Experiencia de luz
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Experiencia de luz
Una Buena Noticia para la semana Año II Nº 117 SUMMA Aldapeta Asterako berri ona Experiencia de luz Ser cristiano es estar siempre de camino. En ese camino, como en el de Jesús, no faltan la oscuridad, la incomprensión y hasta la persecución. En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando cunado llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. (Lc 9, 28b-36) Emailgelio 117 del 21 febrero 2016 Segundo domingo de Cuaresma (C) Sin embargo, el texto evangélico nos descubre una experiencia de luz. Todos hemos vivido momentos que quisiéramos que siguiesen toda la vida, que no hubieran acabado nunca: una reunión agradable con personas queridas; un diálogo profundo de amistad que da paz; una alegría intensa vivida en la euforia o en felicidad interior; una fiesta en que hemos gozado por el excelente ambiente que reinaba. Conservamos en nuestro corazón el recuerdo vivo de algún momento importante de la propia vida que nos ha llenado de felicidad. Necesitamos esos momentos que subrayan el aspecto positivo de la vida y transforman, en cierto modo, nuestras luchas diarias. Jesús, y Pedro y Santiago y Juan, viven en lo alto del monte una experiencia indescriptible. Tanto es así que Pedro ya no quiere bajar y hace una propuesta: vamos a montar tres chozas y a quedarnos aquí. Pero el evangelio dice que Pedro no sabía lo que decía. Jesús, al mismo tiempo que hace experimentar a sus amigos un momento único, tiene los pies en el suelo. Él no piensa que sea mejor quedarse en el monte rechazando el presente, con sus dificultades, para refugiarse en los recuerdos idealizados o en los sueños imposibles. Cuando gozamos de un momento maravilloso, todos nos queremos quedar allí. Pero, en cuanto bajaron del monte, Jesús anunció de nuevo su pasión, y los discípulos se vieron envueltos en una nueva discusión sobre quién era el más importante de ellos. ¡Qué fácilmente se pasa de la grandeza sublime a la mezquindad rastrera! La voz que escuchan los apóstoles dice: Este es mi hijo, el escogido; ESCUCHADLE. El escogido de Dios había aparecido resplandeciente, sugerente, motivador. No había llamado a sus amigos para condenarles ni reprocharles nada sino para animarles, La visión vivida debe llevarles a ESCUCHARLE. Contemplar a Dios tiene unas repercusiones en la manera de vivir. Hay que escuchar a Jesús, llevar a la práctica lo que él nos dice, tanto con sus palabras como con su vida. Ignacio Otaño SM