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Artesanía
El aislamiento de las islas llevó a sus habitantes a sacar partido de lo que la tierra les daba para salvar las dificultades de
la vida cotidiana. Con la apertura al exterior, lo que antes representaba una necesidad, ahora constituye la rica artesanía
azoriana.
Telares.
Desde el comienzo de la colonización de las islas se construyeron telares, con maderas de la propia tierra, los cuales
usaban el lino, el algodón y la lana para la confección de vestimenta y otros productos para el hogar.
Desde el siglo XVI la isla de San Miguel importaba tejidos desde la región de Las Flandes, la cual acabó por influenciar la
actividad textil de las islas, ya sea en la preparación de las materias primas, en el teñido (hecho con la infusión de plantas
endémicas) e incluso en la propia confección del producto.
La actividad tuvo una importante relevancia socioeconómica, tanto por la creación de empleo como en términos de
exportación.
Como ejemplo de piezas elaboradas con los telares tenemos las colchas, urdidas en lino y algodón que se caracterizaban
por un patrón geométrico, rectilíneo y simétrico, con los más diversos motivos, de los cuales se destaca la estrella de
ocho puntas, la cruz de malta, los trilóbulos, encadenados de cuadrículas y series de triángulos.
También podemos encontrar las mantas, hechas con retales de tejidos, generalmente rayadas, de vivos colores. Servían
para usar de tapete y para colocar en los balcones en los días festivos.
Bordados.
El bordado típico de San Miguel es el bordado a punto indefinido sobre lino, con motivos florales, a dos tonos de azul,
inspirados en la decoración de la porcelana oriental. Conjuga el punto de indefinido, o de pie-de-flor y el de recorte
(festón).
Tuvo su origen en la década de 1930
El bordado a punto indefinido se encuentra entre los tres tipos e bordados azorianos a los que se ha otorgado un sello
de denominación de origen.
Encajes
En San Miguel el arte del encaje fue impulsado por el Marqués Jácome Correia, quien fundó una escuela para el encaje
de Peniche (designación que se generalizó como encaje de bolillos)
En Azores existe una extensa variedad de géneros de encaje: el de bolillos, en el que la encajera utiliza en cada una de
las manos dos pequeños cilindros de madera, cruzando los hilos y tejiendo diferentes puntos; la red de nudo o red, que
utiliza una aguja de tejer para asegurar el hilo y formar los nudos; el frivolité; el cribo que resulta de la evolución del
bordado de encajes.
Madera
Los primeros pobladores de Azores aprovechaban una gran variedad y cantidad de especies endógenas como el
sanguino, el cedro, el tejo, la faya y el palo blanco. La utilización de estas maderas les permitió cubrir algunas de las
necesidades básicas de supervivencia, ya sea en la construcción de viviendas y de mobiliario, en la construcción naval y
hasta en el propio comercio con el exterior.
A partir del siglo XVI, en la época de los descubrimientos, se comenzó a utilizar maderas exóticas traídas por las carabelas
y naves portuguesas de la Carrera de Indias, como la jacaranda, la caoba, el ébano, la teca o el pino resinoso y el
castaño. Estas maderas no siempre eran importadas, si no que a veces se aprovechaban de los restos de los navíos
que naufragaban o de las cajas de azúcar.
Hoy en día, con la utilización de los más diversos materiales, los ebanistas y tallistas elaboran no sólo mobiliario, sino una
gran variedad de manufacturados en madera.
Existe una gran variedad de trabajo en madera, desde el repujado, los incrustados o embutidos, las miniaturas, los
utensilios y la talla.
Piedra – Cantería Artística
l oficio de maestro cantero surgió en Azores en el siglo XVI, cuando las primeras construcciones, siguiendo el estilo
Manuelino. Lo poco que reste del estilo Manuelino se encuentra en la isla de San Miguel.
Se utilizaba la piedra basáltica existente en abundancia en Azores, esculpida con motivos de la fauna y flora marítimas,
burlescos, piñas, repollos, animales mitológicos y flores, para la decoración de edificios religiosos, públicos, casas y
plazas.
En el siglo XVII, la influencia de los Jesuitas llevó a una adaptación del estilo Barroco, por la facilidad técnica y por
adaptarse bien al material de la región. Las construcciones religiosas se caracterizaban por una cantería de espirales, en
forma de conchas de diversos acabados, realces en SS, festones y acantos, mientras que en la civil predominaban las
gárgolas terminadas en rostros sombríos, escudos blasonados, pirámides cuadrangulares o puntas de diamante y
balaustradas. En el siglo XVIII se mantiene el estilo Barroco, realzando el contraste del color oscuro de la piedra
basáltica con el blanco de las paredes, que caracteriza a los monumentos arquitectónicos azorianos y que constituye
una imagen de marca visual de Azores.
Se crean nuevos motivos como las columnas en espiral, las sirenas, los racimos de uvas y los escudos circundados por
decoraciones heráldicas. En el siglo XIX se produce la sustitución de la piedra labrada por imitaciones en argamasa y
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cemento, haciendo decaer el arte de la cantería.
Hoy día este arte se utiliza en la restauración del patrimonio de la Región y en la elaboración de piezas tradicionales, con
funciones puramente decorativas, de las que son ejemplo las fuentes, los molinos de mano, las gárgolas, caras
afeadas, tragaluces, entre otros.
Cerámica.
En el siglo XVII ya existían registros de la presencia de ceramistas en Azores, pero no es hasta el siglo XVIII que se le
reconoce la calidad para competir a nivel nacional con pieza de porcelana pintadas con flores u otros motivos vegetales
sobre fondo blanco, concretamente servicios de té y de café, jarras, vasos con asas y tinteros.
La materia prima provenía del continente y de Santa María, que daban lugar a dos tipos de loza: la roja vitrificada,
llamada loza fina; y la loza rojiza no vitrificada, respectivamente. Inicialmente, debido a la escasez de materia prima, la
cerámica era utilizada esencialmente en la fabricación de piezas útiles para cubrir las necesidades locales, tales como
la teja o el ladrillo. Poco a poco, las piezas fueron asumiendo formas y decoraciones propias de cada isla, desde
cántaras, vasos, tejas y cántaros de agua, freidoras y lozas de cocina, que constituyen hoy día piezas decorativas.
Los azulejos surgen más recientemente, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, momento en el que fueron fundadas
las primeras fábricas de cerámica. Los azulejos eran usados en las fachadas de los edificios y en las paredes de las
capillas, en tonos azules, con diseños geométricos y vegetales sobre azulejos lisos o con relieve.
Las figuras en barro constituyen la expresión más popular de la cerámica de Azores, concretamente las figuras para el
pesebre, característicos de Logoa. Pintados o vitrificados, reproducen distintas épocas y costumbres.
Marfil y Hueso
El origen del arte de trabajar el hueso o el marfil, denominada scrimshaw, surgió en el siglo XVIII, por influencia de las
flotas balleneras que atravesaban el océano y que hacían escala en Azores. Además la materia prima era abundante
en la Región, siendo obtenida y trabajada por balleneros locales que, en frágiles embarcaciones, se dedicaban a la caza
del cachalote.
Este arte incluye dos técnicas: la escultura y el grabado. La primera es realizada en marfil o hueso mandibular y
comprende diversos objeto desde: decorativos, principalmente miniaturas; como útiles, de los que son ejemplo las
cabezas de bastón, las agujas y saca hilos para los bordados, las agujas para tricotar, las cajas de costura, las poleas de
telar; y también objetos de adorno como pendientes, collares, anillos, etc. El grabado es hecho principalmente en
dientes de cachalote con incisiones a punta seca o a punzón, o con ambas, en las que predominan figuras relacionadas
con el mar. A partir de mediados del siglo XIX surgen nuevos motivos, con figuras femeninas, flores, escenas de la vida
familiar y animales de compañía.
La Cestería.
Desde el inicio del poblamiento de Azores se asentó este arte, dada la abundancia de fibras vegetales obtenidas a partir
de las ramas o cáscara de los árboles y arbustos, principalmente el junco, la caña de bambú, la espadaña o el
mimbre. La cestería asumió un papel fundamental, a través de la creación de una gran variedad de cestos, bien para su
uso en trabajos agrícolas, como para actividades ligadas al mar e incluso para uso doméstico. Hoy día su función es
principalmente decorativa. Existen diversos tipos de cestos con características diferenciadas según la Isla. Los más
comunes son: el cesto de la vendimia, redondo, grande y basto; el cesto de transportar, bajo, espacioso y fuerte, con
dos asas en el borde, usado en los trabajos agrícolas; el cesto de mulas, cilíndrico, basto y alto que se usa para
transportar productos agrícolas colocándose a pares sobre animales de carga; el cesto oval y largo con asa,
característico de San Miguel; la cesta rectangular con tapa y asa; el cesto pequeño redondo con asa.
Capacharia
Es un arte tradicional y típica de Azores, que utiliza como materia prima la hoja de maíz y del falso esparto. Eran
utilizados inicialmente en la actividad agrícola, en el secado y transporte de cereales, siendo después también utilizado
con funciones domésticas y decorativas.
Los capachos pueden presentar distintas formas y dimensiones, según el modo de preparar la materia prima (teñido
vegetal) y como se confeccionan (el trenzado o el cosido). Los capachos de hoja de millo son los más característicos de
San Miguel. Para su producción se comienza por escoger la hoja de millo y separar la hoja blanca, que se seca y
después se raspa. Utilizando una técnica tradicional, se tiñen las hojas con colores vistosos, como el rosa, el verde o
el amarillo. La hoja más oscura se moja para hacer la trenza sobre la cual se cosen, con hilo de espadaña, las hojas
blancas o coloreadas, obteniendo motivos geométricos simples. Los capachos trenzados son hechos con espadaña o
pitera seca y mantienen el color original. Pueden tener forma circular, oval o rectangular, con diversos motivos
geométricos hechos a partir de una larga trenza.
Hoy en día, tienen una función esencialmente decorativa y presentan nuevos formatos, como cogederos, tapices de
pared, centros de mesa, carpetas y otros.
Muñecas de Hoja de Millo
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Hechas a partir de la cáscara y la barba del millo, constituían inicialmente juguetes de los niños más pobres. Hay una
gran tradición de fabricación de estos objetos en el municipio de Nordeste. Progresivamente estas muñecas fueron
asumiendo formas más perfectas, con más detalles, hechos con la ayuda de la tijera, cola, aguja y colorantes y,
poseen una función meramente decorativa.
Arte Marinero
Son elaborados con innumerables nudos de marineros, dando por resultado variados objetos decorativos. Surgió de
manera espontánea, de la relación de los azorianos con el mar.
Este arte es característico del municipio de Vila Franca do Campo.
Flores Artificiales.
Esta artesanía fue traída a las Azores por religiosos del continente, surgiendo en el siglo XVII. La producción de flores
artificiales se destinaba principalmente a la Iglesia, para la decoración de andares y altares.
Son diversos los materiales usados en la confección de estas flores, siendo la escama de pez el más característico de
San Miguel. Las escamas, después de lavadas, escogidas y recortadas, forman flores, que se agrupan en ramos con
hilo de canutillo y adornadas de hilos plateados y pequeñas perlas. Son generalmente de color blanco.
Nacimientos de lapas.
Son auténticos nacimientos en miniatura, protegidos por paredes de vidrio, generalmente presentes en todas las casas
tradicionales azorianas.
En los nacimientos tradicionales, podemos encontrar una mezcla escenas bíblicas con escenas cotidianas populares,
siendo las miniaturas en cerámica pintada o sobre la médula de la higuera, en un soporte construido por piedras o
fragmentos de rocas, musgos y plantas, flores minúsculas y conchas marinas (de ahí su denominación como
“Nacimientos de lapas”). En el centro se encuentra la cueva con la sagrada familia, hecha de piedra,
musgo y con un montículo de donde caen hilos vítreos, simulando cascadas cristalinas
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