Estampas: un Haití que se levanta

Transcripción

Estampas: un Haití que se levanta
Estampas: un Haití que se levanta
Haití: piedra, papel o tijera
Es el primer recorrido por la ciudad de Puerto Príncipe y sus suburbios. La atravesamos en uno
de los camiones del Campamento Internacional Feminista que lleva carpas, medicamentos,
alimentos y abrazos de la solidaridad internacional recogida mano a mano en toda América
Latina, el Caribe y otros rincones del mundo para clínicas, comunidades y campamentos de
techo de sábanas que han emergido en cualquier predio vacío en la ciudad.
Como no tengo lenguaje para hablar con la gente y de todos modos esta primera pincelada es
a toda prisa y en carro para llegar al lugar del epicentro en Leogan, que es donde está el primer
campamento, ya he decidido que como periodista lo que puede hacer es observar. Los niveles
de destrucción de edificios y de vivienda son tales y tan de concreto, y tan en concreto que no
aguanta la mirada.
Habíamos entrado dos horas antes por la frontera de Jimaní desde la República Dominicana.
Durante los primeros 30 kilómetros desde la entrada a territorio haitiano, todo lo que vimos
fueron las grandes canteras de piedra “slate” con la que precisamente se hace concreto y se
hacen los bloques de cemento. Trabajadores a pico y pala todo el tiempo, sacándole la piedra
a las interminables montañas.
Tal vez por eso hasta las casas más pobres en la ciudad eran de concreto. ¡Que paradoja!
Lástima que no se produjera acero en Haití, tal vez el cemento hubiese tenido mas varilla. Hay
edificios y viviendas que se hicieron añicos en los diez segundos y el seco estruendo que fue el
temblor que azotó el cemento desnudo de las estructuras urbanas mientras que en los menos
quedaron .de las varillas las vigas y techos.
Llama la atención que las escasas viejas casas de madera que están de pie entre los
escombros de las cuadras están intactas.
Filas y filas y filas de estructuras destrozadas que hacen doler la mirada. Hay momentos que
duele tanto que tengo que bajar la mirada hacia el piso del carro para no ver más. No puedo
usar el recurso de cerrar los ojos. A esto no se le puede dar la espalda. Cuando vuelo a mirar
para los lados busco desesperadamente el contacto humano de los ojos de haitianos y
haitianas.
En ellos está la vida. Las niñas y los niños te sonríen como queriendo también encontrar
aliento. Adultas y adultos te miran, te sonríen algunos pero también te increpan. ¿A qué has
venido y qué puede significar eso para ellos?
Las ayuda a esos lugares no llega. En las paredes ves el censo que podría anunciar dónde
distribuir lo que está todavía en el aeropuerto y el puerto. En graffiti y a veces hasta colgados
de los alambrados eléctricos por dónde no fluye nada, hay letreros que dicen, así en inglés
comos se los cuento: “help needed here” con unas flechas apuntando hacia sus improvisadas
viviendas y campamentos de sábanas.
Dicen que no es fácil distribuir más allá del gran campamento de Campo Marte al frente del
también destruido Palacio Nacional porque no se sabe dónde están. Ya el censo está realizado
comos lo sabe hacer un pueblo. Siga la flecha.
Lo que falta es voluntad y mientras más tiempo pase, más grande será el tal problema de
seguridad pues un pueblo hambriento y que sabe que hay comida, hace cualquier cosa por
conseguirla. Otra buena salida es seguir las cotidianas cisternas de distribución de agua
llevando también la comida. No ha exclusa. Falta la voluntad de hacer llegar lo que se necesita.
De pie, en las interminables filas
Busco retratar además el comportamiento colectivo de la gente para poder tratar de captar
cómo la ciudad vuelve a la vida. Ni se me ocurriría repetir el lugar común de regreso a “la vida
normal” porque aquí nada es normal y no se si algún día lo será.
La gente ya no deambula por las calles como alelada mirando hacia el horizonte, como
describen los medios la primera semana de calamidad.
Han pasado dos semanas y ya la gente camina con un sentido de propósito, además de que ya
no hay cadáveres a la orilla de las aceras o en los escombros, ni tampoco mucha basura que
obstaculice las calles.
Tres tipos de trabajos caracterizan la gente que labora en el espacio público. Gente pobre –
bastante balanceada la composición entre ambos sexos - contratada a cambio de comida para
limpiar las calles, liberarlas de basura y de escombros para que los carros puedan circular.
Transportistas públicos – todos hombres – en camiones, buses y taxis que desplazan y se
desplazan entre la muchedumbre de ambos sexos. O camiones de la Cruz Roja, de Naciones
Unidas, del ejército de Estados Unidos, de Médicos Sin Fronteras, de organizaciones de ayuda
humanitaria no gubernamental etc. Estos últimos van con una prisa que marea.
Y comercio, mucho comercio en manos de mujeres que venden una escasa mercancía: frutas,
verduras, leña, huevos, uno que otro pedazo de carne seca. Casi todas son mujeres. En Haití
el sector informas está compuesto por mano de obra femenina en un 98%.
Punto seguido registro las filas por tipo de servicio y por cantidad de gente en ellas.
Se destaca como la más cuantiosa la fila que vimos, la oficina de inmigración que hasta hoy
estuvo cerrada desde el terremoto. Son siete cuadras de fila ordenada. No les tengo puedo
decir si buscan documentos o permisos para salir, pero lo que se sabe a ciencia certera es que
buscan salir. No tengo que elucubrar si es por una situación forzada, eso que lo decida usted
que lee esto.
La segunda fila más llena en la ciudad es la del cementerio nacional. Están cerradas sus
puertas, pero hay cientos de gentes aferradas a las barras queriendo entregar al celador
adentro unos pedazos de papeles. No puedo preguntar qué pasa, pero no es difícil de
imaginar. Por deducción quieren saber si sus desaparecidas y desaparecidos están enterrador
allí. Al menos en el cementerio hay una lista de nombres. Si aparecen allí podrán dar algún tipo
de clausura a su duelo, pero de lo contrario, ¿cómo hacerlo? Es como si la deducción fuera lo
único que quedase para mitigar el desasosiego. Se aferran a las barras con pedazos de papel
como los que pusieron encima de los cadáveres a la orilla de las calles en los días que
siguieron el terremoto.
La tercera fila más masiva es la de los lugares dónde se buscan las remesas. Western Union y
la otra acaban de reabrir también. En Haití las remesas constituyen el más alto porcentaje de
Producto Interno Bruto. No estoy haciendo probabilística cuando sugiero que probablemente
ese porcentaje se va triplicar.
La cuarta concentración es la de buscar agua. En la capital y sus alrededores no ha habido
problemas para reorganizar la distribución de agua porque en esa ciudad toda la vida el agua
ha llegado por cisternas. No existe otra fuente de agua. Están compuestas estas filas casi
exclusivamente mujeres.
Me salta la pregunta: ¿Dónde están las miles de personas lisiadas? Lo que quedó de calles,
trasporte y lugares públicos no es adecuado para su desplazamiento. Qué espanto. Además de
lisiadas, restringidas a sus viviendas. Es un tremendo reto abordar esto también.
Al pasar por otros lugares públicos sabemos lo que fueron por lo que se ve entre los
escombros. Un pedazo de pared con in Mickey Mouse nos dice que había un kinder. Me
pregunto si sería aquel en el que murieron todos los niños o uno de aquellos en que todos
sobrevivieron. En otro lugar vemos un cristo en la cruz, pero la Iglesia está detrás hecha
añicos. En otro hay cientos de jeringas dispersas y en otro hay n cajero automático hecho
pedazos y arrugado como si fuera una lata de atún pisoteada. Pasamos por unos escombros
donde se asoman los cuadernos de estudiantes.
A estas alturas ya dejo de preguntarme cuales serán.
Lo que se perdió en los escombros:
Han sido mucho más de 100,000 las vidas cegadas por el cataclismo sin que todavía de le
pueda hacer honores a la gran mayoría de personas enterradas en fosas comunes para salvar
a quines sobrevivieron.
Un cataclismo que ha afectado in-misericordemente a más de tres millones de personas en
forma todavía incalculable.
Un cataclismo que destrozó sin precedentes en la historia moderna todas las estructuras del
estado, del gobierno y de la sociedad civil.
Un cataclismo que ha “terremoteado” las conciencias de millones de personas, la mayoría de
gobiernos y organizaciones e instituciones en el mundo que se han dispuesto a brindar ayuda
desde distintos intereses que los organismos de derechos humanos buscan monitorear para
que se respete ese marco jurídico internacional que caracteriza que la ayuda sea para que
Haití sea quien se levante.
Pero hay otra cosa soterrada entre los escombros que la gente se resiste a dejar atrás ahora
que se empieza a poner de pie. Es el legado histórico con el que Haití cuenta y que ha
compartido con el mundo aún en sus condiciones de miseria. Es su aporte histórico a la lucha
contra la esclavitud y la dominación colonial.
Por la vía de la lucha encabezada por esclavas y esclavos contra Napoleón nos llegó a las
Américas la Declaración de Derechos Humanos de la Revolución Francesa. Por la vía haitiana
nos ha llegado a la región y el mundo su poesía, su arte primitivo excepcional, su literatura, etc.
Por los caminos de la búsqueda de medicamentos adecuados – basados en el ADN - para el
tratamiento del VIH-SIDA nos llegó desde Haití el aporte del Dr. Jean Pape. Por los caminos
libertarios contra los regimenes dictatoriales de las décadas finales del siglo pasado el pueblo
haitiano liberó una de las luchas políticas frontales contra la dictadura de Los Duvalier una de
las más sanguinarias en el continente. Por las luchas feministas de las mujeres haitianas y sus
organizaciones la región y el mundo sabe que el feminismo lo han construido mujeres afro
descendientes también, que no es un legado de las “blancas” de clase media. Sus más
conocidas organizaciones: Asociaciones para el Fortalecimiento de la Salud Pública (Sopha),
Kay Famme (Casa de Mujeres), Enfo Fanm (Información Feminista) han estado compuestas
por mujeres de todas las etnias haitianas y nos han legado una integración de género y etnia
inseparable.
Ese legado se encuentra bajo los escombros y hay que recuperarlo con igual técnica como se
trató de hacer con las vidas humanas que quedaron atrapadas. La vida de nuestra especie es
vida humana, pero está compuesta por historia acumulada. Es ya o nunca, con la urgencia que
se trató de recuperar vidas humanas.
Guardianas de la historia
Lise Marie de Jean, líder feminista de Sopha en Haití nos alertó acerca de la memoria histórica
soterrada, cuando en la reunión de más tres decenas de feministas de América Latina y El
Caribe en la República Dominicana entre el 26-27 de enero nos dijo que el duelo de las
mujeres de Haití es por la pérdida irreparable de tantas vidas “pero también porque en los
escombros del local de EnfoFam, por ejemplo, está el archivo histórico de los orígenes del
feminismo en nuestro país por ser esa la primera organización.”
Nos contó acerca del daño a Kay Fam, otra organización feminista, de la biblioteca nacional
soterrada en el centro de la ciudad, de los centros de documentación de cultura, derechos
humanos y demás.
De manera que cuando fuimos a Puerto Príncipe a rendir honores a los miles de personas y las
líderes feministas muertas, a solidarizarnos con la gente que había sobrevivido, a llevar ayuda
humanitaria mano a mano para mitigar alguna necesidad y a ver qué mas se podía hacer a la
vez que cubríamos la noticia desde nuestra mirada feminista, sabíamos que teníamos que ir a
hacer una despedida a nuestra memoria histórica haitiana también.
Ya las feministas de la región han decidido en la reunión que cada una de las redes de
comunicación va a desenterrar de sus propios archivos las entrevistas y documentos que
tenemos en los últimos 30 años con las haitianas. La Red Latinoamericana y del Caribe de
Periodistas, Radio Internacional Feminista y el Centro Feminista de Investigación y Acción
(CAFRA) lanzan el llamado a las otras.
Al llegar a la ciudad pedimos a Lise Marie que nos llevara al local destruido de Enfo Fanm para
documentar el hecho. Una casa de dos pisos en un suburbio cerca de la ciudad. Se nos nubla
la mirada ante el viejo letrero con el nombre de la organización que se mece con la brisa del
Caribe que azota la destruida construcción de cemento.
Entramos a contrapelo de la primera guardiana de la historia que nos encontramos. Madame
Lisie sale de la casa de enfrente a decirnos que ahí no se puede entrar.
Pero ella conoce a Lise Marie, quien anda acompañada de Flavia Cherry con la cámara de RIF.
Yo llego más tarde. Ellas filman para contar al mundo. Cuando llego me resisto a hacer mi
despedida. “¡Están ahí y están intactos, mírenlos!”
Hay que hacer un llamado a la UNESCO y UNIFEM que manden a rescatarlos. El local, si bien
está destruido, tiene sus estructuras de pie aunque sumamente vulnerables. Se ven cosas que
hay adentro. Están los archivos. Volvemos a siguiente día con Silvie del Centro Ecuménico de
Derechos Humanos. Sale como fiera la guardiana pero les explicamos y nos explica.
Agradecemos su cuido y nos vamos al siguiente encuentro con el presente y el pasado. Nos
cuenta que la Secretaria Ejecutiva de la organización llegó esta mañana. Nos alegramos. En
sus manos debe colocarse lo que se rescate pues es legado de las protagonistas-guardianas.
Nos vamos al segundo local, el de Kay Famm. Otra vez somos interceptados inmediatamente.
Esta vez es un joven canadiense que se dedica a vigilar el local, no tan destruido, pero
inhabilitado. De este todas las activistas salieron ilesas, salvo su directora, Magalie Marceline,
quien andaba en el momento del terremoto en una reunión en un edificio del cual acababa de
salir en el momento del temblor.
Nos pide identificación y explicaciones. Nos deja entrar y nos cuenta qué pasó. Se quiebra en
medio del video que le estamos haciendo. “Es que Magalie era mi segunda madre. Soy hijo de
una feminista canadiense y la verdad es que ellas me criaron!”
Nos cuenta que ya sabe del Campamento Feminista Internacional y que está trabajando
brindando cobertura a MSNBC de Canadá por lo que nos quiere hacer una entrevista. Su
trabajo periodístico lo hace desde su puesto de guardián de la memoria.
Magalie vive entre nosotras y en la nueva generación de jóvenes que se dejaron marca por
ella. Eso me alienta.
La tercera visita es la local del “Ministerio de la Condición de la Mujer y de los Derechos de la
Mujer”. Lo único que quedó de pie en ese fue el letrero que da a la calle. La vista es de
espanto. No quedó piedra sobre piedra.
El silencio nos abraza, los escombros nos estremecen, las piernas flaquean, el instinto de
aviva, aunque si tiembla, ya no hay mas nada que pueda caer. Dos pisos de concreto tirados
en el suelo como si fueran de papel regado por el viento.
En la entrada no hay guardianes ni guardianas. Miriam Merlett, una de las feministas fallecidas
que a su vez era fundadora de Enfo Famm con otras, le había puesto mucho esfuerzo político a
ese Ministerio. La Ministra y mucho personal había muerto también.
Recojo una hoja de entre todo el material disperso entre los pedazos de cemento. Es una
invitación fechada del 10 de mayo del 2007, dirigida a la Ministra para un “Foro Nacional de
Educación para Todos”. La ministra de ese tiempo era Marie Laurence Lassegue, actual
Ministra de Cultura, una de las sobrevivientes.
La mano me tiembla. Parece mentira que un pedazo de papel pueda cobrar de repente tanto
significado. No se si es la primera pieza de historia que se recupera, pero se la voy a llevar a
las organizaciones de mujeres haitianas para su museo o tal vez busco a la Ministra de Cultura
cuando sea prudente, para pedirle que solicite intervención a la UNESCO y a UNIFEM para
recuperar la memoria.
Una profunda tristeza se me mezcla con el aliento de un camino para la recuperación de la
memoria. Rindo homenaje a las desaparecidas de la historia para que no se nos vayan.
María Suárez Toro, RIF
y Centro de Comunicaciones,
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Campamento Internacional Feminista
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La delegación estuvo compuesta por cuatro personas: Katerina Anfossi, directora de RIF, Douglas
Candelario Jr. y Fernando Maldonado de Puerto Rico y colaboradores de RIF, esta servidora y Flavia
Cherry del Centro Feminista de Investigación Acción del Caribe (CAFRA). La visita fue posible gracias a
la solidaridad de gente en Puerto Rico que creyó y aportó a esta iniciativa, nuestras familias y el
movimiento feminista de la región y el haitiano particularmente que ha organizado la estrategia del
Campamento Internacional Feminista, a la Colectiva Mujer. Fue posible además Colectiva Mujer y Salud
y CIPAF de la República Dominicana y a Jean Claude y Silvie Bajeux del Centro Ecuménico de
Derechos Humanos en Haití y a Maude Duquella, haitiana en Puerto Rico, haitiana en Puerto Rico.

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