Así es Dios - SUMMA Aldapeta

Transcripción

Así es Dios - SUMMA Aldapeta
Una Buena Noticia
para la semana
Año II Nº 153
4
SUMMA
Aldapeta
Asterako berri ona
Así es Dios
Más que con definiciones abstractas o filosóficas,
Jesús prefiere mostrar a Dios con actitudes respecto a las personas y los acontecimientos. Muchas veces obra de una manera, y viene a decir: “Así es Dios”.
En el caso de Zaqueo, la tentación de la gente era de
condena total. Ni tan siquiera le dejaban sitio para que pudiera
ver a Jesús. Sería muy millonario, pero su baja estatura le impedía cumplir uno de sus deseos: ver a Jesús. La gente piensa
que se tiene merecida esta humillación de que nadie le tenga
consideración. Era un hombre rico, tramposo con la gente y
servidor de una potencia extranjera, que estrujaba al pueblo.
No es extraño que nadie quiera hacerle sitio; tiene que ver y
tragarse la inquina que le tienen.
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía,
porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y
se subió a una higuera, para verlo, porque tenía
que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio,
levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, baja en seguida,
porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la
doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”. Jesús le
contestó: “Hoy ha sido la salvación de esta casa;
también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo
del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que
estaba perdido”. (Luc 19, 1-10)
Jesús actúa como si dijese: “Dios es diferente”. Llama a
Zaqueo cuando la gente lo desprecia; le invita a entrar dentro
de sí mismo y preguntarse sinceramente a dónde conduce una
vida centrada en acumular más y más, en engañar a todo el
mundo, en traicionar incluso a los de su propia casa, sacrificando todo a su única obsesión de ser cada vez más rico.
Jesús toca su corazón. Le hace darse cuenta de que
necesita otro ideal de vida en que esté muy presente el compartir: se desprenderá de la mitad de sus bienes para darlo a
los pobres y a los que ha engañado les compensará con generosidad. Conocer a Jesús, cultivar su amistad, lleva consigo
necesariamente preocuparse de las demás personas.
Jesús afirma emocionado que ha llegado la salvación a
esta casa. Contrariamente a los que murmuraban y criticaban
que hiciese buenas migas con un pecador bien conocido, Jesús se ha hecho invitar a comer por Zaqueo. Como en sus curaciones y en todas sus actuaciones, no se deja llevar por los
prejuicios de la gente, que piensa y comenta que a este ricachón codicioso no hay quien lo cambie. Pero a este hombre, la
acogida que encuentra en Jesús, y que el resto del pueblo le
negaba, sí le hace cambiar. Jesús no se deja impresionar por
lo que dicen los de alrededor, aunque en parte sea verdad. La
persona tiene posibilidades de entrar dentro de sí misma y
cambiar a mejor.
Emailgelio 153 del 30 de octubre de 2016
Zaqueo encontró algo especial en la mirada y en la actitud de Jesús, que no encontraba en los demás. Nos hace pensar en que muchas veces, en las relaciones con los otros, nos
es necesario intentar querer a las personas, aunque nos hayan
hablado mal de ellas.
Domingo 31 del tiempo ordinario (C)
Ignacio Otaño SM:

Documentos relacionados