CARA AL MAR O CARA A BERNIA Amable y

Transcripción

CARA AL MAR O CARA A BERNIA Amable y
CARA AL MAR O CARA A BERNIA
Amable y telúrica a un tiempo ... Altea, cuya locución fonética es tan redonda y sus significados se pierden en la
noche de la historia ... Aquí estamos para cumplimentar el rito, lo que nos hace humanos.
Pasado el tiempo del esplendor en la hierba, en les garroferes y carrascales más bien, de la gloria en las flores,
cuando dejamos de afligirnos y la belleza desciende del recuerdo a la realidad ... entonces, que es ahora, llega el
estío, compacto y rotundo, para que la naturaleza viviente se despoje .
Tiempo de verano, tiempo de fiesta, la concelebración necesaria para sostener el paso de las estaciones en este
tramo del mundo donde llegan tan puntuales como heterodoxos los ritmos del clima, de la vida mediterránea.
Aquí venimos, junto al mar, reinventados de nuevo. Estamos en l'Olla, una de las varias playas de Altea, un lugar
donde abundan los caminos y las serraladas, las pendientes y peñascales, las huertas. Altea es como la última
princesa surgida de la cópula entre Neptuno y la Penibética, la que corta en dos el país, norte y sur, la parte
romana y la cartaginesa. Así, pues, estamos ante la primera gran belleza meridional.
Altea, llena de santos y peregrinajes, de excursionistas y ermitas. A la sombra del Pi del Senyoret, de Sant Blai,
Sant Roc y Santa Bárbara, de Sant Llorenç, a quien aquí venimos a rendir advocación, al Sagrario y al Consuelo,
santisimidad de las cúpulas que se erigen en lo más alto de la cimera Altea, cúpulas de barroco popular,
valenciano, azulón cobalto y de nervaduras blancas. La cúpula de Altea es la más fotogénica, andazulada, desde la
tierra y desde el cielo, epítome de lo turístico pensil.
Desde la iglesia del Consuelo se esparraman las calles blancas, ibicenpuras, límpidas, hasta construir un pueblo
onírico y feliz, de geranios arábigos y recodos empedrados y judaizantes ... ¡inshalá! Pueblo que a través de las
paradojas contemporáneas ha devenido también en walhala, sin Wagner componiendo Parsifal ni república
principesco-amalfitana, pero reclamo al fin para gentes de Alemania, la Gótica y Escandinavia ... que aquí trocan la
cebada por la parra y metabolizan la calda del sol. Die Luft der Freiheit weht.
Cara al mar o cara a Bernia, Altea responde telúrica, llena de poblados y partidas, ibérica por más que redomada
por las cóncavas naves helénicas, que al parecer le dieron el nombre. Hacia Bernia los caminos y sendas, y las
formas extraordinarias de la montaña, zoomorfa, la de la exaltación azoriniana: "montes que, libres de selvas, se
nos muestran en sus bellas redondeces, en sus curvas graciosas, en toda la pristinidad de la madre tierra". La
tierra, die Erde. La misma que en la estación de Altea la Vella reconocía Enric Valor, "eternament bressolada per la
cançó discreta del pinar, refrescada per l' ombra dels garrofers gegantins".
Hacia el mar, de donde va a surgir la fiesta del fuego, el artificio, penetran lenguas de piedra y cortados. Háganse
al agua con la cóncava o con la zodiak, da igual, y verán el morro del Toix, la punta del Albir, el cap Negret, la
masacre portuaria acometida en el Mascarat, que fue la cala más virgen de esta parte del mundo. Cuando,
entonces, presa de la melancolía, el alma nuestra mediterránea pida cualquier licencia, cedamos a los placeres del
producto, comamos sobre las playas de guijarros o de arena, en algún chiringuito: bullit o bullabesa, suquet o
guiso, siempre de productos del mar, acompañados por la huerta y por el vino. Sólo entonces recordaremos a los
que fueron dioses en tiempo de titanes.
Pero aquí estamos para otra cosa. Aquí hemos venido a concelebrar el rito de un joven programa de fiestas
basado en la leyenda de las aguas, el fuego y la música. Convencidos de que invocamos lo mejor de nuestro
mundo mediterráneo. Aquí estamos, alteanos y alteanas, nativos o extranjeros, habitantes o habitantas ... Aquí
hemos venido a sentir la luz y el colorido, a ver la música…si es posible, que creemos que sí, que en Altea se
obran tales milagros... .
Y también hemos acudido a esta bahía donde en tiempos desembarcaron los austriacos, los mismos que legaron
la doble águila a esta villa, para conocer la obra de un artista, a desvelar su propuesta de cartel, la imagen plástica
para la gran fiesta del Castell de l’Olla. Todavía oculta se encuentra la obra de Julio Quaresmas, artista portugués
de origen africano cuyo quehacer se centra en la expresividad del cuerpo humano. Parece helénica tanta
antropización del arte, como parece centroeuropea la pincelada objetivista de su obra…contemplémosla….

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