4. pautas parentales de crianza

Transcripción

4. pautas parentales de crianza
TABLA 7
CARACTERrsnCAS ASOCIADAS A LAS RELACIONES
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;;¡:¡J
Las pautas de crianza han sido asociadas al desarrollo psico­
afectivo de los hijos, lo cual está íntimamente asociado a los
D (oMG)
Desorganizado.
Se vuelve
controlador o
cariñoso más
tarde
en la
situación
ante
extraños
Estilo del
niño
I
Parental
Categorlas
entrevista
apego
adulto
Narrativa
Ambivalente! Desorganizado!
Preocupado! Irresuelto
Resistente
Coherente
Estilo
parental
Incoherente:
preocupación
por el
pasado
Incoherente
con sus
pérdidas no
elaboradas
Disponible a
ratos
Maltrato
(algunos)
Relaciones
Distancia
Estilo
transaccional
4. PAUTAS PARENTALES DE CRIANZA
Conflicto
Acercamiento!
Evitación
Desapego.
Evita la
cercania
flsica y
psíquica
Caótico
Limites
difusos.
Frecuentes
roles
inversos
1995 (modificado).
estilos de apego.
Parker, Tupling YBrown (1979) desarrollaron un cuestio­
nario autoaplicado, el Parental Bonding Instrument (PBI), pa­
ra medir dos dimensiones de las pautas de crianza: el cuida­
do (CUI) (entendido como preocupación contra indiferencia y rechazo) Yla sobreprotección (SOB) (conductas contra los estimulos de independencia del hijo) que el hijo percibe en
sus padres, referido a sus 16 primeros años de vida. aunque
evalúa actitudes percibidas en la actualidad. Sobre la base de
estos factores, se construye una tipología de los vínculos pa­
rentales percibidos:
1. Óptimo (alto cuidado, baja sobreprotección).
2. Ausente o débil (bajo cuidado Ybaja sobreprotección).
3. Constreñido (alto cuidado Y alta sobreprotección).
4. Control sin afecto (bajo cuidado y alta sobreproteccióÍl).
Al estar este cuestionario íntimamente ligado a las pautas
parentales de crianza, vamos a describirlo en detalle aquí.
Consta de 25 fteros de los cuales 13 forman la subescala de .
sobreprotección y 121a de cuidado, con cuatro opciones de res­
puesta (Muy de acuerdo. Acuerdo moderado, Desacuerdo mo­
derado y Muy en desacuerdo), con puntuaciones de Oa 3. Ca­
da ítem debe ser contestado, en forma retrospectiva o actual,
para el padre y para la madre.
La escala de cuidado (CUI) hace referencia a: calidez emo­
cional, preocupación por el bienestar del hijo y valoración po­
sitiva del mismo, frente a rechazo e indiferencia. Mientras que
la escala de sobreprotecci6n (SOB), a: control, sobreprotec­
ción, intruSión, contacto excesivo, infantilización y prevención
de la conducta independiente, que tienen alto valor en sobre­
protección frente a fomento de la independencia, que tienen
bajo índice de sobreprotección.
Otros autores (Kendler, 1996; Martinet al., 2004) han hai nado tres factores: el cuidado (compuesto por los mismos
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66
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diante el pa'rentalBonding InstrUIllent (PBI) de Parker et al.
(1979) en unaió.uestra de 63 adictos a opiáceOS Yun grupo con­
trol de 50 estudiantes con una edad semejante. Entre sus
tados destaca que en el grupo de toxicómanos predominaba el
vínculo de control sin afecto, mientraS que en el grupo control,
el vínculo óptimo. Este control sin afecto debe considerarse un
estilo de parental de alto riesgo y se caracteriza por frialdad, re­
chazo, indiferencia, control e introsión en la vida del hijo, y una
falta de estímulo para la autonomía. Espina et al. (1996), apli­
cando el PBI a toxicómanos hallaron que también el vínculo de
control sin afecto era el más frecuente en éstos, mientraS que el
vínculo óptimo era el más frecuente en el grupo control.
Espina, Fernández YPumar (2000 ), utilizando una adap­
tación infantil del PBI, encontraron que el vínculo de control
sin afecto era el más frecuente en niños con traStornos del ha-
ítems que en el de Parkeretal; [1979]), y la sobreprotecciÓÍ1l
que se divide en dos factores: autoritarismo (Kendler, 1996)
restricción (Martin et al., 2004) y sobreprotección (Kendl
1996) o intrusión (Martín et al., 2004).
Parker (1983) encontró en una muestra australiana qll
las puntuaciones medias para cuidado materno eran de 2
y 13,5 para sobreprotección, mientras que las puntuacione$
medias para los padres eran de 24,0 en cuidado y 12,5 en So;.l
breprotección; En una muestra del País Vasco (Espina et a[¡
1996) encontramos en un grupo control sin patología las si­
guientes puntuaciones medias: cuidado materno 29,19, so­
breprotección materna 16,50; cuidado paterno 21,56 y sobre­
protección paterna 16.
.
La fiabilidad de la escala, en cuanto a la consistencia in­
terna, informada por el autor es muy buena (Parker, 1983): de
0,88 para cuidado y 0,74 para sobreprotección); mientras que
la fiabilidad inteIjueces mostró índices de r = 0,78 para cuida­
do y r = 0,49 para sobreprotección. Parker (1984) resume los
estudios realizados sobre la fiabilidad test-retest de la escala en
distintas muestras clínicas y no clínicas. Los resultados eran
buenos para ambas y mejores para la escala de cuidado res­
pecto a la de sobreprotección. La validez concurrente ha sido,
así mismo, ampliamente estudiada (Parker, 1984 y 1986; Ka­
zarianetal., 1987; MacKinnonetaL, 1991). En resumen, los re­
sultados de estos trabajos señalan que el PBI es una medida vá­
lida de las características parentales percibidas, así como de las
características parentales actuales. Además, el PBI no se ve
afectado por el ambiente familiar, «percepción compartida».
La validez predictiva, en cuanto a diferenciar muestras clíni­
cas y sujetos normales, así como para predecir el curso de una
enfermedad, ha sido investigada por Parker (1979 y 1981) en
los trastornos de ansiedad y depresivos. En diferentes tipos de
pacientes psiquiátricos han sido investigados por numerosos
autores (Espina y Pumar, 1999). En toxicomanías, el PBI ha si­
do utilizado pOr Schweitzery Lawton (1989).
Schweitzer y Lawton (1989) estudiaron la percepción que
tenían los hijos de las actitudes de sus padres hacia ellos me68
resul~
bla y del lenguaje.
Humphrey y Stern (1988), basándose en la teoría de las
relaciones objetales , proponen que las familias en las que apa­
recen trastornos de la alimentación experimentan fallos a la
hora de proporcionar un ambiente parental contenedor. Es­
tos autoreS creen que estos fallos son transmitidos de una ge­
neración a otra. Muchos de los estudios empíricos sobre los
estilos parentales en los trastornos de la alimentación están
basados en el parental Bonding InstrUment (PBI) (Parker, Tu­
pling y Brown, 1979). Los datos de los estudios empíricos son
variables Y no concluyentes.
e
Gómez (1984) quería comprobar si el desarrollo psicos ­
xual estaba relacionado con los problemas con la bebida. Pa­
ra ello comparó pacientes que referían problemas con el al­
cohol con sujetos controles sin ningún tipo de patología Ycon
pacientes con trastornos alimentarioS. Con dicho fin utilizó
el PBI Yencontró que, en la percepción de la figura materna,
las bulímicas no diferían de las controles; las anoréxicas pun­
tuaban a sus madres significativamente más bajo en cuidado
y más alto en protección. En cambio, no diferían de las con­
<troles en la percepción de la figura paterna, mientras que las
. . bulímicas mostraban una significativa falta de cuidado.
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Pole, WalIer, Stewart y Parkin-Feigenbaum (1988)
ron que mujeres bulímicas puntúan significativamente
bajo en cuidado con respecto a sus madres que las controle
(75%vs. 47%, respectivamente); las puntuaciones para los'"
dres son similares, aunque se acercan a la significación
dística. El cuadrante que más distingue a los grupos es el
vinculación óptima, al que pertenece un 43% de las controles.
frente al 5,4% de las bulímicas. Concluyen gue los sínto~
bulímicos estarían disfrazando un desarrollo del ego defici..;
tario relacionado con una pobre empatía parental más que á·
un problema básico de autocontrol.
Rhodes y Kroger (1992) comparan la percepción de las pau'­
tas de crianza entre adolescentes con trastornos alimentarios
y un grupo control libre de síntomas. Concluyen que el control
sin afecto maternal, caracterizado por la sobreprotección, in­
hibición de la índividuación, intrusismo, infantilización y la fal­
ta de calidez emocional, se asocia en mayor medida que la pa­
terna con los tras,tornos alimentarios. Además, encuentran que
las pacientes puntúan alto en ansiedad de separación, bajo en
separación saludable, alto en ansiedad a ser «engullido» Yalto
en negación de la independencia. Es decir, aparece un mode­
lo en el que cuando se mueven lejos sienten ansiedad de sepa­
ración pero cuando están cerca temen ser engullidos.
Russel et al. (1992) aplicaron el PBI a anoréxicas, otras
pacientes psiquiátricas y un grupo normativo, y hallaron que
en las pacientes anoréxicas y en el grupo control era más fre­
cuente el vínculo óptimo y en las otras pacientes el de control
sin afecto. Vandereycken (1994) aplicó el PBI a anoréxicas y
a sus padres y encontró que las madres percibieron un víncu­
lo de control sin afecto en ambos padres; los padres perci­
bieron a sus padres como neutrales y a sus madres como so­
breprotectoras. Mientras que sus hijas percibían un vinculo
óptimo COn su madre y débil con el padre.
En un estudio realizado con jóvenes del País Vasco hemos
podido confirmar ver la íntima relación entre las pautas de crian­
za y la salud mental (Espina, Ochoa de Alda y Ortego, 2007).
Esta fQrmaMisfuncional de parentalidad o distorsión per­
ceptual, o ambas'. puede
un epifen6Illeno de la atmósfera.
negativa en las familiás con trastornos. Las tristes relaciones
entre padreehijos)Jac~pica,eIlloción negativa, puede ser a
la vez causa Y consc::cuencia de las interacciones que roinan
las preocupacioneS~eI).t.sUes yel desarrollo de los hijos. Por
otra parte, unas pautas parentales de crianza inadecuadas
pueden actuar COIllO.UD factor predisponente a padecer traS­
ser
tornos psicológicos.
5.
RANSMtStÓN GENERAct
FAMILIAS
Bowen(
ferido al
otro. La
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da en la relaciou:
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