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EN CASA
El otoño viene marcado por la pluralidad de estilos
e influencias. De lo más clásico a lo más moderno,
el curso se inaugura cual cajón de sastre, con múltiples opciones para ir a la última. Grandes iconos
de otras épocas han sido la fuente de inspiración de
los diseñadores de alta costura. Estrellas del cine
dorado de Hollywood, groupies de espíritu folk,
la familia real británica, el rock de los ochenta...
La mezcla, en la que tampoco faltan referencias
futuristas, es absoluta. A Marta Comella, directora
de moda de la firma Gonzalo Comella, el mix actual de tendencias le parece una oportunidad para
experimentar y divertirse: “Se llevan los espíritus
camaleónicos y las mujeres informadas, que deciden y saben cómo vestir en función del momento.
La nueva estación nos propone un interesante reto:
seas como seas, te guste lo que te guste, ¡atrévete a
ser tú misma!”.
Es decir, saltar de un estilo a otro sin complejos
y explotar su lado más chic. Lo in ya no es ser la
más moderna, sino la más erudita en cultura prêt
à porter. En esto último parecen haberse propuesto convertirnos Balenciaga, Chanel, YSL, Louis
Vuitton, Gucci o Dior. A falta de ideas rompedoras,
este año nos ofrecen una revisión magistral de las
grandes tendencias del siglo XX. “Nuestro pasado
reciente está repleto de cambios sociológicos y
tecnológicos, que son los que han posibilitado
la evolución de la industria de la moda. Ahora
tenemos a nuestro alcance todos esos cambios y
los podemos utilizar de forma libre e imaginativa,
sin dictaduras marcadas”, comenta la cazadora
de tendencias Anna Franquesa, afincada en París
desde hace 20 años y colaboradora de Prèmiere
Vision, la feria mundial del textil. Lo mismo opina
Bárbara Labella, responsable del área de moda
del Istituto Europeo di Design: “La apuesta de los
diseñadores se centra en reexaminar lo de ayer
con los avances de hoy. La novedad ya no está en la
creatividad, sino en la investigación de materiales.
Si antes resultaban muy pesados y costosos, ahora
se consiguen más ligeros y de mejor calidad”.
No en vano, los tejidos son los protagonistas de
las colecciones invernales. Ajenos a la crisis, se
presentan lujosos como nunca. Viene el cuero, muy
elaborado y moldeable, al tiempo que aparecen
con fuerza el satén, el charol, el encaje o la seda, y
en especial las pieles: de zorro, conejo, leopardo,
serpiente y cocodrilo. Envueltos en la misma sofisticación llegan los tonos otoñales, como el camel
y el gris en todas sus gamas. Entran en escena el
color ciruela y el verde para vestidos y trajes de
noche, aunque predominan el blue-black (azul
muy oscuro), azul Klein (azulón) y rouge (color
cereza). Mención aparte para el negro, que triunfa
en contraste con el blanco o el azul petróleo, pero
sobre todo en su versión más oscura y rigurosa. El
total black look, del que hablaremos más adelante,
se convierte en uno de los ejes centrales de los días
fríos. En contraposición, el nude o look desnudo
va ganando terreno en la retaguardia. Cada vez
más prendas de vestir, accesorios y maquillajes
incluyen tonos skin (carne), que van del beige muy
sutil al rosa palo. Probablemente, esta ausencia
de color acabe de fraguar en primavera, si bien ya
está disponible para las más precoces. Y junto a la
sobriedad de los colores
lisos, crecen los detalles
y aplicaciones a base de
pelo, hojas y plumas,
además de una verdadera lluvia de estampados. Tartán, cuadros,
flores y cachemir son
motivos recurrentes
que esta temporada tiñen un buen número de
prendas.
LLEGA LA
HORA DE
VESTIR CON
CLASE Y
ESTILIZAR
LA FIGURA
Del carisma de los cuarenta al porte de los cincuenta. Así se podría titular una de las principales
tendencias del otoño. Dicho de otra manera: llegó
la hora de vestir con clase y estilizar la figura. Al
tiempo que el talle gana centímetros hacia arriba,
marcando cintura y cadera, las siluetas se alargan
mediante prendas de corte masculino –muy a lo
Marlene Dietrich– y vestidos de cóctel pegados al
cuerpo. Se imponen los trajes sastre (de tweed o
lana), los baggy-pants (de pernera holgada pero estrechos a nivel de los tobillos) y el esmoquin, ahora
más adaptado a la mujer. En opinión de Anna
Franquesa, “es natural que se redescubra la parte
más femenina y seductora de los trajes de chaqueta, pues llevábamos tiempo sin hacerlo. En parte es
como si se estuviera rindiendo homenaje al recién
desaparecido Yves Saint Laurent, todo un maestro
del estilo à le garçon de principios de siglo”.
En sintonía con esta nostalgia por las líneas limpias, vuelven las curvas sugerentes que lucieron
las rubias Grace Kelly, Tippi Hedren y Kim
œ
LA MODA
SE RAMIFICA
Ya se puede ser retro en el trabajo y sexy para salir a cenar. Bohemia el domingo,
rockera el sábado por la noche. Minimalista o barroca, según requiera la ocasión. Esta
temporada, cada mujer podrá vestir su vida como mejor le parezca. Las propuestas en
moda femenina se ramifican hasta la saciedad
Texto María Leach
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œ Novak. La falda tubo a media pierna, que puede
comenzar incluso debajo del pecho, es un must al
que una mujer con estilo no puede renunciar esta
temporada. Las chaquetas cortas, blusas de gasa
con lazadas y volantes o el mítico twin-set de punto
prometen la combinación perfecta. Y como no
podría ser de otra manera, en este revival no faltan
complementos como las estolas de piel, los salones
bicolor de tacón alto y el bolso clutch.
Continúa el ciclo del volumen. “Toca guardar en el
baúl de los recuerdos todos esos vestidos tan cortos
que el año pasado monopolizaban el cuerpo femenino. El baby-doll crece hasta cubrir las rodillas,
convertido en un globo absoluto, que desemboca
en prendas muy estéticas”, comenta Marta Comella. Nuestra especialista se refiere a la inserción
del cocoon-shape, probablemente la aportación
más sonada de las propuestas actuales. Se trata
de una forma tres cuartos, de líneas redondeadas,
que envuelve la figura a modo de burbuja. Una
original silueta por la que han apostado Kenzo,
Marc Jacobs o Fendi. Pero, en general, todos los
vestidos y abrigos ganan en dimensiones, incorporando drapeados, cortes y pliegues estratégicos
para crear mayores efectos de volumen, así como
mangas, cuellos y solapas oversize. Esta temporada
conviven las siluetas de inspiración masculina con
las de mujeres muy femeninas, mediante líneas
asimétricas y formas ovaladas.
El tartán, otro clásico renovado. El tradicional
estampado de las familias escocesas –empleado
originalmente como escudo de estas– vive ahora
una época de máximo esplendor. Aunque no es la
primera vez que se pone de moda (ya fue utilizado en los ochenta por los punkies ingleses), la
responsabilidad de su recuperación actual recae
en Isabel II de Inglaterra, cuya imagen paseando
por las inmediaciones de Balmoral, enfundada en
una falda de cuadros, ha dado la vuelta al mundo.
Por sorprendente que parezca, en su octava década
de vida, la reina se ha convertido en todo un icono
del prêt à porter. Sin ir más lejos, el año pasado fue
elegida por las lectoras del Vogue británico como
una de las cincuenta mujeres más glamurosas del
mundo, a la altura de Kate Moss y Naomi Campbell. Así las cosas, este año el tartán y los cuadros
aparecen en numerosas colecciones, como las de D
& G, Dsquared2, Isabel Marant, Ralph Lauren, Just
Cavalli o Paul and Joe. Y no sólo se limita a las faldas. Se atreve con pantalones, camisas, americanas,
ponchos y capas. Curiosamente, priman el rojo y el
negro, la versión punk del tartán (simboliza “cuero
y sangre”), pero también se incluyen otras variedades, en tonos verdes, azules y ocres.
Vuelve el folk o hippy-chic. Este otoño es el look
informal por excelencia, “una tendencia que recupera la parte estética del movimiento hippy, dejando de lado su espíritu más alternativo y contracultural. Lo que queda ahora es la parte cool y pacifista
de entonces. Una imagen mucho más dulcificada,
nada que ver con la real”, apunta la experta Anna
Franquesa. El recuerdo y el olor de esa época se
transforman hoy en vaporosos vestidos, faldas y
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blusones; estampados
de flores o de cachemir
en tonos rojos, violetas
y rosas; chalecos de
piel, largos cardigans de
lana, rústicos abrigos de
cuero envejecido... Las
prendas de inspiración
folk han conquistado
ya a muchas celebrities, quienes no han dudado en
dejarse ver por las calles de Los Ángeles emulando el vestuario de Joan Baez o Ali McGraw. En la
misma línea, resucitan los jeans acampanados o
pata de elefante (la exclusiva Victoria Beckam ha
sido la pionera), los fulares atados a la cabeza y las
bufandas extra-large. Gucci, Hermès o Cavalli son
algunas de las firmas que han colmado de encanto
y referencias étnicas este estilo entre bohemio y
campestre. Pero su mayor exponente es, sin duda,
la diseñadora Anna Sui, famosa por el carácter
juvenil y desenfadado de sus creaciones.
MODA CADA
VEZ MÁS
DIVERSA,
PARA
MUJERES
DIVERSAS
Movida rockera, muy light. En los ochenta se
usaban enormes hombreras; pendientes de aro y
pulseras de plástico; blusas holgadas de cintura
elástica; pantalones de lycra; zapatos puntiagudos
con mucho tacón... La década de los tupés con laca
gustará más o menos, pero que hay que reconocer que fue realmente rica en ideas. Salvando las
distancias, ahora regresan los vestidos de noche
de lamé o lentejuelas, las faldas rectas y los jerséis
amplios de punto, perfectos para combinar con
leggings y botines. Ciertas reminiscencias punk
también se cuelan dentro de esta tendencia a través
de pantalones de cuero pegados al cuerpo, minis
con vuelo, botas Dr. Martens, detalles metálicos
–tachuelas, cadenas o imperdibles– y colores
ácidos. Eso sí, con la moderación como principal
requisito. No hace falta dejar de ducharse.
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SIEMPRE CHIC
No es nada nuevo que Carla
Bruni va por el camino de
convertirse en un nuevo icono
de la moda. Tan atractiva y
sobria como siempre, vestida
de amazona, posó para la
portada de Vanity Fair el
pasado mes de septiembre.
Sobre la fotografía, marca
Annie Leibovitz, rezaba el
siguiente titular: “Carla
Bruni: La nueva Jackie O.?”.
Una pregunta que nadie se
plantearía si, en su primer
viaje oficial al extranjero, no
hubiera lucido un conjunto de
Dior al estilo años cincuenta,
casquete incluido. Desde
entonces, el look de la
bella ex top model y ahora
primera dama de Francia
es examinado con lupa en
sus apariciones públicas. Los
hay que le otorgan el título
de mujer más elegante en
la actualidad. Otros insisten,
en cambio, en que no tiene
ni la mitad del glamur que
ostentaba Mrs. Kennedy. Pero
más allá de las opiniones de
cada uno, lo cierto es que
su estilo –por discreto que
sea– no pasa inadvertido
para nadie. Con su sentido
del minimalismo y savoir
faire, Bruni consigue algo que
muchas mujeres de hoy
desearían para sí:
aparentar tan natural como
refinada. Una clave es su
fondo de armario, en el que
reinan los colores suaves y las
prendas de diseño cómodo y
sencillo. Básicamente, se viste
de gris, beige o azul marino, y
sólo hace concesiones con el
violeta. Su atuendo informal
preferido se compone de
vaqueros rectos, camiseta
de algodón, jersey de punto,
blazer y zapato plano. Aunque
también se la ve más formal,
con pantalón y camisa de
inspiración masculina. En
actos distinguidos, es fiel
a sus firmas y diseñadores
–Galliano, Balenciaga, Hermès
y Chanel–, con trajes sastre,
faldas plisadas, blusones
holgados y chaquetas de corte
clásico. No se separa tampoco
de los bolsos de asa corta ni
los pañuelos de fina seda.
Para noches con más glamur,
el vestido negro de cóctel,
entallado y lineal, es su aliado
(muy en la línea del little
black dress que luce Audrey
Hepburn en Desayuno con
diamantes). En general, no le
gustan estridencias ni excesos,
así que evita abusar de joyas
o maquillaje. Y, en cuanto a
los tacones, los deja
para su marido.
El negro: futurista, vanguardista y gótico. El color
más oscuro de la paleta cromática ha inspirado una
huida hacia delante en el tiempo. Entre la capa de
Batman y los monos de Matrix, surge un nuevo
vestuario para mujeres venidas de otra dimensión.
Con pliegues y pinzas, las chaquetas y abrigos se
transforman en piezas rectas y angulosas, muy
arquitectónicas. Se llevan las siluetas estructuradas
y de hombros marcados, coronadas por sólidos
cinturones y maquillajes tenebrosos. El cuero, el
nailon brillante, el charol y los tejidos tecnológicos
(como vinilo, látex o neopreno) se hacen con los
pantalones pitillo, camisas, anoracs y chalecos
acolchados, fundamentalmente negros. Por otro
lado, las superposiciones de texturas, volantes y
puntillas sobre raso, seda o encaje –también en
negro– añaden el toque gótico. Para Bárbara Labella, sin embargo, el futuro de la moda no está en
la fantasía, sino en una realidad más cercana: “Los
nuevos diseñadores ya se distinguen de los tradicionales porque son menos marquistas y crean a
partir de otro tipo de valores, como la sostenibilidad, la ecología o el reciclaje”. Según la experta,
la moda evolucionará en esa dirección, cuidando
más el detalle, la confortabilidad de las prendas e
incluyendo materiales naturales. s
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DSQUARED
El azulón y los vestidos de
inspiración ochenta, presentes
en casi todas las colecciones
LOVE
MOSCHINO
Retorno también a los
sesenta con vestidos globo
de inspiración costura
BAZAR
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MANGO
Un recorrido por el campo
escocés con sus famosos
cuadros tartán
JUST CAVALLI
Como si hubiéramos ido
al Marché aux Puces
mezclando lo nuevo,
lo antiguo, lo rico y lo pobre
Realización
Gilbert Solsona
Fotos
La Fotográfica
STUART
WEITZMAN
La bota que acompañará un
look entre ruso y new folk
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ICEBERG
PURA LÓPEZ
No faltará el traje masculino
en este caso de terciopelo
con aires de los ochenta
Para las noches de glamur
el satén con colores claros
y una buena altura
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EN CASA
LYDIA DELGADO
MC.Q
BOSS
“La petite robe noire” no
puede faltar en nuestro
fondo de armario.
Una tendencia importante
para este invierno es la recuperación del encaje en una
réplica cóctel años sesenta
Piel de potro para un abrigo
trench y para un invierno
muy chic
ZAPATOS, LUEGO BOLSO
Tras la comentadísima
aparición de Gwyneth Paltrow
en el estreno mundial de
Iron Man luciendo unos
Louboutin de punta cuadrada
y vertiginosa altura, parece
que toda mirada fashionista
se centra en el calzado. “Si
antes fueron los bolsos,
ahora les toca a los zapatos.
Son el primer complemento
indispensable para conseguir
el total look. Hay que
escoger un modelo que esté
absolutamente acorde con el
resto del atuendo y ayude a
realzar aún más el conjunto”,
explica Marta Comella. Quizá
por eso este año las opciones
se han diversificado tanto, si
bien continúa aún muy vigente
la apuesta por los botines.
De piel, cuero o charol, éstos
se presentan acordonados,
abiertos por delante, con
tachuelas incrustadas (estilo
rocker) o adornados con flecos
(más en la línea folk). De la
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misma manera, las botas
explotan su versatilidad. Se
llevan camperas, amazonas
y motard; con aberturas
laterales o frontales; con
cordones o velcros... Pero
destaca sobre todos los
modelos de bota ceñida y
de caña extra larga, al más
puro estilo Cat Woman: por
encima de la rodilla y en negro
brillante. ¿Quién se atreve?
Los zapatos de salón, por
su parte, se inspiran en los
años cuarenta y se vuelven
bicolor, creando contrastes
blanco-negro entre la puntera
y el resto del zapato. Pero, en
cualquier caso, el tacón se
revela más alto que nunca.
Junto al tacón de aguja, cuña
y plataforma, lo último son
los tacones geométricos,
que adoptan nuevas formas
cóncavas, circulares y
ovaladas. Una tendencia que
también incluye las sandalias,
stilettos y peep-toes.
En el terreno de los bolsos,
triunfa el contraste: prácticas
bandoleras durante el día y
el clásico clutch (o cartera)
de noche. Las primeras, de
piel o de ante, con flecos
hippies, se han convertido
ya en el complemento it del
look informal. En la otra cara
de la moneda, los bolsos
de mano, tan sofisticados y
femeninos, vuelven a arrasar.
El clutch es una verdadera
joya: pequeño, confeccionado
con materiales lujosos y rico
en detalles, como brillantes
o piedras semipreciosas. Sin
duda, no puede faltar en las
ocasiones y acontecimientos
más elegantes.
PURA LÓPEZ
El salón de día para una
mujer a la que le gustan las
altura y el toque elegante
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