Daniel de Cullá - Le chasseur abstrait

Transcripción

Daniel de Cullá - Le chasseur abstrait
EDITORIAL
El porqué de una tapa con peces abisales, y otros existentes sólo en la imaginación
febril de un artista, se debe a que esta conjunción de relatos es productos de mentes
creativas y disímiles, cada individuo si bien posee una memoria social al dedicarse al
arte, en cualquiera de sus formas, intenta salir de los esquemas preestablecidos,
escaparse de lo habitual, y posee esa mirada única que permite seleccionar sus focos
de interés. Todo esto y algunas interpretaciones más se pueden encontrar en estos
textos que no han sido descartados sino reservados para este momento, el Anuario
nos permite movernos libremente sin consigna, si bien es la segunda vez que armo
uno es como si ya estuviera habituado al cúmulo de textos de los más diversos,
algunos que se ajustaron a temas de tapa de revistas anteriores y que llegaron tarde,
otros que se podrían amoldar a consignas futuras y muchos directamente
inclasificables. Por eso este número es una conjunción de rarezas. El cerebro
representa a la mente capaz de contenerlo todo, aunque más bien parecería que los
peces-autores lo estuvieran atacando, indudablemente es así, después de la relectura
de muchos de los textos enviados para su publicación durante el año, y algunos que
llegaron ex profeso para esta edición, la cabeza queda flotando en una bruma de
historias, recomiendo leerlo en partes y no de un tirón, pero en esto el lector es el que
decide.
PL.
Alba Pascual Benlloch
Abraham
Abraham tiene 47 años, aunque parece de 70. Su vieja bicicleta le acompaña a todos lados. En la
plaza de Chiclayo se acerca a nosotros y se pone a conversar. Así es como le conocemos.
Hablamos de diferentes cosas hasta que me pregunta si creo en Dios. El dice que lo sintió caminar
a su lado en la selva, cuando se escondía de día y caminaba de noche.
Tras una intensa conversación sobre la biblia y sus interpretaciones, nos cuenta su historia a tirones
que prefiere no recordar.
"Yo hice cosas malas" admite. "Cuando la gente solo quiere una bolsa de arroz o azúcar es capaz
de cualquier cosa. Cuando pruebas el dinero, olvidas a Dios por completo".
Nos cuenta que vivió en la selva, que como mucha gente allí, terminó en el negocio de la droga.
"Tenía sacos negros de dólares enterrados".
Era líder en una pequeña comunidad cerca a Tingo María. Entonces llegó Sendero Luminoso, le
obligaron a representar a Sendero en ese lugar. Se negó, lo maniataron y lo subieron al monte.
Allí arriba, junto a otros dos pobres diablos esperaron al carnicero. Un tiro en la cabeza y al foso de
los muertos. Nadie nunca más sabría de él.
"Rogué al señor que me perdonara, que igual que llegué sin nada me dejara ir. Ya no quería mi
dinero, solo seguir viviendo".
No sabe cómo, escapó. Se lanzó ladera abajo rodando con las manos atadas. llegó de cabeza al
suelo y entre los cadáveres, víctimas de Sendero, se escondió para no ser encontrado.
Aún recueda los gritos al fondo "Uno se escapó!".
Pasaron días, semanas en la selva, no sabe el tiempo exacto. De día escondido para no ser
encontrado. De noche caminando.
Estaba seguro que de esa ya no salía, la selva, es un lugar hostil y peligroso si no la conoces ni la
respetas. Si no era devorado por un animal, era consumido por su propia hambre.
No sabe cómo, logró salir con vida.
Ya no confíaba en nadie. La gente le causaba terror y desconfianza.
Sus cansados ojos marrones brillan al recordar su historia. Cada arruga exalta el sufrimiento de los
años en su rostro.
Ahora, no puedo debatirle que Dios no le acompañó esos días.
Se levanta, y apunta nuestros nombres en una vieja libretita que le acompaña.
Lo vemos partir, y a nosotros se nos queda un sabor amargo con su historia. Me pregunto cuan fácil
puede ser superar eso y seguir adelante.
A lo lejos nos mira por última vez y sonríe. Ahora se cuan agradecido está de seguir vivo.
Belén
Belen es un lugar increíble, humilde, mágico y extraño. No puedo evitar preguntarme cómo la gente
se adapta a vivir de ese modo. Elmer trabaja con turistas en Iquitos. Lo encontramos en el malecón
de la ciudad y nos ofrece su bote para conocer las casas flotantes de Belen. Está atardeciendo. El
cielo se pone de un rojo intenso y al reflejo con el amazonas puedes escuchar los rugidos del sol
despidiendo el día.
Ahora es verano en la selva, o al menos, no es época de lluvias, por eso el río está bajo y las casitas
se posan sobre la tierra. Así viven mitad del año. La otra mitad, cuando llueve constantemente, el
río crece desmesuradamente, y las casas, costruidas con troncos y hojas de palmeras, flotan sobre
sus aguas como por arte de magia.
Sólo puedes acceder a través de canoas. Llegamos al barrio de San José, bajamos del pequepeque y
caminamos por sus calles repletas de lodo. Los niños juegan felices por sus calles, pronto, todo
estará de nuevo innundado.
Conocemos a su familia, sus hijos pequeños acompañan a su madre que vende chucherías en la
puerta de su casa. Nos cuenta que cuando crece el río, las farolas se apagan porque las cubre el
agua. Solo tienen la luz de las casas o el fuego de las velas.
Me acuerdo de Venecia, y lo poco en común que en verdad tienen pese a vivir sobre el agua.
Al día siguiente conocemos el mercado, situado en Belen Alto, 36 cuadras de mercado. Todo lo que
quieras encontrar lo tienes en Belén. Sus callejuelas encharcadas con un agua oscura y cientos de
puestos repletos de comida. Carnes, pescados, frutas, macerados, jugos, tabaco... Intensos olores
que mezclados en el aire se incrustan hasta lo más profundo de tus fosas nasales. Unos suris se
mueven entre el serrín desesperados, los gorditos gusanos son un suculento alimento muy cotizado.
Llegamos a Pasaje Paquito, donde todos los remedios naturales se exponen bajo el abrasador sol de
la selva. Amuletos, sangre de grado, ayahuasca, siete raíces... son solo un ejemplo de todo lo que te
ofrecen. "Que andas buscando amigo? dolores de estómago, de huesos, afrodisiacos...?". El paraíso
abandonado.
Nos asomamos al malecón, la entrada a las casas flotantes y el lugar más pobre de Belen e Iquitos.
Elmer nos recomienda no entrar. No se hace responsable de lo que llí nos pueda pasar. Ya sabemos
que no hay lugar más peligroso que donde existe verdadera necesidad.
Pese a todo, yo no siento el peligro. A lo lejos unos niños juegan felices descalzos sobre el pasto.
Nadie que ría así puede ser infeliz.
La escuela
¿Quién no recuerda su época de escuela con cariño?
Yo también la recuerdo así. Pasé en esos edificios antiguos catorce años de mi vida.
Me vienen muchos momentos a la cabeza si me pongo a recordar.
Las veces que Maria la monjita con su característico amor hacia los niños, me cambió de ropa
porque terminaba haciendome la pichi en clase.
Las tardes de lluvia en el viejo cine del tercer piso, las guerras de globos de agua con el bosque
como escenario de la batalla. Los baberos de rayas que terminabas atando a tu cintura o poniendote
como capa. El jardinero y sus historias que compartía con nosotras mientras nos daba parte de su
regaliz.
Los pavos y sus volteretas, los chopos y sus árboles milenarios, el cementerio de monjas y sus
leyendas oscuras, el comedor y sus días de pizza sorpresa...
La escuela, no solo me enseñó a sumar y restar, a leer o a escribir en latín. Lo mejor de todo, fue lo
que aprendí fuera de las aulas. En los recreos.
En el colegio me enamoré por primera vez hasta llorar, fumé mi primer pitillo, aprendí lo que es la
verdadera amistad y los verdaderos desengaños.
Lloré, reí, soñé, me pelé las clases para ir al parque a fumar porros, y me besaron por primera vez.
En la escuela, desconfié por primera vez de mi misma gracias a una profesora, ya manjar de
gusanos, que con nueve años decidió que yo no sería nada en la vida.
En la escuela eschuché por primera vez a una niña vomitando después de comer, y así empecé una
largo camino de absurdos encuentros y desencuentros con waters de todas las formas y colores.
En la escuela, llegué a odiar las matemáticas porque me obligaban a resolver problemas que no
comprendía cuando lo que quería era pintar.
Odié el puré de papa, después de obligarme a comerlo con una cuchara hasta mi garganta.
Odié la religión y la iglesia, porque en lugar de enseñar la historia, me obligaron a rezar cánticos
idiotas.
Y odié y desconfié de los profesores cuando en lugar de valorar mi exámen puntuaban mi nombre.
La escuela, fue una parte importante en mi vida, una parte llena de contradicciones. Recuerdos de
una época inolvidable que de un modo u otro, me convirtieron en lo que soy ahora.
Lo único que me llevo de todos esos años. Las amigas para toda la vida. Las que como yo y junto a
mi, vivieron todas estas paradojas de la buena y mala escuela
La Shicuana
Chamis nos recibió acogedora y silenciosa. La escuela de primaria IEN82848 es nuestro centro de
operaciones, junto a nosotros, un pequeño y colorido cementerio nos acompaña día y noche con sus
cruces burlonas asomando sobre nuestras cabezas.
A más de 3000 metros de altura, Cajamarca se abre extensa bajo nosotros.
Sólo unas pocas casitas y unas cuantas ovejas y vacas pastando pintan los prados de La Shicuana,
donde nos encontramos.
Cuando llega la tarde la escuela se innunda con el olor de los eucaliptos y el sonido de los chicos
saliendo gozosos de sus clases.
Chamis es un lugar hermoso, con gente tímida y generosa, vestida con trajes colmados de colores y
tradiciones latentes. Curiosos observan a los “gringos” que rondan por sus calles durante la semana.
Los primeros en llegar son los más chicos que temerosos nos sonríen y nos observan murumurando
entre ellos. Vienen caminando desde el centro poblado de Chamis, a poco más de una hora, tan solo,
a la vuelta del cerro frente a nosotros.
Entre la gente que partcipa en los talleres, encontramos también adultos del caserío y algunos
profesores. Algunos llegan desde Cajamarca, Chamis y otras localidades.
Desde el más chico al más grande, todos tienen cientos de historias para contar.
Dispuestos a empaparse de todo, nos escuchan y nos miran atentos. Sólo bastan dos días para tomar
confianza con ellos y empezar a jugar.
La mayoría, nunca han visto o tocado una cámara o una computadora, pero no dudan a la hora de
experimentar.
Nuestra llegada a este lugar, ha sido un golpe de realidad. Chamis siempre vivió de la agricultura;
trigo, papa, maíz y olluquito. Pero últimamente no llueve mucho, parece que el agua se haya
olvidado de esta tierra.
Nos cuentan que los niños se quedan solos durante el día, sus papas bajan a Cajamarca para
trabajar y no regresan hasta la noche.
Como un lugar olvidado, en La Shicuana no hay internet, aunque Cajamarca se encuentre a tan
solo media hora a pié.
Entre los temas escogidos por los talleristas, está el quechua y todo lo que rodea a esta enigmática
lengua. Ahora, solo los más viejos mantienen su idioma, ni los chicos ni sus papas ya lo quieren
hablar, para eso tienen un castellano impuesto.
Ya son pocas las comunidades acá en el norte que conservan tímidamente el quechua como su
idioma natal.
No podemos evitar sentirnos extraños en nuestra propia tierra… a tan solo trece horas de diferencia
en bus, parecemos estar en otro planeta. Estas diferencias nos enriquecen pero nos desconciertan.
Cuando la gente de la comunidad nos pregunta de donde somos, Lima parece ya otro país.
El Segundo día, decidímos que no teníamos nada mejor que hacer que perdernos por el cerro
cuando regresábamos de Cajamarca tras una ducha rápida y necesaria, después de casi dos horas por
angostos caminos llenos de piedras y agujeros, conseguimos llegar asados a nuestro pequeño hogar,
La Escuelita IEN82848.
Los reyes magos no existen
No me gusta la navidad. Es mas, la detesto. Me saca de quicio empezar a escuchar los dichosos
villancicos dos meses antes de que empiece toda la parafernalia. Los centros comerciales rebosantes
de muñecos de papa Noel bailando con caras desquiciadas que me causan pesadillas, árboles con
lucecitas que no dejan de tocar las mimas canciones una y otra vez. Bombardeos constantes de
comerciales en televisión con juguetes cada vez mas sofisticados (y mas caros). La gente como loca
gastando dinero en cosas absurdas que regalar, y que luego quedan olvidadas en el armario. Pero lo
peor es, que resistirse a todo esto conlleva sentirte mal por ser la única en la familia que no ha
comprado regalos para todos. Por mucho que defiendas tu posición, terminas quedando como una
tacaña.
Lo que está claro, es que la navidad esta hecha para los niños… ignorantes y rebosantes de
felicidad por toda la magia que desprende esta época del año, cuando eres niño, te importa un pito
que naciera Jesús en esos días. Y quien chucha era Jesús para nosotros? Yo recuerdo las navidades
de mi infancia como los momentos mas mágicos del año, unos días que esperabas ansiosa durante
11 largos meses. Caminar por las calles iluminadas con luces de colores, cantar villancicos por las
casas, los fiestones familiares el día de nochebuena con bailes y sorpresas, las ferias navideñas, los
mercados, los disfraces, las comilonas, las matasuegras de año nuevo, el olor de las castañas
asadas… pero lo mejor, sin duda, la noche de reyes.
Durante todo el año preparabas tu carta a los reyes magos, pocas veces tachando algo, pero siempre
añadiendo mas cosas a medida que se acercaba el gran día.
Detrás tuyo los comentarios de los mayores siempre advirtiendo “si no te portas bien no te traerán
nada los reyes más que carbón”. Uno no se da cuenta de cuan traumático puede ser para un niño
pensar que hay unos seres que siempre te están vigilando y que siguen todos tus pasos.
Pese a todo, los reyes magos eran los seres más mágicos y sobrenaturales que existían sobre la faz
de la tierra. Tres extraños seres inmortales, que en una noche podían viajar por todo el globo
terrestre entrando una por una a todas las casas, sin ser nunca vistos y dejar regalos que sacaban de
una bolsa interminable. Aunque ser niño e ignorante, no significaba ser imbécil. Cuando les
preguntaba a lo mayores porque si los reyes eran tan mágicos y llevaban regalos para todos, habían
tantos niños en el mundo que no tenían juguetes. No recuerdo una sola respuesta coherente a mis
cuestionamientos. Pero la emoción de esos días y la espera incesante de la noche más mágica de
todos los niños me hacía olvidar cualquier pregunta o duda que surgiera al respecto.
Nunca creí que esos reyes disfrazados en la plaza del pueblo sobre los que te sentabas fueran los
verdaderos magos. A leguas distinguías la barba postiza y el carbón de la cara de un blanco que
fingía ser Baltasar, por cierto, mi rey favorito.
La noche del día 5 los nervios no me dejaban dormir, me metía en la cama junto a mi hermano y
ansiosos, esperábamos que llegara la mañana del 6 para ver la sala llena de regalos. Los zapatos
bajo el árbol, nunca supe para qué, un cuenco con agua para los camellos, galletas y leche para que
los cansados y exhaustos reyes recuperaran fuerzas.
Al final el sueño te vencía por mucho que quisiera ser partícipe de su llegada.
Recuerdo las mañanas temprano, mi hermano y yo nos despertábamos de un salto y corríamos por
el pasillo hasta donde se encontraban todas nuestras esperanzas. Un montón de regalos de todos los
tamaños, con nuestros nombres dibujados “para Alba de Baltasar” en unas letras alargadas como
las de un rey verdadero.
“Ya vinieron los reyes!” Gritábamos. Y ahí empezaba la mejor tarea de todas, romper a tirones el
papel y empezar a vislumbrar las primeras letras de la caja donde aguardaba tu ansiado regalo.
Fueron buenas épocas aquellas… la navidad era maravillosa.
A los 9 años, mi vida dio un giro inesperado. Toda la magia, la inocencia que me había
acompañado por años se vio de pronto pisoteada por el comentario de una niña malcriada y sin
corazón que tuvo un comentario desafortunado.
“Los reyes magos no existen, son nuestros padres los que dejan los regalos” aún recuerdo
perfectamente el lugar donde me hizo partícipe de esa confesión tan catastrófica. No podía creerlo,
discutí con ella con lágrimas de rabia en mis ojos justificando sus explicaciones en que ellos eran
mágicos y con la magia todo se puede.
Pero los niños son demasiado inteligentes, me gusta pensar que en aquel entonces yo también lo
era. Sentada sobre mi pelota de baloncesto, mi hermano, que para entonces el ya hacía tiempo había
pasado por esta traumática etapa, y mi madre ordenaban varias cosas en mi habitación. Tras dudarlo
y pensarlo con detenimiento, me hice el ánimo y terminé preguntándole… “mamá, es cierto que los
reyes magos son los padres?” recuerdo como quedaron de pronto en silencio, mirándose entre ellos
y balbuceando. Su primera reacción fue negarme lo evidente, pero ya poco podía hacer para
devolverme la maravillosa ignorancia que me había colmado de felicidad todos estos años.
“Bueno, algún día debías enterarte, así es, los reyes magos no existen cariño, somos los papas”.
En ese momento sentí que una parte de mi infancia quedaba atrás y se alejaba de mi de la forma
más dolorosa posible. Toda mi vida había sido un fraude. Los reyes magos, el ratoncito Pérez,
David el gnomo… todos eran parte de una confabulación inexistente de la que ya nunca más iba a
formar parte.
Darme cuenta de que ya nunca más iba a ser inocente me rompió el corazón. Se que mis padres
estaban felices al saber que ya no tendrían excusa para decir “no hijita ese regalo no que es muy
caro y los papas no lo podemos pagar” claro, como ya no eran reyes, y mucho menos mágicos,
terminaban por regalarte una imitación barata de lo que habías escrito en tu carta, ahora limitada a
tres regalos por año.
Enterarme de esa verdad fue realmente desolador. Ya nunca más volví a ver la navidad tan mágica
y misteriosa.
Con los años fue peor. Las tiendas, el dinero, la publicidad… lo más doloroso, era ver como el
mercado se aprovechaba de los sueños y la ilusión de estos niños para exprimir económicamente a
los padres.
Ahora se todo el esfuerzo que durante años, tuvieron que hacer mis padres pidiendo prestamos para
contribuir en la felicidad de unos niños que por años, creyeron ciegamente en el poder de la magia,
la fantasía y la ilusión de una idea.
Sí, de hecho no me gusta la navidad, pero me encanta ver a esos enanos felices esperando ansiosos
la noche con la que tanto han soñado.
Mágica Chetilla
Chetilla nos recibe de noche, bajo sus luces opacas y sus luciérnagas innundando de destellos las
calles más oscuras. Ubicada entre cerros, descansa humilde y silenciosa.
Son las 5:40 am. El lechero llega con los porongos vacíos, las mamachas esperan con sus valdes de
leche fresca. Hoy Alicia venderá tres litros a ochenta céntimos cada uno.
Chetilla es un pueblo pequeño, aunque sus tierras se expanden hasta donde ya no alcanza la vista.
Hablan de pobreza extrema, algo que no deja de sorprendernos. Nos cuestionamos como en un
lugar tan hermoso y tan lleno de riquezas pueden existir tantas carencias.
Durante el día el sol abrasa sin remordimientos, y a la noche, el viento recorre helado sus calles de
tierra y piedras.
Chetilla es una comunidad de mujeres. Celosas de sus costumbres, caminan por sus calles hilando.
Sus vestimentas llenas de colores despuntan en el marrón adobe de las casas. Con la rueca en la
mano sus dedos trabajan sigilosos la lana en un trabajo mecánico y perfecto.
No solo tejen, llevan la casa, el ganado, trabajan en la chacra y los comercios. cargando a sus hijos
a la espalda, envueltos en killas haciendo todo, o de todo un poco.
Casi no hay hombres, nos preguntamos si estarán en la chacra o quizá bajarán hasta Cajamarca para
trabajar. Entonces nos enteramos de cual es la realidad. Chetilla, es un lugar de mujeres.
Estos días están de fiesta. Hay mercado, concurso de hilanderas y fútbol. Las mujeres siguen
trabajando. Se celebra la caravana folclórica en la comunidad. Sobre la vereda un hombre duerme la
mona y el resto toma hasta el amanecer celebrando la magia de ser varón. Rosita nos cuenta entre
tímidas risitas que los hombres son malos, pero acá, es mejor eso que nada. Si uno no aparece a la
cita “estará borrachito” comentan.
El pueblo se llena de faldas y sombreros, en el encuentro sobre la alfabetización, la lucha está a
cargo de las mujeres, su carácter refleja la dulzura y la fuerza del trabajo.
Entramos en la municipalidad y encontramos a varios hombres trabajando levantando ladrillos de
barro y cargando sacos de madera. Cuando llega la tarde casi puedes tocar las nubes, sus prados se
expanden amarillos y verdes bajo nosotros.
En lo alto del cerro, la escuelita reposa silenciosa y a medio construir. Un solo docente por colegio,
internos en una educación occidental que pocas veces tiene que ver con sus propias realidades. Con
el quechua olvidado en las aulas los más viejos mantienen viva su lengua en los hogares.
Profesores, niños y adultos participan en los talleres. Cada cual tiene una historia para contar. Las
hilanderas de Chetilla, Alicia y los recuerdos de una anciana que revelan que el cambio de los años,
no pasa en vano para nadie.
La hidroeléctrica es el mayor logro que la comunidad ha logrado. Con el esfuerzo de sus propias
manos y el trabajo de la minga, la faena comunitaria, ahora gozan de energía desde hace más de
nueve años.
Ahora ya saben que tienen voz y pueden hablar.
Con nuevas expectativas y muchos abrazos nos despedimos de aquellos que han sido nuestros
compañeros y amigos durante la semana.
Ojala no pase mucho tiempo hasta que podamos regresar a este lugar de colores, mujeres y cielos
hermosos.
LA REVOLUCIÓN DE LOS ESPANTAPÁJAROS
- La tierra LenguarazA través de las alas de su sombrero descolorido, Gizmo observaba expectante la silenciosa mañana.
Hacía horas que no se escuchaba el canto de las liendres bajo las rocas.
Sentado sobre sus piernas fumaba una pipa de tabaco de tierra que absorbía parcialmente.
“Esta tierra tiene demasiadas piedras” pensó.
Hurgó en sus bolsillos esperando encontrar suficiente oro para comprar tres cuartos de tabaco de
buena tierra y un pedazo de lombrices aladas que llevarse al estómago. Solo unas migajas de trigo y
un par de monedas salieron de su desgastada faltriquera.
Se incorporó a duras penas sobre sus piernas de paja amarilla y comenzó a caminar buscando el
único acceso de lodo que conducía a la finca con la mejor cerveza y tierra de pipa de toda la región,
a dos días a pié desde el sembrado de cebada donde había pasado las últimas semanas.
Su única compañía era una vieja pipa de pata de cigüeña que en otros tiempos perteneció a su
abuelo y un raído morral colgado a la espalda con algunas provisiones que ya comenzaban a
escasear.
El cielo empezaba a oscurecer, a su alrededor tan solo campos y más campos, ni si quiera un árbol
donde protegerse de los nubarrones y sus insectos.
De niño recordaba haber visto en muy pocas ocasiones una lluvia de hormigas coloradas como la
que presenció la última vez. Después de una tempestad así, muchos terrenos quedaban arrasados,
resultaba muy costosa su recuperación y con la frecuencia de los últimos diluvios casi no había
tiempo de restablecerse. Pero esa, hacía mucho que había dejado de ser su preocupación.
Ahora lo único que le importaba era salvar su propia vida.
En cuestión de minutos comenzó a sentir los primeros picotazos en su espalda.
El cosquilleo de cientos de patitas caminando por sus piernas, subiendo a lo largo de su cuerpo y
enredándose en su pelo.
Las nubes rugían y se escuchaban los truenos ensordecedores iluminando el cielo. Comenzó a
golpearse intentado despegar de su cuerpo a las hormigas que ya se contaban por cientos, no eran
muy grandes, pero una gran cantidad de sus picotazos podían provocarle la muerte al animal más
bravo.
Sentía que el suelo comenzaba a temblar, no sabía si era el efecto del veneno que empezaba a hacer
estragos en su sangre. Se lanzó al suelo y comenzó a rodar por el lodo, quedando totalmente
cubierto de una masa rojiza. Solo le quedaba pasar desapercibido por la marea de hormigas y
esperar que despejara el día. No duró mucho.
Poco después, con el cuerpo dolorido por las mordeduras y la tierra húmeda pegada a sus pajas, la
tempestad había amainado. Era el momento de continuar.
Buscó con la mirada el morral, lo encontró a escasos metros, desgajado y cubierto de tierra. Estiró
el brazo con el propósito de alcanzarlo, solo quería comprobar que su vieja pipa permanecía intacta.
En un último esfuerzo consiguió despegarse del suelo y a duras penas logró llegar a la vereda del
camino donde se derrumbó agotado.
El sol estaba descendiendo. El cielo se puso rojo y la luna comenzaba a brillar espléndida.
Colocó el saco bajo su cabeza y llenó la pipa de cigüeña con la poca tierra seca que le quedaba. En
el cielo la primera estrella anunciaba la noche.
Empezó a pensar en su hogar. Los campos de maíz de la Tierra Lenguaraz. Hasta donde recordaba,
los espantapájaros y las ratas habían vivido en armonía pese a la fama de éstas, ladronas e
interesadas por naturaleza.
Con las lluvias abundantes de los últimos años, y en medio del estupor de la escasez, las ratas
comenzaron a quebrantar sus acuerdos, adueñándose poco a poco de todas las siembras y relegando
a los espantapájaros a vagar día y noche sin descanso espantando a los golondrinos, los cuervos y
los remordimientos de conciencia.
Incapaz de soportar tanta injusticia, Gizmo abandonó su tierra del maíz, sabiendo que esa sería
probablemente, la última vez que la pisaría.
“Este es nuestro hogar, y aquí moriremos como espantapájaros o como esclavos” Afirmó su abuelo
cuando Gizmo intentó disuadir a los suyos sobre los atropellos sufridos.
“Los espantapájaros no somos soldados. Nacimos siendo seres pacíficos y tranquilos, nunca
pondríamos en riesgo nuestras vidas ni las de nuestras familias”. La resignación de sus palabras y el
tono de su voz aún le provocaban crispación cada vez que lo recordaba.
Ya estaba entrada la noche. El cielo se había plagado de estrellas y a lo lejos, el canto de las liendres
nocturnas daba paso a la madrugada.
A través de su raído sombrero se empezaban a colar los primeros rayos de la mañana.
Sentía intensas punzadas de dolor por todo su cuerpo dolorido. El lodo reseco cubría su ropa
calándose hasta las ramitas más profundas y convirtiéndose en una masa sólida como el cemento.
Casi no podía moverse.
Trató de levantarse, pero sentía que iba a desfallecer. No solo el barro le pesaba y le aprisionaba el
pecho, las picaduras de las hormigas aún estaban recientes y le ardían.
No había comido más que una regaliz de trigo en dos días y sentía la garganta seca y dolorida.
Aunque los espantapájaros podían resistir semanas sin probar una sola gota de agua, el veneno que
aún circulaba por sus venas le secaba el gaznate y le desgarraba la paja a tiras.
Logró ponerse en pié tras varios intentos, la cabeza le daba vueltas y sentía el aire estancado a su
alrededor. Comenzó a caminar dando pequeños traspiés por la misma vereda del camino.
A lo lejos, ya se percibía el leve reflejo de la finca donde obtendría buena tierra de pipa y algo de
comer y beber. El sendero terminaba en una calle empedrada de varios kilómetros. Al fin había
llegado.
Todo estaba tranquilo y silencioso. Se escuchaba el zumbido del sol por la calle desierta.
El lugar parecía abandonado con prisas. Algunos sacos de granos de cebada estaban derramados por
el suelo y solo unos pocos barriles de cerveza permanecían intactos. Los vidrios hechos añicos
sonaban bajo sus pisadas.
Aún se resentía por las picadas. Tomó un recipiente y lo introdujo en uno de los barriles. Bebió con
tanta ansiedad que la mitad del licor se derramó por su blusón. Notaba como el líquido fresco
aclaraba su garganta.
Comenzó a sacudir sus vestimentas, una nube de polvo se formó a su alrededor. Agitó su sombrero
y se recogió el cabello con un trozo de caucho que sacó de su morral.
El suelo del viejo caserón estaba cubierto de hojas de mazorca. Perplejo comenzó a examinar a su
alrededor, no cabía duda, esas hojas solo podían pertenecer a los terrenos del maíz de la tierra
lenguaraz, a varias semanas a pié desde la finca de cebada. Ni el viento más fuerte hubiera podido
trasladar las hojas a través de los campos.
Solo había una posible explicación “Esas condenadas ratas no tenían suficiente con robarse mi
tierra” musitó entre dientes.
Recostado en las escaleras, Gizmo chupaba su pipa en pequeñas bocanadas y escupía las piedritas
restantes. Había encontrado algo de tabaco en uno de los sacos de la alacena.
Pensativo sostenía entre sus dedos una de las hojas que había recogido del suelo. Por primera vez en
mucho tiempo, se sintió inquieto.
Hace ya mucho que se juró a si mismo no regresar a Lenguaraz, al menos, hasta que los
espantapájaros caminasen de nuevo libres por sus tierras.
Sentía que este era el momento que sin saberlo había estado esperando estos últimos años. Había
llegado la hora. Con suerte, lograría llegar al límite de los campos del maíz, antes de la próxima
tormenta de hormigas.
Llenó el morral con algunos víveres para el camino y el resto del tabaco de tierra. Dio un último
sorbo a la deliciosa cerveza sabiendo que no la probaría en una larga temporada y tras enfundarse
partió en dirección al sol, hacia el sembrado dorado del panizo.
Aunque las mordidas ya se habían convertido en leves rasguños, aún se resentía por el ardor. El sol
brillaba con fuerza sobre su mollera. Llevaba varios días caminando, el tiempo acompañaba.
Una oruga patuda le había estado escoltado desde poco después de salir de la finca.
Al principio, la observaba de soslayo con precaución, hasta que se percató de que solo era una
criatura tranquila y sin maldad. Nunca había visto una tan de cerca. Tenían la fama de desconfiadas
y se ocultaban bien entre las plantas para pasar desapercibidas. Inexplicablemente ésta se sentía
atraída por su presencia y se había convertido en una compañera de viaje.
Contaban en su aldea, que las orugas patudas en tiempos remotos fueron bellas hadas que protegían
los campos. Eran sagradas, intocables, inalcanzables.
Cuentan que un espantapájaros se enamoró de un hada protectora, y la persiguió hasta alcanzarla. Al
tocarla, una terrible maldición cayó sobre ellas, convirtiéndolas en orugas con pequeñas patas.
Pasaban los días y poco a poco iban tomando mayor confianza.
Nunca se acercaba demasiado, precavida dejaba entre ambos varios metros de distancia. Gizmo le
lanzaba alguna que otra mora rosada cada vez que paraban a descansar.
Recién entraba la tarde, la oruga patuda se paró en seco observando silenciosa con sus pequeños
ojos azules al frente vacío. Gizmo extrañado la alentó varias veces para continuar el camino. La
oruga, se ocultó tras las plantas volviéndose invisible al instante. Detrás suyo se empezaron a
escuchar unos pasos.
Se recostó sobre la tierra intentando ocultarse tras las piedras. Cada vez se escuchaban más
próximos, las plantas comenzaron a agitarse de un lado a otro. El jadeo de una respiración que
cortaba el aire. “¡Lo tengo!” gritó una voz a los lejos.
Un joven espantapájaros irrumpió en el camino. Al instante, dos ratas grasientas y peludas armadas
con lanzas de cuero sólido se abalanzaron sobre él rodeándolo.
El muchacho, con una piedra en la mano miraba amenazante a los repugnantes animales.
“¿Qué pretendes con eso rapaz?” reían entre ellas.
Gizmo salió de su escondite arremetiendo contra la rata más cercana, cayeron al suelo rodando. De
la nada, la oruga patuda salió de entre las ramas clavando sus pequeños colmillos afilados en una de
sus patas, la rata chilló con un agudo y ensordecedor gruñido hasta que un golpe seco en la cabeza
la tendió silenciándola en el suelo.
Gizmo se levantó con el morral con el que había golpeado al animal en la mano. La segunda rata y
el joven miraban perplejos el espectáculo, de pronto, el animal comenzó a correr huyendo del
desconocido. Gizmo salió tras ella alcanzándola a escasos metros del suceso.
En el fulgor de la pelea, el espantapájaros le arrebató la lanza y se la clavó en el pecho.
Sobre sus manos la sangre tibia comenzaba a brotar espesa y roja.
Pese a los años posteriores de luchas, en los que asesinaría a cientos de ratas y otros seres, ya nunca
sería capaz de sacar de su cabeza el mismo instante en que atravesó el cuerpo del roedor ya muerto
que sujetaba entre sus manos.
Esa era la primera vez que presenciaba un muerto, era la primera vez que asesinaba. El temor del
incidente se convirtió en una sensación de vacío que ya nunca más calmaría.
De su boca caía un hilo de sangre, babas y heces. Con los ojos fijos en Gizmo, su corazón dejó latir,
dos ojos negros y redondos que nunca dejarían de atormentarle.
Una mano rozó su hombro, Gizmo se giró sobresaltado con las manos cubiertas de sangre y el
rostro desencajado, colocando la puntiaguda lanza frente al cuello del joven espantapájaros que lo
miraba aterrado.
“¡Espera!” gritó el muchacho. “Tenemos que irnos de aquí, es cuestión de tiempo que esto se plague
se ratas”.
Gizmo seguía paralizado, sujetando con fuerza la lanza. Lentamente comenzó a bajar el arma
mientras volvía en sí.
Corrían uno detrás del otro, en silencio, sólo se escuchaba la respiración de ambos.
Consiguieron llegar a la formación de rocas que limitaba la frontera de los campos de cebada con la
tierra lenguaraz. Cayeron exhaustos por la carrera.
Gizmo miraba el cielo despejado, tan sólo podía pensar en el mismo instante en que había
atravesado el cálido cuerpo del animal con la lanza de cuero.
Permanecían en silencio. El joven lo examinaba con interés.
El espantapájaros se incorporó de inmediato dirigiéndose al chico.
“¿Desde dónde vienes? ¿Por qué te perseguían esas ratas?”
El pequeño espantapájaros respondió al instante
“De la Tierra Lenguaraz señor, esas condenadas estaban robando a una anciana y golpeándola, no
podía permitirlo, hacen con nosotros lo que quieren”.
El joven hablaba atropelladamente con rabia. Gizmo sintió una leve nostalgia al verse reflejado de
algún modo en aquel muchacho que se movía torpemente frente a sus ojos. Entonces recordó.
“¿Conoces al viejo Díodo?” Preguntó Gizmo clavando sus pequeños ojos en él.
Vaciló unos instantes antes de responder, “claro, todos le conocen”.
Gizmo no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
“Murió hace pocos meses. Enterramos su cuerpo bajo las primeras plantas de maíz de nuestra tierra,
en secreto. Ya no podemos hacer sepultura, ni llorar a nuestros muertos. Las ratas descubrieron su
tumba…”
Gizmo escuchó confuso sus palabras. Sintió un ligero mareo.
“¿Lo conocía señor?” Preguntó el joven.
No respondió, su rostro estaba desencajado. Apoyado en la roca Gizmo sintió un cosquilleo frío que
recorrió cada una de sus pajas. Sus ojos se tornaron oscuros, una oscuridad más intensa que el negro
más negro.
Pasaron varios minutos, el silenció envolvió a los espantapájaros. No hicieron falta palabras ni más
gestos.
“¿Cuál es tu nombre?” dijo de pronto, “Olga“respondió ella.
Gizmo la miró sorprendido “¿Una mujer?”
La joven levantó la cabeza con el orgullo afligido “¿Le sorprende que una mujer se enfrentara a esas
ratas apestosas?”
El espantapájaros emitió una ligera sonrisa “Si no recuerdo mal fui yo quien te salvó de ellas”.
La muchacha apretó la boca irritada “Cierto” dijo al fin, “No he tenido ocasión de agradecértelo”.
“¿Sabes cómo llegar al lago sin ser vistos por ellas?” preguntó Gizmo. Ella asintió rápidamente y
sin dudarlo se pusieron en camino.
Seguía el cuerpo de la joven que caminaba con pasos rápidos y firmes frente a él. Pensaba en su
abuelo, el viejo Díodo y en su último encuentro. Su rabia iba creciendo a medida que se acercaban.
La oruga patuda irrumpió de pronto frente a ellos y de nuevo volvió a desaparecer entre las plantas.
Olga gritó sobresaltada. Gizmo tapó su boca con la mano.
“Es una amiga, no te hará daño” susurró en su oído. Se lanzaron al suelo intentando ocultarse entre
el maíz.
Al instante una rata apareció frente a ellos. Caminaba olfateando a su alrededor. Podían ver sus
pezuñas mugrientas y afiladas aferrándose a la tierra. El hedor que desprendía su cuerpo era
insoportable. Un gruñido a lo lejos captó de pronto la atención del animal.
Olga se incorporó confundida buscando al gusano patudo que de nuevo se había esfumado sin dejar
rastro alguno.
“¿Era, era, de verdad era, una oruga patuda?” balbuceaba sorprendida.
“Es la segunda vez que me salva la vida” afirmó Gizmo colocándose el sombrero.
A lo lejos ya se vislumbraba la pequeña aldea situada en el centro de los campos de la tierra
lenguaraz. Las casas bajas, imperceptibles desde lo alto, estaban construidas con los caparazones de
las hormigas momificadas que se desprendían tras los diluvios.
La imagen no era tan distinta a como la recordaba, algunas de las siembras estaban destrozadas
debido a las tormentas, y en los rostros de los espantapájaros la resignación y el lamento empezaban
a hacer estragos.
Pese a las penurias y tormentos sufridos, los habitantes del maíz seguían trabajando y luchando por
mantener sus tierras y sus vidas a flote de la mejor manera que sabían hacerlo, pacíficos y
persistentes. En contadas ocasiones las ratas aparecían por la aldea.
Conocían bien la naturaleza de sus habitantes, no cabía el temor de ningún tipo de insurrección.
Pese a todo, siempre eran buenas las excusas para infundir el miedo en las viviendas, como el
recuerdo constante de su desagradable y tortuosa presencia.
Olga condujo a Gizmo hasta la pequeña cabaña de su padre. Los espantapájaros nunca se
caracterizaron por tener abundantes pertenencias.
Les gustaba dormir en suelo seco y cálido bañado por un pequeño fuego constante. Se quedó en
silencio observando las llamas, recordando a su abuelo y su niñez. Intentando hacer memoria del
por qué y el cómo habían llegado sus vidas a esa situación.
Su imagen se había convertido en una maraña de sombras con el reflejo del fuego.
Por la puerta irrumpió un viejo espantapájaros de largas patas y cuerpo fornido. Tras él, Olga
intentaba abrirse paso torpemente.
“¿De dónde vienes forastero?” preguntó el robusto espantapájaros.
“Mi nombre es Gizmo, también nací en estas tierras” respondió incorporándose.
“Y que vienes a buscar, aquí ya no hay nada, somos esclavos de esas ratas, aquí sólo queda trabajar
para ellas o morir”.
“No vengo a trabajar, y mucho menos a morir. Mi abuelo murió hace poco, me gustaría ver el lugar
donde lo enterraron” dijo Gizmo afirmando su voz ronca.
Olga y su padre miraron perplejos al forastero extraño que se alzaba frente a ellos.
“Tú eres su nieto” Gizmo asintió sereno. “Siéntate, tenemos mucho de qué hablar”.
El fuego se había consumido casi por completo. Olga entró con más leña para avivar la hoguera.
“Tu abuelo, se opondría completamente” alcanzó escuchar.
Gizmo replicó “El ya no está aquí. Sé muy bien lo que Díodo opinaba al respecto. Su postura no ha
consigo darle descanso ni después de muerto”.
El fornido espantapájaros se levantó excitado y comenzó a dar grandes pasos por la sala. Chupaba
en silencio su pipa, reflexionando. Olga miraba la escena aturdida.
“Sabes lo que esto significa… arrastrar a nuestro pueblo a una muerte segura” consiguió decir al
fin. “Lo sé” Respondió él “Igual estamos cavando día a día nuestra propia tumba sirviendo a estas
bellacas. El momento es ahora”.
Olga estaba nerviosa, nunca antes vio a su padre así de inquieto. Sabía que algo grande se
avecinaba. El futuro de los oprimidos espantapájaros estaba a punto de cambiar, y ella, estaba
siendo partícipe de la decisión más importante. En silencio, ambos espantapájaros se dieron la
mano. Al fondo, las sombras llameaban refulgentes sellando el pacto.
En pocos meses lograron convencer a toda la población. Pese al temor de unos pocos, ya nada les
quedaba por perder. Sabían que tarde o temprano el mundo de los espantapájaros tal y como lo
conocieron sus abuelos, dejaría de existir.
A expensas de las ignorantes y torpes ratas, maniobraron la rebelión. Nunca imaginarían que los
pacíficos y tolerantes espantapájaros se levantarían en armas contra ellas.
Habían de esperar el próximo diluvio de hormigas, para en medio del caos atacar a sus enemigas.
Durante la espera, los espantapájaros fueron más condescendientes y silenciosos que nunca. Las
ratas confiadas, nunca temieron por la posible sublevación.
El día esperado llegó. Se levantaron temprano. El cielo estaba oscuro y a lo lejos, se veían próximas
las nubes que llegaban cargadas. Sólo era cuestión de horas.
El aire estaba húmedo y estancado. El calor se pagaba a sus pajas empapándolas en sudor.
Las liendres no cantaban, el silencio era ensordecedor. Gizmo caminó hasta la choza de Moisés.
Olga le abrió la puerta antes de que tocara. “Te estábamos esperando” dijo agitada “Pasa”.
Su padre miraba silencioso por la ventana. Sus facciones duras rumiaban algo de tierra masticable.
Miró a Gizmo preocupado. “Llegó la hora” Gizmo asintió.
Cogieron las lanzas y otras armas que elaboraron a escondidas los últimos meses. No se veía
ninguna rata merodeando los aledaños. Corrieron avisando al resto. Olga trotaba de casa en casa
sigilosa “Ya es hora” susurraba. Todos estaban preparados.
Olga se colocó detrás de Gizmo y le estrujó el brazo. Se miraron y entre el miedo perfilaron una
sonrisa. Ya no había marcha atrás. La espera se convirtió en una eternidad. Miraron al cielo y sobre
ellos, las nubes se situaban listas para descargar. Había llegado la hora.
Las calles desiertas se fueron llenando de espantapájaros que en manada caminaban silentes
adentrándose a los campos.
Allí, esperaban las ratas ajenas a la batalla mientras descansaban refugiadas bajo los árboles. Una de
ellas fue la primera en percatarse. A lo lejos una mancha amarilla se abría paso entre las plantas.
“¿Qué demonios?” murmuró. Para cuando logró incorporarse los espantapájaros arremetieron
contra ellas. El silencio dio paso a un estallido de gritos, gemidos y lamentos.
El tumulto de los cuerpos se mezcló con las primeros goteos de hormigas. La sangre brotaba
salpicando los rostros de los valientes espantapájaros. El miedo se convirtió en rabia y recuerdo de
años de opresión y explotación del pueblo.
Gizmo parecía poseído, una extraña sensación de vacío le recorría el espíritu e iba poco a poco
carcomiendo sus huesos. Las fuerzas se debilitaban con el aumento de la llovizna.
No duró mucho, las ratas sorprendidas fueron aniquiladas con rapidez. Las hormigas destruyeron
cada centímetro de campo a su paso. Las cosechas quedaron arrasadas y los suelos ensangrentados
estaban pintados de rojo. Entre los espantapájaros sólo unas pocas bajas. Pese a la exitosa victoria el
clamor entusiasta no se reflejó en sus rostros. Para todos, era la primera vez que mataban, dejando
atrás, años de paz característica en su especie.
En silencio recogieron a sus muertos y los llevaron al pueblo.
Gizmo y el resto, sabían muy bien. No era tiempo de celebración. Esto, sólo era el primer paso de
una larga serie de tormentos. Pronto correrían las voces de subversión. Las ratas del norte llegarían
en pocas semanas, la paz, aún quedaba demasiado lejana.
Hacía meses que tuvieron su primera reunión alrededor del fuego.
Parecía una eternidad la que llevaban luchando. Peseal éxito en las primeras batallas, muchos
yacían heridos y cansados.
Por primera vez en mucho tiempo volvía a recordar las palabras de su abuelo “Los espantapájaros
no somos soldados, nacimos siendo seres pacíficos y tranquilos”.
Se preguntaba si debió escucharle y no dejarse llevar por la rabia y la venganza.
Sentado al borde del lago, Gizmo jugaba entre sus dedos con la vieja pipa de su abuelo, hacía
semanas que no fumaba una buena tierra, mientras miraba al infinito casi atormentándose, sentía la
carga de cada una de las bajas sobre su espalda.
Olga se sentó a su lado, en silencio. Miró a Gizmo analizando cada uno de sus contornos, ya los
conocía bien. Parecía que en los últimos meses había envejecido de manera repentina. Sus pajas
amarillas, estaban volviéndose cenizas y bajo sus ojos, se empezaban a formar pequeños surcos.
Hasta ahora, nunca se había preguntado qué edad tendría.
“Es mejor morir de pié como el árbol, que arrodillados” dijo de pronto.
Gizmo la miró sorprendido. Sus palabras hincaron su corazón como si la lanza de
cuero de aquella rata maloliente que mató por primera vez regresara de su extravío.
“Yo no planifiqué esto, quizá siempre estuve equivocado, y nunca logremos ser libres de nuevo”
parecía abatido, se sorprendió a sí mismo ante sus palabras llenas de resignación. No sabe porque lo
dijo. Olga tomó su mano tosca entre sus dedos largos y finos.
“Nos diste la opción de escoger” sonrió clavando sus ojos en él, y aquella sonrisa calmó de pronto
todos los pesares que caían sobre Gizmo.
El reflejo de la luna irradiaba en su rostro tornando claras sus indisciplinadas pajas. Sintió un
repentino deseo de besarla, de abrazarla y llorar como un niño cobijado en su pecho firme y sereno.
Pasaron la noche en silencio, abrazados, sintiendo el corazón cerca del otro, como uno sólo. Con
miedo de pensar en el futuro, viendo el pasado tan lejano que apenas era ya un sutil recuerdo. Y
viviendo ese instante como lo único que importaba.
El sol empezaba a ponerse. Sus pequeños ojos negros miraban al cielo escudriñando las nubes
oscuras y esperando el temido diluvio de hormigas.
Sabía que ese sería el fin del levantamiento. A la cabeza del escuadrón, el pelotón de espantapájaros
esperaba las órdenes de su capitán. Había perdido a muchos compañeros en combate, solo unos
pocos conservaban la paja bien amarrada y los sombreros en su lugar.
Llevaba tiempo escuchando rumores de un cuantioso ejército de hormigas coloradas creadas por las
mismas ratas.
Frente al campo de batalla devastado, exhaustos y con la moral por los suelos, los espantapájaros
veían llegar a los lejos el insuperable número de ratas acercándose. A paso firme y tosco, llevaban
consigo sus lanzas de cuero afiladas. Llenas de rabia, sus bocas descargaban babas blancas que
goteaban sedientas de venganza.
Los espantapájaros permanecían quietos, osados y fuertes, esperaban el encuentro como quien
espera la muerte. Sin dar un paso atrás, Gizmo los miró antes de hablar.
“Una vez alguien me dijo, que los espantapájaros eran cobardes. Un día, alguien decidió que los
espantapájaros seríamos esclavos de por vida. Tranquilos, indulgentes. Pero yo aquí lo que veo, son
seres valientes. Que luchan por su libertad, sus familias y sus tierras. Espantapájaros que prefieren
morir de pié como el árbol. Porque nosotros nacimos de pié, mirando al sol y con los brazos en alto.
Y de ese modo nos iremos, como fuimos creados”
Se miraron entre ellos, orgullosos sonreían felices, sin miedo. Gizmo miró a Olga, en primera fila
reía gozosa. Una irrisoria multitud de espantapájaros heridos y cansados esperaba paciente la
sombra hedionda de roedores que se acercaban.
De pronto, sobre la pequeña colina junto al lago, vieron algo asomarse. Olga agitó el brazo de
Gizmo y le indicó que mirara hacia el montículo.
El espantapájaros no salió de su asombro, cuando vio que se trataba de su vieja y desaparecida
amiga la oruga.
No venía sola. Tras ella, cientos de orugas patudas cruzaban el agua en dirección a la milicia. No
pudo evitar brotar una carcajada.
El pelotón, miraba pasmoso el paisaje de orugas patudas que acudía en su ayuda.
Ahora, a tan sólo unos metros de distancia de las ratas, el destino de los espantapájaros estaba a
punto de dar un vuelco que cambiaría por siempre el rumbo de sus vidas.
Listos para enfrentar su presente, nadie hablaría más de los esclavos espantapájaros dedicaos a
ahuyentar a los cuervos, los golondrinos y los remordimientos de conciencia. Sino de aquellos
valerosos seres de paja que con su ímpetu y su fuerza, lucharon por una idea que quedaba más allá
de su razón: La Libertad.
CINE PARÍS
El cine París se erigía borroso entre los amontonados y viejos edificios del centro. Descuidado,
camuflado de casona colonial cubierta de polvo y humo.
A la entrada, un cartel anunciaba las sesiones de la semana “Cleopatra triple X” y “Las gemelas
siempre están abiertas”.
Sus letras centelleaban cansadas colgando sobre su entrada. Cada noche se prendían rendidas
luciendo inadvertidas por los usuales transeúntes del barrio.
Tenía un aroma peculiar. La humedad y el sudor pegado a las butacas tapizadas de rojo, desgastadas
por los años y el uso. El suelo chicloso se aferraba a los zapatos. Del techo, colgaba una pesada
araña que pese a los años pendía orgullosa sobre el teatro.
Por el Cine París, pasaron las mejores compañías del mundo. Actrices de la calidad de Margarita
Velásquez pisaron su escenario. Fue uno de los teatros más frecuentados por la alta sociedad limeña.
Con los años, el centro dejó de ser el punto neurálgico de las relaciones sociales y culturales, y
todos sus edificios fueron siendo olvidados poco a poco en un místico abandono.
Mateo abría a las cinco y cerraba las puertas tras la última sesión de la madrugada. En alguna
ocasión, llegaba temprano para ojear las películas antes de empezar su jornada. No se deleitaba con
ellas, observaba más allá del placer carnal que otorgaba a sus viejos compañeros de asiento.
Para él el sexo, era toda una fuente de conocimiento sobre la que le gustaba teorizar. El papel del
sexo en la sociedad y lo que representaba, le interesaba más que la vivencia del sexo personal, hasta
el punto en que Mateo, nunca había tenido una experiencia erótica en su vida más que la del mero
observador.
De niño en la misa, jugaba a imaginar a su vecina caminando desnuda por el atestado pasillo de la
iglesia hasta el altar para tomar la comunión. Desde su ventana observaba como se colaban ya
entrada la noche, jóvenes en su habitación. De muy joven ya fue un maestro espectador.
Sus padres eran fanáticos creyentes que pasaban su vida entre la casa y la iglesia. Le obligaban a
rezar al levantarse, durante el almuerzo y al llegar la noche. Recitaba cada día un pasaje de la biblia,
que leía para sus orgullosos padres. Una vez a la semana, Mateo recibía cuarenta azotes en su
espalda, propiciados por el cinturón de un padre que clamaba por el perdón y el sufrimiento del
redentor.
Nunca tuvo amigos, más que aquellos que le quitaban su lonche durante los recreos en la escuela.
Dejó la secundaria y escapó de su casa. No volvió a ver a sus padres.
Llevaba seis años trabajando en el cine París. Y éste, ya era su hogar.
Cada día, durante años, analizó lo que el placer sexual provocaba en los hombres y mujeres que
concurrían el cine. Desde su puesto de boletería, escudriñaba sus rostros y miradas, antes y después
de cada sesión.
Entre sus clientes, siempre se encontraban los habituales. La mayoría, hombres de mediana edad
que llegaban solos o en ocasiones, acompañados de alguna prostituta del barrio. Mateo las conocía
bien, solían merodear el cine esperando encontrar chicha fácil con que satisfacer sus carteras.
El humo de los puros que prendían con frecuencia flotaba en el ambiente, espeso. A contraluz se
formaban diferentes figuras florecidas con cada bocanada. Por ratos un travesti caminaba entre los
asientos, a paso lento, contoneándose en una figura parca pero ajustada.
Los baños eran el lugar de choque. El olor del orín invadía todos los sentidos. El suelo encharcado
albergaba algún preservativo usado, papeles y colillas. Al fondo esperaban aburridos tres wáteres
amarillentos.
Cuando Mateo pensaba en el sexo, no se excitaba como el resto de la gente. No se sentaba frente a
la gran pantalla para esperar que se pusiera dura y así empezar a masturbarse. El simplemente fijaba
los movimientos en su mente, examinando que provocaba más placer en los hombres y las mujeres.
Miraba sus caras, sus reacciones.
Sentado en la boletería pensaba en Estrella, y en cómo le gustaría a ella. Cuando en ocasiones
llagaba con algún cliente la imaginaba, sabía que no lo disfrutaría. Estrella era más sensible, nunca
la besaron en la boca. Tampoco le dijeron nunca que la querían. Mateo se lo diría si tuviera ocasión.
No para llevarla a la cama, sólo caminarían por el parque de la mano.
A ella siempre le pagaban para ponerse de espaldas, pero le gustaba que la miraran a la cara.
Cuando era niña quería ser odontóloga. A diferencia de otros niños, a Estrella le gustaba ir al
dentista. Siempre le pareció agradable el olor de la consulta y el sabor que le dejaba a menta cuando
salía.
El doctor, era un señor viejo muy amable que le decía cosas bonitas y al salir, siempre le esperaba
un piruleta roja que teñía su lengua del mismo color. Ahora se reía cuando lo pensaba.
“Al menos terminé usando mi boca para algo” decía irónica.
Sus padres le pusieron Estrella porque cuando nació tenía sobre su cabeza una bola de pelo
enmarañado de color amarillo. Su piel era tan blanca como la nieve y a sus ojos miel le escoltaban
unas pestañas largas que se curvaban en sus estremos. Parecía una estrella bajada del cielo para
ponerse de frente en los brazos de su madre.
Estrella tenía pocos recuerdos de ella. Sabía que era bonita por las fotos que le quedaban. Cuando
murió, su padre se ensimismó, perdió interés en todo lo que le rodeaba, incluyéndola a ella.
A los dieciséis años se largó de su casa. Ahora tenía veintidós, y no había vuelto a ver a su padre
desde el día que lo dejó sentado en el sofá viendo televisión, olvidado y borracho.
No siempre pasaba por el cine París. Nunca intercabiaron más que un par de palabras.
Una noche llegó acompañada de un hombre, alto, fuerte y viril. De unos cuarenta años. Nunca antes
lo había visto por el barrio. Estrella Jugaba con unos pelitos rizados que salían del pecho varonil
colándose entre los ojales de su camisa abierta. Olían a alcohol rancio de bar pesado. Reían y
caminaban tambaleándose de un lado a otro.
El hombre dejó unas monedas grasientas sobre el estante. Estrella, miró a Mateo con ojos rojos por
el licor y le sonrió, mostrando unos dientes blancos y rectos. Mateo cogió las monedas y les brindó
dos boletas para la sesión ya empezada.
“Está a mitad” dijo sin dejar de mirarla. Ambos se rieron.
“Tranquilo choche, sólo vamos a pasarla bien” balbuceó el hombre con una voz ronca que salía de
su garganta.
Caminaron hacia la sala entre risas, con la mano de él agarrando con fuerza su trasero. Antes de
entrar, la cogió bruscamente del mentón e intentó besarla en la boca apretándola contra su pecho.
Estrella se paró y le atinó una bofetada. El hombre la miró en silencio, sus ojos ardían en cólera y
tras unos eternos segundos, se deshizo en unas ruidosas carcajadas que sonaron por toda la pieza. Se
abrazaron de nuevo y entraron en la sala.
Mateo imaginaba su boca, sus dientes blancos y su lengua roja rozándose los labios. Veía sus ojos
pardos, brillantes de éxtasis, intoxicados. Imaginaba las manos recias de aquel tipo tocándole las
caderas, mordiéndole los pezones rosados. Acercándose a su boca y besándola hasta quedar
exhaustos. Sentándola sobre él, para verle la cara. Acariciándole el cabello y bajando la mano por su
espalda hasta sentir la hendidura de su trasero, en un movimiento continuo y placentero.
Pasaron varias horas, Mateo había salido a la vereda, la noche estaba tranquila. Apoyado en la
repisa y fumándose un cigarrillo intentaba vislumbrar alguna estrella entre los techos altos de los
edificios. Demasiada luz impedía ver nada.
Por su costado, pasó el hombre que había entrado horas antes con Estrella. A paso rápido y torpe se
alejaba del cine. Mateo miró extrañado hacia la sala, cerrada, esperando verla salir en cualquier
momento. Pero nadie abrió la puerta.
Tras vacilar un momento se hizo al ánimo y entró en el cine. Todo estaba oscuro, el público
dispersado por las butacas miraba distraído la pantalla. Algunos estaban más ocupados que otros.
Sólo unos pocos se quedaban mirando cuando pasaba, esperando que éste se sentara a su lado.
Habían pocas mujeres en la sala, no sería difícil encontrarla. El corazón le latía con tanta fuerza que
no podía escuchar nada más que el bombeo de su sangre circulando agitado por sus oídos.
No podía evitar sentirse como estúpido, buscandola por la sala sin saber que decir o como actuar
cuando la viera.
Las preguntas le bombardeaban la mente volviéndolo loco. Unos pocos pasos más, le pareció verla,
sentada al fondo de la sala, en una esquina, sola.
Caminó a paso lento pero firme hacia Estrella. Cuando llegó, se sentó a su lado. Ella no se inmutó
ante su presencia. Permanecieron en silencio un rato, mirando la pantalla. Su mano reposaba
tranquila y blanca sobre su rodilla huesuda. Mateo acercó rozando sus dedos a los de ella.
Sobre su brazo caía el tirante de su sostén, dejando su hombro desnudo y parte de su pecho claro.
Ella seguía regia, mirando al infinito, inmóvil. Blanca como la nieve, igual que el día que vino al
mundo.
Sus labios rojos llameaban silenciosos e inertes. Mateo tocó su pelo amarillo y volteándola con
delicadeza, acercó sus labios a los suyos. Su boca fría y cerrada recogió su beso sin respuesta.
Parecía que la sangre ya no fluía por sus venas, pero seguía hermosa, con sus ojos pardos radiantes
mirando el infinito. Cogió su cabeza, y la posó con suavidad sobre su hombro.
Tomó su mano rodeándola entre unos dedos finos y largos y así permanecieron, El dichoso
sonriendo, ella, mirando inagotable, eterna, radiante, como una estrella.
LA “MILI”
Con el olor del whisky derramado me viene de pronto la vieja Cantina a la cabeza, y sin quererlo,
me acuerdo de la mili. Alguna vez fui joven, o al menos eso creo. La mili entonces, a la sazón de
“Servicio Militar” era una etapa más de la vida que todos los hombres, o pseudohombres, debíamos
atravesar y superar con honores. Hasta que no pasabas por el ejército no tenías ningún derecho a
pasar de categoría. Era una especie de post-comunión y pre-boda.
Recién dejé las canicas y los pantalones cortos, comencé a descubrir el mundo sensual de las curvas
en movimiento y el placer de perseguir un mundo a trompicones que se me escapaba. Pero entonces
llegó la Mili.
Recuerdo ahora las palabras de mi padre antes de partir a Marruecos donde me esperaba la
instrucción que haría de mi en doce intensos meses, el semental varonil que todos esperaban “La
mili o te hace hombre, o te hace un desgraciado”.
Con la experiencia de un padre al que le atraía más el olor del alcohol que el de su propia mujer, fui
consciente de cuanta sabiduría albergaban sus palabras. En efecto regresé convertido en un hombre
bastante desgraciado.
Así, sin más alternativas ni más opciones, tuve que aceptar que era una pieza importante en el
camino de la “Gloria Patria” de mi España. Mi patria, mi tierra, mis antepasados.
En el Cuartel está el Cuerpo de Guardia, el patio de instrucción, los talleres, el comedor con su
suculenta y tentadora comida del mismo color día tras día. Están las duchas, el calabozo (en
ocasiones acogedor) y sobre todo, por encima de cualquier ideología, categoría o lógica,
omnipresente, determinante y centro de todas las decisiones importantes, La Cantina.
Me vienen buenos recuerdos. El aroma del alcohol rancio y el sudor pegajoso, los alientos ebrios
cargados de palabras malsonantes, los incontables bigotes recortados meticulosamente sobre el
labio superior, los chasquidos de las manos rascándose y posicionándose los testículos
adecuadamente sobre el uniforme, para que el enorme tamaño militar no desequilibrara a los
borrachos
que
constituían
a
la
clientela
habitual
del
oscuro
antro.
Benditas las frases y arengas que incitaban a la conquista del mundo, a la derrota de la pérfida y
hereje Gran Bretaña y del chauvinista gabacho. Que palabras tan reconfortantes para sentirnos
patriotas.
¡Por cojones! Copa de Terry. ¡Coño! Copa de ginebra. ¡Por España! Copa de Anís.
Ahora soy consciente de si entonces nos hubiesen invadido los moros, por Gibraltar nos iban a
pillar a todos borrachos de cojones. La verdad, sería la única manera de que agarráramos el fusil y
nos
liáramos
a
pegar
tiros.
O borrachos o nada…
Se me terminó la copa, será mejor que vaya pidiendo la próxima antes de que regrese parte de mi
cordura.
LUCHADORA SAN MARCOS
En San Marcos nos topamos con gente irrepetible.
José es un dirigente campesino que vive en Campo Alegre. Lleva toda su vida liderando una lucha
más que justa. Las mineras se empeñan en explotar su tierra.
Primero fue Mishki Mayo, también Yanacocha y otros monstruos que ansían el oro que albergan sus
tierras.
Para José y los habitantes del Valle, la riqueza no reside en ese mineral amarillo por el que otros
países matan. Si no en sus flores, sus árboles y sus cosechas. La fertilidad de sus suelos y la gente
que habita en ellas. Sus aguas cristalinas ahora contaminadas por las mineras y los animales de los
que se alimentan.
Siempre vivieron de la tierra, en armonía con ella. Entonces llegaron estos señores con sus mentiras
y amenazas prometiéndoles un desarrollo disfrazado de disparates. Plata y progreso a cambio de la
salud y el asesinato de sus suelos.
El lugar donde uno nace, debería ser el lugar donde uno muere. Les obligan a abandonar sus
hogares. ¿Quiénes son ellos que vienen de fuera y les dicen donde pueden o no vivir, o como deben
o no hacerlo?
Es incomprensible tanta injusticia e impunidad ante tantas barbaridades. Pero para José y todos
aquellos que viven esta lucha día tras día ya es parte de sus vidas. Nos habla directamente a los
ojos, la firmeza y serenidad que desprende es sobrecogedora. Cuando lo escuchas hablar,
comprendes porqué lo escogieron como su líder.
En esta lucha hay cientos de personas involucradas. El padre Lázaro y las hermanas Victoria y
Camila también dieron su vida por aquellos que menos voz tienen.
No podemos creer como después de tantos años luchando siguen sin agotar sus energías.
Despliegan una fuerza tan mesurada que asusta.
Pese a las dificultades y desencantos siempre lucen una sonrisa en sus rostros. Inagotables,
incansables. Victorinha, tan chiquita y tan grande.
Los jóvenes también sufren estas injusticias y quieren que su futuro no se vea impuesto por otros.
Hablan con rencor hacia la mina, pero sin dejar que estos odios justificados, ennegrezcan sus puntos
de vista.
Acá la gente es sabia, saben como han de trabajar y enfrentarse a los monstruos sin darles motivos
para engrandecer su hambre, si no acallándolos poco a poco. La lucha es lenta, agotadora, pero da
sus frutos.
En San Marcos, como en todo Perú están en campaña electoral. Las pintas y carteles con frases
prometedoras y absurdas empantanan todas sus calles, como un circo de payasos, estos políticos se
alzan grandiosos con brazos y manos en alto, como si de dioses se tratase. De fondo, se escuchan
una y otra vez sus intenciones a través de un megáfono malogrado. Como la banda sonora del
pueblo que te acompaña durante el día.
Algunos candidatos hacen campaña a través de la compra. Van hasta los lugares más pobres
acompañados de un séquito de vampiros sedientos regalando polos y gorras. Dando cerveza a los
aldeanos y entregando porciones de comida con sus dedos manchados. Los mantienen contentos
con regalitos, y callados a través del chantaje.
San Marcos no es muy grande, los más jóvenes terminan por emigrar buscando fuera nuevas
oportunidades. El pueblo se queda lleno de ancianos con historias tristes, donde la soledad y el
abandono envuelve sus rutinarias vidas. Se juntan día tras día en un comedor donde una joven
profesora les prepara el almuerzo con un amor que asombra. Ella también es una luchadora. Dejó de
lado su carrera por una misia propina cuidando a estos viejos olvidados en un mundo donde ya no
hay lugar para ellos.
Nos vamos de San Marcos con el espíritu levantado. Llenos de nuevos amigos que merecen todo
nuestro respeto. Ojala hubieran más como ellos.
BAMBAMARCA
De camino a Bambamarca pasamos por las minas. El paisaje va haciéndose cada vez más áspero y
los cerros se tornan ocres y rojos. En la combi, todos quedamos callados, observando silenciosos el
vasto paisaje que se abre frente a nosotros, doloroso y amargo, como la falta de vida en la tierra
desierta que han dejado las máquinas en busca del ansiado oro.
Hacemos una breve parada en Hualgayoc, un pueblo con una larga tradición minera. Dominante, un
arco de bienvenida sostiene a sus lados las esculturas de dos mineros trabajando. Uno no llega a
comprender del todo la extraña relación de amor que tienen estos pueblos con la minería.
Bajo sus suelos, descansa el oro más cotizado. Los monstruos quieren levantar sus tierras sacando
de allí a sus pobladores. Arrebatándoles de sus hogares les mienten con una nueva ubicación con
mayores oportunidades.
La gente, en su pleno derecho, no quiere moverse de sus viviendas. Ahí está su tierra, el lugar donde
nacieron y donde han crecido sus hijos.
Como castigo por sus caprichos, la empresa minera sabotea al pueblo dejándoles sin agua y los
mantiene sin energía. Con un grupo electrógeno prestado se apañan y cada mañana, ciudades como
Bambamarca les mandan barreños de agua.
Llegamos de noche, el pueblo está lleno de vida. En la plaza la banda local ensaya sus canciones.
Pronto empezarán las fiestas y pasacalles.
Una gran pileta sin agua se levanta ostentosa en su centro, y en los jardines, los arbustos forman
figuras que nadie comprende.
Nos encontramos con muchos jóvenes campesinos que vienen de otras comunidades. Viven en la
escuela tres días para poder ayudar en sus casas el resto de la semana.
La escuela es también su hogar. Allí aprenden a trabajar todos en comunidad, mientras unos labran
la chacra, el resto limpia y alimenta los animales. Almuerzan todos juntos con los alimentos que
ellos mismos recogen.
No solo aprenden matemáticas o historia, aprenden de la amistad y el respeto. Se ayudan y cuidan
entre ellos. Se les enseña a escribir bien pero también un oficio que trabajan con sus manos. Por
primera vez, vemos una educación que se adapta a las necesidades de su pueblo.
Aprendemos el arte de hacer sombreros. Vilma nos abre las puertas de su casa, todos en su familia
trenzan, de generación en generación se transmiten los conocimientos de un trabajo que va más allá
de las tradiciones.
Al principio nos confiesa que ya no quiere seguir los pasos de su familia. Cuando era niña le
gustaba mucho trenzar, ahora, prefiere seguir estudiando sin tener que hacer más sombreros.
El documental es un proceso de búsqueda en ella, el último día nos confiesa que ya no piensa igual.
Sabe que estudiar no está desligado a trenzar. Ama la labor de su familia y lo que este complejo y
hermoso arte representa para ella.
Nos cuentan que hay minas abandonadas en las cuencas de los ríos que se siguen contaminando con
los residuos que desprenden estos pasivos ambientales. Ya no hay pescado del que alimentarse ni
vida alguna en sus aguas. El río Llaucano tiene un color violeta, más abajo, se juntan los dos ríos
que llegan hasta Bambamarca.
No salimos de nuestro asombro al ver los colores ficticios de estas aguas que abastecen a las
comunidades. Los campesinos ya no saben como luchar.
“Hoy parece que está limpita el agua, aprovechamos ahorita para tomarla” me dicen, yo miro
incrédula su color naranja.
No podemos evitar sentirnos extraños bajo el agua cada vez que nos bañamos. Como algo tan puro,
puede causarnos tanto temor?
Mientras vemos como el pueblo sufre las consecuencias, las empresas de la Gran Minería siguen
impunes en su política de arrasar las cabeceras de cuenca, los pueblos y sus riquezas.
Tras una intensa semana de intercambios y aprendizajes, se despiden de nosotros con canciones.
Abrazamos a nuestros amigos, con la esperanza de encontrarnos de nuevo. Junto a ellos, dejamos
todas nuestras energías y apoyo, en esta lucha llena de necesidad y búsqueda de justicia.
GATO SOLITARIO
Como un gato solitario, emancipado
te recuerdo en la vieja salita llena de discos, el jazz de fondo sonando…
invadiendo el espacio en melodías transgresoras galopando a ritmo del corazón.
Tus dedos moviéndose camuflados sobre el destartalado sillón color teja. Ese era tu rincón.
Te veo en la vieja foto que tanto me gusta, junto a una guitarra matrona de utopías que se escapan.
En tus ojos presencio la noche vacía, por sus calles oscuras y húmedas caminan acordes a ritmo de
blues en la madrugada.
Hombre de honor, miembro inaudito de la Cosa Nostra. Perro Viejo al que no engañan.
Soldado de guerras que hicieron historia entre Anibal y Publio Cornelio Escipión.
Caminas de noche, entras al bar pero no ves muchas caras.
Que pensarás?
Portador de sueños a sus espaldas. Te recuerdo de noche sentado sobre mi cama, hablando de todo,
de nada. Cómplices de manías, de gestos y miradas.
Chamán y curandero, con tus ícaros cerrabas mis parpados consiguiendo que pesaran hasta el más
profundo sueño.
Romántico idealista, que no se ha descubierto.
Silencioso y pragmático fiel amigo y bondadoso.
Genial ingenio y talentoso.
Genio grotesco si ha de serlo, codero con piel de lobo.
Gato solitario caminando en la noche, libre, radiante, solo
MIEDO
Siempre pequé de ser excesivamente confiada, o al menos, es lo que me han repetido desde que
tengo memoria. “No hables con extraños, mira bien con quien te mueves, no te fíes de nadie”.
De adolescente, infringí todas las leyes de los padres: Me subí a coches de extraños, hablé siempre
con todo el mundo, fui a lugares desconocidos donde me quedé con gente desconocida y por qué
no, acepté caramelos de cualquier persona amable que se me acercara.
No digo que lo que hice estuvo bien, pero tuve la suerte de que nunca me pasó nada y quizá eso, me
llevo a convertirme en excesivamente confiada. Aunque confiada o ingenua, siempre tuve mis
limitaciones.
Cuando llegué a Lima me hablaron de la violencia y del peligro. Entre otras cosas, el peligro de
subir a un taxi. Acá, a diferencia de otros países, cualquier persona puede manejar un taxi. Es más,
las “licencias” las encuentras por 20 soles en el centro. Así que de un modo u otro te pasas el tiempo
infringiendo la ley de cuando eras niño “nunca te subas con extraños”.
Todos los días quieras o no, te subes a un taxi exponiendo tu vida. No hay nada ni nadie, que te
asegure que llegarás sana y salva a tu destino. Aún así, malas personas hay en todos los lugares del
mundo, y uno, lógicamente, nunca piensa, que nos vaya a tocar a nosotros.
Nunca hasta ahora había vivido una situación de violencia en mi propio cuerpo. Ahora, se lo que
sienten muchos cuando hablan del miedo. No hay peor sentimiento. Pero aún es peor,
acostumbrarse a ello. En Lima, es normal tener miedo, si no lo tienes, estas muerto.
A mi no me gusta vivir con miedo, ¿a quién si? Yo nunca lo tuve, hasta ahora. Después de que un
taxi nos raptara para que dos asaltantes compinches que le estaban esperando nos golpearan
armados y de la forma más violenta posible nos robaran y nos dejaran psicológicamente hechos una
mierda, ahora, si se lo que es tener miedo de verdad.
Otras veces sentí miedo: miedo a la oscuridad, miedo por una película, miedo a lo desconocido,
miedo a una noticia triste, miedo a la pérdida de algo o alguien amado, miedo incluso a la verdad…
pero este miedo, el miedo que genera la violencia, que genera la incomprensión, el miedo donde
violan tu derecho a la vida misma. Ese, es un miedo inexplicable.
Yo no puedo sacar de mi mente la mirada de aquel tío que armado con un punzón se abalanzó sobre
mí. Casi no puedo recordar su rostro, ni lo que llevaba puesto… solo tengo su mirada, acercándose
desde fuera y abriendo la puerta del carro, como en una película vieja que se repite una y otra vez
por mi memoria, sin dejar de atormentarme. Cuando ves una mirada así, te das cuenta de lo poco
que vales para esa persona.
No es justo caminar por las calles y agachar la cabeza intentado pasar desapercibida, no es justo que
como mujer, tenga que taparme porque ir sin chaqueta me expone a miradas desagradables, no es
justo que a cierta hora no pueda ir por la calle porque soy carnada fácil de asaltantes o violadores.
Tampoco que no pueda hablar ciertas verdades porque mis palabras puedan molestar a otros y
exponerme, y no es justo que ahora, cada vez que miro a un taxista desde fuera, dude de su
confianza como ser humano, piense lo peor de él o tenga terror de subirme a su carro.
Conocí a personas que aprendieron a vivir escuchando tiros bajo su casa, sabiendo que una bala
perdida o unas zapatillas llamativas podían quitarle la vida. Conocí a mujeres que aprendieron a
vivir con el recuerdo de unas manos sucias tocando su entrepierna o tapando su boca mientras el
mundo se derrumbaba con ellas. Conocí a personas que tuvieron que aprender a soportar las
amenazas de aquellos que quieren quitarles sus tierras. He visto el terror en todas sus caras. Pero
viven con ello y se adaptan.
Yo no quiero vivir así, con miedo. Nací en entre naranjas, petardos y tardes en la plaza.
La realidad también es otra, además de los abrazos y el cariño, también el mundo es un lugar
jodido. Pese a todo, no quiero perder eso que siempre fue parte de mi, la ingenuidad de un mundo
bueno y hermoso, habitado por gente llena de amor, pero sobre todo, no quiero aprender a vivir con
miedo.
HERMOSA OLGA
Olga es chiquita, pero muy fuerte. Tiene 50 años, y no deja de moverse por la casa. Le encanta
reírse. Me cuenta que en la tierra donde nació, Ancash, al llegar la tarde del suelo salen en dirección
al cielo estelas de color plateado y dorado. Depende de si lo que hay en la loma es plata u oro.
Ella dice que su mamá le contaba; cuando era niña cogían el oro del suelo, lo atrapaban con acero.
Era parte de la tierra y la tierra les hacía regalos hermosos amarillos y brillantes.
“Mi tierra todita está llena de oro” Me dice, “mi mamá, sabía muchas historias del oro, pero ya no
cuenta nada”.
Ancash es un plato suculento para las mineras deseosas de sangre. Mientras ellas se enriquecen con
lo que pertenece a este pueblo, Olguita, sus hermanos y su mamá, deben abandonar sus hogares.
Me cuenta de su vida, y como el idioma y el color de la piel los marginaron entre su propia familia.
“Yo no tengo la culpa de haber nacido morenita, así era el color de mi mamá”.
No entiendo por qué alguien debe sentirse culpable por tener la piel de determinado color o hablar
diferente idioma. No puedo evitar sentir rabia por todo el daño que hicieron mis antepasados y que
dejamos aún latente en su pueblo.
Acá en Lima, todos son más bien paliditos. Yo también lo soy. Piel clara y cabello rubio. Soy una
limeña más que se mueve por la ciudad sin problemas.
Yo recuerdo desde que tengo memoria, en España, la gente se vuelve loca quemándose la piel,
tostándose bajo el sol en la playa o las piscinas o acudiendo todo el año a camas solares para
quedarse anaranjadas. Es más “cool” si estás morena. Pero sin embargo, tanto allí como acá, ser
morena porque la naturaleza así lo quiso, es signo de inferioridad.
No entiendo nada.
Al final comprendo, lo artificial es lo que único que vale.
Ser morena falsificada, ser rubia teñida, hablar castellano y no un “dialecto olvidado”, tener las tetas
en silicona o andar en tacos de veinte centímetros para disimular la pequeña estatura.
Yo creo que Olga es hermosa. Por dentro y por fuera. De niña también tuvo que serlo, pero nadie
supo verlo.
Acá en la gran ciudad, y en las grandes ciudades del mundo, los paliditos y aquellos que quieren
serlo, se visten con el oro que roban de la tierras de Olga, y de otras muchas tierras de muchas
Olgas.
Además de falsos, somos ladrones. Eso es lo único que interpreto.
LOS NIÑOS DE LOMAS
Salgo de Lima cruzando parques y piletas guachafas de colores, casas coloniales que tímidas se
ocultan entre edificios blancos y acristalados.
No sé en qué momento cambia el paisaje, las calles se tornan grises, hay más carros y vendedores
ambulantes. Los edificios ya no son altos y blancos. Las casas inacabadas terminan sus tejados con
fierros acariciados por el aire, esperando ser terminadas. Cerros de colores con casas despuntadas en
sus bordes y mercados rebosantes de puestos de frutas y carritos de chicharrones.
En el Km.34, a mitad de la Panamericana Norte está mi parada “Ovalo Zapallal”, curiosamente no
veo ningún Ovalo. Sólo un puente de hierro une los dos asentamientos.
Tomo una combi y subimos por Huarangal… pasamos el cementerio, las minas y los basurales.
Llegamos a Jerusalén Alto. Camino hasta el colegio. Allí, me esperan los chicos que al verme, me
reciben con besos y abrazos.
Caminamos por los cerros, bajo el sol abrasador que cae codicioso sobre nuestras cabezas, llenos de
tierra y sedientos, llegamos a la cúspide. Desde allí, se ve Lomas de Carabayllo, las casitas de adobe
y ladrillo, hojalata y madera, se reparten entre sus lomas.
Tras las casas están las chancherías. El olor es insoportable. Entre las jaulas improvisadas los
chanchitos llenos de barro y heces te miran desconfiados. Junto a ellos, viven Tatiana y sus
hermanos.
Más abajo están las recicladoras, muchas son ilegales, y en ellas, algunos de los chicos trabajan para
sacar algo de plata o ayudar a sus familias. Me cuentan que hace unas semanas murieron dos niños
de la comunidad, al incendiarse una de ellas.
Sientes el aire contaminado en tus pulmones, como te carga el pecho. Ellos lo saben.
“Esta es nuestra casa señorita, jugamos con la basura y tenemos los pulmones llenos de plomo”. Me
dice Génesis. Sólo tiene ocho años… yo no recuerdo con ocho años ser tan consciente de nada.
Los cerros terminan en inmensas bajadas bajo las que se entierran metros de basura. Alto Jerusalén
fue un desecho sanitario… aún se encuentran en ocasiones bártulos de hospital y otras cosas que no
son muy agradables de mencionar.
Si alguien muere y lo entierran en estas tierras, nunca lo encuentran.
Las minas rodean las casitas, muchos acá viven del ladrillo. Entre ellos los niños.
Lomas de Carabayllo es un desierto, desierto poblado por personas que vinieron en busca de futuro.
Muchos, son de provincia. Como una parada provisional, que con los años, se ha convertido en su
hogar.
Los chicos, tienen un gran problema de identidad. Nunca serán de donde nacieron sus papas,
tampoco serán nunca limeños. Ya se encargará la ciudad de dejar de lado a estos chicos
“provincianos”.
Sólo en Lima, hay oportunidad de progresar. Cada día deben viajar dos horas hasta la ciudad. Entre
el tráfico, el humo y los cláxones. Llegan cansados a su trabajo.
El Estado se encarga de su instrucción, no se preocupen que ahí está Alan y todos los chanchos que
como él, abogan por la educación de los niños del Perú. No sea que aprendan demasiado y les de
por armar una revuelta nacional. O quitarles los puestos de trabajo a los pitucos de san Isidro o
Miraflores.
De verdad, nunca vi niños con tanto talento. Sus ganas de aprender y superarse son infinitas. Y el
amor que regalan es gratuito. Sólo piden a cambio, que vayas cada fin de semana.
Regreso y en el camino, observo cómo cambia el paisaje. Llegamos a Lima, suben unos chicos con
su skate y sus zapatillas de 300 soles. “Que mal repartido está el mundo” pienso.
Me acuerdo entonces de sus caras y sus inmensas sonrisas, me doy cuenta de que los niños de
Lomas, no piden nada. Son felices con lo que tienen, siendo conscientes de lo que son. Orgullosos
gritan al mundo que son personitas llenas de sueños y con tantas ganas de luchar que abruma.
Deseosa, espero que llegue cada fin de semana, pese al camino pesado y agotador hasta sus casas.
LA VILLA 31
Sobre las calles donde no llega el asfalto, unos niños juegan con un chucho mugriento.
Sus pieles curtidas por el frío soportan el viento que se cuela por los improvisados techos de
hojalata.
Los pequeños charcos en la tierra, marrones criaderos de enfermedad, reflejan los sueños de un
mundo incomprendido.
Desde la cantina se escucha la cumbia como voz de una cultura, el aroma del maní en el fuego, que
cuece un viejo de ojos tristes,
Alrededor de la cancha, se concentran sus habitantes dejando sus gargantas en los triunfos de un
balón.
Solo una calle separa dos mundo opuestos; en uno faltan oportunidades, en otro las intenciones.
Las casitas bajas de adobe, ladrillo o chatarra, se amontonan formando pequeñas cuadras divididas
en zonas. Incluso dentro de la villa, tu lugar va acorde a tu economía.
Al pasar por la autopista, sus techos parecen tocar el cielo, sobran las pretensiones de arrancarlos de
su hogar.
Algunos chicos de ojos morochos y piel canela, van con sus padres a laburar, el papá se hace pasar
por invidente, los nenes ponen la manita al pasar.
Siempre hay modos de salir adelante aunque para muchos no queda espacio para pensar. Algunos
han de escoger el camino fácil, también los hay vagos como en cualquier lugar.
Pese a todo aquí están los más fuertes, los que luchan por su tierra, su hogar y su dignidad.
Cada chico solo es un miembro mas de una extensa familia. En un lugar donde escasea la
información sexual entre otras cosas, las mujeres no tienen más salida.
El gobierno con sus planes de fomento, nunca tiene en cuenta a los villeros ¿qué es lo mejor para
sus vidas, para sus casas o sus negocios?
Al final todo queda en el aire, todo es igual de ficticio a los propósitos de cambio.
La educación es la base de sus vidas, su futuro y progresión, el pequeño halo de esperanza para
forjarse un futuro mejor.
Muchos piensan que vivir así no es digno. Tan solo hace falta mirar a través de sus sonrisas para
saber que dignidad les sobra, que quizá indignos sean otros, que quieren acabar con su historia.
EL MUNDO VIVE EN CELO
Siempre me gustó usar escotes, al menos, desde el momento en que aprendí a aceptar que mi cuerpo
había dejado de ser el de una niña sin voluptuosidades. Casi todas mis faldas son cortas y algunos
de mis vestidos siguen las curvas de mi cuerpo.
Como mujer, siempre me gustó verme bonita, sencilla, pero bonita. Y nunca me preocupé por si lo
que llevaba puesto atraía demasiado las miradas masculinas.
Creo, y estoy casi convencida de ello, que ninguna mujer debería taparse sólo porque se siente
incómoda ante una mirada. Prácticamente no hay día en que no me sienta violada. Una palabra
obscena, una mirada sucia e incluso, un roce de pene erecto sobre mi poto en el apretado micro.
Camino por la calle y sólo hago que preguntarme "por qué no salí con algo menos ajustado".
En la esquina, un grupo de hombres descansan de su jornada de trabajo y hablan entre risotadas, por
minutos vacilo si pasar frente a ellos... decido cambiar de acera para pasar desapercibida. Entonces
empiezan los gritos y las palabras guarras que no tengo por qué escuchar y que inevitablemente me
hacen sentir sucia y mal.
Subo al micro, está rebosante de gente, apretados unos contra otros nos acoplamos del mejor modo
posible. Tras de mí, un hombre golpea repetidas veces su miembro en mi culo. Me muevo en
silencio, justificando su impertinencia en el escaso sitio disponible. El hombre me sigue y continua
con el repugnante golpeteo. Enojada le grito que no es agradable sentir su pene en mi poto y le pido
por favor que se cambie de lugar. El responde con una sonrisa y ni si quiera reclama o se molesta.
Miradas sucias en los pechos, groserías desde los carros y toqueteos escondidos o disimulados entre
la multitud.
Lo peor es, cuando te gana el miedo. Caminar a determinada hora por la calle, si eres mujer y
encima estás sola, sabes que es algo imposible en esta ciudad.
Cuando me quejo, todos dicen que yo soy responsable, por vestir de determinada manera sabiendo a
lo me enfrento.
Pero yo no lo veo así. Deberían cortarles el pene a todos esos hombres salidos, maleducados y
violentos que nos atacan por las calles. Por que es un ataque, una violación de tu derecho a la
libertad de vestir como gustes, caminar por donde quieras y en concreto de ser mujer en un mundo
excesivamente machista y enfermo.
A veces sólo quieres pasar desapercibida, caminar tranquila sin ser objetivo de necios que se
empeñan en hacerte sentir culpable por tener pechos o enseñar las piernas.
Hablan de libertad y en ocasiones he de taparme los hombros para no provocar miradas
desagradables que me exponen al peligro, en un mundo donde hay hombres que no pueden
controlar sus deseos sexuales reprimidos y provocados seguramente por el recuerdo de una infancia
truncada.
Pero ni yo, ni mi cuerpo, ni mi dignidad como mujer y ser humano tienen la culpa de sus desdichas.
A veces una simple mirada manchada de esperma te recorre el cuerpo y te sientes desnuda,
impotente. Es increíble, lo que ha de soportar una mujer por el simple hecho de nacer con vagina.
Llego a casa y me siento sucia, sólo quiero bañarme y quitarme de encima todas las miradas,
groserías o roces que he sufrido en el camino. Prendo la televisión, y sólo pasan maldito perrero
donde los hombres maltratan verbalmente a las mujeres mientras ellas bailan orgullosas frotando
sus nalgas contra la pierna del "cantante" agasajado con cadenas de oro y lentes de sol que golpea a
ritmo de reggaeton su culito desnudo y exuberante.
Las discotecas, están repletas de niñas que pasan de jugar con muñecas a mover las cachas sobre los
erguidos bálanos de los muchachos que se deleitan ante tanta maravilla amorosa.
No entiendo nada, el mundo se ha vuelto completamente loco…
EL GUACHIMAN DE LA CALLE
Guardián de asaltantes en las noches, custodiando somnoliento las pesadas horas de la madrugada .
Sentado en su banquita, con los brazos caídos y el cuello torcido, lucha por mantener los párpados
abiertos para que a ningún maleante le de por robar durante la llegada de un sueño fugaz.
Como un espantapájaros urbano, que en lugar de pajarracos espanta personas. No importa su vigilia,
sólo su presencia logra disipar las malas intenciones.
Acompañado en ocasiones de un chucho vespertino que espera avizor algo que llevarse al gaznate.
Un pequeño cubículo en forma de casita finge ser su guarida, donde se cuida del frío en la noche y
durante el día se hornea.
Todos le conocen sin conocerle. Su cara es familiar, pero nada saben de sus sueños. Desde la otra
punta de la ciudad viaja cada día durante horas para resguardar casas ajenas.
Cuando entra la noche prende la radio, las voces de los locutores le hacen compañía mientras que la
salsa y la cumbia le transportan a mejores momentos del día.
A veces atraviesa la vía a paso lento y desgastado, mira el suelo aletargado, con la esperanza de
levantar la mirada y que el mundo se haya puesto patas arriba.
Nadie sabe su nombre, todos le conocen como "el guachimán" de la calle.
AMADOR
Amador tenía seis años cuando vio como mataban a un hombre debajo de su casa.
Querían robarle las zapatillas, él se negó y perdió la vida.
Amador jugaba con su hermana en la terraza, escucharon unos gritos que venían de la calle. Dos
balas en la cabeza y todo quedó en silencio.
Recuerda el sonido ensordecedor de los disparos, pero no, si sintió algún miedo.
Desde su casa se escucha el fuego de las armas constante, como cohetes en los días de fiesta.
Amador me cuenta que vivir con miedo es parte de sus vidas. Que la violencia no se enseña en las
aulas, pero te la encuentras de frente en las calles día tras día.
Nunca habla de su hermano. A él también lo mataron, un ajuste de cuentas dijeron.
Le quitaron la vida a pleno día en una calle transitada. Nadie vio lo que pasaba.
El miedo es más fuerte que la justicia...
De los chicos con los que jugaba de niño, solo algunos quedan vivos, varios en cana y el resto
perdidos. El logró escapar de un futuro que casi le estaba escrito.
Su voz no tiembla cuando me cuenta sus vivencias, el dolor se ha convertido en un escudo.
"No hay más remedio" me dice.
Cambia de tema y sigue sonriendo. Me quedo observándole, en silencio.
Ahora soy consciente de que los temores con los que crecí no son realmente miedos.
Imagino que después de tanto dolor, uno aprende a vivir con ello.
MI VIAJE COSMICO
26.06.2010
Hoy es el día esperado. Winston está por llegar junto con el resto de personas. Vamos a tomar
Ayahuasca. Así surgió, después de un tiempo seguros de ello, hablamos con él y nos contó que hoy
había planeada una sesión en un lugar llamado Uuritowasi (La casa de los pájaros). Un lugar
increíblemente hermoso.
John, el dueño del lugar donde se va a llevar a cabo la toma viene a recogernos al hospedaje, junto
con su esposa, Violica. Aguardamos en casa de ambos, conocemos a sus hijas y nos cuentan unas
historias desgarradoras sobre las pequeñas abriéndonos su corazón. Luego el nos cuenta su
experiencia con la ayahuasca y como conoció a Winston.
Winston tiene 40 años, desde niño, conoce todos los secretos de las plantas medicinales, en concreto
de la ayahuasca. Su abuelo también fue curandero y le enseñó todo lo que sabe. Nos contaba que el
quería ser policía cuando era joven... pero que la planta, le reveló que sumisión era curar a las
personas. Seguir los pasos de su abuelo. El lo negó por mucho tiempo, pero la planta le no cesaba
de insistir que esa era su misión. El sabe muy bien, que no puedes ir en contra de lo que te dice la
planta.
He estado pensando mucho sobre la Ayahuasca, y no puedo evitar sentir cierto temor. He escuchado
que en algunas personas no funciona, tengo miedo de que no me muestre lo que yo espero, o no
haga efecto en mi. Hoy es mi tercer día de periodo y no es recomendable hacerlo cuando estás con
la regla, ya que descargas mucha energía que puede resultar dañina para los que están a tu alrededor.
Me han dicho que no me preocupe, porque a partir del segundo día de periodo ya no resulta
problemático. Es un ritual que necesita todo un proceso de preparación porque el cuerpo necesita
estar limpio, para que la planta pueda realizar bien su trabajo, si no, puede no funcionar o hacerte
daño.
Se que la planta terminará revelándome que lo que ella quiera, pero me gustaría buscar en este viaje
la espiritualidad de la que todo el mundo habla y que yo no logro encontrar. Saber porque me cuesta
tanto tener fe.. Porque a veces la siento y en cambio otras estoy tan perdida que me da miedo.
Porque tengo tanto miedo por lo que vendrá, que es la muerte y a donde nos lleva. Quisiera hacer
frente a esa parte de mi que provoca mis miedos y angustias. Porque mi cuerpo se enferma
constantemente y mi cabeza no puede dejar de dar vueltas por ello. Quisiera sacarlo de mi cuerpo.
Extirparlo para siempre.
Solo espero estar preparada.
Pasamos la noche aquí, en este lugar mágico rodeados de naturaleza en su estado mas puro, donde
el agua y la tierra se funden en una sola materia. El río suena de fondo como un murmullo
constante, incansable. La montaña forma surcos en las rocas donde los animales e insectos habitan
protegidos por su madre, la tierra.
Anoche la luna nos acompañó brillando grandiosa sobre nuestras cabezas, iluminando la oscuridad
de la noche amazónica. Las estrellas vibraban en el cielo como focos infinitos en el vacío. Se siente
uno tan pequeño ante la inmensidad de la noche y mirando el universo oscuro, negro, inalcanzable,
pero que casi podía rozar con mis dedos.
Pasé la noche teniendo sueños cortos, despertándome a cada poco. Me perseguían unos lobos. Yo
corría y corría y ellos seguían detrás mío, pisándome los talones. Podía escuchar su respiración
jadeante casi en mi nuca. Uno de ellos me miró fijamente a los ojos, enseñándome sus colmillos,
sus ojos azules penetraban los míos hasta quemar. Me desperté. Fuera de la carpa solo se escuchaba
el sonido del agua fluir entre las piedras del río y los insectos nocturnos comunicándose. Nunca
había escuchado algo parecido.
Ahora estamos listos para limpiarnos. Los baldes están preparados, uno vacío, el otro con agua
tibia. La purga va sacar de nosotros todas las impurezas que nos impidan que la ayahuasca trabaje
como debe.
Me siento nerviosa, ansiosa, de un modo que no puedo expresar. Solo espero que cuando llegue el
momento, no me falle la fe que quiero depositar en ella.
Esta mañana nos bañamos en el río. Siento el cuerpo dolorido por haber dormido en el suelo.
Anoche, antes de que se fuera el sol por completo nos volvimos a bañar, los árboles y las rocas
reflejaban en el agua igual que un espejo. Lo que siento cuando miro al cielo es inexplicable, solo se
puede comprender cuando uno lo admira con sus propis ojos, porque lo que se siente ante tanta
belleza va por dentro. Me hace muy feliz estar compartiendo todo esto con él, por eso se que es
especial. Se que él está sintiendo lo mismo que yo, sobran la palabras.
Tenemos suerte de encontrarnos con buenas personas. Ayer Violica dijo algo que nos dio mucho que
pensar: “las personas nos encontramos con gente de nuestro mismo nivel espiritual. Si eres bueno
de corazón, terminarás encontrándote con gente buena”.
Una se pregunta, como pueden suceder cosas malas en un lugar tan mágico como la selva. La
belleza a veces es engañosa, creo que ese es su modo de cuidarse y protegerse. Si no fuera así, no se
que quedaría de este lugar con la codicia insaciable del ser humano.
27.06.2010
Especial, única, agradecida por estar viva. Por ser parte de esta maravilla llamada tierra, y ser una
parte más de la naturaleza.
Tras beber el tabaco líquido empezó la purga. Los vómitos duran unos veinte minutos, según cada
persona. Que extraña sensación recorre tu cuerpo, quema tu estómago y saca todas las impurezas
que tienes adentro tuyo. El mareo te acompaña por horas, pero entonces, te sientes más limpia y
pura de lo que has estado nunca. Todo el día sin ingerir nada más que un poco de caldo. Ansiosa,
con miedos y dudas. Con ganas de descubrir de una vez por todas lo que me esperaba en este viaje
pero llena de controversias frente a lo desconocido.
Empezó el ritual. Quince personas junto al Guía, chaman o curandero. Al costado sus ayudantes.
Todos y cada uno de nosotros hablamos, nos sinceramos y contamos por qué estábamos ahí y que
esperábamos de ello. Concentración, mucha concentración. Se respira la magia en el lugar, en cada
uno de nosotros. El humo del palo santo y los mapachos inundan mis pulmones, la única
iluminación, un pequeño fuego a lo lejos. Y las estrellas, siempre las estrellas y la luna
acompañándonos.
Hasta el último instante me asaltan las dudas... Y si lo que veo no es lo que quiero? Y si descubro
algo que no quiero saber? Entonces frente a mi está Claudio con la copa. La cojo entre mis manos
temblorosas, cierro los ojos y digo en voz baja “tengo fe en ti, guíame y cuídame”. Una sensación
espesa como la miel pero amarga como la sangre del árbol recorre mi garganta. Siento como llega a
mi estómago. Ahora, ya no hay marcha atrás, solo queda esperar que la planta comience a hacer su
trabajo.
Todos permanecen en silencio, concentrados. En poco menos de media hora comienzo a sentirla.
Primero en mis extremidades, después en mi pecho hasta que al fin llega a mi cabeza como una bala
pesada apoderándose de todos mis sentidos. A lo lejos escucho los primeros vómitos. Comienzan
los ícaros, con sus cantos en guía me avisa de que ya empezó todo...y de pronto, como una
explosión de luz y energía algo estalla en mi mente y salgo disparada volando hacia las luces, los
colores. Empiezo a agrandarme y veo como mis dedos se van convirtiendo en finas ramas de árbol.
Alguien tira de mi con fuerza desde lo alto, intenta sacar mi alma, empujando con fuerza, veo como
mi cuerpo se aferra a la tierra y lucha por quedarse sentado. Busco a tientas en balde, y comienzan
los primeros vómitos. Esto, solo es el comienzo de un viaje extraordinario.
Veo un enorme y grandioso caleidoscopio de millones de colores, es tan hermoso que no puedo
cerrar mi boca de asombro... soy diminuta frente a la inmensidad de colores y figuras que se forman
ante mis ojos. Formas que nunca antes había presenciado. Es una imagen tan hermosa que me
desborda. Da vueltas y vueltas sobre mi misma.
Abrazo el balde, los vómitos comienzan de nuevo, se convierte en un profundo pozo oscuro en
medio de la selva. Siento miedo. Es tan fuerte y tan intenso lo que siento que creo morir. No se que
hacer ni como actuar, todo da vueltas a mi alrededor, las imágenes me atormentan. Quiero
tumbarme, estar tranquila.... pienso en el momento en que todo pasará y estaré de nuevo tranquila,
junto a él, tumbados los dos y abrazándonos.
El miedo me da una tregua y siento unas presencias a mi alrededor que cuidan de mi, me protegen,
me ayudan, toman el balde. Siento unas manos y unos fuertes brazos que me levantan que me dicen
que siga adelante, que no caiga. Vuelve el miedo, es tan intenso que creo no poder resistirlo. Grito,
grito con todas mis fuerzas, de mi boca no sale sonido alguno. Miro a mi alrededor buscando ayuda.
Busco su mirada, le necesito, entonces lo veo, sentado a mi lado, metido en lo suyo, en su propio
viaje. Cada vez está más lejos, tanto que no puedo alcanzarlo. Miro al resto de personas, están lejos
de mi, inalcanzables también.
Me azota un sentimiento de profunda soledad, entonces me doy cuenta “estás sola en esto” me digo.
Es un trabajo tan individual y personal, solo eres tu y lo que la planta decida hacer contigo.
Entonces empiezo a escuchar una voz que llega desde lo más profundo de la tierra. Los sonidos de
los insectos de la noche son embriagadores, ensordecedores. La voz me habla, una voz de mujer que
me dice y me repite que no me preocupe por nada, que ella es mi madre y está ahí para cuidarme.
Me acaricia, seca el sudor de mi frente, y me acuna entre sus brazos. Quedo envuelta por ella, me
convierto en un feto en su barriga, la barriga de la tierra.
Me fusiono con la naturaleza, convirtiéndome una pieza más de la tierra, parte árbol, parte piedra,
parte insecto... todo sube y baja a mi alrededor, el viaje cósmico ha comenzado y ya no va a
terminar. Vuelvo a vomitar, siento que ya no puedo expulsar de mi cuerpo nada más, pero continúan
las nauseas. Las manos siguen acariciándome, sujetan mi frente y su dulce voz me susurra en el
oído palabras de amor y tranquilidad. Que me deje llevar sin temores.
De fondo los ícaros del guía comienzan de nuevo, en aguaruna me atrapan y me llevan por el
camino correcto, me ayudan a concentrarme y a relajarme, cada vez que terminan me siento
perdida, pero sus ícaros me regresan, me guían.
La planta no deja de hablarme, de mostrarme, me dice que tenga fe, que la fe está en mi, dentro de
mi y en todo aquello que me rodea.
Veo unos seres increíbles, que nunca antes había visto. Yo creo que son extraterrestres pero no estoy
segura. Son grandiosos y alargados, sonríen mientras proyectan unas imágenes al fondo. Me fijo y
veo el planeta tierra, pequeño a lo lejos. Intento alcanzarles, llamar su atención, pero no se percatan
de mi presencia. Hay un atardecer, escucho el mar al fondo, el Mediterráneo se abre paso frente a
mis ojos, huelo la sal de sus aguas. Es tan hermoso que siento ganas de gritar, de llorar y sonreír de
felicidad hasta explotar.
Mi cuerpo no deja de moverse, da vueltas y más vueltas. Miro al cielo, ahí se presentan todas las
imágenes, incansables e inalcanzables. Siento que estoy en un trance inexplicable. La tierra no deja
de hablarme con su embaucadora voz. Me cuida, me siento arropada por todo el amor que me
brinda. Intento tumbarme y cuando lo hago siento que mi cuerpo se descompone y los gusanos se
comen mi piel y mi carne putrefacta. Una fuerza extraña me arrastra hacia arriba y me dice que aún
no es hora. Vuelvo a sentarme.
Entonces lo veo, ante mis ojos un enorme corazón late lleno de vida. Es el corazón de la tierra, un
corazón de fuego, lleno de luz y de vida. Escucho sus latidos y me siento tan afortunada de
presenciarlo que no puedo creerlo. Empiezan a escucharse unos gritos, y el hermoso corazón
empieza a desgarrarse, veo como sangra. Sangre que sale a borbotones de lo más hondo. Cada vez
son más fuertes los gritos desgarradores de dolor, es la tierra que llora, que está sufriendo y que pide
auxilio. De dice que la ayude, que la están matando y que está sufriendo. Sus chillidos de socorro
me abruman. Grita y llora de dolor. Y empiezo a sentir su mismo dolor en mi corazón
y empiezo a llorar desesperada, como nunca antes he llorado. No puedo parar. Grito y le ruego que
me perdone, que nos perdone, a mi y a todos los seres humanos que estamos terminando con su
vida. Me voy haciendo más pequeña mientras lloro desconsolada, lloro por mi familia, y la
distancia. Porque extraño ser pequeña extraño aquello que ya no va a regresar y que no volveré a
tener ni a sentir. A mi mente se vienen recuerdos de mi infancia, momentos que ya no recordaba.
Me siento tan feliz. Entonces me veo con el, y veo a mi hijo. Los tres nos abrazamos.
Apoyo mi cabeza en la madera y por instantes abro los ojos. Miro a mi alrededor, y soy consciente
de donde estoy. Le miro, y ahí está a mi lado, pero tan distante. Quería acercarme a él y preguntarle
como estaba, saber como estaba viviendo todo, que me contara y contarle. Que estaría sintiendo.
En silencio le digo que le amo, que no se preocupe que estoy a su lado. Se que él también me habla.
Veo una luz a lo lejos, una puerta en el cielo que se abre y de la luz blanca una silueta que me tiende
sus brazos. Siento un amor indescriptible. Hasta en los peores momentos me siento querida,
protegida, lleno de amor y bondad. Se que la planta no quiere hacerme daño alguno.
La tierra sigue cuidando de mi, hablándome sin parar, sacando de mi interior todo aquello que me
causaba algún daño.
Empecé a sentir un frío terrible, no podía dejar de temblar ni bailar al compás de los cantos, que no
cesaban y me acompañaban todo el camino. Penetrando en mis oídos como una música celestial y
recorriendo mi cuerpo como una serpiente. Millones de insectos vuelan a mi alrededor, serpientes,
arañas, pero yo no tengo miedo. Todos son mis hermanos, yo también soy un ser hijo de la tierra.
Soy parte de toda esa maravilla.
Entonces siento su mano, nos abrazamos, y empiezo a llorar de nuevo. Me siento tan agradecida por
estar ahí, por estar viva y haber sido testigo de todas estas imágenes hermosas que se me han
revelado. Empecé a darle gracias a la tierra, por dejarme ser parte de toda esa belleza y hacerme
bella como ella. Como todo ser vivo que viene de sus entrañas.
Me convertí en un pequeño pájaro columpiándome en una jaula gigante, hermosa, con suaves
colores. Siento una calma intensa y estoy tan bien que no quiero dejar de columpiarme. Empecé a
correr sobre el lomo de una serpiente, veo mis pies moviéndose con rapidez sobre su lomo de
colores.
La planta seguía trabajando en mi cuerpo, rasgando en mi estómago todo lo negativo. Cuando los
ícaros paraban los sonidos de la naturaleza me invadían y me perdía en ellos como en una mágica
melodía. Ya no habían miedos, ni temores. Me sentía más segura que nunca. Con una paz y un amor
en mi interior descomunales. El también lloró, y le brinde mi mano. Sentía como nuestras energías
fluían por entre nuestros dedos. Y una infinita conexión que nos hacía un solo ser.
Sentí que la planta nos unió aún más, que nuestro amor era tanto y tan lejano que nada puede
hacerme más feliz que estar a su lado.
En mi viaje buscaba a mi madre constantemente, pero la tierra se me aparecía convertida en una
hermosa mujer y me abrazaba, me repetía que ella era mi madre, que era ella quien ahora me
cuidaba y protegía.
Me di cuenta de lo insignificantes que somos, seres diminutos en la grandeza del universo, de un
mundo que poco sabemos apreciar. Mi mente se convirtió en un mundo de imágenes y
pensamientos desconocidos, y mi cuerpo solo era un pedacito en todo este viaje.
Cuando el curandero se acercó a mi y me tocó la cabeza, algo en mi mente se abrió. Me sentí tan
especial, tan conectada al mundo, a la tierra, que no tengo palabras para expresarlo, solo es algo que
se vive y que ya nunca te deja.
Ahora se quienes somos, y de que estamos hechos. La tierra me lo mostró. De sus entrañas venimos
y a sus entrañas regresamos al morir. Ese es nuestro camino y nuestro destino, lo demás, es
insignificante.
Ayer mi vida dio un giro. Viví la experiencia más increíble y sobrenatural que viviré nunca. Siempre
con todo el amor y el respeto que se merece este ritual y esta maravillosa planta.
Un viaje cósmico, inexplicable que he intentado expresar con las palabras posibles y que se quedan
tan cortas que resulta frustrante. Lo llevo conmigo, en mi mente, acompañándome por siempre
desde ahora.
YANANTIN LA MAMACHA
Se llama Yanantin y sabe manejar las pistolas como nadie. Dicen que las mamachas son bravas,
fuertes y están llenas de coraje. Yanantin es ruda y temible.
Sobre su pollera de colores cuelgan dos revólveres Magnum 38, sujetos por un cinturón tejido con
lana de alpaca.
Nunca se quita su sombrero de copa alta y grandes alas trenzado con hojas de palma y roído por los
años. Sus trenzas negras y largas caen por su espalda como dos serpientes venenosas. De caderas
anchas y pechos turgentes, hombros rectos y nariz de cóndor.
Su casita de adobe reposa plácida sobre la punta del cerro, allí donde el aire es escaso y el frío
corroe las mejillas.
Dicen que sus ojos son tan negros como el azabache y que si los miras de frente pierdes la vista por
siempre. Nunca se le conoció esposo ni familia, aunque detrás de su casa tiene enterrados seis
cuerpos de tontos hombres que creyeron poder conquistarla.
Siempre fuma una pipa y masca hojas de coca. Sus manos ásperas están curtidas por el sol de la
sierra. Su padre le enseñó a disparar de joven, por eso tiene tan buena puntería.
El fogón de su casa desprende un humo espeso constante. Cuentan en la aldea que son los cuerpos
de los desaparecidos que cocina para alimentarse. De los muertos nada se sabe, Yanantin siempre
fue muy reservada, le gusta la soledad y el silencio de su casa.
Lo que la gente no sabe es que Yanantin también tiene sueños y esperanzas y utiliza sus dos armas
para ahuyentar a los que quieren robarla.
JOSE Y LA ESPIA
José era un campesino del valle de san Marcos, vivía sólo con su esposa en una pequeña casita de
adobe con sus vaquitas y su chacra donde cultivaban para alimentarse.
José era otro líder comunitario, que como otros tantos, viajaba a San Marcos a menudo para seguir
defendiendo a través de la palabra sus tierras.
Otros querían robárselas, sacar a los que como él, han vivido ahí toda su vida y venderlos por cuatro
soles a cambio de unas tierras ricas en minerales por los que ser explotadas y destruidas.
Pero esta vez José estaba en el pueblo por otros motivos. Isabel su mujer, estaba enferma.
Nuestro primer encuentro no fue muy agradable. Imagino que cuando uno es mayor y ha visto todo
lo que otros de piel clara y cabello claro le han hecho para intentar robarle, ya no puedes fiarte de
ningún blanco.
Para José, yo era una espía. No se de qué, pero estoy segura que con ninguna buena finalidad.
Nacida en un continente rico, y no por sus tierras, sino por lo que es de otros.
Me acusó de ser espía, tener plata y querer robarles. Tres cosas que además se sumaron a la gran
diferencia que entre ambos él decía existir.
“Pero José, igual no somos tan diferentes como crees” le dije.
Como es un hombre sabio supo escuchar.
Le dije que mi familia, también era gente humilde. También fueron campesinos, artesanos… que de
pronto, se vieron envueltos en una lucha que otros con fines propios organizaron, teniendo que
cambiar el arado y el pincel por un fusil que nunca antes habían usado, salir al monte con unas
viejas alpargatas roídas, con miedos y esperanzas de recuperar las tierras que habían sido suyas, el
idioma que ahora les prohibían y la libertad que les estaban negando.
Le dije que yo nací en un país que roba, un país mentiroso y lleno de apariencias. Pero que también
es ladrón de su propio pueblo y mentiroso con su propia gente. Y eso, es algo que pasa en todos los
países incluso en el suyo.
Le dije que yo estaba ahí, y era quien era porque mis padres lucharon para ofrecerme una vida
mejor que la que les tocó a ellos. Y que yo también luché por lo que creía y para llegar a alcanzar
mis sueños.
Le dije que quizá nuestras pieles, tenían otro color y que nuestros ojos brillaban de diferente
manera. Pero sin embargo, no éramos tan distintos como él creía.
Nuestras historias no eran tampoco iguales. Yo apoyo la lucha de José y señalo a aquellos que
intentan acabar con la historia de estos campesinos. Quizá no desde su posición, pero haciendo lo
que puedo desde el papel que me tocó en este mundo.
Antes de irme de San Marcos, José me dio un abrazo y me llamó compañera. Su sonrisa no fue un
perdón, ni un lo siento por la desconfianza. Simplemente, fue la conexión de dos mundos lejanos y
aparentemente diferentes que se cruzan, que comparten y se apoyan.
La peluquería de Maruja
Todas le llaman Maruja, aunque su verdadero nombre es María de los Desamparados.
Desde hace más de 20 años peina cabellos, hace mechas y corta flequillos. Tiene su pequeño
negocio en la Calle Montera de Madrid, junto a una joyería y una tienda de regalos y tarjetas.
Su peluquería es chiquita, siempre le ayudó Candelaria, que no es peluquera. Antes fue prostituta.
Dejó el negocio gracias a Maruja, a quien conoció en la peluquería. Todas las chicas del barrio la
conocen.
Ella peina sus cabellos y las deja listas para una noche de carrera. Maruja abre hasta tarde, así puede
conversar con ellas.
Sasha es de Moscú, llegó hace un par de años a Madrid, tiene el cabello largo hasta la cintura y
oscuro, es tan delgado que casi parece flotar. Le gusta como Maruja logra darle volumen, se parece
un poco a Anni Lyngstad, la cantante de ABBA.
Sheila es española, nació en un pueblo de Sevilla, pero vino a vivir a Madrid cuando aún era
pequeña. Le gusta recordar la casa donde vivió de niña, siempre habla de regresar a su pueblo,
nunca le gustó la ciudad, pero en Madrid se gana más.
Rosario y Camila vienen de Colombia y El Salvador. Rosario es habladora, siempre habla de sus
hijos y el momento en que volverá a verlos. Juan Carlos tiene catorce años y Alejandro seis. Quiere
traerlos de Medellín, pero espera dejar antes las calles. Maruja le ayuda a escribir cartas para sus
hijos donde cuenta que trabaja en un almacén. Cose chompas y casacas, siempre se le dio bien tejer.
Camila no habla mucho, ninguna conoce su historia, lleva poco tiempo en Madrid. Rosario se hizo
su amiga y la lleva donde Maruja. Allí se sienta en la silla, pero no se deja hacer nada en la cabeza.
Siempre camina con su trenza. Solo para trabajar se suelta el pelo, que es largo y grueso.
A medianoche cierra el negocio, las chicas salen a la calle y se colocan en sus puestos. Se despiden
hasta mañana, fuera de la peluquería la competencia es exigente.
Solo cuando suben a un carro se miran y sonríen.
Maruja abre a las 9. A las horas empiezan a llegar las primeras.
Allí no son prostitutas, solo mujeres; hablan, se ríen y se peinan el cabello.
Alejandra Santoro
Texto para Papirando Locura-Alienación
Hace árboles que ya no llamo a los nombres por sus cosas. Hasta el punto en que se hizo difícil la
comprensión. Pero no lo hago intencionadamente, tan sólo me ocurre. Los blancos dicen que tengo
afasia de Wernicke. Dicen que es de origen sensorial. También dicen que a veces hablo mucho,
oraciones largas, sin sentido. Dicen que cambio algunas palabras por otras. Les explican a los altos
que puedo alterarme y no ser consciente. Yo en cambio, recuerdo todo, pero se me hace tan difícil.
Créanme que si esto lo estuviese diciendo en voz alta y no fuesen pensamientos internos, pobres
serían mis proposiciones, nadie me entendería. Nunca tuve ningún accidente cerebrovascular,
ninguna infección ni neoplasia. Dicen que se puede deber a un trauma. Antes los altos se
entristecían y lloraban las tortas de cumpleaños, los guardapolvos, los juguetes. Eso era antes. Y yo
no podía explicarles. No podía decirles que no se trataba de ningún tipo de huella mnémica, porque,
señores, yo sé muy bien de lo que hablo. No entiendo a la locura como la entienden quienes me
machacan con el índice el cerebro. No la entiendo a partir de muros, del sí y del no, del adentro y
del afuera. La locura se manifiesta como un estado flotante, algo gelatinoso, como un mousse de
limón. Como la miel del bigote de Dalí derritiéndose entre nuestros órganos, que se llenan poco a
poco de abejas que te hospedan el cuerpo. La entiendo casi como una condición de la existencia. Y
si no que alguien me diga cómo se sobrevive frente a tanto proceso de burocratización de las
estructuras sociales, frente a la fusión de la tecnología destructiva con la racionalización social. Es
que, ¡claro! ¿Cómo se hace para respirar frente a la irrupción de la mirada helada de la racionalidad
instrumental? Que alguien me explique. ¿Quizá los blancos? Hombres de ciencia dura. O aquellos
otros que tanto se preocupan por la cuestión del sujeto.
Aún así, no soy afásico, sólo que descubrí que hace árboles que se rompió el contrato entre las
palabras y las cosas y, entonces, el lenguaje ya no puede designar la realidad, no puede dar cuenta
de ella, si es que en algún momento lo hizo. Se me murió el mundo conceptual. La norma, el orden,
se murieron. ¡Ellos! Pobres, tan establecidos. Y se me estancó la lengua, así nomás, se estancó.
¿Qué es eso de designar las cosas? ¿De andar otorgándoles una determinada entidad? Dominar la
realidad con el lenguaje. Cercarla, volverla ante nuestros ojos pecera. Hacerle endoscopias,
colposcopias, suministrarle suero fisiológico si lo necesita. Succionar a la realidad, a lo que se llama
realidad, con el lenguaje y envolverla linda, linda.
No soy afásico señores, ¡vamos! Llevo un lemon pie instalado en el cráneo, ténganlo por seguro,
pero no soy afásico. ¿Es que acaso no ven que no pude seguir hablando quitándole a los objetos su
misterio, su fantasía, su maravilla? Ya no puedo más que dialogar con las cosas, y que ellas golpeen
mi sensibilidad. No puedo más que ser un tránsfuga, un bohemio de las discursividades
establecidas. Todavía, como ocurre con los niños, lo azaroso, lo fortuito y lo inesperado es mi
vínculo con el mundo, si bien ya soy bien alto.
Por eso señores, yo no soy afásico. No soy asáfico, afísico...af, afffásico. Aunque tenga tanto sabor
a limón.
Ana Clara Breature
“Un cortado sin espuma”
”El compromiso, solo es una escena surrealista de la mentira en que siempre nos sumergimos para
no dejar de perder la costumbre de ser cobardes con las emociones puras; que por pequeñas
razones de empobrecimiento, agudizan las fortalezas y nos ahogamos en nuestro propio
silencio…”.Por algo Elisabet en esa escena te sonreía, mientras vos le dabas la espalada para que no se diera
cuenta de que la estabas observando. Luego cierra su agenda y ciento:
- ¡“Julio Facundo, nos vemos la próxima semana”!.A Julio le había quedado esa frase en su cabeza. Desciende la velocidad, y un poco abrumado, gira
el volante buscando depositar su camioneta en el peor lugar del único estacionamiento disponible.
Cruza la calle y el aroma a orín de gato con mescla de lluvia anticipada, le sensibiliza su olfato
hasta que un coche lo exalta con señas y bocinazos. Confuso, consigue ocultar su rostro y, más
despierto, entra al bar de Mayo. Confitería, en donde todos lo viernes se encontraba con unos
compañeros después del trabajo y otros quehaceres.Julio, atraviesa la puerta, vestido con su pantalón azul marino, la camisa italiana de hilos blancos y
su piloto negro. Acomoda sus llaves y oye:
-“Buenas tardes señor; ¿qué va a desear de tomar?”-Dos cortados con un vaso con agua y otro vaso con soda para Víctor. Gracias Paco.Víctor:..¿”Cómo terminó tu viernes?”.Julio, inicia el relato, con la última frase que había escuchado en su análisis. Y dice:
-“¿Qué sucede Julio Facundo, cuando escuchas esto?- Te sientes identificado me dijo Enriqueta de
Los Notros. Qué disparate mi amigo, yo no entendí a dónde quiso ó quería hacerme llegar. Viste,
que yo soy muy racional; aunque debes en cuando, estos profetas del psicoanálisis te dejan un
saludo de reflexión. De manera que acabo de salir de mi sección con esta sensación”.Víctor, periodista de profesión, se prende un cigarrillo negro, mientras le hace seña al mozo, para
que se detenga en el canal donde estaban trasmitiendo el clásico del Nacional y Peñarol.
Julio Facundo, agita un sobrecito de azúcar sin detenerse. La mescla del olor a café, con páginas de
diario frescas y el incipiente bullicio detiene su expresión. Gesto que encontró su obstáculo en el
diseño de humedad que tiene las molduras de las columnas que sostienen un cuadro con la foto de
Eva Duarte.-Víctor: - ¡Qué jugada!-Julio:- “Si, si”.-Víctor:- “¿La viste?...-Julio:-“Mas ó menos”.Julio Facundo, sigue zamarreando otro sobrecito de azúcar sin detenerse.-Víctor:..”Che…, a lo mejor tu inquietud es otra. No te compliques. Piensa; que puede ser una de
otras tantas exposiciones que crees obscenas y vulgares de la vida corriente.” (Risas).
-Julio no responde. Víctor, le arranca el sobre de azúcar de sus dedos, y mientras lo vierte sobre su
café, le dice:
- “Funéreo, no te malhumores. Compañero, tu eres el dueño de tus propias decisiones, o no
Paquito?”En respuesta, Paco, deposita el cenicero sobre la mesa, se aferra a su bandeja vacía; y la agita
como si se sacara el sombrero imitando el saludo de un caballero épico.Al ver ésa mímica, Julio empuja su pocillo, tensa su corbata a rayas, aferra su punta y la desliza
hasta la altura de su rodilla. Incomodado; la suelta; alza sus brazos y le replica a su amigo Aníbal
que acababa de correr la silla para sentarse.-“Quiero que Elisabet, deje de volverme irritable, y que nunca más este en mi vida”.-Aníbal con las cejas enfurecidas, inspira profundo, acomoda su reloj, se cruza de piernas en
posición de músico de rock y responde con un tono irónico:- “Tienes razón”.Víctor prende otro cigarrillo y continúa:
-“Sí, mira tú…”.-
-Julio:-“Tengo razón”.Aníbal, le palmea la espalda a Paco, y prosigue:
-“Buenos caballeros, qué noches que pasé en el
ensayo”.-Julio: “¿Si?”, yo también.-Víctor:-“¿Siiiiii…?. Aló Aló…Julito, ¿no pensaste en
cambiar de analista?”- Paco: “¡Buenos días señor Aníbal!”
-Aníbal:- Muy buenas tardes Paco. De manera
cómplice, él le golpea el hombro a Víctor y continúa
diciendo;…“Estoy de acuerdo. Muy certero”. Descruza
sus pies, peina su bigote, y con ahogo en las palabras lo
mira al mozo y pronuncia:
-“Yo también, debería buscar otra licenciada, la mía se
parece a mi tía Beba, tiene dos verrugas en los
parpados, repulsivas a cualquier vista”.-Paco junta los sobrecitos abiertos, ríe y dice:
..”Por eso mismo, en mi vida no he hecho terapia”...-Víctor: - “Y cómo no, y sí; es claro. Yo llevo diez años
de secciones inútiles. Diez a-año con mi mismo utópico
trabajo. Mi miserable biblioteca de ideales y sin
ilusiones de irme una semana ó cuatro días de viaje,
con “la negra”, y sin los chicos”.-Julio: - “Es simple. Hoy al lado mío esta Irene. Ella es amable, habla lo justo y no deja que nadie
especule”.
-Aníbal:- “¡Tener hijos es un contrato sin fecha de vencimiento!...Con timidez, oprime su billetera,
y tironea un cartón.Ha, Oh… Paquito, ¿No te mostré las últimas fotos de Sofía? Toma..., fíjate los dientitos; es
graciosa, parece un castorcito”.-Paco: -“es muy simpática. ¿Lo de siempre campeón?”-Aníbal:- “Si. Un cortado, sin espuma. Gracias”.-Julio:-“¡Ahí está!,... yo no tengo hijos. ¿Será por que no quiero comprometerme más con Irene?”.-Aníbal: …”Miren compañeros, la vida no es corta. Yo creo, que lo tuyo Julio, es que estas
pasando por un etapa, sin sentido. Por qué también, Irene tiene un buen trabajo y vive con sus
padres.”-Julio: -“No, no, con Elisabeth es distinto, yo la observo, de día y de noche. Pasan los años y por
momentos me la encuentro en la calle. Hasta, mi auto se detiene, bajo la ventanilla, y la miro
caminar, la veo sonreír, moverse y no puedo decir nada.”-Víctor:- “No lo puedo cree. Estaba en posición adelantada. ¡Toca el silbato, animal!”. ¿Pero…,
ese cristiano tiene hemorroides en los ojos”?.-Aníbal: -“…jajá; ¡que imagen, mi viejo!… jajaja. Imagínate una hemorroide en los ojos…”.-
-Julio:-“…Ya está. Se ter-mi-na. No quiero aburrirlos más”. Che Aníbal y, ¿cómo está tu hija?; ¿y
con tu ex mujer?…”
-Víctor interrumpe: -“Perdón, perdón, disculpen señores, pero Julio, tú haces como cinco años ya
haz elegido a tu compañera. Tu mismo haz dicho que es justa para ti. No. No puedes seguir
teniendo estas charlas una vez al año. Elisabet…Elisabet. Elisabet no ésta contigo. Antes de Irene
eras peor que Aníbal. ¿Estamos todos locos, no tenemos memoria?.Si hasta nos reímos de algunos
actos”.-Aníbal:-“La Sofí, está muy bien. Lo nuevo que tengo para contarles es que, estoy contento, siento
que hoy a la mañana me enamoré como un soldado y esta noche voy a tener que dar batalla.”-Víctor:-“Julio quieres que pida unas medialunas”.-Julio:-“Si, tráigame una de manteca y una de grasa”.-Víctor: -“…este partido y esta charla es un cheque al portador…”.-Julio:-…”No dudo más. Esta noche la voy a buscar y le voy a hablar”…
-Aníbal:-“Correcto. Dale, Julio, búscala, e invítala a tomar algo. Pero se prolijo. ¿Mira si esta
casada?”.-Víctor: -“Camarero, traiga otro vaso con agua y mucho hielo para el caballero de mi izquierda que
acaba de decir que se volvió a enamorar. ¡Po-bree-ci-ta!”.- Julio:- “Ahora concentrémonos, que empieza el segundo tiempo”.-Aníbal inicia a propulsar un movimiento formando círculos con su cabeza y le replica en su oído:
…”es mi dama de las camelia, mi señorita Bennet”...-Víctor:” ¡Maravilloso! Ahora el señor lee orgullo y prejuicio, jajajaj”.-Julio lo empuja y dice: -“¿Cómo, sé prolijo? Oírme una cosa. Yo creo que ella no tiene nada que
esconder, ni yo tampoco. Irene ni sabe de su existencia”.Víctor y Aníbal se miran, y trata de terminar de disfrutar todo el partido en silencio. Mientras
tanto, Julio cree razonar que es insólito hablar con ella. Pues, ya nadie lo escuchaba, y sólo cerró
su conclusión que sería un inconveniente que los vean juntos. Su causa concluye, en que ella
nunca aceptaría, someterse a tal hazaña.Víctor desata los nudos de su pañuelo y abatido se expresa: -“Jamás, saldremos Campeones.
Jamás. ¡Maldito réferi!”.Aníbal:-“¿Qué culpa tiene el pobre referí de ser del Nacional?”.De repente un comunicado de la cadena oficial interrumpe el juego.Satisfecho, Julio pide la cuenta. Aníbal, saca sus lentes, pero antes de pagar; se dirige hacia el
baño, y se escucha:
…” ha fallecido el ex presidente de la Nación debido a un ataque cardíaco”...Víctor, lo mira a Paco, y él tenía los ojos llenos de lágrimas. En un minuto, se prolongó un silencio
en todos los rostros que entraban al bar. Paco, se agarran la cabeza. En el mismo instante Aníbal se
da cuenta que su teléfono lo había dejado en su saco y regresa a su mesa desconcertado. De repente
entra un taxista sumergido en un desconsuelo. Los mira a todos y grita:…” ese hombre nos
devolvió la dignidad a los argentinos. ¡Qué va a ser de nosotros! Ese señor, lucho por el futuro de
mis hijos”...El bar de Mayo, se atiborró en un santiamén. Siguen ingresando transeúntes conmovidos, a la
espera de una noticia diferente.Ahora, Julio, observas como el taxista, se seca su nariz. Y cómo el señor, sin registro de razón, lo
mira a él y pide un aplauso en su memoria.Rápidamente todos, menos tú, levantaron sus palmas, buscando contener y acompañar a ese
muchacho que con tanta pasión y dolor en su mirada, aplaudía, al ver la imagen del ex presidente
en la pantalla del televisor. Luego, ves a Víctor, mientras llamaba a “la negra” desconcertado por
la noticia, detallas los pasos que camina y hacia dónde ubica su mano. Él se dirige a levantar su
brazo izquierdo y, le saluda a Aníbal, porque cree sentir que le suena su teléfono. Pero, en ese
instante, Aníbal, se encontraba abrazando a Paco, y te hace seña, de que atiendas, por que él
espera que debe ser su padre. Víctor te muestra la hora. Tú buscas su celular. Tú palpas los
bolsillo, tomas el teléfono, dudas; no atiendes; y evitas recibir el llamado que se leía:…”Elisabet
llamando”...-
Ana Romano
MADRIGUERA
Dormida
espío
pequeños huecos
El hielo encubre
el amor llagado
Es en la noche tapiando
el nido
o sueño demorado
Azotados los pensamientos
por el timbre.
MÁSCARA
RANURA
Malgasta
el asombro
el compromiso
Mañana
de presagio
El viento
es negro
Arrumbado
asoma
El disparador
en este
día nublado
empuja.
Desgarra
el encono
el sosiego
Enardecida
fustiga
la ilusión del vínculo.
TRANSMUTACIÓN
El cuerpo ajado
que acaricias
por los bordes
de la rutina
Encallas
Centro
terso
imponente
Y absorbes
útero.
en el cielo
Las sombras
danzan
ruedan
y se agitan
Extendidas
y se tocan
Mascullan cuerpos
y se invaden
Pensativa
Imán
la luna
espía
Es desde la cima
y con recelo.
que divisa
en su imponencia
el bastión
Esbozo
Abajo
cascada
Sobre la mesa
sigue
de un bar
Decidida
apoyada
¿proyecta?
una taza blanca
Se rozan
de café
los opuestos
El aroma
coquetean
acaricia la mirada
La sensualidad
ausente
deambula
Las manos
Frenéticos
aferran la ilusión.
los frutos.
Fulgor
Revueltos
en la espuma
en la arena
Revueltos
en la noche
Despertar
Aletargada
por la piedad
y en un hoyo
ridículo
y eso
aunque
el camino
prosigue.
Andrés Fornells Fayos
LA FIESTA DE LOS TOROS
La Monumental Plaza de Toros de Méjico. Aforo: más de cuarenta y una mil personas. A
diferencia de España, en vez de a las cinco de la tarde, allí las corridas comienzan a las cuatro.
Aquella tarde toreaban tres diestros, uno era mujer, y los otros dos, hombres. Yo ocupé en la
plaza, abarrotada de taurinos, una localidad de sol que era a lo más que entonces podía llegar mi
pobre economía de mochilero trotamundos.
En lo alto, un cielo deslumbrante y colérico arrojaba sobre los que estábamos en la zona mía,
una despiadada lluvia de plomo derretido.
A mi lado derecho tenía a dos tipos que por su habla, totalmente desconocida para mí, debían
provenir de algún país del Este de Europa. Y a mi izquierdo tenía a un hombrecillo de mediana
edad, muy moreno de cara, de lacios cabellos canosos, tres mechones de ellos colgándole cerca de
los ojos. Sudaba él tanto como yo y, a no tardar, con esa naturalidad que todavía sobrevive en tanta
gente de nuestros pueblos, me dirigió la palabra:
—La fiesta de los toros es lo más grande del mundo, ¿verdad, señor?
—Pocas cosas más grandes habrá, si es que hay alguna —respondí imitándole la vehemencia
y el gesto de secarme la frente con un pañuelo que se estaba empapando por momentos.
—Antonio González —dijo ofreciéndome su mano pequeña, callosa, sincera.
La estreché con firmeza, al tiempo que le decía mi nombre.
—Por el habla me parece que usted no es de por acá…
—Soy español.
—¡Ah, caray! Un pueblo hermano el español —muy amistosa su voz y su actitud.
A partir de aquel momento compartimos con agrado y apasionamiento conocimientos
taurinos y opiniones. Y como era de prever coincidimos en lo principal y es que las corridas de
toros representan como ningún otro festejo de cuantos se celebran en nuestro superpoblado planeta,
todo el arte, la elegancia y el valor que un ser humano es capaz de derrochar mientras se juega la
vida.
—Y quienes critican, atacan y tratan de acabar con nuestra fiesta, son unos absolutos
cobardes, además de ignorantes —sentenció Antonio González, acalorado ahora por el coraje que
sentía, además de por la inclemente climatología.
Asentí enérgicamente con la cabeza y le pregunté si había visto torear antes a Guadalupe
Morales, y descubrí que a él lo había traído a la plaza la misma curiosidad que a mí.
—Dicen que tiene tanto valor y arte como cualquier hombre, si no más. Yo nunca antes he
visto torear a una mujer, mano. Siempre me ha parecido que esto del toreo es cosa de hombres. A lo
mejor hoy cambio de idea.
—Estoy en el mismo caso que usted, amigo —coincidí con él.
El clarín anunció que iba a dar comienzo la corrida. Muy gallardos y serios los tres matadores
dieron el paseíllo. Aplausos y silbidos, especialmente para Guadalupe Morales, que era esbelta y
muy guapa.
—Es mucha la gente que no le gusta que las mujeres toreen —reconocí.
—La falta de costumbre, digo yo que será.
—Algo de eso habrá.
Actuaron primero los dos diestros. Estuvieron bastante bien y consiguieron una oreja cada
uno además de la vuelta al ruedo. El respetable se estaba divirtiendo. En la parte del ruedo donde yo
me encontraba empezaba a darnos la sombra. El calor se volvía más soportable.
Y salió el tercer toro, impetuoso, zaino, con unos pitones enormes. Se dio una veloz carrera
dentro del ruedo. Eludió los capotes de dos subalternos. Entre los espectadores se produjo
disparidad de opiniones. Unos aficionados le vieron mucha casta al animal, y otros juzgaron que
tenía poca. Lo acostumbrado. Apareció el picador con su puya. Era un veterano sobrado de peso y
experiencia. Surgieron de inmediato voces reclamando que saliera Guadalupe Morales a acercarle el
astado al hombre montado a caballo. Había muchas ganas de verla enfrentarse a aquel morlaco de
casi seiscientos quilos.
Guadalupe Morales se prestó a la petición generalizada y abandonó la protección de la barrera.
Llevaba el pelo, negrísimo como el plumaje del cuervo, recogido detrás de la nuca, la cabeza alta y
en su cara una expresión de valentía. El ajustado traje de luces resaltaba su escultural figura.
Recibió además de los aplausos de rigor, silbidos de admiración y requiebros. Ella desplegó la capa
y se fue para el fiero animal, elegante, sinuosa de movimientos, muy torera. Y logró con dos largas
afaroladas dejar el toro delante del picador. La fiera, en una clara demostración de bravura, atacó
con fuerza al caballo y su jinete le clavó la puya en todo lo alto. Puyazo certero y hondo. Comenzó
a manar sangre de la herida. La gente protestó ruidosamente y Guadalupe Morales no permitió que
lo castigaran más. Se aclamó su decisión. Los banderilleros lo hicieron muy mal y fueron
abucheados. Sólo habían conseguido clavar en buen sitio la mitad de los palos.
—Ese animal está entero, mano —dijo mi vecino de asiento, preocupado.
Le di la razón, pues coincidíamos en esa apreciación. Un repentino, indefinido y sin embargo
hondo malestar se estaba apoderando de mí.
La mejor actuación de la tarde la realizó Guadalupe Morales. Primero con el capote,
envolviendo, burlando, mareando al morlaco, con bellísimos remolinos de paño rojo y viento
ondulante, volatinero. Los espectadores, volcados con ella, nos rompíamos las manos
aplaudiéndola, y enronquecían nuestras gargantas coreando su nombre y rematando el entusiasmo
con enardecidos olés.
Y si ella lo hizo genial con el capote, en su faena con la muleta alcanzó la perfección. Burló al
impetuoso animal una y otra vez realizando extraordinarias, sublimes figuras de ballet que
enloquecieron de entusiasmo al respetable, cuyos maravillados ojos absorbían hasta el menor de sus
movimientos. El triunfo de Guadalupe Morales se preveía apoteósico.
Llegó la hora de la verdad. Esa hora en que el diestro con un cuerno de acero se enfrenta a
vida o muerte con los dos cuernos del astado.
Guadalupe Morales se llevó el toro al centro del ruedo para que todo el público pudiera
presenciarlo bien, pudiera disfrutar el remate de su genial faena.
Se hizo un silencio absoluto. Todos los presentes contuvimos la respiración y dejamos de
parpadear para no perdernos detalle. Guadalupe Morales no tardó en tener el toro posesionado como
ella quería: con las pezuñas delanteras juntas y cuadradas con respecto a las patas traseras, y la
cabeza humillada.
En el último instante sacrificial es cuando más igualados están la bestia y el diestro, pues éste
deja de ver hacia dónde se dirigen los cuernos del toro. La suerte escogida por ella fue a volapié y
recibiendo. Con la muleta enrollada en su mano izquierda, el otro brazo en alto, extendido y armado
con la espada citó al toro al mismo tiempo que se adelantaba un paso. Fiera y matadora se juntaron
y lograron su objetivo. Ella clavó hasta lo más hondo de las agujas del animal su estoque, y la fiera
salvaje su cuerno derecho en el delicado pecho femenino.
La plaza entera soltó un ensordecedor, gemebundo alarido de dolor, que apagó el grito de la
joven. Dos peones se la llevaron con la mayor rapidez posible hacia la enfermería. Del seno
izquierdo de Guadalupe Morales salía ya la sangre a borbotones. Durante un par de minutos se
mantuvo en la plaza un silencio total, estremecedor, dramático, trágico. Ni respirar se escuchaba. En
los ojos de todos podía verse reflejado el más profundo, doloroso horror.
Después, poco a poco se fue formando un oleaje de voces pesarosas, patéticas, desdichadas.
Mi vecino de asiento y yo, nos miramos. Ambos con las lágrimas asomadas a los ojos y
realizando titánicos esfuerzos por mantenerlas presas.
Yo me marché sin decir nada, muy consternado, igual que otro buen número de espectadores
que buscó las salidas. Ríos de llanto rodaban por mis curtidas mejillas. Estaba pensando en mi
madre y mis hermanas.
Jamás he vuelto a pisar una plaza de toros.
UNA DESCONOCIDA EN SU CAMA
Olegario Reyes era vendedor de lencería fina de gran calidad. Las ventas del día le habían ido muy
bien y se concedió el lujo de cenar en un restaurante caro, donde regaló a su abultado vientre una
deliciosa sopa de mariscos y una exquisita langosta a la americana. Renunció a los postres y coronó
esta excelente comida con un montecristo y una copa de coñac francés.
Olegario Reyes estaba gordo, muy gordo. Esta voluminosa realidad suya lo contrariaba en buena
medida porque los obesos, por lo general, son motivo de befa, cuando no de desprecio por parte,
sobre todo, de los alfeñiques que deben su lamentable aspecto físico al haber pasado mucha hambre
por falta de recursos económicos. Pero por nada del mundo renunciaría él al sibarita placer de las
suculentas maravillas culinarias.
Estaba soltero, le daban miedo las prostitutas por la posible transmisión por parte de ellas de
enfermedades venéreas, y la necesidad de sexo se le hacía, a menudo, angustiosa y acuciante.
Trataba entonces de aliviarse manualmente, pero como les ocurre a quienes han conocido deleites
mejores, le quedaba siempre un sentimiento de frustración, de insatisfacción.
Pagó la cuenta cuando su aromático cigarro puro se había convertido en una rechupeteada
colilla, dejó una discreta propina y marchó hacia donde había dejado aparcado su coche. Durante el
trayecto que separaba el restaurante del hotel donde se alojaba, soltó algunos eructos de
satisfacción, revivió mentalmente el placer experimentado mientras saboreaba los deliciosos
alimentos que había ingerido, y se dijo para combatir las dudas que a menudo se adueñaban de él:
—Soy un tío feliz. Vivo de maravilla. Cierto que las mujeres pueden procurarnos grandes goces,
pero también colosales problemas. Son innumerables los grandes hombres a los que ellas han
arruinado la vida llevándoles en algunos casos incluso al suicidio como única salida posible de una
existencia que les han convertido en insoportable. Desde luego, como está uno mejor, es sin ellas.
Estacionó su automóvil en el garaje del establecimiento donde se hospedaba. El recepcionista le
entregó su llave y el ascensor lo llevó hasta la tercera planta que era donde se hallaba el cuarto que
tenía alquilado. No había nadie en el pasillo y debido a lo favorable que era su estado de ánimo,
Olegario Reyes canturreó por lo bajo un bolero que le había enseñado una cabaretera a cuya boca
carnosa le confió él durante algún tiempo su nada humilde hombría, y a la que finalmente un
imbécil redentor de putas la retiró de su lucrativa labor casándose con ella. <<Seguro que le estará
metiendo cuernos a diario, pues es bien sabido: que la cabra tira siempre al monte>>, malicioso.
Abrió la puerta y la cerró tras él; maniobra que realizó sin apartar la mirada de la misma. Se dio
la vuelta y fue entonces cuando a sus ojos los desorbitó el asombro que le produjo descubrir
tumbada sobre su cama y mirándole sonriente, a una bellísima desconocida que llevaba puestas
unas prendas de ropa interior que reconoció inmediatamente como pertenecientes a la marca que él
vendía. Como la sorpresa le había paralizado las cuerdas vocales, fue la desconocida quien le habló
con total naturalidad:
—¿Te alegra mi presencia?
Olegario Reyes recobró repentinamente el habla y preguntó mientras sus ojos recorrían,
apreciativamente, el voluptuoso cuerpo de la joven:
—¿Cómo has entrado en mi habitación?
—Aproveché un descuido de la limpiadora para colarme dentro.
—La lencería que llevas puesta la has sacado de mi muestrario —acusó él.
—Sí, y es preciosa —reconoció ella demostrando desconcertante tranquilidad.
—¿Qué es lo que quieres?
—Vengarme. Vengarme de mi marido. Mi marido me ha sido infiel y yo quiero pagarle con la
misma moneda.
En la mofletuda cara del viajante apareció una sensual sonrisa al entender lo que esta bella
mujer le estaba proponiendo.
—Dicen que la venganza es manjar de dioses. Estoy dispuesto a ayudarte a realizar unas cuantas
venganzas seguidas —decidió empezando a desnudarse al tiempo que ordenaba—: Y tú vete
quitando con mucho cuidado de no estropearla toda esa lencería que te has puesto, pues cuesta un
huevo y quiere poderla vender.
Ella obedeció y ya desnuda y colocada de espaldas sobre el lecho, recibió al adiposo Olegario
Reyes que sin perder mucho tiempo en preliminares colocó su enhiesta virilidad en el jugoso sitio
elegido. El placer explosivo sólo lo obtuvo él. Todavía jadeante preguntó:
—Parece que no tenías la cabeza en lo que estábamos haciendo, mujer.
—No, no la tuve. Es que he estado todo el tiempo pensando en que de un momento a otro llegará
mi marido y nos matará a los dos.
El vendedor de lencería sintió por un instante que se le detenían todas las funciones vitales. Le
costó lo suyo tragarse el ladrillo que se le había formado en la garganta y poder balbucir:
—¿Cómo va a saber tú marido que tú estás aquí?
—Porque lo llamé por el móvil y se lo dije —explicó ella que había compuesto una expresión
de suicida irredenta.
Olegario Reyes exhibió de repente una agilidad inesperada para una persona de su exagerado
peso. Abandonó velozmente el lecho, corrió hacia el armario ropero y sacó del pequeño neceser de
aseo una pistola.
Y justo en aquel momento sonaron unos golpes en la puerta y una airada voz masculina
pregunto:
—Eloísa, ¿estás ahí, mala puta?
Olegario Reyes, que no andaba mal del todo en conocimientos sobre al alma humana le susurró
a la que había acabado de ser nombrada:
—Como habrás la boca, acribillo a tu marido y te dejo viuda.
—A él no le hagas nada por favor. A pesar de que me ha traicionado sigo amándolo con locura.
—Pues si no quieres que lo mate, ya sabes lo que tienes que hacer: mantener tu boca bien
cerrada.
Ella guardó absoluto silencio y, cuando su consorte se cansó de llamar y finalmente se marchó,
el vendedor de lencería fina le dijo:
—Y ahora tú y yo seguiremos vengándonos de ese infiel que merece un castigo bien repetido.
Ella se lo quedó mirando con repentina simpatía y dijo:
—Oye, eres muy bueno en la cama. ¿Cómo te llamas?
Ángel Dario Oliva
Caos
Edificios de la memoria en llamas,
ojos alambrados por la lluvia y el odio,
un libro negro de hojas muertas,
boca de alfiler en alquiler de besos,
desmayo del cuerpo oculto en el espejo…
Memorizar el silencio de noche
en el desnudo ropaje del sueño,
disparo de una palabra articulando el miedo,
la luna en un cenicero,
y el 11 de Setiembre
inaugurando escombros
y cementerios.
Beatriz Chiabrera de Marchisone
A los audaces, de cualquier edad
LA DAMA DE LOS VERSOS
La mujer venía caminando por el alfombrado pasillo central.
Su andar, lento y desparejo, hacía que todos la miraran, pero a
ella no le importaba. Llevaba, en una mano, un bastón y en la
otra, unos folletos cuyo título era: Amelia Ammache, Poesías.
Nosotros estábamos tomando un café en el Pabellón Azul, en
la Feria del Libro de Buenos Aires donde yo iba a presentar mi
libro, y la vimos acercarse, esquivando con dificultad las sillas
que le obstruían el camino. Ya había pasado por otras mesas
ofreciendo, a dos pesos, los papeles impresos que contenían
sus obras. Con mucho respeto, nos pidió permiso y nos dejó un
folleto a cada uno, que constaba, simplemente, de una página
plegada en la que se podían leer seis o siete de sus poemas, y
al poco rato, tiempo suficiente que nos permitiera echarles un
vistazo, pasó a ver si nos lo quedábamos.
Sus más de ochenta años, según me atreví a deducir, no le
habían impedido salir de su casa y recorrer la Feria para darlos
a conocer, aunque quizás alguien había intentado persuadirla
de no hacerlo. Seguramente. Quizás, estuvo lidiando con algún
nieto que, no sin razón, trató de detenerla. Pero ella estaba allí.
Allí, donde importantes autores eran protagonistas en distintos
stands, presentando y firmando libros, dando charlas y
conferencias, y donde otros tantos escritores desconocidos
habíamos osado presentar los nuestros, allí estaba Amelia, con
una permanente sonrisa en su cara, elegantemente vestida,
deambulando con paciencia por los atestados pasillos de la
Exposición, invitando a la gente a leer esas rimas que alguna
vez escribió. Cualquiera que la viera podría pensar que era una
dama de la alta sociedad porteña que iba al encuentro de otras
amigas de su edad para tomar el té en alguna paqueta
confitería de Buenos Aires. Su imagen irradiaba eso. Pero no
era su caso. Lejos de parecerme una barbaridad que ella
estuviera caminando sola entre tanta gente, admiré su valentía, elogié sus ganas y envidié su
espíritu. Algo la llevaba a entregar esos versos a gente anónima, cuya opinión nunca conocería. Ni
siquiera sabía si los leerían o simplemente los dejarían abandonados sobre la mesa, cuando ella se
hubiera marchado. Sin embargo, algo la impulsaba a mover su cuerpo con esfuerzo. Algo de todo
eso la alegraba y le completaba la vida. Me emocioné con sólo pensarlo.
Por supuesto, nos quedamos con el folleto. Todos en la mesa lo hicieron. No por lástima, sino
valorando esa energía y esa voluntad tan difícil de encontrar, e intentando conocer un poco más de
esa anciana audaz y desconocida.
Cuando llegué a casa y recorrí los renglones de sus rimas, me encontré tratando de imaginar su
vida. La imaginé sentada ante un antiguo escritorio frente a un gran ventanal que daba a un parque,
levantando la vista de a ratos, para buscar inspiración entre los sauces del fondo de una gran
mansión, que menciona en un verso de uno de sus poemas. La imaginé, aún hoy, con sus manos
arrugadas, tomando una lapicera y escribiendo, casi dibujando palabras con su pulso tembloroso
pero con su mente lúcida y sus ideas claras. La imaginé dejando caer una lágrima sobre esos
papeles, que la invadían de recuerdos al releerlos. Noté que un trozo de ella estaba en cada línea de
cada estrofa. Un poco de sus pensamientos, de sus dolores, de sus amores pasados, florecían con
cada verso. Allí, en esos escritos, quedaría Amelia, aunque alguna vez se fuera para siempre. Y creo,
estoy segura, que ese era su objetivo.
Nunca más supe de ella. Ni siquiera sé si su nombre es el real o un seudónimo, con los que suelen
firmar muchos poetas. Sin embargo, me bastaron esos pocos minutos para percibir que la mujer
estaba feliz. Se le notaba en la cara. En sus ojos, bordeados por las líneas del tiempo, se reflejaba
que había sido suficiente con que nosotros decidiéramos quedarnos con su pequeño cuadernillo de
versos.
Hojeando páginas encuentro
palabras locas y exaltadas
por la ternura y la pasión
hoy las comparo, en desmedro
en la absurda soledad de mi mansión.
Amelia Ammache
PUBLICADO EN EL LIBRO “Fotografías del alma”- Beatriz Chiabrera de Marchisone- 2011
HAY MANOS
Hay manos que orientan los caminos,
Hay manos con habilidades y experiencias,
algunas acarician, otras calman,
que la vida fue entrenando a cachetadas,
curan las heridas de los cuerpos castigados
sin educación formal y sin escuela,
aunque ellas lleven cicatrices en el alma.
sus cayos, sus arrugas las delatan.
Hay manos que parecen tan distintas,
Hay manos que no pueden decidir su propia vida,
manos mestizas, manos negras, manos blancas,
manos con esposas, inmóviles o atadas,
lo mismo sirven para propiciar una caricia
que jamás llegarán al final de su camino,
o contestar con una fuerte bofetada.
por aquellas que firman decretos u ordenanzas.
Hay manos ruidosas y manos silenciosas,
También hay muchas manos con historias
manos que se expresan sin palabras,
que ya nunca podrán ser descifradas,
manos sinceras, que aplauden con conciencia
aquellas que llevaron los secretos a sus tumbas,
y otras que aplauden cuando son recompensadas.
grabados con fuego en las líneas de sus palmas.
Hay manos limpias… y también hay manos sucias
que no se limpian tan solo con lavarlas,
Y están las otras manos, más pequeñas,
y andan así, como si nada, por la vida,
sinceras, inocentes y aún no contaminadas,
con el corazón quieto y las manos bien manchadas.
descubriendo, de a poco, un mundo real que las golpea
y que va dejando huellas profundas en sus almas.
Hay manos que castigan y dominan,
a un país que produce y pelea por su patria,
Hijo, conserva tus manos eternamente puras
aquellas que dirigen con un dedo
y bríndalas, cuando sean necesarias,
el futuro impredecible de un pueblo que trabaja.
y por las noches, júntalas en un ruego permanente
por mantenerlas siempre libres y sin manchas.
PUBLICADO EN EL LIBRO “Sentate que te cuento”- Editorial De los cuatro vientos- Bs.As- 2009
Chus Canal
CANSADA.Cansada de la vida me retire a las montañas que tanto amaba y las playas que adoraba
rendida ante la vida y sus visicitudes me refugie en el anonimato de lo que amaba
como mujer sin nada solo como un dolor del alma
escribí bellas palabras para no caer aun mas en el amor
Solitaria pero no sola y triste...cuando me levante había pasado medio siglo
mire a mi alrededor y solo quedaba el siglo
de las medias verdades y los cansados amaneceres del camino
Pero enseguida pensé...escribe lo todo de una vez...escribe para no olvidar
y no volver a caer en la soledad...que el mundo comprenda
que siga su ritmo pero asuma una mente cansada
Y asi medio siglo no es nada...solo un momento entre tantas estrellas
cabizbaja y entregada....feliz con mis palabras
deje de estar cansada y volví en mas palabras
Estas que os escribo cuando amanece en mi tierra
allá en las montañas mas lejanas...tardes de ron
cigarros de aldeana...niños de madruga
Cansada como solía me refugie en lo único que recordaba
las palabras...los amigos recobrados...los sentidos que amaba
y así cuando por fin cansada pero no vencida
recupere la cordura y me entregue al silencio de la madruga
Cansada si...doblegada no...quizás ya ni siquiera cansada
solo un poquillo harta de tanta injusticia y tanta nada
por eso os digo...cansada pero de eso nada monada
--POEMAS A LOS PLANETAS.Mi sino era desaparecer en el planeta llamado Venus
sin embargo en el camino hacia dicho destino despareció Venus
y apareció dicho entre estrellas y cometas el innegable destino
Cuando camine y camine llegue allá al destino
y Venus había desaparecido entre nuestro sino
Marte el guerrero me pido ser mi dueño
pero yo referí el sueño de un niño
Y así cuando camine entre flores de lavan da
caímos entre algodones y flores de lavan da
y sin duda dejaremos
los amaneceres sin honores
Júpiter me recogió entre sus abrazos
y en las lejanías de los años
rememoro los años
DE NORMAL A PARANORMAL.Nacida normal en una familia de clase media alta cuando crecio y a la edad de 29 años hizo en su
vida algo totalmente paranormal...sin ayuda de nadie porque nadie la ayudo sino todo lo contrario
comprendio el Universo...las risas la duraron seis meses de su vida y en su habitacion una tarde le
ocurrio un echo mas paranormal todavia ardio su alma con fuerza por el amor de un hombre que no
la amaba....desesperada busco refugio en las palabras escritas y los relatos de personajes
variopintos...siempre estuvo sola y hasta pasados casi medio siglo pudo contar por fin a los demas
sus experiencias paranormales sin llorar ni suplicar...esa mujer que camina sola cuando escribe estas
lineas llora por volver a ser normal y no paranormal.
PARANORMAL.Paranormal no es que fueran las sensaciones que tenia aquella mujer aquellos dias mas bien
normales...se levantaba al amanecer y barria y limpiaba su habitacion...recogia un poco la casa y
salia a dar un paseo...una noche sin saber muy bien porque fue hacia la playa al
anochecer...entonces empezo lo paranormal...las luces que vio en el agua del mar la llamaban sin
cesar..ella sorprendida pero no asustada hablo con ellos mentalmente y dirijiendose nadando hacia
ellas...hacia un lugar muy lejano se fue...paranormal y normal fue volver al cabo de una
semana...hermosa y venerada desde entonces camina entre la multitud con la que habla...entonces
sentada en una silla vi algo asombroso...el ojo de Dios la miraba...esta sorprendida y sin moverse
observo esa maravilla..el ojo de Dios y las almas alrededor...la abuela que la veia se santiguo en la
lejania...pero mas lejos en las montañas vio aun algo mas hermoso sin duda...la leyenda del rayo
verde la parte mas hermosa de todo lo paranormal que le habia acontecido desde aquel dia.
Daniel de Cullá
EL DESPACHO DEL ABATE DUBOIS
Nos el pedófilo mayor, pedófilos de coro, sus Recto – res, cardenalías provistas de un brasero
entre sus patas para calentarse, de la Rreal Yunta Superior de la Facultad del Rebuzno en
todo rey –no y seño- rías espantanublados, Exponemos de lo intrigante y lo cínico echados
bien de ver en mis “Memorias Secretas”, que por las circunstancias y alternativas que han
sido precisas para llegar a este cabo y darle a la regencia del duque de Orleans por donde
amargan los pepinos, dándole al pedo lo que es del pedo y al santo lo que es del ano ( año
santo), cada una de las doscientas partes en que se divide un todo en Cambray, que ya se puso
a prueba cuando el amor se vistió de culo en la Cruzada aspirando anos cuasi universitarios
en banda de tierra que en línea recta segó cada uno de los segadores de la vida y el rito del tiro
a la nuca; esta yunta de pedófilos a los que conforman discípulos machacas y
quebrantahuesos de la Orden de Santiago siendo una cosa como la espada del abad Bernardo
que si pincha y corta, pues tenemos el cielo del ano ganado que somos graduados en la dúctil
Anocopea de España y no sólo los gobernadores bizantinos de la provincia de Italia que tenían
a Ravena por cabeza, y nosotros a Rabo, que sin desunirse puede alargarse, ensancharse,
engrosarse o adelgazarse, conservando luego la nueva forma ( la rehostia¡ que decían los
cristianos viejos), que dios nos ha dado la gracia de estimular, provocar, irritar de placer el
culo de los primates y de los infantes, también los de Lara, que valen lo que vale cierta
moneda antigua de Castilla que valía dos castellanos, pues nuestro sermón como nuestro amor
se dirigen con ímpetu a la parte más erudita del cuerpo donde se suspende e indetermina el
cinismo entre dos juicios contradictorios que es lo mismo que de pequeños nos enseñaron de la
creación y origen del hombre: que “entre dos piedras feroces sale un hombre dando voces”,
habiendo razón bastante para inclinarse ante la empingorotada del señor que parte la bóveda
por aristas en las claves del arco en que se a-poya echando pihuelas a los halcones en el cielo
de los bienaventurados y las barbas de don Fadrique, hermano bastardo del rey don Pedro, el
cual fue jodido y muerto en el alcázar de Sevilla, en olor y sabor generalmente desagradables
y a veces nauseabundos, adquiridos por ojotes sometidos a la acción del fuego de amor eterno,
cubilete de masa de hojaldre relleno de carne picada, servido por el camarero del rey católico
Gonzalo Chacar, cediendo un tanto en lo que se afirmaba con tesón o porfía; y que Mario
Vargas Llosa Me/Nos la suda, ¡hala¡
-0–0–0–0–0GUERREROS Y GUERRERAS DE LA MISTICA PARROQUIAL
“El Asno y la Burra hacen guerreros a los hombres y guerreras a las mujeres”
-Elogio del Rebuzno
Los Gentiles atribuían a los cristianos que adoraban una cabeza de Asno. Un patriarca en
operación garañónica va a venir otra vez a la Iberia. Será insoportable la trompa
succionadora de su presencia prolongada. ¿Cómo impedir la evocación, la fatal imagificación?
Su fe, como un vientre desnudo será ofrecida a tábanos y sanguijuelas.
Un joven seminarista del seminario de Segovia que había sufrido tocamientos en la Rectoría,
me dijo: “ No sólo está la imagen. Está el entorno de la imagen. Y esa más temible cosecha de
morcilla sacrosanta. Yo mismo, en el estado segundo del Jo, por más que hiciera por no caer
en el Der, cogía sus palabras entre dedos, en una especie de broma lechosa muy primate”.
La madre del niño descubrió en su día que en los botones de la sotana del cura había pétalos
con olor a cuerno quemado. Y la conciencia que tenía de su fe había sufrido una pérdida
abrupta. Y había que buscar el imposible equilibrio del corcho en el agua agitada. Nunca
creyó en los curas, y menos desde que bendijeron las muertes y crímenes de la cruzada bajo
palio. “Los curas no tienen párpados. Mírales en la sola tragedia de la intemperie de las
imágenes y los santos. Santos que nunca hicieron otro milagro que hacerse pajas”.
El milagro santero no es más que un espectáculo, una prolongación de las imágenes.Ventosa
en cuya presencia caen presas impostoras las masas demoledoras del espíritu, como si de una
droga alucinógena se tratara, e inventadas no para gozar de ellas, sino sobretodo para
sorprendernos y sorprender el misterio del crimen que llevan dentro.
¿Qué le trae a Iberia al insensato? La turba de la religión y de sus cuentos, prodigiosamente
tentada y tentadora, ecuménica aliada en la desesperante y alienada necesidad de la
innombrable convivencia.
El hacedor de santos a la husma le anda a las beatas. Santos hechos como churros. Y con su
instrucción Rebuznal y su talento cargar contra las conciencias y atraer el fuego eterno y la
excomunión como un Rebuzno dado a tiempo, que nos hace volver a las evocaciones
inesperadas, cómicas del “ni jode ni deja joder”.
El rebaño, la grey está guiada por retrasados en estado naciente y más que nacidos a los
efectos teatrales del espíritu y crimen inspirado. ¡Cómo se encumbraron de su donaire místico
y criminal en el entorno abarcado de cruzada en fosas comunes, loberas, paredones, rejas¡ Y
no pedirá perdón ese charlatán y mulo de genuflexión propia. Que está muy bien seguro y
satisfecho de que todos a una voce dicentes gritarán a cual más recio: “Razón tiene el p.s.” Y
su Rebuzno es útil y provechoso, conveniente e inspirado en tertulias de tonsurantes, en
conventos o seminarios de pedófilos.
Como “alfombra rodante en marcha”, que cantara Henri Michaux en su “Conocimiento por
los Abismos”:
“Allegro vivace¡
Prestos
Prestísimos
Pensamientos debajo de mí
Caramba,conozco ese camino
Un camino tan particular
Y sin embargo…
Soy levantado
Elevación
Elevación extrema
Elevación loca…
Cuando se multiplican las multiplicaciones
Pero… ¿no tendré un clavo en el estómago?
¿Tragado cuándo?
ARREGLO FLORAL PARA ESTE 14 DE ABRIL DE 2011
- Tu, al Bajo Llobregat o al Alto Aragón; yo, de Viznar, Granada a Atapuerca, Burgos
Me voy con tres compañeros camaradas a recorrer la ruta que le hicieron a García Lorca al
desaparecer sus huesos de Viznar a Atapuerca en un anhelo de leer y releer sus libros, y
encontrarnos con él siempre nuevo, el Lorca joven que nos rejuvenece y nos retrotrae al tiempo en
el que también nosotros publicamos el primer libro de versos asustados de recibir la carta
autorizando o el comentario impreso de censura. La Historia no se repite, se repiten los mismos
cerebros de cemento; eso sí, los ríos siguen corriendo por el mismo cauce, más llevando en sus
aguas la sangre de nuestros republicanos muertos.
En el viaje no vemos ni patos ni pájaros sumergiéndose desaprensivos en los ríos o lagos, ni
navegando con soltura ajenos a las vicisitudes del tiempo. Hoy estos “pájaros” se han hecho
mayores, se han hecho políticos grajos simbolizados en los escaños retorcidos y las aristas de los
estrados en campo de calabazas y nabos.
-Mirad, amigos, ¡ la Alhambra¡, les digo, admirado; y prosigo:
La Alhambra:
Flor caída
Retornando a su rama islámica.
Llegamos a Viznar que nos dice al oído: - “Oye, que fue aquí el crimen, el crimen fue en Granada.
–“ En Granada, como en toda España”, respondimos.
Colocamos un ramo tricolor junto a un muro, que nos indicó un anarquista granadino y leemos en
voz alta el poema de Antonio Machado “El Crimen fue en Granada”, en la muerte de García Lorca.
De verdad que sentimos el plomo en las entrañas y vimos el ramo tricolor sangrando en sus rojos
pétalos.
Pasadas unas cuantas horas, nos volvimos para Burgos, no sin antes comprar unos bocadillos
preparados con primor por una bellísima berebere empleada de una tienda de comestibles, y que
empezamos a morder en el coche una vez saliendo de Granada.
Nos paramos en Despeñaperros y no haciendo caso del insulso diálogo que llevaban los
compañeros, les hice callar y les convertí en mero capricho de mis versos:
Veo los huesos de García Lorca
Sobre la Luna.
Mirad, ¡qué espléndido abanico¡
Llegamos a Burgos. Teníamos que entrar a su Museo de la Evolución Huamana. Yo sé que en el
Museo hay huesos en injerto de nuestro Federico asesinado y muerto. “ Se le ve caminar “…, como
diría Antonio Machado. Escuchad lo que me dijo un aldeano de Atapuerca:
- Aquí, en la Lobera, en la fosa de los Burros muertos, arrojábamos los burros, las vacas y los
cerdos, y, en los tiempos de la Guerra, a los republicanos y ateos asesinados y muertos venidos de
otras partes, que también los geólogos y sus serviciales de los yacimientos encontraron huesos tanto
de ellos como de dragón, de rata, de serpiente, de caballo, de tigre, de pájaro, etcétera, y de ellos la
tierra hizo buenos injertos, en los que la onomatopeya de los asesinatos de la Guerra acompaña el
sentir de los descubrimientos.
Ha habido mucha dificultad en encontrar los restos sin éxito del Poeta. Y esto es fácil adivinarlo por
lo que dijo el atapuercano labriego. Y yo, con lo mío:
Para todos los geólogos
He aquí la simiente de los yacimientos:
Los huesos de García Lorca
Retornando.
Hemos pasado, circulando, de las circunstancias de los pueblos; hemos sentido el advenimiento
tricolor de la Primavera; hemos sufrido en ida y vuelta el llanto callado de las Loberas y cunetas
donde fueron asesinados los nuestros Escucha. Ve: los cráneos levantan sus ojos claros hacia los
tuyos sobre la arena del campo manchada con ese insulto de odio y metralla cristianos: “ ¡ni dios te
salva¡”
Y, con los versos de Emma de Cartosio, Buenos Aires 1958, os digo, dejad de labrar los huesos.
Donde hay un manantial, una fuente, un riachuelo, en montaña, lobera o en cuneta, allí el agua llora
y besa los huesos de nuestros republicanos asesinados y muertos.
“ Ahora pongo mis manos de tierrario sobre
Las tuyas y al sentir que la vida te danza
En rojo mi verdeazul sangre te sonríe, solo
Te sonríe y regresa a su corazón de viento
Definitivamente extático y vertigirante
En medio de la deshabitada luz elemental” ( Emma de C.)
Y con Adelaida Alvarez de Toledo, Montevideo 1958:
“ Deja correr el río, mira caer la lluvia:
Oye como la tarde llora en las hojas mustias
( Escucha)
Que “ Holderlin oye decir: “ Sean libres los poetas como las golondrinas”. Heidegger. “Arte y
Poesía”
Carta de Amor
Calixta,
confiado en tu amistad he pedido a Melibea tu correo siguiendo los impulsos
del corazón y el deseo de poder mantener un contacto mejor contigo y quizás una
relación. La alegría que te anima, que salta hasta la vida, y tu espíritu luchador, de
los que me he prendado, me hacen llevar mis pasos hasta ti. Desde el primer día, en
la comunión de las niñas y más en El Rincón del Pasado, me pareciste una mujer
estupenda. Y el contento que tuve en el pasado encuentro en Moradillo me sabe a
poco desde que volvisteis a Madrid. No sé el pensamiento y deseo que tengas de
una nueva relación, pero desde ya te digo, y disculpa mi atrevimiento, que estoy
dispuesto a hacer tu capricho. A complacerte en todo con respeto, amor y amistad,
correspondiendo a tus deseos y dándote gusto en cuanto me pidieras.
Espero y deseo que estas palabras no te disgusten, y que por encima de todo siga
nuestra amistad.
También, me gustaría que esto quede entre nosotros, si así te parece, hasta que el si de la amistad
florezca en el Amor que yo ya te profeso y quiero demostrarte, esperando el si tuyo.
Podíamos quedar y hablar y repasar si este amor nos viene como anillo al dedo. Yo alargo mi dedo
corazón hasta tu anillo. Quiero mirar los campos y amar la vida sintiendo el calor de tu mano amiga.
Te doy, también, mi numero de la oficina: 288823.
Escríbeme, o llama si quieres. Ojala digas: “Sí, quiero”. Ya sabes, que por encima de todo quedará
la amistad, ¿vale?
Un cordial abrazo,
EN SEMANA SANTA
“ En Semana Santa, mi marido se pone detrás de la albarda”, esto decía una aldeana a su vecina.
Ella lo decía por la muerte, a la que su marido tenía afición por la cantidad de medicamentos que
tomaba, pero cuando llegaba este tiempo , se escondía para que no se le llevara.
Es este un tiempo de muerte pelada, un tiempo de responso que nos saca de esta vida de afán. Por lo
mismo, el diablo anda en Huelva y en Sevilla, en Cádiz y en tu pueblo haciendo estantiguas y
espantando a la gente para fines de sus fervores de cucurucho y disciplinas que producen más
desprecio que favor.
“En este tiempo, las saetas y el estornudo son todo uno”, decía Miguel de Vergas, que tenía un hijo
canónigo en Salamanca, capirote y nazareno, quien, al filo de la media noche, una vez dejada la
procesión de su parroquia, siempre comentaba:
-“ Dios de día, y por la noche murciélago”.
Lección dada, cargada del gasto de vino, hostias, cera, etcétera, definiendo la semana santa cual
debe definir un penitente perteneciente a la secta y vestido con un luengo hábito y cubierto con una
caperuza puntiaguda.
Cierto cura le había criado tordillo y le enseñó a sermonear, y andaba suelto y doméstico, y se salía
a las procesiones con otros capirotes o nazarenos por el celo. Le conocían en la ciudad como “el
tordo del cura Pacheco”.
Mientras los tambores y cornetas impelían el viento con gran garbo y el resonante eco daba idea de
lo que es la osadía del concepto detrás de los confalonieros que llevan el confalón, bandera o
estandarte, una coplilla o saeta pretenciosa y sentenciosa excitaba la penitencia o la devoción en
forma de haikú:
Cuando nazareo
Las ranas crían pelo.
¡Jueves sin dios¡
El se sentía en el embuste de la verdad, el verbo era poco grato. Aquí los muñecos de capirote, allá
los disciplinantes y nazarenos de cartón, yendo en los pasos dándose disciplinas y rizando las
estaciones con el azote de la mortificación y el escarnio de ese cáñamo de varios ramales.
“La semana santa prepara a sus muertos para que conserven la apariencia de vivos”. como dijo el
conde Drácula; pensó. ¡Esa es la talla¡ Chochos y chochas de dios, de los de puro cariño andando en
chupaderitos con paños místicos.
En esta semana se arranca la gatuña del barbecho. Habla el buey y dice mu. Se adora un diente
petrífico de santo, ciertas cabrillas o vejigas que el calor de las velas hace que se formen en el alma,
hacen cabezadas de los tiempos en que se compone la marcha fúnebre. Es la Caaba y la Cábala. La
Caraba en andas. Una cuna de helechos fósiles. Un adivinanza supersticiosa. Postilla o grano en la
boca del misal.
Tu…tu. Tu tu tu...Tutututu … tu tutu……Tu…
Uno que se llamaba Zapata pedía limosna con mucha retórica y labia en la puerta de la iglesia, y
decía:
-Papa, que curas ha perdido, cencerros se le antojan.
ALBARDILLAR A MIGUEL HERNANDEZ
Cedacito nuevo
Tres días en estaca
Ay, han puesto el capirote a un Poeta
Los porfiados albardanes
Que se comieron su vida y su pan
Le han vuelto a colocar
Aun después de muerto
En la silla de domar potros
Entre caballetes o camellones
Con que se separan
En los campos de nabos o cementerio
Los cuadros sepulcrales.
El barro que se pega al arado
Salpica a los que presumen de sabelotodo
En la Rreal Akademia del Rebuzno de España
En todos tiempos
Delatores infames y perversos
Cueva donde se recogen las bestias
o fieras del Verbo.
Su amada, esposa a la fuerza
Borda la lana del lomo de la cabra
Cuando está flaca.
Y dicen que le dijo a su galán
Que le hiciese una poesía
¡Y le hizo un hijo¡
En punto fijo
Donde el Asno encuentra su estrella
En el firmamento o cielo
De tejas abajo.
Ved: Hay una lonja de tocino
En la almohadilla
Que se puso Miguel al hombro
Al tañido de compás muy acelerado
Cuando el albarráneo
Perro de ganado trashumante
Tras la hierba piojera
Se sometió al amor
De la alborada del crimen cristiano fascista
Y su muerte
Albendera los disantos hilandera
Maceraba el cáñamo en la alberca
De los desaparecidos a la fuerza.
Poeta de alberguería o pena
Que te resististe a sufrirla
¿ Sabes que han colocado
Un libro de tus Obras Completas
En el pesebre real en alcahuete
En lugar del de boca
Entre los entreactos cortos
De poetas y supersticiosos populares?
Que multitud de poemas hechos
En tonos Rebuznales
E institucionales
¿Y en limpio que hemos sacado?
Se te ha intentado adiestrar
Una vez más
Lo mismo que al gavilán, al azor,
Al neblí y otras aves
En haldas o en mangas
De una u otra manera
Velis nolis
Por las buenas o por las malas
Como entonces
Y no han podido
Porque Tú ocupas tu asiento
En la silla de la Vida
Y has pelado una cebolla
Como quien va en romería
A Roma o tierra santa
Pasando el charco con tu barca
Y mandando a todos
A escarbar cebollinos
Que dan hatería a los pastores
Y, a pesar de que te infesten con su aliento
No te falta ni una hebilla.
De Hombre y Poeta.
-0–0–0–0–0CANCION DEL CURA PEDOFILO
“Mi culo en la Séptima Morada” Santa Teresa
Salir de mí
Tengo un hermoso plumaje
Grande y afilado pico
Por encima de lo que enseña el cilicio
Que me hiere el muslo
En rojo ensangrentado
Mostrando todavía
Las señales de vida en masturbación
Llevada a cabo
Sobre el sueño adormilado
Del culo firme por mi amor
No me importan
Los asnos que creen en dios
Yo, donde nadie sube, trepo
Lo que nadie come, trisco
Muy poco estoy en la Iglesia
Pues lo mío son los carnales riscos.
Soy un cabrón de dios.
Estoy desolado
Peno en la senda de la Perfección
Los testículos elevan mi fe
Hasta el Señor
Levito
Y probablemente por eso
Soy venerado.
Agotado estoy
Perdido todo lo que tenía
Mi serpiente corre
Pero no vuela
Y cuando ve el ojetil reguero
Mete la cabeza.
“Apaciento mi grey con la “Caña la Doctrina”
Como dijo Juana la Papisa
Ocupado el solio pontificio
Con el nombre de Juan VIII
Entre los pontificados
De León IV y Benito III
Mi nombre es feroz
Con un tercio de Mijares
Un tercio de Badajoz
Y otro tercio de Linares
Los medios me dan cordelejo
Pero el pueblo la espalda al coro
Pide que silencie mis pecados
Sobre todo
Las mujeres mansas, dóciles
Y sumisas
Si la tendré larga
Que a todas admira
Y con dios la comparan enseguida.
Chúpate esa, marquesa ¡
Abrázame aquí
Quiébrame la lechetrezna
Que yo bien se
“corderilla mega mama a su madre
Y a la ajena”
Y tu bien sabes
“El cordero manso mama a su madre
Y a cualquiera”
El bravo, ni a la suya
Ni a la ajena
Tan presto va el cordero
Como el carnero
En corriente de Esperanza
Destruyendo la célula dañada
De Purificación.
-0–0–0–0–0-
DE VUESTRO LEER A MIGUEL HERNANDEZ
De vuestro leer
Queda demostrado con ejemplos
Y pruebas manifiestas
Que nada habéis aprendido
De Miguel Hernández
Pues seguís tan hijos de puta
En los valles y en los cerros
En las calles
Las cuadras y corrales
Y en la presente edad
Mostráis lo mismo
Y lo mismo en la venidera
Desde el cabo de Creux al Finisterre
Y desde Cantabria al Estrecho
Que no sois más que
Caterva de gente
Facultativa en Rebuznos
Una prenda de Asno
A la sombra de un pesebre
Y a Rebuznos
¿Quién os gana?
¡Esa gloria tenemos¡
-0–0–0–0–0LITURGIA DEL CULO
“ Creemos en la Ojetivación”
- Cura Pedófilo
Magnificas exequias al Asno viejo del Vatic- Ano que a la husma le fue a la reina Jumenta de
Inglaterra
Romae partibus
Adventavit Asinus
Pulcher et fortissimus
De la parte de Roma
Nos viene un Asno
Ay que lindo y que fuerte¡
Tenemos imágenes sobre la
Venida del Asno:
El Papa de los Pedófilos
-0–0–0–0–0-
LAGARTO JUANCHO, PRESBITERO
Mi fe es dañina
Mi cuerpo, significante
Y el néctar que yo doy
Gustan beatas al instante
Mi biblia es de memoria
Con olfato y dura piel
Es de cebolla la olla
Que en la iglesia puede haber
De frente miro a Polifemo
Su ojo ciego como ninguno
Símbolo soy del Vatic-Ano
A mi lagarto dibujan dos huevos
Tiene hocico pequeño
Siempre se esconde en sacristía
Tiene un lunar en el glande
Y es de amor eucaristía
En maitines cantando va
En laudes sin hacer nada
Y ahora dicen perseguida
Se encuentra sin hacer pajas
Un caballo creen que soy
Mejor que el señor del saco
Soy del pedo misionero
De Ojeteé hasta Chirimía
A Jesús imito bien
Mas no creo en nada
Que las cosas de la fe
Todas son chorradas
Si tienes la tentación
Bien la buscas y la amas
Si no la tienes, Ve
Va y viene el tabanón.
-0–0–0–0–0-
POEMA ENCONTRADO EN EL RETRETE DE CABALLEROS DEL MUSEO DE
LA EVOLUCION HUMANA
Me cago en el papa
Y me cago en Roma
Me cago en Washington
Y en Oklahoma
Me cago en la realeza
Y en todas las noblezas
Me cago en la puerca iglesia
Y me cago en Ata puerca
Y como no hay baño
Me cago en la Naturaleza
Me corro con la roja
Y con toda pelirroja
Me cago en el Vaticano
Sin el Vaticano
Y por el Vatic- Ano
Y al tirar de la cadena
Canto este canto:
Qué bonita es la mierda
Qué perfume y olor
Es como la oración
Y las lágrimas de Amor.
DEVUELVEME EL HIMEN, HI DE PU
Postapocalipsis coital
Me pierdes, amada
A mí a quien cada una de mis líneas verticales
Determina la buena disposición de mi miembro
Y tú, perversa e indócil, crees que hablas un oráculo
Cuando me pides “devuélveme el himen, hijo puta”
Sin creer en mí como Marco el hijo de Marco Porcio Catón
No creía en los griegos
Cuando sé que tu himen de polvo, de consistencia blanda
Hizo las delicias al igual que a mí a Gerardo de Cremona
A Simón de Génova y Abraham Judeus
Roto el último libro del nuevo testamento
Y nunca creímos en lo que parece del Apocalipsis
: fatídico, terriblemente misterioso
Que dejó atónitos a los más famosos sabios de Oriente
Pagados con esplendidez por Abderrahman I y II
Y así me dejas hundido en la Guía de los Perplejos de Maimónides
Tan feliz como suspirado en un pleito de boticarios
Con aleta anal en gonopodio de ciprinodónticos
O cual romero franchute con su calabaza llena
Y buena la cabeza y alegre en su camino de santiago
Retozando, y torciéndose el tobillo cantando
Un “ me cagüen todos los diablos”.
- Himen te doy, de tu lechetrezna me has de dar porquero.
- Vete aquí buen pan, para untar, como el panecillo de la flor de la harina que solía llevarse a
las iglesias donde el padre Pedo hacía de las suyas con los niños, y cantando en gregoriano:
Más vale pájaro en mano que buitre volando, pareciendo que salió este refrán de la pedófila
iglesia, en que es mejor tener el pájaro en la mano que soltarlo a místicas volando y topar el
conducto marginal del testículo con una negra papila urogenital en palpo labiado.
- Mi alma y mi vida, ¿qué quieres que te diga?
- Aquellos nuestros primeros amores fueron chirlosmirlos a la mar en saco cremastérico de
unión urogenital, preguntándonos como Halley:
“¿qué curva podrán seguir los planetas si la acción de la gravedad disminuye con el cuadrado
de la distancia? Y Newton responde: “Una elipse”
Y, ahora,¿qué hacemos en esta elipse?
Aguzo las orejas
Como las endereza el caballo, mula o asno
Cuando ven algo que los sorprende
O les infunde recelo y
Después de este falso postapocalipsis
No te daré ni los borceguíes, ni cierta vasija
Ni el arado ni la oreja de abad
Y si esa planta seminal
Herbácea anual buena en buena fe
Hecha morcilla regida por una ciencia mediocre
Y una incierta y dubitativa filosofía
Que ya conocía el imperio Sasánida
Que he puesto a asar
Y me apeo por las orejas
Saliendo de esta majadería.
Mírame tirándome de una oreja
No alcanzando la otra
Todo por un sexo de azar
En Oreja, ¿recuerdas?
Aldea de la provincia de Toledo
Que ocupa el emplazamiento de la antigua
E importante villa del mismo nombre
El cual es corrupción
Del de Aurelia
Como el tuyo, Amada Aurelia
Con quien pique una cosa en historia
Yo, un mancebo rubio, coronado de rosas
¡qué mas quisiera¡
Y Tú, envuelta en un velo floreado
Y con una lechetrezna en la mano
Cayendo en miel
Sobre tu monte Himeto
Precioso de la tacamaca
Cuya resina de olor fragante
Es muy apreciada
Especialmente la variedad angélica
Ja Ja Ja.
Al ojo
“Hay que estar al pedo para ponerse en olor de santidad”, dijo un pobre hombre de Olmedina al
repartidor de raciones de un pupilaje que le comentaba sobre la venida del
Pastor de la grey de Roma, contestándole el repartidor:
“Sí, vendrá, por el camino recto rodeado de voces justicieras.
“Eso sí que es la pera, continuó diciendo el de Olmedina. Y si viniere el dios os salve, antes en el
caldo que en la carne nos hable, porque vendrá pidiendo carne que es la cortesía por donde se entra
en la gloria, y es mejor que le demos caldo, de ese caldo por el que sabemos quién es Yahvé cuando
cae en flujo creativo
“Sí, replicó el repartidor. Que el refrán bien nos lo dice: “Al final todos los culos son flan”.
Y comenzaron a leer “El yo soy y el estornudo”, un librillo que había impreso un amigo de ambos
de Codos, comprado en el Rastro de Madriz:
Para alegrar la Plaza ha de correrse un toro
- En Madriz la lechigada
Un animal dará luz a muchas borregas y borregos
Cachetes a la amura de babor
Cachifollará al pueblo
En baño de maría
Vendrá a mujerie gas
Cabalgando sentado como las mujeres
Y no a horcajadas como los hombres
Le lamerán los rumiantes
Y solípedos en corruptas oraciones
De miasmas
Pasará por ojo
Embestirá de proa
El buque vatic-ano
A misarios y acólitos
Misando una misa de paridas
Se abrirá la letra “e “
En círculo de colores
Los jorobados darán un pregón
Para que nadie tire
Garrochas.
EN CAÑAMERO
“¿Coméis cola de Carnero, alcaldesa
O queréis cuchillo de Carnicero? ”
-El Amante Maltratador
Dánse matraca en muchos lugares
Y fingen como en Cañamero
Que, a falta de res
Comen Burra por Carnero
Que la alcaldesa, dicen
Se llevó de la cola de Carnero
Que yo la conocí
Como piedra en tablado
Cual cura sin renta y pollancón
Tan corpulento
Como otros de más edad
Besándome la estola ella
Y yo su bodigo bueno
Hecho de la flor de la canela
Cual Calixto a Melibea
En la Celestina de F. de Rojas
Corrido como manto sevillano
O como los Siete Infantes de Lara
Y el rey don Fernando de León
Estando al husmo
Y haciéndose cruces
De haber alzado el barbecho
Con una bruja mozuela y castellana
Devanando la seda
Metiéndola dentro de un cañón
En tablero de madera alto
Derecho como un huso
Oval muy prolongado
Hincado en el suelo
Y en la punta alta puesto un nabo
Ochavado como castillejo
En el castillejo un cántaro vagináceo
Y, dentro
Un gallo ponderado
En derechura de su cosa
Que cantaba el nacimiento del pelo
Abultado en carnes
De buen color
Levantados y retorcidos
Los pelillos en frisol
De disturbios y alteraciones
Sobre la carnal fronda a su guisa
Cual la del célebre heresiarca del siglo XV
Juan de Huss
Propagador en Bohemia de las doctrinas
Del inglés Juan Wicleff
Muerto por el Concilio de Constanza
En el que gritaron
Los animales domésticos carniceros
Cual religiosos gatos muy pequeños:
“Al mal huso, quebrarle la pierna”
O el de Bartolomé José Gallardo
Bibliófilo:
“Tengo frenillo en el pico
Clavártele he en la frente”
Que yo me encuentro ahora
Sujetado y guiado el sentido
En la curvatura de tus labios
Tus grandes y pequeños labios
Hasta alcanzar el orgasmo
Y el Asno que corría
Cantaba sin freno:
“Mi lengua es la faja
Que repone a tu serón
Por la parte de abajo
Llamando a un clitorial orden
Reprimido como un rey
De tres al cuarto
Tirando a un cántaro manzanas
Y quebrando al gallo
Que hay dentro
Hasta correrte.
EN SERRALLO DE SACRISTIA
El aceite de lombrices
Se va quemando en lamparillas
Sobre mármol veteado de verde
Y el serpentón del cura
Cual venablo
Con cilicio de forma ondulante
Anillo o aro de hierro
Armado de dientecillos de puntas
Que se pone sobre el muslo
Hasta reventarle
Tira muy largo
Hasta la serpia
De vicios y follaje
En cepa cual demonio
Sobre esa constelación septentrional
Muy extensa
Que empalma con Serpentario
En forma de torrija
O chumino de serpigo
En desperdicio o migajas
De biscochos desmigajados
En las pajas a los niños del coro
O en Serrallo de Sacristía
Donde clerecía comete
Como dijo Juan de Yepes
Ese santo Juan de dios de pacotilla
Desórdenes obscenos
Adobados en serranilla
Escrita generalmente
En metros cortos
Por lo común eróticos
Con los huesos del cráneo
En figura de dientes de sierra
Sobre la nariz
Del cerdo del abad y serventesio
En pajón de poesía
Con los trovadores provenzales
Cantores de Miguel Servet
Santo hereje del siglo XVI
Que atacó el trino y uno
Y negó la divinidad de Jesús
Por lo que Calvino
Y el arzobispo de Viena
Le hicieron quemar
No sin antes follársele
Muy poco ortodoxos
Metiéndole ibídem, allí mismo
Una Geografía de Tolomeo
Y una Biblia latina
Dejando en vía Viva la Idea
De la circulación de la Sangre.
¿HAY QUIEN QUIERA UN BADAJO?
El Asno de San Poncio Meropio Paulino
Obispo y poeta
De los siglos IV y V
Natural de Burdeos
Y obispo de Nola
A quien se le atribuye
La invención de las campanas
Venía cantando:
“¿Hay quien quiera un Badajo?”
Y cuentan que un par compró
A cien reales
Paulina Bonaparte
Hermana de Napoleón
Mujer primero del general
Francés Leclerc
Y después del príncipe
Camilo Borghese
A quien Canova reprodujo
Con su fisonomía
En la Venus de Praxiteles
Mientras cantaba:
“ Ni para Rogelia
Ni para Margarina
Este mi badajo es
Para Paulina”
Poemas de Clerecía Pedófila
A.
CARDENAL EN LA PIEL DE MORETON, BURRO PANDERO
-“Con la Verdad digo que te amo”- Juan de la Cruz
Yo amo a los niños
Y esto es lo que hago para atraerles
A mis rodillas
Y ningún dios vendrá
A socorrerles.
La impostura
En agitación preternatural
Y alternada
Alimenta la fe de los esclavos
En contracción
Y estiramiento del miembro.
Sobre la mesilla
Al pie de una cruz metalizada
Tengo a Agustín Moreto
Con su “El desdén por el desdén”
Y contra mis muslos al efebo
Hijo de mi noche y del sueño
Dios de mis ensueños.
La Iglesia pedófila
Me ha encumbrado
Tomando todo lo que soy:
Niño, abrázame aquí
Quiébrame la lechetrezna
Hasta que mi rostro
Se descomponga
Y mi amor sea este cardenal
En la piel de Moretón, Burro Pandero
Respirando un éxtasis renovado
Como el del encantador Merlín
Dando por delante y por detrás
Al hada Morgana
Hermana del legendario
Rey Arturo.
Gastando toda mi fuerza
En el susurro de tus nalgas
Trémulas y agitadas
Como las de los convulsionarios
A los jansenistas franceses.
-Padre, usted tiene cordicia.
Me dices de espaldas.
-Sí, mi amado
Este mismo mal de corazón
En las bestias, y
¡si seré pesado¡, ¿verdad?
Con el cerdo todos me comparan
No soy cerdo, soy un Asno
Pero tengo la verga en espiral
La mejor
Que en el mundo asnal
Puede haber
Que separa las dos islas
De tu archipiélago
Por la mitad.
De frente miro al sol
Dibujado en tu ojete convergente
Su punto toma de mí lo rasgado
Mi máscara de cura
Se cae sin vergüenza
En comunión
Y trato ilícito.
Desde seminarista corrí
Tras el pedo de lobo
Cambiando de frente en tropa
Formada en línea
Y repitiendo el mismo acto
Entre dos cláusulas o miembros
Del período bíblico.
Todo lo que he hecho
Todo lo que he ganado
Mi tonsura
No significan nada
Mi amor
Convertido en lego erecto
Es lo que me importa
¡Por dios¡
Poemas de Clerecía Pedófila
B.
TOMAS MORO
“Y la trucha se hizo trucho y se pescó entre nosotros”
-Anónimo
Tomás Moro
Consejero de Enrique VIII de Inglaterra
Y gran canciller
Fue beneficiado
Por la entrada triunfal
Del Asno del cardenal Wolsey
Pelado o mondado
Misacantano
De lo único convincente
Que la vida tiene que dar:
La perversión erguida
En el culo erecto de rodillas.
Todo lo que muere, resucita
Se mantiene en pie
Como en tu espalda la pintada copa.
Te he invitado, niño amado
A que me acompañes
A una diversión en el coro
Con volar basta
Y hemos junto volado
Gloria in excelsis Deo
Toco en el órgano
Este órgano que me excita
Sobre manera
Cabeza de bocado
Fue el introito
Desposeído de toda razón
Y goteando a contracorriente
Hasta dar su vida
Apurando la gregoriana nota.
El gradual se ha convertido en un sacrificio
Mientras hemos ventoseado
Un Alleluia
Que duele en el alma
Como al boliviano
Que recuerda a sus muertos y a sus vivos
Junto al lago Titicaca.
El amor te volvió a llover
Mi niño
“Dad alabanza al señor”
Porque si no me tienes
Bien que me buscas
Mi cordilla corampopo
Cual tripa de carnero
Que suele darse
De comida a los gatos.
El ofertorio
La comunión
Sintetizada en la palabra
De la liturgia amor
Es esclava de ti, mi carne.
¿Ves, mi niño? Te cogió el toro
Ay, estas emociones
Y la séptima morada
Que me chilla
En la punta del capullo.
Dios no traiciona
Cubre el macho al macho
Cogidos en un mete y saca
A propósito.
Poemas de Clerecía Pedófila
C.
COGULLA PINTADA DE ROSA
Escucho “Save My Life” de Xandria
Al cohete me voy corriendo
Porque voy a verte, mi chico amado
Te soborno
Te corrompo
Alzo mi alzacuello y le lanzo
Contra la papelera
¿Sabes?
Los curas van de putas
Cuando les hierve la penitencia
Y el cilicio estalla en el muslo
Que revela la presencia
De las ondas herzianas
En la telegrafía sin hilos
Del erguido amor.
Anhelo el cohobo
De tu piel de ciervo
Y a pesar de mi traición
En tu cohombral
Plantado de pepinos
Me siento como el Iscariote
Enseñándole a Jesús
Su pepino de diablo
Y anunciando a los cuatro vientos
En el huerto de los olivos
Que no hay más verdad
Que el Coico
Jorobado y giboso
Cuando las lagrimas de la lechetrezna
Se derraman entre los dedos
Y se pone en la rodilla
Para cardar el amor
Y seguir en desazón
O queja
Labrando el filete
Del tornillo
En la terraja
Del cuerpo desvanecido.
Mi niño, aunque soy cura pedófilo
La pedófila iglesia me respeta
Y me coloca sobre el recado de montar
En indulgencias.
No soy ni cojo ni manco
Soy cojudo
Animal no castrado
Sólo me interesa
El apéndice luminoso
De un cometa
A la espera que le llegue su turno.
Tú tienes un lado de entrar
De golondrina
Y me encandila
Y me aparto de dios
Y digo misa
Como un cantamañanas
Que asa el pavo
En lo alto del Gólgota
Para más INRI
Haciendo colación
De un beneficio.
¡Desde hace años
He ensalzado al hombre ¡
Mi niño de leche
Toca mi colachón
Como los sicilianos
Tocan la guitarra muy larga
Cegados a un pendón
Y recuerda lo que cantamos
Aquel día:
“Poco a poco
Me fui haciendo curita
Y cuando salí de cura era mariposita”
Poemas de Clerecía Pedófila
D.
Escucho “Voices In A Dream”
De Echoes of Eternity
Y después “The Other Side”
De Sirenia
Que me suena como el Sanctus
Himno de los serafines
Con mis ojos como platos
No se me escapa una presa
Dicen que la chupo en tigre
Y en la Sacristía de Iglesia
Soy un cura pedófilo
Dispuesto a darme un festín
Y el papa que me tenía
Me llevó hasta el fin
No es que tenga mucha cara
Ni que parezca una puta
Todo saben que soy chapa
Y me llaman chulo putas
Soy lápida o piedra
Con que se cierra tu ojete
Ojetes cum laudes
Y maitines a retrete
Tienes el culo enfoscado.
¿Qué oyó en el templo
El profeta Isaías?
Un pedo a enfiteusis
Salmodio, aquí está
Mi antífona que se introduce
Siete veces al día
Y una durante la noche
Antiphonale monasticum
Pro diurnis horis tempus
Psallite Domino
Et Ordo missae in cantu
Responsorios que te dan
Con un canto en los dientes
Ahora veo la cicatriz
Sellada con mis besos en mente
Mira esta cinta de larga
Que se enrosca, que se estira
Que se ondula, que se empina
Y que si la muerdes, de amor mata
Tu hocico muy fino
Mi rabo muy largo
Tus pelos muy regios
Presos son de mi gato
Animales singulares somos
Y mucho gustamos al pueblo
Por dentro tenemos carne
Por fuera llevamos el cuero
Repite rápidamente
Llapo, llapo, llapo, llapo
Hasta que ya de tu boca
Salga un cirio de repente
Oye niño atolondrado
Te amusgas de bien poco
Esta que mucho vale
La puedes mecer en mocos
EN CAPILLA
(Crying In The Chapel, from Elvis )
La Primavera y el Verano
Vienen bien mojados.
Mi Amada se ha confesado
Por haber quebrado una Flor
Y durante el discurso de la confesión
Y al final de ella, me dice
El confesor me preguntó muchas veces
Qué flor era aquella
Que había quebrado
Y ella respondió:
- La Lechetrezna, padre,
Y notó malicia en sus ojos.
Ahora mi Amada está encinta
Y de fijo y sin rodeos pregunto
¿De cuántos tonos
O de cuántos tiempos
Se compone el “Llorando en la Capilla”
De Elvis muy esencial y muy digno
Cantado en melodiosas arias Rebuznales
En notas plateadas,
Blancas, negras
Casi nada¡
Estoy salido y bien hambriento
Y me gusta hacer más fuerte los susurros
En lo alto y bajo del Amor
Donde entré quebrado
Pero no de falsete
Quedando confiscado en un vientre
Que pregunta
¿Por qué el macho exhala el menor eco
Cuando al rabo se le pone
Algún peso?
“El hambre y el Amor”, Amada mía
Obligan al Jumento en su bochorno
De otro modo
Estaríamos perdiditos sin remedio
Y en Capilla¡
Papa Esceptico
CAMPAÑA – LA PROSTATA ES COSA DE
HOMBRES!!!
El mamontreto de “Mi Lucha” que del santo y criminal Rebuzno un aria hizo.Y de su Arte
Rebuznatoria academia en España de cruzados hizo. Los asnales del Vatic- Ano lo dicen.
Un cura pedófilo convertido en Arcángel
-Guarda Benedicto. Conoces bien el mundo, conoces a los borregos y tus Jumentas.
En Inglaterra:
(Encontrada por Daniel)
Daniel de Culla “ King of Sex” Hotel V. Burgos 27-01-2011Fotos:
Marta Santa O.
Daniel de Culla , proclamado “ Rey
del Sexo” . Hotel V. Burgos 28-01-2011
“ NO QUIERES COLA DE CARNERO
PUES TOMA CUCHILLO DE CARNICERO”
NO MAS VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
ACANTO EN LA ERMITA
Acanto en la ermita
La ermita toda
De Nuestra Señora de los Organos
Con Rebuznos gregorianos
Que tiene mucho parecido
Aturdiendo:
Con el santuario
Aquí es el Rebuznar
De Nuestra Señora de Copacabana
De mujeres, niños, mozas
En armonía
Viejos
O melodía de balidos
Que no saben de la misa la media
De ovejas y corderos
En ansia de elevar
Que se vuelven al canto religioso
Sus Rebuznos hasta el cielo
Reformado por Gregorio I
Imitando a los Asnos
Ese ladrón de notas
Con jactancia
Que ajustó un tratado
Y a su cura tomando por modelo.
Poco honroso
Qué devoción, qué exhalo,
Con los lombardos
Qué contento ¡
Y a quien se le debe
Aquí la música de la obra
La conversión de Inglaterra
Vale más que la letra
A base de hostias, garrote vil
Que nos remite
Y cadalso
A la música de Mozart
En misa del Jumento
O a los valses de Strauss
En Gregoriano
Con esos cuarenta
O del Asno
O cincuenta monjes de Cluny
Donde el cura
De quien dependieron
Vuelto del revés
Más de dos mil monasterios
Cae en nota
Como hijuelas
Sin acordarse de cuando fue sacristán
O colonias
De ceremonia transustancia
Con buena música Rebuznal
En Rebuznos horrendos
Viniendo
Prorrumpiendo
Excitándose en santo celo
Representando un sonido
Estos
Ese sonido de la Mística
Que crearon escuela de Rebuznos
Que corresponde al signo
Y antaño Rebuznaron en cátedras
De despedir el Asno su voz
Dotadas a este efecto
Luego el pueblo
De un Asnal destino
Contestando a su vez
Santo y fiero.
En coro
(*) Acanto . Cierta piedra negra que adoraban los castellanos antiguos con la que dicen el Cid se
limpiaba el culo siempre que cagaba.
Carta de Amor
Emilia,
confiado en tu amistad he pedido a Rosa tu correo siguiendo los impulsos del corazón y el deseo de
poder mantener un contacto mejor contigo y quizás una relación. La alegría que te anima, que salta
hasta la vida, y tu espíritu luchador, de los que me he prendado, me hacen llevar mis pasos hasta ti.
Desde el primer día, en la comunión de las niñas y más en El Rincón del Pasado, me pareciste una
mujer estupenda. Y el contento que tuve en el pasado encuentro en Moradillo me sabe a poco desde
que volvisteis a Madrid. No sé el pensamiento y deseo que tengas de una nueva relación, pero desde
ya te digo, y disculpa mi atrevimiento, que estoy dispuesto a hacer tu capricho. A complacerte en
todo con respeto, amor y amistad, correspondiendo a tus deseos y dándote gusto en cuanto me
pidieras.
Espero y deseo que estas palabras no te disgusten, y que por encima de todo siga nuestra amistad.
También, me gustaría que esto quede entre nosotros, si así te parece, hasta que el si de la amistad
florezca en el Amor que yo ya te profeso y quiero demostrarte, esperando el si tuyo.
Podíamos quedar y hablar y repasar si este amor nos viene como anillo al dedo. Tomar ese
chocolatito que nos pone esperanza y fuego en el corazón. Yo alargo mi dedo corazón hasta tu
anillo. Quiero mirar los campos y amar la vida sintiendo el calor de tu mano amiga.
Te doy, también, mi numero de la oficina: 288823.
Escríbeme, o llama si quieres. Ojala digas: “Sí, quiero”. Ya sabes, que por encima de todo quedará
la amistad, ¿vale?
Un cordial abrazo,
Copla de Ciego encontrada entre las páginas del Diccionario manual Enciclopédico Ilustrado de la
Lengua Castellana. Casa Editorial Calleja, 1918.
–
“Porque la verdadera poesía la hace el pueblo”- Antonio Machado.
–
EL CURA SACRILEGO
Un curita, siendo cura
De la religión de dios,
Se enamoró de una niña
Desde que la bautizó.
Como era en tiempos de invierno,
La niña se salió al sol.
Por allí pasó el curilla
Por allí pasó el traidor.
-Dame de tu pecho. Niña,
De tu pecho dame amor.
La niña, como era joven,
Al cura se lo negó.
La ha agarrado de la mano,
A su casa la llevó,
La encerró en un cuarto oscuro
Sin ver la luna y el sol.
Al otro día, de mañana,
El curilla madrugó.
Ha ido al cuarto de la niña,
Muerta y fría la encontró.
EL YO SOY Y EL ESTORNUDO, ES TODO UNO
Doña Beatriz Galindo, la Latina, filósofa y escritora, distinguida en la corte de la reina de Castilla,
amante de la reina y camarera real le invitó un día a Isabel a ir a Codo, un lugar de Aragón para
divertir un antruejo, los tres días de Carnaval, antes de casarse con Francisco Ramírez de Madrid,
secretario de su marido don Fernando, y amantes, claro; y ya allí concertaron de correr un toro y,
porque no había caudal para uno verdadero, acordaron uno que fuese fingido con una manta y
cornamenta, y lo fuese un hombre, y para que fuese seguro los jurados mandaron dar un pregón
para que nadie tirase garrochas al toro, vara que tiene en su extremidad un arponcillo, para que se
agarre y no se desprenda, porque era hombre, y se eligió a Ramírez, sin saberlo por supuesto ni la
reina ni la camarera. El divertimento fue grande en burlas y disfraces. La reina y su concubina se lo
pasaron de lo lindo; y no digamos el rey.
De este Fernando, gran señor de Castilla, se sabe que era amante de su secretario, que por eso se
acuñó en moneda de oro la legitimidad de tanta mariconería: “Tanto monta monta tanto Isabel como
Fernando”.
Parte de esta noche próxima al amanecer, se vio a reina y camarera en escarramanchones, a
horcajadas, los escarpines, especie de zapatillas, chinelas, por los suelos entre las yerbas, ropas
fuera, culos al viento, la lengua estrecha de una en istmo de tierra en la otra. La reina tenía un coño
taimado, astuto y pícaro; “un coño, lo dijo la criada, que follaba en hebreo”. Con la cornamenta
arrancada al toro, se hacían cosquillas y bromeaban y recordaron aquellos espacios anchos en
Julióbriga, ciudad de la España Tarraconense en la región de los cántabros, que se supone la actual
Retortillo, cerca de Reinosa, y donde montadas en Julo, caballería que va delante de las demás de la
recua se besaban y se corrían. ¡Con que gracia¡ Y se reían recordando a Ramírez, próximo esposo
de la camarera, y le llamaron “El toro de Oriente”, por lo del Palacio de Oriente de Madrid,
Y la reina decía que “Fernando era un juglar de la polla, que recitaba poesía tocando capullos para
recreo de reyes y de abades y grandes señores”. Y al rey le llamaron “Colín”; y cantaron:
- “Colín, Colín, coliendo Floores .”
“Lafoyette” , como llamaba la reina Isabel a La Latina, era como una pavesa encendida que
separándose del pabilo hace correrse la vela, exclamando la reina las misma palabras que dicen que
gritó Colón cuando quiso darle alcance y beneficiarse al de Triana : “Santa María, que Pinta, tiene
la Niña”, viendo las tres carabelas a la caza de nuevos continentes.
Y recordaron, también, el día en que abrazadas en el mismo lecho, y el rey ido a por el Lignum
Crucis a Tierra Santa, la reina le leía ese libro de autor anónimo “ Lais, manceba de Alcibiades”, la
cual cautivó a todos los hombres ilustres de su tierra, e incluso a los paletos. Y le decía con
arrumacos y caricias: “ Lafoyette, mi lamiente, que lames, Lais, fue una hetaira griega, natural de
una de las colonias de Sicilia, de gran talento e ingenio, como tú”.
Estando así en espuma de besos entre los grandes labios, sintieron unos pies detrás de unos
matorrales, y alguien estornudó; era un estornudo de rey, sin duda. Y la reina dijo: .¿Quién anda
ahí?
El rey saliendo de entre los matorrales, con el calzón caído y el pito colgando,
(no se vió a su secretario), respondió:
-Yo soy.
ELOGIO DEL REBUZNO -- THE PRAISE OF THE BRAY
“ Rebuznar no es un Arte es una Ciencia”- Sancho Panza. D. Quixote, cap. 28
“To Bray is not an Art; it’s a Science”- Sancho Panza. D. Quixote, cap, 28
En lo más alto me ponen
That’s asking a lot
Para que el Verso me dé
In order the Verse lives on
El Verbo me zarandea
The Verb shakes me up
Y siempre le recito a él.
And ever I recite it on.
- El Rebuzno
n
The Bray
http://youtu.be/nlzN_WLcXYw - THE DAY OF THE BOOKING BRAY
Letter to God ( Carta para Dios)- Courtney Love
TU FOTO
Veo y reveo tu foto Courtney
Y mientras te besuqueo
Advierto que te has depilado
Muy mucho a la vela
Las cejas a vista de ojos.
Como Los Amantes de Teruel
Te digo lamiéndote un lóbulo:
“Te quiero mucho
Como la trucha al trucho”
Tu perro no ladra tanto.
No enciendas tanto fuego
¡Cuánto pesar me das¡
Tú y tus amigas de la foto
Habéis hilado con un huevo
Un calcetín sudado.
Los besos de Vampiros
Son como pedos de lobo
Así nuestro amor de nada
Es un amar el aire
Yendo ambos a caballo.
Juego de sortijas:
Hay una sentencia que dice:
Nadie extienda la pierna
De cuanto fuere larga
La sábana santa.
Y más vale algo que nada
A la Larga el galgo su liebre mata
Y no olvides, Amor, Love
Que soy músico
de instrumento de boca.
Ama sois de cría
Mientras el niño mama
Después ni ama ni nada.
Hoy deshago un gran huerto
Diciendo recio desde mi Rucio:
Llevo la espada colgando
Y sé que en las oraciones de pasión
De verbo copulativo
Y arte efímero en los besos
“¡Seta movida no cría moho¡”
Amada Vampira Tigresa
Espejo y flor de caballeros
De alma delicada
Y de corazón de terciopelo
¡Sácamela hecha un pingo¡”
Estás tan lejísimos…
Que sueño la parte de mi lengua
En tu Oración que no es otra cosa
Que el elemento de relación
Entre dos vocales en boca.
Yo te quiero a, ante
Bajo, cabe, con, contra
De, desde, en, entre
Hacia, hasta, para, por
Según, sin, so, sobre, tras.
Oh, mi Love-Amor siempre Virgen
Y siempre llena de Gracia
Hazme oído y recibo
De tu labiado claustro
Con devoción y gran regocijo.
Elige el mejor vestido
Con el que vas a bailar conmigo
En esta noche y día de dioses
Yo repartiré mi polvo en cinco
Con flocadura de plata y oro.
¡Ajajá¡ Ya estamos bailando.
¡Huy¡ Qué pisotón me has dado.
¡Canastos¡ esta Diosa de Amor
Me ha rozado la flauta
Con su chirimía.
Velillo blanco de plata, jubón de tela
Llevaba con muy buen garbo
La remendada
Afirmando mi asta dorada
En el pie y estribo.
Feliz Día de la Poesía.
Poesía: - ¿Así me desprecias
Diciendo que soy Vagina?
Poeta, de no ser por mí
Tu ya no escribieras.
Poeta: -Una cosa, con certeza
Hay que, cuanto más crece
Menos pesada parece
Aun metida en el Poema.
Estribillo:
En oscura cueva
Hay una rosa rosada
Y un capullo esperanza
Llueva o que no llueva.
Jessi Robertson
Muu…: Sin Tetas no Hay Capilla
Para ir preparando la próxima visita del papa, nada mejor que pedos de Papa…. o
Pedos de vaca enlatados… ¡Ya a la venta!
¿Cansado de la polución metropolitana y el olor a productos químicos? ¿Harto de ese horrible
ambientador de pino? La diseñadora alemana Daniela Dorre acaba de lanzar un producto que hará
las delicias de todos aquellos urbanitas que echan de menos las olorosas brisas del campo: pedos de
vaca enlatados. ¡Justo lo que necesitábamos! Se llama Stallduft y no es más que una lata
herméticamente cerrada en cuyo interior hallaremos el dulce hedor de las ventosidades de las vacas
bávaras, un auténtico oasis de sensaciones para el consumidor atrapado en la gran ciudad.
Así de contenta se muestra su creadora:
Esperamos hacer feliz a la gente que echa de menos la naturaleza
y hacer que lo recuerden en casa. Estamos planeando otros olores
como de caballo, paja, cerdo y estiércol. Pero la mayoría de
gente echa de menos el olor del campo, y gran parte de ese olor
viene de las vacas.- Orgasmatrix
POSTALES
TE CONOCIMOS SEÑOR PAPA AL ROBARNOS EL PAN
Llegaste a tu encrucijada. Te hiciste el encontradizo. Nos distes tus palabras emponzoñadas de
patraña y de mentira. Todos tus hijos e hijas, la mayoría hijos de cura, pusieron esperanza y fuego
facha en el corazón. Te conocimos, papa, al robarnos el pan. Te reencarnaste, papa. Este es el único
milagro. Tu avión se llama ¡Dragon Rapide” como el de tus amigos, asesinos de otros lagos. Tu
avión tiene una cruz gamada sobre el lomo. Dejaste tu barca repleta de oro y pistolas, pero no de
redes ni trabajo, y cogiste el Asno volador, imitando en falsete a aquel Jesús montado en un burro,
tan duro como su pezuño, en su entrada triunfal en Jerusalén Tu te acercaste a Madrid, y Madrid se
cubrió de fascismo como antaño. Los peregrinos de una fe de pandereta, los tullidos que ven a dios
bajo un madroño, y los niños pijos de dios, nulos ,ineptos. Tu conducta, como tu religión, no da
nada. Es infecunda. El pueblo de Madrid desapareció en un paréntesis, y este paréntesis es un no
sentido hacía ti, es un no gustado absoluto. Tu con dulzura le pediste: “ Necesito que vengas
conmigo, dámelo todo, y quítaselo a los pobres; un gran tesoro tendrás en el Vaticano”.Y ni por
esas. Te has ido como has venido. No hay paraíso atrás. Eres un frustrado de futuro, pues tu mirada
se dirige al pasado, ese pasado del llanto amargo del crimen completo, que sueñas cantando, que
vives soñando el hongo sagrado, ya sabes “el opio del pueblo”, donde encuentras el éxtasis, hasta el
final del desprendimiento, “carne de dios” o del diablo al que adoras, de la misma manera que con
ese amargo alimento entregaste a tu dios cruel en comunión de cruzada a los asesinados en el
paredón o en la cuneta.
Es estupendo que no hayas compartido tus perlas con los indignos. Sólo experimentan la sensación
de lo sagrado los esquizofrénicos; lo dicen los entendidos.
POEMA ENCONTRADO EN EL RETRETE DE LA CANTINA “EL PATILLAS”. BURGOS
Me cago en el papa
Y me cago en Roma
Me cago en Washington
Y en Oklahoma
Me cago en la realeza
Y en todas las noblezas
Me cago en la puerca iglesia
Y me cago en Atapuerca
Y como no hay baño
Me cago en la Naturaleza
Me corro con la roja
Y con toda pelirroja
Me cago en el Vaticano
Sin el Vaticano
Y por el Vatic- Ano
Y al tirar de la cadena
Canto este canto:
Qué bonita es la mierda
Qué perfume y olor
Es como la oración
Y las lágrimas de Amor.
Verso escrito en la pared del retrete de la cantina “El Patillas”
Aquí se caga
Aquí se mea
Y el que no
Se la menea
Cantina “El Patillas” Burgos
EL PADRE ZOMBIE
El padre Zombie era curita de Santa Coloma, un lugar en la
Rioja. La bóveda de su iglesia tenía pintadas las fauces que
tragaron a Jonás. La bragueta de su pantalón siempre se abría
y se cerraba en candencia haciendo genuflexiones. “Tengo que
telefonear, telefonear al cielo”, dijo un día, y desapareció.
Cuentan que se fue con “La Morenita de mis ojos”, que era la
viuda a quien le dio morcilla el día del entierro de su marido,
pues cuando, en la sacristía, la pusieron a asar, y, al sacarla del
asador, llegando el sacristán y demasiada gente, la viuda no
tuvo más remedio que meterla en su seno caliente, y en lugar
del responso el curita comenzó a cantar ,al ver hacer
oscilaciones de existencia, grandes intervalos de quemazón,
en la viuda: “Morenita de mis ojos, quémame y abrásame”.
Achaques de la oración. Arco de altura. Vínculos del
pensamiento convertidos en estolas. Estola que besan la
suegra y las beatas. Y las cotillas diciendo: “de estas estoladas
se hacen estas pajadas”. Comentarios sin fin de las palabras.
El gurriato y los chirlomirlos yéndose a mirar a las estrellas Y
la muerte pelada a distancia, siempre a distancia pasando
estaciones en unos minutos, beatitudes. “La morcilla tocaba
mis mañanas”- canta la Viuda de don Luis de Godoy,
paseando el Hospital de Valladolid con un cartapacio de
pareceres y todo lo que arrastra en el espíritu; y prosiguiendo:
“valiente espantajo, agrillo era, y además de eso no tenía
ganas”; lo mismo que dijo la zorra no pudiendo alcanzar las uvas.
Locura-Alienación
EN LA RONDA DEL CASTILLO
Aludo a un conocido texto de Teresa en su Castillo interior: “ Hay muchas almas que se están en la
ronda del castillo…, que no se les da nada de entrar dentro ni saben qué hay en aquel tan precioso
lugar…” (Moradas primeras i,5), lugar digno de una peculiar apología del Asno en favor del divino
Rebuzno que tanto merece el aprecio de los hombres en oraciones vocales pidiendo siempre salud,
riqueza, bienestar, revistiendo de diferente modo sus
concupiscencias, reducidas al ejercicio del amor :”
¡Que ya sólo en amar es mi ejercicio” ( Juan de
Yepes)
La lucha contra el pecado nos ha proporcionado
registrar libros, códices, manuscritos y mamotretos,
desentrañando de todo ello lo perteneciente a la parte
rebuznatoria de las religiones: que si la lucha contra
el mundo, que si la lucha contra el demonio:
tentaciones, obsesión, posesión: que si la lucha
contra la propia carne, absorbidos sus ministros en
herir y aniquilar los sentidos, las pasiones, las
potencias del corazón, haciendo de la perfección un camino para almas tullidas.
El pecado es un cuento mortal. No se puede castigar lo que no existe. Cárdenas y Cardenal, don
Chacón y fray Mortero trajeron a la Corte al retortero, y es que se dijo en tiempos de los Reyes
Católicos, con quienes valieron mucho estos personajes, que el obispo llamado fray Mortero, por
ser antes fraile dominico, natural del Valle de Mortera, en las montañas de Burgos, que a la hora de
su muerte dijo a sus amigos y familiares : “si a la hora de la muerte pido un sacerdote para
confesarme, no me lo traigáis; es que estaré delirando”.
Que es lo mismo ,o aparecido, que ese santo romero Lesmes que traía un gran zurrón y a las
puertas de la catedral de Burgos le hacía rezar para sacar mucho en devoción y dinero, y era que
llevaba dentro una muchacha de la que se benefició , y que rezaba en diciéndole esto: “canta,
zurrón, canta, si no, te daré un coscorrón” .Que la chica decía cantando las palabras de Teresa de
Jesús: “No hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan obscura y negra que las del alma en pecado
mortal”.
Que me hace recordar este cuento que me contaron cuado niño, “que durante un entierro, la viuda
dio una morcilla al sacerdote; la pusieron a asar en la sacristía, y, al sacarla del asador, llegó la gente
y no tuvo más remedio que meterla en el seno caliente, y en lugar del responso comenzó a cantar:
-Morenita de mis ojos, quémasme y abrásasme.
“¡Oh Jesús¡ ¡Que es ver a un alma apartada de ella¡
¡Cuáles quedan los pobres aposentos del castillo¡
¡Qué turbados andan los sentidos, que es la gente que vive en ellos” ( Teresa de Jesús)
Y cuando la mucha del zurrón quedó liberada, dicen que decía: canónigo ni fraile nunca he sido, así
pues de cabildos nada entiendo, pero si no me engaña mi memoria el santo Romero Lesmes ni más
ni menos un Capítulo me ha introducido”. Y cantaba:
“Yo tengo un gozo en el alma, ¡Glande¡
Un gozo en el alma, ¡Glande¡
Calva la cabeza
En frenillo pavonada
Y en mi ser ¡aleluya¡ Glande. Glande”
GALERA PONTIFICIA
En el valor cuantitativo de los factores místicosexuales hallamos la confirmación de la
intersexualidad trino triploide como si de la Vaticana Drosophila melanogaster ( melanoganster) de
Bridges se tratara. En este determinado caso , a consecuencia de esa disyunción cosmocómica santa,
hay jóvenes que preparan al prólogo la fiesta de la venida del Jefe de la Secta de antemano con
rosarios callejeros y procesiones supermacho, superhembras, que son estériles pero se asemejan
estructuralmente a machos y hembras, obteniendo óvulos sacros fecundados antaño en la Lex
Romana Visigothorum, en flebotomía, sangría y abuso yatrémico de modo excelso, dando origen a
chindasvintos y recesvintos cruzando individuos normales con estos intersexuales místicotriploides
como si la Drosophila santa se cagara en el Breviario de Alarico, con larvas adherentes a la
probóscide del Paraíso, que forma el núcleo, vientre o barriga (en algunas partes), el alma o núcleo
del cigarro puro o tabaco, las laminillas córneas del cañón de la pluma de algunas aves, placenta de
algunas frutas, etcétera.
Artimón, Maestro y Trinquete, fila de asnos de reverbero que llevan retortas que se calientan al
mismo fuego, indican la influencia relativa en la determinación religiosa debida a ese factor
genético admitido en los ciprinodóntidos de Ludovico Pío, hijo de Carlomagno e Hildegarda,
ejemplo más que evidente de esta desviación del sexo místico echándoles un galgo a los ángeles con
la galga joven entre las piernas por influencias hereditarias del pedo de lobo, en el pórtico de la
iglesia , especialmente la parte ocupada con tumbas de próceres o reyes, ejemplo más que evidente
de esa desviación del sacrosexo que puede desviar la orientación místicosexual de las betas y beatos
modificando el contenido del agua bautismal dentro de las iglesias de purga de azúcar, sacando uno
la tripa de mal año. Así, si se interrumpe la vida parásita eclesial, se obtienen individuos pedófilos,
especialmente cuando es por el asco o repugnancia por la fe no creída.
Ejemplo semejante de influencia en los individuos nos lo ofrece y ofrecerá el gasteropapapodo ,
cual Crepidula, que vive superpuesto, desviando la orientación sexual de sus larvas, y experimenta
una inversión de la fase masculina a la femenina como parasito que es, convertido en hembra, y que
si se fija sobre una hembra, ya parásita, se convierte en macho. En los bobos y bobas de baba que le
siguen se manifiesta el suministro de extractos religiosohormonales caracterizado por el predominio
de la Secta catabólicamente diabólica; no pasa así en el tritón, que es más precoz, y sí en la rana, a
la superficie del injerto, disminuyendo la intensidad de su croar en gregoriano, .mediante la unión
en parabiosis de embriones de tripas llevando corazón en trípili, tonadilla cantada y bailada a cada
trique en los teatros a fines del siglo XVIII y principios del XIX.
Las Malvinas
BATALLA DE PRADERA DEL GANSO
La buena tropa recogió,
calculando que unas islas
puedan ser un tesoro,
un rico incienso;
y no, se engañaron,
pues fieles con entusiasmo
a un “¡Ar, marchen¡” venerado,
como diría Juan Filloy,
del modo más piadoso
les convirtieron
en novios de la Muerte,
los curas y los frailes
ganando mucho en ello,
que para eso
el Asno arzobispo de la Iglesia
les daba treinta misas
y bendijo,
como dijeron muchos,
“el supuesto sadismo
de oficiales y suboficiales,
que ,después quedó demostrado,
al Asno de la Guerra agradecidos
con respeto
inculcando en la gente
un asnal y patriótico celo.
que por eso
el soldado recordado dijo:
“ La Guerra no debe se celebrada con festejos,
si quieren
que le dediquen una misa muy solemne
los Jumentos”
Las Malvinas . 2
QUE PASO CON EL CHOCOLATE QUE LE ENVIE A UN SOLDADO
- Tomado de Gente, 1982
Los contrarios…
¡Guerra¡ ¡Guerra¡ ¡Al arma¡
Etele pues las charreteras
Y galones y fajas
Aturdiendo con su Rebuzno de Guerra
Retumbante al aire
En Tierra de Fuego
Antártida
E Islas del Atlántico Sur
Al rumor inglés consternados
Huyendo precipitadas
La operación Rosario
Y la Azul
Y la Soberana
Como llamas escupiendo:
Dejan a los ingleses
Libre el campo
Y al Rebuzno bendicen de la ONU
Salvamento de su honor
De su patria
De su vida
Quedando solo el “Llama grita”, de Gisela
Como trofeo.
Que viva el Rebuzno de la Paz
Todo el pueblo aplaude
Y Victorea
Cuando antes
Que viva el Rebuzno de la Guerra
Era el eco que en aldeas
En villas y en ciudades
Se oyera resonar;
Y un niño
El cuello alzando gravemente
Toma parte
En este regocijo de los pueblos
Y dice:
“Que pasó
Con el chocolate que le envié
A un soldado”.
PEDERASTIA PASTORAL
-Recordando a todos los niños y niñas pedofiliados por clerecía
Apeándose por las orejas, Mefisto cual bacteria patógena vendrá. Vendrá y nadie se acordará de los
niños y niñas pederastados por la curia pedófila. Vendrá Mefisto “el Orejano”, cual becerro sin
madre, pendejo grande y grosero, aficionado al juego de los niños , y se encontrará como en casa
forzando las reminiscencias de aquella contienda cristianofascista, de la que han dependido
estrechamente sus actitudes. Veremos al lobo con piel de raposo tirando de la oreja a Jorge, besando
en la mejilla a Adelaida. Hará el milagro de tirarse de una oreja alcanzándose la otra. Aparecerá y
reaparecerá. Con tanta virtud que vencerá las malas inclinaciones y señales peores de la cara, como
le sucedió a Sócrates, que, viéndole un fisónomo, dijo que era mal inclinado, vicioso, ladrón,
falsario y cosas semejantes; diciéndoselo a Sócrates un amigo, respondió que tal fuera si no se
hubiera dado a la Religión. Por momentos mostrará los dientes.
Nosotros nos acordaremos de los niños y niñas pedofiliados, mientras Mefisto-imagen se convierte
en alucinación, en imagen fuerte, en espectáculo. Y como en un ensayo sin consecuencias y
divirtiéndose de lo limbo, hará otra jugarreta por su subconsciente: se convertirá en palabra y sonido
Rebuznantes, tanta es su fuerza, tan fenomenal. Y nos acordaremos de estos niños y niñas, solos
como nunca lo han estado, que casi todos tienen arenilla en el riñón, partículas de piedra
acumuladas en sus orillas, piedrecitas o concreciones pequeñas en la vejiga, y todo por esos
alienados nadadores entre dos aguas, entre dos piedras feroces, en una corriente que se aleja de la
orilla del amor y cae al pedo , y que recuerda aquella cancioncilla que se cantaba en los seminarios
y/o conventos, que decía:
“Padre Francisco, padre
No nos joda en el suelo
Como si fuéramos perras
Que con esos cojonazos
Nos echa en el culo tierra.”
REHAB REHABSHIS
Estoy en el entierro virtual de Amy Winehouse, y quiero recordarla tan bella, tan cantante como en la
foto. Estaba buena en buena fe. Me duele que la prensa la pongan a asar, a parir, a espiar, como espían el
cáñamo o el espíritu. Yo amé su desenvoltura, su falta de peso, su impertinencia, su alma verde, sus
juegos iconoclastas y libertinos. La prensa anda a la caza de sus desechos en tentativa de explicación de
sus secuencias. Ella era su propia fantasía. Su gracia tan de ella balanceará la tierra escupiendo contra el
cielo, haciendo realidad la sentencia de Henry James: “Vivimos en la oscuridad; hacemos lo que
podemos, el resto es la demencia del Arte”. Por los peldaños de las
pastillas baja rápidamente. ¡ qué juventud¡ En su última actuación ella
abandonó el escenario. Abandonó su mundo por los jalones de su pulso
sin sentido. Le faltó la copa de vino a su cuerpo derrumbado. La Muerte
estaba detrás de la albarda del escenario con sus ojos grandes claros
canela al borde de un hasta la vista.
Me gustó la Amy. Hice el amor al compás de alguna de sus canciones.
No la volveré a escuchar. Para mí es un recuerdo activo, fugitivo como
mujer de vidrio soplado en algún poblado del Penjab. Como fruta de las
Indias fue provocativa su lujuria. Me supieron bien los piñones, los
caracoles y cantáridas de su pelo Judía de aguacate, fui su amigo en
Facebook, en MySpace, y, aun en su final, ella tenía un buen polvo entre
pequeños palacios construidos sobre pasos confusos.
Ella misma se dio el empujón. Sin que nosotros la viéramos, pasó a su
“frío”.
Daniel Gorosito
CANSANCIO URBANO
Las calles lentas
entre páginas desgastadas por el tiempo.
El día se cansa de atardecer.
Se anula el círculo de la luz.
El sol se ve como una ardiente
lentejuela.
y,
el ruido fatigado,
sin descanso
y
sin vértigo,
penetra
en una dimensión dolorosa.
El silencio es lo más
humano…
CIUDAD PERDIDA
Una ciudad,
fuera del tiempo y del mundo.
El aire ferruginoso,
parecía llevárselo todo
entre el ruido y la furia
Mostrando,
las grietas piadosas de las piedras.
TANGO LLORÓN
Las voces siguen llegando,
el viento
trae esa oleada de vida
desde la urbe del insomnio.
Las abultadas torres cual oscuros profetas
perdidos
en códigos de sombra
como el llanto y la risa
que brotan gemelos.
Alrededor
no hay más que angustias,
el vacío cubre todo.
Mientras,
escondido y agazapado
entre los intersticios
de la realidad,
llora un tango.
Daniel Orlando Requelme
LA NOCHE
A Lily Chavez
De pronto
rebota el sol
en la superficie verde seca
y comienza
a crecer desde abajo
como nuevo manto de augurio
rezagada sombra
que obliga a los pájaros
a decidir cual andamio.
De pronto nos invade
la prepotencia de un deseo
usual y sincero
que divide en dos
las implicancias de la noche.
De pronto como una bala
que de pronto fabrica sus agujeros
ese labio repetido en mi boca
promulga un desorden
pariente de la madre
y de la muerte.
Daniela Frontera
¿Qué gusto tiene el azul?
Suave o picante, amargo o dulzón ¿qué gusto tendrá el azul? Más que picante
diría sabroso, más que dulce diría especiado. Tupido como las moras persiste;
no es tibio, sino frío como el acero.
Bruma fresca, resplandor de luna, el azul es profundo como una gruta y
sedoso como la miel; huele a menta como noche silvestre y es ancho como el cielo de la Puna.
-¿Quién quiere una rodaja de azul?
-Yo quiero una.
-Te doy esta robusta, como tormenta del trópico.
-A vos en cambio te doy otra, esta que brilla... mirá como brilla... parece un zafiro.
Diego Navajas
misi-misi
El gato loco me mira. Me ofrece café amargo. Quiere arañar mis orejas,
morderme la nariz. Rechaza mi tabaco.
---Cállate y tráeme el último informe de ventas---. Me ordena.
Es gato, pero yo digo que está como cabra –cabra loca, claro-.
A veces me retiene en el apartamento durante semanas. Si intento salir a
comprar comida o a trabajar, me amenaza sacando las uñas y me insulta de
muy malos modos.
---Cualquier día me harto y me largo---. Le digo envalentonado. Pero el canalla se ríe en mi cara.
Este gato no está loco, es un hijo de puta.
Algunas mañanas se queda dormido o me deja tranquilo varios días. Duerme profundamente,
incluso creo que está muerto y me acerco para oír su respiración. Ronronea levemente. Entonces me
confío, empiezo incluso a pensar en la felicidad. Pero luego despierta. Siempre despierta. Y vuelve
más agresivo que nunca.
---Trae comida. Quiero vino. Dónde puñetas está la prensa. Date prisa que en una hora tengo
reunión, ---dice que es director de un periódico---, ¿Por qué no me has cepillado? El baño está
asqueroso---. Me saca de quicio. Sudo de un lado para otro atendiendo sus deseos sin chistar.
Por las noches me asalta la rabia, aunque guardo silencio para no despertarlo, y pienso en acudir a
las autoridades. Pero justo a la mañana siguiente -el muy ladrón parece vidente- se despierta
encantador, con ojillos redondos y luminosos, me da besitos, se frota contra mis piernas, se pone
redondito y mullido rodando como pelota de lana por la alfombra o salta entre risas sobre los
muebles y me cuenta historias disparatadas y divertidísimas. Parece otro, el de antes; el gato
cariñoso que yo conocí. Entonces me vengo abajo y se lo perdono todo.
---Mañana será todo mejor---, me digo, ---estoy seguro---. Y suspiro un poco, preparando el café.
Ernesto Antonio Parrilla
La melodía desde el balcón
La noche era triste, sin brillo. A lo lejos, las luces de la ciudad titilaban,
queriéndolo engañar. Pero no se dejaba, porque conocía la vida. Eran
distracciones; la verdadera vista estaba alrededor, en los suburbios, donde
los días eran grises por más que saliera el sol.
Desde el balcón veía las columnas de humo que las fábricas lanzaban al
aire, con indiferencia. Desde las calles le llegaban las sirenas policiales y
alguna que otra ambulancia. Escuchaba disparos, aquí y allá. No lo
sorprendían, eran un ritual cuando reinaba la luna.
En el edifico las paredes delgadas le traían disputas y discusiones. En las escaleras o el ascensor,
cuando funcionaba, era testigo de las consecuencias, de los rostros golpeados, resignados.
El mundo le sabía a pobreza, tanto humana como espiritual; le revolvía el estómago. La melodía
que lo rodeaba era amarga, cruel, cínica. Sus estribillos sonaban a martillazos y las voces, eran
gritos desafinados.
Una catástrofe, eso veía en cada rincón, en cada rostro. Era lo que sentía al caminar, al ir a trabajar,
al toparse con sus vecinos. Y sin embargo, a lo lejos, aquellas luces querían decirle lo contrario, que
todo estaba bien, como si un arbol navideño gigante se hubiera instalado a la distancia para absorber
las penas.
Aferraba la baranda del balcón con fuerza, descargando la impotencia de sentirse una hoja más en el
viento, arrastrado por la corriente hacia vaya saber donde. Eso era el mundo, su gente. Simples
barriletes sin destino, de cuya cuerda ya nadie tiraba.
Se veía rebotando contra la tristeza de los cartoneros, la pena de los niños pidiendo monedas en la
esquina, la señora del piso de arriba que hacía los mandados con el rostro golpeado, el dolor de los
árboles que desaparecían, del aire que ya no se dejaba respirar, del mundo que de a poco moría...
Soltó la baranda, corrió hacia dentro del departamento y empujó el piano hacia afuera. Con fuerza,
sudando, la espalda contra la madera, los pies apuntalados en el suelo y "¡hacia atrás! con alma y
vida. Lo logró. Se dejó descansar apoyado en la butaca y una vez que recobró el aire, atacó las
teclas.
La melodía viajó por los cielos, elevándose como una plegaria. Chopin, Mozart, Bach... los dedos
parecían volar sobre el blanco y el negro. La ciudad de pronto tenía otro color, la noche había
ganado brillo y a kilómetros podía oír un coro de ángeles.
Ejecutó una pieza tras otra. No le importaban los gritos desde los otros balcones, ni el teléfono
sonando en su habitación. Los compases iban y venían, con vida propia. Tampoco se detuvo al
escuchar el timbre de la puerta. ¿Qué era un timbre comparado con aquella belleza flotando hacia
sus oídos? ¿Qué era la vida sin momentos como esos? Ante la muerte inminente, nada mejor que
vivir un sueño.
Sus dedos eran ágiles, su mente se abrió como nunca. La intensidad de las notas apagaba todo dolor.
Ni siquiera sintió cuando tiraron la puerta abajo, ni mucho menos cuando los agentes uniformados,
apuntándole con las armas le pidieron que dejara de tocar. No escuchó ni vio. Le gritaban, lo
amenazaban y el hombre siguió tocando.
Una de las armas se disparó y fue la última nota de la noche.
El barrio vitoreó el silencio, se conformó con las migajas. Y el mundo siguió muriendo.
José Cantero Verni
Celeste y Blanco
De celeste tengo el canto,
y de blanco la alegría,
con un grito en la garganta
de Argentina, de Argentina.
Por mi alma tus colores
corretean Patria mía,
el aliento es uno solo
no hay hinchadas divididas.
Mi garganta se desdobla
tengo el gol agazapado,
entre insultos y alegrías,
de victorias y fracasos.
Y vibras con mi locura,
contenes también mi llanto
sos la piel de un sentimiento,
futbolero apasionado.
Abrazado a tu tejido,
que circunda todo el campo,
hasta el borde de la cal
vas envuelto con mi canto.
Todo el júbilo se abraza
desbordando sin medida,
la tribuna sin descanso
se mantiene siempre unida.
Voy trepado a tu figura
aferrado con mis manos,
compartiendo cada sueño
hasta el último pitazo.
Las banderas contra el viento
con su ímpetu desfilan,
desnudando todo un sueño
que palpita y que suspira.
La Canchita
Es el gol el entusiasmo
la pasión que nos cautiva,
alentando a nuestro equipo
desde todas las esquinas.
Donde va el Seleccionado
lleva el canto de algún hincha,
que no rinde la esperanza
en el triunfo o la agonía.
El tablón es uno solo
no hay hinchadas divididas,
alentando con el alma,
con el grito de Argentina.
La canchita es el sueño cara sucia
es el patio deseado de un recreo,
donde corre en libertad el entusiasmo
con el fútbol latiéndote en el pecho.
La canchita galopa por las venas,
desbordando alegría en la de cuero,
transitando las áreas y los arcos
en gambetas de toques y de sueños.
La canchita es algo inolvidable,
una página viviente del recuerdo,
que se queda grabada en los renglones
con la letra imborrable de los tiempos.
La canchita es algo inexplicable
que se aloja aquí en el sentimiento,
que se lleva a lo largo de la vida
en la piel, en los ojos y el aliento.
El alambrado
La canchita es un canto fervoroso
escenario de citas y festejos,
de la garra, el sudor y la osadía,
que se juntan jugando cada encuentro.
Nadie sabe lo que sufro
pegadito al alambrado,
hasta el último minuto
al tejido estoy colgado.
La canchita es un sol maravilloso
es la música invisible de un concierto
que no tiene libretos, ni escrituras
sólo notas con alas en el viento.
La canchita es camino de aventuras,
está libre de pagos y de impuestos,
la entrada es gratuita para todos
porque el alma señor no tiene precio.
La canchita es sólo la canchita
que desnuda en la piel de su terreno,
ese sueño de todo cara sucia,
con el fútbol latiéndole en el pecho.
el estadio entero,
te gritaba viejo,
Te decían cosas,
como pobre abuelo,
de quedarte en casa,
a cuidar los nietos.
Infancia futbolera
La tribuna tuya,
y también la de ellos
te ofendían hermano,
sin tener respeto;
Si habremos tocado juntos
en la banda del potrero,
con paredes de ilusiones
en la infancia de los sueños.
El equipo tuyo,
con un pie al descenso,
el de los contrarios
festejando el sueño,
Desbordando por la raya
como pájaros al viento,
con la pelota en el alma
siendo de trapo o de cuero.
De salir campeones
era casi un hecho,
le caía el empate,
como anillo al dedo.
Cuando ser niño era un mundo,
que giraba a cielo abierto
correteando por las áreas,
con la gambeta en el pecho.
Cuando ya el partido
se moría en un cero
cuando ya un minuto
le quedaba creo,
Que dejaba en nuestras venas
aquel canto futbolero,
de pasión y de entusiasmo,
de alegría y sentimiento.
De la esquina izquierda,
te cayó aquel centro,
que saltando al aire
la mató tu pecho.
Si habremos tocado juntos
sin un libreto en el medio,
tan sólo con esas ganas
que te regala el aliento.
La peleaste a muerte,
le pusiste el cuerpo,
y con toque suave
la mandaste adentro.
Tirando en el infinito
la misma chispa de un centro,
con los arcos en los ojos,
palpitándonos adentro.
La tribuna ciega,
no podía creerlo
estalló en delirio
con un grito inmenso.
Donde jugábamos todos
por dimensiones sin tiempo,
zigzagueando a la distancia
y encarando al firmamento.
Cuando te creían
que ya estabas muerto,
desde allá del alma
te brotó el aliento.
Con camisetas de nubes
que vestían los deseos,
de nuestra infancia querida
correteando en el potrero.
Con tu gol hermano
se evitó el descenso,
si hasta el mismo viento
se asoció al festejo,
El viejo goleador
Una tibia lágrima
te corrió en silencio
te abrazaron todos,
goleador sin tiempo.
Cuando entraste al campo
te silbó hasta el viento,
El potrero
Aún recuerdo, hermano mío,
esas tardes de potrero,
no había nada más hermoso
que pegarle a la de cuero.
Si parece que te viera
otra vez como puntero,
contra el borde de la raya
endiablando con tus centros.
Admiraba tu gambeta
correteando contra el viento,
y tu entrega inagotable
sin parar por un momento.
Era un sábado a la tarde
la final de aquel encuentro,
Cinco Esquinas los rivales
frente a frente con los nuestros.
Aquel clásico de barrio
era todo un sentimiento,
se jugaba con el alma
entregando hasta el aliento.
El partido iba camino
a penales por el cero,
agarraste la pelota
al compás del minutero.
Y te fuiste gambeteando
inspirándote en un sueño,
los trancazos te llovían
ni aún así te detuvieron.
Tu apilada de novela
te dejó frente al arquero,
se quedó con tus amagues
revolcándose en el suelo.
La llevaste hasta la línea
me latía hasta el silencio,
con un toque la empujaste
salté loco de contento.
Era el gol quizás del mundo,
nunca vi otro más bello,
cada vez que lo recuerdo
sube y baja un cosquilleo.
Te abrazamos con el alma
no había diarios de por medio,
son los goles sin revistas
que se sienten bien adentro.
Les ganamos el partido
con coraje y con respeto,
no había sueldos, ni millones,
el sudor sólo era el premio.
Te miré profundamente
fue la última yo creo,
eras ídolo y caudillo
el más grande compañero.
Los caminos de la vida
separaron nuestro puertos,
vos te fuiste con el tuyo
te perdiste por el tiempo.
Hoy he vuelto al viejo barrio
caminando con mis nietos,
y pasé por la canchita
con sus goles y recuerdos.
Y te vi con tus gambetas
cara sucia del potrero,
desbordando mi memoria
otra vez como puntero.
La gran final
Hoy domingo por la tarde
se juega la gran final,
es un clásico famoso
que tiene una eternidad.
Se juega en el purgatorio
en una cancha neutral,
ninguno dará ventajas
con tanta rivalidad.
El infierno se presenta
con equipo titular,
Satanás será el arquero
Lucifer, el capitán.
Los cielos vienen con Gloria
bien dispuestos a triunfar,
San Pedro será el manija
del equipo Celestial.
El referí es la justicia
que juzga a todas las almas,
los ojos tiene vendados,
de silbato una balanza.
El partido ya comienza
con los cánticos de aliento,
los diablos sacando chispas
tiran sus fuegos al viento.
Los ángeles con sus trapos
no declinan ni un momento,
el fervor y el entusiasmo
se les escapa del pecho.
Los «oles» con sus encantos
bajan con toda su fuerza,
los Santos con muchos rezos
a sus muchachos apuestan.
Los diablos con maldiciones
alientan a sus infiernos,
el primer tiempo termina
clavado en un cero a cero.
A los cinco del segundo
San Francisco con un centro,
se la puso en la cabeza
y no perdonó San Pedro.
A los once en otro centro
lanzado por San Francisco,
San Roque de palomita
puso color y delirio.
A los quince en tiro libre
en un ángulo ponía,
San Miguel el tres a cero
desatando la alegría.
Con más fervor que con fútbol
los diablos se la jugaron,
Belcebú tomó la lanza
y mandó a la carga a sus diablos.
De contra de nuevo el cielo
lo tuvo en un mano a mano,
al infierno lo salvaba
el caño del travesaño.
Que partido de ida y vuelta
el que se estaba jugando,
los diablos no se rendían
ni aún cayendo derrotados.
El cielo con su tribuna
festejaba sin medida,
los diablos en gran silencio
se mordían la agonía.
A los treinta del segundo
apareció Maquiavelo,
con un bombazo impecable
tres a uno puso el duelo.
Llovían centros al área
al arco de San Gabriel,
y en una chilena heroica
descontaba Lucifer.
Tres a dos estaba el duelo
la tentación y la fe,
el infierno se jugaba
sin dar, ni pedir cuartel.
Faltaban cinco minutos
y el cielo volvió a mojar,
San Francisco hizo un golazo
eludiendo a Satanás.
Cuatro a dos estaba el pleito
tres minutos del final,
separaban a la Gloria
para ir a festejar.
Como un guapo en la patriada
Maquiavelo se hizo ver,
sólo tuvo que empujarla
el monstruo de Frankestein.
A un minuto de la hora
la salvó San Valentín
el partido terminaba
le dio fin el referí.
Cuatro a tres para la Gloria
que hoy ganaba la final,
en partido de hacha y tiza
imposible de olvidar.
Un sueño de niño
A Saturno fui a parar con mi esqueleto
en mi nave de sueño y de ilusión,
me esperaba una enorme bienvenida
con clarines y el trueno de un tambor.
Me bajé calzando mis botines
la casaca de nuestra Selección,
bajo el brazo llevaba la pelota
y en el otro un enorme pizarrón.
Sentí hurras gritando mi llegada
demostrando al instante su fervor,
extendieron sus manos amistosas
recibiendo a su nuevo entrenador.
Ahí directo nos fuimos a la cancha
para ver a los muchachos en acción,
porque el otro domingo se jugaban
con Urano el título a campeón.
Había un nueve grandote como un árbol
y un puntero de otra dimensión,
el puntero de nombre Juan Galáctico,
y de apodo, cuatro ojos, el veloz.
Aquel nueve se llamaba Planetario
de mirarlo parecía un percherón,
en el área saltando era temible
tenía fama de buen cabeceador.
En Saturno el fútbol era vida
esa misma que enciende la pasión,
por sus poros el hincha respiraba
sólo fútbol con toda la emoción.
con la fuerza imparable de un tifón,
un golazo clavó de treinta metros
imponiendo el empate en la cuestión.
Los de Urano no sabían qué pasaba
cuatro ojos parecía un aluvión,
y en un centro medido con escuadra
Planetario se anotó en el marcador.
Los de Urano llegaron con ventajas
con la firma de tres goles a favor,
el empate igual los consagraba
y traían una enorme convicción.
El partido comenzó con entusiasmo
el aliento bajaba del tablón,
los dos líneas venían de Mercurio
era el juez un enano de Plutón.
Los de Urano congelaron las acciones
con manejo y buen trato del balón,
y a los veinte del primero enmudecían
a Saturno, gritándoles su gol.
Dos a uno la cosa se ponía,
el final se acercaba en el reloj,
entre gritos de arriba Saturninos
se llegaba la final de la función.
Fue delirio inmenso e infinito
el festejo del sueño y la pasión,
con la vuelta olímpica a los hombros
se gritaba Saturno es el campeón.
Al salir a la cancha en el segundo
me jugué apostando a ganador,
le presté mis botines a Galáctico
que compré en un viaje por el sol.
Y volví con mi nave de alegría
a mi almohada de sueños e ilusión,
a ese niño cara sucia y futbolero
que llevamos aquí en el corazón.
Y Galáctico fue tromba desbordando
José López Mateos
ZAYRA Y SUS AMIGUITOS
(CUENTO)
(Dedicado A Loly Quintero con mucho cariño)
Hace ya muchos años, en un pueblecito lejano, nació una niña rubita casi
angelical y que sus padres la pusieron de nombre Zayra que significa princesa
llena de flores y también brillante y luminosa. Tenía esta niña una carita que se parecía a una
princesita, rubita como la manzanilla y los ojos de color azul nomeolvides. Precisamente fue su
papá quien le puso ese nombre al color de sus ojos para que ella supiera que nunca debería
olvidarle.
Sus papás se llamaban Antonio y Manuela. Él tenía el oficio de leñador y su madre de ama
de casa y agricultora, porque era la que se encargaba de plantar lechugas, tomates y patatas para dar
de comer a toda la prole que era mucha. Tuvieron cinco preciosos hijos: Antoñito, Zayra, Juanita,
Manolita, y Antoñita. Vaya cuadrilla que formaban todos juntos. Y no digamos las travesuras
propias de los niños tan pequeños. A Antoñito le daba la manía de sacar todo de los cajones y tirarlo
por el suelo. Zayra era una niña angelical, dulce, sensible y con mucha ternura, no hacía grandes
travesuras A Juanita le hacía gracia y le gustaba cortar con las tijeras las medias de la mamá. A
Manolita la daba por ir abriendo todos los grifos de la casa. A Antoñita la gustaba fregar el suelo
con un cubo, y cuando se creía que ya lo había fregado todo, entonces tiraba el agua del cubo por
los suelos de la casa porque decía que así los suelos se lavaban bien y quedaban estupendos y
nuestra pequeña Zayra, cuando había algún cumpleaños y su mamá había preparado alguna tarta,
sobre todo de chocolate, lo que hacía era in pringando a todos los amiguitos sus caras con el
chocolate.
El tiempo iba pasando muy rápidamente, y sus hermanos y también nuestra pequeña Zayra,
iban creciendo como lo hace una mariposa que sale de su crisálida y que espera que le crezcan las
alas para salir a volar. El alma de la mariposa se va abriendo camino para abrir esa crisálida para
empezar a vivir. Así se iba transformando la pequeña Zayra como esa mariposa que va remontando
el vuelo poco a poco hasta verla volando coloreando el cielo.
Cuando ya comenzaba a caminar, en el verano, su padre se la llevaba con él al bosque y
mientras cortaba leña, Zayra cogía las flores del campo. Sobre todo cogía y hacía un ramillete con
las rojas amapolas. Entonces, ya de regreso con su papá, éste le cantaba aquella canción de la
amapola...amapola, lindísima amapola...como puedes tú vivir tan sola. Y ella se emocionaba porque
tenía el alma muy sensible y muy tierna. Según iba creciendo iba madurando en su niñez todas las
cosas bonitas de la vida.
Su hermano Antoñito era muy travieso y cuando estaba toda la pandilla junta, él era el cabecilla de
todos y de todas. Allí solo mandaba él. Era muy mandón. Le gustaba mucho subirse a los árboles y
como era delgadito enseguida se subía. Era muy fantasioso. Le llamaban el zampón porque siempre
merendaba un bocata de salchichón y se lo ventilaba en un santiamén. Los chicos cuando le veían
decían, mirad ahí viene el Antoñito el zampón comiéndose un bocata de salchichón
Le hubiera gustado haber podido volar, de haberlo realizado de verdad, porque una vez por
un pelo no levantó el vuelo, y fue precisamente en otoño, en su primer año de colegio, un día en
que, al volver a casa, soplaba un viento tan fuerte que, sin abrir los brazos, podía inclinar el cuerpo
hacia delante como una saltador de esquí y todavía más, sin caerse… y aquel día, mientras
caminaba con el viento de cara por los prados, al bajar la cuesta de la escuela -porque la escuela
estaba en lo alto de una montañita, en las afueras del pueblo-, sólo con que saltara un poco con los
brazos abiertos el viento le levantaba, y sin el menor esfuerzo daba saltos de dos o tres metros de
alto y diez o doce metros de largo -quizá no tan altos ni tan largos, pero ¡qué importa! -; lo cierto es
que casi volaba, y pensaba que si se hubiera desabrochado el abrigo, sujetando una punta con cada
mano, como alas, el viento le habría levantado y él habría volado desde la montaña de la escuela,
por encima del valle, hacia el bosque, y por encima del bosque, bajado hasta cerca del lago donde se
encuentra su casa y allí, hubiera dado una vuelta por encima del jardín, con elegancia, planeando
sobre el lago, casi hasta la otra orilla y, por fin, habría dejado que el viento me llevara otra vez a
casa, para llegar a tiempo de almorzar. Era muy fantasioso.
Zayra de pequeñita era rubia, con el pelito largo y con trenzas, algo tímida, ordenada,
responsable y le gustaba mucho coser y hacer vestiditos a las muñecas. Pero ir al campo la
entusiasmaba, el ver a las abejas ir de flor en flor eso a ella la fascinaba, y sobre todo cuando salían
en el verano las amapola. Zayra y su hermana Juanita hablaban en un lenguaje que nadie lo podía
entender. Ponían detrás de cada palabra la letra p y la última vocal. Por ejemplo mapañapanama
ipirepemopos apa lapa plapazapa apa jupugapar, lo que significaba aquel lenguaje tan raro es que
mañana iremos a la plaza a jugar. Para decir hola decía hopolapa. Y claro, cuando tenían que decirse
un secreto delante de alguien pues siempre usaban este lenguaje. A Zayra la llamaban la no me
olvides, por aquello que le dijo su papá de que tenía los ojos del color azul no me olvides. Siempre
que se despedía de sus amiguitos la decían: bueno Zayra hasta mañana y no me olvides, y se partían
de la risa
Su hermana Juanita tenía una muñeca de trapo con la que solía tener muchas conversaciones
a solas. A aquella muñeca la contaba todas sus travesuras y también sus penas. Y como era muy
curiosa, le preguntaba a su mamá si las muñecas entienden los que se les dice. Y su mamá le
contestaba que si la muñeca la daba buenos consejos o la contara algún cuento, entonces si que
estaba viva, Y un día se lo contó a todos sus hermanitos, que su muñeca la hablaba y la había
contado un cuento. Y claro, ellas se burlaban de ella y la decían que les contara a ellas el cuento que
la había contado la muñeca. Y entonces le dijo que el cuento se llamaba El pajarito que una vez
robó unas gafas. Y empezó a contarlas el cuento: había una vez un niño que era algo gafotas y se
había subido a un árbol para ver de cerca de los pajaritos, pero un pajarito travieso le había con el
pico robado sus gafas. El pobre se bajó del árbol y se fui triste a su casa. Pero como a ese niño le
gustaba mucho subirse a los árboles, entonces se fue por la tarde a ver si veía otra vez a aquel
pajarito que le había robado las gafas. Pero su sorpresa fue que las gafas empezaban a bajar muy
despacito por el árbol ellas solas. Entones las cogió y se las puso y así podía ver mejor las flores, los
animales, las nubes y las plantas. Y claro, entonces Manolita y Antoñito y todos los demás se
partían de la risa. Juanita siempre decía a su mamá que quería ser una artista.
Su hermana Manolita, un día vino del colegio con anginas y cuando la vio el doctor, la dijo
que mañana por la mañana vendría él mismo a ponerla la inyección. Y lo que hizo la niña, al día
siguiente se fue muy temprano y sin hacer ruidos, a casa de una vecina y la dijo que la había
mandado allí su mamá y que ese día no había cole porque la sor se había puesto enferma. Y cuando
vino el doctor a ponerla la inyección, resulta que Manolita no estaba en toda la casa. Y venga a
buscarla, hasta que la vecina la trajo a su casa. La metieron en la cama y como ella decía que no
quería que la pusiesen una inyección, entonces entre su mamá y su vecina la sujetaron bien las
piernas. Pero cuando el doctor iba a clavarle la inyección, Manolita volvió la cabeza y le pegó un
mordisco en la mano al doctor que se le cayó la jeringuilla al suelo y se rompió en mil pedazos,
porque en aquella época las jeringuillas era de cristal. Pero como seguía con fiebre, al día siguiente
vino el doctor otra vez, pero con la mano vendada por el mordisco de la niña, y la inyección se la
puso a regañadientes. Y a los pocos días ya estaba buena.
Su hermana Antoñita no la iba a la zaga en hacer travesuras. Un día que su mamá se fue al
campo a sembrar el trigo, ella sabía que iba a tardar mucho. Y se metió en el cuarto de baño y con
unas tijeras se empezó a cortar el pelo, Pero como tardaba tanto en salir del baño, sus hermanos la
decían que tenía que salir ya, que ya llevaba media hora. Y ella dentro, venga a retocarse el pelo,
pero nada, estaba toda llenita de trasquilones. Cuando vino su mamá y la vio con ese pelado tan
horrible, las dos se echaron a llorar mientras se abrazaban. Y al día siguiente tuvo que ir al cole con
un sombrero que la tapaba hasta la nuca, y claro las niñas se metían con ella y se reían a carcajada
batiente.
Cuando la mamá de Zayra sale de casa para hacer algún recado, las tres hermanas se juntan
y se ponen a cantar, una hacía el alto, otra el bajo y la otra la música y cantaban las canciones que
estaban de moda en el momento, y claro también las infantiles, como al corro de la patata, tengo
una muñeca vestida de azul, etcétera.
En aquel pueblo donde vivía con sus padres, había un convento de monjas que eran las que
daban clase a todos los niños y niñas de aquellos contornos. Y es ahí donde empieza a conocer a sus
amiguitos. La profesora de su clase se llamaba Sor María Jesús, y como Zayra era tan angelical y
tan dulce, la sor la quería mucho. La verdad es que en su clase, que eran casi treinta alumnos, había
niñas de todos los colores. Los chicos estaban en otra clase diferente, no estaban mezclados. Y
enseguida, Zayra empezó a hacerse amiguita de algunos niños y niñas de su cole. Estos eran sus
amiguitos:
Juanito, le gustaba mucho jugar con los cochecitos y le decía a Zayra que de mayores se subirían
un día juntos en un gran coche. Era un poco gordito y con el pelo siempre despeinado. Algunos
chicos le llamaban el sebito porque como he dicho estaba un poco metidito en carnes.
Paquita, a la que la gustaba hacer las comiditas jugando con los cacharritos. Paquita, era buena
como una monjita ursulina. Cuando Manolo el gafotas se hacía alguna herida, ella enseguida se la
curaba. También la gustaba cortar a la pandilla las uñas. Un día que Manolo iba en su bicicleta tan
campante, de repente se le cruzó un perro y ¡zas! se cayó al suelo. Como estaba frente a la casa de
Paquita, ella le fue inmediatamente a curarle las heridas, con un frasco de mercromina y un poco de
alcohol.
Manolo al que le llamaban el gafotas, decía a Zayra que cuando fuesen mayores se casaría
con ella. Le llamaban el gafotas porque el pobrecillo tenía unas gafas con los cristales muy gordos
de culo de botella. Muchas veces tenía el pelo tieso como un sacacorchos.
Mari, era la niña que siempre se está riendo. Se reía mucho con Enrique, era una niña que
siempre estaba contenta, nunca se enfadaba. La llamaban la zalerosa porque le tomaba mucho el
pelo a Enrique que hablaba con la zeta en vez de con la ese, y también la llamaban la risitas porque
se pasaba el día riendo.
Enrique que hablaba siempre con la zeta, le decía a Mari por ejemplo cuanta zal tienes, en lugar de
decir sal. La pandilla se reía mucho con él porque era muy chistoso. Vamos a zalir de ezcurzión, y
los chicos se mondaban de la risa. Cuando se juntaba la pandilla y veían venir a Enrique le decían
que ahí viene el más zalao. Tenía un perrito que se llamaba Misuko, pero él le decía Mizuko.
Aurora, era una niña que tenía una cara exótica, se veían poco pero cuando se encontraban
ella y Zayra jugaban mucho y eran muy felices. La llamaban la guapita, porque realmente era muy
guapa.
Mari Carmen era muy simpática pero le gustaba mucho cantar y jugar sobre todo con los
cacharritos. Cuando Zayra veía a Carmen la llamaba Carmeta. No le gustaba nada estudiar, lo
pasaba muy mal en el cole. La gustaba mucho bailar y ponerse guapa, era muy presumida.
Loli, era una niña que tenía mucha curiosidad por aprender y quería que Zayra la enseñe a
coser vestiditos para las muñecas, era muy cariñosa con Zayra. La llamaban la resabia porque
siempre estaba contando cosas y se las sabía todas o caso todas.
Laura, que la gustaba mucho jugar a las mamás, tenía dos muñecos que decía que eran sus hijitos,
le gustaba hacer collares para todas las chicas de la pandilla con flores del campo.
Paco, siempre estaba jugando mucho con Loli, se gustaban al parecer...y siempre estaban
jugando juntos. Le llamaban el sube y baja porque le gustaba mucho subir y bajar de los árboles.
Pedro, es especialista en romper con un tirachinas todo lo que se le ponía por delante. Pero
les decía muchos piropos a las niñas y eso que parecía un poco tímido. Le llamaban el Popeye
porque el mentón grande y sobresaliente y también le llamaban el rompilón porque con el tirachinas
todo lo rompía. Pedro y la pequeña Zayra se conocieron un 9 de septiembre cuando empezaban las
clases del cole, y se veían cada dia 9 aunque lloviese a mares. Quizá hoy todavía él la siga viendo o
llamando el dia 9 de cada mes. Y es que la mistad y el amor no tiene ni edad ni fronteras.
Pedrito, le gustaba mucho jugar con los cochecitos, pero sobre todo con uno al que le había
bautizado con el nombre de Piojito. Zayra y él eran vecinos y Zayra también le llamaba a su
cochecito el Piojito. Así que muchas veces jugaban los tres juntos, Pedrito, Zayra y el Piojito. Un
dia Pedrito le enseña a Zayra un nuevo juguete que le llama COOKER y a Zayra le gustaba mucho.
Desde ese momento Pedrito esta más con Cooker que con ella.....Zayra se lo dice y Pedrito rÍe rÍe y
dice que es el mejor juguete que he tenido nunca. Pedrito tenía el pelo siempre tieso y le llamaban
por eso el erizo y también el pelo pincho.
Rosarito era una niña muy dulce. Siempre quiere cortar el pelo a todos los niños que se
encuentra por el camino. Todos cuando la ven con la tijera en la mano salen corriendo. A Zayra le
gusta mucho que la peine Rosarito. Por eso los chicos la llamaban la pelos y en cuanto la veían
decían: cuidado que ya viene la pelos con las tijeras a hacernos los trasquilones que ella tan
requetebién sabe hacer.
José María, era el empollón de la clase, siempre estaba estudiando, y le llamaban por eso de mote
el Gustavito. La perseguía a Zayra con la bicicleta. Tenía pecas en la cara y le llamaban también el
pecoso.
Rosita coge cosas del campo y se las trae a Zayra. Le gusta venir a casa de Zayra para hablar
con ella. Era may simpática y por eso la llamaban la “simpa”.
Elenita, era como su alma gemela, buena, dulce y cariñosa, a veces compartían confidencias.
Elena, tenía los ojos azules, muy grandes y era muy bella y la llamaban la rusa porque tenía la piel
muy blanquita. Era el alma gemela de Zayra. Siempre le contaba sus secretos y por dentro era tan
dulce y tierna como lo era Zayra.
Alfredito le gusta mucho coger la bici. En una ocasión se cayó de su bicicleta y le tuvieron
que dar nada más y nada menos que catorce puntos de sutura. Como a casi todos los chicos, le gusta
mucho Zayra, la no me olvides. A Alfredito le llamaban los chicos El Agradable y en otras
ocasiones el profe, porque estaba todo el día dando la vara a los niños y niñas para que aprendiesen
muy bien a leer y a escribir
Un día en la clase del cole, la Sor les dijo a los niños que les daría un premio a aquellos que
escribiesen el mejor cuento, pero que solo había premio para los dos mejores. Y al llegar a casa ese
día no salió nadie a jugar y cada uno se iba inventando lo que mejor le venía en gana. Al día
siguiente en clase se leyeron los cuentos y ganaron Zayra y su amiga Paquita.
El cuento de Zayra decía así:
LA SETA DE CHOCOLATE, EL DUENDE Y EL BÚHO:
Había una vez un duende que vivía en una seta de chocolate del bosque.
Cerca de su casa pasaba un río de aguas azules y transparentes. Todas las mañanas el duende
atravesaba el río para comprar comida en el mercado del bosque. Le gustaba mucho hablar con sus
amigos, el oso carnicero, la nutria pescadera y el lobo panadero.
Un día el duende conoció a un nuevo animal del bosque que había viajado mucho por todo
el mundo, era un búho muy sabio.
El duende y el búho se hicieron muy amigos y todos los días se reunían en la casa de
chocolate para jugar al ajedrez.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, si quieres que te lo cuente otra vez, cierra los
ojos y cuenta hasta tres.
Y el cuento que escribió Paquita lo hizo poniendo de protagonistas a alguno de la pandilla,
este era de la siguiente manera:
El MUÑEQUITO DE NIEVE:
Había una vez, en invierno, un niño muy travieso llamado Enrique.
A Enrique le encantaba destruir con sus amigos todos los muñecos de nieve que veían, incluso los
suyos, un día rompió un cristal intentando romper la cabeza de un muñeco de nieve, y también
desde lejos, con una piedra, sus padres le castigaron sin salir de casa una semana.
El penúltimo día de castigo sonó el timbre de su casa y Enrique fue a ver quien era. Eran
casi todos los chicos varones de la pandilla: Paco, Juanito, Jose María, Pedro, Pedrito, Manolo,
Antoñito y Alfredito. Enrique era el más pequeño.
José María le dijo a Enrique que habían encontrado un muñeco de nieve que hablaba y
andaba, Enrique se quedó boquiabierto, y le dijo a su madre que iba a salir un momento.
Y se fueron todos a un prado, que había en el monte. Antoñito, como iba corriendo, se cayó
en unas plantas. De repente se oyó un ruido en unos arbustos. Era el muñeco de nieve parlante, el
muñeco fue hacia ellos con cara de enfadado, el muñeco vestía con una bufanda, un gorro, una
cazadora y unos guantes, el muñeco se acercó a ellos y les dijo.
- ¿Qué hacéis en mi territorio? ¿Por qué me habéis despertado? dijo el muñeco.
- Hola yo me llamo Enrique, estos son Paco, Juanito, José María, Pedro, Pedrito, Manolo,
Alfredito y Antoñito.
- Yo me llamo Nieve - dijo el muñeco - No tengo ni amigos ni familiares.
- Nosotros queremos ser tus amigos - dijo Pedro.
Y así fue que poco a poco la pandilla y Nieve se fueron haciendo muy amigos.
Un día por la tarde la pandilla fue a ver a Nieve, pero cuándo llegaron a su casa, Nieve había
desaparecido porque ese día había llovido, y el muñeco de nieve se había derretido. Y colorín
colorao este cuento se ha acabao. Colorin colorete por la chimenea sale un cohete
Una tarde que estaba reunidos todos los amiguitos con Zayra, decidieron que al día siguiente
que era domingo y no había cole, ir todos juntos a hacer una travesura. Pues la cuestión es que muy
cerca del pueblo pasaba una vía de ferrocarril, y en la subida que tiene la vía del tren al pasar por los
contornos de su pueblo, no se les ocurrió otra cosa que untar las vías con grasa de tocino. Hay que
imaginarse en verano, las vías con un calentamiento donde se hubiera podido freír huevos, el tocino
se derretía al contacto con el metal consiguiendo un engrasado perfecto de los raíles. Luego se
escondían por los robles que quedan en la ladera y a esperar que llegara la locomotora de vapor con
su ruido cadencioso y "achocolatado" y llenando ese pequeño valle con una nube de vapor...
choco...
choco...choco...choco..
Al llegar a la zona del “untado”, la máquina comenzó a patinar, choco
chocochocochocochocochoco y vayas risas que se escuchaban de toda la pandilla, qué de risas,
hasta uno de los que estaban encaramados en uno del los árboles, de la risa se fue al suelo y menos
mal que los robles eran pequeños. Si el maquinista les llega a pillar ese día.... seguro que hoy lo
recordarían desde otra perspectiva.
Otro día que Manolo iba temprano al cole, sus amigos vieron que se había cambiado de
gafas. Y les decía que ahora iba a ser el primero de la clase porque con estas gafas nuevas veía
mejor y así podría estudiar más tiempo. Entraron en la clase, y de repente un chico le quita las
gafas, y claro como sin gafas no veía la pizarra le decía que ahora iba a ser el último de la clase.
Enrique que era el que le había quitado las gafas fue expulsado de la clase llevando las gafas
de Manolo puestas. Y claro resultó que como Manolo al no llevar las gafas no podía leer lo que
ponía la pizarra y le cascaron un cero patatero.
La pandilla se reunía casi todos los días por la tarde después del salir del cole. Algunos
tenían que hacer muchos deberes y entonces esos no salían. Una tarde que estaban jugando en la
calle, Zayra, Manolo, Antoñito y Juanito, la mamá de Zayra la dice que vayan a la tienda a comprar
una lata de tomate. Y se van los cuatro al galope. La tendera tenía las latas de tomate puestos unos
encima de otros en forma de torre. Y claro, como los cuatro eran muy traviesos, sucedió lo que tenía
que suceder. Juanito cogió el bote del centro y claro se cayeron todas las latas al suelo. Los niños se
asustaron y la tendera les mandó poner en orden todas las latas antes de poder ir a sus casas. Y
como la mamá de Zayra veía que tardaba mucho tiempo en regresar de la tienda, la regañó y la
castigó a ella y a Antoñito una semana sin salir al parque.
Había cerca del pueblo un castillo en ruinas y la pandilla decidió ir un domingo de aventura
a aquel castillo. Pero la noche antes salieron de cacería de ranas y cazaron bastantes y pensaron que
al día siguiente las llevarían al castillo para que tuvieran allí una nueva casa. Las escondieron en un
barreño con agua y al día siguiente toda la pandilla se dirigió al castillo. Al llegar, Zayra , Elenita ,
Paquita, Juanito y Paco encontraron un lugar un poco hondo donde podrían estar las ranas en su
nueva casa. Y ni cortos ni perezosos, lo llenaron de agua a base de traer agua del río, lo que se
encargaron los chicos, metieron allí a todas las ranas y se marcharon a casa tranquilamente. Al
domingo siguiente fueron a visitar a aquellas ranas y su sorpresa fue mayúscula porque allí no había
ninguna rana. Lo que sucedió es que otra pandilla de amigos habían oído decir a Manolo que iban a
ir con las ranas, y el día de antes de ir allí la pandilla ellos se adelantaron y les robaron sus ranas. Y
de las ranas nunca supieron nada más, porque las habían llevado a una piscina que había en el
pueblo de al lado, donde las ranas tenían más espacio y estarían más contentas.
Muchos días los chicos se entretenían jugando a las luchas en un par de colchones viejos,
que alguien había dejado alguien por ahí en alguna parte, haciendo de aquello su ring. A veces se
ponían unas máscaras de cartón que las habían comprado con algunos ahorros. Y así se pasaban
amenas tardes intentando rendir a su adversario y emulando al luchador mas popular del momento.
Pero Jose María que era muy travieso resulta que recortó la mejor colcha de su madre para hacerse
la tan valorada máscara y obviamente también se hizo una enorme capa para ser el juego completo;
la mirada de codicia y de envidia que produjo tal atuendo entre todos los chicos fue un recuerdo
imborrable. Su madre completamente enfurecida le dio una tremenda tunda. Para que aprendiesen
todos a no tomar las cosas que estaban destinadas para la casa.
En otras ocasiones estaban juntos los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. Las
chicas jugaban a las mamás y a las comiditas. Paquita era la que preparaba las comidas porque eso
era su ilusión de siempre, y Elenita hacía de tendera, para vender, arroz, lentejas y garbanzos. Mari
atizaba el fuego de la cocinita, Loli ayudaba a amasar la harina para hacer el pan, y Laura y Mari
Carmen estaban en un barreñón lavando las faldas y vestidos de todas las muñecas. Manolita y
Juanita barrían la casita y Zayra estaba haciendo unas blusas para las muñecas de toda la pandilla.
Antoñita era la planchadora de todos los vestidos de las muñecas. Rosarito era la peluquera , la que
peina y corta el pelos tanto a las niñas como a las muñecas. Y Rosita iba al campo a coger la leña
para hacer las comiditas.
Por otro lado los chicos se fueron en busca de un tesoro. Pedro decía que hace muchos años
había muchos piratas y bandidos que escondían los tesoros debajo de los árboles. Paco decía que su
abuelo le había contado que en el pueblo había muchos tesoros enterrados. José María les decía que
él una vez había visto a unos extranjeros cavar cerca de unos árboles y encontraron algo y se fueron
corriendo Y Antoñito decía que él un día había visto a unos segadores que se encontrón uno y que
estaba lleno de monedas de oro y de plata. Pero el día de antes, Enrique había ido a enterrar debajo
de un árbol una lata de tomate vacía pero de esas grandes, la había llenado de piedras, la cerró bien
cerrada y la enterró. Cuando estaban buscando todos los chicos el tesoro, él les decía que tenía una
corazonada de que debajo de uno de aquellos árboles estaría el tesoro. Y fueron buscando y
buscando, hasta que Paco, Pedro, Pedrito, Juanito, Alfredito y Antoñito les dijeron que estaban
cavando debajo de un árbol y había encontrado algo. Fueron todos corriendo y efectivamente había
allí una gran lata de tomate que pesaba bastante. Antoñito les decía que allí había algo gordo porque
pesaba mucho. Echaron a suertes a ver quien le tocaba abrir aquel tesoro y la suerte hizo que fuera
Manolo el gafotas. Pero no se atrevía de la emoción y le dijo a José María y a Juanito que le
echasen una mano, porque aquel tesoro pesaba más de quince kilos. Y se pusieron a abrir el tesoro
y.....menuda sorpresa, solo estaba lleno de piedras. Pero al volver donde estaban las chicas jugando
solas, las dijeron que habían encontrado un tesoro lleno de monedas de oro, pero que le habían
vuelto a enterrar para que cuando fueran mayores se repartirían el botín.
Un día toda la pandilla se adentró en un bosque, y al poco rato encontraron una pared muy
grande que todos tenían miedo de saltar porque no sabían lo que se podrían encontrar, ya que había
una leyenda en aquel pueblo de que hace muchos años habían desaparecido algún niño y se
sospechaba que fue alguien que vino por el bosque el que se lo llevó.
Pero Zayra era muy atrevida y aunque sus amigos la decían que no saltara aquella pared, ella
como era muy curiosa la saltó. Y empezó a caminar sola por aquel bosque donde solo se oía el trinar
de los pajarillos.
Y andando andando, la pequeña Zayra llegó a un valle dónde había muchas mariposas,
volaban de flor en flor y todo lo llenaban de color. El duendecillo del bosque preguntó a una
mariposa que volaba cerca de ella.
-¿Por qué estáis tan contentas?
-Esta noche hay una fiesta, la mariposa que tenga las alas más hermosas será la reina de todas
nosotras. Una mariposa se acercó, abrió sus alas y muy orgullosa dijo:
Mira, como mis alas brillan a la luz del sol, la elegida
Otra dijo: Seguro que no ganarás, mis alas tiene el color del mar y reina me elegirán.
seré
yo.
Otra mariposa se acercó y dijo: Creo que ninguna de las dos ganará, mis alas son rojas como las
amapolas, yo ganaré y vuestra reina seré. Zayra en silencio las escuchaba y pensaba: Son preciosas,
pero muy orgullosas y vanidosas. Había una mariposa que no decía nada, el duendecillo se acercó y
le preguntó:
-¿Vas a ir a la fiesta?
-Claro que iré, pero no ganaré.
-¿Por qué dices eso? Tus alas son muy bonitas, tienen los colores de la sencillez y de la humildad,
creo que ganarás.
-Seguro que no, nadie se fija en mí, pero estoy contenta y soy feliz. Las alas de la mariposa, tenían
los colores del arco iris, y era la más hermosa de todas.
-Es la más sencilla y merece ser la reina. Zayra tocó las alas de la mariposa y estas empezaron a
brillar como estrellas, tanto brillaban, que no podían dejar de mirarla y esta mariposa sencilla y
humilde fue la que ganó. Zayra se acercó a las otras mariposas y les dijo:
-A veces creemos que somos las más hermosas, pero es la sencillez y la humildad lo que nos hace
bonitas de verdad.
Todas comprendieron que tenía razón, y aprendieron la lección nunca más volvieron a ser
vanidosas.
Se dieron cuenta de que la reina elegida fue la mariposa que no era presumida. Cuando terminó la
fiesta la pequeña Zayra se despidió de las mariposas… y empezó a caminar, por el bosque de la
Luz. Allí donde se encontraba había mucha paz, mucha felicidad y mucho amor.
Y allí se encontró al fin Zayra con el hada del bosque que la predijo que cuando fuera
mayor, un bello muchacho se enamorará de ella, pero que al pedirla matrimonio ella le debería
poner una sola condición: se casaría con quien fuera capaz de hacer un agujero en el agua. Y un
buen día encontró a un hermoso y bello muchacho que se enamoró de ella. Y al decir aquello que le
había dicho el hada, el muchacho respondió: -Eso es imposible! -dijo el joven. A lo que le contestó
Zayra que su hada madrina me ha asegurado que quien de verdad me ame, lo logrará. El enamorado
pensó y pensó y anduvo por muchos lugares en busca de una solución. Hasta que llegó a las tierras
frías del norte y al ver un lago que estaba helado comprendió que ahí se podía hacer un agujero en
el agua. Gracias a eso se casó con su amada y fueron muy felices.
Zayra se despertó de su camita con estos sueños tan dulces. Pero seguramente se cumpliría
aquello que le había dicho el hada en esos dulces sueños. Un día, cuando fuese mayor, encontraría a
su príncipe azul y se casaría, y ese príncipe azul sería un sembrador, pero un sembrador de sueños,
un soñador de versos y que la enseñaría los luceros y las estrellas del cielo. Y los dos un día
volarían juntos a una estrella donde él la construiría una cabaña de azahares y de perlas, para vivir
por siempre el amor más tierno y más bello y más eterno, y por los caminos del cielo se darían el
beso más tierno, mirando los dos al firmamanto. Y él la recitaría esta pequeña poesía:
Eres la princesa de mi cuento,
en mi caballo blanco te raptaré,
te llevaré al castillo de mi montaña
y un zapato de cristal te calzaré.
En un trono tallado de amapolas,
te proclamaré reina de mi querer,
te cantaré una nana para que duermas
y con mi beso de amor…te despertaré.
Y serían felices, y comerían perdices y nos darían a todos con el plato en las narices. Y colorin
colorao, este cuento se ha acabao. Y colorin colorete por la chimenea sale un cohete. Y paso por un
zapatito roto porque mañana te contaré otro.
–
EL MUNDO NO ENTIENDE DE AMORES
Dedicado a Loly Quintero con mi cariño
A veces el mundo no entiende de amores
ni de los sufrimientos del alma,
el mundo es un largo poema
que solo lo recita el alma.
Dame de comer en tu mesa,
dame de beber en tu jarra,
que si vienen de tu alma tan blanca
no me parecen que sean migajas.
El mundo no entiende de amores,
ni de poesías ni de nada,
el mundo es un largo caminar
entre batallas perdidas y ganadas.
Amores que se desgranan
como los granos de la granada,
dolores y sufrimientos
que suenan como sonatas apagadas.
Pero los versos que componen la vida,
son siempre poemas del alma,
voy a poner a mi alma en venta
para ver si eres tu quien quiere comprarla...
Anoche yo tuve dos sueños
en los que yo te hablaba en voz alta,
pero mis palabras se murieron
a la salida del alba.
Mis sueños se fueron creciendo
como crece un niño en la alborada,
pero cuando salía la luna
la noche olvidó mis palabras.
La noche tejía crespones,
y al llegar la madrugada
tú no habías venido
y mi voz se quedó apagada.
Y es que a veces el mundo
no entiende de amores
ni de poesías ni de nada,
y mi cama se quedó vacía
llorando un poema de mi alma...
LA NIÑA HILANDERA
El mar con su señorío
agita sus aguas mansas,
los peces revolotean
sobre las espumas blancas.
Noche callada y tranquila,
noche de las velas blancas,
las burbujas de las olas
son de ámbar y de nácar.
Mientras el inmenso mar
agita sus mansas aguas,
las estrellas van cantando
cantos bellos para el alma.
En los barcos, los marinos,
se relevan de sus guardias,
y una niña hilandera
con un huso que es de plata,
va devanando sus hilos
en una luna esmeralda.
Noche tranquila y serena,
noche de viejas nostalgias,
la niña hila un tesoro
de corales y de nácar,
con sus manitas tan blancas,
hila la niña una enagua.
La arena del mar inquieto
se cubre toda de agua,
mientras la niña hilaba,
un angelito la guarda.
Y mientras la niña hilaba
y el mar batía sus olas,
con sus manitas de nieve
hila la niña una estatua
mientras la calandria canta.
La noche toca a su fin
y en el medio del jardín
se dibujó un arco iris
y un capullo de alelí.
Cuando el sol se levante
al llegar la mañana,
la niña habrá hilado
con hilos de plata
un mar azul de horizonte
con las espumas doradas.
Con los hilos de la luna
la niña la arena bordaba...
mientras doce golondrinas
con sus trinos la cantaban...
Juan Manuel Pérez Álvarez
LA PRIMAVERA DE SU NOMBRE
Pequé gravemente al referirme a su calvario cotidiano, porque traté de
asesinar su recuerdo. Yo entonces era joven, pero ahora siento que el
mundo se ha identificado con su corazón. Me duelen sus ojos, me duelen
sus lágrimas, me duelen los vestidos que se ponía y los que dejó de
ponerse, me duele su mirada arrugada, me duele el arco de sus cejas, me
duele la caja de música de su confianza quebrantada. Y ahora, ¿dónde me
recogeré? ¿Ante quién debo disculparme, si yo no tengo otras alas que las
de mi reflexión muda? Díganlo los capiteles corintios del Tiempo, que nos vieron pasar por su
puente, que nos vieron caminar por las calles atestadas de cucarachas de miseria, que nos vieron
besarnos al borde del puente sobre la roca viva del agua. A estas horas, los capiteles se habrán
desprendido en el aire como golondrinas naufragadas en un abismo de duda azul zafiro. Si no fuera
porque mi pensamiento es ella, diría que las amapolas me dan miedo porque tienen el color de mi
sangre.
Como mi debilidad es un libro de páginas blancas, voy a hacer el esfuerzo de escribir su nombre en
ellas, sucesivamente, porque resulta imposible pronunciar ese nombre con un único soplo de voz.
Ella no era nada más que lo que he visto. Había muchas mariposas en el estuco del día y el ante-yo
– todavía era una presunción- deambulaba con levita de nubes cerca de las tres menos cuarto. En el
día del Carnaval – que quiere decir la fiesta de la carne, la orgía de lo visible-, el Colegio de los
Elementos llenaba las calles de algarabía. Unos imitaban payasos coloreados de teoremas
matemáticos, otros parecían príncipes con diadema de estrellas y gregüescos electrónicos, y los más
eran mujeres con el colorete de la lujuria en las mejillas. Se paseaba mi premonición por entre
aquellos fantasmas de apariencia radiante cuando- siempre hay un cuando, aún cuando resulta
imposible decirlo- vi a aquel Perro Pobre entre los carruajes, los automóviles y los caballos. Se
acercó a mí con la lengua colgando y la mirada de yeso, porque se asomaba a mi mano como un
busto de silencio. Reconocí en su acento el de un amigo. Su cabeza se colocó debajo de las yemas
de mis dedos. Tenía llagas de brasa por todo el cuerpo, desde el hocico a la cola, llagas de un tono
apagado, a punto de extinguirse en la mirada. Pero, no obstante, movía la cola como la aguja de un
reloj, a cuyo compás bailaban sin tregua las máscaras. Y, lo más desconcertante, no se le oía
respirar.
Una bomba explotó cerca de las Candilejas, en el barrio pequeño de arriba, y una llamarada
incesante hecha de soledad purpúrea ascendió como el cuchillo de una herejía para espolear al gallo
de la aurora. Era la cavatina de la costumbre, que salía al balcón a aquellas horas. Et in Arcadia ego.
El Perro Pobre ladraba al humo proceloso del mármol informe que definía aquel espectáculo. Las
farolas del sueño argumental de la hora se estiraban para comprobar que el acontecimiento tenía una
linda cara. Y los ociosos elementos, asociados en corrillos moleculares aburridos como esferas de
un ballet, hacían anfiteatro y exigían trompetas.
- ¡ Que traigan al dragón! ¡Que lo traigan!- decía un Diagrama con raya en medio.
- ¡Que traigan el dragón, que traigan el dragón!- coreaba un Isótopo con Barba Postiza, bastardo y
expulsado de la Corte sin pensión.
Y como las frases de la multitud son todas iguales, en la revolución del tumulto y el redoble de las
declaraciones de derechos no se oía más que la bohemia de un grito unánime con lenguas y con
espiritrompas. El instante empezaba a tomar cuerpo de niño recién nacido. ¡Qué de ovaciones, qué
de calumnias festoneaban el evento! Se le cayeron los anillos al Dolor, que ya estaba achacoso y
anciano en una silla rococó hecha de refranes, y levantó el bejuco como para poner orden, aunque ni
el gato de raso le prestó atención, con la prisa que llevaba.
El Perro Pobre ladraba, y yo me saqué el sombrero de fieltro sarcástico para enjugarme la frente,
que la llevo siempre anegaba de todos los océanos. El sol hacía su papel en el cielo, sin despeinarse.
En todas las caras había una letra escrita con tinta china, aunque podrían desollarme con cuidado si
sé cuál era. Estaban los álamos tomándose el té del deseo cuando llegó su carroza como una nave de
oro y piedras preciosas –yo creí que era un espejo- y un colibrí de plata anunció el piano de su
caminar. Descendió así- y presten atención, si no tienen dinero- así como un trasatlántico de
transparencia. Llevaba encima de la cabeza una petunia con los brazos abiertos que cantaba ópera o,
por lo menos, ponía los pétalos en do mayor, o en do de pecho; calzaba chapines de carey y fumaba
un cigarro del tamaño de un rascacielos con muchos humos en figura de saltamontes de gozo que
hacían piruetas en el corazón. Yo solo le vi aquellos ojos que eran como atolones con corales y
anémonas y me quedé petrificado por tal disparate de belleza. Estaba siempre sonriente hasta que
me vio con el frac de la esperanza, bien aspergido de colonia en las axilas del alma. Saqué un
pañuelo del bolsillo –un pañuelo de batista con las iniciales D.H. ( “Disculpe, hermano/a”),
emblema de la cortesía- y me soné con todas mis fuerzas, expulsando por las fosas del averno de la
nariz una petaca de ámbar y un ramito de hierbabuena. Ella comprendió mi señal y, sacando del
bolso el abanico galáctico, se puso a enseñarme el zodiaco salvaje con las posturas insinuantes de
sus sienes de nácar. Mientras estábamos en este ejercicio- el Perro Pobre seguía a mi lado con la
sonrisa entre las piernas-, la cintura de una paloma desteñida colocó suavemente una cagada
esférica en la hombrera de mi traje que bendijo aquel encuentro. Ella no cesaba de liberar de la
cárcel de su pecho suspiros tuberculosos que salían en camilla a la plaza del mundo y que afilaban o
ponían de punta los cabellos de las entrañas. Aquel detalle fue la ráfaga de granizo que deshizo el
muro decapitado de nuestra separación. Ella hizo descender el abanico que se posó en el asfalto de
terciopelo del suelo sibarita –siempre estirado y con el orgullo de la gravedad de su centro ardiente
de avaricia que se apropia de todo lo que cae- y se posó en la punta de mi arrobamiento. Había que
iniciar un diálogo, pero en el instante en el que la vi desapareció encantado todo el paisaje y me
quedé en la nada con ella, en la nada que es la más astuta de las alcahuetas. Quería señalar aquello o
lo otro pero no había qué señalar, porque todo se había ido sin despedirse. Entonces hice mi papel
de caballero y me monté en el caballo para que ella se cayese del burro. El caballo es un decir y
dicho queda. El burro apenas sabe parecerlo. Y lo demás es un actor.
- No he visto unos ojos del mismo tamaño que los suyos- confesé con un hilo de voz.
- Nadie me había dicho jamás algo parecido- sonrió la dama, mostrando una empalizada de dientes
finísimos, casi etéreos.
Y entonces comenzaron a ponerse las cosas en su sitio. Soborné al viento para que me permitiese
subir en sus lomos de dragón, cuyas erizadas vértebras habían permitido el inicio de este romance.
Le dije a mi dama que me aguardase al borde de una fuente con taza de lapislázuli leyendo los
Versos del Día. Yo- pues ahora ya puedo decir que era yo, después de conocerla- me fui al Jardín de
las Horas, que estaba justo detrás del Ayuntamiento, donde acuden a orinar las ilusiones, y pedí un
simón aunque no se llamaba Pedro. Después, en llegando a un parterre colonizado por una plaga de
rosas, saqué del bolsillo de la solapa unas enormes tijeras de podar con las que Goliat podría
cortarse las uñas, y tonsuré el parterre rapando los rosales, que quedaron mondos y lirondos,
despojados de sus tafetanes y despejados de sus florituras. Comenzó a llover. Las alas del sombrero
de fieltro se me cayeron hacia abajo, chorreando un río lleno de peces y moluscos, y, entrándome
por el cuello de la camisa, se almacenaron en un embalse a la altura del tiro del pantalón y
derribaron con su plomada mi apuesta elegancia. Volví a saltos hacia donde estaba mi dama, como
un canguro de bronce –tal era mi resolución- y con un millón quinientas mil rosas en un ramo que
con sus espinas podría coronar la desmesurada cabeza del destino. La calle estaba sucia de tanta
limpieza. Las estrellas se habían caído como calcetines fláccidos y relumbraban de una manera
imprudente agrupadas en constelaciones – la Osa, Orión, los Dioscuros, el Boyero, la Estrella Polar,
las Pléyades, las Híadas y sus familiares- que no me dejaban ver con tanto resplandor en dónde
ponía los dichosos pies. Pero como sabía que ella me estaba esperando, aceleré la marcha como un
motor de explosión a unos 1111 km/h, o tal vez un poco menos, teniendo en cuenta que no quería
deshacerme la raya tan bien trazada en mi engominada cabeza. Fue entonces – o creo que fue en
otro momento- cuando me salió al paso el fantasma, que por ser chulo e incorpóreo, no pude verlo a
pesar de mi interés por encontrarlo. Estaban apagando la luz en el cielo paulatinamente, para evitar
que el pueblo de los elementos protestase o escribiese un artículo en la Mañana, el diario de cada
día. Salían a pacer los murciélagos y los ornitorrincos, a quienes les encanta hacer de las suyas y no
de las de los demás, cuando he aquí que me encontré con el enano Basilio, pero solo llegué a verle
los pies de muselina, porque tenía la cabeza perdida en el pasillo azul del cielo. Sabía que había
llegado el momento, pero ignoraba cuál. Para romper el hielo, tomé piqueta y punterola y me puse a
deshacerle la paciencia a preguntas de un interrogatorio salomónico, tan dividido que no tenía
principios y se entiende que no podía tener tampoco fines, porque un final razonable no puede
carecer de principios.
- Buenas indigestiones tenga usted- comencé- ¿Es usted sueco o tal vez se lo hace?
- ...
- Desde luego- respondí- Aparenta usted muchos más años de los que tiene, por esa genuina
estupidez que lo caracteriza. ¡Está usted hecho un Solón! ¿ O tal vez vive acompañado?
- ...
- ¿Y la familia? ¿Qué tal está su madre? ¿Sigue en activo?
- ...
- Sí, todos estamos orgullosos de nuestros hijos – confesé- Yo tengo un bebé de ochenta y nueve
años. Le voy a poner de nombre Matusalén, si le cabe. Ahora estoy criando dos cuervos para que
me saquen los ojos, a ver si se me parecen.
- ...
- Su hijita es una preciosidad. La veo poco, porque no existe, pero si no fuera por eso, no la vería
tampoco, para no comérmela. Es que soy un poquito antropófago, ¿sabe?. En mi casa me han
enseñado a comer de todo.
- ...
- ¡ Y ahora me pide eso! Haberlo pensado antes, cuando le disparó. Si lo ha matado, ¿cómo quiere
reconciliarse con él? Yo no puedo decirle nada a su suegro, porque a estas alturas ya debe de haber
bajado al cielo, si no ha subido al infierno, porque a él siempre le ha gustado hacerse notar en los
gallineros, y la ausencia de gloria debe de parecerle una gloria.
- ...
- Don Basilio, no se haga ilusiones, no son para usted. Esta tonelada de rosas no son para su futura
lápida. Es que... – y cuando dije esto, me hinché como un pavo desbordante de plomizo plumajeestoy enamorado. Sí. Al fin he decidido no pagar impuestos a solas y amar a mi señora con el
intestino, para digerir todo lo que ella diga.
- ...
- ¡Si tiene usted una retórica que parece un asianista! Yo siempre pensé que era de aquí, del
universo. Pero me inclino a pensar sin encorvarme que usted es como Cicerón, de Atenas, o como
Demóstenes, de Roma, si estuviesen casados por gananciales. ¡Usted es de todas partes! No hay
pueblo que no lo apadrine, ni nación que no lo reconozca como hijo suyo, según todos los probables
padres que lo engendraron.
- ...
- Desde luego que lo haré. Déle un saludo a su madre de mi parte, dígale que conserve su grandeza,
que tiene en usted su prueba, señor eminentísimo enano Basilio, y que conserve también su horario
de visitas para que los interesados puedan, como siempre, entrar cuando quieran y satisfacer en ella
sus esperanzas.
- Señor, usted se está burlando de mí – confesó el enano con estentórea y eólica voz- ¿No cae en la
cuenta de que soy mudo, y no puedo hablar?
- ¡Caramba! ¿Y como no me lo dijo usted antes así, calamo currente? ¿Cómo no me lo dijo?
Hablando se entiende la gente, y los mudos tienen el deber de expresarse en la sociedad civilizada,
para que los poderes públicos les oigan.
- Pues ya lo sabe. Por cierto – y el enano se quitó la chistera y descubrió un impúdico cráneo en
pelota, como si acabase de abrirlo- estoy encinto.
- ¿Cómo así?- me sorprendí escondiendo las manos en la cara- ¿ Usted también? ¿ Y su mujer qué
dice? No me imagino que ambas consecuencias provengan de la misma causa.
- Padezco un horrible embarazo que no me deja vivir- repuso el enano como un gigante- Y todo se
debe a que los dos pretendemos a la misma mujer.
- Pues eso tiene fácil remedio – declaré- Deje usted de pretenderla y el problema estará resuelto.
- Prefiero seguir una solución más razonable, más caritativa – sonrió mi microscópico rival- Lo reto
a usted en duelo.
- Me parece muy asequible – reflexioné- ¿A muerte?
- A muerte.
- Pues deje que lo apunte en la agenda – dije sacando un rollo de papel higiénico- Todos estos
apuntes y misceláneas tengo que pasarlos después por el ojo, para ponerlos en limpio. ¿ Le viene
bien dentro de cien años? ¡Pero que no sea el martes! ¡Ese día tengo cita con el pediatra!
- No será el martes – bramó el corpulento enano como un ruiseñor- Será hoy mismo. Aquí mismo.
In hoc loco.
- Hay que estarlo, sin duda – reconocí- Pero antes dígame con quien tengo el gusto de retarme, para
que si abandono este mundillo, pueda avisar después a la policía.
- ¿ No dijo que me llamaba Basilio?- preguntó el gran microbio.
- Sí, pero ese nombre en griego quiere decir Rey – objeté sin objeto- y yo soy liberal, y prefiero
llamarle Napoleón. Creo que tal personaje está a su altura.
- Sea Napoleón- consintió esa fiera de hombre- ¡En guardia!
- ¡ Pero qué hace, Tifeo belicoso!- exclamé- Cierre la petrina del pantalón. Las espadas son por ley
más pequeñas.
- No uso espada, sino pistola.
- Ya veo, ya.
- Y me ayudo de una granada de mano. Hace tiempo que le quité el seguro a una, y no sé dónde la
dejé.
- Pues cuando la encuentre cómasela, o visítela si tiene tiempo- comenté- Por cierto, ¿para este rito
es necesario ser armados caballeros o solamente ser armados?
- Ah, disculpe- y el jayán concentrado extrajo un libro y leyó en voz alta- “ Efemérides. Un avión
cayó en el Líbano y tardó una hora en levantarse. La Bolsa sube tres puntos y conquista el cero.
Roma ha sido saqueada por un ejército de bárbaros y por fin está habitada. En el estrecho de Bering
un piojo muere asfixiado”.
- Siga, siga – confesé- La última noticia no es verídica, ¿ o acaso es usted un impostor?
- Soy el que no soy, porque ser no depende de mí- dijo el enano con la teología en los cabellos
invisibles de su cabeza monda- Pero en fin, dichos quedan los refranes y las fórmulas. Solo resta
pelearse mutuamente, como buenos hermanos. ¿Qué arma escoge?
- Ninguna – repuse como buen proveedor- Con ella le venceré.
- Sea- dijo el enano- Yo emplearé mi revólver.
Y, contando doce leguas hacia atrás, se dio la vuelta como última dádiva. Después contó hasta tres
empezando por el final para terminar antes. Acto seguido, se volvió estropeando su hazaña anterior
como un relámpago sin brillo – dicho de otro modo, su conducta carece de comparación- y disparó
una bala lentamente. Tuve que cuadrarme en el escenario de la disputa para que el proyectil me
impactase a la altura del corazón. Si no llega a ser por mí, el acto hubiera sido inútil. Caí al suelo –
es decir, mi cuerpo cayó al suelo, mi alma es imposible que lo haga- como ordenan los cánones, y
procuré hacerlo del modo más estético posible, con la cara por delante, para que mis facciones se
ensuciaran con el polvo. El enano saltaba de alegría, y yo apostaría en la ruleta de la Fortuna – que
es, amigo, ninguna ( esta rima es intraducible, discúlpela, desprestigiado y necesario lector)- que en
aquel momento creció más de dos palmos, aunque fuesen de narices. Estando en el suelo, me tenté
la herida practicada por la bala a la altura del corazón, y esta empezó a manar sangre como una
fuente que puso el suelo de gala, esto es, púrpura como las togas de los senadores romanos.
Descubrí que mi músculo cardíaco había cesado de latir, por lo que dándole cuerda, lo puse en hora
guiándome por el sol, que estaba hecho un ascua a consecuencia de su soberbia, que busca alturas
siderales para no ver su humilde reflejo en el agua. El enano se acercó a mí y me preguntó qué me
ocurría. Yo le dije que él me acababa de disparar y que yo intentaba agonizar con educación, porque
las formas no deben perderse nunca, aún cuando no se tengan. Me puso un sudario mojado con agua
templada en la frente, para que la herida continuase manando con tranquilidad, y me dio un rosario
para que rezase por él, que me había dado muerte. Yo le agradecí aquellas muestras de preocupación
y le aseguré que tenía muy buen fondo. Tanteando la herida con los dedos, sonsaqué la bala de mis
costillas y la limpié con los dedos para volverla a colocar en su sitio, y en esto he aquí que se me
cae el corazón al suelo rebotando como una pelota, y yo lo tomo sin bebérmelo y descubro que su
fortaleza brillante está intacta, y que sigue en hora y amarrado a la leontina de las venas y arterias
que lo encadenan al pecho.
- Ni un rasguño – dijo el enano- Está intacto. Habrá que dispararle varias veces. Yo no tengo la
culpa. Usted no me avisó de nada.
- No hay remedio- dictaminé- Es oro puro, el material más duro del mundo.
- Pues déjelo estar- comentó el enano- Y de aquí en adelante avise a sus rivales para que lo tengan
en cuenta. Yo no voy a vivir siempre.
- De este modo- dije- Habrá que aplazar la muerte.
- Sí- cabeceó el enano, con la chistera hecha un chiste de tanto bamboleo- Usted tiene mi teléfono.
Cuando quiera avíseme, pero procure no pedírmelo mañana, porque tengo un entierro.
- Dispense – le dije al enano guapo- Es probable que no se lo pida nunca, a más tardar.
- Encantado de haberlo conocido, de haberlo tratado y de haberle disparado al pecho- me confesó
tendiéndome la mano- Y ahora, si no le importa – porque a mí me importa bastante, se lo asegurome voy a mi imperio en Camelot, para despachar los asuntos de Estado. Solo se trata de firmar unos
papeles y de cobrar unas pólizas. La gente necesita un verdugo. Compréndalo.
- ¿Pero no recuerda que lo de emperador me lo inventé yo, cuando decidí llamarle Napoleón?pregunté sin responder.
- No importa cómo se ha llegado al poder- aseguró aquel pedazo de pan- Lo importante es
mantenerse, porque yo leí en cuento chino que me contó un babilonio, hace tres o cuatro milenios,
que no hay nada más difícil que conquistar el poder de una nación nacida, y nada más fácil que
perderlo.
- ¿ Es usted luego el Rey Arturo, ese que vivía en las nubes y que veraneaba en la Bretaña
Francesa?- me sorprendí en sorprenderme.
- No, yo no soy ese- aseguró el enano- Yo no veraneo en la Bretaña Francesa. Pero soy vecino de las
nubes. Una urbanización preciosa, aunque bastante barroca. Tiene una torre casi tan alta como yo,
donde viven alquilados una pareja de ángeles.
- De ese modo, será como la torre de Babel –sugerí- Con vistas al infierno.
- Se llama Eiffel, no Babel, pero tanto da- se encogió de cuerpo el enano, a consecuencia de querer
encogerse de hombros- Nos han quitado de allí el infierno para instalar un coliseo. Ahora nos
aburrimos como ostras.
- Bueno, amigo – quise decir y terminé diciendo- No podemos continuar dialogando, porque yo
tengo que irme al Cuerno, con perdón de sus particulares, y usted debe marcharse ineludiblemente a
freír espárragos. Ya nos veremos cuando seamos ciegos, y buen viaje sea el suyo,
recomendablemente lejano.
- Igualmente, amigo. No se me ocurre una despedida más deseada. Y ya sabe, cuando quiera tomar
un café o simplemente ansía que le pegue un tiro, avíseme por teléfono o por paloma mensajera, si
desea que le conteste rápido.
- Hasta luego. Piérdase usted.
- Después de usted, estimado enemigo.
Y nos fuimos cada uno por su lado, como tortolitos.
Recogí del suelo mi tonelada de rosas, la metí en el bolsillo envuelta en el pañuelo que me regaló
don Ovidio, que es una mortaja, y me encaminé a ver a mi amante, caminando como un húsar para
pasar desapercibido entre los Gatos Europeos, que estaban celebrando un tratado de paz con los
Ratones Africanos. A no ser por la corneta que tocaba y por el altavoz con el que me anuncié,
aquello no hubiera salido de allí, del orbe. Iba caminando por la calle empedrada de basalto con alas
en los pies, cuando vi un cometa que se había quedado enredado entre las ramas de unas escuálidas
secuoyas. Me quité las alas y volé hacia la cúpula de hojas advenedizas, todavía verdes, y cogiendo
al cometa por la cola, le pregunté su nombre. Me dijo que se llamaba César con estas palabras:
- Me llamo César.
Me refirió también que su historia era tan larga como la del mundo y que necesitaba un momentito
eterno para contarla, porque había nacido ayer. Contó que viajaba como grumete en un barco pirata
muy honrado en compañía de dos notarios que no sabían escribir y de un loro con los dientes
agudos como gubias que le caían muy bien, porque empezaban a envejecer. Estando en el barco
descubrió un día un tesoro en un inodoro de topacio y lo extrajo para permitir que desaguara la
cañería, la cual estaba llena de cadáveres de marineros que había asesinado para no enfrentarse a
ellos, por decoro. Descubrió un enorme hipopótamo de yeso con estrabismo que le ofreció una
mirada nueva y le sirvió para iluminar su vida, porque estaba lleno de aceite de ballena engrasado
con el que encendió mil novecientas noventa y nueve bujías, que pudieran ser dos mil si no fuera
porque se equivocara al contarlas. Con aquellas candilejas navegó por unos mares desérticos, llenos
de olas que alcanzaban el cielo con las manos, vio a varios monstruos antediluvianos en los retratos
de unos parientes suyos que estaban clavados en su camarote, de pie y en cuatro cuartos, porque no
tenían mayores caudales para figurar en lienzo, y por último, vio una isla en forma de manzana, sola
y suspendida sobre el aire, aunque aprobada por el océano. Creyó que aquella isla sería sin duda la
misma Duda que se tropezaba en su camino, porque no tenía ni idea de cómo era ni cuáles eran sus
intenciones. Creyó también – creer nunca está de más- que aquella isla en forma de manzana reineta
era el famoso – no infame, que a menudo estos dos términos suelen confundirse y no son hermanos
ni primos- Jardín de las Hespérides griego, el Edén Bíblico, el Avalón celta, el Valhala germano, el
Dorado americano o la Casa de Tócame Roque- que había leído de chico en el catecismo, y
descubrió que era todas esas cosas y a la vez ninguna, porque no tenía nombre ni perro que le
ladrase, y apenas tenía unas quinientas yugadas de pulga, pegadas unas a las otras. “Sí, aquello
mucho de paraíso no tenía”, reconoció el cometa con nostalgia ardiente, “pero yo terminé
queriéndole, porque siempre lo tenía debajo, y nunca protestaba de que yo estuviera encima, como
buena cabalgadura. Sabía que me comprendía”. Y de hecho tenía toda la razón. Lo comprendía
porque él había vivido dentro de él. Así, siguió explicándose el cometa, habitó cincuenta y cinco
años en una tierra que solo tenía arena y palmeras. “Con tantas palmas pudiera haber sido un
mártir” confesó sin bendición el pícaro cometa, “ solo que aquellas eran datileras, y no daban más
que higos, amén de unos olmos que daban peras todo el año, de lo que me alimenté durante todo el
tiempo que allí estuve, y aún me alimentara hoy de tales viandas si en lugar de estar aquí estuviera
allí, se lo digo con el corazón en la mano”. “Guárdeselo” le había dicho yo, “ y procure que no se le
ablande la piedra”. Siguió contando que la isla Reineta – como las bautizó por su apariencia
comestible- estaba llena de pájaros como su cabeza, que reptaban por el suelo y silbaban como
serpientes y árbitros de fútbol, aunque no tenían veneno, a diferencia de estos últimos. También
vivían en ella animales nunca conocidos, como unicornios y escolopendras, quimeras y concursos
de acreedores. Pero con estos no podía hablar porque desconocían su lengua – o mejor dicho, “ no
la tenían”, había testimoniado el cometa convencido, “no tenían lengua y desgraciadamente no
podían comunicarse más que por correo, y tardaban al menos un mes en contestarle una pregunta
sencilla, si no estaban excesivamente ocupados”. “Esos animales podrían pasar por hombres, pero
nunca por mujeres”, aseveré, “porque es inverosímil pensar en una mujer sin lengua, ni siquiera es
un farol de la mitología”. Además de tales animales, con perdón, conoció el cometa a una tribu de
funcionarios de la isla que se dedicaban desde tiempos inmemoriales al noble oficio de la
antropofagia, que por tradición había ido pasando oralmente de padres a hijos. Eran funcionarios,
dijo, porque trabajaban solo por las mañanas, y el resto del día lo pasaban jugando a los dados,
ociosos y despreocupados. Tenían la piel de color azul celeste, y la mirada sin pintar. Los hombres
llevaban largos cabellos y las mujeres largas faldas, y los caciques del pueblo largas por respuesta.
Eran apenas unos miles de millones, cuatro gatos, concentrados en una aldea con rascacielos bajos.
No bebían más que vino. Aborrecían el agua. Lo mejor que tenían eran los guisantes, grandes como
calabazas, que se empleaban, al igual que estas, como atributos del desdén. Eran tan hermosos
físicamente, tan agraciados y tan simpáticos, que avergonzaban a cualquiera. “Lo primero que se me
ocurrió antes que lo segundo fue enviarles una embajada para conocerlos personalmente, así que,
después de nombrarme embajador con plenos poderes – tuve que superar la oposición antes y
vencer en examen público a todos mis contrincantes- pedí prestado un caduceo a una higuera y una
corona de olivo a un abedul y acudí a ver a aquellos salvajes tan educados” comentó el cometa de
mundo, y siguió hablando sin ayuda con un lenguaje idéntico al mío –por lo que deduje
clínicamente que sabía hablar mi lenguaje-, “ Los encontré reunidos en asamblea, los hombres a un
lado y las mujeres con los hombres, comentando cuestiones de gobierno y censo de las poblaciones,
reuniéndose todos a la vez a causa de una peregrina costumbre digna de mención, que mencionaré
tanto si me lo permiten como si no, y que era esta: tenían la costumbre de contar con los dedos las
cabezas existentes de individuos sin tener en cuenta los cuerpos, por lo que muchos de ellos no
figuraban en el censo, y lo hacían de una forma peculiar, contando no por ábacos ni por
calculadoras sino por los dedos, y como no había suficientes dedos en un individuo para contar a
todos los miembros de la tribu, se reunían en asamblea para tener dedos suficientes para todos los
individuos. Causaba admiración su forma de vida, tan diferente a otras distintas, su organización
electoral tan compleja, donde no existían poderes públicos de ninguna clase, porque todos los
poderes eran privados y de todas las clases. No existían tribunales, jueces, magistrados, fiscales,
abogados, escribanos y otros males de nuestra sociedad, sino que un único individuo detentaba todo
el poder político, cargando él solo, valientemente, con toda la responsabilidad y todo el beneficio,
tratando a los demás como esclavos suyos, sin distinción de linaje, porque ninguno lo tenía y todos
se llamaban unos a otros de la misma manera. A consecuencia de esta uniformidad nominal había
bastantes malentendidos, porque cuando se les llamaba, acudían todos en masa como un sujeto
homogéneo, y era imposible mantener una conversación sin que hablasen todos a la vez. Quise
conocer en persona a tan humanitario monarca como tenía la tribu, a un individuo tan preocupado
por el bien común que lo había tomado como propio, para que no se le escapase de entre las manos.
Sin embargo – no soy yo una entidad de crédito- no pude cumplir mi deseo infinito de ver a aquel
dulce tirano en persona, y no porque no me lo enseñasen con el dedo, sino porque no era una
persona, era un mono macaco que se rascaba como los ángeles. Lo habían nombrado los dueños de
la isla Emperador de la Inteligencia y Padre de la Patria, instituyéndolo primus inter pares y primate
del pueblo.
- Lo que ocurre – traté de convencer a los delicados antropófagos- es que su monarca es un mono,
no un hombre, y por lo tanto, no pueden obedecer sus órdenes, porque no puede darlas por medio de
la palabra.
- Eso no es asunto nuestro – me dijo el pueblo con voz potente y nauseabunda, porque no tenían
costumbre de lavarla después de usarla, ni de vender sus decibelios a una ideología política- Él no
nos ha dicho nada.
Tras un mes de convivencia con aquellos hombres de la isla Reineta, comprendí que tenían toda la
razón en ofrecer la Inteligencia al mono, al no saber a ciencia cierta qué hacer con ella. Estando en
convivencia con la muy ilustre nación de Súbditos del Mono – sentían el don de la libertad con este
apelativo- comencé a sentirme enfermo del estómago. Los médicos de la isla no sabían a qué
achacar la súbita enfermedad, porque yo estaba vacunado contra casi todo y, aparte de un incidente
en el cual, en una competición deportiva con navajas afiladas, me habían cortado por la mitad para
provocar una inocente diversión, no se me conocían antecedentes patológicos. Empezaba a
preocuparme porque pensaba ocuparme más adelante del asunto, sobre todo cuando me dijeron que
cada año moría en la isla una persona de muerte natural. Me ofrecieron al chamán de la isla
disfrazándome con un pellejo de piel de cabra, y poniéndome en la mano un tirso y en la cabeza una
corona de plumas de guacamayo, me exhibieron por las aldeas de la población para invocar a los
espíritus de los antepasados mi curación, y también para hacer reír a los curiosos, que eran la
mayoría. Los espíritus enviaron un telegrama al chamán a cobro revertido, por lo que este
permaneció más de una hora invocando a la madre de tales espíritus con palabras directas y
significantes que no precisaban traducción, y después leyó delante de mí el documento que era a la
vez el dictamen que contenía el quid de mi extraña patología. El documento lo remito a
continuación y lo incorporo de puño y letra de los espíritus que lo escribieron, que debían ser
demasiados según los descomunales errores ortográficos y gramaticales que tenía, que no podrían
ser urdidos por una sola cabeza. Por pudor los he suprimido, por lo cual también he suprimido el
documento, que no podría separarse de los inherentes y garrafales errores que lo caracterizan. Pero
como no quiero dejarle a usted y a los testigos de esta historieta con una desazón metafísica a causa
del supuesto documento suprimido, que es una loable catástrofe, la he reconstruido siguiendo los
cánones griegos, que son similares a los persas y a los merovingios, y he aquí el resultado
resultante:
Al chamán don Absoluto Papanato, pontífice de la isla Reineta y accionista de la Sociedad de
Valores Vanidosos, e íntimo amigo de los suyos:
TELEGRAMA
Por la presente le informamos de que hemos estimado su solicitud de administrar la curación al
primer turista de nuestro territorio. Se trata de un acto de soberanía porque así resulta ser y así lo
hemos establecido nosotros a través de la consulta a todos aquellos que carecen del derecho de la
existencia, y ellos lo han ratificado presencialmente. Nuestra asamblea reunida por separado ha
llegado a esta conclusión después de haber llegado a otras anteriormente, y no de mayor, igual o
menor importancia que las anteriores y posteriores, registradas en nuestro archivo actualmente
extraviado. Los extranjeros que visitan nuestro país tienen la posibilidad de encontrarse enfermos
o moribundos, y de curarse si así lo deciden. La Asamblea de los Muertos no se opone a la Ley de
la Naturaleza ni tampoco la deroga por otra necesariamente idéntica aunque reformada en los
circunloquios de su redacción. Lo único que demanda es cautela en lo que se refiere al
procedimiento, cautela para evitar posibles conflictos entre los muertos y los vivos que podrían
desembocar en una guerra civil produciéndose numerosas bajas en ambos bandos. Otra
recomendación es que haga exactamente lo que usted le venga en gana cuando quiera y como
quiera, siempre que su actuación no colisione con los intereses ajenos, para lo cual se recomienda
prudencia, eliminando al titular de todo interés opuesto antes de que el conflicto pueda terminar
violentamente. Por lo demás, cuídese con lo que tenga a mano y preocupe molestar lo menos
posible a quienes trabajamos por la comunidad no haciendo nada por ella, permitiendo que sus
iniciativas no colisionen con las nuestras, que son ningunas. El amor que nos une a nuestro pueblo,
el interés por que progrese y se desarrolle, es completamente nulo, y esto nos permite escribir un
comunicado tan tedioso, tan prolijo y tan cursi. De modo que, acongojado chamán, arréglese como
pueda y como quiera, que nosotros haremos lo mismo por nuestra parte, manteniendo una relación
constante de incomunicación entre los vivos y los muertos – aunque esta distinción en poco tiempo
no resulta necesaria- mientras dure nuestro mandato, que será por siempre hasta nueva orden, que
será por nunca.
Suyos hasta la muerte y después de ella,
LA ASAMBLEA DE SUS POSTRIMERÍAS
¡Qué contento me sentí después de que el chamán me leyera la carta! ¡Qué saltos de canguro daba,
qué sonrisa de oreja a oreja se dibujó en mi halo! ¡Podía curarme cuando quisiese, según el
comunicado, del modo y forma que prefiriese! ¡Qué sensibilidad tenían aquellos muertos, qué
ardientes eran sus entrañas! Estaba como unas castañuelas, sabiendo que los muertos no se oponían
a mi curación y que la aprobaban con fórmulas animosas. Con este remedio farmacológico me retiré
a mi domicilio, me acosté en la cama y me puse a leer la Biblia, como los misioneros. Fue entonces
–con estas piadosas costumbres- cuando descubrí de qué pie cojeaba mi enfermedad porque supe
que estaba enfermo, cosa que antes desconocía, porque no me había parado a pensar en ello.
También deduje que podría haber ayudado al desenlace de la sintomatología el hecho peregrino y
cosmopolita de no haber comido a manteles ni de haber probado bocado en todo el tiempo que
estuve en la isla, y para persuadirme de la veracidad de esta hipótesis, les pregunté a los habitantes
de la tribu genuina de hombres y mujeres de pro o tal vez de contra si seguían la costumbre general
de llenar el estómago, o si por el contrario lo dejaban vacío como una caja fuerte desvalijada. Me
dijeron que no sabían lo que era comer. Cuando se lo expliqué se echaron a reír y tuve que
recogerlos para que no se derramasen en el mar de la ironía, cuyas orillas están sumergidas, y
también les dije que, por respeto a mí, que era extranjero, deberían mantener la compostura
procurando al menos reírse solamente a mis espaldas.
- Es que – se explicaron- comer es el ejercicio más estúpido del mundo, según nos lo describe, y
solo puede compararse a arar en el mar o a esconder una vela encendida en un pozo y luego
cerrarlo.
- Díganme la causa- quise querer saber.
- Pues la causa no precisa de excesivas consecuencias para hacerse notar- me explicaron los
insulanos- porque si usted hace lo mismo que deshace, expulsando por un orificio lo que por otro
introduce, actuará como Sísifo – no me dijeron exactamente Sísifo, aunque sin duda quisieron
decírmelo- y echará a perder el trabajo realizado.
- Es la ley de la naturaleza –argumenté- Nadie puede quebrantar la ley, exceptuando a la propia ley
inquebrantable.
- Pues esa ley no ha pasado por el parlamento de esta isla –me aseguraron- así que para nosotros no
tiene aplicación.
- ¿Cómo no?- repliqué- ¿Acaso están ustedes fuera de la naturaleza?
- No es eso- argumentaron con modestia los isleños- Es que la naturaleza está dentro de nosotros.
- Son ustedes muy soberbios- volví a la carga por la rabia que sentí cuando me dieron una respuesta
tan certera.
- La soberbia está dentro de usted, no dentro de nosotros- me confesaron.
Desde entonces comprendí que hay que visitar muchas islas para comprenderse nítidamente a uno
mismo. Y también comprendí lo que significa el verbo comprender, padre de todos los verbos, que
consiste en asumir internamente a través de lo invisible – la ciudad sobrehumana y divina- la ironía
perfecta y consumada de lo visible. Es decir, se necesitaba un sacrificio, y todos los espejos me
acusaban. Aquellos isleños me trataban a cuerpo de rey, y aquello tendría que resultar sospechoso
teniendo en cuenta que con tanta popularidad solo un mono era capaz de hacerme sombra. En la isla
Reineta no hay oro ni plata, ni siquiera petróleo, sino solamente caucho y ambrosía. Lo demás es
selva y arena, amén de algunas montañas y termiteros con vistas al mar amarillento, que algún
profeta del Antiguo Testamento no dudaría en llamar con voz de quincallero mar de luz. Las más de
las veces se disfrazaba de azul pero interiormente estoy seguro de que tenía este color, y la prueba
de ello es que no hay nadie excepto yo mismo que pueda decir lo contrario.
Un día llovió bastante, aunque la lluvia caía sin mojarnos, pidiendo permiso y apartándose cuando
se acercaba a nuestras ropas de gala. Determinamos todo el pueblo y yo excepto el mono, que a la
sazón estaba entretenido con el periódico del día, como hacen los de su especie, de hacer una
expedición al volcán del Ardiente Beso, que estaba domiciliado en el centro sur de la isla, para ir a
recoger ambrosía y caucho, que como ya indicado, es lo que más abunda en esa región difícil de
imaginar. Tomamos el Tren de los Troles – aunque los más de ellos eran Trolas, de sexo femenino-,
unos seres mitológicos que calzan zapatos deportivos con una cámara de orgón y pueden
desplazarse a muchísima velocidad, haciendo ondear sus cabellos largos y sucios, que se ponen de
punta con el rozamiento del aire, dándole ese aspecto tan característico que hace que parezcan
informales y feos, aunque yo los he visto quietos y doy fe de que son hermosos como cualquier
entrañable alimaña. Gracias a su alta velocidad alcanzamos la cumbre del volcán antes de ver
siquiera la base, y pusimos los pies en lo alto con mucho cuidado de no precipitarnos al lugar que
habíamos sorteado. Vimos una enorme boca gigantesca que no nos dijo nada, pero que nos dejó
estupefactos al mostrarnos una lengua de lava en su interior, una lengua muy larga, mucho más
larga que la de un murmurador, y un poco más corta que la de una murmuradora, a la cual si le daba
por echarse a conversar sería allí Troya para nosotros. Entonces sentimos miedo y comenzamos a
arrimarnos unos a otros como para no coger frío, aunque de hecho, las nubes livianas se derretían en
agua con el calor. Entonces, con unos prismáticos de noble plástico contemplamos la caverna
incandescente del volcán y pudimos admirar la Morada de los Grifos, que construyen sus nidos con
caucho y ambrosía – y un poco de betún de zapatos- y no cesan de escupir lava por sus picos de
plomo, como grifos que son. Un grifo – para los naturalistas curiosos sea dicho- es un bichejo del
tamaño de una cabra, cuadrúpedo y cubierto de plumas – actualmente, a causa de una modificación
genética patentada por unos comerciantes europeos, tienen el cuerpo cubierto de billetes de dólar- y
se dedican a construir nidos para sus polluelos, así como a acumular grandes sumas de dinero para
concederse préstamos entre sí. En aquel momento estaban distraídos cotizando en Bolsa, que es un
enorme pellejo de cuero de cabra lleno de excrementos de nácar que relumbran como una luna
artificial – como esa luna de los astronautas-. Decidimos que yo bajaría a la lengua del volcán – la
incandescencia de mi piel entre la incandescencia de la lava pasa desapercibida si no se mira
demasiado- y que pondría una pica en las entrañas del desafiante beso de la tierra que estaba a punto
de seducirme. Dicho y hecho. Veni, vidi, vici. Quiero decir, que me eché como un Empédocles al
vacío de aquella sima de metal fundido que gemía como una parturienta para rescatar - ¡codicia
humana, a dónde te precipitas!- oro podrido de bilis y ambición para llenar unos estómagos sin
fondo. La codicia seduce incluso al más puro de los hombres, como sedujo a aquellos buenos
moradores de la tenebrosa isla que flota en mitad del mar universal, sostenidos en la Divina
Providencia. Vi a los grifos. Ellos me vieron a mí. Nos enfrentamos en una lucha sin cuartel, yo
contra diez mil de ellos que gritaban y clamaban como un millón de demagogos. Los cogí a todos
por la cola y los zarandeé en el aire hasta volverlos fuego puro que me hizo elevarme en la caverna
volcánica como si estuviese en el ascensor de un misil. Me elevé por encima del dinero, por encima
de los hombres de la isla, por encima de las ambiciones humanas, y pertenecí para siempre al
territorio del cielo. Mi cabeza se metamorfoseó en una partícula de piedra durísima e indestructible,
y cabalgué a lomos del palafrén del tiempo hecho sangre de fuego, esa misma sangre que somos,
esa misma sangre de la verdad que se llama Espíritu, y que en una ocasión y para siempre se vertió
sobre nosotros otorgándonos el don de la palabra. Ahora soy un héroe ejemplar que viaja por el
cielo, más allá de los abismos volcánicos del pecado y la maldad humanos, hecho antorcha de
santidad y libre y completamente feliz por consiguiente, como una forma que se hace materia en la
mente de cada uno que la encuentra, comida y bebida de comprensión, de esa comprensión
inaugurada por el que vino antes y está por venir ahora, por ese mar de luz en el que la isla se
sostiene, y que no es otro que el vino de la alegría sobre el pan de lo imperecedero, fuente oscura
nunca del todo conocida y perpetuamente sólida y manifiesta en el canto de toda forma”.
Así concluyó el cometa el Cuento de la Historia, que siempre es la misma aunque narrada por
generaciones diferentes. Aún así, no comprendí la causa por la que el cometa había quedado
enzarzado entre las ramas de un árbol. “Fue un simulacro”, me confesó, “como toda tu vida anterior.
Ahora empieza tu verdadera vida, más allá de la isla de la tristeza, sobre las aguas del mar de la
música”. “Estoy enamorado”, le dije, pero ya se había vaporizado en el espacio de rostro sin límites
y de facciones emocionales.
Me quedé solo.
¿Dónde estaba la tonelada de rosas que le rendiría a mi amada en sacrificio?. No las veía por
ninguna parte. Era de noche y el ballet de las estrellas relumbraba como un lejano espectáculo.
¿Qué tenía que hacer ahora cuando mi papel de ante-yo había terminado? Ni siquiera tenía nombre.
“Necesito un nombre”, pensé, “aunque sea conocido y vulgar”. La calle estaba vacía y la plaza en la
que me encontré con ella tenía la forma de una lágrima. Oí un ladrido. Era el Perro Pobre de mi
última hora, cubierto de llagas, un tanto cansado de esperarme, famélico pero nunca rendido.
Recordé el duelo con el enano de mi egoísmo, el disparo que había rebotado sobre el corazón, y
luego el cometa que me había hecho comprender y despertar. “Solo falta ella”, pensé. Intenté
encontrar su mirada dibujada en alguna parte. Nada. Vacío sin intención de cambio. Y el Carnaval
de los Elementos había desaparecido.
- Ven – escuché una voz familiar.
No era el perro de mi Última Hora. No era el dragón del viento. Era su voz. Solo su voz de pie
delante de mí, pero aún no la veía.
- Mírame –escuché.
Miré de nuevo. El Perro Pobre estaba sentado a sus pies y ella me sonreía, me hablaba con un
acento más antiguo que el tiempo, y con la suavidad de una caricia. El surtidor de la fuente había
puesto fin a la noche cuando desperté en los brazos de mi madre con el nombre nuevo que me
introducía en la vida: Amor.
LA CIUDAD DEL SENTIR
Buscábamos un Final. Durante toda nuestra vida buscábamos un Final, y en usted, el oído que
escucha, lo hemos encontrado. La justificación sería la Carta de las Letras, que acabamos de sellar
con su anillo argumental, el sol que nos alumbra.
No, usted no debe preguntar nada. Ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, ha leído nuestra vida y
nos ha interrogado sobre nuestras circunstancias. No queda nada salvo la espera, y esta es un paisaje
sin árboles.
Fíjese. Le será sencillo leer esta carta pero le será muy difícil comprenderla si no sigue estas
instrucciones. Antes de tratar de entender, lave su mente y únjala después con estos enunciados,
átelos a las estrellas de sus pensamientos y colóquelos encima de los límites de las caprichosas
facciones de la Tierra de la Memoria. Usted y yo tenemos algo en común, y es que no nos
conocemos de nada, y por esa razón estamos en contacto. Trate de no romper esta tela hasta que
termine la narración. Después, rasgue si quiere el lenguaje de las sensaciones y transfigure en una
idea gloriosa como la luz lo que no es más que una heredad de hierba sin resplandor inteligente.
Éramos cinco hermanos, ¿recuerda?. Cada uno tomamos una mujer y nos fuimos de la casa de
nuestro padre, que nos había criado, y depositamos un beso en la mejilla de nuestra madre. Fuimos
a buscar un trabajo en la ciudad, como tantos jóvenes, huyendo de las tareas del campo, y lo
conocimos a usted. Era un terrateniente rico, con muchos ganados y mucha servidumbre trabajando
en sus eriales. Había automóviles caros a su puerta, y los comerciantes venían de lejos para
proveerle de vituallas para su granja. Le pedimos un préstamo, ¿se acuerda?, porque los bancos
cobraban muy caros los intereses y no teníamos con qué hacer frente a los pagos y a los
vencimientos cuyas aguas diluvianas podrían llegar a rebasar la gola de nuestros cuellos. Mi mujer
y la de Tomás estaban encintas y la de este último de siete meses, por lo que precisábamos ayuda
inmediata. Nuestro padre no sabía nada de esto porque no se lo habíamos dicho con el fin de no
preocupar a nuestra madre, que siempre rezaba por nosotros y se angustiaba con la más leve de
nuestras tribulaciones.
Usted nos dijo esto, sosteniendo la azada en la mano derecha:
- Puedo daros un trabajo provisional en mi granja para que recojáis los fondos necesarios para
trasladaros a vivir en la ciudad. El contrato será por seis meses, pero con esta condición: todos
debéis trabajar en la granja, incluidas vuestras mujeres y cobraréis un salario conjunto que os
repartiréis entre vosotros según vuestras normas, porque yo no quiero mediar en vuestros conflictos
ni intervenir en vuestras disputas.
Aceptamos. Al día siguiente Pedro, Ignacio, José, Tomás y yo, que me llamo Miguel y soy el más
joven de los cinco, nos pusimos a trabajar en la granja. La jornada era dura. Había que levantarse a
las seis de la mañana, llevar el ganado a pacer en las eras, ordeñar a vacas y ovejas, separar los
terneros de sus madres, sacar de los establos el estiércol en carretas para abonar los huertos, dar de
beber y de comer a las bestias y, por último, vigilarlas para que no contrajesen enfermedades. Todo
esto lo hacíamos entre hombres y mujeres, interviniendo cada cual según sus posibilidades, como
manda la equidad, sin desavenencias ni reproches mutuos. El patrón estaba contento. Comíamos a
su mesa y a la de su mujer, y no nos peleábamos salvo por ayudar. El pan que comíamos era nuestro
trabajo, y el vino que bebíamos nuestra alegría. Todos teníamos la esperanza de marcharnos pronto
para la ciudad, pero por otra parte, sentíamos nostalgia de lo que dejábamos atrás y suspirábamos
por el cariño que respirábamos en la granja. La explotación marchaba perfectamente. Sembrábamos
y recogíamos a nuestro tiempo, quiero decir, los ganados se criaban estupendamente con nuestro
trato y abarrotábamos el mercado de la feria con nuestras ofertas.
Pero no estábamos plenamente satisfechos, buscábamos un Final más allá de usted, de su persona,
de su trato, de su afecto. Buscábamos otro Final.
La situación preliminar se hizo más tediosa cuando llegó su hijo, ¿recuerda?, su hijo que venía de
estudiar en la Universidad. Era un grácil mozo como nosotros, pero con una cortesía aprendida en
los centros de estudio, y con un metodismo ejemplar. Se llamaba Julio, usted le puso ese nombre.
Yo diría que aquel rapaz tenía a la Sabiduría por hermana, tan bien hablaba que daba gusto oírle los
días de invierno contar cuentos junto al fuego. Era la virtud de su padre y la alegría de su madre.
Incluso los animales, ¡fíjese usted, los animales que no tienen uso de razón como nosotros, aunque
sienten y hablan a través de nuestras emociones, lo reconocían como dueño y señor de toda la
granja, y cuando él se acercaba, bajaban la cabeza! Le juro que es verdad lo que digo, si no, me
callaría. Y este hombre, a veces, nos ayudaba a transportar el heno en las carretas, a manejar el
tractor por los eriales para arar y sembrar el trigo que precisábamos para alimentarnos nosotros y los
ganados, que eran cada vez más abundantes. No tenía reparo ninguno aquel hombre estudiado en
echarnos una mano a nosotros que no teníamos estudios y trabajábamos a jornal en la casa de su
padre, y cuando conversábamos no sabíamos qué decir delante de él. ¡Qué hombre! ¿Dónde se vio
otro igual, dígame usted? ¡Y era su hijo, el que llevaba su nombre por el mundo! ¿Qué mayor
consuelo puede haber para una persona mortal el ver que su hijo lo hará inmortal, como una voz
multiplicada en las aguas del tiempo? ¿Qué cosa hay que pueda comparársele? Ni cien mil
hectáreas de trigal se le comparan, ni otras tantas cabezas de ganado que podrían alimentar países
enteros. Yo le digo con el corazón en la mano que no conocí en toda mi vida hombre como él, y esto
lo digo para poder decir lo que viene más adelante, lo único que puede explicar este hecho, porque
sin explicación, de poco nos sirven los hechos, por grandes o pequeños que sean. Yo vi que Pedro,
mi hermano, se retiraba a hablar con él para preguntarle cosas de estudio, y se apartaba de nosotros
para que no lo oyésemos, y ni siquiera le decía a su mujer lo que escuchaba de sus labios. Ignacio y
yo, que somos curiosos, espiábamos detrás de la puerta del establo para escuchar lo que se decían a
escondidas porque no se nos cocía el pan pensando qué se podían estar diciendo. Y las más de las
veces no escuchábamos nada, pero poníamos la oreja como si nos fuese la vida en ello. Mi mujer ya
había dado a luz una criatura y yo le puse mi nombre, como se acostumbra a hacer en el pueblo,
aunque Dios sabía quién había tomado parte en el asunto, de tantos como allí éramos, aunque mi
mujer ya estaba de meses cuando llegó a la granja. Y mi hermano Tomás también tuvo un hijo y le
puso su nombre. ¿Y aquel hombre, Señor, no se me viene un día a la cuna donde dormía mi
chiquillo y no le regala un sonajero de plata, se lo juro por mi pellejo, de plata y con varillas de oro?
¿Y no le dice esto, pecador soy yo a Dios, como si fuera su pariente cercano?:
- Esto es para ti. Cuando crezcas, tendrás de plata los estribos de tu caballo.
Yo le dije:
- Señorito, ¿qué he hecho para que me haga tanto bien?
- Lo comprenderás más adelante- me respondió.
¡Que me maten si no era aquel el Final que estoy pronunciando a cada paso, que me maten si no lo
sabía de antemano cuando nosotros tardamos tanto en comprenderlo! ¿No le dije que aquel no era
un hombre solo, sino un ángel mismo, y que se sabía de memoria todo lo que estaba escrito y lo que
más adelante se escribiría? ¡Cómo no lo va a saber, Señor, si usted es su padre! Es la costumbre que
tengo lo que me hace repetir las cosas, aunque bien sé que usted ya sabe todo esto, y aún así se lo
digo para que vea que tengo buenas intenciones, y que quiero dar ejemplo de buenas conductas,
porque que yo no sea estudiado no quiere decir que no tenga corazón ni entrañas, a fe que no.
Pues con esto le doy a entender lo que me fijaba por aquel entonces en lo que nos acontecía, como
si quisiera grabarlo en mi corazón mismo. Aquel mozo, su hijo, no había cosa que no hiciese bien,
por pequeña que fuera, por liviana que pareciese. Y sabía contar chistes como el primero, a pesar de
saber teología y esas cosas que se estudian en la universidad. No se me olvida una vez que estaba
sembrando en el huerto unas nabizas y unas remolachas, y tenía la semilla en la mano y, como vi
que era mucha –porque después usted, Señor, me reñía si dejaba el terreno muy castigado de la
labranza- cogí los granos, que no eran ni granos de arena de lo pequeños que eran, y los tiré en el
camino y los pisé, para que luego el amo, que era usted, no echase de ver que había perdido parte de
la semilla. Y el mozo se acerca a mí de pronto por la espalda y me pregunta “¿Qué haces?”, y yo
con el susto no sabía qué responderle y balbuceaba como un niño, porque los hombres que no
sabemos de letras, como yo, no hablamos tan deprisa como los que saben latín y estudian las
ciencias del mundo, y a la hora de dar excusas las más de las veces nos quedamos con la palabra en
la boca. Y entonces le dije muy quedo, como pidiendo perdón por el mal que había hecho:
- Excúseme, señorito, tomé demasiada semilla y tuve que tirarla, porque su padre se enfada si
abarroto el campo.
Así le dije. Pero él, que era hábil como nunca conocí varón, me replica:
- ¿No será más bien porque te da pereza el sembrar por lo que derramas la semilla? Nunca se tira
una semilla, por pequeña que sea, porque los árboles nacen de las semillas, y de los árboles se hacen
bosques. Y no te engañes, nunca se toma demasiada semilla, porque siempre hay más tierra de
baldío que sembrada, pues la tierra no tiene término ni se termina en los lindes que les marcan los
hombres. Siempre son escasas las semillas que se plantan con trabajo, y abundantes las malas
hierbas que no se siembran.
- No sé, señorito –le contesté- Es que su padre me riñe y yo soy un mandado de su señor padre.
- Esto no ofende a tu obediencia –me dijo- Eres tú el que yerra. Lo que quiere mi padre es que no se
siembre la semilla toda junta, para que unas plantas no ahoguen a las otras, pero no que no se
siembre. Ese es el sentido del mandato. Así debes entenderlo.
Y, diciendo esto, se agacha él mismo y coge del suelo las semillas que había tirado una a una y se
pone a esparcirlas por el sembrado como si nunca hiciera otra cosa en su vida, con una diligencia
que no era propia de un hombre que se había pasado la juventud entre libros.
- ¿Lo ves? – me dijo riendo- Mira, Miguel, cada semilla es como un mundo o como una persona.
Todas son necesarias e imprescindibles, porque todas glorifican con frutos al que las ha sembrado.
¿Acaso te glorificará el polvo del camino? ¿Pues entonces, cómo arrojas la semilla al exterior,
donde es pisada y no da fruto? ¿Y cómo puede querer mi padre que se pierda su fuente de riqueza,
el sentido de su esfuerzo? Quítate eso de la cabeza. Mi padre no quiere que no se siembre, sino que
se haga bien para que todas las cosechas salgan a su tiempo y ningún fruto se pierda.
¡Qué manera de hablar tan concertada! ¡Qué razones tan bien puestas en su sitio que admiraban a
quien las escuchaba! Después le decía esto a mi mujer y me decía ella que el hijo de usted era un
hombre ejemplar al que nunca había visto hacer nada fuera de lo correcto y más allá incluso de lo
correcto, porque no se conformaba con cumplir la ley que le debe el hijo al padre como hijo que es,
sino que también procuraba agradarlo en todo, y ayudarnos a todos nosotros, que no le éramos a
usted nada.
Pero buscábamos ese Final que estaba escondido ya en el Principio. Ese Final que le da dirección a
los acontecimientos, porque los nuestros todavía no la tenían, como se verá más adelante si usted
lee lo que sigue, aunque ya lo sepa de antemano pero le guste que alguien próximo a la verdad
como yo, que soy ignorante y no miento, se lo cuente con palabras que no me salen de la boca como
las de los charlatanes de la feria, sino del corazón.
Se lo digo así, de corrido. Era día de feria –ahora que saqué la palabra- y fuimos los cinco hermanos
al mercado como era costumbre todos los domingos, para vender diez terneros. Nosotros, por la
experiencia, sabíamos algo de tratos y no precisábamos quién nos dijese esto o aquello en tales
negocios, pero ya sea por curiosidad o por vigilancia, su hijo, patrón, decidió acompañarnos en el
camión que nos conducía, y que era suyo, como todo lo nuestro. Y nada más poner los pies en la
feria, mi hermano Tomás, que anduvo cabizbajo todo el viaje, nos lleva aparte diciendo que íbamos
a transportar los terneros y que necesitábamos que el hijo del amo no nos acompañase para terminar
más pronto la tarea, por lo que él se quedó esperándonos bajo el toldo del mostrador, y ya separados
de su hijo, se pone a hablar mal de usted y de su descendencia, ya diciendo que usted nos esclaviza
para su provecho, ya contando testimonios falsos de cosas que usted hacía a escondidas y que no
están bien vistas. Y, con estos cuentos, le dice mi hermano Ignacio, que era el mayor, enfadado:
- ¡Cállate! ¿No comes de su mano acaso?
Él se puso como una fiera y soltó no sé cuantos tacos maldiciendo, con perdón, la familia de usted.
Todos nos pusimos en contra y le recriminamos su conducta con el peor apelativo con el que se
puede tildar a un hombre, que es el de desagradecido. Pero yo me preguntaba por qué causa mi
hermano se había puesto en contra del patrón y de su hijo, y encontré la explicación en esto: Mi
hermano Tomás fue siempre el peor de todos nosotros, poco amigo de trabajar y por ello muy amigo
del vicio. Por esta razón tenía la costumbre –desde que nos habíamos puesto a trabajar en su
heredad para reunir dinero- de distraer parte de los frutos de la hacienda que le debíamos como obra
y de venderlos por su cuenta para obtener lucro secreto. Eso es un robo, y todos los robos hacen del
hombre una bestia que no puede vivir en sociedad y que debe ser encarcelada y castigada y
separada del resto de sus semejantes, porque pone en peligro la paz de la convivencia e introduce en
los demás el veneno de la discordia. Haciendo esto, un día el hijo del patrón le descubre, porque su
hijo vigilaba como ninguno, y le dice que no está bien lo que hace. Esto él ya lo sabía, y se molestó
de que se lo recordasen, porque cada día se lo recordaba la voz inteligente con la que había nacido.
Y no le dijo nada más, ni lo castigó, y esto lo enfadó muchísimo, porque se creyó a merced del
hombre que había sido testigo de su robo y que en cualquier momento podía levantar la voz a su
padre no para decirle que había robado y lo había desobedecido, sino también que, amonestado por
él mismo, era un reincidente y un malhechor. Por este motivo lo odió a escondidas, y este odio
creció –pues el odio crece más deprisa que la hierba- y se extendió también al padre, que a través
del hijo obraba. Y esta fue la chispa mínima que encendió la paja de la contienda, pero nosotros
entonces no sabíamos nada de eso hasta que el Final nos lo contó. Tomás, viendo que sus
argumentos no prosperaban, atacó por el punto más débil, por nuestra esperanza:
- Vosotros habéis ido a trabajar para obtener dinero con el fin de viajar a la ciudad y emplearos allí,
¿no es verdad?- nos interpeló.
- Sí- contestamos.
- ¿Y quién os dice que el patrón nos retiene y no nos da el jornal que nos pertenece solo para que
nunca podamos viajar a la ciudad y para que nunca dejemos de servirle?.
- El patrón nunca haría eso- confesó Pedro- Es un buen hombre.
- Y su hijo nunca lo consentiría, porque siendo la imagen viva de su padre – reveló José- nos
defendería delante de él y delante de él declararía nuestros méritos, pues es testigo de todo lo que
hacemos.
- ¡Qué poco sabéis!- exclamó Tomás- El hijo no siempre estuvo con el padre. Estuvo fuera, en la
universidad estudiando, y allí, ¿quién sabe lo que hizo? A lo mejor era un ladrón. Y después, para
heredar al padre, se hizo pasar por buen hijo. Nosotros ya conocíamos al padre antes de que viniera
el hijo, pero al hijo no lo conocíamos antes de conocer al padre.
- El hijo es como el padre, y el padre como el hijo – dije yo- solo que el hijo se manifestó después
del padre, porque vino después –así lo vimos venir nosotros- y nos enseñó para que pudiéramos
servir mejor al padre, porque este, al ser el patrón, por razón de oficio siempre mantuvo la distancia
con nosotros, y su hijo, por medio de sus enseñanzas, nos vinculó con él, de modo que ahora somos
como una familia, como hijos adoptivos del patrón, gracias al amor que nos tiene el hijo legítimo.
- ¿Sabes tú acaso si es legítimo o hablas por conjeturas? – habló aquel terco de Tomás- ¡Qué poco
mundo tenéis! Yo no he nacido ayer, y he visto salir el sol algunas veces, y tengo el mapa del
tiempo grabado en la piel. No hay quien me engañe a mí ni quién me diga cuántas son cinco. La
intención del muchacho es esperar la muerte de su padre para heredarlo, y una vez hecho esto,
aprovecharse de nuestro trabajo y reducirnos el jornal, porque sabe que después de tanto tiempo
como transcurrió desde que salimos de nuestra casa estamos a su merced. Por eso de momento, el
salario es bajo para que hasta la muerte del padre no reunamos lo suficiente como para viajar a la
ciudad y hacernos ricos. Quiere que seamos siempre sus servidores, y nos retiene engañándonos, y
el padre lo sabe y lo consiente.
- ¿Qué pruebas tienes de tal cosa?- preguntó Ignacio.
- La experiencia de mi vida es mi prueba- contestó el malvado- él me confesó un día que cuando
falleciese su padre, él mandaría sobre todos nosotros.
- ¿Te confesó eso?- pregunté- A lo mejor quiso decir otra cosa y tú entendiste eso, porque piensas
mal.
Entonces, con la rabia que cogió después de que yo dijera esto, se puso a jurar y a perjurar que
había querido matar a su hijo y al mío, con otras mil acusaciones que salieron de su boca como
sapos y culebras sobre nosotros, para tratar de convencernos con alaridos de lo que no podía darnos
a entender con razones. No sabíamos que era su pecado el que hablaba por él, y como era nuestro
hermano le creímos. ¡Malditas calumnias, víboras del mal, que no pudiendo vencer por vuestros
medios, tratáis de convencer de sus acusaciones a los débiles, y de llevarlos como ciegos al
precipicio! ¡Malhaya de los calumniadores, que quieren recoger donde no sembraron, que quieren
arruinar a quién no pueden vencer, lenguas que incendian las voluntades y puertas abiertas a la
discordia y a la destrucción! Pero nunca vencerá una calumnia a un testimonio, y este mío, que no
es más que un Final, es la prueba de que digo verdad.
Volvimos junto a su hijo turbados, y como éramos hombres poco dados a encubrir nada, se nos
notaba mucho que veníamos atormentados por un presentimiento o una culpa. Su hijo nos preguntó
qué nos ocurría, y como nadie despegaba los labios para contar lo sucedido, el joven se turbó en
extremo –porque nos quería, de no ser así no se hubiese turbado- y nos riñó diciéndonos que no
podía haber rencillas entre los trabajadores de su padre, porque ponían en peligro la seguridad
común. Todos callamos, pero aquel demonio de Tomás alzó su voz atrevida y petulante, como la de
aquel que no sabe lo que dice y por esa causa se enoja contra el que le contradice, y dijo gritando:
-¡ Usted no manda sobre nosotros, sino su padre!.
- Pero yo soy el apoderado de mi padre, de modo que todo lo que yo digo él lo confirma, y todo lo
que él dice lo confirmo yo- contestó su hijo pacientemente.
- Nosotros nada sabemos de ese negocio –arguyó Tomás- y solo obedecemos la autoridad de quien
nos contrató.
- Pues entonces no respetáis la voluntad de mi padre, que es esta, e incumplís su mandato al que
estáis obligados por contrato- declaró su hijo demostrando sus estudios y su doctrina.
- Este hombre es un impostor- dijo Tomás señalándolo con el dedo queriendo metérselo por los
ojos- Nosotros no somos sus criados. Él no nos paga. ¡Vámonos de aquí! ¡No tiene derecho a
exigirnos nada!
Y diciendo esto, tomó el camino para marcharse. Entonces su hijo, ¡se me llenan de lágrimas los
ojos al contar esto, Señor!, queriendo castigar su denuesto y su mala conducta, le dijo:
- Quedas despedido. No vuelvas a poner los pies en la casa de mi padre.
- ¿Quién eres tú para impedírmelo?- protestó el malvado- El dueño no eres tú, es él. Y si él me
despide, por tu culpa lo hace, porque eres su hijo y te hace caso, pero no por dictamen de la verdad.
¡Qué sabía él de la verdad, maldito sea por siempre! ¡Él, que había sido el inductor de la reyerta, la
mecha del Crimen! ¿Por qué no le hicimos caso a su hijo, Señor, y preferimos creer al demonio
aquel solo porque era nuestro hermano?
- Ahora mismo- dijo- ahora mismo tomo a mis hermanos de grado o por la fuerza y me voy.
- No harás tal- contestó el hijo- porque si por fuerza obras, por fuerza yo te lo impediré.
Tomás se volvió riendo hacia nosotros como el malhechor que cree que ha llegado el momento de
consumar su delito. Nosotros estábamos paralizados, confusos, hechizados, y no sabíamos qué
hacer ni qué decir. Entonces lo vimos. Vimos la sangre del Crimen, vimos, ¡oh, perdónenos, Señor!,
a su hijo ensangrentado rodando por el suelo, con cinco heridas de cuchillo, una por cada uno de
nosotros, en su divino cuerpo, que solo entonces compadecimos verdaderamente. Sus últimas
palabras fueron para nombrarlo a usted. Después ladeó la cabeza, gimió entregando su alma al
viento como el ángel que lo había de conducir a la morada de las luces y de las explicaciones, donde
el sol es el único paisaje. Tomás lo miró de pie, con saña y un temor que le recorría la columna
vertebral, y sostuvo el cuchillo goteando sangre sobre su mano derecha, sobre la mano que debería
haber cortado antes de... ¡Señor, me cuesta acabar mi oración que es un cuento que usted ya conoce,
pero tengo que hacerlo, tengo que dar testimonio porque su hijo lo merecía y me sale un lamento
del alma, de modo que creo que mi alma es tan solo un lamento, es la propia sangre de su hijo!
Tomás estaba de pie, como una estatua frente a su víctima, y en aquel momento juraría que tenía
tanto miedo que preferiría haber muerto y no sobrevivir a su homicidio, o bien sabía, tal vez, que él
también había muerto y ahora solo quedaba de él el infierno de la culpa. Todo esto había sucedido
cuando regresamos de la feria y nadie nos había visto, salvo los animales y las bestias del campo.
Ellos, siendo irracionales como son, estaban horrorizados y olían la sangre, cuyo grito ensordecedor
les decía: “Venid y ved al Hombre muerto, venid a ver el Crimen consumado y saciaos con las
entrañas del caído”. Pero el caído no era su hijo, sino nuestro hermano Tomás, de modo que el
primero estaba vivo para nosotros y el segundo había muerto, y la verdad y su figura se habían
trocado para cambiar para siempre el Tiempo y unir el principio y el final, ese Final que
esperábamos.
Estábamos todos perdidos, todos condenados y todos asustados. Ignacio fue el primero que
preguntó a Tomás:
- ¿Qué has hecho?
Y la máscara de la muerte cabía en esa pregunta. Tomás no respondió. Tiró el cuchillo al suelo y
dijo:
- De esto, ni una palabra a nadie.
Pero de pronto y sin saber muy bien cómo, Señor mío, nos echamos los cuatro sobre él y Pedro le
dijo:
- Entrégate a la justicia o eres hombre muerto.
- ¿De qué parte estáis?- se revolvió hacia nosotros con un semblante que parecía el de un lobo el
maldito criminal- ¿Sois o no sois mis hermanos? ¿O acaso os ha comprado ese hijo de perra?
- Sí, nos ha comprado- me adelanté a responder- Nos ha comprado con la sangre que derramaste.
Él, hecho una furia, trató de huir, pero lo sujetamos entre todos y apenas podíamos con él, porque
tiraba con la fuerza de un toro bravo.
-¡ Si queréis entregarme, será con los pies por delante!- exclamó arrebatado de ira, y trataba de
mordernos las manos como una fiera y no como un hombre, aquellas manos que había estrechado
cuando era niño.
- ¡Estáte quieto, estáte quieto o lo vas a lamentar!- le gritaba Ignacio, pero él seguía bufando como
si tuviese la rabia, y en uno de sus intentos por liberarse de nosotros, me golpeó con el puño en la
mandíbula y me tiró al suelo. Mientras estaban mis hermanos preocupados por mí, logró escaparse
mientras gritaba:
- ¡Nunca iréis a la ciudad, hijos de perra! ¡Os han engañado! ¡Os han engañado!
Estaba demente y se precipitó hacia la carretera, sin saber a dónde dirigirse para estar seguro. Un
criminal que no ha purgado su crimen no está seguro en ninguna parte. El cielo se enturbió y
empezó a llover. De repente, José quiso decir algo y gritó a pleno pulmón:
- ¡Cuidado!
- ¡Vete a la mierda!- le respondió el criminal ( ¡Señor, no puedo llamarlo ya por su nombre!)- ¡Vete
a la puta mierda, hijo de perra!
No tuvo tiempo de decir otra cosa, cuando el impacto de un camión lo arrolló como a una hoja de
álamo, y dejó la carretera teñida de su sangre culpable. El conductor ni siquiera lo vio, y cuando
pasó (¡Válgame usted, Señor, para contar esto!) hizo crujir sus huesos contra el pavimento de la
carretera. No he podido olvidarme de ese sonido terrible, parecido al de una trompeta que se
escucha desde todas partes, y al que no hay manera de eludir. Su cadáver quedó descuartizado y sin
memoria, porque aún hoy tratamos de olvidar que tuvimos un hermano y que vivió entre nosotros,
pues su imagen ha desaparecido sin dejar rastro. A su hijo lo tomamos en brazos y lo trajimos hasta
su casa entre lamentos y lágrimas tristes.
¡Pero no puede ser este el Final que esperábamos, porque no esperábamos este Final! ¡No, Señor, un
justo no puede morir así, un justo no puede morir!
No quiero decir lo que aconteció cuando llegamos a su casa, porque su casa no estaba en el mismo
lugar en el que la dejamos. Ni usted tampoco estaba. Ni la granja, ni los ganados, ni los coches a la
puerta del establo. No estaba lo que tenía que estar. No estaba.
Lo buscamos y no lo encontramos. Pero en cambio vimos en el monte a su hijo, vimos en el
horizonte a su hijo, y en las nubes y en los pájaros, y en los mares cuyo oleaje llegaba hasta nuestros
oídos, y en las altas estrellas, y en el cielo añil y negro. En todo estaba su hijo. Su voz nos llegaba
desde todas partes y su sangre estaba en la nuestra, su ser en el nuestro, y su corazón asesinado era
el nuestro vivo que latía como siempre, sin término. Y a usted también lo vimos finalmente, pero
cuando le miramos al rostro, no vimos su rostro, sino el de su hijo. Y estábamos ya en la ciudad.
Nuestros cinco sentidos no esperaban otro Final.
LA PALOMA DE LAS PLUMAS DE ORO
- ¿Te acuerdas, amigo, te acuerdas del Mundo?
- ¿Cómo no voy a acordarme? Pasé mi infancia en él. Todavía me conmuevo al pensar en aquella
línea de tiza que trazamos en el suelo. Apenas una insinuación, y después, una máquina. Tenía de
todo, y no era un juguete.
- No tenía absolutamente nada. ¡Parece mentira! ¿ No ves que todo era cuento?
- Me cuesta verlo. ¿Tú lo ves, acaso?
- Resulta imposible ver lo que no hay. Se necesita edificarlo antes. Pero es una forma de hablar
cuando me refiero a nuestra Cúpula, porque hay que referirse a ella de alguna manera. ¿Dónde
tienes los calcetines?
- No me acuerdo. Es imposible acordarse de no ser expectorando.
- ¡Ah, sí! Todo sale de ahí. No hay vuelta de hoja.
- Desde luego, no puede decirse nada después de eso. De todos modos, necesito otro teatro como
aquél. No hay nada tan divertido como esas luces bailando y besándose con ardor.
- ¡ Pero si eso no es nada nuevo!
- Te equivocas, eso nunca lo has dicho antes. Es, por lo tanto, nuevo. Necesito que me hables de la
paloma de las plumas de oro. Mientras no comprenda su sentido, voy a estar aburrido como una
ostra, y tú conmigo.
- ¿ Qué paloma? No hay palomas sobre el andamio.
- ¿ Pues no dijiste antes que había que inventar o no sé que cosa? ¡Pues tú sabrás! ¡Eres quien tiene
la sartén por el mango!
- De acuerdo, tú no sabes decir otra cosa. ¿Para qué contradecirte? ¿Pero seguro que...?
- ¡Sí, es una petición formal y la mantengo!
- ¿ Incluido el episodio de la inhumación y el de las raíces de la sombra?
- He dicho todo. Todo es todo, también en parte.
- Muy bien. Voy a coger el sombrero. Escúchame bien y no dispares hasta que yo te diga.
- No dispararé, pero baja un poco la cabeza, así. Tienes un asteroide justo encima.
- Sí, espántalo tú. Y ahora calla. Haz el favor de detener ese disco, me está torturando lentamente.
- Disco detenido. Tortura aplazada.
- Correcto. Y ahora calla y escucha, y sustituye tu lengua por un tímpano. Si me interrumpes
romperás el hilo y no sabré continuar. El asunto se remota a la floristería, después prosigue con la
sala de cine, y concluye en la audiencia secreta.
- ¿Linealmente?
- ¡Qué remedio! Es tiempo, ¿no?
- ¡Ya has dicho lo que no podía decirse! ¡En el tiempo estamos nosotros! De no ser así, no estaría
ese espejo manando agua.
- Pues mira para otro lado y echa el tiempo al fuego de la chimenea.
- ¿Empiezas?
- Necesariamente. Siempre hay que hacer los discursos con alubias, porque son preceptos de
escuela, todos los hemos aprendido, pero así es la tela en la que estamos. ¡Escucha, oh Príncipe, y
trata de entender y no de recordar! Cuando estábamos reunidos en el bar, entró de repente un
caballero de blanco con un ramillete de luz. Era el abogado que nos traía el contrato para que lo
firmásemos. Apenas era un pliego. Lo leímos y dijimos que estábamos de acuerdo. Él dijo que no.
Por esta causa, lo excluimos de la empresa. Cuando digo él no me refiero al abogado, sino al Otro,
¿te das cuenta?
- ¿Cómo no? Tú lo has dicho.
- Bueno, pues el contrato decía algo parecido a esto: “Reunidas las partes intervinientes donde
corresponda, se firmará el acuerdo siguiente: Nadie saldrá de la Morada Común hasta nueva orden.
Fechado a 7 de abril de 1707”
- ¿ A qué se refiere cuando emplea el término “Morada Común”?
- Es exactamente esto.
- ¿Seguro que era el 7 de abril?
- No me cabe ninguna duda, porque abril es el mes de la primavera, por donde empieza el año del
Mundo, su Yo que somos nosotros. El siete es el número que resume a las matemáticas de raíz
musical, porque es impar y sintetiza la duplicidad del tres, que es la cifra que ahora buscamos.
- Eso lo comprendo. ¿ Pero lo de no salir de la “Morada Común”...?
- Es una fórmula legal para expresar la Vida, el término que carece de definición porque contiene en
sí todas las definiciones.
- ¿ Aún las imposibles?
- Necesariamente sí.
- ¿ Por esa razón nos alternamos para hablar?
- Exactamente. Es la Música. Estamos cantando.
- Pues prosigue. Decías no sé qué del abogado.
- El abogado era el Mensajero, su nombre era Símbolo. Ahora, visto desde la distancia, puedo
abarcarlo y comprenderlo.
- ¿ Y vosotros, cuántos erais?
- No puedo precisarlo. Entonces solo vi que había uno más.
- ¿De cuántos?
- ¿No te digo que no me acuerdo?
- ¿Pero entonces, cómo pudiste ver uno más si no sabías cuántos eran? ¿ Desde qué referencia
hacías el cálculo?
- Todo lo que no es Él, son opiniones. Y Él huyó, ahí empieza la historia.
- ¿ Cuándo dices Él te sigues refiriendo...?
- Al que buscamos. Eso me lo preguntaste antes.
- Disculpa, es que no siempre tengo una novedad para cada intervención. Recuerda que estamos
actuando mecánicamente y...
- Trata de asumir el papel lo mejor que puedas. En eso estriba toda la importancia de lo que estamos
haciendo.
- De acuerdo, te haré caso. Prosigue.
- El abogado dejó los guantes sobre la mesa. Eran unos guantes de ante, y colocó uno sobre el otro,
a modo de arquitrabe, de manera que se correspondían perfectamente hasta las costuras y los hilos.
Acto seguido dejó la esclavina sobre el respaldo de la silla y colocó el sombrero de fieltro encima
de cada una de nuestras cabezas.
- ¡No puede ser! ¡La esclavina había desaparecido entonces!
- Ese fue el brocal, no la esclavina.
- ¿Qué diferencia hay?
- La esclavina tiene el privilegio de ser la última.
- Está bien. Tú eres el que propones. Yo soy solamente tu reflejo, así que no puedo objetarte nada si
no me lo explicas antes. Pero quiero hacerte una pregunta, ¿ dónde estaba entonces la anémona
azul?
- Tienes tendencia a adelantar acontecimientos. La anémona azul déjala para la gloria que lo
antecede. Estamos en el ritual de los prolegómenos. Pues era el caso que después de dejarnos el
contrato sobre la mesa, el abogado falleció.
- ¿Quién lo mató?
- No viene al caso tal pregunta, es improcedente porque su respuesta es insignificante. Cuando digo
falleció, es lo mismo que si dijera “desapareció porque se le agotó su papel”. ¿Quién lo mató? La
Muerte. ¿Quién lo iba a matar sino, la vida? No tiene sentido. Además la personalidad del autor del
acto importa poco una vez agotado su papel, pues se trata de un proceso de armonía preestablecida
inherente a todos los cuentos. Los personajes nacen para intervenir y después mueren, solo si
perviven en las emociones de uno mismo alcanzan el grado de personas.
- ¿Quién es Uno Mismo?
- Quien habla por mí. Yo no puedo pronunciar mi propia existencia, de la que depende la tuya. Esta
obra conjunta no es más que aparentemente un diálogo.
- ¿ Y realmente?
- Todavía no hemos encontrado la Realidad, que es la cara del personaje que nos falta, al que
denominamos genéricamente Él.
- Pues busquémoslo.
- En eso estamos.
- Pero de todas maneras, que lo busquemos no significa que lo encontremos.
- La búsqueda lleva aparejado el encuentro. Buscar y encontrar son dos verbos que significan lo
mismo en distintos contextos. Tú y yo somos esos dos verbos.
- Yo soy buscar.
- Así pues, me otorgas a mí la misión. Sigo contando. Una vez desaparecido el abogado,
depositamos nuestras firmas en el contrato y nos tropezamos con El Bebedor, es decir, con el
Espíritu, que es un individuo sin cuerpo que viste con el traje mental de quien lo observa. Le
preguntamos si Lo había visto. “Buscad la anémona azul” fue toda su respuesta.
- Ahí comienza la acción.
- Ahí comienzas tú a verla. Salimos del bar y recorrimos las Calles Paralelas de la Ciudad en su
búsqueda, pero no nos fue posible hallar lo que buscábamos. El taxista no hablaba nuestro idioma, y
nos llevó por el Derrotero de la Avenida, que es una anchísima falla de automóviles y fuentes de
gas.
- ¿ Automóviles y fuentes de gas?
- O también huellas y sensaciones, que es lo mismo. ¿Qué ocurre, no estás familiarizado con este
lenguaje?
- ¿ Por qué no hablas lisa y llanamente?
- Porque, lisa y llanamente, es imposible. Hasta que no me encuentre con él no puedo hablar más
que por metáforas. Lo de hablar en pretérito también es una metáfora, porque la acción está
sucediendo ahora, mientras te la cuento.
- ¿ Y antes?
- Antes también es otra metáfora, porque es lo que ahora no se ha manifestado, y solo lo hará
cuando alcance el grado del después.
- De acuerdo. De todos modos, si tengo dudas te interrumpo.
- Correcto. Es tu misión.
- Prosigue. Es la tuya.
- En la Avenida perseguíamos a una limusina pero no la alcanzábamos. Las limusinas son
inalcanzables porque son espejismos.
- ¿ Y qué hicisteis al caer en la cuenta de ello?
- Aguardábamos la sobredorada aparición del Suceso.
- ¿Y?
- El Suceso se manifestó de la siguiente manera: de pronto, la limusina se detuvo. Brotó la música
de una voz y el movimiento se invirtió. Un transeúnte cruzó en ese momento y su cuerpo se hizo
transparente. Nosotros entramos súbitamente en la limusina, abrimos las puertas pero no nos
encontramos con nada. Dentro había una habitación inmensa con un candelabro en el centro y dos
bedeles a ambos lados del candelabro de mil brazos. En la pared había un cuadro de una flor sin
término, cuyos pétalos se movían en la dirección de nuestro aliento. Quisimos hablar, pero uno de
los bedeles se nos adelantó, extrajo un kriss del bolsillo interior del traje y se lo clavó a la altura del
pecho sin derramar una gota de sangre, sino dejando que un diamante de soledad cayese al suelo y
no se quebrase. Comprendimos la información.
- ¿Cuál era la información?
- El solar de la Nada reina aquí. Esa era la información. Había huido y nos había dejado la túnica en
las manos.
- ¿Qué túnica?
- El tiempo. Allí empezó todo.
- Yo no veo más que imágenes. Parece una sala de cine, imágenes de imágenes de imágenes
persiguiéndose unas a otras sin jamás alcanzarse, una proposición errónea.
- Todas las proposiciones son erróneas en tanto no se consigue organizarlas alrededor de una clave.
Esa clave que nos servirá para abolir la arquitectura de los símbolos es la Paloma de las Plumas de
Oro. Porqué Él se encuentra detrás de ella.
- ¿ Esa conclusión la descubristeis allí?
- La descubrimos cuando el diamante golpeó el suelo de mármol. La nota mojó como una cascada
de comprensión nuestras manos, y entonces fue cuando delante de nosotros se instaló el Paisaje.
- ¿ La postal...?
- La postal del campo verde de hierba plateada de rocío y montañas de flores oscuras cuyos pétalos
eran los retratos de nuestros recuerdos maravillosamente organizados alrededor de un centro de
emoción, que es un tallo que brota de una raíz oculta.
- ¿ La emoción era placer o dolor?
- Lo mismo da. ¿Qué diferencia hay? El caso es que era un estímulo para seguir adelante.
- ¿ Entonces la ciudad desapareció de repente? ¿Cómo fue?
- No desapareció. Se ocultó. Después reaparecería como un volcán de asombro.
- Sigue contando. Creo recordar que antes de llegar a las montañas de flores...
- Vimos el ciervo. Le disparamos con una escopeta cuyos salivazos de plomo se abstrajeron en el
horizonte. El ciervo era la velocidad misma, y llevaba en las astas un vitral al fondo del cual se
encontraba un ojo de oro
- ¿Te refieres al sol?
- Me refiero a todas las cosas dentro de un perfil limitado.
- ¿ Pero eso no es un sueño, es decir, un espectro de tus lágrimas?
- No es un sueño. Tú eres un sueño. Pero lo que te estoy contando es completamente subsistente.
Todo tiene raíces y nada flota sobre la superficie del tiempo.
- ¿ Qué era entonces?
- Lo que es, cuya sombra es un ala de ficción.
- Dijiste que era un ojo de oro. ¿Qué había al fondo de su noche?
- Había un comedor largo con un vaso de vino puro sobre la mesa. El comedor no tenía paredes, la
mesa era un animal que respiraba, el vaso de vino era un hirviente lago de sangre, y aplicando el
oído a él se escuchaba un manantial de estrellas que clavaban la atención a la madera del sentido.
Pero el ciervo pasó tan rápido, que mi disparo apenas pudo acariciar la orla de sus astas.
- ¿ No viste nada más?
- Después salió una perdiz de un jaral. Nos miramos y apuntamos. Se desvistió de sus plumas
delante de nosotros y contemplamos aterrados el Palacio de Yeso de la Ausencia. Era un óvalo
coronado por un baldaquino que semejaba un leviatán o una burbuja de agua. Una escalinata
ascendía hacia el busto de un César que tenía la cabeza cortada, y una máscara de comedia sobre el
cuello recién segado. El resto de la composición lo integraban una coreografía de columnas sin base
que se sostenían en las membranas del aire.
- ¿ Qué hicísteis entonces?
- Nuestros huesos comenzaron a percibir una llamada, y silabeaban una frase que repetía: “ Las
puertas del Yo han sido destruidas. Él ha descendido a los infiernos y ha hecho de su calavera una
aureola. El Padre tiene el rostro del Hijo, y el Hijo habla por la voz de él, del Tercero, de aquel que
no puede encontrarse más que en el corazón del símbolo”. La megafonía semejaba el órgano de un
templo que no estaba por ninguna parte.
- ¿ Esta es la escena de la floristería?
- Aguarda. Todavía no he dado detalles. La cordillera de flores comenzó a moverse en la dirección
de las agujas del reloj, y una linterna con rostro de mujer y cuerpo incandescente – tan
incandescente que lo invisible lo poseía- nos preguntó, son palabras textuales: “¿Buscáis al Cristo,
al Sentimiento? No está aquí. La piedra del Ser ha sido removida. Ha resucitado y únicamente el
sonido del tiempo nos queda, su tic-tac fabuloso y ausente”. “Si no lo encontramos, dije, si no lo
encontramos estamos condenados para siempre, pues no somos quiénes de recordar ni de sentir, y la
forma de nuestros instantes nos abandona. ¿ Qué ventaja tiene Él, sea quien sea a quien nos
dirigimos, qué ventaja tiene de que nos volvamos polvo? Se perderá parte de Él si nos perdemos,
porque nuestras vidas son un trozo de su cuerpo”. Entonces la Dama del Alba nos indicó: “Coged
las flores de las montañas corola a corola, emoción a emoción, sensación a sensación, y
ofrecédselas como sacrificio para su venida. Recuperaréis la redención de la Memoria”. “Son
demasiadas flores” objeté. “ Si todas caben en vuestra mirada, caben también en vuestras manos,
porque todo lo que se mira se toca, y el pasado se hace futuro”.
- ¿Qué hicísteis entonces?
- Obedecimos. Es siempre lo más sensato. Tomamos en nuestras manos flor a flor y cuando las
juntamos, hicieron un solo ramo cuyos tallos cabían entre los dedos. Después hicimos moneda de
nuestro pensamiento, y pagamos a la Dama del Alba con ella. Por eso esta primera escena se llama
“de la floristería” porque la Dama del Alba nos vendió las flores de las emociones a cambio de la
moneda de los pensamientos.
- ¿ Y qué hicísteis con las flores más tarde? ¿Encendísteis la Hoguera del Amor?
- Así es, pero, ¿por qué te obstinas en adelantar acontecimientos?
- Porque es mi naturaleza. La diligencia es la búsqueda, y yo soy la búsqueda.
- Si tu naturaleza es la búsqueda, la mía, como te he dicho, es el encuentro. Aunque te adelantes a
mí, nada descubrirás por ti mismo si no escuchas al narrador, que es quien adjudica un hecho a cada
palabra, y un espíritu a cada cuerpo.
- No puedes persuadirme cuando soy la pura contradicción del que interroga. Si tú eres la
inspiración de una Musa de Energía que te atrae, yo soy el instrumento de esta sinfonía. Tengo que
allanar los senderos de tu persecución.
- Ten cuidado de no distraerme, no obstante, porque mientras discutimos, el Enemigo escapa.
- ¿ Le llamas a Él enemigo?
- Es enemigo hasta que sea desvelada su identidad y se descubra el rostro, arrojando al suelo la
máscara de la fuga.
- Lo tendré en cuenta. Prosigue... Si mal no recuerdo, estabas encendiendo la Hoguera del Amor.
- Pusimos el ramo de flores en el suelo. Su peso era tan grande que la tierra se hundió cuando
colocamos el ramillete encima, y entonces comprobamos cuál era la importancia de tal sacrificio,
cuando la misma tierra no resistía el peso de las emociones. Elevamos las palmas de las manos y
oramos a la distancia por medio de una plegaria de silencio. Vimos que el escudo solar, como un
pedazo de pan ardiendo descendió y abrasó el ramillete, que se consumió lentamente delante de
nosotros, y un edificio de humo, como el velo de una lamentación, ascendió como raíz al espacio y
nos trajo la respuesta pronto. El cristal de la ventana celeste se rompió y su luz fue proyectada sobre
una lámina de agua, mientras los cristales caían como lluvia cortando lo que tocaban hasta
reducirlos desde su ira a polvo sin definición verdadera. El agua absorbió el polvo y llenó el suelo, y
nosotros estábamos sobre el agua y no nos atrevíamos a abrir la boca. Y el agua se convirtió en una
pantalla en la que la luz fluía configurando formas y borrándolas más tarde, confundiendo el
privilegio de la mirada, que no era capaz de distinguir variaciones tan rápidas que dejaban atrás las
huellas del ritmo. Y...
- Esa es la escena de la sala de cine.
- Así es.
- ¿ Qué representa?
- Escucha. Estoy narrando todavía. En la pantalla de las aguas vi a un hombre que perseguía a una
mujer por un escenario sin término, a una mujer que era la misma agua que fluía, y la comicidad del
paisaje se desvanecía hasta llegar a ella. Lo identifiqué con el mismo Creador, y a la mujer de agua
como a la Creación, en el teatro del Ante-Yo, o dicho de otra manera, en el Jardín de la Nada.
- ¿ Qué representa la pantalla? No me lo has dicho.
- La pantalla es la Memoria, y la Memoria es la piel del Símbolo, el traje Del Que Ha de Venir.
- ¿No dijiste que el Símbolo era el Mensajero que os había entregado el contrato en el preludio de
las escenas?
- Así es. La esclavina que dejó en el respaldo de la silla, y los guantes que colocó uno sobre el otro...
- Son los mismos que vestirá Él, o El Enemigo, o como le llames.
- Es verdad. Otra vez te has adelantado.
- Yo estimulo al Narrador para que cuente la Historia. Ese es mi cometido.
- Pues no abuses de tus prerrogativas, Cuerpo, y deja que el Espíritu encuentre por sí mismo la
piedra del trono perdido en el universo de la Mente.
- Quiero lograr ese encuentro, y para ello impulso las Ondas del Movimiento en dirección a la Clave
del Sentir, que es el Latido del Ser.
- Bien está. Pero recuerda que el hoy ha desaparecido.
- Prosigue, hermano, que mi debilidad es tu fortaleza, mi miseria, tu plenitud. Pero ninguno del otro
puede por ahora separarse.
- Veo ante mí la pantalla líquida como un redil de confusiones. Todo son fábulas en las que
descubro un rasgo más del Desaparecido, y trato de recomponer su retrato con el coro de las
estrellas, los trinos de las aves, los despeñaderos de las selvas, las tempestades marinas, los
continentes expandiéndose como ramas del árbol de la vida, las nubes transformando los conceptos
en la atmósfera, los terremotos originados por la colisión de las placas dolorosas de la existencia, el
abismo del espacio poblado de lejanas ilusiones, las hojas sucesivas de la escala del ardiente
silencio, los salmos de la luz que viaja por el territorio de la sombra edificando el aire y colocando
una piedra en cada astro, el enorme asombro cósmico de la Serpiente del Mito, enrollada en un
enigma, y en definitiva, lo que no alcanza definición y solo puede nombrarse con una bocanada de
oscura materia. ¡Ah, pero todavía estoy en el pasado! Aún existo y busco a mi Padre, el Significado,
lo busco en la Palabra que ha salido de la boca del Hijo, que es el Tiempo, una indefinida
persecución.
- ¿ No habías dicho que sois varios?
- Así es. La costumbre de referirme a mí mismo me hace olvidar que somos miles y decenas de
miles. Somos la Humanidad, agrupada en torno al estadio de esta búsqueda, pero aún estamos
quietos, suspendidos de un hilo de incertidumbre emocional, sobre las aguas que pasan cantando y
donde se encienden nuestros deseos en figuraciones.
- Estabais quietos. Eso quiere decir que permanecíais condenados en el abismo viendo pasar los
ropajes de vuestras vidas que se vaporizaban en el inmenso temor hasta haceros sentir más
pequeños, atómicos ante una razón que englobaba a la vuestra.
- Pero salimos del hechizo con una táctica.
- ¿Cuál fue?
- No hacer absolutamente nada. No hacer.
- Absurdo. Carece de lógica y conculca toda ley.
- Teníamos confianza, teníamos fe y percibíamos las emanaciones musicales de esa eterna fuga, y
no nos dábamos por vencidos, porque si la victoria se niega a un grano de arena, al universo entero
se niega.
- Os escondisteis en la cámara de la noche, como en un útero materno. ¿Y después?
- Después la pantalla se volvió transparente. Desaparecieron los mitos del Número y de la Medida,
y apareció un vellón de misericordia.
- El Vellocino de Oro es también un mito.
- El Vellocino de Oro es la Puerta de la Luz, que es también la Inteligencia. Pero de momento, no
puedo hablar más que con mitos, con cáscaras huecas de belleza que se sostienen en el océano de la
sustancia. El agua se hizo transparente. La pantalla desapareció y la Mente, que es este escenario, se
hizo cristal al que conducía el pasillo de la luz y su puerta de sentido.
- ¿ Es esta la última escena?
- Es esta la red en la que hemos de cazar al Enemigo.
- Pues entonces, afina las cuerdas de tu lira, las siete cuerdas de la armonía, y coloca la piedra
angular del Centro sobre el Vacío.
- Lo haré. Pero para eso, haz vacío de tus palabras.
- No te interrumpiré hasta que termines, y hasta que el hilo de la Parca sea abolido por una montaña
de eternidad, por el Ser desnudo en la Sustancia.
- Te he dicho que esta última fase es la Audiencia Secreta. Después de que fuese abolido el mundo
de los Números o de las Criaturas, cada una de las cuales era la nota de un Canto cuya duración
configuraba la pantalla de las aguas, Él se escondió en una cogulla de desolación, en un hábito de
solemne sombra. Ardíamos en deseos de verle la cara para comprender y colocar nuestras vidas al
lado de los astros que de lejos invocan su nombre. De repente, detenida la Música que repetía sus
alabanzas, el silencio era la llama de todos los infiernos. El Juez se sentó sobre el estrado del Valle
del Misterio y nos interrogó con una mirada en la que ardían las pupilas de cada uno de nosotros. El
temor nos convirtió en esqueletos delante de él, y estábamos a punto de deshacernos en polvo,
cuando El Enemigo se descubrió la cara y reconocimos oculto en la astucia del mal, como la fe en el
barro, al Hijo cuyo nombre en eterna primavera entonaban las antiguas Criaturas abolidas, cuyo
rostro era, ¡oh milagro!, un espejo de cada uno de los que lo mirábamos, y el corazón mismo del
Padre, el Tiempo, cuyo revelado era el Ser formado por cada uno de nosotros, y cuya cabeza era la
totalidad del Yo, perdido por nosotros en la Calavera de la Ausencia y recuperado en su huida.
Entonces el Hijo, escondido bajo el manto del Antiguo Mal, se manifestó así, con poder y majestad
como un trueno, y en la plenitud de su gloria revelada en nosotros: “ Huí por el camino del Tiempo,
que es mi Padre, disfrazado de Peregrino, y dejé tras de mí las huellas de mi Espíritu, para que me
siguierais y no os perdierais en el Mundo que sería abolido tras mi viaje, que es la Comprensión y la
Inteligencia reunida en el abrazo del Centro. Como veíais que huía delante de vosotros, sumiéndoos
en la tristeza, me llamabais el Enemigo o el Mal, pues todavía no os había descubierto mi identidad
para que no os detuvieseis y hasta el Fin de los Tiempos perseveraseis hasta llegar a la Tierra de la
Salvación que vuestro corazón os prometía. Y de este modo os salvasteis y alcanzasteis el Triunfo
de la Felicidad, y ahora podéis decir que vivís en un presente sin límites, como la sala figurada en la
que visteis primero el candelabro y después el pan y el vino, la habitación sin paredes, el perfecto
encuentro. Yo soy Aquel que fui vendido por mis hermanos y muerto a sus manos criminales sobre
el madero simbólico de la Muerte, y que habité en compañía de los Cinco Sentidos, hasta que uno
de ellos, la Vista, me traicionó y me entregó a la Destrucción ocultándome en el polvo del mal. Ese
mismo mal fue, como os he dicho, el hábito de duda que sirvió para probar vuestra fe y hacer que
me siguieseis hasta aquí. Ahora, que ya lo sabéis todo y habéis resucitado a la ignorancia, vosotros
sois en mí y yo soy en vosotros, y todos juntos estamos en el corazón de mi Padre, cuyo Espíritu
nos ha unido a través de la materia”. No dijo nada más. Comprendimos que todos juntos no éramos
más que un solo Ser, ese corazón que al unísono latía en el pecho vivo del Padre. Y ahora que nos
hemos unido con el Tercero, tú yo somos también el mismo en él a través de la Paloma de las
Plumas de Oro, que es la Palabra que nos ha unido, pájaro hecho de luz que en un vínculo
indisoluble –la Salvación- nos desposó para siempre. Completo está, pues, el Tríptico de la Verdad y
reveladas las identidades temporales del Padre, del Hijo y del Espíritu, en el Uno del Amor.
ORENSE, 16-04-2010
–
¿QUÉ ES LO IMPORTANTE?
Lo importante es este camino al borde del río.
Lo importante es la belleza delicada de la rosa del recuerdo, la azucena nocturna de tu llegada.
Todo habla de ti y me arrulla, como una madre, en los campos labrados de la inteligencia y en los
bosques ocultos de la imaginación.
¡Sé feliz! Sin esa moneda nada vale, sin esa música el tiempo es frontera.
La flor no necesita justificación, mi canto tampoco.
¿Puedes decirle al agua que no fluya? Mientras tenga voz cantaré el nombre que concibió el
universo.
El resto es silencio de repeticiones.
HUMILDAD
Lo que tú quieres, Señor, se ha hecho al principio.
Lo que tú quieras, Señor, se hará al final.
Entre estos dos límites de mi biografía navego y me esfuerzo para que el mar de los hechos me
regale en el tiempo una tierra en la que habite por siempre.
A veces pierdo la paciencia y el timón me salta de las manos, embriagado como estoy con la
abundancia de la sombra y con la inmensidad arquitectónica del oleaje, templo de perpetua ruina.
Todo me es enemigo, y me enfurezco contra lo que no tiene culpa de ser, porque no sé tener
paciencia, como tú la tuviste conmigo.
¿Qué harás con este necio que soy, con este atrevido que quiere edificar en las aguas, porque no
avista aún tu promesa? ¿Pretende dominar tus aguas inmensurables para después darse la muerte,
pues sin tu amor todo es vacío?
¡Que aprenda a esperar!, aunque para hacerle la espera más liviana, sé que este tercero que soy
tendrá tu mano siempre en su boca, y la isla nacerá poco a poco de su corazón, raíz de tu entrega.
EN EL SECRETO
En el secreto puse mi corazón, en tu silencio,
y tú me nombraste sobre todas las cosas,
y amanecí en la lumbre de tu cuerpo.
LIBERTAD SE LLAMA LA NOCHE
Libertad se llama la noche, y en su océano arrojo el vino del cáliz de mi alma.
Atravieso, veloz, su puerta de estrellas.
Mi soledad se destruye en la mirada de tu universo.
Florece mi alma en tu mirada.
Florece hacia ti, desnudo azul de la Palabra.
REY DE LAS COSAS
Poder es entrega, poder es servicio, poder es voluntad germinada en las cosas.
El Rey del Poder es el Principio del Tiempo, el despertar consciente del Amor.
Sostiene la flor solamente el espacio
como un beso o un dedo de energía expandiéndose.
En el alto cielo de los ojos
la cabeza de la fuente resucita el cadáver de la Nada Necesaria.
En el alto cielo de los ojos
en el firmamento libre del alma
la ciudad de la luz desciende suspendida en una gota de sombra.
El Rey de las Cosas,
el Origen, el Eterno, figura viva del Vacío Divino,
crece, absoluto, en la cruz de todos los encuentros
en el vínculo de la carne y la sangre,
borrando en paz sentida
los límites de la memoria y el tiempo.
LUZ VIRGINAL DE LA LUNA
Luz virginal de la luna
senda de fe pálida en la noche de la selva
manto natural de la armonía
cena en donde todo se encuentra.
En tu noche ha salido el caballero
y en tu noche sustantiva es huella.
Promesa ideal no comprendida,
abogada de ausencia,
mañana brillará el astro del día
mañana serás esposa y patria del que ahora llega.
CINCO HERIDAS
Serán cinco heridas tus sentidos
un clavo de silencio atravesará tu alma
y tus huesos se harán las fuentes de la vida.
EN LA CALMA DE LAS ISLAS
El resplandor del corazón es la belleza.
En la belleza de la perseguida aurora respira el alma la vida.
Te hallé
en el temblor de las aguas libres de mi nacimiento
en la voz que pronuncia mi alma sin descanso ni refugio
y cayendo a tierra me diste la forma del camino.
Acercándome ya a a la última huella
de repente te volviste un mensaje raudo como luz
que traspasó como un clavo el paisaje de mi alma
asombrando el silencio que me rodeaba
y aunque tenía los ojos abiertos no pude ver más que el rayo de tu mano.
En la nada de los tiempos me pusiste en pie
convirtiendo en libertad mi sombra
y enseñándome a invocar la naturaleza
caminé por toda la tierra que se volvió memoria
y volé como un pájaro al templo de tu llamada.
LA FLOR EN LA DISTANCIA
La flor en la distancia parece un breve sueño
apenas presentido por la ruina del hombre,
se derrumbará pronto la cúpula del tiempo
y la flor, sola y frágil, será llama de luz.
La flor en la distancia parece solo un tenue
y escondido camino sin murallas ni huellas
o un mar sin orillas que pende de un deseo
o una huida sembrada en la tierra silente.
Mas si acercas tu mano a la delicada guía
si con tu voluntad acaricias su nombre,
se hará su breve ejemplo el ala de tu vida
borrando en tu interior los límites del mundo.
Será el blando reguero de tu pensamiento
una firme montaña de elevación continua,
y el centro de tu sangre será un Dios sin medida
que moldeará los ojos del universo en ti.
PERCUTE TU SONRISA EN MÍ
Percute tu sonrisa en mí,
tu sonrisa me está haciendo.
En la soledad del mundo
me uno a ti en el silencio.
Que no digan los que lloran
que está muerto mi deseo
tú lo resucitas despacio
con mi propio pensamiento.
Percute tu sonrisa en mí,
en el fondo de mí siento
que brotan todas las cosas
de la fuente de mi cuerpo.
MI DOLOR ES YA TU HERIDA
Mi dolor es ya tu herida, pero tú no tienes más herida que mi dolor. Gracias al dolor de levantarme y
acostarme, gracias a la gracia de tu viaje te vi venir montado en el jumentillo de mi desventura,
manso como el alimento, hacia la boca de mi corazón.
Si la herida nos ha unido con anillo de dolor, gloria la herida.
Ella no será para mi nunca más que la alcoba de nuestro encuentro.
CONFESIÓN, HERENCIA Y ESPERANZA
Bajo el nombre de las cosas
late el corazón del tiempo.
En el cristal femenino
de mi amor brilla el deseo
como un astro suspendido
en el silencio del cielo,
como el sol de la memoria,
la virtud libre del Verbo.
En el cristal femenino
que en la lengua se hace espejo
mi voz busca tu Palabra
en el mundo vacío
transparente a tu fuego,
y te encuentra retratado
en su solo sentimiento.
Caballero del camino,
corazón de mi centro,
alma de mi libertad
y sin medida reino,
en ti viven mis manos
y mi alma toma cuerpo.
Hacia tu patria camino
mientras del tiempo me alejo.
LA ILUSIÓN DE UN VELERO EN EL ABISMO
La ilusión de un velero en el abismo,
la ilusión de un velero.
Una luz que despierte de mí mismo
es solo lo que quiero.
Cuando el tiempo sea ceniza fría
en la insondable nada
la Palabra volverá a ser energía
y la obra volverá a ser creada.
PALABRA QUE VIENES VOLANDO
Palabra que vienes volando en boca del Caballero del Tiempo.
Palabra no eres ida,
eres regreso.
Palabra, hazme desde el fondo
la inocencia del Ser Primero
que muera en mí la vieja forma,
que pueda ser contigo hecho de nuevo.
DE LO DICHO
De lo dicho por tanta ausencia previa a tu llegada yo recojo una partícula, un grano en figura de
planeta y lo coloco en la punta de mi lengua para anunciar la vida mía que has querido ser.
Yo todo lo veo lejos, porque soy pequeño como un enigma, y persigo tu huída sin ser capaz de
pronunciarte jamás.
La flor nace de la búsqueda de mi palabra que es la sombra luminosa de las alas de la tuya.
Te hallo en mis manos y en mi voz, pero, ¿quién es capaz de retener tu vuelo?
Solo cuando escucho la canción de mi dolor - dolor necesario, no soy más que dolor, herida errante
que busca el remedio de tus labios- en los demás retratada puedo sentirte y tocar la punta de tu
regreso.
Sé que he abierto los ojos una vez, y cuando los vuelva abrir sé que me veré en tu rostro.
QUIÉN
Quién como tú que pueda amarme, quién como el amor que pueda crearme.
Mi despertar es paulatino, mi sentir en el cuchillo de la noche se vuelve desnudo, mi sueño pensado
se endurece en la roca de tu nombre, mi infancia y mi origen.
El mundo consume los huesos de mi alma con el fuego del tiempo, pero la vida surge alada desde el
corazón del pasado, absorbe el tiempo y su diferencia en la inmaterial norma de su luz primera.
Antes y después de todo, la senda maravillosa del infinito.
Quién como tú que pueda.
ALLÍ
Si en mi corazón te siento
mi corazón no eres tú,
mi corazón es tu reino
el misterio de tu luz.
Con mi corazón por tinta
he de escribir en el tiempo,
he de dibujar tu gloria
en el papel del silencio.
RENUNCIAR A TODO
Renunciar a todo es
abrazar tu voluntad,
renunciar es sembrar todo
en tu tierra, libertad.
Renunciar es proseguir
y proseguir es amar.
LAS EDADES DEL RÍO
Como un río que nunca acaba de pasar
Vicente Aleixandre
Desnaciéndose
y volviendo a nacer
como lengua transparente entre las piedras
avanza el río paulatinamente
abrazando el limite de la ribera,
besando las raíces de los árboles,
acariciando la tranquilidad.
El río siempre está pasando,
el río siempre vence al pensamiento.
Cuando en su senda desnuda
el río tropieza con la dureza,
se viste de remolinos de espuma
y bulle en revoluciones cristalinas
y crece su corriente indescifrable
invocando el órgano del mundo.
El río siempre está pasando,
el río siempre vence al pensamiento.
En el espejo de las meditaciones
que se encienden cuando el día se oculta
yo me miro en el discurso del río
en su impulso que busca un cauce nuevo,
en su brillante y profunda canción,
y creo estar en todas las edades,
y creo ser todos los hombres,
y toco la escalera de lo eterno.
El río siempre está pasando,
el río siempre vence al pensamiento.
Como ángel de formas, su corriente
da vida a cada parte del paisaje
que en mi memoria ausente se ilumina
y me modela con su movimiento
puñiendo como una piedra mi tiempo,
apenas tierra que ya se deshace
sin su acento arrojado al transcurso.
El tejido de luz del pensamiento
florece en su sinuosa voz de sombra,
y siembra en el espacio su medida.
Ya ha estallado el encanto de mi sueño
y los ojos que miran su reflejo alado
son la misma forma que transcurre en mí.
-------------------De "El Caballero Invencible"
VIII
A Abdoulaye Bilal.
No me arrepiento de haberte dado la mano
aunque digan los hombres que no eres bueno
y te señalen con el dedo desde lejos
los cobardes que no se atreven a acercarse.
No me arrepiento de haberte dado la mano
y de haber hablado contigo de todas las cosas
y de haber comprendido tu mensaje,
el que me dijo tu presencia.
Otros, desde sus domicilios
desde sus campos de concentración
se ríen de la ley que me une a ti
que está más allá de lo que firman sus garabatos
en cartapacios constitucionales
con los que se ocultan los intereses.
Yo no soy tan miserable como ellos
y no sigo la noria de sus máquinas
que son maquinaciones
y amo la justicia de tu sonrisa
por encima de los Derechos del Hombre.
Vale más la mano que me has tendido
que los palacios industriales sin cimientos
flotando en el océano de la ruina,
o los buques de oro y plata de los sobornos
o el triste bienestar de los ladrones.
No creo en ninguna institución,
no creo en ninguna declaración
no creo en ninguna autoridad
por encima de la amistad que me has tendido
y de las lecciones que aprendí de ti.
Vengan con banderas los necios
desde todas las partes de la codicia,
vengan con metáforas desinfladas
vengan con licencias de guerra
vengan con sombras de triste ridículo,
que yo tengo más poder que todos ellos,
el poder que me regaló tu mano.
IX
Hoy me ha dicho Apolo que hable de los pobres
y que mi corazón se
transfigure en órgano
para decir en todas las lenguas qué es el hombre.
Qué es el hombre,
no un producto,
no un recurso,
no un medio,
no una mercancía,
no una invención del dolor.
Qué es el hombre,
sí la vida,
si el mundo posible e imposible,
si la flor visible y la invisible,
sí la salvación de alma
sí el trono-cruz del único Señor.
Qué es el hombre,
mucho más que una hueca pregunta
mucho menos que lo que vale su respuesta
que es su voluntad de acción.
Por qué el hombre no se mira a menudo
en el espejo de su prójimo,
porque imita la pose el silencio
y cree, necio,
refugiarse en la cobardía.
Con rima o sin ella, ¿qué es el hombre?
¿Un siniestro círculo de orgullo
o una generación en cada hoja nueva del árbol?
¿Qué pretende ser cuando se niega
y besa la superficie de la tierra
mientras arranca sin piedad sus entrañas?
Oh, hombre, me duele que te cruces de brazos
y que pongas excusas a tu vil muerte
y que digas "es así", por no decir "vergüenza".
No es rentable decir lo que se siente,
y la valentía que la ejerza una máquina,
y que la industria nos dé de comer
si, por favor, le apetece a su engranaje de ruidos.
No te reconozco en mí,
te desprecio y no sé quién eres si así te comportas,
no tengo algún respeto por tus máximas
ni por la violencia de tu convivencia.
Pero si me dices que sabes del mundo lo que él te ha enseñado
te diré que soy hombre como tú,
y me sentiré orgulloso de serlo.
Si me dices que los pobres no existen porque los ricos son fantasmas
y que no hay política, sino amistad
y que no hay ley más que el amor
que a veces traiciona tu falta de memoria
entonces te diré que somos lo mismo
y te trataré como trato a mi cuerpo.
Y no habrá idiomas a nuestra comprensión.
X
El Poeta se levantó de la cama
que era la mismísima Nada
y vio muchas cosas a la vez,
vio ríos, montes, vio gentes y familias,
y éxodos, y diluvios y fiestas y oyó todas las canciones.
Y entonces dijo,
"mi corazón es parecido a esa flor,
y yo no lo veo más que en esa flor",
También dijo:
" mi mente es parecida a esa montaña
y no la veo más que en esa montaña".
Y también:
"mi voz es como el río
y mi palabra tiene que ser el sol".
Y por último:
"¿Y yo quién soy, este teatro?"
"No" se dijo, "Yo soy su alma y su voz".
XI
Problema y Solución
en matrimonio me salieron al encuentro,
Problema me dijo que era hombre
y Solución me dijo que era tiempo,
y nunca se avenían sus conversaciones
y siempre se arrojaban enfados mutuos.
Problema me dijo:
"no la aguanto más"
y Solución por su parte, sentenció:
"Me divorciaré de él".
Y yo hablé solo al final
y les confesé:
"Soy vuestro hijo,
el camino de amor que os atraviesa".
XII
La cobardía baja la cabeza y se rinde al miedo
pero la valentía levanta la cabeza y no sabe rendirse.
La cobardía esconde, como el avestruz, la cabeza bajo el ala,
pero la valentía alza la cabeza desde todos los lugares.
La cobardía dice "Es lo que hay. No hay nada que hacer",
pero la valentía confiesa: " Haré lo que tenga que haber".
La valentía gime: " Adularé al influyente,
a ver si consigo que me dé algo de lo suyo",
pero la valentía clama" Enseñaré al influyente,
a ver si puedo darle algo de lo mío".
La cobardía susurra: "De la verdad no se vive",
pero la valentía grita: "es la vida la verdad".
La cobardía nunca sabe qué hacer,
pero la valentía ya lo tiene todo hecho.
La cobardía corrió a esconderse en la muerte
mientras la valentía se convirtió en memoria.
XIII
Como esa estrella que suspendida en la noche
se ve desde todas las partes posibles
así quisiera ser. No digas que es un sueño
el ser. Es un derecho, es la verdad,
y nadie puede obligarte a no ser.
Yo soy cada paso que doy y cada cosa nueva que aprendo
y el futuro más perfecto ya lo estoy sintiendo en mi
cuando hablo contigo en tu mismo lenguaje
y sé que tienes por fuerza que entenderme.
Yo ya estoy siendo esa estrella suspendida en la noche
cuando el mensaje de tu voz llega hasta mí.
-------------------De " Descubrimiento del Viaje"
CÚPULA DEL CIELO
Cóncava y azul,
la cúpula del Cielo
sustenta el ojo del Sol,
el espejo
donde el Hombre
reconoce su rostro.
El Cielo es la Sustancia
que soporta la Luz ,
la lámpara
del Ser.
En su cavidad
las nubes errantes viajan
como vellones del Cordero
de la Creación
dilatada en el Tiempo.
El Sol preside en majestad
el imperio azul
del Mundo,
la órbita,
la cúpula o la línea
perfecta del polígono
de la divinidad:
el Espíritu, la Gloria del Futuro,
la sombra de la Palabra.
PENSAMIENTO
Soñar es desear.
El Hombre sueña que el mundo es redondo,
que todos son Uno en Dios, el Alma;
que la Palabra es el Amor que agrega
a todos los pueblos de la Tierra.
No hay Verdad por encima del deseo,
el Pensamiento es una sola llama
ardiendo en un lugar del universo
que, incomprensiblemente, ordena el Todo.
El Hombre sueña con edificarse
dando su vida personal y vana
en nombre de la Vida , que, divina,
levita en el abismo de la Nada.
El Hombre sueña, el Hombre es Pensamiento,
un Corazón que eternamente late.
EL SIGLO DE ORO
El Hombre nace en el Tiempo
y vive fuera del Tiempo.
El Siglo de Oro, la Eternidad ,
adviene en la Palabra del Amor.
De Dios nos viene el Amor
que se hace Sustancia en el Hombre.
Dichoso Aquel que sabe amar
por encima del Presente,
a cada cosa según su ser.
No hay Verdad más necesaria
ni contemplación más plena
que ver en el viviente a un hermano.
PACIENCIA
Dios está en la siembra
del Hombre para el Hombre.
Él es el Silencio
que envuelve la Materia.
La lluvia llegará
y la Semilla morirá a su tiempo
para dar a luz al árbol de la Vida.
Paciencia es Salvación,
pues todo ha de venir por la Palabra
y ni una sola hoja
dejará de nacer a su momento.
ENTREGA
Hermosa es la mano que entrega la Vida.
Así la Palabra se entrega al Hombre
en el suelo firme de la Tierra.
Como una sonrisa o un beso
se nos da la Creación ,
la Rosa perfecta, la Belleza ,
el cuerpo de la Virgen Madre.
Hermosa es la mano que entrega la Vida ,
el costado que vierte su sangre
encendida de Amor,
la lluvia que cae del Cielo
orientada por la Gravedad
al seno de la Tierra.
Así se derrama la Luz sobre la sombra,
el fuego sobre la carne,
fundando el Reino de la Transparencia.
CULTURA
Deja que el arado separe por sí solo
la Tierra , Hombre;
no intervengas en nada
pues eres fin de todo.
Cree en Dios, cree en ti mismo,
pues la Palabra la has inventado tú;
en ella está la imagen
de la paloma o luz que llena el mundo.
Deja que la semilla crezca
alumbrada por la esfera del Sol
-por tu Palabraen el Tiempo estable y sucesivo
como una contradicción.
Cuando el árbol rompa la clepsidra,
será el Paralelo de la Vida ,
el eje del Ser,
el dominio absoluto del Amor.
CIENCIA
Máximas de experiencia,
gotas
que van al mar de la Memoria ,
fragatas sin curso en el Destino,
monedas sobre la mesa.
Predicciones de predicciones,
palabras de la Palabra ,
términos o acepciones
de un solo Significado.
Espectros.
La Ciencia no conoce la Verdad
de la semilla incomprensible
que forma el universo comprensible.
La Verdad es el Hombre,
la Luz ,
y las Tinieblas no lo conocen.
AMOR
Sustancia de alegría, sol de fuego
que calienta la Tierra.
Es el Amor
la Semilla hecha Hombre
con los brazos abiertos en la Cruz
del Encuentro, donde el río
se hace Mar para siempre
en el Abismo
de la Nada animal y diáfana.
La Vida es un abrazo prolongado
donde la carne se une al Ser,
y el Alma nace del Encuentro
de las dos Direcciones de la Rosa
del Misterio: la Palabra.
Centro de todo, es el Amor
la Verdad iluminada
del Rostro de Dios, el Eterno Presente
que da al Silencio su Significado.
-------------------De "La Semilla en el Surco"
I
Brota la Poesía del Silencio,
como brota el agua de las peñas
en un soplo de plata.
Al principio es susurro de Pobreza,
después extiende sus símbolos a la luz
como las hijas verdes de los árboles.
Se engrosa su cauce, se dora su transparencia,
se vuelve su ausencia canto.
Sus raíces succionan el Sentimiento,
y absorben la tierra de la emoción
en la vertical piedad del tronco,
columna del azul.
En la vertical piedad del tronco
se agrupan en enjambres las hojas
sujetas en el cruce de las ramas
con el aire por única medida.
¿No era una planta de ternura apenas
la que en la mirada se convierte en árbol?
¡Mírala ahora
como la Esposa del Amanecer!
En el vacío, nido de la semilla,
ha germinado el coro del tiempo,
y es ella el Lenguaje, más allá de nosotros.
-------------------De "La Voz del Mundo”
IV
GLORIA
La vida, donde cielo y mar se juntan
- digo el sentimiento y el sentidoes la sustancia de lo perseguido,
el destino que todos se preguntan.
El mar y el cielo infinito apuntan,
escala hacia el reino desconocido,
todo es recuerdo, aunque parece olvido,
todo son dioses que de un Dios despuntan.
La vida es la montaña de la mente,
y cuya superficie es la palabra,
de amor comunicado es su materia.
Todo confluye en su invisible frente,
que la patria del horizonte labra
más allá de la sombra y su miseria.
V
Me gusta subir a las lomas y desde allí ver la tierra,
ver los campos cultivados por la mano del hombre,
y ver también las ciudades en donde se alza el humo
y pensar que en el amor, en ese nombre
cabe todo lo sumo;
porque en las lomas se respira un aire que yerra
entre la noche y el día, el crepúsculo y el alba,
y el aire del espíritu que respira mi pecho
el interior de mi sentir salva
del tiempo que pasa, de todo lo hecho.
Estoy en las lomas de nevada belleza
viendo iglesias, aldeas, campanarios y torres
y el ganado que pace solitario en la hierba
¡alegre nobleza
de la natural materia que se expande!
Creación que hace desde dentro al Ser grande,
sol que en discurso de formas corres,
mar infinito que conserva
el vestido de la novia de la luz consciente
propagada en un campo de ensoñaciones,
fuga de palomas, corazones,
hacia donde las lomas del límite terminan
y empiezan las verdades que en nosotros caminan.
VI
DEFINICIÓN DEL AMOR
No permitas que el tiempo en su camino
en la noche sumerja tu deseo;
lo que en principio vino
hoy sea tu trofeo,
el Dios de lo que ves y lo que veo.
No te abandones a la incertidumbre
amigo, tu voluntad es la mía,
en ti mismo la cumbre
está en parusía,
esperanza que tu trabajo ansía.
Las cosas, hijas de tu Sentimiento,
Jerusalén, ciudad, razón, morada,
son despojo del viento,
son solo en tu mirada
apenas un destello, y luego nada.
En ti está la piedra de la firmeza
de la que mana el agua del consuelo,
la mente y la cabeza,
eternidad en velo
soñada majestad de un cierto anhelo.
El esfuerzo de tu inspirado viaje
en gloria conquistará la alegría,
infinito paisaje
total de la armonía:
palabra o música que anuncia el día.
Banquete sempiterno tu semblante
invisible cordero del amor,
es ley de fiel de diamante,
perpetuo surtidor
de formas hacia la patria mejor.
Si yo por cada célula viviera
¡oh amor! por cada una respirara
tu paz duradera,
los rasgos de tu cara
indefinidamente, y no acabara.
Paloma soy de tu nido preciso
- métrico espacio abierto a tu pupilavolar mi boca quiso
hacia tu voz tranquila
y tú creaste el tiempo que vigila.
Espejo soy de tu mano de oro,
amor. En él, también, amigo, vives,
arpegio de su coro
de él vida recibes
y la verdad, amando, en ti concibes.
¿No es la realidad tan solo abrazo
del árbol de la vida con el mundo?
La materia es el brazo
del alma, sol profundo.
Somos en uno, amor. Dios en ti fundo.
VII
Ese universo soñado
esa semilla del Ser,
isla en el remoto haber
del Verbo, sentido amado
del que parte el existir
poco a poco, en sí ha de ir
siendo patria, eterno hado.
Se han de allanar los montes,
se han de elevar los valles,
hacerse de ríos calles
y una ciudad de horizontes.
Desde dentro, modelando
la llama del alma todo,
el tiempo alcanzará el modo
mientras sigue edificando.
La boca dice la vida
- la boca del sentimientola esperanza trae el viento
en el espacio, la herida.
Ha de ser nuestra comida
esa palabra, el Amor,
y su alegría –el Señoruna perfecta bebida.
Cuando se junten sueño y vida en dos
alcanzaremos el cuerpo de Dios.
VIII
GÉNESIS
Lente de cristal es la carne
del mundo, cuerpo de la Mente
por donde la luz alma siente
Ser del tiempo en azul encarne.
Por medio de la luz el todo
en todo áureo se derrama.
Raíz del corazón en llama
es causa del soñado modo
Artefacto de incertidumbre
es la lente, ritmo universal,
alma en diferencias vertida.
Dios se posa en la última cumbre,
en la palabra virginal
puerta anhelada de la vida.
Marcos Polero
EL CREADOR
Él, el que quiso ser creador, se preparó según las antiguas reglas arcanas.
Purificó su espíritu con las hierbas sagradas que debió procurarse a
través del monje Onn, aquel que vive en la cima del cerro Argú. El
ermitaño le enseñó las oraciones del ritual y le advirtió los peligros:
estaba a punto de pasar el umbral desde donde nunca se vuelve. En la
noche indicada podría convertirse en un dios hacedor de vida. Él lo había querido desde siempre. Ya
su estirpe estaba destinada a esos trabajos. Tenía la borrosa pero fehaciente noción de haber sentido
el llamado de sus antepasados en noches de insomnio y silencio.
Prestó atención a la cábala y debió acudir a la vieja bruja Elú, que todo lo sabía. Obtuvo de ella las
claves secretas, sobornándola con riquezas terrenales que poseía en abundancia. Sin embargo, la
pitonisa no recibió del éter los mejores augurios. Él le agradeció pero no quiso escucharla. —Haz tu
trabajo —le dijo —no te he pedido vaticinios. Tengo el poder para conjurarlos. Sé de mi sino
augusto y predestinado a la gloria. Sé de enemigos que elucubran oscuras profecías para detenerme.
No temo al enfrentamiento. Aquí va mi desafío al destino lapidario.
Varios años atrás había conseguido los tres libros de la Onarixá, le habían costado sangre y oro.
Para la tarea debió contratar a dos sicarios de la casta de Emión y luego matarlos impregnando con
el veneno sagrado las monedas doradas de su paga. Nadie debía saber que él poseía la sabiduría del
Ohll, por eso no le importaba el oráculo, estaba por encima de las sombras impersonales del mundo
y su averno.
Descifró los textos sagrados onarixanos, como se ha llegado a saber: El Omus, el de las almas y el
paso al inframundo de los arcanos; El Yomus, el de los métodos de apaciguamiento a los monstruos
abominables que cuidan las puertas del hacimodo y el Hacimus, el que invoca, en el rito muimus, a
los elementos que elevan las oscuridades de la muerte y la vida. A todos los había estudiado. Cada
signo lo había traducido al sánscrito y lo tenía grabado en su mente y en su alma. Cada gesto ritual,
cada segundo, cada pausa estaban impresos en su memoria.
Era el año doceavo desde la concordancia de las dos constelaciones predestinadas, cuando la casa
de Orión, o Veshú, como era nombrada por los primigenios, coincidía con la estrella Veluí. Era
justamente esa noche.
Se acostó, con la mortaja ceremonial, en la tumba de piedra. Soñó, después de haber bebido la
poción sagrada de onoiiim. Vislumbró cada órgano de aquel portentoso animal que iba a parir. El
gran caparazón, las garras de rapiña y la gran cabeza dentada e inteligente del Rolipnnann sagrado
que sería su hijo. Aquel debía cruzar los abismos para irrumpir en la tierra. Sembraría el terror con
las garras al aire, las alas desplegadas, sus imponentes columnas de dientes filosos y el telliz
inexpugnable. Con sus zarpas desgarraría las tripas de los nativos horrorizados para comerlos con
sus fauces colmilludas. Ellos, temerosos hasta el paroxismo lo llamarían Axuu, con el respeto y la
adoración del terror, rindiéndole sacrificios de idolatría, y a través de él a su creador, su dios padre
omnipotente.
Todo marchaba con perfección cronológica. Las partes se ensamblaban mágicamente, ya podía
apreciarlo, el hermoso caparacho verdeamarronado, los enormes ojos indolentes y las tres filas de
enormes incisivos capaces cortar la carne con facilidad, hasta que un búho de la noche se fue a
posar sobre la cabecera de la tumba sagrada, rompiendo los pasos del
ritual. El animal fabuloso se desmembró ante la mirada impotente de
su invocador. Cada parte tomó una dirección distinta de acuerdo a la
naturaleza que le había tocado en suerte. Por un lado, de las alas y las
garras se formó un pico rapaz y un ave salió volando; la boca dentuda
cayó al mar y agregó a su cuerpo pisciforme, aletas y cola para
sobrevivir en el agua y el enorme caparazón también se dotó de
fuertes patas para andar por la tierra y una cabeza para guiarla. Él no
volvió a despertarse de su sueño fallido y habitó su tumba para
siempre jamás.
Encuentro
A Paco Urondo
—Y aquí estamos, amigo.
—Aquí, pero ¿Dónde?
—Aquí, en este lugar, es por decir algo ¿Quiere un amargo?
—Bueno, gracias.
— ¿Se siente bien?
—Un poco aturdido y un poco falto de memoria.
—Es lógico.
— ¿Por qué es lógico? ¿A qué se refiere?
—Nada, es una forma de decir, por no quedarme callado.
—Pero, ¿Qué estoy haciendo acá sentado al lado suyo?
—Y, no tiene mejor cosa que hacer.
—No, yo estaba apurado, estaba corriendo, de eso me acuerdo bien.
—Sí, se acuerda bien.
—A ver, déjeme hacer memoria: Hacía pocos días que estábamos en Mendoza. La organización me
mandó al muere cuando me dio este destino. Me buscaban todos los servicios, estaba muy expuesto.
Teníamos la cita periódica de control. Hicimos todo el recorrido para estar seguros de que no nos
seguían. En el auto, iba mi mujer y la compañera que me habían asignado de contacto. Quise dar
una segunda vuelta, creo que fue un error. De pronto vimos el auto que nos habían secuestrado y
que lo estaba usando la cana, y dentro de él al compañero con el que nos teníamos que encontrar,
quién posiblemente nos había delatado, quebrado por la picana.
Aceleré a fondo y saqué mi arma, nos pisaban los talones, mi señora se tiró al piso, la otra
compañera estaba herida en la pierna, yo disparaba mi 45 por la ventanilla, no me iban a agarrar
vivo.
—Lo vi todo, amigo, no hacía falta que me lo contara, ¿Otro amargo?
—Como no, pero sigamos, después se me hace todo confuso, tengo una laguna.
—Después usted tomó la cápsula, se sintió descompuesto, paró el auto para que se bajaran las
mujeres, puso un cargador nuevo y los esperó.
— Y no me entregué.
—No se entregó, ¿quiere que cambie la yerba?
—No, faltaba mas, así está bien, ¿pero, usted…?
—Si, Paco, y yo lo vine a recibir, lo discutimos democráticamente y los demás estuvieron de
acuerdo.
—Pero…Usted es…
—Roberto Arlt, un gusto.
— ¿Y porqué usted?
—Me ofrecí de voluntario, por el parecido en la elección de los temas literarios. Su estilo no va con
Borges, ni con Mujica Lainez, usted buscaba, como yo reflejar las grandes miserias y los pequeños
milagros cotidianos, bucear en la realidad, lo periodístico, en eso somos parecidos. Además usted
me admiraba, o por lo menos eso creo. Aparte tengo un hijo de su edad, bibliotecario de profesión, y
que no llegué a conocer.
—Yo también tengo un hijo, adolescente.
—Ya lo sé, debe sentirse orgulloso de él, tan pibe y tan decidido. Cuando usted penaba en Devoto él
siempre estaba al pié del cañón.
—Y también tengo una nena, chiquita, casi in bebé.
—Sí, también la he visto, una preciosura la mocosa.
—Bueno, pero entonces…
—Entonces pasó lo que tenía que pasar.
—O sea que Usted, yo…
—Sí, señor Urondo, no lo pudieron agarrar vivo, les ganó.
— ¡Les Gané, hijos de puta!
—Y acá estamos, acá estamos, amigo.
ENCUENTRO
Apretujado en su celda diminuta, con los pies haciendo presión sobre la pared de enfrente, la
espalda aplastada contra la pared del fondo, el frío y la humedad calando en el cuerpo hasta los
huesos; esperaba con la certeza de que era lo único que podía hacer. Esperaba sin saber qué esperar,
sin saber cuánto esperar, ya que a fuerza de golpes y picana se pierde la noción de las horas, los
días, los años. Estaba muy dolorido. Hacía rato que había terminado la sesión periódica de
“parrilla”.
Y lo vio. Fue como si la pared del calabozo se espejara. Pero no había reflejo. Mas bien era como si
estuvieran proyectando una película. Lo miró y él le devolvió la mirada.
—¿Y tu de dónde coño has salido? —dijo el otro.
—¿Y vos de dónde saliste? —preguntó él al unísono.
Detrás de la pared, que ya no existía, también era calabozo pero un poco más grande. Dos cuerpos
yacían juntos, como amontonados. Más cerca, un hombre vistiendo harapos, magullado y con las
indelebles marcas de la tortura reciente, como él; con barba descontrolada y cabello pegoteado,
apelmazado de sangre seca, grasa y suciedad, también como él. El asombro duró solo un instante.
Después, el hambre de compañía y el acostumbramiento de seres ya incapaces de sentir asombro
pues ya han visto todo, hicieron que dejaran de lado todas las conjeturas lógicas.
—Jaime Spolski, un gusto, si eso se puede decir.
—José Amatria, republicano, combatiente del POR.
—¿Del POR?
—Partido Obrero Revolucionario, ¿No has oído de las milicias libres del POR?
—Sí, en los libros.
—¿Y tú?
—Yo soy… Era estudiante de derecho, Militante social, sin partido político, independiente.
—¿Pero cómo? ¿Con quién combatías?
—Hay una confusión ¿En que año crees vivir?
—En 1939 ¿En cuál si no?
—¿En que país?
—En España, por supuesto.
—No tan supuesto, yo estoy en Argentina, en 1977.
Hubo un mutuo gesto de asombro, pero duró muy poco. Ambos confraternizaron de inmediato.
Aceptaron la situación de encontrarse en una encrucijada de tiempo y espacio, pero hablaron sobre
todo de cosas más urgentes, esenciales.
Trataron de convencerse mutuamente de sus ideales. Llegaron a la conclusión de que, por distintos
caminos querían lo mismo.
El español se guardó para sí la propia calificación del otro: Un idealista pequeño burgués, inocente,
sin método ni ideología, creído en que sin la fuerza podría luchar contra el hambre y la miseria
social organizada.
El argentino también se cuidó de decir que él ya conocía el resultado de la guerra, la derrota
catastrófica de la Revolución Española.
—Te presento a los compañeros —dijo el español y se puso a sacudir a los tendidos.
—¡No! ¡Dejalos que duerman!
—¡Que va! ¡Despierten, coño, que tenemos visitas!
Los dos que estaban tumbados en el suelo, se sentaron.
—Son alemanes; no entienden casi nada de castellano; igual, yo te traduzco.
Se pusieron a conversar y cada uno contó sus motivos: los alemanes enteraron a Jaime de las
actividades de las brigadas internacionales; de cómo habían cruzado los Pirineos desde Francia para
tomar contacto con las milicias en lucha; de la importancia vital que tenía la defensa de la nueva
República Española. Ellos no sabían, porque aún en su época no había sucedido, de la gran guerra,
de todo lo que después pasó y de las catástrofes que sobrevinieron.
Ellos apenas sabían que existía un país en América del sur llamado Argentina, el país del gran
Carlos Gardel.
El español sí sabía bastante de Argentina. Tenía parientes que le escribían desde la lejana Buenos
Aires, de un pequeño lugar lleno de napolitanos llamado La Boca.
Y en esa encrucijada témporo-espacial floreció una hermandad de luchadores que en unos pocos
minutos fueron compañeros de toda una vida, los cuatro con un mismo horizonte.
También hablaron de los hijos, de los hermanos, de los compañeros que se quedaron en el camino y
de los que habrían de continuar; de un porvenir venturoso y de una posteridad que se estaba
moldeando. Lo decía como si compartieran la misma época y el mismo destino desde un lugar
equidistante que ya no era más 1939 ni 1977 sino un punto de victoria segura en una curva del
futuro de la humanidad. Así pasó la noche.
—¿Y qué va a ser de ustedes? —preguntó el argentino.
—Ya está amaneciendo —dijo el español. —En minutos nos espera la muerte por fusilamiento.
—Por lo menos ustedes tienen la certeza de saber cuándo van a morir; yo nunca sé que va a
pasarme en el próximo minuto, y menos, cuándo mis carceleros me vendrán a buscar.
—También nosotros hemos sufrido torturas. Tengo tres costillas rotas, una incrustada en el pulmón
izquierdo; éste (señaló a uno de los alemanes) ya no tiene uñas en los pies y le han arrancado un
dedo. Franz (señaló al otro alemán) casi no puede incorporarse y menos caminar. Pero ya no
importa. Todo, porque se mantenga viva la República que es de vital importancia para el futuro de
la humanidad.
Jaime les encontró razón, sabiendo el desenlace de la historia y les envidió las certezas que él no
tenía. Al menos, ellos morirían seguros de lo que pensaban. Tenían una causa. Veían al enemigo de
frente. Él, con las mejores intenciones había nadado en un mar de incertidumbres y vaguedades,
donde no sabía quién era amigo y quien enemigo y donde nada estaba claro.
—Bueno, amigo, ya vienen por nosotros. Te despedimos hasta siempre. Recuérdanos —demandó el
español.
—¡Hasta la Victorria! ¡No pasarrán! —improvisaron los alemanes en un forzado castellano
arrastrado, infiltrado de erres.
Jaime vio como se abrían unas puertas y eran llevados uno a uno los milicianos. Escuchó las
descargas y los gritos: “¡Viva la República!”
Luego la pared volvió a ser de concreto color gris verdoso y enseguida los escuchó. Los pasos se
acercaron; se abrió la puertita del calabozo. Eran los de siempre, pero esta vez lo llevaron a un
cuarto distinto. Le aplicaron una inyección y mientras lo invadía la somnolencia escuchó que
hablaban de un viaje en avión.
Primer Premio Concurso Literario Luis Catinari 2010.-
LA AYUDANTE DEL GRAN POETA
Desde el principio supe como iría a terminar esto, aunque no quise admitirlo. Creí vislumbrar algún
talento en él, o me engañé, obnubilada por sus ojos profundos y su voz insinuante. Era hermoso,
seductor, lo conocí cuando era joven, tenía ambiciones feroces y un traje gastado y con arrugas,
seguramente herencia de alguien más corpulento.
Cuando me recitó su primer poema, al cabo de un mes de conocernos, noté que tenía pasta de
escritor pero le faltaba mucho pulido. Lo corregí, le cambié todo lo que consideré necesario. Se lo
mostré totalmente transformado. Pensé que se enojaría, sin embargo lo que yo había trascripto, él lo
aprobó con mucho respeto. Así comenzó su carrera de autor.
No tenía donde caerse muerto y me ofrecí a ayudarlo en todo. Vivía pendiente de él, lo acogí en mi
casa, lo mantuve. Me fui enamorando. Al poco tiempo nos convertimos en amantes. Casi le dictaba
lo que tenía que escribir. A sus poemas los daba vueltas, los ponía del revés, los hacía renacer. De
ésta manera ganó su primer concurso.
Nunca pretendí fama ni reconocimiento. Disfrutaba mi profesión de correctora. Nunca había escrito
en forma profesional, sí tenía larga experiencia en reparar escritos de toda índole: Poetas afamados
y principiantes mediocres acudían a mí.
Lo presenté a un editor y pagué los gastos del libro. ¡Un éxito! Poco a poco fui deslizando mi estilo
en las sugerencias y correcciones pero trataba de que él no se diera cuenta. Lo halagaba, le daba
todo el crédito. El aceptaba desconfiado, como esperando algo mas, un reproche, un reclamo. Había
un mutuo y silencioso pacto, una sociedad implícita. Nunca hablamos de ello. Fueron muchos años
de convivencia, de cama y de escritorio.
Y llegó su segundo trabajo y el tercero. Ganó el Premio Nacional y otros premios mayores. Luego
su fama trascendió en todo el mundo. Sus libros se tradujeron a cuarenta idiomas y fueron leídos en
más de noventa países. Yo sabía que la obra era el setenta por ciento de mi autoría. Íntimamente me
sentí orgullosa por mi aporte y feliz por su prestigio.
Su nombre ya no era su nombre, había trascendido lo personal. Su firma era de los dos. Ya no había
manera de separar dónde terminaba su pluma y dónde había yo metido la mía. Tuvo varias amantes,
no me importó. Yo era dueña de lo único que ninguna mujer podría robarme: el talento. Sin mí él no
era nadie.
Nunca le reproché infidelidades, jamás le pedí que formalizáramos nuestra relación. Me mantuve
como una acompañante de segunda línea, a su sombra, sabiéndome dueña de un secreto compartido
que nunca nos dignamos a admitir.
Así duramos décadas, en una rutina de escritos y correcciones, sugerencias y asentimientos. De esa
manera su fama internacional lo colocó entre los más destacados.
No fue todo fácil, cada vez él trataba de despegarse, de hacer cosas por su propia iniciativa. Cada
vez me costaba más hacerlo entrar en razones. Era en lo único que lo contradecía. No quería que su
renombre se manchara.
En estos últimos meses comenzaron las discusiones. Ya no me aceptaba lo que le corregía ni
escuchaba mis sugerencias. No quería mi ayuda. Fue escribiendo un nuevo libro de poemas, esta
vez por su cuenta. Definitivamente su ego había crecido. Se sentía capaz de hacer algo solo, sin mi
amparo. Yo no podía permitir que su fama de autor erudito se manchara por un capricho. El escritor
estaba por encima del hombre. Habíamos creado un personaje, un autor complejo, dotado de
exquisitez, fluido y atrapante, de prosa trascendente, único, intrincado, maravilloso. No lo podíamos
arruinar.
No tuve mas remedio. La otra tarde me armé de coraje. Ya me había amenazado: por su propia
cuenta iría a ver al editor para la publicación de ese engendro al que llamaba su última gran obra.
Vacié el sello de arsénico en su taza. Acompañé la infusión con unas galletas de almendras amargas
para confundir los sabores y que no desconfiara.
Después de saborear el té comenzó a retorcerse hasta que cayó inanimado en su sofá. Lo acomodé
escrupulosamente, parecía que todavía respiraba, quería que diera una imagen de prohombre.
Escribí mi confesión, donde culpo de mi crimen a las sucesivas infidelidades del “maestro” ¡Si
hasta suena simpático!
Antes de ejecutar mi propia muerte, con un tiro en la boca, me aseguraré de que no queden más
que cenizas de ese libro que hubiera marcado su ignominiosa decadencia.
Mario Santellan D'Andrea
JUBILARON A LA VETERANA
¿Quién dio la orden? ¿Quién firmó el decreto? Jubilaron a la
veterana, comentaron en la oficina. Era todo un mar de
congoja entre los compañeros de trabajo. Tantos años
trabajando juntos, que ya era un familiar más.
Parece que ese día el Directorio decidió retirarla, por sus
constantes errores y el envejecimiento normal de los años.
¿Aún nos era útil? Reclamaban los jóvenes auxiliares. Con
ella aprendieron los exigentes de la oficina, y soportaron las
quejas del jefe, por no tratarla como se debía. Es muy cierto
que ya había cumplido cuarenta años de trabajos
ininterrumpidos, pero ese material noble era difícil de
soslayar.
¿Quien no pasó por esa sección de la Oficina, y la observó con respeto? Era para los antiguos
funcionarios como para los recién ingresados, una referencia de esa administración. La orden estaba
dada y el decreto firmado, la vieja máquina de escribir Rémington, pasaría a depósito hasta nueva
resolución.
Marta Díaz Petenatti
MUERTE EN LA CIUDAD
Cuento Policial Corto
Un charco de sangre delineaba la silueta sobre el pavimento. El policía fue abriendo
camino entre la gente hasta llegar a él.
La mujer miraba la escena petrificada. Al saber que había visto lo ocurrido, otro policía
le dijo que debía ir a la seccional a declarar como testigo presencial.
No demoró en ir hasta el lugar donde había sido citada. El ambiente de la comisaría la ponía
inquieta, sólo deseaba declarar y poder volver a su casa.
El oficial a cargo la llamó. Sentada en una silla frente a él comenzó a interrogarla con la pregunta
que suponía sería sin lugar a dudas la primera:
_¿Usted lo conocía?
_Sí
_¿Y cómo se conocieron ustedes?
La expresión de su rostro cambió, sus ojos se llenaron de lágrimas. Le faltaba el aliento cuando dijo.
_Es una larga historia.
_Tengo poco tiempo para escucharla, le pido por favor que sea breve pero específica.
_Hace muchos años que Daniel está enfermo. Desde su adolescencia padece de esquizofrenia, pero
últimamente su estado se agravó, entró en depresión seguida de angustia.
Su bipolaridad lo hizo escurridizo, desconfiado. Culpaba al psiquiatra de su estado emocional.
El mismo apareció muerto en su consultorio hace dos semanas. Ese día habían tenido cesión.
Como las investigaciones son siempre traumáticas para personas con su sintomatología, su vida se
convirtió en un verdadero infierno. Nada se encontró nada en su contra, pero no es justo lo que le
sucedió a Carlos, un ser humano increíblemente hermoso, lleno de vida, apasionado por su
profesión.
Nadie me sacará de la cabeza que fue él quien lo mató. ¡Nadie!
_Continúe por favor.
_ Hoy fui a su casa para hablar. Quería averiguar cómo había sido su última sesión con Carlos.
Cualquier detalle me hubiera servido. Le pregunté inútilmente si había visto u oído algo. No
escuchaba nada de lo que le decía. Parecía mirarme con miedo.
Salió casi corriendo de su casa dejándome sola en el comedor. Lo seguí y cuando estaba por cruzar
la calle resbaló y fue embestido por el camión. Eso es todo lo que tengo para contarle.
_¿Eso es todo? Aún no me ha contestado cómo lo conoció, pregunta con la cual quise que iniciara
esta declaración.
_¡Ah, tiene razón! Yo era la secretaria del Doctor Carlos Fuentes. A Daniel lo conocí cuando
comenzó su tratamiento.
Me daba muchísima bronca ver lo bien que se llevaban los dos. Cuando Daniel llegaba a la consulta
yo no existía más para Carlos. Se cerraban con llave y las sesiones eran interminables.
_¿A usted le daba bronca, o celos?
El policía la miró fijamente. Ella sostuvo por un tiempo la mirada pero luego bajó la cabeza
visiblemente perturbada.
_Va a tener que quedarse. Creo que debemos seguir hablando
Ya no importa el tiempo. Ahora hay dos temas sobre los que debemos hablar. Mejor dicho, hay dos
muertes sobre las que tenemos que hablar. Y creo que usted va a hablar mucho, ¿no es así señorita?
25-12-2010
PAREDES QUE HABLAN
El día cerraba sus ojos. Las sombras comenzaban a aferrarse a todo aquello que ocupaba un lugar.
Juan caminaba con displicencia hacia su casa, disfrutaba de la luz mortecina.
Llegar le causaba angustia. No soportaba estar solo
entre esas paredes que las sentía tristes y no podía
internalizarlas como suyas.
Llegó a la ciudad para completar sus estudios. Tanta
magnificencia lo asombró, comenzando a sentirse
solo entre tanta gente.
Esa soledad envolvía sus días, lo asfixiaba hasta
producirle un dolor constante que no podía explicar,
sólo sentirlo y padecerlo.
Entró, fue hacia la heladera, tomó una botella con
agua y siguió hasta el patio. Se sentó y fue como si
todo su cuerpo se desmoronara. El cansancio hacía
estragos en él.
Bebía de a sorbos saciando en parte su sed. El agua fresca y cristalina le reinauguraba energías. Al
mirar hacia arriba sus ojos vieron las primeras estrellas. Tuvo un momento de plenitud espiritual
donde el silencio, el infinito y él eran los protagonistas.
Se recostó apoyándose en la pared, fue perdiendo noción del tiempo cuando una voz visiblemente
contrariada lo increpó diciéndole:
_¡ No te apoyes!, ¿no ves que me lastimás?
_¡Perdón!_ dijo tímidamente_ no sabía que te molestara.
_¡Claro, nadie sabe nada… nunca! ¿Sabés lo que es aguantar las cabezas apoyadas en mí desde que
nací? Y el motivo es siempre el mismo: están tristes, borrachos, delirantes, desahuciados. Muy
pocos están alegres, eso hace que mis energías estén siempre alertas para padecer, escuchar,
contener.
_¡Nunca imaginé que tuvieras sensibilidad!
_¡Claro que la tengo… y mucha! Todos estos años he conocido muchas realidades, he sido partícipe
de amores nuevos, rencores viejos, desilusiones, pasiones, peleas, y todo aquello que la vida regala
a personas como vos que no saben cómo manejar sus problemas.
Viven lamentándose sin saber aprovechar lo que la vida les brinda. En lugar de amar, odian; no ríen
por llorar; son soberbios debiendo ser humildes, pero especialmente nunca están conformes con lo
que tienen, y en lugar de mejorar copian, imitan, envidian. La mediocridad es una de sus mayores
defectos.
_¡Hablas con tanta convicción!, me cuesta creer en tu sapiencia pero veo la realidad de todo lo que
decís y me estás haciendo pensar en ello.
_¿Aún tenés que pensar? En lugar de pensar ponete alegre, alejá de vos la tristeza y agradecé que
estás solo porque sos uno de los elegidos que pueden estudiar aunque debas pagar el precio con
soledad, sacrificio, adrenalina, pero que el resultado es el objetivo logrado, la convicción de que
uno es capaz y puede, que los sacrificios valieron la pena y que se debe agradecer por las
oportunidades y por las aptitudes que nos dio la vida. Más no voy a decirte, analizalo vos.
El maullido de un gato hizo que se despertara sobresaltado. Al abrir los ojos, sintió seca la boca.
Extendió el brazo para tomar la botella de agua y ahí mismo se dio cuenta de que su tristeza y
angustia habían desaparecido.
Recordó lo sucedido y pensó que evidentemente había soñado, ¡pero le había hecho tanto bien! ¡qué
diferente veía su vida ahora!
Se levantó presuroso a buscar los libros. Iba a estudiar en el patio, la noche estaba hermosa.
Mientras caminaba pensó qué importante sería si todos tuvieran “paredes que hablan”.
Tomó los libros y se fue a estudiar.
02-02-2011
Marta Elena Streck (MESKA)
RECUERDOS DE ESTUDIANTE
Triste soledad en Biblioteca
Estudiantes Inmersos en su hoja, en su libro, en sus Tomos.
En esos tomos que forman barricadas a tu cara, a tus ojos, a tu sonrisa.Veo solo tu frente, ceñuda por el esfuerzo de entender, de aprender;
Veo tu pelo, y solo a veces, la punta de tus dedos cuando en el tic nervioso lo alisás;
Pero no veo tus ojos, no veo tu sonrisa,
Porque no me vas a mirar,
Porque sabes que estoy acá, mirándote
Porque soy la que no estudia mucho,
y aprueba igual
Porque soy la que se ríe, la que canta y baila,
y aprueba igual
Porque soy la que te ama,
y cuando te das cuenta
alzas tu barricada de Tomos
y te vas, a otra parte
a alzar otra barricada
para no pensar,
para no sentir.-
Martín Gardella (© 2010)
CONFESIONES:
El cuento de otro mundo
Algunos dicen que es imposible que los muertos puedan escribir un cuento. Yo no
creo que sea así. He leído cosas extraordinarias que estoy seguro han sido escritas
post mortem. Se los digo yo, que soy un hábil y reconocido escritor (al menos eso es
lo que dice mi epitafio).
Las visitadoras
Descubrí que las muñecas de mi hermana cobran vida en la madrugada. Abandonan
con delicadeza la casita en miniatura de la habitación contigua y entran en la mía,
semidesnudas, para colarse en el cajón de mis muñecos articulados. Hago silencio
para no molestarlos y, con los ojos cerrados, escucho el sonido del plástico retorciéndose, galopante
contra la caja de madera. Media hora más tarde, se retiran sonrientes y despeinadas, con su flexible
cuerpo agotado y la misión cumplida.
El episodio se repite indefectiblemente noche tras noche, aunque hoy, promete ser diferente.
Asomado a la puerta de mi cuarto, el alegre rostro plástico de la muñeca gigante que le obsequié a
mi hermana por su cumpleaños, observa el grueso candado que coloqué en el cajón de los juguetes,
y me guiña un ojo. Todos duermen, excepto nosotros.
El genio
Froté la lámpara maravillosa por tercera vez.
–¿Qué deseas? –preguntó el genio del turbante.
–Quiero ocupar tu lugar –le respondí.
Desde entonces, cada vez que quiero algo, friego mi lámpara y aparezco.
Ya no tengo pretensiones insatisfechas, eso es bueno. Pero me aflige sentir que, con el tiempo, esta
horrible omnipotencia en cautiverio me fue robando el placer de desear, y de cumplirle a quién me
llame sus deseos.
MACRORREALISMOS:
Infusiones
Todas las mañanas, discuten por cualquier cosa. Si ella prepara té, él quiere café. Si sirve café, él lo
encuentra demasiado dulce, frío o muy pequeño, o se le antoja con leche, o prefiere que le cebe un
mate.
Pero, a partir de hoy, ella no quiere discutir más. Satisfará obedientemente todos los gustos de su
esposo en el desayuno. Total, cualquiera de las infusiones servirá para esconder el sabor del veneno.
El juego de la escalera
Las instrucciones del juego parecen claras. El competidor es colocado en la terraza de un enorme
edificio, frente a la puerta de acceso a las escaleras. Apenas el juez lo ordene, comenzará su carrera
descendente. En cada planta le espera una sorpresa, un sacrificio, una alegría o una decepción. A lo
largo del camino, podrá encontrarse, entre otras cosas, con un ambiente lleno de insectos y
serpientes venenosas, un difícil acertijo que resolver, un salvaje animal famélico, un monstruo
asesino, una mujer ninfómana o una trampa mortal. Por cada obstáculo superado, se hará acreedor a
una importante suma de dinero, que le será abonada cuando alcance la salida.
Cada uno de sus movimientos será capturado por alguna de las múltiples cámaras de televisión que
se encuentran distribuidas a lo largo del edificio. El participante lleva consigo una mochila que
contiene: un cuchillo, un revólver con seis balas, una calculadora, un diccionario, un destornillador,
un rollo de cinta autoadhesiva, una botella de alcohol fino, una caja de preservativos, un moderno
cortaplumas de múltiples usos, una soga y algunas latas de comida en conserva, por si su estadía en
el edificio se prolonga más de lo esperado.
El conductor del programa le desea suerte y lo invita a cruzar la pequeña puerta de hierro, que será
soldada por fuera. Ya pueden escucharse los alaridos, gruñidos, sirenas y otros ruidos extraños,
provenientes de los niveles inferiores. El concursante se detiene antes de bajar la primera escalera y
saluda sonriente frente a una de las cámaras. Pero su rostro se transformará repentinamente, cuando
mire con atención hacia abajo y descubra que, al igual que los infructuosos participantes anteriores,
él también ha sido víctima de un aterrador engaño. No existe una planta baja ni una meta que pueda
alcanzar para poner fin al juego. Los pisos inferiores se repiten continuamente, hasta el infinito.
IMPOSTURAS:
Non cogito, ergo sum
A Raúl Brasca
Observo hace horas una hoja vacía. A pesar del esfuerzo por escribir algo nuevo, no logro gestar
una idea, mi mente está en blanco. Entonces, recuerdo el planteamiento filosófico de Descartes, por
el cual afirma su existencia (y la de todos los hombres) por el simple acto de pensar. ¿Acaso habré
dejado de existir? Sin embargo, noto que, aun en los casos en que mi mente se vuelve perezosa,
existe en mí un ser que podría pensar en algo, pero elige no hacerlo. Puedo argumentar entonces
que, aunque no pienso, existo. Ergo, Descartes no existe.
Adorable hábito
Todos los jueves, cuando cae la tarde, la muchacha cruza el bosque, portando una canastita. El final
siempre es el mismo: el salvaje lobo la espera, para devorarla de un bocado, en la alejada casita. La
madre intranquila se pregunta por qué su hija cumple con tanto rigor la llamativa rutina, si hace más
de quince años que se murió la abuelita.
Falso adiós
El plan era perfecto. La botella no tenía veneno, ni la daga filo. No habría autopsias ni largas
ceremonias funerarias, sólo algunas lágrimas de padres tristes, mezcladas con una extraña sensación
de alivio. Saldrían del sepulcro a la medianoche para encontrarse, sonrientes, en las puertas de
Verona. ¡Basta de citas en balcones o de estúpidas peleas callejeras! El amor debía triunfar, por
encima de todo. Pero ni siquiera el más triste de los sueños eternos de Julieta hubiera imaginado un
final tan sorprendente: la carrera enamorada
de Romeo hasta Venecia, tomado de la mano del joven Mercucio.
Monstruosos
II
“Debo aceptar que soy diferente”, piensa el Hombre Lobo, mientras aúlla, mirando el Sol, al
mediodía.
FUGACIDADES:
El carnicero habilidoso
Durante el extenso día laboral, el carnicero satisface los pedidos ansiosos de las mujeres del barrio,
exhibiendo su habilidad con los cuchillos, al cortar las milanesas. Incansable, por las noches, sale a
practicar sus técnicas, en los fríos cuerpos perfumados de sus mejores clientas.
La historia de amor más corta y triste del mundo
–¿Me querés?
–No.
El viudo eterno
–¡Maldita sea la hora que vendí mi alma a cambio de esta triste inmortalidad! –se lamentaba el
joven alquimista, abrazando el cadáver tibio de su decimonovena cónyuge.
Ménage à Trois
Antes de apagar la luz del cuarto, la mujer susurra al oído del señor
Jekyll: Por favor, cariño, esta noche invita a Hyde.
Un tipo sensible
Cuando cae la tarde, ella le lleva flores a su tumba. A él le encanta olfatearlas, antes de volver a
dormirse.
El olvido fatal
Se apagaron las luces del escenario y un aplauso prolongado quebró el silencio de la sala. El joven
mago acababa de desaparecer en escena ante la absorta mirada del público, consumando una ilusión
inexplicable y nunca antes lograda. Fue la última función del ilusionista, que jamás logró recordar
la segunda parte del truco.
“INSTANTÁNEAS” de Martín Gardella - 1° Edición –
Editorial Andrómeda, Buenos Aires, 2010 – Instantáneas de
Martín Gardella - Editorial: Andrómeda - I.S.B.N :
9789507224423 - Clasificación: Ficción Y Literatura » Cuentos / Relatos » Argentina -Formato: Rústica - Paginas:128
- Publicación: 21/07/2010 - Idioma: Español
Prólogo de Sergio Gaut vel Hartman: "Instantáneas es una
colección de textos breves (y brevísimos) que sintetizan, usando
apenas un puñado de palabras, ideas que podrían ser
desarrolladas en una ficción más extensa. Martín Gardella
eligió esta forma para expresarse, una destreza singular, con
algo de excéntrica alegría y mucho de inteligente practicidad.
En esta era aquejada por la escasez de tiempo, la posibilidad de
escribir sintéticamente, utilizando la sagacidad del lector para
llenar los huecos y completar las tramas, termina resultando un
recurso formidable. Instantáneas evita lo superfluo y recorre un
complejo mundo de fantasías, actitudes, horrores y visiones
utilizando ciento cincuenta y ocho ojos. Gardella aborda la
diversidad, lo que presupone riesgo, y la afronta de la mejor
forma posible, desembocando en el único patio de comidas de
este centro comercial: el que tiene tantos ingredientes como
platos como cocineros como comensales. Pasen y coman,
entonces. O mejor dicho, pasen y lean." (tomado de la
contratapa).
Reseña: INSTANTÁNEAS reúne 158 relatos brevísimos (comúnmente llamados microrrelatos o
microficciones), divididos en cuatro partes: I) Confesiones (microrrelatos escritos en primera persona)- II)
Macrorrealismos (microficciones un poco más extensas, escritas en tercera persona). - III) Imposturas (antiversiones de algunos clásicos: cuentos de princesas, Romero y Julieta, y bíblicos, al estilo de las
Falsificaciones de Marco Denevi). - IV) Fugacidades (microrrelatos de menos de un párrafo, algunos de ellos
extremadamente breves, de apenas una línea, también conocidos como ráfagas, parpadeos o hiperbreves).
Este libro inaugura un nuevo proyecto de libros de narrativa que lanza Andrómeda, una editorial argentina
que en su momento publicó libros de narrativa de ciencia ficción, fantasía y terror, que vuelve a la carga con
una serie de colecciones de libros que abordan esos géneros, a los que se agregarán ahora microficciones,
ensayos y obras juveniles.
Dicho proyecto está integrado por cuatro colecciones: “Mitogenia” (cuentos de un solo autor), “Fractal”
(novelas), “Sinergia” (antologías de cuentos) y “Heliconia” (poesía), todas ellas integradas por escritores
hispanoamericanos que, en muchos casos, publican por primera vez en papel. Todas las colecciones están
dirigidas por el escritor y editor Sergio Gaut vel Hartman.
Pamela Janet Rodriguez Piminchumo
Mi cuerpo pide guerra
Mi cuerpo pide guerra;
una batalla limpia y tierna
el tacto cálido y piadoso
llegar al punto G de las palabras
cabalgarlas de madrugada
que mis dedos subyugados
se desgasten en el verso
de una noche inspirada
Diabluras, Musas traviesas,
Hadas que adversas
por los deseos,
impregnen el ósculo del intimo universo.
Entre pócimas y calderos;
quisiera hacer un conjuro
hechizar tus sentidos
por una fracción de segundos
Pletóricamente quebrar todas las leyes físicas
Dibujándote un nuevo mundo
Rozar tus jocosas mejillas
regodearte de reales fantasías
y espantar la avaricia,
Como un calidoscopio
espiarte los egos de todo pensamiento
trastocarte las neuronas
forjar cada célula que en ti brota
Incitar en tu corteza hermosos planetas
disolvería tu amarga in-certeza
anhelando perdurar,
por una pizca discreta en tu maleza
Privatizar los labios altivos y soberbios
que me despojan el sueño eternizado
Atarte a mis partículas
y mi piel ser la veste que cubre tu cuerpo
invadir tus lomas que frondosas se asoman,
llenarte de mi aliento.
Aniquilada por esta musa existencial;
¡efímera vida me acechas!,
donde el tiempo se acelera,
donde cinemática te encuentras,
mil pedazos te transmutan en proeza
un disfraz perfecto para nuestro silencio.
Voy a arreglar las perillas
de entrada a este infierno
para revivir paisajes perdidos
y sumergirme en tu cósmico recuerdo
En mi mente arrebatada,
están sus alegres glosas
ancladas en rosas hermosas
Emprenderé la odisea
entre frases nebulosas
y a recuperar el pulso,
cargada con todo, lubricare tus pupilas
con versados estigmas
seré la estancia perpetua
consumada en tu belleza.
Vino y alquitrán
Vino y alquitrán para pavimentar mi alma
parpados, plegados,
en pos de las letras
y esta musa traviesa,
embestida por los encantos
sinuosa y elegante
teje fantasías con anónimo prolijo
Soy papel y tinta, sábanas revueltas
y trovas como espada.
me alumbra las sombras.
Mi mente una avenida calzada
Mientras la luna negra en el cielo
Por donde transitan las mariposas, desgranadas,
confiesa su credo;
por frases, en hojas de acanto bordadas
para el resarcimiento
al borde , en la vereda, no hay semáforos de
un buen vino me macera el tiempo
transito
para repetir “hazañas”,
solo un alud de sinfonías
compensaciones y canalladas,
en el letargo del cansancio.
¡Soy el colmo del descaro!
Encerrada en el virtuosismo de mi burbuja
Parto a gritar mis versos,
navego en elegante cautivo
Un Pegaso de alas negras
observo continentes esquivos
me protege de este ego.
y lugares con albor de la mañana.
llevo un paraguas de neón
Tomando rumbo a mí destino
para cuando lo versos caigan…
me adueño de este oleaje
energético y ancestral
Tu mi Ave turpial
Surcare los sentidos
Tu mi Ave turpial
de este trayecto en espiral
que vuelas al espacio infinito
colgare pentagramas
me das de comer
en desmesuradas tonadas
del fruto prohibido de tu pico
augustas y coloradas
te acicalas en mi vida
Trasatlánticos a la borda
sin desfallecer con inquietos latidos,
escribo desde una ciudad inhóspita
al
recorrer la celda, de tus ojos chinitos
a las 12 y punto ya es la hora
por los que camino una y otra vez.
frases que osadas todas se asoman
Tu mi hermoso vuelo, mi anhelo,
embarcan a un mundoidílico
mi sueño, mi hermoso sueño,
se pasean por un determinado bulevar
me has montado en tus alas con feliz entrega
o se exhiben al balcón de los pensamientos
y alegría en mi vida,envuelta en esperanza.
surreales
Me abasteces de cobijo en tu nido
Calada hasta el hueso
y
un
mirar de fresco cielo azul al amanecer
en la habitación de mi juventud,
Te vi un día que no esperaba,
exhalo un elixir de setas
volviste, me viste y volaste,
de gusto silencioso
eres libre, como siempre…
hermosamente venenosas y alucinógenas;
…Como antes…
Mi hollín es un súper flujo de pensares
Un
día
vi en mi ventana,
apostilladas al margen
un par de ojos colgados,
la noche cabalga sin jinete
sol
radiante que engalanan
y a lo lejos se atisba fuego
miraban con tanto amor, Que ahora me
¿serán los de apocalipsis de reemplazo?
acompañan…
¿O serán los versos bogando por el cielo?
Mi amarillo-negro-blanco,
A pompa y vasallaje
Mis
sueños en el cielo… tu cielo…
voy a iniciar una cruzada;
Mis miradas en tus pupilas altas acostumbradas,
alto riesgo de bajas,
Tu pico hermoso, agudo me arrebata,
de palabras como dagas,
Dominio
tuyo y mío, despertares de mañana,
sobre la calle ya subyacen, las mariposas
Cantar afinado, Tu mi hermoso Turpial…
blancas,
¡Te amo!
ayer estériles y muertas, hoy hermosas, llenas de
luz
Patricia O. (Patokata)
ENTREVISTA DE TRABAJO
“Corrientes 348, 9 de la mañana”, lee en su agenda; su
primera entrevista de trabajo luego de tanto tiempo.
Piensa que esa dirección le suena de algo pero interrumpe
sus pensamientos cuando llega a la llamativa placa de calle
y toca el timbre que parece ser una portería.
Le abre personalmente un hombre con un traje impecable,
pañuelo al cuello y peinado a la gomina, huele a colonia
fuerte y a cigarro
—Adelante señorita…— le dice con voz ronca y profunda.
Lo sigue y a medida que suben las escaleras nota que el ambiente comienza a cambiar, cuando el misterioso
hombre le abre la puerta ella se siente transportada a una época muy lejana.
—Por allí está tu pieza querida…estás algo flacucha…— le dice, sin soltar su cigarrillo y su copa, una mujer
mayor muy pintada que seguramente fue muy bonita en su juventud y que ahora la mira casi maternalmente.
No entiende, ella venía por el aviso de Administrativa y la mujer le señala una pieza; ¿y esos hombres con
trajes antiguos… y esas mujeres medio desnudas…?
Sin pensarlo más esquiva al hombre y baja corriendo las escaleras, cuando sale al exterior la época moderna
ha desaparecido…y ella también.
Primavera Cardoso
Una excursión al pasado
Me desperté tarde, me desperecé lentamente y me asomé a la ventana, me
impactó el fuerte sol de diciembre, la intensidad del verde de las plantas y
el arco iris de las flores.
Me sentía feliz, desde el día anterior era arquitecto y mis padres me
obsequiaban un viaje al sur. Hacía años que deseaba conocer los hielos
continentales y a principios de enero iría a El Calafate.
Me acompañarían dos amigos, entre los tres preparamos el viaje; partimos el 6 de enero de 1991 en
una camioneta doble cabina y doble tracción.
Tomamos la ruta tres y el primer día llegamos a Bahía Blanca, haríamos el viaje en cómodas etapas.
Esto nos permitiría conocer los lugares donde pasáramos.
Al segundo día nos quedamos en San Antonio Oeste, el lugar árido y ventoso nos llenó de tierra. No
nos interesó ir a Las Grutas y salimos temprano para terminar en Trelew. Este hermoso valle del río
Chubut, lleno de cultivos, nos encantó y estábamos muy cerca de Puerto Mádrin hacia donde nos
dirigimos para ver si veíamos las ballenas.
Tuvimos la suerte de ver dos de estos cetáceos, mi amigo Cristian que reaccionaba como un niño y
que jamás había salido de la ciudad o de las playas de moda, exclamaba:
-¡Nahuel, Adrián! Miren lo grandes que son y que alto echan los chorros de agua.
-Cierto, y nos muestran sus enormes aletas caudales.
Aunque la temperatura era templada, mis amigos se bañaron en el mar y contrataron un bote para
acercarse a las ballenas. Recorrimos tres días el valle y el puerto.
Seguimos viaje, el camino que nos separaba de Comodoro Rivadavia era inhóspito auque
encontrábamos modernas estaciones de servicio y alojamientos a muchos kilómetros unos de otros.
Comodoro Rivadavia es una ciudad moderna, bonita, con magníficas vistas al mar, pero con escasa
vegetación como todos los puertos. Era temprano y continuamos hasta Caleta Olivia que se
encuentra al norte de la provincia Santa Cruz.
Esta ciudad nos sorprendió porque es grande y muy moderna, creció últimamente debido a que la
zona es riquísima en petróleo. Es la segunda ciudad en habitantes de Santa Cruz aunque ninguna
tiene muchos.
Nos quedamos un día en ella para recorrerla; el viento suroeste nos había acompañado desde que
entramos en la Patagonia pero ese día estaba especialmente fuerte y cargado de tierra y arena.
En la etapa siguiente llegamos a Cte. Luís Piedrabuena, la única población por la que cruzamos fue
el árido y triste Puerto San Julián donde el viento le ponía una cortina marrón terroso para
completar el espectáculo deprimente.
Cansados de la aridez de la costa, estábamos deseando llegar a destino cuando la ruta asoma a una
localidad sobre el río Santa Cruz. Desde la altura, antes de descender por la pronunciada bajada,
vimos un verdadero vergel. Los árboles y las quintas se extendían varios kilómetros corriente arriba
y abajo del imponente río. A lo lejos un extenso puente lo cruzaba.
Naturalmente nos detuvimos en Cte. Luis Piedra Buena, paseamos por la costanera, conocimos el
criadero de peses y conversamos con la gente del lugar. Esto ultimo fue de gran interés porque nos
sugirieron que para conocer nos convendría ir al Calafate por la ruta 288 que pasa por Tres Lagos,
llega al lago Viedma, de allí, bordea el río Leona que comunica este lago con el Argentino.
Costeando el río y el lago llegariamos al Calafate.
Nos pareció excelente la idea y emprendimos viaje temprano, la ruta aunque sin asfaltar es muy
buena, el único peligro es que en muchos tramos el canto rodado suelto la hace peligrosa. Después
de tres horas de viaje sobre las mesetas patagónicas por un camino con escasos desniveles sabíamos
que teníamos que descender al valle del río Chalía. Manejaba yo cuando en una curva cerrada que
determinaba el comienzo del descenso, mordí el pedregullo del costado, la camioneta hizo un
trompo y me arrojo. No se nada más porque me desmayé.
Muchas horas después desperté, me sorprendí mucho al no ver la ruta; me dolía todo el cuerpo pero
haciendo un gran esfuerzo me incorporé un poco y realmente no se veía ningún camino. ¿Qué
ocurría? El auto no podía arrojarme tan lejos. ¿Estaré vivo? Me pregunté, pero aunque con dolor,
todos mis músculos respondían y aparentemente no tenía fracturas.
Me incorporé despacito y miré para abajo, no solo no existía camino sino que tampoco el vehículo
que, suponía se había precipitado dando tumbos por la ladera.
Intenté caminar, el dolor era casi insoportable pero después de dar unos cuantos pasos me sentí
mejor. Subí hasta el borde de la loma, el lugar parecía no ser el mismo, no se veía ninguna señal de
seres humanos, mirando hacia el norte no se observaba más que la meseta por la que habíamos
venido cortada a lo lejos por sierras bajas, azules por la distancia; grandes grupos de guanacos,
ñandúes y ovejas poblaban la llanura que no tenía matorrales sino solamente unos pastos cortos y
duros.
Comencé a desesperarme, tenía hambre y sed, empecé a sentir frío. Me di vuelta y vi el valle de lo
que suponía era el río Chalía, prestando mucha atención al trayecto del río vi un techo rojo. ¡Que
alegría! Eso indicaba vida humana, continué mirando y vi caballos en un corral, un poco corriente
abajo había algo que parecía una toldería también con caballos a su derredor.
Mi cabeza era un torbellino, pero allí comprobé que el instinto de supervivencia prima sobre todo lo
demás, tenía que conseguir ayuda porque sino no sobreviviría. Pasaron a segundo plano mi
desconcierto y el misterio en que estaba envuelto, solo me obsesioné en llegar bajo ese techo rojo.
Calculé que solo habría dos o tres kilómetros hasta esa casa, tenía que descender una ladera llena de
matorrales y después caminar en lo llano un buen trecho. Mi estado físico era lamentable, sobre
todo me dolía la rodilla derecha donde se me estaba formando un moretón, pero no tenía elección,
tenía que hacerlo.
Observé que había un caminito probablemente formado por el paso de animales, por él emprendí el
descenso. Mi reloj funcionaba, eran las siete de la tarde pero como en esa época del año los días son
muy largos en ese lugar, tendría unas tres horas de luz, tiempo suficiente para llegar.
Conseguí un palo para apoyarme y descansaba con frecuencia, pero bajé más rápido de lo que
pensaba. Cuando llegué abajo la casa desapareció de mi vista pero si seguía en línea recta hasta el
río llegaría muy cerca.
Me dirigí hacía el oeste por la costa del río y a poca distancia de la casa vi un hombre desensillando
un caballo, me encaminé a él rengueando y arrastrando los pies por el dolor y el cansancio:
-Señor, necesito ayuda- el hombre me miró con sorpresa y dijo:
-Por Dios muchacho que te pasó, de donde venís.
-No lo sé, no recuerdo, supongo que tuve un accidente.
-Es evidente, pasá a la casa, mi mujer te curará.
Una señora de mediana edad se tuvo que sentar de la impresión que le causé. En realidad mi aspecto
era lamentable, tenía desgarrado el pantalón hasta la rodilla, la pierna ensangrentada y un gran
moretón. Mi brazo derecho raspado y la manga deshecha, comprendí que también la cara estaba
magullada. La señora reaccionó enseguida y dijo:
-¿Que te ocurrió? ¿Te caíste del caballo?
-No sé, no recuerdo pero no doy más- dije dejándome caer en una silla.
-Quedate tranquilo, yo te lavaré esas heridas y te curaré.
-Tengo sed y tengo hambre.
-Está bien, primero te daré de comer.
-Gracias-y me acerqué a la mesa.
Me sirvió un tazón de mate cocido acompañado de pan y mermelada casera, después de esta comida
me lavó los raspones y me puso alcohol en todos, yo sufrí un intenso ardor y extrañé los modernos
desinfectantes que no duelen.
-¿No te acordás que te pasó?- Me preguntó la buena mujer.
-Seguro me golpeé la cabeza y no recuerdo nada. No mentí del todo porque si bien sabía que fue un
accidente de auto no entendía porque estaba en ese lugar.
-¿Te acordás de tu nombre?
- Supongo que me llamo Carlos porque lo siento como normal- dije sabiendo que en cualquier lugar
de la Argentina y en cualquier época era un nombre común. Mi moderno e indígena nombre que era
Nahuel no me pareció apropiado en ese ambiente. Pregunté:
- ¿Cómo se llaman ustedes?
- Somos la familia Jordana, yo me llamo Julia y mi esposo José. Esta estancia se llama “Mata
Amarilla” ¿Tu apellido lo recuerdas?
- No, tal vez más tarde empiece a recordar- dije después de pensar un rato.
Doña Julia trajo un espinazo de cordero y se puso a preparar la cena. Entró Don José, quiso saber si
recordaba algo y si me sentía mejor. Observé que tenía acento español.
Como yo “no recordaba nada” la conversación estuvo a cargo de ellos.
Me contaron que tenían tres hijos, una casada que vivía en el pueblo, otro trabajaba en un
establecimiento muy grande como capataz y el menor estaba con ellos, pero por unos días se había
ido a visitar a su hermana.
Poco después, comimos un agradable estofado acompañados de los dos peones, dado mi cansancio,
me dijeron que fuera a dormir; al pasar por el pasillo vi un almanaque de esos con talonario que ya
no existen ¡La fecha era el 8 de enero de 1912! casi me descompongo.
El dormitorio era agradable, la cama cómoda pero mi desconcierto y angustia eran tales que no
podía conciliar el sueño; mis pensamientos eran un torbellino descontrolado. ¿Qué había pasado?
¿Qué hacía yo en 1912? ¿Dónde estaban mis amigos? ¿Cómo podría volver? Nada de esto tenía
respuesta y, también pensaba sino estaría loco o soñando o muerto. A pesar del desquicio mental
que tenía, el cansancio me venció y supongo que muy tarde, me dormí.
Me desperté cuando Don José golpeó a mi puerta preguntando si estaba bien, pensé en saltar de la
cama pero los dolores que tenía en todo el cuerpo me lo impidieron. Contesté:
-Pase usted, solamente estoy muy dolorido- Don José entró y dijo:
-Si no podés levantarte quedate en cama, te traeré el desayuno, Julia te manda esta ropa que es de
Fernando, creo que te quedará bien.
-Muchas gracias, despacito me levantaré.
Muy lentamente, con dolor en cada movimiento, fui a la cocina. Me sentía extraño con bombachas
de gaucho y una camisa blanca, pero estaba cómodo.
Doña Julia me ofreció mate y acepté, por suerte estaba acostumbrado a tomar mate amargo.
También comí el pan y la mermelada casera. Me controló los raspones y observó mi rodilla que
tenía el doble de su tamaño y estaba morada- dijo:
-Te traeré un bastón y tratá de no apoyar la pierna, te la vendaré ajustada.
Me la vendó prolijamente y me preguntó si quería sentarme afuera o quedarme en la cocina pero
que no caminara.
Me senté afuera y me puse a mirar el paisaje, en las partes bajas se veían matorrales, el resto solo
tenía pastos duros, cortitos y amarillentos. Las lomas que limitaban el valle hacia el sur tenían
piedras, también amarillentas.
No me aburría porque mis pensamientos daban vueltas a los misterios de mi actual situación, con
más calma decidí que continuaría fingiendo una amnesia total y vería después que podría hacer. Me
sorprendía lo bien que me trataban siendo yo un perfecto desconocido con vestimenta rara y una,
para ellos, extraña enfermedad como era la perdida de memoria.
Don José estaba arreglando los corrales con un par de peones, los veía trabajar y me hubiese
encantado unirme a ellos pero casi no podía caminar.
Los días que siguieron fueron aburridos, mi rodilla mejoraba lentamente pero si intentaba caminar
se volvía a hinchar. Doña Julia me hizo pasar al escritorio donde tenían una biblioteca bastante
grande, casi toda de novelas clásicas y libros de texto. Yo no estaba acostumbrado a leer, solamente
libros de arquitectura y algunos best séller; la lectura de los clásicos me resultó apasionante.
Recién después de quince días empecé a caminar un poco pero si andaba más de unos metros se
volvía a hinchar.
Estando sentado en el patio vi que venían indios para arreglar algún asunto o por algún animal; le
pregunté a Don José:
-¿Dónde viven esos indios?- me contestó:
-En la toldería que está a media legua de aquí, son buenos vecinos.
-¡Hablan bastante bien el castellano y visten como nosotros!- dije sorprendido.
-Son tehuelches, son civilizados. Viven en toldos de cuero de guanaco y muchas de las mujeres no
saben el español y no se adaptarían a vivir en una casa.
-¿Son muchas las tribus?
-Quedan pocos indios puros, los han destruido la tuberculosis, el alcoholismo y sobre todo la caza
de ellos que han hecho los grandes establecimientos ganaderos.
-¿Los cazaban como animales?
-Si, lamentablemente mis compatriotas, pagaban por el par de orejas para que los exterminaran
porque mataban muchas ovejas.
-¡Es horrible!- dije asombrado.
-No te sorprendas muchacho, de una u otra manera los españoles han destruido la población
indígena en Sudamérica.
-Parece ser que usted a pesar de ser español no aprueba esa conducta.
-Tratando a estos tehuelches que tienen una nobleza natural y son dignos, me di cuenta que son
seres humanos como nosotros. No los podemos juzgar con nuestros códigos del mal y el bien
porque tienen otra cultura, otro medio ambiente y otras necesidades.
-¿Los cazaban porque los consideraban animales?
- Supongo que si, para ellos no eran humanos. Talvez nunca se pusieron a pensar si lo eran o no,
simplemente el amor al dinero era mayor.
Me quedé pensando en los indígenas por mucho tiempo, hasta olvidé de mis problemas; me dolía la
destrucción que se hizo de pueblos que quizá hubiesen llegado a una civilización superior a la que
tenemos.
Cuando recién comenzaba a caminar volvió Fernando, tenía mi edad, era un joven simpático y
alegre. Al comienzo me costaba entender sus chistes simples y sanos, muy distintos al intencionado
humor que yo conocía pero después de unos días me reía mucho con él y mi estadía se hizo mejor.
Mi desesperación era volver a mi época pero no sabía como hacerlo, comprendí que no debía seguir
viviendo de la hospitalidad de esta buena gente y un día reuní a los tres integrantes de la familia y
les dije:
-Queridos amigos ustedes son muy generosos pero no puedo seguir así. Quisiera desesperadamente
recordar para volver a mi vida normal pero no sé de donde salí ni porque estoy aquí y eso me
trastorna. Al decir esto se me llenaron los ojos de lágrimas por un sentimiento real de deseo de
volver a mi época.
-Por favor muchacho no te pongas mal, siempre tendrás nuestra ayuda- dijo Don José.
-Muchas gracias, confío en ustedes, pero parece que no recuperaré mi memoria y tengo que hacer
algo con mi vida.
-Te comprendo, a nuestra edad necesitamos pensar en el futuro. Parecés muy instruido, debés haber
vivido en algún pueblo. ¿No recordás nada?- dijo Fernando.
-Nada, bueno, no olvidé hablar ni como vestirme, ni los sabores de la comida, ni un montón de
pequeñas cosas. Pero por más que intente no sé de donde vengo, ni que familia tengo, ni mis
amistades.
-Que extraño, pero no desesperes, entre todos buscaremos algo que puedas hacer.
-Una noche soñé que salía de una casa linda, entraba en lo que parecía una calle con casas, jardines
y flores, pero nada más.
-La ropa que traías es muy rara, debes venir de algún lugar extraño o lejano, el misterio es ¿cómo
llegaste aquí?- dijo Fernando.
-Es cierto, hemos preguntado a todo el mundo si alguien había desaparecido y nadie sabe nada, y tu
aparición se comentó muchísimo- dijo Don José.
Después de esta conversación me pude quedar tranquilo con respecto a mi futuro en ese lugar pero
continuaba desesperado por volver a mi mundo.
Al cabo de un mes caminaba bien, Fernando me dijo que lo acompañara a recorrer el campo y tuve
que confesarle que no sabía andar a caballo. Se sorprendió mucho porque no saber montar era como
no saber manejar en mi tiempo.
Con mucha paciencia me buscó un caballo manso y me enseñó todas las artes de la equitación. Me
encantó cabalgar, así que lo tenía loco al pobre zaino tanto practicar, por mucho insistir en un par de
semanas estuve en condiciones de acompañar a Fernando.
Un día me llevó al boliche más cercano que distaba cuatro leguas (algo más de veinte kilómetros),
se llamaba Piedra Clavada porque en la ladera de la loma había una formación de piedra de muchos
metros de altura con la parte baja de menor diámetro que el resto, parecía el tronco de un palo
borracho gigantesco.
El boliche era en realidad un almacén de ramos generales, escasamente surtido porque la
mercadería la llevaban en carros tirados por caballos, muy pocos arrastrados por bueyes. La
distancia que había hasta el pueblo más cercano que estaba en la costa era de cuarenta y cuatro
leguas.
Una legua más al oeste sobre el Chalía había una aldeita de cinco o seis casas, todo el lugar se
conocía como Piedra Clavada pero me di cuenta que en los mapas futuros estaba como Tres Lagos
porque de allí se desprendía el camino para llegar a los lagos San Martín, Viedma y Argentino.
En el boliche hice sociedad con gente del lugar, me miraban con curiosidad porque si bien estaba
vestido como ellos mis modales y manera de hablar eran muy distintos, además, sabían que me
encontraron en circunstancias extrañas y sin recordar mi pasado.
Su desconcierto no disminuía su solidaridad puesto que todos me invitaron a pasar unos días en sus
establecimientos o a quedarme con ellos si quería. Yo me preguntaba si eran las grandes distancias y
la escasez de gente que lograba que todo el mundo quisiera ayudarte y darte casa y comida sin
cargo.
Uno de esos días se me ocurrió investigar donde había caído para ver si tenía alguna característica
particular. Salí solo a caballo no sin antes asegurarles que no me alejaría porque tenían miedo a que
me perdiera.
Como el camino no existía me costó localizarlo, pero finalmente vi una pequeña porción de terreno
cubierta de arena gruesa con un color y características algo distintas a todo lo circundante, para más
seguridad se veían en algunas piedritas hilachas del color de mi ropa al caer.
La emoción me embargó, pensé que si me arrojaba sobre ese terreno tal vez pudiera volver a mi
tiempo, sin calcular las posibles consecuencias me tiré y nada pasó. Después razoné que podría
haber aterrizado en el año 1992 o en cualquier otro tiempo.
Resignado comencé por aprender los trabajos de campo y ayudar a mis benefactores en sus tareas,
también enseñé a Fernando mucho de matemáticas y de lengua porque su instrucción era escasa.
Enterados de que podía enseñar, el cacique de la toldería me pidió si podría enseñarle a los indios el
español, a leer y escribir.
La tarea me encantó y empecé enseguida, pero tuve que interrumpirla porque estábamos en marzo y
Don José me invitó a que fuéramos a Paso Ibáñez la localidad importante que quedaba a cuarenta
leguas de Mata Amarilla.
Teníamos que viajar a caballo y con otro de tiro donde llevaríamos las provisiones, nos alojaríamos
a la intemperie salvo en dos lugares donde podíamos quedarnos en los boliches que también tenían
habitaciones. Los días se habían acortado mucho y hacía frío aunque todavía no nevaba; era la
época de hacer el viaje porque más entrado el otoño no se podía transitar y después de comprar la
mercadería para todo el invierno, faltaba trasladarla en carros hasta la estancia.
Tardamos seis días en llegar a destino y nosotros lo habíamos hecho en tres horas, tengo que
reconocer que el trayecto me resultó aburrido e incómodo. Acostarnos a pleno campo envuelto en
mantas y cueros de oveja no permitía dormir bien y me levantaba dolorido, el cabalgar unos treinta
o cuarenta kilómetros diarios me agotaba pero igual me costaba conciliar el sueño.
Finalmente llegamos, yo había conocido a Comandante Luis Piedra Buena una hermosa y moderna
localidad que a comienzos de 1900 se llamaba Paso Ibáñez; en esta época era un pequeño poblado
de unos quinientos habitantes. Nos alojamos en la casa de Lucía, la hija de don José, yo le pedí a
este que me dejara dormir todo el día. Compresivo me dijo:
-Descansa muchacho, se te nota agotado.
Fui a la cama, solo me levanté a cenar para después dormir hasta el otro día.
La hija y los tres nietos de Don José eran encantadores, el esposo de Lucía era hijo de ingleses y
hablaba con marcado acento extranjero porque había aprendido ha hablar castellano de grande;
tenían un almacencito.
Me levanté despejado y recorrí la pequeña población, me llamó la atención la balsa, única manera
de cruzar el caudaloso río Santa Cruz. Era una embarcación con la proa en punta y la popa recta,
esta parte de atrás se bajaba y se apoyaba en la arena de la costa por la que podían subir la carga;
trasladaba toda clase de mercaderías incluidos animales y carros.
El mecanismo de tracción era un fuerte palo con una ranura que se enganchaba en el cable que
sostenía la balsa y el balsero tiraba del cable con ese palo; el método era lento pero efectivo, se
tardaba media hora para cruzar los tres kilómetros del río.
Las construcciones me sorprendieron, no había ranchos techados con barro y paja, talvez porque no
existían pajonales altos, los techos eran casi todos de chapa acanalada y las paredes de chapa
recubiertas en el interior por madera, algunas eran de adobe y muy pocas de ladrillos.
Ese mismo día cruzamos con nuestros caballos en la balsa para llegar a puerto Santa Cruz que
quedaba a treinta kilómetros y donde había un gran negocio de Ramos Generales llamado “La
Mercantil”. Allí Don José dejó una larga lista de provisiones y materiales que necesitaría, era muy
importante no olvidar nada porque desde mayo a septiembre los caminos eran intransitables,
principalmente porque permanecían cubiertos de nieve. Después de la suya sacó otra lista y se la
entregó al empleado diciendo que quería cuentas separadas; yo le pregunté para quien era la otra
lista y me dijo que era para los indios, sorprendido quise saber de que vivían y me contestó que
cazaban todo el invierno y vendían a muy buen precio las pieles, además, de la pluma de los
avestruces y hacían quillangos (cubrecamas del cuero de los guanaquitos recién nacidos.)
Los ingresos de las estancias procedían de la venta de lanas y de animales que se llevaban al
frigorífico, ambas cosas se hacían una vez por año. Don José fue al banco a sacar dinero para pagar
el pedido y me dio a mí el equivalente a cuatro sueldos. Con ello me mandó a comprar ropa y los
objetos personales que necesitara.
Protesté y dije:
-Don José, yo no gané nada- él dijo:
-Algo has hecho y en el invierno trabajaras con nosotros, es por adelantado.
Como tenía imperiosa necesidad de algunas cosas, acepté y le agradecí.
Volvimos al negocio, pagó su compra y la de los indios; yo compré todo lo necesario asesorado en
la ropa de abrigo por Don José y quise comprar útiles, cuadernos y algunos libros para que el
aprendizaje de los indios fuera mejor, esto último no me lo dejó pagar Don José. Al día siguiente
volvimos a Paso Ibáñez.
En este lugar contratamos los carreros que nos llevarían las cosas, al otro día emprendimos el
regreso, habíamos estado cinco días. Don José me prometió que iríamos más despacio para que yo
no me cansara tanto.
Ya en la estancia continué dando clase a los indiecitos, aprendí ha hacer pan, a cuidar las gallinas,
los caballos y a palear nieve para despejar el patio o los caminos. Me costo mucho aprender a
carnear las ovejas porque me daban lástima, pero como era absolutamente necesario, lo hice.
Mis alumnos eran de todas las edades, tuve que dar una hora de lengua, otra de matemáticas y otra
de escritura, terminé yendo todos los días por lo que se convirtió en una verdadera escuela. Los
chicos aprendían con facilidad, las cuentas les resultaban fáciles a todos pero el idioma les costaba
mucho a los adultos.
Casi veinte días después de nosotros llegaron los carros, suspendimos las clases para acomodar la
mercadería.
Los carreros comían con nosotros igual que los dos peones de la estancia, dormían en una casa
destinada a los trabajadores y a la gente que estaba de paso que se los conocía como pasajeros y por
cualquier establecimiento que pasaran, siempre tenían casa y comida.
Al comienzo de abril una fuerte tormenta de nieve cubrió todo, los carreros se habían dirigido a
Piedra Clavada y allí tuvieron que quedarse por varios días porque la nieve les impedía regresar.
El frío era intenso pero las cocinas y estufas a leña creaban un ambiente agradable. Yo continuaba
dando clases porque la escasa distancia a la que estaba la toldería me permitía ir a caballo.
A mediados de abril dejó de nevar, pero la que ya estaba continuó helada, los lugareños me dijeron
que el terreno no se descongelaría hasta la primavera. Yo estaba informado de los cambios
climáticos pero ahora me convencí, sabía que en 1992 el sur de la Patagonia tenía un clima seco,
con temperaturas de algunos grados bajo cero en pleno invierno pero no con la intensidad de frío
que se comentaba.
El suelo permanecía helado desde abril a septiembre, la nieve era abundante toda la temporada fría,
mucha gente europea usaba esquís para trasladarse de una estancia a la otra. Esto era desconocido
en mi tiempo por la escasa nieve y porque las temperaturas, mucho más altas, derretían la poca que
caía.
Pasó abril y a mediados de mayo los días eran muy cortos y las noches largas, supe que los días más
cortos que eran alrededor del 21 de junio el sol salía a las diez y se ponía mas o menos a las cuatro.
Don José me dijo que mi sueldo era por el trabajo que yo haría en invierno, esto para tranquilizarme
porque en invierno no se hacía nada. La tierra helada impedía hasta clavar un poste, construcciones
no se hacían, el cemento no se podía preparar porque el agua estaba helada, las ovejas se arreglaban
solas, a veces, si la nevada era muy copiosa había que hacerlas salir de los lugares reparados donde
se guarecían pues se asfixiaban unas con otras por el amontonamiento.
A medida que avanzaba la estación la vida se hacía muy aburrida; las noches interminables se
acortaban con la lectura a la luz de velas y candiles, jugábamos a las cartas o a otros juegos de mesa
como la lotería, había una mesa de billar que nos entretenía bastante, los peones pasaban estas
largas veladas con nosotros y algunos días también los indios. Las bebidas con alcohol eran
abundantes.
Evidentemente las mujeres la pasaban mejor, Doña Julia tejía, hilaba lana, bordaba, cosía y
planchaba con una plancha a carbón o de las que se calientan sobre la cocina.
Otra tarea que hacían los hombres de la casa era preparar los arneses, llamaban recado a la montura
compuesta por varias prendas y hacían lazos trenzados o las virolas para las riendas también de
tientos trabajados.
En las horas de sol colocábamos trampas para zorros y cada tres o cuatro días salíamos a
controlarlas, cazábamos avestruces cuya pluma tenía mucho valor y la carne se comía, no por
necesidad sino para variar porque era muy rica.
Los indios se dedicaban intensamente a la caza que era su principal ingreso, ellos, además, cazaban
guanacos adultos porque con sus cueros hacían sus toldos.
Así fue pasando el invierno, ya en agosto se empezaban los trabajos, lo primero, a fines de agosto,
era el baño de las ovejas para combatir la sarna, muchas ya estaban con los corderitos recién
nacidos.
Se aumentaba la gente en la estancia porque para este trabajo se contrataban peones por día,
también se buscaba una persona que le ayudara a Doña Julia porque tenía que cocinar para unas
quince personas y era demasiado. Como había muy pocas mujeres en Santa Cruz, personal
femenino no se conseguía, pero sí, algún hombre que ayudara en la cocina y otras tareas
domesticas.
Para juntar las ovejas se cabalgaba muchas horas acompañados de los perros ovejeros,
imprescindibles, porque ellos las recogían de lugares donde los caballos no podían llegar o le
evitaban dar muchas vueltas que los agotaría.
Después, se arreglaban los alambrados, se recorría el campo para ver como estaba, se juntaban las
trampas de zorros y se cambiaban los caballos que estuvieron en pesebre todo el invierno. El
deshielo hacía crecer un poco el río y cada vez que salíamos afuera nos llenábamos de barro.
En el tiempo frío me refugié en la lectura, los pasatiempos familiares y en mis tareas de maestro
pero con el comienzo de la primavera empecé a sentir intensamente la desesperación por volver a
mi casa, contemplar el verde y las flores del country y confraternizar con mis amigos. Volvió a
atacarme la necesidad de encontrar un medio de trasladarme al futuro aunque supiera que nada
podía hacer al respecto.
Todo el invierno había dado clases de una a cuatro de la tarde para aprovechar la escasa luz
invernal, ahora las daba de tres a seis y a la hora de la siesta salía a cabalgar solo. La soledad
absoluta de esos campos y el silencio apabullante tenían un efecto hipnótico sobre mi persona, mis
pensamientos vagaban al azar y se me ocurrían ideas que no parecían salidas de mi cerebro.
En una de esos paseos me detuve cerca del extraño lugar donde me encontré cuando desperté, allí vi
que el perro que me acompañaba corría una liebre que dando un gran salto cayó con violencia sobre
el terreno distinto y desapareció. Inmediatamente me di cuenta que para trasladarse a otra fecha uno
debía chocar fuertemente sobre esa arena rara. Mi emoción fue paralizante ¡ya sabía como podía
viajar por el tiempo!
Ese día no pude concentrarme en la clase, el nuevo conocimiento me trastornaba, me preguntaba:
¿Volveré a mi época o al pasado o a un futuro lejano? ¿Qué pasaría si volvía cien años atrás donde
la Patagonia estaba deshabitada y moría de hambre y frío o muerto por un indio aterrorizado por mi
presencia? ¿O si me encontrara doscientos años más adelante y no entendiera nada de la gente y de
los avances científicos?
Todos estos pensamientos daban permanentes vueltas en mi cabeza y no me decidía a intentar algo.
Estaba bien con la familia Jordana, me gustaba dar clases y hacer los trabajos de campo, realmente
estaba convencido que esta forma de vida tenía más sentido que diseñar casas lujosas o bellos
parques para gente inútil, pero también sentía que ese no era mi lugar y sobre todo, extrañaba las
fiestas con bellas mujeres o mejor dicho el trato con mujeres bellas o no.
Se acercaba la esquila, todavía se usaban las tijeras y tardaban cerca de un mes en esquilarlas todas,
que eran como cinco mil, yo sabía que posteriormente se usaban las máquinas de esquilar y la tarea
tardaba siete u ocho días.
La casa se llenó de gente y yo colaboré con Doña Julia porque para trabajar con ovejas no estaba
práctico y casi molestaba.
Llegaron las fiestas de fin de año, tan festejadas en el año 92 en el mundo occidental, aquí no le
daban importancia, apenas si pensaron en cocinar unos pollos que eran sumamente escasos, nada de
adornos ni de otras actividades.
Comprendí que la religión no ocupaba lugar, tal vez debido a estar poblado por extranjeros de
distintas religiones protestantes, de no haber iglesias, y de que la supervivencia fuera la principal
preocupación, todo esto hacía que Dios estuviera olvidado.
Mi idea obsesiva era distinta, hacía casi un año que estaba y no podía decidir si trasladarme a otro
tiempo o no. Algunos días estaba decidido a intentarlo, otros me asustaba. Finalmente se me ocurrió
que si me trasladaba a un tiempo muy inconveniente sabía como podía hacer para volver a cambiar
y quise hacer el intento el mismo día que llegué, o sea, el 14 de enero.
Dejé una larga carta para mi querido Fernando explicándole todo y diciéndole que aunque con
mucho dolor por dejarlos, necesitaba volver al lugar de donde había venido. Le explicaba también
que si no volvía a mi tiempo lo intentaría tantas veces como me fuera posible hasta que por lo
menos llegara a un lugar habitable o volviera al de ellos.
En la carta describía el lugar que me trasladaría en el tiempo y que solo si uno se tiraba
violentamente en él funcionaba.
Tuve la precaución de ponerme mi rota ropa con la que había llegado, cargué algunos alimentos,
una cantimplora con agua y me dirigí al lugar en mi manso caballo.
Cuando llegue pensé fuertemente en mi familia, me subí al lomo del animal y me arrojé
bruscamente sobre la rara arena. Tuve una inconsciencia momentánea y reaccioné en un paisaje
distinto a la vera de una ruta, con sorpresa y alegría vi que todo estaba igual a un año atrás cuando
me accidenté.
Me senté al costado del camino tomé un poco de agua, ahora tenía una nueva preocupación: ¿Cómo
explicaría que estuve un año en el pasado? Decidí que diría que había perdido la memoria todo ese
tiempo y que seguramente habría tenido un nuevo accidente, esta vez con un caballo, porque vi
pisadas de este animal cerca del lugar donde desperté.
Pasó un largo rato hasta que un muchacho en un moderno auto me recogió, le expliqué que no sabía
que había pasado, mentí diciéndole que había tenido un accidente de auto pero que el vehículo y
mis amigos habían desparecido. Fingí diciéndole que estaba muy desconcertado. El joven se
presentó como Rafael Rodríguez y preguntó:
-¿Cuándo tuviste el accidente?-El 14 de enero.
-Hoy es 14 de enero y estoy seguro que no hubo ningún accidente.
-No entiendo ¿Dónde está el auto y mis amigos?
-Tengo idea de un terrible accidente que hubo el año pasado creo que se mataron dos muchachos y
el otro desapareció.
-Frenó el auto y me miró entre sorprendido y asustado.
-¿En que año fue el accidente?- me dijo.
-En el 1992, este año.
-Lamento decirte que estamos en 1993, vos debes ser el desaparecido. Pero ¿donde estuviste todo
un año?Yo me puse pálido al saber que mis compañeros habían muerto, y traté de poner una expresión de
asombro y desconcierto. Dije con voz entrecortada:
-No puede ser, yo tuve el accidente hace un rato. ¿Decime que pasó?
-Yo no te puedo contestar. ¿Vos no recordás nada?
-No puede ser. ¿estaré loco o estoy soñando?- dije casi sollozando.
-Quedate tranquilo, pronto llegaremos a Piedrabuena y espero que se aclare todo.
Me quedé en silencio, sintiendo una gran pena por mis amigos y por la desesperación que tendrían
mis padres.
Rafael habló como para consolarme, me contó que su madre había heredado la estancia “Mata
Amarilla” y como ahora las estancias no producían nada, a él lo habían mandado a estudiar
agronomía para ver si podía darle alguna utilidad.
Yo solo asentía sin preguntar nada, pero me moría de curiosidad por saber que relación tenía con la
querida familia Jordana.
Finalmente llegamos al pueblo, inmediatamente fuimos con Rafael a la comisaría para dar cuenta de
mi aparición y que la comunicaran a mis padres y después siempre acompañado de Rafael al
hospital.
El médico dijo que parecía un caso de amnesia y nada más, me examinó y encontró que físicamente
estaba bien.
Rafael sabía que yo no tenía ni un peso por lo que me llevó a la casa de su hermana para darme
comida y alojamiento, me dieron ropa de su cuñado. Yo les dije que en cuanto vinieran mis padres
le pagarían todas estas atenciones y me contestaron que me olvidara de eso.
Al otro día en la tarde llegaron mis padres, ambos lloraron y me dieron un infinito número de besos
y abrazos, me sentí muy feliz aunque me dolía la muerte de mis amigos y me sentía culpable porque
yo manejaba. Pensaba que ellos ya no estaban y yo en cambio lo había pasado bien y tenía un gran
bagaje de experiencia salido de esa aventura.
Agradecimos mucho a Rafael y su familia, almorzamos juntos en el hotel y me enteré con discretas
preguntas que el bisabuelo de Rafael era Fernando Jordana. Esto me hizo pensar si Fernando desde
el más allá no estaría ayudándome.
Mis padres quisieron que fuéramos al Calafate para festejar mi retorno y que en Buenos Aires
buscaríamos los mejores especialistas para tratar de que ese año volviera a mi memoria.
Para los siquiatras fui un caso frustrante, no lograron que yo recodara nada, no hay mayor amnésico
que el que voluntariamente se niega ha hablar.
Mi vida cambió; ese año hice un post grado especializándome en viviendas económicas, pensaba
instalarme en un lugar pobre donde hicieran falta muchas viviendas y presentar un plan para que el
estado me ayudara a construirlas.
Mis padres no querían que me alejara de ellos y, además, soñaban con que yo me hiciera cargo de la
inmobiliaria de mi padre; yo les dije que no quería esa vida, que deseaba alejarme de las grandes
ciudades y hacer algo por la gente.
Finalmente llegamos a un acuerdo, compraríamos un gran establecimiento ganadero, nos iríamos
todos a vivir en él, mi padre y yo lo administraríamos; a mí me sobraría tiempo para mi proyecto y
estaría con ellos.
Después de saber lo que era ser libre, pasear por las extensiones infinitas de la antigua Patagonia y
compartir la felicidad de esa gente simple, encerrarme en la ciudad por hermosa que fuera mi casa
del country, me resultaba intolerable.
Rolando Revagliatti
Huir
Claro que pensó en huir, harta de padecer la torpeza de los golpes de esa
especie de marido colérico, de pésimo vino y borbotones de sevicia. También
pensó en huir cuando su hijo cayera muerto por una bala perdida, entre los
cohetes y petardos detonados por los chicos y adultos del barrio, después de transcurridos veinte
minutos del año nuevo.
Pensó. Hasta que dejó de hacerlo. Después de veinte años la vieja sigue, loca, letárgica. Sigue
huyendo.
Octava internación
Muy delgadita, parece púbera, y sin embargo, es mayor de edad. La madre la visita los
miércoles, le lleva galletas de sémola y desodorante, ropa y la TV Guía, y cincuenta centavos de
austral para que se compre una gaseosa en el bar de la clínica. Deambula por los corredores, va al
parque, juega en la única hamaca y en verano, cuando hay agua limpia en la pileta y sol, se pone la
malla y se sumerge. Esta es su octava internación. Conversadora, en un estilo a borbotones;
simpática y con una voz que si gritara, fácilmente llegaría al chillido. Si se la mira con persistencia,
simula vergüenza: agacha y gira la cabeza, revolea los ojos, masculla y cuando uno sigue de largo,
se recobra, contesta, inquiere sobre algún profesional que la haya atendido en otra época (“¿Hace
mucho que no la ve a la licenciada María Eugenia?”) o sobre el signo astrológico de una mucama
de la tarde, o induce a evocar cómo era la institución antes de las recientes modificaciones edilicias.
A veces, correteando se aproxima y descerraja: “¿Me da plata?” Se esfuma su ingenio cuando
ceden las aristas deliroides y el cliché; se agazapa y desconoce pretéritas familiaridades.
Todavía no está por irse de alta. En la última salida hirió a su hermanito. Con un sacacorchos lo
atacó delante del padre, quien a su vez la golpeó con los puños. Ella no menciona el episodio,
desestima los moretones e insiste en interrogarme sobre asuntos fuera de lugar.
Salvador Lemis
OTRO HIJO DE HERA
¿Sería una piedra? ¿El instrumento de un ladrón? ¿El
cuerpo de un pájaro suicida? Desde lo más alto había
caído algo, tal vez un pedazo de vidrio, hiriendo, más
bien desfigurando el rostro del recién nacido. La
criatura no lloraba. ¿Respiraba caso? Abrazada a aquel
bulto de mantas ensangrentabas, ella sale a la calle.
Corre. Y su desesperada fuga se pierde ente las ruinas
de los edificios donde los que duermen que no saben
distinguir si escuchan un grito o una nana.
SUICIDIO DE MI HERMANA CASANDRA
Cómo únicas pruebas del suicidio se encontraron, dentro del cuarto cerrado
con las llaves en la cerradura, aún puestas por fuera, una carta sin
escribir, una taza de té a medio beber, una madeja de hilo de seda azul y
ese frasco de veneno que nunca se quiso abrir.
PATROCLO DESNUDO EN LA ARENA DE TROYA
Troya no está. Búscala. En el rincón más tenebroso de tu alma. Allí donde
los ejércitos de las sombras se enfrentan. Atado a la cola del más hermoso
de los caballos, desnudo te arrastran mordiendo el polvo de una derrota
presentida. Troya aguarda que un hombre, por amor a la memoria de su amado,
venga a libertarla de las cadenas que la más bellas de las arpías, digo, de
las mujeres, ha tejido en sórdidas noches de placer, junto a otro hombre que
ella misma ha creado y destruido apedreando los espejos. El que vendrá, en
medio del combate, espera rescatar y de nuevo poseer el deseo de un cuerpo
que se resiste a creer que no exista. Su amante es arrastrado por el brioso
corcel sobre el desierto de la eternidad. Para mayor gloria de un poeta
ciego y de una adolescente loca. Troya aún no se ha fundado. Nunca fue.
Será.
CONDENA DE PROMETEO
Los cuervos siempre vuelven a hurgar, con sus picos feroces, en tu herida.
Esas aves de mal augurio tienen la forma de un rencor antiguo que es a la
vez tan reciente. Acuden en bandadas en la inasible realidad que es un
sueño. Tu temor no es seguir dormido sino tener que despertar, preso en el
hastío de lo cotidiano y condenado a huir allí, donde los mismos cuervos ya
estaban esperándote.
ESPERA DE TANTALO
Está sentado frente al televisor, ese insulto aparato por el que habla ese
hombre barbudo horas y horas sin decir nada. Se orina. Vomita. De su boca
desdentada emana un constante hilo de baba que dibuja sobre el piso un lago
inerte. Semidesnudo y amarrado con cuerdas y tiras de trapo a una silla de
ruedas, Tántalo contempla un cuadrado de imágenes cambiantes que no llega a
comprender. Desde la nada, se asoma a un mundo que le ha sido dado conocer a
través de una ventana desde donde divisa siempre el mismo árbol junto al
muro del absurdo. De pronto algo cambia. El corazón le da un salto. Aparece,
tras cristal una rama verde con una fruta. Primero es verde, luego amarilla,
más tarde roja. Cuelga entre las hojas como el pezón donde mamar el elixir
de la dicha de su condena. Pero otra vez su cuerpo se mantiene totalmente
ajeno a lo mira. El acecho colma sus pupilas mientras espera, con suma
paciencia, que la fruta, tan parecido a una isla, se pudra
y caiga.
Silvia Marcela Lopez
MORDER
Morder
Morder la carne
Morder la carne con furia
Calmar la furia con carne.
Desangrar
Encender antorchas, aceitar cadenas
Servir la piel en un plato
Cortar a tijeretazos
Comer como cerdos
Guardar el gusano de la manzana asada
Masticar la noche, girar la llave
Pasar lista.
ELLA, ÉL, USTED
Ella meando en los muros de un cuartel.
Él tomando los caminos de un burdel.
Ella cantando las canciones del amor.
Él hablando con las musas de un hotel.
Ella rodando con urgencia tras de un pez
Él viajando en los barcos de papel
con piernas de remate y al revés
se fueron hasta el fondo con Usted.
PRÓXIMAS DISTANCIAS
No me provoque Sabina
tintas al agua no quiero
Sello mi álbum de otoño
y embandero mi portal
El viento aquí corre a prisa
de cuajo debo enlutarlo
para atajar otros versos
con deslices bermellón.
No me pierdo ni me alejo
Vive crudo ante mis muertos
No descansa en mis pecados
No es un fin es un impás
o es la edad?
El trato será confiarnos
el tiempo de desmesura,
la distancia en las botellas,
la ventaja de existir.
No me provoque Sabina
necesito su bondad.
FUGITIVA
La masturbación es inmanente, menjunje desencadenado que se derrama entre los muslos, cuando el
cuerpo pugna desde la oscuridad.
DE CÓMO ESTOY DESPUÉS DE
En permanente despiste Sin ojos sin brazos deshilachada por el viento Bella monstruosidad
balbuceando en los pasillos nuevas cartografías de retorno a la tierra.
EVIDENCIAS
14. Mi amor es letra cautiva: ordena nacer por segunda vez.
15. Antes de rendir examen, parí a golpes mi propia identidad.
16. Porque me fui sola a dormir, me contagie la compañía: era Yo que estaba con Ella.
32. Quizás reconozcas el desafío. Antes de desaparecer calcinado en el desierto o desvanecerte
asesinado por el viento.
33.Digamos la verdad. Mi boca se estrelló con tu boca porque esa noche la soledad venció.
49. Falleció Valiente Alegría cuyo corazón parecía un surtidor de naranjas. Alma acompaña a su
esposo Perseverante Tristeza y a sus hijos políticos Seriedad y Progreso. Su recuerdo permanecerá
latente en todas las lunas que sangran.
58. Amo los destellos lentejuelados del suburbio que descarta ensangrentada su propia marginación
62. La poesía, laberinto intraducible de todas las palabras de todos los nadies que anhelo interpretar.
65. No es soberbia. Es gozar después de haber liberado el desasosiego empuñado.
68. No es gratuito, el beso cruzando los límites del corazón.
Las evidencias son personales, ellas me obligan a trabajar el género y manotear alguna salvación.
SEGUNDO ENCUENTRO
¿Cree que sólo la psiclogía es inteligente?
Si me quitaras dignidad
asegurando que no es felicidad
me harías tanto daño, queriendome sanar
No confundas cuidados con libertad de elegir
perderse en teorías no funciona esta vez.
No soy equilibrista, mi bando no se inventa
conquistan tus pastillas, propician atención
y otras mentas paridas mediante inhalación.
Un berrinche que aguarda
apenas continuar...
EL INDULTO DE LA NÁUSEA
En el borde desbordado de la náusea
menosprecian mis venas la esperanza
Expulsada de su sitio, sacudida
quema agrio su dolor la malparida.
Desde el cráter hilvanando su desgracia
sobre el piso liquidada la substancia
Otra vez, repugnancia de membrana
indigesta, insolente y obstinada
Lo que viene infectado por la fuente
los olores, los resquicios, las ensimas
y el verdugo exudando el excremento
más acá del indulto diferido.
Cristian Hernández González
“La Singerista”
Personajes:
Principales:
Gabriela – Principal
Rafael – Novio de Gabriela
Don Jose – Empleador de Gabriela
Maria –Mejor amiga de Gabriela
Josefina –Amiga que lleva a la Empresa a Gabriela
Doña Adela – Antagonista, 2º a bordo de la Empresa de don Jose
Secundarios:
Cristóbal - abogado
Odelia - Trabajadora
Diana - Trabajadora
Isabel - Trabajadora
Cecilia - Trabajadora
Ximena - Trabajadora
Otros:
Patricia – Hija de Don Jose
Madian – Asistente Social
Jonathan – Amigo de Rafael
Características de los Personajes:
Gabriela: Joven mujer de 23 años, que trabaja en una pequeña empresa como maquinista o
singerista. Convive con un joven de su misma edad, del cual quedará embarazada, lo que consigna
todo el centro de la historia. Gabriela es de Carácter, sensible, pero tenaz, con gran capacidad de
superación. Protagonista de la historia.
Rafael: Conviviente de Gabriela, tiene 23 años, trabaja en una empresa como Júnior, y estudia de
noche. Tiene un carácter bastante débil, que no afronta los diferentes sucesos de su vida. Trata de
evadir todas las situaciones lo más que pueda.
Don José: Hombre de unos 55 años, con pocos estudios, que por el esfuerzo y trabajo logro
instalarse con una empresa de confesiones de ropa. Es viudo y padre de Patricia. Tiene un carácter
duro, poco demostrativo, inflexible en muchos aspectos, pero el fondo es de gran corazón.
Maria: Mejor amiga de Gabriela, tiene 30 años. Madre soltera de dos pequeñas niñas. Trabaja en la
empresa antes que llegara Gabriela. Tiene un carácter fuerte y decidido. Y hará lo imposible para
ayudar a Gabriela.
Josefina: Es otra de las grandes amigas de Gabriela. Gabriela entro gracias a que ella la presento a
don José Luis. Su principal característica es que es de carácter bastante Light y un poco simple.
Gusta de la vida sin esfuerzos, pero dentro de la historia mutara a una lucha por los ideales de
justicia.
Doña Ofelia: Es la mujer que lleva mas tiempo en la empresa. Es terca, mañosa, engreída, al ser la
mano derecha de don José Luis. Tratara por todos los medios posibles de influenciar a este último
para que Gabriela no siga trabajando. Además de buscar su beneficio personal a costa de otros.
Cristóbal: Joven abogado, que ayudara y aconsejara a las mujeres de la Empresa en cuanto a los
derechos laborales atingentes en todas aquellas situaciones que les sucedan en el trabajo.
Odelia: Trabajadora de la Fabrica de confesiones. Es una trabajadora que participara medianamente
en las decisiones de todo el grupo de amigas de Gabriela. Será participe del la organización como
dirigente. Carácter fuerte, de maneras pintorescas, y alegre.
Diana: Bastante habladora, motivadora y aliciente. Será parte de la organización como dirigente.
Junto a Odelia, su mejor amiga, motivaran y tendrán un aporte en la iniciativa de organizarse.
Isabel: Mujer de edad intermedia, de carácter liviano, y bastante influenciable. Será motivada a
compartir con el grupo, pero tendrá que ser impulsada siempre a participar.
Cecilia: Desganada, todo lo vera como algo negativa o imposible. Aún así participara en todo el
proceso e impulsara ideas.
Ximena: Trabajolica, para ella todo es una perdida de tiempo. Independiente y no se interesa
mucho por lo que ocurre. Segura de si misma.
Patricia: Hija de don José. Se caracteriza por ser de un espíritu afable, cordial. Influenciara a su
padre a reaccionar de manera positiva con las diferentes situaciones que sucederán.
Madian: Asistente social que guiara a Gabriela a donde acudir frente a sus necesidades. De carácter
afable, cordial.
Jonathan: Amigo de Rafael. Gusta de la buena vida, las mujeres y será quien influenciara a Rafael
a dejar a Gabriela.
Resumen de la Obra:
Todo parte con una Chica como Gabriela, en la búsqueda de trabajo. Su mejor amiga, Josefina, le
ayudara en la búsqueda de trabajo, llevándola a trabajar junto con ella a la Fábrica de confecciones
de don José Luis. Allí trabajara como singerista.
Gabriela, tiene un pololo, que es Rafael, con el cual convive hace mas menos un año. Ella no esta
muy segura de Rafael, ya que este tiene un amigo, Jonathan, que lo influencia a salir a beber y a
“carretear”. Pero aún así ella esta con el porque lo ama.
La vida de convivencia con Rafael se comenzara a complicar cuando ella entra a trabajar, pero esto
será agravado mucho más con la llegada de un hijo a la pareja, lo que generará un quiebre entre
ello, ya que Rafael influenciado por Jonathan decida, abandonarla.
Gabriela, sintiéndose sola, y desamparada, comienza a entablar una amistad mucho más profunda
con Maria, la que le ayudara a superar la crisis, con la ayuda de Cristóbal, un joven abogado que las
orientara en el campo de sus derechos laborales, y orientará a las mujeres que trabajan en la fábrica,
para que estas se organicen y conozcan lo indispensable, para no ser vulneradas en sus derechos.
Don José Luis, en una actitud bastante errada, una vez que se entera del embarazo de Gabriela, e
influenciado por doña Ofelia, trata de terminar la relación laboral con ella, pero esta situación no es
aceptada por el grupo de trabajadoras, que están organizadas, y logran entre todas, mejoras en su
situación laboral.
Dentro de toda esta gamma de sucesos, lo que parecía perdido para Gabriela, vuelve a aparecer,
terminando la historia con el matrimonio entre Gabriela y Rafael.
Don José Luis, termina siendo el padrino del bebé de Gabriela, y todos aprendiendo grandes
lecciones tantos del ámbito laboral como de la vida misma.
PARTE I: EL TRABAJO
ESCENA 1: LA ENTREVISTA
La escena parte en la sala de espera de la oficina de don José Luis, en la cual esta Gabriela junto a
Josefina, quien es la que lleva a Gabriela a la empresa, para que esta tenga trabajo en la fábrica de
confecciones.
Participan Gabriela, Josefina, Doña Ofelia y don José Luis.
Situación: Entran a la oficina, Josefina con Gabriela, conversando. Josefina procura que Gabriela
no se coloque nerviosa, abren la puerta, y son interrumpidas por Doña Ofelia…
Doña Ofelia: Buenas tardes, (dirigiéndose a Josefina) ¿Qué se le ofrece señorita Josefina?
Josefina: (un tanto nerviosa), nada... solo que se acuerda que le había comentado que yo conocía a
alguien para el puesto de singerista. Pues bueno, acá yo la traigo para la entrevista.
Doña Ofelia: (dirigiéndose a Gabriela). ¿Trajo sus antecedentes? ¿Currículum, Papel de
Antecedentes?
Gabriela: (Sacando los papeles)… Si, aquí tengo todo lo necesario.
Doña Ofelia: Tome asiento.
- Josefina, le desea suerte a su amiga y se retira de la sala, en el preciso instante que se abre la
oficina de don Jose. Doña Ofelia, le indica que Gabriela viene por la entrevista, entregando los
papeles. Frente a esta situación deben generarse los ruidos correspondientes. –
Don Jose: ¿Ud. Es la que viene para la entrevista?
Gabriela: Si, así es...
Don Jose: Pase, pase… (se deben oír ruidos de tacos, y un cierre de la puerta). Tome asiento por
favor…. (Gabriela, responde con un gracias). ¿Cuál es su experiencia como singerista?
Gabriela: Bueno, realice un curso de singer hace dos años, y he trabaje como tal para la empresa
Visual Ltda., hasta que esta tuvo que reducir su personal, por lo que quede sin trabajo.
Don Jose: (Como leyendo). Bastante interesante su currículum… Gabriela ¿cierto? (responde
Gabriela de manera afirmativa) ¿Cuándo puede empezar a trabajar?
Gabriela: (Sorprendida por la pregunta) Bueno, cuando Ud. Diga.
Don Jose: Bueno, entonces puede partir desde mañana mismo. El horario de entrada es a las 9:00 de
la mañana, con una hora de colación, y hasta las 19 horas. El sueldo es el mínimo, más gratificación
y bono de locomoción y colación. Cualquier cosa te comunicas con mi persona, preguntas por Don
Jose, y de no estar yo, te atiende doña Ofelia. ¿Alguna Pregunta?
Gabriela: Bueno, este…
Don Jose: Bueno, todas las preguntas se las puede hacer a Doña Ofelia, quien es mi mano derecha.
Ella le indicara su casillero y le facilitara las herramientas de trabajo.
Gabriela: (Embargada de emoción y sorprendida) Bueno, muchas gracias….
(Se escuchan los pasos de salida, mientras don Jose, le dice a Doña Ofelia, que le indique todas las
cosas que debe indicarle esta a Gabriela para que empiece a trabajar desde el siguiente día).
Locutor: Gabriela, una mujer como todas, se encontraba hace tres meses sin trabajo. Después de
mucho buscar, su mejor amiga Josefina, la llevo a una entrevista en la empresa donde ella trabaja.
La empresa “Confecciones don Pepe” es una pequeña empresa en crecimiento. Después de algún
tiempo con dificultades, a Gabriela comienza a sonreírle la vida.
ESCENA 2: LA COMUNICACION
La Escena Parte con Gabriela en sus quehaceres domésticos, a la espera de la llegada de su pololo.
Situación: Entra Rafael, un tanto tambaleante, se supone que con un leve estado etílico.
Acompañado de Jonathan, que lo trae. A eso se agrega que debe venir rengueando Rafael por
haberse torcido el tobillo. Vienen riéndose ambos.
Gabriela: Pero bebe, otra vez fuiste a tomar (dirigiéndose a Jonathan) Pucha ¿Por qué te lo llevas a
tomar? ¿Hasta cuando?
Rafael: (Un poco molesto) Oye, si nos tomamos un par de chelas y nada más.
Jonathan: Ya compadrito, yo lo dejo…
Gabriela: (interrumpiendo)…Ah, claro… dejai la cagada, y te vas…
Jonathan: Pero washita, si nos tomamos un par de chelas no mas, lo que pasa es que parece que se
torció el tobillo, y me lo traje al hombro para que no caminara tanto… (Dirigiéndose a Rafael)… Ya
compadre, lo dejo porque parece que la bruja anda mañosa.
Rafael: (Con carcajadas) jajá, No te preocupí, si yo se lo que tengo que hacer (como toqueteando a
Gabriela).
Gabriela: Ay, suéltame, si sabí que no me gusta que vayas a tomar, ni una chela, porque tu te curai al
tiro…
(Jonathan, sale de la escena, se escucha un sonido de cierre de puerta).
Rafael: Pero si sabí que me junto con el Jonathan, después de clases, a estudiar y a tomarnos algo.
Gabriela: (con un m… de duda) Claro, sóplame este ojo. Ya pero filo. Tengo que contarte algo.
Rafael: (colocándose más serio).. ¿Qué paso? ¿Estas embarazada?...
Gabriela: No, tontito… encontré trabajo. Empiezo mañana.
Rafael: (Emocionado)…Pero que buena noticias, te felicito… (Se escuchan besos y deben sentirte
caricias). ¿Sabías que te amo?
Gabriela: Ah, si… ¿Cuánto?...
Rafael: Mucho, mucho…
Locutor: Gabriela y Rafael, llevan un poco mas de una año de pololeo, y cerca de un año de estar
conviviendo juntos. Rafael estudia y trabaja junto a su mejor amigo Jonathan, con quien comparte
sus carretes, y secretos.
Gabriela, esta completamente enamorada de Rafael, y sueña con tener un futuro mejor junto a él,
aunque las cosas han sido complicadas. El tema siempre es la falta de compromiso por parte de
Rafael, que influenciado por Jonathan, no se responsabiliza por la relación, ni un posible futuro.
ESCENA 3: EL TRABAJO
La Escena Parte con Gabriela apresurada debido a que en su primer día, llega atrasada, victima de
una locomoción ineficiente. En la escena participa Doña Ofelia, Gabriela y Maria, que desde ese
instante se transformara en la mejor amiga de Gabriela.
Situación: Entra Gabriela por apresurada por el evidente atrasó, se encuentra con Doña Ofelia
que es la encargada del control de personal, quien evidentemente molesta la increpa, en esa
situación se encuentra cuando aparece Maria que la defiende y comenzara a ayudarla.
Gabriela: (Entrando apresurada)... ¡Perdón!, ¡Perdón! Por el atraso, pero es ...
Doña Ofelia: ...No existe ni un pero, mi padre decía “la justificación agrava la causa”...
Gabriela: Pero es que el bus, Doña Ofelia, se demoro más de la cuenta porque quedo en pana...
Doña Ofelia: (interrumpiendo) Ahórrese las explicaciones señorita Gabriela, es inconcebible que el
primer día de trabajo, llegue atrasada, para llegar a la hora que corresponde debe levantarse más
temprano y no flojear
(En ese instante, se escuchan los pasos de Maria, que interrumpe a Doña Ofelia).
Maria: (interrumpiendo molesta)... Ay, Ofelia, déjate de joder, y pásale las cosas a la niña... sabí que
esta complicado llegar a trabajar con estas micros de porquería... acaso nunca hay llegado atrasada
al trabajo.... uf.... si yo las contara....
Doña Ofelia: (a refunfuñones)... Tome Señorita Gabriela, y espero que sea la ultima vez que llegue
atrasada, acá están las llaves de su casillero, y en el están los implementos para su trabajo...
(Dirigiéndose a María) Aprovechando que estas acá, preocúpate de enseñarle todo lo que conlleva
su trabajo...
Sale de escena Doña Ofelia, se escuchan pasos al irse. Mientras se quedan en escena, quien le
mostrará las dependencias –
María: Tu debes ser Gabriela supongo... mi nombre es María... (a voz baja) no le hagas caso a la
Ofelia, se cree la dueña de este lugar, pero no tienes de que preocuparte. Vamos... (Se escuchan los
pasos de su caminar, junto con los sonidos de los ambientes que van cruzando)...mira... estos son los
baños, con las duchas.... Por acá esta la sala de Singeristas (se escuchan las maquinas y saludos de
la gente que saludan a Maria).
- Mientras se escuchan los saludos a Maria, esta se dirige a todas los trabajadoras
María: Atención todas (aplaudiendo)... Quiero presentarle a una nueva integrante de la familia de
Singeristas, les presento a Gabriela.
Todos: Bienvenida...
- Comienzan a agruparse
Maria: Ya chiquillas, vamos a tomar desayuno y conversamos
- Se escuchan sonidos de conversación, anécdotas y bromas.
Locutor: Así Gabriela comienza su primer día de trabajo, en un ambiente distendido, con
compañeras que la acogen de una buena forma. Así pasaran los días en un ambiente distendido, de
conocimiento y compañerismo.
ESCENA 4: LA NOTICIA
La Escena Parte con Gabriela en la hora de colación del trabajo. Estará Gabriela, Josefina, Maria,
Diana. Al final de la escena aparece Doña Ofelia.
Situación: Gabriela ha recibido los resultados de un examen para ver el motivo de sus dolores
estomacales y su problema de ciclo menstrual irregular, y el porque hace dos meses que no tenia.
Los resultados darán un vuelco bastante complejo en su vida.
Locutor: Han pasado poco más de dos meses. La relación de Gabriela con Rafael se ha
complicado un poco. Pero su trabajo le permite distraerse y relajarse y pasar momentos bastante
agradables. Preocupada por sus constantes problemas estomacales y por su menstruación
irregular, hace unos cuatro días se realizo unos exámenes, de los cuales ha obtenido los resultados.
Josefina: washita, ¿eso son los exámenes?
Gabriela: Si… igual estoy como media nerviosa…
Josefina: Nah, relájate lokilla, ¿Qué cuestión mala te pasar, si eres una Lola?
Gabriela: Igual es preocupante, mi estado, no se que puede ser…
Josefina: Tómatelo con Andina…
Maria: (interrumpiendo) si po Jose… si igual es cuatico lo que le esta pasando… haber habré la
respuesta…
Gabriela: (Se escucha sonido abriendo el sobre, y comentarios como “esta cosa que es difícil de
abrir)… haber…. ¡¿Qué?! (Con sorpresa)….
Maria: (preocupada) ¿Pero que paso niña?... ¿Pero cuenta po?
Josefina: Ya po Gabriela… habla…
- Se escucha sonido como que le arrebataron los papeles…
Maria: … Estas, embarazada…
Josefina: (interrumpiendo) Pero que buena noticia, ¿cuanto tiempo tienes?... Oye el Rafa, va a estar
muy contento ahora… van a ser papas…
Locutor: Maria, había entendido la sorpresa de Gabriela, y que no la hacia tan feliz la noticia del
embarazo, esto porque en varias conversaciones con Gabriela, esta le había manifestado que
Rafael, no quería tener hijos, y que eso era gravitante para seguir juntos.
Gabriela: Tengo dos meses de embarazo… ¿pero como no me di cuenta antes?... (Preocupándose y
comenzando a quebrarse) ¿Qué voy a hacer?... ¿Qué voy a hacer?
Josefina: Pero galla, no te entiendo deberías de estar feliz…
Maria: Sus motivos tendrá…- dirigiéndose a Gabriela - ¿Guachita estas bien?
Josefina: Shuuu… permiso, yo me voy… como tan melodramática por una noticia tan buena… (y
se va, se escuchan pasos).
Maria: ¿Estas bien?
Gabriela: Si, igual estoy bien. Un poco sorprendida solamente… no era algo planificado, si no que
me agarro por sorpresa.
Maria: Mi niña estas cosas, por más que uno las planifique, llegan así solas.
Gabriela: Igual no se como hablarlo con el Rafa, tu caxay po…
Maria: (como poniéndose molesta)… Como va a ser, diciéndole la dura no mas… si te acepta, bien.
Si no es porque no te ama, y puedes aperrar sola….
Gabriela: Pero es que igual lo amo…
María: Y si el no esta dispuesto a responsabilizarse por su hijo… nada podrás…
- en eso entra Doña Ofelia, que viene a retarlas…debido a que el horario de colación había
pasado. Y escucha parte de la conversación…
Doña Ofelia: … ¿Quién va a tener un hijo?... ¿UD. Señorita Gabriela?...
- Silencio Mortuorio
María: Pucha que eri copuchenta, Ofelia… ¿nadie te enseño a no meterte en las conversaciones
ajenas?
Doña Ofelia: (molesta) Nada de que copuchentas, que se han creído uds. Que están en un centro de
Madres, acá se viene a trabajar, y ya llevan media hora pasadas de la hora de Colación.
Voz en Off: Sabias que de conformidad con lo dispuesto en el artículo 34 del Código del Trabajo, la
jornada laboral debe dividirse en dos partes, dejándose entre ellas un lapso de tiempo no inferior a
media hora para la colación, tiempo intermedio que no se considera trabajado para computar la
duración de la jornada diaria. De esta forma, el legislador sólo ha limitado el período de descanso
para colación a un tiempo mínimo, no inferior a media hora, por lo que, en principio, no habría
inconveniente para que las partes puedan acordar un lapso superior a media hora..
Maria: Chaaa… que soy negrera Ofelia, como que si vo fuerai el ejemplo de virtud. (Se escuchan
los pasos alejándose, y paralelamente, Gabriela ordenando los papeles)
Doña Ofelia: (inquisidora) ¿Cuánto tiempo de embarazo tienes?...debo suponer que no mas de
tres… ¿o me equivoco?
Gabriela: (resignada) no, no se equivoca… (Levantándose del puesto, por lo que hay sonido de
silla)… con su permiso…
- Se escuchan los pasos de Gabriela que se va…
Doña Ofelia: Esta es mi oportunidad para que te vayas mal nacida, ahora tengo el sartén por el
mango…
Locutor: Doña Ofelia, desde que Gabriela entro a trabajar a la fábrica comenzó a tener una cierta
apatía hasta esta, hostigándola por horarios, trabajo y muchas veces hasta insultándola. Por eso
había la noticia del embarazo sentía Doña Ofelia, que era la mejor noticia, para deshacer de ella.
ESCENA 5: LA COPUCHA
- Se escucha un sonido de puerta abriéndose, y entra Doña Ofelia a la oficina de Don José.
Don Jose: Pero ¿que pasa Ofelia?, porque entras tan melodramática…
Doña Ofelia: (el carácter de este dialogo debe ser de manera arpía, maliciosa, pero sutil) Tenemos
un problema…
Don Jose: ¿Qué paso?... ¿Qué problema?...
Doña Ofelia: ... Es Gabriela....
Don Jose: ...Pero... ¿Qué ocurre? ¿Le paso algo?...
Doña Ofelia: ...Vas a tener que echarla... nos va a traer problemas...
Don Jose: Pero ¿Por qué? Si es una trabajadora muy responsable...
Doña Ofelia: Hazme caso, nos traerá problema, además que dejara de producir...
Don Jose: (como molesto) Pero explícate mejor mujer...
Doña Ofelia: ¡Esta Embarazada!
Don Jose: ¿Qué?..... Shuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu...............
Doña Ofelia: Ves, tienes que echarla, traerá puros problemas...
Don Jose: ...m..... ya hay que ver... por Dios, igual como la vamos a echar a la niña, menos ahora
que va a tener un bebé...
Doña Ofelia: (enojada) Sabes que tienes que hacerlo, no te conviene mantenerla... mejor la
Reemplazas... ¡Mujer embarazada, mujer que se va para la casa!...
Locutor: Doña Ofelia, quiere conseguir a toda costa que Gabriela sea despedida de la empresa, y así
poder sentirse libre de ella. Gabriela por su parte seguirá trabajando normal de la vida, mientras esta
conversación se lleva a cabo. Aún piensa como decirle a Rafael, todavía piensa las palabras que le
dijo María. Si al parecer ella tenía razón, si el la amaba la aceptaría con hijo. Además ellos estaban
juntos por amor, por eso es que vivían los dos.
ESCENA 6: EL QUIEBRE
La Escena es en la casa que ocupa Gabriela con Rafael. Gabriela haciendo los quehaceres, como de
costumbre, mientras entrara Rafael, con Jonathan, en un estado deprimente. Este había salido de
juerga con Jonathan, y este saldrá de escena rápidamente, sin antes de aprovechar de tirar los
“corridos” a Gabriela.
Situación: Gabriela estará limpiando, ordenando, se debe escuchar sonido de algún programa
nocturno, podrá estar planchando. La ambientación debe ser de quehaceres diarios de una persona
de sus características. Ocupada en ello, se escucha abrir la puerta, sobre lo cual entrara Jonathan
afirmando a Rafael, que viene casi arrastrando, ya que viene con unas copas de más.
Gabriela: (Se escucha abrir la puerta; y con una mezcla de enojo y pena)... ¡Pero como me lo traes
Jonathan!... (Jonathan lo deja en un sillón; Gabriela le Golpea la Cara) Rafa... Rafa... ¿Hasta
cuando?...
Jonathan: Ya compadre, yo lo traje... (Dirigiéndose a Gabriela, y casi como el oído) Gabriela, tu lo
que necesitas es un hombre de verdad (se escucha unos palmetazos en las nalgas) ahí Ud. Sabe,
cuando me necesite... (Y se escuchan los pasos de su ida).
Gabriela: Vistes a tu compadre, tirandome los corridos... que no cachaste...
Rafael: (Apenas reaccionando...como sin sentido)... Mmmmmm… ya…. Bueno…
Gabriela: (Como resignada) Ay amor, ¿Por qué me haces esto? Y yo quería contarte algo súper
importante hoy día...
Rafael: (Como soñoliento) ¿Qué cosa?....
Gabriela: (como hablando sola)... Nah... Que estoy embarazada, que vas a ser papá...
Rafael: (Como reaccionando y sorprendido)... ¡¿Qué?!... estas embarazada...
Gabriela: (Alegrándose)... ¡Si!... vamos a ser papas..
Rafael: (Molesto)... Haber espérate... Vamos es mucha gente... Yo siempre te he dicho que no quiero
ser papá todavía... ¿Acaso tu estas loca?... ¿Cómo vamos a tener un hijo?...
Gabriela: (Colocándose casi a llorar)... Pero mi amor, como no te vas a alegrar... vamos a ser
papas... (Mientras se escuchan sonidos de pasos, cosas moviéndose, un bolso abriéndose)…. ¿Acaso
no me amas?
Rafael: Si, pero…
Gabriela: Vamos a ser papas….
Rafael: ¡NO!... tu vas a ser mamá... yo no puedo ser papá... ¿Estas loca? ¿Qué se te metió en la
cabeza... ¿Cómo no te cuidai?... ¿Me queri joder la vida?... porque si es eso... te la vas a joder tu
sola, yo no...
Gabriela: (Enojada, Molesta, casi gritando) Yo pensé que tu me amabas... pero claro, una la tonta
cree muchas cosas... Pensé que te iba a alegrar el hecho de que íbamos a tener un hijo... (Se escucha
mientras tanto a Rafael terminando de empacar)... Pero ¿que estas haciendo?
Rafael: Me voy... eso es lo que hago... ¡Yo no voy a ser papá!... si quieres serlo tu, allá con tu idea...
pero yo no voy a tener ningún hijo... Además ¿Quién me asegura que sea mío?...
Gabriela: Ah... claro, seguramente yo soy la que llega borracha casi todos los días por irse de juerga
con ese amiguito... quizás con cuantas peucas te has metido... poco hombre... eso es lo que eres...
Rafael: Piensa lo que quieras... yo me voy me importa una reverenda idea lo que vayas a hacer tu...
pero de mi olvídate (junto con eso, se escucha abrir y cerrar la puerta de manera muy rápida y
fuerte...)
Gabriela: (Llorando) Hijo de puta.... maldito... ¿qué voy a hacer?... ¿qué diantre voy a hacer?... si
igual lo amo... (Todo esto entre sollozos).
Locutor: Sin lugar a dudas esta situación, coloca a Gabriela en una posición bastante compleja.
Ella tenia la esperanza de que Rafael reaccionara de otra manera, nunca pensó que iba a pasar lo
que sucedió, eso no la dejo dormir, se sentía usada, menospreciada, desprotegida, angustiada, tan
vulnerable. Pero sabía que no podía estar así, menos ahora, que estaba esperando un hijo, de esa
persona a la que amaba tanto, y que tremendo daño le había hecho.
ESCENA 7: TODO ES PEOR
La escena se desarrollara por completo en la Fabrica de Confecciones de Don Jose, En dos
ambientes, el primero la sala de costura, donde deben escucharse los ruidos de las maquinas.
Después de la conversación con Maria, Gabriela, será llamada por Doña Ofelia, a la oficina de este.
Situación: Gabriela en lo absoluto repuesta de lo sucedido en la noche anterior, trabaja realizando
el trabajo de todos los días. María que se da cuenta del estado de Gabriela comienza a tener una
conversación con esta, quien le contara parte de lo sucedido, hasta que Doña Ofelia, la llame a la
Oficina de Don Jose, donde después de un dialogo de bastante nerviosismo de este, Doña Ofelia, le
da la noticia de su despido.
María: (de forma preocupada)… Washita ¿que te pasa?
Gabriela: (tratando de evadir respuesta)… nada…
María: Ah no, con esa cara de poto, no me vas a decir que no te pasa nada… ¿Tuviste atados con el
Rafa?...
Gabriela: (Asintiendo con la cabeza)… Terminamos… (Acá se quiebra)… Se fue de la casa…
Maria: (Con voz de consuelo)… Pucha washita, pero no estas sola, para eso tienes a tus amigas…
no te preocupes, todas las cosas son para mejor…
- Estaban conversando en esta situación, cuando aparece en escena Doña Ofelia.
Doña Ofelia: (Pedante, Petulante) Señorita Gabriela, acompáñeme…
Maria: ¿Qué paso?... ¿Para que la necesitas?
Doña Ofelia: (Parca) Bueno, ahora resulta que te llamas Gabriela. No te metas en lo que no te
importa Maria. Gabriela acompáñame.
Gabriela: (Se escucha ruido de silla, como poniéndose de pie) OK.
- Se escuchan los pasos de Gabriela, mientras poco a poco las maquinas van quedando en silencio, y
se escuchan los murmullos de las muchachas que se preguntan que habrá pasado...
Doña Ofelia: (Se escucha golpear una puerta, la voz de don Jose diciendo adelante) Permiso don
Jose, acá traigo a Gabriela.
Don Jose: Pasen, tomen asiento...
Gabriela: (con un leve nerviosismo) No, que se preocupa... paso todo el día sentada... que voy a
querer estar sentada, paraito no mas pu...
Don Jose: Le recomiendo que se siente...
Gabriela: Pucha, bueno ya po... será... (Se escucha la silla moverse)
Don José: (Un tanto contradicho por lo que va a hacer y lo que quisiera) Gabriela, tu sabes que
estamos en tiempos complicados, que las cosas cambian de un día para otra, y nosotros también...
Gabriela: (como no entendiendo)...Si po don José, pero... o sea... ¿que pasa?... ¿por qué me dice
esas cosas a mi?....
Doña Ofelia: (Interrumpiendo y antes que don Jose diga algo) Gabriela, en vista de las
circunstancias, por que la empresa esta pasando por un momento de necesidad, hemos tenido que
echar a una persona, y esa persona eres tu...
Gabriela: (Sorprendida)... Pero ¿Qué onda? ¿Por qué?...
Doña Ofelia: (Tomando las riendas del asunto) Mira, ya don Jose te lo decía, los tiempos cambian, y
nos vimos en la obligación de echar a una persona, y la persona, que consideramos para esto, fuiste
tu...
Gabriela: (Rompiendo en llanto) Pero, si yo he sigo buena trabajadora, cumplo con todas las
exigencias, produzco bien....
Don José: (Apenado) Gabriela no es por que seas buena o mala trabajadora...
Doña Ofelia: (nuevamente interrumpiendo) Así es Gabriela, esto no tiene que ver con el hecho de
que seas buena o mala trabajadora, son las determinaciones de la empresa, en esta ocasión, te toco a
ti... (Se escuchan ruidos de papeles que se sacan) Por favor, firma tu finiquito...
Gabriela: (llorando)... Pero por favor... denme una oportunidad....
Don Jose: (triste)... Pucha, Gabriela...
Doña Ofelia: (interrumpiendo) Por favor Gabriela, no lo hagas más difícil...
Locutor: Gabriela firma el finiquito, sale llorando de la oficina, el mundo no podía ser más negro
para Gabriela, el día anterior se entera que esta embarazada, su pololo la abandona por haber
quedado embarazada, y ahora en el trabajo la despiden, por “necesidades de la empresa” su
mundo esta color de hormiga
(Mientras el Narrador dice esto, se escuchan la voz de Doña Ofelia, que le indica donde firmar a
Gabriela, y el sonido de la firma de los papeles y su salida de la Oficina con un cierre de puerta)
Josefina: (preocupada) Amigui ¿Qué paso?
Gabriela: (llorando)... Me echaron...
Josefina: (Sorprendida, anonadada)... ¡¿Qué?!... Pero ¿por qué?...
- Aparece Maria en escena
Maria: ¿Cómo que te echaron?...
Gabriela: (desconsolada) ¿Qué voy a hacer?...
Josefina: (Consolándola) Washita, hay que ser fuerte...
Gabriela: (llorando) Todo esta mal, Rafa me dejo, estoy embarazada, y más encima sin pega....
Josefina: (Consolándola) Washita, no vai a estar sola... yo te voy a ayudar en todo...
María: Mañana, pedí el día libre, para hacer unos tramites, acompáñame que vamos a ver una
amiga, ella nos va a ayudar... estoy segura...
Odelia, Diana, Isabel, Cecilia, Ximena: ¿Qué paso? ¿Por qué estay llorando Gabriela? ¿Qué onda
cuenten? Echen pa `juera la cuestión...
Josefina: Echaron a la Gaby....
Odelia, Diana, Isabel, Cecilia, Ximena: ¡¿Qué?!...
María: Y esto no se va a quedar así... vamos a encontrar la solución... espérate no más...
Locutor: Enterada todo el grupo de la situación, deciden apoyar a Gabriela, quedan de acuerdos
en ayudarla con una canasta familiar. Por su parte María quedan de acuerdo de juntarse al día
siguiente con Gabriela, quien la acompañara a ver alguna ayuda....
PARTE II: LA INFORMACION
ESCENA 1: INFORMANDOTE
En la escena participara Maria, Gabriela y Madian. La escena parte caminando en la calle, llegando
a la oficina de Madian, donde se desarrollara la mayor parte de la escena.
Situación: María al enterarse del despido de Gabriela, decide llevarla con Madian, que fue la
asistente social que la ayudo con su divorcio y a obtener las pensiones alimenticias de sus hijos,
conforme habían quedado de acuerdo el día anterior. Van camino a la oficina de Madian,
conversando. María trata de animar a Gabriela, y esta tremendamente desanimada y desorientada,
simplemente atina a dejarse llevar.
María: (Tratando de levantar el animo a Gabriela) Ya washita esta aquí, esta galla me ha ayudado
caleta con la pensión alimenticia de mis crios, y es rebuena tela; estoy mas que segura que nos va a
echar una manita... así que relájese, que todo va a estar bien...
Gabriela: (desganada) Si..
María: (Se escucha una puerta que se abre, y la voz de una secretaria hablando por teléfono)
Buenas, la Srta. Madian ¿se encontrara?
Secretaria: María, si pasa, ya sabes donde es... (Continua hablando por teléfono, mientras se
escucha a Maria y Gabriela caminar y Golpear una puerta).
Madian: Pase... (Ruido de puerta abriéndose) María, viniste – con voz de sorpresa -. Tengo todo
listo lo que me habías pedido para tus niños...
María: Gracias, te pasaste... oye, que lindo tu corte...
Madian: Ah, gracias... y ella ¿no me la presentas?
Maria: Ah, claro po, Madian ella es Gabriela, Gabriela ella es Madian de quien te hable po...
Madian: Pero chiquillas, tomen asiento, ¿Quieren un café?
Maria: (se escuchan ruidos de sillas acomodándose) Ya po... ¿Qué le hace el agua al pesca´o?
(Risas)
Madian: Pero, ¿Qué te trae por acá? No creo que sea solamente lo tuyo... ¿Para que soy buena?
María: Bueno, vamos al grano... resulta que Gabriela trabajaba conmigo... y ayer la despidieron de
la pega, y estamos recomplicadas. Entonces yo no se si puedes con tus contactos ayudarla a buscar
pega o alguna ayuda por mientras para que su situación mejore... onda tu cachai po, porque mi
washita esta embarazada, la acaba de abandonar el novio... y queda sin pega....
Madian: (Espantada) ¡¿Qué?! Te echaron y estas embarazada...
Gabriela: (triste) Si...
Madian: Pero por Dios... es que esto no puede ser... Mira... justo, con un amigo que es abogado,
tenemos planeada mañana sábado unas charlas de Derechos Laborales... Tengo una excelente
solución para ti... Mira, vamos a hacer un trato chiquillas...
María: Haber... que negociante...
Madian: (como riéndose) Nah que ver, escucha mi propuesta...
María: Ya haber suelta la firme...
Madian: El trato consistirá en esto “quiero que participen las dos mañana en las charlas y si tienen
amigas, las invitan para que se informen de sus derechos, y yo les prometo que hablo con mi amigo,
y estoy segura, que nos ayudara”
Maria: (como no muy convencida) Pero ¿cuanto dura eso?
Madian: desde las 10 de la mañana, hasta las 17 horas, con colación incluida... además que mi
amigo es bastante guapo, así que es otro motivo más como para venir... mira la fotito...
Maria: (Sorprendida) uhhhh papurri.... y este bombón es abogado... cosito... Mira Gabriela... que
cosito más rico...
Gabriela: (desmotivada) si, es lindo...
Madian: Ya pero arriba el ánimo mi niña, si Cristóbal, así se llama él, te va a ayudar... pero el trato
es que venga mañana a la charla... A ti no te pueden echar...
Gabriela: ¿Por qué no?...
Madian: Mira, lo único que te digo, es que se despido no se puede llevar a cabo, puesto que tu estas
embarazada... pero mañana te vas a enterar mucho más no tan solo de esto, sino de que muchas
cosas más, cosa que queden informaditas...
María: Oye... y ¿si invitamos a las chiquillas de la Fábrica?
Gabriela: (desganada) pero crees que vengan....
Madian: ¿Cuántas son?
Gabriela: como unas 30 en total...
Madian: Perfecto, mientras mas gente inviten mejor... así mas gente se informa de sus derechos, y
tienen herramientas para poder relacionarse de una mejor manera en sus trabajos... yo lo único que
les digo es que vengan, porque la información es súper importante...
María: Madian, me prestaí la foto....
Madian: ¿Para que?
Maria: Shiiii como que para que... cuando les muestre a las chiquillas allá la fotito del papurri este,
van a querer ir altiro... cosito más lindo... rico e inteligente.... Si es justo lo que me receto el
medico... un mino rico y a mas es abogado, tiene que tener así un billullo...
Madian: Que eres fresca Maria...
Maria: Te cache... estay celosa....
Madian: Si no pasa nada, somos amigos, muy buenos amigos de hace años...
Locutor: Con esta información, tanto Gabriela como María quedan de acuerdo, en que irían a la
charla de derecho laboral, para informarse de las cosas. Así que Maria se preocupo de contarles a
las trabajadoras de la fábrica respecto a las charlas, quienes al principio no quedaron muy
motivadas, pero al mostrar la foto de Cristóbal, todas se comprometieron a ir.
ESCENA 2: LA SOLUCION
En la escena participaran los siguientes personajes: Madian, Cristóbal, Gabriela, María, Josefina,
Odelia, Diana, Isabel, Cecilia, Ximena, además de un grupo de asistentes que participan como un
ruido y aplausos.
Situación: Conforme habían quedado de acuerdo las mujeres de la Fabrica, Gabriela y Maria, se
presentaron a la hora señalada para asistir a las charla de derecho laboral que Madian había
organizado, con la invitación de Cristóbal.
Madian: (Se escucha bullicio de gente conversando, que disminuye hasta quedar en Silencio) Muy
buenos días a todos los presentes. Como ya han de saber la jornada de hoy tratara sobre el derecho
laboral. Quisiéramos que esta charla informativa y educativa, sea aprovechada al máximo. Para esta
charla, que tomara, una jornada bastante extensa, pero muy enriquecedora, para uds. Para su vida
laboral, hemos invitado a un gran amigo, como es Cristóbal Matus, abogado, profesor de derecho
laboral, para quien pido un gran aplauso.
(Se escuchan los aplausos)
Cristóbal: Gracias Madian por esa presentación. Bueno, es para mí un honor esta invitación de
poder compartir con uds. esta información. Que, ténganlo por seguro que será beneficiosa. Esto
porque trataremos temas que Uds. Día a día viven, temas necesariamente que deben manejar para.
Cuando Madian, me pidió realizar estas charlas, debo asumir que me complique un poco, puesto
que el lenguaje que uno esta acostumbrado es bastante técnico, así que cuando no entiendan algo,
por favor, no tengan miedo en interrumpir. Además hemos preparado un material explicativo que
espero que mas que guarden, siempre estén consultando, y estudiando.
Lo primero que quiero que tengan en consideración es que es el Trabajo.
PARA ALGUNOS EL TRABAJO ES:
u MALDICIÓN (risas)... Si así es, la Biblia dice en el Génesis “GANARÁS EL PAN CON EL
SUDOR DE TU FRENTE”... si eso es con el pan, imagínese con la leche... (Más risas)
u Para otros es UNA PESADA OBLIGACIÓN. Debo señalar que siempre me ha jodido que San
Pablo haya dicho “QUE EL QUE NO TRABAJA, QUE NO COMA” Aunque al parecer aquí hay
hartos que trabajan mucho más de lo que necesitan… (Más risas)
u Por otra parte hay quienes piensan que es UNA MERCADERÍA. Aunque esta es la visión de la
ECONOMÍA LIBERAL, yo nunca he podido encontrar un supermercado donde vendan un kilo de
trabajo... Porque si ya es pesado trabajar imagínense que te cobren por trabajar... Trabajarían
solamente los ricos...
Diana: (interrumpiendo) Uy Ud. Parece que sería uno de los primeros en trabajar de tan rico que
esta...
Asistentes: Risas
Cristóbal: (Avergonzado) Eh... gracias por el piropo... después te invito un café...
Diana: Cuando quiera....
Asistentes: Mas risas
Cristóbal: (Avergonzado, pero retomando el tema) Continuando, con el tema... me acuerdas, pero
continuemos...
u Algo si que hay claro es que “EL TRABAJO NO ES UNA MERCADERÍA. Conforme a la
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS Organización Internacional de Trabajo en LA
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DE O.I.T.
u Por su parte para las IGLESIAS PROTESTANTES. EL TRABAJO ES LA COLABORACIÓN
DEL HOMBRE Y DE LA MUJER CON DIOS EN EL PERFECCIONAMIENTO DE LA
CREACIÓN VISIBLE.
(Poco a poco se va disminuyendo la voz hasta quedar solamente la voz del locutor, desde la segunda
interrupción de Diana, para dar paso a la voz del Locutor)
Locutor: Cristóbal, comenzando desde los temas más básicos del derecho laboral, para entregar en
una jornada bastante reducida, principios del derecho laboral. Los temas que tratan van desde lo
que es el trabajo, que es la relación laboral, que es un contrato, contrato de trabajo, vacaciones,
descanso laboral, vacaciones, empresas contratistas, fuero maternal, organizaciones sindicales,
termino de relación laboral, causales de despido, entre otros temas, en una jornada donde hubo
tiempo para el relajo, en un break, con una jornada de charla bastante extensa.
Cristóbal: (como continuando) Bueno para terminar, si alguien tiene alguna duda, que la haga ahora
o calle para siempre....
Asistente: Si, me gustaría que me aclarara la situación de los directores de sindicato... por ejemplo
en la empresa donde trabajo somos en total 50 personas, ¿cuántas personas tendrían derecho a
fuero?
Cristóbal: Bueno, recapitulemos, en lo que es el tema, para todos los que no quedaron, muy claros.
El DIRECTORIO.Estará FORMADO POR 1 PERSONA SI SON MENOS DE 25 SOCIOS.
LOS QUE TENGAN UNA BASE DE 25 O MAS SOCIOS ELIGEN EL NÚMERO DE
DIRECTORES QUE ESTIMEN.
PERO SI TIENE ENTRE 25 Y 249 SOCIOS LAS 3 MAS ALTAS MAYORÍAS GOZAN DE
FUERO Y PERMISO.
¿Te quedo claro?
Asistente: Si, súper claro...
Cristóbal: ¿Quién mas tiene alguna pregunta?
Odelia: Si, bueno... este ¿Cuánto duran en el cargo las personas elegidas en un sindicato?
Cristóbal: Bueno el MANDATO DURA NO MENOS DE 2 NI MAS DE 4 AÑOS CON DERECHO
A REELECCIÓN. ¿Te quedo claro? ¿Quién mas tiene alguna pregunta?
Isabel: Si yo tengo una preguntita... ¿Cuál es su nº de celular?
Asistentes: Risas
Diana: Shiiii... que soy fresca... primero estoy yo con el café que me debe...
Asistentes: Risas
Cristóbal: Bueno, al parecer no hay mas consultas... quisiera simplemente darles las gracias a Uds.
Por el interés mostrado, y por soportarme tanto rato hablando. Espero que no se hayan aburrido de
escucharme y agradecer también a Madian por la agradable invitación a participar con Uds.
(Poco a poco se va disminuyendo la voz hasta quedar solamente la voz del locutor, desde la
irrupción de Diana, para dar paso a la voz del Locutor)
Locutor: Es así como Madian luego agradece la asistencia de los presentes, las de Cristóbal, y los
invita a participar de un cóctel preparado para la ocasión. Durante el Cóctel, es donde Madian
presentará a Cristóbal con Gabriela y Maria.
Madian: Cristóbal, esta es Gabriela, la chica de la cual te había hablado.
Cristóbal: Ah, hola ¿Cómo estas?
Gabriela: Bueno debo reconocer que ahora un poco mejor...
Cristóbal: Así, Madian algo me ha contado sobre tu situación... después de esta charla, ¿Qué piensas
que puedes hacer?
Gabriela: Bueno, me ha quedado súper claro, el hecho de que mi despido, no esta conforme a la ley.
Cristóbal: Eso es lo que me gusta, que la gente aprenda a conocer sus derechos.
Maria: ejem... hola, Maria
Cristóbal: Hola, así que tú eres María...
Maria: (toda nerviosa) ah... ya te habían hablado de mi...
Madian: Yo no fui...
Cristóbal: (Riéndose)... te acusaste solita...
Gabriela: Cristóbal, yo entiendo lo que paso, no estuvo bien, pero como puedo solucionar mi
problema... ¿crees tu que sea factible que pueda volver a trabajar?
Cristóbal: Si, en lo absoluto... mira que te parece que nos juntemos el Martes, yo te acompaño a
hablar con tu empleador, a conversar la situación que te aqueja, y veremos que podemos hacer. No
creo que sea muy difícil... ¿Dónde trabajas?
Gabriela: En “Confesiones don Pepe”...
Cristóbal: De casualidad es don José el dueño...
Gabriela: Si.... ¿por qué?
Cristóbal: Tengo mi contacto por ahí, la hija de don Jose, Patricia. Ella nos va a facilitar las cosas.
Gabriela: ...Pero, ¿cómo lo hacemos? ¿Te llamo?
Cristóbal: No, no te preocupes, yo te llamo, dame tu teléfono
Gabriela: OK, es...
(Poco a poco se va disminuyendo la voz hasta quedar solamente la voz del locutor, desde la vez que
Cristóbal dice “Si, en lo absoluto...”, para dar paso a la voz del Locutor)
Locutor: Es así como Cristóbal, se contacta con Gabriela, para ayudarla en la situación que la
aqueja. Comienza, de esa manera, partiendo con informarse de sus derechos. Por otro lado el grupo
de mujeres comienzan configurar nuevas ideas sobre su situación laboral. Gracias a la situación que
esta viviendo Gabriela, tuvieron la oportunidad de aprender sus derechos
ESCENA 3: EL LOBBY
En la escena participara en diferentes sitios los siguientes personajes: Maria, Diana, Cecilia,
Ximena, Josefina, además de algunas voces como de apoyo. Ellas participaran en la reunión de
iniciación de sindicato. Por otra área participaran: Patricia, y don Jose. Después vendrá la
participación de Gabriela acompañada de Cristóbal, con don Jose, y una participación de Doña
Odelia.
Situación: Patricia, la hija de don José se entero de la situación a través de Cristóbal, quien era
un buen amigo de ella desde la Universidad. Por lo que decide intervenir previamente a la visita
que realizara Cristóbal con Gabriela. Por su parte las muchachas, en una gran mayoría de las
trabajadoras, tenia la idea de formar un sindicato, estarán algunos instantes debatiendo, respecto
a la idea, hasta tomar una determinación.
Locutor: Cristóbal, después de ese día de la charla había llamado a su amiga Patricia, la hija de
don Jose, para pedirle su ayuda en la situación. Por eso esta decide tomar cartas en el asunto, y
decide ir a conversar con su Padre.
Patricia: (Manipulando en su decir, sintiéndose triste)... Pero papá ¿cómo hiciste eso?... como no
tienes corazón...
Don Jose: Si no es que no tenga corazón... en realidad no se que paso...
Patricia: Apuesto que le hiciste caso a la Odelia... (Don Jose solamente asiente)... Uy... si esa vieja
nunca me ha caído bien, porque es mala leche...
Don Jose: Pero ha sido mi brazo derecho, durante años...
Patricia: Pero... ¿tu sabías que Gabriela estaba embarazada?...
Don Jose: Bueno... si, pero que con eso...
Patricia: Pero, ¿que pasaría, si ella se consigue a un abogado? Sabías tú que ella tiene fuero
maternal...
Don Jose: (con un poco de nervio) ¿Qué es eso?...
Patricia: ...Pero papá... años con la empresa y no sabes que es eso... ¿pero quien ve todas las cosas
de la empresa?
Don Jose: La Odelia, ella se encarga de todo...
Patricia: Claro, hasta que te va a meter en un tete, y ahí vas a quedar...El fuero maternal, legalmente
te prohíbe despedir a una trabajadora que este bajo el, por estar embarazada, durante un periodo de
tiempo razonable, y le permite gozar de un periodo de pre y post natal... además de otros beneficios
por estar embarazada...como que realice trabajo mas liviano por salud...
Don Jose: Y eso... ¿dónde diantre sale?
Patricia: En el código del trabajo papá...
Don Jose: No tenía la menor idea...
Patricia: El punto es ese. Que nunca has tomado las riendas de la empresa, siempre le has entregado
esas atribuciones a Odelia, y ella te va a traer, puros problemas...
Don Jose: Pero es...
Patricia: Es que nada papá... ¿sabes que? Aun si no existiera una ley especial para una mujer
embarazada... ¿Qué diría mamá si estuviera viva y tú haciendo lo que hiciste?
Don Jose: (tratando de evitar el tema)... No metas a tu madre, Q.E.P.D.
Patricia: Y si mamá hubiera sido la que estaba embarazada...
Don Jose: (Apenado)... Patricia... sabes que la extraño, y que jamás permitiría que ella pasara una
cosa así...
Patricia: ... Por lo mismo papá... sabes que nunca me he metido en tus asuntos... Te voy a pedir un
favor, piensa, medita la situación de Gabriela... tu mismo me reconociste que es una buena
trabajadora... Colócate una mano en el corazón...
Don Jose: (Pensando) Si, tienes razón...
Patricia: No te vaya a salir un tiro por la culata y tengas que ir a pelear, por haber cometido un
error...
Don Jose: Si, si mi niña... (Se escucha que se abre la puerta)... ¿Ya te vas?
Patricia: Si, tengo cosas que hacer... En cualquier momento, vengo a verte, te quiero mucho (se
cierra la puerta)....
ESCENA 4: PLANEANDO EL SINDICATO
Locutor: Por otra parte, en la sala de maquinas de la fabrica de confecciones las muchachas
tenían un dialogo bastante álgido por la idea de formarse con un sindicato para la empresa...
Ximena: (Totalmente desmotivada)... Mira, yo encuentro súper buena la idea de hacer un sindicato
para la empresa, pero ¿de que me sirve a mí?... Yo vengo aquí a trabajar, si quiero algo para
carretear tengo mi dpto. Pero estas cosas de los sindicatos se prestan para puros cahuines...
Maria: Si, pero eso de los cahuines, se presta con o sin sindicatos...
Diana: si po washita, la cuestión es súper simple, nos asociamos como sindicato de trabajadoras, así
podemos pelear por mejoras dentro nuestro trabajo... De a una somos súper débiles, pero todas
unidas, hacemos mas peso...
Cecilia: (Negativa) Yo no se, yo no veo ningún futuro en esta idea, yo creo que no es posible...
además ¿quién de nosotras podría ser dirigente?... Yo no veo a nadie con dedos para el piano...
Josefina: Mira, quizás tengas razón... pero la Diana tiene razón po loca, si nosotros estamos
desunidas, es mas fácil que nos pase algo, pero si estamos todas juntas, no nos va a pillar
desprevenida... imagínate el caso de Gabriela, si nosotras hubiéramos sabido todo lo que
aprendimos el sábado, pucha otro gallo cantaría, pero ahora podemos hacer las cosas bien...
Todos: si, yo opino que si....
Isabel: ...Yo creo que es una buena manera de protegernos todas...
Ximena: Mira, si tení razón.... ahora, yo opino que quien debería de ser Presidenta del Sindicato,
debería ser la Odelia, porque tiene un carácter firme... no se tiene la pinta...
Odelia: Si puede ser, pero de verdad que a mi me gusta Maria como Presidenta, ¿quien levanta la
mano por Maria?
Josefina: Haber... (Contando) una, dos, tres, cinco seis.... hay veinte, y somos treinta y tres en
total.... entre todos se hace una mayoría para Maria Presidente...
Todos: bravo, excelente Maria.... gana la gente Maria Presidente (carcajadas)
Maria: Bueno, yo no tengo ningún problema...
Odelia: Ya hay que elegir los otros cargos, Secretaria, Tesorera, directores...
Diana: Yo propongo a la Odelia para el cargo de Secretar
Odelia: No, no, no mira no estoy muy bien… estoy pasando una sequía emocional, y tengo
demasiadas responsabilidades (como pensándola)... Sabes que... si acepto, siempre y cuando a Tú
seas la tesorera de esta cosa...
Todos: Si, dale… vamos!
Locutor: De esa manera, comienzan a organizar su Sindicato de manera simple y sencilla, con
millones de ideas, pensamientos y proyectos que pudieran realizar. Mientras en la oficina de don
Jose, se lleva a cabo una reunión muy diferente...
ESCENA 5: LA SOLUCIÓN
En esta escena participara Cristobal, con Gabriela. En esta escena, marca la pauta para la
reincorporación de esta ultima, y el decline del poder de Doña Ofelia. Además se marcara un antes
y después de la vida de todos.
Cristóbal: Buenas tardes, estoy buscando don Jose.
Doña Ofelia: De ¿Parte de quien?
Cristóbal: De parte de Gabriela... (Se escuchan pasos de mujer...)
Doña Ofelia: ¡Gabriela!.... ¿y Ud. Quien es entonces?
Cristóbal: Su Abogado...
Doña Ofelia: Ella firmo su finiquito, esta todo bien...
Cristóbal: (Petulante) ¿Ud. Es don José?...
Doña Ofelia: No, pero él no esta (en eso se escucha abrir la puerta de la oficina de Don José)....
Don José: Ofelia, me puedes... (Sorprendido) ¡Gabriela!...
Gabriela: Queríamos conversar con Ud. Don José, pero doña Ofelia nos dijo que ud. No estaba...
Don José: Pero, Gabriela pase... y Ud. Debe ser...
Cristóbal: Su Abogado....
Don José: Pasen (se escuchan los pasos... y cerrar la puerta)... ¿En que puedo ayudarlos? (se
escucha la silla que se mueve para sentarse).
Cristóbal: Don José, vengo claramente como abogado de Gabriela, la cual fue despedida estando en
un periodo sobre el cual, la ley la protege a la mujer que esta embarazada con lo denominado “fuero
materno”...
Don José: Ha decir verdad, no entiendo esas cosas legales, yo solo se, que Ofelia, mi brazo derecho
hace todas esas cosas...
Cristóbal: Entiendo, pero aunque ella las haga, quien se responsabiliza, es Ud. Como representante
legal y empleador de Gabriela.
Don José: (Preocupado)... Pero... mire a decir verdad, yo no entiendo mucho de estas cosas...
déjeme llamar a Ofelia...
Gabriela: A decir verdad don José, no queremos conversar con ella sino, con ud.
Don José: (nervioso) OK, pero haber... vamos directo al grano... ¿Qué van a querer?...
Cristóbal: Nosotros no venimos a pedir nada... Al contrario, hemos venido con la intención de que
esto se solucione, de manera civilizada...
Don José: (no comprendiendo) m... pero aún no entiendo... sea más claro...
Cristóbal: Don José, en esta situación voy a ser muy sincero, podríamos presentar el caso a la
justicia, y como están dadas las cosas, Gabriela tiene todas las herramientas para ganar el caso, con
el pago de las indemnizaciones correspondientes y el perjuicio para ud.
Don Jose: (Pensativo)... entiendo...
Cristóbal: Aún así, en una conversación con Gabriela, ella quiere darle a ud. la posibilidad de llegar
a un arreglo como amigos, sin la intervención de los tribunales...
Don José: Puedo ser sincero...
Gabriela: (dejando a Cristóbal con las palabras en la boca) Absolutamente...
Don José: Debo señalar que me deje llevar por la influencia de Ofelia, que en realidad jamás pensé
en despedirte... (Se levanta del puesto y comienza caminar – ruidos de pasos-)…este hecho no me
ha dejado de pesar... acabo de tener una discusión con mi hija por lo mismo... Pero a decir verdad,
no se como podemos solucionar esta situación, ni que debo hacer para solucionarla... si tengo que
recontratar... debo confesar que soy ignorante en estos temas... y que siempre he dejado a Ofelia que
haga las cosas por mi... pero veo que me ha dejado la cagada... y no es la primera vez....
Cristóbal: Pues bueno, si se puede solucionar... Es cosa de...
Don José: (Interrumpiendo)... Gabriela, quería pedirte perdón...
Gabriela: (emocionada) Ay, don José... debo señalar que no me esperaba esto... obvio que si po...
Cristóbal: Bueno... y ¿qué hago yo acá?...
Don José: Ayudar pues... jajaja
- De fondo se escucha una discusión entre doña Ofelia y las trabajadoras, y se abre la puerta...
Maria: Don José...
Don José: (preocupado) pero ¿que pasa?
María: Veníamos a comunicarle, que hemos creado un sindicato con las niñas... y queríamos
conversar con ud. Porque la primera cosa que queríamos pedir es la reincorporación de....
¡¿Gabriela?! – sorprendida -.
Gabriela: Mi reincorporación esta lista...
Don Jose: ¿Pero que significa esto?
Doña Ofelia: Tiene que despedirlas a todas, son unas flojas...
Don Jose: Tu te callas Ofelia...!
- Silencio total....
Don Jose: Cristóbal, por favor ayúdame para cumplir todas las exigencias y despedir a la Sra.
Ofelia...
Cristóbal: No hay problema don Jose...
- Nadie habla fuerte, solo un murmullo la situación... se escucha un “Oh... la van a echar”....
Doña Ofelia: Pero, ¿cómo?... tantos años que te he trabajado...
Cristóbal: Cancelando los años de servicios, y demases no habría problemas...
Don Jose: Ok... Ofelia, esta despedida, gracias por todos los años de servicios, pero tus servicios
hoy día... no son necesarios... (Dirigiéndose a Cristóbal)... ¿qué hago ahora con la idea de un
sindicato?
Cristóbal: No se preocupe... los sindicatos son una buena herramienta tanto para el trabajador como
para los empleadores, para lograr acuerdos recíprocos...
Don Jose: O sea, que sería bueno que lo tuvieran las muchachas...
Cristóbal: Así es...
Don Jose: Pues bueno, hagan las cosas bien, por mi parte... no existiría ningún problema...
Gabriela: Don Jose... Gracias (se escucha un beso que en la mejilla)
Don Jose: No hay de que Gabriela...
Cristóbal: Bueno, ahora yo me retiro...
- Aparece en escena Patricia...
Patricia: Y como les fue... me tienes preocupada... que hacen todas las muchachas acá...
Don Jose: Uds. Se conocen, ¿Patricia tu conoces a Cristóbal…?
Patricia: (nerviosa) este... si.... hay, papá yo ya soy grande...
Don José: Cristóbal, quiero conversar contigo...
Cristóbal: (nervioso) ¿Y de que sería?
Don José: (serio) Quiero tener una conversación seria contigo.... (Largándose a reír) Quiero que me
ayudes y asesores en la parte legal en la empresa... no te preocupes...
- Se escuchan risas, y comentarios alegres por las buenas noticias, del día
Locutor: Así comienza don José, a tomar mas directamente las riendas de la empresa, Doña Ofelia,
tiene que irse de la empresa, las trabajadoras tendrán su sindicato, Gabriela será reincorporada a la
empresa, y Cristóbal ayudara a don Jose en asesoramiento para la empresa.
ESCENA 6: EL CONTRATO
Esta escena es bastante breve, tratara de la firma del Contrato Colectivo entre los trabajadores de la
empresa y don José. Participaran Gabriela, Maria, Don Jose, Cristóbal, como principales
Situación: La escena, comenzara con una reunión dentro de la empresa tipo celebración. Esta
celebración se lleva a cabo por el contrato colectivo que firmaran los trabajadores con don Jose.
La escena parte como si la conversación estuviera avanzada.
Don Jose: (nervioso) ¿Estas seguro que es lo mas conveniente?
Cristóbal: Absolutamente, cada una de las cláusulas están revisadas, conversadas con las
trabajadoras, y es un contrato que significara grandes beneficios tanto para la empresa como para
las trabajadoras.
María: (Interrumpiendo) Entonces, firmamos...
Don Jose: (Colocándose parsimonioso, tose para hacerse escuchar) ... Bueno estamos aquí, para
proceder a firmar nuestro primer contrato colectivo... Estos últimos 3 meses han sido bastante
complejos, de muchos cambios para nosotros, para todos. Hay personas que ya no están, cuya
ausencia, se percibe, y otras que llegaron, para marcar un antes y después de su llegada. Debo
asumir que esto que vamos a hacer, y que estamos haciendo, para mi es nuevo... en realidad todo lo
vivido estos últimos tres meses ha sido nuevo... Pero tremendamente enriquecedor...
Quiero recordarles mi compromiso hacia a uds. Y espero el mismo nivel de compromiso de uds.
Hacía mi.
Lo que vamos a firmar es un paso más en el crecimiento de la empresa, de uds. Y de las personas
involucradas.
Y que este contrato refleje el hecho de que si la empresa gana, todos ganamos...
(Se escucha ruido de pluma firmando el papel).... Maria, tu turno...
Maria: Chicas, han sido meses de verdad en que hemos aprendido, todas y cada una de nosotras y
esto refleja, el compromiso que nosotros asumimos como trabajadoras de la empresa, y que esta
asume con nosotros. Quisiera dar gracias a don Jose, por su apertura y sencillez... y no le doy mas
vuelta al asunto porque lo dijo ya todo (risas) ... y ahora firmo...
(Se escucha ruido de pluma firmando el papel).... Y ahora a comer... jajaja
- Se escuchan ruidos de fiesta, platos moviéndose, vasos de bebida que se sirven, etc.
Don Jose: Bueno chicas, quiero hacer un brindis por una de las chicas que ha marcado la historia de
la empresa quiero hacer un brindis por Gabriela, y por su futura bebe... Salud...
Todos: Salud...... (Diana comienza a gritar... “que hable” y se unen todos...)
Gabriela: (Se hace de rogar primeramente) Bueno... que más decir que estos meses han sido
bastante bellos... he conocido a amigas preciosas, todas y cada una de uds. Esta en mi corazón. Dar
las gracias a don Jose, por su bondad, por lo buena persona que puede ser, a Cristóbal, por todo lo
que has hecho por mi... En fin a cada uno de los presentes, y esto debo decirlo y creo que no solo es
mi sentir, pero creo que hace un tiempo atrás, nadie podría haberse esperado esto que esta
sucediendo, y que ahora es realidad...
- Gritos de ovación, se escucha música y alguien que dice a bailar miercale...
Locutor: Después de meses de dialogo, tanto don Jose, como el sindicato llegan a un acuerdo de
contrato colectivo, que significara un crecimiento sustentable en la empresa. Tanto porque toma
como modelo, el aumento de bonos de producción, junto con el crecimiento de las ventas de los
productos. Además de incorporar beneficios como Talleres, cursos y beneficios de colación y apoyo
a las madres del lugar para que dejen sus hijos en un jardín infantil cercano, entre otros. Este
contrato refleja la capacidad de dialogo de cada una de las partes.
ESCENA 7: NACIMIENTO
Esta escena se desarrollara en parte en la fábrica de confecciones. Participara Maria. Entrara en
escena también Rafael.
Otra área de desarrollo será el Hospital donde Gabriela estará entrando a pabellón.
Situación: La escena parte con Maria conversando con don José, en la fabrica, en esa
conversación ingresa en escena Rafael. Rafael querrá reconciliarse con Gabriela, y querrá irla a
ver porque quiere volver con ella.
Maria: (Preocupadísima) Don Jose... Gabriela, Gabriela...
Don Jose: ¿Qué pasa Maria? ¿Qué tiene Maria?
Maria: Esta en el hospital... va a tener el bebe... y no tiene nadie que la vaya a ver... y quería pedirle
permiso para ir allá...
Don Jose: ¡¿Ahora?!
Maria: Si... ahora de hecho, en estos momentos va camino al Hospital...
Don Jose: ¿Estas lista? ... llegar y salir...
Maria: Si...
Don Jose: Pues vamos entonces... (Salen presurosos de la fabrica, suena la alarma del auto)...
Rafael: ¡Maria!...
Maria: (sorprendida)... ¿quién es usted?...
Rafael: Soy Rafael... el ex de Gabriela...
Maria: Ah... el que la abandono...
Rafael: (Triste) Si, el mismo...
Maria: ¿Qué necesitas? Que vamos apurados.
Rafael: Quiero verla, se que debería de estar a punto de tener nuestro bebe...
María: Pero ella no creo que te quiera ver... (De manera pesada) después de lo que le hiciste...
Rafael: Si se que actué mal, pero ya no soporto esto, no he podido dejar de pensar que la cague...
Por fa...
Don Jose: Mira, ahora Gabriela esta en el hospital, y estaba con contracciones...
Rafael: ¿En que hospital?...
Don Jose: No se po hombre, eso lo sabe Maria... pero vamos para allá...
Maria: No se si Gabriela quiera verte... has estado desaparecido mucho tiempo...
Don Jose: Espero que no sea así, que no le gane el orgullo.... y a ti tampoco... ya vamos suban al
auto, que mientras mas discutimos, más tarde llegamos...
Locutor: Así los tres se dirigen al Hospital para ver a a Gabriela. Llegan raudos, para acompañar
a Gabriela. Gabriela ya estaba en Pabellón por lo que tuvieron que solicitar el lugar donde esta se
encontraba...
Maria: ...Por acá, esto es pabellón... Hola disculpa... La Srta. Gabriela…
Enfermera: (Interrumpiendo) La Gaby, pasillo al fondo... puede algun familiar de ella.
Rafael: Soy el pololo…Quiero entrar... (Se escucha colocándose una bata)
Maria: Entras bajo tu responsabilidad...
Don Jose: No seas pájaro de mal agüero....
Gabriela: (Se escucha abrir la puerta de Pabellón)... Rafa....!.... ay...
Doctor: Vamos Gabriela, puja, puja
- Se escucha los quejidos y gritos de Gabriela Pujando...
Doctor: Vamos uno más Gabriela...
Rafael: Gabriela, te amo...!
- Se escuchan los llantos de un bebe...
Doctor: ¡Es una niña!
Rafael: Nuestra hija...Gabriela... es nuestra hija...
Gabriela: (Feliz) No que iba a ser solamente mía.... (Se escucha los pasos de Rafael a la cama)...
Rafael: Se que no actué como corresponde, que he estado ausente, pero de verdad que ya no
aguanto mas estar lejos de ti... Perdóname Gabriela por haber sido tan imbecil... no puedo vivir sin
ti...eres la mujer de mi vida...
Gabriela: (Mientras le pasan el bebe)...Shiiii... pensé que no iba a llegar este momento... de hecho
quería haberte dicho que te fueras a la punta de la loma, pero debo reconocer, que me sacas de
contexto...
Rafael: Te amo... Gabriela, te amo...y a esta princesita también...(sacando algo del bolsillo)
Ábrelo...
Gabriela: ¿qué es esto?...
Rafael: Ábrelo...
Gabriela: Oh... pero Rafael...
Rafael: ¿te querrías casar conmigo?...
Gabriela: (llorando)... No se... o sea si quiero, pero me dolió tanto que me hayas dejado... lo que
dijiste...
Rafael: Lo se, y estoy verdaderamente arrepentido... te prometo que haré todo lo posible para que
hacerte la mujer mas feliz del mundo.... ¿me darías esa oportunidad casándote conmigo?...
Gabriela: Querría decirte que no... Pero eres definitivamente eres el hombre que amo...
Rafael: Te amo...
Locutor: Ni Gabriela comprendía porque estaba aceptando la propuesta de matrimonio de Rafael,
quizás el nacimiento de su hija, había hecho botar esas barreras de orgullo, que la invadían
muchas veces, pero que en ese instante ni siquiera dieron luces... Algo le decía que Rafael, estaba
siendo sincero.
Por su parte Rafael, estaba embobado viendo a sus dos mujeres y sentía que era el hombre más
feliz, que no entendía como tenia una segunda oportunidad, y no quería desaprovecharla...
ESCENA 8: MATRIMONIO
Escena ultima y final, es la escena con que se cierra la obra, y se termina con una escena donde
están todos los participantes salvo Doña Ofelia, la Escena se manejara en un nuevo escenario, es la
iglesia donde Rafael y Gabriela se casaran
Situación: Rafael esta nervioso por que Gabriela se ha demorado un poco, mientras María y
Cristóbal lo tratan de calmar.
Maria: ...Pero cálmate Rafa, si es normal que la Novia se demore...
Rafael: Si, eso dicen, pero es que yo me quiero casar rápido...
Maria: (bromeando) mish... estay que cortai las huinchas...
Cristóbal: Rafael, es completamente normal que esto suceda... aparte que solamente esta atrasada 10
minutos, don José, la traerá... Relájate...
- Diana llega corriendo...
Diana: (agitada)... Ya washito, ahí viene el auto de don Jose... ahí viene la Gaby...
- Suena la música de Marcha Nupcial...
Rafael: (anonadado)...Se ve preciosa...
Maria: Como un ángel...
- Se escuchan las voces de los asistentes, hablando de lo hermosa que se ve Gabriela.
Locutor: Todos los presentes reconocían lo hermosa que Gabriela se ve. En la iglesia la ceremonia
estará presidida por un Pastor local que con emotivas palabras los instruirá en este, uno de los
momentos mas decisivos para la vida de cualquier pareja....
Pastor: Rafael, aceptas por esposa a Gabriela, para amarla y respetarla, en salud en enfermedad,
alegría y dolor, estar con ella en toda situación, ser su compañero, amigo, amante, respetarla y
potenciarla hasta que la muerte los separe...
Rafael: Si acepto...
Pastor: Gabriela, aceptas por esposo a Rafael, para amarlo y respetarlo, en salud en enfermedad,
alegría y dolor, estar con el en toda situación, ser su compañera, amiga, amante, respetarlo y
potenciarlo hasta que la muerte los separe...
Gabriela: Si, acepto
Pastor: Pues como dice su Palabra “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” Yo los declaro
Marido y Mujer... Puede besar a la novia
- Se escuchara el Beso, y una ovación de los invitados...
Locutor: Con esta ceremonia tan emotiva Gabriela y Rafael se comprometieron a vivir juntos como
un matrimonio...
Diana: Ya chiquillas, alístense que ahí viene el ramo...
Isabel: Ah no, yo ya no estoy para estos trotes
Patricia: Pero vamos no mas Isabel, Quien sabe que sea la afortunada
Ximena: Ojala que me toque un hombre que me mantenga
Maria: Depende del tipo de mantenimiento y como me mantenga yo me caso...
Diana: Jajaja... que es ordinaria esta galla...
Gabriela: Jajaja... ya chicas.... a la 1... a las 2... a las 3
Se escuchan los gritos de las mujeres peleándose el ramo...
Josefina: wow... la agarro Patricia
Patricia: (histérica) Ah, es mió... es mió...
Maria: Uhhhh.... Don Cristóbal, lo atraparon...
Don Jose: Y yernito Cuando será el casorio...
Cristóbal: (notoriamente nervioso)... Bueno... cuando Patricia decida...
Don Jose: (Como enojado)... Pero a mi no me ha pedido permiso... ni ha habido nadie que me
solicite su mano...
Cristóbal: (Nervioso)... eh… Este...
Don Jose: Jajajajajaja.... para que te urges, si tienen tiempo todavía...son muchachos jóvenes los
dos... relájate...
Cristóbal: Como ud. Diga suegrito...
Cristóbal y don Jose: Risas...
Locutor: Con este ambiente tan distendido, en donde una simple trabajadora, una mujer como tú,
como cualquiera, pudo cambiar el curso de su vida...
Gabriela: (Tocando una copa de champagne)... Su atención por favor... Si me permiten un minuto su
atención...
Todos en silencio...
Gabriela: Quisiera dar gracias primeramente a Dios... debo reconocer que el ultimo tiempo ha sido
un tiempo de mucho crecimiento, muchas cosas malas pasaron, pero todo ello no seria lo que
fundamenta las cosas buenas que me pasan hoy...
Creo sin lugar a dudas que lo primordial fue el hecho de conocer, de aprender... Creo que si no
hubiera sido por un despido, yo no hubiera podido saber lo que hoy se, y entender que conociendo
mis derechos y obligaciones todos crecemos...
Gracias a Cristóbal por su conocimiento transmitido. Gracias don Jose por ser como es, Maria
gracias amiga por todo. Josefina, te quiero mucho. Y en fin a cado uno de los que ha estado en este
tiempo conmigo quiero agradecerles e incentivarlas a estudiar. Yo quiero comunicarles, que en unos
meses más entrare a estudiar... Cristóbal, seremos colegas... Y quiero ser una persona que lleve a
otros el conocimiento como una herramienta importante en la vida...
Amor gracias, porque me apoyaste en esta decisión, se que será difícil pero creo que juntos
podremos salir adelante, si ya hemos pasado otras cosas, lo que se venga no será nada... Te Amo...
Todos Ovacionan
FIN
Tomás Juárez Beltrán
Dedico este cuento a todos los indignados del mundo.
VILLA RESIDENCIAL ARGENTINA
En Villa Residencial Argentina vivía Don Jorge Pucheta, hombre respetuoso y afable. Trabajaba como jefe
de administración en una empresa de transporte y, a pesar de las dificultades propias de la época, con su
sueldo y algunas clases de matemática a chicos del secundario había logrado sacar adelante a su familia
con decoro, sin sobresaltos. Tenía casa propia, un perro llamado Tarco y un modesto automóvil que sólo
usaba los fines de semana.
Apasionado por el fútbol, llegó a ser director técnico del club “Las Lilas”, prestigiosa entidad cultural y
deportiva del pueblo. También tesorero de la cooperadora del colegio de sus hijos y revisor de cuentas de la
mutual de empleados de comercio. Para ese entonces Villa Residencial Argentina era un lugar tranquilo y
previsible, bastaba sólo la palabra para sellar un acuerdo, la confianza y el orden eran los pilares
fundamentales de una convivencia armónica.
Transcurrieron los años y el pueblo comenzó a transformarse. Llegaron los semáforos, la televisión por
cable, los videos juegos, la telefonía celular y otros cambios que trajo la modernidad. La vieja proveeduría
fue comprada por una cadena de supermercados, la caja de crédito se transformó en banco regional, el
viejo bar en pizzería “delivery” y la panadería en telefónica. Lo mismo ocurrió con el local de la zapatería
frente a la plaza que fue ocupado por una casa de cambio; y el de la mercería, que cedió su lugar a una
empresa de computación.
Convencido de que no sería riesgoso pedir un préstamo para acceder a los adelantos tecnológicos que iban
llegando al pueblo, Don Jorge dejó de lado la prudencia y la austeridad que lo caracterizaban y habló con el
nuevo gerente del supermercado para que le otorgaran un crédito de consumo familiar. No hubo demoras ni
inconvenientes, sólo la advertencia de que el monto original llevaría un pequeño recargo por financiación.
Terminado el trámite, adquirió una video casetera, un televisor de veinte pulgadas, una cocina a microondas,
vajilla nueva, un procesador de alimentos y también una parrilla premoldeada de origen taiwanés que adosó
a la pileta del lavadero. Ésta última llegó con una mesa de jardín, recubierta de azulejos, que formaba parte
de la promoción comercial.
Pasó el tiempo, llegaron las elecciones y con ellas un nuevo intendente. La prédica electoral tuvo como eje
de campaña “insertar al pueblo en el mundo globalizado”. Para ello era necesario crecer y realizar
transformaciones de fondo. De hecho, así se hizo: el inmueble del dispensario municipal fue vendido a una
clínica privada, se licitó la recolección de residuos e igual suerte corrieron la cooperativa de servicios y otras
reparticiones oficiales consideradas ineficientes. Muchos no entendieron lo que ocurría, pero la mayoría
estuvo de acuerdo y los cambios continuaron. Las empresas más importantes fueron vendidas a inversores
foráneos y lo mismo ocurrió con grandes extensiones de campo y la cooperativa láctea. En definitiva, Villa
Residencial Argentina crecía, se vivía una fiesta, la gente viajaba y gastaba, parecía que la plata no iba a
acabarse nunca.
Una tarde de invierno, la radio local dio a conocer una noticia alarmante: un ex empleado del Concejo
Deliberante había alertado a la fiscalía de turno sobre irregularidades en el municipio. Luego de
averiguaciones y controles, se acusó al intendente de malversar fondos públicos. Según la denuncia, la
municipalidad había acumulado deudas millonarias con el banco regional, cifras que no se condecían con el
monto gastado en obras de alumbrado y pavimento. También informaron que durante los últimos años de
gestión municipal, la planta de empleados se había duplicado, al igual que los viáticos de sus principales
funcionarios. En definitiva, que el municipio estaba en bancarrota, que gastaba más de lo que recaudaba y
que la mitad de la población no pagaba impuestos.
A Don Jorge Pucheta le pareció una barbaridad lo sucedido. Pensó que era una campaña contra el
intendente motivada por razones políticas. Pero al mes siguiente, cuando la municipalidad informó a los
directivos de la empresa donde trabajaba que rescindirían el contrato de fletes adjudicado en forma directa,
recién entonces tomó conciencia de la gravedad del asunto. Recordó que muchos de estos servicios
estaban sobrefacturados y que así lo había convenido el presidente del Concejo Deliberante con el gerente
de la transportadora, como una forma de compensar la falta de pago en término del municipio. Además, no
le quedaron dudas del destino final de ese sobre, sin membrete ni remitente, que todos los meses
entregaban al chofer del intendente.
Apremiado y sin recursos, el municipio decidió emitir bonos para pagar sus deudas. Pero las cosas no
mejoraron. Ante el acoso judicial, el intendente optó por pedir licencia y el presidente del Concejo
Deliberante debió hacerse cargo de los destinos comunales.
Muchos vecinos protestaron frente al juzgado. Sin embargo, poco a poco la tensión fue disminuyendo y
todos pensaron que las cosas finalmente se arreglarían.
Durante las vacaciones, la señora de Pucheta y su hija fueron a la proveeduría del supermercado con la
intención de averiguar precios para cambiar los muebles del living, que ya estaban viejos. Quedaron
sorprendidas al enterarse de que esas compras no estaban autorizadas, que antes debían pasar por
administración. Las mujeres se enfurecieron cuando el gerente les informó que no les otorgaría un nuevo
crédito, que debían tres cuotas del anterior y que si no regularizaban la situación, les iniciaría acciones
judiciales.
Asustadas, volvieron a su casa y le contaron lo ocurrido a Don Jorge, quien de inmediato se puso a revisar
cuentas. Después de hacer números tuvo la certeza de que, además de la deuda en la proveeduría del
supermercado, debían los materiales para la construcción del galponcito, los muebles de la cocina, los
azulejos del baño y gran parte de la mano de obra. Todo esto sin contar el saldo pendiente de la tarjeta de
crédito y las dos últimas cuotas del auto nuevo.
Para justificar lo que les sucedía, los Pucheta comenzaron a difamar a los propietarios del supermercado
diciendo que las cosas no eran como antes, que ellos eran gente decente, que habían sido estafados.
En un primer momento muchos vecinos se solidarizaron con ellos, principalmente amigos y parientes.
Incluso hubo quienes les prestaron algún dinero para que resolvieran sus urgencias, pero en poco tiempo
las intimaciones judiciales comenzaron a acosarlos.
Al ver que la situación no se resolvía, Don Jorge decidió visitar a un abogado quien le informó que no tenía
ninguna posibilidad de parar las demandas iniciadas y que si no pagaba lo que debía, le rematarían todo.
Al día siguiente, Don Jorge le pidió a su mujer que lo acompañara a la escribanía y decidió hipotecar la casa
para pagar todas las deudas. No correría riesgo alguno, el escribano era conocido, nunca había ejecutado a
nadie. Para evitar otros inconvenientes, terminó pidiendo un monto superior al que necesitaba ya que sus
hijos estaban en la universidad y debían continuar sus estudios. Terminado el trámite, el matrimonio juró y
rejuró hacer lo posible para achicar gastos y no pedir más plata prestada; eso sí, los chicos no debían
enterarse de nada.
Lejos de mejorar su situación económica, Don Jorge vio reducidos sus ingresos como consecuencia de una
quita de salarios que realizó la empresa. Nada pudo hacer para impedir el atraso en el pago del alquiler del
departamento que sus hijos ocupaban en la ciudad, del cual eran garantes sus suegros.
Ante lo sucedido, decidió disponer del dinero remanente de la hipoteca, pensando que con esto solucionaría
todo. Lo que no tuvo en cuenta fue que la señora que los ayudaba con la limpieza de la casa, cansada de
reclamar el pago de vacaciones y aportes atrasados, lo demandó judicialmente. La suma era alta y se
incrementaba aún más por los abultados honorarios que pretendía cobrar el abogado patrocinante quien,
por extraña coincidencia, tiempo atrás había compartido el estudio jurídico con el juez de turno.
Desesperado, Don Jorge intentó paliar sus penurias pidiendo un préstamo personal en el banco regional.
Mientras realizaba el trámite, la entidad financiera se presentó en convocatoria argumentando que no
prestaría un solo peso más a nadie ni devolvería la plata a los ahorristas si el municipio no pagaba lo que le
debía.
Finalmente, Don Jorge decidió poner fin a sus penurias y echar mano a una importante cobranza que
acababa de realizar la empresa, compensando la caja diaria con asientos falsos. La situación no tardó en
ser descubierta por una auditoría interna, con las consecuencias previsibles: lo despidieron del trabajo, le
remataron la casa y el auto, su mujer lo abandonó por sinvergüenza y sus hijos no quisieron regresar más al
pueblo.
Pasó el tiempo. Muchas cosas han cambiado en Villa Residencial Argentina. El ex intendente es diputado
provincial, el juez fue ascendido a camarista, la transportadora donde trabajaba Don Jorge y el banco
regional se presentaron en quiebra, la casa de cambios vende bonos municipales a un treinta por ciento
menos de su valor original y la mayoría de los jóvenes busca trabajo en pueblos vecinos.
En la actualidad, Don Jorge Pucheta vive en una pensión de la Capital, se las rebusca como ayudante de
cocina en un bar de la terminal de ómnibus. Cuando tiene algún dinero, toma Fernet y juega a los naipes.
Indice
Tapa: “Peces abisales” - Colage con imágenes de internet - C. Pablo lorenzo
Editorial: PÁGINA 2: - C. Pablo lorenzo
Alba Pascual Benlloch: PÁGINA 3: Abraham, Belén, La escuela, La Shicuana, Los reyes magos
no existen, Mágica Chetilla, La revolución de los espantapájaros, Cine París, La mili, Luchadora
San Marcos, Bambamarca, Miedo, Hermosa Olga, Los niños de Lomas, La villa 31, El mundo vive
en celo, El Guachiman de la calle, Amador, Mi viaje cósmico, Yanantin La Mamacha, José y la
espía, La peluquería de Maruja,
Alejandra Nazarena Santoro: PÁGINA 30: Texto para Papirando Locura
Ana Clara Breature: PÁGINA 31: Un cortado sin espuma
Ana Romano: PÁGINA 35: Madriguera, Mascara, Ranura, Transmutación, Imán, Fulgor, Esbozo,
Despertar.
Andrés Fornells Fayos: PÁGINA 37: La Fiesta de Toros, Una desconocida en su cama.
Ángel Dario Oliva: PÁGINA 41: Caos
Beatriz Chiabrera de Marchisone: PÁGINA 42: La Dama de los versos; Hay manos
Chus Canal: PÁGINA 44: Cansada; Poemas a los planetas; De normal a paranormal,
Paranormal;
Daniel De Cullá: PÁGINA 46: El despacho del Abate Dubois, Guerreros y guerreras de la mística
parroquial, Arreglo floral para este 14 de abril de 2011, Carta de amor, En Semana
Santa,Albardillar a Miguel Hernández, Canción del cura pedófilo, De vuestro leer a Miguel
Hernández, Liturgia del culo, Lagarto Juancho presbítero, Poema encontrado en el retrete de
caballeros del Museo de la Evolución Humana, Devuelveme el himen hi de pu, Al ojo, En
Cañamero, En Serrallo de sacristia, ¿Hay quién quiera un badajo?, Poemas de Clerecía Pedófila
A., Poemas de Clerecía Pedófila B., Poemas de Clerecía Pedófila C., Poemas de Clerecía Pedófila
D., En capilla, Campaña “La próstata es cosa de hombres”, “Magia”, “Mi lucha”, “Un cura
pedófilo convertido en arcángel”, “En Inglaterra”, “Encontrada por Daniel”, “Contra la
violencia de género I y II”, Animal Divino, No quieres cola de carnero, Acanto en la hermita, Carta
de amor (2), El cura sacrílego; El yo soy y el estornudo, es todo uno; Elogio del rebuzno; Tu foto;
Felíz día de la poesía; Muu...: Sin tetas no hay capilla; Postales; Te conocimos señor Papa al
robarnos el pan; Poema encontrado en el retrete de la cantina "El Patillas". Burgos; El padre
zombie; En la ronda del castillo; Galera pontificia; Las Malvinas: Batalla de Pradera de Ganso;
Las Malvinas .2: Que pasó con el chocolate que le envíe a un soldado; Pederastia pastoral; Rehab
Rehabshis;
Daniel Gorosito: PÁGINA 85: Cansancio urbano, Ciudad perdida, Tango llorón,
Daniel Requelme: PÁGINA 87: La Noche,
Daniela Frontera: PÁGINA 88: ¿Qué gusto tiene el azul?
Diego Navajas: PÁGINA 88: Misi-misi
Ernesto Parrilla: PÁGINA 89: La melodía desde el balcón.
José Cantero Verni: PÁGINA 90: Celeste y Blanco; El alambrado; La Canchita; Infancia
futbolera; El viejo goleador; El potrero; La gran final; Un sueño de niño;
José López Mateos: PÁGINA 94: Zayra y sus amiguitos, El mundo no entiende de amores, La niña
hilandera,
Juan Manuel Pérez Alvarez: PÁGINA 104: La primavera de su nombre, La ciudad del sentir, La
paloma de las plumas de oro, ¿Qué es lo importante?, Humildad, En el secreto, Libertada se llama
la noche, Rey de las cosas, Luz virginal de la luna, Cinco heridas, En la calma de las islas, La flor
en la distancia, Percute tu sonrisa en mí, Mi dolor es ya tu herida; Confesión, herencia y
esperanza; La ilusión de un velero en el abismo, Palabra que vienes volando, De lo dicho, Quién,
Allí, Renunciar a todo, Las edades del río; De "El Caballero Invencible": VIII, IX, X, XI, XII, XIII;
De "Descubrimiento del Viaje": Cúpula del cielo, Pensamiento, El Siglo de Oro, Paciencia,
Entrega, Cultura, Ciencia, Amor; De "La Semilla en el Surco": I; De "La Voz del Mundo": IV
Gloria, V, VI Definición del amor, VII, VIII Génesis.
Marcos Polero: PÁGINA 142: El creador, Encuentro (A Paco Urondo), Encuentro, La ayudante
del gran poeta,
Mario Santellan D'Andrea: PÁGINA 147: Jubilaron a la veterana.
Marta Díaz Petenatti: PÁGINA 147: Muerte en la ciudad, Paredes que hablan.
Marta Elena Streck (MESKA): PÁGINA 149: Recuerdos de estudiante.
Martín Gardella: PÁGINA 150: Confesiones:El cuento de otro mundo, Las visitadoras, El genio;
Macrorealismos: Infusiones, El juego de la escalera; Imposturas: Non cogito, ergo sum - Adorable
hábito, Falso adiós, Monstruosos; Fugacidades: El carnicero habilidoso, La historia de amor más
corta y triste del mundo, El viudo eterno, Ménage á trois, Un tipo sensible, El olvido fatal.
Pamela Janet Rodriguez Piminchumo: PÁGINA 153: Mi cuerpo pide guerra; Vino y alquitrán; Tu
mi Ave turpial
Patricia O. (Patokata): PÁGINA 155: Entrevista de trabajo
Primavera Cardoso: PÁGINA 155: Una excursión al pasado.
Rolando Revagliatti: PÁGINA 164: Huir; Octava internación
Salvador Lemis: PÁGINA 165: Otro Hijo de Hera; Suicidio de mi hermana Casandra; Patroclo
desnudo en la arena de Troya; Condena de Prometeo; Espera de Tantalo;
Silvia Marcela Lopez: PÁGINA 166: Morder; Ella, Él, Usted; Próximas distancias, Fujitiva,
Decómo estoy después de, Evidencias, Segundo encuentro, El indulto de la náusea.
Cristian Hernández González: PÁGINA 168: La singuerista.
Tomás Juárez Beltrán: PÁGINA 188: Villa Resindencial Argentina.
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Papirando 20 – ANUARIO 2011 / / Revista Literaria
Bimensual de distribución gratuita - Formato PDF / / Año IV - N° 20 Febrero de 2012 / / Editor responsable: Carlos Pablo Lorenzo / /
[email protected] / / Río Gallegos – Santa Cruz - Argentina
- ISSN 1853 - 0109

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