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No hay caminos para la paz, la paz es el camino
Selección, traducción y versión de
Josep M. Duch i Plana
Con la colaboración de Artur Martí i Gili
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Título original: Gandhi Upadesha. L’ensenyament espiritual de Gandhi
© 2005 Josep Maria Duch
© 2006 de la edición española:
mtm editor.es
Barcelona (España)
E-mail: [email protected]
Web: www.mtm-editor.es
Traducción: Loto Perrella
PRIMERA EDICIÓN: Mayo 2006
Cubierta y maquetación: mtm editores
ISBN: 84-95590-91-3
Depósito legal: B-FALTA-06
Impreso en España por Gramagraf s.c.c.l.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede reproducirse
o tramitarse bajo ninguna forma o por ningún medio electrónico ni mecánico,
fotoquímico, electroscópico, magnético, incluyendo el fotocopiado y la
grabación, ni por ningún sistema de almacenamiento y recuperación de
información, sin permiso expreso por escrito del editor.
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A mis padres Josep Duch y Maria Plana.
A la cultura y a las gentes de la India.
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ÍNDICE
EL IDEAL DE LA NO-VIOLENCIA
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PRÓLOGO
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Capítulo I
GANDHI ERA UN YOGUI.
BIOGRAFÍA ESPIRITUAL DE M.K. GANDHI
17
Capítulo II
BREVE SELECCIÓN DE TEMAS CLAVE
41
Capítulo III
CARTAS A LOS DISCÍPULOS Y AL DIRECTOR GENERAL
DE LA UNESCO
59
Capítulo IV
UN DÍA EN LA VIDA DE GANDHI. SALUD INTEGRAL
POR MEDIOS NATURALES, EL SERVICIO Y LA MEDITACIÓN
89
Capítulo V
LOS MANTRAS, LOS HIMNOS Y LAS ORACIONES
DEL ASHRAM DE GANDHI
97
Capítulo VII
EL ALIMENTO DIARIO DE GANDHI:
EL BHAGAVAD GÎTÂ (II:54-72) Y EL ISHA UPANISHAD
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Capítulo VIII
LA MEDITACIÓN Y LA VIDA INTERIOR
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Capítulo VIII
GANDHI VISTO POR…
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Capítulo IX
DIARIO ESPIRITUAL: UN AÑO CON GANDHI
149
EPÍLOGO
EL LEGADO DE GANDHI A EUROPA: LANZA DEL VASTO Y EL ARCA
165
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
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GLOSARIO
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EL IDEAL DE LA NO-VIOLENCIA
Un hombre afligido por la pobreza caminaba por un bosque. Tenía mucha
hambre, porque llevaba tres días sin comer nada. Era tiempo de mangos y en el
bosque los árboles estaban cargados de fruta. La fruta deliciosa era demasiado
tentadora para ignorarla, así que el hombre hambriento agarró una piedra y la
lanzó a un árbol. Cayeron al suelo un par de mangos. La cara del hombre se iluminó de alegría cuando los recogió, y su boca empezó a segregar saliva.
Pero el gozo que sintió por haber conseguido algo que le calmara el hambre
hizo que no pensara en la dirección seguida por la piedra después de tocar los
mangos. Una vez ha alcanzado el objetivo la piedra cae. El momento de alegría
del hambriento era grande, pero el ímpetu de la piedra la elevó hacia el cielo
antes de caer al suelo.
El karma, creador de extrañas situaciones, conspiró para que ese día coincidieran en el mismo bosque el más pobre de los hombres y el soberano del país.
El hombre pobre, en los límites de la muerte, buscaba algo, lo que fuera, para
satisfacer su hambre. El monarca, después de una comida real, buscaba la sombra fresca de los árboles para pasar el rato jugando al ajedrez con sus esposas y
ministros. Ninguno de ellos era consciente de la proximidad del otro.
La piedra que golpeó el árbol e hizo caer la fruta era un objeto inerte, y de
ninguna de las maneras hubiera podido evitar al monarca, sino que le cayó en
la cabeza, y el turbante que se la cubría salió disparado y quedó todo deshecho. El rey, concentrado en su juego con las consortes, no se preocupó de
aclarar las causas de la mala suerte de su turbante, pero sus cortesanos sí lo
hicieron: era un insulto al rey y no se podía tolerar. Buscaron al insolente y
encontraron al pobre hombre que todavía se estaba comiendo los jugosos
mangos.
Los servidores quisieron adelantarse al castigo que le daría el monarca, y
para demostrar su lealtad impusieron la pena capital a quien había ofendido la
persona del rey de tal manera. El ministro de justicia formó rápidamente un
tribunal y allí mismo condenó a muerte al pobre hombre por agresión al rey.
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Este, mientras tanto, había terminado el juego e inmediatamente el ministro
de justicia le comunicó que el insolente había sido severamente castigado por
el ultraje.
—Traédmelo —ordenó su majestad, y el pobre desgraciado fue llevado ante el
monarca, que le interrogó:
—¿Por qué lanzaste la piedra?
—Para conseguir un mango.
—¿Dónde la lanzaste?
—Al árbol, señor.
—¿Y conseguiste el mango?
—Sí, majestad.
—¿Te lo has comido?
—Sí, majestad.
El rey se volvió hacia el ministro de justicia:
—El pobre hombre tenía hambre —dijo—, lanzó una piedra al árbol para conseguir un mango y se lo ha comido.
Otra vez le habló al hombre:
—Ahora contesta a esta pregunta: ¿Cuánto tiempo aguantarás antes de volver
a tener hambre?
—Unas veinticuatro horas, majestad.
—Es suficiente. Ahora dictaremos sentencia.
Todos esperaban. ¿Puede haber algo peor que la sentencia de un juez? El rey
habló:
—Ordenamos que a partir de ahora, y hasta que se cumpla la vida de este
hombre sobre la tierra, recibirá de nuestra tesorería la cantidad de dinero necesaria para poder mantenerse. Así se comunica para su ejecución inmediata al
ministro de finanzas.
Todos quedaron sorprendidos. ¿Qué tipo de castigo era ese? La reina pensó
que ella era la responsable de esa decisión. La buena disposición del rey se debía
a su influencia, se sentía generoso y por eso había recompensado al pobre hombre. Entonces rio con fuerza.
—Querida —le dijo el rey—, dime, ¿el árbol es un ser sensible o insensible?
—Insensible, naturalmente, señor.
—¿Y yo?
—¡Qué preguntas haces, querido! El hombre, que es la corona de la creación,
es un ser sensible y tú eres una joya entre los hombres. En verdad, eres divino.
¿Quién te sobrepasa en sentido común y en sabiduría?
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El ideal de la no violencia
—Entonces, querida, ¿no es acaso justo que yo, un ser sensible, demuestre que
soy más digno que un árbol insensible, de esta condición que me ha sido concedida por Dios?
—Mi señor, tú eres mucho más digno que todos los hombres en hechos y en
sabiduría. Pero ¿por qué me dices todas estas cosas?
—¡Escucha! Este pobre hombre tocó el árbol con una piedra y este le dio una
fruta deliciosa para comer, que le sació el hambre por todo un día. Luego la piedra cayó encima de mí: estaba decidido que me tocara. ¿No he de demostrar
que soy más digno que este árbol? Por esta razón he dado orden que se cubran
todas sus necesidades hasta el final de sus días.
Los ministros, los servidores y la reina se postraron a los pies del monarca,
besaron el polvo de sus pies y lo glorificaron:
—Señor, tú eres realmente un dios en esta tierra. ¿Quién más, aparte de Dios,
hubiera mostrado tanta compasión en una situación así? Señor, en virtud estás a
la altura de Buda, de Jesús y de todos los grandes santos y sabios de todos los
tiempos. ¡Viva! ¡Viva! Que la sabiduría y el éxito de vuestra majestad reine por
muchos años sobre la tierra, porque solamente los gobernantes como tú pueden inspirar a la gente a cultivar la compasión, el amor cósmico y el dominio de
sí mismos. Inspirados por tu glorioso ejemplo, los hombres se amarán y se ayudarán los unos a los otros. De esta manera permanecerán puros de corazón y
se transformarán en seres divinos. Bendícenos, señor, para que podamos ser tus
dignos servidores.
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PRÓLOGO
RECORDAR LA PAZ, Shantismriti
Buscaré la paz y la quietud, evitaré el griterío, el ruido y la discusión.
Intentaré establecer la armonía entre los que pelean.
Intentaré hablar sin rudeza ni agresividad, pronunciando siempre palabras
amables y verdaderas.
Intentaré ser conciliador y no ser fuente de conflictos para los demás.
Ojalá aquellos que viven agobiados encuentren la paz que anhelan.
Ojalá pueda yo librarme de los vicios que me agitan.
Ojalá la paz consiga liberar mi corazón.
TRADICIÓN BUDISTA
Para mí, monje tibetano, el Mahatma Gandhi ha sido siempre una gran inspiración
desde mi infancia, y su explicación de la no-violencia ha sido también muy valiosa.
Era un hombre de pensamiento profundo y de vida sencilla, como dicen los ingleses. Yo nací en el Tíbet, pero como consecuencia de la invasión china estuve refugiado en Nepal, y luego viví exiliado en la India. Tendría yo siete u ocho años y
todavía recuerdo que por todas partes, en las calles de la India, había fotos del
Mahatma Gandhi, y me sorprendió su sencillez. Sin embargo entonces yo todavía
no conocía en profundidad su mensaje.
Gracias a mi karma positivo, ganado en vidas pasadas, un niño de la calle me
condujo al lado del Dalai Lama, del cual recibí formación y afecto. En sus charlas
el Dalai Lama siempre ponía ejemplos de la vida del Mahatma Gandhi sobre el
pensamiento correcto y positivo, no ser egoístas, el trabajo de grupo… La tarea
de Gandhi, así como la del Dalai Lama, es inspiradora mundialmente. Recuerdo
que en la escuela, en la India, también aprendíamos aspectos de la vida y de las
enseñanzas del Mahatma Gandhi. Gandhi es el padre de la nación y su figura se
compara con la de Buda y la de Jesucristo. El Dalai Lama ha dicho que es seguidor
de Buda y de Mahatma Gandhi. El Dalai Lama no pudo conocerlo personalmente,
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y siempre dice que en esta vida se ha perdido una cosa importante, y es que no
ha podido saludar y estar al lado de Gandhi cuando este aún vivía.
Gandhi era hijo de un comerciante hindú, estudió en Inglaterra y trabajó en
Sudáfrica. Supo conectar con la pobreza, los problemas, el esfuerzo y el desarraigo, y estas experiencias le fortalecieron y le ayudaron en su lucha por la noviolencia, con la filosofía de la ahimsa, para liberar la India del dominio inglés.
Su mensaje tiene mucho predicamento entre los tibetanos. En la lucha de este
pueblo contra la China, nuestra única arma es ahimsa, la no-violencia. Con Buda,
el Mahatma Gandhi y el Dalai Lama, los tibetanos somos optimistas. El Tíbet perdió su independencia en 1959, sin embargo, en comparación con lo que tardó la
India en recuperar su libertad, estos cuarenta años no son mucho tiempo.
Mientras la verdad y las enseñanzas del Mahatma Gandhi y del Dalai Lama sigan
vivas, en la teoría y en la práctica, habrá esperanza. Porque en la idea budista no
hay lugar para las armas, ni para las matanzas, ni para la sangre. Dice el Dalai
Lama: “Una conducta no violenta será una conducta física o verbal motivada por
el deseo de ser útil, de ayudar a los demás. La motivación de una acción es lo que
determina la no-violencia o la violencia de un acto.”
El Mahatma Gandhi es un ejemplo para todos aquellos que buscan y que quieren vivir en paz. Para proteger a su país perdió la vida. Quería armonizar todas
las creencias religiosas con oraciones interreligiosas, y un fanático lo mató. Los
malos atacan a los buenos, no se atacan entre ellos, y los grandes pensamientos y
los ideales de bondad corren peligro. En este mundo hay que pensar bien y en
positivo, y la tarea es difícil, mientras que la negatividad, con menos esfuerzo hace
mucho mal. Yo mismo no soy hinduista, sólo soy un monje budista normal y
corriente, pero el pensamiento del Mahatma Gandhi me ha inspirado, y él tiene
para mí un gran valor. De hecho, tengo su foto en mi habitación.
Hoy día se habla mucho del diálogo interreligioso, pero Gandhi lo llevó a la
práctica. Este diálogo no intenta hacer cambiar de religión a nadie, sino que su
función es enriquecedora, para aprender de otras religiones, para saber qué dice
cada religión, cada escuela y cada tradición. Para aprender y aplicar todo lo que
es positivo.
Tengo en la mente una imagen asociada a Gandhi, es la de sus tres monos.
De pequeño me gustaba y me inspiraba. Me gustaría ponerla en la Casa del
Tíbet, bien grande, en el vestíbulo. Los tres monos contienen una enseñanza
valiosa. Nuestra mente no descansa nunca, es como un mono que siempre se
mueve arriba y abajo. El primer mono se tapa la boca, el segundo las orejas y el
tercero los ojos. El primero nos enseña a hablar y criticar menos. El segundo
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Prólogo
nos enseña a no escuchar tantas noticias negativas: fracasos, desastres, muertos,
sangre, accidentes… Las cosas positivas y espirituales no son noticia en este
mundo ni sirven para vender periódicos. Hemos de escuchar las cosas positivas
y no las negativas. El tercer mono nos pide que nos tapemos los ojos, quiere que
miremos ejemplos buenos y hacia nuestro interior, de lo contrario los ojos se
nos van y nos llevan al consumismo que nos descontrola la mente con la envidia
y los celos. Si no tienes y te obsesionas por tener, mal te va a ir. Recuerda, los
tres monos nos enseñan las cualidades espirituales: no critiques, no veas las cosas
negativas, no las escuches. Ahora puedes entender por qué de niño, a falta de
juguetes, la imagen de los tres monos me atraía mucho.
Gandhi me ha inspirado mucho, con su vestimenta sencilla y su mensaje profundo. Si todas las naciones y todos los políticos pudieran pensar y actuar como
el Mahatma Gandhi, y se basaran en sus teorías y en la práctica de la no-violencia, el mundo sería mucho mejor. Si sólo decimos: paz mundial, paz mundial…
pero seguimos compitiendo y somos orgullosos, no alcanzaremos la paz mundial, será muy difícil. Si por medio de este libro sobre las enseñanzas de Gandhi
se puede llegar a la gente religiosa, a los políticos, a la gente que no cree pero que
busca la dignidad humana y la esencia de la vida, su mensaje de pensar bien,
actuar bien, hablar bien y vivir bien mejorará el mundo. Su mensaje es para
todos, no sólo para los hindúes. Om shantih.
VENERABLE THUBTEN WANGCHEN
Casa del Tíbet de Barcelona
c/ Rossellón 181, bajos
08036 Barcelona
Tel. 93 207 59 66
http://www.casadeltibetbcn.org
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Capítulo I
GANDHI ERA UN YOGUI
BIOGRAFÍA ESPIRITUAL DE M.K. GANDHI
Allá donde la mente no conoce el miedo y se lleva la cabeza erguida;
donde el conocimiento es libre;
donde el mundo no está fragmentado por estrechas paredes caseras;
donde las palabras brotan del fondo de la verdad;
donde el esfuerzo incansable alarga sus brazos hacia la perfección;
donde la corriente clara de la razón no se ha perdido en el seco desierto
del hábito apagado;
donde Vos conducís la mente hacia delante, hacia la vastedad constante
del pensamiento y de la acción.
Oh Padre, haced que mi país despierte en ese Cielo de libertad.
RABINDRANATH TAGORE, Gitañjali 35
Y que nadie se crea que el mundo lo ha estado esperando como a un Mesías.
GOETHE
Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948) era más conocido entre sus
seguidores como Mohandas Gandhi: “el fragante (gandha) servidor (das) del cautivador divino (Mohan)”, y por el resto del mundo como Mahatma Gandhi. Este
título aristotélico de Mahatma (gran alma), le fue concedido por el poeta
Rabindranath Tagore en 1920, inspirado en un himno de los antiguos Vedas.
Sobre este título no solicitado Gandhi escribió, lleno de humildad: “A menudo
el sobrenombre de Mahatma me ha entristecido profundamente, y no recuerdo
ningún momento en que pueda decir que me ha alegrado”. De su primer apellido, Karamchand, dice Lanza del Vasto que es la versión gujarati de la palabra
sánscrita karmachandra, “la acción de la luna”, es decir nutrir con néctar la tierra
e iluminarla por la noche. Para sus discípulos era Bhapuji, diminutivo respectuoso
de “amado padre”.
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Gandhi nació en la ciudad portuaria de Sudamapuri, la ciudad blanca, más
conocida como Porbandar, el 2 de octubre de 1869. Su familia pertenecía a la comunidad modha bania, una casta de comerciantes frugales y ahorradores del
estado de Gujarat. Esta subcasta estaba formada por hindúes que adoraban a
Krishna, y por jainistas “vestidos de blanco” seguidores de la no-violencia, que
creían que la mujer tenía la capacidad de alcanzar la liberación. Su madre,
Putlibai, muy piadosa, pertenecía al grupo de los pranamis, que unían las enseñanzas de Krishna con la visión sufí del Corán, y daban mucha importancia al
vegetarianismo, a la abstención del tabaco y el alcohol, y a los ayunos purificadores. Los modha habían hecho una síntesis espiritual basada en este vaisnavismo, universalista y abierto, con el jainismo de la zona, basado en la ausencia de
agresividad y en la austeridad. Este grupo religioso practicaba el servicio a todas
las criaturas, inspirado por el amor al Señor. Tanto el abuelo, como su apasionado padre, desempeñaron importantes cargos en la administración, siendo primeros ministros de la corte del pequeño principado de Porbandar.
A Gandhi, aplicado y tímido, lo casaron a los trece años, según la costumbre
de la época, con Kasturbai, una niña analfabeta de la misma edad, rica e independiente, aprovechando la boda de un hermano mayor. Gandhi siempre reprobó estos matrimonios prematuros que lanzan a los niños al remolino de la
sensualidad sin que haya la madurez que les haga de timón.
La buena semilla plantada durante la infancia
Gandhi había nacido en una familia que armonizaba las fes vaisnava y jainista, con
las que se familiarizó desde la infancia. Su primer gurú fue la vieja criada Rambha,
que cuando era pequeño le enseñó el tarakamantra, el mantra salvador de Shri
Rama (Ram, Ram, Ram), que aleja todos los miedos y transmite alegría. Este
mantra lo recitó a lo largo de toda su vida hasta el momento de su muerte, cuando bendijo a su asesino con las manos, con una sonrisa y con la repetición de su
mantra tres veces: He Ram (Oh Dios). Su segundo gurú fue el contemplativo jainista Raychandbai, a su regreso de Inglaterra.
En aquella época se vivían con intensidad los altos ideales del movimiento del
renacimiento hindú, de fuerte raíz bengalí. Basados en un universalismo de principios, en el respeto y en la recuperación del individualismo hindú, bajo el liderazgo de grandes personalidades políticas y espirituales, como Raja Ram Mohan Ray,
Dvarakanath Tagore, Devendranath Tagore y Keshab Chandra Sen, fundadores
del Brahmosamaj en 1828; Swami Dayananda Sarasvati, que fundó el Aryasamaj; Shri Ramakrishna Paramahamsa y Swami Vivekananda de la Ramakrisna
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Gandhi era un yogui. Biografía espiritual de M. K. GANDHI
Mission, con finalidades sociales y espirituales, y personajes como el gran yogui
Shri Aurobindo Ghosh y el poeta Rabindranath Tagore, entre otros.
Cuando se presentó la posibilidad de ir a Inglaterra a estudiar derecho, una parte
de la familia se opuso, porque jamás ningún modha bania había cruzado el océano
—las impuras aguas negras—, y cuando finalmente Gandhi decidió ir, tuvo que
prometer ante su madre y el monje jainista Becharji Swami, perteneciente a la comunidad, que no comería carne ni bebería alcohol y que permanecería casto. Los
ortodoxos, molestos por su decisión, expulsan a Gandhi de su casta, y así, liberado del peso gravoso de la casta y protegido por su compromiso, atravesó el
océano en 1887. Como Buda, dejó esposa y un hijo. Era el pequeño inicio de una
expansión de alcance mundial.
Los años de estudio y de fortalecimiento en la Inglaterra victoriana
Gañid estudió Derecho en la facultad londinense del Inner Temple, y después de
perder el tiempo intentando convertirse en un gentleman, descubrió el cristianismo anglicano y algunos cristianos con conciencia social, las logias ilustradas de
la teosofía, los restaurantes vegetarianos, que le salvaron la vida, y las activas
sociedades vegetarianas, de las que se hizo miembro. No se hizo cristiano, pero
adoptó principios cristianos y valoró muy positivamente la espiritualidad de los
cuáqueros. En Londres visitó la Blavatsky Lodge, donde entró en contacto con
la misteriosa Madame Helena Petrovna Blavatsky, fundadora de la Sociedad
Teosófica que había escrito La Doctrina Secreta, y con Annie Besant, posterior
presidenta de la sociedad, y con los teósofos Sir Edwin Arnold, influyente escritor orientalista, y Henry Salt, un combativo vegetariano anarquista, con el que
colaboró en el semanario The Vegetarian.
El papel de la teosofía inglesa fue muy importante para su desarrollo personal.
Le abrió las puertas del vegetarianismo científico y le hizo redescubrir la majestuosidad de la India y de sus joyas espirituales, como las enseñanzas de Buda y
del Bhagavad Gîtâ, que lo confortaron en su camino. Moralmente hubo una gran
sintonía. Es suficiente leer La Escalera de Oro, de H.P. Blavatsky, para descubrir
muchos de los principios gandhianos:
“Una vida limpia, una mente abierta, un corazón puro, una inteligencia despierta, una percepción espiritual sin velos, un amor fraterno hacia el condiscípulo, una disposición rápida para recibir y dar consejo e instrucción, un sentimiento
leal del deber hacia el maestro, una obediencia voluntaria a los mandatos de la
verdad, un soportar valiente las injusticias hacia uno mismo, una declaración de
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principios intrépida, una defensa valerosa de los que son atacados injustamente
y la vista siempre fija en el ideal del progreso y la perfección humana que la ciencia secreta nos enseña… Esta es la Escalera de Oro, y sus escalones llevan al estudiante hacia el Templo de la Sabiduría Divina.”
La teosofía quería el resurgimiento de la India, pero como una autonomía
dentro del imperio británico, y propugnaba un budismo esotérico ad hoc como
religión mundial. Entre los objetivos de la sociedad también estaba el estudio de
las religiones y de los fenómenos psíquicos, el desarrollo de la fraternidad humana, la recuperación del papel que en el pasado había tenido la Gran Diosa, y la
lucha por los derechos de la mujer. Gandhi fue un simpatizante de la Sociedad
Teosófica, pero jamás se hizo miembro como lo hizo el Pandit Nehru. Cuando
finalizó sus estudios en Londres se despidió de los teósofos y regresó a la India,
pero el lema de la Sociedad teosófica: Satya nasti parodharma (no hay religión
más elevada que la verdad) lo acompañará siempre.
Las relaciones posteriores entre Annie Besant y Gandhi en la superficie fueron
ambivalentes, como también lo fueron las relaciones entre Annie Besant y
Krishnamurti y Rudolf Steiner. En el bufete de Gandhi en Sudáfrica trabajaron
varios teósofos, con la foto de Annie Besant presidiendo la sala, y también colaboraron en las campañas contra la discriminación racial. En 1901 Gandhi visitó
a Annie Besant en Benares, pero en 1916 criticó a los ingleses, a los maharajas chaqueteros, y a Annie Besant en un mitin donde se encontraban todos reunidos. En
1921 tuvo lugar la separación pública de Gandhi y Annie Besant, que entonces era
presidenta tanto de la Sociedad Teosófica como del Partido del Congreso Nacional
Hindú, fundado en 1885 por el inglés A.O. Hume, al cual pertenecía Gandhi. La
causa de ello fue el proyecto independentista y la estrategia no-violenta, aunque
siguieron colaborando y siempre conservaron la admiración mutua por la lucha a
favor de la India y de la dignidad de la mujer.
El duro principio de realidad vivido con la integridad del karma yoga
Gandhi regresa a casa. Sus padres han muerto y con ellos se acaban la influencia
y los contactos que la elevada posición social paterna ofrecía. Lo espera su esposa Kasturbai con un hijo, y Gandhi ha de sacar provecho de su título. Estudia la
legislación hindú y empieza a trabajar en un bufete de Rajkot. Desgraciadamente no puede hablar en público, su timidez de adolescente le bloquea la voz
y pierde los clientes. Le sale un caso en Sudáfrica y vuelve a cruzar el océano.
Estamos en el año 1893.
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Gandhi era un yogui. Biografía espiritual de M. K. GANDHI
Allá Gandhi se encuentra con una situación arquetípica que podríamos llamar
“el complejo de Antígona”, es decir, el enfrentamiento con un poder tiránico para
conseguir vivir con dignidad, la dignidad que no tenían los ciudadanos hindúes
emigrados a Sudáfrica. Muy pronto, en el tren que lo lleva a Pretoria, se dará
cuenta con el cuerpo y con la mente de que Europa no es cristiana, ni tampoco lo
son sus leyes. Estas justifican los intereses del Raj británico y de los blancos que
se benefician de ellas.
De abogado pasa a ser activista, y el boyscout inventa el boicot no-violento.
Nace el movimiento Satyagraha, la fuerza de la verdad. En diversas ocasiones se
enfrentará, con la no-violencia basada en la verdad, al general sudafricano Smuts.
Este incumplirá repetidamente los compromisos, pero Gandhi siempre volverá
a emprender la actividad negociadora. El general tenía la arrogancia del león, el
Mahatma la no-violencia del cordero. El general, como Heráclito, creía que la
guerra es el padre de todas las cosas. Gandhi, por el contrario, conoce la prisión,
organiza la Cruz Roja India para ayudar a los soldados del general en dos guerras, y funda un hospital. En 1901 publica un diario, el Indian Opinion, y sigue con
su campaña contra las injustas leyes racistas del gobierno. Su tarea tiene éxito y
en 1915 regresa victorioso a la India, después de veinte años de lucha y de ascetismo. Unos años más tarde el general Smuts será conocido por su política
segregacionista y por la aportación del concepto “holístico” al campo de la filosofía y de la psicología, pero se olvidará de aplicarlo a otros campos…
En 1916 en un acto público en la Universidad de Benares, Gandhi le pide al
virrey que abandone la India, y ataca a los ingleses, a los políticos locales corruptos y a los líderes teósofos: empieza a gestarse el héroe. Entre el público se
encuentra el joven Vinoba Bhave. En 1917 se integran en su movimiento los sikhs
akalis, que se ofrecen desarmados y en oleadas rítmicas a ser apaleados despiadadamente por los soldados, siguiendo los ideales del compromiso con la verdad
(satyagraha).
Muertos los dos líderes tradicionales del Partido del Congreso Nacional
Hindú, G.K. Gokhale, el patriarca moderado que le enseñó el lenguaje suave y
las lenguas nativas, y Lokamanya B.G. Tilak, el extremista que consideraba legítimo el uso del terror, Gandhi se hace responsable de la situación en 1918.
Ambos lo apreciaban mucho por sus sentimientos humanitarios, pero Gandhi
seguía comprobando que los actos armados contra los británicos acababan con
la vida de muchos hindúes y musulmanes. Introduce grandes dosis de sentido
común y ayuda a los campesinos de Champaran y a los proletarios de las
ciudades, actuando de mediador. En 1919 tiene lugar la masacre de Amritsar,
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donde los manifestantes indefensos son ametrallados hasta la muerte, y el
movimiento satiagraha se extiende como una mancha de aceite, toda la India se
une en un día de oración, ayuno y huelga general llamado hartal. En 1930, con
la marcha que dirige contra el monopolio de la sal, despertará la autoestima de
un pueblo y lo condenarán a seis años de cárcel, pero un año más tarde se
encuentra en Londres en la Conferencia de la Mesa Redonda, sentado con
seguridad en “el sillón del peligro.”
Durante el viaje de ida conoce al místico sufí Meher Baba, y de regreso pasa
por París donde visita al pacifista francés Romain Rolland. Este, impresionado por
el personaje, escribirá su biografía. Lo vuelven a encarcelar y otra vez sale libre.
En 1935 recibe la iniciación del kriyâ yoga de manos de Paramahansa Yogananda,
medita cada vez más y lucha por la independencia. En 1943 muere su esposa
Kasturbai a causa de la malaria mientras se encuentran arrestados en la ciudad de
Poone. Esto le parte el corazón pero se recupera con coraje. Sus ayunos, marchas
y discursos serán seguidos por millones de hindúes, asombrados por la potencia
espiritual que emana de su persona.
Pero él no quiere sólo la independencia. Antes de alcanzarla anhela la madurez de un pueblo que pueda permanecer unido en la diversidad y vivir libre del
modelo económico occidental: “La característica de la civilización moderna es la
multiplicación indefinida de las necesidades humanas. La naturaleza puede satisfacer las necesidades humanas, pero jamás los deseos de unos cuantos”. Ante el
modelo depredador de Occidente nos recuerda la posibilidad de vivir de otra
manera. Su ideal político queda truncado el día de la independencia, el 15 de
agosto de 1947, el día en que tiene inicio la guerra fría y en que Camus publica
La Peste, cuando el gobierno inglés subdivide la India en tres partes con dos grandes religiones: el Pakistán (el país de los puros) musulmán, la República India, y
Bangladesh (la tierra de la Diosa Bagala), también de mayoría musulmana. Poco
después, mientras se dirige a orar por la paz entre las comunidades hindú y
musulmana tres tiros de pistola del joven fanático hindú Nathuram Godse hacen
que se escuche el mantra a Rama que le había enseñado su niñera y que había llevado guardado en el corazón durante toda su vida. El cuerpo de Gandhi cae sin
vida. Tenía setenta y nueve años.
La purificación transformadora de la vida en el ashram
¿De dónde sacaba Gandhi su idealismo, su integridad y su coraje? Para comprenderlo tendremos que remontarnos en el tiempo y regresar a Sudáfrica. La
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lectura de la obra del conde Tolstoy, El reino de Dios está dentro de ti, y Hasta el
final, del crítico de arte John Ruskin, le despiertan un impulso hacia la vida sencilla
y comunitaria, que se amolda muy bien con las antiguas ermitas de los bosques
(ashram) de los sabios de los tiempos védicos. Sin perder tiempo fundará el
primero de una serie de ashrams: la granja Fénix, dedicada al renacimiento espiritual. Rodeado de firmes seguidores y en la paz del campo experimentará con el
naturismo occidental (dieta vegetariana, ejercicio, trabajo físico, contacto con los
elementos naturales…) y con la sabiduría védica (estudio de los textos tradicionales, meditación, repetición de mantras, ayunos…). El estilo de vida sencilla tenía
un objetivo a corto plazo: la salud. Pero un devoto apasionado como Gandhi no
podía confiar sólo en el zumo de limón y los rayos del sol. El dicho hindú: “Dios
es el médico más grande” se abre paso en su pacífico espacio mental. Todo el
aprendizaje anterior y la sabiduría que el manantial interior le ofrecía, abierto
con la meditación del yoga, se convirtieron en un ideal de trabajo para el bien del
prójimo o sarvodaya. El modelo familiar de implicación en los asuntos del mundo
(por parte del padre), junto con el estilo austero y piadoso (de la madre) afloraron y se materializaron en su cuerpo. Más adelante escribiría: “Cuando trabaja
por un ideal, la persona se vuelve imparable”.
Esta purificación y expansión espiritual formaban parte de un proyecto educativo más atrevido. Por esa época el movimiento educativo alternativo hindú
era muy variado: la Universidad de Benares, nacida del impulso teosófico de
Annie Besant y del Pandit Malavaya, irradiaba el conocimiento tradicional; las
escuelas para huérfanos de la Ramakrishna Mission llevaban la luz en la oscuridad
de la pobreza; el proyecto identitario de Swami Pranabanandaji (Bharat
Sevashram Sanga) transmitía el ideal de la fuerza de carácter y del servicio a la
comunidad, especialmente a los peregrinos y a los lugares sagrados; la Yogoda
Satsanga de Paramahansa Yogananda combinaba el currículo escolar con los
métodos espirituales basados en el yoga; Shantiniketan, del poeta Rabindranath
Tagore, se ocupaba de la sensibilidad estética…
La escuela de Gandhi seguirá un método basado en la ética y en el trabajo:
“Desde la mano y los sentidos al cerebro y al corazón; de la escuela a la sociedad
y a Dios”. En el Mahatma encontramos a un educador que no deja de ser un idealista práctico. Quiere formar para liberar, y ansía formar a seres autónomos y
dignos. Sus proyectos educativos se basan en el compromiso con la verdad y con
la no-violencia. Enseñar a los hindúes a amar en la acción diaria será el objetivo
crístico de Vivekananda, de Gandhi, de Vinoba Bhave, de Teresa de Calcuta, de
Vicente Ferrer…
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Las pautas éticas de una vida perfecta
No es suficiente cambiar la dieta y purificar las células del cuerpo de sus toxinas,
también hay que cambiar el contenido de la mente, hay que modificar el animalillo humano y convertirlo en un verdadero zoon politikon. Los deberes morales
del ser humano (dharma) en la India antigua son muy parecidos en las distintas
religiones. Comparemos dos sistemas: el hinduista y el budista theravada, tal
como aparecen en el Mahabharata y en las Leyes de Manu XII.
Tres acciones
corporales
Budismo
Hinduismo
Abstenerse de matar
No destruir la vida de los
demás seres
No robar
No poseer la mujer ajena
Abstenerse de robar
Abstenerse de una conducta
sexual negativa
Cuatro acciones
de la palabra
Tres acciones
de la mente
Abstenerse de palabras
hirientes
Abstenerse de mentir
Abstenerse de calumniar
Abstenerse de conversaciones
frívolas
No hablar con rudeza
Pensamientos de renuncia
Pensamientos de buena voluntad
Pensamientos de compasión
No codiciar los bienes ajenos
No herir a los demás
No desconfiar de los Vedas
No mentir
No airear los errores ajenos
No participar en malas
conversaciones
Esta coincidencia ética permite en el país una buena base común para socializar al individuo en el espíritu, sin fisuras. Gandhi, que era un estudioso de las
religiones, se fijó también en la moral del yoga y del jainismo. En el capítulo II
de los Yogasutra de Patañjali encontramos los cinco deberes morales bajo el
epígrafe de yama, la abstención de las malas acciones, y de los cinco niyama, las
acciones que se han de potenciar. Gandhi aceptó los cinco preceptos del yama,
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pero modificó los cinco niyama aceptados por la tradición. Los substituirá
por los siete votos adaptados a su proyecto regeneracionista y son la parte
activa del ideario y, al mismo tiempo, sirven de base para los cinco primeros.
Por ejemplo, el control del paladar es la base para el control de la sexualidad;
el trabajo físico y el uso de las manufacturas caseras son la base de la no posesión y del no robar; respetar por igual todas las religiones es la base de la
verdad; el valor y la libertad de los descastados es la base de la no-violencia.
Gandhi unió estos principios y los convirtió en los once votos del satyagraha.
Estos once votos del satyagraha, o del apoyo a la verdad (término que,
etimológicamente, procede de la palabra gujarati satya, la verdad basada en
el ser, y agraha, sostener con firmeza) se asumen siempre en un espíritu de
humildad.
Los compromisos, vrata, del satyagraha son:
1. La no-violencia, ahimsa.
2. La veracidad, satya.
3. El control de los sentidos y el celibato, bramacharya.
4. El no robar, asteya.
5. La no posesión, aparigraha.
6. El trabajo físico para ganarse el pan, yagna.
7. El control del paladar, rasajaya.
8. La intrepidez, abhaya.
9. El respeto ecuánime para todas las religiones, samadharma drishti.
10. Servir al prójimo y hacer uso de las manufacturas caseras, svadeshi.
11. Luchar por la libertad de los intocables o descastados, harijanmukti.
Para entender el nivel moral de Gandhi recordaremos una anécdota de su
vida.
Una mujer fue a ver al Mahatma con su hijo y le dijo:
—Mahatmaji, dile a mi hijo que no coma azúcar.
—Regresad en tres días —contestó Gandhi.
Después de tres días la mujer volvió con su hijo y Gandhi le dijo al niño:
—¡No comas azúcar!
La mujer le preguntó:
—¿Por qué nos hiciste esperar tres días para decirle esto?
Gandhi le contestó:
—Hace apenas tres días que no como azúcar.
Consideremos los tres primeros principios morales con más detalle:
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1. Ahimsa, la no-violencia
El movimiento de la no-violencia nació en la India antigua cuando sabios iluminados
de distintas tradiciones espirituales (jainistas, yoguis, budistas…) se negaron a participar en los sacrificios animales a los devas y a dejarse llevar por la ira. En el
Mahabharata se pregunta: “¿Cuál es el deber más importante del mundo?”. Y
el buen rey Yudhisthira contesta: “Abstenerse de hacer el mal (ahimsa)”. El yogui
Baba Hari Das entiende ahimsa como: “Abstenerse de causar dolor a cualquier
ser vivo, incluidos nosotros mismos. Cada acción, palabra o pensamiento que
genere dolor en los demás —todo pensamiento que contenga odio, codicia, lujuria, o apego— es una forma de violencia”. En el budismo se hace el voto de avihimsa,
negarse a realizar conscientemente actos crueles, y el voto de avyapada, no odiar
a nadie. Para los jainistas, ahimsa no es sólo abstenerse de herir a los demás, sino
que tiene un aspecto activo, la compasión (karuna/daya) hacia todos los seres. Antes
de poder aplicar con serenidad la no-violencia en la vida diaria enseñaban a realizar un trabajo interior, es decir enseñaban a desarrollar la ecuanimidad, la amistad, la alegría y la compasión.
Gandhi definió ahimsa en estos mismos términos jainistas: “Ahimsa significa
amor infinito, y eso significa una capacidad de sufrimiento infinito por aquello
que se ama”. Himsa significa “herir” o “violentar” y está en la conducta del león
y de los demás depredadores animales. La condición superior del ser humano
debería alejarlo de este tipo de conducta. Sobre este tema Anselm Turmeda
nos dice: “Sabio es el hombre capaz de atemperar su ira”. Nos hemos de frenar
y hemos de limitar nuestro gozo para posibilitar el crecimiento de los demás y
de nuestras potencialidades. La reflexión moral gandhiana no se limitará a una
esfera intrapsíquica aislada del mundo de las relaciones humanas. De hecho la
mayoría de estas relaciones, incluso las afectivas, puede contener un regusto
instrumental y unos tintes económicos. La ética, para ser tal, se ha de basar en
el intercambio humano centrado en el otro. Su discípulo Lanza del Vasto descubrirá detrás de toda violencia hiriente, tanto individual como colectiva, la pulsión thanática disfrazada por la sofisticación y la tolerancia cultural. La violencia
y la guerra han aumentado a medida que avanzaba la civilización: “La causa profunda de la guerra lleva estos tres títulos: posesión, poder, justicia. Puesto que
la posesión es un “derecho” sobre las cosas, y el poder es un derecho sobre los
hombres, y que toda actividad del animal racional se traduce en términos jurídicos, se puede poner todo bajo el epígrafe de justicia. La no-violencia tiene
como finalidad liberar al hombre de las cadenas de la violencia legal y de su
lógica infernal”.
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Gandhi escribirá: “El principio de la no-violencia exige una completa abstención
de cualquier forma de explotación. La no-violencia es la ley de nuestra especie, así
como la violencia es la de los animales. La no-violencia y la cobardía son incompatibles”. Ser moral es negarse a explotar a los demás y cambiar esta pulsión por su
opuesto. De acuerdo con Kant y con Erich Fromm, ser moral significa querer que
el otro crezca y hacerlo posible. Y esto será así cuando desarrollemos estas tres
cualidades: “Autocontrol, caridad y coraje, que son el fundamento de la no-violencia”, escribirá el Acharya Vinoba Bhave. Gandhi las aprendió las tres de su esposa Kasturbai. “La mujer es la encarnación de la no-violencia”, nos enseñará el
Mahatma.
2. Satya, la veracidad
Satya es afirmar lo que es de una manera honesta, y al mismo tiempo abstenerse
de mentir, de la exageración, de la apariencia, de herir con la palabra, de las racionalizaciones inconscientes motivadas por la vanidad, la pasión o el odio. En el
Mahabharata le preguntan al buen rey Yudhisthira: “¿En qué está establecido
el Sol y en qué busca refugio el Cielo?”. El sabio contesta: “En la verdad (satya)”.
Si la verdad tiene tanta fuerza a nivel cósmico, también la ha de tener a nivel
humano, afirman los yoguis de la India. Así en el Shrimat Bhagavatam Satyabhama,
la esposa de Krishna, lo ayuda con su poder de manifestar la verdad a liberar a
dieciséis mil princesas —las cualidades divinas interiores— aprisionadas por un ser
perverso, Narakasura. Gandhi había tenido una precoz intuición infantil sobre el
valor de la verdad (satya) como motor del desarrollo del ser interior, y describe
esta experiencia en su Autobiografía, mis experiencias con la verdad, capítulo VIII:
“Cuando todavía éramos adolescentes, un pariente y yo empezamos a fumar.
El motivo para hacerlo no era que nos pareciera una cosa buena, o que el aroma
del cigarrillo nos gustara, simplemente nos gustaba sacar bocanadas de humo. Mi
tío tenía esta costumbre y cuando lo veíamos fumando nos parecía que deberíamos seguir su ejemplo. Al mismo tiempo, como no teníamos dinero recogíamos
las colillas de los cigarrillos que mi tío tiraba. Pero no siempre conseguíamos hacernos con las colillas y muchas veces era muy poco lo que conseguíamos fumar. Así
que empezamos a robar monedas de los bolsillos de los criados para poder
comprar cigarrillos hindúes.
Mucho más grave que este hurto fue el del que más adelante me confieso culpable. Las monedas de cobre las robaba cuando tenía trece años, pero el otro
robo tuvo lugar cuando tenía quince. En este caso robé una pieza de oro del
brazalete de mi hermano. Pero aquello era mucho más de lo que podía soportar
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y decidí que nunca más volvería a robar. A continuación empecé a prepararme
para explicarle el hecho a mi padre. No me atrevía a hacerlo de palabra, y esto
no era porque temiera que mi padre me pegara —no recuerdo que mi padre nos
pegara jamás a ninguno de nosotros—, lo que verdaderamente temía era causarle un disgusto. Pero al mismo tiempo sentía que había de intentarlo: no podía
aclarar nada si antes no hacía una confesión completa.
Finalmente decidí hacer una confesión escrita pidiendo perdón. La escribí en
una hoja de papel y yo mismo se la entregué a mi padre. En mi carta no sólo reconocía mi culpa sino que además le pedía que me aplicara la pena correspondiente,
y acababa pidiéndole que no se considerara responsable ni se culpara por mis faltas. Además le prometía que a partir de entonces nunca más volvería a robar. Le
entregué la confesión a mi padre temblando. Por aquel entonces mi padre sufría
de una fístula y estaba en cama. Le entregué la nota y me senté delante de su
cama, que no era otra cosa que una simple base de madera.
La leyó hasta el final, mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas y mojaban el papel. Cerró los ojos unos instantes como si reflexionara, luego rompió
la nota. Para poder leer se había incorporado un poco, luego volvió a tumbarse en la cama. Yo también lloraba viendo el dolor de mi padre. Si fuera pintor
aún hoy podría pintar toda la escena, de la gran impresión que me causó en el
recuerdo. Aquellas lágrimas de amor limpiaron mi corazón y borraron mi
pecado: sólo el que ha experimentado un amor así sabe lo que es. Como dicen
los himnos: Sólo aquel que ha sido alcanzado por las saetas del amor conoce su
poder.
Esta historia fue para mí una lección práctica de ahimsa (no-violencia). En aquel
tiempo no vi en ella más que el amor de un padre, pero hoy sé que aquello era
puro ahimsa. Cuando la no-violencia se vuelve tan universal transforma todo lo
que toca, su poder no tiene fronteras.
Esta especie de perdón sublime no era una cosa natural en mi padre. Yo
había pensado que se enfadaría, me reñiría y se golpearía la frente, pero era
todo lo contrario, estaba completamente tranquilo, y llegué a la conclusión que
se debía a la confesión abierta y sincera que le había hecho. Una confesión pública, acompañada de la promesa de no volver a cometer el pecado, si se hace
ante la persona que tiene el derecho de recibirla, es la forma más pura de
arrepentimiento. Sé que mi confesión hizo que mi padre me tuviera una confianza total y su afecto por mí aumentara grandemente.”
Experiencia de la adolescencia que transmite integridad, y que con el tiempo se
convertirá en la base del edificio gandhiano: “La verdad es mi Dios”. La ontología
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hindú estará de su parte: “Los mundos se han edificado sobre la verdad”, dice el
Mahabharata, y también: “Sólo la verdad triunfa”, lema védico que se inscribirá en
la bandera de la India libre. Este Dios de la verdad, Satyanarayana, o Dios entendido como verdad existente, o existencia verdadera (sat), será la clave y la piedra
angular, el objetivo y el método de su praxis espiritual o política, para decirlo en
términos escolásticos.
El pensamiento de la filosofía del vedanta no-dualista, que Gandhi conocía bien,
le apoyará: “La verdad es Dios, la falsedad es maya. Todo se puede realizar si nos
atenemos a la verdad… Mantenerse en ella es una prueba tremenda, y es necesario un sacrificio terrible”. Había escrito Swami Turiyananda, discípulo de Shri
Ramakrishna; y otro discípulo suyo, Swami Premananda, ponía énfasis en el mismo
principio con relación a la espiritualidad: “La primera cosa que se necesita para ser
espiritual es la sinceridad de propósitos. Nunca abandones la verdad a lo largo de
toda tu vida. Dios es la verdad en sí y sólo se somete al devoto de la verdad. La
espiritualidad es imposible si no practicamos la veracidad de pensamiento, de palabra y de acción. Si eres veraz todas las demás virtudes te vendrán por sí solas”.
Ahora bien, la verdad se puede mostrar plural o relativa, y ser causa de problemas. Pilatos ya lo intuyó. La filosofía vedanta hace una triple clasificación de la
verdad:
a) Las numerosas verdades descubiertas en estado de vigilia. Son verdades
relativas siempre en estado de cambio;
b) Las numerosas verdades descubiertas en estado de ensoñación. Son verdades imaginarias.
c) La verdad única descubierta en estado de sueño sin sueños. Es la Verdad.
Evidentemente, cuando Gandhi habla de la verdad se refiere a este último
tipo. Ya antes se había dicho mucho al respecto: “Yo he nacido y he venido al
mundo precisamente para esto, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel
que es hijo de la verdad escucha mi voz” (Juan 18:37). Esta verdad se alcanza por
medio de una metodología espiritual o del yoga meditativo, como nos aconseja
el proverbio persa:
Busca la verdad en la meditación y no en los libros hermosos.
Mira al cielo si quieres ver la luna, y no al estanque.
La verdad da frutos abundantes porque se basa en la interconexión de toda
vida. Sólo hemos de pensar en el impacto producido por la figura y el mensaje
del Mahatma en Sudáfrica o en la India. “Cuando se está firmemente anclado en
la verdad, los frutos que dan nuestras acciones se pueden recoger inmediatamente”, dice un aforismo de Patañjali.
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3. Brahmacharya, la conducta divina
Desde antiguo, en todas las corrientes espirituales hindúes se ha entendido
la brahmacharya como el respeto del propósito divino contrapuesto a la búsqueda de los placeres de los sentidos a través de la sexualidad. Para los casados implica la fidelidad y la lealtad a la pareja durante una vida de moderación. Para los
monjes y renunciantes significa la abstinencia sexual de pensamiento, de palabra
y de obra. El Bhagavad Gîtâ habla de nishkama o ausencia del deseo de los sentidos, más próximo a la base psicológica y menos preocupado por la conducta
célibe que puede convertirse fácilmente en hipócrita y malsana. Algunos autores
han visto en Gandhi un ferviente puritano y han advertido del peligro de división
interior en la práctica de la castidad. Gandhi pedía este voto de brahmacharya a
los satyagrahis, que había de estar motivado por el deseo de servir a la comunidad y no de conseguir poderes o para vivir tranquilo y no ser molestado. La castidad permitirá no dispersar energías y tiempo en objetivos hedonistas centrados en uno mismo, y acumular vitalidad para ponerla al servicio del bien de la
comunidad o sarvodaya. Un gran yogui contemporáneo, Swami Chidananda, lo
sintetiza así: “La bramacharya es al yogui lo que la electricidad al ascensor”. La
tradición ya lo había descubierto, será suficiente volver a leer el texto fundacional del yoga para recordarlo: “Cuando la continencia de aquel que vive en
Brahman está firmemente enraizada, adquiere un gran vigor”, escribe Patañjali
en su Yogasutra II: 38. Paracelso coincide con él: “La castidad otorga un corazón
puro y la capacidad de aprender las cosas de Dios”.
La brahmacharya es el motor que une el nivel teórico de la verdad con la
práctica de la no-violencia. Este es el eje ascético gandhiano, que se activa con
un compromiso nacido de una potente reflexión sobre el deseo sexual (episodios como la muerte de su padre mientras él hacía el amor con su mujer embarazada con la consiguiente muerte de la criatura, y la influencia negativa del
amigo musulmán Sheik Mehtab adicto a la prostitución, lo conducirán al ascetismo)
y se materializa en un estilo de vida, incluida la dieta, que suavice las pasiones y
transforme las pulsiones. No se trata de reprimir sino de transmutar. Como en
el pensamiento platónico, se trata de un cambio en la dirección del eros, del que
nos lleva a perdernos en la pluralidad infinita hasta el que nos eleva hacia la
unidad liberadora y que nos hace volver al mundo para ayudar a la humanidad
afligida. Leonardo Boff está de acuerdo: “El voto de castidad, si se entiende bien,
no es un voto de desamor, sino que es de un exceso de amor”.
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El currículo autodidacto de Gandhi
“La verdadera educación consiste en sacar lo mejor de uno mismo”, decía Gandhi,
y él se aplicó con coraje al estudio de pocos pero buenos libros y a llevar a la práctica lo leído. Veamos ahora el currículo o svadhyaya gandhiano de lo que estudió
a lo largo de su vida:
Occidental:
1. Espiritualidad: El reino de Dios está dentro de ti y Epítome del Evangelio del
conde ruso León Tolstoy; el Nuevo Testamento, especialmente El sermón de la
montaña; el Corán.
2. Política: Hasta el final, cuatro ensayos sobre los primeros principios de
economía política del crítico victoriano John Ruskin, influido por el utilitarismo
de Jeremy Bentham y el utopismo de Richard Owen; Walden y Sobre el deber
de la desobediencia civil del escritor norteamericano H.D. Thoreau; Ensayo
sobre la política de Emerson.
3. Filosofía: Apología de Sócrates de Platón; Así habló Zaratustra de F.
Nietzsche.
4. Naturismo: En defensa del vegetarianismo, Los derechos de los animales y
La humanidad de la dieta del teósofo anarquista Henry S. Salt; Hacia la dieta
perfecta de la Dra. Kingsford, también teósofa; Regreso a la Naturaleza de Adolf
Just; La dieta ética de Howard Williams.
5. Historia: Sobre el héroe, la adoración del héroe y el elemento heroico en la historia,
Historia de la revolución francesa de Thomas Carlyle; Las vidas de los sucesores
de Mahoma de Washington Irving; Muchas pruebas infalibles: las evidencias del
cristianismo de Arthur Tappan; Declive y caída del imperio romano de Gibbon; El
nacimiento de la república holandesa de Motley.
6. Otros: ¿Qué es el arte? y ¿Qué hacer? de León Tolstoy; Corona de olivo silvestre
de John Ruskin; Hojas de hierba de Walt Whitman; Manual del arte de la declamación
de Bell.
Gandhi tradujo al gujarati Hasta el final, cuatro ensayos sobre los primeros
principios de economía política y Apología de Sócrates.
Oriental:
1. Obras clásicas: La luz de Asia o la gran renuncia (la vida de Gautama Buda) y
La canción celestial (El Bhagavad Gîtâ) en la versión personal del teósofo Sir Edwin
Arnold; el Bhagavad Gîtâ y el Mahabharata de Vyasa; el Ramayana de Valmiki; el
Ramayana de Tulsidas; el Isha Upanishad; Shakuntala del poeta Kalidasa.
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2. Enseñanzas espirituales: El Evangelio de Shri Ramakrishna de Mahendranath
Gupta; la obra completa de Swami Vivekananda; En los bosques de la autorrealización
de Swami Ramatirtha; la obra del sufí persa Ansari.
3. Teosofía: La clave de la teosofía y La Doctrina Secreta de H.P. Blavatsky; Por
qué abracé la teosofía de Annie Besant; El camino perfecto de Manitland.
4. Cultura hindú: ¿Qué nos puede enseñar la India? de F. Max Müller.
Algunos de los maestros espirituales de Gandhi
1. Krishna
La inspiración de Krishna es omnipresente en el pensamiento de Gandhi. Recordemos su lucha por el bienestar de toda la humanidad y de toda la naturaleza,
mensaje que le viene del Bhagavad Gîtâ bajo la consigna del bienestar universal o
loka samgraha. El modelo antropológico gandhiano también se inspira en el mensaje de Krishna en el Bhagavad Gîtâ.
2. Buda
Sobre Buda, que conocía y apreciaba gracias a la obra del teósofo Edwin Arnold,
había escrito: “Las buenas maneras, la palabra adecuada, la conducta justa y el
porte apropiado conformaban el estilo de Gautama Buda. Él nos ofreció la clara
ley (dharma) de la familia humana. Su amor, su amor ilimitado, abarcaba por igual
desde el más nimio de los animales inferiores, desde las formas de vida menores,
hasta los seres humanos. Buda insiste en la claridad de la vida. La pretensión de
que el ser humano sea el dueño de las criaturas menores es un ejemplo de arrogancia”.
3. Cristo
Sobre el Cristo que conoció a través de los Evangelios, escribió: “Cristo era de
Asia y su mensaje fue transmitido por distintos medios, pero cuando esta religión recibió el apoyo de un emperador romano se convirtió en imperialista, y así
ha permanecido hasta hoy. Evidentemente, hay excepciones brillantes, pero son
raras. Creo que Él pertenece no sólo al cristianismo sino a todo el mundo, a
todas las razas y pueblos, sin que importe demasiado bajo qué bandera, denominación o doctrina sirvan, profesen una fe o adoren al Dios recibido de sus
antepasados. El cristianismo forma parte de mi teología. El Cristo es una resplandeciente revelación de Dios, pero no la única. Yo no lo veo sobre un trono
solitario…”.
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4. Shri Ramakrishna y Swami Vivekananda
El Mahatma tenía una gran veneración por estos dos gigantes del mundo espiritual hindú y de la India moderna. Siempre decía que su obra ejercía sobre él
una atracción irresistible y visitaba los ashrams de la Ramakrishna Mission.
Gandhi escribió los prólogos de La vida de Shri Ramakrishna y de La educación,
de Swami Vivekananda. Se expresaba así: “Nosotros deseamos una educación
formadora del carácter, que aumente el poder de la mente, que expanda el
intelecto y que permita que todos se mantengan sobre sus propios pies. La finalidad de toda educación, de todo entrenamiento, es la de formar hombres.
Hacer crecer a hombres. El entrenamiento que permite que la corriente y la
expresión de la voluntad estén controladas y sean provechosas, se llama educación. La educación es la manifestación de la perfección ínsita en el hombre”.
5. Raychandbai, contemporáneo reformador del jainismo
Gandhi reconoció públicamente el impacto espiritual que le causó la austeridad
y la prodigiosa capacidad mental del laico Shri Raychandbai: “He conocido
muchos maestros de religión y muchas personalidades religiosas notables. He
procurado conocer a los jefes de las distintas fes, y puedo afirmar que ninguno
me ha causado una impresión tan honda como la que me produjo Raychandbai”.
Él lo liberó de la religión ritual institucionalizada y le mostró el camino del ayuno,
de la moralidad, de la tolerancia y de la meditación emancipadora. Durante diez
años fue su modelo ideal y su consejero.
6. Swami Ramatirtha, matemático y yogui, que llevó el vedanta, la filosofía nodual, a Occidente.
De él escribió: “Las enseñanzas de Swami Ramatirtha han de ser divulgadas. Él
fue una de las almas más grandes, no sólo de la India, sino de todo el mundo.
Adoro sus ideales”.
7. Swami Kuvalayananda, médico y pionero en la investigación científica del hatha
yoga.
En una carta escrita en 1927, Gandhi le escribía a su profesor de hatha yoga: “Te
dije que haría la aplicación física de estos ejercicios de yoga por la confianza que
te tengo. Quiero hacer una prueba en profundidad porque, entre todos los tratamientos médicos, son los que me parecen más libres de riesgo. Por favor, más
adelante envíame más instrucciones si lo crees conveniente”. Swami
Kuvalayananda, científico y patriota, le contestó: “Estoy ansioso de ver cómo
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recuperas, en estas condiciones, la vitalidad perdida, tanto para tu propio bien
como para el de la nación”. Gandhi no fue nunca un difusor del hatha yoga (el
yoga de las posturas) porque era consciente de que en la mayoría de los casos
el practicante queda atrapado en la dimensión física de esta práctica.
8. Paramahansa Yogananda
Gandhi recibió de Paramahansa Yogananda la iniciación en kriya yoga (la meditación basada en el control de la energía vital) en 1935. Después de este hecho,
Gandhi se reservó todo un año de retiro para profundizar y regenerarse espiritualmente. La relación entre ellos, de alma a alma, era tan estrecha que, a la
muerte del Mahatma, una parte de sus cenizas fueron enviadas al ashram de
Yogananda. Reposan en el santuario del lago —Lake Shrine en Los Ángeles—,
rodeadas de belleza natural y de las estatuas de Kwan Yin, la Madre Divina de la
compasión, y de Bhagavan Krishna.
9. León Tolstoy
Las obras literarias y humanas, así como las cartas de Tolstoy, tuvieron un gran
impacto en la vida y el ideario de Gandhi. Su presentación de un cristianismo
esencial, ligado al compromiso personal, despertaron su alter ego indostánico
que aplicó el cristianismo ruso, como remarcó Shri Aurobindo, con toda la capacidad ascética del yogui hindú. Tolstoy fue su gurú cristiano.
Se puede concluir, después de examinar la pluralidad de las influencias espirituales que recibió y los Maestros que buscó, que, tal como afirmó Lanza del
Vasto: “La religión de Gandhi era un fondo cristiano rodeado por una cortina
transparente de lianas de la India”.
El Reino de Dios en la Tierra, ramarajya
La política clásica hindú, tal como la expone Kautilya en el Arthashastra, se basaba en la experiencia natural, que hace que el pez grande se coma al pequeño. El
reinado de Shri Rama (ramarajya) o el del rey budista Ashoka (buddharajya)
demostraron que era posible otra forma de hacer política. El rey Shri Rama y el
pacífico rey Ashoka, habían observado en la India la degeneración del orden
espiritual en las cosas de los hombres. Sus métodos de reinado, basados en la
justicia amorosa y la paz todavía flotan sobre las aguas del imaginario hindú.
Gandhi tenía en su mente la descripción utópica que el Ramayana de Valmiki
hacía al final del sexto canto:
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“El reinado de Shri Rama se caracterizó por el fácil y espontáneo respeto del
dharma. La gente se había liberado de todo tipo de miedo. Ninguna mujer se quedó
viuda, no se temían los ataques de los animales salvajes, la enfermedad era desconocida, en todo el reino habían desaparecido los bandoleros y los ladrones, se
desconocía el sufrimiento y los viejos no habían de hacer funerales a los jóvenes.
Durante aquel tiempo todo el mundo era feliz y virtuoso, nadie intentaba ningún
acto de violencia por respeto y amor a Shri Rama, de quien siempre se hablaba.
La gente vivía hasta los mil años y tenía muchos hijos. Todos disfrutaban de buena
salud y estaban libres de la enfermedad, los árboles de raíces firmes siempre ofrecían flores y frutos. Las nubes daban la lluvia necesaria y el viento soplaba de
manera agradable. Cada uno estaba satisfecho con sus negocios y seguía la vocación que prefería, nadie mentía y todos tenían una mirada de optimismo, teniendo el dharma como luz que los guiaba”.
Gandhi y Shri Aurobindo, por caminos distintos buscaban otra oportunidad
de dar cuerpo al dharma, de atarlo a la Tierra. Había que actuar inmediatamente
y se pedía la ayuda de todos, también la del poeta Rabindranath Tagore. “¿Qué
habéis hecho por el hombre que saca agua del pozo?”, preguntaba en 1921 un
Gandhi preocupado a los escritores que participaban en una conferencia literaria
en el Gujarat. El nuevo Reino para todos se había de basar en los principios de
prosperidad, autonomía, satisfacción de las necesidades e igualdad divina, lo cual
nos recuerda la compleja aplicación del ideal ilustrado europeo que buscaba la
igualdad, la libertad y la fraternidad humanas.
El Mahatma vio claramente que no hay un verdadero Reino de Dios sobre
la Tierra:
a) Si no hay paz entre las religiones.
La oración y el diálogo interconfesional son los caminos que escogió Gandhi
para alcanzar la paz entre comunidades religiosas. Pero a pesar de practicarlo, el diálogo interconfesional puede quedar reducido a un estéril y aburrido
ejercicio que sólo activa el hemisferio izquierdo del cerebro, que se complace
demasiado en el análisis de las diferencias doctrinales y que consolida
las peculiaridades diferenciales. Por el contrario, orar juntos puede unir los
corazones por afinidad y experiencia. Otra tarea que nos encomienda Gandhi
es saber orar. “La oración no es más que el anhelo intenso del corazón.
Te puedes expresar por medio de los labios, puedes hacerlo en la intimidad
o en público, pero para que sea genuina la oración ha de salir de la
soledad más profunda del corazón. Todos estamos tan indefensos como
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Draupadi, porque todos estamos llenos de impurezas y de deseos negativos
de distintos tipos”.
b) Si no se purifica la religión de los elementos históricos no esenciales.
Gandhi acepta el hinduismo, pero lo quiere limpiar de añadidos posteriores decadentes e injustos. Así se entenderá su defensa de los harijans, los descastados o
hijos de Dios. Con anterioridad, Swami Vivekananda ya los había defendido llamándolos daridranarayana, “el Señor como pobre entre los pobres”. Su lema era:
“Ayudar al pobre y al desvalido hasta la muerte”. Sólo en la India, hoy son 160
millones los oprimidos, o dalits, como ellos prefieren llamarse. Todavía queda
mucho trabajo por hacer, y su número no para de aumentar.
c) Si no se alcanza un nivel de autocontrol e integración interior que permita la
soberanía basada en la autoridad moral. Gandhi, como Confucio y los antiguos
maestros espirituales de la humanidad, apunta a una excelencia humana conseguida a través del autoperfeccionamiento.
La muerte de Gandhi
Gandhi murió asesinado por un integrista hindú del partido R.S.S. cuando se dirigía a una oración interconfesional. Su cuerpo fue incinerado en el Raj Ghat de
Nueva Delhi, al lado del río sagrado Yamuna, donde se incineraban los antiguos
reyes de Delhi. Mucho antes de su muerte Gandhi había escrito: “Preferiría morir
destrozado antes que dejar de reconocer a mis hermanos de las clases maltratadas. No deseo volver a nacer, pero si hubiera de hacerlo quisiera renacer entre
los intocables, para compartir sus ofensas y trabajar para su liberación”. Y pocos
días antes había dejado escrito: “No quiero morir de una parálisis vil de mis facultades, como un hombre derrotado. El proyectil de un asesino puede poner fin a
mi vida, le daría la bienvenida. Pero sobre todo desearía consumirme cumpliendo mi deber hasta el último aliento de vida”. El día anterior a su muerte se dirigió
a un padre que había perdido a su hija y, nos atrevemos a añadir, también a sus
seguidores y admiradores que lo iban a perder pronto: “No sufras, la muerte no
es más que una apariencia. Muere el cuerpo, no el alma. Existía ayer, existe hoy
y seguirá existiendo mañana. Sigue cumpliendo con tu deber como lo hacías
antes, y no estés triste”.
Poco después le preguntaron a Krishnamurti sobre la muerte violenta del
Mahatma, pues estaba en conflicto con el aforismo de Patañjali que dice: “Cuando
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se está firmemente asentado en la no-violencia, se renuncia a toda hostilidad en
su presencia”. Krishnamurti contestó desde su posición de la búsqueda interior:
“Me pregunto cuál fue vuestra reacción cuando escuchasteis la noticia. ¿Cuál fue
la respuesta? ¿Os afectó como una pérdida personal o como una indicación del
curso que tomaban los acontecimientos mundiales? Los hechos del mundo no
son incidentes independientes entre sí, están relacionados. La causa real de la
muerte extemporánea de Gandhi hay que buscarla en vosotros. Vosotros sois
la verdadera causa. Con vuestro espíritu de grupo fomentáis el espíritu de división —por medio de la propiedad, de la casta, de la ideología, de las diferentes
religiones que seguís, de las sectas, de los líderes—. Cuando alguno de vosotros
se llama a sí mismo hindú, musulmán, parsi o lo que sea, está produciendo un conflicto en el mundo”.
La influencia de Gandhi en el mundo político
En la India actual ha sido más venerado que seguido. Muchos políticos han relegado su memoria a los museos, vitrinas y memoriales, otros, mientras preparan
bombas atómicas, lo responsabilizan de la división del país. Muchos de estos políticos hubieran querido una repetición de los modelos políticos del pasado, cuando luchaban contra los invasores musulmanes. El sabio aconsejaba y dejaba a
los guerreros la tarea de cortar cabezas. Como ejemplo tenemos al místico
Ramananda dando apoyo al guerrero Shivaji, o el sabio Shri Vidyaranya, que fue
el artífice del imperio de Vijayanagar. El sistema de Gandhi no encajaba.
En la actualidad no hace falta preocuparse por el trato que le puedan dar. “Mi
vida es mi mensaje”, decía para incitar a la acción comprometida, basada en la verdad no violenta (satyagraha). Fuera de la India fue seguido por muchos activistas,
que adaptaron su ejemplo a las situaciones de cada país y a campos muy diferentes. En Occidente su mensaje encontró un terreno abonado: las enseñanzas
y la maestría de Cristo, de los cátaros, de Francisco de Asís, de fray Bartolomé
de las Casas, de Erasmo, de Lluís Vives, de los Cuáqueros, de Tolstoy… Su ejemplo pacífico y su valoración de los medios limpios para alcanzar metas ideales se
dieron a conocer y se aplicaron en todo el mundo. Su luz se puede apreciar en
el campo de la pedagogía, de la política, en los objetores de conciencia, en los
movimientos de cooperación y de no-cooperación, en los métodos de resolución de conflictos, en estrategias sindicales… Como decía Lanza del Vasto sobre
los líderes y los seguidores comprometidos: “No han escogido su lucha, pero sí
sus armas”. Por citar sólo algunos:
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1. En Occidente: Lanza del Vasto (Shantidas) en Francia y España; el sociólogo
Danilo Dolci en Sicilia; el sindicalista Lech Walesa en Polonia; Maïread Maguire
en Irlanda del Norte; Jean Vanier en Canadá; Oscar Romero en El Salvador;
Martin Luther King, César Chávez y Rosa Parks en EE.UU.; el poeta Rogerio
Favio Hurtado en Cuba; Nelson Mandela y Desmond Tutu en Sudáfrica;
Kenneth Kaunda y el jefe Luthuli en Zambia.
2. En Oriente: el Acharya Vinoba Bhave en la India; Abdul G. Kahn, el Gandhi
del noreste, en la India musulmana; el Dalai Lama en el Tíbet; el monje budista
Thich Nhat Hanh en Vietnam; Aung San Suu Kyi en Birmania; Benigno Aquino,
Jr., en las Filipinas.
Hablemos ahora de Vinoba y de Lanza del Vasto, sus seguidores más conocidos. El primero era un brahman preocupado por la justicia social que inició varias
campañas: bhoodan, o de donación de tierras; gramdan, o de donación de escrituras para repartir la tierra con equidad; y jivadan, o la entrega personal a la
causa. Fue una reforma agraria no-violenta en la que los grandes propietarios,
700.000 en total, ofrecían una parte de sus tierras (8.000.000 de acres) a los
jornaleros y descastados que no poseían tierra de su propiedad. Vinoba hizo
cambiar la legislación y consiguió galvanizar todo el subcontinente. Jaya Prakash
Narayan, líder del partido socialista, abandonó la vida política para entregarse a
esta campaña.
En cuanto a Lanza del Vasto, fundó en Europa “La comunidad del Arca”, escribió obras de espiritualidad y de concienciación social, y participó en huelgas de
hambre y en distintas campañas para pedir cambios en la Iglesia católica, a favor
del pacifismo y en contra de la bomba atómica y de la energía nuclear.
Todos conocieron el sufrimiento y la alegría del paso adelante. Todos fueron valientes demiurgos que modelaron la variable y al mismo tiempo rígida arcilla humana
y política, siguiendo el ejemplo del Mahatma, y todos comprendieron las dificultades de Moisés cuando buscaba la Tierra de Promisión con un séquito imperfecto.
Confiamos, sin cinismo y por necesidad, en que los políticos, los sindicalistas y los
distintos agentes sociales consideren la figura, el legado y la metodología de Gandhi.
Confiamos en que inicien por la senda de la propia mejora y del cultivo del ser interior. Confiamos en que sepan salir, cada uno individualmente, de la oscura y nihilista caverna platónica y del titanismo nietzscheano antes de querer ser tutores
que lideren una transformación social. Confiamos en que les inspire la buena voluntad y que la integridad se manifieste en todos y todas.
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Terminamos este capítulo después de despertar en los lectores el anhelo de
paz que sugieren los siguientes mantras, y con el deseo de que hagan una inmersión en las palabras de inspiración del Mahatma que llenan este volumen.
Om, que el mundo celestial, el mundo intermedio y la Tierra tengan paz.
Que las aguas, las plantas medicinales y las selvas tengan paz.
Que la paz de los devas esté con todos.
Que la paz divina esté con todos.
Que la paz cósmica esté con todos.
Que haya paz.
Que todos gocen de una verdadera paz.
Om, paz, paz, paz.
Que la luz amorosa del Mahatma ilumine el corazón de las naciones y de
los individuos. Que su sueño de un mundo unido se materialice ya.
¡Que su espíritu nos bendiga a todos con la visión y la fuerza para realizar,
en la vida de cada día, sus elevados ideales de verdad, pureza, no violencia
y fe en la Divinidad!
S. SIVANANDA
Josep M. Duch i Plana
Escrito en Porbandar, 25 de diciembre de 2003.
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