Capital Familiar

Capital Familiar:
Cómo lograr empresas
familiares duraderas
¿Cómo pueden las empresas familiares romper la “maldición de la tercera generación”?
La primera generación construye, la segunda
desarrolla y la tercera, destruye. Es un fenómeno
conocido que muy pocas empresas familiares logran
sobrevivir más allá de la tercera generación.
El desarrollo típico de una empresa familiar se inicia
con la etapa del Dueño que Controla el Negocio, para
luego transformarse en una Sociedad de Hermanos, y
terminar siendo un Consorcio de Primos, a medida que
la empresa evoluciona de ser una organización
incipiente, que recién arranca, a una que está
considerando dejarle a otros “la batuta”.
Al profesionalizarse, las empresas familiares logran
acceso al mercado laboral externo, lo cual a su vez les
permite obtener más y mejores recursos humanos,
quienes desde su correspondiente área de experticia
contribuyen significativamente al desarrollo y
posibilidad de éxito de la empresa familiar.
Aparentemente
podría
decirse
que
la
profesionalización de una empresa familiar es algo
positivo y necesario en la evolución del negocio. Sin
embargo, tras el éxito inicial suelen sobrevenir
numerosas dificultades, que terminan por
transformar el negocio familiar en una riña de gallos,
o algo peor, y el mismo proceso de profesionalización
es la razón. Aquella herramienta que en un principio
llevó a la empresa familiar al éxito termina siendo el
motivo de su fracaso.
Es por ello que debería existir un compromiso entre la
profesionalización y el “capital familiar”, concepto que
engloba las relaciones familiares, herencia, valores,
derechos y obligaciones.
Además de proporcionar esa cuota de
profesionalismo
tan
importante,
inciden
definitivamente en el rápido crecimiento financiero
de la empresa en poco tiempo.
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Capital Familiar: cómo desarrollar empresas familiares duraderas
La clave del negocio
Cualquier estrategia de profesionalización que no tenga en
cuenta los principales aspectos familiares resultará en un
escenario caracterizado por “bolsillos llenos”, es decir, recursos
financieros importantes, pero “corazones rotos”, o relaciones
familiares deterioradas. Aunque el negocio aparentemente
prospere, la armonía familiar comenzará a resquebrajarse.
De esta manera, la
profesionalización es
como una espada de
doble filo que puede
significar el éxito para
una empresa familiar
cuando el nivel de
gestión del negocio es
deficiente, pero también
su fracaso cuando el
capital familiar no es
tenido en cuenta.
A diferencia de lo que ocurre con personas
que no guardan parentesco entre sí en
empresas que no son de índole familiar, la
relación entre los integrantes de una
familia tiene tanta importancia que el
impacto de una mala relación tendrá un
efecto dominó sobre otras relaciones que
conforman la delicada y apretada trama
familiar.
Por ejemplo, antes de despedir a un
miembro del personal que no pertenece a
la familia, el gerente debe evaluar su
desempeño objetivamente, y el personal
se verá obligado a aceptar las razones del
gerente desde un punto de vista
profesional.
Sin
importar
cuán
contrariados o decepcionados estén, no
habrá mucho que puedan hacer para
revertir la situación.
Por el contrario, la desvinculación de un
miembro de la familia de la empresa
familiar siempre implica sentimientos
intensos, a nivel familiar y personal.
Inclusive, aunque las partes involucradas
en el conflicto puedan manejar la
situación profesionalmente, siempre
habrá consecuencias en el seno familiar en
forma de rumores o “comentarios”, que
sólo aumentarán el descontento.
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De esta manera, la profesionalización es
como una espada de doble filo que puede
significar el éxito para una empresa
familiar cuando el nivel de gestión del
negocio es deficiente, pero también su
fracaso cuando el capital familiar no es
tenido en cuenta.
Para que una empresa familiar pueda
asegurar un éxito sostenido a largo plazo,
los integrantes del grupo familiar- deben
aceptar que antes de lograr el capital
financiero es fundamental desarrollar un
nivel importante de capital familiar.
Lo dicho no significa que la armonía
familiar debe tener precedencia por sobre
las ganancias en todo momento. En
realidad, para una empresa familiar resulta
crucial poder gestionar el capital familiar,
además de manejar el capital financiero
del negocio. Altamente dinámico y en
general en estado latente, abarca
sentimientos de poder, amor, odio,
confianza y compromiso, y constituye la
fortaleza pero a la vez el tendón de Aquiles
de la empresa familiar. De hecho, el éxito
de la misma estará determinado por la
manera en que ambos capitales, familiar y
financiero,
sean
administrados
paralelamente como componentes que
interactúan entre sí.
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Medición del capital familiar
¿Cómo puede medirse el capital familiar de una
empresa de manera que sea beneficioso para la misma?
Hay Group ha desarrollado una herramienta simple
denominada “índice de capital familiar”, que puede
aplicarse y ser analizada a lo largo del tiempo, como
indicador de la solidez del capital familiar.
¿Cómo se compone el índice de capital familiar? En
términos sencillos, el índice representa la herencia, las
relaciones familiares y los fundamentos y valores. El
índice puede calcularse entrevistando a cada miembro
de la familia con respecto a distintos aspectos del
capital familiar.
La herencia consiste en aquellos recursos como los
conocimientos del negocio, las relaciones, la reputación
y visibilidad que el negocio ha alcanzado, que se
heredan de los predecesores y se amplían en la
generación actual. Las relaciones familiares que implican
el grado de cohesión entre los miembros de la familia
que garantizan el uso oportuno e los recursos.
“
Los fundamentos y valores. Frecuentemente en
discusiones entre miembros de la familia se
escuchan acusaciones como “te estás apartando
de los principios fundacionales de nuestra familia”,
o “esto no va con nosotros”, que se originan en
falta de claridad o diferente interpretación de los
valores familiares. En este caso es necesario volver
a los valores familiares originales que hicieron
exitosa a la empresa. Luego dichos valores deben
formalizarse y ser comunicados tanto a los
empleados como a los miembros de la familia, de
manera de asegurarse que esos valores familiares
se transformen en valores corporativos,
reduciendo así la falta de armonía entre la “marca”
y las personas que la integran.
Para una empresa familiar resulta vital poder
gestionar tanto el capital familiar como el capital
financiero del negocio
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”
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