07/11/2016 - Iglesia Galilea

¿Es Concebible un Cristiano
con el Alma Herida?
Versículo clave: Salmos 102:4
INTRODUCCIÓN: Estaba asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada
de las liebres. Mas la vio un cazador, y lanzándole una flecha le atravesó el corazón. Viendo el
águila entonces que la flecha estaba construida con plumas de su propia especie exclamó:-- ¡Qué
tristeza terminar mis días por causa de mis plumas!
Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas. Nuestras vidas
arrastran costumbres que se convierten en armas propias que algún día nos alcanzaran (cf. Nm
32:23). Veremos que no es algo para tomar a la ligera ya que sino lo resolvemos ahora pronto;
como algún día escuche a un predicador; es un monstruo que de a poco le vamos dando vida
hasta que se convierte en un Frankenstein que ya no podemos manejar y nos termina matando,
como en la novela.
DESARROLLO
1) El alma herida del cristiano:
Cuando aceptamos a Jesús como Señor y Salvador cruzamos el umbral de la Salvación.
Interiormente se produce una renovación que a primera vista no alcanzamos comprender en su
verdadera proporción. Nuestro espíritu es acepto delante del Padre. Recobramos la condición
que perdió el género humano cuando Adán y Eva pecaron en Edén. No obstante, pese a esto,
persisten en muchos casos heridas en el alma—la mente y el corazón del cristiano, es decir la
parte consciente—que afectan su proceso de crecimiento.
Los hijos de Dios podemos estar seguros que nuestro Señor Jesús puede ayudarnos en el
proceso de sanidad interior. Leemos en la Biblia que Él murió en la cruz por nosotros, que somos
la Novia del Cordero, "a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa y sin mancha." (Ef 5:27)
La ciencia y la psicología han logrado avances significativos en el proceso de sanidad de las
personas, pero hay situaciones que sólo Dios puede resolver. Él quiere que seamos sanados, tal
como leemos en Jeremías 33:6: "He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les
revelaré abundancia de paz y de verdad." Resulta interesante descubrir que el Señor conoce el
sufrimiento por el que atravesamos (Jn 16:33), bien producto del presente o de incidentes del
pasado que quedaron marcados en usted y en mí. Él más que nadie sabe de las luchas internas
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que libramos con las heridas del alma, pero sobre todo, quiere que seamos totalmente sanos.
¿De qué manera se produce este proceso? Cuando el Padre toma control de todas las áreas de
nuestro ser, y tal como dice la Biblia, quita lo que no nos trae beneficio: "Os daré corazón nuevo,
y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os
daré un corazón de carne." (Ez 36:26) No es algo que simplemente esté plasmado en la Palabra,
sino que Él quiere ponerla por obra. Pero para que ocurra, usted y yo debemos disponernos.
2) ¿De quién es la culpa?:
Es común que el genero humano trate de buscar siempre culpables (Gn 3:12-13) ¿De quién es la
culpa? En el caso de las heridas del alma, son la consecuencia de nuestros errores del pasado y
la continuación de estos en el presente. Esto llega a causarnos daño y dolor, lo hacemos de
manera consciente e inconsciente.
No podemos ignorar tampoco que Satanás tiene gran parte de culpa. Él se encarga de echarnos
en cara los errores (de ahí que su nombre en los originales significa “acusador”; ver Ap 12:10) y
situaciones traumáticas del ayer.
Tome nota de que si bien es cierto el "acusador" quiere jugarnos una mala pasada, por otra parte,
el Hijo de Dios quiere que seamos sanados interiormente y experimentemos una existencia plena.
3) Hoy puede ser el comienzo:
Dios obrando a través del Espíritu Santo pone en orden todo lo que anda mal en nuestro ser.
Pablo anota que "si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis" (Ro 8:13).
La decisión de permitir el trato divino es suya y mía. Él no quiere que, como Jacobo y Zebedeo,
los pescadores a quienes Jesús llamó, sigamos enfrentando una realidad rutinaria, sujetos a
remendar con resignación y amargura las redes rotas (léase Mt 4:21).
Recuerde siempre que cuando Dios coge a alguien no lo suelta hasta que lo haga perfecto y este
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terminado (Fil 1:6). Si usted asume con resolución el proceso de cambio, se producirá. Dios no
deja nada a medias. Él lo hace todo perfecto.
Recuerde siempre: es probable que de manera inconsciente ignore que está enfermo del alma. Tal
vez considera que son los demás quienes son conflictivos, tristes o amargados. No ha tomado
conciencia de que es usted. Esta tendencia es muy frecuente. No en vano la Biblia dice: "¿Quién
puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos." (Sal 19:12).
APLICACIÓN: En los momentos de mayor frustración recuerde que uno de los planes de Dios
para su vida es la sanidad interior. Recuerde que aun siendo cristianos tenemos mucho por ser
tratados por el Señor. Debe tomar la decisión de permitir que Él obre en todas las áreas de su vida.
Ábrale su corazón, sea sincero con Él, al fin y al cabo, le conoce mejor que nadie (Lc 12:7). Sólo
de esta manera alcanzará la otra orilla y dejará las aguas de derrota sobre las que pudiera estar
nadando.
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