Novena al Espíritu Santo

Transcripción

Novena al Espíritu Santo
Novena al Espíritu Santo
Cristo prometió que el Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y
les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no
puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en
ustedes" (Jn 14, 16-17)
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el
Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes
proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.
Oración Ier dia.
Ven Espíritu Santo, inunda mi corazón y enciende en él, el fuego de tu Amor. Escucha mis súplicas, y envía
sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.
Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más, cuánto me amas y
así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por esa gracia.
Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios.
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndidos.
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Oración IIdo día
Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así
aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que me lleva por el camino del bien.
Que sepa, con éste don, ver, con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana.
Fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo.
Oración III día
Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las
cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.
Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero,
descubriendo los engaños que me hacen errar el camino y apartarme de ti y de mis hermanos.
Tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas,
y reconforta en los duelos.
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Oración IV día
Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar siempre con prudencia; eligiendo las
palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.
Que, con este don, ponga los medios más conducentes para, perseverar y vivir en gracia, cada día más cerca
de Dios.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
Si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
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Oración V día
Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza
en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.
Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la
salvación.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo.
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Oración VI día
Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada
uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.
Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso
con el prójimo.
Doma al Espíritu indómito,
guía el que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
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Oración VII día
Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones
de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.
Que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios,
cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción,
sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza, la bondad, y la dulzura de tu amor.
Amén
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el
cielo.
Padre amoroso del pobre, don, en tus dones
espléndidos.
Fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo.
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas,
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
Si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado cuando no envías
tu aliento.
riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma al Espíritu indómito,
guía el que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones según la fe de tus
siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
III
Amor infinito y Espíritu Santificador:
Contra la necedad, concédeme el Don de Sabiduría, que me libre del tedio y de la insensatez.
Contra la rudeza, dame el Don de Entendimiento, que ahuyente tibiezas, dudas, nieblas, desconfianzas.
Contra la precipitación, el Don de Consejo, que me libre de las indiscreciones e imprudencias.
Contra la ignorancia, el Don de Ciencia, que me libre de los engaños del mundo, demonio y carne, reduciendo las
cosas a su verdadero valor.
Contra la pusilanimidad, el Don de Fortaleza, que me libre de la debilidad y cobardía en todo caso de conflicto.
Contra la dureza, el Don de Piedad, que me libre de la ira, rencor, injusticia, crueldad y venganza.
Contra la soberbia, el Don de Temor de Dios, que me libre del orgullo, vanidad, ambición y presunción.
Meditación
El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo.
Es el Amor del Padre y el Hijo.
Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará
otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir
porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo
de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la
fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.
El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor.
Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a
Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás. La gracia y vida divina que prodiga
hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y
la lleva a unión perfecta con Jesús.
El Espíritu Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar la doctrina
cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo
en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos,
socorrer a los necesitados.
Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en
nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: "¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en ustedes?"(1 Cor 3, 16).
Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante,
debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.

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