e9.1 Performance Review - Cadencia en el País de las Maravillas

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e9.1 Performance Review - Cadencia en el País de las Maravillas
Giasselle Limery como Cadencia y Carmen Gutiérrez como La doña que Anuncia en
Cadencia en el País de las Maravillas y sus Amigos de la Cochinchina (2011) de Actores
Unidos. Teatro Victoria Espinosa, Santurce, Puerto Rico. Foto: Jesús Joel López
Cadencia en el país de las maravillas y sus amigos de la
Cochinchina de Pedro Santaliz Ávila en el Teatro Victoria
Espinosa
Aravind Enrique Adyanthaya | teatro Casa Cruz de la Luna
Cadencia en el País de las Maravillas y sus Amigos de la Cochinchina. Escrita por Pedro
Santaliz Ávila. Dirigida por Carmen Gutiérrez. Actores Unidos. Teatro Victoria Espinosa,
Santurce, Puerto Rico. 24 y 25 de septiembre, 2011.
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Hoja suelta de promoción para una producción de Cadencia en
Nueva York.
Cortesía de Rafael Pagán.
En septiembre del 2011, se presentó en el Teatro Victoria Espinosa Cadencia en el País de las
Maravillas y sus Amigos de la Cochinchina de Pedro Santaliz. Han pasado 39 años desde su
estreno en Nueva York; 59 desde la fundación del Estado Libre Asociado de Puerto Rico; 35
años desde la publicación de la primera edición de La novelabingo de Manuel Ramos
Otero; y poco más de 2 años desde que el gobierno de la isla aprobara la Ley 7, un
paso hacia la privatización, que dejó sin trabajo a miles de funcionarios públicos.
Estas coordenadas caprichosas (podría haber escogido otras) hacen, sin embargo,
eco de la concepción de lo teatral como un encuentro de tiempos, historias, y
registros dispares que convergen en el evento escénico para generar una textura de
momentos dinámicos, poesía viva y cabos sueltos: el montaje de Cadencia.
El texto se origina en fábulas contadas por jóvenes en talleres ofrecidos por Santaliz en
barriadas urbanas en Puerto Rico y Nueva York a principios de los setenta. La obra comienza
con la historia de un rey ciego con tres hijas. Una de ellas, la menor, que bautizan “Cadencia
Otero”, accede a los avances románticos de un príncipe sapo. De aquí se teje una red de
tramas: la búsqueda de Cadencia de la hiperbórea tierra de los “Montes del Oro”; el cuento del
hombre más rápido del mundo; el espectáculo de poesías y canciones de la Luna, madre de
crianza del Sol Cocuyo; un conjuro sanador afrocaribeño; un segmento de la historia de
Caperucita Roja; las vivencias de una familia pobre del barrio Polvorín de Bayamón cuya casa
está a punto de caérsele encima; confesiones católicas; filas de desempleo; redadas de
drogas; y más.
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1. De izquierda a derecha: Yan Christian Collazo, Ivania
Zayas, Giasselle Limery, Jorge Iván Latorre en Cadencia en el País de las Maravillas y
sus Amigos de la Cochinchina (2011) de Actores Unidos. Teatro Victoria Espinosa, Santurce,
Puerto Rico.
Foto: Jesús Joel López
En el montaje de Actores Unidos, unos bastidores movibles de fondo dejan la
mayoría del espacio escénico libre para la sucesión rápida de escenas donde las
locaciones son establecidas y descritas en el texto mismo, como en las obras de
Shakespeare. Un vestuario básico negro es utilizado en las secuencias donde los
artistas operan como parte de un colectivo, contrastando con el colorido vestuario de
los personajes míticos. Gutiérrez, como “La Doña que Anuncia,” presenta, resume, e
intenta hilvanar. Su figura, con libreto en mano, evoca una maitresse de jeu medieval
que dirige sutilmente la puesta en escena desde el escenario mismo. Una fila de
sillas del público se extiende al borde del área escénica aumentando la intimidad y
proximidad. La pieza comienza y termina con el desfile del elenco hacia y desde el
teatro, cantando el tema musical de Cadencia, un gozoso estribillo, conectándonos al mundo
exterior. Intercomunicaciones y flujos dominan la producción. Los intérpretes que hacen de
pintorescos personajes en la corte del rey Toseconcho después se metamorfosean físicamente
en árboles del bosque, gente chismosa, en el pájaro más grande del mundo, en prostitutas y
tecatos. Actores, cantantes y músicos continuamente intercambian y fusionan sus funciones.
Uno de los mayores logros de la producción de Actores Unidos es la formación de un
verdadero ensamble actoral de carácter multigeneracional y multidisciplinario produciendo un
todo colaborativo donde no hay eslabones débiles.
Notable también son las adiciones de momentos que aluden a la actualidad puertorriqueña,
como los desempleos ocasionados por la Ley 7 y el proyecto del “supertubo” propuesto por el
gobernador Luis Fortuño (un gasoducto que, a pesar de los riesgos ecológicos y de desalojo
de comunidades, atravesaría la Isla). En escena, el gasoducto se materializa como un gran
tubo que casi le cae encima al público de la primera fila. La producción practica así la noción
de Santaliz de utilizar el libreto como “taller”, es decir como un boceto que cada grupo adapta
a sus necesidades y a su momento histórico.1 En este sentido, la obra se convierte en un
archivo viviente conteniendo los datos (los trazos) de pasados procesos y montajes, pero
también abierto a nuevos trazos.2
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De izquierda a derecha: Giasselle Limery como Cadencia
y Carmen Gutiérrez como La doña que Anuncia en Cadencia en el País de las Maravillas y sus
Amigos de la Cochinchina (2011) de Actores Unidos. Teatro Victoria Espinosa, Santurce,
Puerto Rico.
Foto: Jesús Joel López.
El filósofo Gilles Deleuze, hablando sobre la noción de “rizoma”, escribe: “...a
diferencia de las raíces de los árboles, el rizoma conecta un punto a cualquier otro
punto, y sus rasgos no necesariamente están enlazados a rasgos de la misma
naturaleza”. (Deleuze 1993, 35) Proponer una pieza teatral como un archivo
rizomático conlleva concebirla como algo que alberga múltiples líneas de movimiento
de distintas materialidades textuales y performáticas. En Cadencia, la mítica
búsqueda carece de progresión lineal. La trama se expande sobre un terreno
heterogéneo compuesto no sólo de cuentos de hadas, sino de viñetas de la
cotidianidad puertorriqueña, estampas de la vida jíbara de mediados de siglo,
canciones populares, y bailes de múltiples géneros. No hay arco narrativo, en tanto
que los vectores argumentales mueven al personaje Cadencia en direcciones
convergentes y divergentes: intentando conseguir la cura para la enfermedad de la
piel de su esposo; buscando un burdel llamado “Tres Monjitas”, amuletos fantásticos,
una mejor educación para el hijo que sueña tener; deseando aprender inglés para irse
a estudiar una carrera secretarial a Nueva York. Así, su identidad también se torna
inestable: una princesa rica, una niña pobre, una madre, una novia, la esposa de un
marido que es a su vez príncipe, sapo, muchacho de barrio, poeta, mago, mecánico
de automóviles. Todos los personajes de la obra, tanto en la página como en escena
(a través de las transformaciones de los intérpretes), existen en un modo fluido de
ser, como devenires. Sus lenguajes y acentos transitan sin transición por el español
jíbaro, culto, pedestre, cafre, de casa, de nuestros abuelos, poesía del Siglo de Oro
español, el refranero, letras de canciones, pseudoalemán, pseudolatín, inglés, y
lenguas inventadas. No se provee un índice o guía taxonómica para ordenar estos
flujos de trama-personaje-lenguaje. Santaliz mismo llama a Cadencia una “burundanga”, un
“mejunje”, una mezcolanza revuelta y sabrosa. También admite que le fue difícil contener la
proliferación de historias, el exceso, las interconexiones que en verdad no conducen a
conclusión alguna.3
Como archivo rizomàtico, Cadencia se resiste a una clausura interpretativa definitiva.4
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Podría aplicársele el calificativo “post-dramático” de Hans-Thies Lehmman: “...las
prescripciones ya no son posibles, sólo perspectivas parciales y respuestas
tartamudas que permanecen como un ´trabajo en proceso´.” (Lehmann 2006, 25). Así
la “obra en desarrollo” de Cadencia es el obra en desarrollo de la nación puertorriqueña
materializada en la pieza como una madeja de deterritorializaciones y reterritorializaciones de
épocas, estratos socio-económicos, y una variedad de ámbitos (la ciudad, la montaña, la isla,
Nueva York, el País de las Maravillas). En un pueblo que ha perdido una ruta teleológica
directa hacia la independencia, ¿cómo se brega, cómo se imagina? ¿Es Cadencia nuestra
hija, nuestra hermana, nuestro ideal, nuestro objeto de limosna, nuestra jefa? El ciego Rey
Toseconcho, retornando hacia el final del drama pronuncia: “...en un pueblo de
puertorriqueños, los puertorriqueños son sus dueños”, para pronto añadir (¿rectificar?), “...en
un pueblo del puertorriqueño, los puertorriqueños son puertorriqueños y nada más”. El
público está consciente de que el “vivieron felices para siempre” que La Doña que Anuncia
proclama es otra línea de fuga, que la obra teatral es ese no-espacio (todo-espacio) donde
memoria, historia y realidad sólo pueden tomar la forma de un archivo rizomático-burundanga
que lucha a través de su desorden y su exceso por no ser poseído. “Descolonizar dentro de
la colonia es muy difícil”, escribió una vez Pedrito Santaliz, hay que “luchar con la locura,
dentro de la locura, desde la locura”5.
Aravind Enrique Adyanthaya es escritor y director escénico puertorriqueño. Fundador de
Casa Cruz de la Luna, teatro experimental basado en el pueblo de San Germán. Sus obras
han viajado el mundo. En Estados Unidos han sido presentadas por New York Theatre
Workshop, el Teatro Guthrie, Pregones, Theatre for the New City, HERE, Teatro del Pueblo y
Red Eye Collaboration, entre otros. Desde el 2001, desarrolla una poética teatral basada en la
producción y proyección en vivo de escritura computarizada que denomina “escritura acto”.
Aravind es graduado del programa doctoral en historiografía teatral de la Universidad de
Minnesota en Minneápolis.
Notas
1
Pedro Santaliz, “Carta a José Manuel”. Manuscrito en los Archivos del Centro de Estudios
Puertorriqueños, Hunter College, Nueva York. Fechado 3-10-75, pág.2 (de 2).
2
En la colección de Santaliz en los Archivos del Centro de Estudios Puertorriqueños de Nueva
York se encuentran múltiples bocetos de sus obras. Estos, muchas veces compuestos de una
lista de acciones escénicas y fragmentos de parlamentos, evidencian su modo de practicar el
teatro como proceso.
3
Santaliz, “Carta a José Manuel”, págs. 1-2.
4
Es interesante notar que en el año de la puesta (2011) salió a la luz, re-editada, otra pieza
rizomática de la época: La novelabingo (1976) de Manuel Ramos Otero. Ramos
Otero, quien interpretó al personaje de Toseconcho en el primer montaje de Cadencia con el
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Nuevo Teatro Pobre de América y el grupo Aspasguanza (1972), también postula una narrativa
fragmentada, no lineal, sin clausura, regodeándose y derivándose del lenguaje mismo y guiada
por lógicas no tradicionales (el azar del bingo).
5
Pedro Santaliz, “A un amigo que me dijo que mi teatro era una ´fabrica´”. Manuscrito en los
Archivos del Centro de Estudios Puertorriqueños, Hunter College, Nueva York. Fechado
31-12-75, pág.2 (de 2)
Obras Citadas
Deleuze, Gilles. 1993. “Rhizomes Versus Trees.” En The Deleuze Reader. Editado por
Constantin V. Boundas, 27-36. New York: Columbia University Press.
Lehmann, Hans-Thies. 2006. Postdramatic Theatre. New York: Routledge.
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