Y para no hacer interminable la lista de ayunadores célebres que

Transcripción

Y para no hacer interminable la lista de ayunadores célebres que
Un fakir n d io e nte r r a d o en la a re n
Y para no hacer interm inable la lista de ayunadores célebres que encontramos en todas
la s épocas de la historia, reciente es aún el recuerda del y a consagrado como mártir de la
independencia de Irlanda, el famoso alcald e Cork, M ac Sw iney que tuvo el tesón y la conside­
rable fuerza de voluntad de sucumbir de ham bre a pesar de estar a l alcan ce de sus manos
los m ás apetitosos alim entos que podían calm ar su tortura y devolverle la salud perdida.
Pero si el célebre irlandés murió por no comer, per estos mundos corre y se exhibe a la
curiosidad del público el incom parable M. Papús que vive del ham bre y paradójicam ente per­
m anece encerrado días y días en completo ayuno para g an arse unas p esetas con que poder
comer.
Otro ayunador que se titula rey del ham bre, es W olly, el periodista holandés y a de tiempo
entrenado en e l ejercicio de su profesión y que descubrió accidentalm ente sus portentosas cu a­
lidades a l ech arse desde un aeroplano en pleno vuelo, partiéndose la cab eza y perm aneciendo
diecisiete días entre la vida y la muerte sin tomar más que una cucharadita de lech e por la
m añana y otra por la noche, a pesar de lo cual se restableció prontamente. Desde entonces,
metido en una c a ja de cristal precintada por un notario, se exhibe a l público pasando de
dos o tres sem anas sin comer ni beber, durmiendo escasam ente una hora diaria y distrayéndose
durante su encierro tocando el flexotone, haciendo juegos de prestidigitación, conversando y
leyendo.
Describiendo sus propias impresiones, m anifiesta W olly que los moment: s m ás terribles los
p a sa dos horas al quinto día, por una terrible y esp antosa crisis de sed, pues el ham bre sólo
se le presenta h a c ia el noveno día, siendo su duración muy efímera. De todos modos, a l ter­
minar el experimento, sa le tam baleándose y sin fuerzas, habiendo perdido casi la mitad de
su peso. Pero se restablece prontamente y al cab o de diez o quince días, e stá en disposición
de h acer otra vez la prueba en la que tan pingües gan an cias ha obtenido.
Sin afan es esp ectaculares y dominado m ás bien por su misticismo patriótico, se ha hecho
célebre por todo el mundo otro famoso ayunador, el M atham a Gandhi, que predica con el
ejemplo la necesidad de orar y ayunar para la consecución de sus ideales.
Este célebre líder nacionalista hindú pretende vivir m ás de cien años alternando los perío­
dos de ayuno cuando está encarcelado, con una dieta cuidadosam ente regulad a consistente en
«diez minutos de oración, medio litro de leche de cab ra y cuatro n aran jas como desayuno.
Otros diez minutos orando y de meditación acom pañando medio litro de leche de cab ra, 250
gTamos de uv as y dos peras, p ara la comida. Y por la noche, cena, con 30 dátiles, una cu cha­
radita de pasta de alm endras, cuatro tomates y una lechuga». Así dice M atham a G andhi que
evita las indigestiones, pero a muchos de nuestres paisanos meridionales am antes de la buena
m esa, prefieren no ser tan sobrios, aunque con ello no alcancen los
cien años de vida.
Y a dice un refrán m ahom enatano que «El hombre se ca v a la fosa con sus dientes»; pero aun
a s í resulta delicioso hacerlos trabajar para satisfacer las exig en cias del ham bre y com padece­
mos sinceram ente a estos voluntarios ayunadores que a sí sacrifican uno de los m ás deliciosos
g oces de todos los seres vivientes.
H1G1A
W o lly,
el r e y d e l h a m b r e

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