SUL PONTICELLO » Manantial de luz / Jesús Torres.

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SUL PONTICELLO » Manantial de luz / Jesús Torres.
01/04/2011
SUL PONTICELLO » Manantial de luz …
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II Época, N° 21, Abril 2011 |
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Manantial de luz /
Jesús Torres
El autriaco sello KAIROS se suma
a los monográficos dedicados a
Jesús Torres, uno de los
compositores más relevantes del
panorama español, y nos regala
un registro con una impecable
selección de intérpretes,
igualmente representativa de la
calidad que nuestro país aporta.
Autor/a: Sergio Blardony
N° 6, Enero 2010
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N
o resulta nada fácil hablar de
un colega, menos de su obra,
y aún todavía menos si te une
amistad con él. Seguramente
podría decir que es una mala costumbre
no hacerlo. Y es que quizá estamos, los
autores (y no sólo los autores),
demasiado ocupados en la observación
de nuestro ombligo, de nuestros logros y
miserias, mientras que parece que todo
los que nos rodea se muestra a priori
como “hostil” o ”peligroso”, y el simple
hecho de plantearse una crítica pública (con la posibilidad de tener que obviar lo
negativo y dar énfasis a lo más interesante), supone entrar de lleno en terreno
movedizo, cuando no en la mismísima boca del lobo. En el caso que nos ocupa, la
reciente aparición de Manantial de luz, de Jesús Torres (Zaragoza, 1965), en el sello
austriaco KAIROS, lo tengo un poco más fácil, y reconozco que el riesgo es mínimo
dada la calidad de lo que se puede escuchar en el registro. Aun con esta ventaja de
partida, dado que mi abordaje sobre las cinco obras que componen este
monográfico quiere ser sincero y -en la medida de lo posible- sacudiéndome los
prejuicios que pudiera imponer la amistad, el planteamiento crítico se dará en dos
direcciones: por una parte, la exposición de lo que observo (escucho) como
compositor; por otra, de lo que percibo y siento como oyente (distancias oscuras en
su delimitación…). Y lo haré, creo que por primera vez y de manera intencionada, sin
atender a la partitura, intentando de este modo eludir así las posibles
deformaciones del análisis sobre el papel.
El CD comienza con la obra que le da título y que es -junto con Poética- también la
más reciente (2007). Manantial de luz, escrita para piano solista y conjunto de seis
instrumentos (flauta, clarinete, percusión, violín, viola y violoncello), despliega toda
una interpretación personal y estética del asunto que le concierne: la luz. Pero ni es
catálogo de sensaciones personales (o eficazmente transmitidas), ni tampoco
pertenece al reino de la introversión o del ocultamiento premeditado. Como me
suele ocurrir con la música de Torres, tengo la sensación (creo que basada en una
percepción cierta) de que el debate se desarrolla siempre en el entorno de una
puesta en primer plano de la poética del autor, aunque éste no lo pretendiese. Es
decir, es un compositor que logra situarnos ante verdadera música a la vez que hace
que nos preguntemos cómo puede obtenerla a partir de su forma peculiar de
entender el discurso, la forma y, en general, el lenguaje. Y esta es una manera muy
íntegra de crear, y muy propia de los autores honestos a la vez que inteligentes y
personales. En esta interlocución que -directa o indirectamente- se plantea al que
escucha, no sólo se muestra una voz propia sino que se lanza un reto: la necesidad
de elaborar una perspectiva crítica. Porque -centrándonos en la observación de
Manantial de luz- el lenguaje desplegado hace preguntas sobre el que se produce
en nuestro tiempo. En el comienzo pianístico a solo ya se puede percibir que la obra
va a tratar lo lumínico desde una perspectiva poética, muy lejana a los
planteamientos de adecuación simbólica de parámetros más o menos medibles
físicamente, tan propios de nuestro tiempo. En su trancurso, la obra va introduciendo
elementos de carácter melódico, en ocasiones de gran intensidad expresiva y cada
vez más reconocibles, que irán conformando el debate al que me he referido antes,
a la vez que van construyendo su particular tensión dramática. Una tensión que no
se percibe como teleológica y, sin embargo, tampoco se podría decir que eluda
puntos climáticos, aunque éstos se disuelvan o, en vez de asentar la idea
precendente, abran la puerta a una nueva perspectiva. A partir de la quinta sección,
Íntimo, con dulzura, después de la parte introductoria del piano, se produce un giro
donde el ritmo toma la palabra y se muestra con una explicitud que forma parte de
esa interpelación a la que me estoy refiriendo. Y en este punto llega esa pregunta
esencial: si partimos de un lenguaje que no oculta unos lazos muy profundos con la
tradición, ¿cómo es posible tener la sensación de estar escuchando una obra
plenamente integrada en nuestro tiempo y, sobre todo, de absoluta vigencia?
Porque uno de los problemas que habitualmente acompañan estos vínculos
directos con la tradición es que el autor suele caer fácilmente en el tópico de la
recuperación (identificada ésta con los neoclasicismos, neoromanticismos o
cualquier otros “neo” que se nos puedan ocurrir), o bien en un uso “desprejuiciado” y
muchas veces “aestético” que -justificado casi siempre en el paso abrumador de los
presupuestos más banales de la posmodernidad- suele conducir a una postura con
alguna dosis de dilentancia. En la obra de Torres el enigma se produce cuando
observamos la “naturalidad” con la que determinados elementos -que en forma
artificialmente diseccionada podrían clasificarse como propios de un lenguaje de
clara adscripción tradicional- penetran en el discurso sin aspavientos, plenamente
integrados en la unidad de la obra y constitutivos de una extraña pero indudable
coherencia. El final de la obra es verdaderamente sorprendente y sería un crimen
desvelar con palabras un atisbo de su ser.
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La segunda obra es Poética, también de 2007, escrita para trío (violín, cello y piano)
y clarinete. La presencia en este caso de la gran poesía romántica
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germana (Novalis, Hölderlin, Rilke), del primer expresionismo de Georg Trakl y de la
indagación dramática en el lenguaje de Paul Celan, proporcionan a la obra musical
un material extremadamente sugestivo a la vez que coherente. El poema aquí se
hace música -o quizá mejor- la palabra poética encuentra una extensión sonora y
musical diferente a la que porta en su forma original. Es una obra de síntesis fuera
de cualquier descripción o vuelo narrativo, en la que Jesús Torres invoca la
sugerencia desde un plano muy personal y auténtico. No se tiene la impresión de
una música que fluya motivada por la lectura poética, sino que la poesía ha logrado
introducirse en el compositor para aflorar en forma de sonidos ordenados. Es una
obra bella porque Torres ha sentido como suya la belleza de los poemas. Y es una
obra de reflexión porque la palabra de cada poeta se mueve en la intensidad del
pensamiento de su tiempo, y el compositor ha bebido en cada fuente,
extrayendo sus esencias.
Trío es una pieza de 2001, la primera escrita para el Trío Arbós, eje interpretativo del
registro de KAIROS. Si en el libreto del CD Álvaro Guibert habla acertadamente de
cómo el compositor “domina el juego de equilib rios y desequilib rios entre los
instrumentos, que tan pronto exhib en crudamente sus diferencias como se refunden
en aleaciones nuevas o sorprendentes“, se podría añadir que este juego se
presenta de un modo extremadamente plástico, en el que el sonido parece
transformarse por momentos en materia tangible, aunque ésta se escape constante
y caprichosamente de las manos. En mi sensación particular de escucha, la
metáfora pictórica se hace visible en la huella del surrealismo, quizá en algunas
obras del segundo cuarto de siglo de Max Ernst y en el Joan Miró anterior a su
“asesinato de la pintura” (en la explicación de Georges Hugnet dió a su alejamiento
del surrealismo para explorar nuevos planteamientos estéticos). Pero al margen de
consideraciones subjetivas, lo que sí se puede decir de Trío es que el color, las
formas en movimiento y la luz son aspectos que afloran exhuberantes en su
escucha.
Las siguiente obra que podemos escuchar es Presencias (2002), obra para piano
solo que contiene en los títulos de la segunda y cuarta piezas sendas dedicatorias
a dos los pianistas más relevantes que pueblan la actualidad del panorama
español: J.C., por las iniciales de Juan Carlos Garvayo (miembro del Trío Arbós, y
que interpreta la obra en este registro) y Yakarta, como referencia a la ciudad de
nacimiento de Ananda Sukarlan. Las dos piezas que completan la colección son
Liturgia y Perspectivas (números 1 y 3, respectivamente), de carácter meditativo la
primera y de evocación geométrica la tercera. Esta última, habla desde la imagen
infinita del pasillo vacío, en el que van apareciendo y desapareciendo objetos que
nos interpelan. Si quisiera insistir en la sugerencia pictórica mi mirada se volvería en
este caso hacia un Paul Delvaux o -quizá mejor- hacia las perspectivas arqueadas
de Giorgio de Chirico, donde luz y sombra hacen aflorar la presencia del hombre
convertido en diminuta silueta…
La obra que cierra el CD es Decem, de 2006, en la que el compositor gira hacia el
divertimento, con claras alusiones a la música caribeña. Al principio del artículo
prometí sinceridad, y cumpliré la promesa: personalmente es la obra que me
parece ”menor” de las tratadas. Seguramente el carácter premeditadamente lúdico
y de celebración (escrita para el 10º aniversario del Trío Arbós), mezclado con mi
poco apego a la exposición explícita de sabores étnicos, pueda resultar una
explicación suficiente. Por otra parte, creo que no hace falta decir que, técnicamente
hablando, la obra mantiene la calidad y pulcritud en la escritura que caracteriza al
autor.
No me he detenido en el aspecto interpretativo, y creo que no haría justicia si el
artículo concluyese sin dedicar al menos unas líneas. En el precioso comentario de
Juan Carlos Garvayo que puede encontrarse en el libreto del CD (cuya lectura
recomiendo vivamente), nos indica respecto al abordaje interpretativo: “Para el
intérprete, como es mi caso, que se entregue sin reparos a la enorme complejidad
técnica de la música de Jesús, las recompensas son tamb ién numerosas: una vez
franquedas las monumentales trab as iniciales de destreza y entendimiento, el
intérprete experimenta un genuino agradecimiento hacia una música con la que
todavía es posib le crecer. Las altas dosis de precisión, disciplina y concentración
necesarias para aprehender las exigencias extremas de la música de Jesús son un
reto al que los intérpretes asiduos de esta música creemos firmemente que merece
la pena someterse.” Estas palabras resumen -además de la admiración de Garvayo
por la obra de Torres- toda una visión sobre el hecho interpretativo, que pone
claramente de relieve las diferencias entre la “lectura” y la “interpretación”, además
de mostrarse casi como una “declaración de principios” del músico. El Trío Arbós
-Miguel Borrego (violín), José Miguel Gómez (cello) y Juan Carlos Garvayo (piano)- es
un proyecto interpretativo de verdadera calidad, donde el planteamiento no se ciñe
únicamente a la precisión técnica o a la puesta en público de sus indudables
virtudes como músicos (y digo esto porque, además, puedo hacerlo desde mi
propia experiencia como compositor que ha puesto obra en sus manos). Va mucho
más allá. El acto de interpretar se nos muestra como lo que realmente es: el
vehículo efectivo que el autor tiene para que su pensamiento musical aflore en
sonidos y pueda ser comunicado a otros. Y esto no es posible sin la comprensión
de la propuesta estética y -sobre todo- que este análisis profundo e interior, lleve a
unas propuestas concretas y definidas. En este paso imprescindible la música debe
quedar impregnada por otra visión -la de los intérpretes- que servirán de medium
con el oyente. Doy fe de que el Trío Arbós cumple, punto por punto, con ese
compromiso y que se produce la magia de la transmutación que hace posible que
unos signos escritos se conviertan en arte. Por último, para hacer justicia plena en
el comentario, decir que estas consideraciones pueden hacerse perfectamente
extensibles a los demás músicos que participan en el registro de KAIROS, nombres
todos ellos que creo no necesitan presentación: José Luis Estellés (clarinete), Paul
Cortese (viola), Juanjo Guillem (percusión) y Cécile Deroux (flauta).
http://www.sulponticello.com/?p=1376
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