artículo a.galofré – m.r. llamas

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artículo a.galofré – m.r. llamas
UAm&S, Galofr6. ges'ioo "llUOS subterrllne&s
péginalde16
LA GESTiÓN DE LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS EN ESPAÑA Y EN
CATALUNYA
Andreu GALOFRÉ i TORREDEMER
Licenciado en Ciencias Geológicas
Jefe de la Sección de Aguas Subterráneas de la Junta d'Aigües de Catalunya
Fundación Centro Internacional de Hidrología Subterránea
Dr. Manuel Ramón LLAMAS MADURGA
Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Dr. en Ciencias Geológicas
Catedrático de Hidrogeología de la Universidad Complutense de Madrid
INTRODUCCiÓN
Nuestro compañero Alfons Bayó i Dalmau (t) (e.p.d.), fallecido en abril del año
pasado, pasó toda su vida profesional en la Administración Pública, primero en
la delegación en Barcelona del Servicio Geológico de Obras Públicas.
Bastantes años más tarde, con el advenimiento de las autonomías en el Estado
Español, pasó a integrarse, como otros profesionales del mundo del agua, a la
Administración Hidráulica de Catalunya, concretamente en el denominado
Serve; de les Conques del Sud de la Junta d'Aigües de Catalunya
(denominación territorial correspondiente a la cuenca de los ríos Gaia, Francolí,
y diversas rieras litorales del litoral tarraconense). En ambas entidades, dedicó
principalmente sus tareas y desvelos profesionales a los abastecimientos de
agua de diferentes municipios, tanto de Catalunya como de las Illes Balears (en
razón de su primera adscripción a la Administración), así como en estudios de
geología pura o estructural, tema que también le apasionaba.
Últimamente, desde hacía unos años, había dedicado también sus desvelos a
los problemas de la gestión del agua subterránea en áreas de la provincia de
Tarragona, sobre todo en las zonas declaradas legalmente sobreexplotadas en
1988 (DPTiOP, 1988), y en un pequeño sector alrededor del Vendrell (Baix
Penedes), y llegó incluso a proponer algunos perímetros de protección de
pozos de abastecimiento, e incluso normas de explotación de determinados
acuíferos o partes de los mismos. Estos perímetros han sido probablemente de
los primeros propuestos en todo el Estado español, de acuerdo con la Ley de
Aguas de 1985.
Nota previa de [os autores: Las opiniones expresadas en este trabajo son propias y personales de los autores
respectivos. En consecuencia, no renejan en absoluto el sentido o la opinión de ninguna de las Instituciones oficiales,
públicas o privadas, donde prestan sus servicios o colaboran. y tampoco la de ninguna autoridad de la Administración
Hidráulica nacional o autonómica.
oO,
Catalunya, todavia quedan algunas ruinas del Molí deis Albarrells, en Santa
Maria del Cami (Anoia), primer molino del que se tiene constancia de la
fabricación de papel en 1193 (CAROL, op. cit., BUSQUETS, 1972). Otros
lugares tradicionales de esta actividad son los alrededores de La Riba y
Capellades (en Tarragona y Barcelona, respectivamente).
También en Catalunya, debe citarse la existencia de la Sequia de Manresa,
construida en el siglo XIV por el rey Pere 111, aún hoy en servicio (y que dio
origen a la curiosa leyenda de la Misteriosa Llum), que deriva aguas del
L10bregat en Balsareny para el abastecimiento de la citada ciudad catalana
(LATORRE, 1995). Similarmente, la Sequia o Rec Comtal, construida por el
conde Mir a mediados del siglo X (VOLTES, 1967, CONILLERA, 1991,
GALOFRÉ, 1996) abasteció a los primitivos habitantes de Barcelona, sus
molinos y sus huertas desde el siglo X hasta mediados del siglo actual, en que
quedó fuera de servicio, por falta de usuarios. Y lo que es más importante: Esta
acequia nace en una mina subterránea que recogía las filtraciones o drenaba el
agua subterránea de la confluencia de los ríos Ripoll y Besós, muy cerca de
Montcada i Reixac (Barcelona).
Uno de los elementos más interesantes para entender la "hidroesquizatrenia"
española, es decir, la frecuente separación entre la planificación de recursos
hídricos superficiales y subterráneos, con olvido por lo general de las
segundas, es el estudio del abastecimiento de agua de la capital de España (cl.
LLAMAS, 1983). Madrid se abasteció exclusivamente con aguas subterráneas
hasta 1858, fecha en la que llegan a la capital las aguas del río Lozoya a través
del denominado Canal de Isabel 11, en honor a la reina entonces gobernante.
Desde entonces se han construido quince embalses superficiales y cientos de
kilómetros de canales. Las captaciones de aguas subtem3neas -las galerías de
infiltración conocidas como "viajes de agua"- fueron progresivamente
abandonados. Mas recientemente, sólo con alguna timidez y debido
principalmente a las dificultades para construir nuevos embalses, parece que
los técnicos del Canal de Isabel 11 comienzan a utilizar las aguas subterráneas
del gigantesco acuifero del terciario de Madrid (con 6.000 km' y unos 3 km de
profundidad). No obstante, el uso realizado todavia es muy inferior al posible y
recomendable (cf. LLAMAS, et al., 1998), aunque como decíamos, esto es
bueno, ya que se hace camino al andar.
Importancia de las aguas subterráneas en España
Por lo que hace referencia a la importancia de la explotación de las aguas
subterráneas en nuestro país, tomamos como datos iniciales las cifras de la
tabla 1, procedentes del Libro Blanco de las aguas subterráneas (MINER y
MOPTMA, 1994). No obstante, hay que tener en cuenta que estos datos --como
casi todas las estadísticas del agua de España- pueden tener poca precisión
(cf. LLAMAS, 1998 a).
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Tabla 1 UTILIZACiÓN DE LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS EN ESPAÑA
CUENCAS
NORTE
DUERO
TAJO
GUADIANA
GUADALQUIVIR
SUR
SEGURA
JUCAR
EBRO
C.lNTERNAS DE
CATALUNYA
BALEARES
CANARIAS
TOTALES
USO URBANO (3)
Personas
hm3/año
USO AGRICOLA (2)
Hectáreas
990940
828710
460390
628860
1621150
1201410
72475
2210005
722195
1294660
90
48
36
59
123
115
7
256
80
74
88092
2463
118964
27820
54310
142769
147305
16730
35979
667650
1463890
12162335
95
97
1080
22150
32507
689089
hm3/año
INDUSTRIA (1) TOTALES
Hm3/año
hm3/año
264
9
619
147
255
571
899
42
287
20
10
45
2
20
6
7
75
65
100
110
322
90
680
290
376
585
1230
187
461
175
236
3S04
4
6
360
274
339
4944
(1) Se refiere solamente a aprovechamientos industriales no conectados a las redes de
abastecimiento urbano.
(2) Se refiere a la utilización exclusiva de aguas subterráneas para regar, excluyendo los
riegos con aguas superficiales y los riegos mixtos (superficiales más subterráneas)
(3) Se refiere a la población abastecida exclusivamente con aguas subterráneas
De los valores de esta tabla, se deduce la gran importancia de las aguas
subterráneas en las cuencas de los ríos Júcar y Segura, tanto para
abastecimiento como para el uso agrícola, la del Guadiana para el riego y las
extracciones industriales de las cuencas internas de Catalunya.
En otras palabras, casi un tercio de la población total española, de carácter
permanente o de hecho, (mas de 12 millones de personas), depende en
exclusiva para su abastecimiento doméstico, de las aguas subterráneas, sin
contar con la población turistica no estable (que origina notables problemas de
abastecimiento en muchos municipios de la costa y en los dos archipiélagos).
Finalmente, con ellas se riegan casi unas 700.000 hectáreas de terrenos
agricolas.
Por otro lado, cabe destacar que los valores anteriores se refieren solamente al
agua procedente de captaciones directas de los acuíferos (la denominada
utilización directa), pero no incluye la utilización de aquellas aguas superticiales
procedentes del drenaje de acuíferos situados aguas arriba o de la aportación
subterranea a la escorrentia superficial (el denominado flujo o caudal de base),
es decir, la utilización indirecta, con lo cual, los valores reales finales deberian
ser superiores. Según la publicación mencionada, la aportación de las aguas
subterráneas a la escorrentia total de los ríos españoles es del orden de los
14.000 hm3/año. Y ello es especialmente importante si se piensa que los
abastecimientos urbanos de üviedo, Santander, Burgos, Soria, Granada,
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Teruel, la zona metropolitana de Valencia, etc., dependen en gran manera de
esta contribución a la escorrentía de nuestros ríos procedente del drenaje
natural de los acuiferos (MINER Y MOPTMA, 1994).
Como otro detalle ilustrativo de importancia, recuérdese que el abastecimiento
de Barcelona y su entorno más cercano, se realizó hasta mediados de este
siglo solamente con aguas subterráneas procedentes de los acuíferos aluviales
del L10bre~at y Besós, con unas extracciones anuales máximas del orden de
los 75 hm laño, del Uobregat solamente (valor correspondiente al año 1953,
según los datos facilitados amablemente por AGBAR, 1998).
Refiriéndonos ahora a la historia global de la utilización de los recursos
hidráulicos para los abastecimientos, cabe decir, de acuerdo con
SAHUQUILLO (1996), que, si bien primitivamente, los problemas de escasez
se habían resuelto sobre la base de la construcción de grandes presas o
conducciones de agua, modernamente la tendencia general es a considerar
cada vez como más importantes los recursos subterráneos como piezas que
cabe considerar en el conjunto de los recursos, por varias razones: La
contaminación de las aguas superficiales, las preocupaciones ambientales
cada vez mayores, la gran diferencia de costes de construcción y distribución
del agua entre distintos aprovechamientos (de aguas superficiales y
subterráneas), las demandas o necesidades de agua progresivamente
crecientes de nuestro estado del bienestar, la gran diferencia entre las
demandas estivales e invernales de muchas poblaciones turísticas del levante
español y de las islas, etc.
Sin embargo, debe reconocerse que estos argumentos para un mayor uso de
las aguas subterráneas son generalmente oportunistas, de carácter económico
o político (pobres disponibilidades económicas, urgencia en la construcción de
las captaciones -en los casos de sequia, por ejemplo-, necesidad de solventar
problemas casi de orden público, resaltados por los medios de comunicación,
etc.). En otras palabras, muy pocas veces se ha considerado el uso conjunto
de ambos tipos de recursos, de cara o para una buena gestión del total de
recursos disponibles desde el punto de vista integral o hidrológico, sino como
solución de emergencia o oportunista.
LA UTopíA: QUE SERíA DESEABLE PARA UNA BUENA GESTiÓN DE LAS
AGUAS SUBTERRÁNEAS
De acuerdo con SAHUQUILLO (1995), no se precisa una Ley de aguas
perfecta en todos los sentidos y que abarque todas las numerosas situaciones
técnicas y administrativas posibles: Solamente son necesarias unas
instituciones adecuadas, con personal técnico y medios materiales suficientes,
que crea en la potencialidad del uso futuro de los recursos subterráneos como
formando parte del total de los recursos hidricos, con buena voluntad, y un
p4Q'rul6dcl6
buen conocimiento de la problemática hidrogeológica del sector, tanto en el
aspecto actual como histórico. Además, se precisa también una notable tarea
de concienciación pública y popular de los usuarios sobre el valor del agua
(léase educación hidrológica, a iniciar desde la infancia), a la que solamente se
le da su justo valor cuando se precisa y no se dispone de ella (caso de las
anteriores sequías de Sevilla, Mallorca, Madrid (cf. LLAMAS, 1997), Y
posiblemente en 1999 se inicie otro periodo de grave sequía en los alrededores
de la metrópoli barcelonesa y en Andalucía, por lo menos.
Algún ejemplo lo puede aclarar: Ya se ha citado el caso del abastecimiento a
Barcelona y su área de influencia, que hasta los años cincuenta se hacía
exclusivamente con aguas subterráneas. Posteriormente, se pusieron en
servicio dos unidades o partes de una misma central de tratamiento y
depuración del agua del río L10bregat en Sant Joan Despí (en 1955 y 1962,
respectivamente), para incrementar los recursos brutos disponibles, de acuerdo
con una demanda cada vez más creciente, para llegar finalmente a la traida de
agua del Ter en 1968. En la actualidad, de las tres grandes fuentes de
abastecimiento de que dispone (los pozos en los acuiferos aluviales del delta,
el río L10bregat y el canal del río Ter), se utilizan mayoritariamente, por razones
de calidad, los dos últimos. Solamente en las épocas de sequías o cuando las
condiciones de calidad del río L10bregat 'no permiten un tratamiento adecuado
para introducir el agua a la red, se usan los pozos como medida
complementaria. Dicho en otras palabras, la politica de la utilización de los
recursos hídricos por parte de la Sociedad General de Aguas de Barcelona (o
AGBAR), entidad totalmente privada, es reservar las aguas subterráneas del
acuífero del L10bregat para verdaderas situaciones de emergencia o de mala
calidad en las aguas supeliiciales (contaminación accidental, esporádica,
continua, sequías graves, grandes avenidas, etc.).
Con esta política, desde los años cincuenta, la población cercana a Barcelona
abastecida por SGAB no ha sufrido restricciones de ningún tipo, aunque si ha
cambiado (y por desgracia, varias veces al año) el origen o la procedencia del
agua servida a los abonados, que por, otro lado, no advierten, al mejorar
continua y eficazmente los sistemas de tratamiento del agua de entrada o bruta
en la planta de tratamiento. Es más, desde hace ya unos veinte años, la propía
SGAB-AGBAR realiza, a su costa, una importante recarga artificial por pozos
verticales cuando entre ambos ríos (L1obregat, Ter) se dispone de agua en
cantidad y calidad suficiente. Tanto es asi, que, en diversos años, se ha
inyectado o recargado más agua que la se ha extraído del acuífero, lo cual
beneficia, obviamente, a la propia SGAB,. pero también a los usuarios de aguas
abajo, al incrementar el nivel piezométrico, aumentar las reservas, etc., etc.
(ver la figura 1).
•
piogona 7cl<l16
Figura 1 EVOLUCiÓN DE LA EXPLOTACIÓN NETA DE LOS AculFEROS DEL BAIX U.OBREGAT
PARA EL ABASTECIMIENTO A BARCELONA. Y SUS ALREDEDORES (BOMBEOS MENOS LA
RECARGA VERTICAL Y LA RECARGA POR ESCARIFICADO DEL Rlol (datos facilitados por AGBAR)
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Finalmente, debe recordarse también que la SGAB realiza, desde hace
decenios, la recarga o realimentación artificial del acuífero del Uobregat
mediante el escarificado longitudinal de un tramo del lecho del rio, en los
alrededores de Pallejá, siempre que las condiciones de caudal y calidad del
agua del rio estén entre unos límites perfectamente definidos, después de años
de experiencias reales, consiguiendo incrementar notablemente la infiltración
vertical (en total, del orden de los 40.000 m3 por cada dia de escarificado).
Estos razonamientos ponen de relieve que no se precisa de mucha tecnología
ni una ciencia muy sofisticada para una adecuada gestión del agua (superficial
y subterránea) en el Bajo L1obregat, por parte del mayor explotador de la
misma, sino solamente ganas de hacer una correcta gestión de los recursos
hidráulicos, y un buen criterio hidrológico.
El aspecto negativo reside en que, en el conocimiento de los autores, estas
importantes -pero a la vez tan simples- acciones de política hidrológica
respecto a los recursos, nunca fueron recomendadas o aconsejadas por parte
de la Administración a AGBAR, aunque tampoco es menos cierto que el
sentido común (el seny cata/a), es el que probablemente las aconsejaría. Es
más, en el borrador del Libro Blanco del Agua (MIMAM, 1998) prácticamente
no se menciona este uso conjunto de aguas superficiales y subterráneas de
Barcelona, y ello a pesar de la abundante bibliografia existente sobre el tema
desde hace más de treinta años.
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18
Otra buena medida seria por ejemplo, la de dejar pasar alguna avenida
controlada, y avisando a la población -<Jesde luego-, desde algún embalse de
aguas arriba, en épocas de abundancia, que podría tener diversos objetivos:
Limpiar el lecho del río, diluir posibles vertidos contaminantes, mejorar la
permeabilidad vertical del mismo, permitir la percolación vertical de las aguas
superficiales hacia el nivel freático de los acuiferos aluviales colindantes, con lo
que se obtendría un incremento del nivel de éstos, etc., etc. La experiencia
práctica demuestra que con caudales no demasiado grandes (50-100 m3/seg,
en los ríos de las cuencas internas de Catalunya, no en los mayores ríos
leridanos), y a ser posible en días sucesivos, durante varias veces, las
condiciones físicas del lecho de nuestros ríos mejoran notablemente.
En nuestro conocimiento, esto no se ha hecho nunca, ni siquiera a nível de
pequeñas experiencias reales, ya que siempre ha prevalecido la idea de
reservar o conservar volúmenes ímportantes de agua en los embalses, de cara
a las posibles sequías posteriores. En otras palabras, no se considera la
existencia de acuíferos que pueden presentar aspectos muy interesantes en la
gestión total de los recursos.
Otro caso interesante reside en los alrededores de Tarragona. La ciudad sufrió
un gran desarrollo con la llegada de las instalaciones petroquímicas en la
década de los setenta, que motivaron cambios substanciales en el entorno de
la ciudad: Gran incremento de la población, notable aumento de las industrias
relacionadas con las actividades químicas, servicios, instalaciones turísticas,
etc., que, en conjunto, derivaron en un grave incremento de la demanda de
agua, tanto para abastecimiento público como industrial. Al no poseer grandes
recursos superficiales ni embalses en las cercanías, la única solución fue la
explotación intensiva de las escasas y medianamente permeables formaciones
acuíferas del entorno, durante años. Esta situación, mantenida largo tiempo,
motivó que, ya en la década de los ochenta, la calidad quimica del agua de la
red era totalmente inaceptable -varios gramos de cloruros por litro en la red
urbana-, debído a la notable intrusión de agua marina en los acuíferos, llegando
incluso a producirse verdaderos problemas de orden público por el
aprovechamiento de los escasos recursos subterráneos, entre los tres
principales sectores económicos (abastecimiento público,
industria,
agricultores).
El grave problema se resolvió a finales del año 1989 con el trasvase del agua
superficial, recuperada de las filtraciones de los dos canales de regadio del
delta del Ebro, hacia la red urbana de Tarragona y las poblaciones cercanas,
además de las industrias, obviamente, a través de una gran conducción de casi
100 km de largo, y una compleja obra de captación y acondicionamiento de los
canales de riego. En consecuencia, numerosas captaciones para
abastecimiento dejaron de utilizarse, con lo cual el nivel' del agua empezó a
recuperarse y también la calidad de la misma, aunque más lentamente, tal
p40ginllll do 16
como se observa en la figura 2. De hecho, pues, se ha conseguido, aunque de
manera indirecta, reservar el agua subterránea para los usuarios agrícolas o de
poblaciones alejadas, que no pueden soportar el coste económico del agua del
Ebro, y que además poseen demandas más bajas.
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LA REALIDAD: LA ADMINISTRACiÓN PÚBLICA Y EL CONTROL DE LAS
AGUAS SUBTERRÁNEAS A FINALES DEL SIGLO XX
En opinión de los autores, existe un notable desinterés de la Administración
hidráulica por las aguas subterráneas, ya que está muy extendido el "hidromito'
de que "fados los pozos, a fa larga, se secan o se salinizan", o bien de que los
acuíferos drenan siempre a los ríos y ya están regulados naturalmente, y si no
es así, es ahí donde deben construirse los embalses (cf. CUSTODIO Y
LLAMAS, 1997). Así, casi siempre se prefiere acudir a grandes soluciones de
ingeniería civil (embalses,
grandes conducciones), con
enormes costes
económicos, frente a estudiar la posibilidad de solventar los problemas de
abastecimiento con la utilización de aguas subterráneas, o lo que muchas
veces es más aconsejable, empleando o pensando en utilizar o idear sistemas
de uso conjunto.
Tan es así, que, cuando se acude a las aguas subterráneas, se debe más a
necesidades de urgencia real (sequías) (cf. LLAMAS, 1997), politicas (aparición
del problema en los medios de comunicación), costes desorbitados de las
captaciones de aguas superficiales (grandes distancias), inexistencia de
recursos superficiales (como en los archipiélagos), o grandes variaciones de la
demanda en los núcleos turísticos, principalmente, que harían muy onerosas
las obras de conducción desde distancias lejanas (y, en consecuencia,
dificilmente aceptables para la opinión pública), como opina Vergés (1999).
En estas posturas,
probablemente la ya tradicional falta de técnicos
multidisciplinares -sobre todo, de hidrogeólogos-, en los diversos organismos
de cuenca se deba una parte importante de la culpa, pero no toda, por
supuesto, ya que los especialistas en aguas subterráneas -allí donde existen-,
no
suelen poseer el suficiente poder de decisión ni tampoco ejecutivo (y
necesario para una buena gestión), ya que mayoritariamente suele estar
dedicado a tareas técnicas o administrativas, pero de poca envergadura o
altura (tramitación de expedientes, diseño y dirección de la construcción de
captaciones individuales, en general), interveniendo poco o nada en temas de
política hidrológica global (mejora de la gestión y la explotación conjunta de los
acuiferos y los recursos subterráneos, por ejemplo). Es significativo que este
problema no es prácticamente tratado en el Libro Blanco de las Aguas
Subterráneas (MOPTMAy MINER, 1994).
Además, hasta ahora y por lo menos, en el conocimiento de los autores, suele
hacerse una interpretación de la Ley de Aguas y el Reglamento del Dominio
Público Hidráulico según la letra de ambas normas, y no según el espíritu o
intención de las mismas. Si bien la Ley de Aguas adolece de algunos defectos,
en un buen número de casos es posible acudir al sentido común (el menos
común de los sentidos), en su versión hidrológica, para aplicar con criterio la
normativa mencionada.
Es cierto que en Catalunya se dispondrá dentro de poco de una nueva
estructura orgánica (la Agéncia Catalana de I'Aigua, que será una empresa
pública), que deberá aunar las tareas técnicas, económicas y administrativas
de la Junta de Sanejament y de la Junta d'Aigües -ahora pertenecientes a dos
departamentos distintos de la Generalitat de Catalunya-, con un aceptable
número de excelentes especialistas en aguas subterráneas, con una enorme
experiencia real, más algunos más con poca experiencia en la gestión de
recursos, pero hasta el momento de redactar estas lineas, solamente se
dispone de declaraciones de intenciones, y se han iniciado algunas reuniones
preliminares de trabajo. No obstante, es interesante hacer notar que este
escaso control y planificación de las aguas subterráneas es un problema casi
universal y no exclusivamente español (cf. LLAMAS, 1998 b). Esta deficiencia
se debe a causas variadas, pero esencialmente, al gran desarrollo que las
aguas subterráneas en la última mitad de este siglo ha sido realizado por
particulares o pequeñas comunidades.
A MANERA DE REFLEXIONES FINALES: PROPUESTA DE SOLUCIONES
•
página 11 <le 16
En oplnlon de los autores, una buena gestión de las aguas subterráneas,
siempre consideradas como una parte nada despreciable del ciclo hidrológico y
del total de los recursos, debe considerar, comprender o basarse en las
siguientes medidas:
• Los organismos encargados de la gestión de las aguas subterráneas deben
tener un numero aceptable o suficiente de especialistas en aguas
subterráneas, con un buen conocimiento de las condiciones hidrogeológicas
de los acuíferos de cada cuenca (funcionamiento, bombeos más importantes,
sistemas de recarga, calidad de las aguas subterráneas, relaciones entre los
ríos y los acuíferos, etc.), elegidos realmente sobre la base de los principios
democráticos de méritos, capacidad y experiencia demostrable -no como
ahora, en algunos casos-, así como huir de organigramas verticales
excesivamente jerarquizados.
• Este conocimiento debe llegar al extremo de tener actualizados
permanentemente el inventario de captaciones, por lo menos de aquéllas que
tengan el peso suficiente dentro del funcionamiento del sistema, y a ser posible
integrado en un sistema de información geográfica (GALOFRÉ y LOASO,
1997). De nada vale tener montones de papeles o fichas de inventario de hace
décadas (o aunque ahora ya estén informatizados) de muchos pozos abiertos
de poca extracción, o que fueron abandonados hace tiempo, o de los que se
desconocen las extracciones reales -lo cual exige la instalación de contadores,
que, evidentemente, necesitan ser leídos y controlados-o Este tipo de
documentación debe mantenerse al dia, lo cual cuesta mucho dinero, precisa
de personal experimentado y es un trabajo que parece no rendible, por lo que
no es agradable.
• Otro elemento que se precisa son los modelos matemáticos de los acuiferos
más sencillos (los de las unidades de funcionamiento más complejo suelen
tardar más en su diseño y construcción), pero concebidos o modificados para
que puedan ser utilizados por gente no demasiado experta, pero que sea capaz
de obtener salidas gráficas, donde comparar los resultados previstos con los
obtenidos en la realidad, o para obtener las salidas conjuntas del acuífero, y
poder compararlas con las nuevas demandas, plantear preguntar o definir
escenarios o hipótesis a las que el modelo debe responder, etc. Ello permite ir
modificándolos y ajustándolos, mejorando así su validez progresivamente.
• Otra herramienta muy aconsejable es la edición (no es preciso que sean
ediciones impresas a todo lujo, basta con salidas impresas de ordenador
dignas, y adecuadamente encuadernadas), de boletines semestrales o anuales
sobre la evolución de las diversas características de los acuíferos más
significativos (niveles, calidad, explotación), que, además, permiten una
actualización fácil y rápida, por la vía de los actuales sistemas informáticos.
Esta edición podría ser sustituida en breve por una información permanente en
un "Web site".
~
A MANERA DE CONCLUSIONES
En opinión de los autores, la gestión de las aguas subterTáneas podría empe­
zar a mejorarse mediante los siguientes medios, dando por supuesto que existe
una voluntad política de hacerlo, lo cual incluye los necesarios medios de fi­
nanciación:
Mejoras institucionales:
Disponer de técnicos o especialistas preparados, con verdadera expe­
riencia, y que conozcan ampliamente las zonas respectivas de trabajo,
incluidos los mayores usuarios de agua de cada acuífero
Participar en las decisiones de política hidrológica a todos los niveles
Aplicar toda la normativa legal según el espíritu de la misma, no según
su letra, con un criterio hidrogeológico claro
Medios técnicos:
Inventarios de captaciones de agua y sus usos, que sean verdadera­
mente dinámicos y actualizados permanentemente
Modelos matemáticos de simulación y fáciles de usar por personal no
experto en modelización
Publicación (o ediciones dignas) de boletines hidrogeológicos (o cuader­
nillos técnicos) por acuiteros cada seis meses (o cada año)
Acceso fácil y directo a toda la información hidrológica
Potenciar el uso conjunto o coordinado de aguas superficiales y subte­
rráneas mediante sistemas fáciles o no sofisticados
Realizaciones o actuaciones de diversos tipos:
Realizar experiencias controladas y sencillas de recarga artificial en el
lecho de los rios importantes, o mediante avenidas controladas desde
embalses situados aguas arriba
Realizar amplias campañas educativas sobre el agua, en diferentes me­
dios de comunicación, especialmente sobre su consumo por parte de los
agricultores
Planificación, a medio plazo, de los cultivos con fuerte demanda de
agua, una vez ya integrados en la Comunidad Europea
~o..vt:L ,..
, V'-y-+v ..,(
Decretar la caducidad de las concesiones obsoletas o sin uso para el
•
rescate de caudales
Potenciar y propiciar la creación de Comunidades de Usuarios de aguas
subterráneas, al amparo de la Administración.
......
"'-""
d,<) • V".
páQina 12 <1816
• Además, toda la información debe estar en un sistema fácilmente
consultable, no sólo por los propios técnicos de la Administración, sino también
para el resto de los interesados en estos temas. Y no sólo desde el frío punto
de vista técnico, sino asimismo de manera verbal o presencial por las personas
interesadas en los problemas de agua que acudan a la oficina. Desde luego, el
trato debe ser amable y honesto, intentando ponerse en el lugar de cada
interesado, hablándole sinceramente y sin tapujos. La experiencia demuestra a
los autores que, acciones de este tipo, son muy agradecidas por el público que
acude a la Administración. En contrapartida, de estas conversaciones se
suelen sacar datos o informaciones, a veces valiosas, sobre el funcionamiento
de casos específicos, por lo que la Administración se puede beneficiar de ellas.
Sin embargo, son todavía muy pocos los Organismos de Cuenca que tienen
una oficina de información para el público.
• En este mismo sentido, pero quizá con mayor razón, conviene conocer
personalmente a los usuarios más importantes de cada zona, y procurar
mantener un flujo de información y datos, provechoso para ambas partes. En
otras palabras, debe desterrarse el concepto de confidencialidad de la
información y el de la estricta propiedad personal de los datos. En opinión de
los autores, los usuarios solo desean verse arropados y protegidos por la
propia Administración frente a otros usuarios, las posibles acciones que puedan
repercutir en la cantidad o calidad de las aguas subterráneas del sector, etc.
• Otra de las acciones beneficiosas reside en el fomento de la creación de las
comunidades de usuarios, y del seguimiento de su funcionamiento, que suele
ser largo y cambiante (las demandas, la progresiva urbanización de los
terrenos cubiertos por acuíferos, la contaminación, la salinización de acuíferos
costeros, etc.) (cf. ARAGONÉS et al., 1996). En este caso, propiciar las
presentaciones públicas de muchos aspectos relacionados con el agua (pero
pensando que los usuarios o consumidores no son expertos en el tema, por
supuesto), tales como las variaciones de las características del acuifero
(niveles, calidad, explotación), su funcionamiento, la posibilidad de subrogar o
traspasar las competencias de la Administración a las Comunidades de
Usuarios, etc., puede ayudar mucho a que sea la propia comunidad quien, con
el auxilio técnico de la Administración, sea quien controle en realidad lo que
pasa en el territorio (que, por otro lado, suele ser mucho mejor conocido por los
comuneros), y por tanto, pueden ejercer acciones de policía del terreno de
dominio público con mayor eficacia. También suele ser muy recomendable que
cada comunidad de usuarios tenga también su campeón, adalid o alma de la
misma, que sea una persona suficientemente dedicada (lo cual suele ser dificil)
y motivada por el problema del agua de sus convecinos, que empuje a los
medios locales de información a los usuarios ya la Administración para que se
hagan todas las gestiones, trámites, diligencias, etc., necesarias para llevar a
buen puerto el funcionamiento de la comunidad. Como en el caso de la
Comunidad de Usuarios de Aguas del Delta del L1obregat, ello suele ser muy
positivo, mientras que en otros casos, y por diversos motivos, se suele fracasar
(GALOFRÉ, 1991).
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• Incentivar o propiciar las experiencias de recarga artificial en los acuíferos
aluviales mediante balsas de retención o infiltración, construidas con los
propios materiales sueltos del lecho del río. Este tipo de actuaciones suelen ser
muy baratas, de fácil ejecución (no es necesario redactar el correspondiente
proyecto o estudio teórico previo de su viabilidad técnica), suele existir una
buena disponibilidad de terrenos, y, generalmente, proporciona notables
resultados hidrogeológicos, aún con aguas de calidad muy deficiente. Los
trabajos realizados por uno de los autores en la riera de Jafre (cerca de Sitges),
durante tres veranos consecutivos, y en la cubeta de Sant Andreu de la Barca,
a partir del año 1984, asi lo demuestran (GALOFRÉ, (1976), CUSTODIO et al.
(1976 y 1977) Y FONT y PONCELA (1987)).
• En otro sentido, debe fomentarse el ahorro del agua, para disminuir las
demandas de ésta. Si bien esto se está consiguiendo por diversas vías
(impositivas o fiscales, lenta concienciación de algunos usuarios -pero no
todos-), todavia en el ámbito agrícola (el mayor usuario de aguas subterráneas,
con mucho), son normales los abusos en las dotaciones de agua empleadas
para el riego de los cultivos, principalmente en el caso del riego por inundación,
con eficiencias muy bajas (PASCUAL, 1998), Y se siguen admitiendo graves
pérdidas por filtración o drenaje en los canales de conducción, o incluso en las
conducciones agua urbana, que incrementan gravemente las demandas. En el
caso de los regadíos, principalmente, esto se debe a que son técnicas o
tradiciones ancestrales, heredadas de padres a hijos, muy difjciles de corregir o
modificar debido a su notable arraigo. Solamente cuando existe la necesidad
de pagar el agua utilizada de acuerdo con su coste real, no el precio politico o
que posee fuertes subvenciones públicas-, se procura usar métodos modernos
de irrigación, que, a pesar de su elevado coste de instalación, representan
verdaderos ahorros de volumen de agua. No obstante, hay una notable
resistencia por distintos grupos sociales para reconocer el valor de los regadios
con aguas subterráneas (LLAMAS, 1998 a).
• La potenciación de los sistemas conjuntos o el uso coordinado de las aguas
superficiales y subterráneas (PASCUAL, op. cit.) deberia ser otro sistema de
incrementar los recursos: La utilización alternativa, el uso de los sistemas río­
acuífero, el seguimiento (yen su caso, aprovechamiento) de las
transformaciones de las relaciones río-acuífero, la regulación de los grandes
manantiales cársticos, etc., pueden' constituir vías para un mejor
aprovechamiento del agua, ya sea en momentos clave (sequías) o en áreas de
problemática hidrológica especial.
• Desde el punto de vista legal, deberían propiciarse medidas administrativas
que consideraran la obsolescencia o total inactividad de antiguas concesiones
de agua -principalmente, de regadío- para aquellas zonas donde la actividad
agrícola ha desaparecido, debido a la progresiva urbanización de la zona, o
dedicar la antigua área regada a servicios especiales tales como puertos,
aeropuertos, polígonos industriales, etc. Se conseguiría así rescatar -para su
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circulación por el río- caudales concedidos hace más de un siglo o más, pero
actualmente sin uso real.
• En otro ámbito, deberian procurarse acciones de planificación de los cultivos
masivos de productos agricolas de gran demanda de agua, de los cuales el
mercado está saturado, debido a masivas importaciones del mismo género
desde otros países (naranjas, avellanas, tomates, etc.), sobre todo con nuestra
entrada en la Unión Económica Europea. El esfuerzo hecho en este sentido
sería, en opinión de los autores, muy rentable, aunque exige la participación de
las organizaciones agrarias, generalmente reacias a cambios importantes, o a
perder las actuales fuentes de ingresos.
• Finalmente, debería aplicarse el conjunto de la normativa legal al efecto,
pero con un criterio hidrogeológico claro, y que posiblemente necesite de
comentarios previos entre diferentes componentes de los equipos, por otro
lado, antes que pura y simplemente, aplicar estricta y puramente la simple letra
de aquélla.
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