A vueltas con las xarajñt con texto romance de la serie hebrea

Transcripción

A vueltas con las xarajñt con texto romance de la serie hebrea
A vueltas con las xarajñt con texto romance
de la serie hebrea
La investigación de las últimas décadas ha producido una unanimidad cada vez
mayor acerca de la inexistencia de una «primitiva lírica (mozárabe)» en la Península Ibérica, entendiendo como tal un corpus de poemas líricos preislámicos entodas sus estructuras, de los que serían residuo las llamadas «jarchas», de manera que
éstas parecen ser casi meramente testimonio del bilingüismo de una sociedad ya
muy islamizada, salvo por ciertos atavismos lingüísticos y culturales, que es la tesis de Corriente 1998, novedosa sólo en parte, puesto que esa opinión había circulado también desde un principio. Dejando aparte posibles reminiscencias temáticas, el hecho es que las estructuras métrica y estrófica de estos textos son de tipos
conocidos en el Oriente árabe postislámico, y que incluso su bilingüismo ocasional coincide con el practicado jocandi gratia por algunos poetas de dicha procedencia. Por otra parte, el hecho de que tales textos, que generalmente mezclan los
dialectos árabe y romance de Alandalús, aparezcan al final no sólo de poemas estróficos árabes, sino también de sus imitaciones en hebreo, ha dado lugar a que
pueda hablarse de una serie árabe y otra hebrea, en cierto modo diferenciables,
cuestión a la que en alguno de sus aspectos está dedicado este artículo, versión desarrollada de una conferencia impartida en el Romanisches Seminar de la Universidad de Zurich, con ocasión del reciente homenaje al Prof. Bossong, y en reconocimiento de su interesante labor, también en este campo.
Curiosamente, estos especímenes textuales han tenido más suerte en algunos aspectos que sus homólogos de la serie árabe, y menos en otros1. Han tenido más fortuna en cuanto que fueron conocidos antes, tanto a través de los escarceos de
Menéndez y Pelayo 1894, Baer 1936 y Millás 1946-47, como en el trabajo ya
fundamental de Stern 1948, para buena parte de ellos decisivo, mientras que los
de la serie árabe permanecieron materialmente ignorados hasta García Gómez
1952, privilegiado y celoso guardador de unas fotocopias del ms. de la ʕUddat
aljalìs2, que G. S. Colin ocultaba a casi todos, tal vez porque era consciente de una
1 El conjunto puede verse en Corriente 1998: 270-323, obra que también contiene en las
p. 136-267 las más de 300 xarajñt con texto sólo andalusí, procedentes de muwaááahñt en árabe y
˙
hebreo, éstas extraídas en su mayor parte de Monroe/Swiatlo 1967, siendo la comparación
de
todas ellas con las (parcialmente) romances imperativa para cualquier estudio de éstas. Ha de
tenerse en cuenta además las innovaciones de Corriente 2001 y 2006a.
2 Finalmente publicado por Jones 1992, siendo justo declarar que la previa y posterior ocultación del llamado «manuscrito Colin» ha sido uno de los episodios más turbios y menos edificantes del arabismo contemporáneo. Sólo algunos de estos textos aparecían en otras fuentes,
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Federico Corriente
posesión irregular. Además, García Gómez, a diferencia del prudente y escrupuloso Stern, hizo una edición apresurada, como para anotarse un tanto, que ha habido que corregir en muchos puntos, desde que se dispuso al menos de los facsímiles publicados por A. Jones 1988, como refleja sin ningún lugar a dudas el cómputo que publicamos en Corriente 1998: 326-27. Según éste, el número de grafemas enmendados por nuestra lectura en la serie hebrea es de un 2,71%, frente a
un 5,46% para la árabe que, sin embargo, alcanzaba el 13,96% en la lectura de
García Gómez 1965, y esto adquiere aun más relieve ante el hecho de que, siempre según Corriente 1998: 329, el número de palabras que consideramos mal interpretadas por García Gómez es de un 18,46% para la serie hebrea3, frente a un
36,5%, aproximadamente el doble, para la árabe.
Podríamos decir que la parte más importante de esa buena suerte de la serie hebrea fue haber caído en manos de S. M. Stern, excelente paleógrafo, arabista y hebraísta, que se limitó a levantar acta, como buen lingüista, de los datos a su alcance, se documentó a fondo en la otra especialidad necesaria para este trabajo que
le era menos propia, la dialectología romance, y no cayó en la tentación sensacionalista de sacar de su entorno cultural estos textos, imponiéndoles una métrica romance, ajena a la única practicada en el mundo islámico medieval, tanto en árabe
como en hebreo, persa, turco, etc., o introduciendo en ellos una temática propia de
poesías populares neolatinas bastante más tardías (villancicos, cantigas, virelais,
etc., acerca de lo cual, cf. Zwartjes 1997: 180-294)4. El resultado de su escrupuloso y nada espectacular modo de trabajar fue la lectura e interpretación ya definitivas de 14 de las 20 xarajñt que editó5; por supuesto, no faltó quien quiso quitar
este mérito a Stern6, afirmando que la escritura hebrea de los ms. correspondientes y escribas más fieles le habían facilitado mucho la labor, si bien García Gómez
1965: 411 tuvo la gallardía de desmentir, como era justo, dicho aserto inicial.
como los ms. del Jayá attawáìh, también definitivamente editado por Jones 1997, el Kitñb alʕñtil
alhñlì de Alhillì, editado por˙W. Hoenerbach, y las obras de Assafadì Tawáìʕ attawáìh y Alwñfì
˙
˙
˙
bilwafayñt,
editadas
por A. Mutlaq y H. Ritter respectivamente, acerca de cuyas ediciones
y ms.,
˙
cf. Jones 1988: 13-16.
3 Que es sabido acabó insertando en su estudio de conjunto de las xarajñt (1975: 411-13), a regañadientes, en un apéndice, con excusas de no profundizar en su análisis métrico, lo que no podría hacer a causa de su estancia como diplomático en países islámicos. La verdad es que carecía
de la necesaria preparación hebraística para abordarlo, dentro de las curiosas secuelas de una
vieja riña heredada entre los arabistas españoles, que les obligaba a abominar de dichos estudios,
a diferencia de la actitud de algunos compatriotas hebraístas ocasionalmente muy capaces también en estudios árabes, como lo fue Millás.
4 Tampoco merece crédito el sospechoso supuesto «precedente» irlandés antiguo de cejel, esgrimido por Monroe 2008 en una patética defensa de la hipótesis tradicional, como demostramos en una inminente publicación.
5 Exactamente, las 2 a 7, 9, 14 a 16, 18 a 20 y 23.
6 Aún mantenía tal aserto Galmés 1994: 25, junto a otros muchos despropósitos que, muy a
nuestro pesar, hubimos de desautorizar en Corriente 1996, poniendo coto a un descaro e ignorancia que, sin embargo, han parecido reivindicables a algunos defensores de la hipótesis tradicional, dispuestos a asirse a un clavo ardiendo, con tal de «defendella y no enmendalla».
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Sin embargo, la fortuna de la serie hebrea fue cronológicamente menos duradera, porque, vgr., mientras que la edición paleográfica de la serie árabe apareció ya
en 1988, como acabamos de señalar, todavía seguimos esperando la de la serie hebrea, aunque hace bastantes años sabemos todos que hay nuevos ms., procedentes
de la antigua Unión Soviética, pero microfilmados por instituciones israelíes, en los
que están trabajando los profesores Yahalom y nuestro recientemente homenajeado compañero, Bossong. Otro tanto puede decirse de avances en la interpretación
de esta serie, ya que mientras la árabe ha ido recibiendo pequeñas mejoras (por hablar sólo de nuestros esfuerzos, en 1993, 1997, 1998, 2001, 2004 y 2006a), en cambio,
con respecto a la serie hebrea, no registramos otros intentos similares, salvo las
adiciones extraídas de Brody 1934-35, Schirmann 1965 y Wilsker 19827, y las que
hicimos, en colaboración con el Prof. Sáenz-Badillos, en 1994 y 1996, cuyos resultados fueron recogidos en la ya citada obra de conjunto, Corriente 1998.
Parece pertinente, pues, cuando merecidamente honramos el buen hacer del
Prof. Bossong, paladín también en esta liza8, hacer algunas reflexiones que a él seguramente le son familiares y superfluas, pero que pueden refrescar los perfiles del
asunto a generaciones más jóvenes, y tal vez animarlos a trabajar en él, lo que ciertamente nos complacería mucho a los que sabemos, como él y como yo, que tenemos que ir pasando el testigo, pues aquí hay tela cortada para varias décadas, al
menos, y que todas las manos van a ser pocas, sobre todo cuando deben ir unidas
a cabezas laboriosas y preparadas con todo el bagaje instrumental que requiere
este tema, a saber, romanística, arabística, hebraística, paleografías correspondientes, mucho sentido común, y ni un átomo de pretensión o ideología, o sea, perjuicio, personal o colectivo.
De cuanto sabemos actualmente de las xarajñt de la serie hebrea conviene resaltar ciertas características que las definen:
1. Hay indudables rasgos característicos de la comunidad judía, que pueden ser
tanto meros antropónimos, como Ibn Addayyñn, Ishñq, quizás Cid(i)ello9, como te˙
máticos, generados por el contexto religioso, como sucede en H1 (EL Q+ERE10
DÁŚTÁNTO BÉNE D+ÉŚT+ azzaméne) , lo que incluye algún caso de clara cen7 Fotografía de un texto que transcribió Allony 1983, como ùmori falyè lèfiyñnsah / t inè t ñka˙ ˙ de
fiqi zømt ñáo, aunque declarándose incapaz de interpretarlo, a pesar de las ayudas que recabó
colegas.˙Al parecer se trata sólo de parte de una xarjah, a la que falta además el poema precedente. Ello impide determinar con certeza el metro, por lo que nuestra propuesta de interpretación de 1998 sigue siendo mera tentativa.
8 Son destacables sus contribuciones de 1997 y 2003.
9 Cuyo diminutivo chocaría tanto en romance, donde en el contexto de la época parecería
burla, como en árabe, donde sería una contradictio in terminis. Las connotaciones honoríficas del
árabe sayyid = castellano Cid no tenían ya por qué ser operativas dentro de la comunidad judía,
donde era sólo un título más, como ocurre en el depreciado cs. señor / señorito. Lo chocante allí
habría sido un *nagid+ELLO, *rab+ELLO, etc. Es sabido que Ishñq es también nombre islámi˙
co pero, al estar en contexto judío, ya son dos golondrinas y casi hacen
verano.
10 Claro eco de Prov. XIII/22, t õv yanhìl bønè bñnìm wø-sñfün lassaddìq hèl hotèʔ «El bueno
˙ que está
˙ reservada al justo la fortuna del ˙pecador»,
˙
deja herencia a los nietos, mientras
dentro de
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Federico Corriente
sura moral, como la que afecta a H22 (yámmi KÉ qáwl lühõt? ʕaql annisá qáqqa
˙
«Madre, ¿qué dice la Escritura? Que el discernimiento de las mujeres es una porquería»), donde en un contexto de prostitución, o al menos libertad sexual socialmente inadmisible a la sazón, del que se ha querido sustraer el nombre de un profeta, el hebreo lühõt «(las tablas de) la Escritura»11, ha suplido lo que el original
˙
indudablemente decía, o sea, Iyõb ‘Job’, como piden la rima interna del segmento
y el hecho evidente de que la justificación que da la muchacha a su madre para su
conducta disoluta es, precisamente, una cita de Job II/10 (kødibbèr ahat hannøvñ˙
lõt tødabbøri «como hablaría una necia hablas tú»)12. Lo mismo es probable en el
caso del eufemismo semántico que se observa en H8 (NON ME TÉNKAŚ «no me
aprietes»), en lugar de A23a (NON ME MÓRDAŚ «no me muerdas»), aunque la
variante A23b tiene la misma lectura de la serie hebrea, lo que sugiere que la censura en este caso podría proceder tanto de escrúpulo moral islámico como judío a
un contexto bastante atrevido, en que la muchacha pide al amante que no la trate
con brutalidad, porque lleva sólo una fina túnica13 y cualquier rudeza le pone carne de gallina, cosa que casa mejor con los electrizantes mordiscos que con los dolorosos apretones, y que en todo caso constituye un texto con matices de provocación sádico-erótica, del tipo que volveremos a mencionar enseguida. Finalmente, también parece haber censura de léxico en el segmento final de H12, donde
plʔqwrh fue correctamente interpretado por Stern 1974: 143 como falaguera,
seguido por García Gómez, aunque cambiando inoportunamente el género, mientras que Solá-Solé ofrece ahí una de sus frecuentes originalidades disparatadas14;
la primitiva mentalidad hebrea, donde aún no se creía en la eternidad individual, sino en recompensas materiales de la divinidad a los justos en este mundo, tales como la larga y próspera vida,
el buen nombre, etc.
11 Lengua sagrada, impropia de la xarjah, aunque Corriente/Sáenz-Badillos 1996: 283-84
registran otro aislado ùhuvi, sustituto y equivalente (tardío?) del omnipresente árabe habìbì.
˙ entre hb.
12 Donde hay una confusión fonémica y semántica, causada por el adstrato andalusí,
nøvñlñh ‘necia’ y nøvèlñh ‘carroña, porquería’, que comentamos en Corriente 1998: 321. Curiosamente, le metáfora sicalíptica se repite en el Poema de Alfonso XI, según estudiamos en Corriente 2006:119, apostillando a Armistead/Monroe 1989, de cuya interpretación, así como de
alguna anterior, discrepamos.
13 A este respecto, cf. la entrada polote en Corriente 1999, origen del moderno giro castellano en pelota(s). La «fina túnica» parece, pues, ser eufemismo por desnudez total.
14 Hemos comentado más de una vez cómo las lecturas de Solá-Solé 1973, generalmente algo
inferiores a las de García Gómez, mejor conocedor del asunto, han recibido, sin embargo, más
apoyo de otros investigadores, probablemente sólo a causa de la antipatía que el segundo
despertaba con su afán de monopolizar el tema y expulsar a los «intrusos». Este juicio fue sustanciado estadísticamente en Corriente 1998: 327, de donde se desprende que García Gómez alteró un 11,06% de los grafemas textuales, frente al 11,83% de Solá-Solé (sólo un 4,5% nuestro),
e interpretó mal un 32,77% de voces, frente al 30,58% de García Gómez. No deja de ser curioso que el semitista catalán asumiera la hipótesis tradicional tan fácilmente (p. 9), y que creyese
incluso las doncellescas patrañas consubstanciales con ésta, no dando otra explicación métrica a
los poemas que el cómputo silábico, a pesar de algún titubeo (p. 19). Cierto es que aquella hipótesis había sido «vendida» hábilmente por García Gómez y rabiosamente aplaudida por una
nutrida nomenclatura romanista, sin descontar las observaciones de Hilty 2000 acerca de la
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sin embargo, esa palabra no es semánticamente adecuada en un contexto de reproches, incluso trifulca entre rameras por un hombre, ni encaja en el metro mumtadd (faʕlun fñʕilñtun): nuestra sospecha es que aquí se ha «adecentado» un original fájra ‘prostituta’15. Por cierto que esta xarjah es, en conjunto, un buen ejemplo
de la necesidad de introducir correcciones paleográficas cuando el original resulta sin ellas ininteligible, ya que la grafía mákwnyd máwt dyá byd ywlyw lst yh
˙
˙
t wʔwmw ʔt ryá bndyd ha tenido que convertirse, para ser entendido, según se ex˙
˙
plica en Corriente 1998: 316 N276 y 277, en mákyn yd báwt ryá byd dwlyd l st yh
˙
˙
t wʔmwr ʔt ryá bndyd = miskína YÉD, BOŚÓTRIŚ BÉD, DOLEDLA ŚA TÍYA,
˙
˙
TEW AMÁR AD+ OTRIŚ BENDÉD, fajra bannasíyya «Pobre es; vosotros veis:
la atormenta su tía (= pariente). Tu amor a otros vende, ramera de fiado», con un
altísimo porcentaje de enmiendas del 14,28%, que sólo se alcanza o supera cuatro
veces en nuestra edición de todas las xarajñt de ambas series, para las que nuestra
media es 4,5% (Corriente 1998: 327)16.
2. Los rasgos andalusíes son, sin embargo, naturalmente predominantes, puesto
que tanto el muwaááah como su xarjah son patrimonio de las gentes de Alandalús,
˙
partícipes todos de un espacio cultural arábigo-islámico, que englobaba a musulmanes, judíos y cristianos, éstos últimas totalmente carentes de protagonismo en
la poesía estrófica andalusí, lo que hace literalmente absurdo hablar de un «corpus de poesía mozárabe», aberración que fue denunciada por el mismo García
Gómez 1965: 21 y 3917. Tales rasgos pueden ser léxico-temáticos, vgr., la hechicera
satisfacción que produjo en España el pasar de la noche a la mañana del limbo internacional, al
que la había reducido el desenlace facistoide de una vergonzosa guerra civil, a ocupar la vanguardia literaria de la Europa medieval.
15 De hecho, falaguera ‘mujer atractiva’ nunca tuvo connotaciones peyorativas, como se observa en su uso antroponímico en el caso de una conocida familia sefardí, cuyo miembro más
notorio fue Natan ben Yo’el Falaquera (cf. Sáenz-Badillos/Targarona 1988: 81); tampoco las
tenía en el Arcipreste, que usa repetidamente el sintagma mujer falaguera (cf. Corominas 1973,
según índice).
16 Bien es verdad que se trata de grafemas muy parecidos, como yõd, wñw o dñlet, dñlet, wñw
o rèá, etc., con respecto a los cuales, según decimos en nuestro libro Tres cuestiones básicas de la
Romania Arabica: arabismos, «mozárabe» y «jarchas», que aparecerá inminentemente, «hubiese
sido lógico no computar por igual, sino de menos a más, a) mera diferencia en puntos diacríticos,
b) confusión de rasgo gráfico principal muy similar, vgr., f y b, q y ġ, d y r,
d y z, r y w o n, t y k, etc., y c) sustituciones paleográficamente remo¯ Pero hemos decidido no afinar tanto
˙
tas.
el cálculo, porque dichos criterios de similitud pueden
en bastantes ocasiones rozar lo subjetivo y, en cualquier caso, lo sería el asignar un valor relativo
o fraccionario a esas tres categorías.»
17 Otro tanto puede decirse del mito de las «tres culturas» que algunos pretenden convivieron allí, confundiendo religión con cultura, aunque una definición ajustada de ésta abarca muchos más haces de comportamiento, tales como indumentaria, alimentación, ocio, arte, etc. No ha
habido en Occidente más que dos culturas mayúsculas, la propia occidental, de raíz clásica, con
el injerto semítico judeo-cristiano, y la islámica, al menos durante el periodo de su exportación
al Sur de Europa, pero probablemente también más tarde, si no excluimos de esta región el Norte de África y algunas zonas del Este de Europa. Comunidades más religiosas que étnicas, o incluso las realmente étnicas, pero asimiladas a su entorno, no pasan automáticamente a poseer
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Federico Corriente
o adivina (DEBÍNA) de H2, que reencontramos en A7 como sahhára, y sin citar˙˙
la por su nombre, pero describiendo su actuación con detalle, en Ibn Quzmñn 84/816, las albricias ( biáára) de H3 (cf. Ibn Quzmñn 48/0/2), el palomo ladrón de
corazones (xalláq) de H618, por no hablar ya de los tecnicismos, siempre árabes, de
esta lírica (vgr., el amado = alhabíb en H2,4,9,15,16,18 y 23, la nostalgia = alwáháa
˙
˙
en H10, la separación = alfiráq, en H6, y la ausencia = alġaybah en H20, cf. Corriente 1998: 39-69). Es interesante notar que, en el marco cultural arábigo-islámico que es el propio de las xarajñt, sin excluir la posibilidad de romancismos atávicos, lingüísticos y temáticos, preferentemente populares, tampoco se excluye
algunas incrustaciones muy clásicas, como lo es el tema del amante voluble, vgr.,
en H6 (KÓM BIBRÉYO KON EŚT+ alxalláq, ya man qábl an yisallám yihaddád
balfiráq? «¿Cómo viviré con este palomo ladrón? Ya antes de saludar amenaza
con separación?», tema que M. Bencherifa (2006: 90 N2) ha detectado como proverbio usado por el pueblo andalusí, aun siendo clásico y extraído del poeta abasí
ʕAlì b. Jabalah Alʕikawwak19: en todo caso, este extraño maridaje entre temas dia«cultura» propia mayúscula, sino minúscula, como mucho. Dicho de otro modo, ni un distinto
modo de aderezar los pepinillos, ni tener otro día de descanso semanal, ni practicar deportes peculiares, ni hablar ocasionalmente una lengua más o menos distinta de la del entorno, ni la prohibición de ciertos alimentos nos sacan de una o nos meten en otra cultura, sino en una variante
minúscula de la de los vecinos. Esas variantes existen innegablemente, y las detecta una observación atenta pero, desde una perspectiva más amplia, mientras que se reconoce enseguida las
profundas diferencias culturales, vgr., entre un europeo, un árabe, un hindú, un chino, incluso con
alguna mayor dificultad, un amerindio, se tarda mucho más en hacerlo, desde la perspectiva de
las grandes culturales que los engloban, con un valenciano, un tunecino, un coreano, un judío, un
mormón o un chicano. O sea, que los judíos de Alandalús pertenecían a la cultura islámica, al
igual que los mozárabes, es decir, participaban plenamente de ella, salvo reductos muy limitados,
lo que no les impedía cruzar ocasionalmente la frontera y pasarse a la cultura occidental, más o
menos rápidamente. Ni ellos, ni los mozárabes crearon una cultura propia y mayúscula, lo que sigue siendo válido para las minorías, en general y en cualquier parte del mundo. Los judíos israelíes actuales son consciente y declaradamente occidentales, mientras que los palestinos, musulmanes o cristianos, tienen una cultura islámica, y así sucesivamente, aunque cabe la biculturalidad, vgr., de ciertos segmentos de la población libanesa o clases altas de otras zonas del mundo
islámico, como parte de un proceso universal de evolución hacia la cultura única, más visible aun
en el Extremo Oriente. En cambio, no hay ningún indicio actualmente de posible aparición de
verdaderas nuevas culturas mayúsculas.
18 Este tópico de la poesía estrófica andalusí (cf. Ibn Quzmñn 132/2/3 y 151/1/2) no fue nunca
reconocido, bien entendido y etimologizado hasta Corriente 1987: 247, aunque estaba documentado en dos xarajñt, una totalmente andalusí y otra con texto romance, de Yøhüdñh Hallèvi,
y en el tratado de hisbah de Ibn ʕAbdün, traducido por el propio García Gómez, siendo además
el étimo indudable˙ de halagar y su amplia parentela: cf. Corriente 1999, s. afagar.
19 Fallecido en 213/828, según Sezgin II: 572-73. El verso citado por nuestro querido amigo y
admirado colega dice:
kñbada lʔahwñla fì zawratihì tumma mñ sallama hatta waddaʕñ
˙
«Sufrió horrores por visitarlo,¯ y luego, apenas saludó,
se despidió».
El maridaje temático entre la cita clásica y el término dialectal es toda una demostración de la
versatilidad diastrática de la poesía estrófica andalusí, no siempre «popular», desde luego, como
se echa de ver en la temática y registro habituales del cuerpo principal de las muwaááahñt.
˙
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175
lectales y clásicos es digno de ser tenido en cuenta al hablar del carácter temáticamente híbrido de la poesía estrófica andalusí, pero entre el registro popular y el
culto, no entre lo árabe y lo romance, como ha sugerido Monroe 2008, lo que resulta hiperbólico ante el carácter estadísticamente episódico y casi insignificante
de lo segundo en estos géneros.
3. La temática de las xarajñt de la serie hebrea no difiere en nada de la de la serie
árabe en lo que se refiere al frecuente reflejo de situaciones escabrosas, lindando
si no entrando plenamente en el ejercicio de la prostitución, tal vez la homosexualidad, muy en contra de lo que imaginaron los primeros comentadores de estos textos, vgr., D. Alonso, que habló de «lirismo virginal», y Menéndez Pidal, que
lo hizo de «amores virginales»: ya no cree en tales patrañas ni el hoy aún principal
paladín supérstite de las hipótesis tradicionales, S. G. Armistead (2003: 9 N4). Tan
ingenua y textualmente infundada interpretación fue ya muy oportunamente
rechazada por Kelley 1991, al tiempo que Zwartjes 1997: 180-252 hizo un cumplido catálogo de las variadas posibilidades temáticas de la poesía estrófica andalusí, árabe o hebrea, y sus xarajñt. Hoy resulta indudable que una buena parte de
éstas responde a lo que podríamos llamar «poesía de burdel», incluso de «reclamo
de burdel», producida o más bien puesta en boca de esclavas prostituidas por sus
dueños, y a menudo hijas ya de otras igualmente explotadas, a las que llaman
MÁMMA, y que se refieren a sus compañeras en algún caso (vgr., H4) como YERMANÉLLAŚ. Con todas las cuales dialogan con notable desenfado, incluso procacidad, que contrasta fuertemente con la ingenuidad que se les había atribuido,
acerca de su absoluta necesidad de algún amante (vgr., H4, «sin amado20 no viviré, ¿adónde lo iré a buscar?»; H5, «La Pascua21 resulta como ayuno sin él»; H15,
«Este amado, has de saber, por él moriré»; H20, «¿Quién podrá soportar la ausen20 Tanto García Gómez como Solà-Solé tradujeron «sin el amado», olvidando que ese artículo árabe está aglutinado a un arabismo dentro de un contexto romance, por lo que no debe traducirse, ya que, al hacerlo, se sugiere un amante en particular, y se enmascara el carácter procaz
de la generalización.
21 Esta Pascua no parece ser la judía, puesto que el mismo texto aparece en A12 de la serie árabe, y el contraste con el ayuno, sin duda el de ramadán, deja claro que el tema es de extracción islámica, aunque los primeros intérpretes, convencidos de que estos textos eran supervivencias
preislámicas, pensaron en una pascua y otras fiestas cristianas, como la Sanjuanada, que sólo existieron en su imaginación, junto con soñados gavilanes raptores, arciprestal buen amor, provenzales celosos y galaicas albadas, a todo lo cual aún se aferran algunos antipalinódicos nostálgicos.
Frente a la presencia de temática claramente judía en la serie hebrea, no hay indicio alguno de
cristianismo en ningún punto de estos textos, lo que parece indicar que la comunidad mozárabe
no tuvo suficiente nivel cultural para producir muwaááahñt, sin duda a causa de la temprana emigración de los individuos más capaces y cultos al Norte˙cristiano, al menos desde el siglo IX. Sin
englobarse en ellas, es obvio que las xarajñt, en su forma primitiva de protocejeles, que ciertamente habrían compuesto también esos cristianos ya arabófonos y bilingües, al menos por algún
tiempo, no tenían posibilidad de sobrevivir (cf. Corriente 1998: 78-83). Si tenemos una serie hebrea de xarajñt es precisamente porque la emigración masiva de las élites judías, lejos de Alandalús, capaces de producir muwaááahñt, sólo se produjo siglos más tarde, bajo los almohades.
˙
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Federico Corriente
cia, amado mío?»), o excusan sus volubilidades escudándose en la mismísima Biblia (vgr., H22), cuando no describen escenas de alcoba (vgr., H8, donde la muchacha se queja del trato desconsiderado que recibe en el lecho; H11, donde pide
a su madre que, de momento, le guarde las joyas en depósito «a la vista»22, porque
su amante de turno quiere verla sin ningún adorno, in puribus), o transmiten quejas por abandonos de amantes y rivalidades con compañeras (vgr., H12 «Pobre es;
vosotros ya veis: la atormenta su tía. ¡Tu amor a otros vende, ramera de fiado!», léxico procaz que recuerda el terno de A35 (ya MÁMMA, KÓNNO); H17 «Buenos
días: dime de dónde vienes. Ya sé que a otra/o has amado y a mí no me quieres»;
H19 «Vete, desvergonzado, vete, fuera; que no me tienes buena voluntad»), cuando no alguna más bien menos que más discreta declaración de adulterio como la
famosa y nunca antes totalmente entendida H7 = A18, «Muchachito ajeno, pronto duermas en mi seno»23.
4. Rasgo conocido e innegable de las xarajñt de la serie hebrea es la muy distinta
proporción de árabe y romance en su texto, muy favorable en ellas a la segunda
lengua, en contraste con la situación homóloga de la serie árabe. Solá-Solé hablaba de un mero 23% de voces árabes en ellas, frente a una media general del 40%,
no lejos, aunque menos preciso que nuestros cálculos (Corriente 1998: 331-32),
con una base textual algo más amplia donde, frente a un 36% de elemento árabe,
59% de romance y 4,87% de híbrido en la serie árabe, en el caso de la hebrea
tenemos un más bajo 30,65% de elemento árabe, un bastante más alto 67,9% de
romance, y 1,43 de elemento híbrido. Ello no admite en nuestra opinión sino una
lectura, a saber, que la comunidad judía de Alandalús era más políglota que la mu22 Es interesante la precisa terminología legal islámica utilizada por la muchacha, amñnah
hñllah, un indicio más del entorno profundamente islamizado de estos textos. El depósito, en ára˙be amñnah o wadìʕah, es una conocida institución del derecho islámico, acerca de la cual, cf.
Chalmeta/Corriente 1983: 124-26, y Chalmeta/Marugán 2000: 251-53, donde se cita su forma
en las Leyes de Moros, alamena; por definición, todo depósito era «a la vista» (hñll = praesto esse,
˙ del depositante,
según el Vocabulista in Arabico, cf. Corriente 1989: 87), es decir a disposición
tan pronto como quiera retirarlo, pero la insistencia terminológica de la muchacha parece indicar cierta desconfianza de su propia madre, que no puede extrañar en el contexto un tanto sórdido que, como vemos, abunda en las xarajñt.
23 La vitalidad del tema del forastero cuya condición le dificulta encontrar amores, bastante
frecuente en la poesía andalusí (vgr., en IQ 112/0/1, 113/5/4 y 2/3, 124/0/1-2 y Corriente 1998: 67)
ha podido sugerir para este contexto un mero «muchachito forastero», como tradujimos en el
caso, pero el hecho de que una de estas mujeres se interese por estos forasteros, que paradójicamente no están solos, porque los que vigila otra parte, el raqìb, mal traducido como «vigilante»
o «celoso» a causa de la quimera provenzal, en realidad, una persona interesada en entorpecer
tales relaciones por cualquier razón, hace más que probable que se trata de rameras en busca de
clientes o mantenedores temporales, en perjuicio de sus esposas y familias legales. Otra posibilidad, que comienza a adquirir verosimilitud a partir de determinados indicios, y ya tímidamente
apuntada por el mismísimo García Gómez 1965: 463, es que se trate aquí de una xarjah homosexual: en este caso, es fácil comprender en el ambiente moral de la época, que los propios familiares del efebo procurasen entorpecer unas relaciones que, no por frecuentes, dejaban de ser escandalosas y deshonrosas para sus allegados.
A vueltas con las xarajñt con texto romance de la serie hebrea
177
sulmana, mientras duró el bilingüismo árabo-romance en dicho país, o sea, hasta
finales del s. XII, de modo que, en efecto y como se ha dicho a veces, pudieron conservar mejor antiguos textos romances sin traducir algunos segmentos, pero también traducir o retraducir al romance segmentos que circulaban vertidos al árabe
entre los musulmanes o cristianos y, como nos consta por los rasgos lingüísticos de
algunos autores tardíos como Todros Abulʕñfiya, castellanizar segmentos que an˙
teriormente pudieron ser romandalusíes o andalusíes. Bien es verdad que, al proceder las xarajñt de la serie hebrea de un número mucho más reducido de autores
(a saber, Nºs. 1 a 11, de Yøhüdñh Hallèvi; 12, 13 y 21, de Mõáè b. ʕEzrñh; 14, de
Yõsèf b. Saddìq; 15, de Abrñhñm b. ʕEzrñh; 16 y 17, de Todros Abulʕñfiyah; 18, de
˙
˙
Yõsèf Alkñtib; 22, de Yøhüdñh b. Giyñt , aunque dudoso, y 19 a 20 y 23 a 26, anó¯
nimas, o sea, un total de 6 + 6 autores), podríamos estar generalizando actitudes
particulares de un número de individuos muy inferior al de los autores, conocidos
y anónimos, de las xarajñt de la serie árabe24, pero no lo es menos que dicha situación casa bien con lo que sabemos de la azarosa existencia de las comunidades
judías de aquella época y región, a las que convenía el bilingüismo para el nada improbable caso de una aconsejable emigración o forzada expulsión, como ocurrió
de hecho a varios de dichos autores, refugiados de su patria andalusí en los reinos
cristianos del Norte de la Península, sin perjuicio de que sus descendientes hubieran siglos más tarde de rehacer el camino y buscar seguridad al sur, en países
islámicos. Esta circunstancia aconseja mayor prudencia al atribuir los rasgos lingüísticos de los textos de la serie hebrea al romandalusí que en el caso de la serie
árabe, ya que pueden reflejar actualizaciones en romances septentrionales, especialmente el castellano, como ya consta en algún caso y es probable en otros.
5. Futuros intérpretes de estos textos, tanto al tratar de mejorar las interpretaciones existentes, como al darlas a nuevas xarajñt que puedan aparecer en nuevos ms.
de la serie hebrea o la árabe, deberán evitar los errores cometidos por los pioneros. Casi no es necesario aconsejar el máximo respeto posible a la materialidad
paleográfica, no alterando el texto transmitido sin haber agotado todas las posibilidades que no sean demasiado rebuscadas, o contrarias al metro, estrofismo o
tema, frente a la despreocupación con que procedieron en este punto García Gómez y Solà-Solé, aunque sin llegar tampoco al esterilizante rigor de A. Jones, que
empobreció sus resultados en su obra de 1988, a pesar de las ventajas que suponía
su acceso a los ms. Veamos algunos ejemplos de errores de edición cometidos por
los pioneros y por qué motivos, así como los expedientes con que hemos tratado
de evitarlos:
24 Cuyo cómputo es: 11, anónimas; 5, de Attut ìlì; 4, de Alkumayt; 3 cada uno, de ʕUbñdah Al˙ de Alxabbñz, Aljazzñr e Ibn Lubbün, y 1 cada
qazzñz, Ibn Bñqì e Ibn Arfaʕ Raʔsuh; 2 cada uno,
uno, de Ibn Assayrafì, Almanìáì, Ibn Almuʕallim, Allñridì, Almuʕtamid, Ibn Ruhaym e Ibn
Quzmñn, lo que arroja un total máximo de 16+11 = 27 posibles autores, frente a los ˙12 de la serie hebrea, por debajo de la mitad. Acerca de cambios y mezclas de código en Ibn Quzmñn, disponemos ahora de Corriente 2008.
178
Federico Corriente
H1: sin más zona problemática que el segundo segmento ʔlqrdʔá tntbʔn, leído por Stern el querido esh tan tabèni «beloved, why do you absent yourself so
long?», interpretación extraña y no explicada, por García Gómez, EL QUERER
EŚ TANTO BÈNI «el poder amarnos es un gran bien», y por Solá-Solé, EL QURIAR EŚ TANTO BENI «el curar (guardarse de) es tanto bien», siendo así que la
observación del derivado del metro basìt de este segmento (mustafʕilun faʕlun
˙
faʕlun) les hubiera debido hacer desechar una sílaba tónica, la segunda de querido, QUERÉR o QURIÁR, precisamente la única que no podía serlo en la adaptación del ʕarüd característica de la poesía estrófica andalusí. Nuestra propuesta,
˙
EREDÁŚ, que es exactamente la sugerida por la ñlef en aquella posición, y forma
compatible con la dialectología romance, evita ese problema prosódico, e introduce un concepto temáticamente coherente con la mentalidad bíblica, la herencia por
los justos de los bienes de sus antepasados e incluso de los de los injustos, como
hemos comentado.
H3: fue bien entendida por los tres editores mencionados, pero con una forma
gramaticalmente inexacta, porque bnyd y yáyd en modo alguno pueden
equivaler a los presentes castellanos «viene» y «sale», ya que la penúltima y en
ambos casos indica una vocal tónica, concorde con el metro mutadñrik, fñ(ʕi)lun
fñ(ʕi)lun fñ(ʕi)lun faʕ, y con las rimas de las vueltas anteriores de este muwaááah25.
˙
Nuestra propuesta en Corriente 1998: 310 fue leer DEŚ KÁNDO MEW sidÉLLO
BENÍD . . . KOMO RÁYO DE ŚÓL EÁÍD «desde que mi Cidiello [es] venido . . .
como rayo de sol [es] salido», o sea, participios utilizados como predicados en oraciones nominales sin cópula, según Corriente 1998: 357, donde se cita éstos y otros
ejs., que pueden chocar algo a los modernos hablantes del castellano. Pero éstos
deberán recordar que el romandalusí no era una forma arcaica de esta lengua, sino
otro romance peninsular, más antiguo y conservador, por una parte, pero por otra
excéntrico y, además, en relación de Sprachbund con el árabe. Es cierto que la consonante final esperable más bien sería t en este caso, pero la forma podría es˙
tar castellanizada, o ser alofónica, ya que se registran en estos materiales otros participios donde la dental se registra como D o incluso D (cf. Corriente 1998:
˙
354).
H4: el segmento final ʔdblʔry dmndʔry fue entendido por Stern y Solá-Solé
como «I would fly to him», «y volaré a buscarlo», y por García Gómez y nosotros
como «¿dónde lo iré a buscar?», más bien similar a A1 («ven a mí de noche, o no,
si no quieres, vendréme a ti: dime dónde encontrarte»), en ambos casos de acuerdo con el metro, derivado de basìt (mustafʕilun faʕlun faʕlun), pero en este con˙
texto encaja mejor semánticamente nuestra propuesta, que apenas requiere in25 Que son yaggìd, lønñgìd, makbìd, heʕømìd, tñmìd, tñʕìd, hehrìd y yñhìd (según Brody 1894˙
1930: 157-58), voces todas ellas forzosamente acentuadas en su ˙última sílaba
(milløraʕ en la terminología arameo-hebrea), lo que hace prosódicamente inviables las anteriores lecturas, como
3ªs. personas del sg. del presente de indicativo, *BÉNED «viene» y *YÉŚED «sale» y variantes
meramente ortográficas de Stern, García Gómez y Solà-Solé.
A vueltas con las xarajñt con texto romance de la serie hebrea
179
vertir la ñlef y la rèá de la primera palabra, quizás contaminada por el final de la
segunda. En ese contexto no parece haber ningún vuelo pero, paradójicamente, la
sugerencia de Stern 1974: 135 N2526, sugiere un tópico que parece estar en el texto estropeado, y abordado sin gran éxito sólo por Solá-Solé/Corriente 1998: 323,
de H25. Éste sigue siendo problemático pero, ajustándonos a su metro mujtatt
¯¯
(mustafʕilun fñʕilñtun fñʕilñtun), podríamos mejorar algo nuestra última propuesta en *ALAŚ GANÁRE! A(D) TÍB M+IRÉY BOLÁRE; QERÉŚ KORACÓN
MEW? TE+N ŚABRÉY DONÁRE «¡Consiguiera [yo] alas: a ti me iría volando!
¿Quieres mi corazón? Te lo sabré dar».
H5: el segmento final km knd mw qrgwn pwrʔlh, caso infrecuente en que
Stern no ofreció una opinión propia, sino citó la de Menéndez y Pelayo, habitualmente errónea para estos textos, difiere únicamente en sus dos primeras palabras
del texto homólogo A12, que tiene en su lugar hsry, lo que ha dado lugar a que
˙
algunas ediciones, incluso Corriente 1998, aceptasen una lectura distinta para la serie hebrea, KÓM KÁNDE(D) ‘cómo arde’, hipotéticamente renovada al hacerse
ininteligible la antigua voz, al parecer árabe. Tal hipótesis podría ser correcta, ya
que no son raros casos similares de renovación lingüística del texto recibido, sobre
todo en la serie hebrea, pero también es posible una solución meramente paleográfica, que evita el rebuscado clasicismo *KANDÉR, si asumimos que km
knd es deformación, muy comprensible en grafía hebrea, de *ksryh, o sea un
híbrido árabe-romance *xasr+ÉYA ‘perdí’, según sugerimos en Corriente 1998:
283 N79 (cf. ladino aljasarear ‘echar a perder’, cf. Corriente 2000: 68), voz que podría ser ya sustitutiva de otros verbos híbridos que allí se proponen y encajan bien
en el contexto.
H14: es un buen ejemplo de cómo una metodología más depurada puede introducir correcciones interpretativas pertinentes, incluso en textos que se consideraban definitivamente aclarados. En este caso, para el texto myw ʔlhbyb ʔátʔd ʔ
˙
nh de Yõsèf b. Saddìq, aunque no reconociendo aún el reflejo YÁNA del latín
˙
janua, avisado por el tamhìd hebreo, Stern ya intepretó «my friend is . . . – the end
must be something like ‹at the door›», lo que fue confirmado por García Gómez y
Solá-Solé, dejando el texto en apariencia resuelto para la posteridad. Sin embargo, su lectura *EŚT AD YÁNA «está a la puerta» ha resultado errónea en cuanto
al supuesto verbo copulativo, cuya forma no ha sido confirmada por otros materiales del romandalusí, de manera que se trata, en realidad, del demostrativo, con
una estructura sintáctica calcada del árabe «este amado mío [está] a la puerta», con
cópula sobreentendida, como en H3, según Corriente 1998: 316 N287.
H15: el segmento inicial ʔát ʔlhbyb ʔábʔr bwry lmrdyw fue leído por dichos
˙
tres editores como EŚT+ alhabìb EŚPERO POR ÉL MOR(I)RÉYO, pero eso
˙
choca métricamente con esta variedad de basìt que tiene para esta porción del ver˙
26 De un giro parecido en ʕUbñdah Alqazzñz, law binnafsi rìáü lat irtu ilayhi «si el alma tuviera
alas, yo volaría hacia ti», efectivamente recogida por Ġñzì 1979 ˙I: 170, apoyada por el texto
hebreo de un muwaááah de Abrñhñm b. ʕEzrah que cita el propio Stern allí.
˙
180
Federico Corriente
so la secuencia mustafʕilun fñʕilun mafñʕìlun faʕ, lo que desaconseja «espero», a
causa de la acentuación, de manera que nuestra lectura, no menos poética, a pesar
de descalificaciones de este tipo por algún defensor de la hipótesis hispánica27, fue
EŚT+ alhabìb AŚ ŚAPÉR POR ÉL MORRÉYO.
˙
H17: es un texto que Stern dejó con bastantes lagunas, pero que tanto García
Gómez («Aurora bella, dime de dónde vienes. Ya sé que amas a otra y a mí no me
quieres»), como Solá-Solé («Carita bella, buena: dime de dónde vienes, ya te dejo
que ames a otra, [si] a mi también me quieres») parecen haber creído comprender
perfectamente. Sin embargo, sus dos primeras palabras han sido totalmente fallidas, por falta de familiaridad con la conversación habitual árabe, ya que assabáh
˙
BÓNO sólo puede ser una semirromanización del cuotidiano sabñha lxayr ‘bue˙
nos días’28, que encaja perfectamente en ese contexto, aunque Armistead 2003: 8
N11 diga lo contrario, en su patética defensa de las antiguas interpretaciones de la
hipótesis hispánica a la que él y otros tan precipitadamente se adhirieron.
H18: es un texto bien entendido desde la lectura pionera de Stern, excepto en
la última palabra del segmento tercero, wlyá jydá, donde él sugirió vagamente
«ojos enfermos», mientras que tanto García Gómez como Solá-Solé acogieron entusiásticamente la sugerencia de Lapesa «nidios», brillante sí, como es «re» el de
«Recondita armonia» en la famosa romanza de Tosca, pero absolutamente innecesaria, ya que se trata meramente del plural romance del andalusí jíd «bueno,
sano» árabe jayyid, fenómeno frecuente en estos materiales como explicamos
en Corriente 1998: 319 N299. Con increíble terquedad, parte de su disgusto por la
«revolución interpretativa» que ha cambiado irreversiblemente tantas cosas en la
visión actual de la cuestión de las xarajñt, Armistead 2003:10 aún se aferra a la antigua y errónea corrección innecesaria del ms., así como a otras, declarando nuestras versiones poco poéticas de nuevo, al tiempo que aprueba otros rasgos de nuestra labor, como el gitano de la anécdota que reconocía que el payo «cantaba bien
flamenco, pero tenía los pies muy grandes».
En resumen: el estudio de las xarajñt de la serie hebrea, aunque iniciado por Stern
bajo los mejores auspicios, y ligeramente retocado por sus sucesores, no es tampoco asunto despachado, sino que ofrece cierto espacio para mejoras, sobre todo
si los ms. aún no publicados son sometidos a un análisis cuidadoso y multidisciplinario, como esperamos de su futura edición por G. Bossong y J. Yahalom.
Zaragoza
Federico Corriente
Cf. Armistead 2003: 11 N22 y nuestra réplica en Corriente 2004: 147.
Esta expresión, que vino a sustituir al preislámico inʕam sabñhñ «que seas afortunado en la
˙
ʕalaykum «sea la paz
mañana», que el Profeta habría querido sustituir por un universal assalñmu
sobre vosotros», es muy probablemente adaptación del neopersa ruz beh «día feliz», que llevó
como nombre, entre otros iranios, el famoso prosista ʕAbdallñh b. Almuqaffaʕ, traductor de Kalìlah waDimnah, antes de su forzosa y poco sincera conversión al Islam.
27
28
A vueltas con las xarajñt con texto romance de la serie hebrea
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