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Salutatio Patris Generalis
Identidad y
pertenencia escolapia
(segunda parte)
Carta a los
Hermanos
– junio 2016
D
esde la convicción de que no hay identidad sin pertenencia1, me propongo en esta
carta desarrollar el tema de la “pertenencia a las Escuelas Pías”. En mi anterior
Carta a los Hermanos traté de explicitar algunas reflexiones en torno a lo que
significa vivir y transmitir nuestra identidad. En esta me propongo resaltar que
uno de los criterios más claros y objetivos de una vivencia adecuada de nuestra
identidad es el sentimiento y la realidad de la pertenencia.
1-Lo primero que quiero decir es que la pertenencia a las Escuelas Pías necesita, antes que
nada, la vivencia de la pertenencia a la humanidad, a la Iglesia y al Señor. Si nuestra
vida escolapia no nos lleva a vivir centrados en el Señor, a sentirnos profundamente hijos
de la Iglesia y a compartir los dolores y las esperanzas de la humanidad es porque hemos
convertido nuestra pertenencia en auto-referencialidad. Estamos ante un criterio claro,
fuerte y exigente. Debemos pensar sobre ello.
Dicho de otro modo: si las cosas que pasan en el mundo -especialmente a los más desfavorecidos- no nos afectan, si las llamadas de la Iglesia las acogemos sólo si coinciden con
nuestras ideas y si nuestra vida no supone un camino de creciente identificación con los
sentimientos del Señor, ¿estamos viviendo verdaderamente como escolapios? ¿Podemos
decir que pertenecemos al sueño de Calasanz si no vivimos y vibramos con las claves desde
las que él lo hizo? Sabemos que esas tres referencias (la humanidad, la Iglesia y Cristo) son
centrales en su proceso y en su opción. Que sea así entre nosotros.
2-En segundo lugar me gustaría decir que el sentimiento de pertenencia es algo profundamente espiritual. La pertenencia se expresa de muchas maneras sencillas pero
1.- Papa FRANCISCO a la Unión de Superiores Generales, publicado en La Civiltà Cattolica 2014 III 459 / 3918, el 19
de septiembre de 2014.
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profundas: la oración por la Orden en sus personas, proyectos, dolores y esperanzas; el
interés por la cosas de todos; la vinculación real con la vida de la comunidad; la disponibilidad para servir al grupo de modo espontáneo; el deseo de profundizar en la propia
identidad vocacional escolapia, etc. Si es así, existe un “espíritu de pertenencia”.
3-Hay actitudes que expresan de manera significativa la pertenencia. Y es bueno
que las expresemos. Y es evidente que estas cosas se viven de manera propia en los diferentes ciclos vitales. También la pertenencia tiene que ver con la edad y con nuestro
momento en la Orden, aunque no de modo absoluto.
Pongo algunos ejemplos –desordenados- que pueden ilustrar este discurso: el proceso
de ir asumiendo responsabilidades; la participación en equipos de misión y de vida; el
estilo de comunidad que vamos viviendo, que nos ayuda o no a crecer en vinculación, y
nuestro compromiso con los hermanos; la interlocución con los demás, y con el superior
mayor que esté en cada momento al servicio de la demarcación; el nivel y calidad de
relaciones; la dinámica demarcacional, que genera o no corresponsabilidad; el compromiso con los proyectos de misión, tanto locales como demarcacionales; la disponibilidad
para proyectos de la Orden; la contribución a la construcción de los horizontes de la
demarcación; nuestra vida clara y transparente con la comunidad, con quienes nos
acompañan y con los responsables de la demarcación, etc.
4-Algunos “puntos de control” a los que quiero referirme de manera específica:
»» la tentación del individualismo. Es algo que se percibe. No quiero decir que los escolapios seamos individualistas, pero sí digo que tenemos esta tentación. A veces veo
dificultades reales para trabajar en equipo, o actitudes de excesivo “mirarnos a nosotros
mismos a nuestras expectativas o convicciones”. Estas actitudes se relacionan muchas
veces con el narcisismo, algo que debemos combatir con fuerza y lucidez.
»» las dificultades para aceptar un cambio de destino. Tengo la convicción de que los
escolapios somos profundamente disponibles y “obedientes”. Pero también conozco
dificultades personales para aceptar un cambio de destino. Cuando un hermano rechaza un cambio de lugar o de misión, a veces argumenta su postura diciendo que “estoy
bien donde estoy” o que “no puedo dejar ahora lo que estoy haciendo”. Me pregunto,
ante estas situaciones, ¿qué significa realmente “estar bien”? ¿Qué estoy diciendo
cuando digo que estoy bien y que por eso no debo salir de donde estoy? ¿Cuándo me
olvidé de lo que significa que estamos para la Orden, y no para nuestros compromisos? ¿Cuándo empecé a dejar de ser servidor y convertirme en dueño de la misión a
la que me dedico? Esto también tiene que ver con nuestra vivencia de la pertenencia.
»» la tentación de la doble pertenencia. Debemos aprender de nuestra propia experiencia
y de nuestra propia historia. Las experiencias pastorales, las espiritualidades cristianas
que enriquecen nuestra Iglesia, son buenas y nos ayudan sin son vividas de manera que
nuestro centro sigue siendo la Orden y nuestra espiritualidad nítidamente calasancia.
Se puede participar de determinadas espiritualidades sin perder ni arriesgar la identidad. Pero también se puede poner en riesgo. Esto debe ser siempre objeto de discernimiento. Aportemos lo nuestro a la comunidad eclesial, aceptemos los dones que
nos ayuden a ser mejores escolapios, pero hagámoslo teniendo claro lo que somos,
el espacio eclesial desde el que vivimos, la familia religiosa a la que pertenecemos.
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Pertenecer consiste en vivir, orar, crecer, discernir y entregar la vida por y para las
Escuelas Pías de San José de Calasanz.
»» la relación con el dinero. También esto tiene que ver con la pertenencia. Nuestro uso del dinero expresa con mucha claridad “a quién y a qué pertenecemos”.
Cuando un religioso utiliza el dinero –que nunca es suyo, sino de la Orden y para
los pobres- para mejorar “su nivel de vida” o para comprarse algo nuevo y moderno que no necesita; cuando un religioso se concede privilegios que no tienen nada
que ver con la pobreza; cuando una comunidad no se preocupa de hacer bien un
presupuesto económico y de controlarlo adecuadamente; cuando un religioso
no entrega el dinero que ha recibido por cualquier actividad a la caja común y se
lo guarda para él; cuando pasan estas cosas, me viene espontáneamente esta petición: ¡convertíos! Porque se trata de esto, de convertirse y de vivir como religiosos.
Sabemos que el Papa Francisco es fuerte y claro cuando habla de lo que se espera de
las “personas religiosas”. Me atrevo a citar unas palabras del Papa pronunciadas en su
viaje a Corea del Sur: “La hipocresía de los hombres y mujeres consagrados que profesan
el voto de pobreza y viven como ricos hiere el alma de los fieles y daña a la Iglesia. Pensad
en lo peligroso que es adoptar una mentalidad puramente funcional y mundana, porque
nos lleva a poner nuestra esperanza sólo en los medios humanos y destruye el testimonio
de la pobreza que Cristo ha vivido y ha enseñado2”.
5-El desafío de iniciar a los jóvenes en nuestra vida. No quiero dejar de citar este
tema que me parece esencial. Pienso que una de las claves de la Formación Inicial consiste precisamente en acompañar a los jóvenes en el crecimiento de su pertenencia a
la Orden, cuidando todas las mediaciones –de todo tipo- que nos ayudan en esta tarea.
La Formación Inicial es un trabajo artesanal. Una obra que se hace “de uno en uno”. Es
la tarea más importante que tenemos en relación con el cuidado de la identidad y de la
pertenencia escolapia. Por eso debemos apoyar y acompañar tanto a los formadores, y
recordar frecuentemente a las comunidades formativas la profundidad del servicio que
les hemos encomendado. Ningún joven puede aprehender la identidad y la pertenencia
sin el ejemplo de quienes le acompañan en el día a día. No lo olvidemos nunca.
Termino con una sencilla conclusión, ya enunciada en mi carta anterior. Pienso que la
identidad y la pertenencia están directamente relacionadas, y que de la bondad de esta
relación depende el crecimiento de una y de la otra. Os invito a todos a reflexionar sobre
ello, y a hacer el mayor esfuerzo para que en nuestras comunidades –el espacio natural
en el que las vivimos- sean en verdad generadoras de identidad y de pertenencia escolapias.
Recibid un abrazo fraterno.
Pedro Aguado
Padre General
2.- Papa Francisco. Viaje apostólico a Corea del Sur. Encuentro con los religiosos y religiosas. Día 16 de agosto de 2014.
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