LA DERROTA DE LA VANIDAD (TAPÚA)

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LA DERROTA DE LA VANIDAD (TAPÚA)
Jos 12:1 Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y
cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán hacia donde nace el sol, desde
el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá al oriente:…
Jos 12:17 el rey de Tapúa, otro; el rey de Hefer, otro;
Tapúa entre otras cosas significa: hinchazón. Esta ciudad representa a aquellas
almas que se han hinchado o envanecido por su mucho conocimiento. Tienen
mucho conocimiento de la Palabra, pero no tienen vivencia con ella (1 Corintios
8:1-2).
1Co 8:1(VKadosh) Ahora bien, acerca de comidas sacrificadas a los ídolos:
todos sabemos, como ustedes dicen, "todos tenemos conocimiento." Sí, así es,
pero el "conocimiento" hincha a la persona con orgullo, así como el amor
edifica.
8:2) La persona que piensa que sabe algo, todavía no sabe en la forma que
debía saber.
En lo natural, el agua es el principal componente del cuerpo humano, el cual
posee un 75% de agua al nacer y cerca del 65% en la edad adulta.
Aproximadamente el 65% de dicha agua se encuentra en el interior de las células
y el resto circula en la sangre y baña los tejidos. En términos espirituales, el agua
representa “la Palabra de Dios”, sin la cual el hombre no tiene vida.
Sin embargo, la acumulación de líquidos en los tejidos produce agrandamiento de
órganos, piel u otras partes del cuerpo. Trayendo como consecuencia un aumento
rápido de peso durante un período corto (de días a semanas), llegando a causar
inmovilidad de la parte afectada.
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La Palabra nos advierte que el conocimiento conduce al envanecimiento, el cual
separado del amor deja de ser útil para la edificación de la persona así como de la
iglesia.
En el reino de Salomón, Israel estaba en su época de oro, sin embargo, a través
de este rey Dios nos enseña que el éxito y la prosperidad no duran mucho (Sal
103:14-16; Isa 40:6-8; Sant 4.14). Todos los logros humanos desaparecerán
algún día, y debemos mantener esto en nuestra mente para poder vivir con
sabiduría (Sal 62:9).
Sal 62:9 Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de
varón; Pesándolos a todos igualmente en la balanza, Serán menos que nada.
La meta de Salomón era mostrar que las posesiones terrenales y los logros a la
larga carecen de sentido. Sólo la búsqueda de YAHWEH nos proporciona
verdadera satisfacción (Ec 2:11).
Ec 2:11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el
trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de
espíritu, y sin provecho debajo del sol.
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Síntomas de vanidad
1. El afán en el trabajo
Este es el problema que tienen aquellos que aprecian solamente las cosas que no
perduran, poniendo toda su confianza en ellas; se afanan en las cosas materiales,
en la prosperidad, en el trabajo, (Ec 4:8).
(Ec 4:8) Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero
nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta:
¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es
vanidad, y duro trabajo.
La cuestión planteada por Salomón explica por qué todo es inútil: No hay
provecho, nada se gana, no tiene valor alguno el continuo trabajo del ser humano
en este mundo “Bajo el sol”.
Sabemos que Dios ha dejado el trabajo como una bendición para sus hijos, vemos
como Adam trabaja en el huerto “cuidando y cultivándolo”, sin embargo cuando la
tierra es maldecida vemos que el efecto que generaba era la escasez y las
preocupaciones.
El trabajo arduo realizado con motivos correctos (suplir las necesidades de la
familia, servir a Dios) no es malo. Debemos trabajar para sobrevivir, y más
importante aún, somos responsables del bienestar físico y espiritual de las
personas que tenemos bajo nuestro cuidado. Sin embargo, el fruto del trabajo
arduo hecho para glorificarse uno mismo lo pueden heredar personas que quizá
más tarde lo pierdan o lo arruinen todo. Tal afán a menudo lleva al sufrimiento,
mientras que servir a Dios nos lleva a un gozo eterno.
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Al final de su vida Salomón analizó todo lo que había hecho, y casi todo parecía
sin sentido (vanidad). Era una creencia común que sólo los buenos prosperaban y
que sólo los malos sufrían, pero esta demostró ser falsa en su experiencia.
Salomón escribió el libro de Eclesiastés después de que lo intentó todo y de que
logró mucho, sólo para descubrir que nada aparte de Dios lo había hecho feliz.
Quería evitarles a sus lectores esta misma búsqueda sin sentido. Si tratamos de
encontrar significado en nuestros logros en vez de encontrarlos en Dios, nunca
estaremos satisfechos, y todo lo que tratemos de lograr se volverá tedioso y
molesto.
2. Búsqueda continua de la sabiduría de este mundo
Ec 1:13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo
lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de
los hombres, para que se ocupen en él.
14) Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es
vanidad y aflicción de espíritu.
15) Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.
En su vida, Salomón descubrió que ni sus logros ni su sabiduría lo hicieron feliz.
La verdadera sabiduría se encuentra en Dios y la verdadera felicidad viene cuando
le agradamos a Él. Con nuestra sabiduría humana no podemos enderezar lo
torcido o suplir lo que falta.
La sabiduría por sí sola no puede garantizar la vida eterna. La sabiduría, las
riquezas y los logros personales importan muy poco después de la muerte, y todos
debemos morir. No debemos edificar nuestra vida sobre metas perecederas, sino
sobre el fundamento sólido de Jesús. Entonces, si todo nos es arrebatado,
seguiremos teniendo a Dios, quien es, de todos modos, todo lo que realmente
necesitamos. Lo que hagamos aquí tiene un gran impacto sobre el lugar donde
pasaremos nuestra eternidad (Ec 12:13-14)
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(Ec 12:13) El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus
mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
14) Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta,
sea buena o sea mala.
3. Constante búsqueda de los placeres de este mundo
Ec 2:1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de
bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.
El verdadero gozo de la vida surge únicamente cuando obedecemos TODA la
Escritura de Dios. Sin Él, la satisfacción es una búsqueda perdida. Las personas
que saben disfrutar de la vida son los que toman cada día la vida como un regalo
del Señor, y le dan las gracias constantemente y le sirven por medio de ella.
Ef 5:17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad
del Señor.
18) No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos
del Espíritu,
19) hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
20) dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo.
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4. Mente carnal.
Col 2:18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los
ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su
propia mente carnal
Estas gentes siempre se basan en alguna visión que han tenido y vanamente se
hinchan a sí mismos. Nuestros pensamientos son los que dirigen nuestro actuar,
por esta razón nuestra mente puede dirigirse en dos vías, hacia lo espiritual, ver
(1 Corintios 2:15-16) o hacia lo carnal. El alma que esta hinchada tiende siempre
hacia las cosas de la carne.
Lc 14:1 Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa
de un gobernante, que era fariseo, éstos le acechaban.
2) Y he aquí estaban delante de él un hombre hidrópico.
3) Entonces Jesús habló a los intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo:
¿Es lícito sanar en el día de reposo?
4) Más ellos callaron. Y él, tomándole, le sanó, y le despidió.
Cristo vino a sanar a los enfermos, la vanidad es una enfermedad que nos afecta
en el trato con nuestros semejantes. La vida eterna consiste en conocer a Dios,
así que no podemos decir que hemos llegado al límite de la sabiduría.
La sabiduría que viene de lo alto produce frutos, mientras que la sabiduría
humana nos hincha y produce en nosotros las obras de la carne (Sant. 3:14-18).
El agua que Jesús nos ofrece produce en nuestro interior una fuente que
fluye para vida eterna (Jn 4:14).
Jn 4:14 más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás;
sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para
vida eterna.
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