AL ORIENTE POR OCCIDENTE II - Festival Internacional de Música

Transcripción

AL ORIENTE POR OCCIDENTE II - Festival Internacional de Música
AL ORIENTE POR OCCIDENTE II:
MARÍA DE HUNGRÍA Y LA MÚSICA
Cuando María, hija de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla, y hermana de Carlos V, contrajo matrimonio
con Lajos II de Hungría en Buda en enero de 1522, era una señorita de diecisiete años que sentía pasión por
la caza y la música. Pocos meses después, por recomendación suya, Lajos nombró al compositor alemán
Thomas Stoltzer maestro de capilla de la corte húngara: el motete de Stoltzer Beati omnes se había cantado
probablemente en los esponsales reales, que consolidaron la influencia de los Habsburgo en Europa
oriental. Stoltzer compuso sus obras más importantes animado por María: cuatro piezas a partir de
traducciones de los Salmos de Lutero. El interés de María por la música fue, por tanto, mucho más allá de
la convención de emplear a músicos en una casa principesca, aunque también ese aspecto era importante
para ella. Su corte en Bruselas, donde, tras la prematura muerte de Lajos en la batalla de Mohács en 1526,
sucedió a Margarita como Regente de los Países Bajos de 1530 a 1555, se jactaba de contar con un
espléndido coro en su capilla, dirigido por el compositor Benedictus Appenzeller y el organista Roger
Pathie, y con un gran número de instrumentistas. La música desempeñaba también un papel importante en
las festividades —que gozaban de un gran renombre— que se celebraban en su castillo en Binche, en
particular durante la visita en 1543 de su sobrino, Felipe, heredero de los territorios de los Habsburgo en los
Países Bajos y en España. Este programa explora la herencia y el legado musical de María por medio de
obras que debió de conocer a lo largo de su educación musical, además de en el curso de sus estancias en
Flandes, Hungría y España. Estas piezas debieron de tener resonancias especiales para los Habsburgo y se
sabe que varias de ellas formaron parte de la impresionante biblioteca musical de su capilla.
María nació en Bruselas el 18 de septiembre de 1505 y fue la quinta hija de Felipe y Juana. Al igual que sus
hermanos y hermanas, recibió clases para aprender a tocar instrumentos de teclado del organista de la
capilla de Felipe, Henry Bredemers, a partir de los tres o cuatro años; al contrario que sus hermanos
mayores Leonor, Carlos e Isabel, era demasiado pequeña como para haber podido disfrutar de las
enseñanzas de Juan de Anchieta, que estuvo al servicio de Juana como tutor (maistre d’escole) de la familia
real en Flandes en 1505-1506. Su hermano Fernando, sin embargo, recibió educación musical en España,
no de Anchieta, sino de Francisco de Peñalosa, que fue nombrado maestro de capilla de la casa formada en
1511 por el abuelo del joven príncipe de los Habsburgo, Fernando el Católico. Aún ha de dilucidarse hasta
qué punto la música de Peñalosa fue conocida fuera de España, pero es probable que las obras de los
compositores de las capillas reales aragonesa y castellana viajaran hasta Flandes y que fueran conocidas por
María, que fue educada inicialmente en la corte de su tía Margarita de Austria en Mechelin, y mas tarde en
la de su abuelo, Maximiliano I. En concreto, es muy posible que estuviera familiarizada con una de las
canciones de mayor éxito de aquel entonces: «Nunca fue pena mayor», de Juan de Urrede. De origen
flamenco, Urrede trabajó tanto para el Duque de Alba como en la capilla aragonesa de Fernando. Lo cierto
es que esta canción parece haber sido una pieza predilecta en los círculos de la corte borgoñona: Pierre de
la Rue basó en ella una misa (como también lo hizo Peñalosa) y el compositor flamenco Matthaeus Pipelare
utilizó la voz de tener como cantus firmus en un motete a siete voces, Memorare mater Christi, cuyo texto
es una meditación sobre los Siete Dolores de la Virgen.
Pipelare, del que no se sabe casi nada, excepto que al menos en los años 1498-1500 fue maestro de capilla
de la Ilustre Confraternidad de Nuestra Señora en s’-Hertogenbosch, fue una figura de cierta importancia
para los Habsburgo. Su Missa Fors seulement, basada en su versión de una canción que revestía una
importancia especial para Margarita de Austria, se incluyó en uno de los numerosos manuscritos musicales
hermosamente iluminados producidos por el taller de Petrus Alamire en las primeras décadas del siglo XVI.
El manuscrito, conservado en Mechelin, contiene ocho misas, siete de La Rue (cuyo O salutaris hostia se
incluye también en este programa) y la Missa Fors seulement, a cinco voces, de Pipelare, que ocupa el
lugar de honor y recibe el privilegio de contar con las iluminaciones más elaboradas (véase ilustración). La
voz de superius aparece introducida por un detallado retrato de la familia de los Habsburgo: el musicólogo
italiano Vincenzo Borghetti ha defendido de forma convincente que retrata a Carlos V, entronizado,
acompañado de sus hermanos: su hermano Fernando, en un trono más pequeño, y sus cuatro hermanas,
incluida María de Hungría, sentados en la hierba. El perrito pintado en el centro de este círculo familiar
simboliza la lealtad.
Toda la iconografía apunta a la fuerza y la expansión de esta generación de los Habsburgo: los escudos de
armas que iluminan las iniciales de las cuatro voces restantes representan los de Austria y Borgoña (fol. 1v:
Tenor I y Tenor II, respectivamente) —los dominios de Carlos antes de la muerte de Fernando de Aragón
en 1516—, Portugal y Hungría (divididos en cuatro partes con las armas de los Habsburgo) (fol. 2r:
Contratenor y Bassus, respectivamente). Según Borghetti, éstas representan las alianzas matrimoniales
establecidas por esta generación de los Habsburgo en torno a esta época: entre Manuel I de Portugal y
Leonor (1517) y el doble enlace entre Fernando y Anne Jagellona de Hungría, por un lado, y su hermano
Lajos y María (1515), por otro. De este modo, y con el futuro derecho de Carlos al Sacro Imperio Romano,
la dinastía de los Habsburgo estaba llamada a dominar la mayor parte de Europa, pero en el momento en
que se copió el manuscrito –presumiblemente como un regalo para Carlos–, el sueño estaba aún pendiente
de hacerse realidad. Este período de espera queda simbolizado en el íncipit de la canción copiada en la
parte del primer tenor; en lugar de incluir «Fors seulement l’atente que je meure», como en el primer verso
de la chanson, se cambia la última palabra y se sustituye por «demeure», reforzando la idea de que Carlos
es un emperador en espera.
El estilo musical de la Misa de Pipelare, que se conserva también en un manuscrito en Montserrat que casi
con seguridad perteneció en algún momento a María de Hungría, debe mucho al del gran compositor de la
época, Josquin des Pres. Se cree que Josquin visitó la corte húngara de Matthias Corvinus en la década de
1480 y, según David Fallows, es posible que acompañara a Felipe el Hermoso en su primera visita a
España en 1501-1502. Está claro que la música de Josquin era bien conocida en los confines más remotos
de los dominios de los Habsburgo, y Peñalosa compuso una Misa basada en una de sus chansons, Adieu
mes amours, mientras que Francisco Guerrero realizó un arreglo de la misma que se conserva en el
manuscrito para ministriles del Archivo Manuel de Falla de Granada. En la biblioteca musical de María de
Hungría abundan las obras de Josquin, Pipelare y La Rue, y sus manuscritos viajaron con ella a España en
1555 (junto con su colección igualmente extensa de instrumentos musicales) cuando su hermano Carlos la
liberó finalmente de sus obligaciones como Regente de los Países Bajos. Tras la muerte de María en 1558,
sus libros de música pasaron a su sobrina, Juana de Austria, y después de que ésta muriera en 1571, a su
sobrino Felipe II. Durante la breve estancia de María en España debió de familiarizarse con la música de
Guerrero, la estrella ascendente entre los compositores españoles; sabemos con certeza que Carlos escuchó
obras suyas en su retiro de Yuste. El traslado de la capilla de los Habsburgo a España no parece haber
disuadido a los mejores compositores de buscar allí empleo: en 1556, el joven Orlando di Lasso dedicó su
primer libro de motetes a Antoine Perrenot de Granvelle (1517-1586), embajador en la corte de Felipe, con
la esperanza de asegurarse un puesto en la capilla flamenca. Le arrebató el puesto Pierre Manchicourt, otro
neerlandés que había dedicado anteriormente un libro a Granvelle.
La relación de María con la música no amainó nunca: desde sus primeras clases para aprender a tocar
instrumentos de tecla con Bredemers, pasando por el amor a la música que compartió con su marido
húngaro (que tocaba el laúd), hasta su papel a la hora de reclutar a músicos flamencos para las capillas de
sus hermanos Carlos y Fernando en España y Austria, la música fue una constante en su vida. Merece la
pena señalar que, entre los instrumentistas empleados en Bruselas, algunos —especialmente los cornetistas
y sacabucheros— parecen haber tocado ocasionalmente en su capilla, y este es exactamente el mundo
sonoro que será recreado en este concierto.
© Tess Knighton
(Traducción: Luis Gago)

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