, en el marco de una sociología del exilio, el tema de la diáspora
y su costo social. Esa sociología del exilio, a escala latinoamericana, debería considerar, por ejemplo, los
problemas que la diáspora ha generado y genera en el ámbito familiar, en la vida de pareja, en la relación de padres e
hijos. Las tensiones que causa cualquier partida inopinada, cuando uno deja atrás hogar, amigos, trabajo, y tantas otras
cosas que integran su ámbito afectivo y cultural; la inseguridad que –a veces en una edad que debería ser de
consolidación y no de recomienzo– trae aparejada la búsqueda de un nuevo trabajo, una nueva vivienda, así como la
súbita y no prevista inserción en otras costumbres, otro alrededor, otro clima, y a veces otro idioma; todos son
elementos generadores de angustias, malestares y hasta de resentimientos y rencores que, por supuesto,
distorsionan una relación afectiva que en América Latina siempre ha sido importante, definitoria.48
[p. 120-121]
Primavera con una esquina rota (1982) es el primer texto narrativo del período del exilio que aborda
frontalmente el tema en toda su complejidad, y lo hace sirviéndose de los cuatro o cinco personajes que, a
través de sus relaciones personales, sus diálogos o monólogos interiores, sus cartas, sus memorias, los
escritos o composiciones de una niña en edad escolar (es decir, mediante una considerable variedad de
formas discursivas), consiguen tipificar simbólicamente aquello que, en términos sociológicos, podría
4
Éditions du Seuil, París, 1973
5
Acerca de la narratología en general y sobre lo expuesto en esta sección sobre el tema, consultar Susana Onega and José
Ángel García Landa, editores, Narratology. London and New York: Longman, 1996.
48
Artículo originalmente aparecido en el diario El País de Madrid, incluido en Mario Benedetti, subdesarrollo y letras de
osadía. Madrid: Alianza Editorial S.A., 1987, págs. 132/145.
caracterizase como la representación imaginaria del exilio. Allí está Sebastián, el preso político
que aún cumple su condena en el «Establecimiento Militar de Reclusión n.º 1», mejor o peor conocido
dentro del Uruguay y fuera de él como el temible «Penal de Libertad», y por lo tanto su meditación y las
cartas que consiguen atravesar la censura y les llegan esporádicamente a su mujer, a su hija y
eventualmente a su padre, se agrupan en el segmento narrativo que Benedetti ha titulado
«Intramuros».
Su esposa, Graciela, militó clandestinamente junto a Sebastián antes de que este cayera, pero logró
abandonar el país y vive ahora en el exilio con su hija Beatriz en una ciudad que podría ser Ciudad de
México o Madrid, aunque Benedetti, tal vez porque quiere inducir a creer que el exilio es exilio no importa en
qué lugar del mundo uno viva, prefiere no dar referencias muy explícitas sobre el sitio en que este ocurre.
También está allí Rafael, padre de Sebastián, quien pese a no haber ejercido ninguna forma de militancia
que le obligase a expatriarse, probablemente debió hacerlo debido a su profesión (maestro de escuela), y a
la supuesta peligrosidad ideológica que sus concepciones o su simple enseñanza pudieran implicar para el
régimen.
Y finalmente está Rolando, «el otro», antiguo amigo de Sebastián y de Graciela, quien padeció también los
interrogatorios y un corto tiempo de prisión pero logró «zafar» y ahora comparte ese cuádruple exilio en la
ciudad y el país sin nombres.
Las piezas del puzle están sobre la mesa, y es muy probable que el lector la semeje a la situación
arquetípica de Quién de nosotros, la primera novela de Mario Benedetti, porque en efecto la forma en que
van a encastrar y componer la figura final es hasta cierto punto predecible, si bien el contexto
histórico, político y social de esta nueva novela es muy diferente al de aquella, y por lo tanto el desarrollo
argumental, es decir, la historia, tanto como su inquietante desenlace, no serán los mismos ni constituyen el
propósito último de la obra.
En el texto de Benedetti que se citó antes, en que el escritor enumera en un conciso catálogo las
condiciones y los problemas mayúsculos del exilio, se mencionan «la vida en pareja», «la relación de padres
e hijos», la inseguridad que […] trae aparejada la búsqueda de un nuevo trabajo, una nueva vivienda,
así como la súbita y no prevista inserción en otras costumbres, otro alrededor, otro clima, y a veces otro
idioma.
Lo que Benedetti parece haberse propuesto con esta novela es ilustrar todo eso no de manera abstracta,
sino a través de un discurso ficcional, pero también posible y verosímil de sus personajes. Tal vez creyera
que esta construcción imaginaria no era suficiente para convencer al lector, y por esa razón alternó el
discurso ficcional con algunos episodios de su verdadero exilio, todos ellos de interés biográfico y
documental, pero que, aparte de funcionar hasta cierto punto a la manera de un distanciamiento brechtiano,
no constituyen –es la opinión en este ensayo– un elemento de mayor persuasión que la secuencia
puramente narrativa. Más persuasivo resulta este fragmento extrapolado de una de las largas reflexiones
de Rafael, padre de Sebastián y abuelo de Beatriz:
Reorganizarse en el exilio no es, como tantas veces se dice, empezar a contar desde cero, sino desde
menos cuatro o menos veinte o menos cien. Los implacables, los que ganaron sus galones en la crueldad
militante, esos que empezaron siendo puritanos y acabaron en corruptos, ésos abrieron un enorme
paréntesis en aquella sociedad, paréntesis que seguramente se cerrará algún día, cuando ya nadie será
capaz de retomar el hilo de la
antigua oración (pág. 75).50
50
En la biografía de Benedetti ya mencionada, Mario Paoletti sugiere que los escritos de Beatriz parecen haber sido inspirados
por los libros de José María Firpo, El humor en la escuela (dos volúmenes por lo menos), libros en que este maestro uruguayo
recogió las desopilantes ocurrencias de sus alumnos respecto a una variedad de temas, y que Benedetti apreciaba
especialmente.

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