Por alguna razon que no logro comprender…

Transcripción

Por alguna razon que no logro comprender…
Lure
-Por alguna razón que no logro comprender… quiero protegerlo.
1
Por alguna razón que no logro comprender… quiero protegerlo.
Por Lure
Se levantaba cansado de la noche de entrenamiento, pero más alegre que nunca sabiendo
que su deber había terminado. Ya le era costumbre. Hasta había empezado a disfrutarlo.
Todos los días era la misma rutina. Levantarse, preparar las comidas, realizar las tareas de
limpieza y llegada la noche… las prácticas habituales. Kaleth era adiestrado para ser un
esclavo sexual.
Anker, un joven noble, famoso y adinerado era ahora su tutor. Había obtenido a Kaleth
como pago del préstamo que le otorgaron a sus padres. Estos al no poderlo solventar fueron
obligados a entregar a su hijo como compensación. El joven de apenas 14 años no lo dudo
un instante y se ofreció para saldar su deuda. El pensaba que solo haría quehaceres en su
nuevo hogar, no más diferente de lo que realizaba en su casa, pero estaba equivocado.
Ese día… fue el más terrible de todos. Estando en la pubertad, no conocía lo que era el
placer ni el amor. A esa edad recién se comienza a descubrir esta faceta en la vida y el no
estaba preparado para lo que iba a venir. Anker lo llamo a su habitación.
–Kaleth, necesito que me traigas un vaso de agua–.
Como de costumbre Kaleth estaba siempre listo a las órdenes de su amo, al fin y al cabo,
este lo había aceptado a cambio de perdonarles la vida. No podía quejarse. Lo trataban
como a todos los criados y solo se ocupaba de las tareas de la casa.
Corrió hacia la cocina. Tomó un vaso de la alacena y lo llenó de inmediato. Al llegar a la
habitación, golpea la puerta.
–Permiso, ¿puedo pasar? –
–Adelante–
Kaleth abre la puerta e ingresa. Anker se encontraba sentado en su lecho completamente
desnudo, por lo que Kaleth se torna media vuelta rápidamente sonrojado y tira un poco del
agua que traía en el vaso, mojando el piso alfombrado.
–Discúlpeme, pensé que ya podía ingresar. No quise verle desvestido–
–Calma, entrégame ese vaso–.
Muy tímido se da vuelta y va hacia él. Le entrega el vaso y rápidamente se dirige hacia la
puerta para salir. Anker sorprendido se ríe y le dice…
–¿A dónde te diriges con tanta prisa?, aún no te he dicho que te retires.
Kaleth se detiene súbitamente y tartamudeando trata de disimular sus ansias por retirarse de
la habitación.
–Lo siento, s-solo iba a buscar un trapo. Es que se-se me cayó agua en la alfombra.
–Deja la alfombra, no tiene importancia–. Kaleth se sentía incomodo. Sentía que algo malo
estaba por suceder. La intuición le estaba llamando la atención.
–Ven aquí, charlemos un rato–. Era muy extraño. Nunca pidió hablar con él, y menos a
estas horas de la noche. Desconfiado se escuso.
–Realmente me encantaría, pero es que mañana hay muchas labores a realizar, debo ir a
descansar. En otra ocasión será–. Mientras decía eso caminaba hacia atrás buscando la
puerta para salir. Pero Anker lo detuvo gritando irritado.
–¡Cuando digo una cosa debes obedecerme!– Kaleth salto del susto. Tuvo miedo. Era la
primera vez que le gritaba.
–Pensé que ibas a ser un chico bueno y obediente, pero veo que debo utilizar otro estilo de
persuasión con vos–. Kaleth no entiende tales palabras, pero había logrado enojarlo. Por eso
se alejó de la puerta y tratando de no mirarle a la cara se quedó quieto.
–Discúlpeme por mi insolencia, ¿Qué es lo que desea hablar con migo? –. Riéndose, Anker
se le acerca y tomando su rostro lo obliga a mirarlo.
–Realmente ere un joven muy precioso. Esos ojos... Tus mejillas blancas, tus labios
rosados, tienes un rostro perfecto–. Lo mira detenidamente. Kaleth incomodo gira su rostro
a un costado y al instante recibe un golpe fuerte en la cara que lo tumba al suelo. Anker
sonriente se le acerca, lo alza y lo tira sobre la cama.
–¿Por qué me golpea? –
–Eres mi esclavo, ¿lo olvidaste?, puedo hacer contigo lo que quiera. Y no voy a tolerar ese
tipo de desprecio. Ahora vas a aprender tu lección–. –¿Q- que vas a hacerme? ¡Aléjate! ¡No
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te me acerques!–, –Voy a enseñarte el arte del sexo. Serás mi esclavo sexual de ahora en
adelante–, –¡No!, ¡por favor. No me haga nada!–.
Suplicaba una y otra vez, tratando de calmar la lujuria de su amo, pero obtenía todo lo
contrario. La situación lo excitaba más y no dudo en comenzar el entrenamiento. Con unas
cuerdas amarro las extremidades de Kaleth. El le gritaba una y otra vez que se detuviera.
Anker ya no lo escuchaba, estaba absorto en lo suyo. Comenzó lamiendo los dedos de los
pies, uno por uno y ascendiendo por el empeine. Continuó hasta la parte interna de su
muslo. Luego recorrió la ingle hasta llegar a su sexo. Lo lamió lenta y profundamente.
Kaleth emitió un pequeño gemido. Su corazón latía fuertemente. Era una sensación
completamente nueva. Una mezcla de odio, bronca y rabia con un placer desconocido y
excitante. La situación le desagradaba, pero a medida que Anker continuaba lamiendo su
pene se iba transformando en un placer incontrolable. Sus gemidos eran más fuertes y
continuos. Sus mejilla estaban coloradas y gotas de sudor caían por todo el cuerpo.
¿Qué le estaba pasando?, se preguntaba, –¿Cómo esto me puede gustar?, estoy siendo
violado y aún así…– ya no podía pensar más… sus gritos de que parar habían cesado y solo
se escuchaban gemidos de placer. Anker se detuvo repentinamente y le hablo en un tono
burlón:
–mira que fácil te me entregaste, pensé que ibas a poner más resistencia. Que chico
pervertido que resultaste ser–,
Kaleth trataba de pronunciar palabra pero su mente estaba tan bloqueada que no podía
defenderse a tal declaración. Era verdad, con solo unos minutos ya se había vuelvo un
humilde esclavo. Pero le era imposible negársele. Se odiaba a si mismo por ser así, por
aceptar lo que le estaba haciendo y por disfrutarlo. Al haber terminado de decir esto,
continuo lamiendo su miembro a mayor velocidad que hacia que se revolviera de goce.
Kaleth ya no podía controlarse más. Una ola de placer lo inundo por completo y tuvo su
primer orgasmo.
Al segundo comenzaron a caérsele las lágrimas a borbotones. Solo se quedó quieto
mirando el techo de la alcoba, viendo su propia figura reflejada en un espejo. Las lágrimas
continuaron mientras Anker se dedicaba a desatarlo.
–¿Así que te ha gustado?, no imagine que te hubieras venido tan rápido–, las lagrimas
cesaron. Al escuchar estas palabras se incorporó y descendió la vista a las sabanas de la
cama. Vio lo que había producido su cuerpo. Lo tocó intrigado. Todo era tan nuevo. Pero se
sentía liberado, relajado, como renovado. Kaleth reacciono cuando lo ve de perfil a Anker.
El lo miraba detenidamente y apreciaba todos los gestos que hacía su cara.
–¿Tienes algo para decir? –. Kaleth lo mira y no pronuncia palabra. –Pero si no fue para
tanto… solo te has venido una vez. Aún tengo mucho que enseñarte. Verás que cuando
experimentes el placer del sexo, pedirás todos los días hacerlo–, de repente se escucha que
murmura algo.
–¿Que?, no escuché–, Kaleth se sonroja e intenta repetirle lo que le había dicho.
–¡Q..e..o m..s! –, Anker molesto, fruñe el seño y cuando estaba a punto de gruñirle, lo que
repite se escucha fuerte y claro.
–¡Quiero más!, quiero que me hagas sentir de nuevo así–. Se le acerca en cuclillas, con ojos
brillantes, colorado de una oreja a otra. Anker boquiabierto no dudo en complacer al
muchacho que se lo pedía de esa manera.
–¿Así que quieres más?–, Kaleth asintió con la cabeza. – Esta bien, entonces te daré más–.
Anker lo agarró por detrás y lo tumbo boca abajo. Alzó sus manos por arriba de su cabeza.
Luego introdujo sus dedos en la boca de Kaleth y le dijo: –Chupalos bien… quiero que
queden bien limpios–, Kaleth obedecía… estaba tan en éxtasis que no le importaba hacer
todo lo que le dijera.
–Eso… muy bien. Ya es suficiente–. Le retira los dedos de la boca y los desliza hasta el ano
y los mete dentro. Kaleth se retuerce.
–¿Q- qué estás haciendo? –, –¿es que no me habías pedido más?, eso estoy haciendo–.
Metió más a fondo y comenzó a moverlos por dentro.
–¡No!, ¡detente!, y- yo no quería esto–, –estoy seguro que lo deseas… míralo.., pronto
tendrás esto en tu culo– señaló su pene. Kaleth abrió grande los ojos, no sabía que le haría
eso. ¿Porque quería metérselo ahí?. Anker retiró los dedos y se dispuso a meter su pene.
Fue cuidadoso al principio, coloco solo la punta y una vez que esta se acomodó, lo envistió
con todas sus fuerzas. Kaleth pego un grito de dolor y se inclinó para atrás al mismo
tiempo.
–¡Por favor!… ¡sácalo de ahí!. ¡Ese lugar no es para eso!–. Gritaba. –Vamos niño, es lo que
me habías pedido–, –¡no!, ¡me duele!, ¡me estas lastimando! –. Anker continuaba
embistiéndolo y cada vez más rápido. Jadeaba y agarraba las nalgas de Kaleth con fuerza y
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las tiraba contra él. Así estuvo un buen rato hasta que de repente se detuvo bruscamente.
Kaleth sintió como algo cálido en forma de chorro se metía en lo profundo de su recto.
Anker se había venido dentro de él.
No podía creer lo que estaba pasando. Minutos antes estaba deseoso por conocer más y
sentir de nuevo ese placer y ahora se maldecía por habérselo pedido. Anker retira su
miembro y comienza a brotar su esperma. Kaleth temblando del dolor puso la mano atrás
para ver lo que tenía. Su mano repleta de semen era lo que poseía enfrente. Comenzó a
gritar de pánico.
–¡Ahhhhhhhhhhh! –, –silencio, cállate mocoso de mierda. Vete acostumbrando porque de
hoy en adelante, tu cuerpo será mío y haré lo que quiera con él. Todas las noches me lo
voltearé una y otra vez. Y no podrás hacer nada porque eres un simple esclavo que ni tiene
en donde caerse muerto. Así que ahora vete–.
Kaleth aguantándose las ganas de lagrimear, se levanta muy adolorido. Apenas se podía
mantener en pie. Las piernas le flaqueaban. Trato de caminar erguido pero el dolor no se lo
permitía. Al salir de la habitación se dirigió a la suya con dificultad. Una vez que cerro la
puerta tras de el, se desplomo en el suelo y comenzó a llorar desconsoladamente. Juró que
se vengaría. Pero era en vano maldecirlo y pensar las mil y un torturas para Anker. El era
solo un niño y como le había dicho, para colmo un esclavo. El no podría hacer nada contra
un noble. Kaleth se levanto y se dirigió al baño. Se lavó una y otra vez hasta cansarse y
sentirse limpio. Pero aun le quedaba la sensación dentro de él.
Así fue durante un año. Todas las noches Kaleth se dirigía al cuarto de su amo. Era un
chico ya experimentado que conocía al detalle como satisfacer a una persona. El acto ya no
le era doloroso; con el tiempo y la práctica ya no lo sentía. Ahora era puro placer. Aún le
disgustaba hacerlo con Anker. El había sido el que le había hecho sentir horrendo y nunca
iba a olvidarlo. Pero más allá de todo eso, el tiempo lo hablando y lo volvió un sumiso
esclavo. Sin darse cuenta, Kaleth ya estaba acostumbrado y dejo de importarle.
Más allá de ese detalle, Kaleth vivía cómodamente. Las tareas cotidianas ya no las estaba
realizando. Todo fue por órdenes de Anker, cuando unos meses atrás le dijo:
–Kaleth, de ahora en adelante no harás ningún trabajo en la casa, solo te dedicaras a tus
actividades nocturnas–, Kaleth sorprendido pregunto, –¿se puede saber la razón?–, –no
quiero que te estropees con cosas frívolas. Quiero verte todos los días con ropas lujosas,
bañado y arreglado. Tu apariencia debe estar impecable. Solo te quiero tener como mi
mascota–, Kaleth solo asintió con la cabeza e inmediatamente dejo de hacer lo que estaba
haciendo.
Todos los días debía bañarse con esencias especiales. Tenia un ropaje nuevo cada
mañana. Le peinaban y le trataban manos y pies. Todo esto, tan de repente era sospechoso.
A Anker jamás le molestaban todas estas cosas, ¿por qué ahora se fijaría en todos esos
detalles?. Nuevamente tuvo una sensación extraña.
Kaleth comenzó a sospechar aún más, cuando todos los días, Anker le presentaba a un
noble nuevo. Eran hombres mayores, muy adinerados. El se sentía muy incomodo. Antes se
encontraba en la casa en los lugares en donde nadie pudiera verlo. Y ahora era el centro de
atención de todos estos distinguidos. Luego de ser presentado, Anker se retiraba lejos en
una mesa. Veía como Anker hablaba con entusiasmo mientras que la otra persona lo miraba
atento y respondía a lo estuvieran platicando. Luego lo llamaban para que se despidiera.
¿Qué tenia que ver Kaleth en todo esto?, él no lo sabia, pero no tardó en enterarse.
Todos los días venía un noble particular. Era el que había mirado a Kaleth con más
intensidad que los otros. Siempre era atento y amable al hablar. Parecía estar ansioso.
Siempre que venia estaba horas hablando con Anker. Kaleth no se aguantaba la intriga.
Cuando vio que se dirigieron hacia la biblioteca un escalofrío recorrió todo su cuerpo. ¿Por
qué se retiraban?, Siempre hablaban en la sala. Se dirigió a la biblioteca y abrió la puerta
suavemente para poder escuchar de lo que conversaban.
–Esta es mi oferta final. No creo que haya alguien más interesado que yo. Este chico es
perfecto para lo que necesito–, –lo siento, pero el muchacho vale aún mas de lo que me esta
ofreciendo. Ya le dije que mi numero es superior–, –¿pero quien creer que le va a pagar
más de lo que yo le ofrezco?–, –le aseguro que es un excelente amante y con esto le digo
todo, yo personalmente los entreno. Sino tiene nada más que decir, lo acompaño a la
salida–, –espere un momento. Déjeme pensarlo una vez más. Guárdeme al chico–, –lo
siento, pero apenas llegue el primer postor que satisfaga mis peticiones se lo voy vender–,
el noble se queda pensativo por un instante y luego saca una bolsa pequeña llena de
diamantes. –Con esto debe alcanzar lo que pides–. Anker, abre la bolsa… suelta los
diamantes y con una cara sonriente se levanta y tiende su mano.
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–Es un trato, el muchacho es suyo, puede llevárselo hoy mismo–. Kaleth no podía creer lo
que escuchaba, su propio amo lo estaba vendiendo. Ahora entendía porque tantos mimos y
arreglos, quería que estuviera lo más presentable posible. Era una subasta de él mismo.
Paralizado, quedo a un costado de la puerta. No sabía que hacer. No quería que otro le
hiciera lo mismo que Anker. De repente la puerta se abre y el noble le dice:
–Aquí estas muchacho, ven conmigo–, –¡no!, ¡suélteme!–, –ahora me perteneces, te he
comprado, espero que seas de tan buena calidad como me lo vendió tu amo–, Kaleth lloroso
miraba a Anker mientras era arrastrado hacia la salida.
–Amo, por favor, no me venda a otro, haré lo que usted me diga–, –suerte Kaleth, ya no soy
tu amo. Eudor ahora lo es–. Kaleth le gritaba que no lo vendiera mientras el carruaje tomo
la marcha alejándose del lugar.
Kaleth pasó todo el viaje en silencio solo se le veía caer las lágrimas, pensaba lo que
estaba sucediendo y le parecía imposible. El noble no pronunciaba palabras, miraba por la
ventanilla. Kaleth rompió el silencio.
–¿Por qué me has comprado?–, el hombre que antes mostraba una cara amable y que le
hablaba con delicadeza, cambió su rostro por completo. Alzó su mano y le dio una
bofetada.
–¿Quién te dio el permiso para hablar esclavo?, cada vez que me dirijas la palabra debes
decir: amo, permíteme la palabra. Y cuando se te de el permiso lo harás. ¿Quedo claro
esclavo?–, –¡s-si! – respondió Kaleth muy asustado, la boca le sangraba por el golpe, y se
había acurrucado en el rincón tomando mas distancia de él. Otro golpe lo hizo chocar
contra la esquina del carruaje.
–¡Si, mi amo! deberás responder. Serás mi mascota y me voy a divertir mucho contigo.
Serás peor que un perro–. –¡Si, mi amo, haré todo lo que usted me diga, pero por favor, no
me golpee más!–.
El noble cerró los ojos, hizo un suspiro y el carruaje se detuvo.
–Hemos llegado niño, bájate de una vez–. Kaleth encadenado abre la puerta y baja. El
hombre con una patada lo empuja tirándolo del vehículo. Cae al suelo y trata de levantarse.
–No te levantes, debes caminar en cuatro patas hasta adentro de la casa–. En ese momento,
el noble hace un chasquido y enseguida aparece un sirviente con un collar y una correa. Se
la ponen.
–¡Vamos, anda! – lo arrastra con fuerza. Kaleth trata de seguirle el paso. –eres muy lento,
parece que necesitas motivación–, con otro chasquido el sirviente le trae un látigo, –con
esto irás a mi ritmo–, comienza a azotarlo duramente en todo el cuerpo, haciendo añicos el
atuendo. De los restos que quedaban de ellas, se veía las marcas en el cuerpo. –que
hermosa piel que tienes, blanca como el marfil, voy a teñirla de rojo–. Kaleth se incorpora y
comienza a trotar al ritmo del hombre. Una vez entrada a la mansión, el noble lo continuó
arrastrando a latigazos por todo el lugar. El niño apenas si podía caminar. Llegado un punto
no pudo continuar la marcha y cae al suelo. Ahí mismo le arremetieron varios latigazos,
pero ya no podía moverse. Eudor se detiene y fastidiado llama a otro sirviente. –Llévenlo a
aquella habitación, ténganme todo preparado, hoy voy a entretenerme con él–.
Era una habitación sombría, la humedad se colaba por todos lados. Del techo y en el
centro colgaba unas cadenas; ahí fue atado. Apenas una ventana en lo alto dejaba entrar la
luz del ocaso. Una única mesa larga y sobre esta elementos de tortura. Eran de diferentes
tamaños y formas. El goteo del agua que se filtraba comenzó a molestar a Kaleth. Se
despierta bruscamente y mira para todos lados fuera de orbita. Cuando logró calmarse,
comenzó a observar detenidamente la habitación. Un frío gélido cruzó por su espalda al
notar la mesa. Esta, mas el olor putrefacto que había en el lugar, le daba señal clara de que
habían pasado otros allí antes que él. Seguro que Eudor disfrutaría de él torturándolo y
luego lo terminaría matando. Perdió completamente las esperanzas. Sabía que no tenía
escapatoria de ahí. Solo le quedaba esperar a la muerte... De repente la puerta se abre. El
corazón de Kaleth se paralizó. Una persona entra, no distinguía quien era. Paso por atrás de
Kaleth y este imprevistamente cae al suelo. Una mujer se le acerca y le tiende la mano.
Apenas pudiendo hablar Kaleth dice:
–¿Q-quien es ust-ted? –, –no te preocupes niño, estoy para ayudarte. Anda, vístete rápido
con esto. Voy a hacer que escapes de acá–.
Kaleth se reincorpora y comienza a vestirse. No entiende nada, pero obedece. Presiente
que esta mujer vino a auxiliarlo. Pero aún tenia miedo, ¿y si era parte del juego creado por
Eudor?.
–Discúlpeme señora, ¿Por qué me esta ayudando? –, –yo soy la mujer de Eudor. No quería
creer que mi marido se haya transformado en este monstruo. No quiero que ningún crío más
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muera. Debes escapar. Corre lo que más puedas por el bosque. Encuentra ayuda. El te va a
perseguir, así que sal ahora mismo–, Kaleth se apura.
–Muchas gracias señora, le debo mi vida–, –por favor, encuentra a alguien que pueda
detener a mi marido. No tengo permitido salir del área. Encuentra al guardián de la zona, el
sabrá que hacer. Cuéntale todo lo que sabes–, Kaleth salió corriendo con todas sus fuerzas.
Su cuerpo le dolía de sobremanera, pero le impulsaban sus ganas de vivir. Tenía que salir
de esos dominios y una vez fuera encontrar a un guardián para que lo ayudara. Sea quien
fuera este, la mujer dijo que el se encargaría.
Corrió…, corrió y la noche llegó. Ya sin fuerzas se deja caer al lado de un árbol y se
recuesta sobre él. Hacía frío, el cuerpo le dolía, tenia hambre y para peor, hacia ya una hora
que venía escapando. Eudor estaba cerca, había salido con su caballo en su búsqueda. Pero
por más que quisiera huir, el cuerpo no le daba más. Se rindió por completo. Ojala muriera
de frío antes que lo encontraran, pensaba. Cuando súbitamente se paraliza al ver los pies de
una persona que se encontraba enfrente. Alza la vista lentamente temblando.
–Ey muchacho, ¿Qué haces aquí?. Vas a congelarte. Sígueme–. Kaleth, inmediatamente
temió que fuera uno de los sirvientes de Eudor. No se movió del lugar.
–¿Qué pasa, tienes miedo?, no voy a hacerte nada. Solo te quiero ayudar–, este le extiende
una mano y Kaleth se la recibe. Se levanta del suelo y al dar un paso se cae. El joven lo
sostiene entre sus brazos. Al mirarlo con atención dice:
–pero… ¿Qué son estas heridas?–, mientras Kaleth caía en sueño, alcanzo a decir: –
ayúdame por favor… quieren matarme…–. Y se desmaya del cansancio. Este lo alza a su
espala y se adentra más en el bosque.
Al abrir los ojos percibe una pequeña fogata, el joven que había visto antes se encontraba
justo enfrente, atizando el fuego. Le cuesta reincorporarse y siente su cuerpo pesado. Nota
como unas vendas lo cubrían.
–¿Cómo te encuentras?, tuve que curar esas heridas y vendarte. ¿Quién te las hizo?–, –mi
amo…; fui vendido a un noble que se dedica a torturar a chicos y luego los asesina. Pude
escapar gracias a su mujer–, asombrado el joven lo tranquiliza,
–es increíble que hoy en día haya gente que haga ese tipo de cosas. Con los guardianes
estableciendo orden. Pero no te preocupes, conmigo estas a salvo. Yo voy a protegerte–.
Kaleth se sonroja…, porque será que este muchacho quiere protegerlo, si ni se conocen. Al
recordar la palabra guardián le pregunta:
–¡dime!…, me dijiste que los guardianes imponen orden. Necesito encontrarme con uno.
Debo contarle de esta situación. El puede ayudarme, ¿sabes en donde lo puedo ubicar?–,
–tienes a uno enfrente. Bueno…, aún por completo no lo soy. Estoy esperando la ceremonia
de investidura y mientras tanto debo permanecer aislado. Aunque deba ser así, como futuro
guardián no puedo permitir que te lastimen. Es mi deber protegerte–, Kaleth sonríe de
alegría, se siente aliviado ahora que estaba con el,
–muchas gracias. No puedo creer la suerte que tengo de encontrarme a un guardián, mi
nombre Kaleth, ¿Cómo es el tuyo? –, –Sastre–, –Sastre…, gracias, estoy en…–.
Repentinamente Sastre se levanta, toma la espada que se encontraba a su lado y se pone en
guardia.
–shhh… no hagas ruido. Están cerca. Puedo sentirlos–. Kaleth, paralizado aguanta la
respiración, mira a todas direcciones, pero no puede ver ni oír nada. De entre los arbustos
aparece Eudor.
–Al fin te he encontrado maldito mocoso–, Sastre mira de reojos a Kaleth que se
encontraba aterrado,
–¿el es tu amo? –, solo logra asentir, –¿Quién rayos eres tu?, aléjate de mi mascota, voy a
llevármelo, –lo siento, pero el chico se queda conmigo. Si quieres continuar con vida,
márchate ahora mismo–, –¿Qué, que?, ¿es un chiste verdad?, dámelo antes de que te acabe,
idiota–. Eudor no se contiene y sale a arremeter a Sastre. Sastre hace una mueca de risa y lo
espera inmóvil. Al estar uno enfrente del otro, solo se corre a un costado y desliza su
espada desde la mitad del torso hacia arriba. Este cae al suelo inerte. Los sirvientes que lo
acompañaban salen huyendo. Sastre recoge el cuerpo del noble e ingresa en el bosque.
Kaleth aún quieto, solo observa como se aleja.
Al pasar unos minutos regresa. Se sienta nuevamente cerca de la fogata.
–Kaleth, ahora no tienes porque preocuparte. Tu amo ya no vive. Eres libre–, Kaleth
reacciona y comienza a llorar. Sus lágrimas eran de felicidad. Al fin era libre. ¿Pero que
haría de ahora en adelante?. Antes de eso debía pensar de cómo compensar el gran favor
que le hizo este guardián.
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–¿te has quedado mudo muchacho?–, Kaleth se levanta de su sitio y se arrima hasta él
secándose las lagrimas.
–le estoy muy agradecido por haberme salvado la vida. Nose como devolverle el favor.
Déjeme pagarle con lo único que tengo–. El se arrodilla frente a él y mete su mano en su
pantalón haciendo movimientos circulares. Le frotaba muy suavemente y luego comienza a
desabrocharle. Retira su miembro y lo comienza a lamer. Sastre estaba sorprendido.
–¿P-pero que haces?, deja eso–, sonrojado trata de apartarlo. Kaleth continúa y lo toma con
una mano y comienza a acariciarlo.
–por favor, yo fui entrenado para esto, déjeme pagarle. Voy hacer que se sienta bien–. Muy
excitado intenta nuevamente alejarlo, pero no puede y se deja llevar. Era la primera vez que
esta sensación recorría su cuerpo. El vivía preparado para ser un guardián, no se les estaba
permitido tener sexo ni relacionarse íntimamente con alguien. Sabia el castigo que tendría
si lo encontraban así. Pero este chico era especial. No sabía porque, pero le atraía de sobre
manera. Tanto que no le importaba nada más… Kaleth continuo… paso su lengua por el
contorno de su miembro. Luego introdujo su pene en la boca, succionaba suavemente
mientras su lengua jugaba con su glande, lo que le producía un cosquilleo indescriptible.
Con el dedo índice presionaba suavemente su perineo mientras lame la parte de debajo de
la cabeza del pene. Seguidamente envuelve por completo su miembro con su boca.
Cubriéndolo casi por completo. Apretando firmemente con los labios y despacito estiraba
hacia fuera. Sastre se tumbo hacia atrás y jadeaba fuertemente. Un placer incontrolable lo
llenaba por completo…
Habiendo acabado, Sastre avergonzado rápidamente se levanta y se corre a un costado.
Kaleth lamiéndose los dedos le dice:
–parece que ha sido tu primera vez. ¿Te ha gustado? –. Sastre asiente con la cabeza. Luego
se da la vuelta sonrojado y se sienta.
–¿Qué harás ahora?, ¿hay algún lugar al cual puedas ir? –, –pensaba en volver a casa,
pero… ya no soy el de antes, no puedo seguir teniendo una vida normal como si nada
hubiera pasado. Aún no lo se–, –entiendo. Si no tienes a donde ir…–, su cara se había
vuelto roja y hace una pausa,
–¿qué? –, –no, es que yo… te propongo, si vos queres… venir conmigo–. Los ojos de
Kaleth se iluminaron, cuando estaba por responder de la nada aparece alguien.
–¿Qué estas haciendo con este muchacho?, deberías estar solo, meditando, pronto
comenzara la ceremonia de investidura. Debemos irnos–. –Maestro, lo lamento, tuve que
ayudar a este chico que estaba en problemas. Prometí que le protegería. Como futuro
guardián no podía dejarlo solo–, –Ag, está bien, si ya lo has ayudado… partamos ahora
mismo–. Kaleth no entendía lo que estaba pasando, inesperadamente apareció este hombre
robusto al que Sastre le llamaba maestro.
–Perdóneme, pero no puedo marcharme sin él, –¿Qué dices? –le propuse de que viniera
conmigo–, –¿Cómo se te ha ocurrido eso?, sabes que es imposible. Ah… espera… ¿no me
digas que el chico te gusta?–, –¡n-no!, solo dije que me podía acompañar–. El maestro
permaneció en silencio. Se quedó pensativamente unos minutos. De repente Kaleth
interrumpió:
–por favor señor, no seré ninguna molestia, hago todos los quehaceres de la casa.
Permítame acompañarlos–. El maestro sorprendido llegó a una resolución. Llamo a aparte a
Sastre y enojado le reprocho.
–sabes las consecuencias que trae enredarte con este niño. Y aún así lo has hecho. No
puedo permitir que venga con nosotros. Conoces las reglas–, –pero… no podemos
abandonarlo. Por favor ¿no hay nada que podamos hacer?–, –hay una sola solución. Me
encargaré del chico, si aceptas a que les borre la memoria. Que su encuentro nunca haya
existido. Esto podría perjudicarte en tu desempeño como guardián.–, Sastre pensativo mira
a Kaleth que a lo lejos se encontraba acurrucado asustado. –está bien, no me importa… solo
quiero que le encuentres un lugar–. Dicho esto marcharon a la sede de la orden de los
guardianes. Sastre estaba feliz por lo que había conseguido, a pesar de que les borrarían la
memoria, Kaleth tendría un nuevo hogar y quizás algún día volverían a cruzarse.
Todo se dio como había sido planeado… Sastre se convirtió en un gran guardián del norte y
Kaleth fue enviado a un reino lejano, en el cual el rey estaba buscando para su hijo, la
compañía deseada.
Los años habían pasado. Sastre se encontraba cumpliendo con su deber hasta que un
soldado le solicita su ayuda para el reino de Sarash. Accediendo, se compromete a proteger
al príncipe Anel durante el viaje que harían hacia el reino de Tyrsan. Para esto idearon un
plan el cual el criado personal de confianza de Anel se haría pasar por el príncipe, y el por
Lure
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un escudero. Con el tiempo Sastre siente que este criado es especial. Su
nombre…Kaleth…: –es extraño… siempre tuve el deber de proteger a personas que en
realidad no me importaban… y, sin embargo, con este chico es todo lo contrario…se que
no es lo que me ordenaron, que ya ni siquiera es útil para la misión, pero… por alguna
razón que no logro comprender… quiero protegerlo.
Fin.
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