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PROGRAMA No. 1297
APOCALIPSIS
Capítulo 8:6 - 13
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el libro de Apocalipsis, y llegamos al
versículo 6 del capítulo 8 de este maravilloso libro. Vamos a seguir avanzando un poquito más
rápido hoy, porque vamos a tocar algunas trompetas, o mejor dicho, vamos a escuchar cuando los
ángeles toquen estas trompetas. Eso es algo verdaderamente terrible. Este es el juicio de Dios
que viene directamente sobre la tierra. El versículo 6, entonces, de este capítulo 8 de Apocalipsis
dice:
6
Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas. (Ap. 8:6)
Este es un momento solemne. Ya ha terminado esa media hora de silencio. Las oraciones de
los santos se han escuchado. Ya se ha dado la orden para hacer tocar las trompetas. Los ángeles
toman una posición de atención, y al tocar las trompetas la ira divina se desata sobre los hombres
rebeldes. El tocar de las trompetas no introduce símbolos de secretos. Las plagas que se
mencionan aquí son plagas literales. Este método que existe hoy de evaporar el significado de la
Escritura es tan malo como el tratar de negar la inspiración de la Palabra de Dios. Es decir, es
estar diciendo que Dios no quiere decir lo que dice, y que esto quiere decir algo completamente
diferente. Ahora, en el versículo 7 de este capítulo 8 de Apocalipsis, leemos:
7
El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que
fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó
toda la hierba verde. (Ap. 8:7)
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Este es un juicio directo de parte de Dios. Su juicio cae sobre toda la vida vegetal, desde el
pasto o hierba hasta los grandes árboles. Toda clase de vida botánica es afectada al principio.
Notemos esto sin embargo, que aquí se menciona solamente una tercera parte. Ese es un golpe
tremendo sobre la tierra. Y el fuego es el gran enemigo que usa Dios. En el primer juicio global,
Dios utilizó el diluvio; ahora va a ser el fuego. En realidad, amigo oyente, esta tierra va a ser
transformada por el fuego, purificada por fuego. Ahora las praderas y los bosques cubiertos de
hierbas son destruidos parcialmente por el fuego. Se indica que es la tercera parte de todo esto,
y eso demuestra la gran extensión del daño causado, una tercera parte. No es una cuarta parte, ni
tampoco la mitad, sino que indica una tercera parte. Ahora, aquí está hablando de plantas, de la
vida vegetal. Usted recuerda que la vida vegetal fue la primera que fue creada, y es la primera en
ser destruida. El primer capítulo de Génesis comienza hablando de la vida vegetal, después que
se ha establecido el orden en el sentido físico del globo terráqueo.
Este es un juicio literal sobre la vida vegetal, de la misma manera que las siete plagas de
Egipto fueron literales.
Señalamos anteriormente el hecho de que había una similitud
extraordinaria entre las plagas en Egipto y los juicios de las trompetas. Nuevamente debemos
decir que esto no es ningún accidente, porque si usted regresa a ver lo que dice el libro de Éxodo,
descubrirá que las plagas allí eran algo literal, y cada creyente en la Biblia tiene que estar de
acuerdo con esto. Entonces también debe estar de acuerdo en que las plagas mencionadas en
Apocalipsis deben ser aceptadas de la misma manera. No conocemos qué tipo de hermenéutica
uno puede usar para interpretar una cosa de una manera en un lugar, y de otra manera en otro
lugar, a no ser que la Escritura le indique claramente que usted puede hacer tal cosa.
Probablemente deberíamos leer lo que nos dice allá el libro de Éxodo. En el capítulo 9, versículo
18 de Éxodo, tenemos lo siguiente: He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo
muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. Y cuando cayó
este granizo sobre la tierra, se nos dice que destruyó la hierba del campo en el país de Egipto.
Ahora, en el versículo 25 leemos: Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que
estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del
campo, y desgajó todos los árboles del país.
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Se nos dice que desgajó todos los árboles del país. Esta era una destrucción del ciento por
ciento, y en Apocalipsis tenemos una tercera parte de la tierra. Veamos ahora lo que dice la
segunda trompeta; leamos los versículos 8 y 9 de este capítulo 8 de Apocalipsis:
8
El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue
precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. 9Y murió la
tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves
fue destruida. (Ap. 8:8-9)
Ahora se habla del mar, el cual ocupa la mayor parte de la superficie terrestre, y esto es
afectado por el juicio directo de Dios. Y usted recuerda también que es mencionado allá en
Génesis que hubo la separación de la tierra y de la mar, y eso ocurrió en el mismo día en que
apareció la vida vegetal, eso lo vemos allá en Génesis capítulo 1, versículos 9 y 10.
Es necesario que prestemos mucha atención al lenguaje utilizado aquí.
Aquí se está
utilizando un lenguaje literal y debemos prestar mucha atención, por cierto.
Juan no está diciendo aquí que una montaña ardiendo cayó o se precipitó a la mar. Sino que
él dice que era una masa como una gran montaña ardiendo. Es como si fuera una gran montaña
ardiendo que se precipitó en el mar, como si fuera una gran montaña. Esta es una diferencia muy
cuidadosa en el uso del lenguaje que debemos notar, especialmente cuando es una práctica muy
común el amontonar todo lo que se menciona en este libro, y llamarlo simbólico. Y eso, por
supuesto, le evita muchos problemas a uno, pero es como “salir de Guatemala y entrar en
Guatepeor”.
Ahora, la montaña representa algo tan literal y tangible como lo que tenemos allá en
Jeremías, capítulo 51, versículo 25, donde dice: He aquí yo estoy contra ti, oh monte destruidor,
dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano contra ti, y te haré rodar de las
peñas, y te reduciré a monte quemado. Esta masa literal cae a un mar literal y una tercera parte
llega a ser sangre literal, y una tercera parte de todas las criaturas vivientes literalmente en una
mar literal mueren una muerte literal. Nada puede ser más claro que todo esto.
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Y también se dice que una tercera parte de las naves literalmente de las naciones fueron
literalmente destruidas. Si usted, amigo oyente, le permite a Juan que diga lo que quiere decir, lo
presenta muy claramente. No hay necesidad de ir de un lugar a otro tratando de encontrar algún
símbolo, de que esto es algo simbólico. ¿Simbólico de qué? Dios no dice que eso es simbólico.
Él lo presenta claramente: una gran masa o fuerza que es colocada en el océano. No sabemos
qué puede ser esto. Usted nos pregunta por qué es que no sabemos. Por dos razones. En primer
lugar, Juan no nos dijo. Y él no le dijo a nadie tampoco. Esa es la razón por la cual no creemos
que nadie tenga la respuesta. Y la segunda razón es esta: que nosotros no esperamos estar aquí
en ese entonces para poder leer lo que dicen los periódicos, esas malas noticias que siempre
tenemos en los periódicos en el día de hoy. Y estamos seguros que esto continuará, aunque de
una manera más profusa en el período de la Gran Tribulación. Así es que, no vamos a estar aquí
para leer eso. Entonces, podríamos decir que esto no nos concierne demasiado, aparte de darnos
cuenta de la terrible tragedia que se avecina sobre un mundo que rechaza a Cristo, que en
realidad se está burlando, que pone en ridículo la Palabra de Dios en el presente. Esto es algo
que causa tristeza al corazón del creyente. Pero no debemos hacer más de eso. Eso no sólo
debería afectar nuestros corazones sino que debería afectar nuestras voluntades y nuestros pies, y
comenzar a andar para esparcir hoy la Palabra de Dios. Esa es nuestra responsabilidad, y
creemos que esa es una responsabilidad solemne. No podemos evitar que ese juicio llegue a la
tierra. Pero sí podemos predicar la Palabra de Dios, y reducir la población que quedará aquí en
ese entonces.
Bien, llegamos ahora a la tercera trompeta. Leamos los versículos 10 y 11 de este capítulo 8
de Apocalipsis:
10
El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como
una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.
11
Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en
ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron
amargas. (Ap. 8:10-11)
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Estamos viviendo en el presente donde se ha dicho mucho en cuanto a la contaminación del
ambiente. Es un verdadero problema hoy. Parecería como que el hombre se hubiera anticipado a
esta estrella contaminando todas las aguas. Opinamos personalmente que el hombre se va a ver
obligado en el presente a limpiar las aguas del mundo, si quiere continuar existiendo aquí. Se
considera, amigo oyente, que el instinto de conservación es la primera ley de la naturaleza. Y el
hombre quiere continuar en esta pequeña tierra, así es que, va a hacer algo en cuanto a esto. Pero
aquí en la Gran Tribulación, el agua fresca, el agua de las vertientes, el agua que el hombre
utiliza para beber es contaminada. Es decir, una tercera parte de esa agua. En algunos lugares
del mundo, la gente sabe lo que es el vivir con muy poca agua para beber y para uso doméstico.
Algunos países de vez en cuando sufren grandes sequías y es muy difícil obtener agua para beber.
Eso es algo verdaderamente esencial tanto para el hombre como para los animales. Estamos
seguros que en una ocasión u otra usted habrá visto en revistas y periódicos fotografías de
personas con ollas y otros utensilios de cocina yendo a algún lugar para buscar agua y llevarla a
sus hogares. Esto puede ser causado por una intensa sequía, por las aguas contaminadas de algún
río, o por otras causas que hacen imposible lograr agua para beber, y para otros usos domésticos.
Estas experiencias debería enseñarle al hombre cuanto depende del agua fresca de los ríos. Y
aquí tenemos un juicio sobre esto. Usted recuerda que Israel tuvo una experiencia cuando
cruzaron el Mar Rojo; ellos llegaron a un lugar llamado Mara, y las aguas eran amargas en ese
lugar. Y a Moisés se le indicó que tomara un árbol y lo arrojara en las aguas para que se hicieran
dulces.
Durante la Gran Tribulación, las aguas dulces se convierten en amargas por un meteoro, una
estrella del cielo. Ahora, alguien quizá puede preguntar si esto es una estrella literal. No vemos
ninguna razón para pensar de otra manera. Y el árbol que Moisés arrojó en las aguas habla de la
cruz de Cristo.
Hemos visto aquí el nombre de la estrella que es “ajenjo”. Y según Vincent, esto se utiliza
aquí metafóricamente de la siguiente manera: habla de la idolatría de Israel. Eso lo podemos ver
en varios pasajes como Deuteronomio, capítulo 29, versículo 18. Habla de la calamidad y la
tristeza. Eso lo vemos en Jeremías, capítulo 9, versículo 15, y en Lamentaciones, capítulo 3,
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versículo 15. Habla de un juicio falso en Amós, capítulo 5, versículo 7. El profeta Amós
presentó esto, y muy claramente, por cierto.
Esta estrella pues, es algo literal; es un meteoro que contiene veneno y contamina una tercera
parte del aprovisionamiento de agua de la tierra. Este nombre sugiere que este es un juicio contra
la idolatría y la injusticia del hombre; la calamidad y la tristeza son las compensaciones naturales
que vienen sobre el hombre a causa de este juicio. Creemos que este pasaje es algo sobresaliente
en las Escrituras. Bien, llegamos ahora a la cuarta trompeta. Leamos el versículo 12 de este
capítulo 8 de Apocalipsis:
12
El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera
parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera
parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche. (Ap.
8:12)
Otro aspecto de la creación de la cual depende la humanidad en esta tierra para ser provista
de luz y vida es el sol, y en un menor grado, el hombre depende también de la luna y las estrellas.
Fue en el cuarto día de la creación que estos cuerpos celestiales aparecieron. Habían sido
creados antes, pero fue entonces cuando fueron iluminados; y ahora es como si esta luz fuera
apagada en una tercera parte de la tierra. Dios había permitido que estas luces iluminaran, la
lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la
noche. – dice en Génesis. (Gén. 1:16). Estas lumbreras eran también para servir de señales para
las estaciones. (Gén. 1:14). El Señor indicó que en la Gran Tribulación habrá señales especiales
en los cuerpos celestiales. El Señor Jesucristo mencionó eso allá en el evangelio según San
Mateo, capítulo 24, versículo 29, donde dice: E inmediatamente después de la tribulación de
aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del
cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Bueno, las leyes de la naturaleza son alteradas radicalmente por estas perturbaciones. Hay
una definitiva limitación de sólo una tercera parte de la luz y del día que es afectada, pero la
intensidad de la luz es reducida en una tercera parte de su potencia en vatios, digamos. Hoy se
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habla mucho en cuanto a una reducción de la energía, una falta de energía. Amigo oyente,
vendrá una reducción muy grande a esta tierra algún día.
En cierta ocasión, en una ciudad industrial del nororiente de los Estados Unidos, hubo
necesidad de cerrar muchas plantas o fábricas, y varios miles de trabajadores fueron dejados
cesantes, y muchos comenzaron a abandonar la ciudad. Y uno de estos chistosos que nunca
faltan, puso un cartel a la salida de la ciudad que decía: “El último que abandone la ciudad, por
favor, apague las luces”. Bueno, amigo oyente, Dios está listo a apagar las luces de esta tierra.
Sin embargo, el Señor dijo claramente allá en Génesis, capítulo 8, versículo 22: Mientras la
tierra permanezca, no cesarán la sementara y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno,
y el día y la noche. Creemos que existe algo muy interesante en conexión con esto, y queremos
citar lo que dijo Roberto Govett; dice él: “Es así que aún continúa el día, aunque su brillantez se
ha disminuido. Dios demuestra Su derecho a cuestionar el derecho del hombre en cuanto al
pacto; él no ha cumplido con los términos de ese pacto. Sangre por sangre no es derramada por
las naciones. Para ese entonces, el mandato de dar muerte al asesino es negado por el mundo a
través de una filantropía falsa”.
Este es otro aspecto de la pena capital. Hay jueces de corazones demasiado tiernos, y cabezas
tiernas también, que quieren acabar con la pena capital, y dejan que los criminales anden libres
en este mundo del presente, y esto es lo que ha sucedido. El hombre continúa dirigiéndose en esa
misma dirección. Amigo oyente, Dios dice que Él dio un mandamiento o un pacto en el cual el
hombre debería proteger la vida humana; y uno protege la vida humana cuando castiga a los
criminales, y cuando los quita de esta vida. Amigo oyente, eso sirve para disuadir el crimen, y
cualquier persona que diga que no sirve para disuadir el crimen tiene que ser como un avestruz
que esconde su cabeza en la arena, porque es muy obvio que sirve para disuadir el crimen.
Amigo oyente, aquí tenemos algo muy destacado, por cierto. Nosotros creemos que la pena
capital será abolida por el Anticristo, si eso no llega a ocurrir antes. Ahora, el versículo 13, el
último versículo de este capítulo 8 de Apocalipsis, dice:
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13
Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay,
de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para
sonar los tres ángeles! (Ap. 8:13)
Cuando se toca la cuarta trompeta, se hace un anuncio de una rara intensidad de ayes en el
juicio que viene sobre la tierra, y las últimas tres trompetas están separadas de las primeras
cuatro, y son trompetas de ayes.
Ahora, aquí tenemos a un águila. Esta es un águila en lugar de un ángel hablando. La
palabra traducida como “ángel” al principio de este versículo, significa literalmente “águila”. Y,
quizá usted pregunte: “Bueno, ¿es un águila literalmente?, porque está hablando”. Bueno, amigo
oyente, si Dios puede hacer que un loro hable, y también otras aves, por qué tiene usted dificultad
de que hable un águila? Y es interesante que Él eligió un águila aquí, porque el Señor Jesucristo
dijo en Mateo, capítulo 24, versículo 28: Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto,
allí se juntarán las águilas. Y eso será después de esa gran Batalla de Armagedón. Y con esto,
amigo oyente, concluimos nuestro estudio de este capítulo 8, y Dios mediante, en nuestro
próximo programa, entraremos a estudiar el capítulo 9 de Apocalipsis. Le invitamos a que nos
acompañe. Será, pues, hasta entonces, ¡que Dios le bendiga es nuestra más ferviente oración!
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