REVISTA - Hermandad Matriz Almonte

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REVISTA - Hermandad Matriz Almonte
155 × 215 SPINE: 17
FLAPS: 100
REVISTA
para el fomento y la difusión del
conocimiento de la devoción popular
a Santa María del Rocío
ISSN 2253-7120
Año III
Número 2
Patrocina
Artículos de
P.V.P: 10€
Domingo Muñoz Bort
Manuel Ángel López Taillefert
Antonio Mª Calero
Ignacio Gaztelu
Michael D. Murphy
J. Carlos González Faraco
Manuel Galán Cruz
Santiago Padilla Díaz de la Serna
Juan de Dios Montoto Sarriá
Antonio J. López Gutiérrez
María Teresa Jiménez Vallejo
María José Sánchez López
Antonio Ramírez Almanza
En cubierta: El Rocío en «Platero y yo», óleo sobre
lienzo de Juan Manuel Nuñez Bañez. Madrid,
2010. Colección particular.
REVISTA
exvoto
para el fomento
y la difusión del
conocimiento
de la devoción popular
a
Santa María del Rocío
que se venera en su santuario de
almonte
Almonte (Huelva)
2013
REVISTA
exvoto
para el fomento y la difusión del
conocimiento de la devoción popular
a Santa María del Rocío.
Publicación anual
Año III •• Número 2
Juan Ignacio Reales Espina
Presidente de la Hdad. Matriz de Ntra. Sra. del Rocío de Almonte
Manuel Galán Cruz
Delegado de Formación de la Hdad. Matriz de Ntra. Sra. del Rocío de Almonte
DIRECTOR
Santiago Padilla Díaz de la Serna
Secretario de la Hdad. Matriz Ntra. Sra. del Rocío de Almonte
COMITÉ CIENTÍFICO
José M.ª Miura Andrades
Universidad Pablo de Olavide. Área de Historia Medieval
Antonio López Gutiérrez
Universidad Pablo de Olavide. Área de Ciencias y Técnicas Historiográficas
Luis Millones Santagadea
Universidad Católica de Lima (Perú). Área de Antropología
Juan Carlos González Faraco
Universidad de Huelva. Área de Educación
Michael D. Murphy
Universidad de Alabama. Área de Antropología
Águeda A. Villa Díaz
Universidad Pablo de Olavide. Área de Geografía e Historia
Julio Mayo Rodríguez
Historiador y archivero municipal de Los Palacios y Villafranca
Domingo Muñoz Bort
Director del Centro Cultural de la Villa de Almonte
EDITA
Pontificia, Real e Ilustre Hdad. Matriz de Ntra. Sra. del Rocío de Almonte
COLABORA
Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Grupo de Investigación HUM686 Religiosidad y Fuentes Andaluzas
PATROCINA
CECSA. Compañía de Electricidad del Condado SA.
ISSN 2253-7120 •• Depósito Legal SE 9272-2011
Instituto Tipográfico del Mediodía
C/ Feria, 4. Local 1. 41003 Sevilla
SUMARIO
Presentación
Juan Ignacio Reales Espina
Declaración de intenciones
Santiago Padilla
8
10
El Ayuntamiento de la villa de Almonte y la expansión de la devoción a la
Virgen del Rocío (siglos xiv-xx). Parte tercera
Domingo Muñoz Bort
El ajuar de Ntra. Sra. del Rocío y de su ermita según un inventario del
último cuarto del siglo xix
Manuel Ángel López Taillefert
María, Evangelio de Esperanza
Antonio Mª Calero, SDB
El Año Jubilar y la peregrinación
Ignacio Gaztelu
Intensificación cultural en el Rocío. Una aproximación comparada a la
devoción rociera
Michael D. Murphy & J. Carlos González Faraco
13
43
59
73
99
TRABAJOS-APORTACIONES SOBRA LA EFEMÉRIDE
QUE CELEBRA MOS. EN TORNO A LOS HECHOS
DEL ROCÍO CHICO 1810-1813
La lucha de la Villa de Almonte contra las tropas francesas en 1810 y el
voto de acción de gracias a la Virgen del Rocío
Manuel Galán Cruz
123
Juan Ramón Jiménez, Platero y yo, y su capítulo: El Rocío. Una aproximacion a su contextualización en la biografía del poeta
Santiago Padilla Díaz de la Serna
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139
5
Ilustraciones e ilustradores del capítulo «El Rocío», en Platero y yo
Juan de Dios Montoto Sarriá
173
CONOCIMIENTO DEL ARCHIVO DE LA PONTIFICIA, REAL
E ILUSTRE HERMANDAD MATRIZ DE NUESTRA
SEÑORA DEL ROCÍO DE ALMONTE
Las reglas primitivas de la Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío
de Almonte de 1758
Antonio J. López Gutiérrez
199
La fototeca del fondo Infante Galán. Una joya del archivo documental de la
Hermandad Matriz
María Teresa Jiménez Vallejo & María José Sánchez López
Juan Ramón Jiménez en el Fondo Infante Galán de la Hdad. Matriz de
Almonte
Antonio Ramírez Almanza
235
245
RECENSIÓN. OBRAS Y AUTORES
DE REFERENCIA PARA EL CONOCIMIENTO
DE LA DEVOCIÓN ROCIERA
50 años del último número de la revista Rocío, en su primera etapa (19581963)
Santiago Padilla Díaz de la Serna
Reproducción del Capítulo XLVII «El Rocío», de Platero y yo.
Versión original, ediciones de la Lectura, serie Juventud,
Madrid, diciembre de 1914
6
257
279
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presentaciÓn

legamos con el número que ahora presentamos, a la tercera edición
de la revista Exvoto, consolidando esta magnífica iniciativa, como
una experiencia contrastada y acreditada en estos tres años, que la
ha llevado a convertirse en la mejor de las publicaciones científicas sobre la
investigación histórica rociera, además de uno de los proyectos más interesantes acometidos por nuestra Hermandad Matriz.
Como sus precedentes, este nuevo número de la revista, sigue profundizando en las fuentes de conocimiento de la devoción a la Virgen del Rocío,
con originales e interesantes temas, siempre desde el rigor científico, pero
sin perder el aspecto divulgativo, que la hace resultar atractiva para todos
los públicos.
Una revista, que ha sido acogida en los dos números anteriores, con el
mayor interés y expectación, por la calidad y diversidad tanto de sus contenidos, como de sus autores, que ponen de relieve un continuo y renovado
esfuerzo en pro de la formación y la historia, en colaboración con el mundo
de la cultura y la universidad.
Entre otros artículos del mayor interés que aparecen en la revista, en el
año que hemos celebrado el bicentenario del Rocío Chico y el Año Jubilar,
no podía faltar un nuevo trabajo sobre el voto de acción de gracias formulado en 1813, realizado por el delegado de formación de nuestra hermandad, o al cumplirse el centenario de Platero y yo, incluimos también varios
artículos sobre la imperecedera obra de nuestro premio nobel de literatura,
Juan Ramón Jiménez, centrado en su capítulo «El Rocío», o un interesante
trabajo sobre las reglas primitivas de la Hermandad Matriz.
Concluyo con mi felicitación a todos los que han participado en este
número de la revista, a los prestigiosos miembros de su comité científico,
a los autores de los artículos, y particularmente a los que publican por vez
primera en este número y al director y alma mater de esta revista, el secretario de la Hermandad Matriz, Santiago Padilla Díaz de la Serna. Para todos
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ellos, mi agradecimiento por su dedicación y entrega a este proyecto, que ha
hecho posible esta tercera edición de Exvoto.
Y, cómo no, mi agradecimiento personal e institucional para CECSA
(Compañía de Electricidad del Condado, S.A.), la empresa que vuelve a
apostar por nuestra revista, ayudándonos tan decisivamente a hacerla realidad para deleite de nuestros hermanos y público interesado en general.
Juan Ignacio Reales Espina
Presidente de la Hermandad Matriz
8
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declaraciÓn de intenciones

a revista Exvoto avanza en el cumplimiento de sus fines, como homenaje de la cultura a la Reina de las Marismas, Santa María del Rocío; y como instrumento para avanzar en el conocimiento de esta
compleja realidad de fe, inculturizada en Andalucía, con su cultura e idiosincrasia, tan definida y particularizada. Y desde luego, en el gran objetivo
de ser un baluarte que nos ayude a conocer y a poner en valor el riquísimo
archivo de la Hdad. Matriz, en el que hemos redoblado los trabajos y los
esfuerzos en los últimos años para que a medio plazo, pueda estar definitivamente al servicio de investigadores y estudiosos en la materia. En ella se
manifiesta, en última instancia, de forma evidente los lazos que venimos estrechando y reforzando con la Universidad, y con otras realidades culturales
de Andalucía.
En este tercer número, el historiador, Domingo Muñoz Bort, nos hace,
la tercera entrega de un trabajo, que nos está permitiendo avanzar en el conocimiento de las políticas municipales emprendidas por el Cabildo Secular
de Almonte para la promoción y desarrollo de este espacio; en este número,
centrado en los siglos, del xvi al xviii. Y en este mismo apartado de «Aportaciones al conocimiento de su historia», el historiador y divulgador almonteño, Manuel Ángel López Taillefert, nos recupera y glosa el inventario de
la antigua ermita y de la sagrada imagen, del año 1886, que nos aporta una
interesante y rica información de la devoción rociera de finales del siglo xix,
y que reproducimos en su integridad.
Por su parte, en el subapartado de «Teología y mariología», reproducimos el texto de la conferencia del padre Antonio María Calero de los
Ríos, Sdb., realizada para el ciclo de conferencias «Mensajeros del Bicentenario. Encuentros de Fe y Cultura», el pasado mes de diciembre, bajo el
título «María Evangelio de Esperanza», y otra espléndida conferencia, muy
oportuna para este año, del padre Ignacio Gaztelu, rector del seminario de la
diócesis de Asidonia-Jerez, realizada para la Hdad. del Rocío de Jerez de la
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Frontera, bajo el título «El Año Jubilar y la peregrinación», el pasado mes
de noviembre de 2012. Y aparece un nuevo subapartado dedicado a la «Antropología del Rocío», que nos hacen los profesores Michael D. Murphy y
Juan Carlos González Faraco, respectivamente de las universidades de Alabama y Huelva, un trabajo sobre la «Intensificación cultural en El Rocío»,
pero añadiéndole el valor de hacerlo desde una perspectiva comparada.
Y en el apartado de investigación relativo a «La efeméride que celebramos», gira este año sobre dos acontecimientos: Por un lado se redondea el
bicentenario del Voto del Rocío Chico, con un texto del historiador almonteño y delegado de formación de nuestra hermandad, Manuel Galán Cruz,
sobre los sucesos de 1810 que dieron lugar al voto en 1813, que es el texto
de una conferencia pronunciada en Gibraltar en marzo de 2010, hasta ahora
inédita; y le dedicamos un apartado especial al centenario de Platero y yo
(1914-2014), la obra del nobel Juan Ramón, y a su capítulo dedicado a El
Rocío, traducido a más de cuarenta lenguas. En este apartado, nosotros mismos, con una contextualización histórica de las relaciones del poeta con El
Rocío, y el trabajo realizado por el moguereño, Juan de Dios Montoto, sobre
las ediciones ilustradas de Platero y yo, dan contenido a este apartado que se
completa con el artículo del director de la Casa Museo de Juan Ramón, Antonio Ramírez Almanza, que nos ayuda a valorar la colección de Plateros que
conserva la Hdad. Matriz, perteneciente al fondo Infante Galán, gran devoto de la obra juanramoniana. Y este sexto apartado, relativo al «Conocimiento del Archivo de la Hdad. Matriz», se completa con dos trabajos. Uno
del profesor Antonio López Gutiérrez, de la UPO, director de los trabajos
de catalogación y ordenación de nuestro archivo, que se centra en el estudio
de las primitivas reglas de la Hdad. Matriz de 1758. Y el otro de María Teresa Jiménez Vallejo y María José Sánchez López, de la Universidad Pablo de
Olavide, que hacen una descripción de la fototeca de la Hermandad Matriz,
perteneciente también al fondo Infante-Galán, catalogada recientemente.
Completan la revista, en el apartado de «Recensión. Obras y autores
de referencia para el conocimiento de la devoción rociera», un texto que
hacemos en honor de la revista Rocío, de la que se han cumplido en 2013, 50
años de su último número, publicado en mayo de 1963, y la reproducción
de la versión original del capítulo de Platero y yo, publicado ya en la primera
edición de la obra, de 1914.
No podemos concluir estas líneas sin agradecer nuevamente a CECSA,
su apuesta por esta revista, que es la expresión de su apuesta por Almonte y
por Andalucía.
Santiago Padilla
Director
10
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TRABAJOS-APORTACIONES
AL CONOCIMIENTO DE
DIVERSOS ASPECTOS
RELEVANTES DE
LA DEVOCIÓN ROCIERA
HISTORIA
TEOLOGÍA MARIOLOGÍA
ANTROPOLOGÍA
el ayuntamiento de
la villa de almonte
y la expansiÓn de la devociÓn
a la virgen del rocÍo
(siglos xiv-xx).
parte tercera
Domingo Muñoz Bort
Universidad de Huelva
Resumen
El Ayuntamiento de Almonte, junto con el clero local, recibe del indiano
Baltasar Tercero, el encargo de administrar una capellanía de misas en la
ermita de Ntra. del Rocío. Esta administración y su evolución histórica es
el motivo de la presente investigación.
A lo largo de los siglos estudiados observaremos la eficacia de este control
hacendístico y sus pormenores, que
deriva en la práctica hegemonía del
Ayuntamiento sobre el copatronazgo
establecido por su fundador.
Abstract
Almonte City Council, along
with local clergy, received from the
indiano Baltasar the Th ird, the task
of managing a chaplaincy of Masses
in the chapel of Our Lady of El
Rocio. Th is administration and its
historical evolution is the subject
of this investigation. Along the
studied centuries we will notice the
effectiveness of this estate control
and its details, which derives in a
nearly complete hegemony in the copatronage from the City Council set
by its founder.
Palabras clave: Historia. Siglos xiii,
xiv, xv y xvi. Ntra. Sra. del Rocío.
Almonte. Leyenda. Religiosidad
popular. Fortunas de Indias. Contrarreforma. Francisco Hernández
Pichardo. El duque Alonso Pérez
de Guzmán. Baltasar Tercero.
Keywords: History, Century xiii,
xiv, xv and xvi; Leyend; Almonte, Popular religiosity, CounterReformation.
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Domingo Muñoz Bort es licenciado en Historia por las Universidades de Barcelona
y Sevilla. Actualmente es director del Centro Cultural de la Villa y del Centro Internacional
de Estudios y Convenciones Ecológicas y Medioambientales, instituciones dependientes
del Ayuntamiento de la villa de Almonte. Como historiador ha intervenido en numerosas
publicaciones científicas, obras colectivas e individuales, de la Historia Moderna y Contemporánea. Desde hace más de dos década investiga en uno de los archivos nobiliarios más importantes de Europa, el archivo ducal de Medina Sidonia. Fruto de estas investigaciones, son
los trabajos: La ganadería caballar en la villa de Almonte, Un modelo de explotación señorial: el
Coto de Doñana; El marco ilustrado de Pablo de Olavide y Las Nuevas Poblaciones del siglo xviii.
Guzmanópolis y la Nueva Población del Rocío y La colonización agraria del siglo xviii en Andalucía: el proyecto ilustrado para el espacio de Doñana. Miembro del Equipo de Investigación de
la Universidad de Huelva denominado «El Suroeste Peninsular. La articulación histórica de
un espacio socioeconómico y cultural (siglos xiii-xviii)», [Registro: HUM-453], y perteneciente al Plan Andaluz de Investigación (www.grupos-pai.cica.es).
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La institucionalización de la devoción rociera en el siglo xx, a través
del papel de la Hermandad, es uno de los procesos más apasionante de
esta manifestación popular. Así como no se puede interpretar la devoción a Ntra. Sra. del Rocío si no es a través del proceso de institucionalización de la misma, ni comprender su desarrollo sino se tiene en cuenta
el papel desempeñado por el Ayuntamiento en los siglos xvi al xix.
LOS ANTECEDENTES. LA ADMINISTRACIÓN
DEL PRIORATO DE ERMITAS

on esta conclusión de Rosendo Álvarez Gastón1, brillante investigador en la historia rociera, iniciamos esta tercera entrega sobre la
evolución de las estrategias que ejecutó el Ayuntamiento de la villa
de Almonte en la expansión de la devoción rociera a través de varios apartados. Primero defi niremos, sin olvidar sus antecedentes, el modelo de la
gestión administrativa nacido en base a las voluntades expresadas en la
fundación de la capellanía, otras veces obra pía, de Baltasar Tercero en la
ermita de Ntra. Sra. del Rocío. Finalizaremos con la exposición del ciclo
festivo rociero cuando la primitiva y reducida devoción, local y minoritaria,
logra el estatus religioso de primordial y sobresaliente al alcanzar el patronazgo sobre la villa a mediados del siglo xvii.
Antes de la fundación de la capellanía de Baltasar Tercero, la administración de la ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas corría a cargo exclusivamente
del Priorato de Ermitas del Arzobispado de Sevilla, figura que el derecho
canónigo recogía como administrador perpetuo por apostólica disposición,
y que solía recaer sobre los canónigos de la Santa Iglesia de Sevilla.2 El titular
del Priorato a su vez nombraba, por el tiempo de su voluntad, a dos cargos
1
2
ÁLVAREZ GASTÓN, R.: Las raíces del Rocío. La devoción de un pueblo. Huelva, 1981,
p. 128.
HERNÁNDEZ PARRALES, A: «Juan de Astorga hizo las Andas de la Virgen», en revista
Rocío, nº 23 (1960), p. 8. El Priorato de Ermitas desaparece tras las Cortes de Cádiz. Este
autor era Archivero del Arzobispado de Sevilla cuando elaboró este artículo.
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u oficiales: un mayordomo o administrador de cada ermita con potestad de
nombrar ermitaño y controlar todos los bienes, rentas y limosnas pertenecientes a las ermitas, dando cuenta anual o cuando le fuere requerido por
el Prior de Ermitas; y a un Visitador de Ermitas de un término municipal
concreto, que vigilaría y tendría informado al Prior de todo lo relacionado
con las ermitas.
Para el objeto de nuestro estudio, empezaremos con el Prior de Ermitas
don Pedro Vélez de Guevara, que comenzaría su mandato con cierta anterioridad al año de 1571, año en que nombra, por su disposición de 19 de
mayo, a Francisco Hernández Pichardo, clérigo y natural de Almonte, como
Mayordomo de la ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas.3 Sin saber la fecha
exacta de su nombramiento por el mismo Prior de Ermitas, ejercía de Visitador de las ermitas radicadas en término de Almonte, el clérigo natural de
esta villa, Juan Pinto,4 que lo vemos actuando dando su aprobación al arriendo de un olivar propiedad de la ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas. Pero,
¿no era esta precisamente una de las atribuciones del mayordomo Francisco
Hernández Pichardo? No debemos mostrar sorpresa por este hecho aislado,
pues bien pudo producirse por delegación expresa del mayordomo titular o
impedimento de éste. Sí hemos comprobado que los deudores o inquilinos
de los bienes de la ermita estaban suficientemente controlados. En el último testamento de Francisco Hernández Pichardo, de 25 de septiembre de
1590, deja constancia de la administración de la ermita de su competencia:
Confieso que debo a la Iglesia de Ntra. Sra. de las Rocinas seis ducados, cinco que cobré de Cristóbal Hernández, del arrendamiento de la
casa de un año que se cumplió por Pascua de Navidad del año pasado de
89, y el otro ducado que cobré de un tributo que paga el bachiller Juan
Hernández, clérigo, que se cumplió por el dicho tiempo. Declaro que
Antón de Egea debe de corrido a Ntra. Sra. de las Rocinas dos ducados
de tributo corrido de dos años. Declaro que la Iglesia de Ntra. Sra. de las
Rocinas tiene en esta villa y su término, las posesiones siguientes: Una
casa en la calle del Tejar, linde casa de Diego Martín, anguilero, y casa
de Juan García Salvador, y vive en ella Cristóbal Hernández. Una casa
linde de una parte casa de mi morada y de otra casa de Inés Hernández,
viuda, y la calle pública, la cual tiene dos portales y un aposento en el
que se halla mi fuego que se la dejó una persona después de mi vida, y yo
fallecido la ha de tener la dicha Iglesia de Ntra. Sra. de la Rocina. Veinte
3
4
A(rchivo) de la H(ermandad) M(atriz) de A(lmonte), F(ondo) J(uan) I(nfante) G(alán),
Caja 70-479-1, fol. 2 r.
MUÑOZ BORT, D.: «El ayuntamiento de la villa de Almonte y la expansión de la devoción
a la Virgen del Rocío (siglos xiv-xx). Parte Segunda», Exvoto, II, nº I, (2012), Sevilla:
Hermandad Matriz, pp. 28-29.
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pies de olivar al Río, linde con olivos de la capellanía de Juan Pichardo,
clérigo, que era de Alejo de Velasco, y de otro olivar de Hernando Caballero, que lo tiene Gonzalo Hernández, clérigo. Dos ducados de tributo
que paga el uno Antón de Egea sobre su casa en la calle Concepción, y
otro paga el bachiller Juan Hernández sobre otra casa que tiene junto a
la mía juntas.5
No tenemos, de momento, más detalles que ofrecer sobre la administración del clérigo Francisco Hernández sobre la ermita de Ntra. Sra. del Rocío.
Cesó en su cargo, tras más de 26 años de gestión, en 1598, cuando en nuevo
Prior de Ermitas, el doctor Juan García Bahamonde, por disposición de 12
de enero de 1598 y por el tiempo de su voluntad, nombró a Antón Díaz Bejarano, clérigo y natural de Almonte, «administrador de la ermita de Ntra.
Sra. de las Rocinas y demás del término de Almonte, y de Ntra. Sra. de las
Mercedes, término de
Bollullos».6 Con este
nuevo título, parece
que el Priorato suprimía los anteriores de
mayordomo de cada
ermita y el de visitador de las ermitas del
término, unificándolo en un solo oficial.
Este Antón Díaz era
sobrino de Francisco
Hernández Pichardo
y hermano de Juan
Pichardo, Racionero
de la Iglesia Mayor de
Sevilla desde el año
1591.7 Antón, como
su hermano Francisco, también participó Nombramiento de Francisco Hernández Pichardo como
Mayordomo de la ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas.
en la vida política mu- Cortesía del Archivo de la Hermandad Matriz de Almonte
5
A(rchivo) de P(rotocolos) N(otariales) de L(a) P(alma) del C(ondado), leg. 8. Almonte,
1590, Escribanía de Diego Dávila. La casa de Francisco Hernández Pichardo estaba
situada en la calle La Laguna (hoy Rector Martín Villa).
6
A.H.M.A., F.J.I.G. Caja 70-479-, fol. 3 r.-4 r.
7
DE SALAZAR MIR, A.: Los expedientes de limpieza de sangre de la Catedral de Sevilla
(Genealogías), Madrid, 1995, tomo I, p. 44.
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nicipal con cargos en el Ayuntamiento de la villa. Cuando se trataba de cobrar el dinero de la capellanía de Baltasar Tercero, Antón Díaz ejercía de
regidor municipal y como tal fi rmaba el poder general que le otorgaron a
Hernando de Vallejo y a Diego García de Almonte, vecinos de Sevilla, para
el cobro de aquellos dineros depositados en la Casa de la Contratación de
Sevilla.8 Estuvo en este cargo de administrador de las ermitas radicadas
en Almonte hasta que obtuvo la designación de Racionero de la Iglesia
Catedral en 1614.9
Le sucedió en el mismo cargo el clérigo natural de Almonte, Juan Pichardo Osorno, por nombramiento del Prior de Ermitas, Rodrigo Arias
de Neyra Portocarrero. Este nuevo oficial administrador de la ermita de
Ntra. Sra. de Las Rocinas era sobrino de los anteriores nombrados Antón
y Juan, hijo del capitán Pedro Martín Pichardo e Isabel Osorno, y hermano
de Pedro Pichardo Osorno quien llegara a ser Racionero de la Iglesia Mayor
de Sevilla en el año 1633.10 Por el contenido de su testamento, otorgado en
Almonte el 24 de mayo de 1638, su administración prioral abarcaba a todas
las ermitas de Almonte:
Iten, declaro que de la hacienda de la ermita de Ntra. Sra. de las Rocinas he cobrado de Isidro García, vecino de Almonte, 100 reales y no
más. Y los demás vecinos que pagan a la dicha ermita están debiendo los
maravedíes corridos y de los dichos 100 reales que cobré declaro pagué
la limosna de 2 misas cantadas y los derechos de un pleito que se siguió
con Gonzalo Fernández porque el quería quedarse con una casa de la
dicha ermita. [...] Declaro que tengo en mi poder un cáliz de plata de
Ntra. Sra. de La Hermosa. Declaro que está en la Iglesia Parroquial un
cáliz de plata con su patena que es de la iglesia del Señor Santiago que
es de Santa Lucía.11
Por este año de 1638, eran dieciseis inquilinos o arrendatarios los que
pagaban réditos a la casa y ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas, bien por
préstamos dinerarios o por rentas de casas y fincas rústicas, que no vamos
a entrar en sus detalles por no permitirlo este breve artículo. Si apuntar que
en el año de 1655 eran quince los inquilinos, cuatro sobre suertes de olivares y el resto sobre préstamos dinerarios, en cuya relación efectuada por el
notario Juan Ruiz Barrientos en 8 de octubre, el valor total de la hacienda de
Ntra. Sra. de Las Rocinas ascendía a 2 091 ducados y 6 reales, relación que
8
A.P.N.L.P.C., leg. 15. Almonte, 1598. Escribanía de Diego Dávila.
DE SALAZAR MIR, A.: Los expedientes de limpieza de sangre..., op. cit., p. 81.
DE SALAZAR MIR, A.: Los expedientes de limpieza de sangre..., op. cit., p. 116
11
A.P.N.L.P.C., leg. 49. Almonte, 1633. Escribanía de Juan Bautista Serrano.
9
10
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no incluía a las cuatro casas propiedad de la ermita, por estar fuera de los
bienes de la capellanía de Baltasar Tercero.12
Por falta de administrador de las ermitas de Almonte, o por dejadez de
su titular, aún no lo sabemos con certeza, salvo para el caso de la ermita de
Ntra. Sra. de Las Rocinas, el Priorato de Ermitas se personó en la villa de
Almonte a través del notario arzobispal, Licenciado Grimaldo, en los primeros días de julio de 1645, y requirió mediante emplazamientos individuales,
a todos los inquilinos y deudores de las ermitas de su término, así como a
sus ermitaños, cofradías, mayordomos y cualquier otros ministros, para que
rindiesen cuentas por un lado, y por otro, ordenando a los maestros alarifes,
carpinteros y albañiles para que visiten dichas ermitas y vean sus fábricas y
necesidades de reparos. Todo, justificaba el Priorato, porque llevaban muchos años sin presentarle estas «censuras».13 En el año de 1635 el Ayuntamiento tenía diferencias y pleitos con el capellán perpetuo de la capellanía
de Ntra. de Las Rocinas, a la sazón Fernando de Montes de Oca, clérigo del
pueblo, precisamente por las cuentas de su administración de los bienes de
la ermita que se negaba a entregar por diferencias con este patrono sobre el
precio de las misas, a ocho reales, que le parecía insuficiente, exigiendo su
actualización «por hacer más de cincuenta años» que se tasaron. Y el Ayuntamiento, de forma tajante, ordenó a los inquilinos deudores de la ermita de
Ntra. Sra. de Las Rocinas que no le pagasen al tal Montes de Oca, sino al administrador nombrado por el Ayuntamiento.14 Este pleito lo analizaremos
más adelante. No volveremos a tener noticias de la administración prioral
de ermitas hasta los años de las incautaciones y desamortizaciones de los
inicios del siglo xix. Este tema de la actuación del Priorato de Ermitas en la
villa de Almonte bien merece un estudio en profundidad.
LA ADMINISTRACIÓN DE LA CAPELLANÍA
DE BALTASAR TERCERO
Las cláusulas fundacionales de la capellanía de Baltasar Tercero establecían un patronazgo compuesto por el Ayuntamiento y el cura más antiguo
12
A(rchivo) M(unicipal) de A(lmonte), leg. 628, Libro de Propios de esta villa y Patronazgo
de Capellanías del Cavildo. Está formado por pliegos cosidos y encuadernado en piel, sin
foliar.
13
A.H.M.A., F.J.I.G. Caja 70-479-15. «Almonte, nº 9. Año de 1645. El Sr. Prior de las Hermitas de este Arzobispado Dignidad en Santa Iglesia de Sevilla contra los hermitaños, mayordomos, oficiales y ministros de las hermitas y cofradías en ellas sitas de su advocación
en la villa de Almonte sobre las cuentas de sus mayordomías».
14
A.M.A., leg. 4. A(cta) C(apitular) de 22 de julio de 1635.
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de la villa de Almonte, quienes debían de nombrar capellán que residiese y
ofreciese las misas estipuladas en la ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas; y
administrar el capital fundacional de unos 2 500 ducados. El Ayuntamiento, representante político de la comunidad y como tal institución pública,
diseñaba y dirigía muchas de las directrices de la religiosidad popular, pues
además contaba entre sus regidores con ciudadanos del estamento religioso
secular. Ahora a aquellas prerrogativas naturales, se le unía la cogestión de
una capellanía bien dotada económicamente y sobre una advocación mariana, cuya devoción estaba llegando a todas las capas sociales de la población,
a pesar de tener su casa y altar en un paraje alejado, pero estratégico para las
economías local y comarcal.
Mientras que se resuelve la llegada del dinero a la Capellanía, el patronazgo de Baltasar Tercero nombra a principios de agosto de 1597 a Juan
Pavón capellán perpetuo de la ermita y solicita en septiembre al Arzobispado hispalense que efectúe «colación y canóniga institución de dicha
capellanía».15 Cuestión esta que se aprobaría por el Ordinario en 13 de
marzo de 1598.16 Correspondía ahora que el Patronazgo y el Priorato tomasen contacto y traspasasen la administración al nuevo capellán. Por parte
del Priorato intervino el presbítero Francisco Hernández Pichardo, como
mayordomo de la ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas; fray Francisco Gutiérrez, del convento de mínimos paulinos de La Vitoria de Almonte y capellán
de la ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas, miembros del Ayuntamiento y
Juan Pinto, cura más antiguo. No sabemos la fecha de este traspaso de competencias, que suponemos en el otoño de 1597, por el cual Juan Pavón recibiría la llave y custodia de los enseres de misa de la ermita, ropas y alhajas
de la Imagen de Ntra. Sra. de Las Rocinas, por parte de su administrador
Francisco Hernández Pichardo,17 que a su vez tenía delegación expresa del
Ayuntamiento, de cuyo concejo era Alcalde Ordinario aquel año.18
El capital fundacional se deposita en la Casa de la Contratación de Sevilla el 24 de enero de 1597, pero tardará más de un año en llegar a manos
del Patronato y cuyas vicisitudes fueron estudiadas en esta revista con todo
detalle por la investigadora García López,19 algunos de cuyos documentos
citados se conservan originales y más extensos en la escribanía de Diego Dá15
A.M.A., leg. 2. A. C. de 2 de agosto y 10 de septiembre, respectivamente.
GARCÍA LÓPEZ, M.B: «El pleito que siguió el testamento de Baltasar Tercero». Revista
Exvoto, II, nº I, (2012), Sevilla, pp. 62-63.
17
CRUZ DE FUENTES, L.: Documentos de las fundaciones religiosas y benéficas de la villa
de Almonte y apuntes para su historia. Huelva, 1908, p. 41. Traspaso también citado en
J. INFANTE-GALÁN: Rocío. La devoción mariana de Andalucía. Sevilla, 1971, p. 49.
Ninguno de estos autores citan fuentes documentales de tales aseveraciones, hecho que
queremos hacer constar.
18
A.M.A., leg. 2. A. C. de 11 de enero de 1597. .
19
GARCÍA LÓPEZ, M.B.: El pleito que siguió el testamento..., op. cit., pp. 43-66.
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vila en Almonte. Pero realmente los dineros de la capellanía, concretamente 2 425 ducados, sacados de la Casa de la Contratación y depositados bajo
la custodia del Racionero de la Iglesia Mayor de Sevilla, Juan Pichardo,21
no llegaron a la villa de Almonte sino que pasaron directamente, en calidad
de préstamo, el 10 de mayo de 1598 a los hermanos herederos de Diego
García de Almonte, vecinos de Almonte y Sevilla, por acuerdo tácito del
Ayuntamiento «porque no se hallaron posesiones que comprar conforme a
la cláusula del testamento, se acordó se eche en renta»,22 y que reportarían a
la capellanía de Ntra. Sra. de Las Rocinas 56 686 maravedíes anuales hasta la
redención total de un principal de 906 976 maravedíes, descontados ya los
18 700 maravedíes de los gastos del pleito, con un interés fijo de «diez y seis
el millar»,23 es decir el 1,6 por ciento. Además, por esta escritura de préstamo se solventaban y se establecían ciertos asuntos de la sentencia en firme
de las Justicias de la Casa de la Contratación, dada en 12 de noviembre de
1577, y de la propia testamentaria de Baltasar Tercero: se pagaría a Inés de
Torres, su hija natural, los 400 ducados que le restaban, los dineros destinados a obras y enseres de misas de la ermita (3 836 maravedíes anuales), y las
misas anuales obligadas del capellán hasta el año 1603, en que se liberarían
aquellos 500 ducados, (ahora para liquidar con Inés), para uso exclusivo de
todo lo concerniente a la casa y ermita de Ntra. de Las Rocinas. Estas misas
tasadas serían las de los Domingos, las de los días de Pascua y las cinco fiestas principales de Nuestra Señora, en total 62 misas; a partir del año 1607
llegarían a ser ciento tres misas anuales a precio de 8 reales cada una, como
tendremos ocasión de exponer más adelante. En estos primeros años del
xvii no aparecen noticias de actuaciones del Priorato sobre la ermita marismeña, sino de sus capellanes, vicario de la parroquial y del provisor de la
Iglesia Mayor de Sevilla.
Como observamos, a finales de la centuria del Quinientos, las dos familias principales de Almonte, los Almonte y los Pichardo, participan, con el
Ayuntamiento y la capellanía de Baltasar Tercero, en estos primeros avances
y consolidación de la devoción a la imagen titular de la ermita situada en
20
A.P.N.L.P.C., leg. 14 y 15.
A.M.A., leg. 2. A. C. de 19 de abril de 1597.
22
A.M.A., leg. 2. A. C. de 19 y 26 de abril de 1597. Entre estos hermanos se hallaba Juan
Pinto, patrono de la capellanía, como cura más antiguo o vicario de la Parroquial.
23
A.P.N.L.P.C., leg. 15. Carta de Reconocimiento de Tributo a favor de la capellanía de
Baltasar Tercero, otorgada por Hernando Pinto, Diego de Almonte, Juan Pinto, Pedro
Pinto, Beatriz Alemán, Isabel Calvo, Germana Pinto y Leonor del Río, hermanos y
vecinos de Almonte e hijos legítimos de Diego de Almonte y María Pinto, difuntos.
Almonte, 10 de mayo de 1598. Escribanía de Diego Dávila. El interés establecido fue de
dieciseis el millar de maravedíes.
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Las Rocinas. Se trataba, la primera, de los descendientes legítimos de Diego
García de Almonte, fallecido en la América colonial; y la segunda familia
compuesta por los herederos de Pedro Martín Pichardo y de Marina Alonso, de cuyos miembros masculinos surgirían altas dignidades del arzobispado hispalense.
Volvamos a la administración de esta Obra Pía. Hasta la devolución
del principal del préstamo por parte de los herederos de Diego de Almonte, que se producirá en algún momento de los meses fi nales de 1606, el
patronazgo administra los réditos de préstamo y los 100 ducados anuales
destinados a obras, decoro, misas y útiles sagrados. Con la devolución del
principal y cancelación del préstamo, las labores contables y fiscalizadoras
de este importante capital se hacen más complejas. El Ayuntamiento empieza a destacar en la toma de decisiones a partir de estos años, pero siempre
convocando y buscando el visto bueno de los vicarios parroquiales en su
cabildo capitular. El patronazgo recibió una orden del Provisor y Vicario
General del Arzobispado, por entonces don Gerónimo de Leyva,24 fechada
en 26 de enero de 1607, para que se haga reconocimiento por quién tiene
en depósito los dineros devueltos y se efectúe nuevo préstamo a particulares de aquellos 2 425 ducados.25 Pero se tarda un año en cumplir aquella
orden, no antes sin debatir en el Ayuntamiento el procedimiento a seguir; y
de este modo en su reunión de 31 de diciembre de 1607, con asistencia del
capellán perpetuo de la ermita, Juan Pavón y del vicario de la Iglesia, Gonzalo Fernández, como copatrón, acordaron por unanimidad, la propuesta del
alcalde, Acacio Alonso.26 En resumen, se aprueba volver a prestar aquellos
dineros al mismo interés del 1,6 por ciento pero sobre cantidades mínimas
de 200 ducados, y en caso de no hallar prestamistas, se inviertan en bienes
raíces. La operación no resultó fácil, pues se tardaron varios años en colocar
e invertir aquellos dineros de la capellanía de Baltasar Tercero. Entre 1607
y 1608 se prestaron 1 300 ducados a cuatro vecinos de Almonte y se compraron 211 pies de olivos por importe de 352 ducados y una casa por 200
ducados; de 1609 a 1613 se prestaron otros 588 ducados a particulares vecinos de Almonte, alcanzándose un total de 2 440 ducados de inversión. Las
cantidades prestadas oscilaron entre 1 000 y 100 ducados y el tiempo de de24
ORTÍZ DE ZÚÑIGA, D.: Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de
Sevilla, metrópolis de la Andalucía. Madrid, Imprenta Real, 1796, Tomo IV, p. 209.
25
A.P.N.L.P.C., leg. 15. Carta de Reconocimiento de Tributo a favor de la capellanía de
Baltasar Tercero, otorgada por Hernando Pinto, Diego de Almonte, Juan Pinto, Pedro
Pinto, Beatriz Alemán, Isabel Calvo, Germana Pinto y Leonor del Río, hermanos..., op.
cit. Nota marginal de 29 de abril de 1613 efectuada por el escribano Alonso de la Parra.
26
A.M.A., leg. 3. A. C. de la fecha.
22
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volución infinito, pudiéndose pasar los créditos a familiares siempre que se
reconociesen ante escribano público y negociando los tipos de interés con
el patronazgo. Y así sucesivamente, según devolvían los préstamos o parte
de ellos, se iban recolocando en terceras personas. De este modo constan en
las decenas de escrituras pasadas en las escribanías de Almonte durante los
siglos xvii y xviii.
A este capital fundacional se unía las pocas propiedades de que ya disponía antes de la fundación de Baltasar Tercero, que ya conocemos, más los
futuros ingresos por mandas pías y donaciones intervivos. En las mandas
testamentarias era muy frecuente, por encima de otras, las mandas de misas
por el testador ante el altar de su ermita, seguida de mandas en metálico de
variado importe, unos humildes y otros importantes, para la «fábrica de su
casa y ermita», cuyo número creciente y cuantificación de que disponemos
no ha lugar en este pequeño trabajo. Las donaciones intervivos son menos
numerosas, principalmente de bienes raíces, casas y fincas, y de dinero en
metálico. De estas últimas, apuntar la donación o limosna en 1669 de 200
pesos de plata por el vecino de la ciudad de Cádiz Pedro Jaén,27 y el ofrecimiento de 400 pesos de plata por parte del marino de Sanlúcar, Juan Lozano, con la condición de que el duque de Medina Sidonia le consiguiera
el empleo de contramaestre de la nao capitana de la Flota de Indias en los
viajes de 1680 y 1682,28 limosnas importantes que por sí hablan del alcance de la devoción rociera allende el Guadalquivir en estos años finales del
Seiscientos, sobre todo de Sanlúcar de Barrameda, que por estos años tenía
ya constituida la Hermandad de Ntra. del Rocío, pues si aquel Juan Lozano
es el mismo que figura en el báculo de plata que dicha hermandad posee,
fechado en 1680, estamos hablando de su Mayordomo, cuyo oficio era el de
contramaestre de buques.29
Hacienda y patrimonio que crecían anualmente y que requirió de sus
patronos un modelo administrativo, cuyo primer diseño se mantuvo intacto
durante dos centurias. En líneas generales, la administración de la hacienda
se seguía de cerca por el capellán perpetuo, que a su vez eran supervisadas
por un administrador nombrado por el Ayuntamiento, y los dineros en metálico depositados en personas acaudaladas y de confianza del Ayuntamien27
A.M.A, leg. 5. A. C. de 29 de abril de 1669. Era natural de Almonte, vid. CRUZ DE
FUENTES, L.: Documentos de las fundaciones..., op. cit, p. 215.
28
A(rchivo) F(undación) C(asa) M(edina) S(idonia), leg. 2.171 y 2.173. Las solicitudes
están fechadas en 2 de febrero de 1680 y 20 de mayo de 1682.
29
INFANTE-GALÁN, J.: Rocío. La devoción mariana..., op. cit, p. 188. Aquí este autor, tras
repasar la historia de las primeras hermandades nos decía: «Quede, sin embargo, una
pregunta en el aire: ¿Es la hermandad sanluqueña la más antigua de las filiales?». Vid.
también nota de pie de página nº 87.
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to, quién los designaba. Cada cierto tiempo, el Ayuntamiento pedía cuentas
a unos y otros, convirtiéndose en el único fiscalizador verdadero y efectivo
de la hacienda de la capellanía de Baltasar Tercero.30 Fiscalización que generaría en el futuro problemas serios con la Iglesia local y el Arzobispado de
Sevilla, y alguna desavenencia con la Casa Ducal de Medina Sidonia. A lo
largo de estas dos centurias, pocas referencias hemos encontrado al control
y vigilancia del Priorato de Ermitas, salvo aquella de 1645.
Solicitud de Juan Lozano al duque de Medina Sodinia. 1682.
Cortesia del Archivo Fundación Casa Medina Sidonia (Sanlúcar de Barrameda)
Antes de cerrar este apartado, descubrimos que el Ayuntamiento fue
uno de los principales inquilinos o censitarios de los dineros de la capellanía de Baltasar Tercero a lo largo de los siglos xvii y xviii, después de
30
A.M.A., leg. 4. A. C. de 20 de noviembre de 1635. «...por cuanto el Concejo de esta villa es
administrador de la casa y ermita de Ntra. Sra. de las Rocinas», decía con contundencia,
dejando de lado totalmente al vicario parroquial, el otro patrón de la obra pía de Baltasar
Tercero.
24
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los primeros créditos de 2 425 ducados a los herederos de Diego García de
Almonte en 1598 y de los 1 000 ducados prestados a Juan Pinto en 1607.
La causa de estos primeros préstamos otorgados por la Obra Pía al Ayuntamiento fueron a los gastos que soportó el gobierno municipal y sus ciudadanos para el alojamiento de los doce Tercios del ejército español en tránsito
por la villa de Almonte hacia la frontera portuguesa, durante la Guerra de
Secesión que mantuvimos contra nuestros vecinos durante los años de 1640
a 1668.31 El Ayuntamiento declaraba en junio de 1670, que durante aquellos
años de guerras, tomó prestados a particulares e instituciones un total de
63 035 reales, de los cuales 6 500 lo tomó de la capellanía de Baltasar Tercero sin hacer las escrituras oportunas.32 En otras palabras, el Ayuntamiento
estaba en bancarrota por aquellos años y no redimió algunos de estos empréstitos hasta el año 1732.33
Veamos algunos datos sobre la evolución de la hacienda de Ntra. Sra. de
Las Rocinas. A la altura del año 1638, disponía de una liquidez de 23 364
reales anuales.34 En el año de 1655 se cifraba en 23 001 reales.35 Por el año de
1702 disponía de un capital de 23 100 reales.36 En 1798 fueron 20 995 reales.37 Entre los años de 1813 y 1823, había invertido la Hermandad 29 000
reales en unas andas, simpecado y cruz del estandarte, dinero todo procedente de limosnas y venta de cera y recuerdos.38 En el año de 1838, aparece
que la Hermandad del Rocío tenía un débito de 916 reales.39 Pero debemos
de tener en cuenta que son valores absolutos y que un real de 1638 tenía
mucho más valor que los de 1798, debido a las contínuas depreciaciones
monetarias y de la inflación acumulada.
Nombramientos de capellanes
En este trabajo, entendemos por capellanes a aquellos clérigos que han
31
MUÑOZ BORT, D.: «Repercusiones de la guerra entre España y Portugal en el Condado
de Niebla, 1640-1652». En Actas de las II Jornadas de Historia sobre Andalucía y el
Algarve (Siglos xii-xviii). Sevilla: Universidad de Sevilla, 1990, pp. 133-155. El peor
año fue el de 1658, donde el Tercio de Irlandeses cometió todo tipo de desmanes en
el pueblo y provocó que «más de cuarenta vecinos se fueran a la tierra de Sevilla».
A.F.C.M.S., leg. 2.160 y 2.161.
32
A.M.A., leg. 6. A. C. de 24 de junio de 1670. Un censo de aquellos de 1 600 reales se pasó
ante notario en 1690. A.M.A., leg. 6. A.C. de 19 de febrero de 1690.
33
A.M.A., leg. 8. A. C. de 29 de noviembre de 1732.
34
ÁLVAREZ GASTÓN, R.: Las raíces del Rocío..., op. cit, p. 65.
35
A.M.A., leg. 628. Libro de «Propios de esta villa y Patronazgo de Capellanías del Cavildo».
36
ÁLVAREZ GASTÓN, R: Las raíces del Rocío..., op. cit, p. 68.
37
CRUZ DE FUENTES, L.: Documentos de las fundaciones..., op. cit, pp. 215-216.
38
HERNÁNDEZ PARRALES, A.: «Juan de Astorga hizo las Andas de la Virgen», en revista
Rocío, nº 23 (1960), p. 9.
39
Vid. CRUZ DE FUENTES, L. : Documentos de las fundaciones..., op. cit, p. 216.
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obtenido una capellanía de una fundación destinada al cumplimiento de
misas y otras cargas pías, y que esta capellanía sea colativa, es decir, con
aprobación del ordinario eclesiástico, que reserva el beneficio o producto
de las misas para dichos capellanes. Estamos hablando, pues, de aquellos
capellanes designados por el patronazgo de la fundación de Baltasar Tercero y aprobados por la Sede arzobispal hispalense. Con anterioridad a esta
fundación de 1597, sabemos que la ermita de Ntra. Sra. de Las Rocinas estaba abierta al culto público desde el siglo xiv y que se oficiaban misas a su
titular, generales o por mandas testamentarias, oficiadas por clérigo titulado,
secular o regular. En nuestro caso de la ermita de Las Rocinas, carecemos de
documentos de aquellos lejanos años salvo los únicos de las dos testamentarias famosas de Urraca Fernández (1349) y de María Íñiguez (1456); no
obstante cabe la posibilidad que el mayordomo de la ermita y clérigo Francisco Hernández Pichardo oficiase misas en festivos al igual, pero con más
seguridad, que los frailes del convento de La Victoria de Almonte durante
el periodo de 1587 a 1597, dotados a tal efecto, como sabemos, por la Casa
Ducal de Medina Sidonia.
La obra pía de Baltasar Tercero nombró como primer capellán perpetuo
a Juan Pavón y dotó con 8 reales las misas en la ermita.40 A los pocos años, en
enero de 1605, Juan Pavón aprovechando la estancia en Almonte y el apoyo
del Visitador del Arzobispado, Guillermo de Mendoza, intenta que el Ayuntamiento suba el precio de las misas a 11 reales, alegando necesitar un buen
caballo para acudir a la ermita por el mal estado del camino en invierno y en
verano, y la necesidad de tener que salir la tarde anterior y dormir en aquel
edificio frío y húmedo en invierno y en verano insoportable por los mosquitos. El Ayuntamiento se negó rotundamente.41 Juan Pavón y otros capellanes de la ermita de Ntra. de Las Rocinas, al menos desde 1599 hasta 1632,
tenían licencia del Arzobispado de Sevilla para decir misas de binación los
domingos y festivos también en el Palacio del Lomo del Grullo.42 Estas circunstancias de precio de misas y alojamiento en la ermita serán motivos de
protestas de algunos capellanes y causa de dificultad para encontrar futuros
capellanes que deseasen servir aquella obra pía.
Desde la fundación de la obra pía de Baltasar Tercero hasta el año de
40
Con este precio de misas se obtenían 496 reales anuales, muy por encima de lo que cobraban
los jornaleros de media en la provincia de Huelva en aquellos años, que giraban entre
250 y 400 reales anuales. Vid. NÚÑEZ ROLDÁN, F.: En los confines del Reino. Huelva y
su tierra en el siglo xviii, Sevilla: Universidad, 1987, p. 340.
41
A.M.A., leg. 628. Libro de Propios de esta villa y Patronazgo de Capellanías del Cavildo. La
reclamación se inicia en 17 de enero, apoyada con testigos.
42
Ibídem. Citado también en ÁLVAREZ GASTÓN, R.: Las raíces del Rocío..., op. cit, p. 65.
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1813, han ejercido como capellanes de la ermita de Ntra. de Las Rocinas
un total de diecisiete clérigos,43 de los cuales sólo uno de ellos era regular,
fray Juan Félix, de la orden de San Francisco de Paula;44 aunque debemos
de tener en cuenta que en 1659, el patrón Ayuntamiento nombró interinamente capellán de la ermita al convento de La Vitoria de Almonte.45 El
nombramiento de estos capellanes, según las cláusulas fundacionales, correspondía a los patronos perpetuos, Ayuntamiento y Vicario de la villa, con
designación especial de algún clérigo familiar del fundador, para lo cual era
preceptivo la publicidad (edictos) y concurrencia de aspirantes (valoración
de méritos); su duración era perpetua salvo renuncia. Jamás hemos observado la presencia de familiares de Baltasar Tercero aspirantes a esta capellanía, y tan sólo muy pocas concurrencias públicas se ofrecieron. El método
habitual era la reunión de sus patronos perpetuos en el cabildo o sacristía y
la elección del capellán con súplica incluida al Ordinario para su aprobación
colativa y universal. De este modo preceptivo se actuó con los dos primeros, Juan Pavón y Fernando de Montes de Oca.46 Vacante la capellanía por
muerte de este último en 1658, ya declarada Patrona la Virgen del Rocío, la
elección del capellán corre por cuenta exclusiva del Ayuntamiento sin contar con la anuencia del Vicario parroquial; y sólo en tres casos se tomaron
la molestia los del concejo municipal de dar cuenta al cura más antiguo de
los nombramientos de capellanes efectuados. Pensamos, hipotéticamente,
que este cambio de actitud del Ayuntamiento, totalmente ilícito por incumplir las cláusulas fundacionales, puede ser consecuencia del largo pleito que
mantuvo el capellán Fernando de Montes de Oca contra los regidores almonteños, que finiquitó dando satisfacciones a ambos contendientes por
parte del Tribunal arzobispal que lo juzgó, pero poniendo en sobre aviso
al Ayuntamiento sobre el cuidado a seguir en el futuro, tratando de eligir a
los más obedientes o adeptos al cabildo seglar, prefiriendo a naturales que a
otros forasteros y desconocidos.
Fernando de Montes de Oca, heredero de una de las familias más pudientes del lugar, fue nombrado capellán en 1633 y en 1635 el Ayuntamiento
se quejaba ante el Provisor de Sevilla de su incumplimiento de decir misas y de no residir en la ermita, negándose incluso a presentar las cuentas
43
Elaboración propia a través de las Actas Capitulares de Almonte y bibliografía citada,
especialmente ÁLVAREZ GASTÓN, R. Las raíces del Rocío..., op. cit, p. 65.
44
A.M.A., leg. 7. A. C. de 22 de noviembre de 1711.
45
A.M.A., leg. 5. A. C. de 23 de abril de 1658. AMA, leg. 5.
46
A.M.A., leg. 2 y 4, respectivamente. A. C. de 10 de septiembre de 1597 y A. C. de 21 de
mayo de 1633.
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de su administración económica. Alegó Fernando ante el Provisor que el
Ayuntamiento, de los 500 ducados de acostamiento de la ermita, se negaba
al pago de hostias, vino, cera y salario de un ayudante de misas,48 y que el
precio de estas misas a 8 reales había quedado desfasado, tras la subida de
precios y los costes de las cabalgaduras.49 El Provisor apoya al capellán con
amenazas al gobierno de Almonte de excomunión a sus miembros y pasar
las misas a oficiarse en la Parroquia y no en la ermita. Desde el 15 de febrero
de 1637 hasta el 6 de enero de 1657, faltan las actas capitulares del Ayuntamiento de Almonte, pero sus originales fueron consultados por Lorenzo
Cruz y Juan Infante-Galán y con sus investigaciones trataremos de cubrir
este vacío documental. Lorenzo Cruz nos aporta que hubo diferencias y
se dirimieron ante Luis Venegas de Figueroa, Gobernador Eclesiástico, y
que el Ayuntamiento nombró procuradores en su reunión de 18 de abril
de 1638, nombrando también capellán interino de la ermita a Lorenzo de
Garfias el 19 de julio.50 Juan Infante-Galán, añade que nada más iniciado el
pleito, el concejo almonteño, por indicación del Provisor, nombró capellán
interino de la ermita el 3 de abril de 1638 a un tal Lorenzo de Garfias,51 que
permaneció en el cargo hasta el 23 de abril de 1658, en que se nombró al
licenciado Juan Ramírez, que renunció en julio del mismo año.52 Álvarez
Gastón encontró y estudió este extenso pleito en el Archivo del Obispado
de Huelva.53
El pleito concluye en 1653 mejorándose las dotaciones a la ermita, pero
sentenciándose también por parte del Arzobispado que el capellán debe residir permanentemente en la ermita, como alegó el Ayuntamiento y exigían
las cláusulas fundacionales. Montes de Oca no asistió ni firmó el Acta de Patronazgo de la Virgen del Rocío como Patrona y Abogada de Almonte aquel
29 de junio de 1653, siendo capellán de la ermita y tras veinticinco años de
servicio. ¿Se lo impidió el Ayuntamiento, estaba enfadado, acaso enfermo?
47
A.M.A. leg. 4. A. C. de 29 de abril y de 22 de julio de 1635.
A.H.M.A., F.J.I.G. Caja 70-479-14. «Almonte. Fernando de Montes de Oca, presbítero y capellán perpetuo de la capellanía de Baltasar Tercero, contra el Concejo de
Almonte por el mantenimiento y acostamiento de misas de la ermita de Ntra. Sra. de
las Rocinas. Año de 1639».
49
A.H.M.A., F.J.I.G. Caja 70-479-18. «Almonte. Fernando de Montes de Oca, presbítero y
capellán perpetuo de la capellanía de Baltasar Tercero, contra el Concejo de Almonte por
la tasación y precio de las misas. Año 1638». También citado en ÁLVAREZ GASTÓN,
R.: Las raíces del Rocío ..., op. cit, p. 65.
50
Documentos de las fundaciones..., op. cit, pp. 44-45.
51
INFANTE-GALÁN, J.: Rocío. La devoción mariana..., op. cit, p. 49.
52
A.M.A., leg. 5. A. C. de 23 de abril de 1658 y de 21 de julio de 1658.
53
ÁLVAREZ GASTÓN, R.: Las raíces del Rocío..., op. cit, p. 65 y nota nº 52 en p. 79.
48
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Falleció en abril de 1658 a los sesenta y nueve años de edad.54
En algunas ocasiones, la Casa Ducal de Medina Sidonia intervino en la
elección de estos capellanes, bien consintiéndolos, como fue el caso de Juan
Pavón;55 o bien proponiéndolos directamente cuando estuvo vacante la plaza, como fue el caso del año de 1762, en la persona del clérigo Manuel de
Iñigo y Ramírez,56 candidato rechazado por el Ayuntamiento que optó por
el estudiante de gramática e hijo de uno de los alcaldes, Antonio Moreno.57
También tenemos documentadas algunas intervenciones en el nombramiento de capellanes por parte del Arzobispado de Sevilla, siendo siempre
rechazadas por el Ayuntamiento por las razones esgrimidas de «patrón» y
«administrador» de la capellanía y ermita. Las más grave de estas actuaciones del Ordinario hispalense se produjo en la primavera de 1661, cuando
un notario arzobispal se presentó en Almonte y dio posesión de capellán
de la ermita a Antonio Casados y Humanes, clérigo natural de Arahal que
le acompañaba.58 El Ayuntamiento, que tenía designado capellán interino al
convento de La Vitoria de Almonte desde 1659, protestó enérgicamente y
entabló pleito, alegando que:
[...] porque es en perjuizio del derecho de este cauildo por administrar la dicha capellanía por patronato de legos sin que jamás hayan
tocado sus nombramientos a otra persona que este cauildo que con sus
nombramientos, sin otra diligencia, sirven la dicha capellanía conforme
a la voluntad del fundador y para que se hagan las diligencias necesarias
se acordó que este cauildo dé poder a el licenciado don Fabián, abogado
de la Real Audiencia de la ciudad de Seuilla, para que defienda a este
cabildo para que goze del derecho que siempre ha tenido ante el dicho
señor Provisor y ante quien conbenga.59
Al parecer, los frailes de La Victoria, estuvieron once años ejerciendo de
capellanes de la ermita, como afirma Lorenzo Cruz, y que estuvieron hasta
noviembre de 1670,60 sin precisar que de forma interina, pues en el acuerdo
54
A.M.A., leg. 628. Libro de Propios de esta villa y Patronazgo de Capellanías del Cavildo. En
1649 solicitó al Ayuntamiento la plaza de capellán de la Capellanía de Rodrigo Alonso
de Triana y le fue denegada.
55
A.M.A., leg. 2. A. C. de 2 de agosto de 1597.
56
A.F.C.M.S., leg. 2.345. Varias cartas de la duquesa de Medina Sidonia al concejo de Almonte
en este sentido y respuesta del Corregidor de la villa, Antonio Melgares de Aguilar.
57
A.M.A., leg. 5. A. C. de 17 de mayo de 1762. Lleva inserta una carta de la duquesa de 5 de
mayo.
58
A.M.A., leg. 628. Libro de Propios de esta villa y Patronazgo de Capellanías del Cavildo.
59
A.M.A., leg. 5. A. C. de 6 de marzo de 1661.
60
Documentos de las fundaciones religiosas..., op. cit, p. 45. Le sigue en el mismo sentido Juan
Infante Galán, op. cit, p. 50.
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plenario del Ayuntamiento de 29 de octubre de 1670, reunido para nombrar capellán de la ermita, se argumenta entre los regidores que «ha muchos
años que está vacante y no tiene capellán», eligiéndose como tal al doctor
Francisco Alberto de Reina.61
Durante el siglo xviii no hemos hallado ningún cambio destacable en la
provisión de capellanes, sino más bien estabilidad, pues con sólo seis capellanes se consumió esta centuria. Destacar a los capellanes Pedro de la Oliva
que ocupó el cargo treinta y tres años, y su sustituto, el almonteño Antonio
Moreno, con los últimos treinta y ocho años del siglo y trece años del siglo
xix, más de cinco decenios de servicio en la ermita y a Ntra. Sra. del Rocío.
Administradores, mayordomos y depositarios
Como avanzábamos, el modelo administrativo diseñado por el Ayuntamiento para fiscalizar la hacienda de la ermita de Ntra. del Rocío, en cuyo
vértice superior se situaba, se apoyaba en un grupo de personas situadas a
distinto nivel y en otras instituciones no necesariamente convergentes en
hacer cumplir los fines dotacionales de Baltasar Tercero, parte importante
de la hacienda rociera pero no la única, como fue la eclesiástica con su Priorato de Ermitas, y la propia Parroquia en el cumplimiento de misas a Ntra.
Sra. del Rocío. A lo largo de las dos centurias del xvii y xviii, se emplearon
por el Ayuntamiento a treinta y dos individuos para acometer la administración de la hacienda de aquella ermita de la que se intitulaba único responsable y «dueño»; dejando incluso al margen, salvo escasísimas excepciones,
a la propia Cofradía titular.
Una de las figuras más relevantes fue la de «administrador» de todos
los bienes, acciones y derechos de lo que el Ayuntamiento definía genéricamente como «obra pía» en unos casos, y como «casa y ermita» en otros.
Esta figura nombrada por el Ayuntamiento, vigilaba y controlaba el quehacer fiscalizador de mayordomos priorales, mayordomos de la cofradía y
capellanes perpetuos de la ermita. En algunos casos, esta figura coincidía
con la del tesorero del Ayuntamiento. El único caso que hemos detectado
coincidente en la misma persona de administrador municipal y mayordomo
de la cofradía de Ntra. Sra. del Rocío, fue el de Manuel Ramírez Bejarano
que, como tal, actuó entre los años 1710 y 1725. En otros casos, administrador y capellán perpetuo también podían ser la misma persona, como los
casos de Antonio Moreno, durante los años de 1762 a 1813; y el de su sucesor, Alonso Acevedo y Roldán en los años 1813 a 1856. El administrador
61
A.M.A., leg. 6. A. C. de la fecha.
30
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sólo rendía cuentas ante el Ayuntamiento y custodiaba los libros contables
y de registro de censos de los inquilinos de Ntra. Sra. del Rocío cuando
existían divergencias con los capellanes o cuando estos eran interinos. En
algunos nombramientos de estos administradores aparece la denominación
de «mayordomos», pero no le debemos dar más importancia, ya que ambos vocablos en aquellos años tenían el mismo significado y función, por no
pensar que el Ayuntamiento estaba designando al mayordomo propio de la
cofradía titular, asunto que, de momento, descartamos.
Otra de las figuras, y la más abundante, fue la de «depositario» de los
fondos en metálico. Figura que solía recaer en personas hacendadas o acaudaladas, como ganaderos y grandes propietarios,62 mercaderes,63 y algún que
otro eclesiástico.64 Similar a los administradores, estos depositarios podían
al mismo tiempo coincidir con otros cargos: depositarios del Ayuntamiento, mayordomos de la cofradía rociera e incluso capellán de la ermita. Su
función era guardar el dinero hasta que el Ayuntamiento ordenaba su puesta
en censo o tributo. Pensamos al principio que fue una necesidad de seguridad al carecer el Ayuntamiento de Casa Capitular y de arca de tres llaves;
pero inaugurada aquella por el año 1619, este método siguió aplicándose en
terceras personas a lo largo de las dos centurias estudiadas. ¿Seguía siendo
una medida de seguridad estar aquellos dineros en casas seguras y acaudaladas, recibían algún beneficio estos particulares, podrían emplear estos dineros en sus propios negocios?
La ermita y sus ermitaños
La evolución constructiva de la ermita hasta la finalización de la nueva
estructura de la que se le dotó tras el terremoto de 1755, merece un amplio
y detenido estudio, hasta ahora no realizado, salvando algunos pequeños
opúsculos. Estudio que hoy se está acometiendo, en grado de tesis doctoral,
por nuestro colega Manuel Galán Cruz. En este reducido estudio no cabe
otra cosa que señalar que la fundación de la capellanía de nuestro ilustre
indiano Baltasar, tenía previsto una partida económica de 500 ducados o
5 500 reales para obras y mantenimiento de la ermita de Las Rocinas, prin62
A.M.A., legajos de las fechas. Alonso Pinto (1607), Juan Lozano (1612), Cristóbal Millán
(1632 y 1635), Bernardino de Arévalo (1633), Román Larios (1678-1687), Miguel
Roldán (1690-1694 y 1732), Francisco Blanco (1694-1710), Simón Báñez (17581765), Marqués de Rivas (1806), etc.
63
Ibídem. Alonso Martín Infante (1600), Francisco Hernández (1613-1620), etc.
64
Ibid. Juan Pichardo (1598), Juan de Campos (1704 y 1719), José de Acevedo y Barrera
(1751-1758), Antonio Moreno (1790).
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cipalmente para adecuarla como residencia de sus capellanes y ermitaños
ocasionales, partida que también incluía los gastos de útiles de misas, como
hemos visto.
Todas las obras de ampliación y mantenimiento corrieron por cuenta
y supervisión del patrón Ayuntamiento y que resumimos brevemente. La
casa del ermitaño o capellán anexa a la ermita se efectúa en 1613, caballeriza también anexa en 1632; reparaciones por temporales en los años 1658,
1664, 1671 y 1673; un nuevo tinado en 1677; reparación de tejados en
1678; nueva torre y cuarto bajo por desprendimiento en 1681. Gracias al
informe del Visitador del Arzobispado por aquel año de 1681 –no sabemos
si antes o después de aquel desprendimiento– disponemos de una breve
descripción de la ermita:
...tres leguas dista del lugar otra de Ntra. Sra. del Rocío, a cargo del
Mayordomo y Cofradía de este título con una nave y capilla mayor en
que hay dos altares que uno tiene un retablo que está Ntra. Sra. y en el
otro un cuadro de ánimas de pintura, tiene lámpara de plata, sacristía y
ornamentos y quartos para el capellán y ermitaños...65
La obra quizás más importante fue la de ampliación de la propia
ermita, tras la cual empezó a denominarse «santuario»; esta obra comenzó
en 1714 a iniciativa de la cofradía de Ntra. Sra. del Rocío, capitaneada por
su Hermano Mayor, Manuel Ramírez Bejarano;66 obras que finalizaron por
al año 1720, bajo la dirección de su nuevo Hermano Mayor, el presbítero
Juan Campos.67 Coincidiendo con el centenario del Patronazgo de la Virgen del Rocío en 1753, el Ayuntamiento acuerda adquirir un retablo dorado
(eliminando para siempre las telas ricas de su hornacina) y un vestido bordado en oro y plata, aportando de sus propios 1 500 reales.68 Nuevamente el
Ayuntamiento, Hermandad y devotos, acuden a la reconstrucción y a nueva
ampliación del santuario totalmente destruido tras el terrorífico terremoto
de primero de noviembre de 1755.69 Las obras se presupuestaron en 33 000
65
LÓPEZ TAILLEFERT, M.A.: «La nueva Puerta del Real, antigua Puerta del Sol», en
revista Rocío, Año VII, nº 18 (2002), p. 9.
66
A.M.A., leg. 7. A. C. de 19 de febrero de 1714, de 8 de diciembre de 1717 y de 4 de julio de
1718. A este hermano mayor obedece también la idea de construir más cerca del nuevo
«santuario» la venta de la Canaliega, que se hallaba totalmente arruinada, para destinar
sus beneficios «a mayor culto de la Madre de Dios». A.M.A., A. C. de 19 de marzo de
1716. Además de ser hermano mayor, Manuel Ramírez Bejarano fue Administrador de
la obra pía durante los años 1710 a 1725, vid. A.M.A., legajos de las fechas.
67
A.M.A., leg. 7. A. C. de 27 de diciembre de 1719.
68
A.M.A., leg. 9. A. C. de 30 de enero de 1753.
69
A.M.A., leg, 10. A, C. de 19 de diciembre de 1756. Se dice textualmente: «hallándose ésta
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reales y comenzaron en la primavera de 1756, con una aportación primera
de 7 000 reales por parte del Ayuntamiento;70 en el otoño de 1757 se recaudaron por vía de limosna 24 624 reales.71 Desde el primer momento, el
Ayuntamiento solicitó ayuda al duque de Medina Sidonia, en aquellos años
Pedro de Alcántara,72 por vía de limosna, mediante sendas cartas fechadas
en 25 de noviembre de 1755 y de 25 de abril de 1756; por la primera sabemos «los estragos y ruina que le causó a la ermita de Ntra. Sra. del Rocío
aquel tan espantoso como general terremoto»; por la segunda, que las obras
estaban empezadas y nuevamente solicitaban alguna limosna, esta vez en
forma de un toro para las corridas que tenían preparadas en Almonte para
los días 21 y 22 de mayo, para que «los beneficios de los toros y andamios
se apliquen a la reedificación». El duque, por carta de 8 de mayo de 1756 y
desde Aranjuez, les concedió dos toros de muerte y doce capeones;73 y del
éxito de estos festejos y de la valentía de los toros se dio cuenta al duque. El
hermano mayor por entonces de la Hermandad de Ntra. Sra. del Rocío y
de San José, a la sazón, Nuño Carlos de Villavicencio y Pichardo, habiendo
observado la buena recaudación de estos festejos, acometió la idea de celebrar corridas de toros anualmente en el real del santuario en las vísperas de
la Fiesta de Pentecostés, aplicando la recaudación para las obras futuras de
dicho santuario.74 Por las Reglas Directivas parece que en agosto de 1758 las
obras estaban acabadas, pero para otro autor no sería hasta el año de 1760,
cuando se estrena el nuevo santuario.75 Según aquellas Reglas, el nuevo sancasi arruinada en la mayor parte e inhabitable», citado por J. FLORES CALA, Historia y
documentos de los traslados de la Virgen del Rocío a la Villa de Almonte. 1607-2005, Sevilla:
Ayuntamiento de Almonte, 2005, p. 49.
70
A.M.A., leg. 10. A. C. de 19 de diciembre de 1756. Este elevado presupuesto nos indica
que los daños fueron tales que derribaron prácticamente el santuario, que la Imagen de
la Virgen salió ilesa y que las obras de ampliación de los años 1714-1720 fueron también
de envergadura.
71
A.M.A., leg. 10. A. C. de 4 de diciembre de 1757. La administración de las obras corrió a
cargo de José de Acevedo. A. C. de 18 de mayo de 1758.
72
Este duque, XIV de Medina Sidonia, estuvo durante los años 1740-1743 recorriendo los
pueblos de su «Estado» de Medina Sidonia de las actuales provincias de Huelva y Cádiz.
En aquellos años estuvo en tres ocasiones pasando unos días y residiendo en la propia
ermita, con importantes invitados y dando muestras de devoción a la Virgen del Rocío,
con regalos a su Imagen y altar, ofreciendo misas cantadas y regalos al matrimonio que
ejercía por entonces de caseros. El Ayuntamiento y su alcalde, Juan Alonso Millán, sabían
de esta devoción de la Casa Ducal. Esta visita que giró a sus Estados y especialmente a
la ermita, muy joven, esperamos publicarla en breve por su interés en la historia de la
devoción rociera.
73
A.F.C.M.S., leg. 2.329.
74
A.M.A., leg. 10. A. C. de 6 de octubre de 1758.
75
INFANTE-GALÁN, J.: Rocío. La devoción mariana..., op. cit, p. 34. Este autor describe la
ermita anterior a la demolición de 1963 con su evolución histórica.
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tuario de planta de cruz latina y orientado ahora al oeste, tenía 27,58 metros
de longitud, 15,58 metros en el crucero y 7,52 metros de ancho el cuerpo
principal.
Sobre los ermitaños, caseros y santeros, último escalafón del personal
relacionado o adscrito a la ermita y santuario, disponemos de poca información, quizás por la escasa importancia que los propios coetáneos le prestaban, aunque su misión fuese tan necesaria. Pero su figura va aparejada a
la construcción y existencia de la propia ermita desde el siglo xiii, pues su
función principal era la vigilancia y cuidado de los enseres religiosos de misas y vestuario de la Imagen, mucho más en un paraje tan alejado del casco
urbano.76
El caso más conocido de ermitaño fue el de fray Juan de San Gregorio,
que ejerció como tal ermitaño y ofreciendo misas los festivos desde enero
o febrero del año 1636, por recomendación de la Casa Ducal de Medina
Sidonia y mientras se resolvía el pleito con el capellán titular Fernando de
Montes de Oca.77 Sin embargo no sabemos que tiempo estuvo dedicado a tal
menester por faltar las actas capitulares municipales siguientes a la fecha de
su nombramiento. Tuvo que ejercer durante ciertos años,78 pues las Reglas
Directivas de la Hermandad del Rocío le dedica, más de cien años después,
unas líneas de agradecimiento, pues con su «...vida exemplar hizo crecer el
culto, y la devoción á la Santísima Virgen».79 Por las fechas de su actuación
y estas alabanzas reconocidas en la primera Regla de la Hermandad, nos
hace plantearnos la posible hipótesis de que fuera este fraile ermitaño quién
vistiese a la Virgen con aquel lujoso traje de la época que le regalase la devota Magdalena Domonte, en su testamento de 10 de diciembre de 1631,80
una basquiña de damasco despiezada, ocultando por primera vez su cuerpo
tallado e inaugurando los conocidos después por «trajes de reina».81 Por
76
A.F.C.M.S., leg. 4.148. A pesar de estos ermitaños y santeros, hubo algunos robos, como el
sucedido en 1778, que afectó a una lámpara de plata.
77
A.M.A., leg. 4. A. C. de 19 de agosto y de 17 de diciembre de 1635.
78
Al parecer hasta 1638, según CRUZ DE FUENTES, L. : Documentos..., op. cit, p. 44 y
ÁLVAREZ GASTÓN, R.: Las raíces del Rocío..., op. cit, p. 65.
79
Regla Directiba, y constituciones de los empleos que tendrán los fieles que se uniesen en fraternal
amor á la hermandad de Nuestra Madre, y Señora del Rocío. Sin pie de imprenta, año de
1758. Edición facsimilar del Ayuntamiento de Almonte. Huelva, 2003, p. 10.
80
Era hija de Diego García de Almonte, hacendado y vecino de Almonte y Sevilla. Archivo
de Protocolos Notariales de Sevilla, leg. 2.561, fols. 801-804. Citado en VILA VILAR,
E. y LOHMANN VILLENA, G.: Familia, linajes y negocios entre Sevilla y las Indias. Los
Almonte. Madrid: Fundación MAPFRE Tavera, 2003, pp.111-112.
81
GONZÁLEZ GÓMEZ, J.M. y CARRA SCO TERRIZA, M.J.: Escultura Mariana Onubense, Huelva: Diputación, 1981, pp. 295-296. Estos autores nos dicen que fue vestida
de ricas telas a finales del siglo xvi o principios del xvii.
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similitud, apuntar que en 1865 se aprobó por ermitaño al «hermano» Luis
Alonso, que procedía del santuario de Ntra. de la Cabeza de Andújar.82
El resto de ermitaños y santeros eran gente muy sencilla, matrimonios o
viudos, que vivían dentro de la ermita todo el año y en chozos en los días de
la Fiesta Principal, cuyos aposentos pasaban a ser ocupados por la familia del
Hermano Mayor,83 invitados y por el cabildo municipal. Este, aprovechando
las obras de reconstrucción por el terremoto de 1755, se labró su propio
«cuarto habitación».84 Algunos ermitaños llegaron a tener sueldo, como
el caso de Bartolomé Martín Rosado, nombrado ermitaño en 1629 con 4
ducados anuales.85 A otros, sin embargo, se les exigía pagar a la capellanía de
Ntra. del Rocío, 100 reales anuales de la limosna que ellos mismos recogían
de los fieles, como fue el caso de Antonio de Torres, durante su oficio en los
años de 1804 a 1809.86 Los santeros, como ahora se les denomina, durante
el siglo xix son más conocidos, sobre todo en la segunda mitad, al coincidir,
en algunos casos, su nombramiento de santero con el de alcalde pedáneo de
la aldea. En estos años, estas familias solían disfrutar de pequeños cercados
próximos a la ermita para rozas y huertos concedidos por el Ayuntamiento,
a quién siempre ha correspondido su nombramiento desde la fundación de
la capellanía de Baltasar Tercero.
FESTIVIDADES EN HONOR DE NTRA . SRA . DEL ROCÍO
Partiendo de la base de que toda fiesta o celebración religiosa es una
manifestación social de un grupo, pequeño o numeroso, de fieles hacia una
Imagen Sacra en un tiempo y espacio habilitado para tal función, en contraposición a la mera visita individual de sus devotos, las festividades de
Ntra. Sra. del Rocío quedan reducidas a dos calendas. Una, las venidas de
su Imagen a la villa de Almonte para las celebraciones rogativas; y la otra, la
verdadera «fiesta» o «función» religiosa principal celebrada en su honor.
82
A.M.A., leg. 17. A.C. de 18 de junio de 1865.
A(rchivo) del O(bispado) de H(uelva), Sección Justicia, Ordinarios, clase hermandades.
Caja nº 12. «Denuncia de Simón Damián Ibáñez, Hermano Mayor, contra Alonso Álvarez Cardoso, Vicario y Visitador de Ermitas de Almonte, ante el Gobernador, Provisor y
Vicario General del Arzobispado de Sevilla. Almonte, 23 de mayo de 1771»
84
A.M.A., leg. 10. A. C. de 28 de enero de 1757. Esta prevención vino motivada quizás para
evitar situaciones como la ocurrida en la Fiesta de 1738, donde el presbítero José de
Acevedo se negó a que los capitulares usasen un cuarto de la ermita que siempre habían
tenido como habitación en esos días. A.M.A, leg. 9. A. C. de 25 de mayo de 1738.
85
A.M.A., leg. 4. A. C. de 8 de abril de 1629.
86
A.M.A., leg. 13. A. C. de 15 de marzo de 1804 (nombramiento), A. C. de 21 de septiembre
de 1809 (deposición).
83
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La primera sin fecha acordada y sujeta a las necesidades urgentes de remedios celestiales; y la segunda en fecha predeterminada, por acuerdo de sus
devotos. En orden a la antigüedad de tales celebraciones, las «venidas» de
Nuestra Señora anteceden en muchísimos lustros a la Función principal determinada en los días del Patronazgo del año de 1653. Sobre las venidas, hay
suficiente bibliografía para obviar aquí alguna referencia,87 aunque existen
novedades que comentaremos en un próximo estudio. Pero debemos indicar que las primeras «venidas» nunca tuvieron un carácter «procesional»
a su llegada al pueblo, tal como hoy día se manifiesta, sino que su objetivo
era depositar la Imagen en la parroquial para posteriores funciones religiosas.88 Y también advertir que todas las documentadas hasta la fecha, salvo
cinco, fueron promovidas a instancia de la institución municipal local, que,
como no podía ser de otra forma, recogía el sentir, reducido o amplio, de un
pueblo que necesitaba otras soluciones, agotadas las humanas conocidas.
Actitudes devotas tan reiteradas en el tiempo que desembocarían, a modo
simultáneo de efecto y causa, en la proclamación del Patronazgo de la villa
de Almonte de esta advocación mariana rociera y la fijación de una fecha
para la celebración de su Fiesta y Función principal.
La fiesta hoy establecida como principal del lunes de Pentecostés tuvo
otros antecedentes. Como sabemos por Juan Infante Galán,89 en acuerdo
conjunto del ayuntamiento de Almonte y eclesiásticos seculares, el día 29 de
junio de 1653, domingo y festividad de San Pedro y San Pablo, en la Iglesia
Mayor y delante de la Imagen de Ntra. Sra. de Las Rocinas, se votó solemnemente creer, mediante la fe, en «la preservación del pecado original» de
María, Madre de Jesucristo, y se votó por Patrona de la villa «para siempre
jamás» a la Reina de los Ángeles Santa María de Las Rocinas. Este acuerdo también estipula que la Fiesta principal, con misa solemne y sermón,
se celebrará «en el día que la Iglesia la celebra, u otro cualquiera que acordaremos y determinaremos en nuestro ayuntamiento». Actitud esta última
87
INFANTE-GALÁN, J.: Rocío. La devoción mariana..., op. cit ÁLVAREZ GASTÓN, R.: Pastora y Peregrina, Sevilla, 1977. LÓPEZ TAILLEFERT, M. A.: Las Venidas de Ntra. Sra. del
Rocío a la villa de Almonte (1607-1998), Sevilla: Hermandad Matriz de Almonte, 1998.
FLORES CALA, J.: Historia y documentos de los traslados..., op. cit, principalmente.
88
SÁNCHEZ LÓPEZ, J.A.: Muerte y cofradías de pasión en la Málaga del siglo xviii. La imagen
procesional del barroco y su proyección en las mentalidades, Málaga, 1990, p. 210. Según
este autor, los traslados procesionales contemporáneos se inician en la segunda mitad
del xvii.
89
INFANTE-GALÁN, J.: Rocío. La devoción mariana..., op. cit, pp. 73-76. Reproducción fotográfica de los folios 424-r. y 425 r. de dicha acta capitular en pp. 133-134. Como anunciamos, las actas capitulares de aquellos años faltan en el Archivo Municipal. Estudio y
trascripción de esta acta en A.H.M.A., F.J.I.G., Caja 18-326-10.
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paradigmática del dominio casi absoluto alcanzado por el Ayuntamiento en
estas fechas en todos los aspectos de la devoción de Ntra. Sra. del Rocío. Incluso, sin son ciertos los documentos originales manejados por Juan Infante
Galán, el mismo Voto de la Inmaculada Concepción y Patronazgo de Ntra.
Sra. del Rocío, fue propuesto por el pleno del Ayuntamiento una semana
antes, el lunes 24 de junio, día de San Juan Bautista:
...respecto que todas las ciudades, villas y lugares de estos reinos de
Su Magestad, movidos por el celo piadoso del servicio de su Divina Magestad, de propio motu han jurando la Concepción dichosa de Nuestra
Señora, esperando firmemente que la Santa Madre Iglesia de Roma ha
de mandar firmemente creer este misterio, y las Órdenes, Comunidades y Cofradías imitando esta acción han jurado la dicha Concepción
de la Reina de los Ángeles, este Cabildo debajo de la obediencia del
Sumo Pontífice, acuerda que el día de los Apóstoles San Pedro y San
Pablo, veinte y nueve de este mes, este Cabildo haga el Juramento de la
Concepción de Nuestra Señora con invocación de Santa María de las
Rocinas, a quién esta villa tiene por Patrona, con fiesta y sermón perpetuamente para siempre jamás a quién confiesa tantos innumerables
beneficios y mercedes, pues mediante su Divina Magestad y por intercesión se ha conservado y conserva esta villa, y que al pie de este acuerdo se ponga un tanto del Juramento original. Y que la víspera del día
del dicho Juramento se hagan para regocijo toros y se compren cuatro
docenas de cohetes y se convide para que predique dicho día el muy
reverendo padre fray Bernabé de Fuentes, prior del convento de Ntra.
Sra. de La Luz.90
Además de aprobar que se efectúe el Voto de la Limpia Concepción de
María, se anunciaba el Patronazgo que «de hecho» existía en Almonte de
Santa María de Las Rocinas (línea once), que días más tarde por el voto
de los asistentes lo trasladarían a «de derecho» por siempre jamás. Entendemos, pues, que el pueblo de Almonte había ya reconocido el patrocinio,
el amparo, la protección y auxilio general del vecindario demostrado por
aquella Imagen titular de la lejana ermita de Las Rocinas, ante las tres últimas y calamitosas sequías y la terrible pestilencia de 1649, consecuencia
inmediata de las alteraciones climáticas que padeció toda la península entre
los años 1648 a 1652.91
90
A.H.M.A., F.J.I.G., Caja 18-326-10. Este expediente contiene también las trascripciones
de varias actas capitulares del Ayuntamiento, como una de 25 de abril del mismo año de
1653, donde se acuerda que se traiga la Imagen desde su ermita por una pertinaz sequía.
91
LE FLENN, J. P. : Historia de España, vol. V, Barcelona, 1984, pp. 93-97. M. BARRIENDOS, «La climatología histórica en el marco geográfico de la antigua monarquía hispánica», en Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. nº 53, (1999),
Barcelona: Universidad de Barcelona, s/p.
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La Fiesta principal en su honor comenzaría celebrándose en la aldea y
en su ermita el día 17 de septiembre de cada año,92 en el cual la Iglesia conmemoraba el Día del Nombre de María Santísima. Y así siguió celebrándose salvo algunos años que, por problemas económicos del Ayuntamiento,
pasó a celebrarse el día de la Presentación de María, es decir el día 11 de
noviembre, como fueron los años de 1659 y 1675.93 Por idénticos motivos,
no llegaron a celebrarse la Fiesta del Rocío de septiembre en los años 1665,
1666 y 1667.94 Recordemos que por estos años el Ayuntamiento estaba en
banca rota y su vecindario asfixiado por la enorme presión fiscal, debido a
los alojamientos y auxilios militares en la guerra de Portugal.95
Por acuerdo del Ayuntamiento de 27 de mayo de 1670 se proclama que
la Fiesta principal de Ntra. Sra. del Rocío se celebre por siempre jamás el
«segundo día de Pascua del Espíritu Santo», es decir el lunes de Pentecostés, tal y como la celebramos hoy.96 Pero la Fiesta que se le organizaba a
la Virgen del Rocío en 17 de septiembre seguiría también celebrándose, al
menos hasta el año 1777,97 pues no aparece más en las Actas Capitulares.
Este cambio de la Fiesta principal al calendario móvil de Pentecostés no se
justifica ni se explica en el acuerdo municipal. ¿Tendría algo que ver el nacimiento progresivo de las hermandades filiales o, al contrario, se pretendía su
fomento? En un texto del año 1676 se dice literalmente:
En este cabildo se trató que por quanto esta villa es patrono perpetuo de Nuestra Señora del Rocío, que está extramuros de esta villa,
a quien se le hace y celebra su fiesta el segundo día de Pascua de Pentecostés, adonde ocurren mucho tumulto de gente de las ciudades de
Sevilla y Sanlúcar de Barrameda y otros muchos lugares circunvecinos y
comarcanos, a dicha festividad.98
En ningún momento se habla de hermandades rocieras filiales, como se
92
A.M.A., leg. 5. A.C. de 14 de septiembre de 1657: «En este cauildo diputaron para la fiesta
de Nuestra Señora de la Rosina, patrona de esta uilla, que es el día del nombre de María
a dies y siete de este mes, a su merced Martín Pabón Carreño, alcalde hordinario de esta
uilla, para que gaste lo que fuere necesario y se libre en los propios del concejo».
93
A.M.A., leg. 5, A..C. de 15 de septiembre; leg. 6, A.C. de 17 de junio, respectivamente.
94
A.M.A., leg. 5. A.C. de 29 de enero de 1668.
95
Durante los años 1646 a 1648, la presión fiscal en el Condado de Niebla la calculamos en
una media de 4 779 puntos sobre los 100 puntos de 1639, año anterior a la sublevación
portuguesa. Aquí no entraron los auxilios extraordinarios recaudados para la guerra de
Cataluña. Vid. MUÑOZ BORT, D.: Repercusiones de la guerra entre España y Portugal...,
op. cit, pp. 137-139.
96
A.M.A., leg. 6.
97
A.M.A., leg. 11. A.C. de 15 de septiembre de 1777.
98
A.M.A., leg. 6. A.C. de 27 de mayo.
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aprecia, pero si se recalca una asistencia multitudinaria de las ciudades de
Sevilla y Sanlúcar y de los pueblos de esta comarca. Al menos podemos deducir que los días de Pentecostés son de menos actividades agrícolas que los
días centrales de septiembre, donde se acudía y se acude a la recolección de
las uvas y de ciertos tipos de aceitunas. Por el momento, confesamos, desconocemos con toda exactitud las causas del cambio de la Fiesta principal en
honor a Ntra. Sra. del Rocío.
Pero debemos de tener también en cuenta que en aquellos años del siglo
xvii no era la Fiesta como hoy la conocemos. Se reducía a una misa con
sermón y después la procesión, es decir, todos estos actos se celebraban en
un solo día. La salida y entrada de la Imagen de la ermita era, al parecer,
un privilegio que ostentaban el Prior y monjes del convento paulino de La
Victoria de Almonte hasta el año de 1670, en que se le retira por acuerdo de
los capitulares municipales, y recae a partir de ahora en el Ayuntamiento de
Almonte, en sus alcaldes, regidores y otros oficiales, con fuerte multa al que
no asista sin probada justificación.99 Tampoco aquí se motiva este cambio
radical, suprimiendo aquella exclusividad a quienes estaban considerados
como «padres» de la Imagen de Ntra. Sra. de Las Rocinas.100 ¿Pretendía
el Ayuntamiento que, al eliminar este monopolio, pudiesen otros devotos
de aquellas incipientes organizaciones o cofradías rocieras comarcanas pudiesen procesionar también la Imagen en sus momentos iniciales, contribuyendo al resurgir de esta devoción mariana? Este cambio se produce en el
mismo acuerdo capitular por el que se traslada la Fiesta principal al lunes de
Pentecostés y donde se insinúa que los «hermanos» de la Cofradía de Ntra.
Sra. de Las Rocinas «no pudieron dar más de aquello que les toca» y que la
decisión la toma el Ayuntamiento porque, dicen literalmente, «la Imagen es
de este ayuntamiento».101 Obsérvese el texto íntegro por su interés:
Y ansimismo acordaron que por quanto este ayuntamiento es patrono perpetuo de la casa y ermita de nuestra Señora de las Rosinas, y
que los hermanos de la cofradía recibieron por tales al padre corrector,
con calidad de que los dichos religiosos en la fiesta principal de Nuestra
Señora habían de sacar y entrar con perjuicio del derecho del patronato,
y porque los hermanos no pudieron dar más de aquello que les toca y
la ymagen es de este ayuntamiento, se acordó y haga saber al padre corrector que hallándose el consejo, justicia y regimiento presente ha de
99
A.M.A., leg. 6. A.C. de 27 de mayo de 1670.
A.M.A., leg. 4. A. C de 17 de septiembre de 1636.
ÁLVAREZ GASTÓN, R: Las raíces del Rocío..., op. cit, p. 48. Este autor confirma que esta
propiedad del Ayuntamiento sobre la Imagen es una consecuencia inherente de su patronato sobre la casa y ermita de Ntra. Sra. del Rocío.
100
101
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sacar y entrar la dicha ymagen, y si después la quisieren los padres en el
discurso de la procesión sean preferidos a todos los demás legos y no
de otra suerte, y pena de cinquenta ducados a los capitulares que al presente son y fueren de aquí adelante el día de la fiesta de Nuestra Señora,
que es el segundo día de pascua del Espíritu Santo, no teniendo legítimo
ynpedimento asista el alcalde ordinario que fuere a la dicha fiesta y a
condenación desde luego se aplica para aumento de la cera y casa de la
dicha cofradía.
Disponemos de más información documental de la acción fomentadora del Ayuntamiento sobre aquella fiesta de Pentecostés a lo largo del siglo
xviii, promoviendo que los días de duración pasasen del único día festivo
del lunes a disponer de hasta cuatro jornadas completas en un año determinado entre 1759 y 1770. El aumento progresivo de la llegada y estancia
de devotos durante este siglo propició una serie de medidas por parte de su
principal, por no decir único, patrono de la Virgen del Rocío.
Esta presencia organizada de Hermandades Filiales desde el último
tercio del Seiscientos,102 que llegaban el domingo a mediodía y partían el
lunes a mediodía, se vio reforzada por la supresión de los impuestos señoriales (alcabalas) para todo el trato comercial efectuado en el Rocío, merced
concedida por el duque de Medina Sidonia desde el año 1715.103 Desde el
Arzobispado de Sevilla, también por estas fechas, se conceden indulgencias
a los asistentes a la Función de Ntra. Sra. del Rocío, publicitando así esta
devoción.104 Y como citábamos arriba, en el año 1747 el Ayuntamiento consigue de la Casa Ducal nueva exención de impuestos en los abastos de los
días de la Romería.105
En los años centrales del siglo, la destrucción casi completa de la ermita
102
Al menos nos consta para Sanlúcar de Barrameda por la existencia de un báculo de plata
sobre la advocación «del Rosío» fechado en 1680. Vid.: H. DÍEZ: «La Hermandad de
Sanlúcar de Barrameda», en revista Rocío, Año I, nº 6 (1959), Sevilla, pp. 12-13. Incluso,
su Hermandad conserva un Acta de Gobierno de 1677, vid. Breve historia de la Hermandad del Rocío de Sanlúcar de Barrameda, textos de Almudena Díez, Cádiz, 2004, pp. 8-9.
103
A.F.C.M.S., leg. 2.302. Certificación inserta en solicitud del concejo de la villa de Almonte al duque de Medina Sidonia, fechada en 25 de noviembre de 1746, solicitando nuevamente la supresión de sus impuestos directos durante la celebración de la Fiesta de
Pentecostés.
104
Como se desprende del pie del grabado de la Virgen del Rocío, posible portada de indulgencias impresas, fechado entre los años 1720 y 1722, años en que fue Arzobispo
de Sevilla Felipe Antonio Gil de Taboada, vid. PÉREZ DE GUZMÁN, J. (Ed.): Anales
eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla... Sevilla, 1887, tomo III,
pp. 250-251. Este grabado es propiedad del Ayuntamiento de Almonte.
105
A.M.A., leg. 9. A. C. de 4 de febrero de 1747. Lleva inserta carta del Duque, fechada en
Madrid el 17/01/1747, por la cual «exime a los mercaderes que acuden a la venta de
género del Real y Circuito de la ermita del Rocío del pago de alcabalas durante las 24
horas que dura su fiesta».
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por el terremoto de noviembre de 1755, es una circunstancia que se aprovecha para la erección de una ermita de nueva planta y de mayores dimensiones, punto este necesario para acoger al crecido número de devotos y
visitantes que se cuentan ya por varios miles. En la vertiente organizativa,
la Hermandad Matriz de Almonte se dota de unas Reglas para su gobierno y para regular la participación de las otras filiales, coincidiendo con la
inauguración parcial o definitiva de la nueva ermita en el año 1758. Sin saber el momento exacto, por estos años, la duración de la fiesta y función
de Ntra. Sra. del Rocío pasa de veinticuatro horas a cuatro días (de viernes
a lunes). Este aumento progresivo de devotos y visitantes, principalmente
del antiguo reino de Sevilla,106 en la segunda mitad del siglo xviii, insta al
gobierno municipal a tratar de conseguir de las instancias reales una feria o
mercado anual en el Real y Circuito del Rocío, coincidente con la romería
de Pentecostés;107 privilegio que se consigue por Real Cédula, fechada en
San Lorenzo del Escorial en 8 de octubre de 1772, por la cual se concede
licencia y facultad para celebrar una Feria todos los años perpetuamente durante cuatro días contados desde el sábado víspera de Pascua del Espíritu
Santo hasta el martes, último día de Pascua, en el «sitio» y «ermita» del
Ntra. Sra. del Rocío.108 La primera Feria del Rocío de 1773 se anunció en el
Almanak ó Kalendario de este año de 1773, con los santos, fiestas fixas y móviles,
vigilias, tiempos, etc. de la Ciudad y Arzobispado de Sevilla, cuyos gastos de
publicidad corrieron por cuenta del duque de Medina Sidonia.109
Sobre el ritual rociero desarrollado en torno a la «Función y Fiesta» en
honor de Ntra. Sra. del Rocío, tantos en sus aspectos religiosos y devocionales como en los meramente lúdicos, ya tuvimos ocasión de publicarlos con
todos los detalles que nos permitió la documentación consultada.110
106
A.F.C.M.S., leg. 2.302. Muchos de estos asistentes eran «gentes del comercio» de las actuales provincias de Cádiz y Sevilla, a tenor de lo manifestado al duque de Medina Sidonia por su Guarda Mayor del Coto de Doñana, Antonio Martín Triana, en carta-informe
fechada en Almonte el 14 de agosto de 1746.
107
A.M.A., leg. 11. A. C. de 30 de marzo de 1772. Se solicita al Duque su mediación por carta.
Contesta afirmativamente por su misiva de 18 de agosto. A.M.A., leg. 11. A. C. de 30 de
agosto de 1772.
108
A.M.A, leg. 11. A. C. de 25 de octubre de 1772. También en A.F.C.M.S., leg. 2.382 y
2.387, con todos los pormenores y correspondencia con el Alcalde Mayor de Almonte, Pedro González Hidalgo. A la exención de las alcabalas señoriales se unen ahora
las reales.
109
A.F.C.M.S., leg. 2.383. Es un folleto impreso en pliego suelto de unos 35 x 30 centímetros.
110
MUÑOZ BORT, D: «Ritos y ceremonias rocieras en la Edad Moderna», en GONZÁLEZ
CRUZ, D. (Ed.): Ritos y ceremonias en el mundo hispano durante la Edad Moderna. Huelva:
Universidad de Huelva, 2002, pp. 419-428.
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el ajuar de ntra. sra. del rocÍo
y de su ermita segÚn un
inventario del Último
cuarto del siglo xix
Manuel Ángel López Taillefert
Resumen
Abstract
Se trata en este trabajo de «fotografiar» el contenido de la ermita de Ntra.
Sra. del Rocío y su ajuar, a través de
un documento, el inventario realizado
por su capellán en 1884, y remitido a la
autoridad competente del arzobispado
de Sevilla. De modo, que siendo los
inventarios fuentes primarias para un
estudio serio y riguroso de parroquias,
ermitas o capillas, este que nos ocupa,
no lo es menos, y viene a detallarnos
con minuciosidad, tanto el ajuar de la
Stma. Virgen del Rocío, como de multitud de enseres y objetos para su culto.
De tal manera, que podemos, a través
de su descripción, visionarlos con total fidelidad, aportándonos datos inéditos, de cómo era aquella ermita en
una de las etapas más interesantes de
la expansión rociera enmarcada en las
postrimerías del siglo xix.
The aim of this article is to provide
a snapshot of both the garments and
ornaments Our Lady of El Rocío and
the content of her shrine based on
the inventory made by its chaplain
in 1884 and sent to the competent
authority which was the Archbishop
of Seville. Inventories are primary
sources for the serious and rigourous
study of any parish, shrine or chapel
and the one we have before us is no
less essential. It describes meticulously
the garments and jewelry of the Holy
Virgin of El Rocío as well as nume
rous artifacts and ritual objects. We
can visualise them accurately through
this description and gain fresh data
about the shrine and its content during
one of the most interesting periods of
expansion of the worship to Our Lady
of El Rocío, towards the end of the 19th
century.
Palabras clave: Inventario, Ermita,
ajuar, sayas, atributos, Ángel Már- Keywords: garments, ornaments, shriquez Parreño, Manuel María Amine, Ángel Márquez Parreño, Mago y Mier.
nuel María Amigo y Mier.
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Manuel Ángel López Taillefert, es natural de Almonte, investigador de temas relacionados con el estudio del Rocío y su entorno, diplomado en magisterio en la especialidad
de Ciencias Sociales por la universidad de Granada, estudios de historia en la universidad
de Sevilla, ex miembro de la junta directiva de la Hermandad Matriz durante varias legislaturas, ha publicado varios libros y monografías sobre la historia de la devoción rociera: Breve
resumen de la Historia de Ntra. Sra. del Rocío de su Devoción Romería y Ermitas en el término
de la Villa de Almonte (1995), está traducido al inglés y consta de nueve ediciones; El Rocío:
una aproximación a su historia (1996) cuatro ediciones; Santa María de las Rocinas, Sine Labe
Concepta y su Patronazgo sobre Almonte (2004); Las Venidas de Ntra. Sra. del Rocío a la Villa de
Almonte (1996); Acta de Proclamación y Juramento de Santa María de las Rocinas como Patrona
de la villa de Almonte año de 1653 (1996); La Capellanía de Baltasar Tercero en la Ermita de
Ntra. Sra. del Rocío y su obra Pía (2011). Ha participado en conferencias, mesas redondas
y ha publicado artículos en multitud de revistas y periódicos. Pertenece a la Asociación de
Cronistas Locales de Sevilla (ACSIL) y es miembro de la Academia Andaluza de la Historia.
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Manuel Ángel López Taillefert
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
ontar de primera mano con una fuente documental como son los
inventarios parroquiales, nos acerca de una manera fidedigna a conocer la realidad y a extraer de ellos consecuencias importantísimas
para el estudio de la época en cuestión, para cualquier institución religiosa.
En este caso se trata de un inventario fechado el día 30 de diciembre de
1884 y firmado por el entonces párroco de Almonte, don Ángel Márquez
Parreño1 y que sería interesante trascribir en su totalidad dada la curiosidad
que estoy seguro despierta en el lector, pero la falta de espacio nos condiciona. No obstante, sí vamos a intentar extraer textualmente todos aquellos
fragmentos que nos aporten datos de interés para conocer con más detalle
esa época en la que la devoción rociera está dando sus primeros pasos hacia
la expansión.
¿Cómo era la ermita de El Rocío entonces? ¿En qué momento estaba la
devoción rociera? ¿Cómo era aquel espacio?... Todos estos interrogantes vamos a irlos desgranando desde el análisis del propio documento paso a paso.
Para responder a la primera cuestión vamos a ceñirnos ya al texto del
inventario que remite el presbítero Don Ángel Márquez Parreño:
Esta Iglesia es de una longitud de treinta y tres varas, su latitud por el
crucero de diez y nueve idem y por el cuerpo de la iglesia tiene un altar
cerrado con verja de hierro y sacristía de nueve varas de largo y tres de
ancho adobladada y habitaciones a su alrrededor para el capellán, ermitaño y otras personas que concurren a la función que se hace en dicho
lugar.
De este fragmento podríamos extraer algunas conclusiones: se habla de
ermitaño, no de santero, y se habla de Función, no de Romería. Son vocablos hoy en desuso para referirnos a uno u otro concepto. También son
interesantes las medidas de la ermita en ese momento para el estudio de sus
posteriores ampliaciones y reformas.
1
Don Ángel Márquez Parreño fue nombrado con el título de ecónomo en la parroquia de Almonte por destitución del anterior, don Manuel Prieto Muñoz que lo era de Chucena, en
las condiciones ordinarias. Vid. ARCHIVO SMPI Catedral de Sevilla. Correspondencia
11.166, documento 14.
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Continúa el documento haciendo referencia detallada de los objetos de oro
y plata de la Virgen:
Unas Ráfagas de la Virgen de dos varas de alto cada una de las dos,
de plata con Angelitos sobre dorados y sobre puestos, su peso trece libras. Una media luna de plata con una María y Corona en el centro sobre dorada, su peso dose libras. Unas ráfagas que tiene el mismo tamaño
que las anteriores de plata con ocho puntas redondas en cada lado, su
peso diez libras. Una media luna de plata con un Ángeles en su centro
y dos estrellas en las puntas de plata sobre dorada y dos piedras verdes
falsas, su peso cinco libras. Una corona imperial de la Virgen, labrada y
cincelada, su peso novecientos cincuenta gramos. Otra corona de plata
sobredorada, su peso sobre mil gramos. Un cetro de más de media vara
de plata sobredorada, su peso cuatrocientos gramos. Otro cetro de plata, su peso trescientos gramos. Una diadema, Mundo y cetro de plata
sobredorada del Niño de la Virgen, su peso noventa gramos. Una corona
de plata sobredorada del mismo Niño, su peso sesenta gramos. Un par
de zapatos de plata sobre dorada del mismo niño, su peso, cincuenta
gramos. Una cadena de oro grande como de dos varas formando rosas
de la Virgen, de la que pende un Relicario de plata sobre dorado con la
imagen de la Virgen, su peso ciento dieciocho gramos.
Un junquillo o cadenita delgada al parecer de oro con un Relicario
pequeñito del niño de la Virgen, su peso quince gramos. Una cadena de
plata sobre dorada con la misma medalla de lo mismo, de la Virgen, su
peso sesenta gramos. Dos joyas pequeñas de oro con puntitas de diamantes que sirven de pulseras a Nuestra Señora, su peso catorce gramos. Un anillo de oro con tres esmeraldas...
Y seguidamente el documento va describiendo cada uno de los anillos
que posee la Santísima Virgen resumiendo al final del listado:
[...] Los veinte y tres anillos inventariados tienen de peso cincuenta
y seis gramos». No obstante, sí quiero hacer referencia a dos de ellos.
Uno, porque cita el nombre de su donante, y el otro la fecha de su donación. Respecto al primero dice: «otro anillo de oro, donado por doña
Dolores Álvarez Mateos y otro anillo adquirido por donación en el año
de 1869.
Con respecto a los anillos, cabe añadirse, que muchos de ellos se fundieron para confeccionar la presea de la coronación canónica aprovechándose
algunas de las piedras de más valor para engarzarlas.
De las joyas reseñadas hasta este momento en el inventario podríamos
decir que las más simbólicas han perdurado hasta la actualidad: media luna,
cetros, coronas. Es decir, todas aquellas que responden a los atributos de
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María como mujer del Apocalipsis. Y observamos como hace referencia a
las ráfagas de puntas diciendo que son de plata con angelitos dorados sobrepuestos. Un dato importante a tener en cuenta, que hemos podido documentar, que nos clarifica definitivamente las dudas que en muchas ocasiones se han planteado, afirmando que dichas ráfagas eran originariamente
doradas; de tal modo, que cabe corroborarse, que se mandaron a dorar,
cuando la Virgen las lució de nuevo, en los años ochenta del pasado siglo
xx. Un dato, que ahora que la nueva junta de gobierno de la Hermandad
Matriz le acaba de devolver su primitivo aspecto argénteo, nos sugiere la
oportunidad de dorar los angelitos, para que todo recupere su estado inicial.
El texto nos continúa describiendo los objetos de plata y otras joyas de
las demás imágenes de la ermita procedentes del convento de dominicas de
Almonte que vamos a omitir parcialmente para ceñirnos ahora exclusivamente a la Virgen, y al Niño -aunque más adelante haremos algunas referencias- y a otros enseres detallados del santuario. Así pues, sigue el inventario
haciendo alusiones al mobiliario y a otros objetos de culto y dice al respecto:
«una Lámpara de plata de tamaño colosal con cadenas cuyo remate lo forman una cruz y veleta, todo del mismo metal, su peso diez y siete libras».
Parece que se trata por la descripción de la misma lámpara que se encuentra
hoy en el sagrario. En cuanto a lo del tamaño colosal probablemente lo pareciera al que lo describe, al ser el santuario más pequeño.
Con todo quizás uno de los datos más interesantes que aporta este documento se encuentra en los párrafos siguientes:
Treinta y seis cañones de plata de las cuatro varas del paso de la Virgen, su peso veinte y tres gramos cada cañón. Treinta y cinco cañones de
plata para las otras cuatro varas del palio y de la vara del Estandarte los
que han sido regalo de los Serenísimos Señores duques de Montpensier,
su peso cincuenta y tres gramos cada cañón.
Aquí nos encontramos con un dato interesantísimo y hasta ahora inédito, la donación de los varales de las antiguas andas por los duques de Montpensier. Pero además, el texto nos habla en un principio de cuatro varales,
lo que nos hace suponer que primitivamente solo se trataba de una especie
de tumbilla con cuatro varas en las esquinas, pero que con el tiempo se vio
la necesidad de reforzarlo con otras cuatro más, que son las que donan los
duques. Esto puede apreciarse en muchas fotos de principios de siglo, a la
vez que se observa como son diferentes las cuatros primitivas de las otras
donadas por los Montpensier. De la vinculación de don Antonio de Orleans
y de su esposa doña Luisa Fernanda de Borbón y sus descendientes con la
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devoción rociera hay constancia a lo largo de muchos años, que quedó ya
constatada en infinidad de donaciones.
Comienza, por tanto, una etapa de importantes benefactores que van a
paliar de alguna manera la sobrevenida escasez de recursos, ocasionada por
la ya abolida capellanía de Baltasar Tercero2. Y así, por ejemplo; constata el
documento otra valiosa donación: Un cáliz moderno de plata sobre dorado
con patena y cucharita con una inscripción latina al pie del cáliz, con su caja
de caoba, donación del Señor Don Manuel María Amigo y Mier, presbítero,
Provisor Vicario General de este Arzobispado3 según escritura otorgada en
Sevilla en siete de Mayo de mil ochocientos setenta y seis ante el notario
don José Fernández. La inscripción dice: EMMANUEL M. AMIGO ET
MIER EX VOTO B. M. U. VULGO DEL ROCÍO PRESBITER (Traducción: Manuel María y Mier, presbítero dona a la Beatísima María Virgen
llamada de El Rocío). La donación personal de un vicario general del Arzobispado a esta Ermita de Ntra. Sra. del Rocío nos hace suponer la expansión
y el auge que está tomando la devoción rociera, pues no encontramos hasta
ahora alguna otra vinculación del citado presbítero con la villa de Almonte,
ni parentesco alguno. En cualquier caso, ya existía una hermandad del Rocío en Sevilla, en el barrio de Triana, y un total de nueve hermandades que
peregrinaban hasta la aldea en la fiesta de Pentecostés.
Por otra parte, el listado de vasos sagrados está muy detallado, así como
la referencia a las demandas de plata, verdaderas joyas expuestas hoy en los
tesoros del camarín. Especial mención merece una demanda de plata de
mediados del siglo xviii y restaurada hace justamente dos siglos según se
constata en la inscripción que lleva grabada: «ESTA DEMANDA ES DE
NUESTRASEÑORADE ROSYO Y SE RENOBO SIENDO MAYORDOMO JUAN JOSE LAGARES AÑO 1813». El punzón de Flores4 está muy
extendido por toda la provincia de Huelva especialmente en Hinojos y la
Palma del Condado y es interesante destacar que la mujer de Juan José Lagares era la camarista de la Virgen en aquel momento. Termina este listado
de objetos de orfebrería diciendo:
2
Vid. LÓPEZ TAILLEFERT, M. A.: La capellanía de Baltasar Tercero en la ermita de Ntra. Sra.
del Rocío y su obra pía. Hermandad Matriz de Almonte, 2011.
3
D. Manuel María Amigo y Mier fue nombrado vicario general del Arzobispado de Sevilla,
por Su Majestad el 21 de julio de 1853. Tomó posesión el 19 de agosto del mismo año
y falleció el 22 de agosto de 1869 en la Plaza del Triunfo, nº 1, testando ante el Notario
D. Eusabio González Ardía el 11 de julio de 1864 (cf. CANONGÍAS 17. Libro 11.130).
4
Vid. HEREDIA MORENO, M. C.: La orfebrería en la provincia de Huelva. I y II. (Excma.
Diputación 1980).
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Treinta y cinco anillos de metal para los cañones que regalaron SS.
AA. RR., su peso (lo omite). Un crucifijo de metal plateado, su peso
(se omite).Una jolla de plata sobre dorada para el pecho de la Virgen,
su peso, ciento cuatro gramos. Un cordoncito de oro con una cruz de
corales, su peso dos gramos. Una cruz de oro con perlas regalo a Ntra.
Sra. de Doña Dolores Álvarez. Un medallón de oro con guardapelo
que fue regalo a la Sra. Virgen por unos señores de Moguer, su peso
quince gramos.
Creemos que es digno de destacarse, la ausencia de grandes joyas, que
no vendrán hasta algo más tarde, con la Coronación Canónica de la Virgen
en 1919. Tampoco se hace mención de sus donantes, salvo raras excepciones. Sin embargo, en la mayoría de los casos, sí se especifica su peso. Es con
toda seguridad un deseo de la Iglesia el contabilizar el oro y la plata que posee en sus templos ante cualquier eventualidad de requisamiento por parte
del Estado, como ya había ocurrido en otras ocasiones desamortizadoras.
Tal vez, suponemos, ese fuera el pretexto principal del inventario.
Siguiendo el texto del documento aparece un apartado que se titula
«Trajes y adornos» cuyo contenido nos da cuenta de rostrillos, mantos, sayas, sombreros; descritos de una manera muy escueta y cuya identificación
con los que perduran en la actualidad se hace difícil, salvo algunas excepciones como el traje morado: «un traje o saya morada de tela de canutillo con
ramos tejidos en oro». Con esta breve descripción, fácilmente se interpreta
que se trata del traje de brocado morado y oro que se conserva en los tesoros
del camarín, y que responde a la costumbre de vestir a las imágenes con los
colores litúrgicos. De hecho en el inventario se describe un traje de color
celeste: «Un manto de tela celeste tejido con ramos de seda y plata y puntillas de plata, un Zagalejo de raso celeste bordado de seda blanca». Por otra
parte, la costumbre de destruir para reliquias las ropas más deterioradas hizo
que desaparecieran prendas que hoy tendrían un gran valor sentimental,
antropológico y artístico. En este apartado es interesante también reseñar
como se describe el denominado vestido de Pastora: «Una muceta de terciopelo encarnado bordada de oro y con caireles de oro y plata. Un sombrero de raso blanco y encarnado con trencillas de oro y adornos de flores». Es
decir, lo que hoy denominamos esclavina recibe eclesiásticamente el nombre de muceta, prenda que siguen usando los papas y cardenales al revestirse
de traje coral para los oficios litúrgicos.
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Traje morado que se describe en el inventario de la Santísima Virgen de 1884
Resulta curiosa también, la descripción de uno de los vestidos que
se hace así: «Una saya de tisú de plata bordada de oro cada uno de una
tercia, con corpiño, mangas y sobremangas de la misma tela y bordado».
De ella deducimos, que la rigidez y la severidad de los primeros Austrias perece evolucionar también en el vestuario de la Señora. Que si en un principio se asemeja más en formas y tejidos a las damas de la corte de Felipe II, en
la descripción de esta saya, desgraciadamente desaparecida, parece intuirse
una cierta evolución a la modernidad de la corte francesa –posteriormente
abandonada para retrotraerse a su primitivo hieratismo– como es el caso
de Margarita de Austria niña, hija de Felipe IV pintada por Velázquez hacia
1660, y cuya saya responde a estas características.
Sigue el inventario dando detalles de la ropa interior de la Virgen, formada por enaguas y camisas de diferentes tejidos y encajes: «Una Nagua
blanca de estopilla con embutido de encajes, otra de Bretaña con encajes,
una camisa de Olan con encajes en el cuello y pecho...». Ya lo dicen las sevillanas populares: «la Virgen del Rocío como es tan alta se le ve por debajo
las enaguas blancas». Y en efecto, es costumbre colocar en todas las imágenes de vestir las enaguas, en su mayoría blancas. En el caso del Rocío, el
inventario contabiliza una gran variedad de ellas y otras tantas del Niño,
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distinguiéndose muchas de ellas con las camisas que se le suelen cambiar
cada vez que se viste según la ocasión, portando a la vez cinco o seis bajo
sus ropajes.
Hay que resaltar, así mismo, lo que a continuación describe el inventario: «una caída de tisú de oro con flecos y borla de lo mismo del paso de la
Virgen. Un frontal de damasco con ramos de oro tejidos en dos pedazos. Un
frontal de la misma tela y flecos de oro». Se trata de las bambalinas del paso,
que al parecer son las más antiguas, ya que las que hoy se conservan datan
de 1907 y fueron donadas por un devoto de Isla Cristina, Manuel Martin
Rodríguez. Las que refiere el documento constan de dos flancos laterales de
tisú liso con caídas y borlones dorados, mientras que los frontales, uno delantero y otro trasero, estaban más enriquecidos con brocados adamascados
en oro, que desgraciadamente no han llegado hasta nuestros días.
Es curioso resaltar como también San José se revestía con algunos
adornos de telas: «una banda de lana de plata bordada en oro de San
José». Probablemente, como aún pervive en algunos lugares y pueblos
del próximo aljarafe sevillano para dos grandes festividades del calendario
cristiano –la Navidad y la Candelaria– se usaba esta prenda recreando una
especie de zagalón para ocultar la efigie del Niño Dios que reposa en sus
brazos y que ya lo ostenta en perfecto eje de frontalidad la Santísima Virgen.
Hay que tener presente, además, que el Santo Patriarca tuvo una devoción
muy arraigada en la tradición rociera, hasta el punto que en algunos documentos se hace referencia a la Hermandad de Ntra. Sra. del Rocío y San José.
Y no olvidemos, como era una imagen del Santo el que recibía a la Virgen en
sus traslados a la villa de Almonte, en unas andas adornadas con un arquito
de flores que más tarde describe el inventario y que siempre oí en el relato
familiar a sus camaristas, mi abuela doña Matilde Coronel y sus hermanas,
doña Candelaria y Juana. Al modo, como procesiona en el cercano pueblo
de Castilleja del Campo la imagen del Arcángel San Miguel en las Fiestas de
Agosto.
Se refiere también el documento a los simpecados, diciendo: «un simpecado de tela tejida de plata con un bordado ancho de oro y cordones y
borlas de lo mismo. Otro simpecado de terciopelo verde bordado de oro».
Y más adelante dice: «un mantel chico para el altar del simpecado». Al parecer, el primero se trataría del recientemente restaurado y el más antiguo
que se conoce de la Hermandad Matriz. Con respecto al segundo de color
verde, no podría tratarse del que hoy existe, ya que el que ha llegado a nuestros días lleva una pintura de Monís Mora de 1968. Es también interesante
resaltar como tan destacada insignia mariana se colocaba en un pequeño
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altar, según se deduce del inventario. Probablemente, al que se hace referencia en el inventario fuera el destruido en la guerra civil en la Parroquia de
Almonte, con el resto de altares, imágenes y ornamentos sagrados, cuando
según el relato de algunos testigos oculares, fue pisoteado, bailando sobre el
mismo unas sevillanas.
Muchas son, además, las referencias que el texto hace a exornos, mobiliario, vasos sagrados, corporales o casullas. Referente a lo primero, se habla
de varios ramos de flores de diversos materiales y colores, de las jarras que
lo contienen, pero voy a reparar en las que adornan el atuendo de la Virgen:
«ocho ramos de flores francesas para los rayos, media vara de velillo de plata
para tapar los mismos». Se trata de las flores de talco que se pueden apreciar
en fotos antiguas y que se les ponían con las ráfagas de rayos o pinchos, tal
como la hemos visto vestida recientemente en Almonte y en la procesión
extraordinaria del Rocío Chico, con gran acierto por parte de la Hermandad
Matriz, y como debería vestirse, desde mi punto de vista, para las procesiones extraordinarias.
Con respecto al mobiliario, el inventario es muy escueto. Hay un apartado que dice «Ermita» que nos describe:
cuatro ramos de plata en el camarín colocados en dos jarrones de
palo y dos de china. Un velo de damasco encarnado y dos velillos de
seda.Una cristalera delante de la Virgen. Unas puertas de cristales para
cerrar el camarín, con cortinas de seda encarnada.
En efecto, toda la gente de mi generación y mayores puede recordar los
ramos de flores de talco que medía casi la altura de la Virgen y que se colocaban en el camarín a ambos lados de la Imagen hasta la construcción del
nuevo Santuario. Habría que identificar su paradero, pues me consta que
aún existen.
Pero lo realmente sorprendente del relato pormenorizado de nuestro
presbítero, son las cortinas encarnadas para tapar a la Imagen, probablemente usada en algunas ocasiones, bien por imperativo litúrgico en Cuaresma o
bien para vestirla. Y sigue el original de este inventario con un titular destacado que reproducimos tal cual por su originalidad y curiosidades:
Camarín Alto
Dos cajones como de tres varas de largo y una tercia de ancho para
la cera.
Dos arcas para guardar candelabros, cirios, arandelas y luceros.
Ocho hachitas de palo bañadas de cera.
Seis blandones pequeños de madera dorada con su funda de cañamazo.
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Ocho mechones de latón dorado formando triangulo.
Un Dosel de damasco encarnado con flecos de oro.
Un par de puertas de cristales para la ventana que cae al campo y un
alambrado.
Un arca pequeña vacía.
De estos escasos datos podemos extraer consideraciones importantes.
Por una parte, nos da idea de la sencillez de la ermita y su austeridad, y de
cómo todos estos enseres se guardaban en el camarín, incluso los cajones
para la cera. También es interesante resaltar la referencia que hace a un dosel
de color encarnado, no verde, pues el rojo es el color prescrito para Pentecostés. ¿Pero dónde se colocaba ese dosel y cuándo? Con toda probabilidad,
para los cultos de la Función Principal durante la Romería y desde luego en
sus traslados a la villa de Almonte, de lo cual existe el testimonio fotográfico
en el altar mayor de la parroquia. Una idea, la de enmarcar a la Virgen ante
un dosel, que a nuestro juicio, no sería descabellada que de nuevo se llevara
a cabo en la parroquia almonteña.
En otro orden de cosas, la ventana de cristales a la que hace referencia
estaba situada justo detrás de la Virgen; es decir, al fondo del camarín, de
tal manera que había una hora por la mañana temprano que toda esa luz se
reflejaba en la vitrina del camarín produciendo un efecto óptico tal, que la
Virgen no se veía desde la nave de la iglesia y había que adivinarla girando
la cabeza hasta conseguir encontrarla entre la luz radiante del amanecer que
entraba por aquel ventanal de cristales rojos, azules y transparentes5. Dice
también que la ventana daba al campo y así era, pues no existía ninguna
vivienda detrás, solo el acebuchal al fondo. Las casas adosadas a la manzana
de la ermita se levantaron entre los años de 1917 al 1923. En 1919, se edifica
la que hoy es propiedad de nuestra familia. Era la última y estaba de esquina
5
Existe una leyenda popular y poco conocida que dice que ante los trágicos acontecimientos
de la guerra civil, en julio de 1936, tras la destrucción de la Parroquia de Almonte, un
grupo de almonteños se desplazaron hasta la aldea para replicar allí lo realizado en Almonte, pero cuál fue la sorpresa para ellos, cuando al llegar vieron que la Imagen no se
encontraba en el camarín; y sorprendidos, preguntaron al santero, ante tan singular hecho. Este les dijo que se quedaran tranquilos que la Virgen se hallaba en el vecino pueblo
de Hinojos y allí estaba a buen recaudo.
Pero este relato insólito solo tenía una explicación: aquellos hombres llegaron a la ermita
muy excitados y nerviosos a esa hora de la mañana en que la Virgen no se veía desde la
nave central de la iglesia debido a la luz que se reflejaba en el cristal del camarín –como
ya explicamos– y salieron despavoridos del templo pensando que la habrían robado los
revolucionarios. ¿Todo quedó en una anécdota o fue realidad? En Hinojos, hay gente
mayor que lo narra con ciertas variantes. En cualquier caso, solo se trata del fruto de
casualidades y una pura anécdota.
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con ventanas laterales que daban al campo. En 1923, se construye a continuación la casa de los Cepeda, a petición del vizconde de la Palma.
Representación de la antigua ermita exenta, en una tabla
del viejo carretón de la Hdad. de Coria del Rio. Siglo xix
Pero siguiendo con el inventario, viene a continuación una relación de
casullas y objetos de culto bajo el apartado que dice «Sacristía» y que conviene citar:
tres casullas blancas de tela de seda y la otra de tela de seda y oro con
galón de lo mismo, tres casullas enmarcadas una de damasco, otra de
raso, de tela rameada de plata con galón de seda, una casulla de damasco
negro, una casulla de damasco morado y verde, dos amitos con encajes,
tres albas como de media vara con un encaje tejido, otra con seda como
de una cuarta, y la otra muy pequeña, tres purificadores, cuatro juegos
de corporales y uno suelto, dos cíngulos uno de hilo verde y otro de
seda de color, seis palios de distintos colores, tres misales, uno nuevo,
otro de medio uso y otro usado, dos juegos de vinajeras de cristal con
platillos de peltre, una batea de peltre, una cruz de caoba y dos de pino
pintada, un nicho de madera con un aguamanil de latón, una percha y
una atrilera.
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Si comparamos este ajuar con el que existe en la actualidad resultaría
insignificante pero teniendo en cuenta la época, había todo lo necesario para
los cultos de entonces. Lamentablemente, la mayoría de las casullas enumeradas no llegaron a nuestros días, así como tampoco los palios que eran
cuantiosos y de todos los colores litúrgicos, para velar el cáliz en la celebración de la Santa Misa hasta el Ofertorio.
En el último apartado del inventario, que titula Márquez Parreño
«Iglesia, Altar mayor» se describe, aunque de una manera sucinta, no solo
el citado Altar Mayor, sino todos los altares de la iglesia, que la gente de
nuestra generación puede recordar con mayor o menor detalle, pero dado
el interés que despierta en los lectores, pasamos a trascribir a continuación
el documento:
Altar mayor es de madera dorada con cuatro candeleros de madera
dorada seis de plata roul, dos atriles dorados y un juego de sacras de lo
mismo, un mantel, un corsualtar y los lienzos interiores, una cruz con
crucifijo pintada, dos ules uno mejor que otro y cuatro (ilegible) de hierro en el camarín de la Virgen, tres sillones de caoba con su respaldar y
asiento de damasco carmesí con sus correspondientes funda, otro altar
con la imagen de Ntra. Sra del Rosario que tiene unas ráfagas, media
luna y cetro de plata, a las ráfagas le falta algunas piezas, un Rosario de
plata sobre dorada. El Niño tiene potencias zapatos y mundo de plata, la
Sra. la saya de tela bordada de seda y oro, manto de raso grana con punta
de plata por la cabeza. La túnica del Niño es de raso celeste con puntilla de plata. Los zarcillos de la Sra. son de plata sobre dorada con seis
piedras cada uno y la toca es de punto. Un mantel, un ule y los lienzos
correspondientes, cruz de madera sin crucifijo.
Altar de Santo Domingo, el santo tiene hábito de gala y manto negro, la banderola, el libro y la palma son de latón. Altar de Santa Ana en
un lienzo que lo representa. Altar del Santo Cristo contiene la imagen
del Señor, la Virgen y San Juan tiene un mantel, ule, lienzo y un atril de
madera. Altar de San José, contiene la imagen del Santo con el Niño,
mantel, ule, lienzos, dos atriles de madera y una cruz con crucifijo. Altar
del Niño Jesús tiene mantel, ule y lienzo. Hay en estos altares cinco aras,
nueve candeleros y una lámpara de metal, cuatro campanillas y un candelabro de bronce y el compañero está roto, y dos de maderas pintado
de blanco.
La descripción que hace el presbítero de los altares no puede ser más escueta. Solo los menciona sin detenerse a entrar en detalles, pero afortunadamente estos llegaron hasta nuestros días y están documentados, así como las
imágenes procedentes en su mayoría del convento de las Madres dominicas
que con el nombre de Ntra. Sra. de la Encarnación del Verbo se fundara en
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Almonte en 1610 por don Juan Ruiz Prieto y su mujer doña Águeda Bejarano; y que tras la exclaustración definitiva pasaron a la ermita del Rocío y
cuyo solar a sus patronos, los descendientes del fundador o mejor dicho de
su mujer que fueron los Ortiz de Abreu6 y que entroncaron por casamiento
con los Cepeda, sus actuales propietarios hasta hace unos años.
Pero volviendo al inventario y a los altares diseminados por la ermita,
haremos hincapié en la fuerte devoción con que contaba Santo Domingo
de Guzmán, cuyas colas de mujeres para limpiarle la vara se hacían interminables los días de la Romería, demandado un buen casamiento. La virgen
del Rosario, por su parte, gozaba de un retablo de buena factura y un ajuar
considerable para la época. De todo ello solo queda la mascarilla de la Virgen –que se encuentra en los almacenes de la Hermandad Matriz– y el Niño,
hoy en poder de una familia, cuyo nombre omito. Sería muy deseable su
recuperación y retorno al Culto en el Santuario.
En estos altares se decían misas, a la vez, durante toda la madrugada del
domingo al lunes de Pentecostés. Las camaristas eran las encargadas de los
altares y de vestir a sus imágenes. «Vestir a los santitos» –en palabras de
las camaristas antiguas– era el preludio para vestir a la Virgen días después.
Prosiguiendo el Inventario, leemos a continuación:
Veinte faroles de los que doce son medianos y ocho mayores, una
banqueta de tres hacientos. Las andas o paso de Ntra. Sra. de madera
dorada con funda de terciopelo encarnado y estrellas de metal amarillo
con dos Ángeles que sostienen el manto.
Otras andas que sirven para San José de madera dorada y blanca.
Tres bancos para colocar las andas. Dos mesas y dos escaleras una grande y la otra más pequeña.
Una campana de bronce en el campanario.
¿A qué se refiere el capellán cuando habla de las estrellas de metal dorado
y los ángeles que sostienen el manto? ¿A una funda salpicada de estrellas que
cubría el paso de la Virgen situado en el compás? ¿Qué se nos ha escapado
de nuestra historia reciente? ¿Cómo podemos interpretar esta descripción
nunca leída hasta ahora?
6
Esta familia tuvo un protagonismo crucial en los acontecimientos del Rocío Chico y su
casa solariega de la calle del Cerro, fue escenario de aquellos trágicos acontecimientos
conservando aún la atmosfera y el mobiliario de estilo imperio propio de la época, así
como el magnífico oratorio del siglo xvii probablemente procedente del citado convento dominico. También se encuentra allí el escudo de armas de los Ortiz de Abreu, tallado
en madera y policromado que coronaba el retablo principal del referido cenobio y un
importante artesonado fechado en 1735 en el salón que cobija el citado oratorio.
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Es muy interesante las referencias que el inventario hace de las andas
aunque un tanto escueta y ambigua. Referente a las andas de la Virgen, parece tratarse de la que ya tenemos constancia y conocemos a través de fotografías. Respecto a las del Santo Patriarca carecíamos, hasta ahora, de información sobre la misma. Lo que sí se desprende es que, probablemente, la
imagen de San José procesionaba con la Virgen en algunas ocasiones, ya que
en aquella época no tenía sentido hablar de una procesión en otro momento
que no fuese la Función de la Romería o con motivo de algún traslado, pues
el resto del año la población era escasísima en la minúscula aldea, careciendo de entidad como para celebrar una procesión fuera de ese marco festivo.
Sí tenemos certeza, en cambio, de que San José recibía en El Chaparral a la
Virgen en sus traslados a la villa de Almonte.
Y respecto a la banqueta de tres asientos, nos hace suponer que es la que
hoy se encuentra restaurada y pintada de blanco con una interesante pintura
de la Virgen en su respaldo, completándose con ella la relación de los enseres de este inventario de la ermita del Rocío, que se firma el 30 de diciembre
de 1884 por el presbítero, Ángel Márquez Parreño.
Nos llama la atención que nada se dice de los exvotos. No obstante, la
mayoría de los existentes, comienzan precisamente en esas fechas por lo que
presumimos que estos serían escasos y poco relevantes. Así como tampoco
de los exvotos de la casa de Orleans, como el famoso galeón de plata, lo que
suponemos fue donado con posterioridad a esta fecha.
La sucinta descripción de este ajuar de la ermita de El Rocío aunque
lacónico y excesivamente escueto en algunos de sus objetos y enseres, sí nos
revela datos suficientes como para captar la austeridad de aquellas postrimerías del siglo xix, en una incipiente aldea y en un santuario que comenzaba a
despuntar en toda la comarca perimarismeña. Una ermita que se recuperaba
de los declives que para la Iglesia supuso la invasión francesa a principios de
la centuria y las desamortizaciones eclesiásticas acaecidas a mediados de la
misma, dando al traste con la abolición de la Capellanía de Baltasar Tercero,
verdadero sostén económico para el mantenimiento del santuario y la regularización de sus cultos.
Con este documento realizado hace 130 años hemos pretendido «fotografiar» a tiempo pasado la ermita del Rocío, su contenido y entorno, ofreciendo imágenes olvidadas algunas, e inéditas otras, que aunque no sean
trascendentales, sí nos ayudará a enriquecer el pasado reciente de la hoy
universal devoción rociera, al menos ese ha sido el objetivo y el propósito
de este sucinto trabajo.
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Manuel Ángel López Taillefert
FUENTES DOCUMENTALES
Y BIBLIOGRAFÍAS UTILIZADAS
Archivo General Arzobispado Hispalense. Administración General. IV. 10
Inventarios, legajo 1420.
ÁLVAREZ GASTÓN, R.: Las raíces del Rocío, Huelva 1981
INFANTE GALÁN, J.: Rocío. La Devoción Mariana de Andalucía. Sevilla
1971.
GONZÁLEZ GÓMEZ, J. M. y CARRASCO TERRIZA, M. J.: Escultura
mariana onubense. Diputación de Huelva, 1981.
HEREDIA MORENO, M. C.: La orfebrería en la provincia de Huelva. Diputación Provincial, 1980.
LATOUR, A.: Nôtre Dame du Rocío en la Baie de Cádiz. París, 1885.
LÓPEZ TAILLEFERT, M. A.: El Rocío, Una aproximación a su historia.
Hdad. Matriz. Almonte 1ª edición, 1997.
PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S.: Rocío: la explosión de la gran devoción
del sur en el siglo xx. Edit. Almuzara, 2007.
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marÍa, evangelio de esperanza
Conferencia impartida en Almonte, el día 13 de diciembre, dentro
del ciclo «Mensajeros del Bicentenario, encuentros de fe y cultura».
Antonio Mª Calero, SDB
Resumen
Abstract
Cada advocación de la Santísima
Virgen María pone de relieve algún
aspecto en el que el Misterio de Dios,
uno y trino, se refleja de forma propia y
peculiar. ¿Cuál es el aspecto específico
del Misterio cristiano que viene implicado en la advocación de la Esperanza?,
¿y cuál es su relación con Cristo, Verbo
Encarnado?, ¿y con la realidad socioeconómica y eclesial, que nos acerca
hoy a ese misterio?
Each devotion of the Blessed
Virgin Mary emphasizes one of the
forms in which the Triune Mistery
of Good in embodied in a distinctive
and specific way. Which particular
aspect of the christian Mistery appears
in the devotion of the Hope? What is
its relationship with Jesus Christ, the
Incarnate Word? What is the link with
the socio-economic and Church life
in which we experience this Mistery
nowadays?
Palabras clave: María, Esperanza, Keywords: Mary. Hope, Jesus Christ,
Cristo, modelo, Concilio Vaticano
Second Vatican Council.
II.
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Antonio María Calero de los Ríos es sacerdote salesiano desde 1944. Doctor en
Teología por la Universidad Pontificia Salesiana de Roma. Desde 1955, es profesor ordinario de Teología (Eclesiología, Cristología, Mariología, Laicología y Vaticano II) en diversos
Centros Teológicos de la Congregación Salesiana, en España y Chile, y desde el año 1981 en
el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla. Desde 1992 al año 2005 fue además ininterrumpidamente su Rector. Ha publicado numerosas obras (la última una Mariología con el título
María, signo de esperanza cierta, Madrid 2010), así como más de 120 artículos científicos
sobre temas teológicos, de vida religiosa y pastoral en diversas Revistas, amén de otras 30
colaboraciones publicadas en diversos medios escritos.
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Antonio Mª Calero
María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
INTRODUCCIÓN
Diversas perspectivas en el acercamiento a la figura de María a lo
largo de la historia de la Iglesia: la toda santa, la siempre virgen, la Theotókos, la Dolorosa, la Inmaculada, la Asunta, etc. Hoy, aparece María ante
nosotros como Evangelio de Esperanza.
De izquierda a derecha aparecen, Juan Mairena Valdayo, deán de la catedral de
Huelva, José García Muñoz, párroco de Almonte, Antonio Mª Calero de los Ríos, Sdb,
Juan Ignacio Reales, presidente de la Matriz, Antonio Ríos Ramos, ex-hno. Mayor del
Hermandad del Gran Poder y del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla y
Santiago Padilla, secretario de la Hdad. Matriz, en el prólogo de la conferencia.
SOCIEDAD E IGLESIA ANTE LA ESPERANZA
Para valorar debidamente este título dado a María, evangelio de esperanza, es preciso tomar conciencia de la situación en que vive actualmente
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1
tanto la sociedad como la misma Iglesia :
No hace falta ser un experto en sociología para descubrir que vivimos en
una sociedad dominada por la desesperanza, la desorientación, el miedo, y
una situación de desánimo generalizado.
Merece la pena hacer una breve reflexión acerca de esta situación de
desesperanza que vive la sociedad. Y el punto de partida no puede ser otro
que la profunda convicción de que, si se me permite la expresión, «el hombre es un animal esencialmente esperanzado»: la esperanza no es para el
hombre algo periférico e insustancial; forma parte constitutiva de su ser.
Siendo una criatura lanzada al futuro, siendo radicalmente un «ser de esperanza», el hombre no se contenta con el presente, sobre todo si es negativo.
De tal forma, que cuando el hombre pierde la esperanza, y en la medida
en que lo hace, el hombre inevitable e inexorablemente, se «deshumaniza» y, con él, la humanidad entera en sus ámbitos y facetas. Como consecuencia, el hombre se vuelve agresivo, violento, pendenciero, egoista,
enemigo frente a su semejante: lo que los antiguos romanos ya habían
constatado cuando afi rmaron que «el hombre se convierte en un lobo para
el propio hombre». La desesperanza desemboca e introduce al hombre
por caminos de lucha, de violencia, de enfrentamientos, de incomprensión, de pillaje: en definitiva, por caminos de tristeza y de muerte. Es lo
que estamos viendo delante de nuestros ojos en la sociedad, de una forma
preocupantemente progresiva. Es lo que ponen de relieve de forma incontestable, aunque desde otra perspectiva, los acontecimientos de masas:
los macroconciertos de miles de jóvenes, los estadios de fútbol repletos de
espectadores, el consumo compulsivo de Medios de Comunicación Social,
especialmente la TV, etc.
En la medida en que el hombre se aleja del proyecto de Dios sobre él, que es un proyecto de futuro y por consiguiente de esperanza, el
hombre se «deshumaniza» sin remedio.
Por otra parte, la misma Iglesia no se libra de vivir un momento histórico de cierto desinfle, de falta de entusiasmo, de mística, en defi nitiva,
de esperanza. También la Iglesia vive hoy momentos de cierta «desesperanza». K. Rahner habló en su día de «tiempo de invierno» para la
Iglesia 2 . Es cierto que sería injusto hablar de forma generalizada de «la
Iglesia», siendo así que, en no pocos lugares (como en África o en los
países del Extremo Oriente), la Iglesia está experimentando un despertar
altamente esperanzador.
1
Aunque referido fundamentalmente al área europea, es interesante el estudio de J-R. Flecha
«La fuerza de la esperanza», en Misión Joven, 431(diciembre 2012), pp. 5-13.
2
Vid. RAHNER, K.: La fe en tiempo de invierno, DDB, Bilbao 1989.
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Antonio Mª Calero
María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
Pero si volvemos la mirada al continente europeo, no podemos menos
de compartir el análisis que realizó el Papa Juan Pablo II el año 2003 en
su exhortación a postólica Ecclesia in Europa. He aquí sus palabras:
La época que estamos viviendo, con sus propios retos, resulta en
cierto modo desconcertante. Tantos hombres y mujeres parecen desorientados, inseguros, sin esperanza, y muchos cristianos están sumidos en este estado de ánimo. Hay numerosos signos preocupantes que,
al principio del tercer milenio, perturban el horizonte del Continente
europeo que, ‘aun teniendo cuantiosos signos de fe y tstimonio, y en
un clima de convivencia indudablemente más libre y más unida, siente
todo el desgaste que la historia antigua y reciente, ha producido en las fibras más profundas de sus pueblos, engendrando a menudo desilusión’.
Entre los muchos aspectos indicados con ocasión del Sínodo, quisiera
recordar la pérdida de la memoria y de la herencia cristianas, unida a una
especie de agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa, por lo cual
muchos europeos dan la impresión de vivir sin base espiritual y como
herederos que han despilfaarrado el patrimonio recibido a lo largo de
la historia. Por eso, no ha de sorprender demasiado los intentos de
dar a Europa una identidad que excluye su herencia religiosa y, en
particular, su arraigada alma cristiana, fundando los derechos de los
pueblos que la conforman sin injertarlos en el tronco vivificado por la
savia del cristianismo. En el Continente europeo no faltan ciertamente
símbolos prestigiosos de la presencia cristiana, pero estos, con el lento
y progresivo avance del laicismo, corren el riesgo de convertirse en mero
vestigio del pasado3.
Frente a semejante situación es oportuno recordar con el teólogo J.
Moltmann que:
la cristiandad no tiene su esencia y su fin en sí misma, ni en su propia existencia, sino que vive de algo y existe para algo que va más allá
de ella. Si se quiere captar el misterio de su existencia y de sus modos
de actuación, hay que preguntar por su misión. Si se quiere averiguar su
esencia, hay que preguntar por aquel futuro en el que ella coloca sus
esperanzas y expectativas. Si la cristiandad misma se ha vuelto insegura y desorientada en las nuevas circunstancias sociales, entonces
tiene que reflexionar de nuevo sobre aquello para lo que existe y hacia
lo que aspira4.
Ahora bien, a mi entender, esta situación de «nebulosa» e incluso «desorientación» que puede vivir el cristianismo (sobre todo en Europa), se
3
4
Vid. JUAN PABLO II: Ecclesia in Europa, n. 7, (28 de junio de 2003).
Vid. MOLTMANN, J.: «Teología de la Esperanza». Sígueme, Salamanca 1972, pág. 419.
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Antonio Mª Calero
debe indudablemente, entre otros factores, a la concepción que hemos
tenido de Dios: una concepción prevalentemente intimista e individualista. Si ese Dios ha sido sobre todo el Dios de la metafísica, es decir, el
«motor inmóvil», el «presente eterno», la «esencia eterna e infi nita»,
de ese Dios se puede prescindir perfectamente en la medida en que los
hombres puedan resolverse los problemas a sí mismos sin tener que hacer
recurso alguno a un Dios de tipo «esencialista» o «metafísico». Pero el
Dios de la revelación es:
un Dios de la promesa y de la salida del presente hacia el futuro, un
Dios cuyo carácter constitutivo es el futuro, un Dios de cuya libertad
dimana lo venidero y lo nuevo..., un nombre de camino, un nombre de
promesa, un nombre que abre un futuro nuevo, y cuya verdad es experimentada en la historia, en la medida en que su promesa manifiesta
el horizonte de futuro propio de ella [...]. Este Dios está presente allí
donde se aguardan sus promesas en esperanza y cambio. Merced al Dios
que hace ser lo que no es, también lo que todavía no existe, lo futuro, se
torna «pensable», porque se vuelve «esperable»5.
CRISTO, ESPERANZA NUESTRA
Para la Comunidad cristiana existe, un punto de partida incuestionable: el gran «Evangelio», el Evangelio «por excelencia«, la «gran Buena Noticia» superior a cualquier otra (Lc 2,9), es la Persona de Cristo, el
Verbo Encarnado: Él es el principio y fundamento de la Esperanza cristiana; Él es la Esperanza suprema que Dios nos ha dado y que nosotros
tenemos que proclamar valiente e incansablemente «sobre las azoteas»
(Mt 10,27). Por eso el cristiano no puede, no debe, entrar en la espiral de
tristeza, de pesimismo y desesperanza que hemos constatado anteriormente. Él es seguidor de Cristo, Esperanza de la humanidad (1Tim 1,1).
Por eso mismo, sus seguidores hemos sido llamados a una Esperanza
viva y activa (1Pe 1,3). La progresiva y, al parecer, imparable situación de
desesperanza de la sociedad ha hecho que la Iglesia –Juan Pablo II en concreto–, hable, desde hace veinte años, de la necesidad de emprender, en este
contexto, una Nueva Evangelización, y la haya presentado precisamente en
clave de «esperanza»: nueva en su «ardor», nueva en sus «métodos» y
nueva en sus «expresiones».
Los cristianos estamos llamados, pues, por vocación y por misión, a ser
5
Vid. MOLTMANN, J.: Op.cit., pág. 38.
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María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
portadores de una Esperanza que atraviesa el tiempo y el espacio: somos seguidores de Aquel que es, por excelencia, la «esperanza de la humanidad»
(cf. 1Tim 1,1). A los primeros cristianos sometidos, por una parte, a una
fuerte y constante persecución y a la incertidumbre del fin de la historia,
por otra, les exhortaba el autor de la Carta a los Hebreos a mantener firme la esperanza: «Aferrémonos a la esperanza inamovible que profesamos,
pues fiel es Dios que hizo las promesas» (Hb 10,23). Esa esperanza, en
efecto, es el ancla que garantiza la estabilidad de la fe en el Dios de Jesús y
en el actuar según el Proyecto de Dios, a pesar de las mil dificultades que
se presentan en el diario vivir, y sobre todo en el progresivo devenir de la
historia.
Si tuviéramos ante los ojos –dice J. Moltmann– tan solo aquello que
vemos, entonces nos contentaríamos, alegres o tristes, con las cosas tal
como son. Pero el que no nos conformemos, el que no se llegue a una
armonía amistosa entre nosotros y la realidad, se debe a la esperanza
inextinguible. Esta mantiene disconforme al hombre, hasta que llegue
el gran cumplimiento de todas las promesas de Dios. Le mantiene in
statu viatoris, en aquella apertura al mundo que, por estar abierta por la
promesa de Dios en la resurrección de Cristo, no puede ser abolida por
ninguna otra cosa más que por el cumplimiento precisamente de ese
Dios. Esta esperanza transforma a la comunidad cristiana en una constante inquietud dentro de aquellas sociedades humanas que quisieran
estabilizarse, conviertiéndose en la «ciudad permanente». Transforma
a la comunidad cristiana en fuente de impulsos siempre nuevos que incitan a realizar aquí el derecho, la libertad y la humanidad, a la luz del
futuro aunciado que debe venir6.
MARÍA, EVANGELIO DE ESPERANZA
Pues bien, en el contexto y en virtud del misterio de la Encarnación,
esa Buena Noticia que es sin duda alguna, Cristo, el Verbo Encarnado,
lleva necesaria e inseparablemente implícita la «Buena Noticia» que
es María, su Madre. María, en efecto, es Evangelio de Esperanza por
su íntima relación con Cristo, Esperanza de la humanidad (cf. 1Tim 1,1).
Porque así como Cristo es absolutamente inexplicable sin María, así
también Ella se convierte, en virtud de su Maternidad divina, en una auténtica «Buena Noticia», en Esperanza para la humanidad.
6
Vid. MOLTMANN, J.: op. cit, págs. 27-28. Cf. NÚÑEZ MORENO, J.M.: «Del optimismo a la esperanza o lo que va del valor a la virtud», en Misión Joven, 431(diciembre
2012), págs. 25-49.
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María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
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Momento de la procesión extraordinaria. El Rocío, 19 de agosto de 2013
María en efecto, es en sí misma, en su propia persona, Evangelio de Esperanza.
Recordemos, de entrada, que
el hallazgo de las imágenes de María ha sido siempre motivo de renovada
alegría y esperanza, dando origen a múltiples Advocaciones: Rocío del cielo,
Remedio de nuestros males, Salud de los enfermos, Consuelo de los afligidos, Refugio de los pecadores, Causa de nuestra Alegría, Defensora de los
Pueblos, Esperanza nuestra, etc.
Los innumerables Santuarios marianos, esparcidos por todo el mundo,
y en particular por el Continente europeo, hasta poderse hablar de una «específica “geografía” de la fe y de la piedad mariana»7, son otros tantos cenáculos desde donde se proclama constantemente la Buena Noticia del Evangelio, y desde donde la Esperanza viva y activa se mantiene y difunde sobre
todo en el Pueblo de Dios, especialmente para los más sencillos y humildes.
Sus Apariciones auténticas (desde la primera de ellas en Guadalupe),
se realizan siempre en clave positiva de Esperanza: para consolar, salvar y
evitar calamidades de todo tipo: espirituales e incluso materiales.
7
Vid. JUAN PABLO II, Encíclica Redemptoris Mater, n. 28 (25 de marzo de 1987).
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María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
Ya en su Nacimiento
La Liturgia del día 8 de septiembre, Fiesta de la Natividad de María,
canta: «Tu nacimiento, Virgen María, anunció la alegría a todo el mundo.
De ti nació el sol de la justicia, Cristo, nuestro Dios, que, borrando la maldición, nos trajo la bendición, y, triunfando de la muerte, nos dio la vida
eterna»8. Con su nacimiento se puso en marcha de forma inmediata la
realización de la Salvación «prometida a Abrahán y a su descendencia por
siempre» (Lc 1,54-55).
Al dar su «sí», voluntario y responsable,
al Proyecto de Dios en la historia: no a un proyecto más o menos trascendente, sino al Proyecto central de la reconciliación de la humanidad con
Dios: «la obra de los siglos» como la llamó Pablo VI9. María se puso total y
absolutamente disponible a la prodigiosa «humanización del Verbo Encarnado». El inicial e incondicional «sí» de María, es precisamente la raíz de la
Esperanza que llevó y cultivó María en su corazón a lo largo de toda su vida.
En la Visitación a Isabel,
cuando se desencadena para el «Israel del Dios», una explosión de alegría y esperanza (Lc 1,39-55). Olvidándose de sí misma, María se levantó y
se puso inmediatamente en camino para realizar un gesto profundamente
«humanitario» con Isabel, la anciana embarazada. Un gesto cuyo núcleo
lo constituía precisamente llevarle a Cristo y con ello, aportar esperanza y
alegría a un hogar profundamente necesitado de ella. La alegría, el gozo,
la esperanza cumplida, el servicio humilde y eficaz, todo, tiene su origen
precisamente en la presencia en su seno de Aquel que es, por excelencia, la
Buena Noticia esperada desde siempre por la humanidad.
En las Bodas de Caná de Galilea,
cuando «esperando contra toda esperanza» (Rom 4,18), haciendo gala
de una esperanza que «no defrauda» (Rom 5,4-5), la amargura de la desesperanza se transformó en la alegría inefable de una realidad absolutamente
inesperada en forma de exquisito vino (cf. Jn 2,1-12). María «fuerza» la
«hora de Jesús» (la anticipa), para poder realizar un gesto profundamente
humano: ofrecer en abundancia (600 litros) un vino (símbolo inequívoco
de una esperanza cumplida), abundante y exquisito, en una circunstancia límite: es decir, cuando la esperanza había llegado a su fin: «no tienen vino»
8
9
Laudes de la Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María.
Vid. PABLO VI, Exhortación Apostólica Marialis Cultus n. 37, (2 de febrero de 1974).
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María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
Antonio Mª Calero
( Jn 2,3). Sin que nadie se percatara de ello, María se convirtió, de forma
anónima pero real y eficaz, en verdadera Esperanza para aquellos jóvenes.
Estos pasos de la vida de María fundamentan con toda verdad el que podamos llamarla «Evangelio de Esperanza»: en cada uno de ellos, la esperanza se vio, no sólo reforzada, sino convertida en una realidad personal: María.
MARÍA, PARADIGMA DE LA IGLESIA
En el contexto cristológico de la esperanza, aparece María como claro
espejo, prototipo, modelo, ejemplar, referente y estímulo de la Comunidad
cristiana, para que esta Comunidad se transforme, cada vez más, en «Evangelio de Esperanza» para la humanidad.
La consideración de María, Evangelio de Esperanza, lleva consigo la exigencia y el compromiso de ser personas y comunidades que mantienen viva
y activa la Esperanza en tiempos recios y faltos de esperanza como los que
vivimos hoy. Seguidora de María, Evangelio de Esperanza, la Comunidad
cristiana está desafiada a presentarse, ante una sociedad profundamente
desesperanzada, como una «Buena Noticia» para transformarla según el
Proyecto de Dios. Estamos llamados a ser una Comunidad esperanzada que
anuncia y contagia Esperanza a todos los hombres. «Esperando contra toda
esperanza»(cf. Rom 4,17-25), María es para nosotros Estrella y Camino en
el desafío de la Nueva Evangelización, al convertirse en «signo de esperanza
cierta»10.
Otro momento de la procesión extraordinaria. El Rocío, 19 de agosto de 2013
10
Vid. Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen Gentium 68.
Antonio Mª Calero
María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
Con la ayuda de la Gracia y de la mano de María, tenemos que trabajar en construir esforzadamente aquello mismo que esperamos: «un cielo
nuevo y una tierra nueva» (Ap 21,1), es decir, un Mundo que responda
plenamente al Proyecto de Dios sobre nuestra historia. A la luz de María
y siguiendo su ejemplo, la Comunidad cristiana tiene que preguntarse de
qué adolece fundamentalmente el mundo en general y nuestra sociedad en
particular, y cuál es, por consiguiente, la aportación fundamental que los
cristianos hemos de hacer formalmente a la sociedad en que vivimos, para
convertirnos, también nosotros, en Evangelio de Esperanza.
Y hecha esta pregunta, no dudamos en responder por nuestra parte:
La sociedad necesita, ante todo, al Dios de nuestro Señor Jesucristo
como «garante» de la auténtica humanidad entre los hombres. Sin ese
Dios, la sociedad está sometida inexorablemente a los vaivenes de los mandatarios del mundo. Es evidente que no estoy propiciando una especie de
vuelta al cristianismo de cristiandad (situando a Dios como fuente y autor
de las leyes civiles, culturales, científicas, económicas, políticas, por las
que se rija la sociedad)11. Pero sí, como garante e impulsor de una sociedad
en la que cada hombre pueda realizarse como «persona humana». Los
que no tienen a Dios, decía el apóstol Pablo, no tienen esperanza (cf. Ef
2,12; 1Tes 4,13).
La sociedad necesita hoy, con verdadera urgencia, un «plus» de humanidad. Son muchos los síntomas y hechos que nos persuaden de esta
urgencia: desigualdades irritantes, indiferencia frente las improrrogables
necesidades de los otros, situaciones de violencia y agresividad que dejan
perplejos, formas de explotación intolerable de mujeres y niños. El compromiso de humanizar la sociedad tiene, para los cristianos, una prioridad
improrrogable.
La sociedad necesita hoy, en dosis masivas, hombres y mujeres comprometidos en cultivar el optimismo y la alegría desde una profunda vivencia
de fe. Hoy vive nuestra sociedad la desconcertante paradoja de la tristeza y la
alegría. Se constata por una parte y por otra, una profunda tristeza, en parte
incurable, que se quiere combatir y curar –y aquí está la paradoja–, con una
alegría superficial y engañosa: la alegría del «tener», en lugar de combatirla
con la alegría del «ser», que es la que Jesús prometió de forma clara y explícita a los suyos: «Más feliz es el que da que el que recibe» (Hch 20,35; cf.
Jn 15,11; 16,20-23).
La sociedad hoy, necesita transformar el agua amarga de la desesperanza
11
El Concilio Vaticano II propició e impulsó la verdadera autonomía y secularización de las
realidades terrestres: GS 33-36.
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María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
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en la dulzura de un vino bueno, símbolo de un mundo construido según
el Proyecto de Dios. Esta transformación, verdadero milagro que necesita
con toda urgencia el mundo en estos momentos, requiere la presencia de
Aquella que en Caná logró el milagro del cambio de aquella agua en el vino
gracias al cual «los discípulos creyeron en Él» ( Jn 2, 11).
La sociedad hoy, necesita superar con paso firme y decidido el escándalo de las injustas e «hirientes desigualdades»12 existentes a diversos niveles: Norte-Sur, ricos cada vez más ricos-pobres cada vez más pobres, cultos
cada vez más refinados en su cultura-analfabetos cada vez más deprimidos
y explotados. El Vaticano II presentó en su día este panorama que, lejos de
haberse corregido, se ha hecho cada vez más real y actual:
Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estrictamente
necesario, algunos, incluso en los países menos desarrollados, viven
en la opulencia o malgastan sin consideración. El lujo pulula junto a la
miseria. Y mientras unos pocos disponen de un poder amplísimo de
decisión, muchos carecen de toda iniciativa y de toda responsabilidad,
viviendo con frecuencia en condiciones de vida y de trabajo indignas de
la persona humana13.
La sociedad hoy, necesita urgentemente enderezar sus pasos por caminos de verdadera y auténtica paz, antes, como dijo en su día el Vaticano II,
de que llegue «aquella hora en la que no habrá otra paz que la paz horrenda de la muerte»14. Y no sólo en los altos niveles entre las naciones, sino
en el ámbito más restringido pero no menos importante de la sociedad,
comenzando por la propia familia. Es demasiado alto y hasta insoportable, el nivel de agresividad y violencia social y familiar al que asistimos
entre asombrados e impotentes. Es necesario construir una paz que no
sea la simple ausencia de guerra, sino que esté fundada sobre la justicia, el
respeto a los demás, y, en defi nitiva, sobre «el apasionado ejercicio de la
fraternidad»15.
En todos estos pasos y compromisos, nos precede y acompaña María
con su ejemplo como «Evangelio de Esperanza»: es decir, como «signo
de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor» (LG
68). María, como hemos visto más arriba, nos acompaña como garantía
de que los esfuerzos realizados en la consecución de esos logros, no van a
quedar «frustrados». Es cierto que las deseadas transformaciones se van
12
Vid. PABLO VI, Encíclica Populorum Progressio, n. 9 (Roma 26 de marzo de 1967).
Vid. Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et spes, n. 63.
14
Vid. Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et spes, n. 82.
15
Vid. Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et spes, n. 78.
13
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María, Evangelio de Esperanza, pp. 59-72
realizando con una lentitud a veces desesperante. Pero es igualmente cierto que se requiere una esperanza que, siendo «viva y activa», no se frustra
ni decae ni desfallece ante la lentitud de las realizaciones, ni tampoco ante
la multitud de dificultades que las hacen poco menos que inviables: Cf.
Sant 5,7-8.
Conclusión: Los Padres Sinodales al concluir sus trabajos y deliberaciones tenidos en el mes de octubre pasado (2012), entregaron al Santo Padre las Proposiciones elaboradas por ellos mismos como final del propio
Sínodo. La última de ellas, la 58, suena así:
El Concilio Vaticano II presentó a María en el contexto del misterio
de Cristo y de la Iglesia (cf. LG 52-68). El Papa Pablo VI la declaró «Estrella de la Evangelización»; es, por lo tanto, modelo de fe, esperanza y
amor. Es la primera en ayudar a llevar discípulos al Maestro (cf. Jn 2); en
la sala superior del Cenáculo es la Madre de los creyentes (cf. Hch 1,14).
En su calidad de Madre del Redentor, María se convierte en testigo del
amor de Dios. Cumple fielmente la voluntad de Dios. Es la mujer fuerte
que permanece, junto con Juan, al pie de la cruz. Siempre intercede por
nosotros y acompaña a los fieles en su camino hasta la cruz del Señor.
Como Madre y Reina, es signo de esperanza para los dolientes y los necesitados. Hoy es «la Misionera» que nos ayudará en las dificultades
propias de nuestra época y que con su cercanía abre a la fe los corazones
de hombres y mujeres. En María fijamos nuestra mirada. Ella nos ayudará a anunciar el mensaje de la salvación a todo hombre y a toda mujer,
para que ellos también se conviertan en operadores de la evangelización. María es Madre de la Iglesia: que, mediante su presencia, esta se
convierta en casa de muchos y en Madre de todos los pueblos16.
Como he intentado hacer ver a lo largo del trabajo, María es, en su
persona, realización y paradigma de una Esperanza que «no defrauda»
(Rom 5,4-5).
Dirijámonos a Ella con la preciosa Oración con la que Juan Pablo II concluye su Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa (n. 125).
María, Madre de la esperanza,
¡camina con nosotros!
Enséñanos a proclamar al Dios vivo;
Ayúdanos a dar testimonio de Jesús,
el único Salvador;
haznos serviciales con el prójimo,
16
Ecclesia, n. 3 650 (24 de noviembre de 2012), p. 35.
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Antonio Mª Calero
acogedores de los pobres, artífices de justicia,
constructores apasionados
de un mundo más justo;
intercede por nosotros que actuamos
en la historia
convencidos de que el designio
del Padre se cumplirá.
Aurora de un mundo nuevo,
¡muéstrate Madre de la esperanza y
vela por nosotros!
Vela por la Iglesia en Europa:
que sea transparencia del Evangelio;
que sea auténtico lugar de comunión;
que viva su misión
de anunciar, celebrar y servir
el Evangelio de la esperanza
para la paz y la alegría de todos.
«El balcón del Papa». El lugar del
Santuario del Rocío, desde el que se dirigió a los rocieros, el Papa Juan Pablo II.
El Rocío 13 de junio de 1993
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el aÑo jubilar y la peregrinaciÓn
Conferencia impartida en Almonte, el día 13 de diciembre, dentro
del ciclo Mensajeros del Bicentenario, encuentros de fe y cultura.
Ignacio Gaztelu
Rector del seminario diocesano
de Asidonia-Jerez de la Frontera
Resumen
Abstract
El año Jubilar es un período de gracia que concede y celebra la Iglesia, con
remotos antecedentes y con una honda
significación en la cultura judeo-cristiana. De su conocimiento podemos
deducir el sentido y el significado que
tiene para los cristianos de hoy. Una
oportunidad que brinda la Iglesia para
crecer en los compromisos personales
y colectivos con la fe cristiana. Y que
tiene una relación estrecha y directa
con la peregrinación, como gran metáfora de la vida cristiana.
The Holy Year is a time of
grace offered and celebrated by
the Church, which has remote
antecedents and a deep significance
in the Judaeo-Christian culture. We
can infer from its study the sense
and the meaning that it has for
Christians today. It is an opportunity
provided by the Church for us to
grow in our personal and collective
commitment with the Christian
faith. This has a close and direct
relationship with the pilgrimage as
the great metaphor of chistian life.
Palabras clave: Jubileo, reconciliación,
conversión, Deuteronomio, Israel, Keywords: The Holy Year, Deuteroperegrinación, Virgen María.
nomy. conversion, reconciliationy,
Israel, pilgrimage, Virgin Mary.
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Ignacio O. Gaztelu Pastor (El Puerto de Santa María, 16 de febrero de 1963), licenciado en veterinaria por la Universidad de Córdoba (1982-1987), ingresa posteriormente
en el Seminario de Jerez, completando su formación con cursos de Filosofía en Sevilla y de
Teología en Salamanca donde obtiene el título de Bachiller en Teología por la Universidad
Pontificia. Ordenado presbítero el día 12 de octubre de 1998, realiza la Licenciatura en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma que culmina en 1999,
donde realiza también, los estudios de Doctorado, que culmina con la disertación de la tesis
La temática de la communio [consortium] sanctorum en el iter conciliar y en el texto definitivo
de la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium del Concilio Vaticano II que recibió la calificación de Summa cum laude el 22 de noviembre de 2003.
Es rector del Seminario Diocesano San Juan de Ávila, desde el año 2005, del Seminario
Menor de la Inmaculada y de San Juan Grande de Asidonia-Jerez, desde este año, además
de, delegado de Pastoral Vocacional y director del Instituto Teológico San Juan de Ávila. En
2009 fue nombrado canónigo magistral de la Catedral de San Salvador de Jerez de la Frontera. Ha impartido clases en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla, en el Instituto de
Ciencias Religiosas Asidonense de Jerez, en el Centro de Estudios Teológicos San Bartolomé
de Cádiz y en el Instituto Teológico San Juan de Ávila de Jerez, impartiendo diversas disciplinas: Misterio de Dios Uno y Trino, Cristología, Eclesiología, Mariología, Sacramentología
General, Sacramentos de Iniciación, Sacramentos de Curación y de Servicio, Sacramento
del Orden, Pneumatología, Teología del Laicado, Teología de los Signos de los Tiempos,
Ecumenismo o Concilio Vaticano II (interdisciplinar con otros profesores). Ha publicado
artículos en diversas revistas y ha sido invitado a participar en charlas, conferencias, mesas
redondas y otras colaboraciones.
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Ignacio Gaztelu
El Año Jubilar y la peregrinación, pp. 73-97

uisiera comenzar agradeciendo al hermano mayor de la Hermandad del Rocío de Jerez su gentil invitación a contribuir de alguna manera de este acontecimiento de gracia que es el Año Jubilar
concedido por Benedicto XVI al Rocío. Mi intención es la de profundizar
hasta donde sea posible en el significado de tres conceptos que están en estrecha relación entre sí: el año jubilar, la peregrinación y las indulgencias.
Al respecto conviene comenzar diciendo que el Año Jubilar constituye un
gran acontecimiento espiritual de larga presencia en la tradición católica
que, tanto para el creyente individual, como para el conjunto de la Iglesia
ofrece una variedad de vertientes:
1. Es año propicio para la remisión de los pecados y de sus penas (vertiente soteriológica).
2. Es año de reconciliación, de conversión y de penitencia sacramental
(vertiente moral).
3. Es año de solidaridad, de caridad y de justicia (vertiente social)
4. Es año de empeño por servir a Dios con gozo y en paz con los hermanos (vertiente espiritual).
5. Pero, ante todo, el Año Jubilar es Annus Christi, es año de Cristo, portador de la vida y de la gracia para toda la humanidad (vertiente cristológica).
Comenzando desde el principio, los jubileos, como veremos más adelante, se hicieron habituales en la Iglesia católica en la Baja Edad Media, hace
más de setecientos años, pero tienen una génesis mucho más remota que
se remonta a la experiencia del pueblo de Israel. De hecho, algunos de los
textos más antiguos de la Sagrada Escritura nos remiten a la existencia de
este tiempo propicio al menos desde el asentamiento israelita, después de la
salida de Egipto, en la Tierra Prometida.
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El Año Jubilar y la peregrinación, pp. 73-97
Ignacio Gaztelu
EL ORIGEN DEL JUBILEO. EL JUBILEO
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
El origen de la palabra «jubileo» está en la expresión latina iubilum «grito de alegría» que a su vez procede del hebreo yobel, literalmente «carnero». Aparentemente se trata de significados que poco tienen que ver entre
sí y sin embargo guardan una profunda relación entre sí. De hecho, el modo
antiquísimo en que se anunciaba la celebración de este año santo en Israel
era haciendo sonar un cuerno de yobel de morueco, de carnero y justamente
esta es la raíz de la palabra «jubileo». Su sonido agudo y penetrante se expandía y se reproducía de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad a lo largo
de los valles y montañas de Israel. La reacción de los habitantes tanto de los
campos como de las ciudades era el júbilo, los cantos de alegría, especialmente los más pobres, porque sabían bien lo que comportaba este año de
bendición. En efecto, su celebración llevaba consigo, entre otras, la revisión
y restitución de las propiedades a los que por abuso las habían perdido, la
redistribución de tierras, la remisión de las deudas contraídas, la liberación
de los esclavos y el reposo y libre acceso a los campos de labor.
Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes Será para vosotros un jubileo; cada uno
recobrará su propiedad, y cada cual regresará a su familia. Este año cincuenta será para vosotros un jubileo; no cortaréis ni segaréis los rebrotes,
ni vendimiaréis la viña que ha quedado sin podar, porque es el jubileo
que será sagrado para vosotros. Comeréis lo que el campo dé de sí. En
este año jubilar recobraréis cada uno vuestra propiedad
(Lv 25, 10-13)
Básicamente, el Año Jubilar encuentra su fundamento en una de las leyes
más antiguas de Israel y de tal importancia, que es considerada como uno
de los cuatro pilares de la fe judía junto a la circuncisión; la celebración de
la Pascua o la peregrinación a Jerusalén. Se trata de la ley del shabath o del
descanso sabático. En el mismo comienzo de la Escritura, al final del primer
relato de la Creación se nos dice que «cuando llegó el día séptimo Dios había terminado su obra y descansó el día séptimo de todo lo que había hecho.
Bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él había descansado
de toda su obra creadora» (Gn 2,2-3). Sabemos bien la importancia que
lo numérico tiene en la fe y la cultura judías por lo que el número siete será
desde entonces sagrado, el símbolo de la dignidad y el poder de Dios. Esto
explica que todos los días de la historia estén agrupados de siete en siete y
que el último de cada una de estas septimanae, el sábado, sea un día consagrado del todo a Dios.
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Ignacio Gaztelu
El Año Jubilar y la peregrinación, pp. 73-97
De este modo, el descanso del trabajo, imprescindible para cualquier
cultura tenía para los judíos un significado que trascendía la mera utilidad o
costumbre ya que al ser instituida por el mismo Dios adquiría una cualidad
sagrada. El sábado o descanso semanal no sólo permitía reponer fuerzas al
pueblo de Israel, sino que le recordaba la verdad de la Creación, esto es, que
todas las cosas que nos rodean y de las que podemos disfrutar son obra de
Dios. Si todo lo que somos, lo que tenemos y lo que esperamos viene de
Dios y a Él nos lleva, ese día santo permitía reconocer su grandeza y nuestra
pequeñez, nuestra absoluta dependencia y confianza en Él y nuestra disponibilidad total a su santa voluntad. Además ayudaba a recordar que por
pertenecer a un pueblo que había sido liberado por Dios de la opresión de
los egipcios, ningún israelita podía ser sometido al abuso de un trabajo inhumano e ininterrumpido.
Esta costumbre sabática, de descansar y consagrar a Dios uno de cada
siete días, daría lugar, con el tiempo al Año Sabático, expresión que entre
nosotros se ha extendido al ámbito laboral e intelectual pero que en Israel
tiene una raíz indudablemente rural. La tierra de Palestina está muy lejos
de igualar en fecundidad a la de Egipto, alimentada por el fértil limo procedente de las proverbiales crecidas del río Nilo. Por eso, desde su entrada en
la Tierra Prometida los hebreos adoptarán esta regla práctica que prescribe
determinados periodos en los que las tierras deben permanecer en barbecho, aplicando así el precepto sabático no ya sólo a las personas, sino a las
tierras que son también propiedad divina tal y como aparece en el Código
de la Alianza. Con el tiempo este hábito de origen agrícola acabará por ser
superado y el barbecho periódico se convertirá, como sucedió con el descanso del sábado, en una institución de orden social, primero y de carácter
religioso y espiritual después.
Por seis años sembrarás tus tierras y recogerás sus cosechas. Pero
el séptimo año las dejarás en barbecho y no recogerás su producto. De
ellas podrán alimentarse tus compatriotas indigentes y las bestias del
campo comerán lo que ellos dejen. Lo mismo harás con tu viña y tu
olivo. Durante seis días te entregarás a tus ocupaciones, pero el séptimo
descansarás
(Ex 23, 10-12)
Se da, pues, un claro paralelismo entre la legislación del Año Sabático y
la del sábado propiamente dicho. Ambas leyes están presididas por un mismo espíritu, que irá marcando toda la evolución del Año Sabático; cada vez
más, expresión de la justicia y solidaridad que Dios quiere para su pueblo.
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En la legislación levítica volvemos a encontrar la idea de la liberación de
los esclavos: el siervo hebreo pertenece a un pueblo libre y debe recuperar
esa libertad todos los sábados, lográndola definitivamente cada siete años.
Aunque a nosotros nos pueda parece una ley muy regresiva, en su momento
se trataba de una verdadera novedad, no olvidemos que fue escrita hace más
de tres mil años:
Si compras un esclavo hebreo, su servicio durará seis años. Al séptimo, podrá marchar. Quedará libre, sin pagar nada. Si entró solo, sólo
saldrá. Si estaba casado, saldrá su mujer con él. Si lo casa su dueño y su
mujer le da hijos o hijas, la mujer y los hijos seguirán siendo propiedad
del dueño y él saldrá solo. Pero si este esclavo declara: “Yo quiero a mi
amo, a mi mujer y a mis hijos, renuncio a la libertad”, entonces su dueño
le llevará ante Dios
(Ex 21, 2-6)
Con la instauración del reino de Israel la preponderancia de las ciudades
acabará por convertir a los campesinos en siervos de los grandes señores
urbanos, tal como había advertido el mismo Señor por boca de Samuel. Ese
será el caso del pobre Nabot que se verá obligado por el Ajab, rey de Israel a
desprenderse con dolor de su corazón de la viña recibida de sus padres. Las
deudas, los abusos en los precios o los impuestos harán que sean muchos los
que pierdan sus tierras. Por eso el Año Sabático, pensado al principio para
salvaguardar la fertilidad de una tierra más bien pobre, con el tiempo se irá
transformando en una garantía de que las injusticias no quedarían impunes
ni perdurarían en el tiempo:
Cada siete años harás la remisión. He aquí en qué consiste la remisión. Todo prestamista, detentador de prenda personal obtenida de su
prójimo, se la condonará; no explotará a su prójimo ni a su hermano
cuando éste haya apelado a Yahvé para remisión [...] Guárdate de albergar en tu corazón este malvado propósito: «Llega el año séptimo, año
de la remisión», no endurezcas entonces tu rostro a tu hermano pobre
sin darle nada; él invocaría a Yahvé contra ti y tu cargarías con un pecado
[...] Si tu hermano hebreo, hombre o mujer, se vende a ti, te servirá seis
años. El séptimo año, le dejarás libre y, al dejarle libre, no le despedirás
con las manos vacías. Cargarás sobre sus hombros, a título de regalo,
algunos productos de tu ganado, de tu era y de tu lagar. Le darás en la
medida en que te bendiga Yahvé tu Dios.
(Dt 16,1-14)
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Pero el libro del Deuteronomio no solamente se detiene en los preceptos
a que obliga el Año Sabático, sino que además incluye aquí una doctrina
teológica que se hará lapidaria: «Recuerda que tú fuiste siervo en el país de
Egipto y que Yahvé tu Dios te liberó: por eso te doy ahora este mandato»
(Dt 16, 15). Así pues, se pone en libertad al esclavo y se le perdonan las
deudas al pobre por una razón no social o política, sino religiosa y espiritual:
porque cada uno de los hebreos fue pobre y esclavo hasta que Dios liberó a Israel con mano fuerte y brazo poderoso. No obstante, muy pronto la
práctica del Año Sabático aunque permaneció formalmente, fue quedando
poco a poco en papel mojado. De tal modo, que hay que comprender, que
de haberse aplicado estrictamente toda la vida económica de Israel se hubiera paralizado. ¿Quién habría invertido o prestado o contratado mano de
obra sabiendo que a los siete años perdería toda garantía de que ese riesgo
o esfuerzo que hoy llamaríamos empresarial diera beneficios? Se trataba de
una legislación verdaderamente generosa y solidaria con los más indefensos
pero imposible de llevar a la práctica. Este claro fracaso e incumplimiento del Año Sabático aparece reflejado en los escritos de los profetas, hasta
tal punto, que se creará en Israel una problemática de difícil solución: si se
obedece la sagrada Torá, es decir la ley divina, la supervivencia de Israel es
prácticamente imposible. Pero si no se observa dicha ley, la fecundidad y la
riqueza obtenidas, lo serán a costa de la Alianza con Dios y, por lo tanto, se
apartaría del pueblo la bendición divina. Y con ello, sin la protección divina,
se acercaría peligrosamente la posibilidad de volver a caer en la esclavitud de
los pueblos paganos vecinos mucho más poderosos que Israel.
La fiesta de las Tiendas, o de las siete semanas
La solución a esta cuestión la inspirará el Señor a partir de la conocida
fiesta de las Tiendas o de las Siete Semanas, una fiesta muy tradicional en
Israel y surgida, como sucede con la Pascua, a partir de la salida de Egipto.
En la Pascua, los israelitas recordaban la noche que salieron de Egipto, y
justo a las siete semanas, se celebraba otra fiesta que consistía en construir
chozas y dormir en ellas durante varios días. Con ello se recordaba que durante cuarenta años Israel fue un pueblo nómada, en el desierto; por lo que,
sin tierra propia, habitaba en cabañas provisionales donde se resguardaban
las familias y los rebaños hasta llegar a la Tierra Prometida. Se trataba de
recordar cada año que en realidad la vida de cada persona individual y del
conjunto del pueblo de Dios es una peregrinación que conduce hasta Dios.
Un Dios que es a la vez la meta a la que Israel se encamina pero que, al
mismo tiempo acompaña y protege a Israel durante el viaje. Una presencia
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divina, misteriosa que, para mostrar su compromiso con su pueblo reside
en una tienda, la llamada Tienda del Encuentro o del Tabernáculo, razón
por la que también recibirá el nombre de fiesta de los Tabernáculos. Esta
fiesta se celebraba tras una «semana de semanas», siete veces siete días, esto
es a los cincuenta de la Pascua. Como la venida del Espíritu Santo sobre la
Iglesia, se dio justamente coincidiendo con la celebración de esta fiesta en
Jerusalén, el día de las Tiendas o de los Tabernáculos dará lugar a la segunda
gran fiesta del Año litúrgico cristiana, la de Pentecostés, palabra que significa en griego «quincuagésimo día» y que es tan familiar e trascendente para
cualquier rociero.
Con la fiesta de las Tiendas se recordaba cada año la genuina identidad
y naturaleza del pueblo de Israel fraguada a través de la larga peregrinación
en el desierto donde aprenderá a confiar ilimitadamente en Dios y a vivir
en la comunión y solidaridad entre sus miembros. De esta forma, Israel no
olvidará nunca su condición peregrina de pueblo liberado de la esclavitud
por Dios. El Año Jubilar traslada esta fórmula de la «semana de semanas»
siete veces siete, doble cifra divina a este año de gracia que impide que Israel tampoco se olvide nunca de que la Tierra Prometida fue un regalo del
Señor para que todo el pueblo pudiera nutrirse de ella, ayudando así a restituir la justicia especialmente con los pobres y los débiles. Cada siete veces
siete años sí que sería factible revisar y garantizar que todas las injusticias y
abusos, las heridas sociales y humillaciones personales fuesen saneadas y
recompuestas. A diferencia del Año Sabático, cuya fecha cada siete años era
fácil de recordar, el Año Jubilar, cada cincuenta años, había que anunciarlo para que nadie olvidase su cumplimiento. Esto explica el uso del yobel o
cuerno de morueco de montaña en montaña, de valle en valle, de ciudad en
ciudad y también el iubilum, esto es la alegría desbordante que estallaba en
forma de cánticos especialmente de parte de los pobres, de los débiles que
frente a lo que era habitual, verían ahora reconocidos sus derechos y su dignidad. El texto que se recoge en la ley levítica aún hoy transmite la emoción
y la solemnidad de un momento de gracia única para quien ya nada parecía
poder esperar en su vida:
Contarás siete semanas de años, siete veces siete años, es decir, el
tiempo de siete semanas de años, cuarenta y nueve años. El séptimo
mes, el décimo día del mes, haréis resonar la trompeta; el día de las
Expiaciones tocaréis la trompeta en todo el país. Declararéis santo ese
quincuagésimo año y pregonaréis el rescate de todos los habitantes del
país. Será para vosotros jubileo: cada uno de vosotros recobrará su patrimonio, cada uno de vosotros volverá a su clan [...] Este quincuagésimo
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año será para vosotros año jubilar [...] Si vendes o compras algo a tu
compatriota que nadie perjudique a su hermano. Comprarás a tu compatriota conforme al número de años transcurridos desde el jubileo y
él te fijará el precio de venta conforme al número de años productivos
(Lv 25, 8-16)
Esta prescripción tiene por objeto restituir, en el año quincuagésimo,
todas las tierras que hubieren sido compradas durante los cuarenta y nueve años precedentes. Tal medida, en el fondo, viene a convertir en contrato
de arrendamiento cualquier contrato de compraventa. Con ello se intenta
que los propietarios no pierdan nunca definitivamente su patrimonio y la
heredad familiar pueda de este modo subsistir. Sin embargo, por encima
de ese contexto económico y social, comienzan a aflorar aquellas verdades
religiosas que apuntarán a la futura evolución del año jubilar. Ante todo,
la concepción de que la tierra pertenece a Dios: esa es la razón de que no
pueda ser vendida definitivamente. En segundo lugar, la idea del «rescate»,
subyacente a las prescripciones del jubileo, en virtud de la cual un bien de
familia debe ser «rescatado», con privilegio de prioridad, por un pariente,
el goel para que la heredad no se pierda. Por último, la idea de remisión o
perdón no sólo de las deudas sino también de los pecados, idea que aparece
aunque muy débilmente todavía, en el hecho de que el jubileo comience el
décimo día del séptimo mes, es decir, el día de las Expiaciones. Con esto se
introduce cierta correspondencia entre el perdón de las deudas y el de los
pecados. Será el Tercer Isaías quien relacione el aspecto exterior (amnistía,
libertad, rescate) y el interior (gracia, perdón, salvación) en su preciosa descripción de la misión del futuro Mesías, Ungido por el Espíritu Santo para
llevar a cabo la plena y perfecta realización del Año Jubilar:
El Espíritu del Señor está sobre mí
porque Yahvé me ha ungido
Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres,
a sanar los corazones quebrantados;
a proclamar a los cautivos la amnistía
y a los prisioneros la libertad;
a proclamar un año de “gracia” o rescate de parte de Yahvé
(Is 61, 1-3)
Cambia el sentido del Año Jubilar. Jesús entra en la historia
Es significativo que ese anuncio se llame «Buena Nueva» expresión
que en nuestro lenguaje cristiano se traducirá por «Evangelio» ya que lo
esencial del Evangelio es la proclamación del año de gracia del Señor. Este
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Evangelio o Buena Nueva que anuncia y realiza Jesús con sus palabras y en
su vida viene a cumplir en plenitud aquello que el Año Jubilar prometía. Por
eso su llegada fue anunciada por los ángeles como se hacían los años jubilares entre júbilos y trompetas y fueron precisamente los más pobres y los humildes los primeros en recibir y acoger con alegría la venida del Mesías, verdadera fuente de alegría para todo ser humano. De hecho, la aparición de los
ángeles a los pastores la noche bendita del Nacimiento del Señor contiene
todo el sabor de los años jubilares: la sorpresa, la emoción y la alegría contagiosa que se extendía sobre todos en los campos y entre los más pequeños,
pobres y pecadores, esto es, los que carecen de propiedad propia, los que
están sometidos a servidumbre, carentes de libertad o se hallan angustiados
bajo el peso de sus deudas o culpas:
Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche al
raso y velando sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria
del Señor los envolvió con su luz. Entonces les entró un gran miedo pero
el ángel les dijo: No temáis, pues os anuncio una gran alegría que lo será
también para todo el pueblo. Os ha nacido hoy, en la ciudad de David,
un Salvador que es el Mesías, el Señor
(Lc 2,8-11)
La alegría, que daba nombre al Año Jubilar acompañó desde el principio
la llegada del Señor, como ya lo había indicado el arcángel Gabriel al saludar
a la Virgen María en el día mismo de la Encarnación: «Alégrate, llena de
gracia el Señor está contigo» (Lc 1,30). Esa misma alegría jubilar invadió la
casa de Isabel cuando llegó María, portando en su seno al Señor, arrancó de
Ana la alabanza a Dios, y la profecía de Simeón, cuando fue presentado Jesús
en el Templo. Lo mismo sucedió con aquellos Sabios de Oriente, que tras
una misteriosa peregrinación, al llegar a su meta y hallarse frente al Señor,
nos dice la Escritura que «se llenaron de una inmensa alegría». El mismo
anuncio preparatorio de San Juan Bautista tiene todo que ver con la expectativa, ante la llegada del Año Jubilar que contienen los versículos llenos de
poesía del profeta Isaías (45,8): «Cielos destilad el rocío, nubes lloved al
justo, ábrete tierra y haz germinar al Salvador» que cantamos cada año en el
tiempo de Adviento.
El contenido de este Año Jubilar, verdadero año de gracia es, pues, Jesús
mismo quien lo cumple perfectamente, trayendo la justicia para los pobres,
la libertad para los esclavos, el rescate de los deudores, el alivio para los que
sufren. Por eso el discurso con el que el Señor inaugurará su vida pública
será precisamente un comentario al anterior texto de Isaías que anuncia el
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año jubilar del Espíritu, y que Cristo se limitará a parafrasear: «Hoy se cumple ante vosotros este pasaje de la Escritura» (Lc 4, 21). Un júbilo que, tras
la noche oscura de la Redención, se hará desbordante con la noticia de su
Resurrección en la mañana de la Pascua y con la venida del Espíritu Santo
el día de Pentecostés. De este día, dice la Escritura que su alegría era tan
expansiva, que quienes les oían creían que los apóstoles estaban bebidos:
Entonces Pedro, en pie, con los once, levantó la voz y declaró solemnemente: «Judíos y habitantes todos de Jerusalén, fijaos bien en lo que
pasa y prestad atención a mis palabras. Estos no están borrachos como
vosotros pensáis, pues son las nueve de la mañana. Lo que ocurre es que
se ha cumplido lo que dijo el profeta Joel».
(Hch 2,14-16)
Esto nos explica porque desaparece desde el principio de la Iglesia esta
antiquísima institución del Año Jubilar. Desde que Jesús, al encarnarse, ha
puesto su pie en este mundo y ha entrado en nuestra historia para salvar
a los hombres, todos los años son santos y todos los lugares son sagrados.
Ya no hace falta peregrinar a un templo, lugar exclusivo de la presencia
de Dios, sino que el verdadero templo es su cuerpo, el que tomó del seno
purísimo de María que ahora místicamente, por el Bautismo, se prolonga en
la historia por su Iglesia. El único momento sagrado, será el día en que se
conmemora la victoria pascual de Jesucristo sobre la muerte, el primer día
de la semana. Por eso, el sábado pronto irá perdiendo entre los cristianos
la condición de día santo que culmina la semana, siendo sustituido por el
primer día, esto es el domingo. Y lo mismo sucederá con el número siete,
fundamento simbólico de los años jubilares, cada 49 años. Para los cristianos, el número sagrado, al menos al principio, será el ocho que engarza cada
domingo con el siguiente, siguiendo el testimonio temprano de san Juan:
«Ocho días después de la Pascua, se hallaban de nuevo reunidos en casa
todos los discípulos de Jesús» ( Jn 20,26). Esto explica, porque tantos baptisterios antiguos se edificaban con estructura octogonal.
El mismo nombre del domingo, fue establecido por el primer emperador romano Constantino, el hijo de Santa Elena, sustituyendo el antiguo
Dies Solis, día del Sol por el Dies Dominicus, día del Señor. Aunque hasta el
siglo iv no se producirá este cambio de modo oficial, desde el comienzo la
Iglesia había descubierto la significatividad de este día para la fe cristiana,
como lo demuestra el siguiente texto del Apocalipsis, de finales del siglo i:
«Caí en éxtasis un domingo, Kiriakos hemera y oí detrás de mí una voz potente como de trompeta» (Ap 1,10). Así, pues cada domingo se actualiza el
Jubileo de la Resurrección de Jesucristo.
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Frente al sábado que invitaba al descanso en el Señor, a la espera de su
venida; el domingo miraba al pasado para agradecer su primera venida; al
presente para reconocer su presencia viva y activa, y al futuro para desear su
definitivo advenimiento. Dado que, como se ha visto, el Año Jubilar, como
el Año Sabático proceden del shabath, el declinar de este día, es otra razón
de la desaparición de esta figura en la Iglesia primitiva. Conocemos, pues,
las razones de la desaparición del Año Jubilar en la primera comunidad cristiana. ¿Cuándo y por qué motivo se recuperará en el modo que ha llegado a
nosotros? La respuesta da razón al título de esta conferencia, pues tiene que
ver con la estrecha relación entre el Jubileo y las peregrinaciones.
Antes de responder a la pregunta sobre la recuperación del Jubileo en la
Iglesia católica conviene que nos detengamos en un principio general que
es clave de interpretación para comprender mejor las raíces de nuestra fe.
Jesucristo, el Hijo de Dios con su Encarnación, con su irrupción en la historia, le dio a esta un vuelco definitivo, supuso una novedad absoluta. Esto
explica porque desde el principio la Iglesia modificó el calendario de modo
que la historia se dividiera entre lo acontecido antes de la venida de Cristo,
que le sirvió de preparación, la humanidad antigua y el Antiguo Testamento
y lo acontecido desde la venida de Cristo, que es prolongación de su misión
en la humanidad presente y la vida de la Iglesia. Dicho esto, la Iglesia, sin
embargo, como su Maestro y Señor, nunca quiso romper con lo revelado en
la antigüedad a partir de la sagrada Ley y las antiguas Alianzas.
No penséis que he venido a abolir las enseñanzas de la Ley y los
profetas; no he venido a abolirlas sino a llevarlas hasta sus últimas consecuencias. Porque os aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, la
más pequeña letra de la ley estará vigente hasta que todo se cumpla [...]
el que los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
(Mt 5,17-18)
Esto es importante, Jesús no «inventa» nada formalmente, sino que asumiendo todo lo que en la antigüedad había revelado y mandado Dios, lejos
de destruirlo, le extrae todo el misterio que hasta entonces apenas se vislumbraba, y que ahora adquiere su plena manifestación. A esto lo denominamos
en lenguaje teológico con la categoría «transignificación». Así Jesús no deja
de celebrar la Pascua con sus discípulos, cumpliendo los preceptos formales
que manda la antigua Ley mosaíca, pero al celebrarla la dota de un significado nuevo que, sin despreciar el anterior, lo lleva a sus últimas consecuencias,
al misterio mismo del amor de Dios a los hombres. Algo parecido podríamos decir en relación a la presentación en el Templo, las peregrinaciones a
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Jerusalén o el Bautismo en el Jordán. La Iglesia, fiel a su Maestro seguirá esta
misma lógica: es cierto que ya no hay circuncisión pero esta no es destruida,
sino sustituida por el Bautismo. No se celebra la Pascua, pero esta inspirará
la Eucaristía. No habrá día de la Expiación, pero sí sacramento del Perdón.
No existirán sacerdotes levitas que ofrezcan sacrificios en el Templo, pero sí
sacerdotes de la Nueva Alianza que ofrezcan el único y definitivo sacrificio
de Cristo en el Altar de Dios.
Por eso, siguiendo la pedagogía divina de que cada etapa de la historia de
la salvación se asienta en la anterior hasta su culminación en Cristo, era de
esperar que, de una u otra forma, reapareciera en la vida de la Iglesia una institución tan importante y significativa para Israel como la del Año Jubilar. Su
recuperación, como se ha dicho, está en directa relación a la proliferación de
las peregrinaciones. A diferencia de otras culturas y, desde luego de la judía,
como hoy también de la musulmana, las peregrinaciones no jugaban un papel especialmente importante en la primitiva Iglesia. La principal razón ya la
conocemos: para los cristianos desde que Cristo se encarnó, toda la realidad
había quedado impregnada de su presencia, no hay lugares sagrados exclusivos donde encontrarse con Dios, excepción hecha de la Iglesia, comunidad
de fe y lugar de congregación de los fieles. Tampoco las persecuciones ayudarán a que se extienda está práctica.
El origen de las peregrinaciones y la institucionalizacion del Año
Jubilar, por la Iglesia
No obstante, a medida que, por una parte, cesa la persecución y por
otra se extiende cada vez más la fe cristiana a culturas lejanas de Palestina,
comienza a crecer en la Iglesia el deseo de conocer los lugares concretos
donde se hizo hombre Jesucristo, el Hijo de Dios. Por eso las primeras peregrinaciones serán las de Tierra Santa que llevarán consigo además de
los méritos espirituales, gracias singulares otorgada por la Iglesia. Pronto
se convertirán también en lugar de peregrinación los lugares «apostólicos», esto es, donde los apóstoles habían predicado y dado testimonio de
la fe hasta derramar su sangre tales como Roma y posteriormente Santiago
de Compostela y junto a ellos los así llamados campos martiriales, esto es
donde se produjo el martirio o bien donde se conservaban los restos de los
mártires, como las catacumbas. Más tardíamente, una vez que se generalice
el culto a las reliquias, estás serán también objeto de veneración y en especial las de la Cruz de Cristo, las del lignum crucis. A partir del siglo v, cuando
se declare a la Virgen María Madre de Dios en el concilio de Éfeso, poco a
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poco irán surgiendo lugares de peregrinación mariana, a partir de intervenciones o apariciones de la Virgen.
Peregrinos de Jerez en el camino de invierno, por tierras de Doñana
Con el surgimiento del islam y su irresistible expansión por todo el
Oriente Medio y el Norte de África hasta España, el principal foco de peregrinación cristiana, los llamados «Santos Lugares» y sobre todo el Santo Sepulcro de Jerusalén quedarán vedados para los peregrinos cristianos.
Consecuencia de ello serán las sucesivas y hoy tan denostadas cruzadas que,
tras distintos avatares, culminarán con la definitiva derrota cristiana en la
novena de ellas con la muerte de miles de cristianos entre ellos san Luis
rey de Francia. Esto, que supuso un grave trauma para toda la cristiandad,
tuvo sin embargo una consecuencia colateral diríamos hoy. La gran cantidad
de peregrinos que durante la Edad Media viajaban a Tierra Santa dirigirán
ahora sus pasos, ya que no pueden ir a los lugares del Maestro, a los de sus
discípulos predilectos: esto es, a Roma, lugar de la misión y martirio de los
santos apóstoles Pedro y Pablo y a Compostela, donde yacen los restos del
apóstol Santiago el Mayor, en las tierras de Hispania donde se debatía la última gran cruzada cristiana, la Reconquista.
El papa Bonifacio VIII, testigo de estas multitudinarias peregrinaciones a Roma y asistido sin duda por el Espíritu Santo, se percata de la po86
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tencialidad no solamente espiritual e individual, sino también teológica y
eclesial de este fenómeno. Por eso decide recuperar catorce siglos después
del comienzo de la Iglesia la figura veterotestamentaria del Año Jubilar pero,
aún sin perder la simbología original judía, dotándolo de un significado nuevo centrado en Cristo. Por eso, si elige el año 1300 para que se lleve a cabo,
no es porque se tratase de un número redondo, sino para hacerlo coincidir
con los mil trescientos años de la encarnación de Jesucristo. Esto explica
además, porque su voluntad original fue que se celebrase cada cien años, al
comienzo de cada siglo, refiriendo así todos los años jubilares al aniversario
de la venida del Salvador. Pese a todas las dificultades obvias, el resultado de
ese primer Jubileo fue sorprendente y asombroso, no sólo por la cantidad de
los peregrinos, sino por los frutos espirituales que de él se derivaron como
recuerda un cronista de la época: «No se había visto desde la antigüedad
una devoción y un fervor espiritual semejantes». Sorprendente y asombroso en un tiempo, la Baja Edad Media, no demasiado edificante en la historia
de la Iglesia. No hay que olvidar que su, casi inmediato sucesor, Clemente
V, será el primero de los papas de Aviñón, por lo que aquella inspiración de
Bonifacio VIII habremos de considerarla providencial.
Pronto, y pese a la voluntad de su instaurador, la Iglesia prefirió volver a
la tradicional fórmula judía de las «semanas, de semanas de años», esto es,
al ritmo de los cincuenta años. Sin embargo, en una época de corta esperanza de vida, generaciones enteras pasaban por la historia sin conocer ningún
Año Jubilar, por lo que no pasaría mucho tiempo hasta que se estableciese
el ritmo que ha llegado a nuestros días, de 25 años de intervalo, entre los jubileos. Sólo en los convulsos años del siglo xix se cortó, por destierro o por
secuestro del Papa, la serie ininterrumpida de los años jubilares. De entre
todos ellos hay uno que destaca por su significación. El que se llevó a cabo
al comienzo del tercer mileno, en el año 2000, llamado Gran Jubileo de la
Encarnación del Señor. A ellos hay que añadir, los llamados Años Santos Extraordinarios, como los de la Redención, a los 900 y 950 años de la muerte
del Señor, en 1933 y 1983; o los Años de la Fe, de 1967 y el actual.
Recapitulando lo visto hasta ahora la secuencia de los acontecimientos parte de la antiquísima institución israelita del sábado, de ahí el Año
Sabático, cada siete años, posteriormente por razones a la vez teológicas
y prácticas el Año Jubilar judío, cada cincuenta años y finalmente el Año
Jubilar católico cada cien al principio, cincuenta después y finalmente con
un intervalo de veinticinco años. Ahora bien, así como hemos hablado de
Años santos, convocados también por la sede romana para toda la Iglesia,
con motivo de efemérides extraordinarias distintas a la de la Encarnación,
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existen otros lugares donde Roma los concede, en este caso para una Iglesia
local concreta. De entre ellos hay que señalar aquellos lugares que, junto a
Jerusalén y Roma, tienen el privilegio de celebrar Años Jubilares de modo
regular. Son tres y curiosamente todos se encuentran en España: Santiago
de Compostela, Santo Toribio de Liébana y Caravaca de la Cruz en los años
en los que coinciden en domingo respectivamente la festividad de Santiago
Apóstol, la de Santo Toribio o la Exaltación de la Santa Cruz.
El jubileo puntual y particular. El año jubilar mariano del Rocío
Por otra parte, la Santa Sede concede la celebración de un Año Jubilar de
modo puntual con motivo de aquellas efemérides de especial significación
para una Iglesia local o para una institución eclesial. Este es el caso del bicentenario del Rocío Chico en relación al voto solemne que hizo el pueblo de
Almonte en acción de gracias a la Virgen del Rocío, por haber sido liberado
de la opresión napoleónica y de una muerte segura, que como bien sabéis,
se cumple cada año en la madrugada del día 18 de agosto:
Voto formal y expreso, por sí y en nombre de los que le sucederán en adelante, para siempre jamás, de pasar en la madrugada
del día diez y nueve de agosto de este año y de todos los venideros, a la ermita de Nuestra Madre y Señora, a cantar una solemne
misa en acción de gracias.
Como para todo Jubileo, valen las condiciones habituales: de comulgar,
confesar, orar por el Papa y peregrinar al santuario que ha recibido la concesión del Año Jubilar. Es este último elemento tan importante del Jubileo,
la peregrinación el que, especialmente en el caso concreto de este Año Jubilar merece la pena ser profundizado. No en balde, uno de los rasgos que
caracterizan a la espiritualidad rociera es justamente este, el de descubrir en
la peregrinación, haciendo anualmente el camino hasta la ermita del Rocío,
una manera de expresar y crecer en la fe. Al respecto, es oportuno hacer notar que la peregrinación a un santuario no es sólo un fenómeno sagrado, sino
una realidad sacramental, que no sólo nos permite trascender la vida cotidiana para acercarnos al misterio, sino que incluso nos posibilita comprender
algo de ese misterio y participar de él, de modo análogo a los sacramentos
que realizan aquello que significan. ¿Cómo nos permite la peregrinación jubilar a un santuario ahondar en los misterios y vivirlos con más verdad y
autenticidad? Según mi parecer, por tres razones importantes:
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El Año Jubilar y la peregrinación, pp. 73-97
En primer lugar, la peregrinación nos sitúa en una larga tradición en la
historia de la salvación, ya que de alguna manera, todos los grandes creyentes han sido peregrinos. Desde Abraham, «nuestro padre en la fe», quien
según la confesión creyente de Israel fue un «arameo errante», todos los
patriarcas llevaban una existencia nómada conduciendo a sus familias y rebaños de uno a otro lugar buscando pastos y refugios tal como lo recoge
preciosamente el salmista (Sal 83,6-8):
Peregrinos de Jerez en su peregrinación anual en romería, por tierras de Doñana
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar la peregrinación;
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis
como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones;
caminan de baluarte en baluarte
hasta ver a Dios en Sión
De hecho, la experiencia que marcó definitivamente la fe de Israel, la
que le hizo descubrir la cercanía y el poder misericordioso de Dios y su
condición de pueblo santo y elegido por Él, fue justamente la larguísima
peregrinación por el desierto del Sinaí hasta llegar a la Tierra Prometida.
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Es más, son muchas las ocasiones en las que la Sagrada Escritura expresa su
preferencia por la vida nómada y peregrina de los pastores, frente a la vida
cómoda y establecida de los labradores. Es el caso, del episodio de los dos
hijos de Adán, en el cual a Dios le es aceptado el sacrificio que Abel ofrece,
un cordero de su rebaño y no el de Caín, los frutos del campo. No se trata
meramente de una opción cultural: en la simbología bíblica los labradores
representan la vida del hombre que está fuertemente enraizado en la tierra,
del hombre terreno, que todo lo confía a lo que pueda obtener de su esfuerzo y los bienes que haya atesorado. La vida pastoril, siempre en camino, representa, en cambio, la actitud del creyente que no pone su seguridad en sus
fuerzas y bienes sino que está siempre presto a escuchar y seguir la palabra
del Señor y vive de lo que cada día, providencialmente, el Señor le regale
consciente de que su paso por esta tierra es provisional y transitorio en la
esperanza de la vida venidera.
En segundo lugar, «las peregrinaciones y los santuarios son memoria,
signo y profecía de la Iglesia peregrina», en palabras de Juan Pablo II, en
su Carta Novo Millenio Ineunte, sobre al Gran Jubileo del año 2000. ¿En qué
sentido? Es importante recordar que la Iglesia no es sólo un grupo de personas bautizadas que compartimos la fe, sino que es un misterio de gracia en
el que participamos desde nuestro Bautismo y que no sólo está formado por
quienes caminamos en este mundo, sino también por quienes ya terminaron su peregrinación y, o bien gozan ya de la presencia del Señor en el cielo,
bien se preparan para poder acceder a ella en el purgatorio. Encabezados
por Cristo y alentados por el Espíritu Santo, en este Cuerpo de Cristo se
incluyen todos los ángeles y los santos y ocupa un lugar eminentísimo la
Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra. En tanto que
una parte de la Iglesia camina en la tierra esperando alcanzar la salvación,
como dice san Agustín, «entre las tribulaciones de este mundo y los consuelos de Dios», la peregrinación es, sin duda signo de la Iglesia peregrina
en la historia. En tanto que una parte de la Iglesia ha alcanzado ya la meta
de esa peregrinación y reina ya gloriosa junto a Cristo en la espera de que
se incorporen los que todavía caminamos, el santuario simboliza a la Iglesia
celeste, verdadero Templo santo de Dios.
La espiritualidad de la peregrinacion en el Año Jubilar
Y en tercer lugar, además podríamos hablar de una cierta espiritualidad
de la peregrinación, por cuanto la experiencia de ponerse en camino exige e
impulsa una serie de actitudes que nos ayudan a superar y purificar nuestros
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pecados y a crecer hacia la santidad que es la vocación propia de cada bautizado. Conviene recordar cuáles son estas actitudes propias del peregrino
especialmente de cara a este Año Jubilar:
1. La perseverancia: una de las actitudes propias de quien se pone en camino
es la de no cansarse, ni volverse atrás. En cualquier peregrinación, hay
momentos más llevaderos y otros más complejos, trechos más sencillos
y otros más escarpados, días claros y días nublados, incluso tormentosos, hay instantes en los que se disfruta la peregrinación y otros en los
que se sobrelleva. No obstante, lo propio del peregrino es no desfallecer,
superar las dificultades y obstáculos, sean internos o externos, sin abandonar la senda, espoleado por la ilusión de llegar a la meta, de alcanzar el
santuario. Esto, que podemos decirlo de toda peregrinación, vosotros lo
sabéis bien, es una preciosa expresión de la vida cristiana.
La vida tiene muchos momentos de alegría y de pena, de prosperidad y
de precariedad, de tranquilidad y de angustia, de plenitud y de incertidumbre. Lo que nos permite recorrer este camino de nuestra existencia
y hacerlo por la senda recta es la esperanza de alcanzar la meta a la que
nos conduce. Los israelitas fueron capaces de atravesar el desierto durante años sin desfallecer, a pesar de sus fragilidades y murmuraciones,
porque a pesar de todas las dudas e incertidumbres había dos verdades
que les permitían pasar por encima de todo: La seguridad de que Dios
caminaba con ellos, y el deseo de llegar a la Tierra Prometida. En ese
mismo sentido, la peregrinación jubilar nos debe ayudar a reconocer, a
agradecer y a gozar legítimamente de la vida, como un don de Dios, sabiendo que esta es un camino que conduce al Santuario celeste, donde
Dios habita y nos espera con todos aquellos que nos precedieron en la
fe. El cristiano es el que nunca se cansa de esperar, de confiar, de caminar
hacia Dios ayudado por su gracia.
2. La conversión: otra actitud que es imprescindible en cualquier peregrinación es la de ser capaces de retomar el camino cuando por una u otra
razón se ha errado el rumbo. Nada hay peor en un viaje, que quien cree
saberlo todo, quien no está dispuesto a preguntar cuando tiene dudas,
ni a aceptar que alguien le corrija cuando se ha desorientado en la dirección, o se ha equivocada en el ritmo, o en los medios más adecuados
para la travesía. Se confunde y arrastra a los demás en su error, más aún si
tiene la responsabilidad de guiar la peregrinación. A ningún lugar se llega
sin una disposición humilde, sin la capacidad de reconocer los errores,
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de desandar los pasos equivocados y consultar a quien pueda ayudar a
reencontrar la senda segura.
¡Cuánto nos enseña también en esto la experiencia de la peregrinación
de la vida cristiana! Ninguno somos infalibles, ni autosuficientes. Todos cargamos con pecados y fragilidades que nos impiden ser felices y
hacer felices a los demás. Ante esta verdad, no nos pide el Señor, ni la
resignación, ni el desistimiento, sino la actitud humilde de reconocer los
propios errores, de recomenzar el camino con la ayuda de la gracia, y de
aprender de todo ello para no volver a caer. Por eso una de las condiciones del Jubileo es el de confesar los pecados: liberados del lastre de nuestros pecados nos sentiremos más ligeros para continuar nuestro camino.
3. El júbilo: la palabra Jubileo, como se ha recordado, traduce la correspondiente latina iubilum que significa «canto de júbilo, fiesta, alegría». La
Sagrada Escritura nos recuerda, sobre todo el Evangelio de San Lucas,
que un signo de la presencia de Dios es la alegría, el júbilo. La fiesta, la
alegría compartida, el canto de júbilo es una manera de expresar y de valorar todo lo que de bueno hemos recibido en esta vida sin haberlo merecido. Sin duda, que una de las características por las que se reconoce
el estilo propio rociero, es su manera alegre y festiva de expresar la fe.
Nada tiene esto que ver con la frivolidad y superficialidad, tan presentes
en nuestro mundo, fascinado por lo aparente y lo caduco.
Al contrario, detrás de ese júbilo compartido en el camino hacia la ermita, cada uno lleva sobre sus hombros su propia cruz para presentársela y ponerla en el regazo de la Madre de Dios, para que la acerque a
la Cruz de su divino Hijo. Alguien decía que «un cristiano triste es un
triste cristiano» y no obstante muy a menudo se ha confundido en la
Iglesia la profundidad y la gravedad con la tristeza y la trivialidad y la
inconsistencia con la alegría. Basta conocer la vida de los santos para reconocer que se puede y se debe ser, a la vez, hondo y alegre, sacrificado
y festivo. Al fin y al cabo, es nuestra alegría y nuestra felicidad, aún en
medio de las cotidianas dificultades y contradicciones las que pueden
hacerles pensar que hay algo más a quienes no encuentra el sentido y la
meta de su propia vida.
4. La plegaria: decía Lutero –y en eso tenía razón– que si lo propio de un
sastre es cortar y coser, lo propio del cristiano es rezar y rezar. Una peregrinación en la que no se reza en poco se distingue de un viaje turístico.
De hecho en todo camino jubilar, al Rocío, a Santiago de Compostela,
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a Tierra Santa, los momentos de plegaria tienen un sabor muy especial.
Sea en la frescura luminosa de la mañana o en el cansancio lleno de la
tarde, incluso en la intimidad silenciosa de la noche, el espíritu parece
especialmente dispuesto a abrirse a la trascendencia, a acoger el don de
Dios. En este sentido, una buena peregrinación puede ser una gran ocasión para despertar el deseo, y hacer descubrir la belleza de la oración.
Pues nadie puede perseverar en la fe, crecer en la santidad y permanecer
en la voluntad de Dios, sin la oración, que es la respiración del alma.
5. La eucaristía: y más aún, si se trata de la más grande de las oraciones cristianas, la Eucaristía, que es el alimento de la fe.
No cabe duda, que toda celebración eucarística tiene un valor infinito y,
si estamos bien atentos y dispuestos, «llenan el alma de gracia», como
dice Santo Tomás de Aquino. Ahora bien, es cierto que las Eucaristías de
campaña tienen un sabor y un significado especial, que evocan preciosamente hasta qué punto comulgamos el Pan de los caminantes como se le
denominaba en la antigüedad a las especies eucarísticas. Resuenan aquí
las indicaciones que Dios dijo a Moisés sobre como celebrar la antigua
Pascua de Israel: «Y lo comeréis así: la cintura ceñida, los pies calzados,
el bastón de peregrino en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, el
paso del Señor» (Ex 12,11).
De esta manera el camino, la peregrinación nos han de ayudar a descubrir que así como en la vida física, en la vida sobrenatural no se puede
sobrevivir si faltan dos cosas: la respiración y el alimento. No se trata de
preceptos que haya que cumplir, se trata de ir a la fuente, sin la cual, la
vida del cristiano se agota, se muere de asfixia y de sed; y más aún, en el
mundo en que vivimos.
6. La misión: al referirnos al primer Jubileo cristiano, el convocado en el año
1300, recordábamos cómo sus efectos fueron mucho mayores de los esperados, no sólo en la cantidad, en el número de romeros, aspecto este
que nos suele obsesionar, sino en la calidad; en el cambio que se dio en el
corazón de quienes peregrinaron a Roma para participar de él. Nada hay
más contrario a un Jubileo que la rutina, la inercia o la pura costumbre.
Cuando sonaba el yobel, aquel cuerno de carnero, los israelitas saltaban
de alegría, dejaban lo que estaban haciendo y buscaban a sus familias y a
sus amigos para compartir la alegría. Personalmente mi percepción sobre el Rocío cambió cuando un amigo mío a la vuelta de hacer el camino
vino transformado porque había redescubierto su fe, se había confesado,
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y como aquellos magos de Oriente volvió a su casa, como dice el Evangelio, sí, pero por otro camino.
Son muchos los que se encuentran con el Señor, a través de su Madre
Santísima como fruto de esta peregrinación y este Jubileo es una ocasión
de oro. El testimonio de palabra y de obra, de la propia vida y de la alegría compartida en la fe la convierten en un momento propicio. Durante
toda nuestra vida, como bautizados, estamos llamados a ser apóstoles
de Cristo, testigos de nuestra fe; pero en estos momentos de gracia, esta
llamada casi se convierte en exigencia. Conviene en este punto tomar
ejemplo de la figura de San Juan Bautista, quien en palabras del Evangelio: «irá delante del Señor [...] para reconciliar a los padres con los hijos, para inculcar a los rebeldes la sabiduría de los justos y para preparar
al Señor un pueblo bien dispuesto» (Lc 1,17). Es decir, es importante
aprovechar esta ocasión para disponer bien los corazones, para formar
adecuadamente y para motivar las intenciones de modo que no pase
desapercibido especialmente para los miembros de la gran familia rociera este Año Jubilar, momento especial de gracia que tanto bien puede
hacer.
7. La comunión: en cualquier peregrinación, un elemento básico es la armonía y concordia entre los peregrinos. Nada hay más nocivo que las
rencillas, los pequeños o grandes egoísmos, las divisiones o murmuraciones o las envidias y sin embargo estas son siempre una posibilidad
amenazante dado que la convivencia nunca es fácil. Una verdadera peregrinación es, por encima de todo, un precioso signo de fraternidad
de modo que el caminar juntos, el cansarse juntos, el ayudarse mutuamente, el compartir experiencias durante el camino termina engendrando un ambiente de verdadera familia. Esto no quita que puedan
aparecer dificultades, roces o disgustos, pero allí parece que todo mueve a la reconciliación y a la paz.
Esta realidad, en el ámbito cristiano es lo que llamamos comunión,
añadiendo además, que lo que une, no es sólo el parentesco de sangre, o
la afi nidad de los amigos, sino, sobre todo, algo mucho más importante: el hecho de compartir una misma fe en Dios, una misma esperanza en Cristo y un mismo amor en el Espíritu Santo. Siendo miembros
todos de la Iglesia, hijos de Dios y con una misma madre, la Virgen
Santísima; teniendo esto claro, todo puede ser superado con la ayuda
de la gracia. Una unidad que además, lo veíamos al hablar de la Iglesia
peregrina, va más allá de lo inmediato, de quienes compartimos el mis94
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mo camino; y que nos sitúa en ese misterio de comunión de amor que
es la Santa Madre Iglesia.
Hoy no es fácil ser católico, no está bien valorado, ni sirve para promocionarse como en otros tiempos, gracias a Dios. Es pues, el momento de
demostrar que, de verdad, nos sentimos hijos de la Iglesia, obedientes y
leales a ella en la persona del Papa. A esto, por cierto nos ayuda otra de
las condiciones requeridas para ganar el Jubileo, la de rezar por la persona y las intenciones del Santo Padre, como un modo además de agradecerle a quien nos ha concedido con el poder de las llaves que le asiste, la
gracia del Año Jubilar.
Nada hay tan hermoso en la Iglesia y tan beneficioso para su misión
como la comunión y nada hay tan desagradable en ella ni tan dañino
para su misión como la falta de esa comunión. Una comunión que, no
obstante, no supone la uniformidad sino la capacidad de sentirnos un
solo cuerpo en la rica diversidad de los carismas, sabiendo que cada hermandad o asociación, cada comunidad religiosa, cada movimiento, cada
parroquia es un signo de la multiforme acción del Espíritu sobre el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
8. El servicio: caminar juntos supone, qué duda cabe, el servirse mutuamente, ayudarse y colaborar entre todos pero especialmente en favor
de aquellos más débiles, de quienes han tropezado, de quienes tienen
menos medios. Es la otra cara de la comunión que en estos momentos
de profunda crisis económica y no sólo económica es especialmente relevante. Un momento muy significativo de toda peregrinación es la comida en la que todo se pone en común, en la que nadie llama ya suyo a
lo que aportado y en la que nada importa quién ha puesto más y quien
menos. Propio también de quien está en camino, es ayudar a quien tiene
problemas, más allá de que sea más o menos conocido para mí.
Este es en el fondo, el sentido último del servicio cristiano, para el que
nuevamente la peregrinación puede ser una estupenda escuela. El ser útil a
los otros, olvidando ningún interés que no sea el de sacar al otro del apuro,
hoy está siendo en muchos casos la salvación de individuos y de familias
enteras y en lo cual la Iglesia está dando un testimonio espléndido a la sociedad. Lo veíamos al comienzo de nuestra reflexión y lo recordamos ahora
que llegamos al final de ella. El Jubileo surge, desde el principio, para corregir, desde la Ley las injusticias y la pobreza del pueblo de Israel a través de
la redención de las tierras, del perdón de las deudas, de la liberación de toda
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forma de esclavitud. Por tanto, olvidar este aspecto decididamente social del
Jubileo significa ignorar uno de sus elementos más genuinos. Es tiempo de
ser más generosos, más entregados, más solidarios, más caritativos, más sensibles a las necesidades de todos como prueba de que es de verdad el amor
de Dios, el Espíritu de Dios lo que mueve nuestros corazones.
Otro momento de la peregrinación de Jerez en Romería, por tierras de Doñana
El Año Jubilar y la indulgencia
Sólo una palabra me restaría para desentrañar uno de los elementos
más complejos de todo Año Jubilar y que no me gustaría que quedara en
la penumbra. Se trata del tema de las indulgencias, que constituyen uno de
los frutos que se reciben por parte de quien gana el Jubileo. Lo exponemos
del modo más breve y sencillo posible. Los pecados, pese a lo que nuestro
mundo piensa, al frivolizar sobre ellos, producen un daño muy grande en
quienes los cometen, pero también en quienes los sufren, ya que siempre generan víctimas, directa o indirectamente. En este daño debemos distinguir,
entre la culpa y la pena. Lo primero, la culpa, tiene que ver con la responsabilidad personal y voluntaria del sujeto que lo comete. Lo segundo, la pena,
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con la heridas que quedan, más allá del arrepentimiento como consecuencia
del pecado (hábitos, traumas, vicios, fragilidades). La culpa es subsanada
por la gracia sacramental de la Penitencia, pero la pena ha de ser sanada generalmente en el Purgatorio, o bien antes, mediante las indulgencias. Estas
son las gracias que por los méritos de Cristo, la Virgen María o los santos
pertenecen al tesoro común de la comunión de los santos y de las que la
Iglesia puede disponer por el poder de las llaves otorgado a Pedro:
Yo te digo: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré la Iglesia y las
puertas del abismo no prevalecerán sobre ella. Te doy las llaves del reino
de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que
desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
(Mt 16, 18-19)
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intensificaciÓn cultural
en el rocÍo.
una aproximaciÓn comparada
a la devociÓn rociera
Michael D. Murphy
Catedrático del Departamento de Antropología
de la Universidad de Alabama, USA
J. Carlos González Faraco
Catedrático del Departamento de Educación de la Universidad de Huelva
y Profesor Adjunto de Antropología de la Universidad de Alabama, USA
Resumen
Durante la segunda mitad del siglo xx, la
popularidad y significación socio-religiosa de la
Romería del Rocío creció rápidamente hasta alcanzar un rango comparable al de otras peregrinaciones europeas como Santiago de Compostela (España), Czestochowa (Polonia), Lourdes
(Francia), Knock (Irlanda), Fátima (Portugal)
y Medjugorje (Bosnia). Este artículo centra su
atención en aquellas características que distinguen al Rocío de la mayoría de las grandes peregrinaciones marianas de Europa. Para establecer
esta distinción es importante tener en cuenta
que: (1) en el Rocío tanto la romería como la
aldea sagrada han permanecido firmemente bajo
el control del pueblo de Almonte más que de
instituciones de la Iglesia Católica o de autoridades civiles foráneas; (2) el Rocío no es sólo un
centro de gran devoción mariana, sino también
el escenario de una espectacular celebración festiva que atrae a mucha gente con escasa o ninguna motivación religiosa; (3) el Rocío ha llegado
a ser un lugar sagrado caracterizado más por la
intensificación cultural que por la trascendencia
social que suele atribuirse a las peregrinaciones.
Efectivamente, como se reconocía mucho antes
de que se iniciara el crecimiento explosivo de la
Romería hace ya casi seis décadas, la singularidad
del Rocío reside precisamente en esta brillante
mezcla de devoción religiosa con una celebración
festiva de perfil estético y carácter cultural específicamente andaluz.
Abstract
During the second half of the 20th century
the popularity and socio-religious significance
of the Pilgrimage to Our Lady of the Dew
(Romería del Rocío) rose so quickly that this
Andalusian romeria has entered the ranks of
such great European pilgrimages as Santiago de
Compestela (Spain), Czestochowa (Poland),
Lourdes (France), Knock (Ireland), Fatima
(Portugal), and Medjugorje (Bosnia). In this
article, we focus on those characteristics that
distinguish the Romería del Rocío from most
other major Marian pilgrimages in Europe. Of
particular importance in distinguishing El Rocío
from other great Marian sites, we will argue,
is the convergence and combination of three
characteristics: (1) Both the pilgrimage and its
shrine village have remained firmly under the
control of the local people of Almonte rather
than institutions of the Roman Catholic Church
or more distant secular authorities. (2) El Rocío
is not only a center of great Marian devotion,
but it is also the site of a spectacular festival
that attracts many who entertain little or no
religious motives. (3) El Rocío has emerged as a
sacred site characterized much more by cultural
intensification than by the social transcendence
that is often attributed to pilgrimage. Indeed,
as was recognized long before the process of its
explosive growth began almost six decades ago,
the allure of La Romería del Rocío is precisely its
brilliant mixture of religious devotion with the
festive celebration of a specifically Andalusian
Palabras clave: Peregrinaciones europeas, Lu- cultural and aesthetic style.
gares Sagrados, Romería del Rocío, IntensiKeywords: European Pilgrimages, Sacred Places,
ficación cultural, Cultura andaluza.
Romería del Rocío, Cultural Intensification,
Andalusian Culture
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Michael D. Murphy se graduó en la Universidad de California-Santa Bárbara y
obtuvo sus títulos de Máster y Doctorado por la Universidad de California-San Diego.
El Dr. Murphy es Professor (Catedrático) de Antropología de la Universidad de Alabama
(Estados Unidos de América). En 2001, la Facultad de Artes y Ciencias premió su labor
profesional, nombrándolo Distinguished Teaching Fellow (Profesor Distinguido en Docencia). Y entre 2003 y 2013, ha sido director del Departamento de Antropología de esta
Universidad. El Dr. Murphy es un antropólogo cultural interesado por la antropología
de la religión, la etnografía de los pueblos hispánicos, la onomástica antropológica y la
antropología de los espacios protegidos. Ha realizado estudios etnográficos en Jamaica,
California y en la península mexicana de Yucatán, pero su principal foco de interés como
investigador lo constituye el sur de España. Desde 1984 se ha dedicado preferentemente
al estudio del marianismo andaluz, centrando su investigación de campo en la Romería
del Rocío. Gran parte de este trabajo lo ha realizado en colaboración con el profesor J.
Carlos González Faraco, de la Universidad de Huelva.
J. Carlos González Faraco es Catedrático del Departamento de Educación de la
Universidad de Huelva, y Adjunct Professor del Departamento de Antropología de la Universidad de Alabama. Dirige el Programa de Doctorado «La Educación en la Sociedad
Multicultural» y el Máster de Formación de Profesorado de Educación Secundaria de la
Universidad de Huelva. El Dr. González Faraco es también el Responsable del Grupo de
Investigación «Estudios Culturales en Educación» (Plan Andaluz de Investigación). Sus
proyectos y publicaciones se mueven entre la investigación pedagógica y antropológica,
desde una perspectiva predominantemente cultural. Sus principales ámbitos de interés
son la antropología de la educación, la educación intercultural, la educación ambiental
y el desarrollo, la exclusión social, y la etnografía. Desde hace tres décadas, colabora con
el Dr. Michael D. Murphy, de la Universidad de Alabama, en proyectos etnográficos relacionados con las tradiciones y los procesos de transmisión y cambio cultural en el área
de El Rocío y Doñana.
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M. D. Murphy & J. C. González Faraco
Intensificación cultural en El Rocío..., pp. 99-119
INTRODUCCIÓN
El Rocío entre las peregrinaciones marianas europeas

n el siglo xx se produjo en la Europa católica una verdadera explosión de peregrinaciones que se prolonga hasta hoy. Hace unos
veinticinco años (1989), en un detallado informe sobre unos 6 000
lugares sagrados sólo de Europa occidental, los Nolan estimaban que, anualmente, podían acudir a ellos unos 100 millones de personas. Desde que
se publicó este trabajo, esta cifra no ha dejado de aumentar, pero además
han ido apareciendo nuevos e interesantes fenómenos relacionados con las
peregrinaciones, como, por ejemplo, el culto que se está desarrollando en
torno a María Magdalena, recientemente descrito por Anna Fedele (2013).
En su mayoría, las peregrinaciones europeas están dedicadas a la Virgen María y se dirigen a santuarios que, en casos, han alcanzado una impresionante popularidad, como los localizados en Lourdes (Francia), Fátima
(Portugal), Knock (Irlanda), Czestochowa (Polonia) y Medjugorje (Bosnia). Sin duda, la Romería del Rocío se cuenta también entre las más importantes peregrinaciones del mundo católico, y no sólo por su volumen
de asistentes y hermandades asociadas, sino también por su extraordinaria
relevancia social en Andalucía, a la que se le conoce, no por casualidad,
como la «Tierra de María Santísima», una expresión que habla por sí sola
del arraigo de su genuino entusiasmo mariano (Comelles, 1995; Murphy y
González Faraco, 2002a y 2012; Cantero, 2005; Padilla, 2011).
Como es sabido, la ermita del Rocío está emplazada, desde su prístina
construcción probablemente a fi nales del siglo xiii, a orillas de las marismas del Guadalquivir, hoy parcialmente integradas en el Parque Nacional de Doñana. A lo largo de todo el año, esta ermita atrae a innumerables
visitantes, pero la mayor concentración humana (y ecuestre) se produce
durante el corto periodo de tiempo, poco más de un fi n de semana, que
dura la masiva peregrinación de Pentecostés, cuando puede llegar a conexvoto • Año III • Número 2 • ISSN 2253-7120
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Intensificación cultural en El Rocío..., pp. 99-119
M. D. Murphy & J. C. González Faraco
gregarse en la aldea en torno a un millón de personas. (Murphy y González Faraco, 1996b; González Faraco y Murphy, 1999). Entre otros, como
más adelante veremos, este hecho distingue notoriamente al Rocío de los
demás centros marianos mayores. Por supuesto, cada Virgen tiene asignado
uno o varios días especiales en el calendario, pero en el caso de Lourdes, Fátima, Medjugoge o Knock, los peregrinos llegan a sus respectivos santuarios
de manera menos concentrada que en el caso del Rocío, quizás porque El
Rocío, a diferencia de esas otras devociones, es fundamentalmente una celebración festiva, una romería (que es un tipo específico de peregrinación), la
que más éxito ha alcanzado en el mundo ibérico. Es cierto que desde finales
del siglo xx han ido aumentando a lo largo de todo el año las festividades
rocieras, particularmente las peregrinaciones extraordinarias de las hermandades, pero la Romería sigue siendo el momento culminante y definitivo de
la devoción a la Virgen del Rocío.
Detalle de un grabado de la Romería del Rocío del siglo xix
Naturalmente, El Rocío guarda un cierto parentesco con esos otros lugares marianos, pero lo realmente destacable es que ha logrado mantener, a
lo largo de su historia, una serie de cualidades distintivas que no sólo lo han
convertido en una peregrinación insólita, sino que también han modelado
de manera peculiarísima el desarrollo urbano de la aldea que con el tiempo
fue extendiéndose alrededor de la ermita. Pero analicemos algo más en qué
se asemeja y en qué diverge El Rocío de esos otros grandes enclaves marianos. Para responder a estas preguntas convendría, como punto de partida,
tener presente la convergencia y combinación de estos tres factores:
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M. D. Murphy & J. C. González Faraco
Intensificación cultural en El Rocío..., pp. 99-119
1º En El Rocío, tanto la peregrinación (es decir, la romería) como la ermita
han permanecido secular y firmemente bajo el control de la comunidad
local, mucho más que de las instituciones de la Iglesia o de las autoridades civiles foráneas.
2º El Rocío no es sólo un conspicuo centro de devoción mariana, sino también el marco de una espectacular celebración festiva que atrae a mucha
gente no siempre ni necesariamente animada por motivos religiosos.
3º El Rocío es un lugar sagrado que se caracteriza mucho más por la «intensificación cultural» que por la «trascendencia social», una cualidad
esta última habitualmente atribuida a las peregrinaciones. En efecto,
como ya se reconocía mucho tiempo antes de que empezara su proceso
de acelerada expansión hace medio siglo, la singularidad de la Romería
del Rocío se funda precisamente en la brillante mixtura de la devoción
religiosa con una celebración festiva de perfil estético y carácter cultural
específicamente andaluz.
El Rocío, lugar sagrado y espacio de intensificación cultural
En su pionero estudio sobre las peregrinaciones hindúes, S. M. Bhardwaj
(1973) las categorizaba en función del tamaño del espacio social de influencia de cada culto, a lo que, por su parte, William Christian (1972) llamaba, con una expresión más poética, territory of grace, territorio de gracia o
área de procedencia de los devotos de un determinado santuario. Ambos,
Bhardwaj refi riéndose a la India y Christian al norte de España, tratan de
ordenar la considerable diversidad de peregrinaciones conocidas a lo largo
de un continuum que va desde las que concitan tan sólo una devoción local
hasta aquellas que abarcan un ámbito nacional o incluso mayor. Según la
tipología de las hermandades andaluzas que en su día confeccionó Isidoro
Moreno (1974), El Rocío sería un excelente ejemplo de «devoción supracomunal», dado el enorme seguimiento que despierta en toda Andalucía.
Podría decirse que El Rocío es, como ha sugerido Salvador Rodríguez
Becerra (1989), «la fiesta de Andalucía», y que la Virgen del Rocío se ha
convertido, quizás, en el símbolo con mayor capacidad de galvanización del
pueblo andaluz. Sin embargo, El Rocío sigue siendo al mismo tiempo, desde
la perspectiva de los almonteños, una romería local, por la que han luchado
con determinación, a fin de conservar su protagonismo y control en una
devoción crecientemente popular a quien es, antes que nada, Patrona de su
pueblo (Murphy, 1993; Padilla, 2007).
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Los almonteños se afanan por salvaguardar su hegemonía en El Rocío
no sólo tratando de mantener a raya a los otros devotos o romeros venidos
de fuera, mucho más numerosos y en ciertos casos socialmente más poderosos que ellos, sino también limitando la influencia de las autoridades e
instituciones eclesiásticas en el lugar mismo en que se celebra la romería.
Tanto es así que el desarrollo de la aldea del Rocío poco o nada tiene que ver
con el modelo seguido en la mayoría de los centros marianos europeos de
escala similar, en buena medida porque la Hermandad Matriz y el Ayuntamiento de Almonte, juntos o por separado, en sintonía o no, han conseguido
monopolizar, respectivamente, las principales actividades religiosas que se
celebran en honor de la Virgen y contenido la lógica presión de las empresas
privadas por capitalizar el anual flujo de peregrinos y visitantes al santuario.
A pesar del evidente aumento de negocios que se han ido abriendo, sobre
todo en los alrededores de la ermita en los últimos años, la actividad comercial en El Rocío sigue siendo sensiblemente inferior a la que puede observarse en lugares como Lourdes o Fátima.
A esta diferencia hay que añadir otra referida al modelo comercial. Además de la venta de souvenirs religiosos por parte de la Hermandad Matriz en
sus dependencias de la ermita o por particulares en establecimientos fijos o
ambulantes, conocidos en Lourdes como «tiendas de piedad» (Kaufmann,
2005), han proliferado en las calles próximas a la ermita tiendas dedicadas
fundamentalmente a la venta de trajes de flamenca, con sus complementos
y aderezos, y de artículos relacionados con los aspectos ecuestres del Rocío,
desde la guarnición de los caballos hasta el calzado de los jinetes. Así pues,
a las «tiendas de piedad» hay que sumar estas otras tiendas que venden
símbolos de la identidad andaluza. Y al igual que a las puertas de otros grandes santuarios marianos de Europa, también en El Rocío hay carteles que
recuerdan a los peregrinos y transeúntes que deben observar cierto decoro
en su vestimenta al entrar en la ermita. Pero en la Romería del Rocío, además, hay una larga tradición de bandos municipales del Alcalde de Almonte,
en los que se recomienda a los rocieros que vistan el atuendo tradicional
andaluz y que, en todo caso, eviten prendas y accesorios extemporáneos,
es decir, con clara referencia a una identidad social diferente a la andaluza,
como los sombreros mexicanos. De todo lo que podía verse hace años en El
Rocío (y no era ni es poco) ajeno a «lo tradicional», al tipismo andaluz o al
«ambiente romero», se escogió este tipo de sombreros como ejemplo de lo
que no debía usarse durante la romería.
Otra cosa que llama la atención en El Rocío, y que también lo diferencia
de los demás centros marianos de primer nivel, es la notoria ausencia de
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órdenes religiosas u otras instituciones de la Iglesia. En Fátima, por ejemplo,
a finales de los años 80 había seminarios y conventos de unas cincuenta y
dos instituciones religiosas distintas (Rinschede, 1988: 87). Y Lourdes, en
los mismos años, estaba literalmente repleta de hospitales regentados por la
Iglesia, edificios administrativos y alojamientos gestionados por numerosas
comunidades y grupos religiosos (Rinschede, 1986; también Eade, 1992).
Del mismo modo, cuanto concierne a los aspectos residenciales y comerciales de la aldea del Rocío ha dependido del control y la intervención municipal hasta un grado sin paragón en esos otros sitios sagrados,
los cuales, a diferencia de lo que aconteció en El Rocío, comenzaron su
andadura de una manera un tanto caótica y, sólo posteriormente, conforme iba agrandándose su fama, se iría imponiendo en ellos cierto orden y
planificación en el área aledaña al santuario. Eventualmente, este ordenamiento podía avanzar hasta zonas más alejadas, pero siempre contiguas al
reciento sagrado. Fátima y Lourdes ilustran bien los estadios maduros de
este proceso, mientras que en Medjugorje aún se percibe esta temprana fase
«caótica» del desarrollo histórico de un santuario (Bax, 1995). De hecho,
Vukonic, al describir el «gran desorden espacial» que siguió a las primeras
apariciones de Medjugorje en 1981, se refería a este lugar como la «Dallas
de Dios» (Vukonic, 1992: 88), haciendo alusión al conocido caos urbanístico de esa ciudad norteamericana. Al compararlo con estos otros ejemplos,
el caso de El Rocío resulta muy llamativo por la dirección, relativamente
estricta, que las autoridades locales han ejercido explícita o virtualmente
sobre cada aspecto del desarrollo urbano de la aldea.
En su estudio ya citado sobre las peregrinaciones en Europa Occidental (1989), los Nolan también establecen una clasificación para cada lugar
sagrado teniendo en cuenta la combinación de factores como: las funciones propias del santuario, las celebraciones festivas que se desarrollan en
torno a él y la atracción turística que provoca. El Rocío, como es palmario,
sería un buen ejemplo de perfecta conjunción entre un santuario y una
fiesta alegre y gozosa (Cantero, 2002: 51-90; Cantero y Andrada, 2006).
En gran medida, el desarrollo de la aldea del Rocío y casi cada uno de los
detalles de su urbanismo, han sido deliberadamente sometidos a los requerimientos prácticos de su anual romería. Sus arenosas calles siguen sin ser
pavimentadas precisamente para facilitar el tránsito de los miles de caballos
que participan en la Romería y, por la misma razón, las casas cuentan con
corrales o cuadras a los que se puede acceder desde los callejones traseros.
Para los habituales del Rocío, esta y otras características tan particulares de
la aldea y su caserío pasan casi desapercibidas, pero quienes la visitan por
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primera vez experimentan una sensación de asombro y extrañeza ante un
paisaje inverosímil que, casi unánimemente, les evoca los cinematográficos
poblados del Wild West.
Fachada de la casa-hermandad del Rocío de Triana (Sevilla), en el Real del Rocío
Además de la ermita y contadas instalaciones públicas o privadas de
cierto fuste, en la aldea sobresalen unas construcciones singulares, las casas
de las hermandades, pero el grueso de la edificación lo constituyen las viviendas unifamiliares, que, al estar en su mayoría deshabitadas buena parte
del año, confieren a las calles, especialmente de noche, una sensación de
vacío, soledad y abandono. De ahí que también se suela comparar al Rocío
con un ghost town, un pueblo fantasma de frontera. Esta sensación mengua
o desaparece sobre todo durante los fines de semana, cuando aumenta el
flujo de visitantes al santuario y se celebran las peregrinaciones extraordinarias de las hermandades entre el mes de septiembre y la Semana Santa, y
asimismo durante los periodos vacacionales, especialmente en el verano y
más concretamente en el mes de agosto en torno al Rocío Chico. También
desde hace algunos años El Rocío se ha convertido en el destino favorito de
muchos adolescentes y jóvenes de las localidades y ciudades próximas para
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la celebración masiva de las fiestas navideñas, principalmente el fin de año.
En esas fechas la atmosféra de la aldea, atestada de gente y bullicio, cambia
por completo al verse invadida por un jolgorio que reproduce costumbres
urbanas, ajenas a las tradiciones festivas rocieras y a la sacralidad de la aldea,
y provoca con cierta frecuencia desórdenes que han motivado un dispositivo especial de vigilancia policial.
Las casas del Rocío, utilizadas por sus propietarios o por inquilinos que
las han alquilado a buen precio, siguen un modelo específicamente diseñado para dispensar hospitalidad a parientes, amigos y conocidos, que suelen visitarlas durante los días de la romería o en otras ocasiones festivas,
vinculadas o no1 con los cultos rocieros. Esta es otra clara diferencia entre
El Rocío y los principales santuarios de devoción mariana en Europa: la
inmensa mayoría de las más de dos mil quinientas edificaciones del Rocío
ofrecen un claro contraste con las florecientes zonas comerciales, los numerosos hoteles y otros establecimientos residenciales tan típicos de los grandes centros de peregrinación en Europa. En cada uno de sus elementos, la
aldea fue concebida y construida como plataforma ideal para la celebración
de su romería, así como del conjunto de formas y prácticas culturales que
caracterizan y refuerzan una identidad social como la andaluza. Quizás
una parte de la brillantez y el éxito del Rocío como escenario para la glorificación de lo andaluz se deba justamente a que permite que personas de
distinta extracción social o tendencia ideológica lo entiendan (y lo vivan) a
su manera. Excepción hecha de los críticos más severos, todos, sea cual sea
su adscripción política o confesión religiosa, pueden encontrar en El Rocío un espacio a su medida y, desde luego, su propia lectura de la identidad
andaluza, que no es, por supuesto, una. En otras palabras, El Rocío produce
1
La utilización de las casas del Rocío y de la aldea en general para celebraciones festivas
variopintas, alejadas de las tradiciones culturales propiamente rocieras, se ha disparado
en años recientes. Además de la concentración de jóvenes en las navidades y fin de año,
son frecuentes los alquileres de pocos días, normalmente en fin de semana, para organizar
juergas con abundante alcohol y, a veces, música estridente, celebrar eventos sociales o
familiares (bodas, comuniones y bautizos) y otras diversiones privadas. La estructura
de las casas, (con amplio salón, numerosas habitaciones y camas, terraza, patio y corral)
y la misma imagen festera y poco regulada de la aldea (de la que a veces se dice que es
como «una ciudad sin ley») ofrecen condiciones idóneas para este tipo de reuniones
sin apenas relación con las celebraciones rocieras convencionales. Sin duda, esta
intensificación y diversificación festiva del Rocío es, entre otras cosas, una consecuencia
más del éxito de la romería y de su proceso de masificación. Resulta muy interesante
advertir que cuando, como en los casos citados, lo rociero queda desarticulado, es decir,
cuando en una reunión festiva en la aldea se pierde toda referencia a la cultura religiosa
rociera, la mayoría lo ve como algo antieestético, cuando no grotesco, y, literalmente,
fuera del lugar.
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la sensación de «lo genuino» sin consenso de creencias. De hecho, en la
generalidad de los procesos de identidad, como por ejemplo en las peregrinaciones, siempre hay un fondo de concordia y disputa.
Esta relación entre peregrinación e identidad social es, precisamente,
la cuestión específica en torno a la que Victor Turner elaboró su más difundida teoría sobre las peregrinaciones (Turner y Turner, 1978). La mayor parte de las críticas que esta teoría de Turner ha suscitado, atañe a su
convicción de que las peregrinaciones que tienen lugar en las sociedades
complejas son análogas, en cuanto a su función y a su proceso, a los ritos de
paso que con frecuencia observamos en las sociedades tribales (véanse, por
ejemplo: Eickelman, 1976; Sallnow, 1981; Morinis, 1984; Murphy, 1994).
Turner argumenta que, durante las peregrinaciones, las estructuras ordinarias de la identidad, que distinguen y dividen a una comunidad en las sociedades complejas, quedan temporalmente suspendidas o, al menos, decae
sensiblemente su relevancia. Los peregrinos, apunta, entran en un estado de
communitas en el que los roles relativos al género, la edad, la etnicidad y la
pertenencia a la comunidad ven reducida, e incluso desvanecida, su fuerza
social. Por ello, cuando el peregrino, al emprender su camino sagrado trata
de alcanzar conscientemente un estado de trascendencia personal, también
consigue escapar de la red de divisiones que rige y atenaza la vida social
cotidiana, para gozar de una sensación de camaradería, puede que pasajera
y extremadamente simplificada, pero desde luego altamente satisfactoria.
Las críticas al desarrollo de la noción de communitas de Turner se han
basado, principalmente, en observaciones etnográficas, como las de Sallnow
(1981: 176) cuando describe una peregrinación andina como un «complejo mosaico de igualitarismo, nepotismo y faccionalismo, hermandad, competición y conflicto». Al igual que Salnow, muchos otros críticos de la teoría
de Turner han puesto de relieve la complejidad y la tensión social que suelen
caracterizar a muchas de tradiciones peregrinas del mundo. De hecho, como
contrapunto a la teoría de la communitas, surgió de inmediato un nuevo enfoque que subrayaba la importancia de la contestación social en las peregrinaciones (véase, especialmente, Eade y Sallnow, 1991). Para aproximarse a
esta dialéctica communitas-contestación vale la pena acudir a la sucinta pero
incisiva descripción escrita por Badone y Roseman (2004a: 3-5).
Parece, pues, evidente que, por fin, el estudio antropológico de las peregrinaciones ha empezado a superar la forzada elección entre estos dos polos
(Coleman, 2002). En una de las líneas de investigación más prometedoras
sobre este tema se observa que el foco de atención está además dejando de
ser la meta a la que se dirige el peregrino, un lugar sagrado concreto, para
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interesarse más por los movimientos que suceden durante la peregrinación
misma (por ejemplo, Coleman y Eade, 2004; Badone y Roseman, 2004b;
Hermkens, Jansen y Notermans, 2009). No obstante, El Rocío muestra, y
demuestra, la innegable importancia que tiene el significado del lugar y su
entorno al menos en algunas peregrinaciones. Y, además, en el caso del Rocío, la aldea es significativamente relevante no sólo como un lugar sagrado,
en sentido literal, sino asimismo como un lugar de encuentro, único para la
elaboración y la intensificación de los procesos de formación, mantenimiento y desarrollo de la identidad.
Sin duda, lo más destacable del
Rocío no es tanto la atenuación
de las diferencias sociales como la
exaltación de la cultura regional.
Además de su capital sentido religioso, El Rocío representa una
vibrante celebración de lo andaluz.
Por supuesto que El Rocío genera
constantemente vivencias del sentimiento de communitas y también situaciones de competición y pugna
entre las diferentes clases sociales,
hermandades y comunidades mediante las que estas pretenden afirmarse simbólicamente. Pero, más
que todo eso, El Rocío, como romería y como espacio sagrado, viene a ser un marco en el que muchos
de los elementos emblemáticos de
la cultura tradicional de Andalucía Cartel anunciador de la Romería de 1935
encuentran condiciones óptimas para alcanzar juntos su expresión y elaboración máximas. Quizás sea esto lo que explique que El Rocío, a diferencia
de esos otros importantes santuarios de más reciente origen (La Salette,
Lourdes, Fátima, Medjugorje, etc.), no admita santuarios secundarios o satélites. El Rocío, un ámbito señero para reunir y nutrir un denso conjunto
de elementos de la cultura andaluza, no puede ser fácilmente reproducido
en otros sitios.
Igualmente, vale la pena señalar que, curiosamente, cuando algunas devociones satélites del Rocío emergen en otros lugares, la elección, entre las
innumerables posibilidades que ofrece Andalucía, no se debe a que hubiera
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allí una devoción preexistente a esta concreta advocación de María, como
sucede con las de Lourdes, Fátima y Medjugorje. Tiene que ver más bien
con su fama como vehículo para la expresión de una determinada identidad
andaluza (por ejemplo, Plasquy, 2012; véase también Jiménez, 1997). La
Virgen del Rocío ha llegado a ser un «símbolo mundial de la identidad andaluza» ( Jiménez, 1999: 6) y muchas de las devociones rocieras repartidas
por España o el extranjero se han desarrollado a partir de clubes culturales
y casas regionales, cuya finalidad específica era la promoción de las diversas
identidades andaluzas fuera de Andalucía.
La búsqueda de la trascendencia, la expresión personal de la piedad, la
súplica de una intervención sobrenatural o el cumplimento de una promesa,
son propósitos que, naturalmente, se encuentran entre las motivaciones de
un cierto número, incluso de muchos de los participantes en los rituales primaverales del Rocío. Pero no es la presencia de este tipo de anhelos y sentimientos lo que realmente define y distingue al Rocío, al compararlo con los
demás santuarios marianos de su misma categoría. Lo que verdaderamente
distingue al Rocío es la dimensión que adquieren sus procesos de intensificación cultural, mucho más importantes que los de cualquier otro centro
europeo de peregrinaciones católicas. Este rasgo sustantivo del Rocío no es
una novedad reciente, una más, vinculada a los procesos de masificación del
último tercio del siglo xx, que, en todo caso, lo han acentuado y expandido.
Ya a lo largo del siglo xix puede apreciarse con suficiente nitidez esta idea
de «intensificación cultural» a través de descripciones coetáneas de autores
sevillanos, como esta de Adame y Muñoz (1849: 96):
...[La Feria del Rocío] tan poética y variada como que en ella se confunden caprichosamente los sentimientos piadosos de los andaluces
con sus alegres placeres, y sus costumbres joviales y divertidas con la
práctica de sus actos religiosos: pues esta feria es la viva imagen de todo
cuanto rodea la existencia de los hijos de este suelo.
O como en esta otra, tan escueta como comprensiva, de Alejandro Guichot y Sierra (1888: 147-148), en la que recopila una sugestiva y decantada
colección de elementos característicos de la Romería, en la que se funden lo
religioso y lo andaluz:
Romería del Rocío. (En la segunda quincena [de Mayo]). El barrio
de Triana y la villa de Almonte. La Virgen del Rocío. El tamborilero,
la becerra rifada. La hermandad, costumbres y prescripciones. El Sin
Pecado, la carreta, los bueyes. La Romería, la ermita, la feria, la fiesta.
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Ofrendas y votos. Flores artificiales, adornos, trajes. La vuelta a Triana:
procesión, acompañamiento, carros y caballos, luces y vino.
Así pues, la aldea del Rocío no ha sido ni es sólo un núcleo socio-espacial
articulado en torno a una ermita y su Imagen sagrada, es asimismo un entorno cuidadosamente pensado y dispuesto para la expresión de la identidad
cultural andaluza, un contexto en el que esta no sólo se exhibe y se reproduce, sino que también se ve avivada e intensificada. El Rocío es un lugar sagrado que convoca a todo tipo de andaluces, quienes, con independencia de
los múltiples motivos por los que cada uno va a la aldea y de las «lecturas»
dispares que pueda hacer de esta devoción, pueden expresar juntos su sentido colectivo de lo que significa ser un andaluz, una construcción cultural
obviamente polisémica.
Por supuesto, El Rocío no es un caso único en el rico universo religioso
y festivo de los andaluces, como sitio y ocasión ideal para producir, dar cauce y poner a la vista de todos algunas de las más acabadas manifestaciones
de las artes populares tradicionales de Andalucía (véase en Graña2, 1989,
una lúcida referencia a este mismo tema), pero obviamente esta cualidad
lo diferencia marcadamente de los otros grandes centros europeos de peregrinación. Para ilustrarla, permítasenos mencionar sólo cuatro ejemplos
sobresalientes de esas artes tradicionales:
En primer lugar, puede afirmarse que muchas formas premodernas de
arte religioso se fortalecen y perviven gracias al rol que juegan en los cultos
religiosos andaluces, y en concreto en la Romería del Rocío. Los promotores
de los cultos rocieros patrocinan y financian cuantiosos y costosos encargos
de escultura religiosa, bordado y orfebrería, que atienden y ejecutan artesanos y artistas cuyas artes y oficios se renuevan, mediante una actualización
respetuosa de los modelos tradicionales, siempre dentro del canon barroco
clásico (Fernández de Paz, 2004-2006). Como escribe Salvador Rodríguez
Becerra (2005: 16-18):
...la religiosidad andaluza se expresa en sus manifestaciones y gusto
por lo barroco, probablemente por corresponder con el último periodo
de esplendor de la región y de sus ciudades. La estética barroca reelabo2
Queremos dedicar este artículo a la memoria de César Graña. Peruano de nacimiento y
gaditano por origen familiar, Graña fue un ilustre sociólogo del arte y la literatura,
profesor eminente de la Universidad de California-San Diego, y un gran hispanista,
conocedor como pocos de las tradiciones culturales andaluzas.
Dedicamos también este artículo a nuestros amigos Ana Torres Pérez y Diego Luis Ramírez Triana, autor del que probablemente es el cartel más bello de la historia del Rocío.
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rada por la concepción romántica que exhala la sensualidad se ha convertido en un canon riguroso del que salirse es casi imposible porque,
además de contar con el criterio inapelable de los expertos y artistas, ha
calado hondo en el sentido popular, de forma que otras sensibilidades
no encuentran lugar en las manifestaciones religiosas. Estos modelos
estéticos no están anquilosados pero constituyen reelaboraciones sobre
un fondo barroco...
De hecho, el primer retablo mayor, plenamente barroco, construido de
principio a fin en los últimos dos siglos, fue concluido hace pocos años en la
ermita del Rocío, una obra monumental que es improbable que se repita en
el futuro en otro lugar (Aguilar, González Gómez y Carrasco Terriza, 1998;
Carrasco Terriza, 2009).
El Rocío es, por otra parte, la mayor peregrinación ecuestre del mundo, de igual modo que Czestochowa (Jackowski y Smith, 1992; Galbraith,
2000) y Santiago de Compostela (Frey, 1998; Slavin, 2003) son las dos
últimas grandes peregrinaciones a pie de la Europa Católica. «El Rocío
–escribía César Graña (Murphy y González Faraco, 1998: 25)– representa
la emergencia de la ciudad en el campo. Las costumbres que priman en El
Rocío son las de la Andalucía rural, por ejemplo las del vaquero andaluz,
una especie de cowboy». En efecto, las tradiciones de cría extensiva en libertad de ganado en las marismas del Guadalquivir constituyen una referencia
notable de la identidad andaluza y la Romería del Rocío es uno de los pocos
marcos rituales en los que esta herencia cultural aún prevalece y se cultiva
(Murphy y González Faraco, 2006), como queda muy expresivamente de
manifiesto en la anual Saca de las Yeguas, cuya vinculación con la devoción
rociera se ha acrecentado y hecho más explícita en su etapa histórica más
reciente (Murphy y González Faraco, 2002b).
Al Rocío concurren miles de jinetes, y no son pocos los que mantienen
a sus caballos todo el año casi con el exclusivo fin de montarlos o engancharlos a un carruaje durante las celebraciones rocieras. Por tanto, no sería
exagerado decir que las tradiciones ecuestres andaluzas se resentirían ostensiblemente, si no fuera por la importancia que los caballos tienen en El Rocío. No por azar, el Ayuntamiento de Almonte se valió hace años del eslogan
Aldea Internacional del Caballo para su promoción turística, y oficios como
domadores y adiestradores de caballos, herradores, talabarteros o guarnicioneros, y cuidadores de caballerías en general, son comunes en El Rocío y
en los pueblos vecinos.
En tercer lugar, la Romería del Rocío es una de las ocasiones privilegiadas
para lucir la indumentaria regional de Andalucía. Para los hombres, el traje
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corto, vestimenta tradicional del jinete en el campo andaluz. En el caso de
las mujeres, el colorista traje de flamenca o de gitana, conocido también,
aunque indebidamente, por traje de volantes o faralaes. A pesar de su origen
elitista (hablamos del traje corto), personas de diferente extracción social
se ponen hoy en El Rocío este atuendo festivo, que ha llegado a identificarse con Andalucía y no sólo con una de sus clases sociales (Murphy, 1994;
Murphy y González Faraco, 2012). Conviene subrayar que, a diferencia de
la generalidad de los trajes regionales en otras partes de España, el atuendo
propiamente andaluz, y específicamente el rociero, ha seguido evolucionando, hasta el punto de participar en el circuito de la moda, aunque conservando naturalmente su reconocible estilo (González, 1981). Lejos de ser una
especie de uniforme nostálgico anclado en el pasado, esta vestimenta festiva
sigue social y estéticamente viva a día de hoy.
Por último, queremos hacer mención a otro componente esencial y ubicuo de las celebraciones rocieras: la música. En efecto, la Romería ha sido
desde hace mucho tiempo una fuente primordial para el desarrollo de los
cantes y bailes andaluces, pero sobre todo de las sevillanas y, en concreto,
de las sevillanas rocieras. A estas habría que añadir otras manifestaciones
musicales: esas tenues melodías, interpretadas con flauta y tamboril, que
preceden a los cortejos rocieros tradicionales y que subrayan, como nos recordara César Graña (véase Murphy y González Faraco, 1998: 25), el sentido pastoril que tuvo originalmente este culto y que sigue manifestándose
en la acampada al raso de las hermandades o en los bueyes tirando de las
carretas por los caminos. Pero estas composiciones carecen del sentido coral y festero de las sevillanas, presentes en la música rociera desde su origen,
estrechamente vinculado a la Feria de Sevilla, las Cruces de Mayo o la Velá
de Santa Ana en el barrio de Triana (Verde Carmona, 1980 y 1988; DurandViel, 1983). Las sevillanas son probablemente el tipo de forma musical y de
baile andaluz con mayor difusión dentro y fuera de Andalucía, y protagonistas indiscutibles del ambiente rociero, con el paisaje de Doñana como
fondo (González Faraco y Murphy, 2006), habiendo alcanzado el cénit de
su popularidad hace algunos años, justamente cuando la Romería del Rocío
vivió también su etapa de mayor masificación. Es fascinante la constante
producción de nuevas sevillanas, de academias que enseñan a bailarlas y de
grupos y solistas que las interpretan con guitarra, palmas, castañuelas y pandereta, y hasta con orquesta sinfónica. Al igual que sucede con el modelo
de atuendo rociero, las sevillanas, aunque tienen una estructura poética y
una base musical inalterable, han ido variando, ganando nuevos matices y
generando distintas modalidades, según su ritmo o temática. Las sevillanas
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propiamente rocieras constituyen, sin duda, una de las más identificables y
celebradas, con más larga trayectoria, mayor entidad y fama.
RECAPITULACIÓN
Como solía decir, con su acostumbrada agudeza, César Graña, en El
Rocío uno puede encontrar de todo, pero cada cosa está sorprendentemente en su sitio. Efectivamente, y con permiso de Don Alejandro Guichot y Sierra, la Romería del Rocío viene a ser una varia, sostenida y bien
articulada erupción de entusiasmo religioso, hospitalidad, colores, sabores y olores, consumo excepcional, conversación, fl irteo y juego amoroso,
cante y baile, cohetes, caballos, imágenes, vestidos, parafernalia litúrgica,
procesiones y tumulto, un tumulto distintivamente rociero. No hay duda
de que la fastuosa disposición de los andaluces a la sociabilidad hace gala
en El Rocío de toda su quintaesencia.
Cierto que en El Rocío los modos y grados de participación son casi infinitos. Algunos viven, con mayor o menor intensidad, el amplio abanico de
actos, actividades y artes que conforman la Romería, desde las más profundamente religiosas a las más lúdicas y frívolas. Otros son más selectivos: así
los hay que limitan su participación a los aspectos estrictamente religiosos;
y los hay, en cambio, que sólo se interesan por los más festivos y folclóricos.
Sin embargo, todos ellos sin excepción son conscientes de que se hallan un
lugar original, profunda e inconfundiblemente andaluz. Por el contrario, si
peregrinaran a Lourdes, Fátima o Medjugorje, enseguida se apercibirían de
que Francia, Portugal y Bosnia, hasta un cierto punto, se han ido quedando
atrás y de que pisan un sitio sagrado que trasciende lo local. Estos centros de
peregrinación se han transformado en verdaderamente liminales, y en ellos
se puede fácilmente advertir la poderosa presencia de las fuerzas universalizadoras de la Iglesia Católica.
Algunos se han convertido incluso en referencia capital para la expresión del nacionalismo, como Guadalupe para los mexicanos (Wolf, 1958),
Knock para los irlandeses (Philbin, 1960) y Czestochowa para los polacos
(Galbraith, 2000), pero el caso del Rocío es bien distinto. Como ya hemos
argumentado reiteradamente, lo que diferencia al Rocío de estos otros grandes santuarios, es que El Rocío es un sitio en el que se acopla y se integra,
de manera proverbial, un repertorio de elementos muy representativos del
patrimonio cultural andaluz. En esos otros centros europeos de peregrinación, las instituciones eclesiásticas de la Iglesia han tenido, desde el inicio,
un papel preeminente en la conformación de las devociones específicas de
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cada localidad, y también, hasta un cierto punto, en el desarrollo urbano de sitios relativamente anónimos que se tornan súbitamente sagrados y
alcanzan notoriedad internacional a partir de apariciones que rápidamente
convocan a un número ingente y culturalmente muy diverso de seguidores.
El Rocío, sin embargo, no es sólo una aldea sagrada, meta de una peregrinación. Ni es mucho menos una simple performance, un espectacular y
popular escenario, en el que se representan, con cierta nostalgia para unos
y mucha curiosidad para otros, costumbres y ritos de otro tiempo. Aunque
algo de ello haya en El Rocío, esta Romería es primordialmente una peregrinación en la que muchos andaluces viven, encarnan y renuevan un conjunto
tan real como vigente de tradiciones sociales y religiosas propias. Muchos
de los que van al Rocío acuden deliberadamente, con mayor o menor fervor,
a un lugar al que la presencia secular de una imagen de la Virgen, Nuestra
Señora del Rocío, ha transformado en sagrado y ha dado nombre. Pero incluso aquellos que llegan al Rocío atraídos sin más por la fama de la romería
o carentes de motivación religiosa, no son, por regla general, meros turistas
ni espectadores pasivos, sino partícipes, en grado diverso, de un brillante
rito de intensificación cultural.
Imagen aérea de la aldea del Rocío un lunes de Pentecostés.
La Virgen se encuentra en la calle Almonte
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TRABAJOS-APORTACIONES
SOBRA LA EFEMÉRIDE
QUE CELEBRA MOS.
EN TORNO A LOS HECHOS
DEL ROCÍO CHICO 1810-1813
ENTORNO A LOS HECHOS DEL ROCÍO CHICO
ENTORNO AL CENTENARIO DE PLATERO Y YO
la lucha de la villa de almonte
contra las tropas francesas en
1810 y el voto de acciÓn de
gracias a la virgen del rocÍo
Manuel Galán Cruz
Universidad de Sevilla.
Resumen
Abstract
La aldea de El Rocío se enclava en
el extremo suroccidental de la Península Ibérica, en un punto aproximadamente equidistante entre las provincias
de Huelva, Sevilla y Cádiz. Desde 1309
tenemos constancia documental de la
existencia en la zona de una ermita dedicada a la Virgen María.
A lo largo de la historia de la devoción rociera han sido muchos y
variados los momentos importantes
vividos, siendo uno de ellos el acaecido en 1810, motivado por la invasión
francesa, cuyo ejército fue enviado a la
Villa de Almonte para saquear, degollar
e incendiar la población. En esos momentos es cuando el pueblo almonteño dirige la mirada hacia su Patrona y
ruega divina protección, dando como
resultado, tres años más tarde, a lo que
se dio en llamar Rocío Chico, voto de
acción de gracias del pueblo de Almonte a la Virgen del Rocío.
The village of El Rocío is located in
the extreme southwest of the Iberian
Peninsula, in a point approximately
equidistant from the provinces of
Huelva, Seville and Cádiz. There are
records of a shrine dedicated to the
Holy Virgin in this area since 1309.
Troughout history, there have been
many and various milestones of the
worship to the Holy Virgin of El Rocío.
One of them was in 1810 during the
French occupation. French troopes
were sent to the town of Almonte
with orders to plunder, slay and burn.
At that time, the people of Almonte
turned to their Patroness and prayed
for divine protection. This is the origin
of a tradition that began properly three
years later called the small Rocío, a
thanksgiving vow from the people
of Almonte to the Holly Virgin of El
Rocío.
Keywords: Small Rocío, Vote, Pierre
Palabras clave: Rocío Chico, Voto, D'ossaux, Rafael de Cepeda, civic miliPierre D'ossaux, Rafael de Cepeda, mi- tia, marshal Soult
licia cívica, mariscal Soult.
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Manuel Galán Cruz (Almonte, 1980) es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, donde defiende la tesina titulada Los santuarios de Nuestra Señora del
Rocío. Análisis histórico-artístico; y actualmente está a la espera de defender la tesis doctoral
El Santuario del Rocío. Patrimonio artístico y fundamentos documentales y sociológicos de su expansión devocional. Al mismo tiempo es autor de varias comunicaciones, como la titulada
«El retablo de la antigua ermita de Ntra. Sra. del Rocío», para el Congreso Internacional
conmemorativo del I Centenario del Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla, o la
titulada «La lucha de la Villa de Almonte contra las tropas francesas en 1810 y el voto de
acción de gracias a la Virgen del Rocío», en el I Congreso Mariano Internacional, celebrado
en Gibraltar. Asimismo es autor del libro Exvotos pictóricos de Ntra. Sra. del Rocío. Expresiones
populares de fe, editado por la Hermandad Matriz; coautor del trabajo La colección de exvotos
metálicos de Nuestra Señora del Rocío, autor de dos capítulos en el libro Testimonios históricos
de la devoción de los almonteños a la Madre de Dios. Devociones, imágenes, ritos y cofradías marianas de Almonte, editado por el Consejo de Hermandades y Cofradías de Penitencia de la
Villa de Almonte; y de un estudio sobre la iconografía de la Virgen del Rocío en la Semana
Santa de Sevilla. Fue comisario de la exposición «Exvotos de la Virgen del Rocío», organizada por la Hermandad Matriz de Almonte, en 2009. Actualmente es Delegado de Formación
de la Hermandad Matriz de Ntra. Sra. del Rocío de Almonte, director del periódico oficial
de la Hermandad Matriz La Hoja de la Hermandad, y de la revista Rocío, Boletín Oficial de la
Hermandad Matriz.
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a aldea de El Rocío se enclava en el extremo suroccidental de la península ibérica, en un punto aproximadamente equidistante de las
actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. El dato más antiguo
que atestigua la existencia en la zona de una ermita dedicada a la Virgen lo
encontramos en el Archivo de la Casa Ducal de Medina Sidonia, fechándose
este en 13091, por lo que se han cumplido ya siete siglos de historia documentada de esta advocación de la Madre de Dios.
A lo largo de la historia de la devoción rociera han sido muchos y variados los momentos importantes vividos, siendo uno de ellos el acaecido en
1810 con motivo de la lucha de los almonteños frente a las tropas francesas,
y que dio como resultado, tres años más tarde, a lo que se dio en llamar «el
Rocío Chico», voto de acción de gracias del pueblo de Almonte a la Virgen
del Rocío, Patrona de la localidad desde 16532.
En 1808 las tropas francesas entran en la península ibérica. Las dificultades en el día a día de la vida no tardaron en llegar, y la localidad almonteña
no iba a ser menos. Por ese motivo, el día 11 de enero del siguiente año
la Virgen del Rocío es llevada hasta Almonte3, recibiendo culto en la única
iglesia parroquial de la población. El 12 de febrero de 1810 los representantes del pueblo, «los regidores y demás individuos de ese ayuntamiento, y
el cura de esa villa»4 tuvieron que ir hasta la vecina localidad de La Palma
del Condado, para prestar juramento al nuevo rey, José Napoleón I, ante
el comandante de la columna móvil de la provincia5, mientras el monarca
estaba por tierras andaluzas, concretamente visitando esa misma jornada la
localidad sevillana de Utrera6. Esto lo hicieron bajo amenaza francesa, pues
1
Vid. Consejería de Obras Públicas y Transporte. Dirección General de Arquitectura y
Vivienda, 1994: p. 54
2
Vid. LÓPEZ TAILLEFERT, M. A.: Acta de proclamación y juramento de Santa María de las
Rocinas como Patrona de la Villa de Almonte. Año de 1653, Almonte, 1996, pp. 29-32.
3
Vid. ÁLVAREZ GASTÓN, R.: Pastora y Peregrina, Sevilla, 1977, p. 47.
4
Vid. Archivo Municipal de Almonte (en adelante: A. M. A.). Leg. 139, Reales Órdenes
1808-1810. Carta fechada en Moguer el 12 de febrero de 1810.
5
Vid. A. M. A. Leg. 13, Libro de Acuerdo. Año de 1803 a 1813. fol. 198 vto. – 199 vto.
6
HERNÁNDEZ, S. y MAYO, J.: «Consolación de Utrera durante la invasión napoleónica»,
La Guerra de la Independencia en la provincia de Sevilla, Sevilla, 2008, p. 135.
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textualmente dice «que de no cumplir con esta orden se estrechará esa Villa
militarmente»7.
El príncipe de Aremberg, unos días después, manda hasta Almonte
un emisario para reclutar tropas y caballos, a lo que la población responde apresándolo, pero viendo esta que las tropas francesas se iban haciendo
con los diferentes lugares, lo liberaron a cambio de guardar silencio ante sus
superiores, algo que este no hizo, lo que motivó que el propio príncipe de
Aremberg mandara que «cien Dragones de su ejército viniesen a castigar
al pueblo rebelde de Almonte», castigo que fue sustituido
por la aportación del pueblo
almonteño de hombres y animales para la guerra8.
Más tarde, en la primavera del mismo año de 1810, el
ejército francés establece en el
núcleo de la población la Milicia Cívica, instalando el cuartel en el número 7 de la calle
El Cerro, en la casa solariega
de la familia Cepeda, como así
lo transmite la tradición popular y como se extrae de la carta fechada en Sevilla el 28 de
septiembre de 1810, diciendo
que en la casa de don Rafael de
Cepeda9 aún quedaban «las
sillas, bridas, filetes, mantilla,
maletas y casacas, los papeles
Ilustración de Emilio Gavira para la exposición del capitán y dos caballos»10.
«Intercesora de Almonte,...».
Durante el tiempo que
Fondos pictóricos de la Hdad. Matriz de Almonte duró la ocupación francesa de
7
A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada en Moguer el 12 de febrero
de 1810.
8
CRUZ DE FUENTES, L.: Documentos de las Fundaciones Religiosas y Benéficas de la
Villa de Almonte y Apuntes para su Historia, Huelva, 1908, (nueva ed., Almonte, 1996,
p. 10).
9
«D. Rafael de Cepeda, Caballero Maestrante de esta vecindad». A. M. A. Leg. 13. Libro de
acuerdos año de 1803 a 1813. fol. 243 vto.
10
A. M. A. Leg. 139, Órdenes año de 1810.
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Almonte la población fue obligada a cumplir duras órdenes, como lo atestigua el siguiente documento:
Mis órdenes circulares de 5 y 14 del presente no se/ han executado
con la celeridad que exíge la imperiosa/ necesidad de la manutencion
de las tropas de Su Majestad Católica/ Por la inobservancia de ellas me
han puesto Vuestras mercedes en/ el sensible estado de que el exército
me haga cargos/ por la escasez de subsistencias que experimentamos, y
en la necesidad de apremiarlos por otro órden; y en es-/te concepto les
prevengo y mando, que si en el momen-/to de recibir esta órden, no envian á esta capital, con/ calidad de reintegro, la mitad del trigo que tengan los/ labradores de ese pueblo; todo el de traginante y el de la/ Real
Hacienda; el de diezmos, noveno, tercias reales/ y casas seqüestradas;
toda la cebada y semillas que ha-/ya por requisición formal que se haga;
la mitad de los/ carneros, y la tercera parte de reses vacunas, excep-/
tuando los bueyes de labor precisos y las vacas paridas/ y preñadas, enviará el exército frances tropas con un/ comisionado que execute esta
órden, y se mantenga á/ costa de Vuestras mercedes, sin perjuicio de
que vengan también con/ el Escribano comparecidos á mi disposicion á
esta ciudad, por la poca actividad, disimulo ó acaso mala voluntad/ en el
cumplimiento de unas órdenes que tanto interesan, y/ que substancialmente conspiran á libertar la Provincia/ de otros daños mas graves que
experimentaría sin la de-/vida execucion de mis órdenes./
Pido á Vuestras mercedes que no me den lugar á usar de todas mis/
facultades en estos casos urgentes, que sería el peor de/ los males; y que
me acusen el recibo á vuelta de correo./
Dios guarde á Vuestras mercedes muchos años. Sevilla 26 de abril/
de 1810./
Blas de Aranza (rúbrica)11.
Como respuesta a esta carta transcrita anteriormente se conserva otra
con fecha de 13 de mayo en la que dice «haberse enviado a Sevilla 160 fanegas de trigo, únicas existencias de grano de esta villa...» y haber contribuido con «pan y cebada que por disposiciones superiores ha facilitado a
las tropas francesas al mando de Su Alteza Serenísima Señor Príncipe de
Aremberg»12.
Con semejante contenido se conservan más cartas en el Archivo Municipal de Almonte, siendo todas ellas buena muestra de lo que debió padecer la localidad onubense durante el tiempo que permaneció tomada por
las tropas francesas, en las que se pide «toda la cebada que sea posible en
11
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta recibida el 2 de mayo de 1810 a
las 8 de la noche.
12
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada el 13 de mayo de 1810.
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el día de hoy para la subsistencia de seiscientos caballos»13, «los mejores
caballos que haya en el pueblo, pues se sabe que hay muchos y buenos»14,
«400 raciones de pan, 6 bueyes y toda la cebada, avena y habas que le sea
posible»15, «3 000 libras de pan, diez reses vacunas, 20 carneros, 48 gallinas
y 20 docenas de huevos»16, «300 arrobas de vino»17, «4 000 raciones de
pan, 4 000 de vino y 4 000 de carne»18, «12 fanegas de cebada y una res
vacuna diariamente»19.
En lo que respecta a la Milicia Cívica dentro de la localidad, primeramente fue el coronel Mateau quien la debía organizar, pero ante la negativa
de la población, el ejército francés envió hasta la villa almonteña a uno de
sus más férreos oficiales, Pierre D'Ossaux. Este, desde que tomó su cometido, quiso reclutar hombres para sus ejércitos, intentando que se alistaran
todos los varones cuyas edades estaban comprendidas entre los 15 y los
60 años20.
Por propia lógica, mucho no podía aguantarse esta situación de encorsetamiento, y el pueblo de Almonte, que estaba viviendo bajo la presión
de las tropas francesas, explotó en el mes de agosto como una olla que no
puede superar la presión a la que es sometida.
En la noche del 16 de agosto de 1810 el alcalde de Almonte recibió la
orden del capitán D'Ossaux para formar la Milicia Cívica a la mañana siguiente, y ante esta premura los almonteños alzaron sus ruegos a su Patrona,
a quien siempre han dirigido su mirada en tiempos de dificultades como el
que estaban viviendo.
Ante esta angustiosa situación, el 17 de agosto de aquel año de 1810, un
grupo de hombres de Almonte se levantó en contra del ejército intruso y
atacó su acuartelamiento. Los patriotas almonteños eran 39, y en el cuartel
estaban 88 soldados más el capitán y el comandante de los gendarmes, pero
13
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada en Bonares el 16 de
marzo de 1810.
14
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada en Niebla el 17 de marzo
de 1810.
15
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada en Villalba el 9 de abril
de 1810.
16
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada en Niebla el 18 de abril
de 1810.
17
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada en Trigueros el 30 de
junio de 1810.
18
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada en Niebla el 11 de julio
de 1810.
19
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810. Carta fechada en Trigueros el 18 de
julio de 1810.
20
Vid. Ibídem. p. 11.
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el hecho de que el número de militares galos duplicara con creces al número
de hombres vecinos de Almonte que se atrevieron a frenar al ejército invasor
no fue motivo para hacerlos detener sus intenciones, por lo que atacan a los
soldados franceses que deambulaban por la población y más tarde la casa
donde tenían establecido el cuartel21, iniciándose así una trifulca que acabó
con la muerte del capitán francés y cinco soldados suyos, quedando prisioneros todos los componentes de la tropa y el comandante de los gendarmes.
De este modo, el pueblo de Almonte, representado por aquellos 39 hombres, le paró los pies al ejército francés, representado en la villa por aquellos
88 soldados y su capitán.
Pero todo esto no hizo más que encender la mecha de la ira francesa, y el
mariscal Soult, al conocer los hechos acaecidos, ordena a la caballería ir hasta Almonte para «saquear, degollar e incendiar» la población22, pues una
Real Orden dada en Sevilla con fecha 5 de febrero de 1810, en su artículo 1
decía que «los pueblos son responsables de los asesinatos que se cometan
en sus respectivos distritos, sea de un individuo del exercito, y de un funcionario publico, ó de un correo, y de qualquiera otra persona que viage por
orden del gobierno»23.
Con aquella orden del mariscal Soult, entre las cuatro y las cinco de la
tarde del 18 de agosto llegaron hasta la villa almonteña las tropas francesas
para cumplir lo pedido por sus superiores, y en la tarde noche de aquel día,
el comandante citó a los representantes del Ayuntamiento y de la Iglesia local y así comunicarles a lo que venían24. Estos fueron «insultados, detenidos
y amenazados de muerte»25, y ante esta terrible situación, como bien nos
describe el historiador Lorenzo Cruz, «se echaron ciegamente en brazos de
la Providencia, y postrados de rodillas en la habitación donde eran prisioneros elevaron llorosos y contritos sus corazones a la Santísima Virgen del
Rocío»26.
Acatando la orden del mariscal se comenzó a saquear la población, pero
no todo pudieron cumplir los franceses por no llegar hasta Almonte la partida de ochocientos infantes que venían de camino. Ante esta contrariedad, el
ejército francés se lleva detenidos al vicario parroquial y al alcalde, liberando
21
Vid. D'ORLÉANS, J.: Un village andalou, París, 1902 (Traducción y edición crítica en
PEÑA GUERRERO, M. A.: El tiempo de los franceses. La Guerra de la Independencia en el
suroeste español, Almonte, 2000, p. 131).
22
Vid. CRUZ DE FUENTES, L.: Op. cit, 1908, p. 13.
23
Vid. A. M. A. Leg. 139, Reales Órdenes 1808-1810.
24
Vid. CRUZ DE FUENTES, L.: Op. cit, 1913, pp. 27-28.
25
Vid. CRUZ DE FUENTES, L.: Op. cit, 1908, p. 14.
26
Vid. CRUZ DE FUENTES, L.: Op. cit, 1913, p. 7.
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27
al primero en Hinojos , y allí, enterado el ejército que el refuerzo militar de
los ochocientos infantes estaba ya próximo, a unas cuantas leguas antes de
llegar a Almonte, se recibe la orden de regresar a Sevilla, quizás motivado
por la proximidad a la capital hispalense de tropas españolas28, por lo que
era más importante para los franceses defender la plaza de la ciudad antes
que la de un pueblo.
El castigo nunca llegó a ejecutarse por no llegar los ochocientos infantes
del ejército contrario, que ya estaban en la vecina localidad de Pilas29. Esto
ocurría en la madrugada del 19 de agosto de 1810, y para recordar que la
Virgen del Rocío, esa noche obró a favor, una vez más, del pueblo que la
tiene por Patrona, tres años más tarde se institucionalizó «voto formal y
expreso por sí y en nombre de los que les subcederán en adelante para siempre jamás de pasar en la madrugada del día diez y nueve de agosto de este
año y de todos los venideros, á la Hermita de Nuestra Madre y Señora, á
cantar una solemne Misa en acción de gracias...»30, lo que conocemos como
el Rocío Chico.
Nuevamente Dios mostró su infi nita misericordia, y el pueblo de Almonte, que desesperado pero con profunda fe y confianza en la Providencia se había postrado a los pies de María Santísima del Rocío, su Patrona,
suplicando su intercesión ante el Altísimo, ve que su plegaria había sido
escuchada.
Ilustración de
Emilio Gavira
para la exposición “Intercesora de Almonte,...”
Fondos pictóricos de
la Hdad. Matriz de
Almonte
27
Vid. LÓPEZ TAILLEFERT, M. A.: El Rocío. Una aproximación a su historia, Almonte, 1997,
pp. 120-121.
28
Vid. PEÑA GUERRERO, M. A.: El tiempo de los franceses. La Guerra de la Independencia en
el suroeste español, Almonte, 2000, p. 84.
29
Vid. CRUZ DE FUENTES, L.: Op. cit, 1908, p. 15.
30
Vid. Ibídem: pp. 15-16.
130
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Tres años más tarde, el pueblo de Almonte se percató de la mediación
divina en aquellos trágicos días de 1810 y quiso agradecer a su Patrona, la
Virgen del Rocío, su intervención ante Dios para librar al pueblo que la venera como su Madre y Protectora, de manera que se instituye lo que se conoce con el nombre de el Rocío Chico, que dentro de ser una celebración
festiva, no pasa de ser de ámbito meramente local, y de gran recogimiento,
teniendo en cuenta que se trata de recordar y agradecer cada año a la Santísima Virgen María bajo la advocación del Rocío, la mediación que llevó
a cabo para librar al pueblo almonteño de las garras del ejército francés. Y
así, desde el 16 de agosto de 1813, el pueblo de Almonte, representado por
el Ayuntamiento, la Parroquia y la Hermandad Matriz, hace «voto formal
y expreso, en su nombre y en el de las generaciones venideras, por el que
en adelante y para siempre jamás, pasarán la madrugada del diecinueve de
agosto en El Rocío, celebrando por la mañana Solemne Misa en la Ermita,
en acción de gracias por el singular favor de la salvación del pueblo»31.
En el actual Reglamento de Régimen Interno de la Pontificia, Real e
Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío de Almonte, en
vigor desde el 16 de febrero de 200332 , en su artículo 6, dice lo siguiente,
en relación al Rocío Chico33:
Esta festividad se hace en cumplimiento del Voto realizado por el
pueblo de Almonte para agradecer los favores recibidos de la Virgen,
con motivo de la invasión francesa. Comprende los siguientes cultos:
1. Triduo preparatorio en el Santuario de Ntra. Sra. del Rocío, con
rezo del Santo Rosario, los días 16, 17 y 18 de agosto.
2. En la noche del 18 de Agosto, tras el triduo, procesión por la aldea
con el rezo del Santo Rosario cantado, por el itinerario tradicional.
3. En la mañana del día 19, solemne celebración Eucarística cumpliendo el Voto de la Hermandad, seguida de procesión con el Santísimo Sacramento en torno al Santuario. Durante la celebración Eucarís31
Vid. Reglas y Reglamento de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora
del Rocío de Almonte, 2006: p. 79.
El Reglamento de Régimen Interno de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz
de Ntra. Sra. del Rocío de Almonte fue aprobado en Cabildo de Oficiales el día 5 de
noviembre de 2002, y aprobado más tarde y por unanimidad, en Cabildo General de
Hermanos el 15 de febrero de 2003, entrando en vigor al día siguiente de esta fecha.
Reglas y Reglamento de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora del
Rocío de Almonte, 2006: p. 122.
33
Ibídem. p. 78.
32
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tica, al ofertorio y desde lugar conveniente, el Secretario de la Hermandad Matriz, acompañado del Presidente y Fiscal, dará lectura en voz alta
al texto del Voto del Rocío Chico, con la siguiente fórmula:
La muy antigua y noble Villa de Almonte, el Ayuntamiento, el Clero
Parroquial y esta Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío, celebramos hoy la gran solemnidad de acción de
gracias a la Santísima Virgen del Rocío, nuestra Patrona.
Desde los orígenes de la devoción rociera, a finales del siglo xiii, la
Santísima Virgen del Rocío fue para su pueblo de Almonte, intercesora
para con Dios, Protectora, Auxilio, Gracia y Remedio en toda pública
angustia y necesidad.
Hoy conmemoramos los acontecimientos vividos en el pueblo de
Almonte, con motivo de la invasión francesa de nuestra Patria. Gracias
a la intercesión de nuestra patrona, la Virgen del Rocío, nuestro pueblo
salió indemne de la gravísima situación por la que se veía amenazado,
por el ejército invasor de Napoleón.
Cuando en 1808 el Ayuntamiento de Almonte recibió por medio de
verederos, la carta que el Alcalde de Móstoles dirigió a todos los Ayuntamientos de España, con motivo de la invasión francesa, el pueblo de
Almonte, como todo el pueblo español, recurrió a las fuerzas divinas,
implorando ante tantas necesidades y penurias, el auxilio del Todopoderoso.
De esta forma, nuestro pueblo, se arrojó a los pies de la Reina de los
Ángeles, María Santísima, nuestra Madre y Señora del Rocío, acudiendo en devota procesión de penitencia hasta su Ermita, desde donde, en
hombros de la fe, la trasladó a la Iglesia de Almonte, el día 11 de enero
de 1809. Desde ese día, comenzaron las rogativas, participando todo el
pueblo y cantando la Salve cada noche, lo que, con el decidido empeño
de nuestra Patrona de favorecer a sus hijos de Almonte, consiguieron la
salvación de este pueblo.
Gravísimas consecuencias se producirían para nuestro pueblo, con
motivo de los acontecimientos acaecidos del dieciséis al diecinueve de
agosto de 1810.
El día dieciséis, el Capitán Dosau, «hombre con piel de oveja y corazón de tigre», ordena al Alcalde de Almonte que, sin excusa ni disculpa,
todos los vecinos varones de entre quince y sesenta años, debían incorporarse a la Milicia Cívica en apoyo del ejército invasor.
Al día siguiente, diecisiete de agosto, ante la imposibilidad de dar
cumplimiento a la mencionada orden, el pueblo de Almonte vuelve a
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acudir a su Protectora y, ante tan crítica situación, un grupo de treinta
y nueve almonteños patriotas, se dirigen hacia la Casa de la Familia Cepeda, en la Calle del Cerro, donde residía el Capitán francés, atacando
con éxito a la guarnición francesa en el pueblo, compuesta por ochenta
y ocho soldados.
Al conocer esta noticia, el Mariscal Soult, destinó una considerable
partida de caballería, que en la tarde del dieciocho de agosto, se lanzaron
«sable en mano, vomitando fuego hasta el más mínimo soldado» en
dirección al pueblo de Almonte, con la orden de «pasar a cuchillo» a
los vecinos y de saquear e incendiar el pueblo. Con ello, se daba cumplimiento al bárbaro Decreto del gobierno invasor, que ordenaba tales
castigos contra los habitantes y poblaciones españolas, donde se derramara sangre francesa.
Enterados de la triste suerte que iba a correr nuestro pueblo, el
Ayuntamiento, el Clero y la Hermandad Matriz, reunidos en la madrugada del diecinueve de agosto en la Iglesia Parroquial, en esta situación
extrema, no veía salvación posible sino en la Virgen.
Cuando las tropas francesas se encontraban ya a escasa distancia de
nuestro pueblo, dispuestas a cumplir la fatal orden, recibieron inexplicablemente orden de retroceder, lo que resolvió de modo rotundo y definitivo la libertad y salvación de Almonte.
Con motivo de estos acontecimientos y cuando el ejército francés
se retiraba definitivamente de España, los representantes del pueblo de
Almonte, Ayuntamiento, Clero y Hermandad Matriz, deseando manifestar el reconocimiento y gratitud, que deben al Todopoderoso Dios
Nuestro Señor, por la intercesión de la Reina de los Ángeles, María Santísima del Rocío, acordaron unánimemente, el día dieciséis de agosto
de 1813, hacer un voto formal y expreso, en su nombre y en el de las
generaciones venideras, por el que en adelante y para siempre jamás,
pasaran la madrugada del diecinueve de agosto en el Rocío, celebrando
por la mañana Solemne Misa en la Ermita, en acción de gracias por el
singular favor de la salvación del pueblo.
Hoy celebramos aquí este acontecimiento y damos cumplimiento
al Voto que hicieron nuestros mayores, en agradecimiento por la acción
protectora y salvadora de la Virgen del Rocío sobre su pueblo de Almonte, hace ahora .................. años.
SEÑORA Y MADRE NUESTRA DEL ROCÍO, aquí está Almonte,
tu pueblo, que a pesar de sus flaquezas humanas, Te quiere, Te venera,
Te alza y Te proclama por su Patrona, su Reina y su Señora.
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Vuelve, Señora y Madre nuestra Tus ojos a nosotros, porque somos
tuyos, queremos seguir siendo tuyos y Tú de Almonte, AMÉN.”
El texto del voto de el Rocío Chico que acabamos de trascribir denota
lo que ya apuntábamos más arriba, el carácter eminentemente local de la
fiesta denominada el Rocío Chico, y su profundo sentido de gratitud a la
Virgen. Este lo hemos extraído, como anotamos anteriormente, del actual
Reglamento de Régimen Interno de la Hermandad Matriz, pero el original
estuvo custodiado en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Almonte, y allí mismo fue destruido, como el resto de su patrimonio documental y artístico, el 21 de julio de 193634, aunque sabemos de su
contenido gracias a la transcripción que de él hizo el historiador almonteño
Lorenzo Cruz de Fuentes, cuya obra, publicada en 1908, ha sido empleada
en la bibliografía del presente trabajo.
Como se ha podido leer también más arriba, hoy en día la fiesta de el
Rocío Chico se comienza a celebrar con un triduo preparatorio durante los
días inmediatamente anteriores al propio día 19, con el rezo del Santo Rosario, ejercicio del triduo y Santa Misa, rosario procesional por las calles de
la aldea en la víspera de la jornada en que se conmemora la efeméride; reservándose la solemne función del voto para el propio día 19, con posterior
procesión eucarística.
A la vista de los acontecimientos vividos a lo largo de la historia de la
devoción mariana rociera, hemos podido comprobar que la veneración a
María Santísima del Rocío es un fenómeno que ha ido creciendo con el paso
del tiempo, y hoy en día son ya ciento siete las hermandades filiales de la
Matriz de Almonte las que rinden culto a María Santísima con el nombre de
Rocío35, pero también es cierto que la creación de hermandades no siempre
se ha dado con la misma proliferación.
Mientras que las primeras hermandades filiales son de los siglos xvii y
xviii (Villamanrique de la Condesa, Pilas, La Palma del Condado, Moguer
y Sanlúcar de Barrameda)36, las que se fundan en el xix son sólo cuatro, y las
dos primeras vienen a hacerlo justo después de los hechos que dieron lugar
al voto de acción de gracias del pueblo de Almonte a la Virgen del Rocío
34
Vid. SEBASTIÁN Y BANDARÁN, J. y TINEO LARA , A.: La persecución religiosa en la
Archidiócesis de Sevilla. 1936-1938, Sevilla, 1938, pp. 49-50.
35
La Hermandad que ostenta el número 107 en el Registro Oficial de Hermandades Filiales
es la de Pozuelo de Alarcón (Madrid), según aprobó la Hermandad Matriz en Cabildo
Extraordinario de Oficiales de 1 de diciembre de 2009. La Hoja de la Hermandad.
Periódico Oficial de la Hermandad Matriz. Nª 49.
36
Vid. LÓPEZ TAILLEFERT, M. A.: El Rocío. Una aproximación a su historia, Almonte, 1997,
p. 99.
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por haberlo librado del yugo francés. Así pues, en el mismo año de 1813 se
funda la hermandad filial de Triana (Sevilla)37, y al siguiente año lo hace la
localidad aljarafeña de Umbrete38. Las otras dos son la de Coria del Río, que
se fecha en 184939, y la de Huelva, fundada en 188040.
A este respecto queremos observar una íntima relación entre los hechos acaecidos entre 1810 con la presión del ejército francés sobre la villa
de Almonte y su liberación en agosto de aquel año, y el voto de acción de
gracias a su Patrona en 1813; y la fundación de nuevas hermandades (Triana y Umbrete) motivado quizás porque los peregrinos que se acercaban
cada año a la ermita marismeña para venerar a la Virgen bajo la advocación
del Rocío vieron allí una devoción que respondía a las plegarias que le dirigían sus fieles, y con la creación de las hermandades ganaban, por decirlo
de alguna manera, en cercanía hacia esa devoción, cuya imagen sagrada
pasaba a estar representada en sus respectivos estandartes o simpecados,
y por lo tanto, llegaba a estar presente en los propios núcleos de población
durante todo el año.
Por último hay que reseñar también la íntima relación que actualmente
tienen los actos de el Rocío Chico y los traslados de la sagrada imagen de
la Virgen del Rocío hasta la iglesia parroquial de Almonte, a pesar de ser
hechos diferentes y sin relación alguna aparentemente.
Pues bien, los traslados que efectúa la sagrada imagen mariana desde su
santuario marismeño hasta la villa de Almonte están documentados desde
160741, y comenzaron siendo por necesidades que padecía la población almonteña en particular, o bien por catástrofes o motivos que pudieran atañer
a toda la sociedad en general. Así pues, los traslados se llevaban a cabo por
motivos de sequía, epidemias, o en acción de gracias por la finalización de
alguna guerra; pero con el avance del tiempo estos motivos eran cada vez
más escasos, por lo que la población almonteña institucionaliza que se efectúe el traslado procesional de la sagrada imagen de la Virgen del Rocío desde
su ermita marismeña hasta la iglesia parroquial de Almonte cada siete años,
marcándose la fecha para el mismo una vez finalizados los actos de el Rocío
Chico, es decir, el día 19 de agosto, invariablemente, llegando al pueblo de
Almonte en la mañana del 2042. Así pues, la tradición de los traslados de
37
Vid. CHÁVEZ FLORES, F. J.: Hermandades del Rocío, Madrid, 2004, p. 53.
Vid. Ibídem. p. 57.
39
Vid. Ibid. p. 61.
40
Vid. Ibid. p. 65.
41
FLORES CALA, J.: Historia y documentos de los traslados de la Virgen del Rocío a la Villa de
Almonte. 1607-2005, Almonte, 2005, p. 20.
42
Reglas y Reglamento de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Señora del
Rocío de Almonte, 2006: p. 80.
38
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la Virgen hasta Almonte, que comenzó siendo sin organización y sin una
periodicidad establecida, hoy en día se ha fijado un traslado cada siete años,
con una estancia de la sagrada imagen en el altar mayor de la parroquial almonteña de nueve meses, regresando a su santuario el domingo previo al
domingo de Pentecostés, día en que la Iglesia celebra la solemnidad de la
Ascensión del Señor43.
Hoy en día, y a modo de reliquia, la Hermandad Matriz de Almonte conserva en su sede el portón de madera de la casa en la que el ejército francés
había instalado su cuartel, donado a la institución religiosa por la familia
Cepeda, a quienes sigue perteneciendo el inmueble. En un principio estuvo
colocado en la santería de la antigua ermita del Rocío44, pero ya en la actualidad se encuentra restaurada e instalada en el apeadero de la Casa Hermandad, dando acceso a la Sala de Juntas, y en ella se puede apreciar un orificio
producido por una bala.
Puerta del tiro, que se aprecia en el
centro de la misma, que estaba en
la casa de los Cepeda en la calle El
Cerro, donde se producen los hechos
de agosto de 1810.
Actualmente se encuentra en la sede
social de la Hdad. Matriz
Tras la conmemoración del
segundo centenario de los hechos
que provocaron que el pueblo de
Almonte en 1813 hiciera un voto
de acción de gracias a su Patrona,
la Virgen del Rocío, aún sigue vigente lo que se dejó escrito hace
cien años, y los descendientes de
aquellos habitantes podemos seguir diciendo «¡Cuánta alegría se apodera de nuestro ánimo, cuánto entusiasmo inunda todo nuestro ser, corriendo por nuestras venas hasta sentir
43
44
Ibídem. p. 80.
Vid. Novena y Ejercicios en honor de Ntra. Madre y Señora la Stma. Virgen del Rocío,
1939: p. 12.
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el escalofrío del sublime, cuando contemplamos en nuestra imaginación el
prodigio verificado por la Santísima Virgen del Rocío con los almonteños la
memorable noche del 18 al 19 de agosto de 1810!»45.
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138
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juan ramÓn jimÉnez,
«platero y yo», y su capÍtulo:
el rocÍo. una aproximacion
a su contextualizaciÓn en
la biografÍa del poeta
Santiago Padilla Díaz de la Serna
Licenciado en Derecho
Resumen
Abstract
La celebración del primer centenario de la obra Platero y yo, publicada
en 1914, es una buena ocasión para
reflexionar sobre la aportación de esta
obra literaria, de referencia universal,
a la difusión de la devoción rociera; y
sobre el contexto y circunstancias, en el
que se produce el capítulo, “El Rocío”,
dentro de la poliédrica biografía del
poeta andaluz más universal, Juan Ramón Jiménez.
The one hundred anniversary of
the publication in 1914 of Platero and
I is a good opportunity to reflect on the
contribution of this worldwide known
literary work to the worship to Our
Lady of El Rocío, and to ponder on the
context and circumstaces around the
chapter called “El Rocío” in the frame
of the multifaceted biography of Juan
Ramón Jiménez, the most universal
Andalusian poet.
Palabras clave: Juan Ramón Jimé- Keywords: Juan Ramón Jiménez,
nez, Platero y yo, Moguer, El Rocío,
Platero and I, Moguer, El Rocío,
Darbón, Juan Infante Galán, Flores,
Darbón, Juan Infante Galán, Flores,
Hernández Pinzón, Burgos y Mazo,
Hernández Pinzón, Burgos and
Primer Centenario del Rocío Chico,
Mazo, Small Rocio First Century,
Pedro Alonso-Morgado.
Pedro Alonso-Morgado.
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Santiago Padilla (Almonte, 1969) es diplomado por el Instituto Internacional San
Telmo de Sevilla (PIDE 2005), licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla (19921997) y TEAT por el CENP de Sevilla (1987-1990). Desde abril de 1999 es gerente de la
Asociación de Hoteles de Sevilla y Provincia, actividad profesional que ha compaginado con
labores docentes, representativas e investigadoras en el sector turístico.
Es autor de más de cien artículos sobre religiosidad popular y el Rocío; y, entre otras,
de las obras: Rocío, la explosión de la gran devoción del sur en el siglo xx (Almuzara, 2007),
Rocío, sal y sol de Andalucía (Hergué, 2010), y Muñoz y Pabón, ilustre cantor de la Blanca
Paloma. La biografía del insigne escritor, periodista, capillita y rociero (Hergué, 2011). Ha
coordinado la comisión creada por la Hdad. Matriz para la dinamización, programación y
desarrollo de los actos extraordinarios del Bicentenario del Rocío Chico y del Año Jubilar
del Rocío (2011-2013).
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Santiago Padilla Díaz de la Serna
Juan Ramón Jiménez, Platero y yo.., pp. 139-172
«Dondequiera que haya niños –dice Novalisexiste una edad de oro».
Juan Ramón Jiménez

RA ZONES O MOTIVOS DE ESTE TRABAJO
asta acercarse a los números astronómicos que convierten a esta
obra, Platero y yo, en una de las más importantes producciones literarias en habla hispana de la historia de la literatura, para constatar
y comprobar su dimensión y proyección nacional y universal, en todos los
órdenes y sentidos. Y así, sabemos, según datos facilitados por la Fundación
Juan Ramón Jiménez de Moguer, que se han hecho varios cientos de ediciones oficiales de la obra, traducida a cuarenta y ocho idiomas, incluidos el
braille y el esperanto, hasta el año 2010, desde su primera edición realizada
en la ciudad de Madrid en diciembre de 1914, editada por Ediciones de la
Lectura, en su serie Juventud, con ilustraciones de Francisco Marco. Siendo a día de hoy una obra plenamente vigente, considerada como una de las
grandes joyas de la literatura universal, que sigue vendiéndose casi cien años
después, en niveles sólo alcanzables para las obras maestras.
Esa dimensión editorial universal convierten a uno de sus capítulos, dedicado al Rocío, y titulado «El Rocío», en un medio que decididamente
ha contribuido y favorecido históricamente la difusión nacional y, más aún,
internacional de esta devoción, como muy pocos textos literarios han podido hacerlo hasta hoy. El hecho no es baladí, ni anecdótico, y sin embargo, no
deja de ser extraño y chocante a primera vista, pues sería difícil catalogar a
Juan Ramón Jiménez, con la información que hoy tenemos, como un rociero de pro, al menos, en sus acepciones más habituales. Pero la estampa, el
momento, el color y el ambiente, tan real, tan espiritual, aunque desposeído
de cualquier connotación o significado confesional religioso; un tema, en el
que no se prodigó el poeta, y con el que paradójicamente, tantos han podido entrar en contacto, e incluso llegar al Rocío, o que ha inspirado a tantos
otros escritores, está en ese relato de seis párrafos y trescientas diecinueve
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palabras, que ha dado la vuelta por los cinco continentes1. A veces acompañado de ilustración, como nos pone de manifiesto Juan de Dios Montoto en
esta misma revista, y otras sin ella; aunque haciendo la salvedad, de que al
intervenir en cada edición la mano del editor; a veces, tampoco fue incluido,
al igual que otros capítulos, en todas las ediciones nacionales; y menos aún,
en todas las ediciones extranjeras. En una evolución, seguramente paralela
al crecimiento y difusión nacional e internacional de esta devoción y de la
fiesta. Hasta tal punto, que creemos poder afirmar, que a partir de un cierto
momento, como también podemos inferir de párrafos posteriores de este
trabajo, el capítulo «El Rocío» de Platero y yo, ha podido contribuir también y favorecer la popularización de la propia obra, una vez hecho propio
por la bibliografía y por la lírica rociera.
En este punto, la pregunta, para cualquiera que se acerque como nosotros al poeta universal de Moguer con aprecio y curiosidad, no puede ser
otra. ¿Porqué se detiene Juan Ramón en fotografiar El Rocío, con la delicadeza y el acierto irrepetible de su pluma?, ¿cuáles pueden ser sus puntos
de conexión o vínculos, desde el Moguer de principios del siglo xx con Almonte y El Rocío?, ¿llegó a vivirlo y a conocerlo el poeta? Antonio Ramirez
Almanza, director de la Casa Museo de Juan Ramón nos adelantaba en el
año 2005 una respuesta:
No debe sorprender que al andaluz más universal de las letras españolas, le recordemos hoy, en plena eclosión de primaveras del sur, y de lleno en el siglo xxi, evocándolo, en sus propias
palabras, como alguien cercano al mundo rociero.
Sería difícil que al moguereño se le escapase esta efervescencia de luces y sones en los mayos de su juventud, ebrio de
sueños líricos, en el Moguer de principios del siglo xx. No sabemos si el poeta pisó alguna vez las arenas rocieras, aunque sí
holló las dunas vecinas de Mazagón; pero pertenecer a las raíces
más antiguas de la esencia de un pueblo atraído poderosamente
por las marismas del viejo y arenado Ligustino, que casi inundó
Fuentepiña, al pie de Los Llanos, al lado mismo del secular
1
Un ejemplo de ello sería una hermosa edición de Platero y yo que conservamos, realizada en
La Habana en 1964, editada por Editora Juvenil y Editorial Nacional de Cuba, que sólo
consta de 63 capítulos seleccionados, y en el que, en este caso, sí se incluye el capítulo de
«El Rocío», aunque sin ilustrar. Y también es incluido, según Montoto Sarriá, en la edición que se hizo en París por Pierre Seghers, Éditeur, en 1956. En este caso sí, ilustrada
por Baltasar Lobo.
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camino de Sanlúcar, frontera del Pino de la Corona, son, ineludibles savias para sentir la llamada y el latido de las gentes de su
pueblo en peregrinaje de exuberancia multicolor hacia la Blanca
Paloma...2.
El trabajo que hilvanamos a continuación, siguiendo estas intuiciones,
no deja de ser una mera contextualización. La idea es intentar situar el capítulo en la obra y especialmente en la biografía tan rica y poliédrica del
autor, en fecha tan señalada para la misma; cuando estamos a punto de
adentrarnos en el año de Platero y yo. Aunque debemos señalar que ahora
sólo podemos apuntar meras conjeturas, pues más allá de ellas, no poseemos otras certezas, apoyadas en documentación que lo soporte o acredite,
de forma más concluyente. Sin embargo, es tal su talla literaria e intelectual, y tal el servicio que esta obra irrepetible prestó y sigue prestando a la
devoción rociera, a través de este capítulo, que cuando se va a cumplir el
centenario de su primera edición, bien merece este ejercicio y juicio crítico, que nos sitúa desde varios planos o perspectivas en la época y en el
contexto personal en que se produce.
LA VALORACIÓN Y REVALORACIÓN DE PLATERO Y YO
Y DE SU CAPÍTULO SOBRE EL ROCÍO. LA CONSECUCIÓN
DEL NOBEL EN 1956
Sin meternos de lleno, ni en profundidad con carácter general, y aunque
siendo ya un indiscutible éxito editorial, es evidente que la concesión del
Nobel de Literatura al poeta de Moguer, en 1956, y los acontecimientos familiares y personales que se sucedieron sin solución de continuidad, unos
días después, con el fallecimiento de Zenobia, su esposa; seguido, dos años
después, del suyo propio, y el traslado de sus restos de Puerto Rico, último
lugar de su exilio político, hasta Moguer, iban a marcar el gran y definitivo
punto de inflexión de su obra en general, y de Platero y yo en particular. Pues
no en vano, es esta obra, por la que se le concede el Nobel, el día 25 de octubre de 1956. Un hecho que puede constatarse además fácilmente por la
evolución de las ediciones de la misma.
Lo cierto es que fijándonos en el capítulo «El Rocío» de Platero y yo,
2
Vid. RAMIREZ ALMANZA, A.: «El Rocío en Juan Ramón Jiménez». En La Revista del
Rocío, nº2. Huelva, mayo de 2005. Pág. 55.
La propia revista va a reproducir el referido capítulo literalmente en su edición del año
2007, coincidiendo con el denominado «Trienio Juan Ramón y Zenobia, 2006-2008».
Vid. La Revista del Rocío, nº 3. Junio de 2006. Pág. 41.
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presente en la obra desde su edición original, su primera revalorización editorial, dentro de la misma, es evidente que lo constituye la primera ilustración del mismo, realizada en 1953 en la edición de Antonio Soriano en su
editorial parisina Librairie des Éditions Espagnoles con unos primorosos
dibujos del pintor y escultor Baltasar Lobo, como nos pone de manifiesto
en esta misma revista, Juan de Dios Montoto en su monográfico sobre la
materia. Y este mismo año, el cordobés Rafael Álvarez Ortega hacía lo propio
para ilustrar la edición de Editorial Aguilar, en su colección Crisolín.
Y particularmente para la devoción rociera, aunque desde un medio de
comunicación generalista, debemos señalar, que de 1916 es la primera referencia que hemos localizado con valor para la misma, cuando las páginas
del diario La Provincia, coincidiendo con la celebración de la romería de
Pentecostés de este año publicaba el capítulo completo «El Rocío», en su
versión original de la edición de 1914, más tarde, ligeramente modificado, a
partir de la segunda edición de 1917, y firmado por el propio poeta, aunque
con referencia a la obra. Una reproducción que se hacía coincidir con la publicación de otra poesía de su buen amigo, Rogelio Buendía, bajo el título,
«Al Rocío»3. La pregunta es inevitable: ¿Es el primer capítulo de la obra
que se reproduce literalmente en la prensa de Huelva?
Con todo, la primera revalorización importante de la obra y de este capítulo para El Rocío, la va a hacer el poeta, Pedro Alonso-Morgado, gran
devoto de la obra juanramoniana, como veremos más adelante, que se refiere a Juan Ramón y a su capítulo del Rocío, sin referirse a este, ni a la obra4,
al concluir sus crónicas de la Romería del Rocío, publicadas en 8 crónicas
sucesivas, entre mayo y junio de 1918 en el diario El Correo de Andalucía,
y más tarde recopiladas en su libro, La Romería del Rocío. (Impresiones de
un romero). De modo que concluye su último capítulo, titulado «El contraste», de este modo: «...Las carretas blancas retornan, a sus pueblecitos
ideales, por los senderos floridos de la Primavera, entre los campos verdes
[...] Llevan [...] el rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar
de las Animas, la frescura de las Madres y de los dos Fresnos, el olor de la
Rocina...». Y a más abundamiento, nos añade: «...con esta glosa de Juan
Ramón Jiménez, mágico cantor de las melancolías inefables, terminan las
3
4
Vid. Diario La Provincia. Huelva, 8 de junio de 1916. Pág. 1.
Sí se refiere a la obra Platero y yo, con anterioridad, al decir: «...Este año al salir las carretas, “la suave llovizna de todos los Rocíos...”- de que habla Juan Ramón Jiménez en
Platero y yo...». Vid. ALONSO-MORGADO TALLAFERT, P.: La Romería del Rocío.
(Impresiones de un romero). Sevilla 1918. Reedición facsimil del Excmo. Ateneo de
Sevilla, de 2005. Pág 14.
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impresiones humildes de un romero sentimental...»5. Se trata, desde luego,
de una cita fundamental que iba a contribuir de lleno a incorporarla a la
literatura y a la lírica rociera del siglo xx6.
No obstante, creemos que un gran salto cualitativo en este proceso lo
pudo marcar el poeta, escritor, ensayista y académico de la lengua, el gaditano, José Mª Pemán y Pemartín, uno de los primeros autores de trascendencia nacional e internacional, que revalorizaban este capítulo en el
ámbito de las letras y de la crítica literaria; sobre todo, sí tenemos en cuenta su significado extraordinario para las letras españolas, en una tercera
de ABC, en 1965, al glosar la edición póstuma de su obra: Dios, deseante
y deseado (Animal de fondo), realizada por Sánchez Barbudo en 1964. En
ella, se refería de pasada a nuestro capítulo, para situarlo en el ámbito de
las búsquedas trascendentes del poeta7. Y específicamente para la devoción rociera lo hacía, en el único pregón del Rocío que se le conoce realizó
en el año 1966, en la mítica bodega La Concha de González Byass, para la
hermandad de Ntra. Sra. del Rocío de Jerez de la Frontera, ciudad de su
cuna materna. En este pregón afirmó, recurriendo a «sus ojos –distinguidos– de lector: [...]J.R.J. va con Platero al encuentro de las carretas: “Traen
el rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del Pinar de las Animas,
la frescura de la Madres y de los Fesnos, el olor de la Rocina...”. “Detrás,
las carretas como lechos, colgadas de blanco, con las muchachas morenas,
duras y floridas, [...] Al fin, mansamente tirado por dos bueyes píos...”» Y
5
Vid. Ibídem. Pág. 77. Por otra parte, Molina Díaz, ha identificado la influencia del Modernismo de Juan Ramón Jiménez en diversos pasajes y usos literarios de esta obra.
Vid. MOLINA DÍAZ, F.: Tres visiones del Rocío de 1919. Morgado-Siurot-Cepeda. La
Palma del Condado, 2013.
6
Y en un medio especializado rociero, debemos referirnos también a la revista La Romería del
Rocío, de 1952, publicada en Huelva por José Sánchez Díaz, con gran vocación literaria,
que había incorporado a la cabecera de un artículo escrito por Manuel Bernabé Flores,
bajo el título «La procesión del Rocío de Turina», una cita, con el arranque del capítulo,
«El Rocío» de Platero y yo.
También en 1958, el presbítero, Antonio Hernández Parrales, archivero del Palacio
Arzobispal de Sevilla, encabezaba su artículo «Una página para la historia del Rocío»,
fundamental para la historiografía rociera de Moguer, en las páginas de la revista de investigación Archivo Hispalense, que impulsaba la Diputación Provincial de Sevilla, con
un extracto del capítulo de Juan Ramón, en el año precisamente de su muerte. Vid. HERNANDEZ PARRALES, A.: «Una página para la historia del Rocío». En revista Archivo
Hispalense, nº 90. Diputación Provincial de Sevilla. Págs. 1-4.
7
Así decía: «...J.R. de joven, cuando se le moría su padre se iba a las procesiones. O llevaba a
“Platero” a ver pasar las carretas del Rocío “colgadas de blanco” [...] “mansamente tiradas
por bueyes píos que parecían obispos con sus frontales de colorines y espejos”». Vid.
PEMÁN Y PERMATÍN, J.Mª: «Deseante y deseado». Diario ABC. Sevilla, 15 de junio
de 1965. Pág.3.
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8
continúa tirando de varios extractos del texto . Y es evidente, que sólo una
personalidad de su rango académico, podía quizás fijarse, recuperar y, sobre
todo, proyectar esta cita para la lírica rociera. Desde entonces, este pasaje
de su obra, ha sido muy recurrente, presumimos, en el prolijo campo de los
pregones rocieros9, siempre asociado al nombre de la filial moguereña; y, así
mismo, en crónicas y artículos dedicados al Rocío10. Hasta tal punto, que
como ya apuntamos, cabría pensar que el capítulo «El Rocío» de Platero y
yo, ha sido uno de los más reutilizados y referenciados, y que más han podido contribuir a popularizarla de toda la obra, como decíamos.
Con todo, y desde la perspectiva historiográfica rociera debemos esperar a la espléndida obra Rocío, la devoción mariana de Andalucía, publicada
8
Vid. PEMÁN Y PEMARTÍN, J. Mª: Pregón de la hermandad del Rocío de Jerez. Jerez de la
Frontera. Ejemplar mecanografiado de 14 páginas. AFP.
También el moguereño y gran juanramoniano; el poeta, Francisco Garfias López, destacado
crítico de la obra de Juan Ramón, premio nacional de literatura en 1971, fué pregonero del Rocío en la hermandad de Ntra. Sra. del Rocío de Madrid en dos ocasiones (en
1967? y 1968). Y es previsible pensar que hiciera uso del pasaje juanramoniano para
glosar algún momento de alguno de sus pregones rocieros. No en vano, en 1980, en su
conferencia a la Hdad. del Rocío de Huelva, bajo el título: «Valores humanos, costumbristas y poéticos del Rocío», en el ciclo organizado para celebrar el centenario de esta
hermandad, nos recupera otro texto de Juan Ramón, omnipresente en su obra, para exaltar la figura del tamborilero: «Dios esta azul. La flauta y el tambor/anuncian ya la cruz
de primavera/Vivan las rosas, las rosas del amor/entre el verdor con sol de la pradera».
Vid. Revista del primer centenario de la Hdad. del Rocío de Huelva, 1880-1890. Huelva,
1981. Págs. 29-38.
Y así mismo, otros nombres propios del pregón rociero, que arranca en 1956 en la Bodega de la Concha de González Byass en Jerez de la Frontera, de la mano de Antonio
León y Manjón, al que le dio continuidad, el de Juan Infante Galán en 1957,... como
Juan de Dios Pareja Obregón, Manuel Lozano Hernández, Eduardo Fernández Jurado,
Ángel Díaz de la Serna Carrión o el padre José González de Quevedo, Sj, entre otros. Este
último nos escribe: «En la provincia de Huelva hay un pueblo que tiene sabor a fresa
y a cal. En sus calles amplias se pasea la poesía de Juan Ramón Jiménez y en las horas
tranquilas de la siesta resuenan, los menudos cascos de Platero que anda deprisa hacia
la ermita donde la Virgen de Montemayor lo mirará con sus ojos dulces llenos de la luz
de la tarde». O esta estrofa de otro poema:«...Fandango con sevillana/sobre el lomo de
Platero/y pa rezarle a la Virgen/van los tres por el sendero...». Vid. GONZÁLEZ DE
QUEVEDO, J.: Cosas de ella. Sevilla, 1996. Págs. 134 y 210.
E intuimos y sospechamos que será una cita prácticamente obligada en el pregón del
Rocío que organiza la Hdad. del Rocío de Moguer anualmente, que en el año 2013 ha
cumplido su edición número XXVIII, desde el primero, celebrado en 1986.
Antonio Murciano o Francisco Montero Galvache, casado con una moguereña, Antonio
García Barbeito, o Carlos Colón... son otros poetas, periodistas y ensayistas que nos han
recordado la existencia de Platero y de este capítulo.
10
Sin ánimo de ser exhaustivo hemos identificado esta referencia en crónicas o artículos del
Rocío, con más o menos detenimiento y profundidad, con la ayuda de la hemeroteca
digital de ABC. La primera crónica del Rocío en que hemos encontrado una referencia
explícita, y que firma la agencia ZETA, es una publicada el día 27 de mayo de 1966. Diario ABC. Sevilla, 27 de mayo de 1966. Pág. 57.
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11
en 1971 ; la primera obra de referencia historiográfica para esta devoción,
publicada en Sevilla por el historiador Juan Infante Galán, otro gran devoto
de la obra juanramoniana12, como comprobamos en otro apartado de esta
revista, para tener una valoración, desde esta perspectiva. En ella nos hacía esta afirmación, cerrando el apartado dedicado a la Hdad. de Ntra. Sra.
del Rocío de Moguer: «...Cabalgando sobre la blandura gris de Platero, la
hermandad de Moguer –estampa rociera de principios de siglo–, ha recorrido todos los caminos del mundo...». Sin duda, era el primer historiador
rociero que nos advertía del significado de este capítulo de Platero y yo para
la historia de la devoción rociera, aunque de este modo, un tanto críptico o
codificado, sólo inteligible para introducidos en la materia.
Poco después, las referencias se multiplican exponencialmente en la
bibliografía rociera, y sin ir más lejos, el periodista Antonio Burgos, incorporaba una referencia para concluir su Guía de La Romería del Rocío para
Editorial Everst de 1974. Y en 1977, era el diario ABC, en su edición de
Sevilla, en la sección, «El Rocío, crónicas del pasado», el que reproducía
íntegramente el capítulo, «El Rocío», de Platero y yo, junto con un texto de
11
También lo cita, al referirse a la hermandad de Moguer, al menos, en dos ocasiones más.
INFANTE GALÁN, J.: Rocío, la devoción mariana de Andalucía. Sevilla, 1971. Págs. 128,
146 y 188.
Aunque ya con anterioridad, Juan Infante Galán había utilizado la referencia a Platero al
describir o referirse a la hermandad del Rocío de Moguer, en el extraordinario de ABC
del día 14 de junio de 1967, en el apartado «Andalucía tiene su reina en Almonte». Y
lo haría igualmente, más tarde, en 1974, en su artículo «El Rocío: romería de la gracia»,
o en el extraordinario de ABC de 1975. Vid Diario ABC. Sevilla, 14 de junio de 1967.
Pág. Y diario ABC. Sevilla, 2 de junio de 1974. Págs. 178, 181 y 182. Y Breve guía para
ver y entender la romería del Rocío. Edit. Prensa Española. Sevilla, 18 de mayo de 1975.
También el escritor sevillano Manuel Barrios le había dedicado su atención en su artículo «El Rocío de los poetas», publicado en el diario ABC, el día 25 de mayo de 1969. Vid.
Diario ABC. Sevilla, 25 de mayo de 1969. Pág. 41.
Y junto a los ya referidos, Luis Prado de la Plaza en 1986 y 1992, Julio Manuel de la Rosa
en 1987, o Antonio Burgos en 2005. Todos ellos, en diversos artículos relativos al Rocío
en las páginas de ABC.
12
Entre otros testimonios de su devoción por Platero y yo, que constatamos en el propio Fondo Infante Galán de la biblioteca de la Hdad. Matriz, debemos referirnos a sus registros
de préstamos de libros a sus alumnos, de la Escuela Nacional Nº 4 de Almonte, en los
que lo ofrece ya para su lectura, en los cursos de 1935 y de 1936. Y precisamente en 1936,
siendo maestro de primeras letras en Almonte, le solicita al propio poeta un ejemplar
de la obra dedicado, que obtiene finalmente con esta dedicatoria manuscrita: «A mis
paisanos los niños de Almonte de la Escuela Nacional Nº 4». El ejemplar es de la edición
de 1934, de la editorial Signos, que se conserva en la biblioteca de la Hdad. Matriz de
Almonte, en el apartado perteneciente al Fondo Infante Galán. AHMA. Fondo Infante
Galán. Leg. Nº 3.
Por otra parte, en 1951 hace un original obsequio al hijo de su amigo, Vicente Díaz de
la Serna, Ángel Díaz de la Serna, consistente en un libro estantería infantil, de madera,
ilustrado por él en su portada y en el lomo con Platero y yo.
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Manuel Siurot, ilustrado con el simpecado de la hermandad de Moguer, en
plena romería del Rocío13.
Y más recientemente, debemos referirnos al número uno de La Revista
del Rocío del año 2005, en la que el entonces y actual director de la Casa
Museo de Juan Ramón que nos honra con su pluma en este número de
Exvoto, Antonio Ramírez Almanza, hacia una glosa detenida y una aproximación crítica, por vez primera que sepamos, al capítulo «El Rocío»,
de Platero y yo. Bajo el título: El Rocío en Juan Ramón Jiménez, el poeta,
ensayista, escritor e historiador rocianero, le daba al referido capítulo;
hasta entonces, uno más de la obra maestra del Nobel, un valor absoluto,
diferenciado y autónomo14.
Por nuestra parte, en nuestra reciente obra: Rocío, sal y sol de Andalucía. La difusión nacional del Rocío, desde el siglo xix, hasta 1960 (Hergué,
2010)15, hemos intentado contextualizar por vez primera el significado de
este capítulo de la obra del poeta de Moguer para la historia multisecular
de la devoción rociera. No en vano, además de recuperar para la historiografía rociera un documento gráfico de incalculable valor y ciertamente
insólito, que había sido muy recientemente rescatado del olvido, gracias a
las celebraciones del trienio juanramoniano, del poeta y premio Nobel de
Literatura, realizada en Almonte, en la puerta de la parroquial de la Asunción almonteña16, probablemente en 1929-1930, coincidiendo con una estancia de la Virgen del Rocío en el pueblo17. Además de todo ello, y esto es lo
13
Vid. BURGOS BELINCHON, A.: La romería del Rocío. Editorial Everest. León, 1974, pág.
63. Y diario ABC. Sevilla, 29 de mayo de 1977. Pág. 17.
14
Vid. RAMIREZ ALMANZA, A.: Op. cit Mayo de 2005. Pág. 55.
15
Vid. PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S.: Rocío, sal y sol de Andalucía. La difusión nacional
del Rocío, desde el siglo xix hasta 1960. La Palma del Cdo. Edit. Hergué, 2010. Págs. 148156.
Antes, en nuestra obra Rocío, la explosión de la gran devoción del sur en el siglo xx (Almuzara, 2007), ya habíamos subrayado, cómo la muerte del poeta y autor de este famoso
capítulo, había acontecido a escasas fechas de la celebración de la Romería de 1958. Vid.
PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S.: Rocío, la explosión de la gran devoción del sur... Almuzara, Córdoba, 2007. Pág. 180.
16
Vid. EXPOSITO, J. A.: Juan Ramón Jiménez. Albúm. Edit. Residencia de Estudiantes. Madrid, 2009. Pág. 299.
17
La fecha de la vuelta de esta Venida de la Santísima Virgen la publicamos nosotros, por
vez primera, en 2010, y fue el día 28 de noviembre de 1929, de acuerdo con la noticia
publicada en el diario El Sol de Madrid. Se trata de la primera Venida, en la que consta la
peregrinación de diversas hermandades del Rocío a Almonte; entre ellas, Carrión de los
Céspedes, Gines, Triana, Coria del Río, Huelva y Rociana del Condado. Vid. PADILLA
DIAZ DE LA SERNA, S.: Op. cit. Almonte, 2010. Págs. 222 y 223. Y FLORES CALA,
J.: Historia y documentos de los traslados de la Virgen del Rocío a la Villa de Almonte, 16072005. En colección Cuadernos de Almonte. Nº Extraordinario. Almonte, 2005. Págs.
79 y 80.
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fundamental, vinimos a subrayar y a poner de manifiesto, que con su capítulo dedicado al Rocío, en su inmortal e intemporal elegía andaluza, Platero y
yo, Juan Ramón era por derecho propio, uno de los mayores propagandistas
y difusores de la historia de la devoción rociera, de todos los tiempos.
Juan Ramón Jiménez en Almonte (1929-1930), acompañado por
Zenobia Camprubí y por el doctor, Luis López Rueda, casado con su prima
Manuela Jiménez, debajo del azulejo conmemorativo de la Coronación
de la Virgen del Rocío de la plaza del mismo nombre
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APUNTES PARA LA CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA.
ALGUNOS VÍNCULOS Y RELACIONES
DE MOGUER CON ALMONTE
La industrialización del vino en la campiña onubense en el siglo xix
trajo a muchos riojanos a estas tierras y particularmente de la comarca logroñesa de tradición vitivinícola, de la Sierra de Cameros, localizada al sur
de la provincia, en La Rioja media, próxima a la provincia de Soria, desde la
que también hubo una importante emigración a estas tierras del sur, que se
distribuyeron por todo este espacio geográfico. De allí vinieron los Jiménez
(Nestares de Cameros), pero también los Santamaría (Comarca de Cameros?), los Saenz (Comarca de Cameros¿?), los Iñiguez (Laguna de Cameros
y Velilla), los Escolar18 (Laguna de Cameros), los Orihuela, o los Espinosa
(Pedroso. La Rioja), entre otros apellidos; que muy pronto coliderarían los
avances de esta industria en la comarca, emparentarían con la burguesía
local y entre ellos mismos; y harían un esfuerzo de integración socio-cultural y religiosa, empatizando con las realidades sociales, antropológicas
y religiosas locales. No en vano, siendo la religión un factor determinante
todavía de aquella sociedad, es evidente que las expresiones de religiosidad
popular, pudieron ser un factor estratégico de encuentro e integración con
las sociedades locales, y para posicionarse socialmente en los lugares y localidades donde se establecieron. Hablamos, no en balde, del ámbito empresarial y productivo en el que desarrolló su actividad económica una parte de
su familia, y muy particularmente su padre, Victor Jiménez Jiménez en Moguer. Un ámbito que el poeta llegó a relacionar y a significar de este modo;
«el alma de Moguer está en el vino». Y sabiendo además que Moguer había
sido desde antiguo, a través de su puerto fluvial en aguas del río Tinto, uno
de los puntos de salida natural de los vinos del Condado en pequeños veleros, hacia los puertos de Cádiz, para su reelaboración o exportación masiva.
Hasta tal punto, que algunos autores han vinculado el matrimonio de sus
18
Precisamente los Escolar emparentaron en Almonte con los Iñiguez. De modo que José
Miguel Escolar Martínez, natural de Laguna de Cameros, casó con Leandra Iñiguez Aparicio, también de Laguna de Cameros, de cuyo matrimonio nacieron dos hijos, Angel
y Francisca Escolar Iñiguez; esta última casada en Almonte, con Manuel Espinosa Viniegra, natural de Pedroso (La Rioja). Y el hermano de José Miguel Escolar, se llamaba
Francisco Victor Escolar Martínez.
Según el estudio genealógico familiar de José Manuel Espinosa Reales, del que sacamos
esta información, hay ascendientes por ambas líneas familiares, de la familia Escolar, que
provienen de Velilla, Cabezón de Cameros, San Román de Cameros o Valdeosera, todos
municipios de la provincia de Logroño. Vid. ESPINOSA REALES, J.M.: Estudio genealógico de la familia Espinosa Reales. Incluye desde principios del siglo VI, hasta el año 2000 (31
generaciones). Ejemplar mecanografiado de 165 págs.
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padres, Purificación Mantecón López-Parejo, cuyo padre era de Manzanilla,
otra localidad, gran productora de vinos del Condado, con Victor Jiménez,
casado con ella en segundas nupcias, con el negocio del vino de sus respectivos padres.
Esa vinculación con la devoción rociera es manifiesta en algunos señalados empresarios del sector del momento, unidos además por vínculos
políticos, familiares, y empresariales... que debieron interactuar en mayor o
menor medida con el resto. Los Nicolás Gómez González y Perez de Huelva, Antonio Soldán Sotelo de La Palma del Condado, Ignacio de Cepeda y
Alcalde de Baeza y Angel Escolar Iñiguez de Almonte, Juan Ramón Espina
de Villalba del Alcor, o los Burgos y Bueno, Saenz Medrano, Iñiguez Hernández-Pinzón y Jiménez Jiménez, de Moguer,... a los que dieron continuidad a finales del siglo xix y principios del xx, Francisco Gómez Rull, Juana
Soldán y Pérez de Rañón, Ignacio y Mª del Rosario Cepeda y Córdoba, José
y Juan Espina Soldán, Luis y Rita Hernández-Pinzón Santamaría, o Julián
Espinosa Escolar... que constituyen algunos de estos nombres propios, que
nos asocian en toda la campiña onubense la relación de esta industria con su
devoción personal y familiar a la Virgen del Rocío, como pudimos ver en el
primer número de la revista Exvoto19.
Y entre esos señalados propietarios, empresarios y políticos «rocieros»
cabe subrayarse a finales del siglo xix y principios del siglo xx el nombre de
Manuel de Burgos y Mazo (1862-1946), casado en primeras nupcias con
una tía de Juan Ramón20, Mercedes Jiménez Sáenz, fallecida prematuramente en 1887, cuando el poeta contaba con apenas seis años de edad, y con el
que tendría una relación aparentemente esporádica, sí nos atenemos a su
prolijo epistolario publicado21, aunque la biblioteca del político moguereño, donde obran distintas de las obras del poeta dedicadas, pudieran darnos
otras pistas, sobre esta relación22.
19
Vid. LOPEZ ROBLEDO, M. J.: «El Rocío y los vinos del Condado». En revista Exvoto, Nº
0. Edit. PRIHMA. Almonte, diciembre de 2011. Págs. 33-65.
20
Sospechamos que fuera hija de Esteban Jiménez Rubio y de Mercedes Saénz García, primo aquel de su padre, cuya relación familiar y personal le permitieron llegar a formar
sociedad con los hermanos Jiménez Jiménez; Gregorio, Francisco y Victor, en 1881, en
la asociación comercial Gregorio Jiménez y Compañía, dedicada a la actividad bancaria,
al tráfico de vinos y a la producción del célebre coñac, Fino de Moguer, y que llegó a
establecer relaciones comerciales con distintas casas vitivinícolas francesas. Vid. MARTÍN, A.: Juan Ramón Jiménez, 1881-1900. Una biografía literaria. Edit. Ayuntamiento de
Huelva. En XI Premio Diego Díaz Hierro de Investigación. Huelva, 2007. Págs. 29 y 30.
21
Vid. ALEGRE HEITZMAN, A.: Juan Ramón Jiménez. Epistolario I, 1898-1916. Amigos de
la Residencia de Estudiantes. Madrid, 2006.
22
Al menos hemos podido identificar dos obras dedicadas por el poeta a Manuel Burgos, que
conservan sus herederos de Moguer: Ninfeas del año 1900, y Poemas mágicos y dolientes,
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No en vano, Burgos y Mazo, gracias a su segundo matrimonio, dispuso, más tarde, de una finca en las proximidades de Almonte, la Dehesa del
Carmen, recibida en herencia por su mujer, Mª del Carmen Domínguez
Santamaría, con la que contrae matrimonio en 1890, siendo a partir de
1901, y hasta 1940, uno de los veinte mayores contribuyentes del municipio
almonteño23. Se trata de una finca de recreo y de producción agropecuaria,
que frecuentó en sus períodos de descanso y asueto durante una época, a
principios del siglo xx, como nos pone de manifiesto la prensa provincial de
la época. Concretamente y por un suelto del diario La Provincia de Huelva,
sabemos que su mujer se encontraba en Almonte, el día 7 de agosto de 1913,
a escasas fechas de la conmemoración del primer centenario del Rocío Chico, aunque el clima político, quizás no fuera el más indicado para que el jefe
de los conservadores de Huelva se hiciera presente.24
Todo ello, unido a su destacada relevancia política, siendo su circunscripción electoral, por la que fue diputado a Cortés en varias ocasiones la
de La Palma del Condado, le permitió diversos reconocimientos personales
en el propio pueblo de Almonte. Entre ellos, la concesión del título de Hijo
Adoptivo de Almonte, en el año 1915, tras rotularse una calle con su nombre, la actual calle Sevilla, con anterioridad. Y a ello debemos añadir, su compromiso personal con la devoción rociera, que sabemos en 1901 había sido
reconocido, según el diario La Provincia de Huelva, con el otorgamiento del
título de Hermano Mayor Honorario de la Hdad. de Nuestra Señora del
Rocío de Huelva25; destacando por sus contribuciones personales, verdaderamente reseñables en las diferentes cuestaciones realizadas a principios
del siglo xx, por la Hdad. Matriz, para llevar a cabo distintas iniciativas. Con
seis euros (1 000 Pta) contribuía a las obras de la ermita, de 1915, siendo el
publicada en el año 1911.
Por otra parte, Burgos y Mazo es una de las voces más destacadas de la provincia onubense, que en 1912 van a sumarse, desde Madrid, en las páginas del diario La Provincia
de Huelva, al homenaje a Juan Ramón Jiménez. Vid. Diario La Provincia. Huelva, 14 de
marzo de 1912.
23
En ese listado aparecen también su suegro, establecido en San Juan del Puerto, Francisco
Domínguez Santamaría, también oriundo de la Comarca de Cameros, que aparece en los
listados de 1882 y 1891, o Manuel Flores Iñiguez, destacado rociero moguereño, como
veremos, en el listado de 1923. Vid. OJEDA RIVERA , J. FCO..: Organización del territorio en Doñana y su entorno próximo (Almonte). Siglos xviii-xx. Edit. ICONA. Sevilla,
1987. Págs. 437 y 438.
24
Nos referimos a las revueltas sociales producidas en El Condado de Huelva, los días 3
y 10 de agosto de 1913, contra correligionarios de su partido, que produjeron importantes movilizaciones sociales en Bollullos Par del Condado y en Almonte. Vid. Diario
El Heraldo de Huelva. Huelva, 9 de julio de 1913. Págs. 1 a 4. Y del 15 de agosto de 1913.
Págs. 1 a 3.
25
Vid. PADILLA DIAZ DE LA SERNA, S.: Ibídem. La Palma del Condado, 2011.Pág. 215.
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más importante contribuyente a título particular de las mismas26.
Y una devoción, que con un carácter más amplio y universal, puede extraerse para Moguer, en tiempos más recientes, de los listados de donantes
de las obras realizadas en la antigua ermita en 1915-1917, como acabamos
de ver para un caso concreto, o de los listados de la propia Coronación de
la Virgen del Rocío del año 1919, a los que nos referiremos más adelante;
o en el detalle de la comitiva moguereña que asistió a esta histórica cita,
compuesta, según la crónica que hace el Boletín Oficial de la Archidiócesis de
Sevilla, por doce carretas, cuatro carros, tres coches y ciento veinticinco jinetes, lo que la configuran en una de las comitivas más amplias y cumplidas,
y la que más jinetes reunió para esta histórica ocasión27.
Por otra parte y en otro orden de cosas, cabe subrayarse en tiempos
recientes la adscripción del municipio de Almonte al Partido Judicial de
Moguer, en el período que va de 1835 y 186728, lo que inevitablemente
debió multiplicar la relación humana entre ambos municipios, pues no
sólo hablamos de la localización de los juzgados de partido para dirimir
litigios, sino que también del registro de la propiedad. O recordemos, así
mismo, que el nuevo sochantre de la parroquia de Almonte, designado en
1878, que había ejercido de profesor de música en el monasterio de Santa
Clara, Celestino López Endrina, era natural de Moguer; de cuya misma familia, muy vinculada al Rocío, por las funciones que desarrollaron hasta tres
generaciones en la parroquial almonteña29, era el poeta Francisco Garfias
López, recientemente fallecido. Son algunas otras referencias de esta relación de vecindad, en diversos órdenes,...
26
Para que nos hagamos una idea, el otro contribuyente particular más próximo contribuye
con 3 € (500 Pta), y a partir de ahí de 1,80 € (300 Pta), para abajo.... Y también contribuye, más modestamente a las obras de 1917, con un porte de materiales de Bolullos Par
del Condado al Rocío, por importe de 0,24 € (40 Pta); volviendo a destacar las contribuciones de su familia a la Coronación Canónica de la Santísima Virgen en 1919.
27
Vid. BOAS. Núm. 915. Sevilla, 14 de julio de 1919. Págs. 423-470.
Trece años después, la crónica del diario La Provincia nos habla, de ocho carros, presidiendo su comitiva el Hermano Mayor, Manuel Domínguez. Vid. Diario La Provincia.
Huelva, 26 de mayo de 1926. Pág.1.
28
Por R. D. de 24/09/1835 se crean las Diputaciones y los Partidos Judiciales, quedando
Almonte, enclavado en el partido judicial de Moguer. R. D. de 27/06/1867 se crea el de
La Palma del Condado y Almonte pasa a pertenecer a este último, como se desprende de
un Acuerdo Plenario del Ayuntamiento de 26/11/1867.
29
Nos referimos a su hijo, Manuel López Romero, y a su nieto, Celestino López Pabón, que
ejercieron igualmente, como sochantres de la parroquial almonteña. Hasta tal punto que
la tercera y la cuarta generación de esta familia han tenido responsabilidades ejecutivas
en la referida hermandad.
Vid. LOPEZ TAILLEFERT, M.A.: «Celestino, una voz para el recuerdo, cien años después». En Hoja Parroquial de Almonte, nº 12, diciembre 2010-enero 2011. Pág. 6.
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Esa vinculación, tan señalada de Moguer con Almonte y con la devoción
rociera queda, si cabe, aún más de manifiesto, con la aparición de una calle
en el nomenclátor de la aldea con su nombre, a principios del siglo xx; la
que simplemente y de forma tan primaria da continuidad al viejo Camino
de Moguer en dirección a la antigua ermita, documentado para El Rocío,
al menos, desde 175830. Se trata de la actual calle Carretas, donde también
desde tiempo inmemorial radica la choza, primero, y la casa más tarde, de la
propia corporación moguereña. Curiosamente se trata también de la choza
localizada más próxima a la vieja ermita, ahora convertida en santuario.
El Rocío de principios del siglo xx
Dos acontecimientos rocieros de finales del xix y principios del siglo xx
tuvieron un amplio eco en la prensa provincial, regional y nacional, que Juan
Ramón seguía con tanta voracidad y puntualidad. Nos referimos a la romería que con carácter excepcional se celebra a principios de abril de 1899 para
celebrar el final de las guerras coloniales en Cuba, Puerto Rico y Filipinas,
que había movilizado y sacrificado a tantos hijos del terruño, a la vuelta de
los contingentes de repatriados31. Y por otra parte, el suceso luctuoso acaecido el 18 de agosto de 1906, en el interior de la antigua ermita del Rocío,
provocando el cierre de la ermita, y un acto de desagravio a finales de septiembre de este año, que dio lugar a una réplica, casi, de la romería, con
procesión extraordinaria incluida, de la Santísima Virgen. Ambos acontecimientos rocieros ocurrieron estando el poeta entre Sevilla y Moguer,
el espacio donde más eco tuvo la noticia, en los períodos respectivos de
1896-1900, y más propiamente moguereña, de 1905 a 1912.
Aunque como ya atestiguamos en nuestra obra: Rocío, sal y sol de
Andalucía (Hergué, 2010), la difusión nacional del Rocío había crecido
exponencialmente desde principios del siglo xx, como consecuencia de
los avances tecnológicos, principalmente en el ámbito de la imprenta, de
la proyección creciente de la prensa, la socialización de la lectura y de la
cultura, o la aparición del Rocío como fuente de inspiración de obras artísticas de diverso género (zarzuela, teatro, pintura,...). No en vano, era ya
habitualmente noticia nacional, en las fechas propicias de la romería, especialmente en el diario ABC, fundado en Madrid en 1905, por el sevillano,
Torcuato Luca de Tuna; y había crecido igualmente su seguimiento en la
30
31
Vid. HERNÁNDEZ PARRALES, A.: Op.cit, 1958. Págs. 1-4.
Vid. RAMÍREZ CEPEDA, M.: «Un Rocío Chico en el mes de abril». En Hoja Parroquial
de Almonte, nº 10. Almonte, abril-mayo de 2010. Págs. 6 y 7.
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prensa regional y provincial, que de algún modo asistía o daba cobertura a
la prensa nacional.
Y por primera vez aparecían por estas fechas, textos asociados a firmas
de primer nivel, en trabajos de cierta solvencia en contenido y extensión.
Recordemos los nombres de José Nogales y Nogales, periodista y escritor
de referencia de principios de siglo en la provincia de Huelva, a cuyos homenajes en Huelva y en Sevilla en 1900, se sumó el poeta; o del presbítero,
Juan Francisco Muñoz y Pabón, que despuntaba ya como novelista de referencia nacional, al que se refería el poeta hacia 1907, como «el canónigo
novelista»32, o del cronista de la ciudad de Sevilla, José Gestoso Pérez, que
escribía del Rocío en Barcelona en el año 1903.
Por otra parte, entre los pocos datos que conservamos antiguos de la
hermandad de Moguer, sabemos que se trata de una de las corporaciones
que experimenta un crecimiento patrimonial significativo a principios del
siglo xx, que en condiciones normales debería estar unido a un crecimiento devocional. Del año 1910 data el nuevo carretón del simpecado, «templete blanco y dorado con seis columnas»33que Juan Ramón visualiza, y
nos describe parcialmente en su capítulo del Rocío.
Antigua carreta
de la Hdad.
de Moguer,
estrenada en
1910. Revista,
La romería del
Rocío. Huelva,
1922
32
Concretamente esta cita está sacada de su artículo «Cornetas», publicado como apéndice
(10) de su recopilación de artículos Entes y sombras de mi infancia, publicado en Elejías
Andaluzas II. Madrid, 2007. Pág. 170.
33
Vid. Revista La Romería del Rocío. Huelva, 1922.
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Pero quizás lo más reseñable a la hora de elaborar esta argumentación,
pueda ser la presencia de moguereños en la primera nómina de hermanos
de la Matriz de Almonte, que se conserva, inaugurada el día 20 de julio de
1917. En ella aparecen reflejados los nombres, de Francisco de Burgos Domínguez, hijo de Manuel de Burgos y Mazo, además de su madre, Carmen
Dominguez Santamaría y de sus hijas y hermanas Carmen y Matilde, de
Nicolás Olmo¿? y Flores, de José Saénz Flores, de Manuel Cabrera, de Mª
Teresa y de Coral Flores Iñiguez, o de Fernanda Saénz Flores; todos ellos
de Moguer, y pertenecientes a su élite socio-económica, siendo el grupo
más numeroso de hermanos no almonteños registrados en la referida lista.
Un hecho que es aún más significativo, dado que estos hermanos foráneos
que se inscribían en otras hermandades distintas a las de su localidad, como
también sabemos lo hizo la hermandad del Rocío de Triana desde antiguo,
solían hacerlo durante los días de la fiesta, en plena Romería del Rocío.
Todo ello pudo verse potenciado con los reiterados Traslados de la Stma.
Virgen a Almonte, a principios del siglo xx, por motivos de sequía, en 1902,
1903, 1905 y 190734, estas dos últimas, estando el poeta en Moguer, que
constituían un gran atractivo y una oportunidad única para visitarla35; y especialmente por el acontecido en noviembre de 1912, con ocasión de la llegada de la luz eléctrica al municipio, estando la Santísima Virgen en Almonte, hasta los últimos días de abril de 1913. Era el año inmediatamente previo
a la edición de Platero y yo; en un año realmente destacable para la historia
contemporánea de la devoción rociera, en el que se iba a celebrar la primera
efeméride, que sepamos, de esta devoción, con ocasión de la celebración
del primer Centenario del Voto de Promesa, conocido popularmente, como
El Rocío Chico. Un acontecimiento que iba a significar un indudable punto
de inflexión para la misma, arrancando el proceso expansivo de crecimiento
exponencial de esta devoción en el siglo xx. No en vano, sería el año de la
fundación de la primera hermandad del Rocío que se constituía en el recién estrenado siglo xx, precisamente en la localidad vecina de San Juan del
Puerto36, tan estrechamente relacionada con Moguer; en un año, además,
34
Vid. FLORES CALA, J.: Historia y documentos de los traslados de la Virgen del Rocío a la Villa
de Almonte, 1607-2005. En colección Cuadernos de Almonte. Nº Extr. Almonte, 2005.
Págs. 67-72.
35
El diario La Provincia nos da cuenta en su crónica del Traslado de la Santísima Virgen a Almonte, con motivo de las obras en la antigua ermita, que se produce a principios de enero de 1915, de la participación, entre otros participantes de los pueblos circunvecinos, de
Dª Carmen Domínguez de Burgos y su hija Carmen, y de don Manuel, don Francisco y
don Juan Ramón Burgos Domínguez y don Cayetano Burgos Hernández-Pinzón; todos
ellos de Moguer. Vid. Diario La Provincia. Huelva, 11 de enero de 1915
36
Cabe reseñar, que su nombre no aparece en la nómina de hermandades que suscriben el
voto conmemorativo de 1913, del Rocío chico, ni consta en la crónica de estos actos.
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en el que identificamos en la prensa de Huelva, y particularmente en el
diario La Provincia, un seguimiento muy constante de los preparativos de
este acontecimiento, como detallamos en nuestro reciente artículo para
Exvoto del año pasado.
A esta singular cita asistían comisionados en nombre de la hermandad
moguereña, según el diario La Provincia del día 12 de agosto de 1913: D.
Antonio Velázquez, cura de esta parroquia, y los señores; D. Manuel Capelo,
D. Fernando Moreno, D. Laureano Rengel, D. Francisco Infantes, D. Manuel Flores, D. Manuel Eufragio, D. Antonio Abaltus, D. Antonio Morales y
el veterano, Genaro Gómez Ferrer37.
LA OBRA , PLATERO Y YO. SU RELACIÓN CON LA REALIDAD.
EL CAPÍTULO «EL ROCÍO».
JUAN RAMÓN EN MOGUER ENTRE 1905 Y 1912
Es importante, en este punto, subrayar que todo lo que nos describe Platero y yo, es un reflejo del Moguer de principios del siglo xx, y muchas veces,
una denuncia del período en que se dice, se escribió la obra, entre 1905 y
1912, dada a los moldes en diciembre de 1914. Todos sus personajes son
reales y todos sus relatos tienen que ver con la realidad del momento; con
hechos representativos y o significativos del Moguer que el conoció en su
infancia y juventud; eso sí, con el tamiz de la distancia que le habían proporcionado sus estancias fuera del pueblo.
Y dentro de esta constatación debemos subrayar que Platero y yo nos
deja constancia de algunos de los grandes momentos del calendario festivo
que vivían los moguereños a principios del siglo xx, y probablemente de
aquellos que más disfrutaban o eran inteligibles para los niños. De modo
que en el orden cronológico en que se vivían estas citas alegres y jubilosas y
en el que se ordena la obra, nos describe el Carnaval, El Rocío, el Corpus, la
Navidad y a partir de su segunda edición (1917), Los Reyes Magos.
Nos centramos lógicamente en la fiesta de El Rocío, que era en su tiempo, en gran modo, el equivalente a la entrada de las carretas a la vuelta de la
romería. Un gran hito festivo en Moguer, como nos lo recuerdan algunos
viejos moguereños, y como lo era para otras ciudades y localidades rocieras, destacando las ciudades de Huelva o de Triana, a principios del siglo
xx. Recibir a aquellas comitivas nómadas, que empezaban a convertirse
en una estampa del pasado, en ciudades y pueblos dónde ya habían empezado a entrar de diverso modo y en distinto grado la tracción mecánica.
37
Vid. Diario La Provincia. Huelva, 12 de agosto de 1913. Pág. 2.
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Pues además eran muchos los devotos de la Virgen que les era materialmente imposible acudir a la marisma en romería. Basta tirar de algunas de
las crónicas escritas para aquellas dos últimas hermandades, que por ser de
ciudad, era más fácil que quedaran recogidas en la prensa de la época, para
que entendamos su significado.
En este sentido, nos confirma Juan Ruiz Olivares, veterano rociero moguereño, número ochenta, al redactar este texto, de su listado de hermanos,
que iba de niño, con otros paisanos, a ese lugar, conocido como el Vallado
de los Hornos; a dónde esperaban la llegada de la comitiva moguereña. Justamente el lugar y el momento que nos relata el poeta. Momento de fiesta
y de algarabía, y de disfrute, especialmente para los niños. Máxime, sí tenemos en cuenta que era la única romería que vivía el pueblo moguereño, pues
la antigua romería a Ntra. Sra. de Montemayor, por orden de la autoridad
eclesiástica se celebraba desde 1859 dentro de la localidad, y en forma de
Velada38.
En este sentido, el número de orden del capítulo, el XLVIII, en la primera edición, de tan sólo sesenta y tres capítulos, convertido en el nº XLVII, a partir de la segunda, formada por ciento treinta y ocho capítulos, nos
hablaría de un tema que pudiéramos entender o considerar fue entendido
relevante por su autor y también por el editor, claro; aunque también tiene
relación, especialmente a partir de la segunda edición, con el itinerario temporal de la misma, que arranca en primavera y acaba en invierno. Un capítulo, entendido por el Nobel, como representativo y necesario para entender
el Moguer, y por extensión, la Andalucía que quiere dibujarnos en Platero
y yo, desde el lugar de su cuna. Y a lo ya visto, en uno de los capítulos más
comerciales, para ampliar su público objetivo, y como consecuencia de ello,
el interés del editor.
Por otra parte, cabe señalarse que en ese universo que observa e interpreta el poeta tiene cabida, desde otra perspectiva, la religiosidad popular;
un verdadero signo de identidad de su pueblo y de cualquier pueblo de Andalucía, que el poeta nos sintetiza en El Rocío y particularmente también
en Montemayor, la devoción mariana de los moguereños; la patrona de la
localidad, que también aparece en la obra en distintos momentos. Una devoción popular, que se va a manifestar en otros momentos y lugares de su
copiosa producción, y que para El Rocío tiene un especial significado en su
recopilación de textos en prosa, coetáneos en su elaboración a Platero y yo,
en Josefito Figuraciones, que recientemente han sido publicados conjunta38
Vid. DÍAZ DOMÍNGUEZ, M.: Religiosidad popular en la ciudad de Moguer (1400-1936).
Fundación Municipal de la Cultura. Moguer, 2005. Págs. 199-204.
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mente por vez primera, en la obra Elejías II39, y concretamente en su capítulo
II, titulado «La Madre», en el que llega a afirmarnos: «...Y él la convertía
sucesivo, apoteosis ardiente, en agua primaveral, en sol y luna, en azucena
del patio de mármol, en repique de campanas de víspera, en racimo de uvas,
en cruz de mayo, en espiga granada, en Virjen del Rocío, en lluvia enredadera de campanillas azules, carmines, moradas...». En realidad, no cabe un
concepto más alto de esta devoción, elevado líricamente en el nombre de
esta Virgen, a la categoría de experiencia y referencia sublime40
Por otra parte, es evidente, que su prolongada estancia en Moguer entre
1905 y 1912, tras su estancia en Madrid, le va a servir, a un hombre inquieto
y curioso por naturaleza, para saborear y analizar con una visión y perspectiva más amplia y crítica todo lo que le rodea; máxime, sí como dicen sus
biógrafos, tantas cosas habían cambiado en sus cinco años de ausencia del
pueblo. Y lo va a aproximar también a sus seguidores intelectuales andaluces, que van a entrar en contacto directo con su idolatrado poeta, agrupados
fundamentalmente en torno al Ateneo de Sevilla como veremos más adelante. Muchos de estos intelectuales iban a coincidir además en un entorno
más próximo a Moguer y al Rocío, concretamente en La Palma del Condado, donde en los veranos de 1908 y 1910 se publica el hebdomadario, La
Palma, con el subtítulo de Revista de Arte, Ciencias, Literatura e Intereses
Locales. Un semanario en el que Ramírez Cepeda ha identificado el poderoso influjo del escritor moguereño, y que iba a propiciar el inicio de un
interesante epistolario entre el, y el también escritor y poeta palmerino, Pedro Alonso-Morgado, entre otros. Y que él recibe, bendice y alienta en carta
a sus promotores de 12 de julio de 1908, que se estrena, además, con una
39
Vid. JIMENEZ MANTECON, J.R.: Elejías Andaluzas, II: Josefito Figuraciones, Entes y Sombras de mi Infancia, Piedras, flores y bestias de Moguer. Prólogo de Francisco Silvera. Madrid, 2007.
40
También hemos visto referencias homologables a las expresiones o manifestaciones rocieras en este poema de 1899, que lleva este sugerente título: La fiesta de mayo. En la aldea
y que dice así: «Bajo un cielo riente y despejado/flotan leves al aire los pendones/y las
campanas alegres sones/y se eleva el incienso perfumado.
Bañadas de fulgor limpio y dorado/ y entre rosas y luces oraciones,/van pasando las
bellas procesiones,/sobre el suelo de juncias alfombrado./
Con esplendor y lujo engalanadas/vienen las santas cruces, rodeadas/ por la plebe que
grita delirante...
Y dominante todo el sol ardiente,/cual antorcha de luz resplandeciente/de la cristiana
Fe, viva y triunfante.”
O en esta otra, que dice así: ¡Poesía; rocío de cada aurora, hijo/ de cada noche; fresca,
pura/ verdad de las estrellas últimas,/
sobre la verdad tierna/ de las primeras flores! ¡Rocío, poesía;/ caída matinal del cielo al
mundo!» (De poesía. Aguilar, 1959)
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poesía de Juan Ramón, sacada de Jardines lejanos (Madrid, 1904)41.
Y recordemos que tras su marcha de Moguer, en enero de 1913, el poeta
volvía a su pueblo en plena efervescencia del aniversario rociero, ya descrito,
a mediados de agosto de 1913, que concentró en la aldea a 7 000 almas. Un
acontecimiento, que como ya hemos indicado tuvo un amplio seguimiento
en la prensa de Huelva; particularmente en el diario La Provincia, que recibía el poeta, aunque con algunas dificultades, incluso en Madrid42 , como
prueba inequívoca de que lo seguía con puntualidad. Y un seguimiento
que no sería menos amplio y significativo de la romería de 1914 y del Rocío
Chico de este año, como constatamos en las páginas del diario La Provincia43.
Su entorno familiar y afectivo y sus vínculos con la devoción rociera
Es evidente que en el entorno próximo familiar, pero, sobre todo, afectivo de Juan Ramón, encontramos a personas vinculadas por diversos motivos con Almonte y con esta devoción, que pudieron despertar su interés,
acercarlo, e incluso acompañarlo para conocer o vivir esta realidad. No
en vano, tenemos una referencia oral, no muy concreta y algo difusa, que
pudiera ser adicional a la visita del poeta a Almonte en 1929-1930, en la
que pudo venir también acompañado de Zenobia y otras personas a visitar
a la Virgen, a Almonte o al Rocío, y que se vio alterada por un pequeño
accidente44.
Los Hernández-Pinzón Flores y Zenobia Camprubí en Huelva
En el entorno familiar de Juan Ramón, tenemos que destacar la familia
de los Hernández-Pinzón, destacado linaje moguereño y onubense, descendientes de los almirantes palermos que acompañaron a Colón en la gesta
americana. No en vano, recordemos de sus devaneos amorosos a partir
del verano de 1896 con Blanca Hernández-Pinzón Flores, su reconocido,
primer y gran amor de juventud. Una componente de la oligarquía local,
a la que persiguió hasta su ruptura total y definitiva en 1911, aunque entre
41
Vid. RAMIREZ CEPEDA, M.: Op.cit. 2006.Págs. 91-122.
Vid. ALEGRE HEITZMANN, A. : Op. Cit. Madrid, 2006.Pág. 385.
43
Tienen, desde luego, un especial significado las crónicas de la romería de 1914, publicadas
por Francisco Muñoz Pérez, en mayo-junio de 1914, realizadas en ocho entregas. Vid.
Diario La Provincia. Huelva, 30 de mayo, 3, 4,5,6,7 y 10 de junio de 1914.
Igualmente ocurre, como decimos, en El Rocío Chico de este año, cuando se iniciaban
las obras de la pequeña ermita. Vid. Diario La Provincia. Huelva, 28 de julio y 18 y 22 de
agosto de 1914.
44
La referencia nos la ha dado, el también Juanramoniano Luis de la Prada Pinzón, secretario
de la Academia Andaluza de la Historia, dado que uno de los acompañantes del poeta en
este viaje era una pariente directa suya, y así mismo del poeta.
42
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medio no le faltarían otros amores, de menor significado. Esos lazos con
la familia Hernández-Pinzón Flores, venían de atrás por la relación de sus
respectivos padres, como nos señala Juan Carlos de Lara, y como lo prueban varios hechos; el principal, el matrimonio de José Hernández-Pinzón
Flores,45 que pudo ser compañero de piso del poeta en su estancia sevillana
de 1896 a 1899, con su hermana Victoria Jiménez Mantecón en 1902. Y precisamente esta breve estancia sevillana del poeta lo pudo poner en contacto
también con El Rocío, dado el significado que para entonces tenía, como ya
hemos referido, la salida y entrada de su hermandad del Rocío en el populoso y popularísimo barrio de Triana.
Por otro lado, destacados rocieros moguereños habían sido algunos
familiares de la familia materna de Blanca, los Flores. Esa devoción nos la
pone de manifiesto el listado de hermanos de la Matriz de Almonte, al que
ya nos referimos en otro momento, en el que aparecen relacionados, cinco
miembros de la familia Flores de Moguer46. Como igualmente lo podemos
constatar en la relación de donantes de Moguer de la Coronación Canónica
de la Virgen del Rocío, de 1919, en la que destaca Manuel Flores Iñiguez,
que llegó a tener intereses económicos en tierras de Almonte, y que ostentaba el título de presidente honorario de la Hermandad del Rocío de Moguer. Su donativo particular para la Coronación Canónica de la Santísima
Virgen del Rocío fue el más importante, junto con el del torero Juan Belmonte, alcanzando los 3 euros de entonces (500 Pta); siendo Hermano Mayor efectivo de la hermandad, al menos, en 192247, y estando ya presente,
como hemos visto, comisionado por la misma, en la histórica cita de 1913.
Y una hermana de Manuel Flores, Mª Teresa Flores e incluso su hermana
Coral, que andando el tiempo llegaría a ser camarista de honor del simpecado de la hermandad moguereña, formaron parte de ese entorno afectivo
45
Recordemos que Blanca y José eran hijos de Antonio Hernández-Pinzón Berruezo y de
Dolores Flores Tello, casados en el año 1873, siendo su abuelo paterno, Antonio Hernández-Pinzón Ramos.
Por otra parte, otro hermano de Blanca, Antonio Hernández-Pinzón Flores había sido
compañero suyo en el colegio San José de Moguer. Y más tarde, en el Instituto La Rábida
de Huelva, entre 1891 y 1893, donde cursaba ya sus estudios José Hernández-Pinzón,
desde 1886. Vid. LARA , C. de: Juan Ramón Jiménez, estudiante. De las migas de Moguer
al Instituto de Huelva. En colección calle de la Cal Nueva. Edit. Fundación Zenobia-Juan
Ramón Jiménez. Moguer 2012. Págs. 89, 90 y104.
46
Entre ellos, cabe referirnos también a Fernanda Saenz Flores, que aparece junto con su hermano José Saenz, y con su esposo, Ignacio Espina de Cepeda, hijo de almonteña; cuya
familia aparece al completo, en este revelador listado de 1917. Vid. LOPEZ ROBLEDO,
M. J.: El Rocío y los vinos del Condado. En revista Exvoto nº 0. Pág. 51
47
Su esposa, Mª Josefa Pickman, fue nombrada Hermana Mayor Honoraria de la hermandad.
Vid. Revista Rocío. Edit. Hdad. Matriz de Ntra. Sra. del Rocío de Almonte. Sevilla, 1957.
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del poeta en su adolescencia y juventud, tanto por su parentesco con Blanca
Hernández-Pinzón, como porque también, ambas, con menor significado
fueron amantes o pretendientes amorosas del poeta48.
Y recordemos además, que los Hernández-Pinzón estaban emparentados con los Santamaría, que, a su vez, lo estaban con los Burgos y Mazo. De
modo que una tía de José y de Blanca, Rita Hernández-Pinzón Santamaría,
estaba casada con el hermano de Manuel Burgos, Augusto Burgos y Mazo, y
puede ser, la que nos aparece nominada con el primer apellido, en la exigua
relación de propietarios que tenían una choza en propiedad en El Real del
Rocío, en el primer censo de propietarios que se conserva, fechado aproximadamente hacia 1850¿?49. Un lugar ciertamente preferencial para vivir
la romería y próximo a la choza de Moguer, a finales del siglo xix y principios del xx. Y un hijo de ambos, Cayetano de Burgos Hernández-Pinzón,
que mantuvo una larga relación sentimental con una sobrina carnal de Juan
Ramón, nos aparece también como donante en la importante relación de
donantes moguereños de la Coronación, en la que su tío Manuel y familia,
como ya vimos, fueron de los donantes más destacados y sobresalientes, por
el volumen de sus aportaciones.
Y otro tío de José y de Blanca Hernández-Pinzón, José Luis HernándezPinzón Santamaría, ganadero y propietario, hermano de Rita, y casado con
la palmerina, Teresa Díaz-Ángel Rañón, fue hermano mayor de la Hdad. del
Rocío de La Palma del Condado, al menos, en el año 189650, cuando el poeta
se encontraba en Sevilla. Precisamente por sus hijas, Teresa y Pepita Hernández Pinzón Díaz-Ángel, primas de Blanca y primas segundas del poeta de
La Palma, Pedro Alonso-Morgado, y primas hermanas, así mismo, de la
mujer de este, Teresa Díaz-Ángel Romero, tuvo este, según su propio testimonio, conocimiento de los primeros trabajos del poeta moguereño, con
el que el palmerino, sostiene una interesante correspondencia, a partir de
1908. Ellas pudieron ser también otro punto de enlace o de conexión rociera51.
Por otra parte, y pese a que la que sería defi nitivamente su esposa, Zenobia Camprubí Aymar era de procedencia muy lejana a estas tierras del sur,
48
Vid. MARTÍN INFANTE, A.: «Juan Ramón, las mujeres y el amor, antes de Zenobia». En
Zenobia Camprubí y la Edad de Plata de la cultura española. Universidad Internacional de
Andalucía, 2010. Págs. 86-143.
49
El interrogante es nuestro, aunque para subrayar la observación del profesor Ojeda Rivera,
que nos indica que la fecha no es perfectamente legible, decantándose por 1850. Vid.
OJEDA RIVERA , J.: Op.cit. Pág. XXX.
50
Vid. Revista Corumbel, nº 426-427. La Palma del Condado, julio y agosto de 2013.
51
Vid. RAMÍREZ CEPEDA, M.: El Semanario La Palma (1908-1910), en la órbita de Juan
Ramón Jímenez. Moguer. Págs. 35 y 36.
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nacida en Malgrat del Mar (Barcelona) en 1887, y de madre portorriqueña;
aparte de su reconocida confesionalidad católica, cabe subrayarse, que su
padre, Raimundo Camprubí Escudero, ingeniero superior de caminos, canales y puertos, estuvo destinado en Huelva, como ingeniero jefe del puerto onubense en el año 1909, lo que le permitió residir en La Rábida en 1909
y 1910; una circunstancia que, puestos a pensar, le pudo permitir conocer
de primera mano la experiencia rociera en la capital de la provincia52, donde la hermandad del Rocío de Huelva empezaba a consolidarse como tal, y
donde algunas de las grandes figuras de referencia en esta pequeña ciudad;
el diestro Litri, primero de esta dinastía torera, o el abogado y pedagogo Manuel Siurot, designado mayordomo de la hermandad en 1910, o el arcipreste
de Huelva, Manuel González, que estuvo destinado en la capital entre 1905
y 1916,... eran distinguidos y reconocidos rocieros.
El Rocío en otros entornos afectivos del poeta
Por otra parte, en el entorno afectivo del poeta debemos señalar a Darbón, el veterinario, o por decirlo en términos más afectivos, el médico de
Platero; Juan Bautista Darbón Díaz, que aparece referenciado hasta en cinco
capítulos de la obra53, lo que lo convierten, de hecho, en uno de sus protagonistas secundarios de la misma.
La descripción que nos hace de el en el capítulo XLI, seguramente intencionada, es la descripción anatómica ordenada, propia que haría un veterinario de cualquier animal: complexión, color-salud, peso y edad. Y en
efecto, el referido Darbón, personaje real, como los otros personajes que
aparecen en Platero y yo, era hijo del francés Santiago Darbón Dezalles,
industrial, casado con Mª del Carmen Díaz y Ojeda, natural de Bollullos
Par del Condado y establecidos en Almonte54, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos; José, Ana, Juan Bautista, Antonio y Catalina55; siendo Juan
Bautista el tercer hijo del matrimonio, nacido en 1838, que había recibido
52
El diario La Provincia se hace eco en su página dos de la salida y entrada de la Hdad. de
Huelva en la ciudad, en sus ediciones de los días, 1, 2, 6 y 7 de junio de este año, destacando la crónica de la llegada de la hermandad, publicada este último día. Vid. Diario La
Provincia. Huelva, 1, 2, 6 y 7 de junio de 1911.
53
Nos referimos concretamente a los capítulos: XII «La púa»; XV «El potro castrado»;
XLI «Darbón»; CXVIII «El invierno» y CXXXII «La muerte».
54
Él era natural de Riuecazé (Toulouse) y nacido en 1811; y ella, nacida también en 1811, en
la localidad vecina de Bollullos Par del Condado. ACA. Partidas de defunción. (Tomo
10, pág. 34. Sección 3ª, y tomo 34, pág. 130. Sección 3ª)
55
ACA. Partidas de defunción de José (Tomo 47, pág. 039. Sección 3ª), Ana, Antonio (Tomo
18, pág. 086. Sección 3ª)y Catalina Darbón Díaz (Tomo 50, pág. 256. Sección 3ª).
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en la pila bautismal el nombre de su abuelo paterno, Juan Bautista Darbón,
también natural de Riuecazé, localidad de la Alta Garona, en la región de los
Pirineos Occidentales.
En Almonte quedarían sus cuatro hermanos; entre ellos, Ana, nacida en
1835, casada con el almonteño, Francisco Espina Colorado (1834-1906),
ganadero e industrial. Y entre sus descendientes directos cabe mencionar a
nuestro bisabuelo, Santiago Espina Darbón, fallecido muy prematuramente (1865-1894), sobrino carnal del veterinario; primogénito, a su vez, de
su hermana Ana, casado con Catalina Espina Auden (1868-1933), con la
que sólo tuvo una descendiente, Juana Espina Espina (1893-1946), nuestra
abuela paterna. Hacemos este rápido recorrido familiar, para subrayar las
evidencias de la vinculación devocional rociera, muy activa, al menos, en
este grado de nuestra familia, coetánea al veterinario de Platero. No en vano,
en el primer listado de hermanos de la Matriz que se conserva, de julio de
1917, formado por apenas cincuenta mujeres, ya referido, aparecen inscritas, Catalina Espina Auden56, con el número tres de orden, y su hija Juana
Espina Espina, que contaba con veinticuatro años, con el número treinta
y uno. Es decir, que además de su cuna almonteña, en su entorno familiar
inmediato y próximo hay evidencias de un compromiso fuerte con la devoción rociera.
Con todo, lo más sintomático a los efectos de este análisis es el nombre
de su propia esposa, Rocío, de apellidos, Saa Domínguez57, con la que no
56
También cabe subrayarse los vínculos rocieros, por el lado de su sobrina política, Catalina
Espina, de su hermana, Micaela Espina Audén, casada con José Millán Periánez, guarda
mayor del Coto de Gatos, propiedad de la Condesa de París, por dónde pasaban las hermandades sevillanas, camino del Rocío. Su Hija Francisca Millán Espina, aparece con
el número dos en el listado de hermanas de la Matriz de 1917, y sus hijos Jerónimo y
Joaquín son los números, treinta y dos, y cincuenta y siete, respectivamente en el listado
de hermanos. Y aquel revistió además, las responsabilidades de tesorero, en 1925 y presidente en 1933 de la Hdad. Matriz.
57
Sabemos que tenía una hermana soltera, Encarnación, que vivía con ella y con el veterinario.
Por otra parte y por el Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de
la Administración sabemos que tenía un hermano, Antonio Saa Domínguez, que entre
1894, primera edición del Anuario y 1904, nos aparece identificado en el gremio de herreros. A partir del Anuario de 1902, aparece también José Saa Márquez¿?, encuadrado
en el gremio de armeros. Y a parir del de 1909 aparecen José Saa Domínguez en el gremio
de armeros, y Manuel Saa Domínguez en el de herreros. En el último Anuario editado,
de 1911, sólo aparece José Saa Dominguez, en el de armeros. De ello deducimos que
pudieron ser, al menos tres hermanos varones; Antonio, José y Manuel; este último, que
comparece a la muerte de su cuñado. Vid. Anuario del Comercio, de la Industria, de la
Magistratura y de la Administración. Madrid, 1894-1911. Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional. Madrid.
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58
tuvo descendientes . De tal modo, que debemos subrayar que el nombre
de Rocío, no era un nombre común en el Almonte de finales del siglo xix y
principios del siglo xx. No conservándose los libros parroquiales de bautismo, basta repasar, a modo indicativo, la primera nómina de hermanas de la
Hdad. Matriz que se recoge en el nuevo listado, abierto el día 20 de julio de
1917, para tener algunos indicios de esta aseveración. De las cincuenta hermanas inscritas, sólo aparece una con el nombre de María del Rocío59. Y no
es menos significativo aún, el listado más extenso de donantes de la Coronación a la Virgen del Rocío. Concretamente en el caso del listado de Moguer,
nos aparecen, de treinta y tres mujeres donantes, registradas nominalmente,
una sólo, con el nombre de Rocío, Dª Rocío Piosa60, aunque, en este punto,
la memoria oral nos matiza y nos dice que a principios del siglo xx no era
tan infrecuente en Moguer el nombre de Rocío. Ello nos delataría, en cualquier caso, una devoción especial o singular de la familia de Rocío Saa, a la
Virgen del Rocío, cuyos motivos o razones desconocemos, ni que influencia
directa pudo tener en el matrimonio de Juan Darbón Díaz61.
Y es evidente que el referido Darbón era más que un «cura burros». No
en vano hemos localizado su expediente académico en la Facultad de Veterinaria de Córdoba, dónde se formó entre 1860 y 1864. Con el número 423
de expediente, obtuvo el grado de Veterinario de 2º clase, que era el máximo grado que se podía obtener en esta Escuela, fundada en el año 1847,
subalterna de la de Madrid62. Es evidente, por tanto, que estaba formado,
y que por su profesión y formación formaba parte de la élite local, en una
sociedad en la que todavía, prácticamente sólo existía la tracción animal. Y
58
En el propio capítulo que le dedica Juan Ramón nos deja constancia de esta circunstancia
de su vida, al decirnos: «...Luego, ya sereno, mira largamente del lado del cementerio
viejo: —Mi niña, mi pobrecita niña...»..
59
Abundando en este sintomático dato, en el listado de donantes de las obras realizadas en
la antigua ermita en el año 1915, de las doscientas dieciséis referencias nominales femeninas, fundamentalmente de naturales almonteñas, sólo aparecen dos con el nombre
de Rocío. Vid. COZAR Y LÁZARO, J.L.: La restauración del Santuario de Ntra. Sra. del
Rocío. Sevilla, 1915. Págs. 61-75.
60
Vid. BOAS Nº 910, de 12 de mayo de 1919. Págs. 316 y ss.
61
No hemos podido localizar su expediente matrimonial, pero por la partida de defunción
de su padre, sabemos que el día 17 de marzo de 1876, fecha de su muerte, aun se encontraba soltero, como sus dos hermanos, después de llevar establecido aproximadamente
dos años en Moguer y con treinta y ocho años de edad, cumplidos. ACA. Defunciones.
Tomo 10. Pág. 34.
62
Su fundación tiene su origen en la Real Orden de 19 de agosto de 1847, rubricada por
Isabel II, mediante la cual fue creada en Córdoba y en Zaragoza una Escuela Subalterna
de Veterinaria, llamada así por ser de provincia y poseer un rango inferior al de la Escuela
Nacional de Veterinaria de Madrid fundada en 1792, y dependiente del Rectorado de la
Universidad de Sevilla.
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es también evidente que aunque siendo una generación infi nitamente más
familiarizada que la nuestra con el mundo animal, con el que mantenían
una relación cuasi de convivencia, mucho más estrecho desde niños; y
sabiendo el protagonismo que el mundo animal tiene en Platero y yo, pudo
serle de utilidad al poeta a la hora de componer algunos momentos y pasajes de la obra; y más aún, sí como nos confiesa el propio autor, no hubo un
único Platero, sino distintos burros que dieron su personalidad y su carácter
a Platero. Es más, en el caso particular de la familia Jiménez Mantecón, que
llegó a tener 15 lagares en Moguer, es fácil imaginar que pudieran contar con
una importante cuadra de cabezas equinas, asnales y mulares, para el desenvolvimiento de las tareas agrícolas, amén de otros animales domésticos, y
que el propio Darbón coetáneo de su padre, Victor Jiménez, pudiera ser el
veterinario de la casa, puntual o asiduamente.
En Moguer vivió en la calle Rábida, número 2863, ejerciendo esta actividad, a partir de 1874¿?, estableciéndose como profesional en la calle Cruz
de Limones64, a partir del año 1902, hasta el año 191165. Es evidente además, que su profesión lo debió poner necesaria y obligatoriamente en contacto con los rocieros moguereños, que se desplazaban hasta El Rocío, en
tracción animal, habiendo en la localidad, dos veterinarios de carrera. El y
Narciso Macías Díaz, al que sustituyó su hijo en 1904. Y no es para nada
descartable, que por este y tantos otros motivos, ya sugeridos, pudiera asistir
a la Romería del Rocío y fuera un devoto más de la Virgen en Moguer.
63
AMM. Leg. 189. Padrón de Habitantes de 1903. Nº de registro, 1783. Y se nos indica que
era natural de Almonte. En el de 1909 se nos añade que llevaba viviendo en Moguer
treinta y cinco años. Es decir, desde el año 1873.
64
En los libros de matrículas industriales y del comercio, aparece establecido en su propio
domicilio, en el registro de 1896-1897 y a partir del de 1902, en la calle Cruz de los
Limones; apareciendo en el referido registro de 1911, en la calle San José 2. AMM. Registro de Matrículas Industriales y del Comercio. Leg. 722. Y en el callejero de Moguer
aparece una placa que identifica su industria en la calle Monturrio. Vid. FERANDEZ
BERROCAL, R.: Un paseo literario por Moguer, Puerto de Santa María y Sevilla de la mano
de Juan Ramón Jiménez. Ejemplar mecanografiado de 67 páginas. Pág. 25.
65
El día 30 de abril de 1911 está registrada su baja como veterinario. Acababa de cumplir,
setenta años de edad. AMM. Leg 722. Matrículas Industriales y del Comercio. Años
1912 y 1913.
Por otra parte, en el Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración, que se publica en Madrid con carácter anual, hemos visto su nombre registrado como veterinario; en los números que se conservan digitalizados por la Biblioteca
Nacional, entre 1894 y 1910. Hasta el anuario de 1900 aparece Darbón, aunque con
la letra v, acompañado en esta profesión en Moguer por Narciso Macías Díaz. En este
último año aparece también su hijo¿? Narciso Macías Márquez. Y a partir del Anuario
de 1904, acompañado sólo por este último, cuyo expediente lo hemos localizado igualmente en la facultad de veterinaria de Córdoba, dónde inició sus estudios en 1879, con
el número de orden, 890.
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Por otra parte, si Juan Darbón Díaz había fallecido el día 3 de enero de
191466, prácticamente a la finalización de los textos de la primera edición
del libro, es evidente que sus referencias reiteradas en Platero y yo son el
testimonio de un homenaje a su persona, como ocurre con otros personajes
que aparecen en la misma. Y puede, cabe interpretarlo, dado el uso de la simbología por Juan Ramón, que en el mismo capítulo de «El Rocío» pudiera
haber también un homenaje consciente o inconsciente a su persona, pues
no olvidemos que el poeta denominaba a María Almonte, hija de su médico
de cabecera y amigo, Rafael Almonte Almonte, con la que también tuvo un
idilio amoroso, como Rocío Almonte, en un claro uso de la figura retórica de
la analogía; y que la referencia al buey pío, sólo nos aparece en la obra, en
el capítulo con el que nos describe al veterinario, y también en este de «El
Rocío».
Y en este entorno afectivo del poeta, debemos mencionar finalmente,
Fuentepiña, la finca de recreo de la familia Jiménez Mantecón, adquirida
por y para Juan Ramón, como instrumento de terapia a sus males, que este
frecuenta en el período moguereño de 1905-1912; en la que este se recluyó
tantas veces, relativamente próxima al cabezo de Montemayor, por dónde
desde tiempo inmemorial hacía su entrada en la localidad la hermandad del
Rocío, por el camino de Los Llanos, a su regreso de la romería; y desde dónde Juan Ramón pudo también acercarse a contemplar muchas veces, parte
de la escena que nos describe en su capítulo de «El Rocío».
Juan Ramón Jiménez y su entorno intelectual con vínculos rocieros
Ya hemos hablado de algunos autores conocidos y reconocidos por Juan
Ramón que habían escrito algunos de los primeros textos significativos de
la devoción rociera. En 1900 lo había hecho el periodista y escritor onubense, José Nogales y Nogales, y a partir de 1909, tenemos textos de Muñoz
y Pabón. Y ya hemos visto la vinculación de Juan Ramón al Excmo. Ateneo
de Sevilla desde el año 1898, en el que ingresa con el número 2 532 de socio, y su significado para los jóvenes miembros del grupo Ariel, que en la
mayoría de los casos terminarían escribiendo del Rocío. Una prueba de esta
devoción por el poeta de Moguer es el soneto que le dedica, Pedro Alonso
Morgado en 190867.
66
ACM. Partida de Defunción de Juan Darbón Díaz. Tomo 38. Folio 253. Sección 3ª.
En la partida de defunción se dice que contaba setenta y dos años, lo cual no coincidiría
con la edad que deducimos de otras informaciones de su biografía, de la que se deduce
que tendría setenta y seis años. Concretamente derivadas de su expediente académico.
67
Reproducimos esta poesía del poeta de La Palma, de 1908, muy expresiva de la devoción
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Y recordemos que en 1912 diversos intelectuales de la provincia de
Huelva, entre los que estaban algunos significados amigos del Ateneo Hispalense, promovían un homenaje público al poeta del que fue fiel testigo, las
páginas del Diario La Provincia, durante los meses de febrero y marzo, en las
que se sucedieron los escritos de reconocimiento y de adhesión al autor y a
su obra. En este contexto surgiría más tarde el homenaje del referido grupo
Ariel, en el Ateneo sevillano, promovido por su apreciado amigo, José Mª
Izquierdo, y desarrollado en una velada literaria, a la que no asistió el poeta, el día 28 de marzo de 1912. En ella intervinieron, entre otros, Rogelio
Buendía, José Andrés Vázquez, Pedro Alonso Morgado68. Esa interrelación
de estos autores, traducido en muchos casos en amistad personal, se manifestaba en el intercambio de experiencias creativas de muy diverso orden.
Ya hemos visto la experiencia del Hebdomadario La Palma (1908 y 1910), o
de diversos diarios, como el diario La Provincia de Huelva, o El Correo de Andalucía, en los que intercambiaban experiencias y en los que colaboraban; o
es el caso también, de la revista Renacimiento, «revista de literatura, arte y
ciencias», que lanzaba su primer, aunque único número, en febrero de 2013
en Huelva, bajo la dirección de Rogelio Buendía.
Ocurría todo ello en plena formulación o reformulación del nuevo andalucismo en el marco del Ateneo Hispalense, que iba a encontrar en El
Rocío una indudable referencia69. Por entonces, el compositor Joaquín Turina Pérez, también amigo del poeta, había compuesto en París su sinfonía,
La procesión del Rocío, inspirada en la entrada de la hermandad del Rocío
de Triana en su barrio, al regreso de la romería; estrenada en Madrid, en
marzo de 1913, estando el poeta de regreso en esta ciudad, y que el propio
autor calificaba en diciembre de 1913, como «Rondó Beeethoveniano, [...]
contraste entre seguidillas alegres y soleares tristes...», en las páginas de la
revista Bética, la revista ilustrada y andalucista del Ateneo Sevillano, también tributaria de admiración al poeta moguereño70, en un artículo que era
que ya entonces le profesaban al poeta de Moguer: «Tú estabas en Moguer. En el arcano/ de la noche estival, clara y sonora,/daba luz a mi frente soñadora/la caricia invisible
de tu mano.
Yo me asomé al balcón... ¡Tú, tan cercano,/en el misterio de la misma hora;/solo en la
misma noche tembladora/de las mismas estrellas, dulce hermano!/
Y la brisa me trajo tu mensaje/perfumado del pino y del estero,/-paisaje de ti mismo
hecho paisaje-/
¡Y te vi, luminoso y lastimero/jinete de ilusión, en el celaje/blanco de estrella y luna
de Platero». Vid. PINEDA NOVO, D.: Juan Ramón y el Ateneo de Sevilla. Sevilla, 2008.
Págs. 94 y 95.
68
Vid. PINEDA NOVO, D.: Ibídem. Págs.147-226.
69
Vid. PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S.: Op. cit. 2010.Págs. 148-156.
70
Ilustrada con una fotografía de media página de su amigo y pariente almonteño, Juan Ce-
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ilustrado con imágenes de la carreta con el simpecado de Triana, en las calles
del barrio. Y precisamente en este mismo número se publicaba una poesía
de Juan Ramón, con el título tan premonitorio, «El viaje definitivo»71.
Y otro miembro destacado, el también poeta onubense, coetáneo de Juan
Ramón y miembro del grupo literario Ariel, Rogelio Buendía Manzano, había publicado en las páginas del diario La Provincia, en la portada del día 19
de mayo de 1913, en la sección «Nuestros poetas», su poema titulado «De
romería». Coincidían estos destellos artísticos para la creación rociera, con
la publicación en mayo de 1913, del artículo que hemos referido en otro lugar, de Manuel Siurot Rodríguez72; otro señalado ateneísta onubense, con el
que el poeta había estrechado notablemente su relación epistolar a partir de
191173 y se había fotografiado en Huelva en 1912, en compañía de Eugenio
Hermoso y del compositor, Pedro García Morales; por las mismas fechas
que el periodista palmerino, José Antonio Jiménez, colaborador habitual
del diario La Provincia y del Hebdomadario La Palma, nos había escrito del
Rocío, en su reciente obra Alma Andaluza74. Y pudo tener una referencia
intelectual adicional más, en la obra de su apreciado y querido amigo, casi
su alma gemela, el ateneísta y escritor sevillano, José Mª Izquierdo, que
también en 1914, no había dudado en incorporar una reseña del Rocío, en
su obra Divagando en la ciudad de la gracia, un ensayo modernista verdaderamente referencial, con amplio eco y significado para todo su círculo
intelectual, en el que también estaba el poeta moguereño75.
Pero, sobre todo, tendría continuidad en un proceso realmente creciente y expansivo, con una sucesión de textos, producidos por otros ateneístas
o intelectuales con vínculos con esta institución, Antonio Gallego y Burín. («Las Carretas pasan», Revista Bética, 1915), Juan Ríos Sarmiento
peda Soldán, del sitio Vallehondo, propiedad de la familia Cepeda-Soldán en tierras almonteñas, aparecía otra poesía dedicada a Juan Ramón. Vid. ALONSO-MORGADO
TALLAFERT, P.: «El pinar blanco». En revista Bética, nº 15. Sevilla, 5 de octubre de
1914. No está paginada.
71
Vid. Revista Bética, nº 2. Sevilla, 5 de diciembre de 1913. Págs. 48 y 62-64.
72
De todo ello nos da cuenta también el extracto de la carta, que reproducimos recientemente, dirigida por María del Rosario de Cepeda y Córdova a su hijo Felipe Espina de
Cepeda, el día 5 de mayo de 1913. Vid. PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S.: Ibídem. En
revista Exvoto, nº 1. Págs.152 y 153.
Este interesante artículo no obra en el recopilatorio de artículos rocieros publicado por
Llerena Baizán, en 2002. Vid. LLERENA BAIZÁN, L.: En reedición de la obra de Manuel Siurot, La Romería del Rocío, de 1918. Págs., 73-150.
73
Vid. ALEGRE HEITZMANN, A.: Op. cit. Págs. 285-289 y 352-353.
74
Vid. Diario El Liberal. Sevilla, 9 de mayo de 1913. Pág. 1.
75
Vid. PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S.: Op. cit. La Palma del Condado, 2010. Págs. 149150 y 154.
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Juan Ramón Jiménez, Platero y yo.., pp. 139-172
Santiago Padilla Díaz de la Serna
(«Notas del Rocío», periódico El Aguador. Moguer, 1918), o Felipe Cortines Murube («La Virgen del Rocío. Estampa». Diario La Provincia, Huelva, 1922). Y muy particularmente en las obras de Pedro Alonso Morgado
(La Romería del Rocío. Sevilla, 1918), donde ya hemos visto que aparece
expresamente Platero y yo, y su capítulo de «El Rocío», Manuel Siurot Rodríguez (La romería del Rocío, Huelva, 1918) y Juan Francisco Muñoz y Pabón (La Blanca Paloma, Sevilla, 1919). Y junto a ellos, pintores, escultores...
La pregunta en este punto es inevitable. ¿Pudo influir este texto de
Juan Ramón en algunos o en muchos de ellos? Es muy probable, pues a
todo lo ya señalado habría que sumar, el formato elegido por el poeta; un
texto breve e individualizado y acotado en su temática, y expresado en su
insuperable prosa lírica, que por novedoso y adecuado, abría El Rocío a
una nueva dimensión expresiva y literaria. Influencia en algunos de estos
autores, y en otros muchos que se han sumado y fijado en El Rocío, más
tarde, porque antes lo había hecho el gran maestro de la palabra, incorporándolo de lleno con ese sencillo gesto en Platero y yo, a la literatura
universal del siglo xx.
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ilustraciones e ilustradores
del capÍtulo «el rocÍo»,
en platero y yo
Juan de Dios Montoto Sarriá
Licenciado en Derecho
Abstract
Next year 2014 will mark the
hundreth anniversary of the fi rst edition
of Platero and I. We would like to
commemorate it by analising its links
with El Rocío. In the fi rst edition, the
description of the pilgrim's arrival to
Moguer appears in the chapter “El Rocío”
under number 48. In the defi nitive
edition (1917) after modifications on
this chapter, under number 47. Despite
the existence of numerous illustrated
editions of this book –due to is visual
evocating caracteristics as well as because
of its target readers, children– the chapter
dedicated to the pilgrimage to Almonte
will not be depicted until 1953. Since
then, illustrators have profusely striven
to interpret the author's description of
the Brotherhood of El Rocío, sometimes
most accurately and sometimes only in its
general features.
Th is article tries to draw a
comprehensive list of all the painters,
illustators and artists that have turned
towards this chapter, and aims to be a sort
of tribute from the world of El Rocío to the
writer that brought this pilgrimage to all
Palabras clave: Juan Ramón, Platero y corners of the earth.
yo, ilustración, El Rocío, Hdad. de Moguer.
Keywords: Juan Ramón, Platero and I,
ilustrations, ilustrators.
Resumen
El próximo año, 2014, se cumple el
centenario de la primera edición de Platero
y yo, y una forma de recordarlo es analizar
su vinculación con El Rocío. En su primera edición la recreación de la llegada de los
rocieros a Moguer, se incluye en el capítulo
El Rocío, con el número 48, en la edición
definitiva (1917), con variantes en este capítulo, lleva el número 47. A pesar de ser
un libro muchas veces ilustrado, tanto por
su plasticidad como por publicarse principalmente en ediciones para niños, el capítulo dedicado a la Romería almonteña no
se ilustra hasta 1953. Desde esas fechas, los
dibujantes se han dedicado con mayor profusión a interpretar las palabras que dedica
Juan Ramón a la Hermandad de Moguer,
unas veces con mayor fidelidad, y otras, con
meras generalidades.
Este trabajo quiere hacer un recorrido
hasta cierto punto exhaustivo sobre todos
los pintores, ilustradores o dibujantes que
se han acercado al citado capítulo, queriendo ser una especie de homenaje del mundo
rociero a un autor que ha llevado su Romería a todos los puntos del planeta.
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Juan de Dios Montoto Sarriá es andaluz desde 1960, nacido en la provincia de
Cádiz (San Fernando), su infancia y juventud transcurrió en la de Sevilla (Lora del Río,
y estudios de derecho en Sevilla capital), y ha trabajado veinte años en la de Huelva (en la
notaría de Moguer).
Ha publicado artículos y dado charlas sobre temas de su predilección personal, como
el esperanto, Andalucía y el andalucismo, la Semana Santa o El Rocío; uno de los apoyos
en sus estudios ha sido el rico archivo familiar que ha usado, además, para recordar a los
suyos. Ha colaborado con una ponencia en el libro Blas Infante inexplorado (Universidad
de Jaén, 2011) y está pendiente de publicarse otra ponencia suya en el Libro de actas del
último congreso sobre el andalucismo histórico.
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
ste trabajo se va a centrar en establecer un catálogo bastante amplio, aunque con seguridad no definitivo, de todas las ediciones de
Platero y yo, el libro que lanzó a la fama a Juan Ramón Jiménez, que
lleven ilustrado el capítulo titulado El Rocío. Este estudio tenía en principio su ubicación en la revista Albores Moguereños que edita la Hermandad
de Nuestra Señora del Rocío de Moguer pero accediendo a la petición del
director de esta revista, ve la luz en este espléndido marco literario e investigador rociero que es la revista Exvoto.
Antes de la exposición de los resultados obtenidos consideramos conveniente detenernos para realizar una descripción de texto al que acompañan
las ilustraciones.
El capítulo «El Rocío» aparece tanto en la primera edición de Platero y
yo de 1914, que analizaremos más adelante, como en la definitiva de 1917.
El profesor Blasco ha detectado hasta doce variantes entre ambas ediciones,
siendo curioso que hayan tenido vidas paralelas, pues tanto las nuevas ediciones como las traducciones o selecciones de capítulos se han basado en
una u otra, tal vez fijando en la atención en los potenciales lectores de cada
publicación. El contenido de dicho capítulo, a tener en cuenta para poder
apreciar las posibilidades que cada ilustrador interpreta en su dibujo, lo ha
descrito el mismo Blasco así: «A finales de mayo, la hermandad de Moguer
se une a otras hermandades para hacer romerías en carretas o a caballo a la
ermita del Rocío, junto al coto de Doñana. El bullicio de burros, mulas, caballos, carros y carretas, todos decorados; el enjambre de novios, borrachos,
muchachas; la conmoción de gritos, música y cohetes: todo eso fuerza la
prosa de Juan Ramón a ser receptiva de dos ambientes ruidosos y festivos de
los que normalmente huye. Lo soporta esta vez para pintar el cuadro vivaz
de una fiesta folklórica típicamente andaluza».
Mínimas correcciones a las palabras de Blasco. El Rocío, la celebración
de la romería en sí, (aunque diga la copla que señala el almanaque que cae
en mayo) hay muchas veces que cae en junio, ya que es una fiesta que se
mueve en función de la Semana Santa (y esta se calcula a partir del día de la
Resurrección, que es el domingo siguiente a la luna llena del mes de Nisán,
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que corresponde a los días entre el 22 de marzo y el 25 de abril). Otra, eso de
«romerías» debe ser sustituido por romería en singular, hay una sola fiesta, a la que acudían las 10 hermandades, que existían cuando Juan Ramón
publica Platero y es una sola romería del Rocío a la que acuden hoy las más
de 100 hermandades existentes. Todo lo demás es aceptable, partiendo,
claro, que para un creyente lo principal es la Virgen del Rocío. Sobre Juan
Ramón y El Rocío solo decir que debía conocer muy bien la romería, por
ser moguereño, y por la gran cantidad de amigos rocieros que tenía, encontrándose en su biblioteca el libro La Romería del Rocío dedicado por su
autor, Pedro Alonso Morgado.
Cuando Juan Ramón incluye la vuelta de las carretas de la Hermandad
de Moguer provenientes de la romería del Rocío en su libro, tan personal, tan, digamos, «pueblerino», no hace más que contarnos uno más, de
los acontecimientos normales de la vida de los moguereños. Normal, en
cuanto que se produce cada año (al menos desde siglos antes), y normal,
en cuanto que es una seña de identidad de lo moguereño. Un dato que lo
viven los habitantes de nuestra ciudad, y que se refleja en la vida exterior
como se ha visto en el programa que sobre Moguer ha emitido, en 2013,
una cadena de televisión. Como cuenta Francisco Garfias (otro gran poeta
moguereño y por ende tan rociero) cuando habla de Platero y yo: «Todo lo
que pasa en este libro, ocurrió –pudo ocurrir– en la vida corriente y diaria
de un pueblo andaluz». A lo que habría que añadir, por lo que nos atañe,
un pueblo andaluz que está en la órbita del mundo rociero (remarquemos
aquí que Moguer tiene el título de ciudad desde 1642).
El que desde la primera edición comenzara a ilustrarse los capítulos
de Platero es algo significativo. Toda la recreación que nos muestra Juan
Ramón de Moguer reproduce visualmente la realidad, la sensibilidad, la
depurada prosa poética no deja de ser descriptiva, y los lugares y personajes podrán ser fácilmente reproducidos por los distintos ilustradores que
se han acercado a la obra. Otra cosa será que además esos ilustradores o
dibujantes se hayan acercado a Moguer, y hayan querido dar a su obra un
matiz más cercano, más real.
Vaya ya por delante que varios de los grandes ilustradores que se han
acercado a Platero y yo, como Benjamín Palencia o José Caballero, no han
ilustrado el capítulo rociero.
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EDICIONES DE PLATERO Y YO EN ESPAÑOL
Pero vayamos al principio, a la primera edición. No será preciso hacer
mucha historia, pues el año de 2014 es año Platero y yo. Digamos sólo, como
cuenta Juan Ramón, que «la primera vez que se publicó esta edición menor
fue en la serie Juventud de La Lectura de Madrid, y no era sino una selección
hecha por los editores... del libro completo, ya escrito casi todo en esa fecha,
1912. En 1917 vino la primera edición completa de la Casa Calleja...».
Sobre las copiosísimas ediciones posteriores agregar, por lo que a nuestro trabajo se refiere, lo que cuenta el mismo Juan Ramón: «no puedo hablar de las ediciones piratas españolas ni hispanoamericanas»; esto escribía
nuestro poeta en los años cincuenta, y teniendo en cuenta además las traducciones: ¡cuántas más no se habrán hecho! Valga esto para las posibles
faltas que puedan observarse en este trabajo basado principalmente en la
colección privada del autor y en la exhaustiva colección de la Fundación
Juan Ramón Jiménez, depositada en su Casa Museo de Moguer.
En esa aludida primera edición menor de 1914, los dibujos o imágenes
son de Fernando Marco, que como dice el propio Juan Ramón mostraban
unas imágenes que eran «sosas y pueriles» y «obvias». En dicha edición
no está ilustrado el capítulo que estudiamos.
Como hemos citado, si desde el principio partimos de las dos primeras
ediciones de Platero y yo, la de 1914 y la de 1917 (esta última ya completa),
los distintos editores van a dar un contenido distinto a sus Plateros. Distintos en el sentido de incluir unos capítulos u otros, en función del público
a quien se dirigiera el libro. Y si bien el capítulo «El Rocío», se incluye en
esas dos primeras ediciones, no tendrá la misma suerte en muchas otras
ocasiones. Así, sí podemos comprender, hasta cierto punto, que en traducciones anotadas de Platero, no se incluya el capítulo dedicado a la llegada
de las carretas rocieras a Moguer, pues suponen un comentario, quizás demasiado amplio para hacer comprender la acción a lectores de otras latitudes y costumbres. No comprendemos tanto, sin embargo, la omisión de tal
capítulo en varias editoriales sudamericanas, lo mismo que hacen algunas
editoriales españolas cuando hacen ediciones para niños; e incluso, que el
propio Juan Ramón, cuando hace una edición escogida por él, para niños
salvadoreños, lo deje de lado.
Según nuestra búsqueda, será el año 1953 cuando sale a la luz la primera
edición que lleva dibujado el capítulo El Rocío de Platero y yo. Es la edición que, en español, hace Antonio Soriano en su editorial parisina Librairie
des Éditions Espagnoles, con unos primorosos dibujos del pintor y escultor
Baltasar Lobo. La edición, resultado de un acertado maridaje de tres exiliaexvoto • Año III • Número 2 • ISSN 2253-7120
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dos: Jiménez, Lobo y Soriano, es recordada así por este último: “Guardo
especial recuerdo, como una de las mayores ilusiones y placeres de mi vida,
la edición de Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, con las ilustraciones de
Baltasar Lobo.
«...La gente casi lloraba cuándo veía un libro tan bien hecho y un texto
tan bello». De la edición ¿qué podemos añadir nosotros?, tal vez que cuándo una famosa editorial se propone sacar a la luz unos llamados Facsímiles
de Obras Maestras y se decide por una edición de Platero, la familia del poeta
recomienda la ilustrada por Lobo, y que el autor de estas líneas sino lloró al
verlo, en un quiosco sevillano, sí es verdad que lo compró ipso facto, cuando
aún no estaba inoculado con el virus juanramoniano. El mismo Juan Ramón estuvo desde el principio muy ilusionado con la edición y los dibujos
de Lobo, «el librillo se está imprimiendo con la sencillez que a mí me gusta y con amoroso cuidado,... Lleva unos encantadores dibujos de Baltasar
Lobo». Las palabras citadas las incluye Juan Ramón en un texto ex profeso que realiza para la edición que acompaña las ilustraciones de Baltasar
Lobo, y ahí Juan Ramón hace un recorrido por las distintas publicaciones
de Platero y yo.
Detengámonos un poco en este ilustrador que tanto agradó a Juan Ramón.
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Baltasar Lobo nacido en un pueblo de Zamora, Cerecinos de Campos, vino
al mundo en 1910 y murió en Paris en 1993, donde se encontraba, desde
su exilio en 1939. Catalogado en la corriente pictórica de la «semi-abstracción», para la crítica Manuela Nieto, la obra de Lobo «es una manera de ver
el mundo exterior. Es un universo de formas personales, donde lo figurativo
y abstracto se superponen y contraen. Es una mirada al interior de la actividad vital, una introspección en el ser primario que todos hemos sido».
Sobre esta edición de Platero y yo se ha escrito que «es una muestra de la
lograda fusión entre el espíritu de un texto y su ilustración, y un ejemplo del
buen hacer editorial: cuidada tipografía, elegante factura, limpia maqueta.
Toda en ella nos pone en contacto con la humildad y el respeto a la sencillez que Juan Ramón transmite en sus palabras. Las originales ilustraciones
llegaron hondamente al corazón del autor, que se enamoró de ellas inmediatamente, y sabemos lo extremadamente cuidadoso que era en todo lo
referente a las ediciones de su obra». Y es que «realmente, Baltasar Lobo
supo ilustrar –solo con tinta y lápiz– el Platero y yo, redundando en el punto
de vista de Juan Ramón, en su espíritu: dibujos sobrios, que huyen de lo
obvio del texto para permitir que la imaginación del lector las concluya, las
culmine. Lobo se arrastra en un mundo figurativo pero de ensueño surrealista y busca en sus líneas llegar al fondo del alama de Platero sin necesidad
de caer en la anécdota: muestra la esencia paraque, quien lea y vea, vista a las
forma de sus accidentes».
Hemos citado ya palabras de Juan Ramón sobre estos dibujos de Lobo,
pero no son las únicas. En carta al citado editor del libro, Andrés Soriano,
fechada en Río Piedras, y de fecha tres de noviembre de 1952, escribe: «Las
ilustraciones de Lobo son exquisitas, las mejores que se han hecho para Platero. Tenga la bondad de felicitar a Lobo de mi parte por su labor tan sensitiva. Es claro que la ilustraciones de la edición de Gili son muy buenas, pero
no expresan el ambiente andaluz del libro». Esta fidelidad a Moguer, a su
ambiente, a las tradiciones tiene en parte explicación si tenemos en cuenta
las palabras del mismo Soriano a Juan Ramón: «Hemos hecho que un fotógrafo de Huelva vaya a Moguer para hacernos tantas fotografías como sean
necesarias para comprender el lugar de la acción». E incluso Zenobia en
una carta de 1955 recomienda los dibujos de Lobo a los editores de Platero
y yo, en Suecia, Alemania e Inglaterra.
Tan a gusto quedará el poeta de Moguer con los dibujos de Baltasar
Lobo que le encargará un exlibris para la donación de libros que hace a la
Universidad de Puerto Rico, exlibris que tendrá como motivo principal una
rama de perejil. E incluso solicitará al pintor algunos originales de la edición
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de Platero y yo, que actualmente se encuentran en la Casa Museo de Moguer.
Muy contento debió quedar el propio Baltasar Lobo de su trabajo, y de
los comentarios de Juan Ramón, que siguió trabajando sobre el libro de Platero. Y así en carta del ilustrador al poeta moguereño le informa que está
realizando nuevos dibujos para una traducción de Platero al inglés. Esos
nuevos dibujos finalmente ven la luz, por lo que conocemos, en una edición
francesa, donde Baltasar Lobo remoza buena parte de los dibujos, sin variar
el motivo, pero sí su ejecución material. De modo que, ahora los dibujos son
más realistas, pierden viveza. La edición se hizo en París por Pierre Seghers,
Éditeur, en 1956. Es por tanto, Baltasar Lobo el único ilustrador, creemos,
que ha hecho dos dibujos distintos para el capítulo «El Rocío» del inmortal
libro juanramoniano.
El mismo año, y con posterioridad a la edición citada anteriormente, el
cordobés Rafael Álvarez Ortega, 1923-2011, ilustra, en la editorial Aguilar,
y en la colección Crisolín, el capítulo «El Rocío». Para Francisco Garfias
son unos «finísimos dibujos». Según hemos podido averiguar a través de la
página web oficial (http://www.alvarezortega-pintor.com/) el dibujo es de
ese mismo año, 1953, y su actual propietario es Geofroy de Thoissy, y se encuentra el dibujo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canarias. El cordobés
Álvarez Ortega nos muestra un tratamiento certero y realista de las cabezas
de unos mulos, en blanco y negro. Curiosamente en el dibujo de los libros
hay pintadas dos flores, tal vez margaritas, que no están en el reproducido
en la página web.
En edición para bibliófi los, algo común
en libros juanramonianos, «con magistrales ilustraciones de Carlos Sáenz
de Tejada, 1897-1958, que fue lo últimos que hizo este pintor antes de morir», según cuenta el citado Garfias,
sale a la luz en 1957 un Platero y yo en
Ediciones de Arte Fournier, Vitoria.
Está ilustrado, en el capítulo que tratamos, con dos magníficas ilustraciones,
una representando a la Virgen en andas
de los romeros y otra a Platero arrodillado ante el paso, pero... parece ser que
tomó como modelo a la patrona de Moguer, la Virgen de Montemayor (no
será el único).
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De 1959 es la primera
edición de Platero y yo que
publica la editorial Taurus, de
la que se han hecho más de
quince ediciones. En ella nos
encontramos con un dibujo,
de un gran perfeccionismo
que representa a Platero arrodillándose, del reconocido
pintor e ilustrador Ricardo
Zamorano.
Otra de las más bellas
ilustraciones de capítulo estudiado es la que realiza el pintor y joyero vasco, Rafael Munoa, recientemente fallecido (1930-2012). La edición, en 1963, la realiza la Editorial
Aguilar en su colección El Globo de Colores, siendo su difusión favorecida
al realizarse una edición especial para el Ministerio de Educación y Ciencia. Para Garfias es una «deliciosa edición para niños de Aguilar, con cándidos dibujos en color de Rafael Munoa». El libro fue fi nalista en Bolonia,
Italia, del Torchio d’Oro en 1965. Sólo añadir que la Virgen que se esboza
parece ser la Virgen de Montemayor.
Por otra parte, la muy difundida edición del Círculo de Lectores, de
1963, lleva ilustraciones esquemáticas en blanco y negro de Armand, el capítulo El Rocío tiene un dibujo donde se observa en perspectiva una pareja
de jinetes, unas carretas y ¿montañas?
En 1982 la editorial Doncel realiza una interesantísima edición de Platero, con dibujos a color del valenciano Vicente Fillol Roig. El libro de gran
formato incluye a toda página un tratamiento naif de caballistas y carros descubiertos.
Otra de las más difundidas ediciones de Platero y yo (incluso el Ayuntamiento de Moguer patrocinó una edición especial en 2006 con motivo
del 125 aniversario del nacimiento de Juan Ramón) es la que realiza la editorial Anaya en su Biblioteca Didáctica, que ha realizado ya más de quince
ediciones. Junto al estudio de Ana Suárez Miramón destacan unos realistas
dibujos de Esther Sancho que el capítulo que estudiamos lo ilustra en una
página completa con un grupo de caballistas que acompañan a la trasera de
un carro donde se esbozan mujeres en trajes de gitana.
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Una estilizada cabeza de Platero con una guirnalda de flores en su cuello,
debida a la pluma de Guillermo Llorente, ocupa parte de la página 105, de la
edición de Alborada de 1987.
En la colección de Viva Voz de Visor Libros, año 2004, que incluye una
selección de capítulos de Platero y yo, encontramos ilustrado el capítulo «El
Rocío». Pero las ilustraciones, dibujos de rosas, no son hechas exprofeso
para esa edición sino que se han tomado de la primera edición que ilustrara
Fernando Marco, y esos dibujos no se incluían en las páginas que recogían el
capítulo «El Rocío», sino en el capítulo LII, titulado: «Los Fuegos».
EDICIONES EN OTRA S LENGUAS
Las diversas traducciones de Platero y yo tienen por lo que respecta al
estudio que realizamos uno de los inconveniente citados. Si hemos dicho
que ya para ediciones para niños y para países de habla hispana es común
prescindir del capítulo referido a la Romería del Rocío, ¿cuánto más no lo
será en las ediciones para otros países alejados geográficamente o culturalmente de la región andaluza? Y cuando se incluye el susodicho capítulo, raro
es que se incluya alguna ilustración. Pero tampoco todo es desierto, gracias
a Dios. A veces el traductor, o tal vez debamos decir el editor, aprovecha los
dibujos de la edición sobre la que se ha traducido, y otras, raras pero muy
curiosas veces, nos encontramos con dibujos realizados ex profeso para esa
traducción. Veamos algunos ejemplos.
La Universidad de Texas realiza en 1957, una de las más de cien traducciones al inglés de Platero y yo, en su edición acompañan el texto dibujos
de Jo AlysDowns, que ilustra el capítulo XLVII, que en este caso se llama
«Benediction», con el pequeño dibujo de una rama de un pino.
Una traducción ejemplar, al menos en lo que se refiere a las ilustraciones, es la editada en japonés en la editorial Rironsha. Según Antonio Campoamor, la primera es del año 1965. Nosotros hemos trabajado sobre la 11ª
de 1976, que es la que se encuentra en la Casa Museo. Francisco Garfias
define esta edición como «la encantadora traducción hecha en Japón, cuyos traductores vinieron desde Tokio hasta Moguer para hacer fotografías y
dibujos en los propios parajes de Moguer». Lo menos que podemos decir
que estos japoneses, es que se tomaron la cosa muy a pecho, en contraposición con algunos excelentes, y cómodos, pintores y dibujantes españoles,
que creen conocer España y sus pueblos y tradiciones sin salir de su torre
de marfil. Las miniaturas del pintor japonés, ShintaCho, son de una gran
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delicadeza, tipo cómic, pero muy expresivas y reales. Las referidas al Rocío
que ocupan las páginas 82 y 83, muestran peregrinos, caballistas, carretas, y
la carreta del Simpecado.
En la traducción al tagalo publicada en 1985, realizada por Teresita A.
Alcántara, se citan las ediciones de Taurus de 1976 y la facsímil de 1914
hecha en 1973, –sin citarse dibujantes–, que deben ser las que ha tenido presente la traductora. En esa edición, realizada en la ciudad filipina de Quezon
City, en las páginas 73 a 75, se incluye el capítulo «Ang Rocío», donde en
la página 74 hay un dibujo de tres rosas que proceden de la primera edición
de 1914 ilustrada por Fernando Marco, pero que no se incluían en dicho el
capítulo donde ahora encuentran acomodo. Como curiosidad, citar que el
título del capítulo hay un 1, que nos lleva a una nota a pie de página donde,
deducimos, hay una explicación sobre El Rocío, que supone casi un cuarto
del total del espacio dedicado al capítulo.
La edición galega de Platero y yo (Platero e maiseu), de 1990, incluye
unas ilustraciones de Daniel Beiras Gª Sabell, realizados en 1988 y al que se
le cita como estudiante de C.O.U. El dibujo, en blanco y negro, representa a
Platero arrodillándose.
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La edición en tailandés, sin fecha pero posterior a 1999, lleva un dibujo
en el capítulo que nos interesa donde se representa a un niño tocando un
tambor cubierto con una gorra, que parece más bien salido de un libro de
Guillermo Brown. El dibujo va en la página 117, he deducido que era el dedicado al Rocío, por ser el capítulo 47, y sobre todo porque el título del capítulo lleva una anotación, un 35, que en su correspondiente aclaración en los
cuatro renglones las únicas palabras en español son El Rocío. Digamos que
el tailandés tiene un alfabeto que deriva del camboyano (อักขระเขมร), que
está inspirado en la letra brahmí de las lenguas indo-arias.
En 2009 aparece la traducción de Platero y yo al idioma universal por definición, el Esperanto. Auspiciada por la Federación Andaluza de Esperanto, y gracias al interés de su secretario Chema Rodríguez, el buen traductor
Miguel Gutiérrez Adúriz realiza una bella traducción de una obra que llevaba estudiando muchos años. La muy digna edición, lleva dibujos de Pedro
Ullate López. En la página sesenta y seis comienza el capítulo dedicado a
la llegada de las carretas rocieras a Moguer, traducido el título como «La
Pilgrimado» (en esperanto: la peregrinación), y la siguiente página lleva un
dibujo a plumilla donde dos carretas hacen camino entre matojos y arenas.
OTROS DIBUJOS SOBRE PLATERO Y EL ROCÍO
El que sea una obra tan editada, tan conocida, tan paradigmática, hace
que muchas personas e instituciones se hayan atrevido a publicar su Platero
y yo o su «homenaje» a Platero y yo. A estos tales habría que recordarles
que Juan Ramón dijo perdonar antes a los que pirateen Platero que a «a los
editores indignos que las hacen feas». No queremos decir que todas las ediciones que englobamos en este apartado lo sean para hay varias que podían
haberse ahorrado o quedarse en el reducido margen de un trabajo escolar.
Nos referimos a en este apartado a todas la ediciones que los colegios
realizan como ampliación de trabajos sobre la obra juanramoniana al hilo
de algún centenario o celebración, o la que algún poeta (o así autodenominado) dedica a la obra del burrito moguereño. En estos casos también
hemos encontrado dibujos, no lógicamente de afamados ilustradores, sino
más bien de colegiales o de amigos de los autores. Por ejemplo, en la Casa
Museo hay un libro autoeditado por su autor, Manuel Vaz-Romero, titulado La lira de Platero, en el incluye ilustraciones de Luis M. Vaz-Romero,
donde a una poesía del primero que escribe «Estalla la procesión/en una
salva infinita;/van llorando las carretas/por esa Virgen divina», acompaña
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un logrado dibujo, del segundo, a página completa donde se ve una hilera de
típicas carretas rocieras.
También el colegio IES Castillo de Luna, de la localidad sevillana de
Puebla de Cazalla, hace una cuidada edición de Platero y yo, sufragada por la
Diputación de Sevilla y Cajasol, en 2008, titulada Juan Ramón Jiménez. Platero yo. Edición manuscrita de La Puebla de Cazalla. Cada capítulo de Platero
está escrito por dos o más alumnos y el dibujo correspondiente a El Rocío
lleva un dibujo en tinta china de Juan Ramón cabalgando a Platero, cuyo
autor no hemos podido identificar.
Otro de estos homenajes a Platero es el libro, ya en edición cuidada, de
Carlos Martel Viniegra, llamado Sonetos alrededor de «Platero y yo», sin ilustraciones pero con un acertado (quizás no muy original) soneto dedicado al
capítulo «El Rocío».
Entre estas ediciones realizadas por colegios no podía faltar la del colegio C.E.I.P. Zenobia Camprubí de Moguer en abril de 2003, y que lleva por título Recreando a Platero. Aquí los alumnos moguereños dan una
visión actual de los capítulos de Platero y yo y se acompañan con dibujos
muy identificados con la trama urbana de la ciudad del Tinto. La recreación
«El Rocío» de la página 53 lleva un dibujo infantil y coloreado del carretón
de Moguer, con los bueyes arrodillándose en una calle de la ciudad, ante
un azulejo de la Virgen de Montemayor. Al no recogerse no hemos podido
identificar al autor.
También el colegio I.E.S. José Saramago de la localidad Humilladero de
Málaga ha hecho una edición de Platero y yo manuscrito, en 2006. El capítulo «El Rocío» lleva un dibujo a doble página coloreado en el que se ve
a Juan Ramón junto a Platero observando una carreta, y que firma Antonio.
Concluyamos diciendo que la relación Juan Ramón Jiménez-Platero y
yo y la Hermandad del Rocío de Moguer es una realidad que estaba ahí, al
menos desde 1914, y a la que no se le ha dado la importancia que se merece
desde la hermandad moguereña. Con este modesto estudio y con la exposición que preparamos conjuntamente con la Fundación J. R. J. intentamos
devolver al poeta, mínimamente, la dimensión universal que nos ha dado,
ya que alguien ha escrito que nuestra Hermandad, la de Moguer, es la más
conocida en el mundo, gracias a las traducciones de Platero y yo.
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ANEXO I
Relación por orden alfabético de ilustradores
del capítulo «el Rocío», en ediciones de Platero y yo
(Citamos sólo aquí las primeras ediciones de dibujos originales,
no las reediciones o traducciones).
ÁLVAREZ ORTEGA, R. Madrid. Editorial Aguilar, 1953.
ARMAND. Barcelona. Círculo de Lectores, 1963.
BEIRAS Gª, D. 1988? (En gallego)
CHO, S. Tokio, Rirosha. 1965. (En japonés)
DOWN, J. A. Austin. University Of Texas, 1957. (En inglés)
FILLOL ROIG, V. Madrid. Editorial Doncel, 1982.
LLORENTE, G. Alborada, 1987.
LOBO, B. París. Librairie Des Éditions Espagnoles, 1953.
—Oxford. The Dolphin Book Company, 1956. (En inglés)
MUNOA, R. Madrid. Editorial Aguilar, 1963.
SAENZ DE TEJADA, C. Vitoria. Ediciones de arte Fournier, 1957
SANCHO, ES. Madrid. Ediciones Anaya, 1985.
ULLATE LÓPEZ, P. Málaga. Andaluza Esperanto Unuigo, 2009.
ZAMORANO, R. Madrid. Taurus Ediciones, 1959.
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ANEXO II
Cubiertas y dibujos interiores de las diferentes ediciones
naciones y extranjeras de Platero y yo
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Dibujo interior de Fillol-Roig
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Cubierta de la edición galega de ediciones Do Castro
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Cubierta de la edición filipina
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Ilustraciones de Carlos Sáenz de Tejada, abriendo y cerrando
el capítulo de «El Rocío» en la edición de Arte Fournier, Vitoria
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Cubierta de la edición japonesa de la editorial Rironsha
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Cubierta de la edición tailandesa
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Cubierta de la edición norteamericana publicada por la Universidad de Texas
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CONOCIMIENTO DEL ARCHIVO DE
LA PONTIFICIA, REAL E ILUSTRE
HERMANDAD MATRIZ DE
NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO DE ALMONTE
las reglas primitivas de
la hermandad matriz de
nuestra seÑora del rocÍo
de almonte de 1758
Antonio J. López Gutiérrez
Resumen
Abstract
El Archivo de la Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío de
Almonte conserva un interesante manuscrito de las reglas de 1758. Se lleva
a cabo un análisis codicológico, diplomático e histórico del mencionado
manuscrito para poder determinar su
fecha de elaboración. Igualmente, se
realiza un estudio de la organización
de la Hermandad a través de sus reglas,
requisitos para ingresar como hermano,
fiestas más importantes que celebraba,
con especial atención a la fiesta de Pentecostés, hermandades que asistían y
todas aquellas noticias que transmite
sobre la ermita de la Virgen. Concluye
con la edición crítica del mencionado
manuscrito.
The archives of
the First
Brotherhood of Our Lady of El
Rocío of Almonte hold an interesting
manuscript of its rules, from 1758.
We will analise this document from a
historic, diplomatic and codicological
perspective in order to determine
the date of draft ing. We will study
at the same time the organisation of
the Brotherhood trough its rules, the
conditions to became a brother, some
important celebrations –in particular
Whitsun–, the Brotherhoods that
took part in the pilgrimage, and other
information about Our Lady's shrine.
We will complete this work with
critical apparatus of this text.
Palabras clave: Reglas, 1758, Pentecostés, hermanos, capítulo, Ponce y
Cabrera, hermano, fiesta, organización.
Keywords: Rules, 1758, Whitsuntide,
brotherhood , Ponce y Cabrera,
brothers, fiesta, organization.
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Antonio J. López Gutiérrez, profesor titular de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad Pablo de Olavide Sevilla, especialista en diplomática real y señorial
de la baja Edad Media y gran conocedor de patrimonio documental de las Hermandades y
Cofradías. Coautor del manual de organización de fondos de estas instituciones, ha dirigido
la organización de una treintena de archivos en su mayor parte de la provincia de Sevilla,
incorporando nuevas series documentales para los Cuadros de Clasificación de Fondos y
realizando estudios sobre todo de sus documentos constitutivos: reglas y ordenanzas.
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Las reglas primitivas de la..., pp. 199-233
In memoriam
Al profesor y amigo
Dr. José Ignacio Fernández de Viana y Veites

n el vasto y variado panorama que presentan los fondos documentales de las Hermandades sobresalen sin lugar a dudas, por su belleza, interés y trascendencia en la vida interna de las mismas, los
libros de reglas, que en algunas ocasiones constituyen una verdadera joya
histórica y artística1. En su interior veremos desarrollada toda una normativa que capítulo a capítulo va desgranando su contenido. En el libro de
reglas se reflejan las funciones desempeñadas por la Hermandad articuladas unas veces en órganos específicos como la Junta de Gobierno, otras
en cargos como secretario o mayordomo e incluso otras, se insertan como
actuaciones cotidianas pero que, en ese momento, no dependen de forma
directa de un órgano o cargo, caso, por ejemplo, de las acciones de caridad. En este último caso, refleja una función que se encuentra pendiente
de «adscribir» a un órgano o cargo.
La Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío de Almonte conserva en la sección de Gobierno de su importante archivo, las reglas más
antiguas que hasta el presente se conocen de esta Hermandad, datadas en
17582. Se trata de unas reglas conocidas por innumerables investigadores de
las que se han extraído diversas informaciones para apoyar el aserto o hipótesis enunciada, pero de las que no se ha realizado un estudio de conjunto3.
1
Los ejemplos de edición facsimilar de reglas se han sucedido en los últimos años. Vid.:
VV.AA.: El Libro de Reglas de la Hermandad del Rosario de Nuestra Señora de Rocamador.
Sevilla, Fundación El Monte, 1997; VV.AA. : Regla de la Cofradía de la Santísima Vera Cruz,
Sevilla, Universidad de Sevilla, 1999; VV.AA.: Reglas y Constituciones de la Hermandad de
Nuestra Señora de los Dolores. Sevilla, Fundación El Monte, 2006.
2
Vid. [A]rchivo de la [H]ermandad [M]atriz de Nuestra Señora del [R]ocío de [A]lmonte,
Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758. Estas reglas encontraron una mayor difusión a raíz de
la edición facsimilar realizada por el Ayuntamiento de Almonte en 2003, de tal manera
que cualquier acercamiento a las reglas manuscritas que conserva la Hermandad parecía
innecesaria.
3
De forma voluntaria omitimos cualquier cita a los estudiosos que la han utilizado. Vaya por
ejemplo uno de los últimos comentarios: «Estas reglas redactadas en 1758, en tiempos
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Las reglas primitivas de la..., pp. 199-233
Antonio J. López Gutiérrez
A través de su estudio pretendemos extraer una serie de noticias que nos
ayuden a comprender más y mejor la organización de la Hermandad por
aquellos años4.
Análisis codicológico
Las reglas se presentan en un cuadernillo de papel, tamaño cuarto, 15
cm x 20,5 cm, compuesto por 8 bifolios, numerados en la parte superior
en que el gobierno de Carlos III inicia un control de las prerrogativas de Iglesia y de
las organizaciones religiosas locales, merecen un estudio serio, pero no podemos detenernos en ello, pero no nos pueda pasar desapercibido una de sus aportaciones claves,
nos referimos a la fecha del hallazgo que enuncia: al inicio del siglo xv». Cfr. MUÑOZ
BORT, D.: «El Ayuntamiento de la villa de Almonte y la expansión de la devoción a la
Virgen del Rocío (siglos xix-xx). Parte segunda», en revista Exvoto, nº 1, (Almonte,
Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío, 2012), p. 20.
4
Desde hace más de treinta años he publicado numerosos artículos sobre las reglas de Hermandades y Cofradías tanto sevillanas como hispanoamericanas. Vid. «Las reglas primitivas de la Hermandad de Santa Ana», en revista Feria de Dos Hermanas, (Dos Hermanas, Excmo. Ayuntamiento, 1982), pp. 37-39; «La Hermandad de Nuestra Señora
del Rosario a través de sus reglas de 1730», en Feria de Dos Hermanas, (Dos Hermanas,
Excmo. Ayuntamiento, 1988), pp. 61-65; «La Hermandad de la Santa Vera Cruz a través de las reglas de 1554», en revista Feria de Dos Hermanas, (Dos Hermanas, Excmo.
Ayuntamiento, 1989), pp. 101-104; «La Hermandad de La Soledad a través de sus reglas
(1616-1724)», en revista Feria de Dos Hermanas, (Dos Hermanas, Excmo. Ayuntamiento, 1990), pp. 75-79; «La cofradía de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, a través de
una regla escrita en 1724. Notas para su datación», en Actas del Congreso Internacional
Cristóbal de Santa Catalina y las cofradías de Jesús Nazareno, t.I , (Córdoba, 1991), pp.
429-442; «La cofradía de Santa Ana de El Tocuyo (Venezuela) (1733-1777)», en Ceira,
I. (Sevilla, Deimos, 1990), pp. 411-434; «Reglas y Ordenanzas de la Santa Cofradía del
Santísimo Sacramento y Santa Concepción de la Virgen y Madre de Dios de Zacatecas»,
en Vínculo Jurídico, (Zacatecas –México-, 1994), pp. 4-14; «Las Reglas primitivas de la
Hermandad del Gran Poder de Tocina de 1958», en Cincuentenario de la Fundación de
la Hermandad, (Tocina, Hermandad del Gran Poder, 1997), pp. 11-64; «Las Reglas primitivas de la Hermandad del Rosario de Nuestra Señora de Rocamador de la Parroquia de
San Lorenzo de Sevilla. Transcripción», en El libro de Reglas de la Hermandad del Rosario de
Nuestra Señora de Rocamador. (Sevilla, Fundación El Monte, 1997), pp. 57-118; «La datación de unas reglas de la Hermandad del Gran Poder de Sevilla escritas en 1724», en Boletín
de las Cofradías de Sevilla, nº 457. (Sevilla, Consejo de Hermandades y Cofradías, 1997), pp.
100-103; «Ordenanzas de la Cofradía de Indios de Nuestra Señora de la Concepción de las
Minas de Zacatecas (Mexico)», en Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 494, (Sevilla, Consejo de Hermandades y Cofradías, 2000), pp. 76-80; «Las reglas primitivas de la Hermandad del Gran Poder», en revista de Feria y Fiestas, (Dos Hermanas,, Excmo. Ayuntamiento,
2000), pp. 125-128; «Reglas de la Hermandad de Santa Ana, Veracruz y Sacramental de
Dos Hermanas», en CXIX Reglas de Hermandades Andaluzas. Siglos xiv, xv y xvi. (Huelva,
Universidad, 2002), pp. 789-819; «Las reglas fundaciones de la Hermandad de la Vera Cruz
de Dos Hermanas (Sevilla)», en Escritura y Documentos, (León, Junta de Castilla y León,
2007), pp. 361-375; «Las Reglas de la Hermandad de la Oración en el Huerto de 1809. Las
reglas del Septenario», en Dos Hermanas. Feria y Fiestas, (Dos Hermanas, Excmo. Ayuntamiento, 2013), pp. 100-104.
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con guarismos, salvo los dos últimos. Todos ellos aparecen cosidos con
hilo. La portada del mismo, presenta un bifolio en el que aparece un resumen del contenido del mismo: «Descubrimiento de la milagrosa Ymagen
de María Santísima del Rocío. Y tanto de la regla que la ylustre Hermandad
de la villa de Almonte formó para el culto de dicha señora como patrona
que es de dicha villa en atención a los muchos favores que esperimentan sus
devotos»5. Por consiguiente, en su interior se recogen dos partes perfectamente diferenciadas: por un lado, el relato del descubrimiento de la imagen
que abarca los folios 1rº-4vº; y por otra, el contenido de sus reglas que va
del 5rº al 16vº. Su estado de conservación es bastante aceptable si exceptuamos manchas de humedad en su parte inferior, especialmente en los folios
1rº-2vº. El papel verjurado presenta las marcas de agua FS (portadilla y tres
primeros bifolios) y RM (cuarto a octavo bifolio).
Tradición documental
En cuanto a su tradición documental se trata de una copia simple de las
reglas de 1758 a las que ha tomado como modelo, y más exactamente a la
edición impresa que de ella se realizó6. Esta aseveración se fundamenta en
un hecho singular. Al final de la diligencia de aprobación de las reglas, incluye la «Fe de erratas» que es idéntica a la que figura en dicha publicación con
las salvedades lógicas ortográficas que en su copia se originaron7.
Por lo que respecta a la fecha de su redacción, resulta evidente que es
posterior a 1758 fecha de la edición de estas reglas, pero ¿hasta dónde podemos alargar su elaboración? La narración del descubrimiento de la imagen de la Virgen aporta una información bastante relevante. Al comentar
el nacimiento de Hermandades bajo la advocación de Rocío en otras poblaciones, las reglas impresas nos indican que promovió la de otras Hermandades en: «Villamanrique, Pilas, la Palma, y Rota, y a las ciudades
de San Lúcar de Barrameda, Moguer y el Puerto de Santa María»8. Sin
embargo, el ejemplar de las reglas que manejamos incluye: «Villamanri5
Cfr. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758. Portada. En la parte inferior central
«Almonte» (rúbrica).
6
El Ayuntamiento de Almonte reeditó en 2003 una edición facsimilar de estas reglas proporcionadas por Antonio León Manjón y coordinada por Domingo Muñoz Bort, director
del Centro Cultural de la Villa.
7
Estas salvedades se pueden constatar en la edición que realizamos de estas reglas.
8
Vid. Descubrimiento de la milagrosa imagen de María Santísima del Rocío y tanto de la Regla
que la ilustre Hermandad de la villa de Almonte formó para culto de dicha Señora, como patrona que es de la dicha villa, en atención a los muchos favores que esperimentan sus devotos.
Redición Ayuntamiento de Almonte, 2003. Reglas de 1758, p. 11.
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que, Pilas, La Palma y a las ciudades de Sanlúcar de Barrameda, Moguer y
Umbrete y Triana»9. Es decir, han desaparecido las Hermandades de Rota
y el Puerto de Santa María y han aparecido las de Umbrete y Triana. La
Hermandad del Rocío de Rota dejó de asistir a la aldea en 1808 con motivo de la Guerra de la Independencia y no se reorganizó hasta 197610. Se
desconocen los motivos de la desaparición de la Hermandad del Puerto de
Santa María, pero todo parece indicar que este hecho aconteció durante el
siglo xix y su reorganización en 195811. Para las Hermandades de Triana12
y Umbrete13 se atribuyen las fechas de 1813 y 1814 respectivamente. Por
lo tanto, la redacción material de la copia de estas reglas debemos fijarla a
partir de 1814, tomando como modelo las reglas impresas de 1758. Pero
aún podríamos precisar algo más. Este tracto cronológico iría de 1814 a
1849, año de la fundación de la Hermandad de Coria del Río14 y de la que
no se efectúa mencion alguna en las reglas manuscritas.
Análisis diplomático
En cuanto a su estructura diplomática, las reglas se inician con una invocación a Dios y fórmula de aprecación: «En el nombre de Dios, nuestro
Señor, con cuyo principio todas las cosas tienen buen medio y loable fin.
Amén»15. Seguidamente incluye una intitulación conjunta, a modo de carta
de concejo, representada por los miembros del cabildo, eclesiásticos, dirigentes de la Hermandad y cofrades: «Nos el cabildo, justicia y rejimiento de esta muy antigua villa de Almonte, como patrono de la Hermita y
Sagrado Templo de Nuestra Madre y Señora del Rocío, Patrona titular y
abogada de ella, el vicario, beneficiados y demás eclesiásticos de esta villa, el Hermano Mayor, Consiliarios, Fiscal, Secretarios y demás hermanos y cofrades de esta Ylustre Venerable Hermandad de Nuestra Madre y
Señora»16. A continuación se indica el hecho de estar reunidos en la iglesia
9
Cfr. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1, Reglas de 1758, fol. 3vº.
Vid. http://www.hermandaddelrocioderota.es/principal.php?op=2&h=2 Consultada el
10 de septiembre de 2013.
11
Vid. http://www.hermandadrociopuerto.org/Portal.htm Consultada el 10 de septiembre
de 2013.
12
Vid. http://www.hermandades-de-sevilla.org/hermandades/gloria/rocio/rocio_triana.
htm. Consultada el 10 de septiembre de 2013.
13
Vid. http://www.rociodeumbrete.com/
14
Vid. http://195.57.5.10:8080/opencms/opencms/rocio/elrocio/resenahistoricahermandades/
HCoria.html. Consultada el 12 de septiembre de 2013.
15
Cfr.. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 7rº.
16
Ibídem. Sobre diplomática concejil puede consultarse los trabajos de PINO REBOLLEDO, F.: «Diplomática municipal Reino de Castilla. 1474-1520», en Cuadernos de la
10
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parroquial de la villa: «estando juntos y congregados en la Yglesia Parroquial de esta villa unánimes y conformes como lo havemos de uso»17.
Un amplio expositivo nos indica los motivos de elaboración de las reglas
que no son otros que los continuos favores que la Virgen ha dispensado a
los vecinos de Almonte y en especial en el terremoto de Lisboa acaecido
en la mañana del 1 de noviembre de 1755: «decimos que los continuos y
repetidos fabores que esta villa deve a la piadosa protección y amparo de
Nuestra Señora, su Patrona consediéndole el remedio en todas sus afl icciones y calamidades ya sea en las epidemias y castigos, ya en las faltas de
agua y en las plagas de langosta, y últimamente el especial de haber librado
a esta villa y sus vecinos de los estragos y ruinas que causó aquel espantoso
como /7vº general terremoto que se padeció en todo el reino el día sábado
primero de noviembre de mil setecientos sincuenta y cinco entre las nueve
y diez de la mañana»18.
El dispositivo se articula en 8 capítulos, cada uno precedido de su numeración y resumen de su contenido: Capitulo 1 (Observancia de los diez
mandamientos)19; Capítulo 2 (Empleos de la Hermandad)20; Capítulo 3
(Entrada de Hermanos)21; Capítulo 4 (Obligaciones de la Hermandad)22;
Capitulo 5 (Modo de tomar las cuentas)23; Capítulo 6 (Sobre las Hermandades de otros pueblos)24; Capítulo 7 (Fiesta del Señor San José)25 y Capítulo 8 (Sobre las Hospederías)26.
Una vez que ha desarrollado cada uno de los capítulos incluye la petitio
solicitando la aprobación de las reglas: «Y de esta nuestra regla pedimos y
suplicamos su aprovación a el Excmo. Sr. Cardenal de Solís, arzobispo de Sevilla, mi señor o a el Señor, su Provisor y Vicario General a quién toque»27.
Cátedra de Paleografía y Diplomática, VI (Valladolid, 1972); SANZ FUENTES, M. J.:
«Tipología documental de la Baja edad Media castellana. Documentación concejil. Un
modelo andaluz: Écija», en Archivística. Estudios Básicos, (Sevilla, 1981) pp. 195-208;
PARDO RODRÍGUEZ, M. L.: Huelva y Gibraleón (1282-1495). Documentos para su historia (Huelva, 1980); LÓPEZ GUTIÉRREZ, A. J.: «Documentación señorial y concejil
del señorío de Cogolludo en el Archivo Ducal de Medinaceli (1176-1530)» , en Historia, Instituciones y Documentos, nº 10 (Sevilla, 1984), pp. 1-94.
17
Cfr. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 7rº.
18
Ibid. fols. 7rº-7vº.
19
Ibid. fol. 8rº.
20
Ibid. fols. 8vº-9vº.
21
Ibid. fols. 9vº-10rº.
22
Ibid. fols. 10rº-11vº.
23
Ibid. fols. 11vº-12rº.
24
Ibid. fols. 12rº-13rº.
25
Ibid. fols. 13rº-14rº.
26
Ibid. fols. 14vº-15rº.
27
Ibid. fol. 15rº.
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Cierra el documento la data: «Y en fe de ello lo firmamos en la referida villa
de Almonte, en el domingo trece de febrero de mil setecientos sinquenta y
siete años»28.
Antes de colocar las suscripciones de los otorgantes incluye una aclaración sobre la posibilidad de suprimir la celebración del culto a San José en
tiempos de calamidades, que pueda omitirse pero no así la fiesta que se le
organiza a la Virgen del Rocío. Cierra el documento el conjunto de suscripciones representantes del cabildo y eclesiásticos de la Hermandad.
No debemos perder de vista que el cabildo municipal era el responsable de que el culto a la Virgen se realizara de manera puntual, «como
patrono de la Hermita y Sagrado Templo de Nuestra Madre y Señora del
Rocío»29. Es ahora, a partir de 1758 cuando se dotará de una estructura
formal a la Hermandad para que organice el culto a la Virgen dependiendo
únicamente del Hermano Mayor, por cierto eclesiástico, Pedro Ponce de
Cabrera30, que asumirá tanto las funciones de gobierno como económicas.
El patrono de la ermita seguirá siendo el cabildo de Almonte.
Génesis documental
Conocemos, igualmente, el motivo de su redacción: el continuo agradecimiento que el pueblo de Almonte guarda a la Virgen por la protección
constante en momentos de calamidades: «continuos y repetidos fabores
que esta villa deve a la piadosa protección y amparo de Nuestra Señora, su
Patrona consediéndole el remedio en todas sus afl icciones y calamidades
ya sea en las epidemias y castigos, ya en las faltas de agua y en las plagas de
langosta»31.
Nótese que la alusión a epidemias y castigos nos recuerda a la terrible
peste que asoló a Andalucía durante los años 1649 y 1650 que diezmó de
forma ostensible su población. Este hecho se consigna en el relato que se
incluye en el descubrimiento de la imagen al manifestar: «Experimentose
más patente a la devoción de María Santísima a la que invocan ante esta su
Ymagen en la peste que afligió Andalucía en los años 1649 y 1650»32. Por
28
Ibídem.
Ibid. fol. 7rº.
30
Sobre la biografía de este personaje puede consultarse MAYO RODRÍGUEZ, J.: «El vicario don Pedro Ponce y Cabrera (1695-1767?)», en revista Exvoto, nº 0 (Almonte, Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío, 2011), pp. 257-266. [El vicario don Pedro
Ponce]
31
Cfr. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, Introducción.
32
Ibid. fol. 3rº.
29
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tal motivo, la Virgen fue trasladada a la Parroquia de Almonte, sus vecinos
le costearon un vestido de tela blanca, se hizo voto de promesa de defender la original pureza de María y se la eligió como patrona de Almonte33.
Nótese que esta información mezcla tres acontecimientos relevantes para
la historia de esta Hermandad: la peste de 1649, la defensa de la pureza
de María y la elección como patrona de Almonte. Sobre el primer hecho,
resulta evidente que la Virgen se trajo a la villa de Almonte34 para solicitar
su intervención tal y como se planteó en otros lugares como Carmona 35 o
Dos Hermanas36. En cuanto a la proclamación de la pureza de María, tenemos constancia del impulso que llevó a cabo en 1641 el duque de Median
Sidonia difundiendo esta causa por todos los pueblos de su estado en los
que ordenó instalar una imagen de piedra de la Inmaculada Concepción
hasta contabilizar un total de 32 imágenes37. Y fi nalmente, en cuanto a su
declaración como patrona, esta tuvo lugar en 165338.
Los periodos de sequía y plagas de langostas en los campos fueron muy
numerosas en los campos de Andalucía durante el siglo xvii dando lugar a
la organización de rogativas pro pluviam para que con su protección cayera
el agua de los cielos. Entre los sucesos más recientes contamos con: «la
falta de agua del año de 1734, las enfermedades del año de 1738 e igual
tribulación del año 1744»39. Por lo que respecta a las plagas de langosta
resultaba muy frecuente la organización de los vecinos en cuadrillas para
intentar paliar o eliminar su azote sobre los campos40.
33
Ibid. fol. 3rº-3vº.
Desgraciadamente no se conservan las actas capitulares del Ayuntamiento de Almonte
de este periodo para poder constatarlo. Julio Mayo nos indica que otros investigadores
como Lorenzo Cruz de Fuentes y Juan Infante Galán si llegaron a utilizarlas constatando
este hecho. Vid. MAYO RODRÍGUEZ, J.: «Rocío del cielo, siempre en camino. Sumario de venidas y llevadas durante la Edad Moderna en los siglos xvi y xvii», en revista
Exvoto, nº 1 (Almonte, Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío, 2011), p. 112.
[Rocío del cielo].
35
Vid. LÓPEZ GUTIÉRREZ, A. J. y CANELLAS ANOZ, M.: «Fuentes documentales para
la Historia de la Virgen de Gracia conservadas en las actas capitulares del Archivo Municipal de Carmona (1635-1835)», en La Virgen de Gracia de Carmona (Carmona, Hermandad de Nuestra Señora la Santísima Virgen de Gracia, 1991), pp. 223-292.
36
Vid. LÓPEZ GUTIÉRREZ, A. J. y SÁNCHEZ NÚÑEZ, P.: La villa de Dos Hermanas en
el siglo xvii. Dos Hermanas, Ayuntamiento, 1991, p. 269. [La villa de Dos Hermanas]
37
Vid. MAYO RODRÍGUEZ, J.: Rocío del cielo, p. 112.
38
Ibídem.
39
Vid. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 4rº. Puede consultarse sobre los
motivos de las idas y venidas de la Virgen a la villa de Almonte el minucioso trabajo de
MAYO RODRÍGUEZ, J.: Rocío del cielo, pp. 83-120.
40
Vid. por ejemplo las actuaciones seguidas en la villa de Dos Hermanas, en LÓPEZ GUTIÉRREZ, A. J. y SÁNCHEZ NÚÑEZ, P.: La villa de Dos Hermanas en el siglo xvii. Dos
Hermanas, Ayuntamiento, 1991, p. 189
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Resulta interesante la alusión a la liberación de la población del tremendo terremoto que asoló a la ciudad de Lisboa en 1755 y que pudo oírse en
toda la península Ibérica: «y últimamente el especial de haber librado a esta
villa y sus vecinos de los estragos y ruinas que causó aquel espantoso como
/7vº general terremoto que se padeció en todo el reino el día sábado primero
de noviembre de mil setecientos sincuenta y cinco entre las nueve y diez de
la mañana». Esta protección de la Virgen a la villa coincide con la ausencia
de datos en el cuestionario que ordenó realizar Fernando VI al gobernador
del Supremo Consejo de Castilla, a la sazón el obispo de Cartagena, pocos
días más tarde, el 8 de noviembre, en donde no se refleja daño alguno en la
villa de Almonte, sencillamente porque no se conserva su encuesta41. En
cualquier caso, conocemos que la ermita sufrió importantes desperfectos
como consecuencia del citado seismo haciendo necesaria la intervención
del cabildo almonteño42.
Este hecho de acción de gracias, por librar a la villa de Almonte de los
efectos del terremoto de Lisboa, fue el motivo de incrementar el culto tanto
a la Virgen como a Dios, y por ello, deciden confeccionar una regla con
varios capítulos para que la observan cada uno de sus cofrades. Estas reglas
fueron aprobadas por el concejo de Almonte, y eclesiásticos de la villa –
hermano mayor, consiliarios, fiscal y secretario– y hermanos de la cofradía
el domingo, 13 de febrero de 1757. Los componentes de dicha comisión
fueron los siguientes: don Pedro Ponce y Cabrera (vicario); licenciado don
Antonio Melgares de Aguilar; Pedro de Cabrera; Juan Alonso Millán; don
Juan Bejarano; don Alonso Álvarez y Cardoso; don Manuel Agodea Lorenzo; don Juan Millán y Asebedo; Antonio Díaz Barrera; Francisco de
Asís Moreno; Francisco Guijarro; Favian Aquilino Lozano y José Domínguez Lozano (secretario).
En cuanto al autor intelectual de las reglas se han barajado dos nombres:
Tello de Eslava y Pedro Ponce de Cabrera. En cuanto al primero, que al parecer intervino en la redacción de los estatutos de la Real Maestranza de Caballería (1732)43 queda descartado por cuanto falleció en 1753, años antes
de la aprobación de esta Regla44. Y en cuanto al segundo, su participación
41
Esta documentación se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y fue publicada por MARTÍNEZ SOLARES, J. M.: Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1
de noviembre de 1755). Madrid, Ministerio de Fomento, 2001. Sin embargo, conocemos
por otras fuentes que la ermita y los cuartos de la misma sufrieron importantes daños.
42
Vid. MAYO RODRÍGUEZ, J.: El vicario don Pedro Ponce, p. 262.
43
Vid. CRUZ DE FUENTES, L.: Apuntes para la historia de las fundaciones religiosas y benéficas de la villa de Almonte. Huelva, 1908. p. 169.
44
Vid. MAYO RODRÍGUEZ, J.: El vicario don Pedro Ponce, p. 258.
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parece más verosímil al ocupar por esos años el cargo de Hermano Mayor,
tener una formación amplia como vicario y además en la redacción de las
mismas aludir en no pocas ocasiones al contenido evangélico: simplemente recordar el primer capítulo de las reglas sobre la observancia de los diez
mandamientos45 o las numerosas alusiones a textos de la Biblia. En cuanto al
autor material del documento prácticamente nada podemos aportar.
Grabado atribuido al canónigo, Tello de Eslava, fechado en 1754,
coetáneo a las reglas de 1758
Iter para su aprobación
Una vez aprobadas las reglas por parte de la Hermandad tenían que ser
enviadas al arzobispado de Sevilla, jurisdicción eclesiástica a la que pertenecía la villa de Almonte hasta la creación en 1953 del arzobispado de Huelva46,
45
46
Vid. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 8rº.
Vid. Bula Pontificia Laetamur Vehementer de 22 de octubre de 1953.
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para su revisión y aprobación. Siguieron un procedimiento perfectamente
marcado, en primer lugar eran revisadas por el fiscal que se pronunció de
la siguiente manera: «no se le ofrecía reparo en su aprovación vajo de las
condiciones regulares y de estilo»47. La aceptación por parte del fiscal del
contenido de las reglas abría el camino definitivo para su aprobación. El 7 de
agosto de 1758, ocupando la sede hispalense Don Francisco de Solís Folch
y Cardona, fueron aprobadas por José de Aguilar y Cueto48, vicario general
de la santa iglesia catedral de Sevilla, después de haber efectuado una advertencia de abonar los derechos de las fiestas según el arancel parroquial con
objeto de no ver diezmados los derechos parroquiales. En cualquier caso, no
deja de ser significativo que de los 720 reales destinados a la organización
de la fiesta de la Virgen, solo 8 reales iban destinados a la fábrica de la iglesia,
por lo que supone poco más del 1% del presupuesto. Esta exigua proporción, además, debía repartirse en dos conceptos: derechos y ornamentos.
Quizás esta aprobación a la baja sólo pueda quedar justificada porque su autor pensaba que la condición de sus dirigentes –eclesiásticos– no necesitaba
que se le aportara mayor cantidad a los derechos de la parroquia. Este hecho
lo deja a salvo el vicario general obligando el cumplimiento de los aranceles
señalados para la celebración de la fiesta de la Virgen o en todo caso que lo
consientan sus interesados: «los derechos que se regulan en la fiesta para la
Parroquia sean arreglados a el aranzel o que siendo menos se consienta por
los interesados a quienes pertenecen»49.
El descubrimiento de la milagrosa imagen
Con anterioridad a la inserción de las reglas incluye una leyenda-historia
del descubrimiento y principales avatares históricos de la Virgen del Rocío
que lleva el nombre de: «Descubrimiento de la milagrosa imagen de María Santísima del Rocío»50. En ella su autor se recrea en la situación vivida
en la Península Ibérica tras la invasión musulmana que propició que muchos de los cristianos tuvieran que guardar sus imágenes en el interior de
los bosques y malezas: «para hacer a los montes, bosques y malezas depositarios de las reliquias más sagradas, de los simulacros más dignos de un
47
Vid. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 16rº.
Autor de la obra Cultos martinianos o fiestas de San Martín, Sevilla, 1756. Vid. AGUILAR
PIÑAL, F.: Bibliografía de autores españoles del siglo xviii, tomo IX. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1999, p. 189.
49
Cfr. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 16rº.
50
Ibid. Portada
48
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51
cristiano» . Entre las reliquias aparecidas recuerda a la Virgen de la Almudena (Madrid), Fuensanta (Córdoba), Aguas Santas (Sierra de Andalucía),
Antigua (Sevilla), Clarinas (Vejer de la Frontera), Regla (Chipiona), Bella
(Lepe) y Rocío (Almonte)52.
Desaparecida la invasión árabe de nuestra tierra, el autor nos narra con
hermosas expresiones el calificativo que atribuye a la imagen de la Virgen:
Casa de Refugio: «donde hallasen las más apetecibles seguridades»53. Mística piscina: «cuyas aguas fuesen remedio en las enfermedades del espíritu
y cuerpo»54. Un árbol frondosísimo: «a cuya sombra descansasen de las
fatigas y trabajos de la vida»55. Un paraíso de deleites: «en que sin hallarse
los vestigios de la sierpe se mirasen todas las especies de las flores más bellas
y la fragancia de todas las virtudes»56.
La aparición de la imagen de la imagen de la Virgen la sitúa cronológicamente en el siglo xv y por la riqueza expresiva de su aparición la transcribimos literalmente:
Entrado el siglo quince de la Encarnación del Verbo Eterno, un
hombre que o apacentaba ganado o había salido a cazar hallándose en el
término de la villa de Almonte en el sitio que llamaban la Rocina (cuyas
incultas malezas se hacían impracticable a humanas plantas y solo accesible a las aves y silvestres fieras) advirtió en la vehemencia del ladrido
de los perros que se ocultaba en aquella selva alguna cosa que les movía
a aquellas expresiones de su natural instinto. Penetró aún a costa de no
poco trabajar y en medio de las espinas halló la Imagen de aquel sagrado
lirio intacto de las espinas del pecado, vio entre las zarzas el simulacro
de aquella zarza mística ilesa en medio de los ardores del original delito
miró una imagen de la Reina de los Ángeles de estatura natural colocada sobre el seco trono de un árbol. Era de talla y su belleza peregrina.
Vestíase de una túnica de lino entre blanca y verde y era su portentosa
hermosura atractivo aun para la imaginación [más] libertina.
Hallasgo tan precioso como no esperado llenó al hombre [de un
gozo] sobre toda ponderación y queriendo hacer a to[dos patente] tanta
dicha a costa de sus afanes desmontando parte de aquel cerrado bosque
[sacó] en sus hombros la soberana ymagen a campo descubierto. /2vº
Pero como fuese su intención colocar en la villa de Almonte distante
tres leguas de aquel sitio el bello simulacro, siguiendo en sus intentos
piadoso (sic), se quedó dormido a esfuerzo de su cansancio y su fatiga.
Despierto, y se halló sin la sagrada imagen, penetrado de dolor, volvió al
51
Ibid. fol. 1rº.
Ibid. fols. 1rº-1vº.
53
Ibid. fol. 1vº.
54
Ibídem.
55
Ibídem.
56
Ibídem.
52
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sitio donde la vio primero y allí la encontró como antes. Vino a Almonte
y refirió todo lo sucedido, con la cual noticia salieron el Clero, Cabildo de esta villa y hallaron la Sancta Ymagen en el lugar y modo que el
hombre les había referido, notando ilesa su belleza, no obstante el largo
tiempo que había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos del sol y tempestades. Poseídos de la devoción y del respecto
la sacaron dentre (sic) las malezas y la pusieron en la Yglesia Mayor de
dicha villa entre tanto que en aquella selva se le labrava templo57.
El autor de la leyenda hace alusión a los diferentes nombres con el que
se la identificado a la Virgen: Virgen de los Remedios, Virgen de las Rocinas
y Virgen del Rocío: «Hízose en efecto una pequeña hermita de diez varas
de largo y se construyó el altar para colocar la imagen de tal modo que el
tronco en que fue hallada le sirviese de peana. Adorándose en aquel sitio
con el nombre de la Virgen de las Rocinas (título que con el tiempo, [y no
sin] mística alusión se ha mudado en el admirable [del Rocío)], no obstante que [en] la espalda del simulacro estaba escrito: Nuestra Señora de los
Remedios»58.
El relato de la aparición de Virgen y la difusión de su devoción por toda
la comarca, proporciona una serie de datos históricos documentados dignos de meción: la fundación de la capellanía de Baltasar Tercero, según testamento otorgado en la ciudad de Lima en 158759; el nombramiento del
primer ermitaño en fray Juan de San Gregorio; los sucesos de la peste de
1649 y 1650, la declaración como patrona de la villa de Almonte y la institución de su fiesta anual el día segundo de la Pascua del Espíritu Santo; la
construcción de una nueva ermita; la mención a las hermandades del Rocío
fundadas en otros pueblos: Villamanrique, Pilas, La Palma, Sanlúcar de Barrameda y Moguer, con el lapsus de inclusión de las de: Umbrete y Triana;
desarrollo de la fiesta de la Virgen, alusión al pozo frente a la portada de
la ermita y la asistencia de hermanos y devotos. Culmina el relato con una
serie de citas alusivas al patrocinio de la Virgen a la villa de Almonte en los
últimos años y la cita a una serie de donaciones de los presbíteros José Tello
de Eslava y Miguel Antonio Carrillo.
A lo largo de la leyenda aparecen bellos calificativos a la imagen de la Virgen, como: «preciosas margaritas»60, «sagrado lirio intacto de las espinas
57
Ibid. fols.2rº-2vº.
Ibid. fol. 2vº.
59
Vid. GARCÍA LÓPEZ, M. B.: «El pleito que siguió el testamento de Baltasar Tercero», en
revista Exvoto, nº 1. (Almonte, Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío, 2012),
pp. 43-66.
60
Ibid. fol. 1rº.
58
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61
62
del pecado» , «Reina de los Ángeles» , «Reina del Cielo»63 y finalmente
«Rocío del cielo y de la abundancia de la tierra»64.
Las reglas presentan una breve redacción de 8 capítulos en los que se
consigna la vida interna de la Hermandad y que analizamos a continuación.
En su redacción se autodenomina: «Regla Directiva», «Constituciones»,
o simplemente «Reglas» concediéndole un significado homónimo. Llama
la atención la intitulación que poseía por esos años la Hermandad: Ylustre Venerable Hermandad de Nuestra Madre y Señora [del Rocío]65, de los
que únicamente se ha conservado el de Ilustre. ¿Y el de Venerable? Mucho
hemos reflexionado sobre esta inclusión y posiblemente la respuesta nos la
pueda aportar la presencia de una buena parte de eclesiásticos en el cargo
de hermano mayor. Así se expresa Julio Mayo al biografiar la figura de Pedro Ponce de Cabrera: «Con anterioridad a la aprobación de las Reglas, se
advierte cómo el cargo de hermano mayor de la hermandad del Rocío lo
ostentaron básicamente sacerdotes»66. Y si además, acudimos al Real Diccionario de la Lengua Castellana nos encontramos con el significado de:
«título para referirse a las personas eclesiásticas constituidas en prelacía y
dignidad». Lógicamente, el título de «Venerable» encajaba perfectamente
en la tradición de los dirigentes de la Hermandad en 1758. Esta hipótesis se
ve reforzada por la exigua cantidad de dinero que se le destina a los derechos
parroquiales dentro de los gastos de la celebración de la fiesta de la Virgen y
que el vicario general se encargó de poner en orden, salvo que los interesados así lo consintieran.
De los empleos de la Hermandad
La dirección de la Hermandad estaba encomendada al hermano mayor,
dos consiliarios o alcaldes prudentes, fiscal y secretario, no percibiendo derecho alguno por ello67. Veamos el cometido de cada uno de ellos. El hermano mayor es considerado como cabeza de la Hermandad: «Todo cuerpo
físico, moral o político debe tener cabesa que es uno (sic) parta prinsipal
61
Ibid. fol. 2 rº.
Ibídem.
63
Ibid. fol. 3 rº.
64
Ibid. fol. 4 vº. Este último calificativo enlaza con la teoría expuesta por Julio Mayo Rodríguez sobre el cambio de nombre de la Virgen de Virgen de las Rocinas a Virgen del
Rocío. Vid. MAYO RODRÍGUEZ, J.: Rocío del cielo, pp. 115-116.
65
Ibid. fol. 7rº. De todos los títulos mencionados se ha perdido el de Venerable y han aparecido otros, como Pontificia, Real y Matriz.
66
Vid. MAYO RODRÍGUEZ, J.: El vicario don Pedro Ponce de León, p. 259.
67
Vid..A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 9rº.
62
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ympere y dirija todas las operaciones del cuerpo»68 realizando un cierto
parangón con lo reflejado en la Carta a los Colosenses y referido al papel de
Cristo y la Iglesia, al manifestar: «Él es también la cabeza del cuerpo que es
la Iglesia»69. Este cargo ha estado siempre en las personas más principales
de la villa, tal y como hemos tenido ocasión de manifestar –eclesiásticos–70.
Esta expresión: «ha estado siempre» nos pone en evidencia que los orígenes como Hermandad deberán retrotraerse posiblemente a la centuria
anterior dado que evoca una práctica que aún no se había reflejado en un
cuerpo organizado como las reglas. En cuanto a sus cualidades debe tener
como alma: la caridad, ser persona discreta, deberá mandar y corregir las
actuaciones de los hermanos y señalar más con obras que con palabras, con
una clara evocación a los expuesto en la Carta de Santiago: «¿De qué le sirve
a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?»71 El hermano
mayor será el responsable de recoger las limosnas de ingreso de los nuevos
hermanos y todas aquellas que recogiere, de las que se le efectuaba el correspondiente cargo. En definitiva realizaba las funciones que en la actualidad
realiza el mayordomo o tesorero.
Los dos consiliarios, también denominados alcaldes, tenían como misión amonestar al hermano mayor en sus omisiones y aconsejarle para el
buen gobierno de la Hermandad72. El fiscal debe ser celoso, respetuoso,
constante y deberá velar por la observancia de estas reglas, atento siempre
a Dios y a su madre e informando al Hermano mayor y consiliarios de los
defectos de los hermanos para que procedieran a su corrección. El secretario será el depositario de la fe pública de la Hermandad y por ello decretará
cuantos actos acaecieren en la misma –libros de actas–, los gastos destinados al culto sagrado –Gastos para el culto– y las limosnas que se recibieran
–Limosnas–. Igualmente, será el encargado de llevar el libro de hermanos
anotando su nombre, día, mes y año de su ingreso73.
La Hermandad, si así fuera necesario, podía señalar otros oficios menores que eran nombrados en los cabildos que celebraba la Hermandad.
El ingreso como hermano de la Hermandad
Para ingresar como hermano de la Hermandad podían ser tanto vecinos
68
Ibid. fol. 8vº.
Cfr. Carta a los Colosenses 1.18.
70
Vid. MAYO RODRÍGUEZ, J.: El vicario don Pedro Ponce de León, p. 259.
71
Cfr. Carta de Santiago 2.14.
72
Vid. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 8vº.
73
Ibídem.
69
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como forasteros, hombres o mujeres, pero eso sí debían ser católicos cristianos74 y con un claro cumplimiento de la observancia de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios75 y preceptos de Nuestra Señora Madre Iglesia.
Todo ello para honor de la Hermandad y puedan y puedan conseguir el amparo de Nuestra Señora del Rocío76. Además, cada persona deberá abonar
por su ingreso 15 reales de vellón y una cuota anual de un real cada año para
sufragar los gastos del costo, adornos y culto de su majestad. En caso de
no poder asistir a la fiesta y procesión de la Virgen debían abonar 2 reales
de vellón. Tenían la obligación de asistir anualmente a la fiesta y procesión
de la Virgen para así participar de las gracias e indulgencias concedidas a la
Hermandad, y de las misas y sufragios que la Hermandad les organizaba a su
fallecimiento. De todas las referidas cantidades se hacía cargo el Hermano
Mayor.
Cabildos de elecciones y toma de cuentas
Las elecciones de los diferentes oficios se llevaban a cabo anualmente,
salvo en caso de urgencia que se podía reelegir a los anteriores o celebrar
la correspondiente elección77. Eran señaladas por el hermano mayor y consiliarios y a ella debían asistir la mayor parte de los hermanos, incluidos el
fiscal y el secretario78.
La toma de cuentas al hermano mayor tenía lugar ocho días más tarde de
haber concluido la fiesta a la Virgen que él había organizado. El desarrollo
del acto se encuentra perfectamente descrito. En primer lugar, debía efectuar juramento ante el vicario o cura de presentar las cuentas legalmente
sin realizar ningún tipo de fraude o dolo, delante del resto de los dirigentes
de la Hermandad, a saber: consiliarios, fiscal y secretario79. Seguidamente
debía presentar su cuenta indicando todas las limosnas que había percibido
durante el año, las entradas recibidas en concepto de ingresos de hermanos,
el importe de las demandas –peticiones– realizadas y los beneficios de la
rifas durante su mandato. Seguidamente se le abonarán por data –como gastos–todos aquellos recibos que presentare con respecto a la distribución de
gastos regulado en el capítulo relativo a la organización y celebración de la
74
En este orden aparece en las reglas.
Vid. Libro del Éxodo 34.
76
Vid. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 18rº.
77
Ibídem.
78
Ibid. fol. 9rº.
79
Ibid. fol. 11vº-12rº.
75
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fiesta de la Virgen, sin que pueda exceder cantidad alguna en ellos80. Aparte
se le abonaban el costo de los ornamentos y alhajas que hubiera comprado
para la Hermandad: «para el mayor culto y decencia»81. Una vez tomada la
cuenta, el hermano mayor hará entrega de un inventario al hermano mayor
que le sucediere, indicando todos los bienes y alhajas que posee la Hermandad y siendo el responsable de la pérdida de cualquier bien de la Hermandad que hubiere recibido y que así se hiciera constar en el dicho inventario82.
Tenemos constancia de la existencia de un arca de dos llaves donde se
guardaban las limosnas, los libros y papeles de la Hermandad, es decir, su
patrimonio pecuniario y documental. Sendas llaves se encontraban en poder del hermano mayor y del secretario, siendo necesaria la presencia de
ambos para poder abrir el arca, salvo que uno de ellos no pudiera asistir y entregara la llave a una persona de su confianza para que estuviera presente83.
Fiesta a Nuestra Señora del Rocío
La Hermandad realizaba el día segundo, lunes de Pascua del Espíritu
Santo la fiesta dedicada a la Madre y Señora del Rocío en su ermita, que las
reglas denominan como: «su santa casa»84. Hay que hacer notar que las
reglas nos transmiten que esta actividad se lleva realizando desde bastante
tiempo atrás, sin poder precisar más datos al efecto: «Estando establecido
de ynmemorial tiempo a esta parte por esta Venerable Hermandad haga la
fiesta anualmente a Nuestra Madre y Señora del Rocío»85. Lo que resulta
incuestionable es que esta actividad se realizaba y se conocía con anterioridad a la fecha de aprobación de estas reglas. En esta fiesta participaban todas
las Hermandades que hasta ese momento se conocían bajo la advocación
de Rocío y que se reparten entre las actuales provincias de Sevilla (Villamanrique y Pilas); Huelva (La Palma y Moguer) y Cádiz: (Rota, Sanlúcar
de Barrameda y El Puerto de Santa María), con una clara preponderancia
de esta última, posiblemente vinculado con la tenencia de estas tierras por
parte del duque de Medina Sidonia. Cada Hermandad asistente realizaba su
fiesta particular para dar mayor culto a la Virgen, consistente en una misa
cantada que tenía lugar durante el domingo del Espíritu Santo o el lunes
antes del amanecer y por ello debían abonar a la fábrica de la iglesia 24 reales
80
Vid. La distribución de los gastos en el Capítulo 4º.
Cfr. A.H.M.R.A. Caja 1, carpeta 1. Reglas de 1758, fol. 12rº.
82
Ibid. fol. 12rº.
83
Ibid. 9rº-9vº.
84
Ibid. fol. 10rº.
85
Ibídem.
81
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destinados al beneficiado, derechos de fábrica y ministros.
Una vez que cada Hermandad había celebrado su misa cantada tenían lugar las correspondientes misas rezadas sin interrupción en los cinco altares de
que disponía la ermita hasta las 11 de mañana, hora fijada para la salida de
la procesión de la Virgen. Le acompañan las ocho Hermandades por orden
de antigüedad con sus correspondientes insignias, originándose una importante concentración de hermanos y devotos fijados en 6 000 personas
y 2 000 caballerías. Destacar que pese a este ingente número de personas
de tan diferentes pueblos y clase todo discurría con gran normalidad: «no
se notan aquellos tumultos, robos, discordias que son tan comunes en semejantes concursos»86. Todo aquello que se pierde es común localizarlo y
entre todos se observa una armonía cristina.
Tras la procesión tenía lugar la misa, en la que destacaba, así se consigna
en las reglas: «con sonora música»87 y en la que intervenía uno de los más
eruditos oradores del país. El autor material de la historia del descubrimiento de la imagen define a este acto como «alegría universal y sin aquellos
resabios de impureza que se advierten en otras funciones»88.
Conocemos la tasación de los gastos destinados a la celebración de esta
fiesta por parte de la Hermandad del Rocío de Almonte y que se tiene como
principales partidas:
• 120 reales de vellón destinados a la compra de 120 libras de cera.
• 100 reales destinados a los fuegos artificiales
• 120 reales que se le abonaban al hermano mayor para el transporte de
los ministros religiosos y ornamentos a la ermita, así como los gastos
de comida: «que ha de darles según estilo»89.
Otro grupo de partidas viene representado por los gastos destinados a
los beneficiados y ministros religiosos:
• 68 reales destinados a los beneficiados por su asistencia a la fiesta de
vísperas, salve, procesión y misa mayor.
• 76 reales por las 12 misas cantadas cada mes, presuponemos ante el
86
Ibid. fol. 4rº.
Ibídem.
88
Ibídem.
89
Ibid. fol. 11rº. Nótese que esta costumbre de agasajar a las personas que visitan la Casa de
Hermandad durante los días de la Romería corría a cargo del hermano mayor que recibía
una ayuda por parte de la Hermandad.
87
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altar de la Virgen, así como la misa de remembranza que bien podría
deberse a la Misa de Difuntos en recuerdo de los hermanos fallecidos.
• 75 reales destinados al orador que pronuncie el sermón de la fiesta de
la Virgen.
• 44 reales destinados para la misión a celebrar durante esos días.
El siguiente grupo viene representado por los gastos destinados al sochantre (40 reales), sacristán menor (20 reales) y acólitos (6 reales).
Para el aderezo de la ermita consistente en colgar y descolgar las capillas,
cintas, clavos y alfileres se destinaban 30 reales.
Y finalmente por dos capas y dos vestuarios 12 reales y los derechos de
fábrica y ornamentos que suple un total de 8 reales.
En total 720 reales que la Hermandad debía abonar al hermano mayor
haciendo hincapié que en ningún caso deberá abonar más cantidad y que en
todo caso menos en función de la no existencia de bienes o de rentas. Esta
cantidad debería ser recogida por la Hermandad de las diferentes limosnas
que entregaban los hermanos.
Los eclesiásticos que asistían con sobrepelliz para ayudar en las ceremonias no se les abonaba cantidad alguna, si bien el hermano mayor debía asistirle con cama y comida tal y como se venía realizando de manera habitual.
La fiesta a San José
Alrededor del culto que la Hermandad dedicaba a la Virgen, tenían lugar
otros en honor a San José: «cuyo patrocinio es el más eficaz y poderoso y
su culto y obsequio el más agradable a su Santísima Esposa y a su Divino
Hijo»90. La celebración de estos cultos se justificaba por dos razones fundamentales. Primera, la presencia de una imagen bajo esta advocación en el
crucero de la iglesia de Nuestra Madre y Señora del Rocío. Segunda, por el
deseo de acrecentar las gracias y sufragios para los hermanos de la Hermandad. La fiesta tenía lugar el domingo de Pascua del Espíritu Santo, víspera
de la fiesta dedicada a la Virgen, y consistía en una misa cantada y sermón
para conseguir aumento de su devoción, la paz entre los reyes católicos y
sus súbditos, la eliminación de las herejías y conversión a la fe católica y el
descanso de las almas de los hermanos y devotos difuntos: «implorando en
ella su poderoso patrocinio y el de su Divina Esposa a fin de que su Majestad
nos conceda el aumento de tan sagrada devoción, la paz y concordia entre
90
Ibid. fol. 13vº.
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los reyes católicos y de todos los cristianos, estirpación de las heregías, victoria contra los infieles y hereges conversión de todos ellos a él, a el gremio
de Nuestra Santa fe y por el descanso de las almas de todos los hermanos
difuntos y devotos a Nuestra Señora y de su Santísimo Esposo»91.
La Hermandad era la encargada de abonar los gastos originados por
la celebración de la misa y predicación del sermón, destinando para ello
la cantidad de 150 reales de vellón. Hay que manifestar que en estos años
sólo tenía la Hermandad la carga de los 720 reales de vellón en los que
se encontraba tasada la organización de los cultos y fiestas dedicados a la
Virgen. En total, pues, la Hermandad debía recaudar un total de 870 reales de vellón para poder atender tanto al culto de la Virgen como al de San
José. Sin embargo, este compromiso reglamentado, se vio en cierta medida
atemperado por la propia Hermandad por la inserción en las reglas tras la
data y antes de proceder a la rúbrica de los otorgantes, una aclaración a la
misma. Dado que la Hermandad no poseía ni bienes, ni rentas con las que
poder hacer frente a sus obligaciones, salvo las limosnas que entregaban sus
devotos y el celo y cuidado de su hermano mayor, en caso de tiempos de
calamidad en los que no se recogieran las suficientes limosnas para hacer
frente al pago de esta fiesta o que los hermanos no pudieran abonar los
referidos 150 reales, la fiesta quedaba suspendida y relegada de ella al hermano mayor. Todo lo contrario que la fiesta de la Virgen, considerada como
principal obligación y para la que en modo alguno se le concedía la correspondiente dispensa92.
La devoción a la Virgen del Rocío en otros pueblos
A mediados del siglo xviii se tiene constancia de la expansión de la devoción a Nuestra Señora del Rocío a varias poblaciones cercanas a la villa
de Almonte. Entre ellas se encuentran: Villamanrique, Pilas, La Palma,
Rota, Moguer Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María. Cada
una de estas hermandades acudía anualmente junto con la de Almonte,
a celebrar el día de la fiesta de la Virgen que tenía lugar en el «Real de la
Hermita de Nuestra Señora»93, debía llevar sus insignias, celebraba con
gran algarabía sus danzas y aportaba ruidosos fuegos de artificios.
Se conoce que para estos años se había formalizado una costumbre
sobre el desarrollo de los actos en la ermita que ahora adquiere cierta
91
Ibid. fols. 13rº-14vº.
Ibid. fols. 15rº-15vº.
93
Ibid. fols. 12rº-12vº.
92
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reglamentación, basada en «loable estilo y concordia echa [sic]»94. Así, en
razón de su antigüedad cada Hermandad disparaba sus fuegos, debía ofrecer
una misa cantada a la Virgen y finalmente asistía para llevar en procesión de
Nuestra Señora en la forma que se ha venido realizando –no lo especifica– y
guardando siempre el orden debido. Igualmente, las Hermandades estaban
obligadas a asistir a la festividad de la Virgen, por tanto aquella que no se
presentara debería comunicarlo la debida justificación al resto de hermandades: «la que faltare con su asistencia un año y no hisiere contar con justificación a las demás el justo motivo que se lo impida»95, perdía su antigüedad
y pasaba a ocupar el lugar tras la última y más moderna.
Desde la Hermandad de Almonte se anima a la formación de Hermandades bajo la advocación de la Virgen del Rocío en los demás pueblos de la
provincia –término que entendemos en sentido genérico, dado que la división de las provincias españoles datan del secretario de estado de Fomento,
Javier de Burgos, en 1833– para que puedan ganar las gracias, indulgencias
y jubileos y así poder ofrecer un mayor culto a Nuestra Señora del Rocío.
De forma específica se hace constar que al contar cada Hermandad con
su Regla, a modo de gobierno, y dado que en ellas e disponen las limosnas de entrada, cargas y obligaciones que de forma voluntaria cada una de
ellas se ha impuesto, en ningún caso deberán dar cuenta de ello: «a esta
más principal y antigua Hermandad»96 dado que cada una cuenta con su
hermano mayor y «buen modo gobernativo con que obstenta su devoción
y lucimiento»97.
La ermita de la Virgen
Las reglas y descubrimiento de la imagen aportan una serie de noticias
acerca de la situación en la que se encontraba la ermita de la Virgen del Rocío desde sus orígenes.
La primera ermita, siempre siguiendo la información contenida en el
relato del descubrimiento de la imagen, se levantó en el siglo xv en el lugar donde apareció la imagen de la Virgen. Esta ermita tenía 10 varas de
largo y en ella se construyó un altar para colocar la imagen de la Virgen a la
que se describe como: «una imagen de la Virgen de los Ángeles, de estatura
natural»98; que vestía una túnica de lino entre blanca y verde99. El tronco
94
Ibid. fol. 12vº.
Ibid. fol. 12vº.
96
Ibid. fol. 13rº.
97
Ibídem.
98
Ibid. fol. 2rº.
99
Nótese que el blanco y el verde son los dos colores representativos de la bandera de la
Hermandad.
95
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sobre el que fue hallado, le sirvió de peana para estar colocada en la ermita.
Esta ermita sufrió a lo largo de los siglos numerosas intervenciones estando recogida la aportación de Baltasar Tercero de una limosna de 15 pesos
con la finalidad de: «hacer vivienda al capellán que había de celebrar en ella
quotidianamente»100. A raíz de la institución de la fiesta a la Virgen el día segundo de la Pascua del Espíritu Santo se trató de hacer una iglesia más capaz
para acoger a la gran cantidad de devotos que a ella acudían.
Durante estos años la Virgen fue obsequiada con ciertas preseas. Así,
el cabildo de Almonte con motivo de haber librado a sus vecinos de los estragos de la peste de 1649 y en señal de agradecimiento le obsequió con un
vestido de tela blanca e hizo voto de defender la original pureza de la Reina
del Cielo, eligiéndose por patrona con el título de las Rocinas101.
La segunda ermita que nos describen las reglas fue edificada en la segunda mitad del siglo xvii y fue la que llegó hasta 1755. Tenía 33 varas de
longitud, 19 de latitud por el crucero y 9 por el cuerpo de la iglesia. Conocemos que en el crucero de ella se encontraba el altar donde se veneraba la
imagen de San José102. Igualmente, en una edificación contigua a la ermita
había una serie de cuartos altos y bajos que se destinaban a la vivienda del
ermitaño y su familia, vivienda para el capellán que decía la misa en ella y de
hospedería para los devotos que iban a visitar a la Virgen del Rocío. Estos
cuartos durante la fiesta de la Virgen quedaban a disposición del hermano
mayor para poder cumplir con el cortejo que se realiza al resto de Hermandades y convidados. De estas dependencias solo se exceptúa –la sala o cuarto del cabildo patrono– que se destinaba exclusivamente para él, argumentando para ello los gastos de reparación efectuado en el mismo: «y la de
patrono se le privase de uso de su cuarto, y más cuando lo a (sic) costeado
y //15rº reparado para su habitación en dichos días»103 posiblemente por los
daños causados por el terremoto de Lisboa.
Recuerdo especial, para el pozo que se ubicaba frente a la puerta del
Santuario y que proporcionaba agua a las 6 000 personas que asistían junto
con las 2 000 caballerías, pese a tratarse de un corto manantial, nos dicen las
reglas, para magnificar el agua que se obtenía de su interior «que puede ser
apurado con el trabajo de solo un hombre en dos horas»104.
100
Ibid. fol. 3rº.
Ibid. fols. 3rº-3vº.
Ibid. fols. 13rº-13vº.
103
Ibid. fol. 14vº-15rº.
104
Ibid. fol. 4rº.
101
102
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Donaciones
Destacar los hermosos regalos que los clérigos le ofrecieron a la Virgen
durante los comienzos del siglo xviii. José Tello de Eslava, canónigo de la
catedral de Sevilla e Isabel Tello de Eslava donaron las puntas de plata de
martillo que posee la Virgen. Ambos junto con Miguel Antonio Carrillo,
deán de dicha iglesia catedral donaron un vestido bordado en oro y plata
que usaba la Virgen en las fiestas de solemnidad105.
NORMAS DE EDICIÓN
Para la edición del documento nos hemos atenido a las normas dictadas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, así como a las
publicadas por Agustín Millares Carlo en su Album de Paleografía Hispanoamericana.
La finalización de cada folio viene dada por la utilización de dos rayas
oblicuas (//), mientras que la del cambio de cara por una (/).
Las restauraciones efectuadas en el documento vienen suplidas por unos
corchetes [ ]. El paréntesis agudo < > lo empleamos para aquellas palabras
que se encuentran escritas entre renglones.
Hemos respetado la grafía del texto, hecho que puede constatarse en la
utilización de la u y de la v tanto para usos vocálicos como consonánticos;
o el empleo de la s, c o z que refleja claramente el empleo del seseo. Las
abreviaturas las hemos desarrollado en su totalidad sin hacer mención gráfica distinta de las letras que hemos suplido. Los signos de puntuación los
hemos adecuado a las normas actuales.
Portada de las Reglas de 1758 de la Hdad. Matriz,
reeditadas en edición facsímil por
el Ayuntamiento de Almonte, en el año 2000
105
Ibid. fol. 4vº.
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1758, agosto 7. Sevilla
Regla de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de
Almonte, aprobada por Don José de Aguilar y Cueto, provisor
del arzobispado de Sevilla.
B.- Copia realizada en el siglo xix a partir de las reglas
impresas de 1758. Papel, 15cm. x 20,5 cm, verjurado con
filigrana. Escritura humanística. Tinta ocre clara. Regular
conservación afectado por manchas de humedad los folios
1rº-2vº.
A.H.M.R.A., Caja 1, carpeta 1
Jesús, María y José
Descubrimiento de la milagrosa imagen de María Santísima del Rocío,
y tanto de la regla que la ylustre Hermandad de la villa de Almonte formó
para culto de dicha señora como patrona que es de dicha villa en atención a
los muchos favores que esperimentan sus devotos106.
//1rº Dios, nuestro Señor, cuya providencia no padece engaño en
sus adorables disposiciones se permitió que por muchos siglos gimiese
la España bajo el yugo de la tiranía mahometana no por eso olvidó los
venerables monumentos de la religión que los españoles en medio de su
tripulación (sic) habían ocultado para que tan preciosas margaritas no
fuesen halladas de inmundos animales. La aflicción, las hostilidades, el
temor y el deseo de librar en la huída la libertad y la vida no dieron más
tiempo en el deplorable siglo octavo que para hacer a los montes, bosques y malezas depositarios de las reliquias más sagradas de los simulacros más dignos de un cristiano respecto por representarnos a nuestro
amable Redentor, a su Madre Santísima que sus escogidos y cortesanos
y como la serie de los años sea [el ma]yor107 por enemigo de la memoria
pereció esta en los suceso[res de] aquellos que lo ocultaron tan estimables [y preciosas ri]quezas. Ello es cierto que si la mano [poderosa de
un Dios que es solo] el que hace maravillas, [después del invierno destemplado y rigo]roso de la [esclavitud no hubiera manifestado milagrosamente estas reliquias y sagradas imágenes aun no hubieran aparecido
en nues]tra tierra tan agraciadas flores.
Testigos [de esta verdad son los allasgos de las /1vº ymágenes de
María santísima con los títulos de la Almudena en Madrid, de la Fuente
Santa en Córdoua, de Aguas Santas en la Sierra de Andalucía, de la Antigua en Sevilla, de Clarinas en Veger, de Regla junto a Chipiona, de la
106
En la parte inferior central «Almonte» y en el margen inferior derecha, con letra del siglo
xx, «Donado por Diego Román».
107
Las reconstrucciones del texto las hemos efectuado a partir de las reglas impresas de 1758.
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Bella junto a Lepe, y de la que es Titular de nuestra Hermandad que se
venera con el Título del Rocío en el Arzobispado de Sevilla y término
de la villa de Almonte.
Limpia ya la Andalucía de la impureza sarracena y respirando los
españoles de esta provincia en una inocente libertad pues quebrantado
el lazo que los oprimía se miraban libres, quiso el Señor felicitarlos poniendo en medio de ellos una celestial Casa de Refugio, donde hallasen
las más apetecibles seguridades, una mística piscina cuyas aguas fuesen
remedio en las enfermedades del espíritu y cuerpo. Un árbol frondosísimo a cuya sombra descan[sasen] de las fatigas y trabajos de la vida.
Un [paraíso de deleytes en que sin] hallarse los vestigios de la sierpe [se
mirasen todas las especies] de las flores más bellas, [y la] fragancia [de
todas las vir]tudes. Así se vió en el prodi]gioso halla]sgo [del simulacro
de María Santísima que con el título de Rocío es objeto de nuestra devoción, y nuestro culto, por representar a] aquella Virgen sin segunda [que
no ha tenido ni tendrá semejante] en ser //2rº agradable a Jesucristo.
Entrado el siglo quince de la Encarnación del Verbo Eterno, un
hombre que o apacentaba ganado o había salido a cazar hallándose en el
término de la villa de Almonte en el sitio que llamaban la Rocina (cuyas
incultas malezas se hacían impracticable a humanas plantas y solo accesible a las aves y silvestres fieras) advirtió en la vehemencia del ladrido
de los perros que se ocultaba en aquella selva alguna cosa que les movía
a aquellas expresiones de su natural instinto. Penetró aún a costa de no
poco trabajar y en medio de las espinas halló la Imagen de aquel sagrado
lirio intacto de las espinas del pecado, vio entre las zarzas el simulacro
de aquella zarza mística ilesa en medio de los ardores del original delito
miró una imagen de la Reina de los Ángeles de estatura natural colocada sobre el seco trono de un árbol. Era de talla y su belleza peregrina.
Vestíase de una túnica de lino entre blanca y verde y era su portentosa
hermosura atractivo aun para la imaginación [más] libertina.
Hallasgo tan precioso como no esperado llenó al hombre [de un
gozo] sobre toda ponderación y queriendo hacer a to[dos patente] tanta
dicha a costa de sus afanes desmontando parte de aquel cerrado bosque
[sacó] en sus hombros la soberana ymagen a campo descubierto. /2vº
Pero como fuese su intención colocar en la villa de Almonte distante
tres leguas de aquel sitio el bello simulacro, siguiendo en sus intentos
piadoso (sic), se quedó dormido a esfuerzo de su cansancio y su fatiga.
Despierto, y se halló sin la sagrada imagen, penetrado de dolor, volvió al
sitio donde la vio primero y allí la encontró como antes. Vino a Almonte
y refirió todo lo sucedido, con la cual noticia salieron el Clero, Cabildo de esta villa y hallaron la Sancta Ymagen en el lugar y modo que el
hombre les había referido, notando ilesa su belleza, no obstante el largo
tiempo que había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos del sol y tempestades. Poseídos de la devoción y del respecto
la sacaron dentre (sic) las malezas y la pusieron en la Yglesia Mayor de
dicha villa entre tanto que en aquella selva se le labrava templo.
Hízose en efecto una pequeña hermita de diez varas de largo y se
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construyó el altar para colocar la imagen de tal modo que el tronco en
que fue hallada le sirviese de peana. Adorándose en aquel sitio con el
nombre de la Virgen de las Rocinas (título que con el tiempo, [y no sin]
mística alusión se ha mudado en el admirable [del Rocío)], no obstante
que [en] la espalda del simulacro estaba escrito: Nuestra Señora de los
Remedios.
Extendiose por toda la comarca // 3rº la devoción con la Señora de
las Rocinas y entre sus devotos se señaló notablemente Baltazar Tercero,
natural de la ciudad de Sevilla, el que hallándose en Lima por los años
de 1587 otorgó testamento ante Esteban Pérez, escribano público, y entre otros legados dejó uno de dos mil pesos para que traídos a la villa de
Almonte se impusiesen y fundase una Capellanía en la expresada hermita a fin de que los moradores de aquellas selvas no quedasen los días
festivos, sin asistir al santo sacrificio. Degó (sic) así mismo otra limosna
de 15 pesos para reparar la hermita y hacer vivienda al capellán que había de celebrar en ella quotidianamente.
Aumentose el fervor notablemente y en el año 1635 fue nombrado
por primer hermitaño a el Padre fray Juan de San Gregorio de la Congregación de San Pablo, cuya vida ejemplar hizo crecer el culto y la devoción a la Santísima Virgen. Experimentose más patente a la devoción
de María Santísima a los que le imbocan ante esta su imagen en la peste
que afligió a Andalucía en los años 1649 y 1650 pues llevándola a la Parroquial de Almonte, se [vieron] los vecinos de esta villa libre de azotes
que [asolaba] los pueblos comarcanos, [con] cuyo motivo se le costeó
un vestido de tela blanca e hizo voto de defender la original pureza de
la Reina del Cielo /3vº y se eligió por patrona a esta Señora con el título
de las Rocinas. Instituyose la anual fiesta el día segundo de la Pascua del
Espíritu Santo con asistencia del cavildo de Almonte como patrono, y
del clero de dicha villa. Con este motivo crecieron los concursos y se
trató de hacer Yglesia más capaz, como se efectuó a costa de la devoción
e dificando (sic) la que al presente tiene, cuya longitud es de 33 baras,
su latitud por el crucero 19, y 9 por el cuerpo de la Yglesia. Hicieronse
habitaciones competentes para el Capellán, Hermitaño, Cavildo, Hermano Mayor y otras personas singularmente combidadas a la función.
El ejemplo de la Hermandad fundada por la villa de Almonte movió
a las de Villamanrique, Pilas, la Palma y a la (sic) ciudades de Sanlúcar
de Barrameda, Moguer y Umbrete y Triana para instituir igualmente
Hermandades que anualmente concurriesen a la función que en obsequio de Nuestra Señora del Rocío se hace en la mencionada iglesia.
Como efectivamente lo hacen viniendo cada una con la mayor pompa,
el Domingo del Espíritu Santo y el lunes antes de amanecer empiezan
las misas cantadas respectivamente de cada Hermandad. Continuase las
rezadas sin las rezadas (sic) sin [intermi]sión en los 5 altares hasta las
once del día que es la hora de salir la procesión. Asisten a esta por su
antigüedad //4rº las ocho Hermandades con sus insignias, siendo de
notar que en tan numerosos concursos de gentes de tan diferentes clases
como diversos pueblos no se notan aquellos tumultos, robos, discordias
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que son tan comunes en semejantes concursos. Celebrase después la
misa con sonora música y se predica el sermón por uno de los más eruditos oradores de este país. Es la alegría universal y sin aquellos resabios
de impureza que se advierten en otras funciones de esta especie. Todo
lo perdido es común hallarse y que entre todos se observe una harmonía
llena de cristiandad. Hállase un pozo frente de la puerta de este Santuario que siendo de tan cortos manantiales que puede ser apurado con
el trabajo de solo un hombre en dos horas; abastece de agua a más de
6 000 personas que suelen concurrir y a más de dos mil cavallerías.
El patrocinio de la Señora se a experimentado (sic) en muchas ocasiones siendo las más inmediatas a nuestro tiempo; la falta de agua del
año de 1734, las enfermedades del año de 1738 e igual tribulación del
año 1744. En estas y en otras muchas aflicciones a sido (sic) María Santísima el celestial Rocío que a consolado (sic) a sus debotos; y estos llenos de gratitud han expresado esta en muchos y preciosos dones para
el adorno de la Santa Ymagen y sagrado Templo. Los señores /4vº Don
José Tello de Eslava, canónigo de la Catedral de Sevilla y Doña Ysabel
Tello de Eslaba dieron el año de 1703 las puntas de plata de martillo que
tiene el soberano simulacro. Los mismos señores y el señor Don Miguel Antonio Carrillo, canónigos y actualmente dean de dicha patriarcal
yglesia costearon con tres mil pesos el vestido bordado en oro y plata
que ponen a la Sagrada Ymagen para la solemnidad. Ni el tiempo ni la
veleidad humana han apagado el espíritu de devoción a María Santísima
con título del Rocío, y es de esperar se perpetúe sin diminución para que
mediante el patrocinio de tan augusta reyna, nos colme Dios del Rocío
del cielo, y de la abundancia de la tierra logrando últimamente que esta
Señora nos muestre a Jesús fruto bendito de sus entrañas purísimas para
gozarle por eternidades. Amén.
//5rº Regla Directiva y Constituciones de los empleos que tendrán los fieles que se uniesen en fraternal amor a la Hermandad de Nuestra Madre y
Señora del Rocío, patrona y avogada de esta villa de Almonte cuya sagrada,
milagrosa ymagen se venera en su santa casa y sagrado templo, sita en el
término de esta villa108.
//6rº Capítulos de la regla
Capítulo 1º
Oservancia de los diez mandamientos
Capítulo 2º
Empleos de la Hermandad
Capítulo 3º
Entrada de Hermanos
Capítulo 4º
Obligaciones de la Hermandad
Capítulo 5º
108
En la parte inferior central «Almonte» (rúbrica). El folio 5vº se encuentra en blanco.
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Modo de tomar las cuentas
Capítulo 6º
Sobre las Hermandades de otros pueblos
Capítulo 7º
Fiesta del Señor San Josef
Capítulo 8º
Sobre las Ospederías109
//7rº En el nombre de Dios, nuestro Señor; con cuyo principio todas
las cosas tienen buen medio y loable fin, Amén.
Nos el cabildo, justicia y rejimiento de esta muy antigua villa de Almonte110, como patrono de la Hermita y Sagrado Templo de Nuestra
Madre y Señora del Rocío, Patrona titular y abogada de ella, el vicario,
beneficiados y demás eclesiásticos de esta villa, el Hermano Mayor,
Consiliarios, Fiscal, Secretarios y demás hermanos y cofrades de esta
Ylustre Venerable Hermandad de Nuestra Madre y Señora111 estando
juntos y congregados en la Yglesia Parroquial de esta villa unánimes y
conformes como lo havemos de uso, decimos que los continuos y repetidos fabores que esta villa deve a la piadosa protección y amparo
de Nuestra Señora, su Patrona consediéndole el remedio en todas sus
aflicciones y calamidades ya sea en las epidemias y castigos, ya en las
faltas de agua y en las plagas de langosta, y últimamente el especial de
haber librado a esta villa y sus vecinos de los estragos y ruinas que causó
aquel espantoso como /7vº general terremoto que se padeció en todo el
reino el día sábado primero de noviembre de mil setecientos sincuenta
y cinco entre las nueve y diez de la mañana, y dando motivo a nuestra
cathólica obligación a el mayor culto y obsequio de su Magestad y siendo como es conbeniente a este fin a ser (sic) una regla de capítulos que
deva obserbar esta venerable Hermandad y sus cofrades como estatutos
de ella, poniéndolo en efecto establecemos lo siguiente112:
//8rº Capítulo 1º
De la obserbancia de los Diez Mandamientos
Todos los fieles que se hunieren para ser proijados a la protección
y amparo de nuestra Madre y Señora del Rocío, deberán observar los
Mandamientos de Dios y precectos de Nuestra Señora Madre Yglesia
como católicos christianos y han de pretender con todo selo la práctica
de todas las virtudes en tal modo que con su buen obrar, acrediten el
honor de ser hermanos de esta Ylustre y Venerable Hermandad y todo
quanto en sus costumbres y modo de vivir a lo referido se oponga de si
lo de sarraiguen (sic) y del todo lo eviten entendidos de que la protección y amparo de Nuestra Señora del Rocío favorece a los que solicitan
la obserbancia de los divinos precectos.
109
El folio 6vº se encuentra en blanco.
Va corregido «Almomonte».
111
Acompaña «de [Nuestra Madre y Señora del Rocío]».
112
En la parte inferior central «Friana».
110
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/ 8vº Capítulo 2º
De los empleos de esta Hermandad
Todo cuerpo físico, moral o político debe tener cabesa que es uno
(sic) parte prinsipal ympere y dirija todas las operaciones del cuerpo,
la cabesa de este, cuya alma es la caridad, será un Hermano Mayor de
tal discresión, virtud y selo que sea dechado? a todos mandando, corrijiendo y señalando más con obras que con palabras. Este y los demás
oficios serán electos anualmente, salvo en caso de grave urgente causa
que proseguirá la elección anterior o se reeligirá de nuevo teniéndose
presente que este empleo a (sic) estado siempre en las personas prinsipales de esta villa.
También serán electos dos Consiliarios o Alcaldes prudentes que
con discresión amonesten a el Hermano Mayor sobre sus ormisiones
(sic) le a co<n>sejen (sic) para el asierto de su gobierno y con su acuerdo y consentimiento se determinen todas als funciones y causas que
ocurran.
//9rº Así mismo se elija un Fiscal seloso, respectoso (sic) y constante,
el qual zele la observancia de esta Regla, y sin respecto a perso[na] alguna, solo atento a Dios y a su Santísima Madre, havise al el (sic) Hermano
Mayor y Consiliarios los defectos de todos, y de cada uno de los hermanos para que los corrijan y se contengan.
También se elijirá un Secretario que fielmente de feé de todo lo que
la Hermandad decretare de lo que se gastare en el Culto Sagrado, de las
limosnas que se recivieren, y de los hermanos que entraren apuntando
en todo el día, mes y año. Cuyas elecciones se harán en público por la
mayor parte de los hermanos que puedan concurrir en el día que señalaren, el Hermano Mayor y Consiliarios que han de asistir a ellas con el
Fiscal y Secretario y ninguno por ello a de llevar (sic) derechos algunos.
Siempre que convenga señalar personas para otros oficios menores
que por tiempo se hallaren que convienen a esta Hermandad los podrán
nombrar en dicho Cabildo.
Y para que todo subsista en debido método /9vº abrá un arca de sos
llaves donde se recojan las limosnas y se guarden en ella los libros y papeles de esta Hermandad de cuyas llaves tendrá una el Hermano Mayor
y la otra el Secretario; y siempre que se aya de abrir a sistan (sic) los dos
y el que no pudiere sobstituirá su llave a la persona de su confianza.
Capítulo 3º
De la entrada por Hermano de esta Venerable Hermandad
Todas las personas, sean vecinos o forasteros, hombres o mugeres
que quieran entrar y sentarse por hermano de esta Venerable Hermandad siendo cathólicos christianos, serán admitidos a ella pagando cada
uno de pronto por su entrada la limosnas (sic) de quince reales de vellón, los que recivirá el Hermano Mayor y a heste (sic) se le hará el cargo de ellos en su cuenta, como de las demás limosnas que recojiere; y
siendo como a deser (sic) de la oblicación (sic) del que fuere hermano
asistir anualmente a la fiesta y procesión que se hace a nuestra Madre
228
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y Señora del Rocío en su Santa Casa //10rº ha de ser también oblicado
(sic) por vía de reconocimiento la limosna de un real de vellón cada un
año para ayuda de los costos, adornos y mayor culto de su Magestad. Y
el que no fuere personalmente a dicha función por qualquier motivo
cumplirá con dar 2 reales de limosnas para el mismo fin por lo que será
partícipe de las gracias e indulgencias concedidas y que se concedieren
a esta Hermandad, como de las misas y sufragios de la obligación de ella.
Capítulo 4º
De las obligaciones de esta Hermandad
Estando establecido de ynmemorial tiempo a esta parte por esta Venerable Hermandad haga la fiesta anualmente a Nuestra Madre y Señora
del Rocío, en su santa casa el día 2º lunes de Pascua del Espíritu Santo,
con el mayor aparato y suntuosa desencia a que concurren las demás
Hermandades de los demás pueblos a hacer cada113 una la suya en la más
devota emulación que la hace más plausible y como todo se de en mayor
culto y obsequio de su Majestad en observancia de tan /10vº loable constumbre, a cordamos (sic) se haga en la misma forma la referida fiesta,
atendiendo todos los hermanos con el más devoto empeño a el mayor
culto y sumptuosa desensia de la soberana milagrosa ymagen de Nuestra Señora como de su altar y santa casa, y a de ser del cargo y obligación
de esta Hermandad el pago de los costos y gastos siguientes:
—A la fábrica por sus derechos y hornamentos que suple, ocho
reales de vellón........................................................................................... 8
—A los beneficiados por su asistencia a la fiesta de las vísperas,
Salve, procesión y misa mayor y por las capas cecenta (sic) y
ocho reales de vellón.............................................................................. 68
—A los dichos por las 12 misas cantadas de los meses por esta
Hermandad y por una misa de remembranza setenta y seis
reales de vellón....................................................................................... 76
—Por dos capas y dos bestuarios doce reales de vellón......................... 12
—Al sochantre por sus derechos, quarenta reales de vellón................. 40
—Al sacristán menor por los suyos, veinte reales de vellón................. 20
—//11rº A los acólitos, seis reales y a el colector uno ................................ 7
—Para doce libras de será, ciento y veinte reales de vellón................ 120
—Para el sermón se libran setenta y sinco reales de vellón................... 75
—Para la misión, quarenta y quatro reales de vellón.............................. 44
—Para los fuegos se libran cien reales [de] vellón................................ 100
—Para colgar y descolgar las capillas, sintas, clavos y alfileres,
treinta reales de vellón........................................................................... 30
—Y al Hermano Mayor para los costos de llevar y traer los
hornamentos, ministros y gastos de comida que ha de darles
según estilo, se libran, ciento y veinte reales de vellón.................. 120
113
Va borrado «da».
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—Cuyos costos y gastos que importan setecientos y
veinte reales de vellón...........................................................................720
Son los que anualmente se han de avonar en su cuenta a el Hermano
Mayor y nada más ante si menos, los que pueda escusar mediantes <a>
los ningunos vienes, ni rentas de esta Hermandad, y a que todo ello se a
de costear (sic) de la limosna.
Siendo como a sido (sic) estilo que a los eclesiásticos que asisten de
sobre peliz a dicha fiesta y /11vº posesión (sic) no se les paguen derechos
algunos por su asistencia también lo es el que se les asista en ella por
el Hermano Mayor, con cama y comida, cuya loable costumbre no se
altera.
Las Hermandades de otros pueblos que asisten a obsequiar a Nuestra Señora y cada una le ofrece una misa cantada dicho día, paga por los
derechos de ella veinte y cuatro reales de vellón por mayor para el beneficio, fábrica y ministros cuyos derechos tampoco se an (sic) de alterar.
Capítulo V
Modos de tomar las cuentas
Luego a los ocho días de acabada la fiesta anual ha de ser obligado
el Hermano Mayor que la hizo a dar su quenta con pago de todas las
limosnas que en su año aya persevido, de las entradas y reconosimientos
de los hermanos, de las demandas, rifas y demás que se ofresca fiel y
legalmente, sin fraude ni dolo bajo de juramento //12rº que le recivirá el
vicario o cura que la tomare como juez a presencia de los dos conciliarios, fiscal [y] secretario de esta Hermandad, en la cual se avonarán por
data lo que constare haber pagado por los recibos que presentare con
arreglo a lo prevenido en el capítulo antecedente, sin ecceso alguno, y
también se le avonará el costo de los ornamentos, cosas y alajas que haya
comprado para el mayor adorno, culto y decencia de esta Hermandad
por su declaración y recibos que lo justifiquen.
Habiendo salido de dicha quenta, el referido Hermano Mayor hará
entrega por ynventario legal de todos los vienes y alajas de esta Hermandad, a el Hermano Mayor que le subsediere y será de su obligación
responder de las faltas, de las que recibió por el mismo ynventario, pena
de egecución y apremio.
Capítulo VI
Sobre las Hermandades de otros pueblos
En atención a la que acredita notoria /12vº devoción que muchos
pueblos tienen a Nuestra Madre y Señora del Rocío, les a movido (sic) a
establecer en cada uno de ellos su Hermandad como en esta villa: en las
de Villamanrique, Pilas, La Palma y Rota, y en las ciudades de Moguer,
Sanlúcar de Barrameda y el Gran Puerto de Santa María cuyas siete Hermandades concurran annualmente con la de esta villa el día de la fiesta
a celebrar cada una en el Real de la Hermita de Nuestra Señora con sus
230
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Las reglas primitivas de la..., pp. 199-233
insignias, danzas y fuegos a emulación devota. Y porque a sido (sic) loable estilo y concordia echa (sic) de conformidad que cada una dispare
sus fuegos por su antigüedad, diga la misa cantada y asista a llevar en
la procesión a Nuestra Señora en la misma forma y con toda orden, lo
a sido (sic). También que la que faltare con su asistencia un año y no
hisiere contar con justificación a las demás el justo motivo que se lo impida, aya de perder su antigüedad y se ponga después de la última y más
moderna Hermandad Y porque a ninguno de los demás pueblos de esta
//13rº provincia se prive del onor (sic) de tener tal Hermandad como
para que todos ganen las gracias, juvileos e yndulgencias concedidas y
que se consideren a los cofrades de esta venerable Hermandad, serán
admitidos todos los que la quisieran hacer y costear por lo que se de en
el mayor culto y devoción a Nuestra Señora. Y porque las referidas Hermandades tienen establesidas cada una su Regla a modo de gobierno,
limosnas de entrada, cargas y obligaciones que voluntariamente se an
impuesto (sic), no se les ha de precisar en tiempo alguno a que hayan
de dar quentas a esta más principal y antigua Hermandad, ni a otra cosa,
respeto a que cada una tiene su Hermano Mayor y buen modo gobernativo con que obstenta su deboción y lucimiento.
Capítulo VII
Fiesta al Señor San José
Mediante a que el crucero de la Yglesia de Nuestra Madre y Señora
del Rocío ay (sic) altar en el que se venera la Sagrada Ymagen de /13vº
Nuestro Glorioso Patriarca Señor San Joséf, cuyo patrocinio es el más
eficás y poderoso y su culto y obsequio el más agradable a su Santísima
Esposa y a su Divino Hijo, y porque esta Venerable Hermandad no tiene
más carga ni pensión que la de la fiesta de Nuestra Señora y era muy
areglada (sic) el que los hermanos cofrades vivos y difuntos como los
devotos de su Magestad gosasen de algunas más gracias y sufragios que
las que le resulten de la referida fiesta y de las doce misas de los meses,
mandamos que114 annualmente el Domingo de Pascua de Espíritu Santo, víspera del en que se celebra a Nuestra Madre y Señora se aga (sic)
en su Santa casa fiesta de misa cantada y sermón a Nuestro Glorioso
Patriarca implorando en ella su poderoso patrocinio y el de su Divina
Esposa a fin de que su Majestad nos conceda el aumento de tan sagrada
devoción, la paz y concordia entre los reyes católicos y de todos los cristianos, estirpación de las heregías, victoria contra los infieles y hereges
conversión de //14rº todos ellos a él, a el gremio de Nuestra Santa fe y
por el descanso de las almas de todos los hermanos difuntos y devotos a
Nuestra Señora y de su Santísimo Esposo, cuyos costos de la misa, sermón y será se an de pagar (sic) con ciento y cinquenta reales de vellón
cada un año que son bastantes para ello, cuya pensión como la de la fiesta de Nuestra Señora y la Misa mensal nos imponemos en demostrasión
de la fina devoción con que deseamos el aumento del Sagrado culto de
114
Sigue «los» (borrado).
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Nuestra Madre y Señora del Rocío y de su Santísimo Esposo, el Señor
San Josef115.
/14vº Capítulo VIII
Sobre las hospederías
Siendo como es de antiquado estilo y loable costumbre que el Hermano Mayor de esta Venerable Hermandad se aya (sic) de servir para
los días de las fiestas señaladas de los quartos altos y bajos contiguos a la
hermita que sirben de vivienda a el hermitaño y su familia, como también a el capellán que dice la misa en ella y de ospedería a los debotos
que que (sic) van a visitar a Nuestra Señora a esepción (a los devotos)
de la sala o cuarto del cavildo patrono que le sirve para su asistencia,
mandamos observe y guarde el mismo estilo y costumbre como cosa
que se de en el mayor honor y obsequio de esta Hermandad y de su
Hermano Mayor, en atención a quen esté sin el libre uso de los referidos
quartos no pudiera cumplir con alguna comodidad ni decencia en el
cortejo que les hace a las demás Hermandades y convidados, ni sería
decente que a el cavildo por su repesentación (sic) y la de patrono se le
privase de uso de su cuarto, y más cuando lo a (sic) costeado y //15rº reparado para su habitación en dichos días lo qual mandamos se observe
sin que sobre ello se ofresca contradición.
Y de esta nuestra regla pedimos y suplicamos su aprovación a el Excmo. Sr. Cardenal de Solís, arzobispo de Sevilla, mi señor o a el Señor, su
Provisor y Vicario General a quién toque.
Y en fe de ello lo firmamos en la referida villa de Almonte, en el domingo trece de febrero de mil setecientos sinquenta y siete años.
Otrosí decimos que en atensión a que esta Hermandad no tiene vienes, ni rentas de que pueda pagar sus obligaciones más de las limosnas
que dieren los devotos a espenzas del cuidado y selo de su Hermano
Mayor; y porque puede acontecer que estas escaezcan (sic) y más en
años fatales de calamidad, mandamos que en el caso de que no aya (sic)
caudal suficientes (sic) para costear la fiesta a Nuestro Patriarca Señor
San Josef ni los hermanos y cofrades dieren para ello los ciento y cincuenta reales de vellón en que queda reguladas se omita y deje de hacer
y cumpla el Hermano Mayor con hacer y pagar las fiestas /15vº de Nuestra Señora que es la principal obligación de esta Hermandad y lo que no
admite dispensa. Fecho ut supra
Don Pedro Ponces y Cabrera. Licenciado Don Antonio Melgares
de Aguilar. Pedro de Cabrera. Juan Alonso Millán. Don Juan Bejarano.
Don Alonso Álvares y Cardoso. Don Manuel Agodea Lorenzo. Don
Juan Millán y Asebedo. Antonio Díaz Barrera. Francisco de Asís Moreno. Francisco Quigarro (sic). Favian Aquilino Lozano. Ante mi Josef
Domínguez Lozano, secretario.
115
En la parte inferior central «Friana» (rúbrica).
232
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Las reglas primitivas de la..., pp. 199-233
APROVACIÓN de esta Regla
El licenciado Don José de Aguilar y Cueto, prebendado de la Santa
Yglesia Catedral de la ciudad de Córdoba, provisol (sic) y vicario general de esta de Sevilla y su arzobispado, etc. //16rº vista por mí la regla y
ocho116 capítulos que por su mayor régimen y gobierno ha formado la
Hermandad de Nuestra Madre y Señora del Rocío, patrona y titular de
la villa de Almonte, cita (sic) en su hermita, término de ella, cuya vista
cometí a el fiscal general de esta Arzobispado quien ha dado su sensura
en que digo (sic) no se le ofrecía reparo en su aprovación vajo de las
condiciones regulares y de estilo, por el tenor de la presente apruevo de
la dicha regla y capítulos con las condiciones ordinarias y con que los
derechos que se regulan en la fiesta para la Parroquia sean arreglados a
el aranzel o que siendo menos se consienta por los interesados a quienes pertenesen. Y en lo demás que contienen todos y por todo según y
como en ellos se espresan. Y para su mayor validación y firmesa interpongo la autoridad y decreto judicial de mi oficio quanto ha lugar por
derecho para que valgan y hagan feé en juicio y fuera de él.
Dada en Sevilla, día siete de agosto /16vº de mil setecientos sincuenta
y ocho años.
Licenciado Don José de Aguilar y Cueto. Por mandado del Señor
provisor, Francisco Ramos117.
Fe de erratas
Página 7, dice agradable118 y dirá agradable (sic).
Página 9, dice trono y dirá tronco.
Página 10, dice vecino de dé y dirá vecinos de.
Página 19, dice rejimientos, pero está apartado. Dicha página dice
conciliarios, fiscal119 y dirá consiliarios, fiscal.
116
Entre paréntesis «dicípulos».
En la parte inferior central «Fin».
118
En la edición de estas reglas dice «agrable», p. 36.
119
Ibid. «fiical», p. 36.
117
exvoto • Año III • Número 2 • ISSN 2253-7120
233
la fototeca del fondo
infante galÁn. una joya del
archivo documental de la
hermandad matriz
María Teresa Jiménez Vallejo
María José Sánchez López
Resumen
Abstract
La Fototeca de Juan infante Galán
forma parte de la donación que realizó su hermana Isabel a la Hermandad
tras su fallecimiento el 14 de mayo de
1998. Contiene todas las vicisitudes
por la que ha atravesado dicho material desde su ingreso en la Hermandad
en 1999 a la actualidad. La fototeca
cuenta con más de 10 millares de
piezas, entre las que sobresalen negativos en placas de cristal, negativos en
metal, fotografías, negativos y diapositivas. Todo un elenco de materiales
de los que una gran parte se dedica a
temas puramente rocieros. Las autoras efectúan un análisis de la situación
en la que la fototeca se encuentra en la
actualidad.
The Juan Infante Galán
photographic library is part of
the donation that his sister Isabel
made to the Brotherhood after his
death on May 14th 1998. Numerous
incidents happened from its arrival
in the Brotherhood in 1999 until
today that have left their mark. The
photographic library contains more
than ten thousand items, among
them glass and metal plate negatives,
pictures, negatives and slides. A
large number of this wide range of
materials have an exclusive interest
with different aspects of El Rocío.
We will analise here the present state
of the library.
Palabras clave: Juan Infante Galán, archivo Hdad. Matriz, fototeca,
placas de cristal, negativos en metal.
Keywords: Juan Infante Galán, photographic library, glass negative.,
plate negatives.
exvoto • Año III • Número 2 • ISSN 2253-7120
235
María Teresa Jiménez Vallejo, licenciada en Humanidades, y María José
Sánchez López, diplomada en Estadística han desarrollado su labor profesional esencialmente en tareas de organización de archivos de Hermandades, archivos municipales
y archivos de empresas. La primera, especialista en los diferentes procesos de la organización de un fondo documental; y la segunda, especialista en utilización de banco y bases
de datos y aplicaciones informáticas. Desde sus inicios han manifestado un gran interés
por el mundo de los archivos como prueba la asistencia a numerosos cursos relacionados
con esta materia. En la actualidad colaboran con el grupo de investigación HUM686 de
la Universidad Pablo de Olavide que tiene como objetivo el estudio de «La religiosidad
y fuentes andaluzas». Son autoras materiales de la última organización de los fondos de
archivo y encargadas de las transferencias de los archivos de gestión al archivo histórico
de la Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío de Almonte.
236
exvoto • Año III • Número 2 • ISSN 2253-7120
Mª Teresa Jiménez Vallejo & Mª José Sánchez López
La fototeca del fondo..., pp. 235-243

os fondos fotográficos, documentales y bibliográficos de Juan Infante Galán ingresaron en la Hermandad Matriz de Nuestra Señora del
Rocío de Almonte a raíz de la escritura de donación realizada por
Isabel Infante Galán, hermana de Juan Infante, primero mediante contrato
privado de fecha 1 de marzo de 1999 y después elevado a escritura pública el
25 de marzo de ese mismo año ante el notario de Sevilla, Anselmo Martínez
Camacho, siendo presidente de la misma, Pedro Rodríguez Villa1.
Todo el patrimonio de Juan Infante fue trasladado en cajas de plástico de
recogida de frutas desde su domicilio en la calle Sánchez Arjona de Sevilla, a
unas dependencias de la planta baja de la antigua casa parroquial, adquirida
por la Hermandad, para en un futuro levantar la actual casa de la Hermandad Matriz. Fue depositado en dos cuartos situados en la planta baja del
edificio dónde se almacenaron más de un centenar de cajas de plástico que
se encontraban apiladas hasta el techo2.
La Hermandad Matriz se puso en contacto con el entonces director de
la Fundación El Monte, Manuel del Valle Arévalo para solicitar una ayuda
destinada a la organización tanto del fondo documental de la Hermandad,
como del patrimonio documental, bibliográfico y fotográfico de Juan Infante
Galán. La Fundación El Monte, a través de su director José Villa Rodríguez
comisionó a Antonio J. López Gutiérrez, profesor de la Universidad Pablo
de Olavide y María Luisa Pardo Rodríguez, profesora de la Universidad
de Sevilla para que elaboraran el correspondiente informe3. En él se puso
de relieve la existencia de un abundante e importante material fotográfico
que bien merecía un reconocimiento más detallado. Por ello, fue invitado el
profesor Alfonso Braojos Garrido, director de la Hemeroteca Municipal de
Sevilla, para que in situ reconociera y examinara dicho material. La visita se
1
Cuando una obra se cita más de una vez se menciona por el título abreviado que se indica
cuando se cita por vez primera. Vid. LOPEZ GUTIÉRREZ, A. J.: «El Archivo de la
Hermandad Matriz de Nustra Señora del Rocío de Almonte», en Exvoto nº 0, Almonte,
Hermandad Matriz y Universidad Pablo de Olavide, p. 195 [El Archivo de la Hermandad
Matriz].
2
Ibid. p. 161.
3
Ibídem,
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Mª Teresa Jiménez Vallejo & Mª José Sánchez López
La fototeca del fondo..., pp. 235-243
llevó a cabo por los comisionados y el citado director el 20 de junio de 1999,
pero ante la situación que presentaba el material, acordaron que una vez que
estuviera clasificado y debidamente separado el material documental, bibliográfico y fotográfico acudiría de nuevo para elaborar el correspondiente
informe. Desgraciadamente el fallecimiento del mencionado especialista en
el mes de octubre de este año nos privó de conocer con más detalle el contenido del material fotográfico4.
A partir de aquí, el material fotográfico quedó olvidado en favor de otras
tareas que se llevaron a cabo, tanto en la organización del fondo documental de la Hermandad, como en el fondo documental y bibliográfico de Juan
Infante Galán. A esta situación hubo que añadir las vicisitudes por las que
atravesó la Hermandad cuando inició la demolición de la antigua casa parroquial y construcción de su actual Casa de Hermandad. Los fondos documentales, junto con los enseres de la Hermandad fueron trasladados a diferentes locales, a la espera de que concluyeran las obras de construcción de
la actual casa de Hermandad. Que, proyectada por el arquitecto Carlos Hermoso Sánchez, fue construida entre 2004 y 2006, y su inauguración tuvo
lugar el 31 de marzo de 2007. En ella, una habitación situada en la primera
planta del edificio de 170 m2 fue destinada a albergar los fondos documentales y bibliográficos de la Hermandad, con unas modernas instalaciones en
las que destacan sus estanterías realizadas por Rafael Bejarano que permiten
su correcta aireación5.
Mientras tanto, todo el material fotográfico fue depositado en los sótanos de la actual Casa de Hermandad, apilado en las ya citadas canastas de
frutas, presentando muchas de ellas un grave deterioro externo debido al
peso del material que albergaba.
La actual Junta de Gobierno que preside Juan Ignacio Reales, y de manera más directa, su secretario Santiago Padilla Díaz de la Serna y Josefa Pérez
Báñez,vicesecretaria 1ª se interesaron por la recuperación del material fotográfico y a tal efecto iniciaron en 2012 una campaña de identificación del
mencionado fondo, a cuyo efecto comisionaron a las autoras de este trabajo
para que iniciaran las tareas de identificación.
El material fotográfico fue trasladado a la primera planta de la Casa Hermandad, en la misma dependencia que alberga el archivo y biblioteca6. Allí
fue desplegado provisionalmente sobre tableros de madera, conservando
4
Ibídem.
Ibid. p. 164.
6
Agradecemos la colaboración y el esfuerzo para subir estas cajas a Manuel Acosta Suárez y
Rafael María Contreras Sánchez.
5
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sus antiguas cajas de depósito, por si en alguna ocasión nos pudieran aportar
algún dato relevante. Lo primero que se ha realizado ha sido la separación
del fondo fotográfico, en función del soporte que almacena la información.
Hemos distinguido entre el material almacenado en soporte rígido y el material almacenado en soporte de plástico. En el primer grupo, diferenciamos
entre los negativos elaborados en placa de cristal y los negativos en metal.
En el segundo grupo, las fotografías de celulosa y poliéster, negativos y diapositivas. Para avanzar un poco en el conocimiento de su contenido elaboramos una pequeña descripción y se fueron tomando sus medidas de cara a
la instalación de las mismas. Veamos cada uno de estos grupos:
Negativos placas de cristal
Representa el material más abundante que se encuentra en la fototeca de
Juan Infante y su cifra asciende a cerca de 3 millares de piezas7. Sus dimensiones más representativas oscilan entre 13 x 18 cm. y 18 x 24 cm. y alrededor de ellas toda una variedad de medidas: 9 x 18 cm.; 8 x 10 cm; 9 x 13 cm;
4 x 9 cm; 2 x 2 cm. Este avance nos facilitará la tarea posterior de conservar
estas placas, dado que por la naturaleza de su material se aconseja sean guardados en un sobre con cuatro solapas superpuestas y su almacenamiento se
debe disponer en sentido vertical siendo recomendable su conservación en
cajas metálicas por el peso que presentan8.
Una vez que se lleve a cabo su instalación cada imagen tendrá su correspondiente signatura identificativa y un breve resumen de su contenido. Hay
que hacer mención especial a las placas de cristal que se encuentren fracturadas de las que desgraciadamente hay un buen número en parte motivada
por los diferentes traslados que han tenido que soportar. Deberán ser protegidos cada uno de sus fragmentos mediante un cartón que le servirá de protección, a la espera de su tratamiento definitivo. Lógicamente esta salvedad
se hará constar en la ficha descriptiva de la placa9.
Los negativos de placa de cristal se encontraban depositados en 10 canastas, que a su vez habían sido apiladas para recortar su espacio. Ello ha
originado inevitablemente, la rotura de algunas placas por el sobrepeso que
soportaban. A ello debemos añadir, los daños ocasionados por el traslado a
7
Sobre los negativos de vidrio y metal puede consultarse: http://www.mcu.es/archivos/
MC/ABN/Negativos.html . Consultada el 30 de septiembre de 2013.
8
La Hermandad posee una serie de archivadores metálicos idóneos para su custodia de este
material que fueron trasladados a sus instalaciones procedentes de una de las dependencias de la Delegación de Gobierno de España.
9
Vid. COLLINGS, T.J.: El cuidado de archivos fotográficos. Venezuela, 2001; FUENTES DE
CÍA, A. M.: La conservación de archivos fotográficos. Madrid. SEDIC, 2012.
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que fue sometido el patrimonio de Juan Infante, del que obviamente estas
placas de cristal resultaban las más sensibles.
No deja de ser curioso, cómo dentro de este importante grupo resaltamos la escasa información que se conserva relativa a la Virgen del Rocío.
Para ser más exacto una inscripción que recuerda la proclamación de la Virgen como patrona de Almonte, el 29 de junio de 1653 y que se encuentra
en mal estado; y una pintura de la Virgen realizada por Santiago Martínez.
En cambio, resultan mucho más numerosas las relativas a temas no vinculados con el Rocío. Destacan un importante grupo de Mapas y Planos
procedentes del Archivo General de Indias de los que se conservan cerca de
medio millar de placas distribuidas geográficamente de la siguiente manera:
Filipinas (28); Guatemala (12); Perú (50); México (137); Santo Domingo
(16); Panamá (65); Buenos Aires (58); Santo Domingo (40); Chile (18);
Cuba (21) y general (16). A ello hemos de añadir: Personajes (404 placas);
pinturas (428 placas); esculturas (562 placas); lugares (346 placas); documentos (156 placas); orfebrería (118 placas); bordados (29 placas); enseres (86 placas); grabados (12 placas); altares (83 placas) y diversos actos
(32 placas). En principio no hay que descartar que algunas de estas placas
pasen a engrosar el grupo anterior, pero ello sólo será posible cuando se
efectúe la completa identificación de cada una de las piezas.
Negativos de metal
Los negativos en metal se encontraban almacenados en 2 cajas de recogida de frutas de las que se han ido extrayendo las correspondientes unidades. De cada una de ellas, al igual que ocurrió con las placas de cristal se
ha elaborado una pequeña ficha descriptiva. Las medidas resultan bastante
variadas, predominando 6 x 9 cm; 13 x 18 cm y 18 x 24 cm. Junto a ellas todo
un elenco de variantes: 9 x 14 cm; 11 x 11,50 cm; 11 x 16 cm; 9 x 13 cm; 9 x
15 cm; 16 x 22 cm, fruto de la naturaleza de dicho soporte.
En su contenido ocurre todo lo contrario que con las placas de cristal. El
grupo menos numeroso es el no vinculado con la Virgen del Rocío. Constituyen poco más de 30 negativos y en cuanto a su temática se distribuyen
de la siguiente manera: Cabalgata de Reyes Magos (3 negativos); vistas de
iglesias e interiores (5 negativos); paisajes (6 negativos); orfebrería (5 negativos); documentos (7 negativos) y animales (5 negativos).
En cuanto a la temática alusiva a la Virgen resulta mucho más amplia en
número y contenido. Destacar el mosaico de la Virgen y sus milagros que
se encontraban en la antigua ermita (4 negativos) e imágenes del salto de
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la reja, la Virgen durante la Procesión en la aldea, los almonteños, el recorrido y la presentación de Hermandades (46 negativos). Otro grupo viene
representado por diferentes momentos de la aldea con amplia participación
popular: pueblo, tamborileros, romeros (22 negativos); placa sobre Simpecados y estandartes de las hermandades filiales (23 negativos); dignidades
eclesiásticas en la aldea (1 negativo); diferentes bordados, algunos ellos relativo a las andas de la Virgen (4 negativos); momentos del camino: carretas
en el camino, carretas de Simpecado, mujeres caminando, carretas pasando
por el río Quema, bailes ante las carretas, parejas a caballos (91 negativos);
estampa de la Virgen (1 negativo); recuerdo de la Coronación (1 negativo);
portada revista Rocío (4 negativos); carteles de la romería (2 negativos);
imágenes de la Virgen (5 negativos); esculturas del retablo (5 negativos);
grabados de la Virgen (9 negativos); vestida de Pastora (3 negativos); traslado de la Virgen a Almonte (4); altar Virgen del Rocío (7); diferentes actos
(45) y miscelánea (3 negativos).
Fotografías
Las fotografías se encontraban almacenadas en 2 cajas de recogida de
frutas y 11 cajas de archivo. Se trata de un importante volumen que hemos
divido entre aquella fotografías relativas al Rocío y aquellas otras que no
lo son. Los tamaños más frecuentes son los de 9 x 12 cm; 12 x 18 cm; 18 x
24 cm y 20 x 25 cm. En ellas domina esencialmente el blanco y negro frente
a la fotografía en color que manifiesta cierta decoloración sobre todos en
aquellas fotografías correspondientes a las décadas de los años 70-80. El
conjunto de las fotografías supone cerca de 5 millares de fotografías, que
al igual que los dos grupos anteriores, han sido divididas en dos grandes
apartados
Por lo que respecta a las fotografías no relativas al Rocío figura una temática bastante variada. Así nos encontramos con Lugares, ciudades y pueblos
como: Zafra; Sevilla; Villalba; Bollullos Par del Condado; Cartaya; Manzanilla; La Rábida; Niebla; La Palma del Condado; etc. (1 350 fotografías).
Personajes pertenecientes a la Casa Real (95 fotografías); personajes ilustres (189 fotografías); Juan Infante Galán (231 fotografías); amigos de Juan
Infante Galán (136 fotografías); fiestas y romerías (106 fotografías); grabados (157 fotografías); mapas y planos (35 fotografías); documentos varios
(157 fotografías); libros (262 fotografías); lápidas y sepulcros (9 ejemplares); dibujos y pinturas (445 fotografías) y esculturas (371).
En cuanto a las fotografías relativas al Rocío reseñamos: Simpecado (10
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fotografías); bordados (14 fotografías); rogativas (3 fotografías); carretas
(4 fotografías); mosaicos (5 fotografías); exvotos (25 fotografías); aldea del
Rocío (68 fotografías); bendición cruz de la ermita (3 fotografías); orfebrería (16 fotografías); presentación de hermandades (12 fotografías);mMisa
pontifical (5 fotografías); salida del lunes de Pentecostés (49 fotografías);
hermandades en el camino (52 fotografías); diferentes actos en la aldea (7
fotografías); traslado de la Virgen a la nueva ermita (1 fotografía); Rocío
Chico (90 fotografías); personajes Casa de Orleans (3 fotografías); la Virgen vestida de Reina (43 fotografías); la Virgen vestida de Pastora (124 fotografías); Virgen de Reina por Almonte (88 fotografías); calles de Almonte
engalanadas (8 fotografías); diversos actos de hermandades del Rocío (11
fotografías); obras en el santuario (80 fotografías); retablo (31 fotografías);
Pastorcito (3 fotografías); pinturas sobre la Virgen y el Pastorcito (11 fotografías); esculturas de la Virgen (5 fotografías); documentos (3 fotografías);
pinturas sobre carretas y coches de caballo (2 fotografías); actos en Almonte (3 fotografías); Iglesia Parroquial de Almonte (3 fotografías) y retratos de
personajes vinculados con la Hermandad (3 fotografías).
Negativos
Los negativos se encontraban repartidos en las diferentes cajas de recogida de frutas en las que se encontraban depositadas las fotografías. Su presencia resulta bastante interesante porque a partir de ellos se puede reconstruir la serie cronológica de los mismos; y en los casos que no se conserven
las correspondientes fotografías poder extraer una copia de ellos. En otras
ocasiones han sido extraídos del resto de las cajas donde habían sido depositados sin ningún tipo de orden. Las medidas oscilan entre 6 x 7,5 cm; 11
x 18 cm; 4,5 x 7cm y 23 x 30 cm. Contamos con poco más de un millar de
negativos que los hemos agrupado de la siguiente manera:
En cuanto a la distribución del grupo no vinculado con el Rocío tenemos: Retratos (113 negativos); libros (200 negativos); documentos (42 negativos); mapas y planos (31 negativos); dibujos (92 negativos); grabados
(101 negativos); periódicos (5 negativos); escudos (11 negativos); lugares
(91 negativos); pinturas (111 negativos); escultura (40 negativos); fiestas
(14 negativos); Juan Infante Galán (14 negativos); animales y plantas (4
negativos); sellos (2 negativos) y bordados (7 negativos).
En cuanto al grupo del Rocío contamos con temas alusivos al Rosario (4 negativos); misa Pontifical (5 negativos); bordados (1 negativo);
documentos (1 negativo); salida del lunes de Pentecostés (11 negativos);
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presentación de las Hermandades (4 negativos); camino del Rocío (92 negativos); momentos en la aldea (13 negativos); orfebrería (6 negativos);
pinturas (2 negativos); camaristas (3 negativos); escudo de la Hermandad
(3 negativos); retablo (26 negativos); libros (3 negativos); grabados (5 negativos); ermita (1 negativo); personajes vinculados con la Hermandad (1
negativo) y diversos (4 negativos).
Diapositivas
Al igual que ocurría con los negativos se encontraban repartidas entre
las canastas de recogida de fruta. Su medida estándar es de 4 x 6 cm. En este
epígrafe quedan agrupadas poco más de un centenar de piezas.
En cuanto al grupo no vinculado con el Rocío localizamos esencialmente a personajes de diferentes índole, categoría y dignidad (80 diapositivas).
Y en cuanto a las diapositivas vinculadas con el grupo del Rocío contamos con variados temas: Camino del Rocío (13 diapositivas); Simpecado
(1 diapositiva); procesión del lunes de Pentecostés (17 diapositivas); Rosario (2 diapositivas); calles de Almonte (1 diapositiva); monumento a la
Virgen (1 diapositiva) y edificios de Almonte (2 diapositivas).
En definitiva, nos encontramos ante un fondo fotográfico bastante relevante, que cuenta con más de 10 millares de piezas y entre las que sobresalen
de manera especial tanto el número de negativos en placas de cristal (más
de 2 700 placas) como en negativos en metal (316), en este último caso,
además, la mayor parte relativas a temas rocieros; y los más de seis millares
de piezas, repartidas entre fotografías, negativos y diapositivas, que hablan
por sí solos de la riqueza de la fototeca de Juan Infante Galán.
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juan ramÓn jimÉnez en el
fondo infante galÁn de la
hdad. matriz de almonte
Antonio Ramírez Almanza
Director de la Fundación Juan Ramón Jiménez
Resumen
Abstract
En el presente artículo hacemos
una aproximación y valoración del
fondo de obras del poeta de Moguer,
Juan Ramón Jiménez, que atesora el
fondo Infante Galán de la biblioteca
de la Hdad. Matriz de Ntra. Sra. del
Rocío, que pone de manifiesto el significado del poeta moguereño para el
historiador Juan Infante Galán.
In this article we will approach and
evaluate the content of the collection
of works from Juan Ramón Jiménez,
poet from Moguer, held in the
collection Infante Galán contained in
the library of the First Brotherhood
of Our Lady of El Rocío. We will so
demonstrate the high significance
that the poet from Moguer had for the
historian Juan Infante Galán.
Palabras clave: Infante Galán,
Platero y yo, Juan Ramón Jiménez, biblioteca de la Hdad. Matriz.
Keywords: Infante Galán, Platero
and I, Juan Ramón Jiménez, First
Brotherhood 's Library.
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Antonio Ramírez Almansa (Rociana, 1956). Los inicios de su actividad profesional se ha desarrollado en el mundo de la política y la cultura, muy especialmente en la
literatura. A partir de 1974 funda el grupo cultural Caminante y en 1978 el Grupo de Animación Cultural Colectivo Lagar. Crea la revista de difusión histórica cultural Racimo. Es
miembro del Club de Escritores Onubenses, desde sus inicios en 1976.
Ha sido presidente de la Fundación Odón Betanzos Palacios, de Rociana, desde su creación hasta 2007. Miembro fundador de la Asociación de Casas Museos y Fundaciones de
Escritores Españoles (ACAMFE), de la que ha sido presidente hasta 2006 y actual vicepresidente. En la actualidad, desde 1999, es director de la Fundación Juan Ramón Jiménez
y de la Casa Museo del poeta en Moguer. Ha coordinado múltiples encuentros, congresos y
simposios internacionales, además de foros de debates y reflexiones de escritores.
Recientemente ha terminado el postgrado en Manifestaciones Culturales, Museos
y Exposiciones Científicas, Marketing y Comunicación por la Universidad de Valencia
y estudia el grado en Historia por la UHU. Publica periódicamente en prensa y revistas
literarias, superando los 400 artículos. De su obra de creación destaca la lírica, la prensa
y la investigación histórica, con más de quince publicaciones. En la actualidad prepara
las ediciones completas de su obra de creación en los últimos diez años (Crítica literaria,
prensa, poesía e investigación histórica).
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
l Fondo Infante Galán alberga un total de 148 obras de Juan Ramón
Jiménez. Destaca, en primer lugar, el hecho de que en todos los casos corresponden a las diferentes publicaciones relacionadas con la
obra poética, ya sea en prosa o en verso, así como a las diferentes recopilaciones y antologías que se han venido publicando. En ningún caso, se han
encontrado estudios, ni biográfico, ni obras de crítica e interpretación sobre
el poeta de Moguer.
Dentro de la obra de Juan Ramón Jiménez, están representados en
esta biblioteca, casi todos los géneros literarios que cultivó, a excepción
del aforístico. A parte de la obra poética, de la que hay ejemplares de obras
correspondientes a las tres etapas de su producción literaria; encontramos
también géneros de carácter diverso, como el epistolar, representado por
las dos primeras antologías de cartas, que se publicaron durante la década
de los años 60 y 70; caricaturas líricas, como Retratos lírico o Españoles tres
mundos; los cuentos como el Zaratán o historias y cuentos. Igualmente aparecen los estudios y conferencias, como Política poética, El trabajo gustoso
y El Modernismo, notas de un curso; así como, la edición que recogió todo
los cuadernos y revistas juanramonianas Sucesión, Obra en Marcha, Unidad,
Presente y Hojas, publicados entre los años 1925 a 1935, periodo de máxima
fuerza creadora del poeta.
Las antologías juanramonianas presentes en el fondo son tan numerosas,
como interesantes. Representan casi una treintena. Hay, desde adaptaciones
para niños, hasta obras de obligada referencia a la hora de abordar el estudio
de la poesía juanramoniana, como es el caso de Leyenda. Y destaca, entre
todas ellas, el ejemplar de la Segunda Antología Poética, publicada en vida de
Juan Ramón por Espasa-Calpe en 1922 y que se convertirá en el principal
referente y fuente de inspiración de su poesía posterior. Otras antologías a
destacar son Leyenda (1896-1956), Poesías últimas escojidas: (1918-1958),
Canción o Moguer, de la que cuenta con una primera edición, ilustrada con
grabados de José R. Escassi, y publicada en 1957 por la Dirección General
de Archivos y Bibliotecas en 1957.
El interés del historiador villalbero por JR permite observar cómo se
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encuentra representada en su biblioteca todas sus obras más significativas,
visionándose cada una de las tres partes en las que podemos dividir la trayectoria poética de JRJ. Así la primera etapa de la poesía juanramoniana
también llamada etapa sensitiva, marcada por la estética modernista, que
comprende toda aquella producción hasta la publicación de Diario de un
poeta en 1914, estaría representada por la obra Platero y yo, obra que aparece en 1914 y que en este fondo cuenta con 60 ediciones distintas. Resaltar
entre ellas, la publicada en Madrid por la editorial Signo, fechada en 1934,
en tela encargada, y en una tirada de 2 500 ejemplares, que destaca no sólo
por ser una edición temprana, sino por incluir una dedicatoria manuscrita
del autor: «A mis queridos paisanos, los niños de Almonte (escuelas nacionales). Juan Ramón Jiménez, 1936»; un hecho que dota al ejemplar de
un valor incalculable. También de las diversas ediciones de Platero y yo que
encontramos en el fondo están las ediciones de lujo, como la ilustrada por
Carlos Sáenz de Tejada, publicada en Vitoria por Ediciones de Arte Fournier, 1957, que incluye un retrato fotográfico de Zenobia y un poema de
JRJ. Se realizó una tirada de 350 ejemplares numerados (los 150 primeros
sobre papel especial filigranado con la firma de Zenobia, firmados por Juan
Ramón) y 2 000 sin numerar sobre papel especial). Además se encuentran
ediciones ilustradas por artistas de renombre como Fernando Marco, ilustrador de la edición príncipe de Platero, Ricardo Zamorano o Rafael Munoa.
Resaltar también la presencia de ediciones críticas de Platero como la de
Gómez Yebra de 1992 o la del Richard Cardwell, o la de Ricardo Gullón.
Ejemplar de
Platero y yo
(Editorial
Signo.
Madrid,
1934),
dedicado a
los niños de
Almonte.
Fondo I.G.
Biblioteca
de la Hdad.
Matriz de
Almonte
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Cubierta la de edición completa de lujo para coleccionistas de
Platero y yo con ilustraciones y grabados de Carlos Sáenz de Tejada,
publicada por Arte Fournier en 1957.
Fondo I.G. Biblioteca de la Hdad. Matriz de Almonte
La segunda etapa en la que se divide la trayectoria poética juanramoniana, denominada época intelectual, se caracteriza aparte de por abandonar la estética modernista e iniciar el camino hacia lo que posteriormente
se conocerá como poesía pura, camino que se inicia con la publicación que
marcaría el antes y el después en la lírica juanramoniana, Diario de un poeta
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reciencasado, del que se encuentran varios ejemplares en el fondo Infante
Galán, así como por ser un periodo de constante de creación y recreación,
donde el poeta dice necesitar de periodos analíticos que le sirven para ver
su obra con una visión de conjunto. Fruto de estos periodos son las diversas
antologías que publica en esta etapa, selección de lo que el poeta considera perdurable y corpus, ejemplificativo de su trabajo de síntesis y revisión
de la obra. Un ejemplo de es la ya mencionada Segunda antología poética
publicada por Espasa-Calpe en su colección Universal en 1934, de la que
se conserva una primera edición en el fondo Infante Galán. El propio Juan
Ramón describe dicha obra en una carta dirigida al director de la Colección
Universal donde se publicará:
Al pedirme usted unas poesías escojidas mías para la Colección
Universal me esperó su deseo de que yo eijiese, con un punto de vista
popular, aquellas que, por su espontaneidad y sencillez, pudieran llegar
fácilmente a todos... Aquí tiene usted, pues, algo de lo que yo considero,
por el momento, lo más sencillo y espontaneo de mi larga obra poética
juvenil...
Otra ejemplar de una obra de
esta segunda etapa que destaca en el fondo por ser una edición temprana es Eternidades,
publicado en Madrid por
Compañía Ibero-Americana
de Publicaciones Renacimiento,
en 1931.
Cubierta de la primera edición de
la Segunda antología poética de
Juan Ramón Jiménez publicada
en Madrid por Espasa -Calpe en
1920. Fondo I.G. Biblioteca de la
Hdad. Matriz de Almonte.
La tercera etapa de la poética juanramoniana, la etapa
suficiente, comprende todo lo
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escrito durante su exilio americano, donde el poeta continúa replegado en sí
mismo inmerso en una búsqueda de la belleza y la perfección. Culmina su
producción poética con dos obras que asimismo encontramos en el Fondo
Infante y Galán: Animal de fondo y Dios deseado y deseante. La primera,
Animal de fondo, es una edición publicada en Argentina por la editorial
Pleamar en 1949, y cuenta como característica especial el ser una edición
bilingüe. Se trata de un libro que según consta en las propias notas fi nales,
y tal como fue presentado posteriormente en la Tercera Antología Poética,
era la primera parte de un volumen más amplio titulado Dios deseado y
deseante, obra representada en el fondo Infante y Galán con una edición
de Aguilar del 1964.
Cubierta de la primera edición de Animal de fondo edición,
publicada en Buenos Aires, por la editorial Pleamar en 1949.
Fondo I.G. Biblioteca de la Hdad. Matriz de Almonte.
En conclusión en el Fondo Infante y Galán se encuentra representada
la gran mayoría de la producción poética del poeta moguereño, tanto en
obras líricas, en prosa, antologías; así como, también incluye una representación de los diversos géneros cultivados por el poeta, como el epistolar. Y
sin duda, tenemos que reiterar el relevante de la edición del Platero y yo,
dedicado a los niños de Almonte.
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Como breve conclusión final, es indudable reconocer el interés mostrado por Juan Infante Galán en toda la obra de su paisano, estando a lo largo
de su vida, –no sólo visto desde el interés del bibliófilo o coleccionista–,
pendiente de la creación poética del moguereño. Sin dudas, acercarse a su
fondo en los archivos en la Hermandad Matriz de Almonte es encontrar casi
toda la producción literaria juanramoniana durante el ciclo vital del historiador Infante Galán, una muestra ya, permanentemente conservada para
las generaciones futuras.
Títulos de JRJ en el Fondo Juan Infante Galán
300 poemas
35 poemas
Animal de fondo
Antología
Antología general
Antología general prosa
Antología poética
Baladas de amor
Belleza
Canción
Cartas. Selección
Cartas literarias
Con el carbón del sol:
Corriente infinita, critica y evocación
Cuadernos. Edición de Garfias
Diario de un poeta reciencasado
Diario de poeta y mar
Dios deseado y deseante
El andarín en su órbita
El modernismo. Notas de un curso
El trabajo gustoso
Elejías andaluzas
En el otro costado
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Espacio
Españoles de 3 mundos
Estética y ética estética
Estío
Eternidades
Fuego y sentimiento
Guerra en España
Hijo de la alegría
Historias y cuentos
JRJ para niños
La colina de los chopos
La estación total con canciones de la nueva luz
Leyenda
Libros inéditos de poesía
Luz de la atención (1918-1923)
Melancolía
Moguer
Nueva antología
Obra selecta. Antología para niños
Olvidanzas
Olvidos de granada.
Pájinasescojidas
Platero y yo
Poesía
Poesía en prosa y verso
Poesía en verso
Poesía para niños y adolescentes
Poesía ultima escojidas
Poesías
Política poética
Por el cristal amarillo
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Primeras prosas
Primeros libros de poesía
Raíces y alas
Retratos liricos
Ríos que se van
Segunda antolojía poética
Selección de poemas
Sevilla en Juan Ramón
El zaratán
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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA
CAMPOAMOR GONZÁLEZ, A.: Bibliografía general de Juan Ramón Jiménez. Ediciones de la. Fundación JRJ, 1999.
BIBLIOTECA DE ANDALUCÍA: Juan Ramón Jiménez. Sevilla: Consejería de Cultura, 2008. (Catálogos temáticos de la Biblioteca de Andalucía; 8).
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JIMÉNEZ MANTECÓN, J. R.: Juan Ramón Jiménez: Antología Poética.
Selección, introducción y notas de Carmen Jiménez y Eduardo Márquez. Ed. Planeta/Autores Hispánicos. Barcelona, 1988.
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Antonio Piedra. Madrid, Residencia de Estudiantes, Sociedad Estatal
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RECENSIÓN.
OBRA S Y AUTORES
DE REFERENCIA
PARA EL CONOCIMIENTO DE
LA DEVOCIÓN ROCIERA
50 aÑos del Último nÚmero
de la revista rocÍo, en su
primera etapa (1958-1963)
Santiago Padilla Díaz de la Serna
Licenciado en Derecho
Resumen
Abstract
La revista Rocío es una de las grandes joyas de la bibliografía rociera; el
gran proyecto editorial de la Hdad.
Matriz, desarrollado, mes a mes, con
no pocos esfuerzos, entre octubre de
1958 y mayo de 1963, que es expresión, en sí misma, de una época de
cambios. ¿Pero cuáles son aquellos logros y hechos que la convierten, hasta
hoy, en un proyecto verdaderamente
referencial, desde el punto de vista
editorial para la Hdad. Matriz?
The Review Rocío is one of the
gems of the academic literature about
El Rocío. It is the most important
publishing proyect of the First
Brotherhood, developped month
after month with considerable effort
between october 1958 and may 1963
and characterised by the changing
nature of this period. But what are the
achievements and facts that make this
project an essential reference work for
the First Brotherhood in the area of
publishing?
Palabras clave: Revista Rocío, Pedro Cantero Cuadrado, Juan Infante
Galán, José Luis de la Rosa Domínguez, Antonio Millán, Santiago Padilla, Ecos del Santuario, Editorial.
Keywords: Rocío's Review, Pedro
Cantero Cuadrado, Juan Infante
Galán, José Luis de la Rosa Domínguez, Antonio Millán, Santiago Padilla, Echoes of Sanctuary,
Editorial.
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Santiago Padilla (Almonte, 1969) es diplomado por el Instituto Internacional
San Telmo de Sevilla (PIDE 2005), licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla
(1992-1997) y TEAT por el CENP de Sevilla (1987-1990). Desde abril de 1999 es gerente
de la Asociación de Hoteles de Sevilla y Provincia, actividad profesional que ha compaginado con labores docentes, representativas e investigadoras en el sector turístico.
Es autor de más de cien artículos sobre religiosidad popular y el Rocío; y, entre otras,
de las obras: Rocío, la explosión de la gran devoción del sur en el siglo xx (Almuzara, 2007),
Rocío, sal y sol de Andalucía (Hergué, 2010), y Muñoz y Pabón, ilustre cantor de la Blanca
Paloma. La biografía del insigne escritor, periodista, capillita y rociero (Hergué, 2011). Ha
coordinado la comisión creada por la Hdad. Matriz para la dinamización, programación y
desarrollo de los actos extraordinarios del Bicentenario del Rocío Chico y del Año Jubilar
del Rocío (2011-2013).
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l mes de mayo de 1963 veía la luz el último número de la revista
Rocío en su primera etapa, a las puertas de la romería de aquel año,
promovida e impulsada por la Pontificia, Real e Ilustre Hdad. Matriz
de Ntra. Sra. del Rocío, y publicada entre el mes de octubre de 1958, y esta
última fecha, completando cincuenta y seis números consecutivos, sacados,
mes a mes, durante cerca de cinco años.
Hablamos del proyecto editorial, el primero de la historia de la Hdad.
Matriz, y el hasta ahora más ambicioso, que en sí mismo nos describe y
sitúa en una época, y que, como pusimos cumplidamente de manifiesto
en nuestra obra Rocío, la explosión de la gran devoción del sur en el siglo xx
(Almuzara, 2007), es una fuente informativa fundamental para reconstruir una etapa trascendental en la historia contemporánea de la devoción
rociera. Pues en sus números no sólo está la información, o la reseña, o el
dato, o el documento gráfico, sino que está y anida en sus páginas el espíritu innovador y renovador, y el modo más abierto y decidido de entender
la devoción rociera, que caracterizaron esta fructuosa etapa de la historia
de la devoción rociera, jalonada de tantos cambios y emprendimientos que
constituyeron la base y facilitaron la explosión de la devoción rociera. De
una revista que recogía lo mejor que se había recibido de las generaciones
precedentes, y que proyectaba toda la potencia de un tiempo y de unos actores que en buen modo han marcado y determinado el devenir histórico
de esta devoción, hasta nuestros días.
EL NÚMERO UNO, O NÚMERO EXTRAORDINARIO
DE LA REVISTA ROCÍO
Aunque, en realidad, y como ya también pusimos de manifiesto en Rocío,
la explosión de la gran devoción del sur en el siglo xx1, el primer número de
la revista pretendió ser y vio la luz en julio de 1957, superando todas las
expectativas, en todos los parámetros editoriales posibles, por obra y gracia
1
Vid. PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S.: Rocío, la explosión de la gran devoción del sur en el
siglo xx. Almuzara. Córdoba, 2007. Págs. 155-161.
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de su primer director,
el historiador de Villalba del Alcor, Juan Infante Galán; pero hasta
tal punto, que superó
también las posibilidades económicas de la
propia Hdad. Matriz,
poniendo en grave
riesgo, sus fi nanzas; lo
que obligó a postponer
el proyecto inicialmente ideado, hasta finales
de 1958, que pretendía
arrancarla con este primer número.
Entre sus más importantes e indudables
logros, caben destacarse, la variedad de contenidos y géneros literarios y periodísticos
que Juan Infante desarrolla; que van, desde
contenidos de investigación histórica personal, con reproducciones documentales de gran valor e interés histórico, pasando por temas de creación
literaria en prosa o poesía, y reproducciones literarias; hasta semblanzas,
entrevistas, recortes de prensa y reportajes periodísticos de actualidad.
Pero por encima de sus contenidos escritos, de gran calidad y exquisitez
en la forma y en el fondo, subrayamos la calidad del diseño y la maquetación
de la revista, en la que utiliza un verdadero alarde de medios técnicos, y se
utilizan fotografías de una reseñable calidad y resolución artística, desarrollada por la empresa Gráficas del Sur de Sevilla. Con esos presupuestos de
partida, el resultado final de la revista Rocío; brillante y sobresaliente en la
forma y en el fondo, se iba a alejar notablemente de las directrices acordadas
y propuestas en las presentaciones de la misma, tanto por el propio Obispo,
como por la propia Revista, en la pluma de su director, Juan Infante Galán2.
2
La propia revista se presentaba así misma de este modo, en la pluma anónima de Juan Infante Galán: «Después del enorme esfuerzo que supone en todos los órdenes la edición
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De tal modo se puso el acento en estos aspectos formales, que la convirtieron inevitablemente, en un producto a todas luces elitista; tanto por su
presentación tipográfica3, en la que no se escatimaron gastos, como por sus
mismas colaboraciones4, etc, ...; en una revista, por tanto, desubicada y deslocalizada de la realidad que quería reflejar, y que muy pronto padeció los
efectos de estos errores. Pero, esta era la manera personal, incuestionable e
irrebatible de trabajar de Juan.
Todos estos excesos, dispararon los costes de edición de la revista a unos
extremos verdaderamente temerarios. De modo que los dos mil ejemplares,
más cien ejemplares, «...numerados, signados y nominados, con dedicatoria
impresa para cada uno de sus destinatarios», de los que desconocemos su
identificación nominal y destino, costaron más de 1 000 euros, lo que obligaba a vender la revista en un euro, una cantidad muy elevada en aquellas
fechas. Y para colmo, no estuvo impresa como estaba previsto inicialmente
para la romería de 1957. De modo que su elevado coste y el cúmulo inesperado de contratiempos, ocasionaron un gravísimo quebranto a la tesorería de la Hdad. Matriz; acentuado por la poca aceptación comercial
que tuvo el producto, debido a su alto precio fi nal de cuarenta céntimos
de euro (0,40 €). Todo ello hizo que los gastos ocasionados no pudieran
resarcirse con la suma de los ingresos generados por las ventas de la revista
y por la contratación de la publicidad de la misma, que además Juan Infante
había constreñido al máximo, para que no se deteriorase la imagen que el
pretendía de la misma5. Esta inesperada situación que desembocó inevitade este extraordinario, con el cual inicia su publicación Rocío, proseguirá sus números
ordinarios mensuales, con el mismo espíritu y carácter que se apuntan ya en este número
primero [...] Rocío será una revista eminentemente popular, conservando su dignidad
literaria, y una bella y moderna, aunque modesta, presentación tipográfica.[...]. Rocío
será la revista de la Virgen en todos los hogares rocieros. Las páginas de Rocío, están
abiertas de par en par, a todas las iniciativas y colaboraciones que los devotos del Rocío,
nos sugieran. Rocío [...]».
3
En la factura abonada a Gráficas del Sur, se hace esta descripción tipográfica, muy expresiva,
del nivel de edición de la misma: «2 000 ejemplares de la revista Rocío, compuestos de
cubierta en cartulina couché impresa a todo color y barnizada y 72 páginas interiores,
a uno, dos y cuatro colores; tríptico impreso por ambas caras y pegado sobre cartulina
negra impresa en plata al respaldo, y una lámina en cuatricomía pegada, con vista de la
Romería, y una lámina en papel de hilo crema verjurado con grabado de Ntra. Sra. del
Rocío en negro, encuadernadas por el procedimiento de adhesivo polimerizado». ASP.
Es copia del original.
4
Entre estas colaboraciones debemos destacar, la de los hermanos José y Jesús de las Cuevas, Luis J. Pedregal, o Fray Ismael de Sta. Teresita, O.C.D., Dtor. de la revista carmelita
Miriam. Así como, reproducciones de piezas literarias de poesías de los Hnos. ÁlvarezQuintero o letras de seguidillas de Muñoz y Pabón (INFANTE GALÁN, 1957) .
5
Las ayudas económicas a la revista fueron las siguientes: Gobernador Civil de Huelva, dieciocho (18 €); Ayuntamiento de Almonte, cuarenta y cinco euros (45 €). En concepto
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blemente en la retirada de Juan Infante, obligó a la Hdad. Matriz a trastocar
sus planes iniciales; y a posponer el proyecto inicial de tirada mensual de la
revista Rocío.
GRÁFICAS DEL SUR EL TEMPLO DEL ARTE TIPOGRÁFICO
SEVILLANO, DONDE SE IMPRIMIÓ LA REVISTA ROCÍO
Nacida hacia el año 1940, tras la adquisición de la imprenta Arte, por
iniciativa del sevillano de ascendencia logroñesa, Joaquín Sáenz García, que
por entonces contaba unos cuarenta años de edad, la empresa Gráficas del
Sur, era la coronación de su propio empeño profesional, que lo había tenido
profesionalmente ligado a este mundo desde su infancia6 y que tuvo siempre como norte, la regencia de una imprenta industrial, como nos atestigua
su hijo, continuador del negocio. No en vano, litógrafo había sido su padre,
Blas Sáenz, y su tío Pascual, extremeños, aunque oriundos de la Comarca de
Cameros en la Rioja, propietarios de Litografía Sáenz y de un pequeño taller
de imprenta, que contó con el amparo de la familia Luca de Tena7.
Estaba localizada en un extremo de la calle San Eloy, en la collación de
La Magdalena, en su número 55, en una vieja casona decimonónica, junto al
histórico bar Arsenio, situado frente al Hotel Colón, antiguo Hotel Majestic.
Su localización en la ciudad la hacía muy accesible, además, para aquellos
que venían de la provincia de Huelva, bien por carretera o bien por el tren,
que tenía su referencia en la antigua estación de Plaza de Armas.
El bagaje profesional de su promotor la convirtió muy pronto en una
referencia de los talleres tipográficos de la ciudad de Sevilla. Un logro que
de publicidad, se recaudó en Almonte, treinta y dos euros (32 €); y fuera de Almonte,
cincuenta y seis con treinta y cuatro euros (56,34 €) . Vid. ASP. Cuentas de la revista
extraordinaria Rocío. Papel manuscrito de una página.
A estos efectos, ni siquiera las dos operaciones extraordinarias que se cerraron; con la
Caja de San Fernando de Sevilla, a la que se vendieron, de una tacada, cien ejemplares;
y con la Dirección General de Información del Ministerio de Información y Turismo, a
la que se vendieron quinientos ejemplares, pudieron reequilibrar, al menos en el tiempo
deseado, el boquete que produjo en la tesorería de la Hdad. Matriz, la edición de la revista. Vid. AMA. Sección de Actas Capitulares. Acta de 27 de junio de 1957. Leg. 25.1.
6
Tras aprender en el taller familiar, y hacer un intento frustrado de abrir una industria litográfica a sus 18 años en Córdoba, fue representante en Sevilla de Industrias Gráficas Cantín,
y más tarde, como consecuencia de la guerra, de Industrias Gráficas Alcalá. Vid. ORTIZ,
F. y COLÓN, C.: La imprenta San Eloy. Pinturas y dibujos de Joaquín Sáenz. Diputación
Provincial de Sevilla. Sevilla, 2006. Págs. 9 y 10.
7
Vid. Idídem. Págs. 14 y 15.
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hicieron posible, junto a él, un notable grupo de profesionales. Entre ellos,
cabe mencionar los nombres de los maestros tipógrafos y cajistas Manuel
Ruiz Román y Manuel Castillo; del dibujante Manuel Mumpao; o del regente del taller Sr. Pérez,... Incorporando como reseñable novedad a su gestión la contratación en plantilla de un dibujante-diseñador, proveniente del
mundo de la cerámica, para cerrar el círculo de la producción gráfica, desde
el principio hasta el final. Cuando el diseño gráfico se hacía todo a mano...
En este sustancial y estratégico apartado iría tomando protagonismo, cada
vez más, su propio hijo, como veremos seguidamente. E incorporando, así
mismo, las modernas técnicas de fotograbado, que tuvieron en Sevilla
como referencias pioneras del fotograbado en color, a Fotograbados Velasco y Gori, que sustituían a las técnicas de litografía y litografía-offset.
De sus artes gráficas siguieron saliendo trabajos para la familia Luca de
Tena, para sus industrias sevillanas; concretamente las envueltas de chocolates Benedictinos, las etiquetas de perfumes y de agua de azahar... o los
almanaques de la importante sociedad cooperativa La Algodonera, que se
repartían en toda Andalucía; y también carteles anunciadores de distintas
fiestas y convocatorias festivas, y libros y revistas,... Aquí publicó sus laureados pregones del Rocío y de la Semana Santa de Sevilla, el poeta Antonio
Rodríguez Buzón; y aquí publicó algunos de sus títulos, el poeta y escritor
palaciego, director conservador del Real Alcázar de Sevilla, Joaquín Romero
Murube, referencia de las letras sevillanas de los años 50. Y con él otros importantes escritores de su generación, que daban sus textos a los moldes en
esta industria. Y dentro del importante género de las revistas institucionales
y corporativas, cabe mencionarse, entre otras, las revistas: Macarena8, Calvario, que dirigía José Luis de Castro, Las fiestas de Sevilla, que anualmente
editaba la Asociación de la Prensa de Sevilla. Revistas de auténtica referen8
La revista Macarena es una revista de carácter anual que, en la del año 1959, conocía su
doceava edición. Se editaba por José Luis de la Rosa y por Juan García-Izquierdo, coincidiendo anualmente con las fechas previas a la Semana Santa de Sevilla. En ella, también
había cabida para las otras fiestas de la primavera sevillana; la Feria y El Rocío, aunque
en menor medida.
Hojeando sus páginas hemos encontrado varias coincidencias con la revista Rocío, que
obviamente no son casuales. Su impresión en la empresa Gráficas Sevillanas, con una
tipografía y un diseño muy similares a los adoptados, más tarde, por la revista Rocío. Las
empresas colaboradoras con la revista, entre ellas, la empresa Fotograbados Velasco, que
igualmente lo hará más tarde con la revista Rocío. También, algunos de los colaboradores
de esta revista, se incorporarán más tarde, a las páginas de la revista Rocío. En definitiva,
las relaciones entre estas dos revistas, que tienen como nexo de unión a José Luis de la
Rosa, son incontestables. Vid. ROSA DOMÍNGUEZ, J. L y GARCÍA-IZQUIERDO, J.:
Revista Macarena. Nº 12 . Sevilla, primavera de 1959.
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cia en el ámbito cofrade ; cuando la revista era una tarjeta de presentación
en el mundo social, equiparable a lo que hoy es la página web.
Por tanto, hacia 1957 Gráficas del Sur contaba con un acreditado curriculum profesional. Para entonces se encontraba plenamente incorporado
a su equipo profesional, la segunda generación de la familia Sáenz, Joaquín
Sáenz Cembrano, formado como pintor en el estudio de Rafael Cantarero,
en la Escuela de Artes y Oficios, y finalmente en la de Bellas Artes de Sevilla.
Y quizás la mejor prueba de las capacidades profesionales de su industria,
sea esta revista del Rocío, que acabamos de describir; un verdadero prodigio
de las Artes Gráficas.
Aquí se había tirado la convocatoria de cultos de la romería del Rocío
del año 1946, o el primer programa de manos de la Hdad. Matriz del año
1950; y aquí empezaron a tirarse algunos de los carteles de la Romería de
Pentecostés, a partir de 1956, hasta 1963, en el mismo período de tiempo,
casi, en el que se imprimió la revista Rocío. Y aquí parece ser que imprimían
por aquellas fechas, tanto Juan Infante Galán, primer director de la revista,
como José Luis de la Rosa, su segundo y definitivo director10.
En 1961, el promotor, Joaquín Sáenz García, recibía la autorización de la
Dirección General de Industria del Gobierno de España para ampliar su imprenta11. Lo hacía en un local situado en la calle Pelay Correa de Triana, que
venía a ampliar su capacidad de producción. Entonces su hijo Joaquín tenía
treinta años recién cumplidos, y al negocio familiar se había incorporado
también su hermano Emilio; un gran fotógrafo, que vino a complementar a
partir de estas fechas, otra fundamental faceta de esta industria.
El último trabajo salido de sus artes gráficas, de la calle San Eloy, del
que conservamos uno de sus dos mil ejemplares, compuesto a mano por el
maestro cajista, Rafael Pelegino, se imprimió el día 18 de abril de 1988. Era
el pregón leído en los Jardines de Murillo el día 22 de mayo de 1987, por el
librero de Sevilla, José Manuel Padilla Monge, con ocasión de la inauguración en el citado lugar, de la Feria del Libro.
9
También se imprimió en su taller por estas fechas, concretamente en 1956, el libro Semana
Santa en Sevilla. Facetas cofradieras, del médico y poeta sevillano, Miguel García-Posada
García.
10
También editaba en estos talleres, la revista Rota y el Rosario, que se editaba en Rota
(Cádiz), lugar en donde veraneaba habitualmente, con carácter también anual, coincidiendo con las fiestas de la patrona en octubre.
11
Vid. BOE. núm. 190, 10 de agosto de 1961 III - Otras Disposiciones Ministerio de Industria.
264
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LAS NUEVAS COORDENADAS DEL PROYECTO DE LA
REVISTA ROCÍO. JOSÉ LUIS DE LA ROSA DOMÍNGUEZ,
SU NUEVO DIRECTOR
El fracaso económico del número uno obligó a reconsiderar radicalmente el proyecto de la revista Rocío12, para ajustarlo a otras coordenadas editoriales que la hicieran viable. Entonces cobró fuerzas para dirigirla, la figura
del sevillano, José Luis de la Rosa Domínguez, profesor de la Universidad
de Sevilla, diputado provincial, con un valioso curriculum como promotor
y director de este tipo de publicaciones, que además estaba muy vinculado a
la Hdad. del Rocío de Triana, a raíz de su pregón del Rocío del año 1955, y
por sus responsabilidades en dicha hermandad, en la que desde el año 1956
desempeñaba el cargo de diputado mayor de Culto. Contaba para ello con
el beneplácito del Sr. obispo de Huelva, el gran impulsor de este proyecto,
y el apoyo de la junta de gobierno de la Hdad. Matriz, que necesitaba para
desarrollar su proyecto, de una imprenta con capacidades tecnológicas y de
producción, como las que ofrecía Gráficas del Sur en Sevilla, por lo que no
era descabellado, pensar que su director, residiera en esta ciudad. Aunque
no deja de ser tampoco, en sí mismo, un logro y un signo de esta época.
Todo ese cúmulo de credenciales y de circunstancias, decidieron a la
junta a confiarle la dirección de la revista. Una decisión que el discurrir del
tiempo, y los resultados de la misma demostraron lo acertado de esta elección. De tal modo, que José Luis de la Rosa asumió con todas sus consecuencias, la difícil responsabilidad de la dirección de la revista Rocío; pues
debemos de tener presente, la distancia y los limitados medios técnicos de
comunicación de entonces. Y justo es reconocer en este punto, que una
parte importante de los excelentes resultados editoriales cosechados de la
misma, se debieron a su trabajo diligente, esmerado y acertado. Entre otros
logros personales, debemos destacar, que a pesar de su sólida y cualificada
formación académica, José L. de la Rosa supo imprimir a la revista un perfil
y particularmente un lenguaje sencillo y directo, más acorde con las exigencias de su público objetivo mayoritario.
Y junto al fondo, una forma moderna, y no menos acertada, con el uso
recurrente de documentos gráficos de gran calidad y resolución. Fue así, de
este modo, como una vez transcurrida la Romería de Pentecostés del año
1958, la Hdad. Matriz puso en la calle, el día 15 de octubre de 1958, dieciséis
meses después de lanzar la edición del número uno; más tarde rebautizado
como extraordinario, el número 1 de la nueva etapa de la revista Rocío. En
12
Vid. PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S.: Op. cit. Córdoba, 2007. Págs. 181-196.
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este primer número se daba a conocer el nombre y las cualidades del nuevo
director de la revista13.
En su primer número de la segunda etapa, la revista Rocío, además de
hacer una severa autocrítica de sus frustrados comienzos, dos años atrás;
quedaba perfectamente reorientada hacia unas coordenadas, que ya se esbozaban en las presentaciones de su número extraordinario; pero que, por
las circunstancias ya referidas, quedaron prácticamente anuladas ante el
resultado fi nal de la obra impresa:
Dos años ha, que nuestra revista veía la luz pública y, por cierto, con
un lujo y una prestancia artística y literaria, dignos en lo humano de la
excelsa Señora de nuestros amores, la Stma. Virgen del Rocío.
La grata acogida, que tuvo la intención y el propósito, instigó a plumas selectas y devotos de la Virgen a alentar esta empresa, que movida
por el amor y la devoción, puso la meta de las aspiraciones quizás demasiado altas, lo que obligó a dilatar y a aplazar los nobles propósitos, que
fueron la causa de su creación.
El tiempo, siempre fiel consejero, nos ha permitido un estudio sereno del problema, y el poder pulsar opiniones valiosas en todos los
órdenes.
Todos reconocen la necesidad de una publicación, que sirva de nexo
de cuantos sienten a todas horas este amor a la Virgen [...].Una publicación, que sea, no un canto continuo y solemne de las bellezas del Rocío,
escrito con espíritu cautivador y de propaganda, [...], sino un portavoz
de afanes nobles, donde toda inquietud encuentre alas, donde todos los
que aman a la Virgen Stma. del Rocío puedan dar riendas sueltas a su
cariño, para ejemplo y ardor de los que en horas grises enfriaron su devoción.
Más la caridad bien ordenada empieza por uno mismo, y es natural, que la primera inquietud, el primer afán, sean los numerosos problemas, que a cada hora se van presentando entorno a la Virgen, a sus
fiestas, al Santuario, a los caminos penitenciales, que con prestancia
de siglos, llevaron a los romeros, como a su tierra de promisión.
Estos problemas, cada día más apremiantes, serán la médula de
la revista Rocío, que hoy llega a tus manos, con carácter mensual, con
13
«El Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Huelva, se ha dignado nombrar Director de la revista
Rocío, que hoy aparece con carácter mensual, al Ilmo. Sr. D. José Luis de la Rosa Domínguez, Profesor de la Universidad de Sevilla y Dtor. de la Escuela Provincial de Artes
Gráficas de la Excma. Diputación de Sevilla (Había sido con anterioridad Secretario del
Consejo de Hdades. y Cofradías de Sevilla. Licenciado en Filosofía y Letras y Secretario
del Colegio de Doctores del Distrito Universitario de la capital de Andalucía), y muy
amante de la Stma. Virgen del Rocío, como lo ha demostrado en numerosísimas ocasiones, como en el Pregón que pronunció en el Coliseo España, patrocinado por la Hdad. de
Triana, en cuya Junta de Gobierno desempeña el cargo de Diputado Mayor de Cultos».
Vid. Revista Rocío Nº 1 .Almonte, Octubre de 1958.
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carácter mensual, como mensaje de la Virgen a los que sienten por ella
encendidos amores.
Tú, lector y devoto, [...] también tienes tu puesto en estas páginas
[...].
Este es pues, nuestro propósito. Que sea la revista de la Virgen del
Rocío, el órgano oficial de todas las hermandades fi liales, el portavoz
del Prelado, que considera a la devoción del Rocío, como una perla de
su Diócesis [...]14.
El perfi l de la revista había cambiado radicalmente; su presentación
y diseño, su esquema, sus pretensiones y aspiraciones; todo estaba ahora
más en armonía con las aspiraciones iniciales de sus promotores; y desde
luego, reiteramos, con el perfi l de más del 90 % de su público objetivo. De
este modo, desde el primer momento, el esquema reorientado de la revista,
se concibió de una manera más sencillo y abierto, sin grandes pretensiones, para que sus secciones dieran oportunidad a escribir y colaborar a un
universo mayor y más amplio de potenciales colaboradores, que enriquecieran de este modo sus páginas, con unas perspectivas y puntos de vista
más amplios. Así, se manifestaba expresamente en una de sus páginas, con
esta llamada de atención: «Rocío es la revista cuyas páginas están abiertas
de par en par a todas las colaboraciones de los devotos».
Entre las secciones que permanecieron a lo largo del tiempo, durante
toda la vida de la revista, debemos destacar su «Editorial»; la sección fija
que fue responsabilidad casi siempre del director José Luis de la Rosa, salvo en contadas excepciones en que le fue cedido al Sr. obispo,... Y así mismo, «Los Ecos de la devoción rociera»15 que, con el tiempo, pasó a denominarse «Ecos de nuestros fervores». Si el «Editorial» fue la mejor toma
de pulso de la orientación pastoral y de las directrices que se iban marcando
desde el palacio de Huelva; «Los Ecos del Santuario», como veremos más
adelante, se convirtió en la sección continua que refleja más fielmente el Rocío de los 365 días del año de la época; un Rocío marcado todavía por la
familiaridad y la distancia, en el que poco a poco se van dejando sentir los
efectos de los cambios que, sin prisa pero sin pausa, se estaban produciendo
en distintos aspectos fundamentales y estructurales de la devoción rociera.
Y junto a estas dos secciones más estables, hubo otras, más o menos
constantes en el tiempo. Entre ellas: «Problemas rocieros», «La copla ro14
15
Vid. Revista Rocío, nº 1. Almonte, octubre de 1958.
En el primer número de esta segunda etapa se recoge: «Rogamos a las hermandades filiales
comuniquen a esta dirección, la relación de sus cultos semanales y anuales; así como, las
variaciones que sufran sus juntas de gobierno, a fín de divulgarlos entre nuestros lectores
y para estimular el fervor de todos». Vid. revista Rocío, nº 1. Octubre de 1958.
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ciera, oración a la Virgen», «El arte al servicio del Rocío», «Prodigios»16,
«Los que escribieron de nuestro amor»17, «El Rocío cantado por los poetas»,
o la sección «Oro de ley», en la que se recogen bellos e inspirados pensamientos de ilustres rocieros. A parte de estas secciones, hay otras múltiples
colaboraciones libres de encuadramiento de devotos de la Virgen, que salpican todos sus números.
Destacamos por su interés, entre las secciones reseñadas, la fugaz sección de «Problemas rocieros»; probablemente una de las más jugosas de
la revista, que sólo tuvo siete números de vida. Una sección en la que se
abordan abiertamente, algunos de los grandes problemas que tenía planteado el Rocío de entonces; casi siempre, en la fina y delicada pluma de José
Luis de la Rosa. Entre otros destacan «Modos de llevar a la Virgen», «Las
peregrinaciones», «La carretera», o «Rocieros... Turistas... Curiosos»18.
Un inesperado contratiempo, la hizo desaparecer muy pronto de una forma, tan fulminante, como posiblemente apresurada; coincidiendo con el
intento de José Luis de la Rosa, de publicar un artículo que llevaba por título «El Consejo General de hermandades del Rocío»; cuyo borrador está
firmado por él en Sevilla, con fecha 29 de abril de 1959. Un texto que generó
un malentendido que aconsejó su supresión para evitar más sobresaltos; y
que sirvió también, para poner en sobre aviso al director, de los límites infranqueables que tenía su misión encomendada en la misma.
Una mención aparte merece otra sección temporal que dio hermosísimos frutos. Nos referimos a la sección «La gran familia rociera»; bello concepto acuñado y propagado por estas fechas, en la que se recoge la historia
de las hermandades rocieras de entonces. Más allá de su contenido informativo, lo verdaderamente importante de esta sección fue su metodología;
es decir, la presencia de los miembros de la Hdad. Matriz y del Consejo de
Administración de la revista Rocío, en distintos pueblos y ciudades de la
geografía rociera, que propició por vez primera, el contacto personal de los
16
Así se presentaba esta sección en la revista: «En esta sección de la revista publicaremos todos aquellos hechos prodigiosos, que la Stma. Virgen del Rocío ha querido hacer a favor
de sus hijos y devotos, y que nos sean remitidos en señal de gratitud a la Señora, y para
estímulo y aliento de la devoción de los lectores...». Vid. Revista Rocío, nº 1. Almonte,
octubre de 1958.
17
Igualmente así se presentaba esta otra sección en la revista: «Lector amigo, Tú, que
quieres a la Virgen del Rocío y que tanto te preocupas por extender la autenticidad de
nuestras devociones a la Virgen, ayúdanos en nuestra labor. Escríbenos, y reséñanos
cuantos artículos, libros, folletos etc., conozcas sobre la Stma. Virgen del Rocío y sus
fiestas. Tenemos que formar la gran biblioteca de la Virgen». Vid. Revista Rocío, nº 1.
Almonte, octubre de 1958.
18
Vid. Revista Rocío, Núm 2, de noviembre de 1958; núm 3, de diciembre de 1958; núm 4,
de enero de 1959 y núm 7. Almonte, abril de 1959.
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miembros de la Hdad. Matriz con los representantes de sus hermandades
filiales, fuera de los días de la romería, en el marco en el que cotidianamente
desenvolvían su labor, en sus pueblos y ciudades de origen. Así lo ponía de
manifiesto José Luis de la Rosa a Santiago Padilla, en su escrito de 10 de
diciembre de 1959, en el que se traslucen además los medios precarios con
los que se desarrollaba esta notable labor:
Santiago Padilla Espina. Estimado amigo: [...] El viaje a Benacazón lo hice el lunes día 7, como teníamos previsto y la visita fue como
todas, de las de esta clase en que renace el espíritu de familia rociera.
Verdaderamente es un gran acierto hacerlas, porque es la mejor propaganda, que se hace a la revista, aunque sea a nuestras expensas. Pero
se compulsan opiniones y sobre todo se tiene un contacto estrecho,
con los que sienten idénticos afanes...
Fdo. José Luis de la Rosa19.
Por su parte, la referida y jugosa sección de «Ecos de Nuestros Fervores»,
estuvo en manos del capellán, al principio, José Pichardo, hasta su cambio
de destino en noviembre de 1960; fecha en la que le era encomendada a
Santiago Padilla, recién designado administrador de recuerdos de la Hdad.
Matriz y miembro del Consejo de Administración de la revista. Para hacer
esta labor del día a día, centrada fundamentalmente en la actividad de
los fines de semana, se valió de la colaboración del primer vendedor de
recuerdos de la Hdad. Matriz en el Rocío, Diego Espina, que le facilitaba
unas sencillas notas manuscritas, sobre la vida en el santuario de aquellas
fechas, de comienzos de los años 60; para que este más tarde, elaborase
las crónicas correspondientes para la referida sección de los «Ecos de
Nuestros Fervores». Dichos relatos nos ilustran la vida en el Santuario un
domingo cualquiera. Como el que, por ejemplo, transcribimos del mes de
octubre del año 1962. Así dice una de estas notas: «Día 1. Un coche de San
Juan del Puerto con una familia para visitar a la Virgen. Un taxi de Sevilla
acompañándole el párroco de San Julián, que ofició la misa. Un coche de
Lucena del Puerto con una familia, para ponerle velas y visitar a la Virgen»20.
Cabe subrayarse que junto a la calidad e interés de los textos que exhibe la revista en sus distintos números, debemos destacar igualmente, el uso
prolijo e intencionado de recursos gráficos, de un gran nivel profesional. En
esta colección de fotografías, realizadas especialmente, durante estos años
para la revista, debemos destacar los trabajos de profesionales y grandes
19
20
Vid. AHMA Sección de correspondencia. Año 1959. Escrito de 10 de diciembre de 1959.
Vid. ASP. Hojas manuscritas por Diego Espina. Inédito.
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aficionados. Entre los primeros caben reseñarse; Serrano, Bellido, Cabrerizo, Publifoto o Rodri; y entre los segundos, José Miguel Millán, Cosme
García-Alexandre, Juan Domínguez, el padre Federico Gutiérrez Serrano,...
o el propio José Luis de la Rosa. Los recursos gráficos se convierten así, en
otro elemento fundamental de comunicación de la revista, que atesoran un
gran valor artístico y plástico; y también, con el tiempo ya transcurrido, un
gran valor documental histórico.
A la vista de este somero análisis de su contenido y a la vista de las presentaciones de la revista ya transcritas al principio; de su mentor, Pedro
Cantero; de su primer director, Juan Infante; y de su segundo y definitivo
director, José Luis de la Rosa; debemos subrayar, que el objetivo medular
que se propuso y obtuvo cumplidamente la revista, fue el de crear un órgano
de comunicación oficial, difusión y de propaganda, que coordinase y diese
a conocer a todas las hdades. y a todos los devotos rocieros, el acontecer
diario de las mismas; y por ende, todas las cuestiones y actividades relativas
a la devoción rociera en general. Con esta iniciativa se pretendía de puertas
adentro, acercar la vida de la Hdad Matriz a todas sus hdades. filiales y viceversa; y por extensión, de puertas afuera, contar con un eficaz vehículo para
propagar la devoción a la Stma. Virgen del Rocío. Creemos, sin embargo,
que es justo reconocer que la revista llegó a alcanzar metas más altas, al convertirse también en un vehículo de orientación; en una ventana de opinión,
fiel espejo de la realidad cambiante del Rocío de la época.
LAS CLAVES DEL COLAPSO ANUNCIADO
DE LA REVISTA ROCÍO
Lo describimos con detalle en Rocío, la explosión de la gran devoción del
sur en el siglo xx. Desgraciadamente los aspectos de los contenidos de la revista, y particularmente, económicos, fueron el gran lastre de la misma, que
a la postre pudieron, como en tantos otros casos, con ella, y en este caso
además, a pesar de la experiencia vivida con el número extraordinario. Precisamente para dotar a la revista de un sistema de gestión económico y
administrativo eficaz, que ayudase a disipar los fantasmas del fracaso económico del número extraordinario, la junta de gobierno de la Hdad. Matriz había tomado medidas, designando un Consejo de Administración,
que quedó constituido, con fecha 3 de octubre de 1958, por los siguientes
miembros: Presidente: Antonio Millán Pérez; director: José Luis de la Rosa
Domínguez21; censor eclesiástico: José Pichardo Ojeda, Pbro; secretario:
21
Completaban el Consejo de Administración, como miembros honoríficos del mismo, el
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22
Manuel Escudero Robles ; administrador: Santiago Padilla Espina; vocales: José Mª Castrillo Moreno y Diego Ramírez Lagares23.
Ya con ocasión de la publicación del nº 4, la junta directiva de la Hdad.
Matriz hacía una primera valoración de la marcha de la misma, que notificaba al presidente del Consejo de Administración, Antonio Millán Pérez, en oficio de fecha 29 de enero de 1959; un día antes de aprobarse la
nueva candidatura, en la que el mismo terminaba encabezándola. En dicho
oficio, muy esclarecedor de las preocupaciones que en aquellos momentos
suscitaba la publicación de la misma y del interés de la junta directiva por
realizarle un estrecho seguimiento, se hacía un especial hincapié en todos
aquellos aspectos que hacían con el control efectivo de la misma, por parte
de la Hdad. Matriz. De este modo, tras trasladar a los miembros del Consejo
de Administración y a su «director literario», los ecos favorables que esta
había producido ya en muchos ambientes rocieros, se hacía una severa crítica a su contenido; manifestándose la necesidad de ampliar el círculo de
colaboradores y colaboraciones; dado su carácter «eminentemente popular»; así como, en la necesidad de dar «sobresaliente preferencia y aumentar en lo posible, aquellos temas relacionados directamente con la Sagrada
Imagen, Santuario y riquezas de la misma; aun cuando para ello hubiese
que suprimir otros temas de referencia indirecta a todo lo expresado»; y
evitando «demostrar preferencia por ninguna hermandad filial, procurándose, que en la publicación de fotografías y demás trabajos literarios presida
un espíritu equitativo para todas las hdades por igual, como Organo Oficial
de las mismas». Así mismo, se hacía constar en un tercer apartado, que siguiéndose las directrices y normas de «nuestro Excmo. y Rvdmo. Prelado»,
se centralizaba todo lo referente a la revista en Almonte; tanto su dirección,
como administración; debido a lo cual los trabajos literarios de colaboración se recibirían en Almonte; de donde, y previa censura, serían remitidos
sín demora al Sr. director literario. Por último se establecía, que el total de
ejemplares que componían su edición, deberían remitirse integramente a
propio Pedro Cantero, y Vicente Rodríguez Casado, director general de Información y
rector de la Universidad de Verano de Sta. María de la Rábida, con el que en los últimos
años se habían entablado unas buenas relaciones, que se tradujeron en una visita organizada varios veranos de los alumnos de esta Universidad, un día, hasta la aldea del Rocío.
Vid. AHMA. Sección de correspondencia. Año 1958. Oficio de 30 de septiembre de
1958.
22
Manuel Escudero Robles presentó su dimisión al cargo de secretario del Consejo de Administración de la revista Rocío, el día 1 de octubre de 1959, al año de ponerse en marcha el
proyecto, por, según recoge el oficio de comunicación al Sr. obispo: «no poder prestar al
cargo la debida atención, por sus múltiples ocupaciones». Le sustituyó a propuesta del
Consejo de Administración de la revista, José Galindo Peláez.
23
Vid. AHMA. Sección de correspondencia. Año 1958. Oficio de 3 de octubre de 1958.
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Almonte, desde donde se procedería a su más rápida y eficaz distribución
para su perfecto control y en evitación de posibles errores24.
Sin embargo, muy poco tiempo después, y a pesar de las diferentes precauciones adoptadas desde el principio de esta segunda etapa, empezó a
dejarse sentir con toda su crudeza, la otra cara de la revista; la generalmente
desconocida; la cara fría y desagradecida de los números; reviviéndose de
algún modo, el fantasma del número extraordinario de la revista Rocío.25 «y
se pagaban mal, a pesar de su módico precio de 0,36 € (60 Pta) anuales, y en
consecuencia la tirada era corta...». En concreto 1 129 ejemplares. Todos
estos factores unidos a otros, que a continuación veremos, fueron socavando los frágiles cimientos de la revista Rocío, y anunciando progresivamente
su declive y anunciado final. Así lo anunciaba ya la reseña que con el encabezamiento «La Revista Rocío después de un año», se incluía en su nº 13:
Cuando se ha cerrado balance de ingresos y gastos de nuestra revista
ha arrojado un déficit aproximado de 180,30 € (30 000 Pta). Son hasta ahora los suscriptores 900 y no cubren, por tanto los gastos. Pero el
Consejo de Administración trabaja con afán, y ha estudiado el modo de
enjugarlo. Más necesitamos el esfuerzo de todos. Hay que aumentar las
suscripciones. Que cada rociero propague la revista de la Virgen. Y que
los anunciantes, que tanto nos han ayudado en este año, no nos falten
con su aliento valioso. Sólo por eso ha sido posible mantener el mismo
precio de suscripción, para el año, que ahora comienza26.
En el punto 9º del acta de la S.O de fecha 17 de octubre de 1959 se aclara
este déficit, al manifestar que el mismo se había provocado por la publicación del número extraordinario del Rocío Grande del año actual, “ya que
fueron escasas las ventas de dicho nº”. Fue el último número extraordinario
que se realizó, a pesar de que se trataba de un número extraordinario que
nada tenía que ver con el número de 1957, salvo en el volumen de contenido con relación a los números ordinarios. Su nuevo fracaso, y su incidencia
decisiva negativa en la marcha de la economía de la revista determinó esta
decisión preventiva tan drástica.
Un año más tarde, en la S.o. de fecha de 8 de octubre de 1960, la junta
directiva de la Hdad. Matriz decidía asignar para el desenvolvimiento económico de la revista Rocío, 6 € (1 000 Pta) por número publicado. Era el
24
Vid. ASP. Escrito de 29 de enero de 1959.
Calculamos, según la información que hemos podido analizar, que así 750 suscripciones;
recordemos que la tirada no superó nunca los 1 129 ejemplares, estaban, al menos inicialmente, radicadas en Almonte. ASP. Listado de suscriptores de la revista Rocío. Ejemplar
mecanografiado.
26
Vid. Revista Rocío, número 13. Almonte, octubre de 1960.
25
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segundo toque de
atención, la segunda señal de
alarma, cuando
se cumplía el segundo año de la
revista. Para entonces se habían
descartado ya los
posibles beneficios económicos,
y el objetivo en
esta materia era,
a partir de entonces, cubrir, en la
medida de lo posible, los gastos que
ocasionaba. Y es
que, tampoco con
la publicidad se
conseguía equilibrar el presupuesto de una revista,
que entendemos
consiguió
una
presentación tipográfica muy destacada, con una
calidad de papel, de impresión y de diseño, que sólo se resintió al fi nal, en
sus últimos números.
Junto con las colaboraciones publicitarias más o menos fijas, del Excmo.
Ayuntamiento de Almonte, la de la Caja de Ahorros Provincial de Sevilla,
de la firma Ricardo Sanchis, Fotograbados Velasco, de las propias Gráficas
Sevillanas, o de las firmas vinateras del marco de Jerez; Caballero, Domeq y
González Byass; soporte sustancial financiero de la revista; al dedicarse los
primeros números de la misma a cada una de las hermandades filiales, en la
sección «La gran familia rociera»; y con este motivo, se conseguían nuevos apoyos publicitarios, vinculados a estas hermandades; al tiempo que
se intentaba aumentar el número de suscripciones para la misma. Así se
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anunciaba esta nueva iniciativa en el nº 19, en el que se ponía de manifiesto
además, los efectos positivos de estas visitas:
Una práctica nueva se ha establecido por el Consejo de Administración de la revista Rocío, a partir del segundo año de su publicación.
nos referimos a las visitas que todos los meses hacían varios miembros
del Consejo y Hdad. Matriz a los pueblos rocieros para compartir con
las Juntas de Gobierno el regalo de unas horas, conocer sus problemas,
brindarles colaboración entusiasta, y aumentar al propio tiempo el interés de todos por la Revista de la Virgen...27.
Cuando la continuidad de esta sección se rompió, a partir del nº 30, en
la que ya se habían incluido todas las hermandades filiales de entonces, a
falta de las nuevas que se iban creando, y de alguna que se había quedado
rezagada; la revista se resintió de una manera importante, tanto en el capítulo de ingresos por publicidad, como en el crecimiento del número de
suscriptores.
Al cumplirse el segundo año de la revista, la situación empezó a agravarse por números, como expresivamente certifica la correspondencia de
entonces:
D. José Luis de la Rosa. Mi querido amigo; correspondo a su atta. del
7, sintiendo decirte, que no hemos recibido nada de Bonares; ni colaboración, ni publicidad; ignorando si te lo han remitido a tí directamente.
De Almonte en este número tampoco nos ha sido posible conseguir
ningún anuncio, hay que tener en cuenta, que llevamos golpeando varios números, y claro aquí no abundan mucho las industrias, ni los negocios importantes. El compromiso del Ayto. termina precisamente con el
número próximo, veremos si conseguimos que prorroguen el anuncio...
Fdo. Santiago Padilla28.
Y en la remitida una semana más tarde, Santiago Padilla le manifiesta:
Mi querido amigo; Hasta hoy no se ha recibido la revista, y te escribo estas líneas para tener una reunión a la vista de los 24 números
publicados, que creemos es muy conveniente de tratar diversos asuntos
relacionados con la misma. El asunto económico sigue siendo precario,
la publicidad cada vez más difícil y el número de suscriptores con tendencia hacia abajo......
Fdo. Santiago Padilla. Almonte, 20 de septiembre de 196029.
27
Vid. Revista Rocío. Núm 19. Almonte, abril de 1960.
ASP. Sección de correspondencia general. Escrito de fecha 13 de septiembre de 1960.
29
ASP. Sección de correspondencia general. Escrito de fecha 20 de septiembre de 1960.
28
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Todo ello obligó a que en el nº 25 de la misma, al cumplirse el segundo
año de su publicación; haciéndose eco de esta situación, se incluyese el siguiente artículo, muy ilustrativo de lo que narramos :
Con el favor de la Virgen Santísima del Rocío hemos cumplido el
segundo año de publicación mensual. Dos años de afanes en honor y
gloria de la Blanca Paloma de nuestros amores y dos años de enormes
sacrificios de una parte, y de tangibles generosidades de otra, que todo
ello es suma y expresión de ese amor intenso y sín medida, que se anida
en cada corazón y en cada alma rociera, y del favor enorme, que la Virgen nos dispensa y otorga a cada hora.
Ya en el aniversario primero hicimos un pequeño balance y hablamos del déficit, que se venía produciendo en la publicación [...]. Yo sé
que todos estaban extrañados de cómo se podía hacer esto por el precio de suscripción. Es verdad, es imposible. Pero Ella es omnipotencia
suplicante y alcanza de Dios cuanto le pide. Para nosotros ha pedido
mucho, hemos recibido mucho, y por ello damos todo.
Tenga en cuenta el suscriptor, que por el precio de suscripción no
ha pagado más que el papel, durante estos dos años; que Rocío es casi un
regalo, que la propia Virgen le hace cada vez, con la delicadeza y caridad
[...]. Pero la situación se hace cada día más difícil. Necesitamos colaboración de anuncios, que la sostenga con el mismo empaque y con el andaluz señorío, con que se viene presentando y un poco más de esfuerzo
en los suscriptores. El Consejo de Administración ha acordado elevar la
suscripción de este año, de 0,36 € (sesenta pesetas) a 0,45 € (setenta y
cinco) [...]. Confiamos, que será bien acogida en el sentimiento de todos
la medida adoptada [...].30
Por su parte, el Consejo de Administración, cuya cabeza nunca llegó
a reemplazarse, una vez que Antonio Millán accedió a la presidencia de
la Hdad. Matriz, incluía esta nota en el referido número 25 de la revista
Rocío:
Debido al déficit, que se viene produciendo en nuestra Revista, a
partir de este número, que comienza el tercer año de publicación mensual, el Consejo de Administración comunica a los señores suscriptores
y al público en general, que los nuevos precios serán: Suscripción anual,
0,45 € (75 Pta) . Y los números sueltos, 0,06 € (10 Pta).
No deja de sorprender esta correspondencia, prácticamente semanal, que junto con el
teléfono, y excepcionalmente el telegrama, eran los medios utilizados para poder coordinar los trabajos de la revista Rocío, que en ningún número dejó de salir puntual y mensualmente, durante los cuatro largos años de su existencia.
30
Vid. Revista Rocío nº 25 .Editorial. Almonte, octubre de 1960.
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En diciembre de 1961, tres años después, y en el comienzo de la cuenta
atrás definitiva para su cierre, se daban instrucciones a la empresa Gráficas
Sevillanas, para que se redujese la tirada en cien ejemplares al mes.
Pero, no fueron las dificultades económicas, las únicas que se hubieron de combatir para dar continuidad al proyecto de la revista Rocío. Tan
difícil y complicado como este contratiempo; y mucho más de lo previsto
inicialmente, fue conseguir las necesarias colaboraciones literarias que
diesen mensualmente contenido y atractivo a la revista. De este modo,
cuando el proyecto estuvo algo más asentado, se nombraron colaboradores
o corresponsales, en distintos puntos estratégicos de la geografía rociera,
para que suministraran información, fotografías y también publicidad. En
esta labor destacaron por sus incansables colaboraciones Cosme García
Alexandre, secretario de la Hdad. de Ntra. Sra. del Rocío de Triana (Sevilla), Ángel López Junguito de la Hdad. de Huévar, Rafael Gastelu de la Hdad
de Huelva. O desde el punto de vista de la aportación de contenido para la
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misma, los asiduos colaboradores Fray Sebastián de Villaviciosa, Bonilla,...
En el nº 40 de la revista, en el desesperado intento por aumentar las colaboraciones literarias, se dirigía Santiago Padilla en estos términos a los lectores de la revista Rocío, desde la sección de «Ecos de nuestros fervores»:
...El Consejo de Administración de la revista Rocío hace un ruego
encarecido: ¡Hacen falta colaboraciones en nuestras páginas! En nuestros primeros números dijimos que la revista es de todos y para todos los
rocieros, y es lástima, que habiendo tantos rocieros capaces de escribir
sobre la devoción a la Señora y narrar en las páginas de Rocío sabrosos
comentarios, anécdotas interesantes, sus plumas permanezcan ociosas y
mudas. Hace falta, que los que puedan no regateen esa colaboración; no
es preciso para asomarse a los espacios de Rocío, ser un escritor o poeta
consagrado, sólo pedimos, que dentro del mínimo decoro literario se
cante la grandeza de María Stma. del Rocío y la espléndida lozanía y
vitalidad de su famosa romería. Esperamos, que este ruego sea atendido,
y que los Sres. Secretarios de nuestras hdades. filiales, nos participen
los proyectos y anhelos de sus hdades. respectivas; noticias, que Rocío
recogerá y propagará con el mayor cariño y entusiasmo31.
Y más adelante, lo volvía a hacer en el número 51:
...El Consejo y Dirección de la revista Rocío, repite una vez más el
llamamiento a los numerosos rocieros para que envíen colaboraciones a
Rocío. Esta revista se creo con el único fin de dar gloria y propagar el culto y devoción a la Blanca Paloma y es lástima, que tantas plumas como
podrían contar en sus páginas aspectos y anécdotas de la sin par romería y de la singular devoción a la Reina de las Marismas permanezcan
silenciosas.........Oímos lamentarse a algunos rocieros, de que la revista
repite temas, a lo que nosotros respondemos, que siendo la temática del
Rocío, tan riquísima, ¿no tendremos un poquito de culpa todos?...32
Pocos elogios más acompañaron la larga y penosa travesía por este mar
de inmensas dificultades de la revista Rocío, tras las felicitaciones iniciales
ya transcritas al principio de este epígrafe. En junio de 1962, en el ocaso de
la revista, aparecía en el número extraordinario del Diario Odiel de Huelva,
un artículo de Rocío Blanco Peláez, asidua colaboradora de la misma, con el
título: «Gracias, Rocío»33. Era posiblemente, el último homenaje en vida,
al gran proyecto editorial de la Hdad. Matriz, que tan magníficos frutos
31
Vid. Revista Rocío nº 40.Almonte, enero de 1961.
Vid. Revista Rocío nº 51.Almonte, diciembre de 1962.
33
Vid. ACER. Fondo V. Díaz de la Serna. Sección de Hemeroteca. Nº Extraordinario del
Diario Odiel. Huelva, 7 de junio de 1962.
32
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había dado y estaba dando para la devoción rociera; y cuyo verdadero valor documental y testimonial ponemos nosotros de manifiesto en esta obra.
Entre medio de tantas vicisitudes, y a partir del número 33 se hubo de modificar el nombre de la revista, que pasó a denominarse El Rocío, dado que
Juan Infante Galán hizo valer la propiedad intelectual del nombre original
Rocío; un hecho que por otra parte pasó desapercibido para casi todos.
Pero más allá de todas las dificultades descritas, de los ímprobos sacrificios personales y colectivos desarrollados para sacarla puntualmente cada
mes, durante 56 largos números; de todos estos entresijos; lo importante,
reiteramos, fueron los resultados editoriales que creemos son dignos del
mayor de los elogios.
A la vista de estas peripecias vividas en su limitada existencia, creo que
podemos afirmar, que en paralelo con lo que aconteciera con el número extraordinario de la revista Rocío, el éxito de la revista fue incuestionable desde el punto de vista de extender y de propagar la devoción a la Stma. Virgen
del Rocío; de acercar las hermandades filiales a su Hdad. Matriz y viceversa,
y de actuar como valioso instrumento orientador y de cauce de difusión y
de orientación de la metamorfosis que estaba sufriendo la devoción rociera.
Sin embargo, los resultados económicos, que no eran obviamente el objetivo de la revista, pero que si condicionaron su futuro; fueron como ya intuye
el lector, malos. Nunca tan malos como los de la revista extraordinaria de
1957, pero al fin y al cabo malos. Ello obligaría lamentablemente a la Hdad.
Matriz a suspenderla en junio de 1963, cuando se iniciaron las obras del
nuevo Santuario. Lo mismo ocurrió con la cartelería anunciadora de la Romería; pues, como medida de precaución, se debían concentrar todos los
recursos económicos disponibles de la hermandad en la gran obra que se
iniciaba.
BIBLIOGRAFÍA
FLORES CALA, J.: El Rocío de los años 60. En colección Cuadernos de
Almonte, Nº 73. Ayuntamiento de Almonte, 2003.
GONZÁLEZ CAMAÑO, Fco.: Conversaciones con Joaquín Sáenz. En
colección Palabra de pintor. Alcalá de Guadaira, 2010.
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ORTIZ, F. y COLÓN, C.: La imprenta San Eloy. Pinturas y dibujos de Joaquín
Sáenz. Diputación Provincial de Sevilla. Sevilla, 2006. Págs. 9 y 10.
PADILLA DÍAZ DE LA SERNA, S: Rocío de la explosión de la gran devoción
del sur en el siglo xx. (Almuzara, 2007).
RÍO, F. del: Carteles de Joaquín Saenz 1973-1990. Edit. Padilla Libros.
Sevilla, 1991.
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reproducciÓn del capÍtulo xlvii,
el rocÍo, de platero y yo.
versiÓn original,
ediciones de la lectura,
serie juventud,
madrid, diciembre de 1914
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Libro estantería de Platero y yo, obsequio de Juan Infante Galán
a Ángel Díaz de la Serna en 1951
Platero –le dije [a mi burrillo]– ; vamos a esperar las Carretas. Traen el
rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar de las Animas, la
frescura de las Madres y de los dos Fresnos, el olor de la Rocina...
Me lo llevé, guapo y lujoso, a que piropeara a las muchachas por la calle
de la Fuente, en cuyos (bajos) aleros de cal se moría, en una alta (vaga) cinta
rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos.
Venían ya, cuesta arriba, las Carretas. La suave llovizna de (todos) los
Rocíos caía sobre las viñas verdes, de una pasajera nube malva. Pero la gente
no levantaba siquiera los ojos al agua.
Pasaron primero los burros, mulas y caballos ataviados a la moruna (y
la crin trenzada), las alegres parejas de novios, ellos alegres, valientes ellas.
El rico y vivo tropel iba, volvía, se alcanzaba incesantemente en una locura sin sentido. Seguía luego el carro de los borrachos, estrepitoso, agrio y
trastornado(; d)etrás, las carretas, como lechos, colgadas de blanco, con las
muchachas morenas, duras y floridas, sentadas bajo el dosel, repicando panderetas y chillando sevillanas. Mas caballos, mas burros... Y el mayordomo
-¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Vivaaaa! – can(lv)o, seco y rojo, el sombrero
ancho a la espalda y la vara de oro descansada en el estribo. Al fin, mansamente tirado por dos grandes bueyes píos, que parecían obispos con sus
frontales de colorines y espejos, (en los que chispeaba el trastorno del sol mojado, cabeceando con la desigual tirada de la yunta), el Sin Pecado, amatista y de
plata en su carro blanco, todo en flor como un cargado jardín mustio.
Se olía ya la música, ahogada entre el campaneo y los cohetes (negros) y
el duro herir de los cascos herrados en las piedras...
Platero, entonces, dobló sus manos y como una mujer, se arrodilló - ¡una
habilidad suya! -, blando, humilde y consentido.
Notas
1.- Entre paréntesis aparecen las ligeras diferencias entre las ediciones de 1914 y 1917. El
texto en corchetes aparece en la edición de 1914, que desaparece, o varía, en la de 1917.
Luego se añade, a partir de la edición de 1917.
2.- Las ediciones que han servido de referencia para realizar este estudio comparativo son
las de editorial Juventud de 1914, y la edición de las Publicaciones de la Residencia de
Estudiantes, editada en Madrid en el año 1932.
exvoto • Año III • Número 2 • ISSN 2253-7120
281
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Terminose de imprimir el
día 31 de diciembre de 2013,
festividad de San Silvestre,
papa, en los talleres de
la imprenta Pinelo
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Santiago Padilla Díaz de la Serna
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María José Sánchez López
Antonio Ramírez Almanza
En cubierta: El Rocío en «Platero y yo», óleo sobre
lienzo de Juan Manuel Nuñez Bañez. Madrid,
2010. Colección particular.

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