CENTENARIO DE LAS HERMANAS LOURDISTAS La crónica
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CENTENARIO DE LAS HERMANAS LOURDISTAS La crónica
CENTENARIO DE LAS HERMANAS LOURDISTAS La crónica menor Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo El 4 de abril de 1909, en Villa de Cura, Estado Aragua, nació la Congregación de Hermanas Catequistas de Nuestra Señora de Lourdes. Al calor de la tradicional peregrinación que año tras año congrega a miles de romeros en esta localidad, puerta del llano central venezolano, el entusiasmo misionero de un excelente sacerdote, José Manuel Jiménez, párroco de la localidad, y un grupo de mujeres jóvenes, llamadas “Las Jardineras de la Virgen”, brotó una nueva fundación, consagrada a la evangelización a través de la catequesis en el servicio a los campesinos y gente de extracción popular. El Padre Jiménez (1864-1914), nació en Barcelona y murió en Caracas. Estudió en la Escuela Episcopal capitalina bajo la tutoría del P. Juan Bautista Castro y se doctoró en ciencias eclesiásticas por la Universidad Central. Fue un hombre culto, piadoso y emprendedor. Comprendió que la labor apostólica requería de laicos preparados y abnegados para llegar a los muchos campesinos que tocaban a sus puertas, azotados por las penurias de guerras y epidemias, propias de finales del siglo XIX. En Bejuma, Estado Carabobo, había nacido Rosa Enriqueta Irigoyen Arvelo, conocida como la Madre Enriqueta de Lourdes (1875-1950). En una peregrinación al Santo Cristo de Maiquetía, conoce al Padre Santiago Machado. Ingresó a las Hermanas Agustinas y tuvo como formadora a la Madre María de San José, nuestra primera beata. Enviada a trabajar al Hospital Santo Domingo de Villa de Cura, regentado por las Agustinas, se enamoró de aquel pueblo y del trabajo por los necesitados. Sale de la congregación y se radica en Villa de Cura donde encuentra al P. Jiménez y se pone a su servicio en el grupo de Jardineras de la Virgen que funda en 1904. Una de las acciones que sobresale de este movimiento fue la preparación y realización de la peregrinación a la gruta de Lourdes, situada en los muros del templo parroquial de San Luis Rey, de Villa de Cura. Sobresale entre sus compañeras como la mejor preparada y decidida para la andadura de una nueva congregación dedicada por entero a atender los campos y barrios de Villa de Cura. A la muerte prematura del P. Jiménez, a causa de una fiebre tifoidea, toma las riendas de la joven congregación, organizando misiones, fundando orfanatos, enseñando catecismo y primeras letras a niños donde no existía ninguna escuela. La vida de la Madre Enriqueta no estuvo exenta de dificultades y calumnias que la apartaron por algún tiempo de la dirección de la congregación. Pero la verdad brilla por encima de cualquier mal. Extendió la congregación por el centro y oriente del país. Desde octubre del 2003 tienen una casa apostólica en Mérida y colaboran en la labor parroquial de Santa Bárbara. Que este primer siglo de existencia sea un acicate para la esperanza y el crecimiento de esta semilla, formadora de discípulos y misioneros, que tanto necesita nuestra tierra. 16/21-3-09 (2971)