Traducción realizada por Lila Pérez Quintero .13 de Febrero de

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Traducción realizada por Lila Pérez Quintero .13 de Febrero de
Traducción realizada por Lila Pérez Quintero .13 de Febrero de 2013
Nicholls, Robert. Adaptarse al crecimiento de las aguas. La Recherche
No. 415 “Objetivo Tierra 2050”. Enero 2008, páginas 14-15.
Robert Nicholls es profesor en la Universidad de Southampton, en el Reino Unido.
[email protected]
La elevación del nivel del mar debería provocar algunos desplazamientos de
poblaciones, cuya amplitud permanece en controversia. Todo dependerá de nuestras
capacidades de adaptación.
Desde los reportes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Clima (GIEC) de 2001 y
2007, los cambios climáticos son percibidos como una amenaza mayor para las zonas costeras.
El peligro viene principalmente de la elevación del nivel del mar. Esta ha sido de 17
centímetros (cm) a lo largo del siglo pasado y ella debería empeorar: le GIEC prevee un
tenedor de 19 cm. a 58 cm. para el siglo XXI.
E incluso en caso de estabilidad de las emisiones de gas con efecto invernadero, este
crecimiento de las aguas se perseguirá durante varios siglos, elevando la submersión de tierras
actualmente emergidas, la erosión de las costas y un riesgo de contaminación de las reservas
de agua dulce por el agua de mar. Las regiones costeras se volverán, además más vulnerables a
las tempestades y a los eventos extremos tales como los ciclones tropicales quienes deberían
intensificarse –sin contar otros efectos del calentamiento climático, como el aumento de la
temperatura de las aguas de superficie o la acidez del océano (1). Pero algunas veces se olvida
que numerosos habitantes viven ya bajo el nivel del mar: 10 millones de holandeses, 4
millones de japoneses…
Actualmente, entre 250 millones y 300 millones de personas viven en zonas con riesgo de
inundación ligada a las ondas de tempestad. Para su protección, la mayor parte depende de
obras artificiales, como los diques –los estragos del huracán Katrina en el delta del Mississipi
en los Estados Unidos nos recordaron lo que sucede cuando esos diques ceden.
Las consecuencias de la elevación o crecimiento de las aguas quedan de hecho inciertas y
controversiales. Los pesimistas tienden a centrar su atención sobre los altos valores de las
previsiones, así como sobre los eventos extremos como el huracán Katrina. Ellos consideran
que nuestra capacidad de adaptación está tan limitada como resultado, con consecuencias
alarmantes. Según ellos, los refugiados ecológicos * que huyeron del crecimiento de las aguas
podrían así contarse por decenas de millones incluso por centenares de millones (2): 23% de la
población mundial vive en efecto a menos de 100 kilómetros de las costas y en los 100
primeros metros sobre el nivel del mar, una proporción que tiende a incrementarse.
¿Optimistas o pesimistas?
Los optimistas se basan más bien en las bajas previsiones, señalan los ejemplos de adaptación
holandeses y japoneses, y se interrogan sobre las razones de tala agitación. La protección de
las zonas urbanas contra las inundaciones, acoplada a una planificación del desarrollo urbano
para evitar la ocupación de las zonas más expuestas, permitiría en efecto disminuir el impacto
del crecimiento de las aguas. Claro que este enfoque preventivo cuesta caro: los países de la
Unión Europea gastan ya algunos 5,2 billones de euros por año para adaptarse a la erosión y a
las inundaciones.
Pero la inacción tiene también un precio. Así, el modelo Fund (para Climate Framework for
Uncertainty Negociation and Distribution) desarrollado en la Universidad de Hamburgo, en
Alemania por Richard Tol, sugiere que el monto de los estragos rebasaría, en la mayor parte de
las zonas costeras, aquél de la protección (3). Según las simulaciones de Richard Tol, la
adaptación a la elevación de las aguas permitiría así limitar el número de personas
desplazadas a 4 millones, ya sea aproximadamente 1% de las cifras generalmente avanzadas
para el siglo XXI. Aunque si ese modelo está incompleto, se acomoda por otros análisis
económicos y deja pensar que el problema de los refugiados ecológicos podría estar
sobreestimado.
¡Cuidado, frágil!
Sin embargo, ciertas zonas costeras son más vulnerables que otras, a razón de su gran
exposición o de sus mínimas capacidades de adaptación: es el caso de las islas y de los deltas
de los ríos. Las primeras son por naturaleza muy vulnerables a las amenazas climáticas. La
historia reciente de la bahía de Chesapeake en los Estados Unidos lo ilustra bien: entre 1850 y
1920, una alza relativamente limitada del nivel del mar (de 20 cm. A 30 cm.) condujo al
abandono de las islas bajas de la bahía y la migración de un millón de habitantes hacia el
continente (4). Este ejemplo valida un modelo de vulnerabilidad de las islas desarrollado por
Jon Barnett de la Universidad de Melbourne, en Australia, y Neil Adger, de la Universidad de
East Anglia, en el Reino Unido. Este modelo subraya la existencia probable de umbrales socioecológicos claves que desencadenan el abandono de las islas. (5)
Las pequeñas islas del Pacífico, del oceano Índico y del Caribe cuentan así entre las regiones
donde se espera un número de llanos fértiles cercanos al nivel del mar, que se hunden ellos
mismos por subsidencia** y concentran cientos de millones de habitantes (6). Según los
cálculos actuales de elevación del nivel del mar, los grandes deltas de Asia y de África estarían
más amenazados (7). En 2050. La elevación de la aguas podría provocar el desplazamiento de
más de un millón de personas en el delta del Gánges y del Brahmapoutre en Bangladesh así
como del Mekong en Vietnam o del Nilo en Egipto.
El cambio climático exacerbará aún aquellos riesgos e impone notar el reto formulado por la
protección de aquellas inmensas zonas inundables en la búsqueda de estrategias innovadoras.
Solamente una adaptación a largo plazo, integrada a una gestión más larga de las costas, podrá
permitir alejarse de esta amenaza. Es urgente desplegar esfuerzos en ese sentido.
NOTAS
* Un refugiado ecológico es una persona forzada a abandonar el lugar donde vive a causa de
un temblor, un tsunami, una erupción volcánica, la deforestación, el crecimiento de las aguas.
** La subsidencia corresponde al hundimiento del delta bajo el peso de los sedimentos.
(1) M.L. Parry et al. dir. R. J. Nicholls et al., en Climate Change, 315. Impacts, Adaptation and
Vulnerability, Cambridge University Press, 2007
(2) N. Myers, Philosophical Transactions of the Royal Society B, 356, 16: 1, 2001
(3) R.S.Tol, Mitigation and Adaptation Strategies for Global Change, 12, 741, 2007.
(4) G.J.A. Giobbons y R.J. Nicholls, Glob .Environ.Chang. 16, 40, 2006.
(5) J. Barnett y W. N. Adger. Climatic Change 61, 321, 2003.
(6) N. Harvey (dir., C. D. Woodroffe, et al.,) en Global Change and Integrated Coastal
Management: The Asia- Pacific Region, 277, Springer, 2006.
(7) J.P. Ericson et al., Global Planet Change, 50, 63, 2006.
Traducción realizada por Lila Pérez Quintero. 15 de Febrero de 2013
Cepia, Sahra. Desperdicios en el gas natural. La Recherche No. 415
“Objetivo Tierra 2050”. Enero 2008, páginas 58-59.
Desperdicios en el gas natural
Degradándose, la parte fermentable de los desperdicios genera el biogás. Una fuente
de producción natural de metano cada vez más codiciada.
Sahra Cepia es periodista científica
Mientras que el gas natural de origen fósil es una fuente de energía limitada, habrá biogás
tanto como producirán desperdicios. <<Antes, las descargas tenían la mala reputación de
perjudicar el medio ambiente>>, atestigua René Chainay, director general de la sociedad Rep
(Veolia Limpieza). Esos sitios evolucionaron poco a poco hacia centros de entierro técnico
(CET), en respuesta a los apremios de protección al medio ambiente en un contexto de
desarrollo tecnológico. El biogás que se escapa de ahí, fuente de la degradación anaeróbica *
de los desechos orgánicos, primeramente fue captado para evitar los impactos ambientales y,
particularmente, limitar los olores. <<Inicialmente, era quemado en depósitos. Pero,
actualmente dado su valor agregado y los riesgos energéticos, buscamos cada vez más su
valorización>>, persigue Christophe Aran, director del centro de investigación sobre la limpieza
de Veolia Medio Ambiente.
El biogas es un gas poderoso con efecto invernadero compuesto de 30% a 40% de dióxido de
carbono (CO₂). Contiene igualmente una parte residual de oxígeno, de nitrógeno y de
elementos huellas contaminantes tales como el hidrógeno sulfuroso y compuestos orgánicos
volátiles (COV). Así como el gas natural que sale de la tierra, el biogás debe ser captado
después tratado para extraer de ahí el metano, único gas de valor. Sobre el CET de ClayeSouilly, en Sena y Marne, donde 1 millón de toneladas de desperdicios son tratados cada año
por la sociedad Rep, más de 95% del biogás son captados actualmente, contra 30% en 1992.
<< Anteriormente, lo recuperábamos por la colocación de drenajes verticales a lo largo del
almacenamiento de los desperdicios, explica René Chainay. Actualmente ubicamos un sistema
de drenajes horizontales desde la llegada de los desechos, lo que nos permite captar el biogás
desde el quinto mes de fermentación, y esto será durante treinta años. >>
El metano, dicho < biometano> porque es de origen no fósil, se extrae del biogás, ya sea por
eliminación de otros componentes, ya sea por captura selectiva de las moléculas de metano.
<<La extracción de la parte residual compuesta de oxígeno y de nitrógeno constituye aún un
verdadero desafío >> precisa Christophe Aran. El hidrógeno sulfuroso que tiene un fuerte
poder corrosivo y ciertos COV, como los siloxanos ** , un fuerte poder agresivo, conviene
eliminarlos antes de que el biogás no alcance las unidades de valor.. << Si no, él prosigue, a lo
largo de la combustión, los siloxanos se transforman en óxido de silicio, y este fino polvo
abrasivo se deposita en la cámara de combustión ensuciándose progresivamente las piezas
hasta su rompimiento, y acidificando el aceite. >> Las investigaciones se continúan por la
eliminación de esos compuestos contaminantes.
El biometano, una energía del futuro
Después de esta fase de pre-tratamiento, el biometano es un recurso aparte. Esta producción
es, ya sea externa, como en Lille, donde el biometano sirve de carburante en los camiones de
transporte colectivo, o bien puesta a ser aprovechada en el lugar. En Claye-Souilly, la Rep lo
valora para producir la electricidad necesaria para el funcionamiento de sus instalaciones y ella
inyecta el resto en la red EDF. Mejorando sus equipos (motores térmicos, calderas y turbinas a
vapor) y haciendo un llamado a un ciclo combinado de cogeneración (<< leer ¿por qué
nosotros no? >>, página 64, la empresa pasó de una producción de 1,7 megawatts (MW) de
energía eléctrica, en 1992 a 16 MW, en 2005. << Estos años de investigación experimental nos
permiten establecer que 1 metro cúbico de biogás equivale a una potencia de 5 kilowatts de
energía térmica, atestigua René Chainay. Actualmente, buscamos dominar nuestra producción
de biogás en el tiempo, por la reinyección de agua o de lixiviado *** paralelamente a la
explotación del sitio. >>
En Francia, la electricidad producida a partir de biogás es objeto de una tarifa de redención por
el operador nacional, desde julio de 2006. El biometano no está autorizado por el contrario
para alcanzar la red de gas. Según la agencia del medio ambiente y del domino de la energía, el
biometano produce en Francia (todas las fuentes confundidas, leer “Europa: puede hacerlo
mejor”, ver el recuadro de abajo) podría sin embargo cubrir 10% del consumo, considerando
que el país es importador de gas por más del 90%. Algunos arguyen que el ama de casa no ve
con buen ojo la llegada a su cocina de gas originario de desechos. Sin embargo, en Alemania
(primer productor europeo de biogás según el Observatorio europeo de las energías
renovables, EurObserver), el biometano está desde hace mucho reconectado en la red de gas.
Las industrias conectadas pueden así reivindicar la utilización de una energía verde. “Durante
su utilización industrial, la transformación del biometano produce un CO₂ “verde”, biogénico,
no contabilizado en el efecto invernadero dado que no es una energía fósil se alegra Christophe
Aran. En el futuro, nos queda hacer trampa al CO₂, fuente del biogás, por ejemplo en los
acuíferos salinos profundos, y así, alcanzar el cero impacto ambiental. ” S.C.
“Europa: puede hacerlo mejor”
La producción de biogás en Europa no cesa de crecer, pero está todavía lejos de los objetivos
fijados por el libro blanco sobre las energías renovables ****”: 15 millones de toneladas (de
equivalente petróleo) (Mtep) en 2006, según el último reporte del Observatorio europeo de
las energías renovables, EurObserver, y 0,227 Mtep, en Francia según la dirección general de
Energía y Materias Primas (DGEMP). Ese biogás proviene siempre por la mayor parte de los
desechos, pero también de la industria agroalimentaria, de la agricultura y de las estaciones de
depuración urbanas. Cada vez más valorada para producir electricidad, gracias, en particular, a
la cogeneración (producción combinada de calor y de electricidad), con una producción
europea de 17,3 terawatthoras en 2006 y de 503 gigawatthoras, en Francia según la DGEMP.
NOTAS
*
Anaeróbio significa en ausencia del oxígeno
** Los siloxanos son compuestos orgánicos volátiles fuente de la oxidación de las
moléculas de silicio que provienen de los desperdicios de productos cosméticos y de
higiene (desodorantes, shampoo, cremas, blanqueadores…).
*** El lixiviado, o “jugo de descarga”, es la fracción líquida producida por la
fermentación de los desperdicios.
**** El libro blanco sobre las energías renovables llama a redoblar esfuerzos de su
parte en el horizonte 2010, de 6% a 12%.
PARA SABER MÁS
Veolia Medio Ambiente sobre los CET y el biogás: www.ecomethaniseur.com
Biogas de la agencia americana de la protección del medio ambiente: www.epa.gov/lmop/ (en
inglés).
Siloxanes in Landfill and Digester Gas Update, LMOP 8th Annual Conference and Project Expo,
E. Wheless, 2005.

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