Conferencia en Uruguay (citada en el libro de Duarte)
Transcripción
Conferencia en Uruguay (citada en el libro de Duarte)
Conferencia en Uruguay (citada en el libro de Duarte) El Sueño Despierto fué introducido en la Argentina hacia fines de la década del 40 por Celes Cárcamo. Cárcamo fué el primer latinoamericano que fué a Europa para formarse como psicoanalista y fué, con Angel Garma, el fundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Cárcamo realizó su formación en París, en la Sociedad Psicoanalítica Francesa, y allí supo de la existencia de Robert Desoille y se interesó en su método. Mientras hacía su análisis didáctico con Paul Schiff, tuvo oportunidad de experimentar, con Desoille, el Sueño Despierto. De regreso a Buenos Aires, dedicó su tiempo y sus mejores esfuerzos al psicoanálisis, pero no dejó de utilizar el método de Desoille, que le parecía un excelente instrumento para las psicoterapias breves, y un recurso apto para movilizar al paciente y superar las resistencias en el curso de tratamientos psicoanalíticos con tendencia a estancarse. Algunos de sus discípulos se interesaron en el tema.. El más destacado fué Andrés Cafferata, nuestro maestro. De no haber muerto prematuramente en 1978, hubiera sido sin duda el líder del grupo argentino. Reseño esto brevemente por dos razones. La primera, por la deuda de gratitud que tenemos con Cárcamo y Cafferata, dos auténticos maestros, que nos transmitieron generosamente mucho de su saber y, sobre todo, nos enseñaron con la ejemplaridad de sus vidas. La segunda razón es que de ellos heredamos, como punto de partida, una visión psicoanalítica del método de Desoille. Tenían ambos una visión del psicoanálisis muy abierta a la dimensión espiritual del hombre, atenta a los progresos de la medicina y la psiquiatría, interesada en los desarrollos de otras escuelas psicológicas; pero firmemente arraigada en la idea del orígen inconsciente de los problemas psicopatológicos y en la convicción de que el insihgt, el hecho de hacer conciente lo inconciente, constituye el recurso terapéutico por excelencia. Esta sigue siendo mi posición personal y, con matices, la de la mayor parte de nuestro grupo; pero en amplia convivencia con otras posturas, como lo demuestra la presencia de desarrollos fenomenológicos, junguianos y rogerianos en el seno de nuestra sociedad y el amplio diálogo que mantenemos con colegas argentinos y extranjeros de muy diversas orientaciones. Esperamos que el próximo número de nuestra revista "Sueño Despierto", dedicado al tema "Imaginación y Psicoterapia", para el cual hemos solicitado la colaboración de colegas de diversas posiciones teóricas y clinicas; dé testimonio de ello. Por eso también siempre tuvimos en cuenta los trabajos del maestro Mario Berta, cuya posición multiteórica siempre nos interesó, y nos alegramos muchísimo de saber, hace muy poco tiempo, que el grupo uruguayo se había seguido desarrollando bajo su conducción y la de Ariel Duarte, cuya lectura me interesó particularmente, por ser él el primero que publicó en castellano, cuando todavía no se había formado el grupo internacional, un enfoque psicoanalítico del Sueño Despierto. Para ubicar la visión que en nuestra Sociedad tenemos acerca del método de Desoille, partiré de un trabajo de un autor francés, que apareció en el último número de la revista interna del GIREP, los "Cahiers", y que si Dios quiere, publicaremos en castellano el año que viene. El trabajo es la exposición que Jacques Launay, uno de los fundadores del Grupo de París, dedicó, en los seminarios de formación del año pasado, al tema de los desarrollos del SD, desde Desoille hasta nuestros días. Los franceses tienen una visión particularmente aguda hasta donde llegan sus fronteras, pero de ahí para afuera resultan bastante miopes. Con solo cruzar los Alpes, hubiera aparecido en la síntesis el grupo italiano,que tiene desarrollos muy interesantes. Pero aunque el trabajo toma en cuenta sólo a los autores franceses y excluye a los italianos y los belgas, los argentinos hemos encontrado un lugar en la sintesis por una razón particular. En Francia quedan todavía algunos defensores de lo más tradicional de Desoille y el resto, la mayoría, opinan que el Sueño Despierto es una forma particular de psicoanálisis, que el Sueño Despierto es un psicoanálisis. Por eso han rebautizado el Grupo, que al principio se llamaba Grupo Internacional de Sueño Despierto Dirigido de Dessoille (GIREDD), como Grupo Internacional de Sueño Despierto en Psicoanálisis (GIREP) y la revista Etudes Psychothérapiques como Etudes Psychanalytiques. La utilización técnica del ascenso y el descenso ha sido abandonada, casi no se dirige, usan el diván tanto en las sesiones de Sueño Despierto como en las de comentarios, interpretan sistemáticamente la transferencia y trabajan con dos sesiones semanales. Demasiadas modificaciones como para que no sea otra técnica ¿no? Todo ésto significa también que para ellos Desoille ha pasado a ser una especie de precursor precientífico, algo así como los astrólogos que anticiparon las ciencias astronómicas, y prácticamente no se lo lee. Por suerte en nuestro grupo hace bastantes años que venimos dedicándonos sistemáticamente a su lectura. Ahora bien, nuestro grupo, según dice Launay, hace una lectura psicoanalítica del método, pero afirma categóricamente que el sueño despierto es un método diferentre del psicoanálisis. Supongo que esto será obvio para ustedes, pero no lo es para los actuales herederos legales de Desoille. Es justo señalar aquí que el autor del trabajo es, entre los miembros importantes del Grupo francés, quien más se aproxima a nuestra concepción. En lo que sigue intentaré aclarar los alcances de nuestra concepción psicoanalítica del Sueño Despierto. Digamos primero que si es cierto que Robert Desoille inventó un método psicoterapéutico, no podemos decir que haya desarrollado una teoría de la psique, como la que desarrollaron, por ejemplo Freud, Pavlov, Jung y Pierre Janet (estamos citando, de paso, las principales influencias teóricas de Desoille). Sobre esta cuestión ha estado trabajando Inés Villamarín, una de las principales animadoras de nuestro grupo, que está intentando ver hasta qué punto es posible extraer de los escritos de Desoille una teoría consistente acerca del psiquismo y la psicopatología. El trabajo está todavía en desarrollo y creo que no podemos hablar aún de conclusiones definitivas. Pero me parece innegable que disponemos de un recurso terapéutico, no menos definido en sus parámetros esenciales que cualquier otro método, y que tenemos la posibilidad de pensarlo desde cualquiera de las perspectivas teóricas que la psicología actual nos ofrece. Más aún, el hecho de no depender de ninguna teoría lo ubica en una situación privilegiada para un diálogo interteórico apoyado en una experiencia clínica compartida. Tan cierto es esto que, en la Universidad Maimónides de Buenos Aires, nuestro colega David Ghelman, uno de los fundadores de nuestra Sociedad y miembro también del Grupo Internacional, está trabajando sobre una aproximación entre las psicoterapias de Oriente y Occidente, tomando como uno de los ejes de su planteo al método de Desoille. No quiero extenderme demasiado, porque prefiero dejar tiempo para el diálogo, con la participación de todos. Simplemente, y para dar a Uds. una visión más clara de mi nues- tras ideas, intentaré resumir aquí lo que me parece más representativo de las ideas desarrolladas por nosotros en los últimos años, la mayoría de las cuales están publicadas en nuestra revista.. Desoille y sus seguidores han planteado implícita o explícitamente, una serie de hipótesis que hacen a la naturalea propia y original del método. Las más relevantes serían: 1º) La acción imaginaria es un correlato simbólico de las acciones y reacciones del sujeto en la vida real, de sus rasgos psíquicos particulares, sus posibilidades y sus imposibilidades. Como ha dicho Desoille, "se sueña como se vive". Conviene que nos detengamos en la naturaleza simbólica de este lenguaje; porque lo que se manifiesta en el trabajo imaginario corresponde con total propiedad al concepto de símbolo; entendido éste como la expresión más integral y plena de la comunicación humana. En la capacidad de simbolizar, exclusiva del hombre, se integran todos los estratos del mundo interior y todas las posibilidades de contacto con el mundo externo. El hombre vive en sus símbolos y la humanidad se perpetúa a través de los símbolos colectivos de la literatura y el arte, de la religión y la cultura en general. El símbolo es suscptible de explcaciones racionales y requiere un trabajo interpretativo, pero no puede reducirse a interpretaciones, porque la unidad irreductible de sentimientos, imágenes y palabras que lo constituye está siempre más allá del conocimiento objetivo y objetivable, e incluye y sostiene lo inefable. La correlación simbólica entre imaginación y vida lo es en los dos sentidos: imaginamos lo que verdaderamente nos ocurre, y en este sentido todo Sueño Despierto exterioriza lo que somos; y al mismo tiempo no existe sentimiento, pensamiento ni acto que no sea precedido o acompañado por la actividad imaginaria. Renzo Rocca, el líder del grupo italiano (que no es pariente mío) ha acuñado el término realismo integral para designar el carácter de "realidad inmediata absoluta" que, en el estado de Sueño Despierto atribuímos a nuestra producción imaginaria. Las terapias de la conducta utilizan ampliamente las posibilidades de la imaginación para modificar los condicionamientos. Este aspecto fué enfatizado por Desoille, en su etapa pavloviana, cuando insistía en el papel del trabajo imaginario como modificador de los esquemas dinámicos de comportamiento y entre ustedes lo desarrolló con particular claridad, en un esquema conductista, el Dr. Hugo Trenchi. Tuve oportunidad de oírselo exponer en Buenos Aires hace casi veinte años. Cualquiera sea la explicación teórica que le demos, parece indudable que la acción imaginaria es en sí modificadora y que el Sueño Despierto en sí tiene efectos terapéuticos, antes de cualquier comentario interpretativo. Nuestro maestro Andrés Cafferata hablaba de la "acción directa de la dramatización imaginaria". Esto se relaciona también con la eficacia simbólica que estudiara Levi-Strauss en las prácticas mágicas de los médicos-brujos de las tribus primitivas. No olvidaremos aquí la importancia central que Desoille otorga a la utilización sistemática de los movimientos de ascenso y de descenso en el espacio imaginario, que constituyen un recurso de importancia capital, absolutamente original y propio de su técnica y al que Cafferata consideraba un "verdadero símbolo dinámico, el único que el terapeuta debe mantener siempre activo en el paciente, porque de él depende la posibilidad de que la palabra del Sueño Despierto Dirigido pueda llegar a ser plena; y que permite utilizar la ayuda de las fuerzas secretas que yacen en potencia en el espacio interior". 2º) La dinámica de la imaginación tiende a completar el desarrollo de "procesos psiquicos que de por sí permanecerían inacabados" (la expresión es del propio Desoille). Esto implica la tendencia de todo trabajo imaginario a proyectarse en el tiempo y abrir el horizonte de los proyectos y los futuros posibles. Son muchos los autores que han insistido en este aspecto prospectivo, que es un rasgo central de la técnica. Jean Guilhot, uno de los pocos desoilleanos fieles que aún quedan, tituló no hace mucho un trabajo que fué publicado en nuestra revista: "El Sueño Despierto, terapia del futuro" aludiendo por un lado a este aspecto y, por el otro a las posibilidades que nuestra técnica ofrece a lo que podrá ser la psicoterapia del siglo XXI, idea que, como más adelante insistiré, comparto plenamente. Decir que el trabajo imaginario en sí plantea implícitamente la necesidad de un desarrollo temporal, de un proceso en movimiento, es algo que reconocen la mayoría de quienes utilizan el método, y constituye un interesante campo de reflexión para quien desee enfocar el Sueño Despierto desde la perspectiva del análisis existencial. 3º) Robert Desoille insistía en la importancia de plantear de entrada al paciente su responsabilidad en el tratamiento: es él mismo quien se curará en la medida en que se haga cargo de su propia existencia. Esto se manifiesta, en lo que a la realización del Sueño Despierto se refiere, en la incitación a enfrentar y superar los obstáculos que el propio trabajo imaginario le presente. Podrán ustedes decirme que esta responsabilidad del paciente, que forma parte de la alianza terapéutica, tiene vigencia en cualquier terapia. Es verdad, pero en nuestro caso constituye un dato explícito del encuadre. Muchas veces he insistido en que el Sueño Despierto implica una tarea a realizar, cosa que no necesariamente ocurre en otros métodos y que es algo digno de ser tenido en cuenta. Se trata en síntesis de una psicoterapia activa, aún en los momentos en los que la paticipación directiva del terapeuta es escasa o nula. 4º) Gilbert Maurey, uno de los autores franceses de orientación psicoanalítica que más peso tienen en los actuales desarrollos, suele insistir en la recomendación de "no privilegiar el ojo con respecto al oído". Alude con ésta expresión a que el Sueño Despierto es una terapia verbal. Lo que el paciente "ve", debe ser puesto en palabras, en forma simultánea a su producción imaginaria; y lo que nosotros "vemos" de su Sueño es en realidad lo que imaginamos sobre la base de su relato. Sin negar que haya cosas que, más allá de las palabras, se comunican en la experiencia que comparten paciente y terapeuta, me parece innegable que la palabra es el instrumento privilegiado del trabajo terapéutico. Recordemos que para Freud el acceso a la conciencia depende de la articulación de las representaciones-cosa con las representaciones-palabra y que, si bien en "El Yo y el Ello" se admite la posibilidad de "un cierto devenir conciente a partir de los restos mnémicos ópticos" se trataría de un devenir conciente incompleto y parcial. La ligadura sistemática entre las imágenes y las palabras, propia del encuadre mismo de nuestra técnica trabaja permanentemente sobre esta interrelación y origina un constante feedback entre ambos modos de expresión, constituyendo en sí mismo un poderoso instrumento para abrir caminos hacia la toma de conciencia. Esto se da en el nivel intrapsíquico, en el mundo interno del sujeto. Pero en el Sueño Despierto hay un diálogo verbal y un diálogo imaginario, lo que equivale a decir que el terapeuta, en actitud de resonancia empática o, como decía Desoille "escuchando con la propia imaginación creadora despierta al máximo" también abre caminos de facilitación con su propio inconciente. Este intercambio verbal, con amplia participación imaginaria y afectiva, lo que Roger Dufour denominara la "poética del Sueño Despierto" constituye uno de los mecanismos terapéuticos más importantes y originales del método. En un trabajo publicado en Francia he estudiado la directividad desde el punto de vista del trabajo imaginario del paciente y el terapeuta intercomunicados por la palabra. Inés Villamarín se ha ocupado de la cuestión con particular agudeza clínica y teórica, estudiando lo que ella denomina el Sueño Despierto Acompañante, que es la experiencia imaginaria que realiza el terapeuta en la escucha del relato del paciente. 5º) Todo esto se refiere al Sueño Despierto en sí. Hasta aquí no hemos hecho alusión a las sesiones de análisis, comentarios, o -como gusta decir entre nosotros Lidia Loughlin- de "búsqueda de sentido", que, en mi experiencia personal por lo menos, insumen más de las tres cuartas partes del tiempo total de la cura. Estas sesiones de análisis tienden a poner en evidencia los esquemas de funcionamiento psíquico del sujeto, así como las fantasías conscientes e inconscientes que subyacen a éstos; y permiten establecer hipótesis acerca de su génesis y su sentido, movilizando procesos cognitivos de autocomprensión de los conflictos. Estas hipótesis constituyen lo que en psicoterapia se denomina interpretación. Para quienes, como en mi caso personal, el resorte psicoterapéutico por excelencia es el insight, este paso es de importancia capital. Con referencia a ésto, me parece muy importante señalar que este insight, desde la perspectiva de nuestro método, lleva a subrayar aspectos que en el psicoanálisis clásico resultan menos visibles. Tuve ocasión de tratar a una docente de escuela primaria, en dos períodos diferentes, el primero con la técnica psicoanalítica tradicional y el segundo con Sueño Despierto. Al finalizar la segunda etapa se me ocurrió preguntarle qué diferencias advertía ella entre ambas técnicas y me contestó: "el psicoanálisis es como el método tradicional para enseñar a leer y escribir: el chico aprende letra por letra y luego aprende a combinarlas; el Sueño Despierto, en cambio, es como el método global: de entrada aprende palabras o frases completas, en su conjunto, y luego aprende a identificar las letras y recombinarlas de otras maneras". Me pareció una comparación muy feliz y me hizo pensar como podía expresarlo más científicamente. Y la respuesta que, hasta ahora, me resulta más satisfactoria es que, en el trabajo combinado y simultáneo de imágenes y palabras, la integración y la comprensión de pensamientos y afectos se da en ambos niveles. El proceso de hacer conciente lo inconciente es un proceso complejo y gradual, que culmina en la palabra, pero contiene muchos ingredientes preverbales. Basta con advertir lo limitado que el lenguaje formal resulta para expresar lo que somos y sentimos (si así no fuera, no tendría razón de ser la poesía) para vislumbrar la complejidad del hecho de ser conscientes de algo. Por eso nos parece evidente que nuestro método presenta la idea del insight bajo una luz nueva y plena de matices enriquecedores. El psicoanálisis, en mi opinión no ha integrado suficientemente en sus teorías la importancia del lenguaje de la imaginación (aunque algunos desarrollos actuales, como la "teoría del código múltiple" utilizada por Vilma Bucci en sus trabajos de investigación empírica, tiende a hacerlo); y en este sentido, como he planteado alguna vez en reuniones científicas de psicoanalistas, nuestra experiencia puede contribuir a una mejor conceptualización del insight. Todo esto se vincula con el aspecto narrativo y dramático del Sueño Despierto. En relación con este aspecto, en 1984 propuse conceptualizar la cura analítica mediante el Sueño Despierto como la construcción de una "mitología personal", modelo que ha tenido bastante aceptación entre los colegas franceses. No puedo extenderme ahora acerca de esto, pero he de citar un breve texto de un trabajo de 1995 que sintetiza la idea. Dice así: "La cura analítica con el Sueño Despierto puede ser conceptualizada como la estructuración progresiva de una mitología personal, considerando como tal a la estructuración y la sistematización de los mitos propios del individuo, expresados en los relatos míticos constituídos por las escenificaciones de los Sueños Despiertos, estudiadas en las sesiones de comentarios." Antes de terminar quiero hacer mías unas palabras que pronunciara el Dr. Ariel Duarte en el homenaje a Desoille de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay el 27 de abril de 1967. Me permito hacerlo, porque las comparto plenamente y porque deseo hacer con ellas un sincero homenaje a un colega aquí presente que, antes que nosotros conociéramos el método de Desoille, anticipó muchos de nuestros desarrollos. Helas aquí: "Resulta a través de todo lo dicho que el principio esencial de nuestro estilo de trabajo es, a favor del enfoque analítico, convertir lo inadvertido en sabido, lo olvidado en vivencia, lo pasado en presente, lo inconciente en conciente, extendiendo así la superficie conocida del mundo interno del sujeto, reforzando y madurando en consecuencia su yo que se vuelve más apto para dirigir ciertamente la conducta al resolver el íntimo sentido de los síntomas." "Todo ello en virtud de la utilización de la fantasía del paciente y de la del terapeuta, a través de un diálogo y un entrenamiento que transcurren en un mismo proceso que promueve el conocimiento, pero que también determina la "inclusión" y desarrollo de nuevos medios de actuar, al haberse obtenido la satisfacción necesaria mediante el símbolo (Sechehaye)". Concluyo con esto, reiterando mi idea de que el Sueño Despierto de Desoille constituye un método psicoterapéutico que por la posibilidad de ser comprendido desde diversos marcos teóricos, se presta particularmente para pensar el problema de la integración de las psicoterapias, que es, en mi opinión, una tarea inexcusable para el futuro de nuestra disciplina. Termino con lo que escribí acerca de esto hace unos años: "Una de las características más notorias de la ciencia actual es la de haber renunciado a una visión unívoca de la realidad. Si hasta la física progresa mediante teorías alternativas que no admiten compatibilización entre sí, mal podemos pretender explicar el hombre desde un solo punto de vista." "Esto no es una invitación a un eclecticismo muy posmoderno, pero siempre en peligro de desembocar en un sincretismo irracional. Si es cierto que 'todos los caminos conducen a Roma', la mejor manera de llegar a Roma es elegir un camino y seguirlo desde el principio hasta el fin. Pero ganará mucho en sabiduría quien sea capaz de escuchar los relatos de los peregrinos que van a Roma por otros caminos. Mi camino personal sigue de cerca el señalado por Freud y esto es lo que ha de leerse en mis notas de viaje acerca de los pormenores del método creado por Robert Desoille."