RECTITUD
Transcripción
RECTITUD
RECTITUD Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo Índice. 1. Adolescencia. 2 2. Utopías. 2 3. Intenciones. 3 4. Rectitud. 3 5. El pacto. 4 6. Otoño. 7. Añorada D. 6 8. Gravitaré. 7 9. Luna I. 10. Encarnación. 11. Hay un hombre que te mira 12. Hay tres mujeres destrozando la aparenta paz de mi amor. 13. No sabe qué decir, alienta loca 14. Luna Santiaguera. 10 15. Acuarela. 11 16. Ando resistiendo una fuerza enorme que me tira 17. Hacinamiento 12 18. Crucifixión. 13 19. Yo quiero abrazar la altura. 5 7 8 9 9 10 12 12 Adolescencia. Dónde estás tibio plumaje de misterios Niño labrador de consuelos. Me dejaste y el sol aún no salía. No me dijeron cómo era. Aunque, por supuesto, no puede decirse que me engañaron Sencillamente la añorada madurez. Cuánta falta me hacen tus errores, Esos; los de confabularse Y conspirar con todas las miradas Porque venían vestidos de sueños me los prohibían, Y me nacían De donde nacen las flores. La madurez no es más que más pesares Y una fría lógica que acorrala No sabe de tus peces de colores. Utopías. Adivina… Dos pupilas duermen a tu sombra, Entre cascadas De palomas que se escapan. Sueñan y esperan, Azules como el cielo al que irán cuando descubran Que no todo puede ser utopía Que la tierra está aquí Precisamente Para poner los sueños sobre ella. Intenciones. Hay cuatro intenciones que me persiguen, Solo cuando tú apareces. Dos de ellas, las menos locas, Acorralan deseos al borde de mi almohada Y destejen largas noches, Esquizofrénicas tristezas con agudos problemas conductuales. La tercera, Absurda y nostálgica Se entretiene enlazando sueños salvajes Los ensilla, y luego los monta hasta que la sorprende la mañana. Son cuatro intenciones; difusas, locas, arrebatadas. La cuarta, La peor de todas, inmadura y fantástica Me dice al oído que Yo Este residuo de barro y cascabeles Seré tu dueño. “Rectitud” Siempre me gustaron las rectas Tan correctas ellas, tan exactas. Con rectas aprendí que podrían construirse los más disímiles cuerpos geométricos: Un cubo, una pirámide y hasta una casa. Tuve una madre muy recta y rectos maestros. Al final, mi desviada adolescencia acabó rectificando Llegué a ser lo que se dice, un hombre recto, listo para el matrimonio. Todo fue bien hasta que llegaste tú. Nadie me había dicho que la recta es solo un pequeño trozo de curva y que lo importante era saber cuándo cambiar de dirección. No me hablaron del espacio, ni de las órbitas, Ni de las caderas que tuercen hasta al más recto de los hombres Ni de esos volcanes apezonados en nada rectos. Estoy a punto de quedar solo en este mundo porque mi rectitud me impide orbitar. Claro, no es posible dar vueltas a un corazón rectilíneamente, Ya ves, mujer de claras curvas Que esos aguaceros de disculpas, no son más que discontinuidades de estas rectas mías Que han tenido que aprender a borrarse algunos trozos, para trazar A tu gusto Alguna que otra imperfecta flor. El pacto. Reposa por favor Solo estaré un minuto contemplándola, No me juzgues, No condenes la desesperación que desconoces No la has visto como yo riendo, No la has visto volar. Reposa por favor No levantes la envidia, No contra ella. Déjala condenarme con esos ojos de aguacero Hoy mis ríos (al fin) apuntan. (Reposa por favor) Puedo vivir en paz: He visto a Dios. Otoño. Y lo peor es que no se si estaré para cuando llegué el otoño. Cuántas primaveras habrán pasado sin que las flores abrieran Y lo peor es, que creo que me sorprenderán en el eterno invierno Cubierto de nieve el abrigo de piel de oso Y la piel que no cubre Y el frío que penetra y te cala los huesos... Ni el frío de la nieve es tan intenso Ni el del febo ausente tan profundo. Y lo peor es que este frío del alma no se me quita Y se me debiera quitar con tu mirada Pero... ¿y tu mirada? Hace tantos siglos sin ella Que ya ni se si algún día me miraste Hace tantos siglos de frío en el alma Que ya ni se si tuve abrigo De piel de oso O verano sin piel. Y lo peor es Que no se si estaré Para cuando llegue el otoño. “Añorada D” Yo caminé despacio tus ojos de perlas chinas en una noche proscrita. Y rocié tu cuerpo de lluvia fresca al despuntar el alba. Probablemente le faltó tibieza a mis pies desnudos Para evitar la escapada. Unté tus párpados henchidos En una copa de algas Entre caracolas mudas de un mundo silencioso Entre arrecifes de la playa. Tengo una D en mi pecho tartamudo Tengo una D comiéndome las ansias. Fue el destino, él te alejó O tal vez fueron las rudezas de mis plantas. Hasta ahora no supe del río en que bañaba mi vida Que falta me hacen los recios suburbios de tus oscuras palabras. Tanto pasado llevo conmigo Que mis poemas no me saludan. Yo caminé tus ojos de perlas chinas en una noche lejana Y hoy soy, de esa misma noche, sombras que pasan Una sombra que a lo lejos no saluda mi nombre Cadavérica y fría Me mira triste y me da la espalda. Gravitaré. Como el arco inefable que me aterra Que me envuelve las flechas y las mece Que en la muerte terrible me adormece Y me lanza feliz hacia la guerra. Tengo un morir distinto que se encierra En unos bellos ojos y estremece Su modo inmenso de domar los peces Y el juntar de una puerta que no cierra. Un tronar enjaezado en la estocada Es la fiesta que anuncia en la alborada El sufrir que se acerca cruentamente. Quiero nacer distinto en la escarpada Soñando coronarme, y en la nada Gravitaré al final abruptamente. Luna I. Luna de playa Luna de sol Traduzca la canción de las olas para que se levanten estos caracoles dormidos Para que mis manos se llenen de tu aroma Y ella no se marche con los peces Los plateados peces escurridizos. Vino conmigo a verte, luna, y no estabas Dijeron que andabas de luto por un amor prohibido Lloramos por tu dolor como dos condenados Juntos, luna de pieles, y abrazados. Ahora ya no está y estoy solo Con una soledad escandalosa Como tú estuviste aquella noche amarga. Yo no sé qué hacer Deja que las olas me canten, traduce para mí Con tu voz de cárcel de mieles Para ver si olvido. Encarnación. Estás dentro de mí Aun cuando no me encuentres entre tus pasos. Afuera está lloviendo ahora y yo te pienso distinta: Franca entre mis piernas desnudas, Tejiendo estrellas. Siempre preferiste hornear caprichos a esta ciudad en ruinas Que con tus manos levantas. Pero hoy te en antojas por tan lejana distinta Más pura Más linda. Estás dentro de mí Aun cuando no me encuentres Entre tus sábanas blancas. I. Hay un hombre que te mira Desnudo de maldades Entre la tupida vegetación de sus años Que quiere pastar de tu aroma Y compartir con vos el canto del silencio. Hay un hombre que con usted se asombra Cada vez que su brisa pasa. II. Hay tres mujeres destrozando la aparenta paz de mi amor: Tú, usted y vos. Tú llegaste desprevenida Escondida, agachándote detrás de los libros y las poesías. Vos me hizo el amor rudamente Toda una noche Cuando los mayores suponían que conversáramos. Usted llegó más tarde Cuando comencé a necesitar Sin darme cuenta Que vos y tú no se marcharan. III. No sabe qué decir, alienta loca Con la espada quemándole la vida A la mano, cuando desprevenida Bajando por su espalda se desboca. Como un mar de gemidos que provoca El debut de pasiones escondidas Vibra el seno, se eleva y cae tendida Y un me muero le sale por la boca. Cataratas de mieles que sofocas Mi voluntad de hombre traes rendida Cuando muerdes la punta de la broca. Y si acaso tu mano desprendida Presiente el peligro y la roza Erupciona feliz y redimida. Luna Santiaguera. Luna, lunita, lunota No te robes sus ojos Detén esta soledad Luna de perlas Luna de peces Juguetona. A qué tanto miedo A qué esconderse La prisa no resulta buen refugio Y te conozco el alma Luna nevisca Luna de sueños Luna de algas. Quédate esta noche alumbrando mi silencio Préstame tu boca para atrapar el alba Luna de otro Luna de nadie Luna de celos. Luna, lunita, lunota No llores tanto El amor es mucho y el alma tísica Y no nos queda tiempo. Acuarela. Se pierde bajo los guijarros La palabra necesaria El apropiado adjetivo con que pintar tu sexo La fruta minúscula donde probar el arrojo De dibujarte desnuda Bajando por mi garganta. Se me va de las manos cuando casi lo tengo Y lo veo con el pecho Y mis labios lo rozan Atrapado en el tiempo Déjame pintarte mujer de mieles A mi manera con una simple caricia A mi manera con un fuerte abrazo O a tu manera con un beso. IV. Ando resistiendo una fuerza enorme que me tira Y muerde la carne ensangrentada de huesos Que debieran ser míos pero no lo son Y se parten Como astillas. Vienen llegando ángeles extraños Heraldos azules Los lobos del deseo aúllan bajo mi ventana Gritos desesperados de niños viejos Antigüedades de mil años. Las hojas que debieron secarse aún no mueren Y tengo miedo mucho miedo Están apuñaleando mi espalda Miles de besos. Hacinamiento Hay una mujer enmarañada en el centro de mi pecho Agolpando los días en que espero Una mujer que se desnuda lentamente para que la sienta y la redescubra. Hay una mujer de cien años o de mil no sé Que se adueña Que se enseñorea Que apila escombros y gime Y muerde Y revienta Y llora. Hay una mujer dentro de mí que nunca reza Y camina descalza por mi paciencia tullida Una mujer de infinitas nubes Que duerme en mi pecho enmarañado Y me derrota. Cricifixión. Muchacha, estoy atado a una cruz De besos de tu cuerpo De tus muslos De tus ansias De tus sueños Cual resignado Jesús. No me des la libertad Si en gritos de dolor tus noches muerdo No me des la libertad hierve mis carnes Frías Y acorrala mis huesos. Déjame crucificado a tu cruz Y si algún día añoro partir Clava en mi corazón tu cuerpo blanco Para morir en ti. V. Yo quiero abrazar la altura De tu cuerpo que demora La mano no alcanza, gime El pecho no puede, llora. Tu belleza se adereza En el paraje montuno No quiere ser ligereza Sino camino oportuno. Dame tu cielo de hastío Para sembrarlo de palmas Para rociarlo de montes. Para que se haga un bohío En los bordes de tu falda Donde amanezca el cenzontle.