Cal Paller, un oasis en la montaña

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Cal Paller, un oasis en la montaña
CUERPOMENTE ESTUVO EN...
Cal Paller, un oasis en la montaña
FOTOS: MERTXE ALARCÓN / ROSA GRIMAL / DANI DOMINGUEZ / MARIA TORRENS / YVETTE MOYA-ANGELER
Este cuidado hotel rural disfruta de unas vistas privilegiadas a la sierra del Cadí.
N
os dirigimos a la localidad de Padrinàs, en la
comarca leridana del
Alt Urgell, por la carretera
que une Solsona con el pueblo de Tuixent. A medida que
avanzamos, ascendiendo por
collados apenas transitados,
la montaña del Pedraforca
(2.498 m) se impone con majestuosidad sobre el cielo oscuro de la tarde. Estamos accediendo a una zona privilegiada del Prepirineo, con grandes
extensiones de bosques de pino rojo (Pinus sylvestris).
En el valle de la Vansa i Fórnols en el que nos adentramos,
las mujeres trementinaires extrajeron durante cerca de cien
años la resina de estos pinos, la
trementina, para venderla de
casa en casa como un remedio
contra el dolor, los golpes y las
torceduras. De ella se obtenía,
además, el aguarrás. Una o dos
veces al año madres e hijas salían a recorrer a pie estos parajes solitarios cargadas con este y otros remedios naturales.
LEJOS DE TODO
Ahora somos nosotros quienes
llamamos a la puerta de una
de estas casas aisladas. Hemos
divisado las luces de Cal Paller encaramadas a un risco
por encima de la localidad de
Padrinàs (una quincena de habitantes). Un camino sinuoso
nos ha llevado hasta esta masía
del siglo xviii abandonada en
los años sesenta, cuando aún
no contaba con electricidad.
Hoy se ha convertido en una
casa rural exquisita, bien conocida en toda la región y con
una clientela fiel.
Es todo obra de Pep Camps,
un leridano que a los 23 años
decidió comprarla para hacer
de ella un lugar confortable
en medio de la montaña. Hoy,
gracias a su tesón, es posible
sumergirse en un jacuzzi al aire
libre a cualquier hora del día y
de la noche, cenar platos delicados elaborados con hortalizas biológicas o, si hay suerte,
reconocer a un rebeco desde
su balcón al macizo del Cadí.
Son solo algunas de las comodidades que Pep ofrece y que
va ampliando año tras año desde que el establecimiento abrió
a finales del 2004. Este último
verano inauguró una piscina
climatizada con energía solar.
El empuje de su joven propietario parece ser, junto con
las vistas magnificentes, la clave del encanto de Cal Paller. Su
gusto se nota en la selección
de tés, en los letreros con los
que identifica sus macetas de
plantas aromáticas, en la música que suena acompañando
el crepitar del fuego… Se percibe el amor puesto en su proyecto, por el que abandonó un
excelente puesto de trabajo en
la ciudad de Lleida. Se siente
también el vínculo sentimental que le une a este paisaje,
que fue el de sus veraneos de
infancia, cuando visitaba a sus
abuelos en Padrinàs.
La tarea le absorbió en los
primeros años, nos cuenta
junto a la chimenea del salón.
Aún se le puede ver en fotos
de la época subido a un tejado o transportando una cañería. Pero tan duro como eso
fue visitar despachos en busca
de ayudas financieras.
Hoy la armonía del lugar
nada dice de ese esfuerzo
constructor, y el silencio sigue siendo uno de sus sellos.
ENCLAVADA en lo alto de un peñasco en un paraje excepcional del valle de La Vansa (Lleida), la masía de Cal Paller está totalmente restau-
rada y renovada. Cuenta con seis habitaciones, numerosos espacios comunes y cinco caballos con los que salir a pasear por la zona.
COCINA CREATIVA
La casa dispone de seis habitaciones (cuatro dobles y dos
dúplex), que suelen tener que
reservarse con un par de meses
de antelación. Hacia las nueve de la noche Paqui, la cocinera, convoca a los huéspedes
para la cena: un menú de dos
platos y postre que, sin renunciar a los productos locales, se
atreve con un punto de sofisticación. En el mismo comedor
se sirve por las mañanas el desayuno, que incluye confituras
caseras, miel, yogures de elaboración propia y pan recién
horneado en su cocina a partir de una masa comprada en
el pueblo. Para el mediodía se
ofrece la posibilidad de encargar un picnic, ya que el excelente emplazamiento de la casa
invita a explorar la zona.
UN VALLE CON
POSIBILIDADES
Si no se desea coger el coche,
se puede pasear por los alrededores de la casa, a pie o
en uno de los caballos de Cal
Paller. Existen senderos muy
bien señalizados que ofrecen
rutas más o menos largas sobre
Gracias al tesón de su propietario, es
posible disfrutar de un jacuzzi al aire
libre o divisar rebecos desde el balcón.
las que Pep orienta muy gustoso. Una muy sencilla recorre la Plana d’Ars en menos de
dos horas a través de bosques
de pinos y robles. Otro sendero de mayor pendiente lleva
al
Prat de l’Arp,
con magníficas vistas. También se puede
visitar la ermita románica de
Sant Julià dels Garrics.
Si se toma el coche, en
Tuixent se encuentra el Museu de les Trementinaires. Y,
un poco más allá, resguardadas por el Pedraforca, las calles
de Gósol. Se puede también
practicar esquí nórdico en la
estación de Tuixent-La Vansa,
con vistas sobre la cara norte
pirenaica y la sierra del Cadí.
A 4 km de Cal Paller merece
una visita el pueblo de Ossera. Algunos artesanos estable-
cidos aquí abren sus puertas a
quien se acerque a visitarlos.
Se puede entrar en la herboristería Nogué, adquirir mermeladas o visitar una exposición de pintura contemporánea. Un itinerario botánico en
la parte alta invita a un paseo
de dos horas. Y la quesería Serrat Gros comercializa un excelente queso de cabra artesano que, días después, nos hará
recordar el embrujo de este lugar apartado en el que nos hemos sentido tan bien acogidos.
YVETTE MOYA-ANGELER
INFORMACIÓN
www.calpaller.com
y
616 95 86 50
Página web del valle
www.lavansatuixent.com

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