18n_Convivencia gato y cachorro de perro por MargotCans

Transcripción

18n_Convivencia gato y cachorro de perro por MargotCans
 Convivencia gato y cachorro de perro
CONSIDERACIONES.
Compartir territorio no es fácil para un gato, lo más probable es que vea al cachorro como un estorbo
que perturba su calma y amenaza su territorio. La mayor parte del éxito dependerá de cómo reaccione
el gato, ya que al cachorro le será más fácil adaptarse a las nuevas situaciones. Recordemos que un
cachorro es curioso, juguetón y que el perro tiene instinto de presa, por lo que saldrá corriendo detrás
de “algo” que se mueva rápidamente (gato, conejo, pelota, juguete, etc). Hay que impedirlo para lograr
una convivencia tranquila, siguiendo unas pautas para suavizar la entrada de un nuevo animal en el
hogar.
FASES.
1ª - Presentación de olores: Antes del primer encuentro, perro y gato deben conocer sus olores
mútuamente. Frotando una tela (toalla, manita, prenda, etc) sobre uno de los animales, que quede bien
impregnada de su olor y colocándola bajo o muy cerca de la comida del otro durante unos días.
2ª - Llegada a casa: Cuando se produzca la llegada del perro, en casa estará esperando un miembro
de la familia con el gato en brazos, preferiblemente con el que el gato se sienta más seguro. Otro
miembro de la familia llegará con el cachorro también en brazos. El familiar con gato abrirá la puerta y el
familiar con perro no cruzará el umbral hasta que el gato vea al perro y lo huela unos minutos. El familiar
y el perro irán entrando lentamente, y después haremos que tanto el perro como el gato se pierdan
visualmente uno al otro.
Recordar que hay que mostrarle la casa al perro. En brazos o con la correa, le iremos enseñando todas
las estancias de casa.
Y pasaremos a la siguiente fase.
3ª - Primera presentación: Lo ideal es tenerlos separados con una puerta para bebés (tipo valla bajita)
que les permita verse y olerse entre los barrotes, a fin de que vayan acostumbrándose. La separación
permitirá que se acerquen físicamente y al tiempo será un obstáculo que impida el contacto. Cada uno
comerá en su lado, para que relacionen una acción que les gusta, con la presencia del otro.
Durante el tiempo que estén con la separación, hay que atraer la atención del perro hacia las personas
y no permitir que fije su mirada en el gato.
Otra opción, consiste en colocar al cachorro en una jaulita o transportín unas horas al día, cerca del
gato para que este pueda olerlo e investigar sin temer un ataque. El resto del día tendrían que estar
separados.
Se pretende la tolerancia y la aceptación entre ellos, el tiempo de duración de esta fase dependerá de
cada animal, aunque lo normal sería de una semana o menos.
3ª - Acercándolos: Para los primeros contactos físicos hay que asegurar que el gato tenga escapatoria
(salir corriendo, subir a algún lugar…) y que no se sienta acorralado. Y el cachorro estará controlado
con una correa. Con los dos en el suelo (no en brazos), los intentaremos acercar, y dejarlos hacer,
observarlos controladamente. Este ritual se realizará cada día, aumentando el tiempo de estos
encuentros empezando por unos 3 minutos hasta conseguir la total tolerancia mutua, que se muestren
tranquilos, sin signos de miedo o agresión. Mejor muchas visitas cortas (de 2 ó 3 minutos) que pocas
visitas largas.
Lógicamente los separaremos, si el cachorro se lanza a perseguir al gato o éste intenta arañar al perro,
esta separación mejor hacerla sin tirar de la correa al perro, sino distrayéndolo con su juguete preferido.
Por esto, paralelamente, se tendría que motivar al cachorro con juguetes varios (pelotas, mordedores,
1 peluches, etc) y conocer el que más le guste, lo que será imprescindible cuando tenga delante una
distracción tan fuerte como la presencia de un gato.
Observaremos si el gato da con la pata al cachorro pero sin enseñar las uñas, en este caso es solo una
advertencia, así es como el gato enseña al cachorro sus límites, por lo que les dejaremos seguir y la
respuesta del cachorro debería ser la de retroceder.
Hay que evitar grandes enfrentamientos y huidas traumáticas. Ni el gato ni el perro escondidos durante
días, ni el gato arañando los ojos del cachorro, ni el perro persiguiendo al gato continuamente.
El proceso ha de hacerse con recompensas y de forma gradual, sin castigos. Si los regañamos o
castigamos, los animales lo asociarán a la presencia del otro animal, lo culpabilizarán y la convivencia
será mucho más difícil.
En estos encuentros, se sujeta al perro con correa y se le premia (trocitos comida preferida, caricias y
alabanzas) cuando mantenga en calma en presencia del gato. Se recomienda que el cachorro tenga
estas pequeñas citas después de haber hecho ejercicio, ya que un perro que ha desfogado su energía
tendrá menos ganas de perseguir a un gato.
4ª - Comer juntos o no: Si se quieren tener los comederos de ambos en el mismo lugar, al principio,
deberán estar en los extremos opuestos de la habitación e ir acercándolos poco a poco, día a día, hasta
juntarlos en el lugar escogido (mi perro y mi gato, incluso comparten el bebedero). Así relacionarán algo
agradable (comer) con la presencia del otro.
Hay quien prefiere que coman en lugares separados, donde puedan comer tranquilos, sin la presencia
del otro; así además, se evita que el perro se coma la comida del gato o viceversa, algo que suelen
hacer, o incluso que se coman las heces del gato, y que éste sienta invadida su caja de arena.
5ª - Solos en casa: Hasta que se acostumbren uno al otro, deberían seguir ocupando zonas separadas
de la casa. Esta pauta ha de respetarse para no retroceder. En los primeros días de tolerarse, también
cuando se queden solos, han de separarse. Siempre paso a paso. Y aún cuando se toleren y lleven
bien, el gato siempre ha de tener algún lugar donde refugiarse. Aunque la convivencia sea buena, hay
perros que tienen un instinto de presa tal que nunca deberían dejarse solos con el gato. En todo caso,
ambos han de tener áreas separadas donde poder estar a solas.
Por bien que se lleven, hay que ir con cuidado si hay una gran diferencia de tamaño. Si el perro es
mucho más grande, hay que poner atención a los juegos, pueden hacerse daño sin querer (morder al
gato, aplastarlo...).
RECOMENDACIONES.
Educación del perro: Para asegurarte una introducción más suave y segura, sería perfecto que el
perro ya tuviera la educación básica de adiestramiento, ya que así respondería perfectamente a las
órdenes de sentar, tumbar, quieto y ven, y poder controlarlo en presencia del gato.
En caso de un cachorro, sería recomendable entrenarlo en educación básica de adiestramiento
paralelamente al proceso de habituación con el gato por el mismo motivo.
Si el perro es incontrolable con el gato, se puede optar por colocarle un bozal, aunque se le tiene que
positivizar.
Perros y gatos pueden sentir celos mutuamente. Intenta no darles motivos, juega con ambos igual, no te
pases el día acariciando al perro en presencia del gato, porque éste interpretará que ha dejado de ser el
rey de la casa. Ni al contrario. Así evitarás conflictos entre dos animales que pueden lastimarse de
veras.
2 Respecto a los gatos, no todos responden igual a la llegada de un “intruso”, por lo que si el gato es muy
arañador y se teme un ataque, hay quien les pone uñas postizas temporalmente.
En la medida de lo posible, para tener gatos y perros juntos, se deberían evitar algunas razas de perros
con alto instinto de caza (como el Husky siberiano). Lo recomendable es elegir razas tranquilas, que
faciliten la convivencia.
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