Evangelio del 12/06/2016 - Colegio “Divina Pastora”, León

Transcripción

Evangelio del 12/06/2016 - Colegio “Divina Pastora”, León
LLEVAMOS UNA BUENA NOTICIA EN EL CORAZÓN
El Evangelio de los domingos en la escuela FMMDP
12 junio de 2016
Domingo 11º del tiempo ordinario
Lucas 7, 37-8,3
Sabemos que Jesús sorprendió y descolocó a sus oyentes con sus palabras y sus obras. El
evangelio de hoy nos lo muestra claramente. Vamos a ver hasta qué punto un relato,
aparentemente inocente y bonito, muestra el modo de proceder Jesús, contracorriente,
para romper los esquemas de sus oyentes e invitarles a la conversión. No se podía meter
vino nuevo en odres viejos, era preciso romper primero los odres viejos para que
pudieran acoger la novedad.
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en
casa del fariseo, se recostó a la mesa.
Jesús y los fariseos tenían una concepción diferente sobre la ley. Las comidas expresaban
unión y comunión. Es extraña esta invitación, y más extraño el hecho de que el fariseo no
cumpliera con todos los ritos de acogida a un invitado.
Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del
fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se
puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de
besos y se los ungía con el perfume.
Muy célebre tenía que ser esa mujer para que la reconocieran como pecadora en una
ciudad. Y muy extraño el hecho de que un fariseo la dejara entrar en su casa, en medio de
una comida y permitiera que esta mujer “molestara” a su invitado y montara un número
con sus lágrimas y besos.
En aquel tiempo esta actitud se consideraba un escándalo increíble. Ella iba a dejar
contaminada la casa y a los comensales; bastaba con que el dueño de la casa le hubiera
impedido la entrada, como era su derecho.
Y Jesús, el maestro, el invitado de honor se deja lavar, besar y ungir por una mujer con
mala fama, marginal. ¿En qué estaría pensando?
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si éste fuera profeta, sabría quién es
esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»
Si todos conocen a esta mujer ¿por qué Jesús no se comporta como mandan las leyes?
¿Por qué no aleja a una mujer que te convierte en impuro? Un profeta hubiera
reaccionado de otro modo. Los fariseos creían conocer la, ley porque sabían muchos
párrafos de memoria, pero no captaron su esencia. Los profetas vinieron a anunciar la
liberación, el perdón, la reunificación del pueblo, la conversión, el cambio de un corazón
de piedra por uno de carne…
Los profetas hubieran acogido a esta mujer y le hubieran invitado a la conversión, pero
este fariseo no recuerda todo eso. ¡Qué pena!
Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» Él respondió: «Dímelo,
maestro.»
Jesús invita a Simón a comprender la Buena Noticia, le ofrece el vino nuevo y le rompe de
nuevo los esquemas con una parábola muy propia de su tiempo. Los prestamistas eran
crueles, desalmados y llegaban a cobrar hasta el 50% de intereses. En caso de no pagar la
deuda podían obligar a que el padre de familia se vendiera como esclavo en el mercado y
así cobraban ellos el dinero, aunque supusiera la destrucción de toda una familia. Jesús
elige un ejemplo que todos podían entender. Simón no tenía escapatoria.
Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el
otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo
amará más?»
La respuesta lógica en su tiempo sería: “Jesús, no seas inocente, ningún prestamista va a
perdonar ninguna deuda, y menos si son 500 denarios, que es el sueldo de 500 días, la
cantidad que permite vivir a una familia durante ese tiempo”. El fariseo responde con
sentido común: si te perdonan una gran deuda amarás mucho al que te ha hecho ese
favor increíble.
Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente.»
¿Supone? ¿Se hace el tonto? ¿No quiere reconocer la perspectiva que le ofrece Jesús?
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa,
no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y
me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha
dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me
ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados,
porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.»
Podemos imaginar la escena: una mujer acobardada, que ha sido vejada muchas veces
por ser mujer y pecadora pública, acurrucada a los pies de Jesús, el Maestro. Y Jesús le
dirige la palabra en medio de una comida y le felicita por todo aquello que podía parecer
desatino. Ella le ha acogido como debería haber hecho el dueño de la casa.
A los invitados se les recibía lavándoles los pies (la mujer de la casa o un esclavo) porque
mucha gente andaba descalza por los caminos; además de la higiene, puesto que solían
comer en el suelo, sobre esteras, se le brindaba una sensación de bienestar.
Además se recibía a los huéspedes con un abrazo y un beso de bienvenida y de paz. Y tras
largas caminatas al sol imaginemos el bienestar que produciría ungir la cabeza con
crema.
¿Qué sentiría Jesús cuando esta mujer le lavó los pies con tanto amor? ¿No querría
repetir el mismo gesto con sus discípulos en la Última Cena, para que experimentaran un
gesto de amor desbordante que tocaba el corazón? ¿No querría recuperar un gesto de
fraternidad que se vivía como una humillación, relegado a mujeres y esclavos?
Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados.»
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: « ¿Quién es éste, que hasta perdona
pecados?»
De nuevo se oyen en la sala unas palabras escandalosas. En otros momentos ya habían
reprochado a Jesús varias veces que dijera esta frase, porque sólo Dios podía perdonar los
pecados y nadie podía ponerse en su lugar, usurpar su tarea, a riesgo de morir por
blasfemo.
Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Jesús hace descubrir a la mujer que en ella estaba el dinamismo de la salvación, porque
en sus entrañas había una fe, una confianza y una fidelidad que le habían sacado del
desamor y del pecado y le había llevado al amor, expresado en unos gestos valientes y
profundos.
Jesús ha sido tocado por esta mujer, no sólo en sus pies sino en su condición de Hijo que
trae el perdón de parte de su Abbá. Y ella ha sido tocada por Jesús, por eso su perdón la
envuelve en paz y salvación.
Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el
Evangelio del reino de Dios;
El pueblo judío vivió como bendición el dejar de ser nómadas y poder ser sedentarios, por
eso no estaba bien visto ir de pueblo en pueblo. Los maestros judíos enseñaban en su
pueblo, a un grupo de discípulos (solo varones) a quienes previamente habían llamado y
aceptado como discípulos.
¿Qué comentarios haría la gente al ver a Jesús con un grupo de hombres y mujeres, de
pueblo en pueblo, predicando cosas que ponían en cuestión la Torá y haciendo gestos
escandalosos?
¿Cómo vivimos hoy en la Iglesia este modo de vivir, caminar y predicar? En lugar de salir
por los caminos ¿no pedimos a la gente que venga “a la casa de los maestros de la ley” si
quieren conocerla?
Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y
enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer
de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Y otras muchas mujeres… Pocas cosas podían ser tan escandalosas en tiempo de Jesús
como que a un varón judío lo sostuvieran unas mujeres con sus bienes. ¡Qué vergüenza!
¡O pura diaconía!
¿Nos atrevemos a recuperar el estilo de Jesús o seguiremos limando el evangelio para que
podamos leerlo como un inocente cuento de hace dos mil años? Ese grupo itinerante y
evangelizador era mixto. Miremos ahora las separaciones hombre-mujer en muchos
ámbitos de la Iglesia y saquemos las consecuencias. ¡Cuántos odres viejos quedan
todavía!
El evangelio en las TIC
https://youtu.be/4p-2I3XEM_M narración del texto de este domingo, con
imágenes. Bueno el sonido. 3, 30 minutos
https://youtu.be/JA95UZO1CkU narración del texto del evangelio, algo adaptada,
con dibujos. Puede ayudar a los más pequeños. 2, 13 minutos.
https://youtu.be/TkvWfRcrUD0 escenas de la película de Jesús correspondiente al
texto de este domingo. 2,56 minutos
https://youtu.be/_YzHiKBSW7U video en inglés, del texto del evangelio y
subtítulos en castellano
https://youtu.be/jo_k_EU2f7U “La mujeres en tiempos de Jesús” brevísima
canción con mensajes escritos sobre la situación de las mujeres. 0,48 minutos
https://youtu.be/iv1SE63P1Aw “Tú que siempre nos perdonas” de C. Gabaraín.
Con letra. 1,35 minutos
Pistas para acoger la Palabra
1. Personalmente
- Te invitamos a leer y acoger el evangelio de este domingo dejando que las
palabras y los gestos de Jesús resuenen en ti e interpelen tus palabras, gestos y
actitudes.
- En muchos círculos de nuestra sociedad hombres y mujeres no son tratados
con los mismos derechos. Muchas mujeres son víctimas de la violencia de
género… ¿no nos dice nada el evangelio de hoy sobre estas situaciones?
¿cómo nos comprometemos en ello?
- En nuestros ámbitos eclesiales y escolares, ¿somos sensibles a esta
discriminación? A la luz de la acogida de Jesús a una mujer en su contexto, y
una mujer de mala fama, ¿qué nos sentimos llamados a hacer, a cambiar?
¿Cómo educamos a nuestros alumnos en esta complementariedad e igualdad
de hombres y mujeres? ¿En qué hechos de la vida del centro o de la clase lo
van aprendiendo?
2. En la clase
- Hoy nos parece importante ir leyendo el evangelio con los niños e ir
explicándoles la situación y costumbres sociales en las que vivió Jesús. Solo
así entenderán lo que dice el evangelio, lo que entendieron los primeros
cristianos a los que se dirigía y lo que hoy nos dice a nosotros.
- En un segundo momento, según la edad, podemos ver:
o ¿Cómo se vive esta acogida a mujeres, a marginados, a personas de
mala fama en la sociedad actual? Buscar noticias, ejemplos, etc. En el
contorno más cercano y más lejano. Expresarlo de algún modo, escrito,
noticias en el corcho, teatro…
o ¿Cómo la vivimos cada uno de nosotros? ¿Cómo la viven ellos en casa y
en el colegio, en la clase? También es necesario concretarlo en ejemplo.
o Podemos terminar pidiéndoles que se imaginen que Jesús, que conoce
cómo viven les dice a ellos: “….. (nombre del niño/a) tengo algo que
decirte:….” Y lo escriban.
3. En la familia
Después de leer el texto y sus comentarios podemos dialogar sobre lo que más
nos ha sorprendido, lo que no entendemos, lo que más nos ha gustado…
Como padres y madres, podemos reflexionar y compartir:
o ¿Cómo vivimos la relación hombre mujer en la familia? ¿Son iguales los
hijos que las hijas a la hora de los trabajos de casa los permisos de salidas,
etc.?
o ¿Qué comentarios hacemos ante noticias de discriminación de mujeres en
casa? ¿Ven nuestros hijos algún compromiso o acción nuestra para que
nuestra sociedad se parezca más a la que Jesús busca con sus actitudes?
Para terminar pedimos al Señor nos ayude a entender su forma de vivir y
seguirle.

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