Las Reglas del Juego del Sistema Familiar

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Las Reglas del Juego del Sistema Familiar
Las Reglas del Juego del Sistema Familiar
Miércoles, 14 de Diciembre de 2011 00:00
En la década del 70, Alejandro Jodorowsky sentaba las bases de la psicogenealogía; es decir
la influencia del árbol genealógico en nuestras vidas, o para decirlo de forma más clara, los
diferentes tipos de sucesos familiares acaecidos en una generación familiar pueden influenciar
en las dinámicas de las generaciones posteriores.
Sería Bert Hellinger, quien a través de sus constelaciones familiares, lograse explicar a través
de un método vivencial estas influencias transgeneracionales, estableciendo, a partir de la
observación y la experiencia, una tríada de reglas de juego presentes en los sistemas
familiares. La primera ley o regla es el derecho de pertenencia, el segundo el orden y la tercera
la compensación adecuada. Veamos más detenidamente cada una de ellas.
La primera ley o derecho de pertenencia nos indica que cada miembro de la familia pertenece
a la familia; esto determina que cada miembro del sistema, vivo o muerto, tiene el mismo
derecho a pertenecer. Esta última acepción tambalea las creencias occidentales de la muerte,
muchas veces vista como tabú. ¿Cuántas personas han tenido pérdidas de bebes y se les
olvido? El decir solo tengo dos hijos, cuando en sí, hubo tres, dos vivos y un no nacido, implica
una exclusión, y un negar el derecho de pertenencia a un integrante de la familia, cuando esto
sucede el sistema familiar no lo tolera, porque su máxima es velar por su integridad. Como
dice Peter Bourquin: Imagínate el cuerpo humano: ¿Qué pasaría si una instancia decidiera que
hay un órgano o una parte del cuerpo que ya no vale y que por eso hay que dejarle sin sangre?
Esto no pasará porque el cuerpo vela por su integridad y sabe que si un órgano dejara de
funcionar, afectaría a las demás partes del cuerpo, causando la muerte de todo el organismo
en el caso más grave.
De la misma forma, como en el ejemplo de Bourquin, existe una fuerza de conservación que
rige en un sistema familiar, a la cual se le denomina conciencia familiar, una conciencia que,
para preservar la integridad de la familia, hace lo siguiente: si un miembro queda excluido en
una generación, será incluido por otro miembro de la siguiente generación. Éste es el origen de
las repeticiones de destinos en familias. Un miembro posterior retoma un asunto pendiente. De
forma inconsciente se identifica con la persona excluida y acaba reviviendo y repitiendo su
destino, a manera de guión de vida de Berne, a los que Hellinger les llama: lealtades familiares.
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La segunda ley o regla del juego familiar es el orden, y este orden se basa en el tiempo, cuán
importante es este elemento, de una u otra forma tenemos una perspectiva histórica y lineal al
describir nuestras existencias, hablamos de cuando tenía tres años o cuando mama y papa se
casaron, haciendo referencia a momentos en el tiempo. En el sistema familiar el tiempo define
quién ha venido antes y quién después, lo que genera un orden que establece la prioridad de
los que han venido primero; es decir que quienes han venido antes tienen más derechos de los
que han venido después. Veamos esto en un ejemplo que a menudo ocurre en la pareja:
Carlos y María se enamoran y deciden formar una familia, se casan y con el tiempo logran
tener hijos. Ahora no solo son una pareja; sino ya son padres de sus hijos. Pero siguen siendo
en primer lugar pareja, y solo después padres. ¿Acaso María conoció primero a sus hijos que a
Carlos o viceversa? ¿Acaso primero Carlos y María fueron padres y después pareja? Por
supuesto que no, (aunque en estos últimos años se ve de todo). Muchas veces me topo con
este fenómeno, de padres que ven como única razón de vivir sus hijos, olvidándose de su vida
de pareja. Cuando esto sucede la continuidad de la pareja está en riesgo, y a pesar que los
hijos se sienten más importantes, en el fondo de toda esta situación se sienten más inseguros,
porque de ellos está dependiendo la felicidad de sus padres y la estabilidad de la familia. Aquí
la respuesta a muchos padres que dicen: ¿pero porque mi hijo es malagradecido conmigo si yo
le he dado todo? Primero, entonces la pareja debería dar prioridad a su relación, cuidándola,
fortaleciéndola y desarrollándola, solo así evitaría tambalear su unión y mostraría un modelo
familiar que los hijos podrían emular para tomar la vida con seguridad y confianza.
Finalmente, la última regla del juego llamada la compensación adecuada. Citando a Peter
Bourquin: “Cuando a algún miembro de la familia se le niega el mismo derecho de pertenencia,
el alma familiar o la conciencia familiar trata de restablecer el orden mediante una
compensación. Por regla general, la conciencia familiar conecta a una persona nacida
posteriormente con la persona que fue excluida de manera que lo reemplace. La persona
nacida posteriormente entonces sufre como aquel y se vuelve como aquel”. En sí, esto es la
explicación de las pautas repetitivas en las familias, o por ejemplo cuando se habla: ¡ay, pobre
Juancito tuvo el mismo destino que su bisabuelo, murió violentamente! En un aspecto
generacional esta regla nos indica que la generación anterior da y la generación posterior toma,
y lo que se recibe, a su vez, lo pasa a la siguiente generación. Algunas veces esto implica en
los hijos una sensación de necesidad de compensación, se olvidan de sus propias vidas, y se
enfocan solo en las vidas de sus padres, tratando de complacerlos o cambiar el destino de sus
padre, sacrificando incluso su propia felicidad por la felicidad de sus padres. Y si, hemos
recibido de nuestros padres, un regalo invaluable que es la vida, pero eso no lo podemos
compensar por más que queramos hacia ellos, es algo inútil intentarlo. La vida es como el agua
de un rio que corre, va hacia adelante, no intenta ir hacia atrás, el respetar este movimiento
natural, implica que la forma que podemos compensar el regalo de nuestros padres es hacia
adelante, con nuestros hijos o con la comunidad.
En el ámbito de la pareja es importante aceptar que se trata de una relación entre iguales,
por lo tanto ambos dan y ambos toman. Si se mantiene un cierto equilibrio en el intercambio, la
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relación crece. Pero si uno da mucho y el otro da poco o si uno da y se niega a tomar, el
equilibrio se rompe y pone en peligro la continuidad de la pareja.
Cabe reflexionar, entonces, si estamos siguiendo estas reglas del juego. Estas a manera de
leyes físicas como la gravedad, nos inducen a tener ciertos comportamientos coherentes. No
vamos a ser irrespetuosos con la gravedad y tirarnos por el balcón de un edificio de diez pisos
y pretender salir ilesos y sin sufrimiento para nosotros, nuestras familias, o la gente que nos
rodea. Del mismo modo si respetemos la pertenencia, el orden y en qué medida podemos
equilibrar el dar y tomar en nuestras relaciones de familia, pareja e interpersonales, podamos
ser cada día un poco más felices y ayudar también a la felicidad de nuestras familias, y porque
no, ayudar también con nuestros cambios a la felicidad de esa otra familia más grande, que es
la humanidad. Paúl Alan Arkin Alvarado García
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