palabras de apertura del dr. jorge a. subero isa - Coladic-RD
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palabras de apertura del dr. jorge a. subero isa - Coladic-RD
PALABRAS DE APERTURA DEL DR. JORGE A. SUBERO ISA, PRESIDENTE DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, EN OCASIÓN DEL “ENCUENTRO JURÍDICO DE LAS AMERICAS: HACIA UNA INTEGRACIÓN ECONÓMICA GLOBAL”, CELEBRADO EN LA ESCUELA DIPLOMÁTICA DE LA SECRETARIA DE RELACIONES EXTERIORES DE LA REPUBLICA DOMINICANA, 8 DE ABRIL DEL 2002 Señores participantes en el Congreso del Consejo Latinoamericano de Estudiosos de Derecho Internacional y Comparado, Damas y caballeros: Los griegos no solamente hicieron aportes a la cultura universal, sino que además practicaron en grande la hospitalidad. La puerta que tocaba el viajero extranjero no solamente debía abrirse, a éste se le invitaba a tomar un baño y a comer, y solamente después de haberse bañado, comido y descansado era que se le preguntaba quién era, de dónde venía y cuál era el propósito de su viaje. A ustedes, distinguidos viajeros, espero que los anfitriones hayan emulado a los griegos y que sea en el día de hoy que les pregunten sus nombres, procedencia y motivos del viaje, lo cual hablaría muy bien de nuestra hospitalidad, al implicar que ya se han bañado, comido y descansado. Es momento de confesión de identidades y de aceptar la convocatoria sobre un tema central que bajo el título de “ENCUENTRO JURÍDICO DE LAS AMERICAS: HACIA UNA INTEGRACIÓN ECONOMICA GLOBAL” nos mueve a profundas reflexiones sobre el porvenir. Y quizás sobre la subsistencia misma desde el punto de vista económico de los países de una América que representa más de 800 millones de consumidores en potencia, que en términos reales podrían ser considerados como tales cuando las condiciones de vida de la mayoría mejore y puedan salir del estado de extrema pobreza en que conviven, muchas veces al lado de los que exhiben una opulencia pecaminosa, fruto o de la corrupción, o de la falta de reglas de juego, o simplemente de la inseguridad jurídica que como un vendaval azota a muchos países. A pesar son los formar, hombre de que los propósitos y objetivos de la integración económica en principio siempre mismos, independientemente de las épocas y de los bloques que se pretendan los insumos que se tratan de procesar se ven signados por la invención del propio y su necesidad de sacarle más provecho. En una época en que la grandeza de los países se mide más que por el tamaño de su territorio, por la capacidad de generar bienes y servicios especializados, lógicamente que los paradigmas y referentes anteriores no solamente son arcaicos sino también ineficaces. El sistema de producción, y con ello el sistema capitalista, se encuentra profundamente sacudido por una especie de recomposición de sus propios principios fundamentales, que considera más las ventajas competitivas que las ventajas comparativas en materia de producción. Un sistema que cada día más se alimenta de los recursos que nos proporciona la biotecnología, la ingeniería genética, la tecnología de la información y de las telecomunicaciones, etc. Posiblemente dentro de poco tiempo tendríamos que abocarnos a considerar como un aspecto de la integración los resultados de las investigaciones del Doctor Severino Antinori, que acaba de anunciar en Abu Dhabi, Emiratos árabes, el primer embarazo humano por clonación, con ocho meses de duración. Así como otras manifestaciones de la ciencia, que solamente los valores y códigos éticos podrían reglamentar. Este es el espacio en el cual deben de actuar los actores del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA); pero para alcanzar lo que para muchos es la tan anhelada integración económica es necesario que los países integrantes no solamente se pongan de acuerdo en cuanto a la competitividad, libre mercado, aranceles, etc.; es preciso además, que ellos hagan internamente sus propios ajustes, poniendo la casa en orden; que controlen la corrupción de sus gobernantes y gobernados; que ofrezcan reglas de juego claras y precisas que garanticen la seguridad jurídica y el Estado de Derecho de nacionales y extranjeros; y que sobre todo, exista la suficiente voluntad política para su ejecución. Muchos conciben la integración como la panacea para la solución de sus propios problemas, olvidando los que así piensan que en un sistema de integración no es posible pretender que otros suplan las deficiencias de los demás. Bajo nuestra presidencia, el máximo tribunal judicial dominicano no solamente ha ensanchado las relaciones internacionales, sino que en el ámbito judicial se ha integrado al esquema del Sistema de Integración Judicial Centroamericano y el Caribe, tal como fue acordado en la ciudad de Panamá el 5 de Octubre del pasado año, lo que revela que tenemos conciencia de la importancia de una integración en términos equilibrados, como fórmula para la búsqueda de solución a problemas comunes. A nombre de la Suprema Corte de Justicia, garante de la constitución de la República y del respeto de los derechos sociales e individuales consagrados en ella, les saludo y les doy la bienvenida a la República Dominicana. Muchas Gracias. DR. JORGE A. SUBERO ISA 8 de abril del 2002