fray servando - Revista de Investigaciones Literarias y Culturales

Transcripción

fray servando - Revista de Investigaciones Literarias y Culturales
ESTUDIOS. Revista de Investigaciones Literarias y Culturales. Año 8,
N'
FRAY SERVANDO: UN VIAJERO AL REVES
16. Caracas, jul-dic, 2000,
pp.7
-12
X
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Universidad de Rutgers
Las memorias y los relatos de viaje han sido parte de un proceso social de codificación y decodificación
simbólica de los campos culturales. Las Memorias de fray Servando Teresa de Mier muestran una
mirada al revés, la mirada del colonizado que descubre las debilidades y flaquezas del colonizador. En
esta modificación de la mirada colonizador/colonizado, el colonizador tiene una posibilidad limitada de generar un discurso distinto, siempre conflictivo por su posición anfe el verdadero lugar de la
autoridad y el control.
Palabras clave: poder, colonización, barbarie, alteridad, viaje
FRAY SERVANDO: A TRAVELER IN THE OPPOSITE DIRECTION
Memories and travel accounts have been part of a social process of symbolic codilication and
decodification in the cultural fields. Memories of Fray Servando Teresa de Mier Fray reveals a
perception that reverses the classic notion. In this case, what is demonstrated is the colonized
who discovers the weaknesses and shortcomings of the colonizer. It is clear that with this
modification of the perception colonizer/colonized, the colonizer has scarce possibilities of
generating a heterogeneous discourse on account of his relationship with the mechanisms of
authority and control.
Key Words: Travels, Colonization, Civilization, Barbarism, Inversion, Perception,
A fines del siglo XVI[, en Bayona, al sur de Francia, acusar a alguien de español
dijo un judío que
era una injuria. Un testigo escribió: (Ser español) "Equivale
-me
pasaba- a tonto, ignorante, supersticioso, fanático y puerco". La anécdota es ofensiva, pero vale la pena mirarla con detalle por todo lo que tiene de desplazado. En
primer lugar, quien la cuenta no es un viajero "civilizado" en términos occidentales
(digamos un inglés) con la característica actitud distanciada y un tanto despreciativa
* El artículo
que presentamos a continuación es un versión recortada de una ponencia que Susana
Rotker presentó en el Congreso Internacional de Literatura Hispanoamericana que se realizó
en Caracas en el año 1996 y que fue publicada en el Papel Literario de El Nacional el 22 de
septiembre de 1996. Su inclusión en este volumen dedicado al viaje es una manera de recordarla
sobre el tema de los viajeros.
y recordar el aporte de su mirada crítica
hacia los locales bárbaros, como se solía hacer en los relatos del siglo XlX. Quien
cuenta esto es un cura que escribe desde la prisión y que a la vez es el primer letrado
mexicano culto que conoce a fondo la Península. Se trata de un sujeto colonial hablando sobre el Imperio sin el menor asomo de respeto ni sentimiento de inferioridad o
admiración hacia el Poder que se supone debe caracterizar el discurso del colonizado.
El autor es fray Servando Teresa de Mier. Para peor, pone la explicación de la injuria
nada menos que en boca de unjudío: dentro del contexto de la época, la degradación
no podía ser más grave, implicando que hasta los pelseguidores despreciaban a los
españoles.
Este es apenas un ejemplo de los fascinantes desplazamientos que se operan en
sus Memoria.r, escritas entre I 8 18 y I 8 19 en las cárceles de la Inquisición mexicana en
pleno proceso de Independencia.
Estos desplazamientos acaso puedan explicarse por la localización de la mirada,
que no está en el lugar tradicional: en los siglos XVIII y XIX, los relatos de los
viajeros hablaban de tierras exóticas, diferentes y, en general, colonizadas Arnérica
Latina era uno de esos espacios vacíos que los imperios llenaban con las libertades
de su ima_einación. La América de los viajeros, desde Hun-rboldt hasta Clemenceau,
fue el horizonte de la extrañeza y de lo incomprensible. Las interpretaciones con que
el Poder iba diseñando estos países terminaron. por cierto. por ser asimiladas: los
americanos se miraron a sí mismos con las miradas que las rnetrópolis posaban sobre
ellas. Los ríos y las montañas dejaron de ser parte constitutiva de la naturaleza para
transformarse en vías de comercio, el valor de los seres humanos pasó a ser medido
con el rasero de los conocimientos europeos. Sarmiento o Bello hablan de América
casi cc¡n el mismo lenguaje de Chateaubriand o de Hegel; es decir, con el lenguaje de
la sopresa o de lo útil.
Uno de los primeros en invertir esa ecuación fue fray Servando Teresa de Mier. En
sus Memorias, los Otros observados con ese de.jo antropol<igico que suelen tener los
relatos de viajeros imperiales, son los europeos. [Jn marginal absoluto, nacido en la
Nueva España, fugitivo y para colmo fraile, condición muy desprestigiada luego de la
Revolución Francesa, toma, en Europa, la pclsición del viaiero que quiere explicar a sus
compatriotas las rarezas locales. Aunque no deje nunca de enfatizar en sus Memorias
la persecución de que es objeto y su larga permanencia en los calabozos, mantiene el
tono de los relatos de viaje. Pero significantes y significados están al revés: los raros
cuyos ritos se describen no son los aborígenes sino los franceses, con sus ventrílocuos, galvanizadores y resucitadores de muertos, Italia "es el país de la perfidia y el
engaño, del veneno; el del asesinato y el robo", donde las muejeres se pasean desnudas por las casas debido al calor. De acuerdo con su testimonio, las guerras napoleónicas
han extendido la muerte y la miseria por toda Europa: poco que ver con los esplendo-
res imperiales. En esta época de travesías. de re-conocimientos del mundo, fray
Servando recorre el camino inverso: ve Europa como si fuera Otro, es (si la metáfora
l'uera posible) el Humboldt que traza el inventario de un continente arrogante y, en
rnuchos sentidos, decadente. Fray Servando no es el americano deslumbrado que
aprende las maravillas de una civilización cuyos códigos se apresura a imitar apenas
regrese; es el colonizado que descubre las debilidades y flaquezas del colonizador.
Imperio y estiércol
Con España es implacable. ¿Cuál sería el modelo que debía imitar la colonia mexicana, cuál el que tendría que respetar como la cuna del Poder? Dice, por ejemplo, que la
tierra es tan estéril en la península que sólo "produce [...] a fuerza de estiércol, que en
Madrid el humano se vende en sacos a peso de oro". Agrega que en "Cataluña forman
cl estercolero dentro de las mismas casas, teniendo casi siempre anegado el patio y
cchando allí la basura y los excrementos que tienen siempre perfumada la habitación".
Enseguida habla de la miseria. ¿Es ésta la imagen de un Imperio al que hay que someterse, pagar tributo y cederle las posiciones de gobierno en México? Mier no está
escribiendo desde la sumisión: habla con la voz de una nación que era entonces muy
rica y, con esa voz, delata la ignorancia de la metrópoli sobre sus colonias:
En Madrid diciendo yo que era de México (me contestaban): "¡Qué rico será su
rey de ustedes, pues de allá viene tanta plata!". En la oficina del rey en Madrid
me sucedió entrar, y diciendo que era americano se quedaron admirados. "Pues
usted no es negro"
decían [...].En las Cortes, el procurador de Cádiz [...]
-me éramos
preguntó si los americanos
blancos y profesábamos la religión católica
[...]. Cuando yo llegué a las Caldas (una de las prisiones), iban los montañeses
"a ver al indio".
La llarnada crítica postcolonial ha estudiado la posición de la mirada del texto
colonizador. La mirada, al proyectarse sobre el Otro con su cultura hegemónica, lo
interpreta como una carencia; otros teóricos observan también que los relatos describen al bárbaro de acuerdo con su grado de "domesticabilidad" y de adaptación a las
fuerzas productivas. En general, los relatos de viajeros a América Latina ilustran la
imposición de formas de conocimiento, de tal manera que la experiencia histórica se
evapora frente a la mirada: las costumbres resaltan por su diferencia. Todo se cuenta
desde un presente distante y congelado, como sin motivo. Los textos van demarcando
nociones de centro y periferia: las naciones dominantes se constituyen en el centro y
el resto es la periferia. Las memorias y los relatos de viaje han sido, entonces, parte de
un proceso social de codificación y descodificación simbólica de los campos culturales. Cuando Montaigne escribe su ensayo sobre los caníbales, está redistribuyendo el
espacio cultural del Otro y afirmando su propio lugar de enunciación como lugar de la
cultura y la mediación; el lugar del Otro es el espacio bárbaro.
Fray Servando Teresa de Mier y Noriega, alias José Guerra, es quien mejor expresa
la tensión de estas nociones. Su famoso sermón guadalupano, por ejemplo, que a muchos pareció un delirio en la época y que es el origen de las acusaciones de hereje y de
la persecución que sufrió desde 1794 hasta poco antes de su muerte en 1825, sigue
escandalizando incluso hoy. Pero en verdad, el sermón no es más que el discurso de un
criollo atrevido que, dentro de la atmósfera milenarista y el mesianismo indígena en
los que se desarrolló la Guerra de Independencia, trata de consolidar una tradición
"que fuera en su esencia la restauración de una edad de oro a la vez legalista y
carismática", un presente glorioso (Lafaye, 1984). Si Santo Tomás y la Madre de Dios
habían elegido México para protegerlos, sin intermediación de España. como adujo en
el sermón, es obvio que las relaciones centro/periferia debían girar de otra manera.
Cómica irreverencia
El personaje de Fray Servando ha quedado como un extravagante en el imaginario
cultural latinoamericano. Esto ha sido inducido en parte por las propias Menrcrias
que, como todo relato de índole autobiográfica, hace la narración de un yo ficcional.
Personaje del relato y pcrsonaje de la vida, con realidad, invento y exageraciones, ha
sido retomado y reinventado por escritores como Reinaldo Arenas en su novela E/
mwtdo alucinante. El propio Alfonso Reyes ha ayudado a construir el mito:
Es ligero y frágil como un pírjaro y posce esa fuerza de "levitación" que creen
encontrar en los santos los historiadores de los milagros. Usa de la desaparición, con una maestría de fantasrna [...]. Son sus aventuras tan extraordinarias,
que a veces parecen imaginadas t...1. El P. Mier hubiera sido un extravagante, a
no haberlo engrandecido los sufrimientos y la f-e en los destinos de su nación.
Ahora bien, y esto es esencial, sus textos tuvieron mucha más influencia en la
época de lo que su farna de delirante y heterodoxo permitiría suponer. Es cierto que las
capas de lectura, los añadidos al imaginario, se desprenden de las propias estrategias
del texto por su vocación heterológica y su cómica irreverencia. Pero este ptoblema en
el campo de la legibilidad se deriva también del desplazamiento del sujeto. Es claro que
en esta modificación de la mirada colonizador/colonizado. el colonizado tiene una
posibilidad lirnitada de generar un discurso distinto, siemple conflictivo por su posición ante el verdadero lugar de la autoridad y el control.
En aquel entonces sus escritos le daban tal haio de "revolucionario auténtico" que
sus compatriotas de Monterrey lo nombraron diputado al primer Congreso Constituyente de México. Y si un dato ratifica la seria lectura que mereció Mier en su época, es
que su libro Historia de la Revolución de lct Nueva Espoña le sirvió de argumentación
jurídica a Simón Bolívar en lo relativo a la aplicación de las leyes de Indias.
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He citado ya algunas descripciones de Europa en este texto de mirada invertida
que son las Memorias. Lo fascinante de la inversión aumenta cuando se repara en el
discurso ideológico contra el que se enfrenta: es la época de la denigración del continente americano. Están de moda los ataques de Buffon, De Pauw, Raynal, Robertson.
Según las teorías en boga, los habitantes de América son débiles, inferiores y degradados; de hecho, de argumentos parecidos se valió la Corte de Cádiz para promulgar
una ley que limitara la representación parlamentaria de los mexicanos, aduciendo que
"de sus seis millones de habitantes tres eran indios, dos mestizos y la mitad del millón
de blancos era incapaz de derechos políticos" (Gerbi, 1983). Dentro de esta inferionzación
de América, adquiere especial significado la escritura de Mier. En la retórica de los
relatos de viaje, la palabra "bárbaro" o "salvaje" es la unidad elemental de nominación.
Las Memorias atribuyen esa barbarie al corazón del Imperio, lo cual, visto desde hoy,
resulta casi cómico. Un ejemplo: "Camina uno como bárbaro por país de bárbaros,
temblando de los salteadores que salen a robar a los viajeros". Y también: "Los españoles son el mono perpetuo en sus vestidos y costumbres de los otros europeos". Y,
como si rebatiera las acusaciones de canibalismo que se les atribuían a los indios
americanos, aunque sin referirse a ellas, dice de los italianos en tiempos de la República que eran tan bárbaros que:
tomaban el cuerpo decapitado de cada noble y lo llevaban ante su casa, pidiendo a gritos que les echasen del pan para comérselo, y se lo comían. Se vendía en
la plaza pública a cuatro granos [...] de lonja de carne humana, ancha de cuatro
dedos. Sólo a un obispo no se lo comieron: antes tuvieron muy a mal que el rey
lo ahorcase, cuando a los nobles seculares se cortaba sólo la cabeza.
El lenguaje del poder
Las Memoria,r son, como retrato de la Europa napoleónica, un documento extraordinario, justamente por el desplazamiento de la mirada enunciadora. Ahora bien, su
objetivo central es explicar "lapráctica de nuestro gobierno" (se refiere a España) y
abrirle los ojos a sus "paisanos, para que no se fíen absolutamente en que tienen
justicia". El relato muestra con detalle la corrupción del sistema "porque allá el poder
es más absoluto, más venal [...] e intrigrante". Es tal la ignorancia de 1o que realmente
sucede en el Nuevo Mundo, que se dan órdenes "desatinadísimas". Fray Servando
cuenta el rídiculo caso de un bando para poner preso al comején (el bicho) en la isla de
Santo Domingo por "haber destruido los autos que pedía S.M.".
De comienzo a fin las Memorias van minando el sentido de la siguiente frase:
"Desde la conquista es un apotegma en la boca de los mandarines de América 'Dios
está muy alto, el rey en Madrid, y yo aquí"' (tan parecida, por cierto, a la queja del
México contemporáneo: tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos). Su
ll
recurso no sólo es el de la víctima-testigo que ha estado en el centro donde todo se
controla. Porque si la denuncia de la venalidad es convincente, aún más imborrable
es el corrosivo retrato de costumbres. La descripión es implacable:
Luego que comenzamos a ver hombres chiquitos con una chaquetilla negra y
sombreros que en España sólo llevan los aragoneses, conocimos que estábamos en la tierra del coño. Porque así como los demás españoles a cada palabra
añaden un ajo redondo [...] así los aragoneses dicen a cada palabra c... ¿No es
un escándalo que el pueblo español no pueda hablar tres palabras sin la interjección de una palabra tan torpe, cosa que no se ve en otra nación?
Estamos en plena época del llimunismo, del lenguaje delaraz6n.Las Memorias
aplican sus parámetros al revés: lo sucio y grosero no están en la periferia, sino en el
centro. Un centro débil, con gente miserable, prostitutas, estiércol en las casas, curas
con barraganas, y gobernado por pequeños corruptos burócratas.
La descripción del espacio es, por supuesto, una batalla cientificista y legitimadora.
Se afirma por eso que tanto los relatos de viajes como los mapas eran fbrmas del
lenguaje del poder y no de la protesta .Las Memorias invitan a una relectura heterológica
de estas útiles teorías, porque desde la marginación de la periferia se inicia el viaje de
Colón al revés: descubrir el Viejo Mundo, para reinscribirlo y rejerarquizarlo, porque el
lugar en el mapa es también un lugar en la historia y todo depende de cómo se lo
describe. Lo resume Mier en su Historia con picardía: "¡Descubridores! [como título
de dominio de América alegado los españolesl esto es, vosotros ignorábais que existía
la parte mayor del mundo: luego en sabiéndolo sois sus dueños. ¿Con qué si los indios
hubiesen sabido antes que existía Europa, eran ipso faclo sus dueños?". En la lucha
por el control del espacio, la representación está cambiando y con ella el derecho al
control.
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